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FUNDACION MARIA EDUCA
PROYECTO EDUCATIVO INSTITUCIONAL
Versión 2018
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Índice
1. Presentación .................................................................................................................. 4
1.1 Presentación Directorio .............................................................................................. 5
1.2 Identidad de nuestros colegios .................................................................................. 6
2. Fundamentos doctrinales .............................................................................................. 7
2.1 Principios de la Educación ............................................................................................... 8
2.2 Comprensión antropológica .......................................................................................... 11
2.3 Espiritualidad de Schoenstatt ........................................................................................ 17
Visión institucional .............................................................................................................. 19
3. Pilares del Proyecto Educativo .................................................................................... 20
3.1 Primer Pilar: Excelencia Educativa ................................................................................. 23
3.2 Segundo Pilar: Cultura familiar ...................................................................................... 23
3.3 Tercer Pilar: Formación integral católica ....................................................................... 25
3.4 Cuarto Pilar: Modelo Pedagógico Kentenijiano ............................................................. 26
3.4.1 Fines formativos ......................................................................................................... 27
3.4.2 Atmósfera mariana ..................................................................................................... 33
Valores institucionales ........................................................................................................ 33
3.4.3 Liderazgo carismático ................................................................................................. 39
3.4.4 Estilo pedagógico ....................................................................................................... 41
El vínculo a María ................................................................................................................ 43
3.4.5 Curriculum orgánico ................................................................................................... 45
4. Órganos de gobierno ................................................................................................... 48
4.1 Estructura corporativa ................................................................................................... 49
4.1.1 Directorio ................................................................................................................... 49
4.1.2 Comité Ejecutivo ........................................................................................................ 50
4.1.3 Equipo Técnico ........................................................................................................... 50
4.2 Estructura de gobierno institucional ............................................................................. 51
4.2.1 Rector ......................................................................................................................... 51
4.2.2 Equipo Directivo ......................................................................................................... 51
4.2.3 Dirección de Formación .............................................................................................. 52
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4.2.4 Comité Técnico ........................................................................................................... 53
4.2.5 Consejo ampliado de Dirección .................................................................................. 54
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1. Presentación
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1.1 Presentación Directorio El siguiente documento presenta el Proyecto Educativo Institucional actualizado de los colegios María Educa. Tiene como finalidad dar a conocer a toda la comunidad educativa y a los organismos educacionales formales vigentes, los lineamientos que establece la Fundación María Educa. Este organismo pertenece a la Iglesia Católica y a algunas organizaciones del movimiento apostólico de Schoenstatt, en consecuencia entrega los principios educativos en fidelidad a los valores del Evangelio, a la doctrina de la Iglesia y en la propuesta pedagógica del Padre José Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt.
El presente documento expresa la rigurosidad del ensamblaje de nuestros valores y principios con las exigencias de las instituciones que rigen el sistema escolar, a fin de responder con los más altos estándares a las exigencias de la educación de nuestro país.
La lectura del documento corroborará, la responsabilidad y compromiso de la Fundación María Educa en cuanto a impulsar los logros del proceso enseñanza – aprendizaje de nuestros estudiantes, en el escenario de los cambios que ha vivido la educación de nuestro país, queda de manifiesto como muchas de nuestras reestructuraciones y decisiones del quehacer institucional han sido asumidas desde estos cambios, lo que ha venido a fortalecer y consolidar el mandato inicial de los fundadores de nuestra institución.
Expresamos en estas páginas el renovado esfuerzo de la Fundación María Educa de ser una innovadora y creativa respuesta de educación integral, basada en la solidez de nuestros principios para tiempos de profundos cambios y crisis antropológicas.
Agradecemos a los cientos de familias que han puesto su confianza en nosotros para la educación de sus niños y jóvenes, a nuestros abnegados docentes, directores y asistentes de la educación. Nuestra corta, pero fecunda historia ya nos pone en los más altos sitiales del quehacer educativo; la resultante creadora de la grandeza de nuestros alumnos son nuestra más importante carta de presentación.
La Serena, 8 de noviembre en el inicio del mes de María del año 2018.
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1.2 Identidad de nuestros colegios Los colegios María Educa son establecimientos particulares subvencionados católicos que comparten con la Iglesia Católica la tarea de formar integralmente a la persona a través de la asimilación crítica y sistemática de la cultura, teniendo a Cristo como principio y fin de toda la formación auténticamente humana y cristiana. Asumen la misión que Cristo le confía a su Iglesia, colaborando con la familia en la tarea de educar a sus hijos como personalidades cristianas, comprometidas con su realidad, que asumen un compromiso histórico activo y eficaz, plasmando su ambiente con un estilo de vida cristiana y mariana. Conforme a lo anterior, los colegios se insertan en las instancias propias de la pastoral de la Arquidiócesis de La Serena, hacen suya las orientaciones de sus Pastores y participan -‐ conforme a su realidad y misión -‐ en las instancias y actividades educativas diocesanas.
En particular, los colegios reconocen como fuente permanente de su identidad la espiritualidad, el pensamiento y la experiencia educativa del Padre José Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt. Los colegios hacen suyos su doctrina y estilo pedagógico; se relacionan con la Familia de Schoenstatt a nivel diocesano y nacional; y se vinculan activamente con otros establecimientos que reconocen la misma fuente de inspiración. Lo anterior implica la participación en diversas acciones de colaboración con establecimientos similares en la región y el país – tales como pasantías de directivos, docentes y alumnos en otros colegios, participación en congresos, jornadas y capacitaciones, entre otras – con la intención de reconocer y transferir prácticas directivas y pedagógicas.
Los colegios surgen como una iniciativa de un grupo de integrantes del Movimiento Apostólico de Schoenstatt de La Serena, quienes motivados por hacer suya la misión del Padre José Kentenich, deciden instalar el año 2000 un colegio en la Villa La Florida donde se desarrolle la línea pedagógica del fundador de esta obra. Dos años más tarde se decide crear un nuevo colegio en el sector Bosque San Carlos en Coquimbo.
El reconocimiento oficial como Colegios Católicos de parte del Arzobispado de La Serena, fue otorgado a través del Decreto Eclesiástico N° 287 del 10 de junio de 2004, firmado por Don Manuel Donoso D. Arzobispo de La Serena, donde se faculta para adoptar el nombre de “Colegio Católico”.
El año 2014 se inicia una nueva etapa de crecimiento institucional reconociendo que, una primera etapa fundacional da paso a nuevos desafíos y propuestas de crecimiento, basadas en un reconocimiento de la historia y experiencia acumulada; el aporte de un diagnóstico de situación que recoge aspectos internos de la organización y del funcionamiento, así como la realidad externa y contingente de nuestro país, relativo a propuestas de cambio en la educación chilena para una reforma educacional.
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2. Fundamentos doctrinales
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La praxis pedagógica de los colegios María Educa encuentra su fundamentación en los principios educativos de la propuesta pedagógica del Padre José Kentenich; en la visión cristiana del ser humano y en los elementos propios de la Espiritualidad de Schoenstatt.
2.1 Principios de la Educación Se presentan a continuación los tres principios de la educación, conforme a la concepción del Padre Kentenich. Ellos corresponden a las nociones fundamentales que sirven de base a la concepción y las prácticas pedagógicas por él desarrolladas.
a) El orden de ser determina el orden de actuar1 : La educación al servicio de la persona
Para el Padre Kentenich toda acción educativa supone una forma de comprender al ser humano. Esto significa que todo sistema educativo implica una antropología, una forma de entender la vida humana y sus dinámicas de desarrollo, las que el educador debe respetar si quiere ser fecundo. En otras palabras, se quiere decir que el ser del educando determina el orden de actuar – los fines y los objetivos, las actividades y tareas – del educador y de la educación.
En cada ser humano es posible reconocer un deseo original de Dios, el que se expresa en sus características personales: sexo, personalidad, historia, vínculos, etc. El educador debe reconocer dichas particularidades y adecuar su acción educativa a ellas. De este modo, la forma de ser del educando, a la vez que se transforma en el punto de partida de la acción del educador, también se constituye en sus límites, ya que determina las metas, las estrategias, los métodos pedagógicos y el propio ser del educador. Su acción, incluso cuando está orientada por el bien del otro, nunca puede transgredir la realidad propia de aquel que educa.
La aplicación de este principio al ámbito escolar implica, que, tanto desde el punto de vista organizativo como curricular, procuramos que nuestro estilo educativo respete en cuanto sea posible las características propias de nuestros alumnos y cursos en cuanto a edad (conformación de los cursos), sexo (coeducacional), capacidades (actividades de libre elección) e intereses (formación diferenciada).
b) La gracia presupone, sana, eleva y perfecciona la naturaleza2 : Dios conduce al
hombre a su propia perfección
1 Santo Tomás de Aquino. 2 Santo Tomás de Aquino
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Dios es el gran Educador, Él quiere y busca la transformación y la perfección de cada hombre. En su acción educativa, Dios se pone al servicio del desarrollo de la naturaleza humana, llevándola a su plenitud. Conforme a la comprensión del Padre Kentenich el desarrollo de cada persona como ser natural no contradice su desarrollo como ser sobrenatural – hijo de Dios -‐ sino que es su condición de realización. En efecto, nadie puede crecer en el plano sobrenatural si no se ha desarrollado en su dimensión natural. De otro lado, sin embargo, lo anterior también implica que el proceso pedagógico no puede limitarse al mero ámbito natural, ya que el ser humano está llamado a una mayor plenitud: “Primero hombre; después cristiano. Entonces, plenamente humano”.
La acción educativa supone que Dios crea a cada persona como ser único e irrepetible y, en consecuencia, implica el reconocimiento y la valoración positiva de aquellos rasgos que constituyen la originalidad de cada individuo: sexo, estructura de personalidad, historia de vida, tendencias naturales, gustos, etc. Conforme al plan creador de Dios, todo lo que poseemos en el plano natural nos ha sido dado para buscar nuestra propia realización. Sin embargo, debido a que somos seres heridos por el pecado original, requerimos de la educación como camino para reorientar todas esas capacidades hacia un fin mayor: hacia el encuentro con otros hombres, la transformación del mundo y, finalmente, para reencontrarnos con Dios.
Por otra parte, es importante tener presente que en la comprensión del Padre Kentenich Dios actúa fundamentalmente a través de las causas segundas libres: las personas. En efecto, la acción educativa de Dios, que ocurre por medio de su amor gratuito – su gracia -‐es experimentada normalmente a través de la acción de personas concretas que hacen presente Su amor en el mundo y en la historia. Para poder operar y transformar la realidad, por lo tanto, Dios cuenta con el ser humano, con sus perfecciones e imperfecciones; ante todo, con sus posibilidades y anhelos de plenitud.
La gracia de Dios es recibida conforme al modo de existencia de quien la recibe. Esto significa que las características de cada persona y cada comunidad constituyen un especial recipiente para la acción de la gracia. Esta no actúa mecánicamente sobre la persona, sino que supone la voluntad y la libre receptividad humana. En efecto, Dios – su amor gratuito – sólo es eficaz para sanar y transformar al hombre en la medida en que éste abre su voluntad y lo deja entrar en su existencia. En este contexto, el proceso educativo tiene como finalidad contribuir a ampliar en cada persona y comunidad su apertura para recibir y dejar actuar la gracia en sus vidas.
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c) El amor es la ley fundamental y universal del mundo3: Nos movemos hacia lo que amamos
Para el Padre Kentenich el amor es la principal fuerza transformadora de la vida humana. El ser humano crece y se desarrolla hacia su propia plenitud en tanto ama. La plenitud de la vida consiste en la plenitud del amor. En efecto, mediante el amor el hombre trasciende su propia (a veces limitada) existencia y logra proyectar su ser hacia otras realidades. Con ello, a la vez que extiende su comprensión del mundo, de los demás y de sí mismo une su vida a esas realidades, ampliando su horizonte existencial y sus posibilidades de ser. El amor es una fuerza humanizadora; mediante el amor nos hacemos personas.
