logored - abril 2011
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Número correspondiente al mes de Abril 2011TRANSCRIPT
Conservo gran cantidad de fotos se-
piadas de mis abuelos. Por ejemplo,
mi abuelo materno trabajando la tie-
rra, de riguroso traje y sombrero
cuando trabajó en oficina, de
“elegante sport” cuando salía los do-
mingos a dar un paseo con la familia;
mi abuela materna, siendo una ado-
lescente, con todos sus hermanos,
con sus disfraces para participar de
las carrozas en tiempos del carnaval
por las calles de Buenos Aires. Con-
servo también fotos y medallas de mis
abuelos y mi padre, dadas por las em-
presas en las que trabajaron al cum-
plir una determinada cantidad de
años de “leal servicio”. Fotos de mi
madre, ama de casa consagrada a su
familia, en escenas domésticas, usan-
do por ejemplo una pesadísima lustra
-aspiradora, ultimísimo adelanto de
confort para “las mujeres modernas
del siglo XX” También guardo posta-
les enviadas por amigos míos del cole-
gio, remitidas desde sus lugares de
veraneo durante las vacaciones, todas
ellas iniciando con el remanido
“espero que estés bien al recibo de
ésta…”, tarjetas de Navidad, tarjetitas
de cumpleaños, etc, etc, etc.
Todo ello da cuenta de cómo se vivía,
son narraciones espontáneas de la
vida cotidiana, son las huellas cultu-
rales que cada persona ha ido impri-
miendo en este colectivo que llama-
mos cultura, humanidad, historia.
Son la humanidad en acto concreto.
Es la humanidad de todos ellos (mis
abuelos, mis padres, mis amigos…)
diciendo “presente”, “aquí estamos y
así vivimos”
Pero esto ha cambiado. Hoy no deja-
mos huella. Los historiadores del fu-
turo no contarán con la suerte de ma-
nejar cartas postales, fotos papel, tar-
jetas de salutación. Para las últimas
fiestas navideñas, recibí en mi teléfono
celular una generosa cantidad de sa-
ludos, que respondí con el mismo
afecto con que los recibí. Pero todos
ellos ya se han perdido en el espacio.
No dejaron huella.
El hombre sin huella. La cultura es
efímera. Con mucho impacto, pero sin
dejar huella. Como si la humanidad
no quisiera dejar rastro de su existir,
no comprometerse con su propia his-
toria.
En medio de estas cavilaciones, tomé
un libro, escuché una música, disfruté
de una reproducción de Botero, re-
cordé el sufrimiento de un amigo y
pensé:
La vida deja huella, siempre. Porque la
vida se expresa a través de sus hue-
llas. Las marcas en la tierra que dejan
las patas de un perro, las ramas caí-
das después de una tormenta, las mar-
cas en la roca que deja la erosión del
viento. El verdadero valor de lo creado
es recreado por las huellas que va de-
jando la vida.
Pero, así como la vida deja huellas, la
existencia hace poesía, es poética. La
existencia, expresión genuina de la per-
sona humana, no recrea lo creado sino
que lo redime, lo dignifica, lo plenifica
en valor.
La vida del hombre es poética, toda
expresión de la persona humana lo es.
Lo que escribe, lo que canta, lo que tra-
baja, lo que cree, lo que ama y lo que
sufre. Allí encontraremos la verdad del
hombre. La poesía es la huella de una
existencia que se manifiesta siendo ella
misma, sin máscaras .
EDITORIAL Por Claudio García Pintos
EVALUACIÓN DE LOS
ABANDONOS EN LAS
PRIMERAS FASES DE
UN PROGRAMA DE
TRATAMIENTO DE
DROGADICCIÓN
(pp. 2-5)
LA RENUNCIA A LA
AGRESIÓN - ¿ES UNA
POSIBILIDAD HUMA-
NA? (pp. 6-9)
UN ANTÍDOTO CONTRA
EL NIHILISMO
(pág. 10-11)
Noticias sobre el 4°
Congreso Latinoameri-
cano de Logoterapia y
Análisis Existencial
(pp. 12-13)
SOBRE EL AMOR CON-
YUGAL (pp. 14-17)
COACHING Y LOGOTE-
RAPIA. EL ORIGEN DEL
LOGO-COACHING
(pp. 18-21)
LOGOTERAPIA VINCU-
LAR . Reordenar el
amor (pp. 22-23)
EDUCAR NO ES LLE-
NAR UN BALDE. ES
MANTENER ENCENDI-
DO UN FUEGO
(pp. 24-25)
COMENTARIOS
La manta corta
(pág.26-27)
¿CÓMO SERÁ SER EL
OTRO? (pág.28-29)
CARTAS DEL DESIER-
TO La sobremesa
(pp. 30)
Beatificación de Juan
Pablo II (pág. 32)
Huellas EDITORIAL
número 18 / MARZO 2011
Boletín mensual con novedades sobre el mundo de la Logoterapia y el Análisis Existencial
Introducción y antecedentes
E l presente estudio se sitúa en una línea de validación de la logoterapia, de aportación de datos empíricos que muestran la existencia en el hombre
de su voluntad de sentido. Ello lo hace po-niendo a prueba, en este caso, la capacidad de algunos instrumentos logoterapéuticos de evaluación para ser predictores de los aban-donos de un programa terapéutico educativo que trabaja con personas que tienen proble-mas de adicción a las drogas. Esta informa-
ción puede ser muy útil como orientación en la toma de decisiones terapéuticas.
Como trabajos previos contamos con la bare-mación para España de los dos tests logote-rapéuticos más difundidos (Noblejas, 1994): el PIL (Crumbaugh, 1969) y el Logotest (Lukas, 1986). Además se ha realizado una evaluación transversal del conjunto del pro-grama terapéutico referido, estudiando los niveles de logro interior de sentido de la vida que tienen los sujetos que se encuentran en las distintas fases del programa, incluido un grupo que ya lo ha completado. Gracias a es-ta investigación (Noblejas, 1997) pudimos ex-traer las siguientes conclusiones:
* Dadas las diferencias de sentido (medido por los tests PIL y Logotest) entre las perso-nas que llegan al proyecto con problemas de droga y la población normativa, podemos afirmar que la adicción está ligada a una si-tuación de frustración existencial.
* La eliminación del problema de drogadic-ción está relacionada con un incremento sig-nificativo del sentido de la vida, que alcanza niveles "normales" en el grupo dado de alta por el programa (Logotest) o incluso ya en la última fase del proyecto (para el test PIL). To-do ello viene corroborado por las diferencias significativas de puntuación entre la fase ini-cial y final del proyecto, y por la no existencia de diferencias entre la fase final (según el test PIL) o el grupo con alta (según los dos tests usados) respecto a la población normativa.
Sujetos, materiales y métodos
En esta investigación nos centramos en la pri-mera fase del proyecto terapéutico educativo Proyecto Hombre de Madrid para personas con problemas de adicción a las drogas. En dicha fase, que tiene una duración de unos 9 meses, se produce un abandono que ronda el 50% de los sujetos que comienzan. Esta fase de Acogida consta de tres subfases (de unos tres meses ca-da una): orientación (A1), intermedio (A2) y pre-comunidad (A3).
Las posibles explicaciones para este fenómeno podrían ser la dificultad para afrontar la dureza del programa, la necesidad de ver resultados muy inmediatos, la falta de una motivación pro-funda para salir de la droga, etc. Nosotros, des-de una perspectiva logoterapéutica intentamos rastrear una dificultad no ya en contar con una vida significativa, pues como pusimos de mani-fiesto anteriormente se encuentran en una si-tuación de vacío existencial, sino en las posibili-dades para encontrar ese sentido.
Por ello incorporamos en nuestra investigación (además del test PIL y Logotest ya citados) el test SONG (Seeking Of Noetic Goals, Crumbaugh, 1977), propuesto por su autor como comple-mentario al test PIL y que trata de evaluar la ne-cesidad que experimenta la persona de encon-trar sentido en la vida. Aunque no contamos con baremación de este test para España, esto no obstaculiza la investigación ya que tratamos de encontrar diferencias entre los sujetos que abandonan el programa y los que no lo hacen, sin implicar una muestra normativa. Esta búsqueda se apoyará en las pruebas estadísti-cas H de Kruskal-Wallis y Chi-2 sobre tablas de frecuencia para las diferencias entre grupos y análisis discriminante para rastrear funciones que maximicen las diferencias entre el grupo que abandona y el que no lo hace.
La experiencia se concreta en la administración, al inicio de cada subfase, de los tres tests que vamos a utilizar en el estudio: el test SONG y dos tests de sentido de la vida, PIL y Logotest.
Resultados y discusión (ver Tabla 1)
Los resultados de los distintos tests para las di-ferentes subfases de Acogida se presentan en la Tabla 1. En ella observamos, en primer lugar
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EVALUACIÓN DE LOS ABANDONOS EN LAS PRIMERAS FASES DE UN PROGRAMA DE TRATAMIENTO DE DROGADICCIÓN Por Ma.Angeles Noblejas de la Flor
que de los 100 sujetos que iniciaron el pro-grama sólo 66 llegaron a la segunda subfase y sólo 52 alcanzaron la tercera subfase. Este abandono es el que suele ocurrir en el pro-grama habitualmente y el que motivó esta investigación. Por otra parte, como conjunto, mejora el sentido de la vida apreciándose un incremento de las puntuaciones del test PIL y disminución de las del Logotest (este mide frustración existencial por lo que sus pun-tuaciones son inversas al anterior). Respecto al SONG, resaltamos que baja a medida que
avanza el programa, es decir, se va moderan-do la necesidad de encontrar sentido.
