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LOS RELATOS DE VIAJE EN AMÉRICA LATINA CIENCIAS SOCIALES Introducción. El viaje y el territorio | Los relatos de viaje | Diversidad de viajeros | Las representaciones de lo desconocido | América versus Europa | La reinvención de América | América (Latina) versus América Autor: Dr. Álvaro Fernández Bravo (Universidad de San Andrés y CONICET) | Coordinación Autoral: Dra. Patricia Funes (UBA y CONICET) y Dr. Áxel Lazzari (UBA) PROGRAMA DE CAPACITACIÓN MULTIMEDIAL EXPLORA LAS CIENCIAS EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

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LOS RELATOS DE VIAJEEN AMÉRICA LATINA

CIENCIAS SOCIALES

Introducción. El viaje y el territorio | Los relatos de viaje | Diversidad de viajeros | Las representaciones de lo desconocido | América versus Europa | La reinvención de América | América (Latina) versus América

Autor: Dr. Álvaro Fernández Bravo (Universidad de San Andrés y CONICET) | Coordinación Autoral: Dra. Patricia Funes (UBA y CONICET) y Dr. Áxel Lazzari (UBA)

PROGRAMA

DE CAPACITACIÓN

MULTIMEDIALEXPLORALAS CIENCIAS EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

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L a literatura de viajes, desde los relatosde Marco Polo hasta los de los cronistas

de guerra contemporáneos, cumple una fun-ción central para definir la identidad colec-tiva. Un libro de viajes habla de una socie-dad, la describe y presenta una imagen deella para un público que por lo general ladesconoce. El viajero funciona como inter-mediario entre dos espacios opuestos, a losque conecta entre sí: recorre un territoriodesconocido, escribe sobre lo que ve y lotransmite a un lector distante, con el quecomparte un código (lingüístico, pero tam-bién cultural) y con quien crea una compli-cidad frente a esa cultura extraña que des-cribe. El viajero siempre se parece a un espía:observa y anota, acumula información sobreuna sociedad lejana y la transmite a unpúblico culturalmente próximo y geográfica-mente remoto, que ignora cómo es esa cul-tura y siente curiosidad por conocerla.

El continente americano y la región quesería denominada a partir de mediados delsiglo XIX como América Latina fueronmateria de relatos y descripciones. Estosescritos le atribuían al Nuevo Mundo rasgosespecíficos que no sólo dieron cuenta de sucontenido, sino que contribuyeron a defi-nirlo como un espacio distinto de Europa,pero que era a la vez un reflejo de la imagi-nación europea. Las crónicas coloniales delsiglo XVI, en las que el contacto entre elViejo y el Nuevo Mundo fue narrado, sonuna primera muestra de cómo los espaciosy las culturas nunca existen por sí solos,independientes de la mirada humana, sinoque dependen de las condiciones de enun-ciación, imaginación y escritura en las quefueron representados. América fue conce-bida en el marco de un conjunto de especu-laciones filosóficas, y en particular en rela-tos de viaje escritos por europeos que, en

un comienzo sorprendidos por la naturale-za del territorio al que habían llegado, bus-caron explicarse dónde estaban, a menudosin una conciencia muy clara de ello.

Cristóbal Colón, según lo han demostra-do las investigaciones más recientes, nuncasupo realmente adónde llegó y pensó quehabía desembarcado en Asia, verdadero ob-jetivo de su viaje. Por eso hablaba de lasIndias, término que, junto con Nuevo Mun-do, acompaña a América para designar alnuevo continente. Quienes lo sucedieron enla exploración, en particular los sacerdotes ymisioneros que discutieron acerca de la na-turaleza de América y sus pobladores, escri-bieron libros donde aparecen las primerasespeculaciones sobre el tema que nos ocu-pa. Los debates acerca del Nuevo Mundocontribuyeron así no sólo a otorgar a Américaun conjunto de características que serán ma-teria de análisis en este fascículo, sino queconsolidaron algunos de los rasgos sobresa-lientes de la misma Europa, impulsaron la for-mación del mundo moderno y la distribuciónen el mapa mundial entre países poderosos ypaíses dominados tal como la conocemos.Pero sobre todo, al enfrentarse a un conti-nente enteramente desconocido, los euro-peos se colocaron ante la pregunta por supropia identidad. Para emplear las palabrasde J. H. Elliot, un estudioso del problema, "aldescubrir América, Europa se descubrió a símisma". En todo caso, los primeros testimo-nios escritos del "descubrimiento" demues-tran que, frente al desconcierto generado porla llegada de los europeos al territorio ameri-cano, se produjo una compleja red de relatosque elaboraban teorías e hipótesis sobre lanaturaleza del nuevo continente, en los quetanto Europa como América resultaban defi-nidas. Lo que ocurre es que la literatura deviajes ha cumplido un papel crucial en la de-finición de nociones como hogar, patria, otre-dad, diferencia cultural e identidad colectiva.Por eso nos resulta importante leerla enrelación con la formación de la región delmundo de la que la Argentina forma parte:América Latina.

INTRODUCCIÓN.EL VIAJE Y EL TERRITORIO

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Marco Polo (1254-1324) atravesó Asia y estuvo en la corte de Kublai Khan durante diecisieteaños. El relato de sus viajes maravilló a los europeos e impulsó a varios exploradores a aden-trarse en territorios desconocidos para Europa.

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3LOS RELATOS DE VIAJE EN AMÉRICA LATINA

DIVERSIDAD DE VIAJEROS

L os relatos de viaje se pueden agrupar envarias clases. Están los escritos por los

viajeros metropolitanos, pertenecientes a lasculturas centrales, que recorrieron lugaresalejados de Europa y acompañaron la ex-pansión del imperialismo europeo a partirdel siglo XV. América como concepto es re-sultado de esa experiencia histórica. La he-gemonía europea que comienza a partir dela conquista de América comprendió unacompleja red de textos que incluye cartas,

Representación de la isla de Utopía, la sociedad perfecta que diseñó Tomás Moro a comienzos del siglo XVI.

diarios, escritos oficiales, documentos de ca-rácter religioso y burocrático, historias ycrónicas. También textos filosóficos −los en-sayos de Montaigne son el ejemplo más im-portante− y programas políticos, como laUtopía de Tomás Moro, fueron escritos im-pulsados por la experiencia americana. Todosellos intentan definir la cultura de la quehablan, desde una perspectiva cultural espe-cífica. Pero la expansión europea produjotambién sociedades fronterizas e híbridas, lassociedades criollas, que fueron y son −hastacierto punto− resultado de la conquista. Los

escritores criollos y, luego de la independen-cia de las colonias americanas, los viajerospertenecientes a las nuevas naciones, tam-bién escribieron narraciones de viaje que amenudo dialogan con los relatos de los via-jeros europeos y con frecuencia les contes-tan. Algunas veces, estas contestaciones bus-can corregir percepciones que consideranequivocadas sobre la naturaleza. Otras, sim-plemente refieren las observaciones de losviajeros europeos para tomar de ellas infor-mación valiosa o para corroborar su propiaperspectiva.

Existe también un tercer tipo de relato deviajes útil para pensar la aparición de la ideade América Latina: los libros de sus escrito-res originarios que viajaron a Europa y losEstados Unidos, en especial durante el sigloXIX. Son importantes para nosotros porquetambién contribuyeron a pensar la identidadcolectiva, en un gesto simétrico al de loseuropeos durante la conquista. Si los euro-peos se preguntaron sobre sí mismos alenfrentarse con las culturas indígenas ame-ricanas, los americanos hicieron algo seme-jante al viajar por el territorio europeo. Lejosde su país, y recorriendo sociedades queveían en muchos casos como modelos sobrelos cuales edificar las propias, al hablar deinstituciones y costumbres de los países másmodernos, estos escritores no cesaron depensar en sus países, en qué leyes y prácticaseran adecuadas y cuáles no. Los libros de via-je cumplieron, entonces, un papel muy im-portante en la construcción de la idea deAmérica Latina. Sarmiento y José Martí sonejemplos elocuentes de este tipo de narra-ción en sus cartas y crónicas. También enestos casos los escritores citan a otros autoresviajeros, tanto americanos como europeos, ynavegan no sólo por un espacio geográfico,sino también por un recorrido literario.

