magia literaria ii

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  • 3para nias y nios

  • 4Magia literaria II para nias y nios Fondo Editorial La Escarcha AzulFundalea, Mrida, Venezuela, [email protected]

    Este libro cont con el financiamiento delCentro Nacional del Libro (CENAL)

    Hecho el Depsito de LeyDepsito legal LF07420068004473ISBN 980-6394-53-4

    Reservados todos los derechos.El contenido de esta obra est protegido por la Ley.No puede ser reproducida, registrada o transmitidapor cualquier sistema de recuperacin de informacin,sea mecnico, electrnico, fotocopia o cualquier otro,sin el permiso previo, por escrito, del autor o del editor.

    Compiladoras:Mara Luisa Lzzaro y Enza LzzaroDiseo de cartula y diagramacin interna:Reinaldo Snchez GuillnMaquetacin e impresin: Edikapas C.A.

    Impreso en Mrida, Venezuela / Printed in Venezuela

  • 5Agagliati Renato (Venezuela) ............................................. 9

    Amado Jorge (Brasil) .......................................................... 13

    Antillano Laura (Venezuela) ............................................. 23

    Anzola Rosario (Venezuela) .............................................. 27

    Arciniegas Triunfo (Colombia) ......................................... 31

    Arreaza Adam Henrriette (Venezuela) ........................... 36

    Basch Adela (Argentina) .................................................... 41

    Bintz Virginia (Uruguay) .................................................... 48

    Blanco Andrs Eloy (Venezuela) ...................................... 52

    Bordao Rafael (Cuba-Nueva York) ................................... 58

    Bosch Velia (Venezuela) .................................................... 65

    Cubero Urbano Manuel (Espaa) .................................... 70

    Cuevas Ins de (Venezuela) .............................................. 79

    Daz Ambrona Lola (Espaa) ............................................ 86

    Droz Irma (Argentina) ........................................................ 93

    Drube Laumann Teresa del Valle (Argentina) ............... 99

    Durn Elda (Argentina) .................................................... 104

    Franco Mercedes (Venezuela) ........................................ 109

    Garca Jacobo Jorge (Mxico) ........................................ 112

    Garmendia Julio (Venezuela) ......................................... 127

    Goldberg Jacqueline (Venezuela) ................................. 131

    Guilln Lzzaro Ana Mara (Venezuela) ....................... 136

    Jimnez Borja Arturo (Per) ........................................... 140

    Lzzaro Mara Luisa (Venezuela) ................................... 143

    Martnez Llongueras Issa (Mxico) ............................... 151

    Martnez Santana Rubn (Venezuela) .......................... 156

    Miranda Jaimes Emilia Catern (Venezuela) ................ 159

    Morales Sueke Marlene (Venezuela) ............................ 169

    NDICE

  • 6Moreno Wallace Pilar (Espaa-Holanda) ...................... 172

    Pez de Andrade Zaira (Venezuela) .............................. 176

    Parra Fernndez Yraima Mercedes (Venezuela) ......... 178

    Prez Melgarejo Marisol (Venezuela) ........................... 180

    Puentes de Oyenard Silvia (Uruguay) .......................... 184

    Puerta de Prez Man (Venezuela) ............................... 195

    Rondn Mara Iholanda (Venezuela) ............................ 199

    Salas Nydia Beatriz (Argentina) ..................................... 205

    Snchez Lihn Danilo (Per) .......................................... 209

    Santaella Kurk Fedosy (Venezuela) ............................... 219

    Sequera Armando Jos (Venezuela) ............................. 223

    Suez Perla (Argentina) ..................................................... 228

    Toba Igualada Consuelo (Venezuela) ........................... 232

    Zuluaga Miranda Aymer Waldir (Colombia) ............... 236

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  • 9RENATO AGAGLIATI

    Naci en Piamonte (Italia, 1933). Vino a Venezuela en 1949, a los diecisis aos. Estudi en la Escuela Normalista de Caracas. La do-cencia lo lleva de Caracas a Valencia, Valera, Barcelona, Amazonas y finalmente a Sanare, estado Lara. Desde joven dominaba ya el dialecto piamonts, el italiano, espaol, francs y griego. Su ma-dre era griega y su padre italiano. Durante varios aos fue Director de la Biblioteca Pblica Andrs Bello, de Sanare. Recibi forma-cin espiritual con la Orden de Los Salesianos, desempendose como encargado de la Editorial Salesiana. Sus primeros escritos aparecen bajo el seudnimo de Filadelfo Arriaga, en las revistas Tricolor, Arco Iris y otras; as como en distintos diarios de circula-cin nacional. La docencia y la investigacin lo alejan de la con-gregacin, contrae matrimonio. En el Amazonas fue afectado por paludismo. Se traslada a Sanare donde trabaj como profesor de ingls y msica; hizo varios arreglos musicales. Recibi el Premio Nacional del Banco del Libro y del Festival del Nio. En el 2002 se le hizo un homenaje en Sanare con motivo de cumplir 50 aos de labor docente. Dedic buena parte de su vida a la ecologa y a la literatura para nios y jvenes. Son numerosos los cuentos, relatos y reflexiones ecolgicas.

    OBRA LITERARIA: Yo soy una Napeyma (1984), libro del que fue autorinvesti-gador sobre la historia de una mujer (Helena Valero) que fue raptada por los Ya-nomami. Por instancia del escritor, ella aparece como autora. El pjaro sin nombre (Turmero, Aragua, El Mcaro, 1985), Las quintillizas de El Tocuyo (1987). El ro que tena alas (Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1992): estudio etimolgico y toponmico del significado del hidrotopnimo Guanare. Haba una vez un r-bol que quera ser libro (Valencia, Universidad de Carabobo, 1994): 46 cuentos de contenido ecolgico para los ms pequeos. El Cocuyo y las Estrellas, publicado originalmente en el libro Nuevas Pginas para Imaginar (Caracas, Fundacin del nio, 1970). Ms informacin del autor: www.uelourdes.com/Lourdes_I/body/in-fabody.htm y www.adelantesi.com/Archive/Old/elarbol-esp.htm

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    EL VIENTO GUAYABERO

    Eso s no se lo poda creer al viejo Eusebio: que fuera el viento quien se coma las guayabas ms bonitas de mi solar.

    No ser que hay un pjaro que se llama viento? le objeta-ba yo, entonces.

    Bah, s es! deca l e insista: El viento que sopla es el viento guayabero... Seriamente me puse a averiguar y, una maana en que soplaba un vientecito procedente de Yacamb, vi en efecto cmo se caan las guayabas ms bonitas: caan, pero no llegaban al sue-lo...

    Na guar! dije, ser que de verdad se las est comiendo el condenado viento que dice el viejo?

    Aguaite no ms me recomendaba l. Y, efectivamente, todos los das en que soplaba el viento, me

    senta obligado a creer que era l quien se coma las guayabas ms bonitas de mi solar.

    Un da, junto con l se vino tambin un aguacero y yo vi cmo el viento, sin ni siquiera haber probado una fruta, para no mojarse se haba abrigado en el garaje, de piso de tierra, paredes de bloque y techo de zinc, que yo haba construido para guardar el Yip.

    Como este ocupaba gran parte del garaje, qu incmodo es-tara el viento!, pensaba yo. Pero no, adentro lo pude ver agacha-dito, atento a las quejas de una matica de guayaba que all creca raqutica y ay! con una rueda del Yip pisndola.

    Qu te pasa? escuch yo, curioso desde una ventana, que le preguntaba el viento a la matica.

    Que siempre que meten ac este Yip me dejan pisada.Eciiita....! deca el viento, y t crees que puedes crecer

    aqu? S; pero el Yip y tanta sombra no me dejan, y jams la lluvia

    ha podido regarme.Eciiita...! dijo de nuevo el viento, acariciando a la matica. Y,

    ni corto ni perezoso, se meti en el carro y, aprovechando la llave encontrada en la suichera, lo prendi y... rrruuunnn! lo hizo retro-ceder dos metros para que la matica dejara de sufrir.

    Gracias le dijo dulcemente ella al viento... Te gustan las guayabas?

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    Claro que s; por eso vengo siempre a ese solar.Sabes que yo soy una variedad que va a dar guayabas gran-

    des, piriformes, rosadas, cremosas, dulcsimas y... sin gusanos?Na guar! exclam el viento. Si esas son las que ms me

    gustan... Lstima que t no puedas crecer por culpa de ese techo que hay encima!

    Me gustara ver al sol. Me llega su calor, pero nunca lo he podido ver. Qu maravilloso debe de ser!

    Y el viento le explic entonces como era el sol y la luna y las es-trellas; y el mundo y tantas cosas bellas que hay fuera de un garaje en un pueblo campesino como este de Sanare.

    Total que el viento, encariado, y la enclenque matica de gua-yaba trabaron ese da una amistad eterna.

    Si t me libras de ese techo, mis mejores guayabas sern para ti le prometi ella al viento, a punto ya de despedirse porque estaba escampando. El se fue y ella se qued, esperanzada, como soando.

    Yo, en la casa, no quise decir nada para que no me dijeran mentiroso, an sealando el carro que, por s solo, estaba ahora medio salido del garaje. Busqu, en cambio, al viejo Eusebio y le cont todo lo que haba visto y odo.

    Aja! me dijo l. Asina se lo deca yo. No pise ms esa matica y crame, el viento tiene palabras y tiene poderes...

    Pero le faltaba por demostrar uno...Era una maana de junio y la radio anunciaba el peligro de una

    horrible tempestad por todo el Occidente. Aqu en Sanare, oscuro el cielo y agrietado de relmpagos, sonoros los techos de granizo y goterones, llegando aquel viento a una velocidad de 200 kilme-tros por hora y con una fuerza de 200 caballos, se llev lejos el te-cho de mi garaje, lo desbarajust de un solo viajazo.

    Wwwuuunnnfiitoj!Eciiito mi garajito!Cuando, por n, escamp y sobre la cara limpia del paisaje

    volvi a brillar el sol, la matica levant religiosamente sus bracitos anmicos, pero, encandilada, no pudo abrir los ojos para ver tanta belleza.

    Deje eso as me recomend el viejo Eusebio, al verme toda-va atortojado y sabiendo que yo pensaba volver a techar el garaje.

  • 12

    Y as se qued. La matica creci, creci ya abiertos los ojos a la luz del mundo, verde y lozana y... ahora campea cargando las mejo-res guayabas de Sanare, de Lara y de Venezuela.

    Azulejos, gonzalicos, cambureros, chuchuvas y durazneros se dan divinos banquetes en sus ramas. Pero, sentado debajo y des-cansando a su sombra, hallo muchas veces al mismo viento guaya-bero. Con puro mirar para arriba y haciendo fu! le caen en la boca las guayabas ms ricas del mundo.

    Desde entonces, por si acaso, yo no he vuelto a dejar las llaves del yip en la suichera. Solo lamento que... desde entonces mi carrito tenga que llevar tanto sol y tanta lluvia, casi igual que el viento gua-yabero. Y solo mostrndole a la gente cmo est el Yip de arruga-do, carcomido y oxidado es cmo puedo lograr que me crean este cuento.

