luis racionero - la sonrisa de la gioconda

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  • 7/28/2019 Luis Racionero - La Sonrisa de La Gioconda

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    La sonrisa deLa sonrisa de

    la Giocondala GiocondaMemorias de Leonardo

    Luis Racionero

    PremioPremio de Novela Fernando Lara 1999

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    Luis Racionero, 1999 Editorial Planeta, S, A., 2005Avinguda Diagonal, 662, 6 planta.08034 Barcelona (Espaa)

    Diseo de la cubierta: Hans GeelIlustracin de la cubierta: AGE FotostockFotografa del autor: Roser Vilallonga

    Primera edicin Coleccin Booket: octubre de 2004Segunda edicin: enero de 2005

    Depsito Legal: B. 2.752-2005,ISBN: 84-08-05553-4

    Impresin y encuadernacin: Liberdplex, S. L.Printed in Spain - Impreso en Espaa

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    La Fundacin Jos Manuel Lara y Editorial Planeta convocan el Premiode Novela Fernando Lara, fiel al objetivo de Editorial Planeta deestimular la creacin literaria y contribuir a su difusin.

    Esta novela obtuvo el IV Premio de Novela Fernando Lara,concedido por el siguiente jurado: Jos Manuel Lara Hernndez,

    Terenci Moix, Luis Mara Ansn, Carlos Pujol, Jos Enrique Rosendo yManuel Lombardero.

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    Caro Francesco:Las promesas engaan, el tiempo decepciona, la muerte burla los

    cuidados, las ansiedades de la vida son nada. Para qu escriboentonces? Lo que pueda decirte slo servir cuando lo vivas tmismo. He malgastado mis horas, por qu no echar a perder lastuyas? Lo ms difcil cuando se toma la pluma es convencerse de quemerece la pena escribir. No estoy seguro. En este crepsculo tanamable de Amboise pasara mis horas solazndome entre msica yluz, pero algo me incita a explicarme contigo, porque s, aunquejams me lo hayas dicho, que en muchas cosas no me hascomprendido; a pesar de lo cual tu incesante bondad no haflaqueado. Te debo una explicacin por Salai, por el espaol, porLudovico, por el desdichado Juan Galeazzo. S que no me lo pides,pero veo en tus ojos el reproche de lo incomprendido.

    Nunca he discutido ni me he excusado. He adulado a veces,

    cuando era necesario para conseguir mis propsitos. Te acuerdas dela satisfaccin del rey Francisco I cuando le present el len mecnicode oro, de cuyo pecho saltaron los lises de Francia? Tampoco estuvomal mi entrada en Miln cuando improvis y cant para Ludovico conla lira de nueve cuerdas sobre una dorada cabeza de caballo que mehaba cincelado Verrocchio. All me gan al desconfiado y altaneroLudovico Sforza. Pero si no me he excusado ni enzarzado en disputas,s que he intentado explicarme muchas veces, la mayora con escasosresultados. Me he explicado a m mismo en interminables cuadernos ypor eso quiero dedicarte a ti, querido Francesco, este ltimo, dondecontar lo que ms me ha importado, lo que ha sido ms caro a mi

    corazn, empezando por mi madre.En el ms antiguo recuerdo de mi infancia tengo para m que,

    estando en la cuna, un nebl me abra la boca con su cola y megolpeaba los labios con las plumas muchas veces. Cmo saber si fuesueo o realidad? Y si ilusin, por qu perdura este recuerdo y nootros? Qu haca el pjaro en mi duermevela? Qu enigma meestaban insinuando los dioses que mueven los destinos? Nos hablaHermes en sueos? Quizs me estaban avisando de que era bastardoalgo que supe mucho despus y de que debera cerrar la bocaante la insolencia y la altanera de quienes, peores que yo, gozaban

    de ilustre cuna. La cofrada de jueces y notarios prohben el acceso a

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    esta noble profesin a los hijos naturales, igual que a los sepultureros,los curas y los criminales, de modo que me estaba cerrado el caminode mi padre y de mis abuelos. Tampoco pude ir, por eso mismo, a launiversidad. A cambio de ello tuve dos madres, la ma natural y la

    esposa de mi padre, una en Vinci y otra en Florencia, y por tener dosen realidad no tuve quizs ninguna. Me dediqu al arte.El roco se esfuma hacia lo invisible, la fruta madura se pudre y

    reseca, pero los caracteres eternos que yo trazo no perecern jams.Cosa mortal pasa, pero no el arte. Oh Leonardo! A qu tanto penar,qu buscas, qu te ha faltado? Ahora lo s y ya no me importaconfesarlo a la orilla de la muerte: el amor de la madre, esa ternurainefable, incondicional, injusta que se da infatigable. Es se,Francesco, el nico amor infalible entre un hombre y una mujer, el dela madre con el hijo, no al revs, que el hijo es egosta y ama porinters para seguir absorbiendo. Pero un hombre sabe que el nicoamor de mujer perfecto, exacto, inagotable, es el de su madre.Lstima que eso lo aprenda demasiado tarde, cuando ella ya no est,y l la ha pretendido reemplazar vanamente por otras mujeres. Porqu crees que he trado conmigo ese retrato de mujer sin nombre?:esa que sonre para s, como la montaa cruzada por una nube, es mimadre. Obsrvala bien y notars su parecido conmigo. Sin unamadre, Francesco, no se puede vivir, pero sin una madre tampoco sepuede morir. Ella me acompaar en las ltimas horas que ya sientoaproximarse: cuida de su retrato cuando yo haya muerto, dselo alrey de Francia, pero no le reveles quin era.

    La soledad, Francesco, es el buitre que corroe a Prometeo, no otracosa me ha atormentado toda mi vida: desde nio supe que eradiferente. Un da, jugando con mis compaeros cuando tena tresaos me di cuenta de que no era como ellos y volv llorando a casa:no estaba mi madre. Casi nunca ha estado mi madre, y eso que tenados! Toda mi vida ha sido esa huida de mis compaeros de juegos,esa casa sin madre, la soledad vaca de ternura. Qu no hubieradado yo por una hora de ternura! La gloria, sin dudarlo, todo lohubiese dado, menos la belleza que me ha salvado del suicidio, ladivina belleza que transporta a su amante ms all de las murallasllameantes del mundo, al empreo donde nada se mueve porque

    todas las cosas han alcanzado la perfeccin de que eran capaces y nodesean pasar ms all. se es el mundo de los arquetipos platnicosque ansiaba Ficino y que yo he visitado como ningn otro mortal;pero lo que aprend debo guardarlo para m, so pena de serescarnecido, adems de incomprendido, cuando no perseguido.

    El evento crucial de mi juventud sucedi cuando, en plenaadolescencia, mi padre decidi colocarme como aprendiz deVerrocchio en Florencia. Yo haba tenido la educacin de familiabienestante en Vinci, pues mi abuelo, notario retirado, me cri en sucasa de terrateniente, es decir, orientada a las labores del campo. Demi madre, que crea era la esposa de mi padre, saba que viva con l

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    en Florencia, y como as fue desde el principio y no conoca otrasituacin, y como me senta feliz con mis abuelos paternos y el toFrancesco, no envidi a mis compaeros de juego cuando eranllamados por sus madres a recogerse en el hogar: mi abuela fue mi

    madre de hecho, y tena una oficial lejos, que por lo menos servapara convertirme en un hijo normal. De Catalina, la campesina quetuvo el desliz con el joven notario Piero da Vinci, de sa, mi verdaderamadre, no supe hasta bien avanzada mi juventud. Y tuve queaprenderlo de golpe, a disgusto y sumido en el estupor cuandodescubr, por despecho de un canalla, las circunstancias de miirregular nacimiento. A Catalina, los Vinci, poderosos propietarios enel pueblo, la casaron a toda prisa con un buen hombre, molinero deAnchiano, muy trabajador, que se hizo cargo de ella y, al parecer, laconsol de mi prdida. Gracias a Dios pude recuperarla al final de susdas el tiempo suficiente para hacerla feliz y vislumbrar como era: loque descubr de esa mujer fabulosa lo he dejado en el retrato que teencomiendo.

    Mi padre era amigo de Verrocchio y le ense algn dibujo de losque yo garabateaba desde nio. Me salan espontneamente, con lamisma naturalidad con que hablaba o cantaba, crea que dibujar eralo ms natural del mundo, que todos lo hacan, como segar, coser ococinar. En lo nico que me senta distinto era en usar la manoizquierda en vez de la derecha. Los dibujos y la influencia de mipadre, que trabajaba para la Signoria y gozaba de prestigio enFlorencia, me sirvieron de credenciales para entrar en uno de los

    mejores talleres de Florencia, que los tena excelsos.Qu hombre maravilloso era Verrocchio. Me acogi en su casacomo un hijo y en su taller como aprendiz con esa magnanimidaddesinteresada de los grandes seores de raza. Cuando pint el ngelpara suAnunciacin y todo el mundo vio que era mucho mejor que elsuyo, l, en vez de ofenderse envidiosamente, se alegr y dijo que enadelante podra dejarme los pinceles y dedicarse de lleno a laescultura.

    Decir que Verrocchio fue un padre para m puede parecer elogiosocuando en realidad es autoconmiseracin porque mi padre se cuidde m de lejos, me dej en Vinci y se fue a vivir a Florencia. Fue mi to

    Francesco quien me ense casi todo siendo yo nio. Tena uncorazn de oro, paciencia, saba contarme cuentos como nadie,quizs porque no haca nada, viviendo en casa de mis abuelos ydedicndose a frivolidades rurales como plantar moreras y cultivargusanos de seda. Como slo era quince aos mayor que yo, mi to seprestaba a llevarme con l en sus paseos por el campo. Incluso llega inspeccionar los trabajos en las vias y olivares cuando mi abueloya era demasiado viejo. En esas visitas caminbamos largamenteentre olivares, viedos y huertos, sobre colinas suaves quedescienden hacia arroyos umbros. A menudo, l se paraba a recogerplantas medicinales y conchas de caracol, fsiles, esqueletos de

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    animalitos, siempre que fueran retorcidos, rampantes, caracoleantes.Estaba fascinado por las formas en espiral. De l me viene el gustocon que decoro los yelmos y las mscaras quimricas: alas de dragn,membrana de murcilago, espiral de caracol, pico de concha son para

    m ondulacin petrificada, fusin de fuerza y forma, dureza cristalinatestimoniando el crecimiento que fue vivo.Fue el to Francesco quien me sugiri la broma pesada que le

    gastamos a mi padre la primera entre otras tantas que heperpetrado a lo largo de mi vida cuando ste me pidi que ledecorase un escudo para un campesino amigo suyo. Era una rodelatorcida, mal trabajada y tosca que tuve que enderezar al fuego yllevarla al tornero para que la alisase; despus de enyesarla yprepararla a mi manera, estaba yo pensando qu le pintara cuandoentr Francesco y me propuso su idea. As que nos fuimos al campo acazar salamanquesas, lagartos, grillos, serpientes, mariposas,lechuzas y otras especies de animales lo ms raros y escalofriantesposibles. Luego me encerr en una cabaa donde no dejbamosentrar a nadie, y de la multitud de animales variamente combinadatrac un engendro horrible y espantoso que pint de tal modo quepareca envenenar y ahogar el aire con su aliento; sala de una rocaoscura y quebrada echando veneno por las fauces abiertas, fuego porlos ojos y humo por la nariz, de modo que pareca cosa monstruosa yterrible. Cuando Francesco vena a comprobar los progresos deaquella Medusa se quejaba del hedor de los animales muertosamontonados ante mi caballete, pero yo no lo senta.