Por último, en la época actual, la noción deAmérica Latina comienza a disolverse. Lapresencia cada vez más importante de lati-noamericanos en los Estados Unidos inte-

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grando las así llamadas "minorías hispanas"(también conocidos como "latinos") replan-tea las fronteras y los contenidos de AméricaLatina. Escritos como los de Gloria Anzaldúa,Zoé Valdés o Tato Laviera, de los poetasnewyoricans (una mezcla de Puerto Rico yNueva York), y la aparición de grupos híbri-dos, que a veces escriben en una lenguaintermedia entre el español y el inglés,desarticulan la oposición entre la "Américasajona" y la "América Latina" fraguada afines del siglo XIX. Los migrantes contempo-ráneos son otra forma del viajero, caracterís-tica de nuestro tiempo y también autores delibros en lo que aparece una reflexión sobrela identidad colectiva.

De este modo, la literatura de viajes fuedesplegando una red de relatos que se refie-ren mutuamente y que, a la vez, hablan deun territorio. Fue mediante la acumulación dedatos y observaciones, libros y relatos, que sefue construyendo una imagen de esa región.El viajero es también un coleccionista quealmacena información y curiosidades.

Sin embargo, para el viajero, un rasgo delterritorio recorrido −una costumbre, un pai-saje o una especie animal, vegetal o mine-ral− adquiere interés, resulta curioso y dignode atención sólo cuando es percibido comodiferente de su cultura. Así ingresa en loslibros de viaje y contribuye al retrato de eseespacio geográfico como uno diferenciado.La presencia de monstruos, animales extra-vagantes y leyendas de seres humanos de-formes es frecuente en los libros de viaje. Lahistoria humana contiene muchos ejemplosde este comportamiento, en el que un narra-dor habla sobre una región desconocidapara sus compatriotas y refuerza cierta dis-tancia: al definir al otro como diferente, tam-bién se define a sí mismo como igual −idén-tico a su público y miembro de una totalidadque lo comprende, portador de un conjuntode atributos comunes con su audiencia que,paradójicamente, es reforzado por el relatoque en principio habla no de su cultura, sinode la cultura del otro−. Así, el relato de viajesconstruye un retrato no sólo de la culturaobservada sino también de la propia, la delobservador, que se ve indirectamente refle-jada en el texto.

Los libros que describen otras culturas sonconsiderados etnografía. Históricamente fuela cultura europea la que, a partir del siglo

XVI y sobre todo con la conquista deAmérica, produjo libros y escritos en los quese describieron las culturas no europeas.Hay numerosos ejemplos de libros escritospor viajeros que, en especial a partir del"descubrimiento" de América, narraron suexperiencia. Hay distintos tipos de relatosetnográficos. Algunos establecen un diálo-go fluido con la cultura observada, permi-tiéndonos escuchar la voz de quienes la inte-gran. La palabra del otro puede infiltrarse enlas páginas de la narración, pero siemprequien ejerce el dominio es el narrador (euro-peo) que controla la palabra escrita y, amenudo, es quien posee la capacidad deescribir frente a una población analfabeta yestática −el viajero se mueve y aprende, los"nativos" permanecen fijos y por lo tantoignorantes−. En la mayoría de los casos, laetnografía es poco permeable a la culturaestudiada y aunque los viajeros declaren elpropósito de conocerla tal como es, tiendena corroborar sus prejuicios y a confirmarmitos y creencias previos, a menudo sin unarelación directa con la realidad observada. Elmito del buen salvaje del que participan, porejemplo, Cristóbal Colón y Claude Lévi-Strauss −el "descubridor" de América y unantropólogo contemporáneo que escribiósobre Brasil− sería un ejemplo de esta posi-ción: la idea de que los indígenas son máspuros e ingenuos que los civilizados, que sucondición de individuos alejados de la cultu-ra occidental los hace ajenos a los sentimien-tos de egoísmo y mezquindad, codicia ymaterialismo, característicos de la civilizacióncapitalista. Esta imagen aparece con fre-cuencia en los relatos de viaje y, de algúnmodo, también se traslada a los rasgos másgenerales atribuidos al continente latinoa-mericano. El continente sería así mejor defi-nido por el predominio de una naturalezaincontaminada −virgen− y exuberante quetodo lo envuelve, incluyendo a los sereshumanos que la habitan.

Así, los relatos de la conquista asocian alos habitantes con la naturaleza y tienden adesposeerlos de una cultura propia y a pre-sentarlos como parte de un escenarionatural. De este modo, son percibidoscomo objetos y puestos junto a las plantas,animales y características geográficas delterritorio descripto: la cultura como partedel paisaje.

LA ETNOGRAFÍA

Si bien es definida como el estudiodescriptivo de las costumbres y tradiciones de los pueblos, se ocupaen realidad de las sociedades distintasde la occidental.

Anuncio de una “exposición” de “indiosauténticos” en Buenos Aires, 1939.

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LAS REPRESENTACIONES DE LO DESCONOCIDO

Queda por preguntarse acerca de la mate-ria narrada en el relato de viajes. ¿Se tratade una imagen genuina de lo que el viaje-ro observa o de una representación distor-sionada por la perspectiva inexorablemen-te etnocéntrica, centrada en el punto devista irreductible del observador? ¿Accede-mos a las características auténticas de unaregión desconocida al leer un escrito sobreella o nos quedamos en un umbral, en lapercepción de quien escribe y sus ideasanteriores acerca de la cultura representadaen su texto?

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5LOS RELATOS DE VIAJE EN AMÉRICA LATINA

Las imágenes siempre tienen un compo-nente imaginario, que se encuentra inclusoen la misma palabra imagen. En el caso quenos ocupa −la construcción de América La-tina− intervienen al menos dos componen-tes, que ya pueden ser reconocidos en eltérmino "América Latina". Se trata de un en-cuentro (algunos prefieren llamarlo enfrenta-miento) entre Europa y América, entre elViejo y el Nuevo Mundo, en el que, salvoexcepciones, estuvo ausente el diálogo. Loseuropeos, al llegar al territorio americano,impusieron sobre él un conjunto de creen-cias y formas de organización colectiva y lonombraron de acuerdo con sus propias ex-pectativas, que incluían la llegada al conti-nente asiático, la difusión de la religión cató-lica y la búsqueda de riquezas materiales. Lasprimeras percepciones registradas en el dia-rio de Colón hablan de una imagen edénica,en la que América se presenta como unavisión del Paraíso y en la que los indios pare-cen seres de una pureza celestial. Pero antetodo habría que pensar en la imagen comouna codificación, esto es, una representaciónque se fija en la memoria colectiva, es repro-ducida en momentos sucesivos, en libros yrelatos, en representaciones pictóricas o, in-cluso, en fotografías, y adquiere así un lugarpersistente en la cultura.

Ciertos atributos del continente america-no pueden reconocerse en el vasto corpusde literatura de viajes dedicado a describir-lo, comenzando con los escritos de CristóbalColón y las crónicas y debates del siglo XVI,continuando por los debates del siglo XVIII−en los que los sabios europeos trocaron ra-dicalmente las primeras percepciones acer-ca del Nuevo Mundo como ubicación delparaíso en la Tierra y plantearon la tesis deAmérica como un territorio insalubre, de-generador y malsano−, hasta los textos deHumboldt y las pinturas de Rugendas que re-virtieron en gran medida esa imagen, o losrelatos de viaje de Sarmiento, las crónicas deJosé Martí e, incluso, los más contemporá-neos de Waldo Frank, Mário de Andrade,Claude Lévi-Strauss o Ernesto "Che"Guevara.