Si nos centramos en el abandono de la pri-mera subfase, notamos que el grupo de 34 personas que abandonan posee puntuacio-nes más bajas de sentido tanto en el PIL co-mo en el Logotest que las 66 que continúan. Pero las mayores diferencias y significativas al 97%, se dan en las puntuaciones del SONG: 92.1 para los que abandonan, 86.1 para los que se quedan.
Desde un punto de vista logoterapéutico, se pudiera interpretar que el grupo que abando-na sufre una gran necesidad de sentido, lo que les impediría tener paciencia para alcan-zar otras fases del programa o les exigiera apreciar inmediatamente una salida a su si-tuación.
El abandono en la segunda subfase lo anali-zamos separando a los 66 sujetos que llegan a ella en el grupo de 14 que la van a abando-nar (por lo que no tendremos sus puntuacio-nes de A3) y en otro grupo de los 52 que no abandonan (los únicos de los que contamos puntuaciones en las tres subfases). Aquí el abandono no se produce como en la primera subfase en función de la necesidad experi-mentada de encontrar sentido ya que en am-bos casos son similares (84.5 para los que abandonan frente a 84.1 para los que se mantienen), sino en la bajada de sentido que experimentan aquellos que se van (de 91.1 a 88.6 en el PIL, de 17.6 a 19.1 en el Logotest). Por tanto, el abandono en la segunda fase se debe a que estos sujetos han ido perdiendo sentido (especialmente en un factor denomi-nado experiencia de sentido), encontrándose peor que al principio. Las diferencias en las puntuaciones del test PIL entre el grupo que
abandona y el que se queda son significativas al 98%.
Desde un punto de vista logoterapéutico las per-sonas que abandonan en esta segunda fase han acentuado su frustración existencial, lo que su-geriría cuidar especialmente el trabajo sobre la experiencia de sentido en aquellos participantes en el programa que disminuyan sus puntuacio-nes de sentido.
En relación a las conclusiones apuntadas en ex-periencias anteriores, se confirma el bajo senti-
do de la vida mostrado por las personas que se incorporan al programa, con puntuaciones de conjunto que se sitúan en frustración existen-cial (20% de puntuaciones más bajas de la po-blación normativa, siguiendo el criterio de Lu-kas, 1986). También se confirma el incremento de las puntuaciones de sentido encontrado en el estudio transversal precedente, pudiéndose afir-mar ahora que la mejoría radica en el incremen-to de las puntuaciones de los que se quedan y no en el mero abandono de sujetos con bajas puntuaciones. Por ejemplo, el grupo de 52 suje-tos que se mantienen en el programa pasa de puntuaciones de 94.8 en el PIL a puntuaciones de 101.4, y de 17.9 a 16.9 en el Logotest.
A su vez, la necesidad de encontrar sentido (puesta de manifiesto por el test SONG) dismi-nuye a medida que se van consiguiendo elemen-tos de sentido.
Si quisiéramos establecer un programa alterna-tivo o complementario para las personas que lle-gan a abandonar el programa en esta primera fase de Acogida, podríamos definir una puntua-ción del test SONG de 89 como punto de corte para decidir que una persona con puntuaciones superiores debería ser atendida contando con esas ayudas suplementarias. Si tomásemos este criterio, la Tabla 2 nos ofrece una estimación de las repercusiones de tal decisión. Un test de por-centajes nos indica que la predicción es signifi-cativa desde un punto de vista estadístico; es decir, hay una relación no explicable por azar entre la predicción y lo ocurrido. Podemos ver que 50 sujetos (38+12) estarían atendidos por el programa actual, el cual abandonarían 12. Por otra parte, 44 personas (24+20) serían enviadas al programa alternativo, 24 de las cuales no lo necesitarían estrictamente, lo cual no quiere de-
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Este trabajo, tras ser expuesto en las II Jornadas de la Asociación Española de Logoterapia, fue publicado en la Revista Mexicana de Logoterapia (Num. 1, Verano 1998). En este caso es tomado de NOUS: Boletín de Logotera-
pia y Análisis Existencial. (2), 73-79, publicación de AESLO (Asociaciòn Española de Logoterapia)
decir que les resultara contraproducente, si-no más bien potenciador. Desde un punto de vista cualitativo, se minimiza el porcentaje de los que no van a tener tratamiento alternati-vo y van a abandonar (12 sujetos, 13%) Convendría repetir la experiencia con más sujetos para confirmar los hallazgos, sobre todo para los abandonos de la segunda sub-fase, donde se ha contado con pocos indivi-duos. (ver Tabla 2)
Conclusiones
Se confirman, respecto a investigaciones an-teriores, las puntuaciones de frustración existencial que presentan las personas con problemas de drogadicción y los incrementos de sentido que se producen en la medida en que va remitiendo el problema. Además, se confirma en este pequeño estudio longitudi-nal que la evolución positiva de los grupos no es por una mera eliminación de las puntua-ciones de peor sentido.
Se pueden detectar (con un cierto margen de error) los sujetos que van a abandonar en la primera subfase de acogida por medio de las puntuaciones del test SONG, con lo cual podríamos plantear un tratamiento comple-mentario que atendiese a su gran necesidad de encontrar sentido. Dado que se predice por exceso los que van a abandonar, algunos más de los estrictamente necesarios recibirán esta ayuda, lo que no es tan importante como que muchos que la necesitasen no la recibie-
ran.
Se pueden detectar, además, las personas que corren peligro de abandonar en la segunda sub-fase por reducirse las puntuaciones del test PIL de la segunda aplicación respecto a las iniciales.
Mª Ángeles NOBLEJAS es doctora en Ciencias de la Educación y logoterapeuta
REFERENCIAS
- Crumbaugh, J.C. y Maholick, L.T. (1969). Manual of instructions for the Purpose in Life Test. Saratoga: Viktor Frankl Institute of Logot-herapy.
- Crumbaugh, J.C. (1977). The seeking of noetic goals test. Saratoga: Viktor Frankl Institute of Logotherapy.
- Lukas, E. (1986) Logotest. Test zur Messung von 'innerer Sinnerfüllung' und 'existentieller Frustration'. Wien: Deuticke. (Traducción espa-ñola de J. Coloma).
- Noblejas, M.A. (1994). Logoterapia. Fundamen-tos, principios y aplicación. Una experiencia de evaluación del logro interior de sentido. Tesis Doctoral. Madrid: Facultad de Educación, Uni-versidad Complutense de Madrid.
- Noblejas, M.A. (1997). Meaning levels and drug-abuse therapy: an empirical study. The Interna-tional Forum for Logotherapy, 20, (1), 46-53.
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Tabla 2. Predicción del abandono en la fase de acogida en base a una puntuación discriminante en el test SONG.
Nro de sujetos (porcentaje)
Predicción de abandono
No abandono Abandono
Realidad de abandono
No abandono 38 (40%) 24 (26%)
Abandono 12 (13%) 20 (21%)
Tabla 1. Resumen de las puntuaciones de tres tests logoterapéuticos (PIL, LOGOTEST y SONG) para diferentes subfases de "Acogida".
n: nro de sujetos
PIL, LOGOTEST, SONG: puntuaciones de los tests, media ± desv. típica
A1
n
PIL
LOGOTEST
SONG
A2
n
PIL
LOGOTEST
SONG
A3
n
PIL
LOGOTEST
SONG
Evaluación del conjunto de sujetos
Todos los sujetos 100
93.2 ± 18.8
17.9 ± 4.7
88.1 ± 15.3
66
97.1 ± 16.3
17.8 ± 4.6
84.2 ± 13.3
52
101.4 ± 14.3
16.9 ± 4.8
82.5 ± 15.0
Evaluación del primer abandono
Abandonan tras A1
34
91.8 ± 22.3
18.1 ± 4.6
92.1 ± 19.5
No abandonan tras A1
66
93.9 ± 16.8
17.9 ± 4.8
86.1 ± 12.2
66
97.1 ± 16.3
17.8 ± 4.6
84.2 ± 13.3
Evaluación del segundo abandono
Abandonan tras A2
14
91.1 ± 17.5
17.6 ± 4.7
87.4 ± 14.7
14
88.6 ± 13.9
19.1 ± 4.3
84.5 ± 13.5
No abandonan tras A2
52
94.8 ± 16.7
17.9 ± 4.8
85.7 ± 11.3
52
99.5 ± 16.2
17.5 ± 4.7
84.1 ± 13.4
52
101.4 ± 14.3
16.9 ± 4.8
82.5 ± 15.0
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H ay muchas teorías sobre las raíces de la agresión, que son casi todas justificadas, pero sin embargo, no satisfactorias. Lo que les falta a
estas teorías, es la entrada, exigida por Víktor E. Frankl, en la dimensión específi-camente humana del hombre. Cualquier as-pecto que ellas aún acentúan, son siempre en el fondo aspectos animales, que tienen que servir para explicar agresiones huma-nas. Con esto queda un remanente de ma-lestar: sin duda es el hombre también un
animal, pero, ¿no es él al mismo tiempo, mucho más que un animal? ¿Dónde se re-fleja este "mucho más que un animal" en las teorías aceptadas sobre agresión?
