machado aráoz el debate sobre el "extractivismo" en tiempos de resaca

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  • 8/18/2019 Machado Aráoz El debate sobre el "extractivismo" en tiempos de resaca

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    :: portada :: Ecología social ::

    12-04-2016La naturaleza americana y el orden colonial del capitalEl debate sobre el "extractivismo" en tiempos de resacaHoracio Machado AráozRebelión

    A la Memoria de Berta Cáceres

    "Desde su origen, el capital ha utilizado todos los recursos productivos del globo... tiene necesidadde disponer del mundo entero y de no encontrar límite ninguno en la elección de sus medios de

    producción". (Rosa Luxemburgo, 1912).

    Hace poco más de un lustro ya, inmersos todavía en el clima refrescante de las expectativasemancipatorias abiertas por el "giro a la izquierda" en América Latina, asistíamos a la irrupción delas discusiones en torno a la matriz socio-productiva y las estrategias económico-políticas seguidasen la región como curso para salir y, eventualmente, superar el trágico estadío del neoliberalismo.Por entonces, los debates sobre el "extractivismo" corrieron como reguero de pólvora en lassiempre agitadas tierras ideológico-políticas de la región (Gudynas, 2009; Acosta, 2011; Svampa,2013; Lander, 2013). Para ser precisos, los revuelos causados por la materia, repercutieron conmayor fuerza en el hemisferio ideológico de actores y referentes (políticos, intelectuales ymovimientos) de la izquierda. Pues como bien precisó en su momento Eduardo Gudynas (2009), no

    estábamos ante una problemática que pueda decirse "nueva"; más bien todo lo contrario. Lonovedoso o lo extraño del caso residía en que eran ahora gobiernos y fuerzas políticasauto-identificadas como de izquierda los que asumían la defensa y el impulso de políticas centradasen la profundización de la vieja matriz primario-exportadora, aquella misma con la que nuestrassociedades fueran violentamente incorporadas al mundo del capital y su estructura de divisióninternacional del trabajo. Esa matriz primario-exportadora, que fraguara como indeleble marcacolonial de las economías latinoamericanas, y cuyas implicaciones externas (en términos dedependencia y "desarrollo del subdesarrollo") e internas (configuración de élites oligárquicasautoritarias y rentísticas, estratificación social dualista y altamente desigual, etc.) fueran objeto decrítica y de análisis de lo mejor de la teoría social latinoamericana, era ahora reivindicada como unavía popular-emancipatoria por políticas (dichas) de izquierda.

    Como ya es harto sabido, las críticas y las resistencias a estas políticas, fueron sistemáticamenterechazadas y reprimidas, generando una escalada de violencia que, en este punto, llegó aequiparar las respuestas que se daban desde "derechas" e "izquierdas" en el poder. El argumentocentral de la izquierda oficialista era que estas posturas "le hacían el juego a la derecha" (Borón,2013). Se reivindicaba el uso estatal de la renta extractivista como motor de las políticas de"desarrollo con inclusión social" y se veía en las críticas sólo intentos solapados o abiertos dedesestabilización. Lamentablemente, para los gobiernos progresistas de la región -para losintelectuales y fuerzas políticas adherentes- el concepto de "extractivismo" acabó oficialmentedevenido en "arma ideológica" del ambientalismo de derecha. El vicepresidente de Bolivia oficializóesta postura, señalando que "detrás del criticismo extractivista de reciente factura contra losgobiernos revolucionarios y progresistas, se halla pues la sombra de la restauración conservadora"(García Linera, 2012: 110). Los presidentes que más públicamente se mostraron en los ámbitosinternacionales como "defensores de la Madre Tierra" y/o de los Derechos de la Naturaleza, fueronparadójicamente quienes más lejos llegaron en sus acusaban a los movimientos sociales que se

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    intentaban frenar el "extractivismo". Tempranamente, Rafael Correa planteó que "no crean a losambientalistas románticos, pues todo el que se opone al desarrollo del país es un terrorista" (Cit.por Isch, 2014) . En el mismo sentido, Evo Morales sentenció que "el ambientalismo es el nuevocolonialismo del siglo XXI" (Cit. por Stefanoni, 2012) . El abanico de las descalificaciones iba desdelos motes de infantilismo, romanticismo, pachamamismo, hasta las acusaciones de "eco-terroristas"

    y/o "agentes encubiertos del imperialismo".

    Luego, reunidos en la XII Cumbre del Alba en Guayaquil, los gobiernos progresistas emitían unadeclaración en la que señalaban: "rechazamos la posición extremista de determinados grupos que,bajo la consigna del anti-extractivismo, se oponen sistemáticamente a la explotación de nuestrosrecursos naturales, exigiendo que esto se pueda hacer solamente sobre la base del consentimientoprevio de las personas y comunidades que vivan cerca de esa fuente de riqueza. En la práctica,esto supondría la imposibilidad de aprovechar esta alternativa y, en última instancia,comprometería los éxitos alcanzados en materia social y económica" (XII Cumbre del ALBA,Declaración de Guayaquil, 30 de julio de 2013).

