los problemas de asia mises

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En la aurora de la época liberal las naciones occidentales empezaron a sentir escrúpulos por sus empresas coloniales. Se avergonzaron de la forma en que trataban a pueblos atrasados. Se dieron cuenta del contraste que había entre sus principios de política interior y los métodos que aplicaban en la conquista y administración colonial. ¿Qué derecho tenían, liberales y demócratas como eran, a gobernar países extranjeros sin el consentimiento de los gobernados? Pero tuvieron una inspiración. Al hombre blanco le correspondía la carga de llevar a aquellos pueblos atrasados la bendición de la civilización moderna. Sería injusto decir que esa justificación era mera hipocresía. Inglaterra modificó radicalmente su sistema colonial para ajustarlo a la mejor manera de promover el bienestar de los indígenas. En los últimos cincuenta años la administración inglesa de los asuntos indios y coloniales ha sido en gran medida un gobierno para el pueblo.

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Los problemas de Asia

En la aurora de la poca liberal las naciones occidentales empezaron a sentir escrpulos por sus empresas coloniales. Se avergonzaron de la forma en que trataban a pueblos atrasados. Se dieron cuenta del contraste que haba entre sus principios de poltica interior y los mtodos que aplicaban en la conquista y administracin colonial. Qu derecho tenan, liberales y demcratas como eran, a gobernar pases extranjeros sin el consentimiento de los gobernados? Pero tuvieron una inspiracin. Al hombre blanco le corresponda la carga de llevar a aquellos pueblos atrasados la bendicin de la civilizacin moderna. Sera injusto decir que esa justificacin era mera hipocresa. Inglaterra modific radicalmente su sistema colonial para ajustarlo a la mejor manera de promover el bienestar de los indgenas. En los ltimos cincuenta aos la administracin inglesa de los asuntos indios y coloniales ha sido en gran medida un gobierno para el pueblo. Sin embargo, no ha sido un gobierno ejercido por el pueblo, sino por una raza extranjera dominadora. Como justificacin, se supone que los indgenas no estn capacitados para gobernarse a s mismos, y que si se les dejara solos seran vctimas de opresiones de conquistadores menos civilizados y benvolos que los ingleses. La justificacin implicaba tambin que los indgenas acogan gustosos la civilizacin occidental con que los ingleses queran hacerles felices. Podemos, desde luego, aceptar que as es. La prueba est en que las razas de color se mostraban y se muestran deseosas no slo de adoptar los mtodos tcnicos de dicha civilizacin, sino tambin de aprender las doctrinas y las ideologas polticas de Occidente. Y fue precisamente la aceptacin de estas doctrinas lo que les llev al fin a protestar contra el gobierno absoluto por parte de los invasores. Las demandas de libertad y de autodeterminacin por parte de los pueblos asiticos son resultado de su occidentalizacin. Los indgenas luchan contra los europeos con ideologas adquiridas de ellos. El mayor logro de la poltica asitica de la Europa del siglo XIX es que los rabes, los indios y los chinos han comprendido al fin el significado de las doctrinas polticas occidentales. Los pueblos asiticos no tienen razn al reprochar a los invasores las atrocidades cometidas en aos anteriores. Indefendibles como fueron los excesos desde el punto de vista de las normas y principios liberales, no fueron nada extraordinarios si se les mide con costumbres y hbitos orientales. Si no hubiera sido por la infiltracin de ideas occidentales, Oriente no habra puesto nunca en tela de juicio la matanza y la tortura. Sus mtodos autctonos eran mucho ms brutales y abominables, y es una paradoja sacar a relucir esos lejanos agravios en el momento en que los pases asiticos ms poblados no pueden conservar sus civilizaciones ms que con la ayuda militar anglosajona. Una derrota de los Aliados sellara el destino de los chinos, los indios, los musulmanes del Asia occidental y de todas las pequeas naciones de Asia y de frica. La victoria de los Aliados les traer la autonoma poltica. Todos estos pueblos tendrn oportunidad de demostrar que han absorbido de Occidente algo ms que los modernos mtodos de la guerra total y de la destruccin total. El problema de las relaciones entre Oriente y Occidente lo oscurecen las lagunas y las deficiencias de los actuales mtodos de tratar corrientemente los problemas polticos. Los marxistas ignoran deliberadamente la desigualdad de condiciones naturales de produccin en distintas partes del mundo, y de esta manera eliminan de su razonamiento el punto esencial y se cierran el paso a una satisfactoria interpretacin del pasado y a una comprensin de la tarea futura. Ante la desigualdad de recursos naturales no hay actualmente asuntos internos de un pas que no afecten al resto de la humanidad. A toda nacin le interesa vitalmente que en todo el mundo se apliquen los mtodos ms eficientes de produccin. Todos salen perjudicados si, por ejemplo, los pases que tienen las condiciones ms favorables para producir caucho no sacan el mayor partido posible a sus recursos. El atraso econmico de un pas puede perjudicar a todos los dems. La autarqua en un pas puede hacer que baje el nivel de vida en todos los dems. Si una nacin dice: Dejadme en paz; no queremos intervenir en vuestros asuntos y no permitiremos que intervengis en los nuestros, puede hacer dao a todas las dems. Esas fueron las consideraciones que llevaron a las naciones occidentales a obligar a China y a Japn a abandonar su tradicional aislamiento y abrir sus puertas al comercio extranjero. Esta poltica fue una bendicin para todos ellos, como lo prueba claramente el descenso de las cifras de mortalidad en Oriente. Si la autonoma poltica de los pases asiticos diera como resultado un descenso en su produccin o su retirada total o parcial del comercio internacional, sufriran tanto Oriente como Occidente. Podemos preguntarnos si los paladines de la autonoma asitica han comprendido plenamente la importancia de ese hecho. En sus mentes se mezclan extraamente las ideas modernas y las atvicas. Se enorgullecen de sus viejas civilizaciones y se inclinan a despreciar a Occidente. Tienen ms sagacidad para ver las limitaciones de Europa y de Amrica, el militarismo y el nacionalismo, que las grandes cosas que han hecho. El totalitarismo marxista les atrae ms que los burgueses prejuicios de libertad, capitalismo y democracia. No comprenden que el nico camino que se les abre a sus pases hacia la prosperidad es la incondicional adopcin del industrialismo occidental? La mayora de los dirigentes de los pases orientales estn convencidos de que Occidente girar hacia el socialismo. Pero con esto no cambiara el problema fundamental. El atraso en Oriente planteara los mismos problemas a un Occidente socialista que a un Occidente capitalista. La poca del aislamiento nacional de pases individuales ha pasado con el progreso de la divisin del trabajo. Ningn pas puede ver indiferente las condiciones internas de otros pases. 6. El papel de la Sociedad de Naciones

