manga bajada - san josé del boquerón · 2019-05-03 · testimonio de misiÓn manga bajada - san...

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Como todos los años, en la Semana Santa los misioneros del colegio del Salvador nos dirigimos hacia el monte de Santiago del Estero. A un lugar que pareciera olvidado, que no aparece ni en Google Earth. Un lugar sin agua, sin luz, sin señal, de casas de barro construida por la misma gente que las habita. Ese lugar, que para el resto de país parece “olvidado” para nosotros se convirtió en uno de los lugares más lindos del mundo. En mi experiencia personal es el tercer año seguido que me toca misionar en el mismo pueblo, Manga Bajada. Cada año disfruté al máximo esta semana y es una actividad que recomiendo a todo alumno que pase por el colegio. Compartir con gente que pareciera tan distinta a nosotros y que a la vez tenemos muchas cosas en común es de las mejores experiencias que me regaló el Colegio. Aplaudir al frente de una casa y que enseguida salga una persona, saque las sillas afuera, caliente la pava y te digan “los estábamos esperando” se transformó en un ritual para los 153 misioneros durante la Semana Santa. A nivel personal me resulta muy fácil encontrarme con Dios en estos lugares. Lo encuentro en la oración de la mañana, en el monte, en el testimonio de una señora, en el trabajo de un hombre o simplemente en la risa de un niño. A los ex alumnos que se nos terminó este ciclo: sigamos llevando este espíritu y compartámoslo con el resto del mundo, esto recién empieza. A los alumnos de quinto que todavía les queda una misión: aprovéchenla al máximo, sáquenle todo el jugo, uno nunca sabe si volverá a estos lugares y si se volverá a encontrar con la gente. A los de cuarto año: No esperen a que sea su última misión para dejar todo, aprovechen cada segundo en el monte para dejar su sello. Queda todo en sus manos. Muchas gracias al MAS por confiar en nosotros como todos los años y gracias San José del Boquerón por recibirnos. Nunca nos olvidaremos de esta Semana Santa. Bautista Alonso Camada 150 TESTIMONIO DE MISIÓN Manga Bajada - San José del Boquerón #EnMisión

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Como todos los años, en la Semana Santa los misioneros del colegio del Salvador nos dirigimos hacia el monte de Santiago del Estero. A un lugar que pareciera olvidado, que no aparece ni en Google Earth. Un lugar sin agua, sin luz, sin señal, de casas de barro construida por la misma gente que las habita. Ese lugar, que para el resto de país parece “olvidado” para nosotros se convirtió en uno de los lugares más lindos del mundo.

En mi experiencia personal es el tercer año seguido que me toca misionar en el mismo pueblo, Manga Bajada. Cada año disfruté al máximo esta semana y es una actividad que recomiendo a todo alumno que pase por el colegio.

Compartir con gente que pareciera tan distinta a nosotros y que a la vez tenemos muchas cosas en común es de las mejores experiencias que me regaló el Colegio. Aplaudir al frente de una casa y que enseguida salga una persona, saque las sillas afuera, caliente la pava y te digan “los estábamos esperando” se transformó en un ritual para los 153 misioneros durante la Semana Santa.

A nivel personal me resulta muy fácil encontrarme con Dios en estos lugares. Lo encuentro en la oración de la mañana, en el monte, en el testimonio de una señora, en el trabajo de un hombre o simplemente en la risa de un niño. A los ex alumnos que se nos terminó este ciclo: sigamos llevando este espíritu y compartámoslo con el resto del mundo, esto recién empieza.A los alumnos de quinto que todavía les queda una misión: aprovéchenla al máximo, sáquenle todo el jugo, uno nunca sabe si volverá a estos lugares y si se volverá a encontrar con la gente.A los de cuarto año: No esperen a que sea su última misión para dejar todo, aprovechen cada segundo en el monte para dejar su sello.

Queda todo en sus manos.

Muchas gracias al MAS por confiar en nosotros como todos los años y gracias San José del Boquerón por recibirnos. Nunca nos olvidaremos de esta Semana Santa.

Bautista Alonso Camada 150

TESTIMONIO DE MISIÓNManga Bajada - San José del Boquerón

#EnMisión

El 19 de Abril, Miércoles Santo, en la misión, volví después de un año a la casa de Dominga Artaza, la dueña de almacén de Tres Varones en San José del Boquerón. Fui con altas expectativas, ya que el año pasado tuve una charla muy profunda, y tenía ganas de que se repitiera. Charlamos de distintas cosas: la vidaen la ciudad, sus trabajos, su familia, etc. Por así decir, temas típicos de una visita a una casa cuando se necesita remar una conversación.

