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    Mara Zambrano - Pensamiento y Poesa en la Vida Espaola

    Propsito

    [IX]Las siguientes conferencias pronunciadas en Mxico, bajo los

    generosos auspicios de La Casa de Espaa, que de tantas maneras llenas deinteligencia y eficacia, hace posible la continuacin de nuestra vidaintelectual lejos de Espaa, no son sino breves trozos de algo pensado, yms que pensado, intuido, con mucha mayor amplitud. He de confesar que,hasta julio de mil novecientos treinta y seis, en que Espaa se lanza a lahoguera en que todava arde con fuego recndito, no me haba hechocuestin de la trayectoria del pensamiento en Espaa. Absorbidaenteramente en temas universales, resbalaba sobre mi atencin, eludiendomuchas veces la naciente extraeza que me producan [X] las peculiaridadesextremas del pensar espaol, es decir, de la funcin real y efectiva del

    pensamiento en la vida espaola. Son abundantes los tpicos que circulanacerca de ella, pues la situacin de Espaa en el concierto de la cultura,es tan singular, que necesitaba de una explicacin y no obtenindola, haengendrado tpicos a granel. De ellos nos hemos nutrido.

    Pero, la tremenda tragedia espaola ha puesto al aire, ha descubiertolas entraas mismas de la vida. Esto por una parte, y por otra, que en lostrances decisivos, el amor surge absorbente, intransigente. Y as, eso quese llama patria y que antes los espaoles, al menos, no nos atrevamos anombrar, ha cobrado en su agona todo su terrible, tirnico, poder.Imposible liberarse de su imperio; imposible, porque tampoco queremoslibrarnos, sino entregarnos, como todo amor ansa, ms y ms. Y la menteva all donde el amor la lleva, y as, he de confesar que tengo ante muna larga cadena de temas hispnicos, de los cuales he entresacado los de

    estas conferencias que pertenecen a una serie titulada toda ella:Pensamiento y Poesa en la Vida Espaola. [XI]Se tiende ante m inabarcable casi, al menos para mis alcances y mis

    das. Pero, me dar por satisfecha si puedo, al menos, entregar miesfuerzo hacia algo tan indito, tan virgen en el terreno delconocimiento, y tan precioso para los tiempos que han de venir. A veces,un temor me asalta: es que se ir a convertir Espaa para los espaoles,en tema de hispanismo? Es que el afn de conocerla se originar de queno la hemos sabido hacer? Todo es posible, pero mi actitud no es sa; muyal contrario, si siento tirnicamente la necesidad de esclarecimiento dela realidad espaola, es porque creo que continuar existiendontegramente en espera de alcanzar, al fin, la forma que le sea adecuada;porque espero que Espaa puede ser, es ya, un germen, aunque en el peor delos casos, este germen no fructifique dentro de s mismo. Porque al fin,la dispersin puede ser la manera como se entregue al mundo la esencia delo espaol.

    En todo caso, el conocimiento es una forma de amor y tambin unaforma de accin, la nica quiz que podamos ejercitar sin remordimiento enlos das que corren; la nica cuya responsabilidad est en proporcin[XII] con nuestras fuerzas. Desde este horizonte amplio, como dos brazostendidos que Mxico nos abre, esperamos proseguir a fondo lo que estasconferencias solamente anuncian.

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    esto que hoy nos abandona y que vemos tan claramente en su totalidad,justo, porque nos abandona? [6]

    Mientras este racionalismo greco-europeo ha estado todava vigente,el hombre que viva dentro de l perciba las divergencias que en su senohaba: las disputas, las disonancias producidas por su ntima complejidad.Perciba la complejidad inmediata por encima de la unidad fundamental, al

    igual que aquel que habita dentro de un edificio no puede percibir susilueta. Mal sntoma es cuando percibimos la silueta total de algo; por lomenos es signo de que comienza a abandonarnos. As las edades de nuestrapropia vida. Vemos el sentido de la confusa adolescencia cuando se retirade nosotros, porque ya en nosotros algo nuevo ha nacido, y entonces, de lamltiple heterogeneidad de tantos momentos confusos, vemos surgir algoredondo, homogneo y coherente. Porque la unidad en la vida es anuncio dela muerte. Segn van muriendo nuestras edades: el nio, el muchacho quefuimos, los vemos recortarse enteros fuera de nosotros: imagen, figurasolidificada de la fluidez viva de ayer. Los instantes idos, tan dispersosen su transcurrir, han dejado como residuo al alejarse una unidad compactay terriblemente esquemtica.

    No sucede otra cosa en la vida de todos, en esa vida annima que

    llamamos sociedad, [7] que se sostiene mediante una cultura y quetrasciende en la historia. Vemos un horizonte histrico cuando ya noestamos propiamente bajo su curva, cuando ya se ha congelado en algoescultrico, fundido en el hielo inmortal de toda muerte (all dondeacaban todas las confusiones, todas las disputas). Pero hay un instantepeligroso y difcil en que podemos percibir el horizonte en unidad que nosdeja y del que no acabamos de desprendernos por supersticin e inercia,tambin por desamparo. Es el tiempo del desamparo, del triste desamparohumano de quien no siente su cabeza cubierta por un firmamentoorganizador. Tan slo cpulas, las falsas, mentirosas, cpulas de laimpostura.

    Es extrao, pues, que en trance tal nos volvamos a investigar hasta

    donde nos sea posible, la forma de ser y vivir de un pueblo inmensamentefecundo y al par fracasado, cuyo horizonte de vida y pensamiento nuncacoincidi del todo con este grandioso horizonte que nos deja? Pueblorebelde, inadaptado, glorioso y despreciado, enigmtico siempre, que sellama Espaa. Su enigma nos presenta hoy, un enigma universal, unainterrogacin sobre el porvenir. Su pasado est vivo por lo tanto, ya queen l laten las entraas [8] de este porvenir incierto y que tandesesperadamente esperamos.

    Mas, antes de seguir adelante es preciso que preguntemos: Qu es loque se va? De este horizonte de veinticuatro siglos de razn. qu es loque nos deja o nos ha dejado ya? Muchas cosas; mas para lo que nosproponemos tendremos que concretar solamente algunas, pues el referirnos atodas sera tanto como recorrer el campo inmenso de toda la complejsima

    cultura actual. Y lo que nos importa no son tanto las cosas de la culturacomo la cultura misma; el horizonte y el suelo que la hizo posible. Y estehorizonte fue el racionalismo. En qu consiste, pues, en esencia, elracionalismo, el racionalismo como horizonte, como suelo, no como teorametafsica o filosfica de un grupo o un hombre por muy glorioso que sea?Tendremos que acudir a sus orgenes de lucha, pues si naci con tanpoderoso impulso, algo, sin duda, tendra frente a s. Toda filosofa espolmica en su esencia y lo que triunf con Parmnides triunf frente aalgo. Triunf conquistndose la realidad indefinida definindola como ser;

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    sombras y espejismos. Pero la poesa no quiso curarse, no acept remedioni consuelo ante la melancola [12] irremediable del tiempo, ante latragedia del amor inalcanzado, ante la muerte. Ms leal tal vez en estoque la filosofa, no quiso aceptar consuelo alguno y escarb, escarb enel misterio. Su nica cura estaba en la contemplacin de la propia heriday, tal vez, en herirse ms y ms.

    Aun otra cosa, muy decisiva: el pensamiento filosfico se present as mismo como desinteresado. De todos los saberes ninguno ms intil,pero ninguno ms noble, nos dice Aristteles; pero no sabemos cmo vino aparar enseguida en ser un poder y an en pedir el poder con toda obviedad,segn hace Platn en La repblica. No vamos a averiguar ahora cmo lafilosofa, tan desinteresada, vino a engendrar la idea del Estado que nacede ella sin esperar a mucho ciertamente. Y si Platn pudo arrojar de surepblica ideal, al poeta, fue porque el Estado, el poder, vino a ser cosadel desinteresado saber filosfico.

    Y mientras, el poeta vagaba entregado a la confusin de sus ensueos,ajeno en su poesa al establecimiento y afirmacin del poder; tomaba elmundo tal y como se lo encontraba, sin pretender ejercer sobre l reformaalguna, porque su atencin iba hacia lo que no [13] puede reformarse, y

    porque sobre el fracaso que implica toda vida humana, reaccionaaceptndolo, y ms: hundindose en l.

    Y con esto, hemos tocado el punto ms ntimo y delicado de ladivergencia -que muchas veces ha sido enemistad- entre filosofa ypensamiento, entendiendo por filosofa esta del racionalismo tradicional:la diferencia frente al hecho del humano fracaso. Porque, toda vida humanaes en su fondo una vida que se encuentra ante el fracaso, sin que elreconocer esto lleve por el momento ninguna calificacin de pesimismo,pues quiz sea la previa condicin para no llegar a l. Pertenece a lacontextura esencial de la vida el serse insuficiente, el verse incompleta,el estar siempre en deficit. De no ser as, nada se hara ni se hubierahecho. Y hay muchas maneras de salvar este fracaso; hay la manera

    apresurada e ingenua que pretende llenar de cosas, de xitos, estevaco, como el que quiere cubrir un abismo y el abismo se traga todo loque se echa en l y siempre sigue ah con su boca abierta, vido y siemprenecesitado de ms.

    Ante este fracaso originario, la poesa no toma conscientementeposicin alguna, no se hace problema y aqu est la divergencia porque[14] la filosofa es problema ante todo. Para la poesa nada esproblemtico sino misterioso. La poesa no se pregunta ni tomadeterminaciones, sino que se abraza al fracaso, se hunde en l y hasta seidentifica con l. No pretende resolverlo, porque no le interesa actuar;su nico actuar es su decir y su decir es una momentnea liberacin en queel grado de libertad es el mnimo, pues vuelve a caer en aquello de que seha liberado. Poesa es siempre retorno; subir para caer de nuevo; por esto

    hay quien ha visto solamente el instante en que cae y la identifica con lacada, porque no ve ni su vuelo ni su morosa reiteracin que es causa desu eterno retorno. Retorno que nos dice que la realidad para el poeta esinagotable, como para todo amante.

    Pero, an tenemos que tocar otros puntos de los muchos que nos quedanpor examinar en este esquemtico paralelismo: la poesa tiene su msall tambin; tiene su trasmundo o su transrealidad. Algo que es conrespecto a las simples apariencias que el poeta toma, lo que la idea, elser, con respecto a las apariencias de la doxa. Y tal vez, esto sea causa

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    en parte, del otro hecho que tenemos que tomar en cuenta, y es: que dentrodel mbito, del horizonte, del idealismo, del ser, se d ms [15] tarde,siglos ms tarde, un esplndido desenvolvimiento de la poesa. Eltrasmundo del pensamiento y el trasmundo de la poesa, se llegaron a

    juntar formando as un orbe nico de una doble y compleja idealidad. EnDante, en San Juan de la Cruz, la poesa se ha salvado, sobrepasndole, de

    Platn. Hay una poesa platnica que es la mejor venganza, la nica que leha estado permitida al poeta, de la severa sentencia del filsofo erigidoen poder.

