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LOS FRUTOS DE SU TRABAJO: Un estudio de caso de valor compartido

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AgroindustriaProyecto Subsole, Chile

Octubre, 2013

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ESTUDIO DE CASO Los frutos de su trabajo: Un estudio de caso de valor compartidoMediante una evaluación experimental de una “compañía destacada” de la industria frutícola chilena, el Banco Interamericano de Desarrollo busca la forma de llevar a la práctica en ese ámbito el concepto del valor compartido.

A lo largo de una faja de 1.450 kilómetros del fértil cinturón agrícola de Chile, Subsole S.A. produce y empaca abundantes volúmenes de uvas de mesa, clementinas, kiwis y otras frutas para su exportación a los Estados Unidos, Europa y otras partes del mundo. La empresa siempre se ha enorgullecido de ser un buen lugar para trabajar, pero las realidades del mercado la impulsan a tornarse aún mejor. En una economía floreciente y con una escasez cada vez más pronunciada de trabajadores agrícolas, uno de los principales problemas que afronta Subsole es la forma de atraer y conservar, año tras año, recolectores y empacadores de frutas dignos de confianza, manteniendo al mismo tiempo su competitividad. El compromiso ético de la compañía y su espíritu innovador, combinados con un problema claro y concreto que afecta su operación básica, han dado las condiciones propicias para desarrollar la idea del valor compartido.

Este no es un caso de filantropía empresarial, sino de pasos juiciosos que puede dar la empresa para mejorar las condiciones de vida de sus trabajadores y, al mismo tiempo, favorecer sus propios intereses. Michael E. Porter y Mark R. Kramer lo expresaron de esta forma en su not¬able estudio ¬¬sobre el valor compartido, publicado en enero de 2011 en la Harvard Business Review: “Las empresas que actúan como empresas y no como donantes caritativos, constituyen la fuerza más poderosa para afrontar los problemas apremiantes que enfrentamos”.

Este concepto articula eficazmente con la misión central del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que asigna prioridad a la promoción del crecimiento económico sostenible y a la reducción de la pobreza y la desigualdad. En 2012, el BID contrató a la firma consultora Booz Allen Hamilton para que asistiera en la configuración de un programa experimental concebido para evaluar el potencial de valor compartido —no en la escala de las grandes multinacionales o de las empresas Fortune 500, sino de una compañía latinoamericana de origen local y vinculada firmemente con la comunidad.

Fundada en 1991 por Miguel Allamand, que aún es el presidente de la empresa, Subsole creció en forma acelerada durante los años recientes y hoy día figura entre los cinco principales exportadores de frutas de Chile, con operaciones de cultivo, empacado, almacenamiento frigorífico y exportación. Produce alrededor de 30% de la fruta que exporta y el resto proviene de su cadena de suministro compuesta

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por compañías asociadas y pequeños productores independientes. Los rostros de docenas de éstos aparecen en una sección del sitio de Subsole en la Internet denominada “Conozca al productor”, que presenta breves perfiles en videos grabados en granjas de todo el país.

La empresa de propiedad familiar, que tenía un historial de crédito de diez años con el BID, era una firme candidata para un programa experimental sobre valor compartido, dijo Paola Bazán, una oficial de inversiones del Departamento de Financiamiento Estructurado y Corporativo del BID, que estructuró el mecanismo crediticio más reciente con la compañía —un préstamo de US$32 millones para ampliar las instalaciones de producción que incluía un componente menor para construir una planta de energía solar que alimentaría sistemas de riego en el árido valle chileno de Copiapó. Con este proyecto, que conlleva la aplicación del concepto del valor compartido para atender a las necesidades de energía, Subsole se constituye en el primer exportador de frutas del país que depende de una fuente de energía renovable.

Además de su sólida posición financiera, Subsole contaba con un buen historial en materias ambientales y sociales, incluyendo la igualdad de géneros, y había cumplido con las normas más exigentes de certificación internacional por sus prácticas empresariales, dijo Bazán. “Ya tenían toda una curva de aprendizaje en diferentes temas de innovación”.

Cuando el BID invitó a la empresa para que participara en la que sería una nueva experiencia para las dos partes —una evaluación exhaustiva del potencial de incremento del valor compartido— Subsole estaba preparada y dispuesta. El objetivo que se fijó fue la definición de inversiones concretas que pudiera realizar la compañía para beneficiar a los trabajadores agrícolas y sus comunidades, fortaleciendo, a su vez, los resultados finales de sus operaciones.