Dios es amor. La fuerza creadora y transformadora de Dios se fundamenta en su amor. Él ha querido compartir con el ser humano algo de su propia realidad al dotarlo de la capacidad de amar. En efecto, el amor humano es expresión del amor divino. Cada vez que ama, por tanto, el ser humano realiza una dimensión de su propia realidad que lo hace más imagen del Creador. Mediante el amor, nos divinizamos, nos hacemos más semejantes al mismo Dios. Cuando una persona ama, es Dios quien ama en él.
Por amor se entiende en este contexto una fuerza plasmadora y unitiva que dista de ser mero afecto. El amor auténtico es compromiso con el bien del amado, con su desarrollo y crecimiento. Por lo mismo, es un amor exigido y exigente; capaz tanto de perdonar como de orientar y corregir. Se trata finalmente, como en Jesús, de un amor capaz del sufrimiento y la cruz por el bien de quien se ama. Desde el punto de vista psicológico, sin embargo, lo normal es que para poder llegar a amar las personas deben primero experimentarse amadas. En efecto, la experiencia de ser objeto de un amor auténtico y desinteresado es condición para poder amar a otros. Lo anterior tiene serias implicancias en el contexto educativo, ya que el desarrollo armónico de los educandos dependerá de la existencia en la escuela de un clima fuertemente afectivo y de la presencia de educadores capaces de amar a los alumnos y las alumnas que les han sido confiados, de modo de despertar su capacidad de amar. El Padre Kentenich sostiene que “el educando, antes de ser educado, quiere ser amado”.
“La historia de una persona es la historia de su amor”. Con esta afirmación el Padre Kentenich busca precisar que la existencia de cada persona se construye desde un núcleo interior de subjetividad: nos movemos hacia aquello que valoramos, hacia lo que amamos. El ser humano siempre es movido por el amor, por imperfecto que éste sea. Los valores, intereses y motivaciones subjetivos de cada persona son la expresión de la orientación fundamental de su desarrollo en cada momento de su vida. El educador debe estar atento a reconocerlos y valorarlos; y debe ponerse desinteresadamente a su servicio. Para ello,
3 San Francisco de Sales
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debe – como condición fundamental -‐ poder reconocer en sí mismo los valores e intereses que animan su vida personal y profesional. El diálogo fecundo consigo mismo y con los demás, especialmente con los demás docentes; el cultivo del silencio y la interioridad son aprendizajes fundamentales para poder percibir los impulsos interiores de la propia vida, como supuesto para poder acompañar la existencia de quienes le han sido confiados.
2.2 Comprensión antropológica La educación tiene por finalidad contribuir a la plasmación de la vida de las personas. En efecto, la capacidad transformacional de la educación permite que alcance su plenitud lo que en cada individuo está inicialmente en forma germinal. Debido a esto, toda propuesta educativa supone una concepción de ser humano y conduce necesariamente a la formación de un determinado tipo de persona.
Consecuente con lo anterior, la acción educativa de nuestros colegios es guiada por una concepción del ser humano, coherente con la comprensión cristiana de la persona y la visión pedagógica del P. José Kentenich.
Esta comprensión de la vida humana se extiende a todos los miembros de nuestra comunidad educativa. A los alumnos y alumnas, en tanto a ellos se dirige fundamentalmente nuestra propuesta pedagógica. A sus familias, las que están llamadas a hacer propia y encarnar el estilo educativo que han elegido para sus hijos. A los educadores, en tanto tienen la responsabilidad por el desarrollo de esa imagen de hombre en sí mismos para poder transmitirla a otros.
a) Persona: El hombre y la mujer en sí. Contemplamos a cada ser humano como persona.
a.1 Un ser único
Lo propio de la persona es que desarrolla su existencia desde su interioridad. El ser humano posee un "espacio interior", que el padre Kentenich llama ideal personal, que le permite reconocerse como sujeto y hacerse protagonista de su propia historia. Por ser un don divino, en ese núcleo personal radica la dignidad de cada persona y hace de cada uno algo inagotable e inmanejable para los demás. Ante cada persona y su misterio sólo cabe en primer lugar la actitud del respeto.
A partir de una dignidad común a todo ser humano, Dios crea a cada persona con rasgos originales. Como colegios nos guía una seria preocupación por la originalidad de cada individuo, por sus talentos y su propio desarrollo. Buscamos promover su propia actividad
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y su capacidad de decidir y realizar. Acentuamos el valor de cada uno y buscamos hacerlo sentirse importante y amado.
La originalidad encierra inmensas potencialidades. Cada persona ha de desarrollarse buscando la excelencia de todos sus talentos. Enfrentamos, por una parte, el desafío de que cada quien descubra y desarrolle los dones especiales que Dios ha puesto en sus manos, y también, por otra parte, el desafío de que alcance la mayor plenitud posible en todos los campos de la existencia humana.
Consideramos que es esencial en una verdadera educación despertar al educando a la vida de la inteligencia que se orienta en la búsqueda de la verdad y el bien objetivo en todos los ámbitos del conocer humano. La personalidad desarrolla así un carácter contemplativo, y su razón y su voluntad van conduciendo a un encuentro con la belleza y el sentido de lo creado y, de este modo, a la comunión con Dios.
a.2 Un ser libre
En nuestro actuar pedagógico tiene gran relevancia una correcta comprensión y práctica de la libertad.
Cada persona ha de crecer y desarrollarse como un ser libre, capaz de poseerse, conducir autónomamente su historia y donarse a sí mismo en un acto pleno de amor. Frente a un mundo masificante buscamos el surgimiento de la personalidad cristiana típica ("nadie me quita la vida, yo la entrego libremente", dice Jesús), que con responsabilidad, capacidad de decisión y fuerza de realización es capaz de contribuir a generar un mundo nuevo.
La libertad ha de ser educada. Consecuente con lo anterior, entendemos el "cultivo del espíritu" como la educación para el correcto uso de la libertad. En el marco de convivencia exigido por la vida comunitaria, el ejercicio personal de la libertad queda regulado en el Manual de Convivencia, el que establece para los miembros de los colegios un marco normativo que hace posible y asegura las condiciones para la vida y el crecimiento en común. En este contexto, sostenemos que la orientación y el sentido fundamental de la libertad humana radica en la magnanimidad, la grandeza de alma: la capacidad y disponibilidad para dar y donarse, más allá de los límites impuestos por las normas externas.
En relación con la vida religiosa, buscamos formar personas que vivan la fe y su religiosidad desde su propia interioridad y como entrega magnánima a Dios y a las personas. De aquí que, como colegios, otorguemos especial importancia a los contenidos espirituales de la formación en el proceso de crecimiento humano y religioso de las personas.
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a.3 Un ser orgánico
Como colegios sostenemos que cada persona está llamada a ser una unidad orgánica, un “microcosmos” integrado y armónico. Conforme a esto, aspiramos a la formación de una personalidad "integral", capaz de incorporar los distintos ámbitos de la vida a una existencia auténticamente plena. En esa integración encuentran su plena realización los diversos aspectos de la vida humana: sentidos e instintos, las emociones y los sentimientos, todos sus aspectos espirituales (por excelencia el intelecto y la voluntad, y también la memoria, la fantasía, etc.) y su realidad sobrenatural (fe, esperanza y caridad). La persona se desarrolla desplegando también su capacidad comunitaria en todas sus dimensiones, en su vocación personal y familiar, en su responsabilidad eclesial y social.
Por otra parte, comprendemos que la vida se desarrolla orgánicamente. Debido a esto, en la búsqueda de esa integración de la personalidad respetamos los procesos y los ritmos de crecimiento de cada persona y de cada comunidad, acompañando el desarrollo del núcleo de interioridad de individuos, grupos y cursos.
En ese proceso el educador está llamado a ser un maestro en reconocer la manera como la vida crece y camina hacia su plenitud, comprendiendo y acompañando la dinámica propia del desarrollo: cada proceso es lento, rítmico, de dentro hacia fuera, y de una totalidad orgánica a otra. Para apoyar el crecimiento de la vida, nuestra formación opta clara y conscientemente por el instrumental pedagógico del P. José Kentenich. Esto significa acentuar la educación a través de vínculos, vivencias, corrientes de vida, ideales, atmósfera, símbolos, tradiciones, ejemplos encarnados, casos preclaros, etc. Esta opción constituye el criterio fundamental para la selección de las actividades que se realizan en nuestros colegios y que permiten despertar, animar y conducir la vida interior de las personas.
b) La Persona: como hombre y mujer en sus relaciones interpersonales. Entendemos la plenitud de vida como plenitud en el amor
b.1 Centralidad del amor
El desafío central de la vida es aprender a amar. La plenitud de la vida es la plenitud del amor. Así realizamos el mandamiento principal, que es el mandamiento del amor, y que prolonga en nosotros la realidad misma de Dios: su Espíritu de Amor. Cada persona, como hijo del Padre en Cristo, está llamada a ser Templo del Espíritu Santo.
El amor, como la vocación más propia de cada persona, es una realidad que atañe a todas las dimensiones del ser humano. Se trata de una dimensión del individuo que
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compromete con fuerza integradora su vida instintiva y su corazón, su voluntad y su intelecto, su sed de Dios y sus esfuerzos filiales por realizar la voluntad del Padre.
En el desarrollo de cada persona tienen un lugar fundamental los vínculos: lazos permanentes y cargados de afecto que constituyen fuente y fuerza en nuestro aprendizaje del amor. Especialmente los vínculos a las personas, los lugares y los ideales se convierten en vigas maestras de nuestro desarrollo. En último término, a través de ellos se forman y consolidan vínculos fuertes a los demás, a Dios y a la creación entera.
Como colegios, acentuamos la importancia de la familia, y con ello el cultivo de un ambiente de familia, donde lo más importante son los vínculos personales. Esto lleva a una forma de entender y ejercer la autoridad como servicio respetuoso – a la vez que exigente – de la originalidad de cada persona, de sus ritmos de desarrollo y de sus posibilidades y necesidades de crecimiento.
Por otra parte, ello también implica la decisión por capacitar a cada persona en la formación de grupos y equipos que sean experiencias de auténtica vida en comunidad.
b.2 Carácter fundante del vínculo filial
Para aprender a amar es normalmente necesario encontrar personas que nos regalen su amor. Esta necesidad tan fundamental nos lleva a percibir la manera más frecuente como Dios se acerca hasta nosotros: a través de las personas que nos muestran su amor y que Dios ha puesto en nuestra vida para revelarnos rasgos de su benevolencia y misericordia. Esto pone un sello "sacerdotal" a toda paternidad y maternidad pues ellas están llamadas a ser transparentes del Dios vivo, y da también a la vocación de educador su dignidad y su eficacia.
Por esto acentuamos la importancia de las experiencias de la familia natural y de la comunidad para el educando. Ellas son el ambiente propicio para un crecimiento integral en el amor. Nuestra propia vocación de educadores -‐ como paternidad y maternidad (unida a la paternidad de Dios) -‐ encuentra también en el ambiente de comunidad y el trabajo en equipo un desarrollo pleno. Queremos ser también nosotros una familia educativa.
Para cuidar de la experiencia de ser niño y niña al interior de una familia y para desarrollar una convivencia adecuada, cuidamos especialmente promover el vínculo con María.
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b.3 Amor, valores y virtudes
Es propio del ser humano maduro ser movido por el amor. En tanto motiva la conducta humana, el amor es siempre el alma del comportamiento. Desde el punto de vista educativo, buscamos que un amor esclarecido – consciente e intencionalmente desarrollado – se transforme en la motivación fundamental de la totalidad de nuestras acciones cotidianas.
El ser humano está llamado a extender y alcanzar con su amar a cuanto lo rodea. Toda realidad y toda dimensión de la existencia – en tanto creada y querida por Dios – es en sí misma valiosa y puede llegar a constituir un valor para la persona. Todo cuanto existe puede llegar a ser amado por ésta. Comenzando por un sano amor a sí misma, y animada por el amor que ha experimentado de otros, debe extender su horizonte de vínculos a los demás, a la creación y a Dios.
El amor debe crecer y perfeccionarse. En efecto, el amor humano puede perder su capacidad transformadora de la existencia debido al egoísmo y la búsqueda desordenada de sí mismo. Debido a ello, en tanto vocación fundamental del ser humano, el amor requiere también de educación con el objeto de que alcance su propia perfección.