    La integracin potica filosfica, por irona del destino, no alcanzaa verificarse, tal vez, ms que dentro de esta corriente platnica; sloen la tradicin del pensador que la desestimara encontr cobijo paraanidar, cielo para levantar su ms alto vuelo. Fuera ha quedado toda unagran masa potica que no coincide con este mbito; fuera tambin queda unams rigorosa, ambiciosa filosofa que no ofrece, ni permite sombraninguna. Quin sabe si hoy por la va de una novsima filosofa seaposible y an necesario enlazarlas!

    Pero, quedaba otra cosa, un saber acerca de lo temporal denominadohistoria, la usteria de Herodoto, saber de lo temporal, del acontecimiento

    contingente que esclaviza, del dato [16] cierto del que no cabeliberacin; saber de este mundo sin trasmundo posible, ni vuelo. Oscilanteentre el saber y la ignorancia, entre el poder y el desinters, llena deconsideraciones concretas y rebasando lo concreto a cada paso. Mientras hadurado el amplio racionalismo de que hablamos, la historia no ha alcanzadocategora de saber con plenitud. Semiciencia y semiarte, razonable ysin ser plenamente racional. Pero no podemos dejar de sealar que es conHegel, cumbre del racionalismo, con quien la historia se alza hasta larazn misma. Es porque se la ha identificado con la propia razn, al serla razn despliegue en el tiempo. La razn se manifiesta temporalmente yeste manifestarse es la historia. Ha ganado rango la Historia, no puede enrealidad llegar a ms: pero no ha ganado sino tal vez perdido la escasa

    autonoma de que gozara. Quiere decir esto que segua la ceguera para looriginalmente histrico, que quedaba en Hegel encubierto, totalmenteabsorbido bajo la razn. No se haba hecho sino asimilar imperialmente lahistoria. La razn haba subido a su ms alto punto y con ello haballegado justamente a su lmite, a su dintel. Ms(2) all no podraproseguir.

    Lo que queda claro es que adentrndose en [17] el mbito de la razn,la historia subi de rango, se relacion ntimamente con el saberesencial; mas no se encontr consigo misma. Ha sido necesario que a larazn la sustituya la vida, que aparezca la comprensin de la vida, paraque la historia tenga independencia y rango, tenga plenitud. La vida mismadel hombre es historia, toda vida est en la historia por lo pronto, sinque sepamos si ha de salir de ella. Antes se crea que slo algunas vidas

    alcanzaban lo histrico; hoy sabemos que toda vida es, por lo pronto,histrica. La irracionalidad profunda de la vida que es su temporalidad ysu individualidad, el que la vida se d en personas singulares,inconfundibles e incanjeables, es el punto de partida dramtico de laactual filosofa que ha renunciado as, humildemente, a su imperialismoracionalista.

    Mas qu tiene que ver todo esto con el problema de Espaa? Por lopronto que ello nos explicara el porqu de la ignorancia del espaol des mismo, aunque en esta ignorancia vayan tambin ingredientes

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    de lo divino en unidad. Y el nuevo saber fecundo slo lo ser si brota deunas entraas enamoradas. Y slo as ser todo lo que el saber tiene queser: apaciguamiento y afn, satisfaccin, confianza y comunicacinefectiva de una verdad que nos haga de nuevo comunes, participantes;iguales [21] y hermanos. Slo as el mundo ser de nuevo habitable.

    La Filosofa ha dado paso a la revelacin de la vida y con ella a la

    historia; la historia llama a la poesa, y as, este nuevo saber serpotico, filosfico e histrico. Estar de nuevo sumergido en la vida yquin sabe si hacindonos posible liberarnos tambin de ella. Ser unsaber regulador que le d al hombre conciencia de su pasado, que le librede la carga del pasado cuando nos es desconocido o semi-desconocido. Se hacredo liberarse ingenuamente del pasado con la ignorancia y la ignoranciano ha resultado nunca arma de liberacin: slo el conocimiento libera,porque slo el conocimiento unifica. Absorbamos nuestro pasado en nuestropresente, incorpormosle al hoy, mejor al maana; no dejemos ningnresiduo muerto, opaco; no le dejemos nada a la muerte. Sabiendo nuestropasado es como ser verdaderamente nuestro, es como estar vivificado,plenamente presente en este instante, en cada instante de la vida.

    En suma, este saber nuevo tendr que ser un saber de reconciliacin,

    de otro entraamiento.Y podemos, por lo menos, esperar que surja [22] por este camino la

    nueva medida que ocupe el lugar de la antigua medida razonable. Lo que seha llamado tambin objetividad. Objetividad era el orbe, el horizonteformado por la trascendencia de los objetos, orbe inteligible dentro delcual el hombre se entenda a s mismo, dentro del cual se encontraba conimagen y figura. La objetividad que pareca ser algo exclusivamentelgico, al faltarnos hoy en el desgraciado mundo europeo, vemos que eraante todo objetividad social, viva objetividad como una mano paternal,firme y protectora, que fuese atando disparidades, desenlazando nudos,sealando el camino posible entre la maraa. Hoy todo esto lo hemosperdido y hace tiempo que el hombre se volvi una maraa para s mismo, un

    enigma indescifrable porque ni quiere ni se deja descifrar.

    El Peso del PasadoOtro elemento de esta situacin es, sin duda alguna, el peso del

    pasado. En poca alguna del mundo, el hombre ha tenido tanto pasadogravitando sobre s; en poca alguna ha sentido tanto el fardo de esto quese llama [23] ayer, tradicin. Comparada con cualquier otra poca vemos lanuestra en este crtico instante en que es preciso volver la vista atrs,si se quiere seguir adelante. Y en la vida el seguir adelante es la nicaforma de sostenerse. El saber acerca del pasado no es ya una curiosidadlujosa, ni un deporte que pueda permitirse inteligencias en vacaciones,

    sino una extremada, urgentsima necesidad. Por el peso del pasado,podamos decir, por la cantidad de pasado que gravita sobre nuestrasespaldas, y tambin por otras caractersticas de nuestra poca, por lasrevoluciones. Estamos en el ciclo todava de las revoluciones y todarevolucin -hasta la contrarrevolucin- se anuncia a s misma rompiendocon el pasado; todas aparecen en guerra con el ayer, con el ayer msprximo. Y slo por el pronto, hace eso la revolucin: romper con elpasado. Mas no ser la segunda e inmediata necesidad de toda revolucinentrar en explicaciones con ese pasado? Puede una poca mantenerse en

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    ruptura absoluta con el ayer, porque en ese ayer hayan existido cosas queella viene a romper o corregir?

    Reconciliacin con el pasado, lo cual vale lo mismo que liberarseplenamente de l vivificndole [24] y vivificndonos. Tal debe hacer lanueva historia.

    Con estas ideas previas quiz podamos y, atrevernos a algo que muchos

    han estado tocando con la punta de los dedos y no llegaron a hacer.Estaban condenados a ser fragmentos, estaban destinados a crecer dentro deunas tapias sin encontrarse con su complementario. El poeta que siente lafilosofa como ltima perspectiva de su poesa; el filsofo que no seconforma con usar de la razn, que no se resigna a renunciar a la belleza;el historiador que se senta penetrado por el tedio de las citas, de lamezquindad del hecho.

    Frente a ellos estaba la vida proponindoles el enigma de su sertemporal, excitndoles para que se descubrieran su sentido. Porque o lavida tiene sentido, o no es nada, y hay que sumergirse en la vida de unpueblo, perderse primero en ella, en su complejidad ilimitada, para salirluego a la superficie con una experiencia en la que se da el sentido. Elsentido ordena los hechos y los encaja entre s al encajarlos en su

    unidad. Y puede acontecer que en momentos de hondo, terrible fracaso de unpueblo, ste necesite hundirse en su ser para arrancarse su sentido, parallegar hasta el sentido del fracaso, la razn de la sinrazn. [25]

    Espaa es hoy ese pueblo. La razn de tanta sinrazn y el sentido detan inmenso caos, la razn del delirio, de la locura y hasta de lavaciedad, hemos de atrevernos a encontrarla.

    Vida EspaolaVamos a penetrar en la vida espaola, pero en cul? Si la vida est

    moldeada por el tiempo, la vida espaola ser distinta de la vida humana

    en general no solamente por la condicin espaola, sino porque esta vidaespaola, a su vez, ser distinta segn el tiempo en que corra. Y as es,pero querramos perseguirla a travs de los varios tiempos para dar consus instantes fundamentales, con sus cambios decisivos. Trataremos deencontrarla en su origen. Ms, cmo hallar sus orgenes entre el sin finde acontecimientos, entre la heterogeneidad de sucesos y tiempos? La vida,hemos dicho, toda vida tiene una forma, posee una cierta estructura y esla que previamente hay que disear. Esto equivale a decir que la vidatiene sus categoras. Y el que las tenga es lo que hace posible lahistoria. Si fuese una simple [26] fluencia regida por deseos, instintos yapetitos fijos como en el animal, entonces nunca propiamente pasara nada,ni nada habra que conocer ni que contar. Hemos sealado que la razn, elpensamiento en Espaa, ha funcionado de bien diferente manera y que por

    ello Espaa puede ser el tesoro virginal dejado atrs en la crisis delracionalismo europeo. Espaa no ha gozado con plenitud de ese podero, deese horizonte. Se nos ha echado en cara muchas veces nuestra pobreterafilosfica y as es, si por filosofa se entiende, los grandes sistemas.Mas de nuestra pobretera saldr nuestra riqueza.

    Pensamiento y Poesa en la Vida Espaola

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    la conforman. Esos sucesos creemos son aquellos que se transparentan ensus formas ms verdicas de expresin: pensamiento y poesa, tomando comognero de la poesa, igualmente, la novela. [30]

    El saber, el saber filosfico, ese del cual todos los hombres tienendeseo natural, desemboc bien pronto en la forma cerrada y poderosa de lafilosofa sistemtica. Desde Santo Toms ha sucedido de modo evidente y

    significativo. Dante y Santo Toms, todo el siglo XIII, deja establecida ypodramos decir cerrada a Europa. Lo que va a seguir est ya en esasbases y es, en realidad, su despliegue, su desarrollo. Pues bien, en elorden del pensamiento es la inauguracin de la era del sistema; la formasistemtica, cerrada, absoluta, es la forma(3) que adquiere el saberfilosfico, de tal manera que llega a parecernos hasta hoy tan evidente,tan natural, como el que el agua tenga la forma lquida. Es la formaindisputable del pensamiento. Pero por qu? Todava hoy no se sabra darcumplida respuesta a la pregunta, aunque tengamos bastantes sospechas paraadivinarla. Espaa no produce sistemas filosficos; entre nuestrasmaravillosas catedrales, ninguna de conceptos; entre tanto formidablecastillo de nuestra Castilla, ninguno de pensamientos. No es genioarquitectnico lo que nos falta, no es poder de construccin, de congregar

    materiales y someterlos a la violencia de un orden. En el terreno delpoder tambin supimos y [31] pudimos -bien que ello entrae nuestra msgrande tragedia- levantar un estado, que es orden y violencia. Solamenteen el terreno del pensamiento, la violencia y el orden no fueronaplicados; solamente en el saber renunciamos o no tuvimos nunca estempetu de construir grandes conjuntos sometidos a unidad. Podramos decirque en cuanto al pensamiento fuimos anrquicos, si por anrquico seentiende simplemente lo que la palabra manifiesta: sin poder, sinsometimiento.