Las imágenes de América construidas en elsiglo XVI pueden ser observadas como unprimer eslabón de una cadena que anticipalas visiones románticas de la naturaleza ame-ricana y que tuvo una larga descendencia yun impulso significativo en el siglo XIX, enparticular con Humboldt y Rugendas. Esteconjunto de percepciones que atribuyeron alNuevo Mundo ciertos rasgos permiten ar-gumentar que América fue, antes que des-cubierta, inventada por la imaginación euro-pea. No existía antes de Colón porque fueColón, y los cronistas que la describieron du-

rante el siglo XVI, quienes la vieron bajo losrasgos que, hasta cierto punto, continúandefiniéndola hasta hoy: exuberante, pródi-ga, fértil, tropical, desmesurada, próxima alparaíso, dominada por la dimensión de lanaturaleza antes que por el orden de la cul-tura, considerada un privilegio de Europa. Lamisma idea de conquista se encuentra próxi-ma a una estructura ideológica binaria, don-de el conquistador (Europa) se correspondecon una imagen masculina, blanca, activa,dominante y racional, y la de "lo conquista-do" (América) se corresponde con una ima-gen femenina, de piel más oscura, pasio-nal, pasiva, corporal (la belleza física de losindios e indias) y dominada. Una pintura fla-menca del siglo XVI es un ejemplo elocuentede esta división: Américo Vespucio, responsa-ble del nombre, "devela" (descubre) a unaAmérica representada por una mujer desnu-da, recostada en una hamaca (típica de losindios) y rodeada de signos alusivos al salva-jismo (canibalismo), feracidad y exuberanciaamericanas. El europeo está vestido y llevaen sus manos un astrolabio, representaciónde la ciencia, frente a la naturaleza america-na compuesta por animales, indígenas yespecies vegetales.

Incluso el término descubridor, con el quese conoce a Colón, presupone a un indivi-duo activo, aventurero y desafiante, frentea un objeto pasivo y a menudo femeninoAmérica, representada en la iconografía dela época como una mujer desnuda, tierravirgen− que es descubierto y eventualmen-te conquistado por la heroica voluntad euro-pea. Esos primeros rasgos que los europeosvieron en América subsistieron en la visióndel territorio cuando este se fue transforman-do y comenzó a adquirir su forma actual.Más adelante veremos ejemplos más puntua-les de cómo lo que un historiador brasileñodenominó la "visión del paraíso" persistió ydeterminó lo que conocemos hoy comoAmérica Latina.

Veamos, entonces, algunos ejemplos deesta visión de América Latina que contribuyóa su fijación iconográfica y a la identificaciónde la región con una naturaleza exuberanteprimero, y luego con una tierra inmadura ysubdesarrollada, no en un sentido económi-co sino biológico, pero que presupone, tam-bién, un atributo que permanece junto a laregión hasta nuestros días.

Representación de América como mujer desnuda y exuberante ante una Europa masculina,vestida y conquistadora en un grabado de Jan van der Straet (siglo XVI).

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6 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

dad del público a la información sobre lasregiones alejadas de su propio ámbito desociabilidad. Los colonizadores, por su par-te, sintieron necesidad de describir lo queveían y lo hicieron dirigiéndose a sus supe-riores. Los reyes, las autoridades en Españao quienes financiaban y esperaban benefi-cios de las expediciones esperaban tambiéninformación detallada, y en lo posible certe-ra, acerca de las nuevas tierras en las quecifraban expectativas económicas y políticas.Para aquellos viajeros impulsados por unmayor afán de conocimiento, escribir tam-bién fue un recurso que les permitió almace-nar lo que veían, estudiarlo y elaborar con-clusiones. Para los sacerdotes (en el sigloXVI, la clase educada), también se agrega-ban consideraciones morales sobre los indí-genas y la difusión de la religión católica.Muchos de ellos, como Las Casas, Sepúlveda

y Vitoria, se involucraron en discusiones pro-fundas y valientes donde se reconocen lasprimeras autocríticas de la conquista. Porúltimo, los filósofos, particularmente enFrancia durante los siglos XVI y XVII, se basa-ron en la información acerca de Américapara pensar sobre la diferencia cultural, lacivilización y la barbarie.

Es decir que América nace a partir de unarelación estrecha con la cultura europea,una relación donde no están ausentes la ten-sión y la violencia, y que se manifiesta enespecial en el dominio de la cultura y la ima-ginación. En este sentido, al expandir el do-minio europeo sobre América, escribir esnombrar: atribuir designaciones y nombres−como el mismo término "América"− es unmecanismo de apropiación y anexión. Segúnveremos, esta política aparece con bastanteclaridad y conciencia en el propio Colón.

AMÉRICA VERSUS EUROPA

E l llamado "descubrimiento de América"presenta un primer momento para es-

tudiar el papel de los relatos de viaje en laformación de lo que posteriormente se de-nominará América Latina. Como es sabido,los viajeros europeos, comenzando por elmismo Cristóbal Colón, se vieron profunda-mente sorprendidos al enfrentarse con elNuevo Mundo. Se trató de una experienciaradical, donde las concepciones europeasacerca del orbe entraron en crisis, y un mo-mento en el que la escritura del contactocon el otro dio forma a algunas ideas per-durables sobre América que intentaremosexplorar aquí.

El papel de la escritura es importante eneste momento por varias razones. La impren-ta y la alfabetización difundieron lentamen-te el libro entre las clases educadas y estopermitió aumentar el interés y la accesibili-

Recorrido por las costas americanas de Cristóbal Colón en sus cuatro viajes.

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7LOS RELATOS DE VIAJE EN AMÉRICA LATINA

Nos han llegado escasos y fragmentariostestimonios de los escritos de CristóbalColón. La mayoría de ellos se perdieron. Sinembargo, lo poco que tenemos, partesde su diario transcritas por el sacerdoteBartolomé de Las Casas en su Historia de lasIndias, algunas cartas a los reyes y otras pie-zas de su correspondencia, nos permite reco-nocer un momento fascinante de la historiade América, el punto en el que la misma ideadel Nuevo Mundo aparece en la concienciaeuropea. La primera reacción de los viajerosfue suponer, debido a la extrema belleza dellugar donde se encontraban, que estaban enel Paraíso terrenal. Veamos, por ejemplo, unfragmento del diario del 16 de octubre de1492, cuatro días después de la llegada aAmérica. Dice allí Colón:

[...] aquí son los peçes tan disformes de los nues-

tros, qu'es maravilla; ay algunos hechos como

gallos, de la más finas colores del mundo, azules,

amarillos, colorados, y de todas colores, y otros

pintados de mill maneras; y las colores son tan

finas que no ay hombre que no se maraville y no

tome gran descanso á verlos.

La belleza maravilla al observador, perosobre todo marca una diferencia con la natu-raleza europea: los peces son "disformes delos nuestros" e, incluso algunos de ellos, secomparan con otra especie animal. Es decir,se trata de una naturaleza sorprendente yextraña, pero que aún a pesar de su desi-

gualdad, no puede sino ser comparada y leí-da dentro de un marco de referencia conoci-do: los peces son como gallos (!). Son losconceptos con los que Colón busca entenderel mundo que observa los que no puedeabandonar y se trata, naturalmente, de ideasy formas de percepción europeas.

En este sentido, una primera solución paraexplicar la belleza e intensidad del paisajeamericano fue compararlo con el Paraíso.Así, en el tercer viaje, junto a la benevolenciadel clima y a la experiencia de la aparición deuna nueva región en la Tierra, el descubri-miento de la boca del río Orinoco lleva aColón a creer que se encuentra próximo alParaíso. Hechos y leyendas se apoyan mu-tuamente para la imaginación de una masaaustral de tierra:

[...] y digo que si no procede del paraýso terre-

nal, que viene este río y proçede de tierra infinita,

pues al austro, de la cual fasta agora no se a avi-

do notiçia, mas yo muy assentado tengo [en] el

ánima que allí, adonde dixe, es el paraýso terre-

nal, y descanso sobre las razones y auctoridades

sobre escriptas.