Pasado unos minutos de “charla convencional”, fue cuando en el diálogo pudimos dar un salto de profundidad al preguntarle si alguna vez pensó llevar a su hija a Buenos Aires a estudiar. Nos contó que es algo que se plantea todo eltiempo, poniendo lo bueno y lo malo de cada opción en una balanza y así siempre “gana” quedarse en Tres Varones. Contaba que la paz que siente en aquel lugar y la de su hija es impagable. Que si se van a Buenos Aires iban a vivir en un 2x2, en un Barrio humilde y en peores condiciones, sin poder salir de su casa con la tranquilidad que lo hacen hoy, preocupada por la inseguridad, pero eso sí, su hija iba a estar capacitada para ser una gran profesional el día de mañana. De eso setrataba la balanza a la que no hacía referencia. Nos decía que le dolía mucho, pero que hoy en día le parecía la mejor opción. Al concluir el tema, el cual fue puntapié para que se dé una mejor sintonía de profundidad, tuve una de las mejores charlas, si no es la mejor, de mi vida.

Mientras estábamos en un silencio largo, los cuales se disfrutan aunque puedan parecer incómodos, nos preguntó en voz baja: “¿Qué es lo que les gusta a ustedes de venir acá? Venir y dejar todo lo que tienen en Buenos Aires para caer en un pueblo desierto”. Pensé mi respuesta, seguí pensando y continué pensando. En ese preciso momento me dí cuenta que a pesar de haber ido dos veces amisionar nunca me había preguntado tal cosa, por más simple que parezca. Le respondí lo primero que se me vino a la cabeza, que fue que yo soy una persona que habla poco y que le gusta mucho escuchar, que me gusta aconsejar desde mi pequeñez con lo que sea, que sabíamos muy bien que la gente del lugar necesita ser escuchada, acompañada, y que creía que poniendo todo esto en manos deDios y siendo impulsado por él, no solo iba a lograr charlar con la gente, sino que iba a realizar cosas grandes. Y también le dije que quería conocer todas

las realidades de mi país, no solo la mía, sino que la de mis compatriotas, que el país no es solo Recoleta y Palermo, hay más allá y con mucho contraste.

Ya era la hora en la que debíamos volver a la Capilla, por lo que cerramos con una oración y nos fuimos a almorzar. La pregunta que nos hizo fue un tema que me quedó revoloteando en la cabeza por toda la tarde y que al llegar la Pausa Ignaciana de la noche decidí darle lugar a la reflexión y fue algo muy lindo lo fructífera que esta fue: Pensando que era lo que me gustaba de misionar, que me dejaba a mí, queles dejaba a los otros, me di cuenta que yo, personalmente, Fermín Llerena, al hacer el bien a la gente de allí, me estoy haciendo un bien a mí mismo. No sé, me siento cómodo conmigo. Me doy cuenta que me encuentro pleno, en paz, me hayo conmigo mismo cuando veo a los demás riéndose, divirtiéndose, descargándose. Encuentro mi plenitud en el otro, en el hacer reír a un chico, en animar a una persona a contar su historia de vida o su testimonio de Fé, a impulsar a losmisionados a moverse para ir a las celebraciones de la Palabra y a los chicos parair a los juegos, en ir al encuentro del otro, mirarlo a los ojos, poder confiarle algúnsecreto, consolarlo mientras se le escapa aluna lágrima mientras cuenta su vida.

Veo a Dios en cada chico que se acuerda mi nombre, recordándome anécdotas del año pasado, lo que me hace dar cuenta que si estamos haciendo un cambio en el otro, y esto es recíproco, produce un cambio en mí.

Creo que de esto se trata la misión, se trata de que cada uno pueda dar su totalidad, dar su 100%, entregarse al otro entero, y de esta manera pueda sentirse pleno consigo mismo, en paz, consolado y a partir de este estado de conmoción, movimiento interior y hambre de Dios se nos va a hacer mucho más fácil descifrar los momentos en Cristo se nos manifiesta en el otro, en mí, en los niños, en lanaturaleza, y así vamos a estar bien con nosotros mismos, con el otro y con Dios.

Quería agradecerte Dominga, ya que siempre que visito tu casa, me llevo una lección de vida.

Fermín LlerenaCamada 151

TESTIMONIO DE MISIÓNTres Varones - San José del Boquerón

Este año fue mi tercera misión con el colegio, este año ya desde el rol de exalumno. En mis primeras dos, estuve en el pueblo Babilonia; pero este año debido a la cantidad de misioneros tuvimos que abrir un nuevo pueblo, "El Ceibal". Esto significó un gran cambio y desafío a nivel personal y grupal. Por un lado estaba la nostalgia de no poder cerrar mi ciclo en mi querido pueblo Babilonia, pero a la vez era la oportunidad de arrancar de cero con gente nueva y tratar de buscar y hallar a Dios en otro lado, otras caras. Lanzado a la aventura, fui con un objetivo, una petición sabiendo que esta era mi última misión y experiencia con mi tan querido colegio. Esta era que Dios me resucite y renueve por completo y de una manera integral y para siempre, con el objetivo que me deje una huella eterna en el corazón.