    Y es que en el origen de la filosofa est la admiracin, segntextos muy venerables nos dicen, pero est tambin la violencia segnotros, no menos venerables, nos aseguran. Admiracin y violencia. De esta

    rara conjuncin se ha engendrado la filosofa, tan mixta por ello, tanpoco pura como haya podido serlo el Amor a travs de las palabras deDiotima a Scrates. Si el Amor es hijo de la pobreza y la riqueza, de laesplendidez y la miseria, la Filosofa es hija a su vez, de doscontrarios: admiracin y violencia. La primera nos mantiene pegados a lascosas, a las criaturas, sin podernos desprender de ellas, en un xtasis enque la vida queda suspensa y encantada. De ella sola no podra derivaralgo tan viril y activo, como el pensamiento inquiridor, [32] como elpensamiento desvelador. Hace falta que intervenga alguien ms: laviolencia, para que surja algo que se atreva a levantar y rasgar los velosen que aparecen encubiertas las cosas. Y de dnde nace esa violencia?Qu quiere esa violencia? Y lo hemos dicho: quiere. La violencia quiere,mientras la admiracin no quiere nada. A sta le es ajeno perfectamente,

    absolutamente, el querer; le es ajeno y hasta enemigo todo lo que no seaproseguir su inextinguible pasmo exttico. Y sin embargo, la violenciaviene a romperla y rompindola en vez de destruirla hace nacer algo nuevo,un hijo de ambas: el pensamiento, el incansable pensamiento filosfico.

    El camino, largo y un poco complicado por el cual este hijo de laadmiracin y la violencia va a parar inexorablemente en una formasistemtica, no es cosa que debamos de tratar ahora. Solamente tenamosque decir esto para que tengamos alguna perspectiva en qu poder enfocarla peregrina situacin de que en la vida espaola el pensamiento no

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    aparezca jams en forma sistemtica, de que no tengamos ninguna obra queofrecer al mundo anloga, por el pronto en porte, a la Crtica de la RaznPrctica, por ejemplo. No [33] ser tal vez que el pensamiento espaol nosea hijo de la violencia sino nicamente de la admiracin, o que hayaintervenido la violencia en forma ms dbil que en el pensamiento clsicoejemplar, o que en lugar de la violencia haya intervenido quiz, algn

    ingrediente distinto; algo que confiera a nuestro modesto y humildepensamiento su manera de ser especfica?Nada de esto es descabellado pensar, pues aun en el supuesto de no

    llevar ninguna certeza estas reflexiones, siempre tendramos la nitidez delos hechos que reclaman una explicacin, un esclarecimiento. Y no es maloque alguien se equivoque en el camino para enseanza de quienes loemprenden despus.

    Desposedos pues, de la violencia en el origen de nuestropensamiento, ello explicara, por el pronto, no la existencia delpensamiento, puesto que de la otra raz: la admiracin, no puedenicamente surgir; pero s nos pone en la pista de los caracteresoriginales, originalsimos de nuestro vivir y nos lleva como de la mano acosas tan esenciales e inquietantes como lo que se ha llamado realismo

    espaol, materialismo espaol, queriendo con ello designar sin dudaalguna, aun en los casos [34] de mayor miopa mental, algo bien diferentede los dems realismos y sobre todo de los dems materialismos que hancirculado por el mbito de la cultura europea.

    Pensamiento desarraigado de la violencia y por lo tanto del querer,pensamiento no complicado con ningn querer ajeno, en la medida que estosea posible, pensamiento no absoluto, no unitario; libre, disperso. Suforma no es el sistema; no se ofrece en principios nombrndose a s mismo,establecindose a s mismo, sino a travs de otras cosas, envuelto enotras formas. La necesidad ineludible de saber que tiene todo hombre ytodo pueblo sobre las cosas que ms le importan, se ha satisfecho enEspaa en formas diramos sacramentales con la novela y su gnero

    mximo, la poesa. Novela y poesa funcionan sin duda, como formas deconocimiento en las que se encuentran el pensamiento disuelto, disperso,extendido; por las que corre el saber sobre los temas esenciales y ltimossin revestirse de autoridad alguna, sin dogmatizarse, tan libre que puedeparecer extraviado. Visto el pensamiento espaol, presenta gravescuestiones en esta su forma de existencia, vagabunda y anrquica. Es quela voluntad, origen de la violencia, se ha quedado, fuera [35] delpensamiento en Espaa? Se explicara con ello -aunque esto haya quetomarlo por el pronto, como una enorme exageracin de un hecho cierto-, elque el pensamiento haya estado tan ausente de la poltica y el que lapoltica haya sido casi siempre, ciega expresin de voluntad bruta,estallido de violentsimo querer?

    Entramos ya aqu en el laberinto de la vida espaola, en su ardiente

    atmsfera, en sus peligrosos enigmas. Y perdonadme, que si para vosotrosno tenga el tema el inters de vida o muerte que tiene para quien os hablay para todo espaol, os lo haya ofrecido sin embargo. Espaa forma partede vuestra Historia que es formar parte de vuestro destino de un modo uotro. Y adems, hay otro motivo para que me haya atrevido a pedir vuestraatencin, y es aquella frase de Hegel, de que toda Historia, es historiasagrada. Y yo al menos dira, toda historia, es historia universal, ycuando ms hondamente descienda en el fondo complejsimo, obscuro ycontradictorio que es la vida de un pas, ms universal resultar.

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    Pero, antes de ingresar en este fondo enigmtico, tenemos quedetenernos unos instantes en algo que, por otra parte, nos deslizar [36]en l, en algo que es ya ese fondo y esa vida hechas estilo, hechasexpresin, y es el tantas veces mentado y comentado realismo espaol yel no menos nombrado materialismo, tan socorridos para explicar loinexplicable, tan sufridos porque han soportado lo que se haya querido

    decir acerca de ellos.

    El Realismo EspaolDe todas estas pobrezas y limitaciones del entendimiento espaol,

    inepto para la filosofa sistemtica, limitaciones y pobrezas que ya hemosanotado, pudieran ser no del entendimiento sino de la voluntadrepresentada por la violencia, surge una riqueza. Es, pues, la voluntadespaola la indcil a ejercitarse en la violencia la que engendra elpensamiento, la que elige otros senderos para imponerse. El conocimientoes cuestin de voluntad, y esto es una verdad evidente con slo mirar a lafilosofa europea. El conocimiento no brota con independencia de sus puras

    y alejadas fuentes, sino que nace enlazado a una cuestin del qu hacer enla vida, supeditado a una direccin, por la que el conocimiento corre,pero que l [37] no ha elegido. El conocimiento en s mismo, no elige,sino que corre indiferenciadamente(4) por todo aquello que se le presenta.La pura admiracin, el zaumasein, brota ante cualquier cosa, no elige,porque en el elegir habra ya una traicin a s misma, o al menos unalimitacin.

    La pura admiracin, sorpresa o extraeza, surge ante todo y seextiende ante todo como un aceite igualitario. Por qu conduce a la ideade ser, por qu lleva inclusive a la misma idea, que es ya algo separado ypor tanto parcial? El problema que entraa el conocimiento filosfico es,a mi entender, este: el que el conocimiento filosfico que brot del puro

    asombro ante todo, ante todas las cosas, vaya a parar en verterse sobrealgo separado, en algo que se escinde de lo dems; vaya a parar en quebrarla ingente realidad unitaria, indiferenciada, en dos vertientesirreconciliables: la de lo que es y la de lo que no es. Del apeiron deAnaximandro a la idea platnica y todava ms a la definicinaristotlica, el drama se ha consumado ya por completo. La suerte estechada; la suerte de la filosofa, la suerte de la cultura y tambin de lareligin de Occidente.

    Tambin de la religin, pues el cristianismo [38] triunfante nohabra hallado tan frtil instrumento para toda la elaboracin intelectualque le precisaba a su subida al poder. Atrs quedaron, superadas y parasiempre, todas las religiones no unitarias, no ascticas. Si el monotesmo

    judeo-cristiano pudo tan ntimamente entroncarse con la filosofa griega,

    tan ntimamente que juntos pasan y se desarrollan, es porque por ladosdiferentes vino a verificarse algo esencial, lo que podramos llamarascetismo. Ascetismo en la idea, ascetismo en la vida. Y tan es as, tanfue as, que aquello que en el cristianismo es ms que ascetismo, lo queen el cristianismo es vida, caridad, misericordia, encarnacin, qued sinpensar, sin incorporarse al pensamiento filosfico, inclusive dentro de lamisma iglesia catlica. Qued al margen, cebo para las almas piadosas, oentregado al encarnizado amor de la mstica.

    Todo es consecuencia de la violencia como engendradora de la

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    filosofa; ese mpetu que hace romper las cadenas del filsofo en el mitoplatnico de la caverna, ese no poder soportar las tinieblas arriesgandolos ojos mismos por donde entra la luz, para llegar hasta la propia luz,esa avaricia de verdad compensada luego, es cierto, por su vuelta a lacaverna a libertar [39] a sus compaeros (vuelta mediadora,misericordiosa, prometeica, cristiana), ese avariento afn de verdad,

    revela muy claramente el ascetismo de la verdad filosfica. Su verdad noera, por lo pronto, de este mundo. Y este mundo quedaba en la sombra; estemundo quedaba fuera de la mirada del avariento conocimiento, del codiciosoafn de verdad.

    Ascetismo idealista era lo que as triunfaba en toda la lnea; lasotras religiones cuyo rastro nos es casi borrado, quedaron asfixiadas, sincampo para actuar y sin clara doctrina filosfica en qu apoyarse. La msfuerte, el gnosticismo, que en Espaa encarn en el priscilianismo, seapoyaba en un Plotino nebuloso, casi desvanecido. La poderosa y alertacensura eclesistica, la desvelada atencin de la Iglesia para irdelineando cada vez ms neta y dura su doctrina, ha hecho el resto, restoque era slo complementario de la principal y decisiva: la falta deatmsfera vital, cultural, que hiciera posible su desarrollo. Como caminos

    posibles de la cultura humana, han quedado por el momento vencidas.Nuestra Espaa segn los historiadores, haba tenido una fuerte

    civilizacin, especialmente en algunos de sus rincones, muy anterior [40]a la llegada de la colonizacin griega no muy profunda en su penetracin,y mucho ms anterior naturalmente, al cristianismo. Sera demasiadosuponer como hiptesis o atisbo a comprobar por la ciencia adecuada, quepudiera provenir de aqu ese fondo originario reacio a lo griego, y que dasu peculiarsimo cariz a la religin catlica en Espaa? No habr comofondo ntimo de Espaa una y an varias religiones anteriores alcristianismo, no muertas todava, y que borradas de la aparienciahistrica hayan seguido prestando su savia y sentido; hayan moldeadoimperceptible pero continuamente todo lo venido a ellas?

