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LOS INDIGENAS EN EL SALVADOR
Segundo Montes
Hablar de indígenas en El Salvador actual suena a algo extraño,tal vez como preocupación históricao sofisticada de algunos antropólogos. La conciencia nacional, y la vivencia cotidiana, están completamente alejadas de la problemática,convencidas de que es un problemasuperado, relegado al pasado o alestudio de especialistas extravagantes. Se conservan algunos signos,más que todo de carácter folklórico,en fiestas populares, danzas, disfraces para el día de la Virgen deGuadalupe, mistificados con elementos de origen hispano. En algunas poblaciones remotas todavía seven algunas mujeres con la vestimenta indígena, como excepción.Sin embargo, todavía existenindígenas en El Salvador, aunque noconformen unidades culturales, sociales o políticas.
1. Los indígenas antes de laconquista y colonia
Los estudios arqueológicos yetnográficos no se han desarrolladosuficientemente en la región que ac-
tualmente conforma la república deEl Salvador. Posiblemente los restosmás antiguos identificables son lospetroglifos hallados en lascercanías del lago de Guija, compartido con Guatemala. Las ruinasde centros ceremoniales conocidas:Tazumal, San Andres, Cihuatán,Quelepa, entre las principales, confirman la hipótesis de que noexistían grandes poblamientosindígenas en el territorio, con podereconómico suficiente como paraemular a los homólogos guatemaltecos u hondureños, o que su civilización y cultura religiosa no había alcanzado los niveles de aquéllos.
Grupos mayoides se establecieron en territorio salvadoreño, aloeste del río Lempa -barrera natu..ral contra ta expansión-, mientrasque al este se encontraban tribusleneas. Las continuas migracionesnahuat (pipiles) provenientes delcentro de México se impusieronsobre los indígenas preexistentes ysuplantaron su civilización y cultura,tomando e incorporando lo que lesresulta útil, sin sobrepasar tampocoen forma importante las riberas del
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lempa. Sin embargo, no conformaron una sociedad unificada, ni unidad política. A la llegada de los españoles (Barón Castro, 1978)existían cuatro grandes concentraciones, autónomas aunque tuvieranentre algunas de ellas intercambiosy pactos, que comúnmente se les hadenominado como "señoríos": el delos Izalcos, el de Cuscatlán, el delos Nonualcos, más los lencas aloriente del Lempa. Sus economíaseran básicamente de subsistencia,a base del maíz, los frijoles, frutas yotras verduras 'complementarias dela dieta, si bien los izalcos teníancultivos de cacao y bálsamo que lessuponía una posibilidad de intercambio favorable.
La conquista y sometimientode los indígenas de El Salvador nosupuso mayores dificultades para elreducido ejército de Don Pedro deAlvarado auxiliado por los mexicanos fieles que acompañaban a losespañoles, por más aguerridos y belicosos que se mostraran losindígenas, pero que carecían de unidad y potencia militar como para poder impedir o demorar la arrolladoramarcha de los españoles avezadosa la lucha en México y Guatemala(Díaz del Castillo, 1947).
2. Los indígenas durante lacolonia
Como en el resto de mesoamérica, la encomienda fue el instrumento de dominación, sojuzgamiento y explotación que los conquistadores utilizaron para imponer su sistema, al que agregarían otra institución de carácter religioso quesancionaría y profundizaría las relaciones dominantes: el compadrazgo(Montes, 1979). Sin embargo, la re-
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gión de los izalcos se vería libre, encierto modo, de las relaciones normales de explotación y dominación,manteniendo cierto grado deautonomía socio-política entre losindígenas, con el fin de que pudieran incrementar la producción decacao y bálsamo, producto de interés para los españoles; las encomiendas no cubrían las zonas másimportantes de tales cultivos.
