los cabellos de oro

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Clarissa Pinkola Estés Mujeres que corren con los lobos 303 CAPÍTULO 13 Las cicatrices de la batalla: La pertenencia al Clan de la Cicatriz Las lágrimas son un río que nos lleva a alguna parte. El llanto crea un río alrededor de la barca que transporta nuestra vida espiritual. Las lágrimas levan- tan la embarcación por encima de las rocas, por encima del terreno seco, y la transportan río abajo a un lugar nuevo y mejor. Existen océanos de lágrimas que las mujeres jamás han llorado, pues les han enseñado a llevarse a la tumba los secretos de su madre y su padre, de los hombres y la sociedad y los suyos propios. El llanto de una mujer siempre se ha considerado muy peligroso porque abre las cerraduras y los pestillos de los secre- tos que lleva dentro. Pero en realidad, por el bien del alma salvaje de la mujer, es mejor llorar. Para las mujeres las lágrimas son el comienzo de la iniciación en el Clan de la Cicatriz, esta tribu eterna de mujeres de todos los colores, naciones y lenguas que, a lo largo de los siglos, han sobrevivido a algo muy grande, lo hicie- ron con orgullo y lo siguen haciendo. Todas las mujeres tienen historias personales de tan vasto alcance y tan poderosas como el numen de los cuentos de hadas. Pero hay una clase de histo- ria en particular que tiene que ver con los secretos de una Mujer, especialmente los que se asocian con la vergüenza; dichos secretos contienen algunas de las más importantes historias a las que una mujer puede dedicar su tiempo. Para la mayoría de las mujeres, estas historias secretas son sus propias historias perso- nales, incrustadas, no como piedras preciosas en una corona sino más bien como negra grava bajo la piel del alma. Los secretos asesinos A lo largo de mis veinte años de ejercicio de la Profesión, he escuchado mi- les de "historias secretas", unas historias que, en su mayoría, se habían mante- nido ocultas durante muchos años, a veces durante casi toda la vida. Tanto sí el secreto de una mujer está envuelto en el silencio que ella misma se ha impuesto como si el silencio se debe a la amenaza de alguien más poderoso que ella, la mu- jer teme perder sus privilegios, ser considerada una persona indeseable, la ruptu- ra de las relaciones que son importantes para ella y a veces incluso un daño físi- co en caso de que revele su secreto. Las historias secretas de algunas mujeres se refieren al hecho de haber di- cho una descarada mentira o de haber cometido una deliberada maldad que fue causa de dificultades o dolor para otra persona. Pero en mi experiencia no abun- dan demasiado. Los secretos de las mujeres suelen referirse más bien a la tras- gresión de alguna norma de conducta moral o social de su cultura, religión o sis- tema personal de valores. La cultura dominante ha considerado a menudo algu- nos de estos actos, acontecimientos o elecciones, sobre todo los relacionados con la libertad de las mujeres en todos los ámbitos de la vida, vergonzosamente im- propios de las mujeres pero no de los hombres.

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Libro sobre el proceso de iniciación en la mujer por C. Pinkola Estés, capítulo 13...

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  • C l a r i s s a P i n k o l a E s t s M u j e r e s q u e c o r r e n c o n l o s l o b o s

    303

    CAPTULO 13

    Las cicatrices de la batalla: La pertenencia al Clan de la Cicatriz

    Las lgrimas son un ro que nos lleva a alguna parte. El llanto crea un ro

    alrededor de la barca que transporta nuestra vida espiritual. Las lgrimas levan-tan la embarcacin por encima de las rocas, por encima del terreno seco, y la transportan ro abajo a un lugar nuevo y mejor.

    Existen ocanos de lgrimas que las mujeres jams han llorado, pues les han enseado a llevarse a la tumba los secretos de su madre y su padre, de los hombres y la sociedad y los suyos propios. El llanto de una mujer siempre se ha considerado muy peligroso porque abre las cerraduras y los pestillos de los secre-tos que lleva dentro. Pero en realidad, por el bien del alma salvaje de la mujer, es mejor llorar. Para las mujeres las lgrimas son el comienzo de la iniciacin en el Clan de la Cicatriz, esta tribu eterna de mujeres de todos los colores, naciones y lenguas que, a lo largo de los siglos, han sobrevivido a algo muy grande, lo hicie-ron con orgullo y lo siguen haciendo.

    Todas las mujeres tienen historias personales de tan vasto alcance y tan poderosas como el numen de los cuentos de hadas. Pero hay una clase de histo-ria en particular que tiene que ver con los secretos de una Mujer, especialmente los que se asocian con la vergenza; dichos secretos contienen algunas de las ms importantes historias a las que una mujer puede dedicar su tiempo. Para la mayora de las mujeres, estas historias secretas son sus propias historias perso-nales, incrustadas, no como piedras preciosas en una corona sino ms bien como negra grava bajo la piel del alma.