Las virtudes nos señalan en particular algunas dimensiones en que la vida aspira a su perfección y plenitud. Además de las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) las cuatro virtudes cardinales constituyen indicaciones de ámbitos en los que se desarrolla la acción humana: el ser humano debe llegar a conducir su vida según lo que ha reconocido como correcto y valioso (virtud de la prudencia). Ha de madurar en el trato con los demás (virtud de la justicia); en el trato consigo mismo (virtud de la fortaleza) y en el trato con las cosas (virtud de la templanza).
Conforme a lo anterior, entendemos que las virtudes tienen un rol fundamental en el proceso de perfeccionamiento de la capacidad de amar del ser humano, en tanto contribuyen a reforzar y consolidar las tendencias de los afectos.
c) Responsabilidad: El hombre y la mujer en su contexto. Somos responsables de nuestro mundo
c.1 El ser humano como ser histórico
En nuestra historia tomamos contacto unos con otros y nos vamos haciendo responsables por el caminar de otros hombres. El momento actual, que compartimos con toda la humanidad, entraña para el cristiano un encargo: quien va haciéndose hijo del Padre en Cristo hace suya la misión del Señor. El tiende desde su propio corazón a comprometerse con la obra redentora de Cristo y a transformarse en un apóstol. Siente su llamado a
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renovarlo todo en la fuerza de su amor. Es profundamente solidario y realiza su vida en comunión con otros. La universalidad del cristiano es la universalidad del corazón de Cristo y del corazón inmaculado de María.
c.2 El horizonte: un cielo nuevo y una tierra nueva
La luz que hoy ilumina nuestros esfuerzos y que da sentido a nuestros afanes por nuestros hermanos y hermanas viene de la certeza de Jesús: creemos en un cielo nuevo y en una tierra nueva. Tenemos los ojos y el corazón llenos del mundo de Jesús y creemos que es posible vivir así. Aspiramos a la vida plena.
Percibimos la urgencia de anunciar el Reino a todo ser humano y preparar su venida construyendo en esta tierra una realidad más acorde con el Evangelio de Jesucristo. La fe nos lleva a vivir con la urgencia del amor y con la serenidad de la esperanza, pues creemos en el destino definitivo del hombre en el cielo. Impulsados por esa fe, nos ponemos individual y comunitariamente un espíritu instrumental, conforme al cual nos disponemos a contribuir decisivamente a la construcción de un nuevo orden social.
c.3 Constructores del Reino
La conciencia de nuestra situación histórica nos lleva a un conocimiento calificado de la realidad en que vivimos y que existe a nuestro alrededor. Nos importa todo lo que pasa, nos importan todas las personas; son nuestros todos los destinos. En esta época de cambios nos preocupa el surgimiento de una nueva cultura, con formas más humanas y el mundo entero, los creyentes como nosotros y otros individuos, que piensen distinto. Nos importa que surja solidaridad misionera para compartir la preocupación de Jesucristo Redentor por toda la humanidad.
Vivimos en una situación histórica concreta. Dado que buscamos formar personas y comunidades profundamente enraizadas en su historia, en nuestro proceso formativo está esencialmente incorporada la dimensión social. Esto significa que como comunidad educativa procuramos formar una familia y, consecuentemente, promovemos que las relaciones entre los diversos miembros de los colegios estén basadas en la existencia de fuertes vínculos personales.
Por otra parte, procuramos desarrollar en cada miembro de nuestra comunidad, como una dimensión fundamental y constitutiva de nuestros colegios, la sensibilidad por el compromiso y la acción social, entendidos como apertura radical a toda persona y a toda realidad humana. Según esto, movidos por una vocación universal, extendemos nuestra
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preocupación y nuestra acción a todos los ámbitos de la vida social: la cultura y la ciencia; la política, las artes y los deportes; las necesidades y los sueños de cada persona.
2.3 Espiritualidad de Schoenstatt La espiritualidad del Movimiento de Schoenstatt – que nuestros colegios María Educa asumen como propia – reconoce tres rasgos centrales, lo que se resumen a continuación:
a) Espiritualidad de Alianza
Las Sagradas Escrituras revelan la imagen de un Dios que por su amor a la humanidad sella una alianza con él, renovándola permanentemente a través de toda la historia de la humanidad. Su culminación es la Alianza en su Hijo Jesucristo, Dios y hombre, perpetuada en la Iglesia. Por esto, la espiritualidad de alianza destaca la imagen de un Dios paternal, cercano y pleno de amor misericordioso, que nos invita a vivir en constante relación de amor con Él. Es una espiritualidad que pone el amor como eje de las motivaciones y relaciones de la persona humana.
Esta relación de amor mutuo supone de nuestra parte el esfuerzo por conocer, asumir, amar y realizar esos planes de amor de Dios. Esta manera de vivir la fe, el P. Kentenich la llamó una Fe Práctica en la Divina Providencia.
Para esto, la espiritualidad de Alianza anima a cultivar una profunda actitud filial en el individuo, de apertura y docilidad para hacer suyo los designios de amor de Dios y cumplir con su Voluntad. Para lograr esto es necesario unir el esfuerzo humano a la gracia divina.
Asimismo, el carácter aliancista se expresa en un fuerte cultivo del organismo de vinculaciones personales, tanto sobrenaturales como naturales, propio de una espiritualidad basada en el amor.
La espiritualidad de Alianza encuentra su camino particular de realización en la Alianza de amor con la Santísima Virgen María. A través de la historia de vida del P. Kentenich, Dios le confió a María como la gran Educadora para vivir la Alianza de amor con Dios y desde Él, con el prójimo y con el mundo. Más aún, Dios quiso localizar su acción de Madre Educadora de modo particular en el Santuario de Schoenstatt, desde donde Ella regala la gracia del arraigo en el Padre, de transformación en Cristo y de envío apostólico en el Espíritu Santo.
De aquí, que esta espiritualidad otorga un marcado estilo de vida mariano, en las actitudes y en las formas concretas del diario vivir, y se alimenta de un encendido amor personal a la Santísima Virgen, expresado en ofrecimientos de amor afectivo y efectivo a Ella a través del Capital de Gracias.
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b) Carácter de instrumento
El P. Kentenich da especial importancia a la verdad teológica que afirma que Dios gobierna el mundo a través de instrumentos humanos libres. Desde el inicio de su Creación, Dios dotó a la persona de los medios para multiplicarse y seguir construyendo el mundo. Toda la historia bíblica posterior nos muestra cómo Él escoge individuos y pueblos para el desarrollo del mundo en todos sus aspectos y así, entre logros y fracasos, va evolucionando su Creación. Dicho proceso encuentra su culminación con la venida de Jesucristo, que revela el verdadero sentido del desarrollo de la humanidad y a través de su Iglesia la sigue conduciendo, alimentando y fortaleciendo.
Este sello de la espiritualidad de Schoenstatt, como acento activo de la Alianza, refuerza la visión del quehacer humano como colaboración con la creación divina. Cada persona y comunidad tiene una misión en su vida, según sus cualidades y su situación concreta, para ayudar en la construcción del Reino de Dios en la tierra.
Por esto, a partir de esta concepción de toda actividad humana, la espiritualidad instrumental impulsa a conocer su propia identidad como voluntad de Dios para uno y a ponerlo en obra responsablemente, siempre en solidaridad con la realidad y desafíos de la sociedad donde se está inserto. En otras palabras, desarrolla una vigorosa consciencia de misión, tanto personal como comunitaria, y en un fuerte impulso hacia el espíritu y la actividad apostólica.
Como seguro y modelo de este rasgo de instrumento, el P. Kentenich nos muestra a la Sma. Virgen en su dimensión de Compañera y Colaboradora permanente de Jesucristo en su obra redentora. Ella educa a cada persona y comunidad a colaborar, contribuir y acompañar al Señor, que nos invita a ser constructores de su Reino.
c) Orientación a una santidad de la vida diaria
En el camino de Alianza entre Dios y la humanidad, Él llama a cada individuo a la santidad en lo cotidiano. Esta consiste en lograr la armonía querida por Dios, entre la vinculación personal a Él, a la obra del prójimo y la creación, en todas las situaciones de la vida.
Es una dimensión de nuestra espiritualidad que nos ayuda a descubrir la unión entre la naturaleza humana y la gracia divina, entre la fe y la vida de cada día, para que nuestro actuar sea más pleno. Con este acento, nuestra espiritualidad busca unir, en la teoría y en la práctica, lo divino con lo auténticamente humano, superando así una visión marcadamente espiritualista o marcadamente naturalista de la realidad.
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Este rasgo de la espiritualidad nos ayuda a reconocer que la santidad no depende sólo de actos exclusivamente religiosos, sino de toda acción hecha con amor, con recta intención, buscando realizar la voluntad de Dios, por pequeña y sencilla que sea.
En este acento de nuestra espiritualidad, la Santísima Virgen se nos muestra como Modelo para santificar nuestra vida de cada día. Así nos la muestra el Evangelio con su actuar en la Sagrada Familia y luego acompañando a su Hijo Jesús en su recorrido salvador. Ella es, por tanto, quien mejor nos puede educar a vivir lo cotidiano uniendo lo humano con lo divino.
Este énfasis en la unión de fe y vida ofrece una especial ayuda a quienes optan por una vida laical para el encuentro con Dios en todo orden temporal. Les permite descubrir su presencia en la Creación y cumplir su Voluntad a través de su quehacer de todos los días. Los impulsa a hacer lo ordinario de modo extraordinario y, como discípulos misioneros del Señor, a evangelizar la cultura, para transformar con la fuerza del Evangelio los valores determinantes y las fuentes inspiradoras de la humanidad.
Visión institucional A partir de los principios educativos formulados por el Padre Kentenich, la visión cristiana del ser humano y los elementos propios de la espiritualidad de Schoenstatt, los colegios María Educa asumen la siguiente Visión institucional:
“Formar personas a través de la educación en ambiente de familia y libertad a imagen de Cristo y María, con principios católicos expresados en la pedagogía del padre José Kentenich y una sólida formación académica de excelencia que les permita llegar a ser agentes activos de cambio en su realidad social y cultural.”
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3. Pilares del Proyecto Educativo
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En el contexto de la sociedad del conocimiento y la globalización los individuos y las sociedades experimentan una notable ampliación de sus posibilidades de realización. Las personas se reconocen distintas y aspiran a encontrar espacios para expresar legítimamente esas diferencias. Las sociedades valoran y promueven la diversidad. En este contexto, la educación ha adquirido una importancia fundamental no solo como mecanismo para el desarrollo de las naciones y la movilidad social de los individuos, sino también como factor para la construcción y el fortalecimiento de la identidad de personas y comunidades. En efecto, la educación provee al ser humano de un conjunto de conocimientos, destrezas y valores que lo habilitan para tomar decisiones respecto de su propio destino y de su forma de integrarse y participar de su comunidad local y nacional y, finalmente, de la gran familia humana.
Por otra parte, en el contexto de la cultura posmoderna, las personas buscan nuevos caminos para expresar su búsqueda de felicidad y transcendencia. En este proceso, la Iglesia ha visto disminuida su capacidad para plasmar la vida de las personas y familias y para orientar los destinos comunes de la sociedad. Lo anterior implica el desafío de encontrar nuevas instancias y estrategias de evangelización. La comunidad educativa se ha transformado, así, en un espacio privilegiado para poder anunciar a los estudiantes y sus familias el Evangelio y el modo de vida de Jesús. Conforme a esto, la escuela católica asume la tarea de entregar a los estudiantes conocimientos, habilidades y valores en un contexto educativo que busca establecer un diálogo permanente entre la fe y la cultura y, en particular, entre la fe y la ciencia.
Chile ha experimentado en los últimos decenios un importante desarrollo económico, el que se ha expresado – entre otras formas – en el mejoramiento de las condiciones de vida de sus ciudadanos. Sin embargo, también enfrenta en la actualidad importantes desafíos para poder consolidarse como una sociedad democrática e inclusiva. Entre ellos, la desigualdad social y económica afecta las condiciones de vida de individuos y familias a la vez que limita las posibilidades de desarrollo del país. Este, y en particular el sistema escolar, se ven permanentemente desafiados y tensionados frente a la urgencia de ofrecer a los hijos e hijas de las familias de escasos recursos un servicio educativo de calidad tal que les permita integrarse plenamente a una sociedad cada vez más compleja. Ello constituye una demanda ineludible para la construcción de un país que ofrezca a todos sus ciudadanos, sin distinción alguna, posibilidades igualitarias para su desarrollo y plenitud personal.