    Así, alegando los intereses de las clases oprimidas y la bandera de la lucha contra el imperialismo,los gobiernos progresistas terminaron justificando la senda del "extractivismo" como una condiciónnecesaria para sostener los empleos, los salarios, las políticas sociales. Lamentablemente, eserazonamiento pasó por alto que sostener el empleo, los salarios, el consumo, etc., es sostener elcrecimiento, las inversiones, las tasas de ganancia... En fin, el sistema mismo . El énfasis"anti-neoliberal" llevó a ocluir el fondo del problema. La prioridad de las políticas de "reactivación"condujo a soslayar los desafíos del cambio revolucionario. Como señaló Ruy Mauro Marini paraciclos anteriores, "se confundió crecimiento con transformación estructural" (Marini, 2013). Pordesgracia para el curso presente y futuro de los procesos sociopolíticos, los tan ponderados "éxitos

    alcanzados en materia social y económica" no fueron comprometidos por la eficacia de lasresistencias "anti-extractivistas", sino, elementalmente, por el agotamiento del ciclo de alza de lascommodities .

    Esto cambia drásticamente las condiciones del diálogo, pero no el fondo de la cuestión. Es que,cuando iniciamos estos debates, vivíamos inmersos aún en un clima signado por la borrachera delcrecimiento. La oficialidad del poder hacía gala de mayorías aplastantes forjadas al ritmo de lascotizaciones de petróleos, soja, pasta de celulosa, aceites y proteínas básicas prensadas, hierro,cobre, molibdeno, y por supuesto, oro y plata... Hoy, el escenario ha cambiado rotundamente.Ahora en cambio, el cuerpo social latinoamericano está atravesando el tiempo de la resaca... Comotantas otras veces en la historia económica de la región, el momento cíclico de auge, duró poco;tras el mismo, los efectos y los síntomas de las expropiaciones y devastaciones, afloran a lasuperficie. El dolor de la expropiación se siente a flor de piel (Machado Aráoz, 2012) ; los efectosanestésicos del consumismo -del consumo ostentoso de las élites; del consumo imitativo de lasclases medias y el consumo compensatorio de las bases de la pirámide (Machado Aráoz, 2013;Scribano y DE Senna, 2014) han perdido eficacia. Son tiempos de aturdimientos y confusiones;también de crisis y levantamientos oblicuos, de efervescencia de la conflictividad social y política;en suma, de agudización y explicitación de las violencias y los violentamientos expropiatorios(Antonelli, 2016). Quizás, lo único promisorio de este sombrío escenario presente, es que, tal vez,estemos ahora, en mejores condiciones para volver a plantear y a re-pensar, precisamente, elfondo de la cuestión .

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    El extractivismo como geo-metabolismo del capital

    "El capitalismo vive a expensas de economías coloniales; vive, más exactamente de su ruina. Y si

    para acumular tiene absoluta necesidad de ellas, es porque éstas le ofrecen la tierra nutritiva aexpensas de la cual se cumple la acumulación". (Rosa Luxemburgo, 1912).

    El fondo de la cuestión , a nuestro modo de ver, sobre la problemática del -probablemente malllamado- fenómeno del "extractivismo" es el de la naturaleza colonial del capitalismo y, másgenéricamente, el de los resabios (por cierto contradictoriamente antimaterialistas)antropocéntricos, productivistas y evolucionistas que aún hoy afectan la radicalidad revolucionariadel pensamiento marxista 1.

    Sobre la primera cuestión fundamental, cabe señalar que la razón progresista ha incurrido(interesadamente o no) en una gravosa omisión teórico-política sobre las raíces, los alcances y lasfunciones del extractivismo en la ecología-mundo del capital. Pretendiendo limitarlo temporalmentea ciertos períodos y/o restringirlo espacialmente a las geografías donde se localizan las "actividadesextractivas", los voceros de los gobiernos progresistas han procurado desconectar / desconocer losinsoslayables vínculos histórica y geográficamente existentes entre extractivismo, colonialismo y capitalismo. Por caso, García Linera ha planteado que el extractivismo es sólo una fase o etapa delos procesos productivos que se halla en cualquier formación social, independientemente de suscaracterísticas y condiciones histórico-políticas específicas. Para él, "el extractivismo, elno-extractivismo o el industrialismo (...) son sistemas técnicos de procesamiento de la naturalezamediante el trabajo y pueden estar presentes en sociedades precapitalistas, capitalistas o

    sociedades comunitaristas. (...) Los críticos del extractivismo confunden sistema técnico con modode producción y a partir de esa confusión asocian extractivismo con capitalismo, olvidando queexisten sociedades no-extractivistas, las industriales ¡plenamente capitalistas!" (García Linera,2012: 107).