    Acabada la obra, que ya no me reclamaban mi padre ni elcampesino, le dije a mi padre que poda mandar por ella cuandoquisiera. Vino pues Ser Piero una maana a la cabaa por la rodela,llam a la puerta y le dije, sin abrirle, que aguardase un poco; volvadentro y coloqu la rodela a contraluz mientras Francesco disponalos postigos de la ventana de modo que entrase luz deslumbradora.Hice pasar a mi padre, quien al ver la rodela de pronto y noesperndose aquello se sobresalt, no creyendo que fuese el escudo,ni siquiera pintura aquella figuracin que vea. Se dispona a huircuando Francesco, que se esconda en un rincn, solt la risa y yo lecontuve diciendo: Esta obra sirve para lo que ha sido hecha; tomadla

    pues y llevosla, pues tal es el fin que debe esperarse de toda obra.Lstima que Francesco ya no estara para ver la cara que puso el

    jardinero del papa, muchos aos despus, cuando solt por elBelvedere un lagarto al que injert alas de murcilago. Francesco secas por fin cuando yo me vine a Florencia disculpa el lapsus, peroes que yo estoy siempre en Florencia, y ms en estos ltimos aos decrepuscular melancola, y al morir hace diez aos me leg a m sustierras. Bendito Francesco, fue mi segundo padre. Verrocchio sera eltercero.

    Verrochio nos tena en su casa como hijos, segn era lacostumbre entre maestro y aprendices, con la particularidad de que

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    l era soltero, cosa que yo he imitado entre otras muchas que aprendde aquel hombre excelente. Lorenzo di Credi no le abandon nunca,aun pasada la edad de aprendiz, y gracias a l nuestro maestro novivi nunca solo ni conoci la amargura de los solteros. Cuando muri

    en Venecia, Lorenzo trajo su cuerpo a Florencia. Su devocin aVerrocchio habla por s sola de las calidades de Lorenzo di Credi,compaero inolvidable como lo fue Perugino; tuve suerte alencontrarlos, pues igual poda haberme tocado convivir con jvenesms parecidos a Nanni Grosso, un borrachn que cuando volvi delhospital de Santa Maria Nuova y le preguntamos cmo se encontrabanos dijo: Estoy mal. Pero te han curado, no? Por eso estoy mal,mejor estara con un poco de fiebre en aquel hospital cuidado yservido. Cuando mora en el mismo hospital le pusieron en lasmanos una cruz de madera y l protest exigiendo que le diesen uncrucifijo labrado por Donatello pues no poda resistir una obra tosca.Este perfeccionismo nos lo debi inculcar el maestro a todos, puesLorenzo di Credi no soportaba que se hiciera el menor movimiento enel taller para que no se levantase polvo. Adems de purificar ydestilar l mismo los aceites de nuez como yo he practicadotambin, compona en la paleta los colores que iba mezclando, delms claro al ms oscuro, que de cada color tena treinta matices ypara cada uno reservaba un pincel particular. Manas de viejo en lasque cualesquiera podemos caer. Al final se fue a vivir al convento deSanta Maria Novella, y all le cuidaban y le dejaban hacer, hasta quemuri apaciblemente.

    Con Lorenzo y Perugino me llev muy bien, sa fue mi fortuna.Supongo que se la debo a nuestro maestro, que atraa hacia s gentede su propia complexin. No tuvimos incidentes como en otrostalleres; el de Ghirlandaio, por ejemplo, que envi a sus aprendices acopiar los frescos de Masaccio en la iglesia del Carmine. Me hacontado Piero Torrigiani que Buonarroti y l estaban aprendiendo adibujar en la prodigiosa capilla pintada por Masaccio y era habitual enMiguel ngel molestar a los dems metindose con ellos ytomndoles el pelo, hasta que un da en que se mofaba de Torrigianiste se enfad ms de lo habitual y, cerrando el puo, le dio tal golpeen la nariz que sinti hueso y cartlago hundirse como mazapn. El

    pobre Miguel ngel llevara ese recuerdo suyo hasta la tumba. Slo lefaltaba eso a aquel hombre feo que amaba la belleza. Pero dejemos aMiguel ngel, del que te hablar luego.

    En aquel ao gozoso de 1466 y los siguientes, Florencia era unafiesta, sobre todo cuando nos visit el duque de Miln y Lorenzo deMdicis pidi a Verrocchio que le decorara el palacio para deslumbrarcon sobriedad y elegancia al fastuoso Galeazzo Maria Sforza, que, unpoco nuevo rico como los de nobleza reciente, vena con opulenciaaparatosa. Entonces entr por primera vez en el palacio de la ViaLarga y pude recorrer a mis anchas minuciosamente las estancias,logias y patios porticados donde se guardaban las colecciones de tres

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    generaciones de Mdicis. Me entretuve en la biblioteca para ojear losmanuscritos trados por Argyropoulos y dejados por Gemisto Pletn.Estaban elAsclepio de Hermes Trimegisto, los Dilogos de Platn, Laabstinencia de carne de Iamblico, tantas cosas que yo no poda leer

    porque no s griego. Me senta como Petrarca, que acariciaba suHomero sin poderlo entender. Pas a las estatuas, el busto de mrmolroto, potente, maravilloso de fuerza y expresividad, que Miguel ngelacariciaba con ms resultados que Petrarca. Vi la coleccin decamafeos de Lorenzo trados de Roma por Brunelleschi, lascolecciones de cristal y porcelana, las vajillas de cermica toledana.Las joyas de Lucrecia Tuornabuoni, la seora madre, no estaban a lavista, lgicamente, y yo me las ingeni para, con mi cortesa, lograrque ella misma me las mostrara. Y las pinturas! En la pequea capilladel piso alto, Benozzo haba detenido para siempre la entrada delemperador Palelogo en Florencia, cuando vino para el conciliouniversal de 1439. Qu maravilla de oro y colores, qu delicadospaisajes, qu finura en los rostros de los pajes! ramos realmentetan hermosos los jvenes florentinos?

    En el palacio de los Mdicis lo nico que no era bello eran ellos:Cosme tena una nariz imposible, la cara angulosa como un barro malmoldeado, el labio inferior demasiado abultado, los ojos juntos, elcuerpo derrengado. Su padre, Giovanni di Bicci Mdicis, an peor, eracomo una mscara de carnaval, una aparicin espectral. Su hijo Piero,el que muri de gota, tena una mandbula que le alargaba el rostroexcesivamente. Y Lorenzo: era apuesto, misterioso, intenso, pero

    nunca hermoso. Tena los melanclicos ojos mediceos del voluptuosomstico y la cnica boca del escptico (que le permita comentar: Nome place que los ultramontanos y los brbaros interfieran en losasuntos de Italia). Cuando el rey de Francia le escribi moncousin, l contest Lorenzo, ciudadano de Florencia. Por qu slolas repblicas vivas crean tiranos admirables? Aunque la sangre delos Tuornabuoni haba mejorado la raza de mdicos rurales de susmayores, ese deje rstico es lo que confera la profunda elegancia aaquella casa. Nunca me ha deslumbrado el lujo si no tiene un toquede simplicidad campesina desahogada y bienestante.

    Quien s era hermoso era su hermano Juliano, de bellos ojos

    negros, abundante cabellera azabache, gil y bien formado, pensativodoncel toscano. Si vas a Florencia, podrs verlo representado comoHermes en un cuadro de Botticelli. Estaba enamorado de SimonettaCataneo, casada con un Vespucci, a la que dedic un torneo con losbailes y banquetes que puedes leer en la Giostra de Poliziano. EstosMdicis se enamoraban de mujeres casadas. Para qu? Seguan elideal de amor que explicaba Ficino en los Dilogos de Platn? Lesbastaba con idealizar a la amada, se llenaban con esa obsesinmental que no conduce a nada pero colma los momentos de pasoentre una actividad y la siguiente? Estaban posedos por su madre,la todopoderosa Lucrecia Tuornabuoni? No s a qu llegara Juliano de

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    Mdicis con la bella Simonetta; sea lo que fuere, no dur: los dioseshacen morir jvenes a aquellos a quienes aman, y Simonetta, que erauna Venus as la pint nuestro Botticelli, saliendo del mar entrevientos y hojas, muri al poco de ser honorada por Juliano y

    cantada por Poliziano. Los florentinos, que amamos la belleza,acudimos en masa a su entierro; an puedo verla pasando entre lamuchedumbre consternada en un sarcfago de cristal para quequienes no la conocan pudieran guardar en su memoria la imagen dela belleza y, quienes la trataron, la mirasen por ltima vez. Cosamortal pasa, ma non d'arte, mi querido Francesco, lo he comprobadotantas veces ya, e incluso las cosas de arte perecen a veces porbarbarie humana, como mi escultura ecuestre de Miln.

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    EROS-NARCISO

    El amor, Francesco, ha sido para m apetito de belleza. No heamado a nadie por su sabidura, que de eso tena bastante en loslibros, en Alberti, Ficino o Pico; he amado a algunos por su belleza, dela cual nunca tengo suficiente. He amado porque tenan exuberantepelo rizado, por sus prpados suavemente abrumados, como

    cargados por un secreto de los dioses. Am al doncel toscano comoam las flores, el vino espeso, las alas en el cielo, el agua clara conruido y los perfumes densos, mis caballos y mis liras. Conoc porprimera vez el amor en un da de carnaval; las gentes corranalborozadas en pasacalle cantando unas rimas compuestas por elpropio Lorenzo de Mdicis, aquel hombre magnfico no slo pagaba lafiesta sino que era capaz de darle contenidos. Qu escuela deartistas admirable estas fiestas carnavalescas! Las efmerasdecoraciones, las carrozas alusivas, las mscaras y disfraces para elbaile nos permitan invenciones libres que no eran posibles en losencargos normales, donde el cliente sabe lo que quiere y nos cierra el

    tema: para carnaval ramos nosotros, los aprendices, quienessoltbamos la fantasa para crear quimeras, que lo primero que debeaprender quien desea ser artista es a inventar. El estrambtico Pierodi Cosimo sola contemplar los muros cercanos al hospital pararecrear su imaginacin en los esputos lanzados contra la pared enellos conceba transparencias y viscosidades para las alas de susdragones, como aquel que pint con Andrmeda, y no ibadesencaminado mi estrafalario amigo: si observas muros sucios demanchas o construidos con materiales dispares y te das a inventarescenas, all podrs ver la imagen de distintos paisajes, hermoseadoscon montaas, ros, rboles, llanuras, grandes valles y colinas detodas clases. Y aun vers batallas y figuras agitadas o rostros deextrao aspecto, vestidos, e infinitas cosas que podrs traducir a suforma entera y correcta. Ocurre lo mismo que con el taido de lascampanas, en cuyo son encontrars cualquier nombre o vocablo queimagines.