    Uno de los pocos documentos historiogrficos espaoles, la bellsimay potica Historia de los Heterodoxos Espaoles de Menndez y Pelayo, hacesospechar la hiptesis de la existencia de una o varias religiones,vencidas por el cristianismo triunfante, por el catolicismo romano.Religiones vencidas, mas no muertas, de las que se nutriran todos losbrotes heterodoxos acaecidos aun bajo otras doctrinas: la reformista porejemplo. El estudio documentado y minucioso de los procesos de laInquisicin y de los lugares de Espaa en que aparecieron con ms fuerzalos focos de los heterodoxos, ira alumbrando este problema [41] de tantatrascendencia para ir entendiendo algo de nuestra historia, previo porello a los dems. Cul es la religin ibrica, las religiones ibricasque laten todava, que dan su savia, que imprimen su huella en losrincones, tal vez, ms inesperados de nuestra cultura?

    Un poco largo parecer el camino que va desde estas ligerasconsideraciones sobre un tan grave problema, hasta el llamado realismoespaol, tan mentado y renombrado, pero sobre el cual no sabemos todavasi es un modo de conocimiento, un estilo de arte o una genrica forma deexpresin, una filosofa o una concepcin del universo.

    Y sin embargo, forzoso es tomar la cuestin desde tan lejos, una vezreconocida la diferencia de origen del conocimiento espaol, al delpensamiento greco-cristiano europeo. Y una vez reconocido que la voluntadrepresentada por la violencia parece no intervenir en nuestro

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    conocimiento, una vez reconocido que la voluntad espaola, en suma, no hacaminado como la greco-europea acuciando al entendimiento admirativo, yas vino a quedar nuestro conocimiento desasido, desprendido y ametdico,no ser necesario retroceder siquiera intencionalmente hasta algooriginario [42], matriz en nuestra cultura, hasta su ltimo fondoreligioso?

    Mas, quede esto, como es natural, para otros das y tal vez paraotros entendimientos; hoy slo dejemos aqu suspendida la sospecha,iniciada la perspectiva.

    De ello solamente podemos sacar la raz profunda de este realismo yverlo as como un modo de conocimiento, desligado de la voluntad,desligado de toda violencia ms o menos precursora del apetito de poder.Esto hace que veamos al realismo espaol como algo ante todo que no esidealismo, y que no lo es por proceder de otros ntimos orgenes.Idealismo y practicismo no se oponen como miradas superficiales hancredo, sino el idealismo es el primer supuesto de la razn prctica. Elidealismo en Europa lejos de ser paralizador de la accin, la ha hechoposible en su ms alta escala, le ha dado perspectivas ilimitadas,horizonte. Y en su forma ms extrema -la de Fichte- idealismo es

    activismo, la idea es el ser y el ser es la actividad pura.Alejada la vida espaola de estas races, el realismo espaol ser

    ante todo un estilo de ver la vida y en consecuencia de vivirla, unamanera de estar plantado en la existencia. No [43] hay nada, ningn dogmade este realismo que nos permita cmodamente situarlo, enfrentarnos conl y analizarlo. No; nunca las cosas espaolas son tan cmodas. Elrealismo, nuestro realismo insobornable, piedra de toque de todaautenticidad espaola, no se condensa en ninguna frmula, no es unateora. Al revs; lo hemos visto surgir como lo otro que lo llamadoteora, como lo diferente e irreductible a sistema. Intentarsistematizarlo sera hacerle traicin, sera suplantarlo por una fra,muerta mscara; sera traer en vez de la viva substancia, su hueco molde.

    No hay frmula, no hay sistema que compendie el realismo, nuestro arisco eindmito realismo y nos permita traerlo como un cadver a la sala dediseccin del pensamiento; nos hemos de contentar si es que la fortuna nosayuda, con evocarlo.

    Cruza por toda nuestra literatura, hasta por all donde menos se lecreyera entrometido: por la mstica y por la lrica. Imprime su huella ennuestra pintura, y da su ritmo a las canciones y lo que es todava msimportante, marca con su ritmo el hablar, el callar de nuestro pueblo ensu maravillosa cultura analfabeta, moldea nuestros pueblos, y marca conuna huella tan fuerte como difcil [44] de descifrar, todos los resortesntimos del movimiento y la quietud espaola. Qu motivos son loshondamente reales para que nuestro pueblo se decida a algo? Culesaqullos que a travs de las ms enconadas apariencias, le mantienen en

    ese equilibrio milagroso al borde de la locura? En el realismo vanenvueltos, tanto la forma del conocimiento, como la forma expresiva, comolos motivos ntimos, secretos, de la voluntad. Lograr vislumbrarlo seravislumbrar el horizonte mximo de nuestra vida. Hagamos referencia por elmomento solamente a una cosa, a lo ms ostensible de este realismo: elpredominio de lo espontneo, de lo inmediato. Comparada con la vidaespaola cualquier vida parece moldeada de forma, transida de ella. Hay unsmbolo plstico: el desarrapado de Goya, aparece multiforme en todos suscuadros, cartones y aguafuertes; pero hay uno, el ms destacado, el ms

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    inolvidable, uno de los que van a ser fusilados en el cuadro de losFusilamientos de la Moncloa: toda su humanidad se vuelca hacia fuera enun gesto pletrico de vida al borde mismo de la muerte. La camisa estdesgarrada, dirase que por el inmenso mpetu vital del pecho que noalcanza a cubrir. Es muy poca cosa un guiapo blanco [45] para cubrir elpecho de un hombre. Y as se enfrenta a la muerte, tan palpitante, tan

    rebosante de sangre y empuje, que parece imposible, imposible, que lamuerte cuaje aquel caudal arrollador de sangre y enfre tan ardiente fuegocomo se aprieta en l, concentrado. Es el hombre, el hombre ntegro, encarne y hueso, en alma y espritu, en arrolladora presencia que todo lopenetra. El hombre entero, verdadero.

    No ha surgido todava en la cultura humana en orden alguno, ni en eldel poder, ni en el del conocimiento, ninguna forma que se muestre capazde encerrar adecuadamente tal tesoro, tal riqueza humana. Cualquier hbitocon que vaya revestido ser desgarrado por su pecho; cualquier coberturadeshechada por su frente, cualquier manto, quedar insuficiente para laamplitud y el bro de su gesto. Y as en las ideas: ninguna que no levenga chica, que no le quede despegada, ninguna que pueda contenerle encierta amplitud y lo represente dignamente. El universo entero est en l,

    en sus elementos y en su plenitud; l slo nos da idea de la infinitud delmundo y de su cohesin y de su dureza y de su fuego. Es la imagen de unhombre que a nada ha renunciado, que de nada se ha desprendido. [46] Es lafigura ntegra, entera como una piedra recin salida de la creacin;ninguna substraccin, ningn pulimento. Es el hombre escapado, ms quesalido de las manos del creador. Escapado. Su soledad no admite tutela, nipuede confundirse con el desamparo; en su soledad lo lleva todo consigomismo y parece ahora un hombre de otra especie por la cual la humillacinno hubiera jams pasado su lengua helada. Tan virginal e ntegro es, queni ante el terror de la muerte inmediata muestra un solo rastro deexperiencia. Est rebosando vida y es como si nunca hubiera vivido, puesla vida ha sido tan inmediatamente consumida que ninguna huella ha dejado;

    ningn residuo mecnico, muerto.Ni experiencia, ni memoria; si escapara ileso del mortal peligro,todo volverla a cogerle inocente, todo volvera a sorprenderle; nada haylo suficientemente fuerte que modifique su contextura ntima, nada haydiramos digno de l, hecho a su medida para modificarle. Sabe ya todo loque tiene y puede saber y ninguna ciencia puede modificarle. Est hecho deuna vez para siempre.

    De tales determinaciones de este personaje puede inferirse que es unser ahistrico, que [47] pertenece a la naturaleza siempre virgen, no a lahistoria poblada de huellas y rastros. No es as, sino que este hombrerepresentativo como ningn otro del estilo autctono del vivir y del morirespaol, esta criatura es la base, el elemento permanente que presta a unpueblo su eterna imperecedera juventud, el ser desnudo, pelado, en toda su

    arisca independencia. El ser, la criatura que todo espaol no pervertidolleva dentro, en sus entraas, debajo de su ser histrico, debajo de susideas. En la intimidad de todo espaol de veras, por muy alta que sea surepresentacin espiritual, alienta siempre este desarrapado, esta criaturaarisca y desgarradora, y a poco que acerquemos nuestro odo a su pechoomos su respiracin poderosa. En toda voz espaola de las que se dejanor sobre el murmullo de cada da, omos inequvoco el sonido virginalcomo de agua rebotando entre piedras, de esta voz originaria para cuyoson, parece haberse hecho la palabra dura, compacta y transparente, vivo

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    cristal de roca de nuestro idioma. [48]

    El realismo Espaol como Origen de una forma de ConocimientoDe tal ser ha de surgir forzosamente una forma de conocimiento. El

    realismo lo es, y es una forma de conocimiento porque es una forma detratar con las cosas, de estar ante el mundo, es una manera de mirar almundo admirndose sin pretender reducirle en nada, como ya hemos credomostrar. Y tal es la manera de conducirse del enamorado. El realismoespaol no es otra cosa como conocimiento que un estar enamorado delmundo, prendido de l, sin poderse desligar, por tanto. Y eso explica queun ser que tanto anhela la independencia, tan poco se afane y se planteela libertad. Porque la libertad jams ha sido planteada por ningn amantecon respecto al objeto de su amor; el amante slo piensa en la libertad yse afana en ella cuando algn obstculo se interpone entre el objeto quele enamora y l. No es el problema intrnseco del amor, la libertad,porque el enamorarse es forjar(5) unas cadenas, es estar y vivirencadenado sin dolor, con gozo y plenitud en este encadenamiento. Quien

    mira al mundo como enamorado, jams querr separarse [49] de l, nicultivar las barreras que le separan ni las distinciones que ledistinguen. Slo buscar embeberse ms y ms. Primeramente en su actitudms ingenua, no se har problema de su relacin con la realidad que leenamora; despus de que el fracaso, el inevitable fracaso de toda vidahaya surgido, de que haya aparecido aunque sea no ms que la conciencia dela imposibilidad de vivir embebido en su puro arrobamiento, aparecerentonces el problema de su relacin con l, de su enfrentamiento con esarealidad, pero no pide liberarse de ella sino tenerla de alguna otramanera. Tal vez sea esta la raz de la mstica espaola tan diferente dela mstica alemana, a la que hay que considerar como prototipo de lamstica europea.