  • 13

    Naci en Itabuna, Baha (Brasil, 1913), muri en la ciudad de Sal-vador el 6 de agosto de 2001. Vivi en la ciudad de Ilhus, lito-ral de Baha. Trabaj muy joven en peridicos lo que le permiti participar de la vida literaria, siendo uno de los fundadores de la llamada Academia de los Rebeldes. Se gradu en la Facultad Nacio-nal de Derecho (Ro de Janeiro). Como militante comunista se vio obligado a exiliarse en Argentina y Uruguay entre los aos 1941 y 1942, perodo en que viaj por Amrica Latina. En 1945 fue elec-to miembro de la Asamblea Nacional Constituyente por el Partido Comunista Brasileo (PCB), fue el autor de la ley que asegura la libertad de culto religioso. Su partido fue declarado ilegal y sus miembros fueron perseguidos y arrestados; tuvo que exiliarse en Francia hasta 1950 cuando fue expulsado. Desde esa fecha hasta el 1952 residi en Checoslovaquia. Al volver a Brasil en 1955 se distanci de la militancia poltica sin dejar el Partido Comunista. Se dedic desde entonces a la literatura. Fue electo en 1961 miem-bro de la Academia Brasilea de Letras. Recibi el ttulo de Doctor Honoris Causa por diversas universidades de Brasil, Portugal, Italia, Israel y Francia. Tambin recibi el ttulo de Ob de Xang en la re-ligin Candombl. En 1987 fue inaugurada en el Largo do Pelourin-ho, ubicado en la ciudad de Salvador, Baha, la Fundacin Casa de Jorge Amado, que preserva su acervo para investigadores y ayuda al desarrollo de actividades culturales en Baha.

    OBRA LITERARIA: Su primera novela, El pas del carnaval (1931), fue publicada cuando tena 18 aos de edad, En 1933 public su segunda novela, Cacao. Su ex-tensa obra literaria fue adaptada al cine, teatro y televisin. Sus libros fueron tra-ducidos a 49 idiomas y publicados en 55 pases, incluso en Braille. Sudor (1934), Jubiab (1935), Mar muerto (1936), Capitanes de arena (1936), Tierras del sin fin, (1943), Gabriela, clavo y canela (1958), Doa Flor y sus dos maridos (1966), Capi-tn de Ultramar; Relatos; La muerte de Quincas Berro dAgua fueron publicados en 1961. Libros para nios: El gato mallado y la golondrina sinh. Una historia de amor (1976), La pelota y el arquero (1986), han sido ganadores del Premio El Banco del Libro, distinguidos en la edicin 2004 del premio Rescate Editorial. El gato malla-do y la golondrina sinh. Una historia de amor, fue reeditado con ilustraciones de Mabel Pirola, en Barcelona, Espaa (Montena Mondadori, 2001).

    JORGE AMADO

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    EL GATO MANCHADO Y LA GOLONDRINA SINH(Fragmentos)

    Era una vez antiguamente, pero muy antiguamente, en las profundi-dades del pasado, cuando los bichos hablaban, los perros eran ama-rrados con chorizos, los sastres se casaban con princesas y las criaturas llegaban en el pico de las cigeas. Hoy, nios y nias nacen conocien-do todo; aprenden en el vientre materno, donde se hacen psicoanalizar escogiendo cada cual su complejo preferido, la angustia, la soledad, la violencia. Sucedi en aquel entonces una historia de amor.

    MADRUGADA

    LA MAANA viene llegando despacio y somnolienta; con tres cuar-tos de hora de atraso, funcionaria cansada. Demrase entre las nubes, perezosa, abriendo con dicultad los ojos sobre el campo, con ansias de dormir sin despertadores; dormir hasta no tener ms sueo! Si pudiese conseguir un marido rico, la maana no se des-pertara hasta las once o ms. Tendra cortinas en las ventanas que evitaran la luz violenta y le serviran caf en la cama. Son sueos de doncella casadera. Otra es la realidad de su vida, de funcionaria subalterna, sujeta a rgidos horarios. Se ve obligada a levantarse tempransimo, para apagar las estrellas que la Noche enciende por miedo a la oscuridad. La noche es asustadiza, tiene horror a las ti-nieblas.

    Con un beso, la Maana apaga estrella tras estrella mientras prosigue rumbo al horizonte. Semiadormecida, bostezando, olvida a veces apagar algunas y quedan, las pobres, encendidas en medio de la claridad, intentando intilmente brillar durante el da. Qu pena! Luego la Maana calienta el sol, trabajo agotador, tarea de gigante y no de muchacha tan delicada. Hay que soplar las brasas consumidas al pasar la Noche, obtener una primera, vacilante lla-ma, mantenerla viva hasta que ascienda en fogarada. Si estuviera sola, la Maana llevara horas enteras en iluminar el Sol, mas casi siempre el Viento, soplador famoso, viene a ayudarla. Por qu dice el tonto que lo haca, pasando all casualmente, si todos saben que

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    lo haca deliberadamente? Quin no se da cuenta de la secreta pa-sin del Viento por la Maana? Secreta? Si anda en boca de medio mundo!

    Circulan rumores en relacin al Viento, murmuraciones y sos-pechas; lo llaman bellaco y atrevido, cuya osada no hay que esti-mular. Se cuentan las travesuras habituales del irresponsable: apa-gar lmparas y candeleros para amedrentar a la Noche, desvestir a los rboles de sus bellos follajes dejndolos desnudos. Pilleras de evidente mal gusto; sin embargo, por increble que parezca, la Noche suspira al verlo y los rboles del bosque, desvergonzados se revuelven contentos a su paso.

    La broma predilecta del Viento es meterse bajo la pollera de las mujeres, levantndolas con malvola intencin exhibicionista. Truco de seguro efecto en los tiempos de antao, provocando ri-sas, miradas de soslayo, codiciosas, exclamaciones contenidas de deseo, y ah! y oh! entusiasmados. Antiguamente suceda as, aun-que hoy da el Viento, con tal procedimiento, no obtiene ya ningn xito. Exhibir qu, si todo est a la vista y cuanto ms a la vista menos llama la atencin? Quizs las generaciones futuras lucharn contra lo difcil y fcil, exigiendo en paseos y mitines lo escondido y lo difcil.

    Que es alocado, es cierto; no escondamos los defectos del Viento. Pero, por qu no hablar tambin de sus innegables cuali-dades? Alegre, gil, bailarn de fama, pie-de-vals aplaudido, amigo, siempre dispuesto a ayudar a los dems, sobre todo tratndose de seoras y doncellas.

    Por temprano que fuese, fro que hiciese, estuviera donde es-tuviera, atravesando empinados y lejanos caminos, arribaba por la madrugada a la casa del sol para cooperar con la Maanita. Sopla que sopla con la inmensa bocaza de aire. Pero apenas la brasa as-cenda, el Viento dejaba a la Maana atizar la llama con la pantalla de las brisas y comenzaba a recordar aventuras, a contar cosas vis-tas en las caminatas sin rumbo, por nevadas cumbres de montaas, por encima de las nubes o por abismos tan profundos que no poda contemplar nunca la Maana.

    Audaz y curioso, rey de caminadores, atravesando fronteras, invadiendo espacios, removiendo escondrijos, el Viento lleva una alforja de historias para quien quiera or y aprender.

  • 16

    Deseosa de escuchar un buen cuento, la Maana se demora an ms, atenta a los relatos del Viento, ora graciosos, ora tristes, extensos algunos, interminables como captulos de folletn. Poco propensa al trabajo, la Maana se deja estar embelesada, escu-chando; risuea, melanclica, baada en lgrimas cuanto ms conmovedora mejor es la novela causando irremediable trastorno a los relojes, obligados a disminuir el ritmo de los pndulos y minu-teros, dependiendo del arribo de la Maana para marcar las cinco horas en punto. Muchos relojes enloquecieron, sin que volvieran jams a sealar la hora exacta, atrasados o adelantados, cambian-do el da por la noche. Otros se pararon para siempre. Cierto reloj universalmente famoso, colocado en la torre de la universalmente famosa fbrica de los universalmente famosos relojes (los ms pun-tuales del mundo), campen olmpico de la hora exacta, se suicid, ahorcndose con las manecillas, por no soportar ya la lentitud de la Maana y el atraso general de la produccin. Era un reloj suizo, con ejemplar sentido de responsabilidad e inmenso patriotismo in-dustrial.

    No solamente los relojes perdieron la cabeza, sino tambin los gallos, confundiendo la hora de su canto, anunciando la aparicin del sol cuando la Maana estaba an encendindolo, atenta a las parrafadas del Viento. Vivan con la cresta baja, desanimados. Relo-jes y gallos formularon una protesta al Tiempo, amo de todos ellos, protesta de ocho puntos y veintisis razones incontestables, pero el Tiempo, que es innito, no les prest mucha atencin, pensando que una hora ms o una hora menos es mera locura que no mere-ce preocupaciones cuando enfrente se tiene a la Eternidad. Incluso esos atrasos podran romper la monotona existente. Adems, el Tiempo no ocultaba cierta debilidad por la Maana. Inconsecuente y risuea, joven y alocada, poco atenida a las normas establecidas, ella le haca olvidar por algunos instantes el gran aburrimiento que le produca la eternidad y su bronquitis crnica.

    Pero esta vez la trotamundos sobrepas los lmites de la tole-rancia. El Viento intentaba dividir el largo relato en dos o tres epi-sodios, pero ella le exiga que le detallara todo, punto por punto, hasta el desenlace nal. El sol abrasaba cuando se despidieron.

    Vestida de luz blanca, con motitas de ores azules y rojas, la Maana cruza entre las nubes, distrada, pensativa, reexionando

  • 17

    sobre el cuento que le reriera el Viento; volvindose soadora al recordar detalles, ligeramente melanclica. Un autor erudito habla-ra de confusin de sentimientos.

    A ella le gustara no ser la Maana, cargada de obligaciones estrictas, para extenderse en los campos de la madrugada y pensar en las intenciones del Viento. Por qu eligi l precisamente esa historia? Habra que deducir algo de ella? O es que el Viento lo hizo por el solo gusto de narrar? La Maana sospecha que hay en todo eso una intencin oculta, una razn secreta en el mirar lngui-do del aparcero, en cierto suspiro inesperado en la hora del desen-lace.

    Suspira el Viento por ella, como rumorean las comadres? Piensa pedir su mano y casarse con ella? No es mala idea casarse con el Viento, aunque preferira a un millonario. El Viento le ayuda-ra a apagar las estrellas, a encender el sol, a secar el roco y a abrir la or llamada Once Horas que la Maana, por pura picarda, o para contrariar a la gente, abre todos los das entre las nueve y media y las diez. Si se casase con el Viento, saldra con su marido mundo afuera, sobrevolando la cima altsima de las montaas, esquiando en las nieves eternas, corriendo sobre el dorso verde del mar, sal-tando al ritmo de las ondas, descansando en las cavernas subterr-neas donde la oscuridad se esconde durante el da para descansar y dormir.

    Libre e inconstante, soltern profesional, pensara el Viento en casarse realmente? Se contaban por docenas sus pasiones y aventuras, los escndalos en que se viera envuelto. Se menciona-ban raptos, persecuciones, maridos encolerizados, juramentos de venganza. La Maana balanceaba la cabeza: el Viento no piensa en casarse, son otras sus intenciones, nefastas intenciones, como se deca en aquellos tiempos de atraso.

    Aun as, vale la pena soar. Envuelta en tales pensamientos, va la Maana cavilando, olvidada de las horas. Todos los relojes es-tn parados, esperndola; los gallos, sin excepcin, estn roncos de cantar anunciando el sol, pero dnde est el sol? Al canto de los gallos los hombres despiertan, conrman en sus relojes las cinco horas exactas, comprobando en seguida la ausencia del sol. En el cielo, luz fosca de la madrugada se confunde con la cenicienta gasa de la Noche. Llegara el n del mundo? Dios nos socorra!

  • 18

    Ante las quejas recibidas por tan grande atraso, el Tiempo sin-tese obligado a enojarse con la Maana, aunque al llamarle la aten-cin y amenazarla con un castigo, esconda una sonrisa cmplice en el rostro solemne de barbas y arrugas. La Maana le conesa la verdad con una voz de gorjeo de pjaro:

    Padre, me demor escuchando al Viento contar una historia y as perd la hora.