Dieter E. Zimmer hizo un resumen exce-lente de las más importantes teorías de agresión, en el capítulo "Kaín y Consortes" de su libro "Experimentos de la vida". Es-te le da aún al lector lego la posibilidad para comparar las distintas interpretaciones. Según éste, cerca de la mitad de los investi-gadores ubica a las raíces de la agresión en la dimensión biológica del hombre, mientras que la otra mitad creyó poder descubrirlas
en la dimensión psico-social del hombre.
A la primera categoría pertenecía ya Tho-mas Hobbes, en el siglo XVII, quién men-cionó, que el hombre está poseído por pasio-nes innatas, que son destructivas y que ne-cesitan un poderoso control continuo. Le siguió Sigmund Freud, quién partió de un "impulso a la muerte", que se encuentra en toda materia viva, esto es el deseo incons-ciente de volver a la materia inanimada. Una agresiva acción humana sería entonces
la transferencia a otra persona del propio impulso a la muerte. En una versión más moderna Konrad Lorenz desarrolló la tesis, que la agresión sería un fenómeno biológico con un fin que fomentaría la distribución de los animales (y también de los hombres) en el espacio, como también la selección natu-ral en criar, si es caso, al más fuerte. Como un espontáneo impulso innato, ella se acu-mula también sin una causa externa y tendría que ser descargada en la forma me-nos dañina posible, tal vez en el deporte (que una gran actividad deportiva impida realmente el comportamiento agresivo, fue refutado, no sólo empíricamente por Ri-
chard Sipes, sino reconocido como erróneo des-de los peligrosos excesos con motivo de los par-tidos de fútbol internacionales).
A la segunda categoría pertenecía ya Jean Ja-ques Rousseau en el siglo XVIII, quien consi-deró al hombre como "bueno" de nacimiento, solamente "corrupto" por la sociedad. La pose-sión de bienes sería la raíz original de toda en-vidia y codicia. John Dollard desarrolló en analogía, la famosa "Teoría-frustración-agresión", sería la consecuencia de una frustra-ción vivenciada (La suposición de Karl Mennin-ger, que adultos agresivos han sido frustrados en demasía y demasiado a menudo en su tem-prana niñez, no pudo ser comprobada estadís-ticamente como se ve, como lo demostró Paul Kline). Erich Fromm agregó el aspecto de un desarrollo defectuoso del carácter educacional-mente condicionado, según el cual el sufri-miento del congénere satisface deseos sádicos. Y Albert Bandura define a la agresión simple-mente como aprendida, sea por ser recompen-sado ("ser reforzado") el propio comportamiento agresivo, sea por la imitación de ajenos ejem-plos agresivos.
La conclusión final de estas tesis distantes es sin duda, que no existen sólo raíces endógenas o exógenas de la agresión, sino que lo biológico y lo psicosocial se manifiestan entreverados en un complejo proceso. Sin embargo, tiene que haber algo más en juego en el hombre. Eibels-feldt habló de la "mala consciencia", que acosa al hombre, cuando por ejemplo transgrede el mandamiento (¿social?): "No debes matar". Jost Herbig demostró por una comparación de culturas parecidas, que las frustraciones gene-ran agresiones en todo el mundo, pero lo que pasa a causa de ellas, varía mucho. Aparente-mente existe en el hombre un factor adicional, que llamaremos "barrera a la agresión", que de-cide finalmente si una agresión, no importa cómo se produjo, puede permitirse dañar o no, y en qué medida. Al mismo tiempo quisiéramos
separar el concepto "bloqueo de la agresión" en el sentido que le da Kornadt, en cuanto se tra-ta de barreras voluntarias, una renuncia a la agresión auto impuesta y no de un bloqueo psíquico de un impulso, que no se puede dejar reaccionar por alguna razón.
Konrad Lorenz se ocupó en sus investigacio-nes múltiples, entre otros, del fenómeno del
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LA RENUNCIA A LA AGRESIÓN - ¿ES UNA POSIBILIDAD HUMANA? (*) Por Elisabeth LUKAS
"bloqueo de matar" en animales, según el cual, los de la misma especie no se atacan normalmente. Referente al hombre, opinó que, el bloqueo de matar, también implanta-do en el hombre fue anulado, porque el hombre creó armas artificiales, que no hacen necesaria una lucha directa con el
adversario. Sin la mirada directa a los ojos del congénere no funciona el bloqueo de ma-tar. Esta afirmación pesimista, que contiene ciertamente algo de verdad, necesita ser completada. El hombre no es solamente un ser biológico, sino también un ser espiritual. Como tal, él es capaz de concebir valores, capaz de percibir el sentido de algo como el amor al prójimo, la fraternidad y la paz. Aquí entra en juego una dimensión supe-rior, no accesible a los animales, -que tal vez para compensar la pérdida del bloqueo automático a matar-, le entrega al hombre en sus manos aquellas barreras a la agre-sión ya mencionadas y deja, bajo su propia responsabilidad, regirse por ellas. Barreras a la agresión que, para erigirlas, ya no nece-sitan mas la mirada a los ojos del adversa-rio, sino una mirada a la región descubierta por la consciencia de lo que significa una vida humana digna.
En este contexto quisiera relatar un progra-ma de televisión interesante del 8 de Sep-tiembre de 1991. El tema del programa era la agresividad incrementada en forma alar-mante en colegios alemanes. Se puede ob-servar peleas brutales entre niños en los co-legios primarios: chantajes y humillaciones están casi a la orden del día. Durante el programa se consultaba a una ronda de ex-pertos en disciplinas pedagógicas y psicoló-
gicas y de nuevo se repetía las viejas teorías de su origen: el estrés escolar, la inmersión en la excitación, la anonimidad en la masa, los malos ejemplos y los problemas hogare-ños producirían la agresión en los niños. Después se intercaló una consulta a "expertos" muy distintos, una encuesta en-
tre los escolares mismos. "¿Por qué se pegan uno al otro?" "¿Por qué pisas a tu vecino?" "¿Por qué embarras el cuaderno de tu compa-ñera?". Así y parecidas eran las preguntas. La respuesta más frecuente que recibió el equipo de televisión, para su mayor sorpre-sa, era la réplica simple: "¿Por qué no?". Lo
esencial, de lo que no se dieron cuenta los ex-pertos, salió de la boca de los niños: ¿Por qué no hay que pegar, pisar, maltratar? ¿Hay una razón para renunciar a ello? ¿Y si hay una, es ella conocida, es ella consciente? ¿Y quién re-
nuncia sin razón...?
Como se ve, las causas, no en el sentido de un
demasiado (el estrés, problemas en el hogar, etc.) sino los valores en el sentido de un dema-siado poco, agudizan la agresividad humana. Para poder manejar este problema, tenemos que ocuparnos de lo que falta, tenemos que in-dagar por las barreras de la agresión y no tanto las causas eventuales de la agresividad que habrá siempre; tenemos que tener a mano las
respuestas a la pregunta "¿Por qué no?", y no sólo especulaciones para la pregunta "¿Por qué?" Recién cuando los padres y maestros, el estado y la sociedad transmitieran de nuevo una clara imagen de la dignidad inalienable del hombre y el respeto al más débil y al más enfer-mo entre nosotros, los niños se cuidarán de co-meter horrores. Recién cuando el desmán de la
"educación sin valores" esté superado por com-pleto, serán los valores de nuevo, un tema so-bre el cual se puede y debe hablar para la for-mación de una conciencia que está siempre por encima de cualquier formación científica.
Lo mismo vale para los grandes dramas huma-nos, que nos emocionan por acontecimientos actuales y que son trillados por los medios, co-mo la xenofobia y el abuso sexual de niños en familias. Las fuerzas que empujan a la violencia y a la sexualidad pervertida se encuentran real-mente en el hombre, pero lo decisivo es, si hay algo que se les opone, que es bastante fuerte para dominarlas. Si se levanta una voz en el hombre, que en el momento decisivo le dice a sí
mismo: "¡no puedo hacerle esto a él o a ella!", o "sí puedo, pero no quiero!” Ninguna barrera im-plantada me impide hacerlo, pero “soy yo mis-mo el que baja la barrera, donde un paso más
me llevaría a lo inhumano".
La renuncia voluntaria a la agresión que se produce, porque el amor al prójimo es más fuerte que el odio biológico o psicosocial prefor-mado, es nuestra esperanza y chance. Otra no tenemos, por eso tendríamos nosotros, los ex-pertos, que reflexionar más sobre lo que está a favor del amor, en lugar de hacerlo sobre lo que podría haber conjurado al odio. Uno de los po-
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(*) Tomado del libro
“SENTIRSE ACOGIDO, ¿CÓMO?”
cos expertos, cuya reflexión se orientó en esta dirección, es Víktor Emil Frankl. En el drama para el teatro "Sincronización en
Birkenwald" , él da una grandiosa respues-ta a la pregunta sobre qué está "a favor del amor"; y aunque esta pieza fue escrita en 1948, podría ser una respuesta para los años 90, la más delicada y apremiante que jamás se haya escrito. Como Kaín es la figu-ra simbólica más antigua para el problema "agresión humana", envuelve Víktor E. Frankl su respuesta en un diálogo entre
dos, que comparten el mismo destino, sobre
el tema "La marca de Kaín":
Franz: ...decime, para qué imprimió el Señor a Kaín, el primer asesino entre los hombres,
la marca de Kaín?
