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El primero en calificarlos como apócrifos fue Jerónimo, traductor de la Vulgata Latina. Entre los círculos católicos se dice que “el nombre de apócrifos se aplica a escritos de carácter religioso no incluidos en el canon de la Escritura que, si bien no son inspirados,pretendieron tener origen divino o fueron por algún tiempo considerados como sagrados”.

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LOS LIBROS APÓCRIFOS

El primero en calificarlos como apócrifos fue Jerónimo, traductor de la Vulgata Latina.Entre los círculos católicos se dice que “el nombre de apócrifos se aplica a escritos decarácter religioso no incluidos en el canon de la Escritura que, si bien no son inspirados,pretendieron tener origen divino o fueron por algún tiempo considerados como sagrados”(Verbun dei, tomo I, pág. 229).

Libros apócrifos (ajpovkrufo" apokryphos, oculto, escondido, Mr. 4:22; Lc. 8:17; Col 2:2),denominación dada a los escritos de tema bíblico aparecidos en los primeros siglos de laera cristiana, pero que no se consideran inspirados y en consecuencia, no se incluyeron enel canon de la Biblia. Dentro de toda esta literatura, los católicos y los ortodoxosdistinguen ciertos libros, que denominan deuterocanónicos.

Con la aparición de estudios históricos bíblicos que se produjo en el siglo XIX, comenzó areconocerse el valor de los Apócrifos como fuentes históricas. Escritos entre el 300 a. C.hasta el Nuevo Testamento, los Apócrifos arrojaron una valiosa luz sobre el periodo quecomprende desde el final de las narraciones del Antiguo Testamento hasta el inicio delNuevo Testamento. Son además importantes fuentes de información acerca del desarrollode la creencia en la inmortalidad, la resurrección y otros temas escatológicos, así como dela creciente influencia de las ideas helenistas sobre el judaísmo.

Libros deuterocanónicos, escritos incluidos en el canon bíblico de la Iglesia católica ytambién, con algunas excepciones, en el de la ortodoxa, aunque no en el canon hebreo.Fueron incorporados al canon católico por el Concilio de Trento, celebrado en 1546. Suinclusión en la Biblia había sido objeto de disputas durante los 12 siglos precedentes; deahí viene deuterocanónico, "segundo canon”.El Concilio de Trento decretó que el canon auténtico se determinaría por lo que se habíaincluido en la traducción al latín del Antiguo Testamento, la Vulgata, que hasta esa épocahabía sido la Biblia común de la Iglesia occidental. Se trata de la traducción que hizoJerónimo de la versión griega que se realizó en la judería de Alejandría y que se denominóSeptuaginta. Ésta incluyó los textos canónicos de la Biblia hebrea, así como determinadoslibros reconocidos como canónicos por los judíos alejandrinos. Estos son los denominadosdeuterocanónicos por católicos y ortodoxos, si bien los protestantes los incluyen entre losapócrifos, los cuales se enumeran en el siguiente párrafo.

Los libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento son 1. Judit, 2. Sabiduría de Salomón,3. Tobías, 4. Eclesiástico (Sirá), 5. Baruc, 6. 1 Macabeos, 7. 2 Macabeos, y algunassecciones de Ester y Daniel. La iglesia ortodoxa tiene un canon similar, aunque rechaza elLibro de Baruc y tiende a incluir un tercer libro de Macabeos y un salmo, el 151, queaparece en algunos manuscritos de la traducción griega del Antiguo Testamento. Másadelante se harán observaciones del contenido de estos libros.

El término “apócrifos” es un término técnico vinculado con la relación de ciertos libros conel canon del AT, y que significa que, sin bien no se aprueban para la lección pública, noobstante tienen valor para el estudio y la edificación privados. Es un término que abarcauna cantidad de agregados a los libros canónicos en la forma en que se encuentran en laLXX (Ester, Daniel, Jeremías, Crónicas), y a otros libros, de carácter legendario, histórico,

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o teológico, muchos de ellos originalmente escritos en hebreo o en armameo, peropreservados o conocidos hasta hace poco únicamente en griego; figuran en el canonvagamente definido de la LXX, pero fueron rechazados por el canon hebreo en Jamnia. Eluso y el concepto cristianos sobre su posición fueron más bien ambiguos hasta el s. XVI,cuando doce obras fueron incluidas en el canon de la iglesia católica romana por elconcilio de Trento; pero el pensamiento protestante (Lutero, y la iglesia anglicana en los“Treinta y nueve artículos”) los admitió sólo para la edificación privada.