    Sin embargo, esto se contradice con (y reniega de) los análisis elementales de Marx sobre losorígenes y la naturaleza del capitalismo. El capitalismo es un modo histórico de producción que,desde sus orígenes, surge y se constituye como tal en cuanto sistema-mundo, no apenas como"economía nacional". Aún cuando Marx se concentró en el análisis del capitalismo británico, comola expresión más acabada de éste en el siglo XIX, nunca postuló que la economía británica podíaser comprendida en sí misma, al margen de las relaciones coloniales establecidas con el resto delmundo. Y más aún, el apogeo británico del siglo XIX, no es un hecho azaroso, sino el resultado delproceso histórico de despliegue de las relaciones coloniales que Europa protagoniza a partir defines del siglo XV.

    Para una mirada pretendidamente marxista no es posible pasar por alto que en "los albores de laera de la producción capitalista" hallamos como, hechos determinantes, "el descubrimiento de losyacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento enlas minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y saqueo de las Indias Orientales,la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros..." (Marx, 1976: 638).Además, como han destacado los análisis de Rosa Luxemburgo (1912) y de David Harvey (2004),los hechos desencadenantes de la acumulación originaria no revisten apenas el valor de

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    acontecimientos del pasado que signan los orígenes del capitalismo, sino que se trata de un modusoperandi que revela la lógica intrínseca, constitutiva y constituyente del capitalismo. Lejos de seruna etapa en el desarrollo del capitalismo que se restringe a sus orígenes, esas formas deexpoliación y de saqueo constituyen un aspecto inherente y continuo del capitalismo a lo largo desus diversas fases históricas.

    El análisis de Rosa Luxemburgo es sumamente esclarecedor de esta desigualdad geográficapermanente en el tiempo, propia del capitalismo como sistema mundial. Para ella, el proceso deproducción de plusvalía que acontece en las metrópolis imperiales ("la acumulación como procesopuramente económico") es inseparablemente subsidiario de "la política colonial" que "se desarrollaen la escena mundial", donde la acumulación acontece ya, "sin disimulo" por medio de "laviolencia, el engaño, la opresión y la rapiña" (Luxemburgo, 1912). En la economía-mundo delcapital, las geografías industrializadas están "orgánicamente vinculadas" a las geografías coloniales(donde impera lisa y llanamente la acumulación por despojo); por tanto, "la evolución histórica delcapitalismo sólo puede ser comprendida si las estudiamos conjuntamente" (Luxemburgo, 1912).

    Así, es preciso descartar de plano una burda falacia argumental sobre el "extractivismo" : no sepuede concebir extractivista a la economía brasileña por su alta tasa de exportación de bauxita yno-extractivista a la economía alemana, que es la de mayor índice de consumo de aluminio percápita tiene a nivel mundial, cuando precisamente, el aluminio que consume la economía alemanaestá provisto por yacimientos ubicados en territorio brasileño. El "vínculo orgánico" que planteaRosa entre las economías industrializadas y las zonas coloniales remite directamente aldes-en-cubrimiento del extractivismo como dispositivo colonial del geo-metabolismo del capital.

    De tal modo, efectivamente, el extractivismo no es un modo de producción, pero tampoco es unafase de los procesos productivos, ni es algo que defina apenas la economía de un país o regióndonde se realiza la extracción. Ni es un fenómeno reciente, ni es algo atemporal. El extractivismoes un fenómeno estructural, históricamente delimitado a la moderna era del Capital. Emerge comoproducto histórico geopolítico de la diferenciación y jerarquización originaria entre territorioscoloniales y metrópolis imperiales; los unos concebidos como meros espacios de saqueo y expoliopara el aprovisionamiento de los otros .

    En este sentido, no es posible pasar por alto el fundacional y determinante papel performativodesempeñado por la conquista y colonización de América en el surgimiento, expansión, yconsolidación del capitalismo como patrón de poder mundial y modelo civilizatorio hegemónico. Elhallazgo de la naturaleza americana se erige así como el pilar fundacional de ese proceso y lacondición de posibilidad misma del capitalismo como tal. Desde entonces hasta el presente,ininterrumpidamente, la "riqueza" de la naturaleza americana (y de las zonas coloniales, engeneral) se constituirá en la materia prima de la acumulación capitalista global; proveerá las basesmateriales y simbólicas de la producción capitalista de la naturaleza y de la configuración de lanaturaleza como objeto colonial del capital .