    Los secretos asesinos

    A lo largo de mis veinte aos de ejercicio de la Profesin, he escuchado mi-les de "historias secretas", unas historias que, en su mayora, se haban mante-nido ocultas durante muchos aos, a veces durante casi toda la vida. Tanto s el secreto de una mujer est envuelto en el silencio que ella misma se ha impuesto como si el silencio se debe a la amenaza de alguien ms poderoso que ella, la mu-jer teme perder sus privilegios, ser considerada una persona indeseable, la ruptu-ra de las relaciones que son importantes para ella y a veces incluso un dao fsi-co en caso de que revele su secreto.

    Las historias secretas de algunas mujeres se refieren al hecho de haber di-cho una descarada mentira o de haber cometido una deliberada maldad que fue causa de dificultades o dolor para otra persona. Pero en mi experiencia no abun-dan demasiado. Los secretos de las mujeres suelen referirse ms bien a la tras-gresin de alguna norma de conducta moral o social de su cultura, religin o sis-tema personal de valores. La cultura dominante ha considerado a menudo algu-nos de estos actos, acontecimientos o elecciones, sobre todo los relacionados con la libertad de las mujeres en todos los mbitos de la vida, vergonzosamente im-propios de las mujeres pero no de los hombres.

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    Lo malo de las historias secretas rodeadas por un halo de vergenza es que apartan a la mujer de su naturaleza instintiva, que en general es algo gozoso y libre. Cuando existe un secreto oscuro en la psique, una mujer no se puede acer-car a l y ms bien evita entrar en contacto con cualquier cosa que se lo recuerde o que aumente la intensidad de su dolor crnico.

    Esta maniobra defensiva es muy frecuente y, tal como ocurre con los efec-tos secundarios de un trauma, influye secretamente en las elecciones que hace una mujer en el mundo exterior: qu libros leer o no leer, qu pelculas ver o dejar de ver, a qu acontecimientos asistir o no asistir; de qu se reir o no se reir; y a qu intereses se entregar. En este sentido, hay en la naturaleza salvaje un obstculo que le impide ser libre de hacer, ser o contemplar lo que le apetece.

    Por regla general, los secretos giran en torno a los mismos temas de las grandes tragedias. He aqu algunos de los temas de los secretos: el amor prohibi-do; la curiosidad indebida, los actos desesperados; los actos forzados; el amor no correspondido; los celos y el rechazo; el castigo y la clera; la crueldad consigo misma o con los dems; los deseos, anhelos y sueos censurados; los intereses sexuales y los estilos de vida no aprobados; los embarazos imprevistos; el odio y la agresin; el homicidio o las lesiones involuntarias; las promesas incumplidas; la prdida de la valenta; la prdida de los estribos; el incumplimiento de algo; la incapacidad de hacer algo; la intervencin o las intrigas bajo mano; el olvido; los malos tratos; la lista podra prolongarse indefinidamente, pues casi todos los te-mas entran dentro de la categora del lamentable error (1).

    Los secretos, como en los cuentos de hadas y los sueos, siguen las mis-mas pautas de energa y los mismos esquemas que los de las tragedias. El drama heroico empieza con una herona que emprende un viaje. A veces, la herona no est psicolgicamente despierta. A veces es demasiado dulce y no se percata del peligro. A veces ya ha sido maltratada y adopta las actitudes propias de una cria-tura capturada. Cualquiera que sea la forma en que empiece, al final la herona cae en las garras de lo que sea o de quien sea y es puesta dolorosamente a prue-ba. Posteriormente, gracias a su ingenio y a la ayuda de las personas que la quie-ren bien, alcanza la libertad y, como consecuencia de ello, sale fortalecida de la experiencia (2).

    En la tragedia la herona es arrebatada a la fuerza o cae directamente en el infierno y queda atrapada. Nadie oye sus gritos o bien sus splicas son ignora-das. Entonces pierde toda esperanza o pierde el contacto con el valor de su vida y se derrumba. En lugar de saborear su triunfo sobre la adversidad o de celebrar la prudencia de sus elecciones y su capacidad de resistencia, se siente humillada y apagada. Los secretos que oculta una mujer son casi siempre dramas heroicos convertidos en unas tragedias que no llevan a ninguna parte.

    Pero hay algo positivo. Para transformar la tragedia en un drama heroico hay que revelar el secreto, confesrselo a alguien, escribir otro final y examinar el papel que una interpret y las cualidades que la ayudaron a resistir. Tales ense-anzas estn integradas a partes iguales por dolor y sabidura. El hecho de haberlo superado es un triunfo del profundo espritu salvaje.