En el ámbito educativo, nuestro país ha experimentado en los últimos años el surgimiento de un amplio movimiento social que ha levantado enérgicas demandas por mayor calidad en el sistema escolar. La creación de una nueva institucionalidad educativa y del Sistema
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de Aseguramiento de la Calidad genera un nuevo y exigente contexto para el funcionamiento, así como complejos desafíos para los establecimientos escolares.
Inspirada en la visión profética del Padre José Kentenich, la Fundación María Educa tiene una mirada confiada sobre los procesos de cambio enunciados; asume creadoramente los desafíos que ellos implican; y compromete su acción en el servicio educativo a los hijos de las familias de la Región de Coquimbo, en el convencimiento de que con ello contribuye al desarrollo de la zona y del país y al anuncio y construcción del Reino del Señor Jesús. Conforme a esto, los colegios María Educa reconocen como propia la siguiente Misión institucional:
“Educar personas para la vida adulta, proporcionándole un clima religioso y un ambiente humano y físico que le permita establecer vínculos con Dios, las personas y su entorno; y a partir de sus experiencias y vivencias llegue a comprender el significado del mundo natural, sobrenatural, social y cultural acorde a su edad y madurez”.
La Misión institucional se lleva a la práctica mediante una propuesta educativa que considera la existencia de cuatro pilares que orientan su quehacer pedagógico.
PEI
CulturaFamiliar
Excelencia Educativa
FormaciónIntegralCatólica
Modelo PedagógicoKentenijiano
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3.1 Primer Pilar: Excelencia Educativa Los colegios María Educa ofrecen una propuesta educativa que se orienta a formar personalidades libres, recias y apostólicas que aspiran y se esfuerzan en forma permanente por lograr y entregar lo mejor de sí mismas en los diversos ámbitos de la vida personal y social. En este contexto, los colegios entienden la excelencia educativa como la creación de un espacio de desarrollo individual y comunitario que facilita y hace posible la aspiración permanente al crecimiento personal, la autoeducación del propio carácter y el máximo cultivo de los valores personales e institucionales.
Conforme a lo anterior, los colegios promueven la excelencia personal de cada miembro de la comunidad, de modo que cada uno, con independencia de su condición, pueda desarrollar al máximo sus capacidades y talentos, avanzar en el cultivo y la realización de sus ideales y alcanzar su propia plenitud y felicidad personal.
En el ámbito formativo, la excelencia educativa se manifiesta en la seriedad y honestidad con que cada persona, cada una según su propio rol en el colegio, enfrenta los procesos de desarrollo personal. El esfuerzo cotidiano por conocerse y superarse; la participación en las diversas actividades y experiencias formativas; el cultivo de los propios valores y el respeto a los demás; la máxima aspiración a los ideales personales y comunitarios; así como el reconocimiento de las propias capacidades y debilidades son signos de personalidades que buscan la excelencia personal.
En el ámbito académico, la excelencia educativa se expresa en la creación de una atmósfera que promueve el amor a la verdad y la búsqueda autónoma del conocimiento, así como desarrollo de múltiples y diversos espacios para la investigación y el aprendizaje. Son signos de la excelencia educativa la existencia de climas de aulas en los que todas y todos los estudiantes pueden aprender; la rigurosidad en la preparación y realización de las clases; el cumplimiento honesto de las tareas y actividades encomendadas; el amor por el trabajo realizado y el reconocimiento de los resultados de las propias acciones y omisiones.
La aspiración a la excelencia también se manifiesta en los esfuerzos de cada miembro de la comunidad, especialmente de quienes cumplen tareas educativas, por contribuir al mejoramiento permanente de la institución. Conforme a esto, los colegios promueven tanto el desarrollo personal como el perfeccionamiento profesional de sus colaboradores.
3.2 Segundo Pilar: Cultura familiar En el marco del cumplimiento de su propia misión institucional, los colegios María Educa promueven el desarrollo de una atmósfera caracterizada por la existencia de vínculos
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interpersonales, fuertes y duraderos como fundamento de la creación de una auténtica comunidad educativa, orientada por un estilo pedagógico compartido.
La cultura familiar tiene su fundamento trascendente en la vida de la Santísima Trinidad. A su vez, la promoción de una auténtica cultura familiar se encuentra en la identidad y en la experiencia de la Iglesia, familia de Dios, en la que la diversidad humana se transforma en un elemento clave para la unidad de destinos hacia un Padre común.
El cultivo de la vida familiar encuentra también su origen en la espiritualidad y en la organización interna de la comunidad que da origen a los colegios, la que -‐ conforme a la intuición carismática del Fundador -‐ se entiende a sí misma como Familia de Schoenstatt.
Los colegios promueven la vida familiar mediante la integración de cada uno de sus miembros a comunidades estables de vida, en las que puedan expresarse y manifestarse los intereses y las necesidades de las distintas personas, de acuerdo con su edad, historia y formación. Cada comunidad contribuye al bien común y al desarrollo de la familia de los colegios mediante el cultivo de su propia originalidad, de los valores institucionales y la aspiración a los más altos ideales.
En el caso de las alumnas y alumnos, ello se expresa en la pertenencia de cada estudiante a una comunidad de curso de carácter estable, la que lo contiene afectiva y socialmente y promueve su desarrollo individual. A su vez, cada integrante aporta desde su originalidad al crecimiento de los demás miembros de su curso y al desarrollo de éste como un todo vivo. Así, el curso – entendido como comunidad de intereses, tareas e ideales -‐ es la unidad básica de organización de la vida de los colegios y el espacio fundamental del desarrollo de cada estudiante, en sus dimensiones individual y social.
Por otra parte, la cultura familiar se expresa también en el respeto a la diversidad y en la atención preferente a los miembros de los colegios que requieran formas distintas de acompañamiento, especialmente de los estudiantes. Los colegios adhieren a la Ley de Inclusión, Gratuidad y No selección, a la de Subvención Especial Preferencial (SEP) y cuentan con un Proyecto de Integración Escolar (PIE) como estrategias que les permitan ofrecer un servicio educativo de calidad a quienes presentan necesidades educativas específicas.
La existencia de una cultura auténticamente familiar implica el esfuerzo de cada miembro de los colegios, conforme a su propio rol, por aportar creativa y responsablemente a la vida en común y al cuidado y al desarrollo de los demás. La contribución a la mantención de una sana atmósfera educativa y un buen clima organizacional; el trato digno y enaltecedor a los otros actores, especialmente con quienes cumplen funciones más sencillas; el cuidado por la honra y el buen nombre de cada miembro de la comunidad; la confidencialidad en el uso de la información referida a situaciones de los estudiantes y sus
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familias; la crítica sincera y honesta, realizada por los canales, en las formas y en la oportunidad adecuadas; la contribución generosa y creativa a las tareas y actividades de los colegios; el cuidado por la infraestructura y el equipamiento; el trabajo realizado con esmero y profesionalidad; el aprovechamiento del tiempo; y la defensa del prestigio y la imagen pública de los colegios son formas concretas en que se expresa la cultura familiar.
De otro lado, la cultura familiar implica el esfuerzo permanente de todos los actores de la comunidad, especialmente de quienes cumplen funciones de liderazgo, por el mejoramiento del clima laboral y la convivencia entre todos los miembros de la comunidad, como condición para el desarrollo de relaciones educativas, especialmente entre los estudiantes y entre éstos y sus educadores.
Por otra parte, la vida familiar implica la existencia de instancias normativas que regulen el comportamiento de los miembros de la comunidad, con la finalidad de garantizar la calidad de la convivencia y la creación de espacios para el crecimiento personal y comunitario. La trasgresión de las normas de convivencia puede dar lugar a formas de reparación del daño infringido a la comunidad, según lo contemplado en el Manual de Convivencia.
Para quienes trabajan en los colegios, el cultivo de la vida familiar supone también formas de retroalimentación del desempeño y la existencia de instancias formales de corrección ante las faltas personales y profesionales. Esto implica apertura para dejarse formar por otros, a la vez que generosidad para contribuir al desarrollo de los demás.
La Fundación María Educa hace suyo la preocupación por el mejoramiento permanente del clima organizacional y promueve la existencia de canales formales e informales de participación de los diversos miembros de la comunidad en la vida de los colegios y mantiene formas permanentes de comunicación y colaboración con los representantes de los diversos actores de los colegios.
3.3 Tercer Pilar: Formación integral católica Conforme a la visión antropológica del Padre Kentenich, los colegios buscan generar un espacio educativo en el que tengan cabida y que permita formar e integrar -‐ en una unidad personal auténtica y original -‐ las diversas áreas de la personalidad, de modo de captar y formar la totalidad de la vida humana. Así, en el estilo educativo de los colegios encuentran instancias de realización las diversas formas de expresión de la vida y la cultura, en su religiosa, científica, artística y deportiva.
Conforme a esto, además de la dimensión disciplinar formal, los colegios ofrecen – de acuerdo con sus posibilidades -‐ un amplio conjunto de actividades de carácter libre orientadas al máximo desarrollo de los intereses y habilidades de los alumnos. De igual
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modo, en el marco de su proyecto y estilo pedagógicos, los colegios promueven la existencia de formas libres de organización de los estudiantes y sus familias orientadas a canalizar la expresión de sus capacidades y talentos.
Por su catolicidad, los colegios orientan su quehacer a la integración entre fe y razón, de modo que las diversas áreas del currículo contribuyan, desde una perspectiva crítica, a la comprensión seria y profunda de las verdades de la fe, especialmente en relación con la visión del ser humano y su desarrollo y del lugar de Dios en la vida individual y social, conforme al ejemplo y el mensaje de Jesucristo. Se trata, desde esta perspectiva, de un currículo evangelizado, en cuanto las verdades y valores propios del cristianismo están integrados a las áreas disciplinares, a la vez que evangelizador, en cuanto está orientado a captar y dinamizar la vida de fe y espiritualidad de los estudiantes.
Por otro lado, los colegios aspiran a contribuir a la síntesis, en la existencia de cada miembro de la comunidad, entre la fe y la vida, de modo que la adhesión personal a la visión cristiana de Dios, de la persona y de la comunidad humanas tengan su correlato en la vida concreta, en los valores y actitudes; en las opciones personales; en el desarrollo de su espiritualidad; y en las formas de acción y de conducta en la vida familiar, laboral, política y social.
Ambos elementos implican una comprensión del curriculum capaz de integrar, en las prácticas pedagógicas a nivel de aula, las dimensiones cognitiva, afectiva y operacional, de modo de dotar de coherencia interna a la vida personal.
3.4 Cuarto Pilar: Modelo Pedagógico Kentenijiano El quehacer pedagógico cotidiano se realiza en los colegios María Educa conforme a un modelo pedagógico que integra los elementos doctrinales propios de la espiritualidad y la pedagogía de Schoenstatt con las exigencias del sistema nacional de educación.
Fines Formativos
Liderazgo Carismático
Estilo Pedagógico
Currículo Orgánico
Atmósfera Mariana
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3.4.1 Fines formativos Inspirada en la visión cristiana de la persona, la propuesta pedagógica de los colegios María Educa se orienta a formar auténticas personalidades femeninas y masculinas en su originalidad y su mutua y recíproca complementariedad. Todo el quehacer de los colegios se orienta a la formación de una personalidad que, conforme a su propia modalidad, encarne lo más perfectamente posible el ideal femenino y masculino revelados en la creación.
a) Ideales formativos Los colegios aspiran a formar en sus estudiantes los siguientes ideales formativos:
El origen del Modelo Kentenejiano es el “programa de autoeducación” propuesto por el Padre José Kentenich en el año 1912, cuya pedagogía asegura los medios para llegar a ser hombres y mujeres libres, recias (os) y apostólicas (as). A partir de lo anterior, se considera que el objetivo formativo de la libertad, va en la capacidad y la lucidez para decidirse por la voluntad de Dios, que busca en última instancia nuestra felicidad o plenitud de vida señalado como la santidad de la vida diaria; la reciedumbre no es sólo ser firme en convicciones sino que sobre todo siendo una personalidad orgánica, amando lo que se cree, creyendo en lo que se ama y haciendo lo que se cree y ama; y finalmente desde lo apostólico desarrollando los vínculos naturales y sobrenaturales para ser puentes entre ambas realidades.