    As, el carnaval era para los aprendices un gran medio de avivarel ingenio: se dibujaba rpido, se pintaba con soltura porque nadadurara y se pagaba el derroche. Para m, el carnaval florentino esadems inolvidable porque en l conoc a Fioravante.

    No quiero suponer que Lorenzo de Mdicis segua simplemente un

    impulso artstico cuando compona sus canciones carnavalescas

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    porque este hombre misterioso, cuya compleja naturalezaarmonizaba cualidades opuestas y las mezclaba, utilizaba susensualidad en provecho de la poltica. Los Mdicis haban basado supoder en el apoyo de la gente del pueblo, ponindose de parte de los

    plebeyos en sus peleas contra los ricos. Yo le vi, rodeado demscaras, conduciendo el baile bajo las paredes de su palaciomientras las mujeres los contemplaban desde las ventanas. Sabaquin era l porque habamos inventado su disfraz en el taller. Ascantaban el tenor y el bajo, unidos a la ctara y al tambor: Quant'ebella giovinezza che si fugge tuttavia: chi vuol'esser lieto sia, didoman non c'e certezza. Carros triunfales, apuestos jvenesricamente vestidos sobre esplndidos caballos, lluvia de lirios yvioletas, arcos triunfales ornados de flores y guirnaldas, lluvia deconfetis, antorchas luciendo en la penumbra crepuscular, el aireestaba lleno de msica y all, en medio del esplendor y la fiesta, seme apareci la encarnacin viviente de Eros, el genio del amor. Eratan bello como uno de los pajes que Gozzoli pint en la comitiva delemperador de Bizancio. Mis primeros meses en la botega deVerrocchio los pas secretamente con l, huyendo por las tardes,cuando el trabajo terminaba, hacia las colinas de Fiesole, dondehabamos establecido nuestras citas en una fuente umbra y pocousada en aquellas horas crepusculares. El esplendor del ocaso en ladulzura del ngelus llenaba su cabello de destellos y yo me perda ensus ojos violeta, lquidas amatistas que reflejaban la penumbra delfirmamento por donde el sol se haba puesto. Era Fioravante, hijo de

    Domenico, amantsimo conmigo como una doncella: pude amarle.La ternura de aquel adolescente, Francesco, me tocabaprofundamente all donde no llegan las caricias del dedo sobre la piel,ni siquiera en las ms recnditas y sensibles entretelas del cuerpo. Laternura me ha paralizado la voluntad y encadenado el alma. Yo querallevrmelo a mi estancia, donde Lorenzo di Credi se habaconfabulado conmigo para esfumarse discretamente en caso denecesidad, pero, llegada cierta hora, Fioravante desapareca comollevado por el diablo, con cara de alma en pena, sin decir palabra,slo un gesto y el destello de resignacin desesperada en sus ojos.

    Los das de fiesta atisbaba entre la multitud hasta dar con su

    cabellera dorada, que yo saba distinguir al otro lado de la plaza. Elda que Lorenzo de Mdicis organiz el torneo en honor de su amadaLucrecia Donati, yo le busqu con envidia entre las magnificenciasque con Verrocchio habamos preparado para la fiesta. Se trajeron losmejores caballos de Italia, y Lorenzo mont a Fals'amico yAbruzzese,que venan de los establos de Npoles. Verrocchio le haba engarzadoun gran diamante en su escudo y yo pint en su estandarte una mujerque trenzaba guirnaldas de hojas de laurel, emblema de Lorenzo,coronada de un sol y un arco iris con la divisa El tiempo vuelve.Puedes imaginar, Francesco, lo que era Florencia engalanada. Esasbarras de madera sostenidas por anillos de hierro que an se ven en

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    las ventanas sirven para suspender tapices, brocados, guirnaldas deflores, hasta ocultar la piedra gris de los muros. Las fachadasresplandecen, las banderas rojas y blancas ondean, suenantrompetas y taen las campanas: los caballeros entran en la arena de

    la plaza Santa Croce precedidos de sus heraldos, acompaados degentilhombres y de un paje portando el estandarte con cada divisafamiliar. Y all, con Benedetto Salutate, ese botarate corrupto queluca arneses de plata cincelados por Pollaiuolo, rival de nuestroVerrocchio, estaba Fioravante como paje. Aquel da ya no vi ms, noatend a los lances de la liza ni aplaud el triunfo pronosticado deLorenzo; slo oa el galope de los corceles en mis sienes mientrastrataba de comprender qu haca mi amigo en la casa de Salutate, eldisoluto potentado que acabara arruinndose por un banquetesuntuosamente desmesurado.

    l no me vio, o no quiso verme, cosa difcil pues yo no era bajo,antes al contrario, y me sobraban tantos rizos rubios como a l;adems vesta la tnica corta de color rosa, habitual en mi juventudpor ser el color de los adolescentes florentinos. Aquel da, entre lamuchedumbre, como un plebeyo ms, me jur que sera rico, almenos lo bastante rico para mantener una cuadra de corceles bienenjaezados, palafreneros y criados, un establecimiento seorial dondesentirme a gusto y solazar mi apetito de belleza. Lo he conseguidocon suficiente asiduidad y satisfaccin para mi gusto fastidiosamenteexigente. Decid disfrutar toda mi vida de corceles andaluces comolos de Lorenzo y as se ha cumplido hasta el final. Cuando volvimos a

    encontrarnos, Fioravante no quiso explicarse sobre su relacin con losSalutate pues era taciturno como los que estn pagados de smismos, conscientes de su belleza, como Narciso, que no necesitabahablar, inmerso en la orgullosa reticencia de la belleza. Sus silencioseran exasperantes y yo intua que, adems de soberbia, ocultabanalguna cuestin inconfesable. Fue mi primer amor. l era como unpaje de Gozzoli o un ngel de Botticelli; yo era el David de Verrocchio.No es metfora ni presuncin por mi parte: es la pura realidad. Siquieres saber cmo era yo de adolescente, mira en Florencia laescultura de mi maestro para la cual me pidi que posara. ConFioravante descubr que el amor es atraccin hacia la belleza del otro

    y pensamiento obsesivo sobre ella. Si slo fuese atraccin podramossatisfacerla y ser felices, pero lo peor es el pensamiento, que nos latrae cuando no la tenemos delante. El amor es una obsesin de lamente, que no de los sentidos; los sentidos viven en el instante, lamente se demora en el pasado o se precipita al futuro con tal de noparar mientes en lo que sucede.

    A veces he comparado el amor con la fuerza, meditando la ideade Dante, que para m es ms que una metfora, el amor quemueve el sol y las estrellas. En mi cuaderno sobre la mecnicaescrib:

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    Luis Racionero La sonrisade La Gioconda

    Qu es aquello que comunica a todo cuerpo unaactividad maravillosa,

    y le obliga a cambiar de forma y lugar;que corre con furia a su agotamiento;

    que la lentitud hace crecer y la velocidad disminuir;nacida de la violencia, muere de su libertad,y destruye despiadadamente todo lo que se opone a

    su propia destruccin?Quiere vencer, abolir el obstculo, y muere de su

    victoria;el cuerpo donde ella se manifiesta no aumenta de

    peso ni de volumen;las fatigas la confortan, el reposo la agota,el cuerpo donde ella se incarna pierde su libertad y a

    menudo engendra otra como ella;en fin, que es enteramente y por todo la misma en

    todas sus partes.Es la fuerza, hija del movimiento material, nieta del

    movimiento espiritual, madre y origen del peso.La fuerza es un poder espiritual, una potencia

    invisible,que se infunde, por violencia accidental,de los cuerpos sensibles a los insensibles,en todos los cuerpos que estn fuera de su equilibrio

    natural.

    Transmuta y constrie todo cuerpo a mutaciones desitio y de forma.Gran potencia le da gran deseo de muerte.Transmutadora de formas varias,vive por la violencia y muere por la libertad.Vive con desazn de quien la tieney se contrapone a los deseos naturales.Constrindose a s misma, obliga a todas las cosas,habita en cuerpos que estn fuera de su curso natural,se consume complacida en s misma,es slo un deseo de fuga;

    siempre desea hacerse dbil y extinguirse:ninguna cosa se mueve sin ella,ningn sonido o voz se oye sin ella.Su verdadero germen est en los cuerpos sensibles.El peso se desplaza de natural al sitio que desea,el peso se mueve de buena gana,pero la fuerza siempre desea huir.El peso es corpreo y la fuerza incorprea,el peso es material y la fuerza espiritual.Si ella desea fuga y muerte, l quiere estabilidad y

    permanencia.

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    Luis Racionero La sonrisade La Gioconda

    Si el uno es eterno, la otra es mortal.A menudo se engendran mutuamente:el peso genera la fuerza, la fuerza el pesoy si son de parecida proporcin, se hacen larga

    compaa.Cuando el amante est junto al amado,all se reposa:cuando el peso est posado,all se reposa.

    No te parece que el amor y la fuerza tienen algo en comn?:nacida de la violencia, muere de su libertad, las fatigas la confortan,el reposo la agota, el cuerpo donde se encarna pierde su libertad...no es as el amor? Dante vio justo al detectarlo en la atraccin de lasestrellas.

    Se me acusa de glida indiferencia porque no amo a nadie enconcreto. Ellos no saben qu es amarlo todo, sin excepcin: la piedray el pjaro, el agua y los pantanos, el animal por nimio que sea, el serhumano. Ese amor indiscriminado, total, es un perfecto desconocido,y lo que no se vive no se comprende, ni siquiera se concibe quepueda existir. Mi amor es fro como los espacios siderales, peroalcanza hasta los luceros y los ama con el amor que mueve el sol ylas estrellas.

    Eso no quiere decir que no haya sufrido. Fioravante, Salai, elespaol, todos ellos me atrajeron en un momento u otro, quin, a los

    cuarenta aos, hubiera resistido la belleza de Salai?, no sera humanosi no hubiera sucumbido. Mis disgustos me han costado y eseincansable esfuerzo por ir ms all de la carne, de la persona, delpensamiento obsesivo sobre la belleza del ser que me atrae. Lasoledad, Francesco, es no tener a nadie a quien volver. Pero yo tengo,ahora, el mundo, que te dejo a ti y a los que viviris despus de m.Cmo no lo veis? El amor va de dentro afuera, no al revs, comocreen los insensatos que acumulan. Slo t generas amor. Por qufijarlo en una sola persona? Esprcelo generosamente como el solregala su luz y piensa que es por la luz del sol que vemos el sol. Elamor no puede ser para nadie en concreto, amor dirigido es egosmo.

    Sirve de algo afirmar estas cosas que cada uno debe descubrir afuerza de vida y desengaos? Tu vida te lo mostrar, o quizs no.Cada hombre y mujer repiten incesantemente los errores de losmuertos. De nada sirve avisarlos. No s por qu escribo, quizs paraahorrarte tiempo y gastar el mo lo ms aprisa, el poco que mequeda. Como el viajero que navegando entre las islas del archipilagove la neblina luminosa alzarse al atardecer y descubre poco a poco lalnea de la costa, comienzo a vislumbrar el perfil de mi muerte. Noescribi eso un emperador romano? El tiempo es la posibilidad de quedos cosas ocupen el mismo espacio; yo debo salir para que t seas,as nos hemos apartado todos para que vivan otros, es parte del amor

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    universal, el amor que no pide prendas, el nico que yo hecomprendido y por el cual, mal que bien, he vivido.

