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Marc y la Marc y la piedra mágica piedra mágica

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Marc y laMarc y lapiedra mágicapiedra mágica

EN MARC y LA PIEDRA MÁGICA

Cuento e ilustraciones de Empar Rosselló i Mora

© Textos y dibujos Empar Rosselló Mora

Diposito Legal: PM 023 - 16

Mallorca 2015 - Illes Balears

A mi ahijado Marc y a mi ahijada “de bromas” Paula.Agradecer a mi familia y a los amigos su apoyo, me han animado a

escribir e ilustrar este cuento.

En una pequeña isla del mediterráneo vivía un niño llamado Marc, él tenía una mente científica, a todo le daba vueltas, siempre quería saber “el porqué de las cosas”.Cada día salía a pasear con su perra por el bosque, muy cerca de su casa. Siempre encontraba cosas que le parecían interesantes. Un hormiguero, mariposas de distintos colores, todo tipo de escarabajos, mantis que bailaban al ponerle música.

Después se sentaba ante el ordenador y buscaba información sobre estos pequeños seres, le encantaba ver como vivían, cómo comían, qué comían, cómo eran sus casas. Una actividad que le gustaba mucho era la honda, tenía una gran puntería a la hora de acertar a la lata. Además, tenía su compañera, Pua, que corría detrás de la piedra y se la volvía a traer.

Aquella piedra era especial, siempre que la tiraba acertaba de pleno a las latas, su forma era extremadamente redonda, de un color extraño, la había encontrado en Son Serra de Marina uno de aquellos veranos que pasaba con sus abuelos.Muchos de sus amigos le ofrecían cambiarla por otras cosas, incluso uno de ellos le ofreció su bicicleta, pero Marc tenía muy claro que aquella piedra le daba suerte y no la cambiaría por nada.

Un día, delante del bosque, después de haber acertado a más de 50 latas, pensó que debía superarlo y decidió apuntar a las ramas de los árboles, que también les daba con el primer tiro.Cada vez que tiraba era un acierto, quedó fascinado por aquel descubrimiento. La hermana de Marc estaba cansada de tener que irlo a buscar. -Marc… a comer, Marc.. a cenar, Marc… dice mamá se has hecho los deberes… Marc… dice papá que si no entras enseguida te puedes despedir de la honda.

Esta última frase era la que más le asustaba.Paula odiaba aquella honda, muchas veces la buscaba y la escondía. Desde que Marc se había aficionado a ella ya no quería jugar con su hermanita.

Marc dormía con la piedra en la mano, siempre la llevaba encima, sobretodo desde que había hecho las pruebas de puntería. Sólo tenía ganas de acabar el colegio, hacer los deberes y salir con Pua para seguir practicando.Aquella mañana, Marc se sentía extraño, no sabía que le pasaba. En el Colegio estaba ausente, sólo tenía una idea, tenía que ir más allá, tenía que intentar dar a alguna cosa en movimiento.

Tenía que inventar algún aparato que pudiera lanzar latas, se lo pediría a su padre que se pasaba el día creando inventos. Pero su padre estaba muy atareado y no lo podía constuir hasta la semana siguiente.

Marc le pidió a su hermana si quería jugar con él lanzando las latas, y ella, encantada asintió. Se fueron al bosque. Paula empezó a tirar las latas al aire y Marc las acertaba todas.- ¡Paula, tira más fuerte! – decía él.- ¡No puedo, tiro lo más fuerte que puedo, Marc no quiero jugar más!¿ Jugamos a otra cosa?Pero Marc estaba absorto en su experimento. Tengo que buscar otra cosa- pensaba- ¿pero què? Tiene que ser una cosa rápida.En aquel momento le pasaron por delante un par de pájaros. Los observó como daban vueltas adentrándose en el bosque.Paula le miró y le dijo – ¿no serás capaz?, se lo diré a papá! – y salió corriendo hacia su casa.Marc se quedó quieto, ¿qué hacía?, su hermana había ido a buscar a su padre, si no era rápido no podría probarlo.Empezó a voltear la honda mientras buscaba algún pájaro que se moviera. De repente, vio uno que se adentraba hacia el bosque y lanzó la piedra con mucha fuerza.

La piedra iva directa hacia el pájaro, pero justo antes de darle, cayó en picado dentro del bosque. Pua salió veloz a buscar la piedra.Marc se quedó pensativo, en el último momento, justo antes de acertar, se arrepintió porque él amaba a los animales y la piedra cayó. ¿cómo era posible?Pua tardaba mucho en regresar, Marc miró la hora y sabía que ya era hora ir a casa ¡Pua! ¡Pua!, pero la Pua no volvía. La tenía que encontrar, se puso a correr y entró en el bosque - ¡Pua! – la oyó ladrar y giró hacia la izquierda siguiendo la voz de su perrita.