    Esto es, la cosmovisión propiamente moderno-capitalista de la Naturaleza -basado en unaconcepción eminentemente antropocéntrica/utilitarista de la misma- y el patrón hegemónico derelacionamiento extractivista resultante, se con-formaron en el específico contexto socio-histórico

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    del "descubrimiento" y la conquista de la naturaleza americana. Así, el modus operandi delconquistador fungió como habitus a partir del cual se construyeron las tecnologías materiales,institucionales y representacionales de apropiación, uso y manipulación de la Naturaleza, a lapostre, instituidas como "únicas", "universales".

    Ese habitus conquistador está en la quintaesencia del sujeto moderno, del prototipo del individuoracional; el que ya encarnado en sus roles de científico , de empresario , y/o de funcionario estatal(intercambiablemente) se arrogó el monopolio del tratamiento y disposición (ya "científica", ya"eficiente", ya "legal") de la Naturaleza. Así, a partir de entonces y hasta la fecha, laNaturaleza-Vida, degradada ya a su condición de mero recurso, va a ser unilinealmente pensada,concebida y tratada como objeto de conquista , de explotación, al servicio de la acumulación.

    La idea de colonialidad de la naturaleza remite a este dispositivo epistémico a través del cual el

    capital trazó una trayectoria de objetualización, cientifización y mercantilización de la Naturaleza,tanto de la naturaleza e xterior (=territorios-recursos naturales), como de la naturaleza interior (=cuerpos-fuerza de trabajo). El historiador de la ciencia Peter Bowler destaca cómo la formacióndel "espíritu científico" moderno y la propia constitución de las ciencias naturales estuvieronmotivacionalmente fundadas "no sólo por el deseo de explorar sino también de explotar una

    proporción siempre mayor de la superficie terrestre... Tal actitud exigía una visión más impersonalde la naturaleza; una imagen de los seres vivos como meros artefactos que estaban ahí para ser explotados" y no es una detalle menor el hecho de que esos descubrimientos fueranprotagonizados "por hombres que no eran ilustrados, sino comerciantes que partían en busca deganancias" (Bowler, 1998: 50-55). De tal modo, desde el siglo XVI en adelante, asistimos al ascensode una concepción mecanicista de la naturaleza como verdad científica, que coadyuvó a "legitimarla despiadada actitud de una época donde el lucro era lo único que importaba" (Bowler, 1998: 50).

    Ahora bien, vale remarcar entonces que ese sistema representacional no se creó en el aire; ni conanterioridad a la organización global de la economía política del saqueo. La colonialidad como lacara oculta de la Modernidad no es concebible al margen y/o independientemente de la dinámicamaterial-energética, socio-geo-metabólica , de imposición de un patrón mundial estructural deexplotación de los territorios y los cuerpos así con-vertidos en botines de guerra/objetos deconquista. Como precisa el geógrafo brasileño Carlos Walter Porto Goncalves, "sin el oro y la platade América, sin la ocupación de sus tierras para las plantaciones de caña de azúcar, de café, detabaco y de tantas otras especies, sin la explotación del trabajo indígena y esclavo, Europa no seríani moderna, ni centro del mundo" (Porto Goncalves, 2003: 168).

    Esto significa que no hay colonialidad sin colonialismo; y que no hay capitalismo sin extractivismo .El extractivismo, tal como lo hemos definido y caracterizado (Machado Aráoz, 2015), remite alpatrón geográfico-colonial de apropiación y disposición de las energías vitales (las primariasenergías naturales y las secundarias, socioterritoriales) por parte de una minoría social violenta queha impuesto la economía de guerra , como cosmovisión y práctica de relacionamiento con elmundo; lo que, a largo plazo, produce condiciones (ecobiopolíticas) de superioridad en unos (pocos)seres humanos y grupos socioculturales, y efectos (ecobiopolíticos) de inferiorización en vastasmayorías de aquellos.

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    Por otro lado, al ser un sistema autoexpansivo, que toma como finalidad un objeto abstracto (laacumulación de valor) desentendiéndose de la materialidad concreta del mundo de la vida, elcapitalismo crea una Naturaleza donde la producción de "riqueza" está dialéctica einexorablemente ligada a la depredación de las fuentes y medios de vida. La capitalización de laNaturaleza -incluso en las formas del conservacionismo- es la muerte de la Naturaleza .

    Ahora bien, esa muerte no se distribuye proporcional y simétricamente; anida de modo diferencial,en las economías coloniales, así marcadas como zonas de sacrificio . La economía imperial delcapital, el modo de vida imperial (Brand y Wissen, 2013) de las élites que detentan el controloligopólico de los medios de violencia, sólo se hace "sostenible" a costa de la explotaciónextractivista de los cuerpos y los territorios; es decir, de la Vida en sus formas históricaselementales. Por eso el capital, es una necro-economía de frontera. "La apropiación de la tierra y eltrabajo de frontera ha sido la condición indispensable para las grandes olas de acumulación decapital (...). Las apropiaciones de frontera envían vastas reservas de trabajo, alimento, energía y materias primas a las fauces de la acumulación global de capital" (Moore, 2013), sin las cuales ésta

    no sería materialmente posible.