    T que has adornado mi vejez, acompaado mi soledad en tierraextraa no debera hablar as, porque para el iniciado su casa es el

    ancho mundo, podrs quizs entenderme, porque tu amor no escomo los otros: no slo es el ltimo, es el ms puro, estable,incondicional. Cuando te vi por primera vez en casa de tu padre, miamigo Francesco de Melci, en vuestra noble villa de Vaprio, erasapenas un nio; me pediste venir conmigo entonces yo hua deMiln a Venecia y yo te apart cariosamente de tu propsitoinfantil arguyendo que slo podra tomarte como aprendiz cuandotuvieses catorce aos. Era mentira, porque a Salai lo acept con once,pero t persististe y apareciste ante m otra vez con catorce aoscumplidos, y no pude rechazarte ya. Ojal hubieses entrado antes enmi vida, quizs mis peores errores no habran sucedido.

    El da en que te conoc habamos andado con tu padre por lasmontaas buscando fsiles que, para m, lejos de probar el DiluvioUniversal, muestran que la Tierra no fue creada hace unos miles deaos, como pretenden los padres de la Iglesia, sino mucho antes, yque las formas de lo vivo se suceden. Recuerdo que, revolviendo contu padre por una anfractuosidad de la montaa, dimos con elesqueleto petrificado de un pez. Me qued absorto pensando: Ohtiempo, consumidor de todas las cosas, que las vuelves a ti para dar alas vidas extinguidas nuevas y diversas habitaciones! Oh tiempo,veloz depredador de las cosas creadas, cuntos reyes, cuntos

    pueblos has deshecho, y cuntas mutaciones de estados ycircunstancias han sucedido desde que la maravillosa forma de estepez muriera aqu, en esta cavernosa y retorcida interioridad! Ahora,deshecho por el tiempo, yace paciente en este cerrado suelo; con sushuesos expoliados, desmedulados y desnudos constituye armadura ysostn al monte sobrepuesto!

    As volva yo pensando a tu casa cuando, al entrar en el espaciosopatio animado por las labores habituales en las villas de campo,apareciste jugando entre los nios de los aparceros como una palomaen un vuelo de grajos. Cuando te vi me miraste y quedaste parado,luego viniste a nosotros, saludaste respetuosamente a tu padre y me

    dirigiste la insensata demanda que yo apart ligeramente con unasonrisa y una promesa condicional. El tiempo consume todas lascosas, pero tu propsito ha sido ms fuerte que l; como la formapetrificada en las entraas del monte, que ayuda a sostener, t meapoyas en esta mi erosionada vetustez.

    Mucho antes de conocerte, cuando era joven aprendiz enFlorencia, no saba qu fuera el amor y le cupo en suerte mostrrmeloa Fioravante. l no vino a m como t, fui yo hacia l, atrado por elesplendor de su aureola, qu bellsimo era, tanto que serenaba con susola presencia cualquier nimo marchito. Este prodigioso poder quese me ha atribuido a m lo tena con creces aquel efebo incomparable.

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    Su amistad fue el don amargo y delicioso que colm mis aosadolescentes, ya repletos de felicidad por lo mucho que podaaprender en Florencia, porque toda la ciudad, y no slo el taller deVerrocchio, era un emporio de conocimientos que fui absorbiendo

    vidamente, primero en el arte, luego en la ciencia.El primer arcano del oficio que nos ense Verrocchio fue lapintura al leo, que entonces se comenzaba a practicar. Un pintorflamenco haba vendido unos cuadros que llegaron a Urbino yNpoles, causando sensacin: tenan transparencias, degradados decolor imposibles de conseguir al fresco o sobre madera conpigmentos mezclados en agua. Un siciliano, Antonello da Messina, fuea Brujas para conocer la tcnica de ese Van Eyck; al volver se instalen Venecia y le pas los secretos a Domenico Veneziano, que los trajoa Florencia. Andrea del Castagno, tan hbil simulador como buenpintor, saba adoptar aires amables cuando lo deseaba, y logr trabaruna gran amistad con l. Por las noches se encontraban para cantarserenatas a las muchachas. As, Domenico Veneziano revel todo loque saba sobre pintura al leo a su compaero; ste, cuando ya supotodo lo que deseaba, para no tener rival, lo asesin golpendole conuna barra de hierro. El crimen qued sin castigo y la traicin slo seconoci porque la confes al final de su vida, cuando ya expiraba. Sedice incluso que Andrea del Castagno pintaba al morir su autorretratoen la figura de Judas Iscariote, traidor como l en alma y en actos.

    Tal era la importancia de este nuevo mtodo que vali un crimenprecedido de traicin. Perugino, Lorenzo di Credi y yo nos dimos en

    cuerpo y alma a la tarea de explotar las posibilidades de este medio,milagroso si se compara con la simplicidad del fresco. Podamossuperponer los colores en capas sin que se mezclaran, rehacerindefinidamente el trabajo cuando no nos gustaba, velar loscontornos, modelar la carne con degradados para conseguir morbidezy diluir los perfiles en sombras hasta lograr el esfumado.

    Me he esforzado por suavizar la pintura hasta convertirla en unarte espiritual: he procurado expresar el estado de nimo en elsemblante y la pose, pues el movimiento del espritu se trasluce en elcuerpo; he querido insinuar en el claroscuro esfumado la inseparablecomunin de la materia con el alma del mundo. He buscado el alma

    del hombre, criatura del aire, ese maravilloso camalen, como lollamaba Pico. La meloda de los rostros se siente con el odo delespritu; para ello el esfumado es el modo ms sutil y delicado,impregnado de misterio, como la sombra envuelve la realidad. Elcorazn de la belleza griega, el ideal anglico de los cristianos sonasumidos, quizs no superados, pero s complicados en la extraezadel hombre que est surgiendo. Cmo traducir la idea de perspectivaaplicada al alma?

    La perspectiva fue el segundo arcano de la pintura en mis aos deaprendizaje. As como el uso del leo era un secreto tcnico, laaplicacin de la perspectiva requera conocimientos tericos de

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    geometra. La perspectiva es el arte de figurar bien el oficio del ojo,esto es, el parecido de los objetos tal como se presentan ante la vista;consiste en pintar por pirmides las formas y los colores de losobjetos contemplados. Son pirmides porque no hay objeto que sea

    mayor que la pupila del ojo donde terminan estas pirmides. Si tomaslas lneas en los extremos de cada cuerpo y las prolongas hasta unpunto nico, tomarn un sentido piramidal. La experiencia confirmaque todo objeto enva al ojo su propia imagen por lneas piramidales.Los cuerpos de igual tamao darn un ngulo ms o menos grande asu pirmide segn la distancia existente entre ellos. El punto de fuga,indivisible por su pequeez, es el sitio donde convergen todos losvrtices de las pirmides.

    Para representar en la superficie plana del cuadro los objetos enla forma y disposicin con que aparecen a la vista, no como songeomtricamente, Piero della Francesca invent un planotransparente colocado entre el objeto y el espectador, y demostrque al trazar los rayos dirigidos desde el ojo hasta las extremidadesvisibles del objeto se obtiene, en interseccin con el cuadro, unaforma semejante de la apariencia del objeto. Bramante y yo nosentretuvimos en Miln en comprobar el mtodo del genial Piero, queme haba contado Luca Pacioli, discpulo suyo: dibujar sobre un cristaly sobre una gasa con un pincel impregnado de color todos loscontornos de los objetos tal como aparecen a la vista. En realidad,Piero haba entrado en el conocimiento de la perspectiva por aquelhombre genial, afable y desdichado porque muri en la miseria

    que era Paolo Uccello; an le recuerdo con su aspecto desastrado, subarba partida como un chivo, errando por calles de mala nota que lni vea, perseguido por los chiquillos que se mofaban de l. Pero lslo viva para la perspectiva. Los artistas le tenan mucho cario,pero opinaban que se obsesionaba con problemas difciles eimposibles de su amada ciencia y que ello le haca pintar cada vezpeor cuanto ms viejo se haca. Le encargaron un Santo Tomsexaminando las heridas de Jess y, como estaba convencido de lograruna obra maestra, se encerr con el cuadro de tal manera que nadielo viese hasta terminar. El da que lo colocaba en el mercado Viejovino por all su ntimo amigo Donatello, que, tras examinar

    minuciosamente la pintura, le dijo: Ah, Paolo, ahora que deberastaparlo lo descubres, lo cual le caus un disgusto de muerte al pobreUccello, que se encerr en casa con su perspectiva. Le llamabanUccello porque amaba sobremanera los pjaros; yo le llev una vezuna urraca a su casa para poder penetrar en su estudio y ver qumaravillosas perspectivas se escondan all, pero slo vi un retratomuy sobrio de los hombres que admiraba: Giotto, Brunelleschi,Donatello, Manetti y l mismo. Le pregunt por Manetti y me dijo queera el matemtico que le ayudaba a interpretar a Euclides. La urracale caus gran alegra y la solt por su estudio, como a todos losdems pjaros, que tena sueltos, y ms pareca aquello una pajarera

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    que un taller de pintor; l me ense a querer a los pjaros, y cuandoyo los compraba en el mercado para soltarlos, en mi pensamiento selos mandaba a l. Haba muerto cuando yo alcanc mi maestra,pobre como una rata, pero exclamando todava: Qu cosa tan dulce

    es la perspectiva!, ante la desesperacin de su mujer y su hija, queno tenan casi qu comer.Aquella gente de principios de siglo era una generacin

    maravillosa que adornaba Florencia cuando yo llegu y que, en suvejez esplndida, me permitieron libar de sus clices la sabidura delos oficios. Tuve la suerte de nacer en el momento mejor, ahorapuedo decirlo, viendo lo que ha venido luego. Quin puede, en estosdas de oscuridad, vanagloriarse de encontrar dos maestros comoLeon Battista Alberti y el melanclico Toscanelli? Yo los tuve y no slocomo lejanos ejemplos a imitar, sino como benvolos maestros demis primeros saberes. Pues has de saber que cuanto ms genial unapersona, ms abierta est a compartir sus conocimientos para ayudara los principiantes; eso es as porque, seguros de su vala, no temenque nadie vaya a eclipsarlos, cosa que, por lo dems, no se planteanpues el genio no mira de soslayo sino que vive absorto en susestudios y realizaciones, demasiado fascinado, colmado por el placerde la creacin, para necesitar la recompensa bastarda y banal delreconocimiento o la opinin. Despus de todo, quines pueden sersus pares? Muy pocos, y sos siguen tan absortos como ellos en labsqueda de la verdad y la creacin de belleza. Nosotros slo nospreocupamos de lo que puedan pensar de nosotros Hermes y