Andrés Vicencio, un veterano ingeniero agrónomo que trabaja en estrecho contacto con los cultivadores de Subsole, dijo que la rigurosa evaluación ayudó a que la empresa considerara algunos aspectos de sus actividades con otros ojos. “Se prendió la lucecita”, dijo describiendo el cambio de perspectiva.

Por cierto, muchos de los problemas que se detectaron durante la evaluación y que Subsole comienza a abordar, son complejos desde el punto de vista logístico y exigen más datos y hasta medidas legales antes que pueda llevarse a la práctica su solución. Inclusive la realización de una encuesta entre los agricultores demora meses, porque las temporadas de cosecha y empaque varían según la clase de fruta y la ubicación geográfica del cultivo en el largo espinazo chileno.

Empero, Subsole tiene ahora una hoja de ruta a la cual atenerse y en una industria en la que muchos factores están fuera del control de la compañía —las precipitaciones pluviales o el tipo de cambio, por ejemplo— varios gerentes de Subsole dijeron que resulta alentador el hecho de que ciertos cambios parezcan muy factibles.“Está mucho más en nuestras manos de lo que pensábamos”, dijo Alejandra Quezada, gerente de recursos humanos de Subsole.

SE PRENDIÓ LA LUCECITA

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EL PROCESO DE DIAGNÓSTICO

El concepto del valor compartido se aplica a muchos aspectos de la actividad empresarial, pero el estudio experimental con Subsole se concentró en el principal problema de la compañía, a saber la disponibilidad de mano de obra sostenible. En el caso de Subsole, esto significa que debe encontrar los medios para consolidar una fuerza laboral sumamente inestable, que varía según las distintas frutas y temporadas de cosecha.

Para llevar a cabo esta evaluación, el equipo del BID y Booz Allen creó una metodología pormenorizada a fin de definir y cuantificar aspectos concretos en los que se superpusieran las necesidades de la sociedad y las de la compañía. El proceso de evaluación dividido en cinco etapas, que se llevó a cabo en un período de cuatro meses, se concibió con la finalidad de que fuera flexible y pudiera replicarse en otras empresas e industrias.

La etapa de compilación de datos incluyó un estudio del país por medio de un riguroso análisis político, económico, social, tecnológico, ambiental y jurídico, un examen del sector agrícola de Chile concentrado en los principales agentes de la industria frutícola y un análisis de los aspectos positivos, las deficiencias, las oportunidades y los riesgos de Subsole.

Un aspecto esencial de la evaluación fue el viaje a Chile del equipo del BID y Booz Allen, que en diciembre de 2012 permaneció una semana en el país, reuniéndose con directivos de Subsole y manteniendo quince entrevistas grupales con trabajadores, supervisores, subcontratistas de mano de obra, organizaciones comunitarias y dirigentes políticos locales. Las entrevistas brindaron al equipo una visión cabal de los problemas más críticos que afronta la compañía en lo que atañe a la mano de obra. Se procedió luego a la cuantificación de los grupos de beneficiarios potenciales, para que el equipo pudiera determinar cuáles eran los problemas más importantes para los distintos grupos. Los datos se asentaron en una planilla detallada que se transformó en un instrumento de ponderación de costos y beneficios y determinación de las posibles intervenciones que representaran buenas inversiones. Las distintas opciones se concentraron en varios aspectos empresariales y sociales que Subsole deseaba abordar, vinculando así directamente los problemas empresariales con las necesidades sociales y las respectivas soluciones.

Por ejemplo, muchos trabajadores mencionaron la necesidad de mejor acceso a los servicios de atención de salud como los exámenes médicos regulares o la atención odontológica. Aunque Chile tiene un amplio sistema de atención de salud, los servicios no siempre se encuentran disponibles en los parajes rurales remotos o los períodos y las filas de espera son largos. El análisis desglosó los costos, por año y por períodos de cinco años, de las distintas medidas que puede tomar la empresa para que los servicios de atención médica o de cuidados preventivos sean más accesibles, suponiendo distintos números de granjas y plantas de empaque cubiertas. El estudio constató que la empresa podría rebajar sus costos considerablemente si aprovechara los servicios públicos o privados ya existentes, como las clínicas móviles. Una vez convertidos los datos en factores, el análisis comprobó que los beneficios del suministro de mayor acceso a la atención de salud —en cuanto a la atracción y conservación de una fuerza laboral más confiable— serían dos veces y media mayores que los costos. En otras palabras, no solo se estaría haciendo lo correcto sino que sería una buena inversión.