Paul: claro, para que reconozcan al asesino, al criminal; para que uno esté advertido y
actúe como corresponde...
Franz: falso! Pues la marca de Kaín tenía que servir para que nada le pase a Kaín, que los hombres no le hagan nada, no lo casti-guen más, después que él ha sido castigado por el Señor, y para que lo dejen tranquilo. ¿Concebís ahora para qué estaba la marca de Kaín? Reflexiona pues, de lo contrario, ¿que hubiera pasado?: la matanza no se hubiera acabado sencillamente, un asesinato hubiera generado al otro, una injusticia hubiera originado a otra, si se hubiera retri-buido continuamente de la misma manera. No!, la cadena del mal tiene que ser cortada de una vez! ¡no queremos devolver una y otra vez la injusticia con injusticia, responder al odio con odio y a la violencia con violencia! ¡La cadena, Paul, la... cadena - esto es! ella
tiene que ser cortada por fin…
"La cadena tiene que ser cortada finalmente" -¿no basta esto como argumento, que está a favor del amor, y de la renuncia voluntaria a la agresión, cuando enfrentemos agresiones o nos frustren de alguna manera? Nadie nos pide que traguemos y aceptemos todo; pode-mos defendernos y resistir, protegernos y
cuidar nuestros intereses, si tenemos que en-frentarnos aún activamente con nuestros adver-sarios. Pero un igual negativo no debe ser retri-buido con uno igual y un inocente no debe ser convertido en el objeto reemplazante para des-cargas agresivas, que no se puede descargar en otro lugar; reconocer esto y afirmarlo es nues-tra responsabilidad específicamente humana, la palanca está en nuestra mano, y con ella pode-mos bajar barreras, donde ni la naturaleza ni la educación o la sociedad las erigió como tales, sino que fue alguien, aquel, que está escondido
detrás de nuestra conciencia. "El hombre es per-sona solamente en la medida que es personifica-do desde la trascendencia. Este llamado de la trascendencia lo escucha en su conciencia", co-menta esto Víktor E. Frankl.
Nosotros partimos desde el excelente resumen de las teorías de la agresión en el capítulo del libro de Dieter E. Zimmer, y llegamos a algo que echamos de menos en estas teorías de la agresión: al ser-persona del hombre. Felizmen-te, Dieter E. Zimmer, se acerca a nosotros al final de su capítulo y culminación de sus re-flexiones sobre la agresividad, al referirse a la pérdida del ser-individuo, del fenómeno de la
"desindividuación". En el hombre las agresio-nes tienen - así es su última conclusión - el ca-mino absolutamente libre, si el hombre sucum-be a la desindividuación. Bajo desindividuación se entiende, según una definición de Philip Zimbardo, a aquel estado subjetivo, en el cual el individuo no se siente diferente a los otros y en consecuencia no se siente responsable por sus actos. El se concibe entonces como una parte de un conjunto, dirigido por "superiores" y que ya no se maneja a sí mismo. Como se comprobó, los actos más sangrientos y crueles fueron cometidos en la historia de la humani-
dad por hombres en el estado de desindividua-ción: por soldados que degeneraron a simples receptores de órdenes, por secuaces fanáticos de caudillos políticos de toda laya, de miembros de grupos que se fusionaron en bandas, hordas de seres despersonalizados, sin cara, una ma-sa, donde parece que el individuo ha renuncia-do a lo que es más importante y humano para él, justamente ser-persona, y junto con esto su conciencia de libertad y responsabilidad. No hay duda que esto es peligroso, pues el que se considera como una marioneta ejecutora de
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Estudió Psicología en la Universidad de Viena,
siendo discípula de Viktor Frankl.
En 1972, finalizó su tesis
doctoral, "Logoterapia como una teoría de la perso-
nalidad”, siendo uno de los primeros trabajos
desde la Logoterapia, no presentados por Frankl,
de trascendencia académica . En el mismo año se
trasladó con su familia a Alemania, iniciando una
reconocida carrera como psicóloga clínica y orien-
tadora familiar, llegando a ser Directora
del Instituto de Logoterapia del Sur de Alema-
nia en Fuerstenfeldbruck, cerca de Munich. Auto-
ra de más de 30 libros publicados en distintos
países, es reconocida como una de las personali-
dades de mayor proyección en el ámbito de la
Logoterapia y el Análisis Existencial.
órdenes ajenas o de metas de grupos sin examinarlas, es capaz de todo. Para él no existen más barreras, tampoco barreras pa-ra la agresión; él pierde al mismo tiempo su individualidad y personalidad, su humani-dad hasta lo irreconocible. Lo que en el fon-do marca ciertamente sus actos, en este ca-so, no son leyes biológicas o psico-sociales, que se manifestarían simplemente en él, si-no que es un entregarse a aquellas leyes, sin llevarlas a un nivel, donde obra lo que tiene que obrar, y no obra lo que es atajado
por el espíritu humano, porque no tiene que obrar.
Hay de todo en el hombre, ángel y diablo. ¿Hay algo que hable por el ser-ángel? ¿Un logos? ¿Un sentido? Jamás dejemos de bus-carlo y de preguntar, pues sino se anuncia el ser-diablo. Nuestra es la elección.
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Director Responsable:
Claudio César García Pintos
Secretario de Redacción:
Federico García Presedo
Equipo de colaboradores:
Enrique Adúriz
Chacho Garabal
Analía Boyadjián
Este sitio, dedicado a la
LOGOTERAPIA y el ANÁLISIS EXIS-
TENCIAL, dirigido por Teresa Vanek,
es recomendado por LOGORED.
C uando asumimos la tarea de reco-rrer la historia y evolución del pen-s a m i e n t o e n e l á m b i t o “psi” (psiquiatría, psicología, psico-
terapia), puede apreciarse inmediatamente cómo la biografía de los autores se ve refle-jada en el cuerpo teórico de sus obras. No me refiero tan solo a los aspectos histórico-personales sino también a los histórico-sociales. “Creo que se podría decir que pri-mero descubrí mi teoría para mí mismo. Se suele decir que cuando alguien funda un sis-tema psicoterapéutico, lo que hace, en resu-midas cuentas, es relatar su propio historial patológico, dejar constancia escrita de él en ese sistema. Todos sabemos que Sigmund Freud padeció pequeñas fobias y que Alfred Adler no fue precisamente un niño sano y robusto. De ese modo, Freud llegó a su teoría del complejo de Edipo y Adler a la del com-plejo de inferioridad. Debo decir que no soy ninguna excepción a esta regla. Soy cons-ciente de que, cuando empecé a madurar, tuve que luchar mucho contra el sentimiento de que, al fin y al cabo, todo era un completo sinsentido-. Aquella lucha acabó convirtién-dose en una determinación, y, entonces, de-sarrollé un antídoto contra el nihilis-
mo” (Frankl, 2000)
La vida del niño Víktor se inicia en la placi-dez deslumbrante de una Viena imperial, centro del mundo cultural, artístico y políti-co. Desde la conocida anécdota en la clase de ciencias naturales, cuando le cuestiona al profesor sobre el sentido de la vida, reco-nocemos instalada en él una preocupación
existencial.
Sin embargo, a partir del incidente de Sara-jevo con el atentado al archiduque heredero, se desata la Primera Gran Guerra, y a partir de allí todo cambia. Esa placidez se con-vierte en zozobra, lo deslumbrante se vuelve gris, y los sueños, pesadillas. Transcurrida la guerra, después de años de dolor, sufri-miento, hambre y desconcierto, un nuevo orden se impone. Ya sin imperio, Viena se acomoda a la realidad de un perfil política y económicamente distinto. Pero en el fondo, seguía palpitando la misma preocupación
en el, ahora, jovenci-to Víktor, relacionada con el sentido de la vida. Habiendo pasa-do por el sinsentido de esa experiencia atroz, la cuestión se-guía vigente. Como adolescente, tuvo du-das sobre el sentido de la vida, no sólo acerca de cuál sería,
sino, incluso, si existía. Lo que aún no tenía en claro, era que ya estaba en ca-mino para descubrir un medicamento, un “antídoto”, para un problema con el que la humanidad, por siempre, tendría que lidiar. Y ese antídoto lo estaba descubriendo a partir de los propios cuestionamientos que el sufrimiento le estaba planteando.
El hombre, sustentado en las experiencias del niño y del joven, llegó a ser médico, y en el ejer-cicio profesional, continuó su búsqueda. Tanto la personal como la científica. El hospital de la comunidad judía de Viena, la colonia Steinhof, la consulta particular en su consultorio de la ca-lle Alser Strasse n° 32, le permitieron avanzar y comprobar que ese antídoto era posible. Pero lo sorprendió nuevamente una guerra. Aquella que se desarrollaba por choque de intereses políticos y económicos entre el nazismo y el mundo, y la otra guerra, aquella que se libraba dentro de su
humanidad, entre su querer y su deber. Así, se iniciaba un nuevo paso en su búsqueda.