    Prometeo.Paolo dal Pozzo, llamado Toscanelli, viva en una casucha junto alArno en el barrio de la iglesia del Carmine; a su puerta fluvial ms deuna noche haban concurrido sigilosas embarcaciones de secretosnavegantes que le consultaban sin desear ser vistos y a los que yoconoc alguna vez, pues haba entrado en la intimidad del sabio.Toscanelli tena un manuscrito del veneciano Marco Polo quedescriba el camino hacia Catay. Pero eso le pareca demasiadoevidente, los romanos ya comerciaban con Oriente, nos deca; lonecesario ahora era descubrir el derrotero occidental. Cuando noslleg hace veinticinco aos la noticia del viaje de Cristbal Coln y las

    tierras que haba encontrado a poniente, record que aos antes,cuando yo tena veintids, una noche asist al encuentro entreToscanelli y un navegante genovs al que no pareca hablar porprimera vez. Yo escuchaba su conversacin sobre cosmografa comoquien asiste a una lectura en las aulas de la Universidad de Bolonia.Toscanelli saba cosas que guardaba para s, como que la Tierra giraen torno al Sol, lo cual declar aquella noche ante la aprobacininteresada de su interlocutor. Pero saber esto, deca, no tiene mritoalguno, basta dar con un manuscrito de Aristarco de Samos en vez deleer el consabido Ptolomeo. Del mismo modo que la Luna gira entorno a la Tierra, sta lo hace alrededor del Sol, y si la Luna produce

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    las mareas es porque en Occidente hay un estribo de tierra querepele el mar reenvindolo hacia nosotros, y como la Tierra no esplana sino redonda, como la Luna y el Sol, es indefectible que existeun camino por el ocano de Occidente para navegar hasta Oriente. Al

    terminar aquella conversacin inolvidable con el navegante leasegur: Hay una isla llamada Brasil al oeste de Irlanda, y la Antilla aveintitrs grados de latitud boreal. Ante su asombro, le entreg unmapa de su posesin. Estoy convencido de que Coln sigui el mapade Paolo Toscanelli para su navegacin: por eso saba de antemano loque poda durar el periplo y mantuvo su confianza ante la tripulacindesanimada.

    Como le dio a Coln, aquel hombre bondadoso y distante, soltero,entregado como un eremita a la religin de la cosmografa, nos dabaa todos su conocimiento una vez se cercioraba de que lo merecamos,para lo cual impona dos pruebas: aprender geometra y renunciar ala fe cristiana, aunque no a sus prcticas, pues l recalcaba que laciencia no necesita mrtires sino trabajadores dedicados. l meense a tratar a los frailes y telogos, a seguir mis investigacionessin levantar recelos de la Iglesia, en fin, a prescindirconvenientemente de la losa mental de la religin cristiana sinindisponerme con ella. Lo he practicado toda la vida con xito.Recuerda lo que le pas al pobre Pico con sus 999 tesis, a poco loqueman. Tuvo que salvarlo entre todos! el papa Borgia, quecuando lleg al poder le concedi bula y pudo volver a Florencia, perotan tocado que cay en la admiracin fervorosa de Savonarola y

    muri hecho una sombra de lo que haba sido. Pobre Pico! Sujuventud arrasada, su belleza marchita en las austeridades que seimpona para seguir al siniestro monje. Toscanelli me libr a m decaer en tales entusiasmos.

    Cuando se ocult el sol en 1478 l nos dibuj perfectamente porqu suceda, nos ense los mecanismos de los eclipses, a levantarmapas, a mirar las estrellas. Conoc a Toscanelli cuando la ciudadencarg a Verrocchio que fundiese, izase y colocase la esfera doradaque est sobre la linterna de la cpula de la catedral. El viejoToscanelli haba sido muy amigo de Brunelleschi. Verrocchio le rogque nos ayudase porque conoca los secretos de la cpula tan bien

    como su autor, que se los haba contado. Toscanelli, con Alberti, eranlos dos transmisores de la tradicin florentina: haban conocido a losgrandes inventores ya muertos: Masaccio, Ghiberti, Brunelleschi. Porl supe las intrigas que suscit la cpula de nuestra catedral, quenadie osaba construir aunque el edificio estaba a medias.

    Toscanelli haba enseado geometra tambin a Brunelleschi, y letena por el mejor hombre de Florencia. Mientras colocbamos laesfera de bronce y la cruz que Brunelleschi haba previsto sobre lalinterna de su cpula, a decenas de metros del suelo, aquel viejo desetenta aos nos contaba la epopeya tcnica que supuso laconstruccin de la cpula de nuestra catedral. Para m, que

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    comenzaba apenas de aprendiz, fue de gran utilidad conocer lahistoria de las intrigas que sufri Filippo Brunelleschi para que ledejaran hacer lo que slo l era capaz de construir. La famosa historiadel huevo, por ejemplo: los patrones de la catedral y cnsules de la

    lana exigieron a Brunelleschi que explicara su plan detalladamente ymostrara su maqueta, como los dems arquitectos llamados aconcurso haban hecho. Se neg, y propuso que quien fuese capaz deponer un huevo de pie sobre el suelo de mrmol debera construir lacpula. Sac un huevo y lo pas a sus colegas: nadie logr que sequedara de pie. Cuando se lo devolvieron, golpe la cscaralevemente y lo pos en el suelo. Todos gritaron que eso lo podanhaber hecho ellos. Claro replic Filippo, y podrais construir lacpula si vieseis mis planos y maquetas! Al final le encargaron elproyecto, pero colocndole a Lorenzo Ghiberti de codirector. Eso lemortific sobremanera, pues, en su da, l y su ntimo amigoDonatello haban aconsejado al jurado que encargase la puerta delbaptisterio a Lorenzo Ghiberti porque su proyecto era el mejor. AhoraGhiberti, valindose de su influencia en el gobierno, se inmiscua ensu trabajo para ser copartcipe de la gloria, y encima cobraba msque l por no hacer nada. Tras fingirse enfermo lo que paraliz lasobras y conseguir que encargasen a Ghiberti construir la cadenaque religaba las aristas de la cpula, logr ponerlo en evidencia yproseguir la obra bajo su sola direccin. Cuando muri slo quedabapor rematar la linterna, cuyo peso daba estabilidad a la cpula; y enello colabor con Verrocchio y Toscanelli al iniciarme en el taller.

    Toscanelli muri cuando yo march a Miln, de modo que durantequince aos de mi aprendizaje goc de la enseanza y sabidura deaquel hombre fabuloso. Mi nico mrito es haber seguido su ejemplo.A l debo mi lado cauto, prudente, estudioso, exhaustivo y reservado.

    Leon Battista Alberti era todo lo contrario: extrovertido, vanidosoy absolutamente genial. Sin l, yo no habra llegado a nada. Suprodigiosa carrera me demostr que un solo hombre puede abarcarlotodo si se lo propone y usa tenazmente el tiempo. Se cuenta de lque poda saltar con los pies juntos por encima de un hombre, quelanzaba una moneda hasta dar en la cpula de la catedral. Ya sabesque de m se dice que poda torcer una herradura con la mano y

    saltar por encima de un caballo; algunos tenemos una leyenda... quea veces es cierta. Haba tres cosas en las que se esforzaba por serimpecable: el andar, el montar y el hablar; de su cmara oscura ydems invenciones para qu voy a contarte?, las conoces de sobraspor m. Lo mejor de l es que todo cuanto tena y saba lo reparta sinla menor reserva como hacen siempre los hombres nobles denaturaleza rica; regalaba sus descubrimientos, a pesar de que tenainventada una escritura en cifra mucho ms enrevesada que la ma,tanto que la curia de Roma todava la usa en el da de hoy. Lloraba ala vista de rboles nobles y trigos ondulantes. Ms de una vez,cuando estaba enfermo, le haba curado la contemplacin de un

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    paisaje hermoso. Tena o le atribuyeron el don de la profeca, leaen las caras los corazones. Crea que los hombres lo pueden todo siosan, y lo demostr.

    Con Leon Battista Alberti me iba a galopar por las cercanas de

    Florencia entre las colinas, pues l me ense a tratar a los caballos,tan caprichosos como las personas y no menos sutiles si se quiererealmente disfrutar con ellos; para m el caballo no era slo una piezade obligado conocimiento en el repertorio del escultor, sino unafuente de placer como jinete y como caballero que no siemprecoinciden. En mi pueblo no tuve ocasin de montar a caballo.Alberti, que era de noble familia florentina, me dejaba los suyos y meinduca a comunicarme con ellos sensualmente, como con el cuerpode una persona amada, me deca, que no con la razn y menos an lavoluntad. De Alberti procur copiar su manera de hablar y sudistincin en los movimientos. No s por qu me cobr un granaprecio y se esforz, procurando que no se notara, en inculcarme losmodales de un caballero, que yo cultivara toda mi vida, no paracompensar mi condicin de bastardo, sino porque me complacan: lasbuenas maneras son la esttica de la vida cotidiana y sta es la msfrecuente de todas las vidas.

    De Alberti se ha dicho que era ms terico que prctico, pues nodestac ni en pintura ni en escultura, siendo en cambio buenarquitecto y excelente escritor. Entre tantos prcticos como ramosen Florencia en su poca, un terico como l resultaba sumamentevalioso y, en todo caso, yo quiero reivindicarlo como hombre

    eminentemente prctico, pues nos ense a comprender laperspectiva con su cmara oscura, que nos permita usar como unjuguete a los aprendices jvenes en su casa, a la que nos invitabagenerosamente pues le gustaba rodearse de gente joven. En realidadera prctico porque converta su vida toda en obra de arte: de laprend que nada es balad por nfimo o repetitivo que parezca, quecada instante vale tanto como el anterior, se haga lo que se haga enese momento, por ruin que sea, as que la compostura y la bsquedade belleza no pueden ser solamente dominio del arte sino que debenaplicarse delicadamente a la vida.

    Verrocchio tena el taller junto al Arno, no lejos de la plaza de la

    Signoria. Nada estaba lejos en Florencia, ciudad amurallada y limitadapor el ro y las colinas. De un tamao abarcable, se poda cruzarandando en el tiempo que dura una conversacin, y nunca eratedioso callejear por ella, tantas eran las bodegas, talleres, tiendasque invadan las calzadas, mostrando las entraas de los menesteresartesanales. Cuntas veces me sirvi de inspiracin inquirir en algntaller detalles tcnicos que, si no eran secretos gremiales, los oficialesy maestros brindaban generosamente al que vean interesado!Siempre me ha sucedido que, contemplando cmo otros trabajan, heconcebido nimo e incluso ideas para continuar el mo. Yo creo queen aquel ambiente florentino de laboriosidad, invencin y calidad nos

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    potencibamos unos a otros como se estimulan los jinetes en una lizaal aumentar sus proezas.

    El otro medio impagable de aprender era la conversacin: bastabasalir a la calle para encontrar corros comentando las cuestiones ms

    diversas, y no slo de poltica, sino de arte e incluso de filosofanatural. Nadie se molestaba o bajaba la voz cuando un joven aprendizse acercaba para escuchar, y sus preguntas, si las hubiere, eranrespondidas con precisin o con irona, segn lo acertado de lademanda. Ya sabes que no existen preguntas impertinentes sinorespuestas indiscretas, pero, adems, creo que no existen preguntasbien planteadas, porque para formular la pregunta correcta seranecesario conocer la respuesta, lo cual la hara superflua. Unapregunta es slo una seal sobre el tema que preocupa, uncircunloquio que alude vagamente la cuestin, de modo que el otrocapte lo que nos interesa y que, a pesar de la inconcrecin yparquedad de la demanda, le permita respondernos con lainformacin que deseamos y que, precisamente por ignorancia, nosomos capaces de formular con precisin.