De repente, vió a Pua con la piedra en la boca y estaba olisqueando un huevo gigante, era el más grande que había visto, mucho más grande que los huevos de avestruz. Se acercó y arrodilló delante de aquel gran descubrimiento, lo empezó a acariciar hasta que no pudo más y lo cogió con las manos.Aquel huevo pesaba bastante, y, poco a poco, sentía el calor que le venía de su interior; eso lo asustó, casi se le cae al suelo, había sentido el corazón del animal que estaba en su interior.

Marc no sabía que tenía que hacer con aquello, pero sentía que no podía dejarlo allí, o a lo mejor si, porque su madre debía estar cerca. Marc sabía que muy lejos no podía estar.

Aquella cueva formada por grandes matas, era claramente el nido de la madre del animal desconocido. Empezó a buscar las huellas de algún ser para identificarlo, pero sólo veía las suyas y las de Pua.

Esto hacía que la situación pareciera mucho más extraña.Entonces oyó la voz de su padre que le llamaba, miró por todos los lados, tenía que salir del bosque inmediatamente, ya que sus padres le había dicho que no se metiera en el bosque.

Pua salió corriendo al oir el silbido del padre de Marc y, justo detrás iba él a toda velocidad, hasta situarse delante de su padre.

- ¿Qué hacías en el bosque? Sabes que no quiero que entres solo – le dijo su padre enfadado.- Nada… es que la piedra se había caído dentro y.., como Pua no venía, he entrado…- dijo Marc mirándole a los ojos. Marc no mentía nunca, y en este caso, lo que hizo fue decir medias verdades.

En casa les esperaban su madre y su hermana sentadas ya en la mesa a punto de cenar.Marc daba vueltas al tenedor enganchando los espaguetis – Marc, come, ¿te pasa algo? - le preguntaba la madre. El negaba con la cabeza mientras se metía el tenedor en la boca.

Al día siguiente, inmediatamente después de haber terminado los deberes, salió con Pua al lugar donde habían encontrado el huevo. Paula salió corriendo detrás a toda prisa.. Justo cuando estaba a punto de entrar en el bosque, Paula le dijo – no puedes entrar, los papás se van a enfadar.Marc no sabía que su hermana lo había seguido – Paula, por favor, es importante, regresa a casa y no digas nada.Paula lo miraba fijamente - ¿qué es importante? Yo también quiero ir. Marc sabia que no había solución, tenía que aceptar que su hermana lo acompañara.

- Vale ven, pero no te muevas de mi lado.Los tres se adentraron al bosque, Pua iba rastreando y dirigiéndose hacia donde había encontrado el huevo. Iban a través de los matorrales hasta que llegaron al nido. El huevo estaba allí, brillante, entre cian y turquesa, y por dentro se veía el animalito que se movía.

¡Ostras! - dijo Paula – ¿es de una gallina gigante?- No lo se, lo encontré ayer, pero no hay huellas en el suelo para saber de que animal se trata.De repente se oyó un crujido y la cáscara se empezó a agrietar. Los dos estaban con la boca abierta. Pua retrocedió tres pasos. De aquel huevo salió un gran animalito de color verdoso que intentaba caminar y caía al suelo constantemente.¡Es un dinosaurio! – dijo Paula con emoción – ¡Es un dinosaurio!Marc no se movía del lugar, parecía un dinosaurio, pero no era posible, los dinosaurios ya no existían. Despacio se fue acercando al animal, este caminaba deprisa y , cada dos por tres, tropezaba acercándose a su lado.Marc no sabía que hacer, enseguida cogió unas hierbas y se las dio. Aquel animalito se las comió inmediatamente y siguió esperando.

Paula i Marc le fueron dando hojas y hierbas y, aquel animal parecía un “saco sin fondo”, cuanto más le dabas más quería.

