mario césar elgue (dr), el sentido del desarrollo y la economía social

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  • 8/16/2019 Mario César Elgue (Dr), El Sentido Del Desarrollo y La Economía Social

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    EL SENTIDO DEL DESARROLLO Y LA ECONOMIASOCIAL

    Por el Dr. Mario César Elgue. 

    En un trabajo para el Encuentro de Investigadores Latinoamericanos, realizado en Ríode Janeiro en el 2000(1), los autores señalaban el divorcio entre la “racionalidad” dela teoría microeconómica tradicional y la racionalidad subyacente en losemprendimientos de economía social, consistentes en una acción comunicativageneradora de vínculos eficaces para construir consensos. Este divorcio se extiendea todo el pensamiento económico convencional que tiende a ignorar, a subestimar o

    a considerar a la economía social un rara avis ajena a la economía, lindante con elmoralismo utópico y/ o con el socialismo pre-marxista.

    Y esto está vinculado a lo que ha sembrado el modelo de comportamientomicroeconómico de la escuela marginalista (1870), que supone que los agentes son“racionales” y se ocupan exclusivamente de satisfacer sus deseos subjetivos. En sureduccionismo, el marginalismo denomina “racional” a una conducta individual queprocura maximizar su utilidad o satisfacción dentro de una determinada cantidad debienes disponibles. Como resultado de esta actividad, los individuos “racionales”efectúan intercambios hasta lograr la igualdad entre el precio de un bien y la utilidadque se obtiene de él. Y como está supuesto que todos los agentes sean racionales,

    cada uno de ellos buscarán maximizar sus respectivas funciones de utilidad,alcanzando en la sumatoria el “óptimo sistémico”. 

    Si bien es un tema abierto -que requiere de mayores contribuciones teóricas- autorescomo Habermas han opuesto al modelo neoclásico la noción de acción comunicativa,que logra una mayor identificación con el modus operandi del emprendedorismosolidario.

     Así la acción comunicativa, en contraposición con la acción estratégica, presenta unlenguaje ínter-subjetivamente compartido, que permite a los actores salir de la lógica

    egocéntrica. En vez de explicar los casos a partir de intereses individuales y del cálculode utilidad de sujetos que se interfieren unos con otros, los actores implicadossintonizan cooperativamente sus acciones, haciendo primar las interpretacionescomunes. Son pertinentes las palabras de Spinoza: “Al hombre nada le es, pues, másútil que el hombre; los hombres, digo, no pueden anhelar nada que sea más ventajosopara conservar su ser que el estar todos de acuerdo respecto de todo y en una formatal que las mentes y cuerpos de todos compongan como una sola mente y un solocuerpo, y simultáneamente se esfuercen todos, en lo que sea posible, por conservarsu ser y al mismo tiempo busquen su utilidad común; de lo que se sigue que loshombres que están gobernados por la razón, esto es, los hombres que buscan suutilidad bajo la guía de la razón, nada apetecen para sí mismos que no deseen para

    los demás hombres, y así el ser justos, leales y honrados” .(2)

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    Desde esta posición, la racionalidad más consistente es la que se despliega en lainteracción, en la negociación sustentable con los otros; y no simplemente, larealización del propio interés que se libera del interlocutor indispensable paraconcretar cualquier intercambio. La construcción colectiva del sentido compartido noes ingenua ni moralmente piadosa. El encuentro social no anula los intereses

    estrictamente personales, pero los ubica en el escenario donde la realización de losmismos es posible: el intercambio social, del que inmediatamente se desprende laidea de pacto.

    Lo que aquí se denomina racionalismo estratégico no logra dar una respuestaconsistente a este dilema: ¿Cómo actores que sólo persiguen el éxito individualpueden generar un orden social estable? En la actividad comunicativa, por el contrario,la fuerza del entendimiento lingüístico se vuelve más adecuada para coordinar laacción. Desde esta perspectiva, de hablantes y de oyentes, se facilitan los acuerdosy se coartan las posibilidades de que una parte se imponga sobre la otra.

    La confluencia interpretativa de los participantes en la comunicación se sustenta en lacultura. A través de la cultura, emerge el acervo de saberes: una sociedad que seforma y reproduce a través de la acción comunicativa.