    En el taller se haca escultura, orfebrera y pintura. Verrocchiosaba adems msica y geometra; no slo recurran a nosotroscuando necesitaban una escultura, un retablo o una joya, tambinpreparbamos arte efmero para las fiestas o torneos y arte prcticoen ingeniera: canales, diques, o la famosa bola que deba rematar ellucernario sobre la cpula de Brunelleschi. Izar a tanta altura unaesfera de seis brazos y asegurarla encima del pinculo contra viento y

    relmpago fue una proeza en la que tuvo que ayudarnos elmismsimo Toscanelli, contento de culminar por fin la obra de suquerido Brunelleschi. Fue uno de los primeros trabajos en quecolabor. Aunque el taller tena escultores, en aquel trabajoVerrocchio ech mano de todos nosotros: fundir la esfera en bronce ydorarla fue mi primera gran leccin en escultura; subirla y fijarla, eningeniera. Desde este pinculo de la catedral vi toda Florencia a mispies, las callejas sinuosas abrindose en plazas, las torres de lasiglesias, algunas de casas familiares que an quedaban en pie, lostechos de las naves de iglesia, el ro y las torres de las murallas, todocontenido, mesurado, abarcable al primer golpe de vista. La

    luminosidad de la atmsfera, el verdor de las colinas erizadas decipreses, las villas emergiendo entre montculos cubiertos de olivosenvolvan la ciudad en una sana y difana claridad, como lasmaanas primaverales de la niez. Subir hasta la cspide llevabatanto tiempo que los maestros de obras haban previsto cantinas enel amplio tambor de la cpula donde los obreros almorzaban y serefrescaban sin necesidad de bajar a la ciudad. Yo viva aquellos dascomo un pjaro posado en la cima del mundo y hasta a dormir mequed alguna noche en lo alto de la obra para recontar las estrellascon Toscanelli y comparar su reflejo en las luminarias de la ciudad.Florencia, intra muros, no era verde, como si la frondosidad de las

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    colinas que la rodeaban le bastara: ni las plazas, ni los claustros,numerosos, que se destacaban como parches en el tejido de la ciudadtenan vegetacin, pues la ciudad era como nuestra casa y laqueramos con baldosas en vez de plantas, seguramente porque las

    tenamos en abundancia con slo pasar las murallas.All subido, a muchos brazos por encima de los tejados, sent eldeseo de volar; como en sueos donde a menudo volaba, mepareca normal ser capaz de salir planeando desde la cpula porencima de la ciudad como cualquier pjaro puede hacer, pero no elrey de la creacin; mal rey que no logra emular a sus supuestosservidores. Desde entonces comenc a estudiar el vuelo y lamecnica de los pjaros para dotar al hombre de una capacidadsemejante. Su esqueleto es muy ligero y el nuestro pesado, por lo querequerimos ms potencia que ellos para sostenernos en el aire: no mecabe duda de que es posible, aunque yo no lo haya logrado y el pobreZoroastro, que ensay mis ingenios voladores, se haya partido varioshuesos.

    La conversacin, como te deca, era una educacin gratuita queFlorencia nos dispensaba a manos llenas en las calles, en las plazas, ala puerta de los talleres, en las escalinatas de las iglesias, por nohablar de las lecciones que los humanistas dictaban en los palaciosde sus mecenas o los telogos en los conventos. El ao en que yonac caa Bizancio en manos de los turcos: en la disporasubsiguiente, los humanistas griegos encontraron la mejor acogida enItalia, y en especial en Florencia, porque en 1439 haban estado aqu

    Bessarin y Gemisto Pletn, durante el concilio ecumnico parareunificar las Iglesias latina y griega. Gemisto se qued y ense elgriego para que nuestros eruditos o diletantes pudiesen leer a losautores antiguos en el original. Las familias ricas rivalizaron enpatrocinar a un exiliado griego: Argyropoulos y Calcocondilo pasaronpor aqu antes de dirigirse, como yo, a Miln. El resultado fue que, enuna generacin, Florencia lea en griego los manuscritos que lasfamilias hacan adquirir a sus cnsules en los puertos de Levante. LosMdicis llegaron a recoger diez mil manuscritos en su biblioteca,entre ellos he visto las Pandectas de Justiniano, las cartas de Cicern,los Anales de Tcito, que Maquiavelo copiaba religiosamente, los

    Comentarios de Julio Csar, para no hablar de los libros que influiranms profundamente en Florencia: el Poimandres de HermesTrimegisto, los Orculos de Proclo, La abstinencia de carne deIamblico que yo he seguido al pie de la letra toda mi vida, losversos ureos de Pitgoras, toda esa parte de la bibliotecamonopolizada por Ficino y Pico della Mirandola, mientras Polizianoacaparaba a Virgilio.

    Ficino, Pico y Poliziano eran las tres gracias para aquel Hermesque deseaba encarnar Lorenzo de Mdicis; uno era mdico, el otrotelogo y el tercero poeta. Los conoc a los tres: Ficino me causabaadmiracin, Pico me fascinaba y Poliziano me dejaba indiferente.

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    Ficino me ayud en mis estudios de medicina y farmacia, que lconoca a fondo pues estudi en Bolonia y practicaba hasta msall de ciertos lmites ortodoxos, como hara yo ms tarde. Tena uncarcter afable, salud delicada y le gustaba pasar largas temporadas

    en el campo, en la finca que le haba regalado Cosme de Mdicis portraducir a Hermes y Platn. l educ a Lorenzo de Mdicis, con lo cualya est todo dicho. Era corpulento, no agraciado pero de rasgosintensos, carnosos en nariz y labios, los ojos penetrantes deinteligencia y bondad. Se pas la vida traduciendo manuscritosantiguos, curando y cartendose con media cristiandad. An lequedaba tiempo para decir misa donde recomendaba desde elplpito las obras de Platn e introduca en la liturgia frmulas depaganismo. Era en mi tiempo el alma de la Academia Platnica quese haba fundado en Florencia cuando Gemisto Pletn convenci aCosme de Mdicis de su necesidad. Los Mdicis le haban dejado lavilla de Careggi para reunir la academia y all se encontraban amenudo para promover la fusin de la religin cristiana con elhermetismo y el platonismo.

    Me contaba Ficino que Platn, el padre de los filsofos, muri a laedad de ochenta y un aos, un 7 de noviembre, da de sucumpleaos, reclinado en su triclinio despus de que el almuerzohaba sido retirado. Para conmemorar su aniversario, este banquete,en el cual estaban contenidos tanto el da del nacimiento como el dela muerte de Platn, era celebrado cada ao por los antiguosplatonistas, incluidos Plotino y Porfirio. Despus de Porfirio, estas

    solemnes fiestas fueron olvidadas durante mil doscientos aos. Porfin, en nuestro tiempo, el famoso Lorenzo de Mdicis, deseandorenovar el banquete platnico, design a Francesco Bandini comomaestro de ceremonias. Bandini dispuso celebrar el 7 de noviembre yrecibi con pompa real en Careggi, en la villa medicea, a nuevehuspedes platnicos: Antonio degli Agli, obispo de Fiesole; Ficino, elmdico; Cristoforo Landino, poeta; Bernardo Nuzzi, retrico; TommasoBenci; Giovanni Cavalcanti (nuestro amigo, a quien los invitadosdesignaron como hroe a causa de las virtudes de su espritu y suhermosa apariencia), y los dos hermanos Marsuppini, Cristoforo yCario. Finalmente, Bandini quiso que Marsilio Ficino fuera el noveno,

    de modo que con l aadido a los ya mencionados se alcanzara elnmero de las musas. Cuando el banquete fue retirado, BernardoNuzzi tom el libro de Platn que se titula Simposio sobre el amoryley todos los discursos de ese simposio. Cuando hubo terminadopidi a cada uno de los huspedes que comentara uno de losdiscursos. Todos estuvieron de acuerdo, se echaron suertes y elprimer discurso de Fedro correspondi a Giovanni Cavalcanti para quelo explicara; el discurso de Pausanias correspondi a Antonio, eltelogo; el de Erismaco, el mdico, a Ficino, el mdico; el del poetaAristfanes al poeta Cristoforo; el del joven Agatn a CarioMarsuppini. A Tommaso Benci se le asignaron las intervenciones de

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    Scrates, y el papel de Alcibades correspondi a CristoforoMarsuppini. Todos aprobaron este sorteo, pero el obispo y el mdicotuvieron que irse, uno para cuidar las almas, otro los cuerpos, ydejaron los papeles a Giovanni Cavalcanti; los dems se volvieron

    hacia l dispuestos a escuchar y enmudecieron.As eran estas reuniones a las que nunca fui invitado, no slo acausa de mi juventud sino porque los artistas ramos consideradoshombres sin letras. Est claro que sin griego y ya no digamos sinlatn era imposible adentrarse en la complicada teologa platnicaque Ficino y sus amigos se haban empeado en desentraar. Y sedeca que de la teologa haban pasado a campos ms pragmticos,como la magia natural. Ficino era mdico y deba de conocer lossimples, no creo que pasara a la alquimia porque lo habramos sabidoaunque lo hubiese intentado mantener en secreto, que en Florenciatodo se sabe tarde o temprano; adems no consta que los Mdicismantuvieran alquimistas, como s hara, en cambio, Ludovico el Moroen Miln. De todos modos, algo haran con las hierbas medicinalespues o decir que en Careggi intentaron resucitar las ceremonias deEleusis y que se valan de un moho del centeno para alcanzar estadosde contemplacin que los remontaban al mundo inmaterial de lasideas platnicas. Para ir ms all de la razn, primero hay queacallarla, y slo se consigue en un estado parecido al sueo sin soar.Yo no lo he conseguido nunca, porque sueo, pero a veces stos sontan vividos, tan reales, que ms tengo la impresin de estar viviendolo que suceder en el futuro que divagando entre pesadillas irreales.

    Algunas de mis invenciones se me han aparecido en duermevela, eseestado crepuscular entre el sueo y la vigilia. El crepsculo es elumbral entre dos mundos, en l he hallado yo caminos que hanabocado a cosas maravillosas, desconocidas pero posibles, y que heanotado en mis dibujos en espera de poder realizarlas.

    Ficino deba de conocer preparaciones vegetales que llevasen aestados semejantes a estos duermevelas mos. Precisamente yocomenc a tratarle como mdico en una ocasin en que Lorenzo diCredi y yo contrajimos una fiebre terciaria que nos fue maldiagnosticada por el mdico que curaba a los aprendices del taller.Acudimos a l y nos cur, no slo con hierbas y simples, sino con el

    sonido de la lira y el canto de himnos. Recuerdo que me dijo: No tesorprendas, Leonardo, de que combinemos la medicina y la lira con elestudio de la teologa. Puesto que deseas conocer, debes recordarque dentro de nosotros la naturaleza ha fundido cuerpo y espritu conel alma; el cuerpo es en verdad curado por los remedios de lamedicina, pero el alma, que es un vapor areo de nuestra sangre y elnexo entre cuerpo y espritu, es templada y alimentada por los oloresareos, por los sonidos y las canciones; finalmente, el espritu, puestoque es divino, es purificado por los divinos misterios de la teologa. Enla naturaleza se ha hecho una unin de espritu, alma y cuerpo. Paralos sacerdotes egipcios, la medicina, la msica y los misterios eran

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    una misma cosa. Ojal pudiramos nosotros dominar este arte naturalegipcio con tanto xito como con tenacidad y corazn nos aplicamosa ello. Pero basta de estas cosas por el momento. Me pediste que tedictara la mxima que he inscrito alrededor de las paredes de la

    academia. Dice as: "Todas las cosas van dirigidas de la bondad haciala bondad. Regocjate en el presente. No des valor a la propiedad, nobusques honores. Evita el exceso, evita la actividad. Regocjate en elpresente."