La Sociedad de Naciones, establecida en Ginebra por el pacto de 1919, no era un gobierno internacional mundial. Era fundamentalmente una organizacin para reuniones peridicas de los delegados de gobiernos nacionales que estuvieran dispuestos a asistir. Careca de oficinas ejecutivas internacionales. Contaba slo con un personal cuya tarea consistira en redactar informes y reunir datos estadsticos. Adems, muchos de sus funcionarios no se consideraban funcionarios del organismo internacional sino representantes oficiosos de sus respectivos pases, que intervenan para que fueran nombrados, por lo que aquellos deseaban servirles con objeto de ascender algn da en el escalafn nacional. Algunos de ellos no tenan un espritu internacional, sino que estaban imbuidos de ideas nacionalistas. Entre ellos se contaron algunas extraas personalidades. Vidkun Quisling, por ejemplo, fue durante algn tiempo funcionario de la sociedad. Rost van Tonningen perteneci durante muchos aos a la Secretara y en 1931 fue nombrado delegado de la Sociedad en Viena, puesto importante que al cabo de unos aos dej para ser segundo jefe del partido nazi holands; y hoy es una de las figuras ms relevantes del gobierno ttere de Holanda. Cierto que tambin pertenecieron a la Sociedad algunos de nuestros ms brillantes e inteligentes contemporneos. Pero, desgraciadamente, las circunstancias paralizaron sus esfuerzos y la mayora de ellos se fueron desilusionados. Importa poco que la Sociedad de Naciones sea restaurada o no despus de la guerra. Contribuy poco a promover la paz y la cooperacin internacional. No tendr ms xito en el futuro. El nacionalismo frustrar su labor como la frustr en los aos anteriores a 1939. Muchos norteamericanos distinguidos atribuyen a su pas el fracaso de la Sociedad. Dicen que si los Estados Unidos hubieran participado en ella la habran revestido del prestigio necesario para el cumplimiento de su tarea. Pero esto es un error. Aunque oficialmente no fueron miembros de la Sociedad, los Estados Unidos prestaron un valioso apoyo a sus esfuerzos. No importaba que no contribuyeran a sus ingresos ni que no enviaran delegados oficiales. El mundo saba muy bien que apoyaban todos los esfuerzos para el mantenimiento de la paz. Su colaboracin oficial en Ginebra no hubiera contenido a las naciones agresoras. Como todos los pases se entregan hoy al nacionalismo, los gobiernos tienen que apoyarlo necesariamente. Poco puede esperar la causa de la paz de la actividad de esos gobiernos. Lo que se necesita no son instituciones especiales, oficinas, ni conferencias, sino un cambio de doctrinas econmicas y de ideologas[133]. El principal defecto de muchos planes propuestos para una paz duradera es que no reconocen este hecho. Eminentes paladines de la Sociedad de Naciones, tales como los profesores J. B. Condliffe y J. E. Meade, confan en que los gobiernos sern lo bastante sensatos para eliminar mediante esfuerzos comunes y convenios mutuos los brotes ms censurables del nacionalismo econmico y para mitigar conflictos haciendo algunas concesiones a los quejosos[134]. Para ello recomiendan la moderacin y el freno en el ejercicio de la soberana nacional. Pero al mismo tiempo propician, sin sospechar que eso debe necesariamente empujar a todos los gobiernos hacia el nacionalismo intransigente, un mayor control gubernamental. Es vano esperar que un gobierno entregado a los principios del estatismo pueda renunciar a aspirar a un mayor aislamiento. Podemos suponer que hay en cada pas hombres dispuestos a secundar las propuestas de Condliffe y de Meade, pero forman una minora cuyas opiniones no encuentran amplio eco. Cuanto ms avance un pas en el camino hacia el control pblico de la economa, ms forzado se ver a retirarse de la divisin internacional del trabajo. Las bien intencionadas exhortaciones de economistas de espritu internacional no pueden disuadir a un gobierno intervencionista de aplicar medidas de nacionalismo econmico. La Sociedad de Naciones podr continuar combatiendo enfermedades contagiosas, el trfico de drogas y la prostitucin. Podra seguir actuando en el futuro como una oficina internacional de estadstica. Podr ampliar su labor en el campo de la cooperacin intelectual. Pero es una ilusin esperar que pueda prestar al mantenimiento de la paz servicios de alguna importancia.