Durante unas semanas iban cada día a ver el pequeño dinosaurio y le llevaban galletas “d’oli”, frutas, sugus, entre otras cosas.Un día Marc quiso experimentar con un chicle de fresa, el animalito empezó a masticar y el chicle se le pegaba en dos dientes, no se sabe muy bien como, fue capaz de hacer una bola gigante con el chicle, y zas!, le explotó en la cara. Paula y Marc se troncharon de risa, y el pequeño dinosaurio que se había quedado con los ojos como platos, comenzó a dar vueltas, y haciendo un sonido similar a las risas de los niños.Justo en aquel instante oyeron un ruido, Pua se puso a ladrar, Marc y Paula se asustaron, se agarraron fuerte y empezaron a temblar; sin embargo el pequeño dinosaurio movía la cola. De entre unas matas muy altas, que se movían muy rápido, apareció un gran dinosaurio, igual que el pequeño pero en mucho más grande.Pua empezó a andar hacia atrás, Marc cogió a su hermana y se la puso detrás – no te preocupes Paula, no pasará nada – Le dijo con voz fuerte y segura. Paula miraba por la izquierda de Marc, y justo detrás de ella estaba Pua con la cola entre las piernas.Aquel animalote se acercaba a gran velocidad hacia los tres, Marc cogió la honda y la empezó a girar a gran velocidad. Cuando estaba apunto de tirarla, oyó una voz dulce que le

dijo – No lo hagas, gracias por cuidar de mi hijo.

Los dos se quedaron parados, mirando aquel ser que les mostraba una gran sonrisa – No se si hubiera sobrevivido sin vuestra ayuda – continuó mientras se les acercaba – se llama Tau y es el último ejemplar macho de nuestra especie.Marc se rascaba la cabeza mientras miraba cómo Pua se acercaba al dinosaurio y Paula le daba una galleta al pequeño.

- ¿Qué eres el padre o la madre?- le preguntó Paula- La madre, ves que tengo unas manchas amarillas? Las hembras tenemos estas manchas y en cambio los machos las tienen violetas – contestó la madre.

- Cómo es posible que sepas hablar – preguntó Marc.- Nosotros sabemos hablar todos los idiomas del Universo – le contestó la dinosaurio – es un privilegio que nos dio la luna por nuestro compromiso de mantener la armonía con todos los seres y la naturaleza.

- Pero en el colegio nos contaron que los dinosaurios se habían extinguido, que había habido un cambio climático y habíais muerto congelados.

- No ves Marc que no está congelada – dijo Paula mientras le acariciaba los pies a aquel dinosaurio – Yo quiero ser “espeleogola” y policía a caballo.

- Has dicho que la luna os había regalado el conocimiento de todas las lenguas, ¿cómo es posible? – seguía preguntado Marc con insistencia para aprender más.Os contaré la historia. Hace miles de años, mis antepasados vivieron momentos terribles. Cada vez eran más en la tierra, y más grandes. Un meteorito gigante chocó con la tierra y la desvió de su trayectoria y del sol. Empezó a hacer mucho frío y no había comida para todos. El hambre hizo que muchos animales se devoraran entre ellos, el miedo formaba parte de nuestro destino. Cuando parecía que todo se iba a terminar, la luna se puso a cantar:

“todos aquellos que me oyen es porqué tienen el espíritu noble, son aquellos que podrán perdurar más allá de la tierra, id a la montaña del Galatzó el día que la luna está pero no se ve; recordad la canción y os tele transportaréis a la séptima dimensión”

No todos la oían, durante cinco soles y cinco lunas, cuando el sol se escondía, se volvía a escuchar la misma canción. Pocos eran los que la habían escuchado y viajaron hacia aquel lugar juntos. Los demás se reían de ellos y los trataban de tontos, pero a ellos no les importaba, y continuaban su viaje hacia el lugar indicado.El día de la extinción, la tierra reventó por dentro, empezaron a salir llamas de hielo como si fuesen relámpagos rabiosos, todos aquellos que estaban a su lado se desintegraban sin dejar ningún rastro de su existencia. Y los que habían escuchado a la luna no miraban hacia atrás porque sabían que el miedo los hubiese paralizado.Cuando llegaron arriba, justo a la hora prevista, se quedaron parados observando cómo por debajo de la luz roja se convertía el hielo en agua. El cielo estaba lleno de estrellas que brillaban como nunca se había visto. De repente, sin saber muy bien de donde provenía, oyeron a la luna:“Viajaréis por el espacio a un lugar donde reina la armonía, nunca os faltará comida ni tampoco agua, pero siempre seréis respetuosos con el entorno, pues él es vuestro hogar necesario

para la existencia de todos los seres y las plantas. El equilibrio tiene que existir y todos sois necesarios.Debéis cantar lo que os he enseñado, todos como una unidad”Se hizo el silencio y todos los que estaban allí, grandes y pequeños, cantaron como una sola voz y, al acabar, desaparecieron.”- ¿y tu estabas? – preguntó Marc.- No, son mis antepasados de hace miles de años, pero nos lo contaban y nos enseñaron la canción.- Y tu ¿que haces aquí? – insistió.- Hace poco, uno de los dinosaurios Rex se saltó las leyes de la armonía.El pensó que si se comía todos los huevos de nuestra especie se convertiría en inmortal y empezó a devorar todos los huevos que encontraba en su camino. Los otros Rex intentaron pararlo, pero él también se comía sus huevos; como no le bastaba, también se comía a los pequeños.Yo recordé la canción de la luna y el día que la luna está pero no se ve, la canté y aquí aparecí.- y.. ¿ahora que harás? ¿No podrás volver? – dijo en tono preocupado.