    La cultura en el desarrollo  

    Más allá de progresos nada desdeñables(3), se han reabierto interrogantes sobre elpropio sentido del desarrollo. Con la crisis del modelo neoliberal y su sesgadaconcepción del desarrollo, reaparece la posibilidad de recomponer un capitalismoproductivista de signo nacional. Se coincide en que ello supone barajar y dar de nuevo,volver al rol activo del Estado, definir un perfil de reactivación del mercado interno yuna salida exportadora de mayor valor agregado, afianzar esta etapa distinta desustitución de importaciones, como así también restañar las heridas abiertas por eldesempleo y la exclusión. Son muy oportunos otros ojos para mirar un Mercosurampliado, que se extienda al resto de América Latina, no sólo desde los fructíferosintercambios comerciales mutuos, desde una mayor coordinación de las políticasmacroeconómicas y de la solución de las controversias sino que, retomando elmandato histórico de la Nación de Repúblicas(4), lleve a la práctica una accionarpolítico unitario que se encamine a una genuina integración cultural, social, científica,tecnológica e institucional que posibilite ser interlocutores de peso ante los grandesdecisores del poder global.

    Es hora de visiones más holísticas, liberadas de cepos economicistas, que vuelvan asituar la tensión entre economía y política, desplazando al mercado como el principiode organización social con carácter de veto -planteo idiosincrático de los ’90- ante lasrestantes dimensiones de la vida comunitaria. Edgar Morín, incluso, afirma que laeconomía es la ciencia social más avanzada matemáticamente y más atrasada desdeconsideraciones éticas que hacen al desarrollo humano(5). ¿Porqué sociedadesmaterialmente ricas, que han logrado índices de crecimiento del producto, hancoexistido con el desempleo, la pobreza y la exclusión?

    Esta aparente paradoja, sitúa al rearme cultural  como portador de sentido,

    asignándole cuatro funciones significativas. La primera función remite al respeto delhombre por sí mismo, a la autoestima. La fortaleza de internalizar los propios valores

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    y capacidades, para lograr confianza en las propias fuerzas(6). La segunda, es la queposibilita la difusión de capacidades en el seno de la sociedad, a través de las cualesse manifiesta el ejercicio de un proceso de selección que sea capaz de discernir loque vale la pena incorporar y adaptar del exterior, evitando dependencias espiritualesy colonizaciones pedagógicas que abren las puertas de posteriores subordinaciones

    económicas. En este punto, hay que estar atentos a cierta “dictadura” de lo simbólico:uno de estos efectos distorsionantes se da, por ejemplo, cuando se identifica sólocomo americanos a los ciudadanos de EEUU. Esa exclusividad del términoamericanos para los norteamericanos es una manera subliminal de sumisión queagrega otro obstáculo a la voluntad de reconstruir un pensamiento propio, no alienado.Similar actitud tiene ese tono despectivo o de observador descomprometido pararefererirse al país como “este país”, que exterioriza otro de los tics derrotistas dequienes, desde una seudo ciudadanía planetaria, simulan ignorar su propio “lugar enel mundo(7). El rechazo a todos aquellos mensajes que son considerados nocivos ydesestructurantes -la oposición activa- se coloca como tercera función(8). La funciónmás relevante de la cultura, que está en cuarto lugar, es el dar un sentido, un rumbo

    prefijado como “horizonte utópico.”(9)  Un camino que estimula la marcha más que unpunto de llegada. No es casual que, en numerosas lenguas, la palabra sentido aludetanto a dirección como a significación. En síntesis: se trata de afirmar los valores porlo que se elige lo que tiene sentido, lo que es juzgado sensato y, por otra parte, deproveer una orientación para el futuro. Toda sociedad debe estar en condiciones dedarle un sentido a lo que hace. Un sentido que oriente el destino nacional, queorganice contenidos nacionales y marque las grandes decisiones del país. Lafragmentación de grupos que no cohesionan en un proyecto convierte a la vida socialen un espacio anómico, donde cada sector sólo brega por la defensa de sus interesescorporativos. Sobre esta base descansan y se construyen las otras funciones de lacultura: capacidad de selección, de oposición y de respeto de sí.

    Un nuevo concepto de desarrollo -además de armonizar crecimiento con equidaddistributiva e inclusión- pone el acento en una vía autónoma de creación, a través dela cual una sociedad toma las decisiones que considera más justas, teniendo encuenta las relaciones de poder y las injerencias externas. Se puede relacionar alconcepto de desarrollo con el de “densidad nacional”, que conjuga un conjunto decircunstancias que hacen a la capacidad de una sociedad de movilizar el potencialsocioeconómico disponible y de establecer relaciones con el resto del mundo, quesean compatibles con su desarrollo nacional: variables críticas como la cohesiónsocial, la solidez de los liderazgos, la estabilidad institucional, el pensamiento crítico;

    políticas que aseguren los equilibrios macroeconómicos y procesos de acumulaciónde capital, tecnología y gestión (Ferrer, 2005).