    Los vergonzosos secretos que guardan las mujeres son unos cuentos muy antiguos. Cualquier mujer que haya guardado un secreto en su propio perjuicio permanece enterrada en la vergenza. La pauta de esta apurada situacin de ca-rcter universal es arquetpica: la herona ha sido obligada a hacer algo o, como consecuencia de la prdida del instinto, ha quedado atrapada en algo. Por regla general se ve imposibilitada de salir de una triste situacin. Un juramento o la

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    vergenza la obligan a guardar el secreto. Y accede a hacerlo por miedo a perder el amor, la consideracin o el sustento esencial. Para sellar ulteriormente el se-creto se lanza una maldicin contra la persona o las personas que se atrevan a revelarlo. Se amenaza a la mujer con algo terrible en caso de que alguna vez con-fiese el secreto.

    Las mujeres han sido advertidas de que ciertos acontecimientos, opciones y circunstancias de sus vidas, que normalmente estn relacionados con el sexo, el amor, el dinero, la violencia y/u otras dificultades propias de la condicin huma-na, son extremadamente vergonzosos y, por consiguiente, absolutamente imper-donables. Pero no es verdad.

    Todo el mundo elige mal las palabras o los hechos porque no sabe hacer otra cosa e ignora cules sern las consecuencias. Nada es imperdonable en este planeta o en el universo. Nada. "No! dices t. Eso que hice es totalmente im-perdonable." He dicho que nada que un ser humano haya hecho, est haciendo o pueda hacer en el futuro es imperdonable. Nada.

    El yo no es una fuerza punitiva que se apresura a castigar alas mujeres, los hombres y los nios. El Yo es un dios salvaje que comprende la naturaleza de las criaturas. A veces nos resulta muy duro "portarnos bien" cuando los instintos esenciales, incluida la intuicin, han sido cercenados. En tal caso resulta difcil pensar en los resultados antes de que se produzcan los hechos y no despus. El alma salvaje posee una faceta profundamente compasiva que tiene en cuenta esta circunstancia.

    En el arquetipo del secreto se lanza una especie de encantamiento, como si fuera una negra red sobre una parte de la psique de la mujer, quien se ve induci-da a creer que jams deber revelar el secreto y, en caso de que lo revelara, todas las personas honradas que se tropezaran con ella la insultaran a perpetuidad. Esta amenaza adicional as como la misma vergenza del secreto obligan a la mujer a soportar no un peso sino dos.

    Esta especie de amenaza de encantamiento slo es un pasatiempo para las personas que slo emplean un pequeo y negro espacio de sus corazones. Para las personas que sienten afecto y amor por la condicin humana es justo lo con-trario. Tales personas ayudaran a la mujer a revelar el secreto, pues saben que ste produce una herida que no sanar hasta que se exprese con palabras y se d testimonio de l.

    La zona muerta

    El hecho de guardar los secretos asla a la mujer de aquellos que podran ofrecerle su amor, ayuda y proteccin. La obliga a llevar ella sola el peso del dolor y el temor, a veces en nombre de todo un grupo, que puede ser la familia o la cul-tura. Adems, tal como dijo Jung, el guardar los secretos nos separa del incon-ciente. Dondequiera que haya un secreto vergonzoso siempre hay una zona muer-ta en la psique de la mujer, un lugar que es insensible o no reacciona a los ince-santes acontecimientos de su propia vida emocional o a los acontecimientos de la vida emocional de los dems.

    La zona muerta est muy bien protegida. Es un lugar de interminables puertas y paredes, cada una de ellas cerrada con veinte cerraduras, y los homun-culi, los minsculos seres que pueblan los sueos de las mujeres, se pasan el ra-to construyendo ms puertas, ms diques, ms medidas de seguridad para evitar que se escape el secreto.

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    Pero no hay manera de engaar a la Mujer Salvaje. Ella conoce la existen-cia de los oscuros fardos atados con cuerdas y ms cuerdas en la mente de la mujer. Esos espacios de la mente de la mujer no reaccionan a la luz ni a la gra-cia, pues estn muy tapados. Pero, puesto que la psique suele compensar los desequilibrios, el secreto acabar encontrando a pesar de todo el medio de salir, si no con palabras en forma de repentinas melancolas, intermitentes y misterio-sos arrebatos de furia, toda suerte de tics fsicos, torsiones y dolores, de conver-saciones insustanciales que se interrumpen repentina e inexplicablemente, de sbitas y extraas reacciones a pelculas e incluso a anuncios de televisin.