Después de la guerra, el sobreviviente, aquel que en el desconcierto por haberlo logrado, siente la culpa por haberlo logrado. Una humanidad afec-tada por el oprobio pero mantenida erguida, de pie, que manifiesta en poesías escritas en receta-
rios de la policlínica, su culpa. Ustedes pesan sobre mí, mis muertos:/ me rodean cual una res-ponsabilidad silenciosa/ Estar para ustedes, así me es dada la consigna/ de expiar lo que les adeuda la aniquilación/ Hasta que sepa que en cada resplandor del sol,/ vuestra mirada lucha
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UN ANTÍDOTO CONTRA EL NIHILISMO Por Claudio GARCIA PINTOS
por expresión./ Hasta que vea que en cada florecer del árbol,/ está presente un muerto que me saluda./ Hasta que escuche que uste-des, a cada pájaro,/ para su gorjeo, le prestan sus voces:/ ellos me quieren saludar, o quizás decirme,/ que ustedes me perdonan por sobre-vivir… (Frankl, 2000a) (Garcia Pintos, 2007) Pero a pesar de su sentir, regresó y siguió buscando. Ahora en la Policlínica de Viena, el Hospital Universitario, el aula, siguió encon-trando. Siguió encontrando elementos para desarrollar ese “antídoto” que tanto le preocu-
paba encontrar desde niño. Y que ya había encontrado para sí mismo.
Así, ese niño inquieto, ese adolescente apa-sionado, ese médico dedicado, ese sobrevi-viente de pie, llegó a ser un anciano gene-roso y vital, sabio. En mi opinión, y en la de muchos más, el últi-mo gran pensador y psiquiatra del siglo veinte. Su obra per-dura y perdurará por siempre, porque res-ponde a la propia y esencial cuestión de la condición humana. La pregunta por el sentido de la vida se renueva una y otra vez, en cada uno de los individuos que abre los ojos a la realidad de su propia existencia. Y
así será por siempre, porque además, no es una respuesta que pueda ser respondida por universales, es decir, por respuestas dadas por otros, sino que espera y aspira la propia. No es un universal sino un existencial. Y ca-da uno de nosotros, abierto a la cuestión, en-frenta la posibilidad del sinsentido. El antí-doto descubierto por Frankl, actúa contra el nihilismo que, de vez en vez, el mundo parece inocular en la humanidad. El trabajo, inspi-rado en la inquietud de ese niño, comprome-tió la vida del adolescente, del joven y del hombre, y su logro, le permitió al anciano responderle al sobreviviente: efectivamente, comprendió el sentido de sobrevivir, expió la
deuda del aniquilamiento, redimió el sacrificio de tantos, no quedándose en la denuncia, sino cumpliendo con su deber-ser.
Es cierto, la vida y la obra de un autor se cru-zan e identifican porque representan expresio-nes distintas de la misma humanidad. La vida de Viktor es reflejada en la teoría de Frankl y viceversa. La pregunta que me queda es si la vida y la obra de cada uno de nosotros, se cruzan e identifican del mismo modo. Segura-
mente que sí, pero, ¿somos conscientes de ello? Mi tarea diaria, la familia que he cons-truido con mi mujer, el universo de relaciones que sostengo con ami-gos y conocidos, mi contacto con el mundo, todo ello, ¿habla de mí? Aquello que en tal caso dice, ¿me refleja con-gruentemente? Aquel que vea “mi obra”, mi vida, ¿sabe de mí? Las inquietudes de niño, el compromiso del adoles-cente y el joven, los de-sarrollos del hombre, ¿reflejarán en mi ancia-nidad mi historia? ¿redundarán en un lo-gro?
El antídoto de Frankl nos da herramientas para lograrlo. La historia de Víktor, la certe-
za de que es posible. Nuestra decisión, defi-nirá la verdad.
Referencias
FRANKL, Víktor, EN EL PRINCIPIO ERA EL
SENTIDO, Paidós, 2000, pp. 9-10
LO QUE NO ESTA ESCRITO EN MIS
LIBROS, San Pablo, Argentina, 2000a, pág.90
GARCIA PINTOS, Claudio, UN HOMBRE LLA-
MADO VIKTOR, San Pablo, Argentina, 2007,
pág. 153
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En la continuidad del trabajo de organización del congreso 2011, el Comité Organizador ha publicado las BASES para la presentación de TRABAJOS LIBRES. Las mismas se encuentran publicadas en el BLOG del congreso. Los interesa-dos en compartir sus experiencias con los asistentes al evento, podrán encontrar en el documento las especificaciones para la presen-tación de sus trabajos, tanto como los criterios de selección y la fecha límite de entrega de los mismos. Sugerimos no dejar de leer las BA-SES y solicitamos la mayor colabo-ración posible por parte de los in-teresados, a los efectos de facilitar la tarea de recepción, evaluación y selección de los aportes recibidos. Los tiempos dispuestos para las AULAS de Trabajos Libres es limi-tado, de modo que la tarea de se-lección se hace difícil, en virtud de
la cantidad y calidad de los aportes recibidos. Anticipadamente el Co-mité Organizador, en nombre de los miembros del Comité Académico, agradece la confianza de los autores que enviarán sus trabajos, al tiempo que se compromete a darle curso a la mayor cantidad posible de aportes
recibidos.
Con enorme satisfacción anticipamos las adhesiones y auspicios científicos recibidos
en estos meses por el Comité Organizador del Congreso. En todos los casos se trata de sociedades y organizaciones comprome-
tidas con la promoción de la persona humana y celebramos que continúen
acompañando la realización de este evento Latinoamericano como ya lo han hecho en
otras ediciones.
Desde ARGENTINA, recibimos la adhesión
de la Fundación Argentina de Logotera-pia (Dr.Oscar R. Oro), del Centro Víktor Frankl (Dr.Gerónimo Acevedo) y del Centro de Logoterapia de Tucumán (Lic.María Yo-
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4° Congreso Latinoamericano de Logoterapia y Análisis Existencial
TRABAJOS LIBRES
AUSPICIOS Y ADHESIONES
landa Veliz de Esper). También adhie-
ren CAVEF (Cátedra Abierta Viktor E.
Frankl) y LOGORED.
Desde BRASIL, recibimos la adhesión
del Colegio Viktor Frankl, San Pablo
(Dra.Marina Lemos Silveira Freitas)
Desde COLOMBIA, las adhesiones
del Instituto Colombiano de Logotera-pia (Dr.Arturo Luna), Fundación Colec-tivo Aquí y Ahora (Dr. Efrén Martínez
Ortiz), SAPS (Sociedad para el Avance de la Psicoterapia Centrada en el Sen-tido) (Dr. Efrén Martínez Ortiz) y Red
PAPAZ (Carolina Piñeros Ospina)
Desde PERU, adhiere la Asociación Pe-
ruana de Análisis Existencial y Logote-
rapia
Desde URUGUAY, recibimos la ad-
hesión de CELAE (Centro de Logotera-p i a y A n á l i s i s e x i s t e n c i a l )
(Lic.Alejandro De Barbieri Sabatino)
Desde MEXICO, las adhesiones
de SMAEL (Sociedad mexicana de Lo-goterapia)(Leticia Ascencio de García),
del Instituto Mexicano de Logoterapia de Grupo S. C.(Lic.Enrique García) y
de LOGOFORO (Tere Vanek)
Desde ESPAÑA , la adhesión
de AESLO (Asociación Española de Lo-goterapia) (Ana Maria Ozcariz /María
Angeles Noblejas)
Siguen llegando adhesiones y auspi-cios. A todos ellos, nuestro agradeci-miento por sumarse a la propuesta de
seguir trabajando juntos por la causa
de la persona humana.
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INFORMACIONES ÚTILES
A los efectos de mantener la más fluida comunica-
ción posible con los interesados y congresistas, la
organización del 4° Congreso Latinoamericano ha
habilitado un blog especialmente dedicado al even-
to.
En el mismo podrán encontrar, de manera actualiza-
da, información y noticas vinculadas con el congre-
so, la actividad pre-congreso planificada, la forma
de inscribirse y reservar vacantes en las mismas,
formas de pago, y demás datos de interés.
Asimismo, avances sobre ponentes confirmados y la
recepción de auspicios y adhesiones.
La dirección del blog es la siguiente:
sentidocomoherramienta.blogspot.com
Recomendamos a los interesados, visitar el blog pe-
riódicamente, a los efectos de seguir los pasos y
novedades de la organización.
Comité Organizador.
BLOG del Congreso
4ª CONGRESO LATINOAMERICANO DE
LOGOTERAPIA Y ANALISIS EXISTENCIAL
25 AL 27 DE AGOSTO DE 2011
Actividad Pre-Congreso:
10, 22, 23 y 24 de agosto de 2011
H ace unos días alguien me pre-
guntó, cuáles son las etapas
que vive un matrimonio.
Ciertamente es una pregunta
que puede ser contestada de diferentes
formas, teniendo en cuenta en cada ca-
so, qué entendemos por etapa, o, cuál es
la variable que tomemos para diferen-
ciarlas.
Por ejemplo, por un lado, sabemos que
no es lo mismo “ser dos”, afrontando la
crisis de síntesis que termina de resolver
el pasaje del “tú y yo” al “nosotros”, que
pasar a “ser tres” cuando recibimos al
primer hijo. Si bien en el proyecto inicial
del matrimonio había espacio para el
hijo, cuando llega, hay que hacerle espa-
cio en la vida real, cotidiana, afectiva y
efectiva, siendo éste un momento de cri-
sis que marca el inicio de una nueva eta-
pa. Lo mismo acontece con el nacimiento
de un segundo hijo, un tercero y así
siempre. No es lo mismo ser tres que ser
cuatro, ser cinco, etc. Pero luego los
hijos comienzan a irse, a resolver sus
propias vidas como individuos, y se pro-
ducen los cambios que marcan nuevas
etapas. Por ejemplo, no es lo mismo “ser
cuatro” que pasar a “ser tres”; no es lo
mismo “ser tres” que volver a “ser dos”.