Si la población indígena era relativamente escasa, desarticuladaen unidades socio-políticas fraccionadas -lo que les debilitaríafrente a los españoles y a la reducción de la población autóctona quesiguió como consecuencia de laconquista y colonia-, tampoco losespañoles que buscaron residenciay propiedades en el actual territoriofueron numerosos en un comienzo,sino que se dirigirían hacia él cuando el cultivo y procesamiento delañil se convirtió en un rubro importante de la economía colonial. A pesar de todo, se mantendrían durantela colonia diversas comunidadesindígenas, así como pequeñospoblados "españoíes", pero lo quese iba imponiendo era el proceso demestizaje y de ladinización, que seconvertiría en la caracteristica predominante de la población al momento de la independencia: 20 %
blancos, 22.5 % indios, 57.5 % mestizos (Barón Castro, 1978: 483).
Los sistemas y mecanismos de11 resocialización", transculturacióny de ladinización, implementadospor los españoles durante el períodocolonial, hicieron su efecto, pero nofueron suficientes como para hacerque desaparecieran las comunidades indígenas y muchos de sus elementos de identificación étnico-cul-
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tural. Las Leyes de Indias -en lamedida en que se cumplieron- significaron una preservación contra laextinción de la población indígena.Pero sería principalmente el medioeconómico de sustentación el quemantendría las comunidades en supervivencia: la conservación de lastierras comunales, algunas de lasque serían permutadas o reducidascomo consecuencia de la intensificación del cultivo del " xiquilite" para la obtención del añil.
3. La proletarización de losindígenas
El proceso de mestizaje y ladinización, con la consiguiente desaparición -o debilitamiento, almenos- de los elementos aglutinantes de las comunidadesindígenas en El Salvador, se habíainiciado con la conquista y la colonia, avanzaba en forma progresiva yprácticamente irreversible, dadaslas condiciones objetivas ya indicadas, por lo que el hecho de la Independencia política no introduciría,por sí misma, elementos que revirtieran dicho proceso. Pero ya en elperíodo nacional republicano seintroducirían dos variables queacelerarían y consumarían el proceso de ladinización de la poblaciónindígena salvadoreña y su consiguiente desaparición como comunidad poseedora de identidad propia ydiferenciante: una de carácter predominantemente económico queconduciría a la proletarización, y laotra de índole política queconsumaría la desidentificaciónétnico-cuItural.
La lucha por la tierra, como base para el acceso al poder económico, social y político, estaba en el
fondo de las ideologizadas luchasentre liberales y conservadores sostenidas durante gran parte del sigloXIX. Las tierras mantenidas en régimen de propiedad privada estabanconcentradas en manos de los"criollos" (conservadores), y no erafácil ni posible arrebatárselas olograr una reforma agraria que lasrepartiera con los mestizos-ladinos(liberales). Estos últimos buscaríanel control del poder político paradesde allí implementar medidas queles dieran acceso a la propiedad dela tierra. Primero serían las tierrasque estaban en poder de la Iglesialas que pasarían a ser enajenadas asu favor, para avanzar más tarde hacia la conquista de las tierras comunales preservadas para los indígenas.
En El Salvador serían los liberales instalados en el poder los queemitirían leyes por las que seextinguían las "tierras comunales"y los r 'ejidos", que en adelantepasarían a ser propiedad privada. Lajustificación y legitimación de la medida se planteaba más bien a nivelideológico: la modernización del sistema productivo nacional, la libertad absoluta, la productividad mayoren beneficio de la nación; pero larealidad latente era la codicia detierras cultivables, sobre todo parael nuevo producto de importanciaen el mercado mundial: el café. Alas leyes anteriores se agregó la"Ley contra la vagancia", por la quea los que no tuvieran una tierra propia ni estuvieran contratados permanentemente en alguna finca, selos consideraba como "vagos" y seles obligaba a trabajar en las fincasque lo solicitaran y en las condiciones laborales propias de la época. Para dar mayor eficacia a las
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medidas se creó un cuerpo especialen el campo: la policía rural.
Como consecuencia de todo loanterior, las comunidades indígenasse vieron privadas de sus medios desubsistencia ancestrales: las tierrascomunales en las que obtenían labase de sustentación básica asegurada. Arrebatada su base económica, el deterioro de su conformaciónétnica, cultural, social y políticaserían definitivos y progresivos. Pero a ello hay que agregar un elemento acelerador: careciendo de fuentede trabajo y sustentación propia, ybajo las leyes impuestas, no lesquedaba otra solución que buscar-o ser forzados a- trabajar en lasfincas y demás centros de producción, bajo los salarios y otras condiciones laborales que les serían impuestas. Esto es lo que he llamadoproceso de proletarización, que iríadesintegrando progresivamente lascomunidades indígenas y debilitando su identidad (Montes, 1980: 3883).