    Una historia! se interes el Tiempo, siempre en busca de algn entretenimiento que le hiciese menos pesada la eternidad, maldita eternidad! Repteme esa historia, si es verdaderamente buena, y no slo te disculpar sino que te dar una rosa azul que hace muchos siglos oreci y hoy ya no existe, pues todo ha cam-biado, hija ma, todo ha cambiado para peor, y nada es como antes ya, pues se acabaron las buenas cosas de la vida, ah!, un nostlgico el Tiempo.

    Sintase la Maana a los pies del Maestro, recoge las faldas de su vestido de claridad y comienza a contar. En mitad de la historia el Tiempo se adormece, pero la Maana no se interrumpe, pues en el transcurso de la narracin le parece escuchar la voz acariciado-ra del Viento, cree ver la expresin de splica de sus ojos pcaros. Viento vagabundo y sin parada, por dnde andar? En qu reco-veco del mundo, curioseando, desnudando a las ramas; deteniendo a las nubes, persiguiendo a la lluvia en largas correras por el cielo para arrojarla por n al pasto verde? ntimos, demasiado ntimos, el Viento y la Lluvia son compaeros de travesuras. Solamente com-paeros?

    La Maana, preocupada de pronto, frunce el ceo.

    PARNTESIS

    (La historia que la Maana relat al Tiempo para ganar la rosa azul, fue la del Gato Manchado y la Golondrina Sinh; ella la haba es-cuchado del Viento, susurrada con expresin enigmtica, algunos suspiros y voz plaidera. Yo la transcribo aqu, por haberla odo del ilustre Sapo Curur que vive sobre una piedra, entre musgos, al margen de un lago de aguas podridas, en un paisaje inhspito y desolado. Viejo compaero del Viento, el eminente Sapo Curur me

  • 19

    cont el caso para demostrar la irresponsabilidad del amigo que, segn l, desperdicia su tiempo fantaseando en vez de aprovechar sus largos viajes por el extranjero para estudiar comunicacin, sns-crito o acupuntura, asuntos de noble utilidad. El Sapo Curur es doctor en losofa, catedrtico en Lingstica y Expresin Corporal, cultor de rock, miembro de derecho, correspondiente y benemrito de Academias nacionales y extranjeras, famoso en varias lenguas muertas. Si la narracin no os parece bella, la culpa no es del Viento ni de la Maana, mucho menos del Sapiente Sapo Curur, que es doctor honoris causa. Expresada en lenguaje humano, ninguna his-toria resistir y conservar el original encanto; perdern la msica y la poesa puestas por el Viento.)

    LA ESTACIN DE PRIMAVERA

    Cuando la Primavera lleg, vestida de luces, de colores y de alegra, olorosa de perfumes sutiles, desabrochando las ores y cubriendo a los rboles de ropajes verdes, el Gato Manchado estir los brazos y abri los ojos pardos (...)

    Nadie se aproximaba a Gato Manchado. Las ores se cerraban si le vean llegar; dicen que cierta vez cort de una patada un tmi-do lirio blanco del cual se haban eramorado todas las rosas. No era esto suciente prueba para quien dudara de su maldad? (...)

    Las palomas andaban lejos de l (...) Las maternales gallinas enseaban a sus polluelos (...) cmo evitar al Gato Manchado (...) No le importaba lo que hablaran de l. Si lo saba se desinteresaba del asunto, aunque es posible que ni supiese lo mal visto que era, pues casi no conversaba con nadie, a no ser, en ciertas ocasines, con la Vieja Lechuza (...) cuyas opiniones eran muy respetadas por su avanzada edad, sola armar que el Gato Manchado no era tan malo como se deca y que simplemente eso poda deberse a una imcomprensin general (...)

    As viva cuando irrumpi la Primavera parque adentro, en una explosin de colores, de aromas, de melodas (...) Gato Manchado estaba sonriendo (...) Jams lo haban visto sonrer (...)

  • 20

    CONTINUACIN DE LA ESTACIN DE PRIMAVERA

    En torno giraba la Primavera, el sueo de un poeta. El Gato Mancha-do sinti deseos de decir algo agradable a la Golondrina Sinh. Se sent en el suelo, alis los bigotes y apenas pudo preguntar:

    T no huiste como los otros?Yo? Huir? No tengo miedo de ti, los otros son unos cobar-

    des... T no me puedes alcanzar, eres un gatazo ms loco que feo. Y mira que eres feo!

    Feo, yo?El Gato Manchado ri con risa espantosa de quien estaba des-

    acostumbrado a rerse, y esta vez hasta los rboles ms corajudos, como el Palo-Brasil, un gigante, se estremecieron. Ella lo insult y l la va a matar, pens el viejo Perro Dinamarqus.

    El Reverendo Loro reverendo porque pas un tiempo en el seminario donde aprendiera a rezar y a repetir frases en latn, lo que le otorg valiosa reputacin de erudito cerr los ojos para no ser testigo de la tragedia. Lo hizo por dos razones: primero, por emotivo, desagradndole ver sangre, menos an de golondrina tan hermosa, y segundo, por no querer servir como testigo si hubiese un proceso criminal, por crimen sin nombre, teniendo as que de-cidir entre decir la verdad y cargar con las consecuencias de la ira del Gato Manchado proceso calumnioso, dira ste, agregndole unas bofetadas, arrancndole el pico o quin sabe qu cosas ms o mentir y quedar con fama de cobarde, de cmplice del asesino. Ante situacin tan dicil, lo mejor era no ver. En cambio, rez por el alma de Golondrina Sinh, quedando en paz con su conciencia, una conciencia aburrida y llena de exigencias.

    La misma Golondrina Sinh sinti que haba exagerado la nota, y, por si acaso, vol hasta una rama ms alta donde qued picoteando sus plumas en un gesto de extrema coquetera. El Gato Manchado sigui rindose, a pesar de sentirse un tanto ofendido. No porque la Golondrina le haya dicho malo sino por llamarle feo, ya que l se encontraba lindo, una hermosura de gato. Y elegante tambin.

    De verdad: me encuentras feo?Fesimo... rearm de lejos la Golondrina.No creo. Slo una criatura ciega puede encontrarme feo.

  • 21

    Feo y consentido!La conversacin no continu porque los padres de la Golon-

    drina Sinh, sobreponindose al miedo por amor a su hija, llegaron volando y se la llevaron, enojados con ella, propinndole un gran sermn. Pero la Golondrina, mientras la llevaban, grit todava al Gato:

    Hasta luego, feo...(...)

    CAPTULO INICIAL, ATRASADO Y FUERA DE LUGAR

    GOLONDRINA SINH, adems de bella, era un poco loca. Loquita, le vendra mejor. A pesar de que frecuentaba todava la escuela de los pjaros, donde el Loro dictaba ctedra de religin, y de ser tan jo-vencita hasta el punto de que sus respetables padres no la dejaban salir sola por la noche con sus admiradores, era ya resuelta e inde-pendiente, enorgullecindose de mantener relaciones con todo el mundo en el parque. Era amiga de las ores y de los rboles, de los patos y de las gallinas, de los perros y de las piedras, de las palomas y del lago. Con ellos conversaba, con aires de suciencia, sin darse cuenta de las pasiones que despertaba a su alrededor.

    (...)

    LA ESTACIN DE VERANO

    (...)Corto fue el tiempo del Verano para el Gato y la Golondrina. Lo

    llenaron con paseos y andanzas, con palabras musitadas, con largas conversaciones a la sombra de las arboledas, con sonrisas, con mi-radas lnguidas aunque expresivas, con arrullos tambin...

    No s si arrullo ser la palabra precisa. Me explicar: a veces la Golondrina encontraba al Gato abatido, con bigotes mustios y ojos ms pardos an. El motivo era el mismo: la Golondrina haba sali-do con el Ruiseor, convers con l y tuvieron sus clases de canto. El Ruiseor era su profesor. Golondrina no comprenda la actitud del Gato Manchado, esas sbitas tristezas que se prolongaban en

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    cerrados silencios. Entre ella y el Gato no hubo intercambio de pa-labras de amor, y por otro lado, la Golondrina consideraba al Ruise-or, segn deca, como a un hermano.

    Un da en que la leccin de canto se prolong ms de lo ha-bitual, y los bigotes del Gato estaban tan mustios que tocaban el suelo, ella le pidi explicaciones por aquella tristeza. El Gato Man-chado le contest:

    Si yo no fuese un Gato, te pedira que te cases conmigo...La Golondrina qued callada, envuelta en un silencio de noche

    profunda. Sorpresa? No creo; haca tiempo que ella adivin lo que pasaba en el corazn del Gato. Enojo? No creo tampoco; aquellas palabras fueron gratas a su corazn. Pero tena miedo. El era un Gato y los gatos son enemigos irreconciliables de las golondrinas.

    Vol rasantemente sobre el Gato Manchado, lo toc levemente con el ala izquierda y l pudo sentir los latidos del pequeo corazn de Golondrina Sinh.

    Ella gan altura y sigui mirndolo de lejos. Era el ltimo da de verano.(...)

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    Naci en Caracas (Venezuela, 1950). Licenciada en Letras Hisp-nicas, Magster en Literatura Venezolana, Universidad del Zulia, Maracaibo. Fund el teatro de tteres Chmpete-Chmpata de la Universidad del Zulia. Guionista de cine, televisin y radio. Trabaj en el Canal 2 (RCTV) en 1983 escribiendo guiones para una serie juvenil y adapt para tv dos cuentos de Rmulo Gallegos: La hora menguada y La fruta del cercado ajeno. Por el guin de cine del largometraje: Pequea Revancha, escrito en colaboracin con el di-rector del film, Olegario Barrera obtiene el Premio al Mejor Guin en el IV Festival Internacional de Cine, Mrida, 1986. Obtiene el Pre-mio Foncine al Mejor Guin para Nios y Jvenes, por Con cierto corazn, escrito con Nstor Caballero. Es Guionista del filme corto metraje de ficcin Entre lneas, dirigido por Emilia Anguita, 1989. Premio Regional de Literatura Zuliana Jess Enrique Losada. Pre-mio de Cuento del diario El Nacional, 1977. Premio de Cuento Julio Garmendia 1984, UCV. Bienal Jos Rafael Pocaterra 2004, en Poesa. Autora del del guin largo metraje: Y nos queramos mucho por eso. Sobre el escritor Aquiles Nazoa. Organiza talleres literarios y progra-mas de promocin a la lectura con distintas instituciones. Produce el Programa de radio La Palmera Luminosa (por diez aos), sbados a las 8.00 p.m. en Universitaria 104,5 FM, de la Universidad de Cara-bobo, donde es docente de la Maestra de Literatura Venezolana. Es Coordinadora del rea de Literatura Infantil de la Casa Nacional de las Letras Andrs Bello. www.laurantillano.com.ve

    OBRA LITERARIA: Narrativa (Caracas, Monte vila) La bella poca (1969), Un carro largo se llama tren (1975), Hticos casa No. 20 (Maracaibo, Universidad del Zulia, 1975), Dime si adentro de ti no oyes tu corazn partir (Caracas, Fundarte, 1983; ree-ditado en 1992), Cuentos de pelcula (Selevn, Caracas, 1985; reedicin, Fundacin Cinemateca Nacional, 1997), La luna no es de pan-de-horno (1988), Tuna de mar (Caracas, Fundarte, 1991) y La luna no es de pan-de-horno y otros relatos (2005). Novelas: La muerte del monstruo come-piedra (1971; reedicin Maracay, La letra voladora, 1996), Perfume de gardenia (Caracas, Selevn, 1982 y 1984; tercera edi-cin Valencia, Universidad de Carabobo, 1996), Solitaria solidaria (Caracas, Planeta, 1990; reedicin Mrida, El otro, el mismo, 2001), Las aguas tenan reflejos de plata (Caracas, Santillana, 2002). Novelas para nios: Diana en tierra Wayu (Caracas y Bogot, Santillana, 1992-1994, 1997, 2002, 2004) y Emilio en busca del enmasca-rado de plata (2005). Novela juvenil: Si t me miras (Planeta, 2006). Cuentos para nios: Cenan los tigres la noche de Navidad? (1991, y 2005). Poesa: El verbo de la madre (El otro el mismo, 2005) y Migaja (2006).