    La mstica alemana predecesora de la Reforma protestante, parte de lasoledad ms absoluta del hombre frente a la tirnica voluntad divina, esmstica asentada en el esfuerzo angustioso para consolidar la existencia,es mstica de nufragos, de agonizantes que se agarran a la indescifrablepotencia de Dios; en esa mstica no est como en la nuestra lamisericordia; no est tampoco la presencia maravillosa del mundo y suscriaturas, como en San Juan de la Cruz; no est la carne [50], la materiahumana con sus palpitaciones, la materia misma de las cosas consideradasmaternalmente como en Santa Teresa. El mstico norteo es un hombre solo,que en su absoluta soledad no es ni padre ni hijo, ni tal vez hermano denadie; el mstico del norte est en la filosofa, en la angustiosafilosofa idealista que tiene en ellos con toda seguridad, su raz.

    Si hemos nombrado al mstico tratndose de realismo espaol como

    forma de conocimiento, ha sido para que veamos como hasta all donde separece estar ms lejos de l, aparece su fondo. En Espaa, ni el msticoquiere desprenderse por entero de la realidad, de la idolatrada realidadde este mundo. La realidad que es la naturaleza, la naturaleza que son lascriaturas humanas y tambin las cosas. La importancia enorme, laconsagracin que diramos de las cosas, en la cultura viva, popular,efectiva y creadora de Espaa!

    Este apego a la realidad tiene sus consecuencias: imposible elsistema, imposible casi la abstraccin, imposible casi la objetividad.

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    Cmo entonces ha funcionado la vida espaola? La condicin del gnero delsaber predominante en una poca o en un pueblo, no es ajena ni muchomenos, a la funcin social [51] de ese saber. No cumple socialmente lamisma funcin la religin, o la poesa, que la ciencia, ni la filosofa.Este realismo espaol, al no querer contradecir la realidad, ha sido unsaber popular. Las races con el saber popular no han sido cortadas en

    Espaa; en ninguna otra parte del mundo, en ninguna otra cultura laconexin ntima entre el ms alto saber y el saber popular, ha sido msestrecha y sobre todo ms coherente.

    Las formas mismas en que el saber se vaciaba, han tenido que ser yhan sido sin esfuerzo, formas populares, asequibles al entendimientodespierto, sin supuestos cientficos. Nada menos escolstico ni acadmicoque este nuestro realismo que parece ser la forma de conocimiento en queel hombre ingenuo plantado en la realidad sin volverse un solo instante deespaldas a ella, adopta. Es as, su creacin.

    Y tan fuerte es su profundo arraigo en la mente del espaol, quepuede comprobarse fcilmente en todos los intentos de teorizar que haexistido. Un cuento popular con visos de aplogo, narra el caso ejemplarde un buen hombre, de un pueblo de Extremadura, que acosado por la

    pobreza, lanzse al camino junto [52] con su hijo idntico a l encondicin moral, para convertirse en ladrn. A los primeros convecinos quepasaron corrieron a detenerles dicindoles que iban a robarles y como lostransentes tomaran a broma el suceso, aseguraron ellos muy seriamente:ya no somos Fulano y Mengano vecinos de nuestro pueblo, sino ladrones queos venimos a robar. No se amedrentaron los as interpelados, sino queviendo sin duda brillar ntegro el fondo de intacta honradez de los ojosde aquellas buenas gentes, les dijeron: ser as como decs, y lesdieron un cigarrillo que juntos encendieron, ponindose a continuacin ahablar de algunos temas propios de sus preocupaciones: del tiempo, de lacosecha... y as anduvieron el camino y llegaron al pueblo, donde cada unoqued en su casa, separndose con un honrado buenas noches, que queden

    con Dios. Y as terminaron los improvisados ladrones.Tal podra ser, extremando un poco las cosas como las extrema todoejemplar aplogo, tal podra ser, la verdadera suerte que en Espaa hancorrido todos los intentos tericos, todas las empresas de someter asistema filosfico nuestro montaraz y generoso realismo indomeado. [53]

    A lo largo de los tiempos se ha verificado este suceso, pero de modoms claro por tener casi ante los ojos su resultado, en el siglo XIX.Somos krausistas, dijeron un da unas buenas gentes, unas magnficasgentes lanzadas al empeo de reformar en algunos de sus aspectos la vidaespaola... Y cumplieron en parte su reforma, y atravesaron toda lapennsula vientos que traan nuevas maneras y hbitos de vida y selevantaron algunas fundaciones que modificaron, en buena parte, la mseraestructura de nuestra pobre vida intelectual de entonces, y una ms

    afinada sensibilidad puli la vida social... S, pero y el krausismo?qu se hizo de la teora?... Haba quedado olvidada, como el propsito deatentar a lo ajeno, de los buenos vecinos de nuestro cuento extremeo.Debajo del krausismo como debajo de cualquier otra teora de mayor o demenor rango importada, exista vigoroso, virginal, intacto, unentendimiento realista espaol, un temperamento activo, un corazn enemigode la abstraccin y el anlisis que ningn krausismo del mundo pudotorcer, ni disipar.

    Forzoso nos es aqu no dejar en silencio la memoria de un nombre,

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    cima del pensamiento filosfico espaol: Jos Ortega y Gasset. [54] En l,la filosofa bebida en Alemania en fuentes neokantianas, ha sidoasimilada, incorporada, viva y actuante, a su vigorossimo pensamiento. Esun hecho histrico el que una filosofa tan extraa haya prendido tanprofundamente en la mente de un espaol tan de raza, tan autntico. Peroveamos, veamos un libro, el segundo de Ortega y Gasset, discpulo de Cohen

    y Natorp, abramos las bellsimas pginas de las Meditaciones del Quijote-estn escritas en la juventud del filsofo-, qu neokantismo nos traen?La verdad que muy poco o ninguno, comenzando con que es bien poconeokantiano el hecho de que un catedrtico de Metafsica, aunque sea inpartibus infidelium, escriba un libro tan llano, tan transparente; tangil, tan fragante, tan caritativo. Por sus pginas aparecen y reaparecen,rebeldes y vigorosas, unas cuantas intuiciones fundamentales de una menteinsobornable; intuiciones que aos ms tarde van a plasmarse, asistematizarse en forma muy poco -clsicamente- sistemtica, muy original.En algo por vez primera hispnico dentro de la esfera del pensamientofilosfico con todo su rigor, muy conforme con las exigencias clsicas dela filosofa y rebasando por entero su tradicional contenido, algo quedesde [55] el pensamiento espaol es la superacin de lo esencial de la

    Filosofa europea: el idealismo, y que fue llamado por su descubridor,Razn Vital, ms tarde Razn Histrica. Estaba ya en las juveniles hojasde las Meditaciones del Quijote, inequvocamente, y es toda una superacinde todo idealismo, dentro del cual tenan su lugar propio sus respetadosmaestros neokantianos. Al aprender la doctrina haba surgido original,insobornable, la superacin, el cuo hispnico.

    No, no soporta la mente espaola ningn traje; ningn hbito cortadoa ajenas medidas puede encubrirla por mucho tiempo. Repose en esta certezanuestra esperanza, de que bien pronto el fondo de nuestro realismoimprostituible desgarrar toda mscara, aunque la forjen de acero.

    Materialismo EspaolSi el realismo es una forma genrica, tan genrica que abarca a casi

    todas las manifestaciones del entendimiento y de la vida espaola, elmaterialismo vendra a ser dentro [56] de l algo ms delimitado yespecfico; vendra a ser un extremismo, una actitud de la mente de llevarlas cosas hasta sus ltimas consecuencias; algo ms deliberado yconsciente, tambin ms apasionado. Vendra a ser una metafsica, unametafsica csmica; extremismo, condensacin formulada de todo lo que enel realismo despreocupadamente implica. Es la consagracin de la materia,su exaltacin, su apoteosis; es un fanatismo de lo material, de lo tctily de lo visual sobre todo, fanatismo que ha engendrado lo mejor de nuestrapintura: el mismo Greco. Y nadie vaya a escandalizarse por ello, pues no

    se ha dicho que este materialismo espaol conciba a la materia como algoesttico, inerte y opaco, sino que la materia de la cual ms que unateora es un culto, una tenaz adoracin, es materia sagrada, es decir,materia cargada de energa creadora, materia que se reparte en todo y todolo identifica, que todo lo funde y trasfunde. Es el vehculo, la unin: lacomunin asequible y concentrada por la cual todo va a todos.

    Imposible asumir frente a esta materia ardorosa y creadora,infinitamente fecunda, una actitud contemplativa. Entrar en relacin conella es existir ya en ella, es entrar en su [57] atmsfera, en su crculo

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    donde nada permanece separado de nada, donde nada conserva suindividualidad limitada y opaca. Entrar en relacin con ella es lo msparecido a entrar en la luz, donde seguimos siendo lo que ramos, perotransformados, pues el estar iluminado no es una simple adicin. Imposiblecontemplacin desinteresada, es decir, que no modifique la condicin delque contempla.

    Pero es ya algo ms cercano del dogma. Es un dogma afirmativo,existencialista, que postula, diramos, la divinidad del mundo visible, elentraamiento en l de todo lo que le supera, su embebimiento supremo entodo lo que le poda separrsele como propio de otra esfera; suglorificacin, en suma.

    Dentro del catolicismo este materialismo toma caracteres de msticasensualidad, de una transfusin de cielo y tierra, en que a la tierra hansido traspuestos todos los valores celestiales y al cielo han ascendidotodos los gozos terrenos. Sin que sea eso exactamente, pero no podemosdejar de sealarlo por honradez mental, a lo que indefectiblementerecuerda es al Islam, con su mstica sensualista, con su poesa en quetodas las materias quedan traspasadas como movindose continuamente [58]en una ascensin, quemndose en su propio fuego purificador.

    No ser menester recabar la absoluta independencia de estematerialismo fantico espaol con respecto a todos los materialismoseuropeos. Ninguna raz comn, ninguna forma anloga. El materialismoeuropeo es una teora metafsica anloga en su estructura y en supretensin a las dems, lo ms exacto sera decir de ella que se trata deun idealismo invertido. No as el espaol, que apenas guarda relacin conel idealismo, ni con el racionalismo, pues est fuera de su rbita, caefuera de all donde ellos pueden alcanzar. Y sin embargo es lo ms tericotal vez, por ser lo ms dogmtico, lo ms fantico. Terico solamente afuerza de partidismo, de apasionamiento. Se llega a verificar en l algosemejante, en cierto modo a la abstraccin, puesto que en estematerialismo espaol funciona una forma de abstraccin no de origen

    intelectual, sino engendrada por ser un extremismo. Pero al fin, unaidealidad. Toda idealidad no viene a ser tambin un extremismo? Por eso,con orgenes tan diferentes, el materialismo espaol y cualquiera otroismo de la filosofa europea, viene a tener este parecido: [59] serfanticos de una parte de la realidad, ser extremistas.