Los colegios María Educa quieren formar varones interiormente libres, firmes en sus convicciones y profundamente arraigados en Dios, capaces de establecer vínculos de amor con las personas, las cosas y el trabajo, para comprometerse en la construcción del reino de Dios, formar mujeres interiormente libres que, a imagen de María, desarrollen al máximo sus capacidades y talentos, y generen vínculos de amor sustentados en fortaleza, sencillez, entrega y servicio, para responder a las necesidades del mundo de hoy, según la voluntad de Dios.
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b) Carácter coeducacional
Los colegios María Educa entienden la opción por un estilo coeducacional como la creación de un espacio educativo que promueve el desarrollo integral de todos los miembros de la comunidad educativa, en respeto a cada originalidad, lo que supone incorporar en igualdad de condiciones las realidades y las historias de las mujeres y de los hombres para educar en la igualdad desde la diferencia.
En coherencia con lo anterior, el estilo coeducacional de los colegios se fundamenta y expresa en la conjunción de dos principios complementarios:
b.1 Respeto y adecuación pedagógica a la originalidad individual
En primer lugar, el carácter coeducacional parte del supuesto de que cada persona – sin distinción de ningún tipo -‐ es un ser único y original, portador de una identidad y una misión para la sociedad y el mundo, las que el colegio debe respetar, orientar y proyectar hacia su plenitud.
Conforme a lo anterior, los colegios María Educa– en función de su catolicidad – están abiertos a todas las familias y, en consecuencia, a la diversidad inherente a la vida humana, por lo que en sus aulas se expresa la heterogeneidad propia de una población escolar caracterizada por la diversidad social, étnica y cultural, propia del Chile de hoy.
De otro lado, la propuesta de los colegios supone que el quehacer educativo debe adecuarse – en cuanto ello sea posible en el marco de una institución escolar -‐ a las características individuales y grupales de las y los estudiantes. De acuerdo con esto, para efectos de la gestión del currículo y la oferta formativa, los cursos se organizan conforme a la edad y el género de los estudiantes, de modo que el estilo pedagógico se adapta a las características psicológicas, afectivas y sociales de los alumnos, de las cuales el género es uno de los elementos centrales.
Por otra parte, precisamente debido al carácter mariano de su propuesta educativa, los colegios promueven el mayor respeto a la originalidad y dignidad de la mujer. En efecto, la imagen de María – y el conjunto de valores y actitudes a ella asociados – es consciente e intencionalmente cultivada como ideal educativo para la totalidad de los miembros de la comunidad educativa, por lo que nuestras docentes, estudiantes y asistentes de la educación encuentran, en todo momento, un espacio educativo que valora protege y promueve su originalidad, igualdad y dignidad.
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b.2 Complementariedad
En segundo lugar, el carácter coeducacional de la propuesta educativa se basa en el supuesto de que las diferencias entre mujeres y hombres encuentran su sentido y finalidad en la más perfecta complementariedad entre ambos. En efecto, tanto desde el punto de vista biológico como psicológico, afectivo y social, las diferencias entre hombres y mujeres se orientan al mutuo y recíproco perfeccionamiento.
Conforme a lo anterior, en un continuo de carácter progresivo conforme a la edad, las y los estudiantes de los colegios encuentran a nivel curricular y formativo múltiples instancias formales e informales de encuentro, participación y desarrollo común. En efecto, recreos, patios y comedores, así como otras dependencias, son espacios y tiempos comunes en que se producen y expresan en forma completamente natural y espontánea el encuentro y las múltiples interacciones y formas de sociabilidad entre niñas, niños y adolescentes.
En el plano curricular, y en los distintos niveles educativos, los estudiantes participan de diversas instancias comunes, desde las Actividades de Libre Elección (ACLE) a los cursos que componen la oferta de Formación Diferenciada de los terceros y cuartos años de Enseñanza Media, comunes para mujeres y hombres.
De modo semejante, en el plano de la formación personal, las y los estudiantes participan, sin restricciones, de actividades comunes en los ámbitos pastoral, social, cultural, entre otras, las que permiten generar las condiciones para asegurar la necesaria complementariedad entre personas de ambos géneros.
Por otra parte, el Proyecto Educativo reconoce el valor formativo de la presencia de personas de diferentes géneros en la formación los estudiantes, por lo que tanto el cuerpo directivo, como los docentes y asistentes de la educación ejercen su labor sin restricciones de ningún tipo en relación con los cursos de damas y varones, incluido el rol de profesor(a) jefe.
c) Perfil de egreso
La propuesta formativa se concreta en un perfil de egreso que específica los conocimientos, las habilidades y las actitudes que las y los alumnos que egresan de los colegios deben desarrollar durante su vida escolar.
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Dimensión COGNITIVA
Conocimientos (saber):
- Reconocer su estilo y ritmo de aprendizaje
- Discriminar información
- Adquirir una comprensión orgánica de la realidad
Habilidades (saber hacer):
- Utilizar diversas técnicas de estudio
- Elaborar información
- Fundamentar respuestas
- Utilizar el método teológico – pastoral de comprensión de la realidad
Valores y actitudes (sabiduría):
- Amor por la verdad y el conocimiento
- Responsabilidad por el propio aprendizaje
- Valorar y respetar la realidad como creación de Dios
Alumnos
Trascendente
Social
Intrapersonal
Cognitivo
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Dimensión INTRAPERSONAL
Conocimientos (saber):
- Reconocer lo propio del ser masculino y femenino (identidad psicológica, física y emocional)
- Reconocer los componentes de su estructura de personalidad
- Reconocer la propia originalidad
- Tomar conciencia de su propia dignidad
Habilidades (saber hacer):
- Utilizar instrumentos de autoeducación
- Desarrollar la capacidad de autocrítica (reflexión)
- Asumir responsablemente la misión personal
- Desarrollar el amor a sí mismo
Valores y actitudes (sabiduría):
- Aceptación personal (reconocimiento de fortalezas y debilidades)
- Valoración de su propia originalidad (amor a sí mismo)
- Cultivar la propia originalidad (conquista de sí mismo)
Dimensión SOCIAL
Conocimientos (saber):
- Comprender la dimensión social del ser humano
- Comprender las consecuencias de la vida en comunidad
- Conocer la existencia de distintas realidades sociales y culturales
- Comprender las debilidades de cada realidad social y cultural
Habilidades (saber hacer):
- Reconocer el valor de las distintas realidades
- Capacidad de escuchar y relacionarse con otros
- Capacidad de trabajar por el bien común
- Reflexionar críticamente sobre la realidad social y cultural
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Valores y actitudes (sabiduría):
- Tolerancia y respeto por las diferencias
- Capacidad de salir de sí mismo y desarrollar empatía
- Desarrolla vínculos comunitarios (amor a otros)
- Responsabilidad por la vida comunitaria
- Reconocer los efectos de mis acciones y omisiones en los demás
Dimensión TRASCENDENTE
Conocimientos (saber):
- Conocer la novedad de Dios y su relación con el mundo y las personas.
- Descubrir la Buena Noticia de Jesús
- Comprender la Iglesia como vivencia de la fe en comunidad.
- Conocer los elementos centrales del carisma de Schoenstatt
- Entender a María como camino de encuentro con Jesús
Habilidades (saber hacer):
- Desarrollar una vida interior (espiritualidad)
- Desarrollar una vivencia comunitaria de la fe
- Vivir una espiritualidad Mariana
- Vivir una Espiritualidad de Alianza conforme a su originalidad
Valores y actitudes (sabiduría):
- Desarrollar una actitud de hombre creyente
- Apreciar la actitud de instrumento de Dios
- Participar en acciones de apostolado
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3.4.2 Atmósfera mariana En el contexto de los colegios, entendemos por atmósfera mariana la existencia de un espacio y un estilo de relaciones que hacen posibles que cada miembro de la comunidad experimente el entorno adecuado para su desarrollo, especialmente en los planos afectivo y psicológico. Ello implica el esfuerzo permanente por generar en las diversas dependencias y actividades de los colegios un ambiente humanizador, en el que cada persona encuentre caminos y formas de descubrimiento y expresión de propia identidad y, a la vez, de superación y desarrollo personal.
La creación de una atmósfera mariana implica generar al interior de los colegios un espacio educativo diferenciado, capaz de limitar la influencia de las corrientes y manifestaciones sociales y culturales que atentan contra la personalización del ser humano. Los colegios aspiran a que todos sus miembros experimenten las distintas dependencias y las diversas actividades colegiales como un espacio de acogimiento, seguridad y respeto a su integridad física y psicológica. Los colegios aspiran llegar a ser para todos y todas, un hogar común.
Conforme a lo anterior, los colegios promueven un estilo de convivencia basado en el respeto a la originalidad de cada persona; la resolución mediada de los conflictos; la expresión legítima de las diferencias individuales; la existencia de instancias de organización y representación de los diversos estamentos y grupos; y la participación responsable en las decisiones sobre los colegios, en las formas y los canales definidos para ello.
La existencia de símbolos explícitamente religiosos; la limpieza y el orden de los espacios; el cuidado del mobiliario y otros implementos; un ambiente de espontánea alegría y sana camaradería; la sencillez en el trato; la presentación personal conforme al uso establecido por los colegios; la utilización de un lenguaje respetuoso, entre otras formas, son signos y seguros de una atmósfera digna y dignificadora.
Valores institucionales La creación de una atmósfera educativa mariana implica la aspiración común a un conjunto compartido de valores, los que orientan la toma de decisiones y dan sentido a nuestro quehacer educativo.
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a) Vínculos
El amor es una fuerza humanizadora: La persona se desarrolla en la medida en que ama. Los vínculos fuertemente afectivos tienen la capacidad de desplegar la vida humana, hacen salir a cada individuo de sí mismo y ponerse en movimiento hacia el objeto de su amor. En el encuentro personal y afectuoso con los demás, los lugares, las cosas y las ideas adquirimos sus perfecciones y nos hacemos personas.
Conforme a lo anterior, los colegios procuran despertar y fomentar en las y los estudiantes la capacidad para establecer vínculos afectivos entre ellos, con sus profesores, con el colegio como comunidad, con el país como patria común y con el mundo que los rodea. De aquí la importancia del curso como instancia de contención afectiva y como espacio privilegiado de compañerismo y amistad.
Los vínculos se expresan también en el amor a ideas e ideales. Las primeras se refieren al valor de concepciones del mundo y la naturaleza, al amor a diversas áreas del saber, de la investigación y de las ciencias. El amor a los ideales, en cambio, apunta al amor que las personas desarrollamos por ciertas ideas-‐fuerzas que captan el mundo afectivo y orientan la vida personal.
Vínculos
Espiritualidad
Liderazgo
Autonomía
Magnanimidad
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En el contexto de un establecimiento educacional, tienen una especial importancia los vínculos a las ideas debido a que constituyen la base del esfuerzo por transmitir el mundo, su estructura y significado, fin propio del curriculum escolar. Desde el punto de vista del proceso pedagógico, la vinculación a las ideas tiene su correlato en el estudiante en el aprendizaje significativo de los contenidos escolares, es decir, la resignificación de la realidad por el contacto de lo aprendido con sus propios valores y, de este modo, con la dinamización de su vida interior y de su conducta.
Signos de una adecuada vinculación a las ideas en el contexto escolar son el amor por la verdad, la búsqueda sincera del conocimiento mediante la investigación autónoma y creativa, el trabajo bien realizado y la honestidad intelectual.
El Padre Kentenich también señala la importancia del amor a los lugares (vinculación local), en primer lugar, al propio hogar; por extensión, al colegio, a naturaleza y la Patria. Desde el punto de vista del proceso pedagógico, el punto de partida es fomentar el cariño de los estudiantes a su casa, a su sala, y al propio colegio.