Allamand, Presidente de Subsole, dijo que la evaluación rigurosa, con su análisis de costo y beneficios “absolutamente fundamental”, ayudará a que la compañía solucione problemas de larga data.

“Está mucho más en nuestras manos de lo que pensábamos”.

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“Es muy diferente tener la conciencia de que existe una cierta problemática en el sector, tener incluso una idea razonablemente acabada de sus causas y características, y realizar un proceso de evaluación sistemática de esa situación”, dijo. “La información sistematizada permite una evaluación mucho más precisa y profunda y hace posible diseñar caminos de solución mucho más concretos”.

EL PANORAMA GENERAL

La historia de Subsole transcurre en un país que ha experimentado un firme crecimiento económico durante los años recientes, con una proyección de aumento del PIB entre 4% y 5% en 2013, según el Banco Central de Chile. El país ha realizado inversiones sustanciales en su sistema de protección social y ha abatido la tasa nacional de pobreza—en 1998 ascendía a 21,6% y en 2009 había bajado a 15,1% —aunque la desigualdad sigue siendo alta. A escala nacional, el desempleo supera el 6% y entre los jóvenes llega a más de 20%.

La agricultura ha sido un factor importante del desarrollo económico de Chile, pero uno de los principales problemas del sector es la constante reducción del caudal de mano de obra. Muchos hombres se desplazan hacia empleos más permanentes en otros sectores, como la construcción o la minería y a menudo las mujeres se vuelcan hacia el comercio minorista y otros servicios, o se quedan en el hogar al cuidado de los hijos. Los jóvenes en busca de oportunidades educacionales o profesionales emigran a las ciudades y no consideran que la agricultura sea algo “moderno” o parte de su futuro. En 1961, apenas algo más de 31% de los chilenos vivía en el medio rural y para 2011 esa proporción se había reducido a menos de 11%.

En este entorno, es muy difícil conseguir trabajadores suficientes para cosechar y empacar varios millones de cajas de frutas. La mayoría de las agroindustrias depende de terceros que buscan y contratan trabajadores temporeros, muchos de los cuales deben trasladarse desde regiones vecinas. El mecanismo de las contrataciones tiene ventajas legales y financieras para una compañía, pero también suscita complicaciones. Vicencio, el agrónomo de Subsole, dijo que muchos contratistas que trabajan en la industria sólo se consagran a “hacer número”, reclutando a cualquiera que esté dispuesto a trabajar, sin preocuparse por averiguar si posee experiencia o es digno de confianza.

En el largo plazo, se plantea la exigencia de reducir la dependencia de este caudal de trabajadores temporeros en constante rotación y, a menudo, poco fiable. En el apogeo de la cosecha, menos de la cuarta parte de los peones agrícolas que trabajan en los establecimientos de Subsole tiene raíces en la comunidad local. La compañía quiere aumentar esta tasa atendiendo a las necesidades sociales de los trabajadores locales y sus familias, alentándolos de esa manera para que establezcan una relación más duradera con la empresa.

Una parte de este esfuerzo consiste en dispensar una atención especial a las cuestiones de género. Los cambios operados en la fuerza laboral de Chile durante los años recientes, han determinado que sea mayor que antes el número de mujeres dedicadas a las labores agrícolas. En Subsole, representan 40% de los recolectores de frutas y 80% del personal de empaque. Las mujeres también desempeñan en número creciente tareas agrícolas de otra clase, pero tienden a estar sub representadas en el rango gerencial.

“Es muy diferente tener la conciencia de que existe una cierta problemática en el sector, tener incluso una idea razonablemente acabada de sus causas y características, y realizar un proceso de evaluación sistemática de esa situación”.

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Con el tiempo, a fin de llevar a cabo cambios generalizados y metódicos, Subsole ampliará su radio de acción a fin de que, además de sus propios trabajadores, abarque a todos los cultivadores de su cadena de suministro, lo que tornará más sostenible su modelo operativo. Gran parte de las frutas que la compañía empaca, refrigera y exporta proviene de pequeños establecimientos independientes y a lo largo de los años Subsole ha desarrollado una red de productores que comparte su afán por la calidad en toda la cadena de suministro. Es una relación que exige gran compromiso, dijo Andrea Araya, que administra una variada cartera de temas de la compañía, incluyendo sostenibilidad ambiental, ética, seguridad alimentaria y certificaciones internacionales.