    El secreto siempre encuentra una salida, si no con palabras directas, por medio de manifestaciones somticas que a menudo no se pueden afrontar ni re-solver con procedimientos tradicionales. Qu hace pues una mujer cuando des-cubre que el secreto se le est escapando? Corre tras l con gran dispendio de energa. Lo ata otra vez, lo vuelve a arrojar a la zona muerta y construye unas defensas ms slidas. Llama a sus homunculi los guardianes internos y defen-sores del ego para que construyan ms puertas y ms murallas. Despus se apoya contra su ms reciente tumba psquica, sudando sangre y respirando co-mo una locomotora. La mujer que oculta un secreto es una mujer exhausta.

    Mis nagynnik, tas, solan contarme un cuentecito a propsito de esta cuestin de los secretos. Lo llamaban "Arnyos Haj, Cabello de Oro, La mujer de los cabellos de oro".

    aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    La mujer de los cabellos de oro

    Haba una mujer muy extraa pero muy guapa que tena unos largos cabe-llos de oro tan finos como el oro hilado. Era joven y hurfana de padre y madre, viva sola en el bosque y teja en un telar hecho con negras ramas de nogal. El brbaro hijo del carbonero trat de obligarla a que se casara con l y, en un in-tento de quitrselo de encima, ella le regal unos cuantos cabellos de oro. Pero l no saba ni le importaba saber que el oro que ella le haba dado no tena valor monetario sino espiritual, por lo que, cuando intent vender los cabellos en el mercado, la gente se burl de l y lo tom por loco. Enfurecido, regres de noche a la casita de la mujer y con sus propias manos la mat y enterr su cuerpo a la orilla del ro. Durante mucho tiempo nadie se percat de su ausencia. Nadie se interes ni por su casa ni por su salud. Pero, en su tumba, la melena de oro de la mujer iba creciendo. Los hermosos cabellos se ondulaban en espirales que sub-an a travs de la negra tierra y se enroscaban alzndose cada vez ms hasta que su tumba qued cubierta por un campo de ondulantes caas doradas.

    Los pastores cortaron las curvadas caas para construirse flautas y, cuan-do las tocaban, las flautitas cantaban sin parar:

    Aqu yace la mujer de los cabellos de oro asesinada y encerrada en su tumba, muerta por el hijo del carbonero porque ansiaba vivir.

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    Y as fue como el hombre que le arrebat la vida a la mujer de los cabellos de oro fue descubierto y conducido ante la justicia y, de esta manera, los que vi-van en las salvajes florestas del mundo tal como hacemos nosotros pudieron sentirse nuevamente seguros.

    aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    Aunque en el cuento se hacen exteriormente las consabidas advertencias sobre la necesidad de tener cuidado en los solitarios lugares del bosque, el pro-fundo mensaje interior es el de que la fuerza vital de la bella mujer salvaje perso-nificada por su cabello sigue creciendo, viviendo e irradiando una sabidura con-ciente a pesar de haber sido enterrada y obligada a callar. Los leit motivs del cuento son probablemente fragmentos de un cuento mucho ms largo y antiguo que deba de girar en torno a la muerte y resurreccin de una divinidad femenina.

    El fragmento es muy bello y valioso y, adems, nos dice algo acerca de la naturaleza de los secretos y tal vez incluso qu es lo que se mata en la psique cuando la vida de una mujer no es debidamente valorada. En el cuento, el asesi-nato de la mujer del bosque es un secreto y la mujer es el smbolo de la kore, la fmina que no quiere casarse. Este aspecto de la psique femenina es aquello que desea mantenerse aislado. Se trata de un solitario misticismo de carcter positi-vo, pues la kore est entregada a la tarea de clasificar y tejer ideas, pensamientos y afanes.

    Esta reservada mujer salvaje es la que sufre ms graves lesiones como con-secuencia de los traumas o de la ocultacin de un secreto. Se trata de este senti-do integral del yo que no necesita tener demasiadas cosas a su alrededor para ser feliz; de este corazn de la psique femenina que teje en el bosque con un telar de negra madera de nogal y se siente en paz.

    Nadie en el cuento se sorprende por la ausencia de esta vital mujer, lo cual no es nada inslito ni en los cuentos de hadas ni en la vida real. Las familias de las mujeres muertas en "Barba Azul", tampoco acuden en busca de sus hijas. Desde un punto de vista cultural, no es necesaria ninguna interpretacin. La-mentablemente, todas sabemos lo que eso significa y muchas mujeres, demasia-das, han tenido ocasin de conocer directamente ese desinters. Muy a menudo la mujer que oculta secretos tropieza con la misma respuesta. Aunque la gente intuya que su corazn est traspasado, puede que, de manera voluntaria o bien deliberada, no vea su herida.

    Sin embargo, parte del milagro de la psique salvaje consiste en que, por mucho que se "mate" a una mujer, por mucho que se la hiera, su vida psquica sigue adelante y aflora a la superficie de la tierra, donde vuelve a brotar con su emocionado canto. El mal cometido se comprende de una manera conciente y en-tonces la psique inicia la tarea de la restauracin.