    Revalorizar los aspectos intangibles del desarrollo, lo que Hirschman llamó “las ganasde desarrollarse”, no puede obviar la necesidad de la expansión de una base material(crecimiento). Pero las interpretaciones más actuales colocan al desarrollo en uncontexto más amplio que el de la economía, aproximándolo a una suerte deconstructivismo, en el que prima lo subjetivo, lo valórico, lo sistémico, lo cultural, lacomplejidad, que son las características que se atribuyen ahora al desarrollo societal(Boisier, 2002). Amartya Sen (2000) da su propio parecer, definiendo al subdesarrollocomo “la privación de capacidades básicas y no meramente como la falta de ingresos,

    que es el criterio habitual con el que se identifica la pobreza”. 

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    Otros especialistas tienden a resignificar a las consideraciones “macro” y “meso”, enfunción de la satisfacción de las necesidades humanas básicas, como un objetivoprimario y no secundario. El común denominador consiste en evaluar el desarrollosegún lo que beneficia a las personas más que a entes abstractos como las naciones.El tipo de preguntas para juzgar el sentido del desarrollo que se hacen estos autores

    son: ¿Tienen (las personas) la capacidad para vivir durante muchos años? ¿Escapandel analfabetismo? ¿Pueden disminuir la mortalidad infantil? ¿No padecen hambre nisubalimentación? ¿Tienen libertad personal? Estos indicadores revelaran el bienestarobtenido, al considerar a las personas como el centro de la actividad, como un fin ensí mismo y no como un mero “recurso humano” que también debe desarrollarse(10).Quizás el prestar especial atención a estas “pequeñas revoluciones”, que mejoransustancialmente la vida cotidiana de los sectores mas desposeídos y olvidados, sealo que preocupa y ocupa a la nueva oleada de lideres nacionalistas populares osocialistas nacionales como Lula, en Brasil, o José “Pepe” Mujica en  Uruguay.Caudillos que desconciertan e incrementan la ciclotimia del progresismoacadémico, rápido en el halago y más rápido aún en la desilusión ante gestiones de

    poca “pureza” ideológica que, de alguna manera, reflejan la “impureza” de la vidamisma. Bajo el esquematismo simplista de estos “librepensadores”, al ampliar estosconductores populares sus bases de sustentación política con personas o fraccionesdel empresariado nacional, e incluso al negociar con los organismos internacionalesy preservar necesarios equilibrios macroeconómicos y fiscales, estarían demostrandoque han sido cooptados por la “derecha” o por el “centro- derecha”. 

    También se da como un mandato la fusión del desarrollo humano con el desarrollosostenible, definido este último como el que impulsa cambios en las actividadesmateriales que disminuyan radicalmente el agotamiento de los recursos no renovablesy de los que no son fácilmente renovables y la contaminación del medio ambiente, conlo cual se prolonga el tiempo durante el cual las necesidades humanas materialespodrán satisfacerse.

    Cultura explícita y cultura implícita 

    La economía social imbrica naturalmente actividades económicas y creacionesculturales que constituyen poderosos vectores de sentido. Es hija de la necesidad, denecesidades insatisfechas en comunidades locales desfavorecidas, y se arraiga endinámicas colectivas que reúnen una adecuada dosis de cohesión social. Moviliza agrupos integrados y no a personas yuxtapuestas y desarticuladas, insertas en la

    cultura de esa socialización de ideas y prácticas cotidianas.

    La sociedad toda es un ensayo de cooperación. La mayoría de los seres humanospasan la mayor parte de su tiempo y de su vida en actividades económicas. Por ello,las circunstancias en que se desenvuelve el proceso económico afectan intensamentelos caracteres de sus personalidades. No existe en el mundo aparato de educaciónque actúe de modo tan ubicuo y permanente como el sistema económico(11). Y esainfluencia educadora puede ser “para bien” o “para mal”.  Puede incentivar el impulsocreador e innovador o adormecerlo en la repetición rutinaria, obediencia ysometimiento a la voluntad ajena. Puede alentar la solidaridad o excitar las pasionesegoístas y antisociales.