    ¿Crecer para salir del neoliberalismo? Los espejismos del "crecimiento con inclusión social"

    "El capitalismo de crecimiento ha muerto. El socialismo de crecimiento, que se le parece como unhermano gemelo, nos refleja la imagen deformada de nuestro pasado, no la de nuestro futuro"(André Gorz, "Ecología y Libertad, 1977).

    Ver y comprender hasta qué punto el capitalismo no puede funcionar sino a expensas de laexplotación extractiva de economías coloniales, podría no ser políticamente tan importante si nofuera que estamos viviendo y hablando de y desde Nuestra América . Entender y sentir hasta quépunto la explotación de la Tierra es, en sí misma, la explotación de los cuerpos, es algo crucial paraquienes estamos situados en una perspectiva epistémico-política del Sur (Souza Santos, 2009).Pues precisamente, ello nos hace tomar conciencia de que la "riqueza" que el capital acumula yque (en sus versiones progresistas) promete "redistribuir" es la riqueza del valor abstracto, esacuya acumulación se amasa a costa de la fagocitosis de los expropiados; de" los condenados de la

    Tierra" (Fanon, 1961).

    Como ya señalamos en otras oportunidades, los extravíos de la razón progresista nacenprecisamente de aquella omisión. Al abrazar fervientemente la fe ciega en el progreso (esto es, elcredo colonial-capitalista del evolucionismo, el cientificismo y la omnipotencia y la neutralidadtecnológica), la razón progresista cree firmemente en el crecimiento infinito como horizonteuniversal y deseable de la historia y en la redistribución de ese crecimiento como "camino" de laredención social. Ese imaginario colonial ha "atacado" de nuevo los esfuerzos emancipatoriosnuestroamericanos recientes. En las encrucijadas del capitalismo/colonialismo senil, los gobiernosprogresistas de América Latina, surgidos e impulsados por resistencias populares contra elneoliberalismo, han recaído -una vez más- en la ceguera colonial de las fantasías desarrollistas . Hantentado romper las cadenas de la opresión histórica, profundizando sin embargo, las sendasestructurales que las forjaron. Omitiendo que el problema de fondo era y es elcapitalismo/colonialismo, se optó por confrontar con el "neoliberalismo". Confundiendo

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    "crecimiento" con "revolución social", apostó al crecimiento -sí, claro, con redistribución delingreso- como "vía de salida" hacia el "post-neoliberalismo". Pese a todas las advertencias encontrario, la obsesión por el crecimiento, por la expansión del consumo, el "ascenso de las clasesmedias" como vía de "superación de la pobreza", terminó provocando una gravosa amnesia políticasobre qué es lo que crece y sobre los efectos eco-biopolíticos de ese crecimiento.

    Ineludiblemente, lo que crece con el crecimiento (del PBI, de las inversiones, de los empleos, y aúnde los salarios y el consumo popular) es el capitalismo. El crecimiento no nos saca ni nos aleja deéste; sino que nos hunde cada vez más en sus fauces necro-económicas. Nuestro crecimiento, el denuestras economías latinoamericanas, es el crecimiento específicamente del capitalismoperiférico-colonial-dependiente. Por tanto, es la profundización de las condicioneshistórico-estructurales de súper-explotación (Marini, 1973); de depredación de la Tierra y de losCuerpos como materia prima para la realización de la acumulación global. Nuestro crecimiento nonos alejó del capitalismo, sino que fue funcional a su reactivación e intensificación. No sólo entérminos macro-geopolíticos, ya que el boom de los commodities alimentó el crecimiento industrial

    chino, como locomotora del mundo; sino también en términos micro-bio-políticos, pues laexpansión del consumo opera como una gran fábrica de producción capitalista de subjetividades,de sensibilidades y sociabilidades hechas cuerpos, donde las formas de percepción de la realidad,los modos de estructuración de las relaciones sociales y hasta los modos de pensar la propia vida,los sueños, los deseos y el sentido de la existencia, están completamente mediados y colonizadospor la lógica fetichista de la mercancía.

    La expansión de la fiebre consumista, lo sabemos, provoca estragos en las energíasrevolucionarias. Cuando la forma mercancía se convierte en portadora de la felicidad; cuando elacceso a éstas es tomado como indicador de "bienestar social"; cuando el universo de los ideales

    políticos, las máximas aspiraciones libertarias, igualitarias y de justicia, se reducen drásticamente ala aspiración minimalista de participar en el consumo de mercado, es cuando ya hemos perdidocompletamente el rumbo y hasta el s entido de la vida.