Podemos tomar otro criterio, y hablar de
“etapas” vinculadas con la predominan-
cia alternativa de diferentes “amores”
constitutivos del amor conyugal como un
todo. Es decir, el amor conyugal es una
síntesis de tres “amores” o dimensiones
del amor. Por un lado reconocemos el
EROS, representante del atractivo físico,
promotor de la intimidad carnal, mani-
festación directa de la pasión. El Eros,
en la imagen de Cupido, es el “flechazo”
que conecta irresistiblemente a uno con
el otro. Aquello que muchas parejas de-
nominan como “la química” del vínculo, o,
“tener piel” con el otro. Es una atracción
inmediata. Por otro lado, reconocemos la
FILIA, representante del “atractivo perso-
nal”. Ya no depende de la belleza física in-
mediata sino de la belleza del otro como
persona. Ya no me atrae la silueta de Mar-
ía, o los ojos de Juan, sino aspectos del
otro como persona (su carácter alegre, su
ternura, su calma, su espíritu aventurero,
etc). No hablamos de la “química” en
términos de lo hormonal, sino referido a
una “empatía” inmediata que nos ha resul-
tado tan atractiva como aquella. Finalmen-
te, debemos reconocer el AGAPE, como
punto culminante de una intimidad exis-
tencial (propuesta por la Filia) que se tra-
duce ahora en una entrega amorosa al
otro.
El Eros está asociado, en definitiva, con el
deseo, la carencia, la necesidad, la incom-
pletitud; la Filia, con el abrazo, la intimidad
existencial, la complementación; el Ágape,
por su parte, con la entrega, la plenitud, el
deseo del otro, la autotrascendencia.
El Eros dice relación directa con el “para
mí”, la necesidad de “recibir”, el “yo” y la
pasión. La Filia, lo hace con el “nuestro”,
la necesidad de compartir, el “nosotros” y
la amistad que sostiene el vínculo personal
de la pareja. Por su parte, el Ágape, está
asociado con el “para vos”, la necesidad de
“dar”, el “tú” y la plenitud.
Por lo tanto, el Eros, que emerge inicial-
mente como turbulento y poderoso, se va
haciendo estable y lo que explotaba en la
superficie (“tener piel”, “es cuestión de
piel”) pasará a hacerlo en lo profundo. La
Filia, se va desplegando como soporte per-
sonal de la pareja, y la sostendrá aún en
momentos poco eróticos o poco agápicos.
El Ágape se irá consolidando y la entrega al
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SOBRE EL AMOR CONYUGAL Por Claudio GARCIA PINTOS
mo modo, describimos momentos en los
cuales una persona o una pareja, se mani-
fiesta con una u otra predominancia. Es
así que esto también podría permitirnos
hablar de distintas “etapas” del amor con-
yugal (una etapa erótica, fílica, agápica)
Evolución del amor conyugal
Pero de todos modos, ahora quisiera dete-
nerme en otra posible respuesta a la pre-
gunta sobre las etapas del amor conyugal.
Y para ello me voy a referir a cómo evolu-
ciona el amor conyugal. Lo plantearé en
tres etapas.
Cuando dos personas se encuentran, lo
primero que aparece es lo que llamaremos
“la emoción”. Ese momento es aquel en el
cual algo del otro nos conmueve al punto
de la alteración. No podemos dejar de pen-
sar en el otro, extrañamos la más inmedia-
ta ausencia, no podemos concentrarnos en
la cotidianeidad; hasta el cuerpo da cuenta
de tal estado emocional, como si él mismo
reclamara la cercanía del otro, su presen-
cia. Vemos “todo color de rosa”, proyecta-
mos en el otro las condiciones de “príncipe
azul” o de “LA mujer” (acentuando lo de
“LA”), del mismo modo como las simples
gotas de rocío, pasan a convertirse en
“perlas sobre la enredadera”. Un estado
emocional gustoso, poderoso, imperativo,
urgente, demandante.
Pero bien sabemos que las emociones son
tan poderosas como fugaces. Nadie perma-
nece emocionado por mucho tiempo. De
modo tal que cuando la emoción pasa, si
hay posibilidades, se va estableciendo co-
mo “sentimiento”. Entonces, accedemos a
una segunda etapa del amor conyugal. Ese
corazón idealista, esa sensibilidad inmedia-
ta que descubrió al “príncipe azul”, ahora
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amado, irá madurando.
Desde la mirada frankliana, y partiendo
de su ontología dimensional, podríamos
entender que el amor conyugal compro-
mete de igual manera y con idéntica in-
tensidad a toda la persona humana, tan-
to en lo biológico, como en lo psicológico
y lo espiritual. Así, el Eros podría repre-
sentar la presencia del Bios, la Filia la de
la Psique y el Ágape, lo espiritual. Claro
está, como única expresión de la
“persona humana amando”, esta distin-
ción es meramente descriptiva y didácti-
ca, nunca existencial. La persona huma-
na es unidad, y en tanto tal, brinda uni-
dad, manifiesta esa unidad en cada una
de sus expresiones, de modo tal que,
“amando”, no pone en acto solamente
“su química”, dejando inerte el resto psi-
co-espiritual de su ser. El atractivo per-
sonal no prescinde de lo bio-espiritual;
la entrega amorosa al ser amado, tam-
bién se sostiene en lo bio-psicológico. La
expresión meramente erótica, la co-
nexión exclusivamente basada en la quí-
mica, no es amor. Fue el propio Frankl
quien nos hizo notar que, cuando un YO
se vincula con un TÚ, solo porque es
empujado por un ELLO, es difícil enten-
derlo en términos de “amor”. La Filia,
sin ese sustrato erótico, tampoco es
amor conyugal, sino amistad, amor de
amistad. El Ágape, incluso, sin el soste-
nimiento bio-psicológico, es amor de be-
neficencia, filantropía, santidad, pero no
es amor conyugal.
Sin embargo, bien podríamos describir,
personas y parejas que pueden manifes-
tarse como siendo más eróticas, o más
fílicas, o más agápicas. Quiero decir,
personas o parejas en las cuales, una u
otra dimensión, se manifiesta como más
predominante o más evidente. Del mis-
da lugar a un sentimiento que se abre al
descubrimiento del otro en su valor real.
Es la etapa en la cual descubrimos en el
otro su ternura, su calidez, su generosi-
dad, su carácter divertido, su ánimo per-
severante, su frescura, su calma, su ca-
pacidad para contenerme, en fin, todos
aquellos atributos de valor que lo van
descubriendo ante mí como objeto elegi-
do de mi amor, objeto de este sentimien-
to estable. ¿Qué pasó con la emoción?
Quedó absorbida por el sentimiento, tal
como la espuma, al decantar, queda ab-
sorbida por la cerveza. Es decir, ya sé
que no es “el príncipe azul”, pero, mejor,
es “Juan, aquel que amo por lo que él es”.
Pero aún resta una etapa, la tercera.
Desde la emoción, lo idealicé y desde el
sentimiento, lo descubrí valioso-para-mí.
Ahora, en esta tercera etapa, empiezo a
descubrirlo en aquellas cosas que no me
gustan tanto de él. Calmada la emoción,
absorbida e integrada en un sentimiento
que me permitió, por así decirlo,
“apropiarme del otro” (hacerlo mío en el
afecto), ahora puedo revelarlo en un cla-
roscuro que contrasta con lo que no me
gusta de él. Y veo que aquello que valo-
raba como “carácter divertido”, ahora me
lleva a ver que “no se toma las cosas en
serio, todo es broma para él”, que lo que
llamaba “su frescura” ahora lo percibo
como “poco comprometido ” , su
“capacidad para contenerme” es un
“intento de manipularme para que siem-
pre haga lo que él quiere”, o que su admi-
rada “perseverancia”, se convierte en
una “detestable terquedad”. Es decir,
reconozco en el amado, aspectos que
odio. Es que en realidad, la persona
que amo, es portadora también de as-
pectos que no me gustan, incluso, que
odio. Puedo amarla profundamente a
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María, pero “cuando se pone así, la matar-
ía”, dice un amante esposo. “Lo amo más
que nunca”, dice la esposa, “pero no soporto
cuando se pone terco y no entra en razones,
con él no se puede hablar”. Entonces,
¿cómo se llama esta tercera etapa?
“Decisión”, ese es su nombre. Es el mo-
mento culminante del amor conyugal,
cuando decidimos amarlo al otro, aún en
aquellos aspectos que odio de él. Porque
ellos mismos son también manifestación de
su persona.
Por eso, el amor conyugal consiste en un
corazón (emoción) que siempre debe per-
manecer idealista, en un sentimiento que
debe ser realista, y en un espíritu que asu-
ma el compromiso (decisión) de valorarlo
al otro en su totalidad.