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    Todo sistema y/o régimen económico lleva en sí mismo una pedagogía social. Elcapitalismo liberal representa la aspiración de ciertos grupos de poder por construiruna sociedad mercantil autosuficiente que tenga su correlato social y cultural. Laestrategia no declarada del modelo neoliberal consiste en quitar los valores éticos delanálisis de los conflictos sociales y, de esta manera, “naturalizar” o hacer “normal” la

    injusticia de las relaciones sociales(12). El producto de esta naturalización de loexistente se evidencia en la hegemonía de la ética mercantil típica del proyectoneoliberal. “Para la religión mercante, lo fundamental es que se identifique el bien y lasalvación con la posesión de bienes de consumo. Pero en este aspecto, elconsumismo es mucho más que una moral del goce individual: es la forma peculiarque adquiere la relación del individuo con la comunidad, relación de competencia opuja de poder, lucha de todos contra todos.”(13) 

    La economía social, y particularmente el cooperativismo, se posiciona explícitamenteen las antípodas, al erigirse como un tipo de empresa que puede tomarse comomodelo de comunidad organizada ya que “el cooperativismo no es sólo una forma de

    organizar la economía. Es también una forma que presenta un escalón éticosuperior”(14). Integra una unidad de producción y una comunidad educadora.Constituye un trabajo educador, que transforma la personalidad de sus protagonistas,siendo al mismo tiempo una educación para el trabajo. Al intervenir en la producciónde bienes y servicios, el cooperador asociado y/o el trabajador cooperativizado, seeduca y adquiere la capacidad de educar a otros.

    Por ello, educar para la cooperación va más allá de los tipos de educaciónformalizados y externos a las empresas. Es el paso de la educación explícita (cursos,seminarios, capacitación gerencial) a la educación implícita. En esta última, laeducación no es parte de un proceso educativo formal, ni el resultado de una accióneducativa planeada, aunque no formal. Es más apropiado referirse a esta instanciacomo educativa y no como entrenamiento o enseñanza, pues incluye un componenteapreciable de formación ideológica y actitudinal. Se hace referencia a las múltiplesformas de socialización dentro de la cultura de la empresa y/o organización. Formasque hacen que las personas, a través de su lugar productivo o laboral, obtienen unaserie de experiencias que, con el tiempo, le otorgan comprensión sobre laespecificidad de ese emprendimiento y sobre la racionalidad que subyace en elmismo. Personas en interacción que aumentan sus conocimientos sobre lasconsecuencias que implica ser miembro de esa entidad, en relación con sus derechos,sus obligaciones y la expresión de los intereses comunes.(15)

    La producción actual exige cuatro o cinco tipos de capacidades para ser empleablesy/o autogestionarios. La primera es la cognitiva: para poder trabajar hay que tenercapacidad de pensar. Entre otras cosas, porque el mundo se modifica rápidamente yla generación que se incorpora al mundo laboral deberá cambiar de trabajo entre 5 y7 veces a lo largo de su vida; y si está en el mismo empleo, lo que va a cambiar es elperfil del mismo. El segundo grupo de capacidades corresponde a las interactivas:tratar e interactuar con otros. El tercer tipo de competencias se refiere a lasmetacognitivas: aprender a autogestar procesos de aprendizaje a lo largo de toda lavida. Y el cuarto son las capacidades éticas, las que permiten discernir entre lo “bueno”y lo “malo”, de acuerdo con el contexto sociocultural. Un quinto grupo de capacidades

    hace alusión al manejo de recursos y habilidades administrativas y gerenciales.

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    Las capacidades antes mencionadas no se forman en la escuela de hoy; en ella solose transmite información, con menor eficacia que la televisión o Internet. Para generarestas capacidades, no se necesitan escuelas “pegadas” a lo que solicitan lasempresas sino asumir el desafío de brindar un proceso integral de enseñanza-aprendizaje, que tenga que ver con la lógica de producción del nuevo milenio pero que

    incluya valores solidarios que propongan un compromiso con un proyecto de país. Y,aunque habrá menos empleo al estilo clásico, la apuesta educativa debe ser ética:brindar a todos la posibilidad de adquirir las competencias básicas para que él muchoo poco empleo disponible sea distribuido con igualdad de oportunidades.