    Nuestras críticas a los gobiernos progresistas en modo alguno buscaron "hacerle el juego a laderecha"; todo lo contrario. Simplemente procuraron remarcar que hablar de "capitalismo salvaje"es una tautología y que predicar el "capitalismo humanizado" es un oxímoron. El capitalismo noadmite adjetivaciones; es simplemente eso: un régimen de relaciones sociales que opera lafagocitosis de las energías vitales como medio para la acumulación pretendidamente infinita delvalor abstracto. En ese proceso consume la vitalidad de la Tierra y la humanidad de lo humano.

    Ahora, que se vienen de nuevo tiempos de "ajuste y recesión" bien vale la pena recordar lo quedijimos en tiempos de auge y expansión: el neoliberalismo no es apenas sinónimo deprivatizaciones, ajustes, recortes de salarios y de las políticas sociales. El neoliberalismo es unafase del capital cuya característica central está dada por el predominio de procesos de acumulación

    por despojo (Harvey, 2004), vale decir, por la intensificación de las dinámicas de mercantilizaciónmediadas por múltiples y crecientes recursos de violencia . El neoliberalismo es, ni más ni menos,que el capitalismo en su fase senil; la era de la acumulación en tiempos de agotamiento del mundoy de crisis terminal de las energías vitales, tanto las primarias (que brotan de la Tierra) como de lassociales (que surgen y se movilizan por el trabajo).

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    Precisamente porque la economía política de la devastación (Foster, 2007) ha llegado a sus límites,la fase del extractivismo neoliberal implica el inicio de una nueva era: la era de la explotación noconvencional . Es que las formas convencionales de la explotación (tanto de la fuerza detrabajo-naturaleza interior, como de la Tierra-naturaleza exterior) han tocado fondo. Es elagotamiento de las formas neotayloristas de disposición de los cuerpos y extracción de las energías

    sociales; es el agotamiento de las formas convencionales de extracción de energías en sus formasprimarias (petróleo, minerales, nutrientes, proteínas). Es, por consiguiente, el inicio de nuevosregímenes de trabajo/tecnologías de extracción de plusvalía y de nuevas tecnologías de extraccióny súper-explotación de los "recursos no convencionales": la era de la del fracking, del shale-oil y elpresal; de la minería hidro-química a gran escala; de las mega-plantaciones también químicas ycarburíferas; la era de la transgénesis y de la intervención mercantilizadora sobre las estructurasmicroscópicas de la vida (nanotecnología) así como de las geo-ingenierías y los mercados decarbono, oxígeno, fósforo, nitrógeno, etc. Bajo esta dinámica, el capital avanza creando nuevosregímenes de naturaleza (capital natural) y nuevos regímenes de subjetividad (capital humano),cuyos procesos de (re)producción se hallan cada vez más subsumidos bajo la ley del valor. Eseavance del capital supone una fenomenal fuerza de expropiación/apropiación de las condicionesmateriales y simbólicas de la soberanía de los pueblos; de las condiciones de autodeterminación de

    la propia vida. Y todo ello se realiza a costa de la intensificación exponencial de la violencia comomedio de producción clave de la acumulación.

    Así, pues, vivimos tiempos de agudización y explicitación de las violencias y los violentamientosexpropiatorios. No casualmente, días atrás, el relieve sociopolítico de Nuestra América se ha vistosacudido por el brutal asesinato de Berta Cáceres, acompañado también de agresiones y deintentos de incriminación a Gustavo Castro Soto, otro compañero, aunados en las luchas contra losmega-proyectos hidroélectricos, de minería a gran escala y monoculturas extractivistas varias queimplican, en el fondo, los nuevos "enclosures" del Siglo XXI. Incontrastablemente, el motivo desemejante crimen fue que Berta se había tornado en un duro obstáculo para los proyectos del

    poder. Como lideresa firme y clara, tenía plena conciencia que su vida corría peligro. Ella misma,unos meses antes de su asesinato denunciaba que el terrorismo, la militarización y laspersecuciones que estaban viviendo campesinos, pueblos originarios, el pueblo Garífuna enHonduras, eran parte de una estrategia cuyo fin era "decapitar el movimiento social que estáresistiendo en los territorios el avance del capitalismo" . En una entrevista de noviembre de 2014, elperiodista le pregunta: "Berta, frente a esta ola de asesinatos, ¿temes por tu vida?"; y Bertacontesta: "Sí, sí. Bueno, tenemos temor... En Honduras no es fácil; es un país en el que se vive unaviolencia brutal; son constantes los asesinatos, las amenazas, los atentados a la vida... Elencarcelamiento, las órdenes de prisión, bueno, esos son riesgos menores. (...) Lo más peligroso enHonduras, que yo misma lo siento, es el riesgo de perder la vida... (...) Pero sí, tememos por nuestra vida, pero yo también quiero decir categóricamente que no nos van a paralizar por elmiedo. Eso sí, que lo sepan ellos. Además, aunque sucediera, yo estoy absolutamente convencida

    de que el pueblo lenca y la resistencia del pueblo hondureño no va a cesar, al contrario, va a crecer más aún" 2.