    Inolvidable Ficino!, siguiendo sus mximas vivi longevo, muriapaciblemente en Careggi poco antes de retornar yo a Florencia,despus de capear con discrecin la dictadura de Savonarola, que nose atrevi a inquietarle. l le despreciaba y no cay, como Pico oBotticelli, en la hipnosis del fantico profeta.

    Pico della Mirandola era bellsimo, alto, de rizada cabellera rubia,facciones delicadas como una Madona; haba estudiado en Bolonia yviajado por Europa, saba latn y griego, hebreo, rabe y caldeo; sehizo amigo de Ficino, que no discpulo, pues saba demasiado paraaceptar su primaca. Era vagaroso, se fue a Roma, donde propusosostener pblicamente 999 tesis de lgica, fsica, metafsica, moral,teologa, matemticas, cbala y magia; de omni re scihili. Eso levali la persecucin de la Inquisicin, adems de prohibirle mantenerla controversia, que ya los telogos se empezaban a dar cuenta delpeligro de las ideas platnicas y hermticas que, permitidas, hubiesenacabado por destrozar desde dentro la doctrina cristiana. Sepercataba Pico de ello o actuaba de buena fe? Me inclino por lo

    ltimo, pues Pico careca de la malicia irnica de Ficino y delescepticismo de Lorenzo, l iba de buena fe. Prueba de ello es quesucumbi a la puritana locura colectiva de Savonarola, arroj suspoemas a la hoguera de las vanidades y se eclips jovencsimo pese alos cuidados de Ficino, que no logr apartarle de su propsito desacar el alma de este cuerpo para llevarla a los empreos inmortalesen que tanto crea. Ojal est all, con Platn y Plotino, ponindolosde acuerdo con la sombra de Aristteles! Por algo era seor deMirandola y prncipe de la Concordia.

    Le trat menos de lo que yo hubiese deseado porque seausentaba a menudo de Florencia y cuando se qued yo haba

    marchado. Recuerdo una ocasin en que nos invit a varios amigos acenar porque tena en su casa un comerciante de Malabar que expliclas costumbres de los gimnosofistas, y l se rea comparando sushbitos vegetarianos con los mos, que decidi adoptar desde el dasiguiente para aumentar su capacidad de visin, fsica y espiritual.Pico defenda la dignidad del hombre y nos aseguraba que el serhumano puede elevarse hacia los ngeles o descender hacia losbrutos porque es libre y en ello reside su dignidad y su grandeza. Laidea no era del todo suya, ya la le en la traduccin que hizo Ficino delAsclepio egipcio. Hermes Trimegisto le dice a su discpulo, como elcreador habla con su criatura en ese momento prodigioso que ha

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    representado Miguel ngel en la Sixtina cuando Dios toca con el dedoa Adn: No te hemos dado semblante ni capacidades propiamentetuyas de modo que cualquier lugar forma o don que decidas, adoptar,despus de deliberarlo, lo puedes tener y guardar por tu propio juicio

    y decisin. Todas las dems criaturas tienen su naturaleza definida ydelimitada por leyes establecidas. Slo t, desligado de taleslimitaciones, puedes, por tu libre albedro, establecer lascaractersticas de tu propia naturaleza. Te he situado en el centro delmundo para que, desde esta posicin, puedas indagar en torno tuyocon mayor facilidad todo lo que contiene. Te hemos hecho unacriatura que no es del cielo ni de la tierra, ni mortal ni inmortal, paraque puedas, libre y orgullosamente, moldearte a ti mismo en la formaque te plazca. En tu mano est embrutecerte descendiendo a formasinferiores de vida o ensalzarte por tu propia decisin a los niveles devida divina. Quin no admirar este maravilloso camalen? Pues elhombre es la criatura a quien Esculapio el ateniense vea simbolizadoen los misterios en la figura de Proteo a causa de su mutabilidad ynaturaleza susceptible de autotransformacin. Entendamos, pues,que somos criaturas nacidas con el don de llegar a ser lo quequeramos ser, y que una especie de elevada ambicin invada nuestroespritu, de modo que, despreciando la mediocridad, ardamos endeseos de cosas superiores y, puesto que podemos alcanzarlas,dirijamos todas nuestras energas a tenerlas.

    Nobilsimas palabras que yo quisiera creer aplicables al serhumano y que yo mismo crea con ilusin en aquel momento juvenil

    de mi vida. La experiencia me ha demostrado que slo se aplican aunos pocos, pues he conocido demasiados que no deben llamarseotra cosa que trnsito de comida, productores de heces y colmadoresde letrinas, porque de ellos no resulta otra cosa, ninguna virtud sepone en obra: no dejan ms que retretes llenos. No me parece que loshombres groseros, de tristes costumbres y poco entendimientomerezcan un instrumento tan bello ni tanta variedad de mecanismoscomo el de los hombres especulativos y de gran juicio, sino tan sloun saco donde se reciba la comida y se expulse; que en verdad no selos puede considerar ms que un trnsito de comida, porque enninguna otra cosa me parece que participen de la especie humana,

    excepto en la voz y la figura; en todo lo dems estn bastante pordebajo de la bestia.

    Poliziano era el menos interesante para m, aunque lo fue ymucho para el destino de mi amigo Atlante Migliarotti, porquePoliziano escribi el Orfeo que, puesto en msica, fue cantado porAtlante en la corte de Mantua ante Isabel de Este, lo que vali aAtlante la celebridad como el Orfeo por antonomasia. Si Lorenzo deMdicis quiso ser Hermes, Atlante Migliarotti logr ser Orfeo. Yo mecontento con tener a Herclito y Demcrito como dioses tutelares.Poliziano era buen poeta y mejor traductor; fue adems preceptor delos hijos de Lorenzo, uno de los cuales fue el papa Leon X, que

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    conociste en Roma. Tan unido estaba a su mecenas que muri pocodespus que l, precisamente el da en que los franceses de CarlosVIII entraban en Florencia. Poliziano poda haber sido denunciado conms mritos que todos nosotros juntos, tena un acercamiento

    melifluo que, instintivamente, siempre me repeli. Por eso, de los trespuntales de la corte de Lorenzo el Magnfico, fue Ficino el que ms meense y de quien aprend con fruicin: Pico estaba ausente yPoliziano demasiado presente. Alberti y Toscanelli eran filsofosprcticos, queran cambiar el mundo. Los otros especulaban sobre eltenue empreo abstracto en busca de las ideas platnicas, losarquetipos plotnicos y las armonas pitagricas. Haba que verlos enCareggi, all se reunan todos con Lorenzo: Ficino, Poliziano, Pico,Cavalcanti, Benci, Bandini, Marsuppino, Landino. La nica prctica ala que se dignaban descender estos elevados especuladores era lamagia natural, basada en las influencias de los astros segn Ficino y en la cbala hebrea segn Pico. No s qu resultadoobtendran y poco deban esperar de sus talismanes cuandosucumbieron al hechizo fantico de las prdicas de Savonarola. Porsuerte, yo ya no estaba all, me fui despus del horrendo atentadoque acab con Juliano y que acab con mi confianza en la bondadhumana, como la denuncia por Saltarelli haba estropeado mi alegrade vivir juvenil y mi amor por Fioravante.

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    LA DENUNCIA

    As pas mi juventud, rodeado de belleza y sabidura: meimpregnaba de la una en calle y taller y buscaba afanosamente laotra con estudio y visitas a los hombres adecuados. As, ayudando aVerrocchio en esculturas y bajorrelieves, en pintura e ingeniera,llegu a la maestra como artista y fui admitido en la cofrada de San

    Marcos como pintor florentino. Segu habitando en casa deVerrocchio, tal era mi cario hacia l. Me dediqu a gozar de pleno mijuventud y la fabulosa madurez de aquella Florencia esplndida, ricay exigente.

    Pero las Parcas no tejen sin cortar: una serie de desgracias seabati sobre la casa de los Mdicis como augurio de que el esplendorno poda durar; cosa mortal pasa, y los Mdicis no seran excepcin.La contrapartida a la Giostra que Juliano organiz en honor de suamada Simonetta fue la precoz muerte de ella. Por fortuna, SandroBotticelli la haba inmortalizado en sus pinturas y nadie podr dudarde su nica belleza. Por qu el extravagante Piero di Cosimo la pint

    con una serpiente por collar? El da de su entierro, las sobrias losas depiedra serena estaban cubiertas de ptalos, las carrozas avanzabanmajestuosas con squito de jinetes engalanados: brillaban al sol eloro y los brocados, pero los balcones de los palacios, de las ventanasde las casas, de los ventanucos humildes que abundan en Florenciaslo mostraban crespones negros en seal de duelo. El pueblo deFlorencia, que no se resignaba a perderla y que saba que no podrasustituirla, deseaba ver por ltima vez la belleza de Venus en supalidez sosegada. Un atad de cristal transportaba el incomparablecuerpo de Simonetta Cataneo, como dormida, ajena a su rostroaquella frescura que la hiciera famosa, slo el candor plido en laperfeccin de sus reposadas facciones. Detrs del fretro, el hombreque ms la haba amado, Juliano de Mdicis, y su hermano Lorenzoabran el cortejo de notables. Los rizos negros de Juliano eran msabruptos que nunca y el ceo mediceo, ese intervalo entre los ojos,nunca estuvo tan cerrado en la regalada vida de Juliano. Quien los vepasar, como yo ahora desde la vejez, vislumbra en aquello unapremonicin del destino de Florencia, su muerte sbita y prematura,su delicadeza, su belleza y fragilidad perecederas, afines a las deSimonetta.