Aquí alude a fuentes teológicas medievalesy clásicas (el Venerable Beda, san Ambrosio,Plinio) que postulaban que el Paraíso seencontraba en el extremo de Asia, dondeColón creía haber llegado. Es decir, buscaapoyo en autores consagrados para sostenersu propia idea: que había llegado a Asia,

donde estaba localizado el paraíso; tambiénemplea esa bibliografía para intentar otorgarsignificado a lo que observaba y aproximarloa su marco cultural de referencia. AunqueColón tenía una educación limitada y −segúnpudimos ver− una escritura rudimentaria,emprendió su viaje impulsado por las pala-bras de filósofos y sabios que habían habla-do sobre la esfericidad del planeta y la posi-bilidad de llegar a Asia navegando hacia eloeste. No obstante, ni siquiera esa presun-ción le bastó para alcanzar una explicaciónsatisfactoria de dónde se encontraba. Escri-be allí mismo:

[...] grandes indiçios son estos del Paraýso terre-

nal... yo jamás leý ni oý que tanta cantidad de

agua dulce fuese así dentro & vezina con la sala-

da. Y si de allí del Paraýso no sale, pareçe aún

mayor maravilla, porque no creo que se sepa en

el mundo de río tan grande y tan fondo.

La explicación del paraíso para entender larareza extrema del lugar al que llegó tampo-co parece suficiente y surge aquí la posibili-dad de que "el Paraíso no salga de allí" (deese río), y de que el río mismo que tiene fren-te a sus ojos no tenga parangón en el mun-do, es decir, no pueda ser comparado connada conocido.

¿Cómo designar esas especies desconoci-das y ese territorio enteramente nuevo queel viajero se esfuerza en comprender? ¿Quépalabras y qué conceptos emplear paraintentar nombrarlo y explicar su sentido tan-to a sí como a sus interlocutores europeos?

Uno de los caminos que todo viajero em-prende es el de describir la experiencia delviaje apelando a su propio bagaje de recur-sos lingüísticos. Por eso el texto escrito es unlaboratorio donde se define la identidad y sereconoce la voluntad de comprender. Aaquello que no se puede nombrar, hay queatribuirle un nombre. El nombramiento(bautismo), la designación, equivale a tomarposesión y fijar en el mapa los signos inesta-bles e inquietantes percibidos en el viaje. Setrata, evidentemente, de una estrategia deapropiación que puede ser leída como metá-fora del relato de viaje en su conjunto. Elrelato de viaje designa y se apropia de loque nombra. Puede tratarse de sectores delespacio recorrido, de poblaciones, de acci-dentes geográficos o de especies biológi-cas. El libro de viajes acumula una enciclo-

Llegada de Colón a América, según una litografía de 1892.

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8 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

LA REINVENCIÓN DE AMÉRICA

D urante el siglo XVIII tuvo lugar enEuropa una severa lectura de la reali-

dad americana. La idealización del NuevoMundo que predominó durante la primeraetapa de la conquista fue reemplazada poruna imagen mucho menos feliz, aunqueigualmente deforme, que asociaba el nuevocontinente, precisamente por su condición

entonces juntos. Los nombres forman cons-telaciones de objetos encadenados entre sípor una relación que los enhebra y les otor-ga un sentido: América es, a la vez, un resul-tado de la imaginación europea y un efectode la diferencia cultural entre el Viejo y elNuevo Mundo. Esa diferencia emerge semi-cubierta: la alteridad es simultáneamenterevelada y negada. Colón reconoce el nom-bre dado por los indios, pero lo niega conuno nuevo. Imponer un nuevo nombresobre el territorio es una manera de olvidary ocultar una categoría ajena, reemplazarlacon un nombre que aplasta y a la vez gene-ra ese nuevo objeto (natural, sin rastrospalpables de cultura humana) que seráAmérica ante la mirada europea.

Los nombres atribuyen sentido. En estecaso, vemos en las palabras de Colón unaestructura jerárquica en la que primero estáDios (su Alta Majestad), luego el rey, luegola reina, etc. El nombramiento arrebata alterritorio su nombre original (Guanahaní) ylo reemplaza por otro (San Salvador).Vemos en estas palabras que el nombredado por los indígenas es reconocido, aun-que no respetado. Como sabemos, tampo-co las culturas indígenas fueron respetadaspor los conquistadores que, enceguecidospor la codicia del oro, destruyeron las civili-zaciones amerindias. Su interés estaba enla naturaleza, el Nuevo Mundo al que lesería sobreimpuesto un nombre para apre-sar y fijar su significado y enviar al olvido sunombre aborigen. Colonizar y nombrar van

pedia de información en la que asigna nue-vos nombres. Dar un nombre −designar esaTerra incognita con el nombre de América,como lo haría pocos años después un viaje-ro europeo que recorrió el Río de la Plata:Américo Vespucio− es aplacar un misterio.Este mecanismo es reconocible también enun incidente dentro del texto; al llegar alCaribe en febrero de 1493, Colón le escribea Santangel:

A la primera que yo fallé [se trata de islas], puse

nonbre Sant Saluador, a comemoración de su

Alta Magestad, el qual marauillosamente todo

esto an dado; los indios la llaman Guanahaní. A la

segunda isla puse nonbre la isla de Santa María

de la Concepción, a la tercera, Ferrandina, a la

quarta, la isla Bella, a la quinta la isla Juana, e así

a cada una nonbre nueuo.

de "nuevo", con lo inmaduro y lo imper-fecto. La naturaleza, antes fuente de abun-dancia y pureza, era percibida ahora comouna fuerza corrupta y degeneradora. Al-gunos sabios europeos sostenían que lasespecies europeas (incluidos los seres huma-nos) degeneraban y se deformaban en elambiente malsano y tropical de América.

Parte de estas teorías provenía del desco-nocimiento de la realidad americana y, aun-que se inspiraban en postulados racionalis-tas, partían de premisas inexactas. Unejemplo de prejuicio en los escritos de losfilósofos europeos del siglo XVIII que escri-bían sobre América es la persistencia de lascreencias en los gigantes patagónicos. Elimperio español mantuvo sus coloniascerradas a los extranjeros y controló severa-mente la circulación de información paraevitar el espionaje, la codicia y las amena-zas de dominación de otras potencias euro-peas. Aunque los cronistas coloniales his-pánicos continuaron escribiendo sobreAmérica, sus libros no vieron la luz hastamucho después, debido a la férrea censuraimpuesta por la corona. Esta política ali-mentó mitos y leyendas sobre los habitan-tes originarios de esta tierra oculta.

En contraste, el territorio brasileño perma-neció mucho más abierto a los viajeros ex-tracontinentales, y eso explica el predominiode las imágenes de exuberancia tropicalrelacionadas con América que circulaban enEuropa. Asimismo, la proliferación de todotipo de fantasías sobre la vida entre los sal-vajes −Robinson Crusoe, de Daniel Defoe,

Los "gigantes" patagones según un grabado europeo del siglo XVIII.

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9LOS RELATOS DE VIAJE EN AMÉRICA LATINA

dante literatura de viajes que sería escrita apartir de entonces.

La impresión más significativa recibida porHumboldt en su contacto con el NuevoMundo proviene, como en Colón y en losexploradores del siglo XVI, de la naturaleza.Con una sensibilidad típicamente románti-ca, el científico dedica muchas páginas adescribir la condición sublime de la natura-leza americana. Sin embargo, a diferenciade sus predecesores, Humboldt prestaráuna atención cuidadosa a aspectos políticosde la realidad local. La naturaleza no se limi-ta a una descripción de recursos materialesy humanos, concebidos estos últimos comopotencial fuerza de trabajo o como serescelestiales. Por el contrario, en su retrato dela realidad americana interviene una obser-vación atenta de la organización social,económica y política de las emergentesnaciones. Así, dos de sus más importanteslibros dedicados a la región se titulan Ensayopolítico sobre el reino de la Nueva España yEnsayo político sobre la isla de Cuba. Tantoen ellos como en el resto de su vasta obrase encuentran consideraciones sobre lasociedad criolla y la injusticia del sistemacolonial, influenciadas por las ideas ilustra-das y los principios de la Revolución Fran-cesa que Humboldt admiraba.