- Pobrecitos - dijo Paula cogiendo por el cuello a la gran dinosaurio – Nosotros os queremos, se lo puedo decir a mis padres o podéis ir a vivir con los abuelos que tienen una casa muy grande.

- Paula, no ves que no caben – le increpó Marc.- El Problema es que Tau es el último dinosaurio de esta temporada, si el Rex se lo come, conseguirá la eternidad y el poder sobre toda la séptima dimensión. Cuando me fui tuve la sensación de que me seguía, pero durante este mes he paseado por aquí y no hay ningún rastro. Hoy es un día importante, la tierra estará alineada con el sol y la luna durante muy poco tiempo…- Es verdad, mi padre me dijo que hoy, 15 de junio, había un eclipse lunar y que sería una noche muy especial – interrumpió Marc.

- Hoy es el día que nos transportaremos a la séptima dimensión y el Rex habrá perdido su poder, si no volvemos él será inmortal.

Paula casi se puso a llorar, que miedo le daba aquel Rex. En

aquel instante la madre dinosaurio le rodeó por la cintura con la cola y le preguntó - ¿Quieres que te lleve a dar un paseo?La cara de alegría que tenía Paula era espectacular – Por favor, me hace mucha ilusión, ¿puedo ir Marc? ¿los papas se van a enfadar?- No le diré nada, pero no os alejéis mucho que pronto tendremos que ir a cenar.Paula subió sobre la cola y la dinosaurio, con mucha delicadeza, se la puso sobre su lomo, le acercó la cara a Tau y le lamió, después se giró hacia Marc y también lo lamió.

Marc puso cara de grima pero a la vez le había gustado la sensación, su lengua era lo más suave que le había tocado nunca.- Cuida a Tau, es muy especial – dio media vuelta y se movió de manera suave y rápida y en un zis zas desaparecieron.Marc quedó mirando a Tau, veía como aquel animalito jugaba con las hojas de las ramas, olía un escarabajo retrocediendo cuando se ponía a andar o se acercaba la cola con suavidad hasta sus ojos cuando un pequeño insecto se posaba sobre la punta, y después la volvía a dejar en el suelo para que aquel diminuto animal se pudiera bajar. Era tan importante! Y él no tenía consciencia de la situación.

Marc se sentó en el suelo, apoyado en un pino centenario, observando al pequeño dinosaurio. Estaba relajado y, además, sentía una energía interior similar al olor del mar en la zona norte cuando está muy fresca. Se sentía fuerte y seguro en aquel lugar, que también era su hogar.La verdad es que la vida de Marc estaba siendo muy interesante durante aquel último mes, pero no había podido contárselo a nadie, ni tan siquiera a sus padres. Paula lo sabía porque lo había seguido, si no, hubiera sido el único en el Mundo que lo hubiese sabido… lo hubiese vivido.Por otra parte, así lo podría compartir, recordarlo y revivirlo con su hermanita.En aquel instante oyó un ruido de ramas, se levanto

inmediatamente y se acercó a Tau, miraban los tres el lugar de donde provenía el ruido. El pequeño dinosaurio se puso a temblar y a emitir unos ruidos que parecían sollozos.Marc se puso la manos en el bolsillo y sacó la honda, rápidamente, sin hacer ruido, del otro bolsillo sacó la piedra de Son Serra y montó la honda rápidamente.

Entre las ramas apareció una cabeza enorme con la boca llena de dientes, con pequeños ojos, de los que miran fijamente, con un gran cuerpo, largas y robustas piernas, y unos brazos y manos desproporcionadamente pequeños – ¡era el Rex! – pensó Marc mientras se erizaba desde la planta de los pies hasta la raíz del pelo.¡Fuera! – le gritó el Rex con voz gruesa y espuma en la boca, se notaba que estaba rabioso – lo quiero a él, vosotros no me gustáis, fuera, corre si no quieres que te aplaste como una mosca.Sin darse cuenta, Marc, se puso delante de Tau y Pua a su lado gruñendo a aquel animalote – ¡No!, ¡No me moveré de aquí hasta que te vayas! – dijo enfadado.