    Este materialismo se dilata en un aspecto puramente potico quiz, elms fecundo e interesante: el que se refiere al sentido y a lasignificacin, la preponderancia que adquieren dentro de l, las cosas.Las cosas son casi las protagonistas de nuestros mejores libros, denuestros mejores cuadros. En una obra como el Quijote, donde la figuraseera del hroe alcanza tan inmensas proporciones, queda sin embargointacta debajo de su sombra una estupenda novela castellana, donde losprotagonistas son los caminos, las ventas, los rboles, los arroyos y los

    prados, los pellejos de vino y aceite, los trabajos de todas clases, ensuma: las cosas y la naturaleza.

    Naturaleza escueta sin mezcla de pantesmo alguno, hasta ah sediferencia lo ms renacentista de nuestra literatura del naturalismopantesta del Renacimiento europeo. No aparece el pantesmo; la naturalezaella misma se basta. Pero no es la naturaleza lo central de estematerialismo, sino las cosas, y el aludir al Quijote, ha sido tan slopara mostrar esto que queda apagado por la gigantesca figura del hroe yque hasta ahora, que sepamos, no ha sido recogido por ningn crtico: [60]

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    la magnfica novela realista que en l hay. La novela, con abstraccin dela tragedia quijotesca de la existencia. La magnificencia de las cosas mshumildes, de las criaturas ms vulgares a las que el tema trgico no hapodido anular.

    Pero se ve mejor refulgir este materialismo amante de las cosas, amedida que lo histrico baja de tono y se desvanece, a medida que lo

    heroico desaparece. Entonces quedan las cosas solas, entonces ellasmuestran que con cosas, con nada ms que cosas, brilla un universo en elque hay la huella del hombre, huella que es posible por esa cercana oentraamiento en que el hombre ha vivido con ellas. Lo mejor de nuestranovela moderna se nutre de esto: Galds y Gmez de la Serna, en forma msescueta, hacen la novela espaola de las cosas y de la tierra.

    La tierra espaola tiene tambin su novela porque tiene su suceso. Yclaro est que no podra tenerlo por s misma, no podra tenerlo si nohubiese entre la tierra y el hombre una ntima y estrecha relacin y hastauna afinidad. Por eso duele la tierra de Espaa: sus olivos y sus encinas,sus retamas, sus trigales y hasta su ancho cielo, su luz... duele. [61]

    La Problemtica de la Vida EspaolaCon lo que llevamos dicho y no son sino atisbos no muy firmes que

    algn da ser menester fundamentar, fcilmente se comprende que la vidaespaola ha de poseer una estructura ntima bastante diferente de la vidaeuropea, lo suficientemente diferente como para que explique, si logramoshacerlo desde su raz, las diferencias de ritmo y acontecimiento; el grananacronismo, el perenne anacronismo de ella, su indescifrabilidad. Partede una raz distinta, y est enclavada en un horizonte conformado dediferente manera.

    Toda vida es en el fondo problema; vida y problematismo caminanjuntas siempre. Pero no toda vida tiene los mismos problemas y aun

    podramos afirmar con cierta audacia -pues que por ahora no nos es posibledemostrarlo- tiene una manera diferente de problematismo y ello harajustamente que existan diferentes culturas.

    Partiendo la vida espaola de su raz ms honda, de este apegamientoa la realidad, a la realidad en toda su plenitud, no puede poseer eseracionalismo esencial que nace de Grecia y [62] conforma luego la vidaeuropea, al menos, en sus minoras dirigentes. Racionalismo que consiste,ante todo, en buscar la verdad en la razn, en el orden del conocimiento,en la sumisin sin discusiones a ella. Y en la conducta, en aceptar comomotivos las razones. En tener un pensamiento y una conducta asentados enla firme creencia de que el mundo, la realidad, es en su ltima instanciaracional.

    Los problemas de la vida espaola derivan ante todo, de lo que vemos

    en su realismo. El espaol no ha reducido la realidad a nada, no la hareducido, en primer trmino. Vive en medio de ella, de toda sumultiplicidad cambiante y por ello hay un sentimiento fundamental en lavida espaola: la melancola. La melancola que lejos de empaar losminutos contados de nuestra vida, hace quemarlos con ms brillo y luz,hace desgranarlos uno a uno y contarlos apasionada y avarientamente, haceestrecharlos contra el pecho sin que traigan bienandanzas ni fortuna, porel solo hecho de ser instantes, cuentas del rosario del tiempo limitado,de nuestras contadas horas. Pero la melancola que encontramos en primera

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    instancia no es problema puesto que no nos mueve a solucin; lo que enella se transparenta [63] es insoluble y los problemas se caracterizanporque mueven a buscarles solucin, salida. No es la melancola unproblema sino una forma de sentir la vida, de sentirla ante todo comotiempo irreversible; es sentir cada uno de los momentos de que el tiempoest compuesto. Una manera de sentir la vida como bien fugitivo ante todo,

    como corriente de instantes que van hacia su fin. Nuestras vidas son losros... esto es lo que primariamente siente el espaol, lo que siente;que van a dar a la mar que es el morir, es ya lo que piensa. La idea, laprimera idea a que el espaol se siente abocado en su sentimiento de lavida como temporalidad es, sin duda, la de la muerte como trmino, comoremanso en que la corriente del tiempo desemboca hacindose tiempocompacto, macizo. Y esta consideracin, este sentimiento as que setransforma en consideracin o meditacin, slo puede llevar a dos manerasde agotar la vida: o entregarse al momento, a cada uno de elloselevndolos a gozossima(6) plenitud, o a recoger la vida en su totalidadabrazndola en su redondez compacta, en su totalidad. En ganar la vida ensu dispersin ganando cada uno de los instantes, tal don Juan Tenorio ytal el pcaro tambin, o en dejar pasar los momentos en [64] su diversidad

    en espera de recogerlos todos cuando ya no pasen, cuando ya no se nosvayan de entre las manos como el agua entre un cesto de juncos; tal elmstico. El poeta queda entre ambos, sin decidirse a dejar pasar elmomento portador, en su fragilidad de una diversidad que al retirarse, sehace rtmica. El poeta que no quiere renunciar a cada uno de los instantesque pasan ni tampoco a la totalidad de ellos, ni quiere pasar sindesgranarlos, sin gustarlos uno a uno, ni deja el ansia amorosa que pideeternidad. En l estn latentes las dos actitudes; y el poeta no reposa,no descansa porque no es extremista de nada; todo le retiene y le enamoray su ser tendra que despedazarse. Tendra que morir si eligiera.

    La consideracin de estos tipos no puede dejar de hacerse al intentardibujar la problemtica especial de la vida espaola; son ellos quienes

    nos la dan encarnada, verdadera, viva y concreta, pues son problemasvivientes los que queremos apresar en nuestras palabras. Problemasvivientes, no tericas delimitaciones.

    Si el poeta tiene de comn con don Juan y el pcaro el aferrarse alinstante huidizo, el [65] deseo con el mstico tiene el afn deintegridad, el amor. Amor y deseo engendran el ansia de resurreccin, deresurreccin de la carne, de las almas y de los cuerpos, sin que nada sepierda, resurreccin de lo temporal ms all del tiempo; trasposicin delmundo temporal all donde no sea posible la melancola, porque ya nadapasa, sino que todo est en ntegra presencia corprea sin posiblecorrupcin.

    Como se ve, ya el primer paso que damos dentro de la problemticaespaola tropezamos con anhelos disparatados, tropezamos con el imposible

    como meta, como solucin. Y esto s, nos atrevemos a afirmar con seguridadde dogma, esto s es lo propio de lo espaol, de la vida espaola y delhombre que la vive: el imposible, el imposible como nico posiblehorizonte.

    De ah que todo el vivir espaol sea un debatirse contra las rejas delo imposible. El pensar espaol ya en su primer paso tropieza contra lamuerte. El amor y el deseo se enredan en la fugacidad del tiempo. Anhelo ypensamiento juntos van a edificar su solucin ms all de la muerte, sinrenuncia alguna, exigiendo de la vida, de su responsable mximo que le

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    depare la unidad de los contrarios: un mundo temporal que no pase jams.[66]

    Las Categoras de la Vida

    Si tomamos a la vida humana individual, nos dar, al darnos suentronque con la historia, la historia misma de un pueblo; en cadaindividuo de ese pueblo estn presentes y vivas, es decir, causandoefecto, los sucesos decisivos de su historia, de manera que sin que losconozca, conforma en gran parte su vida. Ninguna vida por individual quesea deja de estar engarzada con la cultura de que forma parte, con suhistoria; ninguna vida por annima que sea, deja de formar parte de lahistoria, deja de ser sostn de ella y de padecer sus consecuencias. Elhombre padece la historia. Las categoras, pues, afectan por igual a lahistoria de un pueblo que a las vidas sencillas de quienes le integran; deno ser as la historia sera un cuento de unos pocos, algo que para lamayora no habra en realidad pasado.

    Y en efecto, de que as al menos se haya considerado implcitamente,

    proviene el ver a los pueblos, a la annima masa popular como algoindiferenciado, como algo intercambiable, internacional, como algo queslo tiene una historia, la historia de la masa amorfa indiferenciada. Enrigor, en los pueblos la cultura [67] es algo que ha pasado solamente aunos pocos, quedando la gran masa al margen de estos sucesos que para nadale han afectado.

    Sin extenderse a hacer una crtica de estas creencias, en las que sefundamentan ideas muy extendidas, s he de decir en lo que concierne alpueblo espaol, que tal cosa no es nada verdica. Los sucesos que hanpasado a todos los espaoles son muchos, la historia vivida en comnalcanza gran volumen, diramos que es toda la esencial. Historia vividacon diferentes grados, claro est, de conciencia. Pero aun en esto la

    homogeneidad es, por desgracia, bastante grande (por desgracia en estepunto) porque la conciencia y sobre todo el saber, la posesin de ideas yconceptos claros con respecto a los ms decisivos acontecimientos denuestra historia, es algo tan raro y poco comn entre los espaoles, quebien podramos afirmar que la nica diferencia grosso modo entre el puebloy la minora a este respecto, es que el pueblo conserva una intuicin msfresca y pura de sus ntimos sucesos, mientras el culto la ha perdido,borrada por algunos tpicos ms o menos desgraciados. Apenas pordiferentes caminos se ha intentado algo de lo ms urgente: la purificacinde la historia en nosotros, el anlisis y la restauracin [68] de lo quecada espaol individual, por el simple hecho de serlo, arrastra consigo loque en su annima vida lleva de historia. Y si algo se ha intentado,confesemos que no ha sido por el camino de la filosofa, sino por el de la

    novela o el ensayo, de manera ms eficaz y rica, sin duda alguna que porla novela, cosa que arranca en el Quijote y alcanza en nuestros novelistasmodernos, desde Galds a Gmez de la Serna, un amplio desarrollo. Pues alfin, la necesidad ntima de saber acerca de si el alma espaola senta, lefue ms directa e inmediatamente revelada a los artistas que a lospensadores, aunque los nombres de Ortega y Unamuno nos muestran una obragigantesca pero aislada.