4. Consumación del proceso deladinización
Los dos grupos indígenas quelograron conservar cierto grado deidentidad étnica y cultural durante elproceso iniciado con la conquista ycolonia, fueron los Nonualcos, en lazona central meridional del país, ylos Izalcos, en el occidente del mismo. Además existían comunidadesindígenas, pero sin consistenciaaglutinante, sino residuos de los antiguos "señoríos''. que habían logrado mantener un mínimo de supervivencia amparada en la base econá-'mica de las tierras comunales, lascofradías y otros medios propios deellos; pero su mestizaje y ladiniza-
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ción se iba profundizando y ampliando, y mucho más con la extinción delas tierras comunales.
Sin embargo, los Nonualcos ylos Izalcos eran verdaderos quistesétnicos y sociales enclavados enuna conformación nacional predominantemente mestiza. Su integración completa se produciría a travésde un proceso de ladinización brusco y violento, de carácter político insurrecciona!.
Apenas estrenada la Independencia -en la que no participaronlos indígenas, ni tuvieron beneficioalguno-, cuando todavía los actuales países centroamericanos estaban federados, en 1833 se subleva un dirigente nonualco, AnastasioAquino, que pronto se convertiría enuna leyenda para sus gentes, en unapesadilla para el gobierno local y para los beneficiarios de la independencia y del sistema imperante. Lasreivindicaciones que se convirtieronen bandera de lucha indígena revolucionaria eran: la explotación de lamano de obra en las plantaciones yobrajes de añil, la disminución delas tierras cultivables para losindígenas, el reclutamiento y lamuerte de sus hombres -a vecestambién de sus mujeres e hijos queles acompañaban en el campo debatalla- por el reclutamiento forzoso para las guerras permanentesentre caudillos y caciques, la Federación y los intentos segregacionistaso Durante algunos meses sus"ejércitos" tuvieron en jaque al gubernamental, conquistaron localidades de la región, e incursionaron enla ciudad de San Vicente donde habitaban muchos de los ricos añileros. Si se convirtió, o no, en "rey delos nonualcos", SI se coronó como
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tal en la iglesia de El Pilar de San Vicente, o no, es algo relegado a la leyenda y a la lucha ideológica parajustificar su ajusticiamiento y la masacre de gran parte de sus seguidores (Dalton, 1965; Arias Gómez1964). '
La represión que siguió a lacaptura, "enluíclarnlento" y ejecución de Anastasia Aquino, pretendíasentar un precedente, dar un escarmiento, e impedir que se repitieransucesos como el que había desestabilizado el débil poder político, social y económico en El Salvador. Elhecho de ser indígena, de la regiónde los nonualcos, era no sólo objeto de sospecha, sino más bien sentencia de muerte o de persecusión.Los que lograron escapar a la masacre y sobrevivir, emigraron enbusca de lugares más seguros, en elinterior del país o en el extranjero,se escondieron por tiempo prolongado, o encontraron otros mediosde defenderse por el momento. Laconsecuencia para el tema que nosocupa fue el proceso de ladinización de los nonualcos, ya fuera ensu nuevo lugar de residencia, yafuera en el mismo territorio nonualca, pero abandonando todo lo quepudiera identificarlos comoindígenas para no ser víctimas de lapersecución y de la sospecha. Elvestido, la lengua, las costumbres,la organización social, cultural ypolítica anteriores tuvieron que serabandonados, o relegados a la clandestinidad, si querían sobrevivir. Elproceso fue irreversible para los nonualcos, a los que en la actualidadno les quedan más que los rasgosfaciales y la nostalgia del pasado.