Si bien es cierto, como señala Mary LouisePratt, que en los dos libros recién menciona-dos el científico destaca el contraste entreNueva España −México−, donde culmina sutravesía latinoamericana y en donde en-cuentra una sociedad culta y sofisticada, ySudamérica, de donde llegaba y en dondeve escasos vestigios de civilización, resultanecesario destacar una oposición más signi-ficativa presente en su obra: la que enfrentalos hemisferios anglosajón y latino del con-tinente americano. Dice en el capítulo XXVIde su Narración personal...: "Resulta, pues,que si en las investigaciones de economíapolítica, se acostumbra a no considerar sinomasas, no se podría desconocer que el con-tinente americano no está repartido,hablando propiamente, más que entre tresgrandes naciones de raza inglesa, españolay portuguesa". Y un poco más adelante:"Hoy, por la parte continental del NuevoMundo se encuentra como repartida entretres pueblos de origen europeo: uno, y el máspoderoso, es de raza germánica; los otros

dos pertenecen por su lengua, su literatura,y sus costumbres a la Europa latina".

La división sugerida por Humboldt estáinspirada en las teorías raciales que tuvieronauge durante el siglo XIX y anticipa unaseparación que se consolidará en las déca-das siguientes. El concepto de América La-tina se enuncia por primera vez. Pocos añosdespués, otro viajero europeo, Alexis deTocqueville, recorre los Estados Unidos yescribe La democracia en América (1835-1840), un libro de enorme influencia que,hasta cierto punto, puede leerse como simé-trico a los tratados de Humboldt: señala lascaracterísticas de la emergente civilizaciónnorteamericana y destaca así la especifici-dad cultural de los Estados Unidos e, implí-citamente, el contraste con las nacionesamericanas situadas al sur. Como sabemos,con la emancipación se fragmentó el impe-rio colonial español en numerosas nacionesque a lo largo del siglo fueron alcanzando laindependencia, hasta la guerra hispano-estadounidense, en la que se enfrentanEspaña y los Estados Unidos y donde caenlas últimas colonias españolas en América:Cuba y Puerto Rico. La influencia europeasobre América fue reemplazada a partir deentonces por la estadounidense, aunqueeste desplazamiento no ha sido un proceso

inspirado en libros de viaje que retratan lamisma región del Orinoco que tan vivaimpresión causara en Colón, es uno de losejemplos más conocidos− contribuyó a unaimagen exótica del Nuevo Mundo. No obs-tante, algunas ideas provenían de viajesauténticos, como el de Jean de Léry por elactual territorio de Brasil, que inspiró aMichel de Montaigne su célebre ensayo"De los caníbales". Pero no será sino hastael comienzo del siglo XIX cuando estasituación se modifique radicalmente, enparte debido a la independencia de lasnaciones americanas. Entonces prolifera-ron los relatos de viaje tanto de viajeroseuropeos como americanos, y estos libroscontribuyeron a afirmar el concepto deAmérica Latina.

Uno de los primeros, agudos e influyentesviajeros fue el científico y humanista ale-mán Alexander von Humboldt, que, acom-pañado por el francés Aimé Bompland, reco-rrió por cinco años, entre 1799 y 1804, elterritorio americano, principalmente las colo-nias españolas que tanto interés desperta-ban en el público europeo. Los libros deHumboldt, que luego de su viaje se dedicóa escribir y superó los treinta volúmenes detratados científicos y políticos, clasificacio-nes, inventarios y especulación filosófica ycultural entreverada con relatos de sus aven-turas, inauguran de algún modo el pensa-miento moderno sobre América Latina yconstituyen un testimonio sin par de la situa-ción de la región a comienzos del siglo XIX.Uno de sus libros más famosos se tituló,precisamente, Narración personal de un via-je a las regiones equinocciales del nuevocontinente, es decir, un escrito donde seencuentran unidas la percepción personal ylas teorías más generales sobre la identidadcolectiva como las que nos interesa indagaraquí. Los libros contra los que, en parte,escribe Humboldt −las obras de filósofoscomo Buffon, Raynal y De Paw, “campeo-nes” de la causa antiamericana y defensoresde la teoría de la inferioridad constitutivadel nuevo continente− carecían del susten-to de la observación y de la precisión cientí-fica alcanzados por el científico alemán. Poreso, muchos latinoamericanos lo leyeroncon pasión y lo consideraron responsablede las imágenes más valiosas de sus propiasculturas, y un autor precursor en la abun-

Ilustración de la primera edición de RobinsonCrusoe (1719).

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Reflexionando sobre el encadenamientode las cosas humanas, se concibe como laexistencia de las colonias modernas, o másbien el descubrimiento de un continentemedio despoblado y en el que sólo undesenvolvimiento tan extraordinario delsistema colonial ha sido posible, ha debi-do hacer revivir sobre una grande escala y hacer más frecuentes las formas de ungobierno republicano. Escritores célebreshan mirado las mudanzas que el ordensocial ha experimentado en nuestros díasen una parte considerable de Europa,como un efecto lento de la reforma reli-giosa obrada al principio del siglo XVI. Noolvidemos que esta época memorable, enque las pasiones activas y el gusto por losdogmas absolutos fueron los escollos de lapolítica europea, es también la época dela conquista del Méjico, del Perú y deCundinamarca; conquista que, según lasnobles expresiones del autor del Espíritude las leyes, deja de pagar a la metrópoliuna deuda inmensa para desempeñarsepara con la naturaleza humana. Vastasprovincias, abiertas a los colonos por elvalor castellano, fueron unidas por los vínculos comunes del lenguaje, de las cos-tumbres y del culto. Es así que, por unarara simultaneidad de los acontecimien-tos, el reino del monarca más poderoso ymás absoluto ha preparado la lucha delsiglo XIX y echado los cimientos de estasasociaciones políticas que, apenas bosque-jadas, nos asombran por la extensión y latendencia uniforme de sus principios. Si laemancipación de la América española seconsolida, como todo lo hace esperar has-ta ahora, un brazo de mar del Atlánticoofrecerá, sobre estas dos orillas, formas degobierno que, por ser opuestas, no sonnecesariamente enemigas. Las mismas ins-tituciones no pueden ser saludables atodos los pueblos de los dos mundos; laprosperidad creciente de una república noes un ultraje para las monarquías, cuandoestán gobernadas con sabiduría y con res-peto por las leyes y por las libertadespúblicas.

El objeto de esta memoria es el coordi-nar las observaciones geognósticas que hepodido recoger durante el transcurso demis viajes por las montañas de la NuevaAndalucía y Venezuela, los ríos delOrinoco y del Apure, los llanos deBarcelona y Calabozo, y por consiguientedesde la costa del Mar de las Antillas hastael valle del Amazonas, entre los paralelosde 2° y 10° 1/3 de latit. boreal.

Describiendo los objetos a medida quese presentan al viajero, cada hecho quedaaislado; sólo se expone lo que se ha vistosiguiendo las tortuosidades o vueltas delos caminos; se aprende a conocer el resul-tado de las formaciones según tal o cualalineación, pero no puede tomarse sumutuo encadenamiento. El orden de ideasa que debe ceñirse la relación histórica deun viaje, tiene la ventaja de hacer distin-guir cuál es el resultado de una observa-ción directa, o cuál el de una combinaciónfundada en la analogía; pero para abrazarde un golpe de vista el cuadro geognósti-co de una vasta parte del globo, para con-tribuir a los progresos de la geognosía,que es una ciencia de encadenamientos,es preciso renunciar á la acumulación esté-ril de hechos aislados y estudiar las rela-ciones, que existen entre las desigualda-des del suelo, la dirección de las cordille-ras y la naturaleza mineralógica de losterrenos.