    LAURA [email protected]

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    CARTA DE OTOO (de Un carro largo se llama tren)

    Y entonces recuerdas, pgina a pgina, el lbum de fotografas y el gato pequeo de felpa que dorma sobre la cama cerca del piso. Y deseas escribir esta carta desde un otoo plido y fro, desde una ciudad desconocida, con tranva y subterrneo, con edicios ocres y un pasado histrico que parece pesar sobre la espalda de la gen-te, como un bal viejo con ropa del abuelo.

    Y con tu fro de manos en el bolsillo y mejillas rojas, mientras compras estampillas o te preparas para la jornada de trabajo de hoy, sabes que quieres reconstruir palmo a palmo una tarde y otra, y meterte en el uniforme de la escuela de los nueve aos y tener el bulto grandsimo que se arrastra por demasiado peso. Y sabes que inevitablemente algo cambi en todas las cosas, porque ni si-quiera tu sonrisa es ahora la misma de entonces; y te sientes como si fueses un rbol y te estuvieran talando corteza a corteza, que la angustia viene de que no puedes hablarle, de que no te oye, de que parece que se hubiera ido muy lejos, y te viene la imagen de la fo-tografa en que sonre, con su abrigo tan grande sentado ante una fuente, y con su risa tan fuerte reconoces cada rasgo de su boca, su nariz, sus manos pequeas, y en ello reconoces tu boca, tu nariz, tus manos pequeas. Porque para ti l sigue sentado en aquella mecedora como lo dibujaste una vez, hace algunos aos, dormido, con las mangas de su camisa dobladas hasta los codos y con esa expresin triste, que vindolo dormir descubriste latente.

    Porque mi padre tiene una cicatriz en la mueca, que se pro-dujo l mismo al golpear el cristal de una ventana. Porque mi padre lee a Walt Whitman en alta voz y te dice que el Canto a m mismo es para todos nosotros y su voz cobra entonces un resonar de tam-bores.

    Y porque canta a veces, y hace gestos, se re de sus propios gestos y habla solo, como si planicara las conversaciones, y por-que le gusta la Sinfona del nuevo mundo, y siempre quiso escribir libros que no escribi, s que est aqu conmigo y en ninguna otra parte.

    Pap es gordo, pequeo y tiene bigote ralo, discute siempre y limpia sus libros, se pone los anteojos en la punta de la nariz mirn-

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    dome por encima, porque los usa para leer y escribir y si le hablas, sube la cabeza y te mira as, como si los anteojos se quedaran inti-les puestos all, justo encima de la nariz.

    Cuando se afeita pone mucha espuma en la brochita y lo hace con un gesto increble, poquito a poco, y canta un poco si no anda apurado.

    Yo recuerdo una vez, cuando era chiquita, llova y mi pap nos sac de la tienda a mi hermana y a m, cargadas, y con nosotras corri hasta el carro, y lo empegostamos todo de caramelo porque estbamos comiendo manzanas abrillantadas.

    El mdico me puso a dieta para adelgazar cuando tena nueve aos, pero si salamos a pasear pap y yo esa dieta se olvidaba, nos bamos a una fuente de soda en Las Mercedes y comamos helados grandsimos; creo que pap entenda el problema porque l siem-pre fue un pap gordo y adems conaba en que yo iba a crecer y al crecer adelgazara, como fue.

    Pap me llevaba en ese entonces a las libreras y escogamos juntos tomos de cuentos de Hans Christian Andersen y los Herma-nos Grimm, cuentos Orientales y Africanos, cuentos Escandinavos, yo gozaba con esas historias de castillos y caballos, duendes y gno-mos; despus me dio libros ms serios, como Robinson Crusoe, In-vanhoe, Moby Dick, La Madre de Mximo Gorki, y era mejor quedar-se en casa con ese librero que salir por ah, una que era tan tmida y costaba hablar o jugar ladrn y polica o cualquier cosa.

    Mi pap sabe bailar y canta a gritos y tiene una risa muy sa-brosa.

    Una vez estbamos en el cine viendo Aladino y la lmpara ma-ravillosa, yo tena cuatro aos y me asust mucho por el genio que sale de la lmpara, le dije a pap que me cargara y mi hermano se puso muy bravo porque a los cuatro aos no hay razn ya para esos sustos bobos.

    Pap haca que rigurosamente, antes de salir de casa, todos furamos en la india al bao, para evitar en la sala de cine, en me-dio de la pelcula, el: Quiero ir al bao, pap de siempre. l es muy pedaggico en sus cosas, invent hasta mtodos para que no nos gritramos groseras entre los hermanos cuando pelebamos, y discute siempre con nosotros, desde pequeos, como de igual a igual.

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    l fue el responsable de sacarnos los dientes de leche a todos. Si uno tena un diente ojo y le deca l contestaba:-ah, si? Djame verlo. Y chas! Te lo sacaba rapidito, pero no dola nada.

    Mi pap hace el mercado en casa y siempre compra muchos dulces, le encantan las tortas de cremaa veces se propone hacer dieta pero no dura mucho. En realidad es difcil imaginarlo si no es gordo y con su bigote, ese que cuando lo besas pica, de lo contrario no es mi pap.

    Pap siempre pareci entender que una tena que crecer, y si se pone triste a veces es porque todos los paps del mundo, de todas las generaciones, pasan por eso. A l le gusta que una haga cosas y madure, pero a veces no entiende cosas que una hace y cree que no estn bien pensadas, entonces se molesta y se pone triste y una termina tambin por ponerse triste porque quisiera que todas las cosas las entendiera la humanidad entera.

    Pero pap debe saber en el fondo que l nos ense a pensar, a estar alegres o preocupados, a tomar decisiones en n y por eso tie-ne que tener fe en nosotros, que, podemos equivocarnos porque es normal, pero podemos acertar tambin. Cuando pap comprende eso vuelve a ser el pap que se pone mucha espuma en la brochita de afeitarse y canta operetas y se re con mis hermanitas pequeas y pone sus discos preferidos y se va a la playa y lee cosas nuevas y va el cine y ve dos pelculas seguidas y Es otra vez mi pap!

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    Naci en Barquisimeto (Venezuela, 1950). Escritora e investigado-ra, autora y compositora de msica para nios y nias. Consultora corporativa de organizaciones, mercadeo y publicidad. Es Vicepre-sidenta de Relaciones Institucionales de Bolvar Banco. Ha trabaja-do en educacin desde pre-escolar hasta el nivel universitario. Se especializ en literatura para nios. Ha sido facilitadora de Talleres de autoconocimiento y creatividad. Fue miembro fundadora del Instituto de Educacin Creativa El Sebucn en Barquisimeto, de la Ctedra de Literatura Infantil Latinoamericana Jos Mart, y del Movimiento de la Cancin Infantil Latinoamericana y Caribea. En 1984 recibi el Premio Poesa Centenario Rmulo Gallegos (Fun-dacin Cultural Barinas).

    OBRA LITERARIA: Siete cuentos en voz baja (Barquisimeto, Fondo Editorial Lara, 1983). Los yabos ardidos (poesa) Edicin especial (1985). Barcos para la lluvia (Fundacin Cultural Barinas, 1984). De aromas, (Mrida, Consejo de Publicaciones de la Universidad de Los Andes, 1992). El apagn (Barquisimeto, Consejo de Publi-caciones de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado, 1998). Editados en Caracas: Monlogo de un rbol solitario (Editorial Arte, 1983). Romance del na-cimiento (Venegrfica, 1988. 2da. ed. 1998). Barro, manos y tierra de Lara (Ernesto Armitano Editores, 1988), El nio que soy (Fondo Editorial Orlando Araujo, 4 ed, 1989-94, Edicin Bilinge (espaol-ingls): Taller de Ediciones Rayuela, 1998). De Teodora Torrealba a Miguel ngel Peraza (Armitano, 1989). Encontr una moneda! (Banco Central de Venezuela, 1991. 2da ed. 2000). El nio de las calas (Editorial Arte, 1991). El son del ratn y otras canciones (Monte vila, 1993. 2da y 3ra. edi-cin, 1996-98). Con la madre Pilar (Artis, 1993). Carlota (Taller de Ediciones Rayue-la, 1997). Chirriquiticos (Taller de Ediciones Rayuela, 1998). Noninoni (Alfaguara Infantil, Editorial Santillana, 2006), entre otros. Discografia: Rosario Anzola canta cosas de los nios (Producciones Musicarte, 1987), Rosario Anzola, canciones para jugar (Producciones Musicarte, 1989). Dormite mi nio: Antologa de Canciones de Cuna Venezolanas (Producciones Musicarte, 1990), Participacin en canciones para nosotros (CECODAP y UNICEF de Venezuela, 1997), Participacin en asuntos de poesa. Vol. I (Fundacultura e Instituto Universitario Politcnico, 1983).

    ROSARIO [email protected]

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    LA NIA QUE SOABA(de Cuando Mara Elisa tena cuatro aos)

    (A los cuatro aos el sueo es parte de la vida, como el aire o el sol o la comida. A los catorce aos el sueo es parte del futuro, como la certeza de seguir viviendo. A los veinticuatro aos el sueo es parte de una vida secreta que es necesario compartir. A los treinta y cua-tro aos el sueo est ubicado en la noche porque estn todas las cosas asentadas. A los cuarenta y cuatro aos el sueo comienza a tener algo de ayer y algo de maana. A los cincuenta y cuatro aos el sueo se desliza de nuevo por el da. Despus de los sesenta y cuatro aos, el sueo vuelve a ser urgencia, o parte de la vida como el aire o el sol o la comida).

    Una vez hubo una nia que le tena mucho miedo a los caba-llos. Un da estaba mirando el cielo del patio y vio que las nubes se haban congregado en una alegre esta de rosados... Haba distin-tas formas y colores, desde blancas con ramalazos rosa hasta unas nubes larguruchas que mostraban sus morados... Ya se le iban can-sando los ojos, de tanto mirar y mirar, cuando de pronto apareci, ante su propio asombro, un radiante caballo que le haca cabriolas desde una nube polvorienta. La nia, que soaba, se apoder de l y (con el consentimiento de la mueca que llevaba en los brazos) le dio el nombre de Caballo de las Nubes Color de Rosa.

    La nia era impetuosa y hablachenta, pero el caballo no quera hablar absolutamente nada. Lo nico que se le oa era unas campa-nas de plata que llevaba amarradas a las patas y que recordaban, de repente, a la msica de Arroz con Leche. La nia no perdi su entu-siasmo y comenz a llamarlo desde el patio. Caballito le dijo ven aqu... Jugaremos... Te montar para que me lleves por todo el cielo a pasear...

    De pronto, y con un galope vaporoso y musical, el caballo deci-di por n bajar hasta ella, colocndose una nube ms abajo. No s si pueda llevarte a pasear, porque soy el caballo que pasea a las es-trellas y... sabes una cosa? (le dijo como en secreto y mirando para todos lados) son celossimas... Hasta se pelean por m. T no ves que de noche no hacen ms que picarme los ojos... Se empolvan y se acicalan con sus motas plateadas para lucir sus trajes de gala en las ventanas. Me gustara pasearte, pero...

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    No importa caballito... Te voy a hacer una casa debajo del jaz-minero que hay en ese rincn del patio... As no tienes que volver arriba. Te adornar la cola con siemprevivas y bellalasonce, te bor-dar una montura con hilos de seda y raso, te peinar la crin con mi cepillo y te pondr mis cintas y mis lazos... Me vestir con trajes de princesa para salir por los caminos de los cuentos de hadas.