De otro lado, el Padre Kentenich también señala el rol educativo del Santuario de Schoenstatt como lugar de vinculación de cada persona consigo misma y con los demás, con Dios y la Virgen, como camino de preparación para la aspiración al mundo sobrenatural. Conforme a esto, los colegios promueven y procuran activamente vincular a cada miembro de la comunidad educativa al Santuario de Schoenstatt Tabor de Peñuelas, mediante la realización de talleres, jornadas, charlas y otras actividades educativas.
Uno de los aportes más originales del Padre Kentenich es el énfasis en la red de vínculos naturales y sobrenaturales: La armonía entre la naturaleza y la gracia, entre el orden natural y sobrenatural, encuentran su expresión principal en la armonía de los vínculos de amor que nos relacionan con las personas, las cosas y lugares en el orden natural, y los vínculos de amor que nos unen con las personas y realidades del mundo sobrenatural. Estos se van gestando a lo largo de nuestra existencia, proceso que tiene repercusiones decisivas para el desarrollo personal, social y religioso.
b) Autonomía
Entendemos la autonomía como la búsqueda y el esfuerzo permanentes de cada persona – y por extensión, de diversos grupos -‐ por crear y mantener formas legítimas de expresión de la propia identidad, de acuerdo con la respectiva etapa del desarrollo, y en un marco de convivencia comunitaria. En este contexto, la autonomía es tanto expresión
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como camino de búsqueda de la propia originalidad personal, a la vez que responsabilidad por el espacio común con otros, dotados de igual dignidad y libertad.
El ejercicio de la autonomía personal supone la capacidad de cada persona para participar en la toma de decisiones sobre su propia vida y la asunción de las responsabilidades que ellas conllevan. Lo anterior implica el desafío de formar en las y los estudiantes en el control sobre sus propios impulsos y su vida instintiva, de modo que su actuar responda progresivamente a sus convicciones y principios, a su comprensión del mundo y de la sociedad, a sus valores e ideales.
A nivel curricular, la educación a la autonomía personal conlleva la implementación de un estilo pedagógico y de metodologías de enseñanza que promuevan el desarrollo de una visión crítica de los contenidos de aprendizaje, de las teorías acerca de la realidad y de la cultura que reciben. El sentido crítico debe llevar, también, al cuestionamiento por parte del alumnado de sus propias concepciones acerca de la naturaleza, de la sociedad y del mundo.
En el contexto institucional, la autonomía implica el desafío de generar y mantener espacios que permitan expresar adecuadamente los legítimos intereses, inquietudes, creencias y valores individuales y grupales. En este contexto, los colegios gradúan, conforme a la edad y las etapas de desarrollo, los ámbitos en que las y los estudiantes pueden tomar decisiones autónomas, a la vez que promueven la existencia de formas libres de asociación de los diversos estamentos que componen la comunidad, cada uno de los cuales está llamado a buscar su propio fin.
En el contexto de los colegios, el ejercicio de la autonomía personal está limitada por el respeto a los demás miembros de la comunidad y a los fines propios de la institución, y se encuentra regulada por el Manual de Convivencia.
c) Espiritualidad
Llamamos espiritualidad a una dimensión de la existencia personal que hace presente el hecho de que cada ser humano a es un misterio para sí mismo y que, con independencia de la adhesión a credos religiosos, toda vida humana tiene un sentido trascendente, no se agota en las coordenadas sociales y culturales propias de cada existencia individual. La dimensión espiritual nos hace conscientes de nuestra propia unicidad y originalidad; de la dignidad intrínseca a toda vida humana; y despierta la pregunta por el sentido final de la vida en el encuentro con un Otro.
El cultivo de la espiritualidad está en la base de la autoeducación y el crecimiento personal. Se expresa, en primer lugar, en el conocimiento de sí mismo: el esfuerzo consciente -‐ de acuerdo con la edad y la respectiva etapa del desarrollo – por conocer,
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reconocer y asumir la propia originalidad; la estructura de personalidad; la historia personal, y las inclinaciones de la naturaleza individual (ideales, valores y gustos). En segundo lugar, se manifiesta en la conquista de sí mismo: la libre contribución por hacer crecer, perfeccionar y llevar a su plenitud los elementos que lo constituyen como persona.
Conforme a lo anterior, el cultivo de la dimensión espiritual hace posible a cada persona conocerse en mayor profundidad, así como hacerse consciente de sus dones y sus necesidades de crecimiento. Del mismo modo, despierta la conciencia a sus propias vivencias subjetivas (pensamiento, emociones y sentimientos) y la receptividad al mundo que lo rodea, especialmente a las necesidades de otras personas, lo que permite establecer un adecuado equilibrio entre su dimensión individual y su carácter social; entre lo que vive y experimenta a nivel privado – interioridad -‐ y la expresión pública de su personalidad.
Desde el punto de vista educativo, el cultivo de la espiritualidad tiene efectos positivos sobre el desarrollo de la persona, en la medida en que le permite establecer y hacerse consciente de su propia escala de valores y decidir y actuar en la vida cotidiana conforme a ella. También se manifiesta en el desarrollo de un sistema de creencias, es decir al conjunto de interpretaciones y significados que cada individuo otorga a las personas, sus relaciones y las experiencias de su existencia. En este plano, la espiritualidad permite a las personas hacerse conscientes de las creencias heredadas o socialmente aceptadas, contrastarlas y razonarlas críticamente y asumirlas como opción libre y personal.
Finalmente, la espiritualidad también despierta el sentido de trascendencia, en la medida que genera en las personas la capacidad y el hábito para descubrir e identificar dimensiones trascendentes del mundo natural y en los acontecimientos de su propia vida y en la de los demás.
d) Liderazgo
La vida humana se caracteriza por la existencia de una amplia diversidad: historia, carácter, tendencias y capacidades, entre otros factores, hacen que cada persona sea y actúe como una unidad única e irrepetible. Desde el punto de vista social, dicha diversidad implica la existencia en toda agrupación de energías que tienden a la desorganización y, en consecuencia, ponen en riesgo la existencia misma de la comunidad.
Conforme a lo anterior, todo grupo humano necesita para su existencia y desarrollo de un principio ordenador que contribuya a integrar y unificar los múltiples y distintos intereses y necesidades hacia la construcción de una visión compartida y hacia el cumplimiento de objetivos y metas comunes. Esta es la misión propia de toda auténtica autoridad: generar
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las condiciones para el máximo desarrollo de la comunidad y de cada uno de los miembros que la componen.
El principio de autoridad encuentra su realización en personas concretas que asumen roles de conducción al servicio de las comunidades. El rasgo característico del liderazgo, según la comprensión del Padre Kentenich, es el servicio a la vida de los dirigidos. Según esto, más que a la realización de sus propias ideas, el líder debe contribuir al máximo desarrollo de la originalidad de quienes le han sido confiados. Para ello, debe conocer en profundidad a sus dirigidos; hacer suyos sus valores e ideales; despertar sus capacidades y potencialidades; y conducir a cada persona y a la comunidad hacia su propia plenitud.
Se trata de un liderazgo personalizador y liberador, en la medida en que, mediante la entrega servicial a los demás, busca superar cualquier forma de masificación de los individuos en un seguimiento ciego a otros. En su sentido social, el liderazgo así entendido y realizado busca dar origen a un nuevo tipo de sociedad, en la que la autoridad – política, eclesial, económica -‐ está al servicio del máximo desarrollo de las personas.
Los colegios María Educa aspiran a ser escuelas de auténtico liderazgo. En ellos se deben formar personalidades que jueguen un rol central en la conformación de una cultura de la comunión y de un nuevo orden social, basados en el ejercicio de un nuevo tipo de liderazgo, al estilo de Jesús, que esté al servicio del desarrollo de cada persona y de la comunidad.
El ejercicio del liderazgo al servicio del desarrollo de los conducidos implica en el líder ser, en primer lugar, autoridad para sí mismo: un sano dominio sobre la propia vida, especialmente de los impulsos naturales, de modo de acoger en su propia personalidad los intereses, valores e ideales de los dirigidos.
La toma de decisiones basada en principios claros, sustentados en una seria comprensión del mundo y de la orientación de las corrientes culturales de su época; la firmeza de propósito y la perseverancia en la realización de lo decidido; la entrega incondicional a una gran idea y a los dirigidos son rasgos característicos de un liderazgo de impronta kentenijiana.
Para los colegios, lo anterior implica el desafío de formar y promover el liderazgo en todos los niveles, el acompañamiento y el fortalecimiento de los órganos de representación de los actores de la comunidad; la formación explícita de líderes, especialmente entre las y los estudiantes; la importancia asignada a los Directivas de curso y al Centro de alumnos en la toma de decisiones que los afectan.
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e) Magnanimidad
La magnanimidad es la disposición que le permite a la persona dar de sí misma más allá de las exigencias normativas o los acuerdos contractuales. Cada miembro de los colegios está llamado a cumplir en la forma más fiel y perfecta las obligaciones y tareas que emanan de su propio rol en la comunidad. El cumplimiento estricto de las propias responsabilidades, conforme a las capacidades individuales y las circunstancias, constituye un deber moral y es el ámbito privilegiado para el perfeccionamiento de la propia personalidad (autoeducación).
Frente al cumplimiento de las obligaciones, la magnanimidad consiste en la disponibilidad para superar en la acción concreta los límites de lo que es exigible desde el punto de vista de las normas – de lo estrictamente debido -‐ para dar con generosidad y altruismo, superando los “mínimos” establecidos externamente. En este sentido, la magnanimidad supone la capacidad para decidir internamente – a nivel personal, subjetivo -‐ los límites de la propia conducta.
El Padre Kentenich sostiene que es necesario apelar al “heroísmo juvenil” y proponer a los educandos desafíos y tareas relevantes, que capten y orienten sus impulsos vitales hacia los más altos valores e ideales. Conforme a esto, la magnanimidad es el horizonte de la educación de la autonomía y de la libertad, en tanto es la disposición que mueve a la persona a dar de sí con desprendimiento, más allá de lo que está estrictamente obligado, contribuyendo libre, gratuita y desinteresadamente al bien de los demás y de toda la comunidad.
La educación a la magnanimidad tiene también efecto en la construcción de un nuevo orden social. En efecto, en cuanto su vivencia implica una renuncia a la comodidad, a la búsqueda legítima de los propios objetivos y metas y a la expresión de anhelos e intereses personales para procurar el bien de otros, juega un rol central en despertar y fortalecer el espíritu de servicio, la solidaridad y el compromiso social.
El celo en el cumplimiento de las obligaciones y tareas, el cuidado abnegado de los espacios comunes, la participación en actividades voluntarias y solidarias, la entrega generosa del tiempo, la contribución en las actividades de los colegios, la ayuda desprendida a los demás miembros de la comunidad – especialmente de quienes tienen más dificultades – son signos de un sano desarrollo del sentido de magnanimidad.
3.4.3 Liderazgo carismático Las personas llamadas a liderar los colegios deben hacer suyos y encarnar en su vida los principios, valores y estrategias propias de la propuesta educativa del Padre José Kentenich, expresados en el Proyecto Educativo Institucional. Según este principio,
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quienes ocupen roles de liderazgo deben – en primer lugar -‐ esforzarse por comprender cabalmente la concepción de la persona, de Dios y de la comunidad que inspiran la pedagogía kentenijiana, de modo de transmitirla vitalmente a los demás miembros de la comunidad.
Por otra parte, los líderes deben establecer vínculos personales con quienes les han sido confiados. Según esto, en sus diversos ámbitos de acción, los líderes o jefes deben esforzarse por conocer y llegar a amar a quienes deben dirigir, con la finalidad de buscar -‐ en toda circunstancia -‐ no solo el bien de la institución, sino también el de cada miembro de la comunidad.
Conforme a la comprensión del Padre Kentenich, los líderes están al servicio de la vida de los dirigidos: la conducción de las personas y grupos debe estar orientada hacia el máximo cumplimiento de la originalidad y la plenitud personal de cada miembro de los colegios. Según esto, los jefes deben despertar, orientar, cuidar y conducir la vida de los dirigidos – a nivel individual y grupal – hacia su propio perfeccionamiento.