    Qu curioso, verdad?, que la fuerza vital de una mujer pueda seguir cre-ciendo aunque ella est aparentemente muerta. Es la promesa de que, incluso en la ms anmica situacin que quepa imaginar, la salvaje fuerza vital mantendr vivas nuestras ideas y su proceso de desarrollo seguir bajo tierra, aunque slo durante algn tiempo. En su momento, se abrir paso escarbando hacia la su-perficie. Esta fuerza vital no permitir que se olvide lo ocurrido hasta que se reve-le el paradero y las circunstancias de la muerte de la mujer enterrada.

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    Tal como hacen los pastores del cuento, ello exige exhalar el aliento e intro-ducir el soplo del alma o pneuma a travs de las caas para, de esta manera, po-der conocer la situacin de la psique y lo que hay que hacer a continuacin. sta es la funcin de la voz. Despus se tendr que seguir escarbando.

    Aunque algunos secretos son tonificantes por ejemplo, los que se utilizan como parte de una estrategia para alcanzar un disputado objetivo o los de carc-ter gozoso que se guardan por el simple placer de saborearlos, los secretos ver-gonzosos son muy distintos. Entre ambos hay una diferencia tan grande como la que existe entre una condecoracin y un cuchillo ensangrentado. Los secretos vergonzosos se tienen que sacar a la superficie y ser confesados a seres humanos compasivos y generosos. Cuando una mujer guarda un secreto vergonzoso, expe-rimenta un remordimiento y una tortura muy grandes. Todo el remordimiento y la tortura que amenazan con abatirse sobre la mujer en caso de que revele el se-creto, se abaten sobre ella de todos modos, aunque no le diga nada a nadie, pues stos la atacan desde dentro.

    La mujer salvaje no puede vivir en esta situacin. Los secretos vergonzosos hacen que una persona se sienta acosada. No puede dormir porque el secreto vergonzoso es como un cruel alambre de pas que se le clava en las entraas cuando intenta escapar. Los secretos vergonzosos son destructivos no slo para la salud mental de una mujer sino tambin para sus relaciones con la naturaleza instintiva. La Mujer Salvaje excava en la tierra para sacar las cosas a la superfi-cie, las arroja al aire y las persigue. No entierra y olvida. Y, en caso de que entie-rre algo, sabe qu y dnde lo ha hecho y no tardar en desenterrarlo.

    Ocultar un secreto vergonzoso es algo que trastorna profundamente la psi-que. Los secretos estallan en la materia de los sueos. Un analista tiene que ir a menudo ms all de lo que es patente y a veces incluso ms all del contenido arquetpico de un sueo para poder comprender que, de hecho, el sueo est proclamando a voces precisamente el secreto que la persona no puede o no se atreve a revelar en voz alta.

    Cuando se analizan algunos sueos, se descubre que stos se refieren a unos sentimientos profundos y amplios que el sujeto no puede expresar en la vi-da real. Algunos de estos sueos se refieren a los secretos y algunas de las ms comunes imgenes onricas que yo he visto son luces elctricas o de otro tipo que parpadean y/o se apagan. En algunos sueos el sujeto se pone enfermo por haber comido algo, en otros no puede alejarse de un peligro y en otros intenta gritar pero no le sale la voz.

    Recuerdas el canto hondo y el hambre del alma? A su debido tiempo, por medio de los sueos y de la salvaje fuerza vital de la mujer, afloran a la superficie de la psique y lanzan el grito necesario, el grito liberador. Es entonces cuando la mujer recupera la voz y canta, grita su secreto y es escuchada. As se restaura el equilibrio psquico.

    En la tradicin de las prcticas tnicas y religiosas de mi familia, el signifi-cado esencial de este cuento de hadas y de otros parecidos a l es una medicina que debe aplicarse a las heridas que se mantienen secretas. En las plegarias del curanderismo se considera un estmulo, un consejo y una solucin. La verdad que se oculta detrs de la sabidura de los cuentos es la de que, tanto en los hombres como en las mujeres, las heridas causadas por los secretos y otras co-sas en el yo, en el alma y en la psique forman parte de la vida de casi todo el mundo. Y las consiguientes cicatrices no se pueden evitar. Pero las lesiones tie-nen remedio y se pueden curar.

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    Hay heridas generales, heridas propias de los varones y heridas propias de las mujeres. Un aborto provocado deja una cicatriz. Un aborto espontneo deja una cicatriz. La prdida de un hijo de cualquier edad deja una cicatriz. A veces, la cercana de otra persona deja un tejido cicatricial. Es posible que haya muchas cicatrices como consecuencia de elecciones ingenuas, del hecho de haber sido atrapados o de elecciones acertadas pero difciles. Hay tantas formas de cicatrices como tipos de lesiones psquicas.