    La nia continu hablando y hablando y hablando, sin perca-tarse de que la tarde fue arreando a las nubes porque ya las estre-llas se empezaban a acomodar en sus ventanas. Cuando vir hacia el cielo, ya no estaba el caballo... Bueno, no me voy a entristecer por eso... Yo creo que te rob alguna estrella. Adems no hubiera po-dido montarte porque eres solamente un caballo de aire, de puro aire. Y hay que ver lo que debe ser caerse desde tan lejos. Si algn da monto un caballo, me monto en uno de verdad... As me d mu-cho miedo. (Y la nia, con paso decidido, agarr a su mueca y se meti para la casa).

    (Siempre guardamos el recuerdo de algn sueo como el del Ca-ballo de las Nubes Color de Rosa, como si existiese un caballo que no llegamos a montar o un camino que no llegamos a recorrer... A los cuatro aos, el sueo es parte de la vida, pero no cuesta mucho ponemos a soar que todava tenemos cuatro aos).

    FBULA DE LOS COCHINOS(cancin)

    (de Al son del ratn y otras canciones)

    Hace mucho tiempo, muy lejos de aqu un par de cochinos fueron a vivir.

    l de botas verdes y palt levita, sala de paseo con su cochinita.Como no haba lobo que los asustara estos dos cochinos el tiempo pasaban entre desayunos, las cenas, almuerzosy cinco meriendas que hacan sin esfuerzo.

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    Camino a la casa compraban helados y los saboreaban con pollos asados, dejaban el rastro de los bizcochuelos que se haban tragado con los caramelos.Come que te come pan con mermelada y papitas fritas con carne esmechada, se servan montones de fresa y natillay a todo le echaban mucha mantequilla.

    Flan de chocolate con crema batida, era obligatorio para la comida. Salchichas horneadas antes de dormir con cien pastelillos de queso y man.

    Sitio preferido era la cocina, en donde abundaba miel y gelatina. Tomaban por litros jugo de limny engullan por kilos tortas y turrn.

    Y si en golosinas gastaban los reales tambin olvidaban los buenos modales. Entonces un da se sintieron maly fueron corriendo para el hospital.

    Hasta el autobs quisieron subiry el chofer la puerta no les quiso abrirestaban tan gordos, casi al estallar, que hasta los asientos podan reventar.

    As que tuvieron que seguir andando,un poquito a pie y otro caminando,con ebre, sudores, calor y calambresy, a pesar de todo, con sed y con hambre.

    El doctor los vio de abajo hacia arriba y diagnostic: dolor de barriga.Les dio de receta algo que aprender: que de esa manera no deban comer.

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    Naci en Mlaga (Colombia). Reside en Monteadentro, en las afue-ras de Pamplona. Es escritor, dramaturgo, Licenciado y magster en literatura de la Pontificia Universidad Javeriana. Obtuvo el VII Premio Enka de Literatura Infantil en 1989. Premio Comfamiliar del Atlntico en 1991. Premio Nacional de Literatura de Colcultura en 1993. Premio Nacional de Dramaturgia para la Niez en 1998 y Premio de Literatura Infantil Parker en 2003. Ha sido conferencis-ta de diversos eventos culturales en Colombia, Chile, Venezuela y Mxico.

    OBRA LITERARIA: El unicornio y otros lugares para hombres solos (2002), y Noticias de la niebla (2003). Para nios y jvenes: La silla que perdi una pata y otras histo-rias (1988), El len que escriba cartas de amor (1989), La media perdida (1989), La lagartija y el sol (1989), Las batallas de Rosalino (1989), Los casibandidos que casi roban el sol (1991), Caperucita roja y otras historias perversas (1991), La muchacha de Transilvania y otras historias de amor (1993), La pluma ms bonita (1994), Serafn es un diablo (1998), El superburro y otros hroes (1999), El vampiro y otras visitas (2000), La sirena de agua dulce (2001), Los besos de Mara (2001), Pecas (2002), Mam no es una gallina (2002), La gota de agua (2003), La verdadera historia del gato con botas (2003), Tres tristes tigres (2004), Carmela toda la vida (2004), La caja de las lgrimas (2004), Roberto est loco (2005), Los olvidos de Alejandra (2005), El rbol triste (2005), La hija del vampiro (2006). Teatro: La vaca de Octavio, La araa sube al monte, El pirata de la pata de palo, Mambr se fue a la guerra, Torcuato es un len viejo, Amores eternos, La ventana y la bruja, El amor y otras materias. Su obra es recogida en diversas antologas: Colombia chr ouvert (Pars, 1991), Und trumten vom Leben: Erzhlungen aus Kolumbien (Zrich, 2001), Hren wie die Hennen Krhen (Zrich, 2003), Cuentos de esto y de aquello (San Jos, Costa Rica, 1993), Antologa de los mejores relatos infantiles (Bogot, Presiden-cia de la Repblica, 1977), Cuentos breves latinoamericanos (Buenos Aires, Co-edicin Latinoamericana, 1998), Poesa de Amrica Latina para nios (So Paulo, Coedicin Latinoamericana, 2000), Cuentos sin cuenta/Relatos de Escritores de la Generacin del 50 (Cali, Universidad del Valle, 2003), Cuentos breves de Amrica y Espaa (Buenos Aires, 2004), Historias para girar (Mxico, SM, 2004), Historias para habitar (Mxico, SM, 2004), Cuentos y relatos de la literatura colombiana (Bo-got, Fondo de Cultura Econmica, 2005) y Antologa del microrrelato hispnico (Espaa, Menoscuarto, 2005).

    TRIUNFO [email protected]

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    CAPERUCITA ROJA(de Caperucita roja y otras historias perversas)

    Ese da encontr en el bosque la or ms linda de mi vida. Yo, que siempre he sido de buenos sentimientos y terrible admirador de la belleza, no me cre digno de ella y busqu a alguien para ofrecr-sela. Fui por aqu, fui por all, hasta que tropec con la nia que le decan Caperucita Roja. La conoca pero nunca haba tenido la ocasin de acercarme. La haba visto pasar hacia la escuela con sus compaeros desde nales de abril. Tan locos, tan traviesos, siempre en una nube de polvo, nunca se detuvieron a conversar conmigo, ni siquiera me hicieron un adis con la mano. Qu nia ms graciosa. Se dejaba caer las medias a los tobillos y una mariposa ataba su cola de caballo. Me quedaba oyendo su risa entre los rboles. Le escrib una carta y la encontr sin abrir das despus, cubierta de polvo, en el mismo rbol y atravesada por el mismo aller. Una vez vi que le tiraba la cola a un perro para divertirse. En otra ocasin apedreaba los murcilagos del campanario. La ltima vez llevaba de la oreja un conejo gris que nadie volvi a ver.

    Detuve la bicicleta y desmont. La salud con respeto y ale-gra. Ella hizo con el chicle un globo tan grande como el mundo, lo estall con la ua y se lo comi todo. Me rasqu detrs de la oreja, pate una piedrecita, respir profundo, siempre con la or escondi-da. Caperucita me mir de arriba abajo y respondi a mi saludo sin dejar de masticar.

    Qu se te ofrece? Eres el lobo feroz? Me qued mudo. S era el lobo pero no feroz. Y slo pretenda

    regalarle una or recin cortada. Se la mostr de sbito, como por arte de magia. No esperaba que me aplaudiera como a los magos que sacan conejos del sombrero, pero tampoco ese gesto de fasti-dio. Titubeando, le dije:

    Quiero regalarte una or, nia linda. Esa or? No veo por qu. Est llena de belleza dije, lleno de emocin. No veo la belleza dijo Caperucita. Es una or como cual-

    quier otra. Sac el chicle y lo estir. Luego lo volvi una pelotita y lo regre-

    s a la boca. Se fue sin despedirse. Me sent herido, profundamen-

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    te herido por su desprecio. Tanto, que se me soltaron las lgrimas. Sub a la bicicleta y le di alcance.

    Mira mi reguero de lgrimas. Te caste? dijo. Corre a un hospital. No me ca. As parece porque no te veo las heridas. Las heridas estn en mi corazn dije. Eres un imbcil. Escupi el chicle con la violencia de una bala. Volvi a alejarse

    sin despedirse. Sent que el polvo era mi pecho, traspasado por la bala de chi-

    cle, y el ro de la sangre se estiraba hasta alcanzar una nia que ya no se vea por ninguna parte. No tuve valor para subir a la bicicleta. Me qued toda la tarde sentado en la pena. Sin darme cuenta, uno tras otro, le arranqu los ptalos a la or. Me arrim al campanario abandonado pero no encontr consuelo entre los murcilagos, que se alejaron al anochecer. Atrap una pulga en mi barriga, la destri-p con rabia y esparc al viento los pedazos. Empujando la bicicleta, con el peso del desprecio en los huesos y el corazn ms desmiga-jado que una hoja seca pisoteada por cien caballos, fui hasta el pue-blo y me tom unas cervezas. Bonito disfraz, me dijeron unos bo-rrachos, y quisieron probrselo. Esa noche haba fuegos articiales. Todos estaban de esta. Vi a Caperucita con sus padres debajo del samn del parque. Se coma un inmenso helado de chocolate y era descaradamente feliz. Me alej como alma que lleva el diablo. Volv a ver a Caperucita unos das despus en el camino del bosque.

    Vas a la escuela? le pregunt, y en seguida me di cuenta de que nadie asiste a clases con sandalias plateadas, blusa ombli-guera y faldita de juguete.

    Estoy de vacaciones dijo. O te parece que ste es el uniforme? El viento vino de lejos y se anid en su ombligo.

    Y qu llevas en el canasto? Un rico pastel para mi abuelita. Quieres probar? Casi me desmayo de la emocin. Caperucita me ofreca su pas-

    tel. Qu deba hacer? Aceptar o decirle que acababa de almorzar? Si aceptaba pasara por ansioso y maleducado: era un pastel para la abuela. Pero si rechazaba la invitacin, herira a Caperucita y jams volvera a dirigirme la palabra. Me pareca tan amable, tan bella. Dije que s.

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    Corta un pedazo. Me prest su navaja y con gran cuidado apart una tajada. La

    com con delicadeza, con educacin. Quera hacerle ver que tena maneras renadas, que no era un lobo cualquiera. El pastel no es-taba muy sabroso, pero no se lo dije para no ofenderla. Tan pronto termin sent algo raro en el estmago, como una punzada que su-ba y se transformaba en ardor en el corazn.

    Es un experimento dijo Caperucita. Lo llevaba para probarlo con mi abuelita pero t apareciste primero. Avsame si te mueres.

    Y me dej tirado en el camino, quejndome. As era ella, Caperucita Roja, tan bella y tan perversa. Casi no

    le perdono su travesura. Demor mucho para perdonarla: tres das. Volv al camino del bosque y juro que se alegr de verme.

    La receta funciona dijo. Voy a venderla. Y con toda generosidad me cont el secreto: polvo de hue-

    sos de murcilago y picos de golondrina. Y algunas hierbas cuyo nombre desconoca. Lo dems todo el mundo lo sabe: mantequilla, harina, huevos y azcar en las debidas proporciones. Dijo tambin que la acompaara a casa de su abuelita porque necesitaba de m un favor muy especial. Bat la cola todo el camino. El corazn me so-naba como una locomotora. Ante la extraeza de Caperucita, expli-qu que estaba en tratamiento para que me instalaran un silencia-dor. Corrimos. El sudor inund su ombligo, redondito y profundo, la perfeccin del universo. Tan pronto llegamos a la casa y puls el timbre, me dijo:

    Cmete a la abuela. Abr tamaos ojos. Vamos, hazlo ahora que tienes la oportunidad. No poda creerlo. Le pregunt por qu. Es una abuela rica explic. Y tengo afn de heredar. No tuve otra salida. Todo el mundo sabe eso. Pero quiero que

    se sepa que lo hice por amor. Caperucita dijo que fue por hambre. La polica se lo crey y anda detrs de m para abrirme la barriga, sacarme a la abuela, llenarme de piedras y arrojarme al ro, y que nunca se vuelva a saber de m.