El ejercicio del liderazgo en los colegios María Educa supone establecer un sano equilibrio entre la capacidad real de quienes tienen la legítima autoridad para tomar decisiones en el ámbito de sus atribuciones, por una parte, y las necesarias formas de participación de la comunidad en la definición de medidas que la afecten, por otro, de modo de articular una correcta relación entre autoridad y participación democrática. Conforme a esto, los líderes deben propiciar el funcionamiento de mecanismos de consulta y formas de participación y deliberación de la comunidad en la toma de decisiones, de modo de garantizar que sus determinaciones consideren el parecer, las expectativas y los criterios de los miembros de los colegios.
La propuesta del Padre Kentenich reconoce tres estrategias de liderazgo. En primer lugar, liderar a personas implica el contacto personal con los dirigidos: el trato frecuente y cercano; la capacidad de escuchar a los otros; el reconocimiento de los procesos vitales; y el respeto irrestricto a la libertad de los dirigidos son formas concretas de un liderazgo kentenijiano.
En segundo lugar, los jefes deben conducir por medio de otros jefes, para lo cual una de sus tareas fundamentales es despertar y formar líderes que conduzcan la vida de otras personas. Además, del apoyo a las organizaciones propias de los estudiantes – Directivas de curso y Centro de alumnos -‐ la promoción de en todos los ámbitos de formas libres de asociación permitirá generar en los colegios múltiples liderazgos al servicio del desarrollo de la comunidad.
Por último, los líderes deben ser capaces de captar, en la expresión de intereses y necesidades de los dirigidos, la orientación del desarrollo de la vida que Dios despierta en
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ellos y contribuir a su despliegue y realización. Para ello, los jefes deben conocer profundamente a sus dirigidos y encarnar en su propia vida los valores que los animan.
3.4.4 Estilo pedagógico En coherencia con la propuesta educativa de Padre Kentenich, el estilo pedagógico de los colegios María Educa se articula sobre los siguientes componentes:
a) Pedagogía de la libertad
El cristianismo es ante todo una invitación de Dios al ser humano y, en cuanto tal, éste sólo puede responder a ella desde su libertad. De aquí la preocupación central del Padre Kentenich de formar personalidades auténticamente libres, no sólo de las imposiciones del entorno y la cultura, sino fundamentalmente de sus propias tendencias, temores e instintos. El Padre Kentenich entiende que la libertad individual constituye el fundamento de la dignidad de la persona. Sin embargo, como educador, está convencido de que la libertad es, ante todo, una conquista que cada persona debe alcanzar mediante la superación de los mecanismos que limitan su capacidad de amar.
En la concepción pedagógica del Padre Kentenich la educación debe contribuir a formar personas capaces de tomar autónoma y responsablemente el destino de sus vidas en sus propias manos; que puedan discernir, juzgar y decidir por sí mismas y que actúen en consecuencia. Libertad en este contexto es tanto capacidad de decidir cómo realizar lo decidido.
En el contexto escolar, la educación de la libertad y para la libertad supone la existencia de un conjunto de normas que aseguren las condiciones para la vida comunitaria y para el logro de los fines y metas de la institución. La responsabilidad de unos por otros implica respetar y hacer respetar esa normativa en forma lúcida y esclarecida. Por lo mismo, la preocupación central de nuestro estilo educativo consiste en la educación para la magnanimidad, esto es, que los miembros de nuestra comunidad no se limiten al cumplimiento de lo estrictamente normado (el mínimo), sino que aprendan a dar de sí mismos cuanto sea posible.
b) Pedagogía de la Confianza
Para el Padre Kentenich el punto de partida del proceso pedagógico es la confianza en que el educando – independientemente de sus condiciones actuales – es capaz de crecer. Sin una confianza fundamental en las posibilidades de desarrollo de las personas no es posible
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generar cambios en otros. Por tanto, la pedagogía de la confianza implica reconocer que el educando es siempre capaz de aspirar a ideales, de amar, de buscar la verdad, de hacer el bien.
En su sentido más profundo, la pedagogía de la confianza hace referencia a una imagen del ser humano; específicamente, a la idea de que en la persona siempre prevalece la imagen de Sí mismo que Dios ha impreso en la naturaleza humana. A pesar de que es posible experimentar cotidianamente su imperfección, es necesario tener presente que jamás se pierde la dignidad humana, la condición de hijos de Dios.
Desde el punto de vista educativo, la pedagogía de la confianza implica que el educador debe procurar siempre descubrir el fondo de verdad, de bien y de bondad que subyacen a las motivaciones actuales del educando. Desde luego, en función tanto de la edad como de condiciones particulares de algún alumno o alumna, es posible que aquello que buscan o a lo que se orientan (gustos, tendencias, intereses) puedan parecer superficial o banal al educador. Sin embargo, las posibilidades de acompañar su desarrollo dependerán de la capacidad del educador por reconocer y valorar dichas motivaciones y ayudar al educando a descubrir nuevas y más significativas realidades hacia las que dirigir su interés.
La pedagogía de la confianza supone que el educador, convencido de las posibilidades futuras de quien educa, debe amar desinteresadamente al educando, lo que implica que debe desear y buscar siempre su bien y su desarrollo, a la vez que respetar sus ritmos, procesos y limitaciones. Sin embargo, el respeto por el educando no debe limitar o cohibir al educador en su tarea de procurar su crecimiento: por amor debe salir a su encuentro, estimular su cambio y acompañar el desarrollo de sus procesos de crecimiento, de modo de orientar éste hacia nuevos horizontes y posibilidades.
c) Pedagogía de las Vinculaciones
La preocupación central del Padre Kentenich fue formar personas capaces de amar, de ligarse – en libertad – afectivamente en forma estable con el mundo circundante: con las personas, con los lugares y cosas; con las ideas e ideales. La pedagogía de las vinculaciones busca poner en movimiento la capacidad transformadora y creadora del amor, de modo de llegar a formar personas que puedan poseerse a sí mismas para donarse a otros.
El Padre Kentenich afirma que “el amor es el punto de partida, el camino y la meta del sistema pedagógico”. Consecuentemente con lo anterior, la pedagogía de las vinculaciones se orienta a formar en las personas su capacidad de amar: enseñar y aprender a amar; a dar y recibir amor.
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En el contexto escolar, la pedagogía de las vinculaciones supone la existencia de un clima institucional caracterizado por la existencia de sólidos vínculos entre todos los miembros de los colegios, especialmente entre los docentes y las y los alumnos al interior del aula. Además, implica la presencia y el cultivo de fuertes vínculos comunitarios en los cursos y grupos de docentes, personal y padres y apoderados. En consecuencia, nuestros colegios fomentan la existencia de formas libres de asociación de los diversos actores institucionales como medios para el fortalecimiento de la vida comunitaria.
El cuidado y la limpieza de salas, patios y otros espacios son indicadores de una sana vinculación al colegio como entidad física, mientras que la correcta presentación personal, la postura corporal y el lenguaje son signos de correcta vinculación con la propia realidad. El trato respetuoso y digno hacia los demás miembros de la comunidad, especialmente a los más pequeños, es un indicador de una sana vinculación a las personas.
Por otra parte, la pedagogía de las vinculaciones también supone un sano amor a los deberes y responsabilidades encomendados, tanto por parte de los alumnos como de los docentes y demás profesionales. Una sana vinculación al propio trabajo es garantía de excelencia en el cumplimiento de las tareas y obligaciones.
En el ámbito académico, por último, la pedagogía de las vinculaciones busca que los educandos lleguen a amar lo aprendido: intencionar en ellos el desarrollo de un sano afecto por el conocimiento, de modo de generar una cultura escolar centrada en los aprendizajes y la búsqueda de la verdad.
El vínculo a María En la propuesta pedagógica del Padre Kentenich tiene un lugar central el vínculo a la Virgen María. Conforme a su propia experiencia de vida, “Ella es la gran educadora”. Del mismo modo como formó a Jesús, María cumple una función educativa en relación con cada individuo: Ella puede y quiere conducir a cada persona a un amor profundo y personal con Cristo y con Dios.
Por otra parte, María es también modelo de humanidad. En ella Dios ha querido revelar toda la grandeza de una vida traspasada de su amor. Conforme a lo anterior, en las comunidades fundadas por el Padre Kentenich se procura cultivar el vínculo a su persona como camino para crecer, a semejanza suya, en el amor y el servicio a los demás y a Dios.
María es un modelo de vida y de personalidad tanto para mujeres como para varones. En una cultura masculinizada, el amor a María es también para los varones un seguro para desarrollar vínculos personales cálidos y profundos y superar, de ese modo, la tendencia del varón a la masificación.
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Por último, es necesario considerar que en María se revela el ideal de persona y el cumplimiento perfecto de la propuesta pedagógica del Padre Kentenich. Ella se ha abierto plenamente a la gracia y se ha dejado educar por Jesús. Transformada por el amor y la acción de Dios puede ahora ser también eminentemente educadora y conducir a otros hacia su Hijo.
d) Pedagogía de movimiento
El ser humano se mueve siempre hacia lo que ama. En efecto, la conducta personal está motivada siempre por los intereses y valores que, en cada momento de la vida, captan su atención y su subjetividad. Sin embargo, la persona está llamada a amar también otras realidades, distintas a las que en un momento determinado orientan su capacidad de amar. El amor humano puede extenderse a toda realidad creada. Todo cuanto existe es amable, puede ser objeto de amor: las demás personas; la naturaleza con su inmensa diversidad de seres; el mundo de la cultura, las ideas y las obras concretas de los hombres y las mujeres de hoy y del pasado. En otras palabras, el ser humano puede pasar de su amor actual – a veces limitado, estrecho y egoísta – a amar realidades, verdades, ideales y valores superiores, es decir, que tienen un mayor impacto positivo sobre la transformación de su propia existencia.
En el contexto anterior, la pedagogía del movimiento consiste en dinamizar el mundo de valoraciones y de intereses de las personas y de las comunidades, movilizando los valores actuales e integrándolos en valores superiores.
El Padre Kentenich sostiene que cada persona y cada comunidad tienen una peculiar receptividad para los valores: en forma espontánea asignan mayor importancia y se orientan más hacia un conjunto específico de intereses y valores, mientras que otros no captan inmediatamente su atención. Ellos constituyen y animan la vida subjetiva de cada individuo y comunidad. La pedagogía del movimiento posibilita que nuevos valores sean percibidos, de modo que la vida subjetiva se amplíe y enriquezca mediante el surgimiento de nuevos intereses que capten y movilicen la vida hacia otras realidades.
Desde el punto de vista metodológico, la pedagogía del movimiento reconoce siempre como punto de partida del proceso pedagógico los intereses y valores que subjetivamente mueven a una persona o comunidad en un momento determinado y, mediante su profundización, los pone en relación con nuevos y – objetivamente – más importantes valores.
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e) Pedagogía del Ideales
El Padre Kentenich sostiene que cada ser humano es un “pensamiento y deseo encarnado de Dios”. Movido por el amor, Dios crea a cada persona en forma única, original e irrepetible. Dicha originalidad se expresa en las características físicas y psicológicas de cada individuo, en su historia y en sus anhelos e intereses más profundos. Cada ser humano es llamado a la existencia con una identidad y una misión propias, que lo constituyen como persona y desde las cuales realiza su existencia en los planos natural y sobrenatural.
En relación con esa visión del ser humano, la pedagogía del ideal consiste en contribuir como educadores a que cada persona pueda reconocer y conquistar su propia identidad. Consecuentemente con esto, el educador debe ayudar a cada educando a reconocer sus valores y talentos, capacidades y limitaciones y, en ellos, la intención creadora de Dios para con él. Una condición para ello es que el propio educador haya realizado – o esté realizando – un camino similar de descubrimiento y conquista de su propia identidad.
Es importante considerar, por otra parte, que el Padre Kentenich sostiene que también los grupos humanos son queridos por Dios y tienen, por tanto, un ideal comunitario. En efecto, las comunidades – especialmente las de carácter más estable, como el matrimonio y la familia, las comunidades religiosas y las instituciones sociales -‐ tienen también una identidad y una misión que es posible conocer y necesario cultivar y desarrollar.
Conforme a lo anterior, en nuestros colegios procuramos que cada persona y cada comunidad – especialmente los cursos – reconozcan y desarrollen al máximo su identidad y su misión particulares.