La gran mayoría de los libros judíos están afuera del canon de las Sagradas Escrituras, porello es necesario explicar por qué ciertos libros se señalan como “apócrifos”. Estos eran losque eran más apreciados por los antiguos creyentes como lectura edificante. Por estarazón comenzaron a copiarlos en gr. y latín y luego en otros idiomas. Esto fue unprocedimiento paulatino, incluyendo en la primera parte del siglo IV solamente tres libros(La Sabiduríade Salomón, Tobías, y Eclesiástico), y los estudiosos, por lo menos, siguierondistinguiendo tales libros como no canónicos. (El concepto de que tales libros estaban enlos mss. bíblicos gr. desde el principio como parte de la LXX, es un error.) Para la épocade Jerónimo, al final del siglo IV, el procedimiento había avanzado lo suficiente para queexistiera un serio peligro de confusión, yél juzgó necesario señalar tales libros con unnombre especial, y escogió el término apócrifos. Esta es una expresión que Orígenes, unsiglo y medio antes, había aseverado que los judíos aplicaban a los más apreciados deentre sus libros no canónicos; y dado que Orígenes y Jerónimo eran dos de los estudiososmás distinguidos del judaísmo entre los Padres de la iglesia, probablemente ambosestaban usando el término en el mismo sentido judío. Si esto es así, se explica por qué“escondido” era un término apropiado para usarlo con este propósito. Porque cuando losrabinos eran confrontados con un objeto que no se les permitía usar, pero que, por razónde sus asociaciones religiosas, tampoco se les permitía destruir, lo “escondían” y lodejaban deteriorarse naturalmente. Entre los objetos que recibían tal tratamiento habíalibros que ofrecían el peligro de ser confundidos con las Sagradas Escrituras.Paradójicamente, fueron los libros más apreciados de los no canónicos que serían“escondidos”, ya que cuanto más apreciados eran, tanto más había peligro de que fueranerróneamente tratados como Sagradas Escrituras. A pesar de las advertencias deJerónimo, siguió la confusión de los apócrifos con los libros canónicos del AT,especialmente en el occidente. Durante laReforma en el siglo XVI fue necesario que losreformadores reafirmaran la distinción que Jerónimo había hecho en forma remarcada. Laiglesia de Roma, entretanto, procuró borrar la distinción, y el Concilio de Trento colocó alos libros apócrifos sobre un mismo nivel de paridad completa con los libros canónicos(omitiendo 1 y 2 Esdras y La Oración de Manasés). En la Iglesia Católica Romana, porconsecuencia, se conoce a los apócrifos como los libros deuterocanónicos. En sus Bibliasdel vernáculo, los Reformadores juntaron a los apócrifos como una sección separada, peroen las biblias católicas y romanas (como la Biblia de Jerusalén, Dios Habla Hoy(conDeuterocanónicos) siguen mezclándose con los libros canónicos del AT.

Los libros Apócrifos nunca estuvieron en el canon; los libros que componen en A.T. fueronescritos en hebreo, por profetas hebreos y dirigido al pueblo hebreo (Ro. 9:4); y Diosencomendó a este pueblo el cuidado o preservación de las Sagradas Escrituras (Ro. 3:1,2). Los apócrifos no fueron escritos en hebreo, ni por profetas hebreos inspirados porDios. Cuando estos libros entraron a formar parte de la versión griega de la Biblia, losisraelitas convocaron un concilio que se reunió en Jamnia con el propósito de considerar la

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naturaleza de los libros agregados a la versión griega. Para determinar si un libro es o noinspirado aquel concilio determinó las bases siguientes: a. El libro debe estar de acuerdo ala ley de Moisés; b. Debe haberse originado en Palestina; c. Debe haber sido escrito enhebreo; d. Debe haberse escrito antes de la muerte de Esdras. Los mencionados libros nollenaban estos requisitos, por lo tanto se determinó que no tenían derecho a formar partedel canon.

La Iglesia Católica Romana reconoce tácitamente que los libros apócrifos no fueronescritos bajo inspiración divina; a los treinta y nueve libros que integran el canon ocatálogo hebreo les da el nombre de protocanónicos, y a los siete libros llamados apócrifosles da el calificativo de deuterocanónicos. Esta iglesia ha creado estos términos paradistinguir o separar los libros del canon hebreo de los que no forman parte de este canono catálogo. Al aplicar a los siete libros en cuestión un calificativo que denota inferioridad,el Vaticano está reconociendo que en sus versiones bíblicas hay libros de dos clases, deprimera y de segunda, superiores e inferiores; esto no puede ser aceptado, de acuerdo ala Biblia.