Parejas en consulta
Cuando recibimos algunas parejas en con-
sulta, es posible observar cómo, al margen
de la cantidad de años que permanecieron
juntos, muchas veces no han podido llegar
a la culminación del amor conyugal,
habiéndose quedado detenidos en alguna
etapa anterior. Están aquellos que añoran
el tiempo de la pura emoción y creen que
“la espuma” debe permanecer por siempre,
entendiendo que al no verla sobre la super-
ficie, todo se ha perdido. Algo así, si me
permiten la imagen, como si pretendieran
un alto vaso lleno de espuma, con nada de
cerveza. Tal vez son las parejas más inma-
duras, aquellas que no han podido superar
la idealización del vínculo y se han queda-
do prendidos de la novela, sin poder vivir la
verdadera historia. La esposa que le recla-
ma al esposo que sea un “príncipe azul”
que, en realidad, nunca existió. Recuerdo
el caso de un señor de 56 años que vino a
verme muy angustiado porque su mujer lo
había dejado. A la segunda o tercera en-
trevista, viene eufórico y al entrar al con-
sultorio lo primero que dice es “Doctor, en-
contré LA mina!!” (es decir, “LA mujer”) Mi
primera sensación fue de pena, porque “LA
mina” no existe, de modo que no encontró
nada, y aquella mujer con la que intenta
relacionarse, tendrá que soportar la carga
de todo lo que él habrá de proyectar en
ella, siendo altamente exigida.
Otras veces, son parejas que si bien acce-
dieron al sentimiento, no soportan la pre-
sencia de lo “no-amado” que hay en el
otro. Parejas que parecen intentar una es-
pecie de cirugía, una disección de lo que
no me gusta y de lo que si me gusta. Co-
mo si el otro fuera una porción de torta,
que solo admito comer quitándole la co-
bertura de crema, para comerme el resto.
Entonces, se condiciona el sentimiento,
algo así como “a Fulano lo quiero mucho, lo
amo… pero para seguir juntos debería de-
jar de ser tan terco, hablar más, ser socia-
ble como lo soy yo…”, sin comprender que
aquel que amo no puede ser un Frankens-
tein, un injerto, o el resultado de un cas-
ting. Siempre que aparece la fatídica pala-
bra “pero”, comprendemos que el conse-
cuente anula el antecedente. “Te quiero
mucho pero…”, quiere decir que lo que si-
gue al “pero”, anula lo que lo antecede (no
te quiero tanto como digo quererte)
Claro, llegar a la decisión, es acceder a la
culminación del amor conyugal. Bien
puedo pedir, sugerir, hasta pretender, que
pueda cambiar algo que no me gusta del
otro. “Podemos trabajar juntos para que
comprendas que tu terquedad significa un
aspecto que perturba el vínculo, terquedad
que posiblemente juntos podamos trabajar
(aunque sea solo tuya, podemos trabajarla
“juntos”) para que no perturbe tanto. Del
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mismo modo, aspectos míos “no-amados”
por vos pueden ser objeto del mismo abor-
daje. No sé si lograremos modificarlo, pero
el solo hecho de abordarlo así, ya significa
en sí mismo un enriquecimiento para los
dos”
Cuando las parejas se separan después
de un corto tiempo de estar juntos, suelen
hacerlo porque no superaron la primera
etapa (emoción). Cuando lo hacen des-
pués de un considerable tiempo de estar
juntos, suelen hacerlo porque no pudie-
ron llegar a una decisión sostenida y ex-
pusieron el sentimiento al agotamiento
(“te quiero mucho pero no te aguanto más,
por eso me separo”). Muchas veces, cuan-
do descubrimos parejas de ancianos que
celebran los 50 ó 60 años de casados, y
les consultamos acerca de la fórmula para
lograrlo, casi indefectiblemente responden
tolerancia, paciencia, comprensión o co-
sas similares. En definitiva, decisión.
Emoción, Sentimiento, Decisión, tres
etapas del amor conyugal. Ideal, Real,
Comprometido, así es el amor conyugal.
No es sencillo lograrlo. Logrado, es fantás-
tico vivirlo.
Claudio GARCIA PINTOS
D esde hace varios años, he venido desarrollando una técnica en Co-lombia, que, combinando los prin-cipios de la logoterapia, con algu-nas metodologías de coaching, bus-
ca generar una propuesta que ayude a en-contrar sentido en el trabajo de cada perso-na y, de paso, nos dé una visión logotera-peútica de la organización. Esta propuesta se llama Logo Coaching ®.
Si bien es importante hablar de la aplicación y principios que sustentan la propuesta, es
también conveniente explicar el por qué con-sidero que la propuesta resulta válida dentro del ambiente de la organización y como es-tas dos corrientes pueden llegar a articular-se dentro de una sola propuesta técnica.
Empezaré por hablar de los orígenes comu-nes, desde el nivel filosófico que he podido
establecer entre la logoterapia y el coaching.
El término coaching, viene originalmente del francés coche que, en el siglo XVI era un vehículo tirado por caballos, conducido por un cochero, que acompañaba a las personas de un lugar a otro. (Amar y Ángel 2007) A partir de allí se desarrolló en ingles el verbo to coach, que se aplicó sobre todo en los de-portes, refiriéndose al conductor o entrena-dor del equipo.
En los años 70, Timoty Gallawey publicó su obra, The Inner Game of Tennis, la cual es reconocida como una de las primeras obras en la metodología del coaching. (Withmore 2004). A partir del trabajo de Gallawey y otros autores, se desarrolló una metodología que rápidamente se empezó a derivar hacia la empresa.
Hay docenas de autores sobre coaching y muchísimas propuestas acerca de cómo de-
be hacerse el coaching y que técnicas pue-den utilizarse. Desde modelos administrati-vos (Withmore 2004), pasando por modelos puramente psicológicos (Neeman y Dryden 2004), otros basados en escuelas integrado-ras como la PNL (O’connor y Lages 2005, Dilts 2004) hasta modelos integradores (Ángel y Amar 2005, Pinotti 2004, Wolk 2006).
Una influencia filosófica clara de todos estos procesos, es la de Sócrates. A través del arte
de la mayéutica, Sócrates ayudaba a las perso-nas a descubrir por si mismas el conocimiento y la solución de sus dificultades, partiendo de la pregunta.
Este recurso socrático, se da también en la lo-goterapia -con el nombre técnico de diálogo socrático- y en el coaching, permeado en toda la técnica, tal como se puede apreciar en los modelos de Withmore (2004) y de Wolk (2006).
El Coaching, tiene también influencias de la filosofía existencialista, del método fenomenoló-
gico, del construccionismo y de la psicología humanista (Ravier 2005). Estas influencias son claramente compartidas con la logoterapia, tal y como lo ve Martinez (2007).
Ahora bien, la logoterapia y el coaching, si bien comparten bases filosóficas, también compar-ten elementos de la visión antropológica; estos elementos se ven en todos los modelos de coa-ching estudiados, los cuales pasaremos a verlos en detalle, así como su relación con la logotera-pia.
El coaching esta orientado al objetivo: en todos los modelos de coaching, lo primero que hay que definir, tanto para la sesión como para el proceso, es el objetivo que la persona quiere alcanzar, la habilidad que la persona quiere desarrollar, o la línea de pensamiento que quie-re cambiar. Establecido ésto, se puede dar curso al proceso a través de las teorías y técni-cas pertinentes según cada escuela de coa-ching. (Whitmore 2004, Wolk 2006 Pinotti 2004, Connor y Lages 2005, Angel y Amar 2007)
Los modelos de coaching, al estar basados en el objetivo, buscan como característica funda-
mental, la de desarrollar la capacidad de ac-ción de la persona; es decir, coaching, en el fondo, significa acción (Withmore 2004, Wolk 2006). Esta capacidad de acción del hombre está representada, dentro del modelo logotera-peútico por el ser facultativo del hombre, des-crito por García Pintos (2004), respecto de la persona en Frankl.
El ser facultativo del hombre, hace referencia a su capacidad de desarrollar, o llevar a cabo, las posibilidades que su naturaleza espiritual le provee. Esta capacidad está en relación con la posibilidad de acción que el coaching requiere como fundamento para alcanzar los resultados.
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Coaching y Logoterapia. El origen del Logo Coaching
Por Juan Carlos CARVAJAL
En el coaching, partiendo de la experiencia del cliente, y fortaleciendo sus competencias comunicacionales (Wolk 2006), buscamos abrir nuevos mundos interpretativos que fa-culten al hombre para acciones diferentes que lo lleven a la generación de los resulta-dos que busca (Echeverría 2005, Pinotti 2004).
La capacidad de acción del hombre, le per-mite utilizar este interpretar diferente como una herramienta en la ampliación del hori-zonte percibido de valores (Martínez 2007),
lo cual da pie para el descubrimiento del sentido y el significado de una situación par-ticular, por ejemplo, el trabajo.
De acuerdo con Frankl (El Hombre en Busca de sentido, 2001) la meta de la vida, es equi-valente a su sentido “no deberíamos buscar un sentido abstracto a la vida, pues cada uno tiene en ella su propia misión que cumplir; cada uno debe llevar a cabo un cometido con-creto. Por tanto ni puede ser reemplazado en la función, ni su vida puede repetirse; su ta-rea es única, como única es su oportunidad para instrumentarla.”, con lo cual podemos postular que el logro de metas trascendentes nos ayuda a descubrir el sentido de las acti-vidades que realizamos para alcanzarlas.
La forma de alcanzar estas metas y objeti-vos, depende en gran medida de nuestra dis-posición para lograrlo y de cómo esta dispo-sición se representa en nuestro lenguaje frente al cambio (Wolk). La construcción de las categorías lingüísticas adecuadas y el desarrollo de distinciones en el lenguaje que favorezcan la posibilidad por encima de la dificultad, son un requisito básico para la
consecución efectiva de las metas propues-tas, independiente de la naturaleza de las mismas metas (material, espiritual, cognos-citiva).