    En suma, la conciencia solidaria y/o cooperativa (o la falta de ella) entre los asociadoso entre los miembros activos de otras entidades de la economía social es laconsecuencia de aprendizajes tanto asociativos –doctrinarios como surgidos delnegocio de este tipo de empresas sociales. Estos aprendizajes aconsejan un esfuerzoexplícito de actividades educativas para completar los procesos educativos implícitosque tienen lugar en él, para balancear la dimensión asociativa y la dimensión

    empresarial y evitar degeneraciones o compartimentos estancos en uno u otrosentido.

    El Estado presente y la sociedad del equil ibrio 

    Se trata de ensayar otro modelo de economía mixta, otro entramado interinstitucionalque se emparenta con la lúcida cosmovisión de Henry Mintzberg: lo que ha triunfadoen Occidente no es el capitalismo “clásico” sino las sociedadesequilibradas. Sociedades que procuran un mejor uso de las aptitudes y las lógicasfuncionales de cada uno de los subsistemas y actores y que contienen cuatro patasde similar fortaleza: un Estado reformado -árbitro, redistribuidor y reguladordesburocratizado y profesionalizado-; un sector privado competitivo, dispuesto aasumir los riesgos propios de una burguesía innovadora; y una franja intermedia quereúne, por un lado, al voluntariado no empresarial (ONGs) y a los nuevosemprendimientos solidarios (16) y, por el otro, a las empresas de la economía social,básicamente las cooperativas y las mutuales. Dentro de estas últimas, se incluye a lassociedades comerciales de cooperativas o controladas por ellas; a la nuevageneración de cooperativas y/o sociedades de hecho de trabajadores que recuperanempresas en crisis y a las redes y cadenas productivas de microempresas y pymesasociadas que, mas allá de las formalidades jurídicas, tienen una práctica muy similara la cooperativa y están imbuidas de un espíritu asociativo y/o de cooperación.

    Notas:

    El autor es Actual Director del Departamento de Economia Social, Asociativismo yDesarrollo Local del MPA. Ex presidente del IPAC (Ministerio de la Producción, Pcia.de Bs. As, 1992-99). Ex miembro del Directorio y Presidente del INAES (Ministerio deDesarrollo Social, 2003-04). Director de Posgrado de Economía Social, Mipymes yDesarrollo Local, Universidad Nacional de Rosario.

    Este texto es fragmento de una reelaboración de un trabajo publicado en Revista delCLAD, “Reforma y Democracia”, Nro. 28, Venezuela, febrero de 2004. 

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    (1) García, Pablo S. y Saidón, Mariana. “Cooperativismo, racionalidad estratégica yracionalidad comunicativa”, Comité  de Investigación, Alianza CooperativaInternacional, Publicación del Centro de Estudios de Sociología del Trabajo, Facultadde Ciencias Económicas (UBA), noviembre 2000.

    (2) Spinoza, Baruch, “Ética”, Universidad Autónoma de México, 1977. 

    (3) “La esperanza de vida media se ha prolongado en todo el mundo. En términosgenerales, la mortalidad infantil viene disminuyendo y las tasas de alfabetizaciónmejoran en los puntos más distantes del planeta. Sin embargo, en los últimos 30 años,el número absoluto de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza seincrementó el 18%. En 1960, el ingreso del 20% de los más ricos del mundo era 30veces superior al del 20% de los más pobres; en 1995, era de 78 veces y actualmente(datos de 1998) más de 1,3 mil millones de personas viven con menos de un dólar pordía. La subalimentación afecta de manera crónica a más de 800 millones de personasen el mundo (U.N.D.P., 1998).

    (4) Ramos, Jorge Abelardo, La Nación Inconclusa, Ed. La Plaza, Uruguay, 1994.(5) Hay que prestar atención a las contribuciones que viene realizando laneuroeconomía, particularmente en lo atinente al hemisferio “racional” del cerebro ylos aportes a la economía de la psicología cognitiva, analizando comportamientosemocionales, intuitivos y grupales ignorados por la “racionalidad” del economicismoneoclásico.(6) Paulo Freire analizó la cultura en el seno de sociedades que se convirtieron endependientes y sin voz; llegó a la conclusión que cuando una sociedad escontinuamente calificada de retrasada, ignorante, incapaz o no competitiva, perezosao anacrónica, el mensaje termina por ser internalizado, y la sociedad se comportaconforme a la imagen negativa que se le adjudica.(7) Lacolla, Enrique. “Contra el viento”. Globalización y Nación. Ed. Ferr eyra yCorredor Austral, Córdoba, 2002.(8) Con relación al llamado populismo, por ejemplo, hay una serie de malentendidos:los denominados populismos -en rigor los movimientos nacionales y populares de lospaíses periféricos- no han calzado en los esquemas mentales eurocéntricos quetendieron a etiquetarlos como un “fascismo de las clases bajas”. Ese denostadopopulismo, sin embargo, es parte inescindible del estilo de liderazgo de nuestrocontinente. A su conjuro se produjeron los cambios estructurales más significativos enesta parte del mundo, mientras una porción del progresismo “racional” se oponía a