En las versiones evangélicas el capítulo tres de Daniel consta de treinta versículos; entrelos vv. 23 y 27 de las versiones evangélicas, las versiones católicas tienen sesenta y sietevv. que fueron agregados a lo que escribió Daniel. Al comenzar esta sección, las versionescatólicas tienen la siguiente observación: parte deuterocanónica, y cuando termina estaparte dice: parte protocanónica. Esta doble clasificación dentro de un mismo capítuloimplica el reconocimiento tácito de que Daniel no escribió los sesenta y siete versos queagregaron a la versión griega. Sería absurdo suponer que el profeta escribiera veintitrésvv. con un grado de inspiración divina, y, enseguida, sesenta y siete vv. sin inspiracióndivina o con grado inferior de inspiración. “Muchos padres de la iglesia antigua citaronestos libros sin reconocerlos como parte de la Biblia cristiana. Cirilo de Jerusalén (m. 381)y Jerónimo (m. 420) fueron más explícitos en distinguir los apócrifos de los libroscanónicos del Antiguo Testamento. En su prólogo a los libros de Salomón, Jerónimoapunta que los apócrifos del Antiguo Testamento podían leerse para la edificación, pero«no para confirmar la autoridad de los dogmas de la iglesia». Los incluyó en el AntiguoTestamento de su versión latina de la Biblia (la Vulgata), pero señaló en los prólogos loslibros que no se hallaban en el canon hebreo. En el siglo XVI, Lutero y otros reformadoresemplearon el Antiguo Testamento hebreo, que no contenía los apócrifos. Conocían lospuntos de vista de Jerónimo y se alejaron de ciertas doctrinas que la iglesia de Roma basóen los apócrifos” (Nuevo diccionario Ilustrado de la Biblia).

1. Tobías. Es un relato popular y edificante. El ángel Rafael soluciona los problemas deTobit y de Sara, dos judíos piadosos, por mediación de Tobías, hijo de Tobit. El librodestaca los deberes con los muertos, el consejo de dar limosna para ser librado de lamuerte y purificar todo pecado, consejo para ahuyentar los malos espíritus; lógicamentetodo esto es erróneo supersticioso y pagano, pues la Biblia de ninguna manera enseñaestas cosas. Apareció en el siglo II a.C. El comentarista católico C. F. Vine dice: “Losautores católicos, en su mayor parte, niegan totalmente la historicidad de Tobías,considerándolo como una ficción, como una fábula o cuento” (Verbun Dei, Tomo 11, pág.50).

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2. Judit. Relata cómo una bella viuda judía, Judit, le cortó la cabeza a Holofernes,comandante asirio que sitiaba la ciudad de Betulia, y así salvó a los israelitas. La historiaestá repleta de errores y dislates históricos y geográficos que tal vez introdujo adrede elautor para centrar la atención en el drama religioso que constituye el fondo del relato. Esprobable que el libro se escribiera en hebreo, alrededor del 100 a.C. Escritores católicosdicen que el libro presenta contradicciones imposibles de explicar; presenta inexactitudeshistóricas; en la conducta de Judit hay cosas que la moral cristiana no justifica, como lamentira.

3. Sabiduría. Aunque insinúa que su autor fue Salomón, en realidad lo escribió en griegoun judío helenizado, quizás de Alejandría, entre 100 y 50 a.C. El autor parece tomar encuenta diferentes clases de lectores: judíos tibios y apóstatas (caps. 1–5) y judíos fielespero desanimados por las persecuciones (caps. 10–12 y 16–19). A posibles lectoresgentiles les ofrece una apología a favor de la verdad del judaísmo y señala la insensatezde la idolatría (caps. 6–9 y 13–15). Recalca la creencia en la inmortalidad del alma (rasgotípicamente helenista) y ensalza el papel de la sabiduría, que se identifica con Dios en elgobierno del mundo (7.22–8.1).

4. Eclesiástico. Se escribió en hebreo en 190 ó 180 a.C. por un judío de Palestinallamado Jesús (en hebreo, Josué), hijo de Sirac (50.29). Unos cincuenta años después elnieto del autor llevó un ejemplar a Egipto, donde lo tradujo al griego. Este libro recalcaque la sabiduría es la ley que Moisés proclamó (24.33, 34). Una recopilación muy variadade máximas la encontramos en 1.1–42.4. Aquí se ensalzan sobre todo la prudencia y laautodisciplina. Es muy conocido el «elogio de los hombres ilustres» (44.1–50.21), queempieza con Enoc y termina con el sacerdote Simón II (220–195 a.C.).

5. Baruc. Se atribuye al escribano de Jeremías. El libro contiene una oración de confesióny de esperanza (1.15–3.8), un poema que alaba la sabiduría (3.9–4.4) y una piezaprofética (4.5–5.9) donde el autor anima a los cautivos con la esperanza de su regreso delcautiverio. Es posible que en realidad el libro haya tenido dos o más autores; el másreciente de ellos tal vez vivió poco antes o después de la era cristiana.