3.4.5 Curriculum orgánico La conducción pedagógica óptima para la adquisición de los contenidos del saber académico es a través de la estructuración del ambiente de aprendizaje, dentro y fuera del aula para que el alumno lo explore y descubra sus significados y sentido. El aprendizaje se desencadena con la exploración del entorno natural, cultural y trascendente.
Entendemos el currículo como un proceso personal y comunitario, sistemático, progresivo y pedagógicamente intencionado de encuentro de cada alumno, de acuerdo con su propia originalidad y vocación, con la realidad en cuanto verdadera. En ese contexto, nuestro currículo es tanto una oportunidad para la expresión de la originalidad de los alumnos, así como está al servicio de su máximo desarrollo.
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La vida de las y los estudiantes y de la comunidad de curso, tal como ellas se expresan en una particular originalidad en las diversas etapas del desarrollo, son el principio formal de organización curricular. Conforme a lo anterior, tanto la organización escolar (ciclos) como la estructuración de las áreas de conocimientos (departamentos) se constituyen en función y al servicio de la identidad personal y comunitaria.
La persona es un ser en proceso: cada etapa del desarrollo humano constituye un momento en el proceso de autodespliegue de su identidad, que supone acentuaciones y metas propias. Ahora bien, dicho proceso está necesitado de referentes objetivos (realidad) que le señalen al estudiante caminos de crecimiento, en función de sus posibilidades actuales. En este sentido, el currículo expresa y contribuye al proceso de despliegue de una identidad personal, en tanto se adecua a las características y tareas de cada etapa del proceso evolutivo.
Nuestro currículo se realiza a partir de la relación existente entre la realidad objetiva – natural y trascendente – y el anhelo de cada persona por la verdad y el saber. Conforme a lo anterior entendemos el currículo como apertura a la totalidad de lo existente en una doble dimensión:
a) La totalidad de la realidad encuentra un correspondiente lugar en nuestro currículo, lo que se expresa en planes y programas de estudio que incorporan los diversos ámbitos del conocimiento y diversas tendencias culturales y movimientos intelectuales. En este contexto, afirmamos que nuestro currículo tiene una dimensión integral.
b) La realidad como totalidad. La unidad intrínseca de lo existente es anterior a la división metodológica en áreas de investigación. Consecuentemente, afirmamos la necesidad de una educación de carácter interdisciplinario e integrador, que ponga al alumno en contacto con la realidad en cuanto totalidad. En este contexto, hablamos de un currículo orgánico.
Nuestro enfoque curricular propicia el aprendizaje significativo, en tanto el proceso de conocimiento de la realidad objetiva (macrocosmos) se realiza de modo tal que es capaz de dotar de valor y sentido humano lo que se conoce. En este contexto, el fin del aprendizaje es la dinamización del mundo de representaciones (símbolos y significados) personales y comunitarios de educadores y educandos.
No obstante, la potencia de sus facultades intelectuales, el encuentro del hombre con la realidad está mediado por la cultura. La misma presencia de una pluralidad de culturas es señal de la intrínseca limitación del hombre para acceder y expresar total y absolutamente la realidad. Luego, el currículo tiene una función crítica, y al mismo tiempo re-‐creativa, respecto de las propias formas de existencia personales y sociales.
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El objetivo fundamental de este enfoque curricular es crear un ambiente escolar que responda tanto a las necesidades individuales de los educandos, como a los talentos y estilos de cada docente. Pretendemos crear un entorno que responda en forma auténtica a las necesidades de las y los estudiantes, en el cual el aprendizaje esté arraigado en la experiencia. Donde el saber se torne significativo porque lo es para cada estudiante y porque es utilizable y funcional. Un ambiente, finalmente, en que todas y todos puedan convivir entre sí y con los adultos en un clima de confianza y respeto mutuo mediante esa clase de diálogo abierto.
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4. Órganos de gobierno
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4.1 Estructura corporativa A continuación, se presentan los diversos componentes de la estructura corporativa y de la Fundación María Educa que tienen atribuciones y responsabilidades de conducción sobre los colegios.
4.1.1 Directorio
El Directorio es un órgano colegiado, instancia superior de gobierno de la Fundación y de los colegios María Educa. A él competen las decisiones estructurales y estratégicas relacionadas con la identidad y el desarrollo de los establecimientos, en los ámbitos financiero, administrativo, formativo y académico.
a) Rol del Directorio
La tarea esencial del Directorio es generar las condiciones para lograr la plena realización del proyecto original de los fundadores de los colegios, expresados en la Visión y la Misión institucionales, y que se traduce en llevar a la práctica escolar la pedagogía del Padre José Kentenich en todas sus dimensiones.
Lo anterior implica liderar y supervisar el funcionamiento de la Administración central y de los colegios, velando por el desarrollo del Proyecto Educativo Institucional (PEI) y por la viabilidad financiera de los colegios.
b) Composición
La composición del Directorio está establecida en los estatutos sociales de la Fundación María Educa. Conforme a éstos, son cinco integrantes y se nombran de la siguiente forma: dos de sus miembros pertenecen a la Comunidad Instituto Secular Diocesanos de Schoenstatt; dos son nombrados por la Corporación Administradora del Santuario Tabor de Peñuelas y uno es nombrado por Inversiones Aledan S.A.
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4.1.2 Comité Ejecutivo El Comité ejecutivo es un órgano colegiado de carácter permanente que articula al Directorio de la Fundación María Educa con los colegios de su dependencia en los ámbitos administrativo, formativo y pedagógico.
a) Rol del Comité Ejecutivo
La función principal del Comité Ejecutivo consiste en apoyar la implementación en los colegios del Proyecto Educativo Institucional y los lineamientos generales definidos por el Directorio. Para ello, asesora al Directorio en la definición de políticas corporativas, determina estrategias comunes para los colegios y monitorea en forma permanente el cumplimiento de los objetivos estratégicos institucionales.
b) Composición
El Comité Ejecutivo se compone de seis miembros: dos representantes del Directorio de la Fundación, uno de los cuales actúa como Presidente; la Gerente de Finanzas y Administración; el Director de Formación; y los Rectores de los dos colegios.
4.1.3 Equipo Técnico El Equipo técnico es un órgano colegiado de carácter permanente que permite coordinar los colegios entre sí y entre éstos y la Administración central con el objetivo de garantizar el funcionamiento articulado de los diversos ámbitos de la gestión.
a) Rol del Equipo Técnico
La misión principal del Equipo técnico es elaborar propuestas técnicas para la implementación del PEI, el mejoramiento continuo de los procesos de gestión y responder a los requerimientos del sistema nacional de educación (Consejo Nacional de Educación, Ministerio de Educación, Agencia de Calidad de la Educación y Superintendencia de Educación).
b) Composición El Equipo Técnico está compuesto por el Gerente de Administración, el Director de Formación y los Rectores de ambos colegios.
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4.2 Estructura de gobierno institucional A continuación, se presentan los diversos componentes colegiados pertenecientes a la estructura organizacional de los colegios María Educa:
4.2.1 Rector Como autoridad máxima de cada colegio, el Rector es responsable directa e inmediatamente por la totalidad de los procesos institucionales. Conforme a esto, es personalmente responsable por la conducción, administración, supervisión y coordinación de las diversas áreas de gestión del colegio y de la relación con la comunidad.
4.2.2 Equipo Directivo
El Equipo Directivo asesora al Rector – responsable directo e inmediato por la totalidad de la vida del colegio -‐ en la toma de decisiones sobre la conducción general del establecimiento. En particular, su acción reconoce como foco los siguientes aspectos:
-‐ Implementación del Proyecto Educativo Institucional -‐ Mejoramiento permanente de la gestión institucional -‐ Definición e implementación de plan de desarrollo organizacional (estrategia) -‐ Definición e implementación de plan de mejoramiento (anual) -‐ Mejoramiento del clima escolar -‐ Procesos de gestión de personas
Son miembros permanentes del Equipo Directivo, en función de sus propios cargos:
a. Rector b. Director(a) de Formación c. Jefe(a) Técnico(a) d. Inspector(a) General
El Equipo Directivo tiene responsabilidad directa por monitorear y mejorar los resultados institucionales referidos a:
o Matrícula o Asistencia o Retiro o Retención
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En Equipo Directivo se reúne en forma ordinaria cada quince días, bajo la presidencia del respectivo Rector.
El Equipo Directivo puede solicitar la presencia de otros profesionales del colegio en las reuniones, en función de la temática que se abordará.
4.2.3 Dirección de Formación
La Dirección de Formación es el órgano institucional que, bajo la conducción del Director de Formación, tiene como tarea fundamental definir, implementar y evaluar el Plan formativo para los diversos actores de la comunidad educativa, como medio fundamental para el logro del perfil de egreso y cumplimiento de la misión institucional.
En particular, la Dirección de Formación tiene como focos de su acción:
a. Garantizar la presencia del carisma en la totalidad de la vida de los colegios
b. Generar una atmósfera de carácter familiar en los colegios c. Velar por el desarrollo integral de los alumnos y alumnas d. Definir e implementar planes específicos de formación exigidos por el
Sistema escolar e. Cultivar vínculos de colaboración con la iglesia local y con la Familia de
Schoenstatt
La Dirección de Formación está conformada por los siguientes profesionales:
a. Director de Formación b. Encargado de comunidades c. Coordinador de Pastoral d. Psicólogo(a) e. Trabajador Social
La Dirección de Formación debe monitorear y definir acciones para el mejoramiento permanente de los Indicadores de Desarrollo Personal y Social:
-‐ Autoestima académica y motivación escolar -‐ Clima de convivencia escolar -‐ Participación y formación ciudadana -‐ Hábitos de vida saludable -‐ Equidad de género
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4.2.4 Comité Técnico El Comité Técnico es un órgano colegiado que acompaña al Jefe Técnico en la definición de estrategias y acciones para la implementación de las políticas institucionales relacionadas con el mejoramiento de los procesos pedagógicos y los resultados educativos de los estudiantes. Específicamente, su acción reconoce como foco los siguientes aspectos:
-‐ Implementación del Marco Curricular Nacional y estándares educativos -‐ Mejoramiento permanente de los procesos de enseñanza
o Planificación de la enseñanza o Implementación de la enseñanza en el aula o Evaluación de los aprendizajes o Análisis de resultados o Estrategias de mejoramiento
-‐ Reglamentación de los procesos de evaluación y promoción -‐ Mejoramiento de la convivencia a nivel de aula -‐ Desarrollo de las competencias profesionales de los docentes
El Equipo Técnico se reúne en forma ordinaria cada quince días, bajo la presidencia del Jefe Técnico del respectivo colegio.
Son miembros permanentes del Equipo Técnico, en función de sus propios cargos:
-‐ Jefe Técnico -‐ Coordinadores de Ciclo -‐ Jefes de Departamentos -‐ Coordinador PIE
El Equipo Técnico tiene como tarea específica realizar monitoreo y mejorar los resultados institucionales referidos a:
a. Promedios internos b. Pruebas SIMCE c. Prueba PSU
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4.2.5 Consejo ampliado de Dirección
Su función es asegurar la coordinación entre las diversas instancias de conducción del colegio, garantizando la coherencia entre los objetivos y metas institucionales y las acciones de los distintos órganos de la institución.
En las reuniones de Consejo Ampliado de Dirección participa la totalidad de los miembros del Equipo Directivo, la Dirección de Formación y el Equipo Técnico, bajo la presidencia del respectivo Rector.
En forma ordinaria, se realizarán dos reuniones al semestre: al inicio y al cierre de cada período escolar. En esta última se realizará la evaluación del semestre inmediatamente anterior. Extraordinariamente, los Rectores podrán convocar a Consejos Ampliados de Dirección según las necesidades de la institución.
VII. Vigencia, revisión y actualización
El Proyecto Educativo Institucional de los colegios María Educa está alineado con el sentido general y los objetivos definidos en la Planificación estratégica que establece los lineamientos corporativos de desarrollo. Conforme a lo anterior, la actual versión del Proyecto Educativo estará vigente hasta el 31 de diciembre del año 2020.
La Fundación impulsará un proceso de evaluación y revisión del PEI, con participación de la comunidad educativa, a inicios del segundo semestre del año 2020 y la sanción de una nueva versión será coincidente con la definición de una nueva Planificación estratégica.