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MAX SCHELER LOS ÍDOLOS DEL AUTOCONOCIMIENTO EDICIONES SÍGUEME SALAMANCA 2003

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Es un texto sobre fenomenologia.

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Page 1: Los Idolos Del Autoconocimiento Scheler

MAX SCHELER

LOS ÍDOLOS DELAUTOCONOCIMIENTO

EDICIONES SÍGUEMESALAMANCA

2003

Page 2: Los Idolos Del Autoconocimiento Scheler

Cubierta diseñada por Christian Hugo Martín

© Tradujo Íngrid Vendrell Ferransobre el original alemán: Die Idole der Selbsterkenntnis

© Ediciones Sígueme S.A.U., 2003C/ García Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / EspañaTlf.: (34) 923 218 203 - Fax: (34) 923 270 563e-mail: [email protected]

ISBN: 84-301-1511-0Depósito Legal: S. ¿¿??Impreso en España / UEImprime: Gráficas Varona S.A.Polígono El Montalvo, Salamanca 2003

Page 3: Los Idolos Del Autoconocimiento Scheler

CONTENIDO

Introducciónpor Íngrid Vendrell Ferran, 9

LOS ÍDOLOS DEL AUTOCONOCIMIENTO

Observación preliminar, 17

1La esencia del engaño en contraposición al error, 29

2Engaño y percepción interna, 37

3Un error general en la interpretacióny explicación de los engaños, 73

4Fuentes generales de los engañosde la percepción interna, 81

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INTRODUCCIÓN

Íngrid Vendrell Ferran

Max Scheler (1874-1928) ha sido uno de los pensadoresmás influyentes del siglo XX. Interesado por las más diver-sas materias, sus escritos versan sobre temas religiosos, po-líticos, psicológicos, sociológicos y antropológicos, aunquesus aportaciones más significativas a la filosofía se refieranal campo de la ética. La ética, punto de partida de su pensa-miento desde su doctorado y habilitación con el neoidealis-ta R. Eucken, ha sido el eje central de toda su obra y el mo-tivo que lo ha llevado a rebasar los angostos límites delneoidealismo y psicologismo dominantes en su época y abuscar una alternativa en su investigación más acorde con laexperiencia. De este modo, Scheler entabla diálogo con todala tradición filosófica, desde san Agustín a Bergson, hasta elmomento en que «descubre» la fenomenología husserliana.El encuentro con Husserl y la singular aplicación del métodofenomenológico que Scheler lleva a cabo abrieron un nuevocampo de investigaciones para la ética.

Los ídolos del autoconocimiento fue escrito en 1912 –elmismo año en que redacta el Resentimiento en la moral– ymarca el inicio del periodo más fructífero y turbulento de lavida de su autor. Ambas obras suponen el comienzo de lostrabajos fenomenológicos de Scheler sobre cuestiones éticasy el abandono definitivo de la influencia de sus primerosmaestros (Eucken y Liebmann). Se trata de una etapa de grancompromiso con la fenomenología y el pensamiento cristia-no que terminará a principios de los años veinte con el dis-tanciamiento respecto a la iglesia católica y con una nueva

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orientación hacia problemas de carácter sociológico y metafí-sico. Durante un lustro, de 1912 a 1917, Scheler escribe unaserie de textos acerca de cuestiones éticas y su relación con lavida afectiva. Entre ellos destacan: Sobre la vergüenza y elpudor (1913); Zur Rehabilitierung der Tugend («La rehabili-tación de la virtud», 1913); Zur Phänomenologie und Theorieder Sympathiegefühle und von Liebe und Hass (1923), am-pliada diez años después como Esencia y formas de la simpa-tía; la primera parte de su Ética (1913), completada con unasegunda parte en 1916, Ordo amoris (1914); Reue und Wie-dergeburt («Arrepentimiento y renacimiento», 1917). Crono-lógicamente hablando, Los ídolos inau gura una fase de granproductividad filosófica.