La extensión del país, que en diferentesdirecciones yo he atravesado, tiene másde 15.400 leguas cuadradas, y ha sido ya elobjeto de un bosquejo geognóstico traza-do apresuradamente en los mismos para-jes, después de mi regreso o vuelta delOrinoco, y publicado en 1801, por M. deLametherie, en el diario de física [… .].En esta época se ignoraba en Europa ladirección de la cordillera costera deVenezuela y la existencia de la de Parima.Ninguna medida de altura se había toma-do hasta entonces, a excepción de la pro-vincia de Quito, ni ninguna roca de laAmérica meridional era nombrada hastaentonces, ni tampoco existía descripción

alguna de la superposición de las rocas,en una región cualquiera de los trópicos.En tales circunstancias un ensayo que sedirigiese a probar la identidad de las for-maciones en ambos hemisferios nopodría menos de excitar el interés de losgeognósticos. El estudio de las coleccio-nes que yo he traído, y cuatro años deviajes por los Andes, me han puesto enestado de rectificar mis primeros cálculosy tanteos, y extender un trabajo que, enrazón de su novedad, había sido recibidocon bastante benevolencia. Como las des-cripciones mineralógicas de cada rocahan sido ya expuestas en los capítulosprecedentes, sólo me queda aquí quereunir los materiales esparcidos y citar laspáginas en que se encuentra el pormenor de las observaciones. Para aprove-char mejor las relaciones geognósticasmás notables, voy a tratar de un modoaforéstico en diferentes secciones la con-figuración del suelo, la dirección y lainclinación de las camas y vetas y la natu-raleza de las rocas primitivas, intermedia-rias, secundarias y terciarias. La nomen-clatura de que me sirvo es la misma cuyosprincipios he expuesto en una obra degeognosía general.

Alexander von Humboldt: Viaje a las regionesequinocciales del nuevo continente (1807),

cap. XXVI (fragmento).

VIAJE A LAS REGIONES EQUINOCCIALES DEL NUEVO CONTINENTE

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11LOS RELATOS DE VIAJE EN AMÉRICA LATINA

Mapa de geografía botánica derivado del trabajo del geógrafo alemán Alexander von Humboldt y el botánico Joakim Frederik Schouw.

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inocuo. La creciente influencia de los EstadosUnidos en el continente como una potenciaimperial ha fortalecido la perspectiva de laregión al sur del Río Bravo como "AméricaLatina", entendida como un contraste, unaoposición o una resistencia a la civilizaciónestadounidense. Son los escritores, muchosde ellos viajeros, quienes primero articulanla definición del continente como "latino",pero también hay intereses europeos, parti-cularmente franceses, que apoyan esa defi-nición, con el objetivo de rivalizar o intentardisputar la influencia estadounidense. La in-vasión francesa a México en 1861 contribu-yó a difundir el uso del término que yahabía sido empleado una década antes porel colombiano José María Torres Caicedo.

Así, los lectores latinoamericanos deHumboldt fueron quienes primero sacaronprovecho de sus observaciones, destacandoy citando sus reflexiones sobre las socieda-des criollas y su pronóstico, certero y preci-so, de que en ellas se gestaban nuevasnaciones. Aunque sus lectores perseguíanaspiraciones básicamente locales, algunosde ellos también se detenían en la visión deconjunto y en los rasgos comunes encontra-dos entre las sociedades criollas. Varios líde-res políticos e intelectuales conocieron al via-jero alemán en persona, como el poeta yerudito Andrés Bello o el libertador SimónBolívar, ambos defensores convencidos de lanecesidad de unidad política y cultural entrelas emergentes naciones. Otros lo conocie-ron a través de sus libros y lo citan con fre-cuencia, como el poeta cubano José MaríaHeredia o Domingo F. Sarmiento.

Los escritores toman de Humboldt su afáneuropeizante −su convicción de que podíanestablecerse comunidades basadas en losprincipios europeos en territorio americano−y su pasión por la naturaleza americana, peroa menudo esta se presenta antes como obs-táculo que como una bendición. Sarmientocomienza el Facundo con una cita deHumboldt en francés, que atribuye al viajero(británico) Francis Head: "la extensión de lapampa es tan prodigiosa que hacia el norteestá limitada por palmeras y hacia el sur pornieves eternas". Esta cita, sin embargo, le sir-ve a Sarmiento para argumentar acerca de lainmensidad vacía. "El mal que afecta a laRepública Argentina es la extensión", procla-maba en la célebre introducción al Facundo,

es decir, es el exceso de naturaleza lo quedebe ser dominado y controlado por las fuer-zas de la civilización. Esa empresa es posible,tal como Humboldt había observado enCuba y México, y como el propio Sarmientolo hace en su visita a Río de Janeiro, incluidaen su extraordinario libro Viajes en Europa,África y América, publicado en 1849 y reali-zado por encargo del gobierno chileno.

Comparando la naturaleza tropical con latemplada, observa:

En los climas templados reina sobre toda la crea-

ción un claroscuro débilmente iluminado que

revela la proximidad de las zonas frías, en donde

el pinabeto y el oso son igualmente negros. Suba

usted la temperatura algunos grados hasta hacer-

la tropical, y entonces los mismos insectos son

carbunclos o rubíes, las mariposas plumillas de

La oposición entre civilización y barbarie recorre toda la obra de Domingo F. Sarmiento, inclusoen su obra Viajes, donde el polo civilizador deja de ser Europa en favor de los Estados Unidos.

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13LOS RELATOS DE VIAJE EN AMÉRICA LATINA

oro flotantes, pintadas las aves que engalanan

penachos y decoraciones fantásticas; verde esme-

ralda la vegetación, embalsamadas y purpúreas

las flores, tangible la luz del cielo, azul cobalto, el

aire, doradas a fuego las nubes, roja la tierra y las

arenas entremezcladas con diamantes y topacios.

El trópico, como en Colón y en Humboldt,representa para el sanjuanino Sarmientouna imagen edénica. Sin embargo, su retra-to no se detiene sólo en la naturaleza, sinoque se extiende a la arquitectura lujosa deRío de Janeiro y, en especial, la explotacióndel café: "No hace 50 años se introdujo laprimera semilla de café a Río de Janeiro; nohace treinta que se extrajo la primera bolsadel aclimatado, y hoy pasan de 800.000 lasque llenan todos los mercados del mundo".Es decir, la naturaleza dominada y explota-

da despierta su aplauso. No obstante, eltrabajo esclavo, la "esclavatura", como lollama Sarmiento, despiertan también su ho-rror y su condena. Esto mismo ocurre conmuchos otros letrados hispanoamericanosde la emancipación que, imbuidos de idea-les republicanos y liberales, no aceptaban lamanutención del régimen esclavista queperduraría en Brasil hasta 1888. Eso explicaque sólo hacia fin de siglo la idea deAmérica Latina como una unidad, incluyen-do el Brasil junto a las naciones hispanoa-mericanas, cobre solidez.

Los viajes de Sarmiento, que comenzaronpor América del Sur y continuaron por Eu-ropa, África y los Estados Unidos, identificanen este último país una sociedad modeloque los latinoamericanos deberían imitar. Laimagen de los Estados Unidos cobrará una

AMÉRICA (LATINA) VERSUS AMÉRICA

L a afirmación de América Latina comoidea y referente cultural entre los mis-

mos latinoamericanos cobró verdaderoimpulso hacia fines del siglo XIX, en parti-cular con la guerra hispano-estadouniden-se y la derrota de España en 1898. Esteacontecimiento, que hizo volver los ojos amuchos intelectuales latinoamericanoshacia la antes rechazada madre patria y,por ende, hacia las tradiciones culturalescomunes, inaugura una nueva etapa en laimaginación americanista y en el pensamien-to sobre la identidad colectiva en la parte lati-na del continente.

Aunque la retórica latinoamericanista pro-dujo sus mejores frutos entre los hispano-hablantes, fue un poeta brasileño quienenunció por primera vez un discurso anti-estadounidense, en un poema donde apa-rece nuevamente la idea del desplazamien-to y la movilidad característicos de la litera-tura de viajes. O Guesa Errante (1875), deJoaquín de Sousa Andrade, conocido comoSoussândrade, incluye en su Canto X, "Oinferno de Wall Street", una nueva versiónde América como infierno, sólo que en estecaso se refiere no a los pantanos amazónicos

o a las minas de oro donde habían perecidolos indígenas explotados por los españoles,sino a Nueva York, la nueva capital del mun-do financiero.

La denuncia del materialismo estadouni-dense frente a los valores espirituales, aso-ciados con el mundo latino y a los que erapreciso defender, acompaña buena partede la literatura y el pensamiento latinoame-ricanos durante el paso del siglo XIX al XX.Los escritores viajan con mayor libertad,recorren América y Europa, y algunos se es-tablecen permanentemente fuera de la re-gión, exiliados por motivos políticos, y des-de la distancia escriben y piensan sobreAmérica Latina.