    Nuestra historia se explicara por algunas situaciones o conflictossumamente graves desde luego, que han cambiado la vida de todos los

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    espaoles. Baste fijarse en una cosa simplemente: el ensanchamiento o elempequeecimiento del horizonte, de las perspectivas que el espaol tenaante s segn el momento en que naciera; las posibilidades de que venacargado segn su destino individual. Imprimen su huella los sucesoshistricos de dos maneras: directamente en la vida individual hallndola opoblndola de dificultades y tambin [69] en otra forma: a travs de la

    estructura social que se modifica segn el curso de la historia. Lasociedad es el medio inmediato en que el individuo se encuentra implantadoy de ella recibe sugestiones en uno u otro sentido, de ella recibeprohibiciones y a su travs circulan corrientes de inhibicin o deintrepidez. Por ella se expanden ondas de desesperanza o de entusiasmo ypor ella circulan tambin los ms tremendos venenos.

    La necesidad de una sociologa espaola por modesta que sea, es tanurgente como la de una historia. En rigor no pueden ir ya la una sin laotra. La vida espaola social fue cargndose de venenos en estos ltimostiempos. Rpidamente iba creciendo la intoxicacin, acumulndose loserrores de varios siglos; hasta que en un momento determinado losconflictos histricos por resolver se acentan, la historia deja de sentirtodo su peso y la vida individual pierde toda su libertad; el rastro en

    ella de la historia a travs de la sociedad, se aduea de todo y cierratodo horizonte. Llega el momento en que el individuo es apenas otra cosaque funcin social, instrumento de ella; no le queda horizonte propio,independencia. Es el momento de la desindividualizacin, de ladeshumanizacin tambin. [70]

    Si algo hemos aprendido ltimamente, es que el conocimiento no esjams desinteresado y una sociologa espaola hubiera sido necesaria, loser tal vez ms, para descongestionar la apretada vida, para devolverlesu fluidez, su continuidad, el grado de cohesin verdadera y normal. Sehaba llegado en la vida espaola a un extremo de desintegracin, deaislamiento; precisamente al sentirse el individuo sin horizonte sesenta, no ligado, sino aislado. Es lo que sucede siempre que la relacin

    entre lo ntimo, lo individual y lo social ha sido alterada. Resulta unamecanizacin de la vida social que encubre una perfecta anarqua, unadesoladora insolidaridad, un absoluto desamparo del individuo que quedainerme.

    En ese sentido, la interpretacin de nuestra literatura esindispensable. Al no tener pensamiento filosfico sistemtico, el pensarespaol se ha vertido dispersamente, ametdicamente en la novela, en laliteratura, en la poesa. Y los sucesos de nuestra historia, lo que real yverdaderamente ha pasado entre nosotros, lo que a todos los espaoles nosha pasado en comunidad de destino, aparece como en ninguna parte en la vozde la poesa. Poesa es revelacin siempre, descubrimiento; y sucede ennuestra cultura espaola que resulta [71] muy difcil, casi imposible,manifestar las cosas que ms nos importan, de modo directo y a las claras.

    Es siempre sin abstraccin, es siempre sin fundamentacin, sin principios,como nuestra ms honda verdad se revela. No por la pura razn, sino por larazn potica.

    Conocimiento PoticoPorque al fin, todo converge para que el conocimiento espaol, el

    realismo, el materialismo tan al margen de la filosofa sistemtica

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    europea, se haga razn, conocimiento potico.En un extremo de la cultura clsica est la filosofa, el metdico

    conocimiento racional, el esfuerzo de la mente para adquirir la verdadseparndose violentamente de las cosas, de las apariencias que cubren almundo. Este saber llega a ser sistema, sistema en que la totalidad delmundo quiere ser abarcada, en que la infinita multiplicidad de las cosas

    pretende ser poseda.En el otro extremo de la cultura clsica qued la poesa. Lapoesa... Cuentan que [72] los soldados de Alejandro el Grande al llegar ala India, encontraron en los bosques confundidos entre los rboles a losyogas, hombres consumidos por la contemplacin, hombres sumidos enxtasis a quienes la continuidad exttica haba convertido casi enrboles, en un rbol ms; sobre sus hombros haban anidado los pjaros.Tal era su resignacin vegetal, tal su inhumana mansedumbre.

    Debajo del cielo, confundido, inmerso en la naturaleza, el poetapuede estar simbolizado por ese hombre-rbol. Sobre los hombros del poetaanidan tambin los pjaros; con los brazos abiertos ante la creacin elpoeta se abre a todas las cosas, se ofrece, ntegramente sin ofrecerresistencia a nada, quedndose vaco y quieto para que todas las criaturas

    aniden en l; se convierte en simple lugar vaco donde lo que necesitaasentarse y vaga sin lugar, encuentre el suyo y se pose. Tal puede ser elsmbolo del poeta.

    Entre ambos extremos se alza la cultura espaola, su conocimientopotico. Pues el hombre en cuyos hombros anidan los pjaros, es el poeta,s, mas tan grande es el vaco que para las cosas ha hecho, tan completasu mansedumbre y entrega, que se ha vaciado completamente. [73] Ya l noexiste sino las cosas en l, llenndole tan por completo, que no le quedadistancia suficiente para poder expresarlas. Y no puede tampocoexpresarlas porque nada suyo tiene, porque toda expresin requiere unacierta violencia. En rigor, la expresin nace en la queja; y la quejaimplica una cierta rebelda, una independencia y una afirmacin de

    existencia de quien se queja, que as se defiende; as se afirma. Puedeser esta la razn de por qu el hombre ha alcanzado la ms alta cima deexpresin, mientras que la mujer normalmente apenas balbucea. Es porque lamujer no se queja, no se rebela, ni se revela, queda oculta detrs de losacontecimientos que la conmueven; detrs de ellos, sentada como en elfondo de su casa. El hombre, en cambio, se queja y en quejarse est supoder de expresin, su capacidad maravillosa de dar forma a lo que por lpasa. El yoga de la India ha aniquilado en s mismo toda capacidad deviolencia expresiva y por eso siendo el smbolo del poeta, no puede hacerpoesa, pues la poesa como todo lo humano, requiere su dosis de

    violencia.El conocimiento potico de Espaa tiene cmo no? una inmensa,

    terrible violencia expresiva; adolece quiz de excesivo mpetu que [74] a

    veces le borra, le obscurece las cosas; va ms all, con frecuencia, dedonde apunta. Pero est ah, al cabo de los siglos, irreductible alpoderossimo racionalismo europeo. Es conmovedor ver la situacin deEspaa, su helada castidad frente a la audacia del conocimiento europeo ensu poca de brillo, en los momentos en que imperialmente llegaba a todo,lo abarcaba todo. Espaa sigui, recogida en s misma, pobretona, almargen de tanta magnificencia. Era imposible que participara en ella,imposible que no dejara de resistir en la forma esplndida, como sabehacerlo cuando hace falta: resistiendo pasivamente, no dndose por

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    enterada, prefiriendo su pobreza, acogindose a su silencio, metindose ens misma. En esto ha sido, s, ejemplar.

    Su forma de conocimiento potico segua su curso mientras tanto, porlos caminos ms insospechados, caminos que son a veces vericuetos.Conocimiento potico en que ni se escinde la realidad, ni se escinde elhombre, ni se escinde la sociedad en minoras de seleccin y masa

    desamparada. Si en algo ha conservado Espaa su unidad ha sido la unidadde la gracia. Bien poco vale para el espaol autntico aquello que slo sedebe al esfuerzo; es como un saber ilegtimo, un saber desgraciado en [75]que se muestra ms la presuncin del hombre, su vanidad o su soberbia, quela verdad; un saber que no es deseable.

    El conocimiento potico se logra por un esfuerzo al que sale a mitadde camino una desconocida presencia y le sale a mitad de camino porque elafn que la busca jams se encontr en soledad, en esa soledad angustiadaque tiene quien ambiciosamente se separ de la realidad. A sedifcilmente la realidad volver a entregrsele. Pero a quien prefiri lapobreza del entendimiento, a quien renunci a toda vanidad y no se ahincsoberbiamente en llegar a poseer por la fuerza lo que es inagotable, loque nos rebasa, a se la realidad le sale al encuentro y su verdad no es

    nunca verdad conquistada, verdad raptada, violada; no es alezeia, sinorevelacin graciosa y gratuita; razn potica.

    Y en realidad, el espaol solamente es capaz de encontrar suequilibrio as, slo es capaz de conservar la fluidez de su vida por lapoesa, por el conocimiento potico de las cosas y los sucesos que leincorporan a la marcha del tiempo. Si se hace racionalista se cierra,pierde su fluidez y se dogmatiza, se hace absolutista [76], en suma;reaccionario, enemigo de la esperanza.

    Cuando un espaol se aparta de esta vivificadora corriente en que seunifica con su pueblo, cae en ser minora. Cae, s, pues de verdaderacada se trata. En Espaa perder la comunidad con el pueblo no conduce anada positivo, tan slo a desviar la ruta o a estancarse en el

    escepticismo, como es bien fcil demostrar.Equilibrio individual y comunidad. Por el conocimiento potico elhombre no se separa jams del universo y conservando intacta su intimidad,participa en todo, es miembro del universo, de la naturaleza y de lohumano y aun de lo que hay entre lo humano y ms all de l.

    Pero este conocimiento potico maravilloso, confesmoslo, no es muchoms todava que una promesa, porque no haba sonado su hora. De suplenitud puede surgir toda una cultura en la que ciencia y conocimientoshasta ahora errabundos, como la historia, sean la mdula; en la queciencias como la Sociologa, nacientes an, alcancen su pleno desarrollo;en que el saber ms audaz y ms abandonado [77] sea por fin posible: elconocimiento acerca del hombre.

    Conocimiento del hombre que no ser sino el movimiento de

    reintegracin, de restauracin de la unidad humana hace tiempo perdida enla cultura europea. No hace falta insistir en mostrar la atomizacin detodo lo humano, la tristsima fragmentacin a que se ha llegado, primeroen el pensamiento, luego en el arte, y por ltimo en el hombre mismo, enel hombre vivo al cual se le ha mutilado con la ms horrible de lasmutilaciones extrayndole su dignidad, extrayndole su primaca moral. Lamoral es convertida en pura frmula social sin contenido vivo y actuante,o en vaca desnudez, que llaman cinismo. Y tal vez sea esto lo mejor.Recordemos a Nieztsche cuando deca: Hay un gnero de nobleza que pueden

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    cuestiones enunciadas en el sumario de estas conferencias, ser lo mejorpara conservar, en lo posible, la unidad y la coherencia en materia tancompleja y tan abundante en tentaciones, ceirme en esta hora que ustedesme conceden tan gentilmente a una nica cuestin de las enunciadas: lacuestin del estoicismo espaol.

    De todos los problemas de la vida y del pensamiento espaol, pocos

    tan apasionantes, pocos que salten a nuestra atencin retenindola contanta fuerza. Y es porque lleva consigo nada menos que la razn o racimode razones de la conducta del hombre espaol frente a la muerte, la raznde su manera de morir, tanto o ms que de su manera de vivir. [84] Y estoen un momento en que la muerte parece haberse adueado de Espaa. La raznde la manera de morir de muchos espaoles, de su suicidio. Algo que si esgrave tratndose de individuos, qu no lo ser aplicado a un pueblo, atodo un pueblo que parece haber tenido como ninguno esta capacidadilimitada de suicidio? O no es acaso suicidio?