Un siglo más tarde, en enerode 1932, en la región de los izalcosse produciría un levantamiento
campesino, con fuerte componenteindígena. El dirigente máximo de losizalcos, José Feliciano Ama, se plegó al movimiento insurreccional, enbusca de una mayor autonomíapolítica y económica para su etnia.Ideológicamente también fue legitimada la represión al levantamientocomo si se tratara de una revolucióncomunista; las causas más profundas estaban en la gran depresiónmundial de esos años, que había dejado sin trabajo ni medios de subsistencia al campesinado proletarizadoen las fincas cafetaleras, carentesde tierras para siembras de granosbásicos, así como en las aspiraciones indígenas hacia una reivindicación étnica. Durante tres díaslograron dominar cinco poblacionesde la zona de los izalcos, pero no pudieron hacer frente al ejército y a laGuardia Nacional, que entraron asangre y fuego e implantaron un régimen de terror en la zona, con unsaldo de unos 30.000 muertos, ensu mayoría indígenas, lo que representaba el 28.55 % de la poblaciónestimada en la región (Montes,1979; 177-198).
El último grupo indígena consistente e integrado, poseedor delarga tradición y cierto grado deautonomía, la que había preservadosu cultura e identidad por más tiempo, sería sometido a un proceso deconsumación de ladinización. Nosólo sus máximos dirigentes, sinogran parte de la población indígenaadulta, sobre todo masculina, eincluso muchas mujeres y niños,serían exterminados. Algunos lograron buscar refugio en otras regionesdel país, o traspasarían las fronterashacia Guatemala y Honduras, abandonando su identidad. Los que permanecieron en la región se convir-
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tieron en objeto de sospecha y decacería, por lo que cualquier signode identificación indígena era supeor aliado. Junto con el vestidotendrían que renunciar a la lengua,a sus tradiciones, a su cultura, a suintegración soctal.hasta la fecha nohan logrado reaglutinarse comopueblo, y sobreviven pasivos, suspicaces, cerrándose a recordar el pasado o a comentarlo; únicamentetambién sus rasgos fisionómicosson un indicio de un pasado que noha podido ser desarraigado.
El proceso de unificación nacional, de uniformización de supoblación, ya fuera a través delmestizaje en las bases sociales mayoritarias, o de ladinización entrelos restos indígenas supervivientes,se había consumado, a costa de lasangre y el exterminio masivo de lapoblación indígena: el genocidio sehabía consumado en aras de la cultura occidental y de la civilización,supuestamente' 'cristianas".
5. Los indígenas salvadoreños enla actualidad
Al caminar por las calles deSan Salvador o de otras grandesciudades, por las plazas y mercados, por los barrios pobres y marginados, se aprecian rostros y rasgosmarcadamente indígenas. En el interior del país, por las zonas de mayor raigambre indígena, la densidadde señales se acrecienta. Nuncapuede uno estar seguro si son étnicamente .indígenas, o el mestizajeha tatuado profundamente sus ras'gos más característicos. En algunaspoblaciones menores, principalmente en la zona de los izalcos,todavía se ven .,indias refajadas",en minoría ciertamente, que se atre-
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ven a desafiar el proceso, más quetodo en una época en que el serindígena ya no significa peligro alguno para el sistema y para los intereses dominantes. Pero son rasgoscasi folklóricos, para un escaso turismo que busca curiosidades sentimentales o que se reinterpretan yexplotan en fiestas y en danzasadulteradas por intereses ajenos alos de los propios indígenas. Sólo alguno que otro anciano -cada vezya quedan menos- se atreve a reconocer que conoce alguna queotra palabra nahuat, o que puedehablar un poco el idioma que ya sele está olvidando; la mayoría niegafirmemente conocer el idioma, aunque tal vez lo hablen en la intimidadde su rancho. Las cofradías, en otrotiempo instrumento de organización, jerarquía y mantenimiento dela estructura social y cultural, privadas de su base económica de sustentación (la tierra) y de recursosmonetarios suficientes, así comosospechosas siempre de servehículo de identificación yautonomía, atentatorias a la integración nacional, se han reducido en sumayor parte de actividad a la organización de actos religiosos, principalmente los de la Semana Santa, aunque preservan una exclusividad étnica y a su interior se mantienenvínculos de solidaridad y estructuración social propios.