“En la medida que al productor le vaya bien, a nosotros también nos va a ir bien”, dijo, describiendo la filosofía de la empresa y, ampliando el concepto, Araya señaló que la compañía siempre ha creído que la valoración de los trabajadores y la comunidad “redunda en beneficios para nosotros”.

APROVECHAMIENTO DEL POTENCIAL

Sobre la base de sus entrevistas con los interesados, el equipo del BID y Booz Allen considera que Subsole es una “una compañía destacada” en el ámbito de la fruticultura chilena que, además de cumplir con las normas internacionales de calidad más estrictas, ha tratado constantemente de mejorar las condiciones de trabajo y apoyar a las comunidades en las que opera.

Antes de que el BID contactara a Subsole para estudiar su potencial de mejoramiento del valor compartido, la compañía ya había comenzado a considerar distintos medios para abordar la situación laboral general en varias de sus granjas y plantas de empaque. Varios gerentes dijeron que el riguroso proceso de evaluación ayudó que la compañía clarificara y organizara sus planes y trazara una hoja de ruta más amplia y sistemática. “Con este proyecto, tuvimos la posibilidad de hacernos cargo”, dijo la gerente Andrea Araya.

El equipo del BID y Booz Allen definió cuatro posibles ámbitos de concentración —salarios, empleo todo el año, beneficios para los trabajadores y cuestiones que afectan especialmente a la mujer, habida cuenta de su predominio en la fuerza laboral de Subsole— y comenzó a delinear intervenciones concretas que pudieran ayudar a la consecución de los objetivos en cada ámbito. El equipo evaluador analizó cronogramas, costos y otras implicaciones de nueve intervenciones concretas que la compañía podía considerar con objeto de aumentar el valor compartido en lo atinente a la fuerza laboral.

Tras un análisis más profundo de las cifras, el equipo constató que algunas opciones, por ejemplo los servicios de salud suplementarios, tenían un alto coeficiente de beneficios en función de su costo. Otras, como las instalaciones de guardería infantil en el sitio de trabajo rendirían menos en relación con el dinero invertido si se llevaran a la práctica para un gran número de beneficiarios, porque las operaciones de la compañía se hallan esparcidas en una vasta superficie. Asimismo, la construcción de guarderías autónomas conllevaría muchos costos latentes relacionados con los trámites burocráticos y los requisitos legales. El análisis brindó una variedad de costos a corto y largo plazo en cada categoría, dependiendo de diferentes supuestos.

LOS BENEFICIOS DE EXPANDIR EL ACCESO A LA ATENCIÓN SANITARIA PODRÍAN SER 2,5 VECES MÁS ELEVADOS QUE LOS COSTOS

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Cuatro meses después de la visita inicial, el equipo evaluador se reunió nuevamente con Subsole para examinar las posibles intervenciones en detalle. Algunas conllevaban inversiones significativas o imponían, inclusive, la reestructuración del modelo operativo de la compañía y, en esos casos, el equipo y la empresa definieron algunas medidas iniciales que deberían tomarse con vistas a la consecución de los objetivos a largo plazo. En el corto plazo, la compañía se concentrará en las intervenciones cuya puesta en práctica sea más factible y que atiendan directamente a algunas de las necesidades más acuciantes, a saber:

• Determinación de medios para complementar el trabajo de temporada. La estacionalidad de su fuerza laboral, debida a las temporadas de cosecha específicas, constituye el problema clave de Subsole y es una exigencia de largo plazo que debe tratarse sistemáticamente. Subsole estudiará una variedad de opciones de inversión para satisfacer la exigencia de incrementar el empleo durante todo el año. Una posibilidad consiste en asociarse con otra industria que tenga una temporada de trabajo complementaria o con otras empresas agrícolas que cultiven productos diferentes. En otras granjas o plantas de Subsole puede haber otras posibilidades; por ejemplo, la empresa ingresó recientemente al ramo de las nueces, cuyos períodos de apogeo de la cosecha son diferentes a los de la mayoría de las frutas de Subsole.

• Desarrollo de un programa de capacitación de contratistas. Muchos aspectos laborales dependen de los terceros que contratan mano de obra y, por tal motivo, Subsole proyecta invertir en la capacitación de contratistas calificados a fin de que ayuden más eficazmente a la empresa con la contratación y conservación de una fuerza laboral más confiable. El programa incluirá oportunidades de aprendizaje con contratistas que posean un historial comprobado de trabajo con Subsole y que formen parte de la empresa casi en pie de igualdad con el personal regular. Esta iniciativa se modelará conforme a las prácticas óptimas desarrolladas en La Inca, una granja y planta de empaque cercana a Santiago.