    Forma extrema de los violentamientos, el asesinato de Berta, como el de tantas y tantos otrossujetos/cuerpos-conscientes de su territorialidad en Nuestra América, emerge como inequívocosíntoma de la fase senil, ultra-predatoria en la que ha ingresado el metabolismo necro-económicodel Capital, esa ecología-mundo que ha prosperado y ha usurpado el nombre de la humanidad, acosta de la depredación sacrificial de las economías de frontera; de su Tierra y su Trabajo. Bertatenía clara conciencia de que el modo de vida capitalista, colonial, patriarcal contra el que luchaba,precisaba, para progresar, fracturar las conexiones vitales-existenciales entre cuerpos-trabajo y

    Tierra-territorios de vida. Berta lucha junto a esos cuerpos primitivizados por la violenciamodernizadora del capital. Por eso, para la "opinión pública", en las crónicas periodísticas

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    convencionales, Berta era presentada como "defensora de los Derechos Humanos". Para quienes laconocimos, para muchas y muchos que hacen parte de esos cuerpos en re(ex)sistencia , Berta esuna Defensora de la Madre Tierra . Tenemos la íntima convicción que ella misma prefería estaúltima presentación; porque su vida es, en sí, una pedagogía política que nos enseña que no hay derechos humanos por afuera ni por encima de la Madre Tierra; que no hay "dignificación del ser

    humano" ni "lucha contra la explotación de la/os trabajadora/es" que se logre a costa de laexplotación y la depredación de la Tierra .

    De la cuestión de fondo a lo fundamental. Pensar-nos Tierra como clave para re-orientar nuestrasluchas emancipatorias.

    "La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre; es decir, la naturaleza en cuanto no es el mismocuerpo humano. Que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo,

    con el que debe mantenerse en un proceso constante, para no morir. La afirmación de que la vidafísica y espiritual del hombre se halla entroncada con la naturaleza no tiene más sentido que el quela naturaleza se halla entroncada consigo misma, y que el hombre es parte de la naturaleza" (KarlMarx, Manuscritos Económicos Filosóficos de 1844).

    Salvo notables excepciones, el pensamiento tradicional de izquierda y el marxismo ortodoxo engeneral ha tendido a priorizar la opresión de clase por sobre la explotación de la Naturaleza , comosi fueran dos problemáticas distintas e inconexas. Sin embargo, este tipo de razonamiento está enabierta contradicción con la ontología materialista de Marx, que al pensar los fundamentos de larealidad, en lugar de la conciencia, del Sujeto o del Objeto, parte del cuerpo. En efecto, para Marx,

    "(L)la primera premisa de toda la historia humana es la existencia de individuos humanos vivos. El primer hecho a constatar es, por tanto, la organización corpórea de esos individuos y la relación por eso existente con el resto de la naturaleza" (Marx y Engels, 1974: 19).Se trata de una premisafundamental sobre la que se edifica todo el pensamiento filosófico, antropológico y político de Marx.

    Pues, en primer lugar, partir de los individuos humanos vivientes , implica, ante todo, negarradicalmente toda separación entre Naturaleza y Sociedad y rechazar todo antropocentrismo. O, sise prefiere, supone partir de la afirmación básica de que el ser humano es naturaleza. Lamaterialidad del cuerpo remite indefectiblemente al enraizamiento histórico-material que lo

    humano tiene respecto de la Naturaleza en general . Una perspectiva histórico-materialista -como laque propone Marx- nos lleva a reconocer que, históricamente, venimos de la Naturaleza : somosparte del proceso natural de irrupción, despliegue y complejización de la materia en el transcursogeológico de la vida en el planeta. Y que f isiológicamente, dependemos de la Naturaleza : loscuerpos humanos vivientes (naturaleza interior) tienen una relación de dependencia existencial conel conjunto de seres vivos y de factores y condiciones biosféricas de la Tierra (naturaleza exterior).La Tierra -como sistema viviente- nos excede , nos precede y nos contiene absolutamente. Nuestravida es estructural y funcionalmente dependiente de una sistemática e ininterrumpida vinculaciónmaterial con el resto de la Naturaleza en general. Por tanto, lo humano no puede ser escindido dela naturaleza; no puede ser pensado o concebido como algo exterior , ajeno o contrapuesto a lanaturaleza.