El caso más conocido es el de José Martí,que encarna también un tipo de escritor másmoderno, capaz de vivir de la pluma, que seganó la vida lejos de su patria, Cuba, escri-biendo como corresponsal para los periódi-cos más importantes de Hispanoamérica. Suscrónicas, a diferencia de las coloniales, ha-blan con un conocimiento profundo de lasociedad que describen. Martí vivió la ma-yor parte de su vida en el exilio y la mayorparte de su exilio en los Estados Unidos. Se

ubicó así en un punto intermedio entreNorteamérica y América Latina, escribiendocasi siempre para un público hispánico relatosque retratan la sociedad estadounidense,señalan los contrastes entre ambas Américasy también advierten los peligros y las amena-zas que acechan desde el norte a las nacionesdel sur. Su prosa no ha perdido actualidad ysu posición de "hispano" en los EstadosUnidos anticipa una situación que a fines delsiglo XIX sólo comenzaba (pero que ya alcan-zaba una significativa comunidad de puerto-rriqueños, venezolanos, mexicanos y cuba-nos) y que en nuestros días se ha convertidoen un fenómeno de gran magnitud. Sus cró-nicas, en particular las Escenas norteameri-canas, hablan de la sociedad de masas y,aunque han sido leídas como un ataque alcapitalismo en los Estados Unidos, no sonsólo eso. Martí reconoce aspectos terribles, ytambién rasgos valiosos en la democraciaestadounidense, en su igualitarismo y en sucultura abierta. Si Sarmiento, en su breveestadía, pensó en los Estados Unidos comoun modelo a imitar, Martí alerta sobre elpeligro, pero reconoce la virtud republicanapor la que él mismo luchaba, en pos de la

importancia central para los intelectuales,algunos de los cuales pensaron la nacióndel norte como modelo y otros como uncontraejemplo, aquello de lo que AméricaLatina debía apartarse. Sarmiento por suparte, parece recomendar en sus Viajes undistanciamiento de Europa (percibida hastaentonces, en especial la Europa del norte,como un arquetipo incuestionable), dondeel escritor observa atraso, campesinos anal-fabetos y rigidez social. La incorporación dela cultura estadounidense como una socie-dad con la que comparar e imaginar las so-ciedades latinoamericanas marca una di-rección que se ha ido afirmando, ya sea porel contraste o por la imitación, en la miradaamericanista, en especial en la literatura.

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14 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

La concepción utilitaria, como idea del des-tino humano, y la igualdad en lo mediocre,como norma de la proporción social, com-ponen, íntimamente relacionadas, la fór-mula de lo que ha solido llamarse, enEuropa, el espíritu de americanismo. Esimposible meditar sobre ambas inspiracio-nes de la conducta y la sociabilidad, y com-pararlas con las que le son opuestas, sinque la asociación traiga, con insistencia, ala mente la imagen de esa democracia for-midable y fecunda, que, allá en el norte,ostenta las manifestaciones de su prosperi-dad y su poder, como una deslumbradoraprueba que abona en favor de la eficaciade sus instituciones y de la dirección de susideas. Se ha podido decir del utilitarismoque es el verbo del espíritu inglés; losEstados Unidos pueden ser considerados laencarnación del verbo utilitario. Y elEvangelio de este verbo se difunde portodas partes a favor de los milagros mate-riales del triunfo. Hispano-América ya no esenteramente calificable, con relación a él,de tierra de gentiles. La poderosa federa-ción va realizando entre nosotros una suer-te de conquista moral. La admiración porsu grandeza y por su fuerza es un senti-miento que avanza a grandes pasos en elespíritu de nuestros hombres dirigentes y,aún más quizá, en el de las muchedumbres,fascinables por la impresión de la victoria.Y de admirarla se pasa por una transiciónfacilísima a imitarla. [...] Es así como lavisión de una América deslatinizada porpropia voluntad, sin la extorsión de la con-quista, y regenerada luego a imagen ysemejanza del arquetipo del Norte, flota yasobre los sueños de muchos sinceros intere-sados por nuestro porvenir, inspira la frui-ción con que ellos formulan a cada paso losmás sugestivos paralelos y se manifiestapor constantes propósitos de innovación yde reforma. Tenemos nuestra nordomanía.Es necesario oponerle los límites que larazón y el sentimiento señalan de consuno.

[...] Todo juicio severo que se formule delos americanos del Norte debe empezarpor rendirles, como se haría con altos

adversarios, la formalidad caballeresca deun saludo. Siento fácil mi espíritu paracumplirla. Desconocer sus defectos no meparecería tan insensato como negar suscualidades. Nacidos −para emplear la para-doja osada por Baudelaire a otro respecto−con la experiencia innata de la libertad,ellos se han mantenido fieles a la ley de suorigen [...]. La huella de sus pasos no seborrará jamás en los anales del derechohumano; porque ellos han sido los prime-ros en hacer surgir nuestro moderno con-cepto de la libertad, de las inseguridadesdel ensayo y de las imaginaciones de lautopía, para convertirla en bronce impe-recedero y realidad viviente; [...] porque,con su organización federativa, han reve-lado −según la feliz expresión deTocqueville− la manera como se puedenconciliar con el brillo y el poder de losestados grandes la felicidad y la paz de lospequeños. Suyos son algunos de los rasgosmás audaces con que ha de destacarse enla perspectiva del tiempo la obra de estesiglo. Suya es la gloria de haber reveladoplenamente −acentuando la más firmenota de belleza moral de nuestra civiliza-ción− la grandeza y el poder del trabajo[...]. Perseverantes devotos de ese culto dela energía individual que hace de cadahombre el artífice de su destino, ellos hanmodelado su sociabilidad en un conjuntoimaginario de ejemplares de Robinson,que después de haber fortificado ruda-mente su personalidad en la práctica de laayuda propia, entrarán a componer losfilamentos de una urdimbre firmísima. [...]Han sabido también guardar, en medio delos refinamientos de la vida civilizada, elsello de cierta primitividad robusta.Tienen el culto pagano de la salud, de ladestreza, de la fuerza; templan y afinanen el músculo el instrumento precioso dela voluntad; y, obligados por su aspiracióninsaciable de dominio a cultivar la energíade todas las actividades humanas, mode-lan el torso del atleta para el corazón delhombre libre. [...]

Su grandeza titánica se impone así, auna los más prevenidos por las enormes des-proporciones de su carácter o por las vio-lencias recientes de su historia. Y por mi

parte, ya veis que, aunque no les amo, lesadmiro. [...]

La vida norteamericana describe efectiva-mente ese círculo vicioso que Pascal señala-ba en la anhelante persecución del bienes-tar, cuando él no tiene su fin fuera de símismo. Su prosperidad es tan grande comosu imposibilidad de satisfacer una medianaconcepción del destino humano. Obra titá-nica, por la enorme tensión de voluntadque representa y por sus triunfos inauditosen todas las esferas del engrandecimientomaterial, es indudable que aquella civiliza-ción produce en su conjunto una singularimpresión de insuficiencia y de vacío. Y esque si, con el derecho que da la historia detreinta siglos de evolución presididos por ladignidad del espíritu clásico y del espíritucristiano, se pregunta cuál es en ella elprincipio dirigente, cuál su substratumideal, cuál el propósito ulterior a la inme-diata preocupación de los intereses positi-vos que estremecen aquella masa formida-ble, sólo se encontrará, como fórmula delideal definitivo, la misma absoluta preocu-pación del triunfo material. Huérfano detradiciones muy hondas que le orienten,ese pueblo no ha sabido sustituir la ideali-dad inspiradora del pasado con una alta ydesinteresada concepción del porvenir.Vive para la realidad inmediata, del presen-te, y por ello subordina toda su actividad alegoísmo del bienestar personal y colectivo.[...] Ni siquiera el egoísmo nacional, a faltade más altos impulsos; ni siquiera el exclusi-vismo y el orgullo de raza, que son los quetransfiguran y engrandecen, en la antigüe-dad, la prosaica dureza de la vida de Roma,pueden tener vislumbres de idealidad y dehermosura en un pueblo donde la confu-sión cosmopolita y el atomismo de una malentendida democracia impiden la forma-ción de una verdadera conciencia nacional.[...] En el ambiente de la democracia deAmérica, el espíritu de vulgaridad no hallaante sí relieves inaccesibles para su fuerzade ascensión, y se extiende y propaga comosobre la llaneza de una pampa infinita.