En Los ídolos del autoconocimiento Scheler defiende unatesis radicalmente nueva sobre el conocimiento de concien-cias ajenas, que suscitó las más variadas reacciones1. La te-sis, que también defenderá en Esencia y formas de la simpa-tía, afirma que podemos ver directamente los sentimientosde los demás sin necesidad de realizar juicios e inferenciassobre la información que nos proporcionan las expresionesde su cuerpo. Esta tesis, que se conoce como realismo direc-to inmanente, implica que los dos pares de conceptos, per-cepción interna y percepción externa por un lado, y percep-ción evidente y percepción no evidente por otro, no sonconceptos equivalentes. Es decir, a diferencia de lo que afir-ma la tradición filosófica cartesiana, la percepción interna nies necesariamente evidente, ni está exenta de error.

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1. Para una fundamentación detallada del realismo psíquico, cf. M.Geiger, Das Unbewusste und die psychische Realität, en Jahrbuch für Phi-losophie und phänomenologische Forschung IV, Verlag von Max Niemeyer,Halle 1921. Una defensa de las tesis concretas de Scheler puede hallarse enK. Bühler, Crisis de la psicología, Morata, Madrid 1966, 105-130. Entre lascríticas que ha recibido esta doctrina destacamos las dos siguientes: E.Stein, Zum Problem der Einfühlung (tesis doctoral), Buchdruckerei desWaisenauses, Halle 1917, en la segunda parte, cap. 6: «Controversia con lateoría de Scheler sobre la aprehensión de la conciencia ajena»; y A. Schütz,La construcción significativa del mundo social, Paidós, Barcelona 1993.

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Precisamente porque la percepción interna puede ser ob-jeto de ilusión, Scheler se propone realizar en el ámbito de lapercepción interna el trabajo de Bacon sobre los ídolos delconocimiento. Semejante tarea se inicia con el rechazo de to-dos los intentos de separar lo físico de lo psíquico a partir deatributos definibles, ya sea el intento cartesiano de caracteri-zar lo físico como lo extenso y lo psíquico como lo inexten-so, ya sea el de F. Brentano de determinar lo psíquico comoun acto o función y lo físico como fenómeno dado intencio-nalmente en estos actos o funciones. Pues no encontraremosningún atributo que posean las cosas psíquicas y no las físi-cas, de manera que se puede percibir en la intuición internaalgo ajeno del mismo modo como en la percepción externapuede percibirse algo propio, como el propio cuerpo. La di-ferencia no radica en los atributos de las cosas que se nosdan, sino en el modo de darse. Scheler descubre que el con-tenido que aparece en la dirección de la intuición interna tie-ne una forma de darse que es esencialmente diferente de laforma de darse de lo físico en la percepción externa, aunqueambos tipos de fenómenos tengan la misma inmediatez.Mientras que el mundo de lo físico está caracterizado por unser separado en dimensiones espaciotemporales que va desa -pareciendo a medida que nos desplazamos de los estratosmás periféricos hacia lo puramente psíquico (así, en el estra-to de los sentimientos sensibles o sensaciones afectivas to-davía hay un tipo de localización y de sucesión temporal,que ya no encontramos en posiciones más centrales), lo psí-quico está dado en un ser juntos peculiar, en una relación in-mediata con el yo.

Siguiendo con la analogía, nos encontramos con que delmismo modo como las funciones de los sentidos nos propor-cionan los fenómenos físicos, hay también un sentido internoque nos proporciona los fenómenos psíquicos. Fenómenosque como tales no agotan la realidad psíquica, pues, según elrealismo directo inmanente, lo psíquico no se reduce sólo a