    Quiero aclarar otros asuntos ahora que tengo su atencin, se-ores.

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    Caperucita dijo que me pusiera las ropas de su abuela y lo hice sin pensar. No vea muy bien con esos anteojos. La nia me llev de la mano al bosque para jugar y all se me escap y empez a pedir auxilio. Por eso me vieron vestido de abuela. No quera comerme a Caperucita, como ella gritaba. Tampoco me gusta vestirme de mu-jer, mis debilidades no llegan hasta all. Siempre estoy vestido de lobo.

    Es su palabra contra la ma. Y quin no le cree a Caperucita? Slo soy el lobo de la historia. Aparte de la polica, seores, nadie quiere saber de m.

    Ni siquiera Caperucita Roja. Ahora ms que nunca soy el lobo del bosque, solitario y perdido, envenenado por la or del despre-cio. Nunca le cont a Caperucita la indigestin de una semana que me produjo su abuela. Nunca tendr otra oportunidad. Ahora es una nia muy rica, siempre va en moto o en auto, y es difcil alcan-zarla en mi destartalada bicicleta. Es difcil, intil y peligroso. El otro da dijo que si la segua molestando hara conmigo un abrigo de piel de lobo y me ense el resplandor de la navaja. Me da miedo. La creo muy capaz de cumplir su promesa.

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    Naci en Caracas (Venezuela, 1949). Curs estudios de sociologa en la Universidad Catlica Andrs Bello, Caracas. Instructora de ex-presin creativa, investigadora de literatura oral en pueblos cam-pesinos e indgenas. Desde 1992 trabaja con los nios y ancianos de los pueblos indgena karia, chaima y yekuana, indagando y recreando su tradicin mitolgica. Actualmente realiza trabajos de investigacin en las aldeas andinas de El Mixteque y Gavidia. Es-critora, compiladora e Ilustradora. Fundadora de la Editorial Siem-braviva Ediciones que dirige centrndose en la difusin de los valores espirituales y estticos de las culturas autctonas surame-ricanas; en especial del teatro como herramienta de investigacin y recurso para el aprendizaje. Como recopiladora de la tradicin y aliada de los pueblos indgenas publica sus ensayos en revistas latinoamericanas y venezolanas: Cuadernos de Ultramar (Uruguay); Question (Venezuela); Solar (Venezuela); A plena voz (Venezuela); entre otras.

    OBRA LITERARIA: De la Editorial Siembraviva, en coautora con Juan Antonio Calzadilla: El extraordinario viaje de Medatia (Mrida, 1992); (Premio Los diez me-jores de Hispanoamrica, 1993, IBBY). El camino de Pororu y la hija del rayo (bi-linge), Mrida, 1994. Cuatro obras para un Teatrino (seleccionado entre Los 100 mejores, 1994, IBBY. Escogido por la SEP y CONALITEG (Mxico) para el programa de lectura de Bibliotecas de Aula), (Mrida, 2006). Pollito Pito y el Rey (Mrida, 1998). Pollito Pito y la Pepa de Zamuro. (Mrida, 1998) La laguna del gallo (Mrida, 2003). Patrocinado por Universidad de Naciones Unidas y Asociacin de Monta-as Andinas. Pollito Pito para hacer Teatro (Mrida, 2003). Escogido por la SEP Y CONALITEG (Mxico), para el programa de lectura de Bibliotecas Escolares (Mxi-co). Watunna: la cancin del Mundo (Mrida, 2004): Basada en la obra de Marc de Civrieux sobre mitologa Yekuana.

    HENRRIETTE ARREAZA [email protected]

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    LA LAGUNA DEL GALLOA Don Cristbal Snchez, de Mucunutn, quien me cont

    parte de esta historia y muchas otras. Ahora descansa en paz.A Nemesio Parra, del Ojo del Pantano, y a Tulio Bustos, de Cacute,

    conocedores de lagunas. Ellos tambin me contaron.A las voces del Misterio, siempre all.

    Las montaas de los Andes parecen viejos dinosaurios que duer-men mostrndonos sus lomos. Cuando estn nubladas, las mon-taas andinas pierden sus colores. Poco a poco la neblina con su bostezo blanco lo va llenando todo de secretos. Es natural a todos nos parece que en estos das lluviosos y nublados la Cordillera se llene de Misterios.

    Al Misterio le gustan las lagunas. Las lagunas que moran en la Cordillera son calladas, espesas y casi siempre oscuras.

    Las lagunas son seres vivos: una laguna palpita, borbotea, des-cansa, se enfurece cuando le tiran piedras o gritan cerca de ella. Una laguna crece, disminuye y tambin puede morir, cambiar de sitio.

    Las lagunas tienen caminos subterrneos que los andinos lla-man venas. Cuando las venas quieren saber cmo andan las cosas all en la supercie, simplemente se asoman. Cada vez que se aso-man van dejando un charquito que en realidad es un ojo de agua tambin llamado el ojo del pantano.

    Cada laguna tiene su dueo, quiero decir su Arcano, ese ser mgico que la protege. En muchos sitios de los Andes a los dueos de lagunas se les dice Encanto.

    Aseguran los viejos que debajo de las lagunas hay ciudades de oro. Casas de oro, con muebles de oro, platos y tazas de oro, jar-dines con ores de oro, mariposas de oro, perros y caballos de oro, gente de oro con violines de oro, picos y palas de oro y sombreros de oro.

    Tal vez sea por eso que a Arco, un Encanto que se disfraza de arcoiris, le gustan los nios rubios como el oro. No se puede uno pa-sear con un nio rubio cerca de una laguna si hay arcoiris. Aunque ya es de todos conocida la frmula mgica de cruzar dos cuchillos o abrir unas tijeras para que Arco deje en paz a los nios.

    Claro que si a un nio se lo lleva Arco dentro de la laguna, sus padres se pondrn muy tristes. Pero no el nio, pues se sabe tam-

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    bin que la gente que vive en las ciudades doradas no conoce la tristeza. Los ancianos han escuchado las risas de extravagantes ar-monas y los cantos de la gente de oro, a quienes no ensombrece ni siquiera la nostalgia de los que quedaron all arriba.

    Son muchos, muchsimos los mitos que nacen de las lagunas. Tantos, como lagunas! Los que guardan estas historias son los se-ores ms antiguos: arrieros, agricultores y comerciantes que atra-vesaban los pramos caminando durante das y das, para llevar el chim, la cabuya de que, la panela, el aceite de trtago y otras mercancas, desde las tierras altas a las tierras llanas.

    Muchas veces los agarraba la noche en la soledad del pra-mo. Era muy peligroso dormir, pues al Encanto de la Noche le gusta robarse a los dormidos cuando su sangre est en calma. Por eso se alumbraban con lmparas de cocuyos y pasaban la noche escu-chando la noche. De ella brotaban las historias que, ya de vuelta, llevaban de regalo a su mujer y a sus hijos. No les gustaba regresar con las manos vacas.

    Los nombres de las lagunas son casi siempre sugeridos por sus formas o por el nombre del Encanto que las posee. La laguna Negra es muy oscura. La laguna del Suero parece de leche. La laguna del Santo Cristo tiene un Encanto que se llama el Carbunclo y es un toro de agua. La laguna del Gallo...

    De esa quiero hablarles! porque es una laguna que muri y siempre debemos recordar a nuestros muertos.

    Era una laguna amarilla y su dueo era un gallo. Nadie lo haba visto jams, pero algunos lo haban escuchado, cuando pasaban por all de madrugada. Esta laguna quedaba en el camino hacia Los Nevados cuando no exista telefrico, ni carretera, ni turistas.

    Aunque nadie haba visto aquel gallo, la gente murmuraba acerca de su canto. Era un canto encantado que taa cierta cuerda del corazn. Por eso todos coinciden en armar que este canto pro-duca una dolorosa felicidad. Una risa de llanto o un llanto de risa.

    No siempre es invierno, lluvia y niebla en los Andes. Cuando llega el verano la luz lo invade todo. Es una luz estridente, impla-cable. Una luz que se mete por todos los rincones y hace brillar al ms diminuto de los insectos y a la ms humilde orecita. Enton-ces el misterio se esconde, algunos dicen que se muda. El cielo es un perfecto azul y las montaas ya no son dinosaurios durmientes

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    sino verdes tapices alfombrando la tierra de colores: fucsias, viole-tas, amarillos y blancos.

    As estaba el pramo cuando lleg aquella gente que jams haban visto. Los lugareos, como siempre, hacan su faena. Unos araban; los otros abonaban la tierra; las mujeres hacan quesos y cuajadas o batan la mantequilla fresca; los nios jugaban a tejer cestas con los abuelos, y las abuelas fabricaban tinajas. Nadie los vio llegar.

    Cuando los avistaron, ya los inmensos insectos de hierro se haban instalado en la laguna. Las campesinas lloraban y rezaban. Los campesinos pensaban con las manos crispadas sobre su cabe-za. Los nios no entendan tanto dramatismo y hubieran dado cual-quier cosa por ver desde cerca esos insectos enormes.

    No dio tiempo de nada. Los insectos de hierro sacaban gigan-tescas piedras de oro. Sacaron y sacaron hasta que no qued nada. Esto ocurri durante los largos das del verano.

    Despus se fue aquella gente. Dejaron all sus insectos sin alma que no tardaron mucho en oxidarse. Nadie se atrevi a tocar-los. Nadie, salvo los nios que queran verlos de cerca y asomarse a lo que qued de la laguna con la esperanza de ver algn tejado o chimenea de oro. Nadie quiso acercarse nunca ms a la laguna, que se fue secando. Secando, secando, hasta morir.

    Algunos viejos que todava atraviesan el pramo slo para re-cordar, dicen que cuando la neblina se posa en el lecho seco de la laguna, se ve un gallito de oro. Ya no canta, pero ota luminoso en-tre la neblina. Si alguien tiene la suerte de verlo y se detiene, pue-de sentir como si le templaran una cuerda en el corazn. Entonces, muy bajito, muy bajito, las personas siguen su camino con la msica adentro. Si se encuentran con alguien, apenas sonren guardando su secreto. Cuando llegan a sus casas no quieren hablar, temen que al hacerlo el Encanto se rompa. Tal vez esto explique por qu los ha-bitantes del pramo son tan callados, as como las lagunas. Muy en el fondo albergan la esperanza que aquel sonido les recuerda: un da, o una noche cuando el tiempo lo diga, desde el lecho seco y dormido de la laguna se asomar otra vez el ojo de agua, el ojo del pantano. El gallo bajar a su ciudad acutica y anunciar el retorno de la antigua laguna.

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    QUINES NARRARON ESTA HISTORIA

    Todo el que llega por primera vez a la cordillera andina queda im-presionado por la majestuosidad de sus montaas, es un paisaje sobrecogedor y, ya lo dijimos, lleno de misterios. La primera vez que visit una laguna del pramo tuve que asirme fuertemente a una piedra, presa del terror, porque algo en el interior de la laguna me atraa con tal fuerza que lo supe entonces poda tragarme. Das despus conoc al seor Tulio Bustos quien me habl de estos seres acuticos que desde pocas glaciales se arrellanaron entre las vertientes de las montaas andinas. Don Tulio haba contado ms de trescientas lagunas y conoca las historias de muchas de ellas. Fue el seor Tulio quien me llev a conocer al seor Nemesio Parra, un agricultor que viva en el Ojo del Pantano y ste me dibuj, con sus palabras, la mgica anatoma de las lagunas. Yo estaba comple-tamente enamorada de estos narradores. Sentir su disfrute por la palabra hablada deleitaba mi odo, privilegiado, digo yo, porque a no todos les son obsequiados estos dones del verbo; y siendo estos montaeses gente de naturaleza tan silenciosa, el regalo recibido era an ms valioso.