Siendo sincero, fui con ciertas dudas e inquietudes por el nuevo pueblo, y el nuevo grupo que se formaría. Pero una vez allí, todo fue de otra manera, desde el primer minuto se respiraba armonía, entusiasmo y sobretodo unas ganas inconfundibles de salir a las casas y compartir la vida y la semana más importante para nuestra fe, la Semana Santa.

A lo largo de la semana el grupo se fue uniendo de una manera que a ninguno se le hubiese ocurrido, todo eran risas y buen humor, sabiendo aprovechar y disfrutar los momentos de oración, meditación, jugar con los chicos por las tardes, rezar en las casas que tan bien nos reciben siempre, todo salió de la mejor manera.

Es por eso, por el gran funcionamiento del grupo que en la compartida final surgieron cosas muy lindas inundadas por la presencia de Jesús, un Jesús Resucitado que nos enseña que la Vida tiene la última palabra y nos da el ejemplo del servicio en el lavatorio de pies.

Muchas imágenes lindas son las que me llevo de esta semana inolvidable, pero si con una me quedo es con la gente de Boquerón que a pesar de todas sus dificultades y necesidades, elige siempre tener fe y confirmarla a través de la eucaristía, la gente comulgando me enseña que nunca hay que bajar los brazos no importa cuál sea la dificultad en nuestras vidas.

Por todo esto y muchas cosas más puedo afirmar que Jesús cumplió mi petición y vuelve a enseñarnos que se encuentra en lo sencillo, en y con los pobres, en donde dos o más hablen de Él y se pongan en su presencia.

Tomás Almeyra Camada 150

TESTIMONIO DE MISIÓNEl Ceibal - San José del Boquerón

#EnMisión

La Semana Santa de este año fue distinta, desde mi parte al menos fue realmente vivida y sentida. Fue una de esas experiencias que te llena, que al menos por una semana te hace sentir pleno. Que no te cansarías de contar y mucho menos de agradecer por ella, tanto a la gente que la hizo posible como a Dios, que es igual o hasta más importante.

Para mi esto fue una experiencia de Dios, que Él me dio, y gracias a eso tuve la oportunidad de verlo en cada sonrisa, abrazo, comida, charla, momento y en cada juego. Estuvo presente. Y Él me dio la oportunidad de vivir como Jesús para conocerlo más y así amarlo más; primero desde la sencillez, ser feliz con poco, agradecer cada segundo ahí, reírte de cada pequeñez, y conforme con lo que teníamos. También desde la humildad, dormir en una capilla con algunas ventanas faltantes y alguno que otra gotera, no tener electricidad, gas, ni agua corriente, y poder realizar un poco a lo que nos invitó Emma en su carta:”….que miremos con ojos distintos la realidad cotidiana”, poder vivir desde esta humildad y sencillez nos ayuda a valorar mucho más todo lo que tenemos, agradecerlo más, y con esto poder mirar todo lo que nos rodea como algo valioso y aprender a valorarlo y cuidarlo. Eso es algo que esta misión me logró dar en grandes medidas, una capacidad de darme cuenta de que todo lo que tengo es valiosísimo, fruto de mucho esfuerzo de mis papás, y que no son cosas de las que dependo. Como el celular, algo muy común acá pero que allá realmente es un privilegio inmenso ya que el único medio de comunicación es la radio.

Y así como Dios me permitió vivir un poco mas como Jesús, también me permitió verlo en la gente de allá, desde la humildad y la sencillez de vivir con felicidad con lo poco que tienen hasta la sinceridad, la solidaridad inmensa que demostraban, te comparten todo lo que pueden cuando para ellos es difícil de conseguir, por ejemplo la comida. También el amor puro con el que actuaban, era gente de bien, te recibían como si fueras un amigo de toda la vida con una sonrisa de oreja a oreja inolvidable, cada acción era con amor, se notaba en los chicos que ya al segundo día te venían y abrazaban con fuerza transmitiendo un cariño que no existen palabras para agradecer.

La realidad es que me es imposible quedarme con un momento en especial porque fue una experiencia inolvidable y grandiosa. Si me pusiera a contar cada momento para recordar tendría que escribir un testimonio todavía mas largo porque cada momento fue para recordar, cada momento me lleno y me hizo sentir pleno, cada momento me hace sonreír cada vez que me acuerdo y hasta capaz me hace reir, cada momento me hace llenarme de emociones lindas, y cada momento me da ganas de agradecerle a Dios todo lo que me dio en esa semana, esta oportunidad de poder sentirme realmente pleno y feliz al 100%, sentirme lleno, haciendo sentir felices a los demás, pudiendo amar y servir a los demás.

Pedro GiradoCamada 152

TESTIMONIO DE MISIÓNCabeza de toro - San José del Boquerón

#EnMisión