    La represin del material secreto que va acompaado de sentimientos de vergenza, temor, clera, remordimiento o humillacin oblitera totalmente todas las restantes partes del inconciente que se encuentran situadas en proximidad del secreto (3). Es como si se inyectara, por ejemplo, una sustancia anestsica en el tobillo de una persona para llevar a cabo una intervencin quirrgica. Buena parte de la pierna por encima y por debajo del tobillo sufrir tambin los efectos de la anestesia y se volver insensible. ste es el efecto de los secretos en la psi-que. Es como un constante gota a gota de anestesia que insensibiliza no slo la zona afectada sino tambin la amplia zona que la rodea.

    Los efectos en la psique son siempre los mismos cualquiera que sea el se-creto y cualquiera que sea el dolor que ste produzca. Veamos un ejemplo. Una mujer cuyo marido se suicid cuarenta aos atrs a los tres meses de su boda fue instada por su familia no slo a ocultar las pruebas de la profunda depresin de su marido sino el hondo dolor y la clera emocional que ella experiment en aquel momento. Como consecuencia de ello, se desarroll en su psique una "zona muerta" relacionada con la angustia de su marido, con la suya propia y con su clera contra el estigma cultural que aquellos hechos llevaban aparejados.

    La mujer permiti que la familia de su marido la traicionara accediendo a no revelar jams los malos tratos que sta haba infligido a su esposo a lo largo de los aos. Y cada ao, al llegar el aniversario del suicidio, la familia guardaba un silencio absoluto. Nadie la llamaba para preguntarle: "Cmo ests?, necesi-tas compaa?, lo echas de menos? Estoy seguro de que s. Quieres que salga-mos a dar una vuelta por ah? " Ao tras ao la mujer volva a cavar una vez ms la tumba de su marido y sola enterraba en ella su dolor.

    Al final, empez a evitar la celebracin de otros acontecimientos: aniversa-rios y cumpleaos, incluido el suyo. La zona muerta se extendi desde el centro del secreto hacia fuera, cubriendo no slo las conmemoraciones sino tambin las celebraciones. La mujer despreciaba todos los acontecimientos familiares y de amistad, tachndolos de prdida de tiempo.

    Para su inconciente, sin embargo, se trataba de unos gestos vacos, pues nadie se haba acercado a ella en sus momentos de desesperacin. Su padeci-miento crnico causado por la ocultacin de aquel doloroso secreto haba devora-do la zona de la psique que gobierna la capacidad de relacin. Muy a menudo herimos a los dems en el mismo lugar donde nosotras hemos sido heridas o muy cerca de l.

    Sin embargo, para conservar todos los instintos y las aptitudes que le per-miten moverse libremente en el interior de la psique, la mujer puede revelar su secreto o sus secretos a una persona de confianza y volverlos a contar todas las veces que sea necesario. Una herida no suele desinfectarse una sola vez sino que se cura y lava varias veces hasta que cicatriza.

    Cuando finalmente se revela un secreto, el alma necesita algo ms que una simple respuesta del tipo "De veras? Pues qu lstima" o "Bueno, ya se sabe, as es la vida", tanto por parte del que lo cuenta como del que lo escucha. El que lo

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    cuenta tiene que intentar no menospreciar el asunto. Y tiene suerte si el que lo escucha es una persona que sabe prestar atencin con toda su alma y puede hacer una mueca de sufrimiento, estremecerse y sentir que un dardo de dolor le traspasa el corazn sin venirse abajo. Una parte del proceso de curacin de un secreto consiste en contarlo de tal forma que los dems se conmuevan. De esta manera, una mujer puede empezar a recuperarse de la vergenza gracias al apo-yo y la solicitud que no tuvo durante el trauma inicial.

    En pequeos y confidenciales grupos de mujeres, suelo provocar este inter-cambio pidindoles que se renan y traigan fotografas de sus madres, tas, her-manas, compaeras, abuelas y otras mujeres significativas para ellas. Alineamos las fotografas. Algunas estn cuarteadas, otras estn despellejadas, estropeadas por el agua o por los cercos de las tazas de caf; algunas incluso se han rasgado por la mitad y se han vuelto a pegar; otras estn envueltas en papel de seda. Mu-chas tienen unos preciosos y arcaicos comentarios en el reverso como " Qu bo-ba eres! " o "Con todo mi amor" o "Aqu estoy con Joe en Atlantic City" o "Aqu estoy con mi compaera de habitacin" o "stas son las chicas de la fbrica".