• Provisión de servicios de salud en el sitio. Las operaciones básicas de Subsole dependen de la disponibilidad de una fuerza laboral saludable y, por ende, la empresa desea invertir más en la salud de sus empleados y los familiares de éstos. Una opción es la colaboración con entidades del gobierno local para que los servicios existentes sean más convenientes y puedan complementarse con otros servicios que los empleados hayan considerado importantes. Por ejemplo, una clínica móvil podría ofrecer exámenes regulares (incluyendo atención prenatal y examines ginecológicos para las mujeres), tratar problemas de salud comunes y ofrecer asesoramiento preventivo, refiriendo la atención de problemas médicos más graves a instalaciones cercanas.

• Inversión en un programa de desarrollo profesional para sus trabajadores. Para aumentar la calidad de la fuerza laboral de Subsole y su lealtad con la compañía, se ofrecerá a los empleados módulos de capacitación relacionados con sus tareas específicas durante las horas de trabajo, mediante aprendizaje, capacitación práctica o certificaciones. Fuera del horario laboral, los interesados podrán seguir otros cursos de formación profesional o académica. El programa prevé que cuando los empleados hayan trabajado en la empresa durante un período determinado, sus hijos también serán elegibles para recibir beneficios educacionales.

EN EL PRIMER AÑO SE EMPIEZA A IMPLEMENTAR LAS DIVERSAS INTERVENCIONES

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“Subsole tiene ahora una hoja de ruta a la cual atenerse”.

Sobre la base del proceso de evaluación, Subsole tiene un plan con las medidas que deberán tomarse durante el primer año, desde abril de 2013 a abril de 2014, para iniciar la puesta en práctica de varias intervenciones. Andrea Araya dirige un equipo de seis personas que trabaja en la ejecución de los primeros proyectos experimentales, vigila la observancia del cronograma y estudia cambios a largo plazo. La compañía y el BID mantienen teleconferencias periódicas con fines de actualización.

Durante los tramos iniciales, gran parte de la atención se centra en la compilación de datos adicionales con objeto de determinar más precisamente las diferencias socioeconómicas entre las distintas granjas donde opera Subsole, y las necesidades diferentes de hombres, mujeres y jóvenes. El apogeo de las temporadas frutícolas de Chile se extiende desde noviembre a abril y, por tal motivo, algunos pasos aun relativamente fáciles, no tendrán lugar hasta 2014.

Los gerentes han dicho que muchos cambios no ocurrirán de la noche a la mañana, pero ocurrirán —no sólo porque la compañía quiere obrar apropiadamente, sino porque debe hacerlo si desea seguir prosperando. La emigración de trabajadores agrícolas hacia la minería u otras oportunidades, determina una escasez de mano de obra que ha castigado duramente a muchos establecimientos agrícolas de Chile, hasta llevarlos al borde de la desaparición, dijo el agrónomo Vicencio. “Tenemos que tenerlo solucionado”.

El presidente de Subsole, Miguel Allamand, considera que el proceso emprendido por la compañía llevará a la configuración de una fuerza laboral más comprometida y capacitada y, en definitiva, a un aumento de la productividad. También beneficiará a la sociedad, dijo, al brindar soluciones para algunas necesidades concretas de los trabajadores.

El concepto del valor compartido se ajusta “a la cultura de Subsole, de preocupación y compromiso en el área de la necesidad de perfeccionar el tema laboral” dijo Allamand, quien observó que en Subsole, en el nivel gerencial y en el resto de la compañía, se ha asumido el firme compromiso de llevar a cabo las prioridades definidas en el estudio.

“Pensamos que si, por una parte, existe una gerencia que ha incluido esta labor como un aspecto esencial de sus responsabilidades y, por otra, la misma cultura y esfuerzo de la empresa apunta en la misma dirección, debiésemos poder ir avanzando en la concreción de este proyecto”, añadió.