    ellos, aliándose a los sectores conservadores y liberales más retrógrados. Que talescambios fueron incompletos, nadie lo duda; que estuvieron acompañados dearbitrariedades, de brutalidades y, en algunos casos, de una marcada propensión algrotesco, tampoco cabe discutirlo, pero constituyen la “originalidad” de un proceso decrecimiento, que incluye excepcionalidades tan asombrosas como ese “realismomágico”, que ha enriquecido numerosas páginas de la narrativa y de la novelalatinoamericana. Sus defectos no pueden enjuiciarse si, paralelamente, no secondenan los crímenes, corrupciones y renuncias de políticos e intelectualesabstractos, incapaces de crear nada que se oponga a un estado de cosas, a todasluces injustas, que los “populismos”   vinieron a modificar. (Lacolla, Ob. cit.).(9) La expresión utópico esta utilizada aquí en el sentido de un diseño estratégico

    anticipado, de un escenario futuro hacia el cual se pretende avanzar, que actúa comomodelo ideológico de sociedad a la cual se aspira y como acicate presente, al ser un

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    eslabón de un proceso de construcción colectiva intergeneracional. Hay otro conceptode “utópico” que es aquél que descalifi ca las ideas y un accionar consideradosinviables, excesivamente “idealistas” y sin asidero en la realidad presente y futura. (10) Bhaskar y Glyn, “Development after ecology”, United Nations University Press /Earthscan Pub, Londres, 1995. Versión castellana de Jorde Roca Jusmet.

    (11) Olivera, Julio H. Teoría económica y sistema cooperativo en Academia deCiencias Económicas, 1973.(12) Etkin, Jorge. La empresa competitiva. Grandeza y decadencia. Mc. Graw-Hill,Chile, 1996.(13) Scavino, Dardo, “La era de la desolación”. Ética y moral en la Argentina de fin desiglo’ Ed Manantial, Bs. As, 1999. (14) Elgue, Mario César en Seminario Internacional “Crecimiento Económico conDesarrollo Social”, COOPERAR   y ACI, Ed. Intercoop, 1997.(15) Jakobsen, Gurli, “Procesos de aprendizaje en las cooperativas”, en Accionescolectivas y organizaciones cooperativas, Comp. Giarracca, Norma, CEAL, 1994.(16) Se consideran aquí a los feriantes, a los mercados sociales alternativos, las

    huertas comunitarias y a los microemprendimientos productivos en red, promovidosinicialmente por el Estado, entre otros.

    Referencias bibliográficas Acciones colectivas y organización cooperativa – Reflexiones y estudio de casos –  Autores varios – Centro Editor de América Latina, 1994.CIRIEC, La nueva economía social, Ed. Ciriec, España, 1997.Coriat, Benjamín, Los desafíos de la competitividad – C.B.C. – U.B.A., 1997.Defourny, Jacques y otros, La economía social en el norte y en el sur, EditorialCorregidor, Capital Federal, 2001.Drucker, Peter, La sociedad poscapitalista, Ed. Sudamericana, Bs. As. , 1993.Elgue, Mario C. (Compilador), Globalización, desarrollo local y redes asociativas,Editorial Corregidor, Capital Federal, 1999.Ferrer, Aldo, La economía argentina, Ed. F.C.E., Bs.As. , 2005.Furtado, Celso, Breve introducción al desarrollo, Ed. F.C.E., México, 1983.Giddens, Anthony, La tercera vía, Ed.Taurus, Madrid, 1998Kliksberg, Bernardo y Tomassini, L, Capital social y cultura: claves estratégicas parael desarrollo, Ed. F.C.E., México, 2000.Lavagna, Roberto, Neoconservadorismo versus capitalismo competitivo, Ed. Fondode Cultura Económica, Bs. As. , 1999.Llach, Juan, Otro siglo, otra Argentina, Ed. Ariel, Bs. As. , 1997.