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aquello que de él deviene fenómeno, es decir, a las vivencias.Tan absurdo sería postular que aquel fragmento de la natura-leza que nos es dado en la percepción sensorial es lo único re-al y que todo lo demás es sólo disposiciones o posibilidadesde la percepción, como creer que de la realidad anímica sóloes real aquello que nos es dado en la vivencia. El sentido in-terno aprehende, pues, únicamente una parte del vivenciaranímico real y, como los órganos externos de la percepción,tiene una función que selecciona aquello que es importantepara la esfera de actividad y de interés del cuerpo vivo, ac-tuando además como un analizador de lo importante para lavida. De este modo, sólo se vivencian los contenidos que sonsignificativos para el cuerpo vivo, mientras que los otros con-tenidos permanecen excluidos. Así pues, el sentido internomanifiesta una tendencia a mantenernos en la periferia, en loscontenidos sensibles, y a desviar la mirada de la profundidaddel yo, abriendo así la posibilidad de convertirse en una fuen-te de engaño para la percepción interna. Sólo en este sentidopuede entenderse la frase de Scheler de que somos psicólogosnatos de las sensaciones orgánicas, y que únicamente supe-rando esta tendencia podemos mirar en la profundidad del yo.

Dado que el sentido interno selecciona sólo una parte dela realidad psíquica, éste divide a la conciencia en dos ámbi-tos: la subconciencia y la sobreconciencia. De la primeraforma parte la realidad psíquica que no cae bajo la luz delsentido interno, todas aquellas vivencias que permanecenalejadas de él, pero que en principio son accesibles a la per-cepción interna. Precisamente el atributo de la accesibilidaddistingue de modo radical la subconciencia del inconscientefreudiano. El segundo de estos ámbitos, la sobreconciencia,está formado por lo percibido por el sentido interno. Esta-mos, pues, ante una nueva manera de entender la concienciaque contrasta con la imagen que se tenía de lo psíquico aprincipios del siglo XX, una imagen dominada por la psico-logía de las vivencias en sus dos versiones.

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Por un lado, lo que siguiendo la terminología de M. Geigerpodemos denominar el realismo de las vivencias –representa-do por W. James, W. Wundt y todos sus discípulos–, cuyaprincipal característica es la reducción de la realidad psíquicaa una corriente de vivencias encadenadas; y por otro lado, elpsicoanálisis de Freud, que postula la existencia de una reali-dad inconsciente por debajo de la realidad psíquica de las vi-vencias, una realidad configurada por un material diferente,inaccesible, y regida por sus propias leyes.

Frente a estas teorías, el realismo psíquico inmanentecontempla las emociones no sólo como vivencias, sino comofuerzas reales de la vida anímica. Pues la realidad, cuyo ca-rácter fundamental es la resistencia, también es una cuestiónque atañe a los fenómenos psíquicos, aunque a menudo sehaya confundido «el gran y diverso problema de las esferas,primordialmente de las esferas de los llamados mundo ex-terno y mundo interno, del físico y del psíquico, con el pro-blema de la realidad»2.

La realidad psíquica puede existir y obrar sin ser viven-ciada, del mismo modo como el mundo externo existe y si-gue existiendo aun cuando no es percibido. Expresada enuna bella imagen de M. Geiger, esta teoría afirma que «so-mos en nuestro vivenciar como el astrónomo ante su teles-copio, el cual en cada instante sólo puede escoger y observaruna parte de los sucesos del cielo. En nuestro vivenciar acla-ramos una parte del mundo psíquico real, que temporalmen-te en el espacio del coexistir espiritual se pierde en todas di-recciones en la oscuridad»3.

En la presente traducción hemos intentado reflejar la con-tundencia con la que el autor expresa sus pensamientos y lafuerza con la que plasma sus ideas. Conscientes de que no se

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2. M. Scheler, Idealismus-Realismus, en Gesammelte Werke IX, Spä-te Schriften, Francke Verlag, Bern-München, 194.

3. M. Geiger, Das Unbewusste und die psychische Realität, 4-5.

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trata de una tarea fácil, esperamos al menos que sirva paraaumentar el acervo de textos de Scheler disponibles en caste-llano y que su lectura enriquezca las discusiones actuales enel campo de la filosofía, la psicología y las ciencias sociales.

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