    A don Cristbal Snchez lo conoc a travs de su esposa, Lui-sa Sulbarn. Ella era una mujer inteligente y muy graciosa, con un sentido del humor tan genuino como aquellos seres diminutos que tallaba en anime, el corazn del rbol-sol que ilumina las navidades en los Andes. Luisa era narradora y lo haca a travs de sus tallas que reproducan estas, faenas, misterios y santidades de su tierra. Las manos de Luisa tenan el arte para maravillar nuestros ojos, y la palabra de su esposo don Cristbal, aunada a la natural elegancia de su gesto, nos haca temblar de la emocin.

    Si el seor Tulio saba dnde quedaban las lagunas, el seor Nemesio las conoca por dentro. De los tres, era don Cristbal el ms narrador, porque lo haca con la conciencia de poseer esa gracia, lo cual no le restaba sencillez ni espontaneidad a sus relatos. Sentarse a narrar era para Cristbal Snchez un arte, un compromiso y un placer, y fue de esa manera como escuch de su voz la historia de la Laguna del Gallo y otras historias. En ocasiones era tan sensible el narrador que las lgrimas se asomaban por sus ojos contagiando con su llanto los mos. As ocurri cuando me cont la historia de esta laguna que hoy Natalia pinta, y yo, recordando, escribo.

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    Naci en Buenos Aires (Argentina, 1946). Es egresada de la carrera de Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Su primer trabajo fue traducir libros escritos en ingls. Desde 1986 hasta 1990 trabaj en el Plan de Lectura de la Direccin Nacional del Li-bro, coordinando talleres de lectura y difusin de la literatura para chicos. Entre 1993 y 1998 dirigi las colecciones de literatura in-fantil de Coquena Grupo Editor (Libros del Quirquincho). En 2002 fund Ediciones Abran Cancha, una propuesta editorial alternativa que, a travs de la comercializacin en circuitos no convencionales (talleres de lectura y expresin), pretende generar espacios de en-cuentro entre los adultos y los chicos. Actualmente vive y trabaja en Buenos Aires. Premio Argentores por mejor obra de teatro para nios (1982). Mencin en el Premio Coca-Cola de Literatura Infantil (1987). Mencin del Premio Nacional de Literatura Infantil (1995). Premio Destacado de ALIJA (Asociacin de Literatura Infantil y Ju-venil, Argentina, 2002).www.autores.org.ar/Abasch

    OBRA LITERARIA: De Ediciones Colihue, Buenos Aires (teatro): Oiga, chamigo aguar (l985). Abran cancha, que aqu viene don Quijote de la Mancha (1991). De Li-bros del quirquincho, Buenos Aires (narrativa): Haba una vez una lapicera (1993). El colmo colma la calma? (1993). La sonrisa en la caja (1994). Pincel y papel (1994). Todo en tren (1994). En malla en la playa (1996). Editados en Buenos Aires: Saber de las galaxias y otros cuentos (Editorial Norma, 2001). Una luna junto a la laguna (Ediciones SM, Coleccin El barco de vapor, 2002). Haba una vez un libro (Edi-ciones Abran cancha, 2002). El reglamento es el reglamento (Norma, 2003). Que sea la odisea! (Alfaguara, 2003). San Francisco para jvenes principiantes, historieta (Longseller, 2003). Qu es esto gigantesco? (Norma, Buenos Aires y Bogot, 2004). De Editorial Guada, Buenos Aires: El surub y el mar (2004). El carpincho y sus ami-gos (2004). El yaguaret que quera viajar (2004). El yacar y la sirena (2004). La gran orquesta (2004). Los zorros y el gigante (2004). El coat preguntn (2004). Los colibres y el quirquincho (2004). Que la calle no calle: poemas a las calles de Buenos Aires (Abran cancha, 2005). Una nave especial (Ediciones infantil.com, 2005). Las increbles aventuras de don Quijote y Sancho Panza (Editorial Estrada, 2005). Crec hasta volver a ser pequea (libros del Eclipse, 2006). Haba una vez un lpiz (Abran cancha, 2006). La abeja que no era ni joven ni vieja (Atlntida, 2006). Saltando por el bosque (Progreso, Mxico, 2006). Un buen rato de teatro (Editorial Crecer Crean-do, 2006). Tal vez alguien recuerde una valija verde (Estrada, Coleccin Azulejitos, 2006); entre otros.

    ADELA [email protected] www.abrancancha.com

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    LA IMPORTANCIA DE LOS COLORES

    Un da hubo una gran discusin en el mundo de los colores. Vea-mos qu ocurri.

    Yo soy el ms importante dijo el amarillo. Porque soy el color del sol, del maz, de las bananas y de los limones.

    De ninguna manera, el ms importante soy yo exclam el rojo. Porque soy el color de la sangre y de las frutillas, los tomates y las sandas.

    No! grit el azul. Yo soy ms importante, soy el color del cielo y del mar.

    Estn diciendo tonteras dijo el verde con rabia. Yo soy ms importante. Soy el color del pasto, de las hojas de los rboles y de la lechuga.

    Estn todos muy equivocados dijo el marrn. Yo soy ms importante, soy el color de la madera con que se hacen las mesas, las sillas, las camas, los roperos y todos los muebles de las casas.

    Dejense de decir pavadas agreg el negro. Yo soy ms im-portante que cualquiera. Soy el color de los vestidos y los trajes ms elegantes y de los zapatos ms nos.

    Yo soy mucho ms importante que cualquiera de ustedes! exclam el gris. Soy el color de los elefantes, que son los animales ms sabios y de las ballenas, que son enormes.

    Todos ustedes son unos brutos que no entienden nada dijo el violeta. Yo soy ms importante, porque soy el color de los ojos de las mujeres y los hombres ms hermosos.

    Dejense de bromas. Todos saben que yo soy el color ms importante porque soy el que pinta las naranjas, las mandarinas y las ores ms lindas dijo el naranja.

    As siguieron mucho tiempo sin ponerse de acuerdo. Y mien-tras discutan, el blanco, que no haba abierto la boca ni una sola vez, prest su blancura para que se pudiera escribir este cuento so-bre una hoja de papel.

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    EL GRAN CONCURSO

    Hubo una vez un campo donde vivan muchos animales. Todos mandaban a sus hijos a la escuela. Un da la vaca, el gallo, el pato y la oveja estaban tratando de organizar un festejo. Qu podan hacer en la escuela para la esta de n de ao? De pronto a todos se les ocurri una idea: hacer un concurso de belleza. Podran par-ticipar todos los alumnos y los jurados seran los padres que haban tenido la idea.

    Cuando lleg el da, todas las mams y los paps se esmeraron en presentar a sus hijos lo mejor posible. Todos queran ser la ma-dre y el padre del ganador del concurso.

    Al corderito le peinaron muy bien los rulos de la lana. A la ter-nerita le pusieron un hermoso moo rosado. Al lechoncito le lim-piaron las uas hasta dejarlas bien blancas. Al caballito le pusieron una corbata que le haca juego con las crines. A la cabrita le ador-naron la cabeza con una hebilla dorada. Y as, a cada uno lo prepa-raron lo mejor posible.

    La vaca, el gallo, el pato y la oveja se sentaron bien adelante. Cuando todos terminar de deslar, cada uno escribi en un papel el nombre del participante que elega. Despus leyeron los nombres. Haba un voto para la ternera. La hija de la vaca! Un voto para el pollito. El hijo del gallo! Un voto para la patita. La hija del pato! Y un voto para el corderito. El hijo de la oveja!

    Entonces los dems animales se empezaron a quejar. Se ha-ban dado cuenta de que cada jurado haba votado por su propio hijo. La cabra dijo que a cada uno siempre le iba a parecer que su hijo era el ms lindo, y que era mejor olvidarse del concurso y hacer otra cosa.

    Al caballo se le ocurri que los que supieran algn cuento po-dan contrselo a los dems. Y como casi todos saban alguno, en-seguida empezaron a contar un cuento tras otro.

    Fue una esta tan divertida, que al ao siguiente todos quisie-ron volver a hacerla as, y desde entonces la llamaron la esta de los cuentos.

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    EL GALLO QUE NO SABA CANTAR QUIQUIRIQU

    Hubo una vez un gallo llamado Rosendo. Rosendo viva en un campo muy verde, donde adems de

    otros gallos, haba gallinas y muchos pollitos.Este gallo que se llamaba Rosendo era distinto de los otros ga-

    llos. Tena algo especial. Por las maanas, cuando sala el sol y otros gallos cantaban quiquiriqu, l ladraba guau guau guau guau.

    Un da otro de los gallos, al que llamaban Romualdo, se empe-z a burlar de Rosendo. Cada vez que lo vea se rea de l y le deca que no poda seguir ladrando y que tena que cantar quiquiriqu como todos los dems gallos.

    Entonces Rosendo, muy tranquilo, le contestaba que l era as, un gallo que en lugar de cantar quiquiriqu ladraba guau guau guau guau y le peda que no lo molestara ms.

    Pero Romualdo se segua burlando de l.Hasta que un da Romualdo le dijo a Rosendo que si segua la-

    drando todas las maanas no se poda quedar ah. Rosendo le dijo que por ms que quisiera, le resultaba imposible cantar quiquiri-qu, y que solamente saba ladrar.

    Justo cuando Romualdo estaba por decirle que se fuera por-que a l no le gustaban los gallos que no saban cantar quiquiriqu, oyeron un sonido de plumas que se agitaban. En seguida son la voz de varios pollitos pidiendo ayuda, y los dos gallos vieron a unos hombres que trataban de llevrselos.

    Rosendo pens que tenan que hacer algo. Al n y al cabo ellos eran dos gallos. Pero cuando quiso decrselo a Romualdo, lo vio es-capar a toda carrera, temblando de miedo.

    Entonces Rosendo empez a ladrar, con ese guau guau guau guau que lo haca diferente de otros gallos. Los hombres pensaron que haba un perro feroz, se asustaron, soltaron a los pollitos y hu-yeron del lugar para no regresar nunca.

    Desde ese da Romualdo nunca lo volvi a molestar. Rosendo fue un hroe querido por todos. Y esto es lo que decan de l: Qu importa si un gallo no canta como los dems? Lo que verdadera-mente importa es lo que tiene adentro y no su forma de cantar.

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    EL RBOL COLORIDO QUE NO SE DIO POR VENCIDO

    Beatriz y Federico eran un matrimonio que se crea muy rico. Y para ser sinceros, tenan muchsimo dinero. Era tanta su fortuna, que hasta se sentan capaces de comprar la luna.

    Vivan en una casa de enormes dimensiones, con un gran patio repleto de rboles y ores. A los dos les encantaban las plantas y las tenan de todas las clases y todos los colores.

    Un da, cuando se encontraban en tierras lejanas haciendo un viaje de turismo, pasaron por un jardn que tena un rbol que nun-ca antes haban visto, y los dos pensaron lo mismo: Es tan raro y tan hermoso! Lo compraremos aunque sea muy costoso.

    A decir verdad, era un rbol de extraordinaria singularidad. Sus hojas tenan todos los imaginables matices de color. A tal punto, que parecan una paleta de pintor. Tena una belleza que Federico y Beatriz no haban visto jams. Queran llevarlo a su casa, y no se iban a echar atrs. Estaban acostumbrados a comprar todo lo que quisieran, y para ellos era lo mismo adquirir un dulce, un avin o una playa entera. En su mansin gigantesca y lujosa haba muchos rboles hermosos, pero ninguno tan maravilloso. Enseguida averi-guaron quin era el dueo de ese jardn. Se trataba de una amable viejecita llamada Jazmn.

    Beatriz y Federico fueron a verla de inmediato, con su cheque-ra en la mano para cerrar el trato. Jazmn estaba muy sorprendida, le ofrecieron una cantidad de dinero que jams haba visto en su vida.