    Sugiero que cada mujer empiece diciendo: "stas son las mujeres de las que he recibido la herencia." Las mujeres contemplan las fotografas de sus fami-liares y amigas y, con profunda compasin, empiezan a contar las historias y los secretos que saben de cada una de ellas: la gran alegra, el gran dolor, la gran congoja, el gran triunfo de la vida de cada mujer. Durante todo el tiempo que permanecemos reunidas, hay muchos momentos en que no podemos seguir ade-lante pues muchas lgrimas levantan muchas barcas del dique seco donde se en-cuentran y todas zarpamos para navegar un rato juntas (4).

    Lo que vale en este caso es hacer una colada a fondo que lave la ropa feme-nina de una vez por todas. La habitual prohibicin de lavar la ropa sucia fuera de casa encierra una irona, pues la "ropa sucia" nunca se lava en casa. La "ropa sucia" de la familia se queda para siempre en el ms oscuro rincn del stano con su secreto. La insistencia en Mantener algo en secreto es veneno puro. De hecho, semejante pretensin significa que una mujer no cuenta a su alrededor con el apoyo necesario para afrontar las cuestiones que le causan dolor.

    Muchas de las historias secretas de las mujeres son de las que no se pue-den comentar con la familia y los amigos, pues stos no se las creen, intentan tomarlas a broma o no darles importancia y tienen comprensibles motivos para hacerlo. Si las discutieran, las examinaran al trasluz y las analizaran, tendran que compartir el dolor de la mujer. No podran mostrarse impasibles. No podran decir: "S, ya se sabe... ", y no aadir nada ms. No podran decir: "Tienes que procurar distraerte y no pensar en estas cosas." Si el compaero de la mujer, la familia o la comunidad tuvieran que compartir el dolor de la mujer de los cabellos de oro, todos tendran que ocupar su lugar en el cortejo fnebre. Todos tendran que llorar alrededor del sepulcro. Nadie podra escabullirse y sera una experien-cia muy dura para todos ellos.

    Cuando las mujeres piensan ms en su vergenza secreta que otros miem-bros de su familia o de su comunidad, son slo ellas las que sufren conciente-mente (5). La finalidad psicolgica de la familia estar juntos jams se produce. Y, sin embargo, la naturaleza salvaje exige que el ambiente de la mujer se libre de los elementos irritantes y las amenazas y que las cuestiones que la oprimen se reduzcan todo lo posible. Por consiguiente, slo suele ser cuestin de tiempo que una mujer haga acopio del valor que nace de los huesos de su alma, corte una dorada caa y entone el secreto con su poderosa voz.

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    Veamos lo que hay que hacer con los secretos vergonzosos segn un estu-dio de consejos arquetpicos extrapolados de docenas de cuentos de hadas como "Barba Azul", "Mr. Fox", "El novio bandido", "Mary Culhane" (6) y otros, en los que la herona se niega a guardar el secreto de una u otra manera y, al final, alcanza la libertad de vivir su existencia en toda su plenitud.

    Mira lo que tengas que mirar. Dselo a alguien. Nunca es demasiado tarde. Si crees que no puedes decirlo en voz alta, escrbelo. Elige a una persona que ins-tintivamente consideres digna de confianza. Es mejor que salgan los gusanos de la ]ata que temes abrir en lugar de que stos se multipliquen dentro de ti. Si lo prefieres, busca a un terapeuta que sepa cmo tratar los secretos. Tendr que ser una persona compasiva que no pronuncie sentencias sobre lo que est bien y lo que est mal y que comprenda la diferencia entre la culpa y el remordimiento y conozca la naturaleza del dolor y la resurreccin espiritual.

    Cualquiera que sea el secreto, sabemos que ahora ste forma parte de nuestra tarea durante toda la vida. La redencin sana una herida antao abierta. Pero, aun as, siempre quedar una cicatriz. Con los cambios de tiempo, la cica-triz podr dolernos. sta es la naturaleza del autntico dolor.

    Durante aos las distintas psicologas clsicas creyeron errneamente que el dolor era un proceso por el que se pasaba una vez, a ser posible durante un ao, y despus terminaba, por lo que, si alguna persona no poda o no quera completarlo en el tiempo prescrito, significaba que le ocurra algo. Sin embargo, ahora sabemos lo que los seres humanos saben instintivamente desde hace si-glos: que ciertos dolores y daos y vergenzas nunca se pueden dejar de llorar; la prdida de un hijo por muerte o abandono es uno de los ms intensos o el ms intenso.

    En un estudio (7) de unos diarios escritos a lo largo de muchos aos, el doc-tor Paul C. Rosenblatt descubri que las personas se pueden recuperar del dolor ms profundo de su alma en el primero o los dos primeros aos despus de una tragedia, segn sean los sistemas de apoyo y de otro tipo con que cuenten. Pero despus la persona sigue experimentando perodos de sufrimiento activo. Aunque los episodios se van espaciando cada vez ms en el tiempo y su duracin es cada vez ms corta, cada uno de ellos es casi tan desgarradoramente intenso como el de la primera ocasin.