6. Primer libro de los Macabeos. Es de alto valor histórico. Destaca la resistencia a losesfuerzos de Antíoco Epífanes IV de Siria por erradicar la religión judía y por helenizar alos judíos, y relata las hazañas de los hermanos Judas Macabeo, Jonatán y Simón, durantelas invasiones de los sirios y las peripecias históricas ocurridas entre 175 y 134 a.C. Elautor fue un judío de Palestina que escribió en hebreo alrededor de 100 a.C., pero el textohebreo se ha perdido.

7. Segundo libro de lo Macabeos. Es un resumen de una obra de 5 tomos escrita porJasón de Cirene (2.19–32). El libro trata de la historia de los judíos entre 175 y 160 a.C. Elestilo es exhortatorio y el fin es agradar y edificar (2.25; 15.39). El autor escribió para losjudíos de Alejandría, con el fin de despertar en ellos un interés por el templo de Jerusalén.El libro da por sentado la fe en la resurrección de los justos y recomienda la oración y elsacrificio de expiación por los difuntos (12.41–46). Tiene mucho menos valor histórico que1 Macabeos. Se escribió en griego entre 124 a.C. y 70 d.C.

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Adiciones a Ester. En el siglo I o II a.C. un tal Lisímaco (11.1) tradujo el texto hebreo deEster al griego. En seis lugares distintos de la narración griega, él, u otro autor, introdujopasajes que no se hallan en el texto hebreo y que suman 107 versículos. Todas estasadiciones, menos una, mencionan el nombre de Dios (recuérdese que el texto masoréticono se refiere ni una sola vez a Dios). En la Vulgata estas adiciones se agregan al final deltexto canónico, pero en la Biblia de Jerusalén están intercaladas en letra cursiva en loslugares correspondientes al texto canónico.

Adiciones a Daniel. En la versión Reina-Valera tiene doce capítulos; en las versionescatólicas tiene catorce. Los autores católicos reconocen que las partes que aparecenagregadas no fueron escritas en hebreo, y que no son de la misma naturaleza de lo queDaniel escribió en hebreo. Esto aprueba que Daniel no escribió los capítulos trece ycatorce.

La única razón que existe a favor de los libros apócrifos es que entraron a formar parte dela versión griega llamada Septuaginta o de los Setenta. Esta versión fue promovida porTolomeo, rey de Egipto, quien rey era amante de las letras; ordenó traducir los librosreligiosos hebreos para su famosa biblioteca de Alejandría, en donde se hizo la traducción.Con el tiempo se agregaron a esta traducción quince libros no inspirados. De la versióngriega se hizo una traducción al latín, que vino a ser conocida como versión Itala. De losquince libros apócrifos que formaban parte de la versión griega, diez pasaron a la versiónlatina, y fueron excluidos: La ascensión de Isaías, Los Jubileos, La epístola de Jeremías, eltercero de Macabeos, y Enoc.

Dámaso, obispo de Roma, encomendó a Jerónimo que prepara una nueva versión.Jerónimo fue a Belén, donde pasó veinte años entregado a la tarea que se le habíaencomendado de aqui surgió la Vulgata Latina, que vio la luz alrededor del año 400 de laera cristiana. Jerónimo se opuso a que se incluyeran en su versión los libros apócrifos;pero algunos que estaban familiarizados con la versión Itala, ejercieron presión para quelos apócrifos se incluyeran en dicha versión, en contra de la voluntad de Jerónimo.El concilio de Trento de 1545, empezó fijando de nuevo el canon de la Biblia; aquí sediscutió el problema de los libros apócrifos, y acordó excluir tres de los que habíanagregado: el tercero y el cuarto de Esdras, y la oración de Manases. Lógicamente, esteconcilio modificó acuerdos de concilios anteriores. Esto hace pensar que el hecho de quelos apócrifos hayan sido agregados a la versión griega no es base para decir que soninspirados dado que esto no transforma su naturaleza ni le confieren algún mérito. Laevidencia está en el hecho de que de los quince libros agregados a la Septuaginta, ochofueron excluidos; la exclusión de estos ocho libros viene a demostrar que los queagregaron los quince libros procedieron irresponsablemente; los mismos motivos quetuvieron para quitar los ocho, existen hoy para excluir los siete restantes.

No es ningún pecado leer los libros apócrifos. Se pueden leer para aumentar el acervocultural, pero no para conocer la voluntad de Dios para la vida cristiana, pues no soninspirados.