    Debo reconocer que su oferta no est mal dijo la viejecita. Pero tambin deben saber que el rbol que desean es muy espe-cial. Es un ejemplar nico, no hay otro como l, y dudo mucho que en otro sitio pueda vivir y crecer. No creo que resista un trasplante. Pero si igual quieren llevarlo, adelante. Se los dar, pero no se los vendo. No necesito el dinero, me alcanza con lo que tengo.

    Beatriz y Federico decidieron llevarlo aunque se sorprendieron al escuchar la respuesta. Ambos dijeron: Con este rbol nuestro parque siempre estar de esta.

    El rbol, con sus races hundidas en una buena porcin de tie-rra, fue trasladado en un avin especial con muchsimo cuidado. Una vez ubicado en el parque de Federico y Beatriz, se tomaron

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    todas las medidas que creyeron necesarias para que viviera feliz. Lo rodearon de las mismas especies vegetales que haba en su entor-no original, a n de que no sintiera nostalgia por su anterior hogar. E hicieron traer las mismas aves que solan posarse en sus ramas y cantar all desde las primeras horas de la maana. Pero a pesar de todo, el maravilloso rbol comenz a comportarse de un extrao modo.

    A los pocos das de transplantado, sus hojas multicolores co-menzaron a perder sus matices y a soltar un raro lquido salado. Y cuando alguien se acercaba, oa algo parecido a un lamento que surga desde las races. El jardinero que cuidaba el patio nunca ha-ba visto algo semejante y sugiri que llamaran a un experto en botnica cuanto antes.

    Cuando lleg la doctora mbar Boleda, el rbol se haba vuel-to totalmente gris. Las hojas ya no tenan ni un destello de color ni un solo matiz. El tronco se vea lleno de grietas y las ramas estaban tan inertes que no se movan aunque el viento soplara muy fuerte. Una savia salinosa brotaba de su interior con furia, como una tem-pestuosa e interminable lluvia.

    Despus de examinar el rbol, la doctora mbar Boleda, es-pecialista en plantas de todo tipo, llam a Beatriz y Federico: Lo lamento, pero tengo algo grave para decirles. Que este rbol viva aqu es totalmente imposible. Tom en sus manos un poco del l-quido que mojaba el terreno y agreg, con tono rme y sereno: En el idioma de los rboles esto signica: Volver a casa es lo nico que quiero. Si sigo aqu, me muero.

    Qu desagradecido! dijeron al unsono Beatriz y Federi-co. Despus de todo lo que gastamos en l! No lo llevaremos de vuelta de ninguna manera! Y si muere, pues, que muera.

    Yo les aconsejo que lo devuelvan sin demora dijo la doctora.No bien Federico y Beatriz se quedaron a solas con el rbol,

    sucedi algo repentino: las ramas se agitaron con tanta fuerza que se form un torbellino. l rbol, su porcin de tierra y ellos mismos comenzaron a alejarse del suelo y levantaron vuelo. Estaban en me-dio de un huracn que los mova como a migas de pan. En unos segundos volaron por el mundo y se encontraron con la viejecita que les haba dado el rbol.

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    Yo saba que regresaran dijo. Por eso no les quise cobrar. Me pareca muy difcil que mi rbol se adaptara a otro lugar.

    Beatriz y Federico se alejaron, frustrados, pensando que no eran tan ricos como haban pensado.

    En cuanto se marcharon, el rbol renaci en un instante, y cada una de sus hojas volvi a ser como un arco iris, colorido y brillante. Y ellos por primera vez en su vida tuvieron este pensamiento: Creer que todo se compra con dinero es cosa de necios. Hay muchas cosas en la vida que nunca tendrn precio...

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    Virginia Rita Bintz Wachsmuth, naci en Montevideo (Uruguay, 1961). Artista plstica y escritora, comienza a mostrar sus obras en el ao 2003. Particip en varias muestras en Uruguay desde el 2005. Ilustra poesas y cuentos de otros poetas y escritores. Pre-mios recibidos: en Uruguay 2004 (1er. y 3ero. en poesa, Concur-so Alvaro Legusamo; 2do. Premio en cuentos, Concurso Unin de Inmigrantes de Salto). En 2005 (2do. Premio en cuentos cortos, Concurso Alahy Prspero; 1er. Premio en cuentos cortos Concurso Unisalto. Mencin en cuentos Profesor Antonio Apa Lucas CHA-DAYL; 1er. premio prosa Homenaje a Don Quijote del Taller de la Creatividad literaria y el Centro cultural del Gran Hotel Concordia Salto). En 2006 (2do. Premio Cuento 28 Concurso A. Manini Ros AEDI; Mencin Teatro en el 28 Concurso Alberto Manini Ros de AEDI; Mencin Poesa Primer Concurso De puente a puente, Diario de la costa y aBrace). Integra el Movimiento aBrace y el grupo de Cuentera popular Ta pal cuento. Particip en el programa tele-visivo Voces Annimas que rescata leyendas uruguayas. Presenta sus trabajos en Escuelas, Bibliotecas, Ateneos, Ferias de libros.

    OBRA LITERARIA: Ha sido editada en varias antologas y en revistas literarias virtuales: Oma Recknagel Rinconcito del alma (Montevideo). Letras y silencios (Montevideo) Almiar (Madrid). Calle b, revista literaria de Cumanayagua (Cuba).

    RAYITAS

    Qu cansada estoy! deca la lapicera de tinta todo el da di-bujando letras y nmeros, haciendo palabras, dibujando cosas Y Juancito que no se cansa! Hace das que hace rayitas miles de ra-yitas! Hoy llen con ellas una pgina del cuaderno de lenguaje y, como la tinta es muy fuerte, traspas varias hojas... ya nos haba pasado con otros cuadernos.

    Cada vez que l haca sus obras, los mayores lo rezongaban, decan que lastimaba las hojas, que estropeaba los cuadernos, que marcaba, rayaba o rompa hojas tiles.

    l los miraba asombrados, entonces les explicaba:

    VIRGINIA [email protected]

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    Ven? Si siguen esta lnea llegan a un gran ro que explota en espuma contra las rocas, estas otras son gaviotas, que revolotean sobre la embarcacin de pescadores y aquella mancha de atrs es una ballena con su cra que va hacia el sur Ven la de ac arriba? Es la costa con sus casitas y sus gentes, esto que parecen ojitos son las ventanas que juegan con sus luces para alegrarle la noche a la luna.

    Pero Juan son slo rayas, yo no veo nadaEsa era la respuesta que reciba de los grandes, les costaba

    entender los dibujos. No le era fcil aceptar que los dems no en-tendieran lo que l dibujaba con tanto cario.

    Yo estaba encantaba con su maestra, era muy dulce y siempre recomendaba a sus alumnos que cuidaran de su persona y de sus tiles escolares, Juancito era muy cuidadoso y yo estaba orgullosa de ser la lapicera ms querida por l. Me llevaba a todos los paseos de la Escuela, fuimos a ver monumentos histricos, parques, mu-seos con cosas rarsimas, nos divertamos mucho.

    Una vez nos llevaron a una muestra de artistas plsticos, yo me distraje saludando a algunas colegas. En un momento vi que Juan qued prendado de un cuadro hecho con miles y miles de rayitas de tinta. Cuando la artista que lo haba realizado lo vio, se acerc a nosotros y comenzaron a charlar, l se tom de su mano y le pregunt:

    Est bien hacer esta clase de cuadros? Por qu a m me di-cen que mis rayitas slo sirven para estropear las hojas de mis cua-dernos

    La seora se agach junto a Juan, ya los dos a la misma altura, seal su cuadro y le dijo:

    Mira, las rayitas vienen y van, juegan, vuelan, crean estrellas y soles, nubes mgicas y castillos voladores, princesas y pescado-res

    Juan estaba viendo lo que ella le deca! Meti su manita en el bolsillo de la tnica y sac una hoja de cuaderno doblada chiqui-tita, donde habamos pintado incansables rayitas y se la dio. Ella la mir, sonri y le dijo:

    Me gustan mucho tus gaviotasLa carita de Juan se ilumin. Desde ese momento nos pusimos

    a trabajar mucho ms, no dejamos de pintar y dibujar, sus paps le

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    regalaron varios blocks de hojas especiales para que siguiramos creando.

    Hoy ya estoy jubilada, Juan me tiene en su escritorio y me aca-ricia como cuando ramos nios. Me acompaan decenas de nue-vos compaeros: lpices, lapiceras, plumas, acuarelas, leos, pince-les; porque Juan es un gran artista y adems es abuelo.

    Estamos viendo con gran alegra que Anita, su nieta mayor, sigue su camino, siempre est creando universos con papelitos picados, colores, tierrita; le encanta cantar, nos hace compaa en nuestro taller

    Y pensar que yo me quejaba cuando Juancito estaba dale y dale con las rayitas Qu suerte que encontramos gente que nos entendi!

    LA DOCTORA FEDERICAPara Ana Carolina

    La doctora Federicaa su amigo el leoncito

    le cura la patitay le da un rezongn.

    Pero seor Len,usted es muy chiquito

    para andar jugandosin tener cuidado.

    Sus padres estn muy preocupadosporque usted es muy inquieto.

    Bueno, bueno amiguitono se ponga a llorar

    le regalo un carameloy se queda ah quietito,yo lo tapo con la manta,

    me toma el jarabey come dos manzanascon mucha vitamina...

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    S... qu desea seora?

    Ya es hora de mi merienda

    Mami me trajiste esas galletitasque tanto me gustan?

    Muy bien leoncito,usted se queda tranquilito

    que la Doctora Federicava a tomar leche con galletitas

    y vuelve en un ratito.

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    Naci en Cuman, estado Sucre (Venezuela, 1897). Obtuvo el ttulo de Abogado en la Universidad Central de Venezuela luego de pasar varias veces por la crcel de la Rotunda, por circunstancias polticas. Ejerci su profesin de Abogado en Apure, siendo contratado para defender a Doa Francisca Vsquez de Carrillo (La Doa Brbara, de Rmulo Gallegos). En 1916 dirige la Resvista Universitaria de los estudiantes de Derecho. En 1918 obtiene el Primer Premio en los Juegos Florales de Venezuela con su poema Canto a la espiga y el arado. En 1928 edita el peridico, clandestino, mecanografiado El Imparcial. En 1932 es confinado en Valera (Trujillo) y Timotes (M-rida). En Valera colabora con los editoriales del semanario La voz de Valera. Despus de un ao de confinamiento regresa a Caracas en precarias condiciones de salud. El 21 de mayo de 1955 muere en Mxico, vctima de un accidente automovilstico.

    OBRA LITERARIA: Autor de una dilatada obra potica, narrativa y teatro. En 1911 publica sus primeros poemas en El Universal de Caracas: El solitario de Santa Ana y Walkyria. Tierras que me oyeron (Caracas, 1919). Tierras que me Oyeron (1921), Los claveles de la puerta (Madrid, 1922). En prisin escribe Baedeker 2000, Barco de Piedra, Malvina recobrada y gran parte de La Juanbimbada (1941-1944), En 1934 publica Poda (poemas de 1923-1928. En 1935 La aeroplana clueca. Pocos das antes de su muerte public su obra Giraluna (1955), entre otras.

    GIRALUNA VA EN AVIN

    Giraluna va en avin.Se ha venido a despedir; con su cara de angeloteva a ensayar de ngel y ahora ya est toda sin raz.

    Giralunano quiere pesar;la sortija, los aretes,la pulsera, el medalln,

    ANDRS ELOY BLANCO

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    se los ha quitado para pesar menosse los ha quitado para otar ms,

    para lunar toda, para estrellar toda, para ser toda ms all.

    Giraluna va a ver mapas,va a sentarse en sillas de brisay en hamacas d