- Pequeño escarabajo, no entiendes la situación? “grande/pequeño”, el grande aplasta al pequeño, el grande se come al pequeño, ¿quieres realmente que te pase esto?- ¡No, no quiero! – empezando a girar la honda.- Pues tu te lo has buscado – contestó el grandote dirigiéndose hacia ellos.

Los tres retrocedieron un paso pero Marc con su honda a toda velocidad, disparó y la piedra salió directa hacia aquel animalote.Le pegó en todo el ojo y el Rex se llevó las manos a la cara, moviendo la cabeza y gruñendo se los quedó mirando con un ojo rojo de la pedrada y la ira.Pua se había quedado detrás del dinosaurio y no podía recoger la piedra mágica, Marc cogió la primera piedra que vio y, justo cuando el Rex se dirigía rápidamente hacia él, le disparó con la honda por segunda vez. La piedra llevaba una fuerza extraordinaria, se dirigió hacia el dinosaurio; y desde los pies rodeando su cuerpo, fue ascendiendo, hasta que le entró por la boca y, misteriosamente, aquel animalote desapareció.Marc se quedó sorprendido y agotado, todo había finalizado, cuanta calma y nervios en el mismo instante.Las ramas se movieron tan rápidamente que a Marc no le dio tiempo a reaccionar y la honda le cayó al suelo.Paula y la Gran Madre se pararon en seco justo delante de Marc que todavía estaba blanco de la impresión.

¿Cómo estáis? ¿Qué ha pasado? - dijo la dinosaurio - estábamos dando la vuelta cuando he visto a Rex

que descendía rápidamente del Puig Major, pensaba que estaría aquí, tenemos que irnos apresuradamente antes de que nos encuentre.- Ha estado aquí pero ha desaparecido – dijo aún sorprendido.El chico le explicó la historia con todos los detalles incluso escenificándola, Paula y la Gran Madre le escuchaban atentamente, se asustaron y también se rieron.

- Lo que no entiendo es que la piedra mágica no funcionó, en cambio, la segunda, que era una piedra cualquiera, si – Dijo Marc rascándose la cabeza pensativo.

- La primera vez tenías miedo, en cambio la segunda dejaste tu mente libre, sólo concentrada en lo que estabas haciendo – dijo la dinosaurio – todas las piedras son mágicas si uno cree que los son.

- ¿Y el Rex de donde ha salido? – preguntó Paula.- El Rex me perseguía el día del cambio de dimensión, yo pensé que quizás él también había pasado a ésta, pero todos los días he estado dando vueltas por la Isla vigilando porque tenía que proteger el huevo. Sólo había un lugar donde no pude llegar porque hay unas bolas

que nos paralizan y desorientan, seguramente él apareció en el Puig Mayor y hasta hoy no se ha podido escapar.Estuvieron hablando durante un buen rato. Los cinco se dieron la vuelta en el mismo instante al oír el silbido del padre que llamaba a Pua, - Ostras son las ocho – pensó Marc.- Tenemos que irnos, los papas se enfadarán – dijo Marc a Paula.- Pues debemos despedirnos ahora, porque hoy tenemos que volver a la séptima dimensión. Se ha cumplido el ciclo, quiero agradeceros todo lo que habéis hecho por nosotros.

- ¿Y no nos volveremos a ver? – dijo el niño.- Depende de ti, tienes que abrir la mente y saber que todo es posible, uno debe sentir lo que quiere vivir, pero para ello la persona tiene que tener el espíritu noble y respeto hacia todo lo que compone el universoMarc y Paula empezaron a abrazar el cuello de la Gran Madre y después la de Tau, que les lamía todo el tiempo. Y sin mirar atrás, salieron de bosque en busca de su padre.-¿de donde venís? – preguntó el padre.

Paula empezó a contar la historia y, como veían que su padre les escuchaba continuaron durante toda la cena. Al irse a dormir, cuando los dos estaban en la habitación, su madre subió.

- Buenas noches, estoy contenta que volváis a jugar juntos, así se fomenta la creatividad y es más divertido que las maquinas y la tele.Paula y Marc se miraron y se pusieron a reír. La noche era oscura, era el eclipse de luna, sin hacer ruido, miraban el lugar donde la noche anterior estaba la luna y pensaron en Tau y su madre, justo en el momento en que aparecería la luna ellos se estarían trasladando por el espacio hasta la séptima dimensión, su hogar.

“todos aquellos que me oyen es porqué tienen el espíritu noble, son aquellos que podrán perdurar más allá de la tierra, id a la montaña del Galatzó el día que la luna está pero no la ven, recordad la canción y os tele transportaréis a la séptima dimensión”

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