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EL VALOR COMPARTIDO Y EL BID

Para el BID, la evaluación experimental de Subsole puso a prueba un marco para el desarrollo de nuevos instrumentos y servicios que podrían interesar a los clientes del BID en América Latina y el Caribe en la incorporación de inversiones en valor compartido a sus operaciones. En una región que ha logrado avances significativos en la reducción de la pobreza y el fortalecimiento de la protección social, el concepto de amalgamar los intereses de los sectores público y privado para beneficio de ambos, tiene potencial y el BID, por ser el banco regional de desarrollo más grande de América Latina, que presta servicios a los gobiernos y al sector privado, está bien posicionado para trabajar con empresas en este sentido.

La experiencia de Subsole es demasiado reciente para someter la metodología a una prueba científica, pero los primeros indicios señalan que el proceso de evaluación ofrece un instrumento útil para la toma de decisiones, al cuantificar la noción algo abstracta del valor compartido en términos económicos concretos. Cualquier empresa, pública o privada, debe evaluar las tasas de rentabilidad financieras y sociales, antes de hallarse en condiciones de instituir cambios significativos y sostenibles.

“El concepto de valor compartido es, por inherencia, sostenible, porque busca oportunidades que no sólo ayudan a la sociedad sino que tienen buen sentido empresarial”, dijo Hans Schulz, Vicepresidente del Sector Privado del BID. “Esta poderosa combinación representa la esencia de lo que hace el Banco Interamericano de Desarrollo”.

“El concepto de valor compartido es, por inherencia, sostenible, porque busca oportunidades que no sólo ayudan a la sociedad sino que tienen buen sentido empresarial. Esta poderosa combinación representa la esencia de lo que hace el Banco Interamericano de Desarrollo”.

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El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) busca crear oportunidades para las generaciones actuales y futuras de América Latina y el Caribe mediante inversiones sostenibles en el sector privado. Por medio del Departamento de Financiamiento Estructurado y Corporativo (SCF, por sus siglas en inglés), el BID se asocia con empresas privadas para obtener resultados financieros sustanciosos y con un alto grado de aporte al desarrollo. El BID trabaja con empresas grandes y medianas, entre ellas compañías de servicios privados y operadores de infraestructura y entidades estatales, en una amplia variedad de sectores económicos.

Agradecimientos

Agradecemos a todas las personas cuyos esfuerzos ayudaron que este proyecto consiguiera resultados notables. Queremos dar las gracias sobre todo a Subsole S.A. por asociarse al BID para el surgimiento de oportunidades de valor compartido. También agradecer a Booz Allen Hamilton por su papel en el diseño de la evaluación de valor compartido. Extendemos los agradecimientos a Kelle Bevine, Bettina Boekle-Giuffrida, Christian Mirabella, Paola Bazan, Sanola Daley, Leonardo Mazzei y Ana Lucia Escudero, quienes proporcionaron su valioso apoyo en la elaboración de este caso. Finalmente, dar las gracias a Janelle Conaway, quien unió de forma hermosa todas las piezas que forman esta historia.

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Nuestro negocio es con el futuro.

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Banco Interamericano de Desarrollo1300 New York Avenue, NWWashington, D.C. 20577, EEUUPara mayor información, contactar [email protected]/scf

Los frutos de su trabajo: un caso práctico de valor compartido narra como una empresa líder en el sector frutícola chileno está llevando a cabo prácticas de valor compartido a través del apoyo del BID. Acuñado por los profesores de Harvard Michael E. Porter y Mark R. Kramer en 2011, el concepto de valor compartido está en plena discusión entre las empresas, los gobiernos y los profesionales del desarrollo como una manera para que las empresas aumenten sus rendimientos financieros y, al mismo tiempo, tengan un impacto social y medioambiental en su comunidad. Es, en definitiva, una forma nueva y responsable de hacer negocios. A pesar de que muchas empresas en América Latina y el Caribe aprecian las inversiones con valor compartido, muchas no tienen la capacidad, el tiempo y/o los recursos para identificar las oportunidades de forma independiente. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha creado las Evaluaciones de Valor Compartido para ayudar a sus clientes en el diseño de una estrategia de acción de negocios para optimizar la asignación de recursos con el fin de mejorar la competitividad y el valor social de la comunidad. Este estudio analiza cómo Subsole, el principal exportador de fruta de Chile, ha trabajado junto al BID para hacer frente a la falta de oferta de trabajo estable. En él se describe cómo el BID y Subsole han identificado oportunidades de valor compartido para solucionar este desafío empresarial, uno que promueve la inclusión de las mujeres en la agricultura a través de numerosas alternativas. Este estudio también está disponible en la página web: www.iadb.org/scf