    Creo que esta mujer ha quedado para siempre como smbolo de

    aquellos aos de mi juventud. Qu otra figura sino Venus y la

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    Primavera nos los pueden evocar con mayor fuerza en su delicadeza?En ambas, la modelo es Simonetta, y en ambas est expresado elsecreto de Florencia: ese estado de nimo rico, gozoso y sabio queinspir obras como stas. Si Ghiberti, Masaccio y Brunelleschi

    representan el albor, Botticelli expresa la plenitud de ese modo de sery estar en el mundo. Yo soy el ocaso.Pobre Juliano! Busc consolacin en la filosofa, acuda

    asiduamente a la Academia Platnica con su hermano en Careggi. Yome he consolado de las obsesiones del amor de modo ms sencillo:quitndolo de raz de mis pensamientos o realizndolo a fondo. Lomalo es la mezcla, realizarlo y pensar o no realizarlo y pensar; esmejor no pensar y realizarlo. Pero pese a las precauciones que unotoma es imposible prever las celadas de la envidia y los celos. No ssi alguna alma caritativa te habr contado lo de mi denuncia. Fue acausa de Fioravante. Yo segua vindole todo lo a menudo que l medejaba y que Lorenzo di Credi desalojaba la habitacin. Nunca quisoexplicarme por qu estuvo en el cortejo de Salutate hasta que lodescubr yo mismo indagando por mi cuenta. Despus de todo, enFlorencia nos conocemos todos. Su padre le venda para que losacaudalados neoplatnicos disfrutaran de la belleza del efebo queFicino les lea en el Charmides, el Fedn o el Simposio. No eraFlorencia la segunda Atenas? De ah que su tiempo no fuera suyo yhuyera de m a menudo y sin mediar palabra cuando yo ya creahaberlo seducido. No poda quedarse, sus abandonos y sus ausenciasme heran dolorosamente. Tan pronto conoc, Francesco, las dos

    caras del amor, que es plenitud y vaco porque dos nunca son uno.Los rboles inmviles aguardan la espora llevada por la brisa quelos fecundar en primavera. La inmensa paciencia de la bellezaenvuelve los actos de la naturaleza; los animales animados por elnima se mueven, tremendo error que llevar al dolor. Salvaje es elque se salva, porque vuelve a sumergirse en el quieto, paciente,palpitante, sosegado mundo del vegetal, que slo se mueve por elroce del viento. Nosotros andamos y yo me mov para buscar aFioravante, me acerqu demasiado a l sin calibrar que los poderososno descansan jams y que los tentculos de la intriga aprovechancualquier desliz all donde aparezca. Los oficiales de la noche y de los

    monasterios vinieron al taller de Verrocchio a requerirme: debapresentarme ante el tribunal porque una denuncia annima, echadaen la Boca de la Verdad, me acusaba de sodoma activa sobre lapersona de Jacobo Saltarelli, puto notorio. Si buscas en miscuadernos, lo vers dibujado como san Juan, apoyado en una frgilcruz, pero sealando hacia abajo.

    No s si sabes que la pena legal para los casos dehomosexualidad es la muerte en la hoguera. ramos cuatro losacusados: Bartolomeo de Pasquino, Baccino, Leonardo deTuornabuoni y yo. Un orfebre, un sastre, un nio rico y un aprendiz depintor. Yo adivin la mano del poderoso Salutate y de otros patricios

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    de la faccin contraria a los Mdicis, por mi influencia sobreFioravante y sobre todo porque entre los cuatro haba unTuornabuoni, pariente prximo de la madre de Lorenzo de Mdicis.Creo que fue eso lo que nos salv.

    La denuncia me golpe como una cada del caballo, un mazazoinesperado del que despiertas aturdido porque no calibrasexactamente el alcance que puede tener. Yo era joven y jams habasufrido el menor problema ni con los amigos, ni con la familia ni conlos compaeros del gremio Miguel ngel no haba nacido ni,mucho menos, con la justicia; ser acusado formalmente, recibir a losalguaciles de la noche y de los monasterios en el taller con su cartade acusacin, ante el estupor de Verrocchio y el miedo de miscompaeros que varios haban participado conmigo en lasdiversiones nocturnas, fue un duro golpe a mis ilusiones, misideales, mi alegra de vivir. Yo haba sido favorecido por la fortuna conbelleza corporal, prestancia, estatura, gestos amables y conversacinseductora. En Vinci no fui consciente de nada de esto, pues viva encasa, jugaba con to Francesco y no trataba demasiado a los nios delpueblo; fue al entrar en el taller en Florencia y medirme con losdems aprendices cuando me di cuenta de mi ascendiente sobre losdems: pronto supe que ejerca una fascinacin sobre los de mi edady un admirativo cario en los mayores, empezando por Verrocchio,que me mimaba y consenta. Consciente de este encanto, actuabams para aumentar mi ngel y para sentir en forma de halago elefecto de mi don de gentes que por generosidad o benevolencia

    hacia el otro: era bueno y encantador para notar mi efecto sobre losotros y regodearme en l, no en el bien que pudiese yo dar a losdems. En una palabra: me crea esplendoroso, irresistible y megustaba a m mismo infinitamente ms de lo que yo pudiese gustar anadie; y eso era lo nico que me importaba.

    La denuncia me arroj de esta nube de autocomplacencia: miencanto no vala para protegerme, mi vida vala lo mismo quecualquier otra. Ah se acab mi adolescencia, en la que, por cierto, meestaba retardando con morosa aoranza. La acusacin me baj almundo real, me hizo dao mental e incluso fsico, me provoc aquelvaco en el estmago que los dolores mentales azuzan, y el dolor me

    humaniz. Desde ese momento dej de creer que la vida era del colorde mi tnica, supe que gozo y dolor alternan en una contrariedadincesante, sin que prevalezca ninguno de los dos, pero tambin sinque ninguno desaparezca. Me percat de que existe la maldad enestado impuro, aliada con la envidia, los celos, que son su formaamorosa, y la mediocridad, que ni siquiera yo estara a salvo de ellapor ms que me comportase siempre honrada y lealmente.

    En los das que siguieron a la denuncia vagu pesaroso y conmiedo en el cuerpo por las calles de Florencia sin rumbo fijo ycomenc a ver no a mirar, sino a ver a viejos, tullidos, cretinos,adefesios, que antes haba mirado pero sin verlos, sin captar la

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    esencia interior de aquellos desechos que no eran ms que otraforma de la exuberancia vital que no para mientes en su proteicoensayo de formas. Me di cuenta de que slo son deformes o viejosporque los comparamos con la morfologa ideal de la juventud y la

    belleza. As vi, y concienci por primera vez, que yo mismo llegara aser aquello, si no deforme o tullido, s viejo y decrpito, como me vest ahora. Mrame en el David de Verrocchio, Francesco, promtemeque irs a Florencia y me reconocers como era yo cuando sucediesto que te estoy contando: el brazo izquierdo apoyado en la cadera yla pierna ligeramente doblada, una espada en la mano derecha, elcuerpo cubierto apenas por una breve tnica en la cintura que cae enpico por el vientre, en los hombros un correaje que en vez deproteger sostiene adornos sobre mi pecho, la espesa cabellera larga yla mirada autocomplacida pues la cabeza del enemigo est entre mispies.

    Vagando sin tino de esta manera, enfrascado en negrospensamientos, me encontr delante del palacio de los Mdicis. Entrcomo un autmata sin saber muy bien por qu. Como era conocido ydomstico de la casa por aprendiz de Verrocchio, nadie me preguntqu buscaba. Sub la escalera y vagu por las logias deseandoencontrarme a Lorenzo de Mdicis. Qu le hubiera pedido? Que meprotegiese de una acusacin que muchos de sus amigos merecanpero no sufran por ser patricios como l? Despert de miaturdimiento y me dispona a marchar avergonzado cuando metropec con Lucrecia Tuornabuoni, la seora madre. Un sobrino suyo

    haba sido acusado conmigo. No tuve que decir nada, aquella mujerpoderosa, que rega la casa de los Mdicis infundiendo a Lorenzo suprudencia, cogi mi mano entre las suyas y baj los prpados enseal de asentimiento, luego me solt afectuosamente y me dio laespalda.

    Los cuatro denunciados acudimos ante el tribunal de la Signoria yfuimos interrogados, negando cualquier prctica nefanda por nuestraparte; slo reconocimos la normal algazara y juerga nocturna entregente joven. No se presentaron pruebas, nadie os testificar contraun Tuornabuoni. Supongo que la imperiosa mano de doa Lucreciahaba inmovilizado las de los magistrados y repartido ddivas con

    largueza a cuantos fue necesario, incluido el propio Saltarelli. En elprocedimiento, el alguacil se refiri a m como Leonardo, hijo naturalde Ser Piero da Vinci, notario: hijo natural! El tribunal se dirigi a men estos trminos! A la humillacin de ser acusado se sum ladegradante sorpresa de ser tratado de bastardo. Delante de aqueltribunal y frente a tamaas acusaciones no era el mejor momentopara encajar la penosa y desconcertante noticia. Sodomita ybastardo.

    Yo no haba osado recurrir a mi padre ni pedirle que ejerciese suinfluencia pues la tena como notario que era de la Signoria parano disgustarlo. Ahora, cuando era tildado de bastardo, lo primero que

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    hice al salir de la declaracin fue ir a su casa. Se vio forzado areconocer la verdad ante m y ante su segunda mujer mi padreenviud cuatro veces, caso rarsimo, y lo hizo con sudespreocupacin habitual, como si la cosa no fuera con l o fuese lo

    ms normal del mundo. Como es lgico, le pregunt inmediatamentequin era mi madre, y aqu se mostr evasivo, refirindose a Vinci y lamontaa de Anchiano. Fue la primera vez que me enfrent a l,exigindole precisiones que no se atrevi a darme. Sal indignado,prometindole que era la ltima vez que me vera. Ni siquiera meimport perder su apoyo ante el tribunal de la Signoria: me apaaracomo pudiera.

    Nos convocaron una segunda vez. Yo acud ms mortificado pormi recin descubierta condicin que por la acusacin en s, que enFlorencia resultaba ridcula. Tampoco se presentaron pruebas: nadieacudi a testificar, ni siquiera en falso. La larga mano de LucreciaTuornabuoni haba tapado las bocas. Fuimos absueltos.

    Los amigos me dijeron que los tres menestrales habamos sidocomparsas en la maniobra dirigida contra el clan de los Mdicis, peroyo saba que Fioravante era una flor peligrosa en un coto vedado yque mi relacin con l me haba hecho odioso al poderoso Salutate. Elamor, Francesco, nunca me llevar a la hoguera, aunque me consumapor dentro con su fuego, ese fuego que slo est en el pensamiento yque, por lo mismo, slo alimento yo. Me dediqu a la filosofa y aotros amigos menos conflictivos, como Atlante Migliarotti, que taamuy bien la lira, y a Zoroastro de Peretola en realidad se llamaba

    Tomaso y era hijo de un jardinero, un tipo estrafalario, ingenioso,que se pretenda bastardo de un Rucellai, mecnico, orfebre, se lasdaba de mago y adepto a las ciencias ocultas, grande, feo y tuerto, yque pareca un cclope; pero muy divertido y leal. Con qu insistenciame pedira aos despus que acabara las alas del gran pjaro parapoder volar, y los batacazos que se propin con ellas son losrecuerdos ms desairados y divertidos de mi vida. Con estos nuevosamigos no volv a tener problemas con la justicia: despus de todomedia Florencia estaba en lo mismo, el poeta ulico Poliziano, FicinoPico no creo porque era demasiado mstico para actuar en carnemortal, tanta gente!, que sera indiscreto adems de interminable

    enumerarlos. Por qu me iban a condenar a m?De todos modos, aunque absuelto, no olvid aquella humillacin.

    Dios vende sus dones al precio de la fatiga y no otorga el placer sincontrapesarlo con dolor. Yo no poda ser joven, bello, dotado para lasartes y las tcnicas sin pagar mi precio en sufrimiento y humillacin.Y vive Dios que fueron intensos. A partir de aquel momento comenca pensar en abandonar Florencia. Visto desde aqu