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    En segundo término, al partir de los cuerpos, Marx coloca la cuestión de la vida -la problemática delos individuos humanos vivientes- en la base de su construcción teórica y en el centro de sus

    preocupaciones políticas . A diferencia del idealismo, del empirismo naturalista y del materialismomecanicista (cada uno, en sus diferentes variantes), Marx no concibe el mundo ni como "idea" nicomo "cosa", sino como vida-práctica . En Marx, lo real es lo vivo en cuanto tal: el conjunto de

    procesos práctico-materiales a través de los cuales acontece la vida en general; y también, enparticular, la vida humana, como una expresión histórico-específica de aquella.

    Así, la centralidad del cuerpo, en cuanto permite despejar la ficción idealista de todoantropocentrismo, es fundamental para una epistemología política que se piensa en clave deemancipación y realización plena de la Vida. Pues, cuando lo que ocupa el centro de nuestraspreocupaciones epistémicas y políticas es la vida plena de los seres humanos vivientes, no haylugar ahí para sustentar la falacia del antagonismo de "el hombre" vs. "la naturaleza" . Por elcontrario, se hace evidente que, en realidad, la contradicción Capital vs. Trabajo , no es anterior niexterior, a la contradicción Capital vs. Naturaleza-Vida; que no se trata de dos contradicciones

    (O´Connor, 2001) , sino pues solo de una única gran contradicción fundamental, en la que ladinámica necro-económica del capital supone (y requiere) sacrificar la vida (en la radicalidad de susfuentes y en la diversidad de sus formas y manifestaciones) en el altar del valor abstracto. Se hace,en definitiva, manifiesto que el encarcelamiento de la Tierra -a través de la propiedad- es el primer eslabón de los grilletes que encadenan al Trabajo .

    Así, la crucial cuestión de la liberación humana (de las ataduras del capital) requiere hoy, más quenunca, en los umbrales del Siglo XXI, re-pensar la Tierra. Re-pensar la Tierra como cuestiónvital-fundamental, es re-pensarla y re-descubrirla como Madre. Y es también re-pensar-nos a losseres humanos, como ontológicamente hijos de la Tierra; seres terrestres, en el sentido existencial

    de que no sólo vivimos apenas sobre la Tierra y de la Tierra, sino que literalmente somos Tierra.Precisamos, de modo urgente, volver a saber-nos y, sobre todo, sentir-nos Tierra.

    Pues, si la (in)civilización del capital ha llegado tan lejos en la devastación y denigración de la Vida,es precisamente porque no sólo ha crecido y se ha mundializado declarándole la guerra laMadre-Tierra, sino porque además, decisivamente, ha sido muy eficaz en la creación desujetos-individuos que no se conciben como hijos-de-la-Tierra, sino que la sienten y conciben desdela exterioridad , la superioridad y la instrumentalidad . Individuos que creen y que sienten que vivendel dinero y no de la Madre-Tierra; que conciben el progreso y el desarrollo de lo humano, entérminos de dominio y explotación presuntamente infinita de los "recursos" de la Tierra.

    Frente al escenario de barbarie mundializada y diversificada que nos ofrece el siglo XXI, tras másde cinco siglos de "desarrollo capitalista", necesitamos, de modo urgente, re-pensar la Tierra parare-orientar el horizonte y el sentido de nuestras luchas emancipatorias.

    Re-pensar la Tierra como Madre no es romanticismo pachamamista ni oscurantismo anti-científico.Si bien sí es una afirmación efectivamente pre-científica (en el sentido de que se trata de un saberhumano cuya articulación como tal antecede históricamente a la propia constitución de la ciencia,como régimen hegemónico de producción de conocimientos), se trata, sin embargo, de una verdadfundamental , no sólo en el más profundo sentido filosófico, sino también en el más riguroso sentido

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    científico. Re-conocerla como tal y adecuar a ella nuestros modos de vida, nuestras instituciones,nuestras subjetividades, es decir, nuestros cuerpos y nuestros sueños, nuestras formas de concebir,percibir, pensar, sentir y vivir nuestro lugar en el mundo, es quizás, el mayor desafíopedagógico-político que afrontamos como especie, en un momento donde el camino de laemancipación se ha tornado, ni más ni menos, que el camino por la sobrevivencia ; la sobrevivencia,

    al menos, de la humanidad de lo humano. Si las fuerzas de izquierda no asumen como propio estedesafío, ¿entonces quiénes?

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    1 Sobre este punto, remito a lo planteado en nuestro artículo "Marx, (los) marxismo(s) y laecología. Notas para un alegato ecosocialista". Revista GEOgraphia, Vol. 17, N° 34. UniversidadeFederal Fluminense. 2015. Pp. 09-38.http://www.uff.br/geographia/ojs/index.php/geographia/article/view/837

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    2 Entrevista realizada por Resumen Latinoamericano , Noviembre de 2014. Disponible en:https://www.youtube.com/watch?v=R7vrgwbS074

    Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de CreativeCommons , respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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