José Enrique Rodó: Ariel, Buenos Aires,Kapelusz, 1994.

ARIEL

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15LOS RELATOS DE VIAJE EN AMÉRICA LATINA

independencia de Cuba, todavía sometidaal yugo español en la época en que escribe.Dice Martí en una de sus crónicas más fa-mosas, "Nuestra América":

Pero otro peligro corre, acaso, nuestra América,

que no le viene de sí, sino de la diferencia de orí-

genes, métodos e intereses entre los dos factores

continentales, y es la hora próxima en que se le

acerque, demandando relaciones íntimas, un

pueblo emprendedor y pujante que la desconoce

y la desdeña.

Hay que notar la personificación entre "losdos factores continentales" (Norteamérica yLatinoamérica) y la metáfora del interéssexual, que coloca a América Latina, comoen las crónicas de la conquista, en la posiciónmás vulnerable. "Pueblo emprendedor y pu-jante" son los términos que emplea Martípara definir a los Estados Unidos, palabrasque seguramente también hubiera usadoSarmiento. Pero peligro también, de que"sus masas vengativas y sórdidas, la tradi-ción de conquista y el interés de un caudillohábil" pudieran impulsarla en una aventuraimperial, como las que ya habían sufridoMéxico y Centroamérica, y a las que el poetahabía dedicado muchas páginas. AdvierteMartí unas líneas más adelante: "El desdéndel vecino formidable, que no la conoce, esel peligro mayor de nuestra América".

Es decir, ese peligro, percibido como unaamenaza latente y tangible, define tambiénuna identidad colectiva. Sería injusto atribuira Martí sólo una mirada crítica, como la quetendrán en esos mismos años otros viajerosde origen latinoamericano a los que BeatrizColombi ha denominado "los viajerosdetractores", como el escritor franco-argen-tino Paul Groussac o el poeta nicaragüenseRubén Darío, que veían en los EstadosUnidos la materialización de la democraciamasificada, el mercantilismo, el culto del di-nero, la vulgaridad, el mal gusto y el gigan-tismo. Martí no incurre en ninguna de esasacusaciones, aunque también se asombraante la civilización de masas que emergecon potencia y que aparece más como unrasgo de la modernidad que como unacaracterística nacional.

No obstante, la visión de los Estados Unidoscomo lo opuesto y amenazante, un destinotemible y evitable, predominó entre los escri-tores latinoamericanos. El autor paradigmáti-

co de esta posición, aunque con una escasatrayectoria de viajes, fue el uruguayo JoséEnrique Rodó, cuyo ensayo Ariel (1900),dedicado a "la juventud de América", sinteti-za las posiciones antiestadounidenses finise-culares predominantes en América Latina. Eltítulo de la obra tiene profundas raíces ameri-canas: en el ensayo de Rodó, Ariel representalas virtudes espirituales asociadas con el con-tinente. La educación del alma, el gusto porel arte, el rechazo del materialismo burguésque se expandía entre las clases medias deEuropa y también del Río de la Plata, estánsintetizados en el programa pedagógico delensayo como los pasos para prevenir la in-fluencia nefasta de Calibán. Calibán, anagra-ma de caníbal, es el antagonista de Ariel. Eltérmino fue tomado de un personaje de undrama de William Shakespeare, La tempes-tad (1612), inspirado a su vez en las crónicasde la conquista de América.

De este modo volvemos al comienzo.Shakespeare leyó, como muchos otros eu-ropeos de su época, los relatos de viaje de laconquista y construyó un personaje salvaje ybárbaro: Calibán/Caníbal, término a su vez

ligado a Caribe, que funciona como sinécdo-que (simbolización) de América. Tambiénpara Rodó Calibán simboliza América, perosólo la del norte. Calibán representa todoaquello que América Latina debe rechazary que está sintetizado en la civilizaciónestadounidense, donde predomina lamediocridad y el utilitarismo, e incluso laheterogeneidad cultural −resultado de lainmigración−. Dice Rodó en su artículo"Literatura norteamericana": "Un puebloformado por inmigraciones no teníahomogeneidad ni carácter nacional nece-sario para el desarrollo literario".

El empleo del término Calibán, derivado asu vez de caníbal, para denostar la culturaestadounidense y afirmar y definir a la vez laidentidad colectiva latinoamericana, no dejade resultar un recurso irónico: con el propó-sito de defender una supuesta virtud, se ape-la a una descalificación histórica de la culturaeuropea hacia los americanos y se refuerzauna estructura dual en la que la barbariesiempre queda ubicada de este lado delAtlántico. El latinoamericanismo históricosiempre tuvo que apelar a totalizaciones y

Próspero enfrenta a Calibán, símbolo de América en La tempestad, de Shakespeare.

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16 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

estructuras duales que por su misma rigidezconceptual hacen difícil pensar en AméricaLatina como una totalidad cambiante ydinámica. Hoy mismo, como decíamosantes, las fronteras y los límites están cam-biando. El Caribe y México están cada vezmás atravesados por la cultura estadouni-dense y muchos de sus ciudadanos ya seencuentran viviendo en los Estados Unidos,donde son la primera minoría étnica y cultu-ral. Ya en Martí esa condición resultaba visi-ble: una cultura nacional dividida, ubicadaen dos países, aunque unida por una mismalengua. Pero ¿es posible seguir pensando

en América Latina como la pensaban Martíy Rodó? ¿Dónde termina y dónde comienzala identidad colectiva? ¿Podemos continuarmanteniendo a Brasil en una discreta margi-nalidad, como ocurrió por diversos factores,primero políticos −republicanismo vs. impe-rio−, pero luego por simple y llana ignoran-cia, indiferencia o, incluso, racismo? Lasnuevas subregiones, como el mundo andi-no, atravesado por problemáticas culturalesespecíficas −como la existencia de culturasamerindias−, el Caribe −cuyos países máspoblados hablan español, pero convivencon otros que hablan diversas lenguas euro-

peas y con los que comparten coyunturascomo la diáspora y la emigración masiva− o,más cerca nuestro, el Cono Sur, planteanuna fragmentación y la formación de unnuevo mapa cultural, quizá no determinadosólo por factores como la lengua y la religiónque predominaron en el siglo XIX. Será preci-so, entonces, animarse a abandonar patro-nes de pensamiento rígidos y probablementeobsoletos, para acompañar los cambios cul-turales con herramientas analíticas útiles paracomprender el mundo en que vivimos, y delque América Latina forma parte.

Bibliografía Ardao, Arturo: Génesis de la idea y el nombre de América Latina, Caracas,

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AgradecimientosEl equipo de Publicaciones de la Dirección Nacional de Gestión Curricular yFormación Docente agradece a las siguientes instituciones y personas porpermitirnos reproducir material fotográfico y colaborar en la documenta-ción de imágenes: Perry-Castañeda Library Map Collection (EE.UU.);Biblioteca del Congreso (EE.UU.); Museo Etnográfico - UBA (Argentina).

Coordinadora del Área de CienciasSociales, Lic. Raquel GurevichCoordinadora del Área de DesarrolloProfesional, Lic. Silvia StorinoCoordinadora del Programa deCapacitación Explora, Lic. Viviana CelsoCoordinadora de Publicaciones,Lic. Raquel Franco

Coordinación y documentación, Lic. Rafael BlancoEdición, Lic. Gonzalo BlancoDiseño y diagramación, DG María Eugenia MásCorrección, Norma A. Sosa Pereyra

www.me.gov.ar

Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Lic. Daniel Filmus

Secretario de Educación, Lic. Juan Carlos Tedesco

Subsecretaria de Equidad y Calidad, Lic. Alejandra Birgin

Directora Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente,

Lic. Laura Pitman

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