    Sea o no sea suicidio la manera de morir, cierta entrega a la muertede que es capaz el espaol en grado increble, es lo cierto que enlazado aello y en ello mismo va lo ms hondo de nuestro ser, la ms grave cuestiny la ms trascendente de nuestra vida y de nuestra historia. Hora es ya, y

    parece imposible que no se haya hecho por quienes estaban ms autorizadosy obligados, de mirar un poco a esta tremenda sima, de acercarnos a ellacomo debemos acercarnos a todos los arcanos: con valor y respeto.

    El Estoicismo EspaolCon la ligereza con que se han dicho todas las cosas de Espaa, se ha

    dado por sabido muchas [85] veces que el estoicismo constituye el fondo denuestro ms ntimo ser, aquello que da unidad a nuestra historia, vivacontinuidad a nuestra moral, estilo a nuestros actos. Afirmado esto porextraos, es una ligereza ms que como en tantas otras cosas viene a ser

    lo usual, aunque en este caso sea infinitamente ms disculpable, poraparecer con tanto bro y persistencia notas del carcter espaol quepueden coincidir con lo estoico. Afirmado por los propios espaoles, encambio, adquiere ya caracteres de confesin, de gravsima declaracin quepuede arrojar alguna luz sobre esta extraa condicin espaola de ser unpueblo siempre incgnito.

    En efecto, aparecen abundantes motivos para esta consideracin. Laserenidad, la entereza y naturalidad con que el pueblo espaol atraviesalos trances amargos que con tanta prodigalidad le ha deparado el destino,coinciden con la idea que comnmente se tiene de la moral estoica, nervioy justificacin de toda su doctrina. Y cuantos hayan escuchado el virillenguaje del hombre annimo de Castilla y de la escueta Andaluca, habrntenido la sensacin de escuchar, vivo y como brotando de su fuente, el

    lenguaje cortado y llano de Sneca. Y si algn nombre de sabio vivetodava [86] perenne en la memoria de nuestro pueblo, como encarnacin dela sabidura misma, es este de Sneca, que ninguna avalancha ha borrado nies fcil que borre. El estilo de nuestra vida sobria, vida de hombressilenciosos enteros y pensativos, sentados a la puerta de su casa ocaminando a solas con sus pensamientos bajo el alto cielo espaol, pareceestar de acuerdo con esta doctrina estoica que el mundo olvida y recuerdaalternativamente en forma digna de ser notada.

    Parece, por tanto, que existiera un canon moral, y lo que sera ms

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    significativo: un estilo de manifestarse an ms all de la moral, si esque para un espaol ms all de la moral queda verdaderamente algo. Estilocoincidente con la idea comn del estoicismo. Habr que recordarbrevemente qu es lo que ha quedado de esta doctrina.

    De todos los sistemas filosficos de la antigedad clsica, elestoico es el que ha alcanzado mayor difusin atravesando las fronteras de

    la pura filosofa para llegar a la masa culta que de un modo formal no seha entregado a la especulacin filosfica. Se podra afirmar tal vez conalguna precipitacin, que el estoico ha alternado con las distintasmodalidades del [87] platonismo en ser el alimento filosfico de mayorconsumo entre los no filsofos de oficio. Pero mientras que el platonismoha enlazado a menudo con la religin y con frecuencia por vas deheterodoxia, especialmente con la forma mstica, el estoicismo por elcontrario, ha sido el pensamiento laico, la zona que pudiramos llamar msneutral.

    En Espaa, tendremos que separar inmediatamente el estoicoconsciente, definido, manifiesto, del popular; el estoicismo, en suma,sabio, del estoicismo popular, que parece correr en una tradicin honda aveces analfabeta. El estoicismo sabio ha significado, en efecto, el lado

    laico de nuestra cultura y el casi exclusivo pensamiento filosfico, fuerade los que se desarrollaron al calor de las religiones conocidas que hanpoblado la pennsula. Cuando el espaol no ha vivido dentro de unareligin, ha venido a ser fatalmente estoico.

    Los ejemplos abundan a lo largo de nuestra literatura, siendo msdifcil establecerlos en la poca del dominio absoluto de la iglesiacatlica, pues que tendremos que encontrar el estoicismo, y loencontraremos en efecto, all donde abiertamente slo se manifiesta un[88] espritu netamente cristiano, y es ms, lo encontraremos hasta en lamstica. En el siglo XIX, en cambio, la lnea estoica, que es la lnea desuicidio (Larra, Ganivet), se marca con ms claridad. Significa estaactitud estoica un desengao de la religin o comporta un principio

    distinto, algo persistente, toda una lnea histrica, toda unaposibilidad? Al hacer esta pregunta no pensamos, claro es, que la doctrinaestoica, el sistema filosfico del estoicismo, vaya a depararnos nuestrasalvacin, sino que queremos ver qu substancia humana vive bajo talespensamientos, de qu han sido sntoma su aparicin y reaparicin ennuestra cultura, y qu manera de actitud humana ante la vida significaesa, al menos aparente, coincidencia del pensamiento y conducta de nuestropueblo con el estoicismo.

    Hay varios indicios de que el pueblo espaol tiende hacia elestoicismo. El hecho cierto de que el nombre de Sneca sea la figura mspopular de sabio, o tal vez la nica; el que su nombre signifique en lacultura analfabeta de nuestro pueblo la sabidura misma; y otra suerte deargumento todava ms concreto y real: un hombre. Lo que pudiramos llamar

    el pensador de pueblo, el hombre empapado de sabidura, corazn madurode sombra y de [89] ciencia, que ha sido la sal de la vida espaola. Esestoico este hombre? Corresponde al mdulo del estoicismo eso que elespaol no letrado entiende por filosofa? La apariencia primera nosdira que s, pero conviene acercarse un poco, detenerse y contemplar losrasgos, los finsimos rasgos de este personaje a cuya evocacin la vidaentera de Espaa, de sus pueblos y aldeas, de sus cortijos y hasta sucampo mismo, sus olivares y encinares, cobran viva presencia.

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    Qu es Filosofa para el Pueblo? Idea Popular del SabioCuando en Espaa se dice o le dicen a alguien, que hay que ser

    filsofo, hay que entender que es preciso soportar serenamente y con untanto de sorna, algo muy difcil. Para el pueblo espaol, filosofa es

    algo que tiene mucho que ver con los reveses y tropiezos de la vida; en unmundo feliz no sera menester ser filsofo. No es, pues, la filosofa unafn de saber, sino un saber resistir los azarosos vaivenes de la vida: esuna forma serena, sabia, de accin. Es una conducta. Conducta basada enver de los acontecimientos, [90] su cara y cruz; en ver la vida como untapiz al que hay que dar la vuelta.

    De ah la sorna, la malicia del buen filsofo. Soporta lo que viene,con entereza, con serenidad comedida, con dignidad sobre todo: pareceestoico. Pero se burla de aquello que tan dignamente soporta, lo mira defrente para hacerle frente y luego de soslayo, como si ya lo estuvieraviendo marcharse, como si le estuviera cogiendo las vueltas; unas vueltascontradictorias que se desmienten a s mismas. El filsofo de pueblo oponesu serenidad, su identidad consigo mismo, que es su entereza, a la

    contradiccin de los azares del mundo; se burla desde su integridad, de laveleidad de los acontecimientos(7). Y este burlarse ya no es estoico.Puede parecer ms bien cnico, sobre todo si se mira a las apariencias: unhombre envuelto en una amplia capa de pao deslucido y quiz desgarradopor algunos girones; la mirada brillante y de travs, la sonrisa esbozada,una sonrisa que ha borrado apenas un pliegue de amargura,... pudiera sercnico. Mas no lo es. El cnico no se siente obligado a sobrepasar losacontecimientos; los testimonia simplemente; dice, y grita ms que dice:eh, que aqu est pasando esto!... Es un mrtir algo desvergonzado, puesque exhibe sus martirios y los extrema; [91] es un mrtir extremista. Y elfilsofo que hay que ser en Espaa cuando vienen las malas, no grita nimanifiesta nada, ni tiene nada de extremista. Sonre con burla leve. Y

    esta burla impalpable es la sabidura ms madura, tal vez, de toda unacivilizacin.Intervienen en este tipo de sabio popular, dos creencias que nadie de

    los ya conocidos, de los que han vivido ante nuestra vista en muchossiglos, ha adquirido por su propia reflexin. Una: las cosas cambian; losacontecimientos mundanos mudan, se contradicen, se desmienten a s mismosy con ellos tambin los hombres que no han sabido ser filsofos. Otra: hayque ser idntico a s mismo; los acontecimientos no pueden mellar el fondode tu ser; el ser es el mo; yo soy quien es verdaderamente y lo dems,slo vaivn embustero, sombras y engaos, aunque me daen y traigan pena.Pero este mi ser no es invulnerable; he de sostenerlo, a travsprecisamente de los vaivenes y engaos, y ha de verse comprobado en eltrato con ellos; ha de medirse con ellos continuamente y ganarse a diario

    su verdad.El saber que nace de aqu es una meditacin acerca del mundo y sus

    mudanzas, una meditacin acerca de las apariencias, que roza [92] comognero literario con la novela ejemplar. Es una meditacin figurada,dramtica, en la que el error, las ilusiones de nuestra mente y losengaos del mundo, se van descubriendo como en un teatro, el gran teatrodel mundo, con gran sencillez. Es una forma sentenciosa, alargada, msteatral y menos picaresca, del aplogo.

    En esta corriente de filsofos populares, de meditadores pueblerinos,

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    de sabios de prtico y plazuela, se ha asentado la verdadera cienciaespaola, el saber que haca conllevable la vida y mantena despierta lereflexin. Mientras ha quedado un grano de este saber, ha sido suficientepara equilibrar tanta locura y desvaro como brotaba incesantemente denuestro suelo. Espaa se ha mantenido por l, sostenida al borde deldespeadero, de ese despeadero que desde tanto tiempo la aguardaba. Es la

    verdadera filosofa espaola y a travs de su corriente escuchamos correrel agua viva que en hilo sutil viene desde el mejor de los Scrates: el dela sofrosune y el de la irona(8).

    El Estoicismo AntiguoPero antes de seguir con la cuestin del estoicismo espaol, veamos

    qu ha significado el estoicismo en el mundo antiguo.Lo ms caracterstico del estoicismo es que no es un origen, un

    comienzo, sino un resultado, de toda una filosofa anterior, por unaparte, y, por otra, de unas crticas circunstancias sociales. Tericamenteviene a ser la recapitulacin de los conceptos e ideas fundamentales de la

    filosofa griega y por ello mismo, comunes a todos los sistemas; es elzumo que arroja al ser exprimida la filosofa griega cuando alguien quieresaber a qu atenerse. Tal comunidad no creemos que signifique