    Estos datos nos ayudarn a comprender la normalidad del dolor de larga duracin. Cuando un secreto no se cuenta a nadie, el dolor persiste durante toda la vida. La ocultacin de los secretos constituye un obstculo para la natural higiene autocurativa de la psique y el espritu. sta es otra razn para que con-temos nuestros secretos. Contarlos y sufrir por su causa nos ayuda a resucitar de la zona muerta y nos permite dejar a nuestra espalda el culto mortuorio de los secretos. Podemos sufrir con todas nuestras fuerzas y salir de la experiencia con el rostro surcado por las lgrimas y no por la vergenza. Podemos salir de ella con un sentimiento ms profundo, plenamente reconocidas y rebosantes de nue-va vida.

    La Mujer Salvaje nos sostendr durante nuestra pena. Ella es el Yo instin-tivo. Puede soportar nuestros alaridos, nuestros lamentos, nuestro deseo de mo-rir sin estar muertas. Ella aplicar la mejor medicina en los lugares que ms nos duelan. Ella nos hablar al odo en susurros. Sentir dolor por nuestro dolor. Lo resistir. No huir. Aunque habr cicatrices, y muchas, por cierto, es bueno re-cordar que, por su resistencia a la traccin y su capacidad de absorber la pre-sin, una cicatriz es ms fuerte que la piel.

  • C l a r i s s a P i n k o l a E s t s M u j e r e s q u e c o r r e n c o n l o s l o b o s

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    El manto expiatorio

    A veces, en mi trabajo con mujeres les muestro cmo hacer un manto ex-

    piatorio de tamao natural con un trozo de tejido u otro material. Un manto ex-piatorio es un manto que detalla en imgenes, escritos y toda suerte de objetos prendidos y cosidos a l todos los improperios que una mujer ha recibido en su vida, todos los insultos, todas las calumnias, todos los traumas, todas las heridas y todas las cicatrices. Es la exposicin de su experiencia como chivo expiatorio. A veces bastan slo uno o dos das para confeccionar semejante manto, otras veces se necesitan varios meses. Pero resulta extremadamente til para detallar todas las heridas, los golpes y los cuchillazos de la vida de una mujer.

    Al principio, yo misma me confeccion un manto expiatorio. Muy pronto su peso fue tan grande que necesit todo un coro de musas para llevar la cola. Se me ocurri la idea de confeccionar aquel manto expiatorio y, una vez reunidos todos aquellos desechos psquicos en un solo objeto psquico, quemar la capa pa-ra, de esta manera, eliminar en parte mis viejas heridas. Pero lo que hice fue col-gar el manto del techo del pasillo y comprobar que, cada vez que me acercaba a l, en lugar de sentirme mal, me senta bien. Empec a admirar los ovarios de la mujer que haba sido capaz de llevar semejante manto y seguir caminando re-sueltamente, cantando, creando y meneando el rabo,

    Y descubr que lo mismo les ocurra a las mujeres con quienes yo trabaja-ba. Tras haber confeccionado sus mantos expiatorios, las mujeres se niegan a destruirlos. Quieren conservarlos para siempre, cuanto ms desagradables y en-sangrentados, mejor. A veces los llamamos tambin mantos de batalla, pues son la prueba de la resistencia, los fracasos y las victorias de cada una de las mujeres y de sus congneres.

    Tampoco es mala idea que las mujeres calculen su edad no en aos sino en cicatrices de guerra.

    Cuntos aos tienes? me pregunta a veces la gente. Tengo diecisiete heridas de guerra contesto. Por regla general, las mujeres no se inmutan sino que empiezan a calcular

    alegremente su edad de la misma manera, contando sus propias heridas de gue-rra.

    De la misma manera que los lakotas pintaban imgenes en pellejos de ani-males para sealar los acontecimientos invernales, y al igual que los nahuatl, los mayas y los egipcios tenan sus cdices en los que anotaban los grandes aconte-cimientos de la tribu, las guerras y las victorias, las mujeres tienen sus mantos expiatorios y sus mantos de batalla. No s qu pensarn nuestras nietas y nues-tras bisnietas de esta manera de resear nuestras vidas. Espero que reciban las debidas explicaciones.

    No nos engaemos a este respecto, pues nos lo hemos ganado a pulso con las duras elecciones de nuestra vida. Si alguien te pregunta tu nacionalidad, tu origen tnico o tu estirpe, esboza una enigmtica sonrisa y contesta:

    El Clan de la Cicatriz.