En la aguda crisis orgánica quepadece El Salvador, desde finalesde la década de los 70, los gruposindígenas que en otro tiempo fueronlos más conscientes, activos y revolucionarios se mantienen al margendel conflicto, sin que éste deje deafectarlos. Los movimientos y organizaciones campesinas que dieronbase a las fuerzas insurgentes no
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tienen raíces ni vínculos con los grupos indígenas supervivientes. laszonas que en otro tiempo fueron lasde agitación (nonualcos e izalcos)son en la presente crisis pasivas yde escasa o nula conflictividad, aunque últimamente hay bases y acciones guerrilleras por la región delos nonualcos. Se trata de explicarla pasividad revolucionaria, o suapatía, a veces, como consecuencia del excarmiento padecido ensus respectivos levantamientos insurreccionales. Sin despreciar eseaspecto, parece que más decisivoha sido el hecho de que las condiciones materiales -el deterioro desus condiciones de vida y detrabajo- no han sido tan dramáticos como en la zona norte del país-de campesinos depauperados-,por lo que el elemento de conciencia es más difícil de despertar enmedio de un sistema represivo como el prevaleciente en El Salvador.
En los últimos años ha surgidoun débil movimiento indigenista,arraigado principalmente en el occidente del país -zona de losizalcos- aunque no exclusivamente, denominado Asociación NacionalIndígena Salvadoreña (ANIS), conuna filiación de 1,800 miembros, según sus propios datos. Este movimiento, fundamentalmente reivindicativo, está asociado en la UnidadPopular Democrática (UPD), movimiento centrista, que firmó un PactoSocial con el Partido DemocrátaCristiano (PDC), para servir de basesocial del mismo en las eleccionesde 1984 y 1985, que llevarían al poder presidencial, congresista y municipal a dicho partido, a cambio dealgunas concesiones de índole secundaria en puestos administrativos, y de promesas de reformas y
acceso privilegiado a la tierra. Talopción política, como grupo minoritario dentro de una asociación mayor ubicada en la base de un partidocon escaso poder, revela, por un lado, la debilidad del movimiento indigenista y, por el otro, la orientaciónideológica prevaleciente en la únicaasociación indigenista, para cofirmar un pacto socio-político de esaíndole (Montes, 1984: 172; passim).
A pesar de todo, su poder estan insignificante que no han podidolograr que se esclarezca mucho menos que se juzgue y sentencie a losculpables- de la matanza de por lomenos 74 indígenas de una cooperativa de la zona de los izalcos, afiliada a ANIS, ocurrida en la finca"las Hojas" el 22 de febrero de1983 (ECA, 1983: 242-5).
las comunidades indígenas enEl Salvador, como se ha visto, su organización e identidad étnicas, soncosas del pasado, de la historia. Noes de extrañar, por tanto, que lamayoría de los salvadoreños seantotalmente ignorantes del tema y delproblema, o lo tomen como una curiosidad casi morbosa. Se ha consumado plenamente el genocidio cultural de los indígenas en El Salvador.
San Salvador, 8 de octubre de 1985
BIBLIOGRAFIA
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Barón Castro, Rodolfo; La población de ElSalvador; UCA-Editores, San Salvador,2a. edic., 1978.
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Dalton, Roque; El Salvador (Monografía); Enciclopedia Popular, La Habana, 1965.
Diaz del Castillo, Bernal; Verdadera historiade los sucesos de la conquista de laNueva-España; en Biblioteca de Autores Españoles, Tomo XXVI, Historiadores Primitivos de Indias, 11; Atlas,Madrid, 1947, págs. 1-317.
Montes, Segundo; El compadrazgo, Unaestructura de poder en El Salvador;UCA-Editores, San Salvador, 1979.
Idem; El agro salvadoreño (1973-1980);Depto. de Sociología y CienciasPolíticas. Universidad Centroamericana
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José Simeón Cañas; San Salvador,1980.
Idem; El Salvador: Las fuerzas sociales enla presente coyuntura (enero 1980 a diciembre 1983); Depto. de Sociología yCiencias Políticas, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas; San Salvador, 1984.
ECA: Estudios Centroamericanos: "Sangre ytierra" (W.Z.); Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, revista mensual, No. 413-414, marzo-abril 1983,Año XXXVIII, págs. 342-5.
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