Así vemos cómo, desde una perspectiva de aplicación técnica, la búsqueda de sentido y significado en la dimensión espiritual del hombre, es perfectamente compatible con la construcción de categorías lingüísticas y dis-tinciones en el lenguaje que permitan un mayor poder interpretativo en las personas.
De igual manera la posibilidad de resignifi-cación de las situaciones presentes en la vi-
da de las personas, se entiende en logoterapia, como el descubrimiento del sentido trascen-dente de estas mismas situaciones, además de ser una evidencia de la libertad de la voluntad, que es en sí misma uno de los pilares básicos del modelo logoterapéutico.
La persona tiene la capacidad de hacerlo: todas las personas conocen, mejor que el coach, la mejor manera de lograr el objetivo, lo que fun-ciona para ellas y lo que no y las alternativas disponibles. Además todas las personas tienen la capacidad de lograr el objetivo que se pro-
pongan o de desarrollar la habilidad que re-quieran, solo necesitan que se les ayude a esta-blecer con claridad cómo y para qué lograrlo, y el resto será parte de su propio trabajo. Sin es-ta convicción interior, el coach no puede “soplar brasas” (en palabras de Wolk) pues más bien tendría que encender el fuego, y este no es el papel del coach, ya que implicaría quitarle la responsabilidad de su propio desarrollo a la persona.
Una condición clave en logoterapia es la fe en la capacidad y posibilidad del hombre de hacerse a sí mismo y de superar cualquier difi-cultad que se le presente; Frankl llama a esto el poder de obstinación de la mente.
“Hablamos de poder de obstinación de la mente para referirnos a la capacidad fundamental de la persona (dentro de los límites de lo humana-mente posible, por supuesto) de hacer frente a las condiciones y circunstancias más adversas, tanto circunstancias exteriores como estados interiores, es decir, mostrarse más fuerte que
todo ello”
Este poder desafiante del espíritu humano, es el que nos permite sustentar la creencia de que la persona tiene la capacidad de lograr cual-quier objetivo que se proponga, la posibilidad de encontrar el significado de una situación dada. Esta creencia, a su vez, permite guiar la acción del logoterapeuta cuando está frente al paciente, facilitándole hacer uso de estrategias como el diagnóstico alternativo planteado por Martínez (2007).
De esta manera, encontramos que este es un principio compartido por ambos, la logoterapia y el coaching, que nos da otro fundamento pa-ra construir una propuesta de coaching que se base en los conceptos y técnicas de la logotera-pia.
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LOGO COACHING ® , es un concepto creado y desarrollado por el autor.
Este trabajo fue presentado como “trabajo libre” ante el 3° Congreso Latinoamericano de Logoterapia, organizado por el CLAE, en Buenos Aires, junio de 2009
cia y que, de hecho, facilita el hallazgo de senti-do si se hace de manera significativa y con una orientación clara.
El coaching trabaja con las fortalezas, no con las debilidades: de manera parecida al postula-do anterior, lo que se busca en el coaching es determinar qué fortalezas posee la persona que le permitan alcanzar el objetivo, para usarlas como “combustible” para el logro de la meta. Si una persona es disciplinada, por ejemplo, po- dríamos ayudarle a desarrollar un programa de actividades para todos los días que le ayude a
alcanzar su objetivo, de esta manera aprove-chamos su fortaleza para que alcance el objeti-vo que se propuso. Existe una especie de “diagnóstico” de las fortalezas y habilidades de la persona que le permitirán sacar adelante el desarrollo de la meta o de la habilidad.
Estas condiciones son soportadas en logotera-pia a través de la formulación de caso logote-rapéutica de Martínez (2007) en la cual se pre-tende establecer las fortalezas del paciente para así utilizarlas como estrategia de fortalecimien-to. A partir de estos principios, pueden aplicar-se todas las técnicas y estrategias propias de cualquier escuela de coaching, ya sea que se basen en la cognición, en los modelos represen-tacionales, en las emociones o en el sentido de la vida.
Es por estas razones que el coaching, dentro del ambiente de la organización, es un campo fértil para la aplicación de la logoterapia y para el hallazgo del sentido de la vida en el trabajo.
Bibliografía
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ching, Barcelona, España: Paidós
Carvajal, J. (2005) Coaching espiritual: la logoterapia en la organización, Ponencia presentada en el Primer
Congreso Latinoamericano de Logoterapia, Buenos
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Dilts, R. (2004) Coaching: Herramientas para el Cam-
bio, Barcelona, España: Urano
Echeveria, R. (2005) Por la senda del pensar ontoló-
gico, Buenos Aires, Argentina
Garcia Pintos, C. (2004) La Humanidad Posible,
México: Ediciones LAG.
El coaching trabaja desde la alternativa, no desde la dificultad: en todos los modelos de coaching, la prioridad es establecer las alter-nativas para el logro de la meta o para el de-sarrollo de la habilidad, NO analizar las ra-zones por las cuales no se puede. Esta for-ma de pensar, desde la óptica del coaching, limita el espacio de acción de la persona y le impide completar sus metas; por ejemplo, si queremos comprar un Mercedes-Benz y par-timos del análisis de por qué NO PODEMOS comprarlo, encontraremos que NO tenemos dinero suficiente, que NO tenemos un sitio donde ponerlo a salvo, etc. Pero si nos pre-guntamos CÓMO VAMOS A HACER para comprar un Mercedes, es decir qué OPCIO-NES tenemos, empezaremos a pensar si fue-ra posible COMPRARLO USADO, si tal vez pueda ser parte de un NEGOCIO, qué OP-CIONES tenemos para conseguir el dinero, etc. Es decir, si pensamos en la opción al-canzamos el objetivo, si pensamos en la difi-cultad, lo mas probable, es que nos quede-mos en el análisis.
La logoterapia, como ya discutimos más arriba, se propone ayudar a ampliar el hori-zonte percibido de valores del paciente dándole la posibilidad de obtener nuevas al-ternativas de realización de sentido. De for-ma análoga, el coaching favorece la realiza-ción de metas desde una posición de la al-ternativa, es decir, desde la creación de con-versaciones generadoras. Estas conversacio-nes, como recurso de construcción, ayudan a pararse en una posición de búsqueda de significado, a buscar huellas de sentido, que le permitan evidenciar por qué SI es posible realizar el sentido propio de la vida de la persona.
En el caso del trabajo, partimos de una defi-nición discutida en un trabajo anterior, esta es, que el trabajo consiste en la forma efecti-va de relación del hombre como Dasein con el mundo que lo convoca, permitiendo, ya que es de naturaleza social, un acercamien-to del hombre a los valores al favorecer su trascendencia hacia el otro. (Carvajal 2005)
Con esta definición nos damos cuenta que el trabajo es mucho más que sólo la manifesta-ción de los valores de creación, es una parte integral y fundamental de la vida del hom-bre, que cubre una gran parte de su existen-
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Neeman, M. Dryden, W. (2004). Coaching Para Vivir: Aprende a organizarte y ser más asertivo,
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Aires, Argentina: Paidos.
Wolk, L. (2006). Coaching: El arte de soplar bra-sas, Buenos aires, Argentina : Gran aldea edito-
res.
Juan Carlos Carvajal es Psicólogo de la Uni-
versidad de La Sabana en Bogotá
(Colombia), especialista en psicología de las
organizaciones de la Universidad Católica
de Colombia, logoterapeuta, coach, confe-rencista nacional e internacional, docente
universitario de cátedras en psicología
humanista y organizacional entre otras,
gerente general de Juan Carlos Carvajal y
Cia Ltda. Actualmente desarrolla procesos
de consultoria organizacional y coaching en Colombia con resultados constatables
El generoso Francisco
José había abierto fronte-ras para recibir en el im-
perio, a aquellas familias
judías que estaban siendo
perseguidas en Europa
Oriental. Así, la llamada "migración judía" llevó a
la Viena imperial a mu-
chas familias, en su ma-
yoría provenientes de la
actual República Checha,
en particular de Praga. Se instalaron en el segundo
distrito de Viena, Leo-
poldstadt, separados del centro de la capital por
un canal del Danubio que, con forma de anillo,
rodeaba lo más deslumbrante de la ciudad. La-mentablemente la apertura del emperador no
correspondía con el sentir de sus súbditos, quie-
nes manifestaban un espíritu antisemita. Una
expresión del mismo, fue denominar "Isla de Ajo" al Leopoldstadt, por el supuesto olor que
despedían los judíos por la dieta en base a ajo
que consumían.
Elsa Lion y Gabriel Frankl, eran dos jóvenes cu-
yas familias habían formado parte de esa migra-
ción. Decidieron casarse y el 24 de febrero de
1901, bendijeron la unión en la sinagoga de la calle Seitenstengasse. Se instalaron en un de-
partamento de la calle Czerningasse ("la calle de
los checos") y tuvieron tres hijos. El segundo de
ellos, Viktor Emil, nació el 26 de marzo de 1905.
No suponían entonces que ese niño estaba des-tinado a ser uno de los más grandes pensadores
del siglo veinte y creador de una escuela de psi-
coterapia.
Al cumplirse un nuevo aniversario del nacimien-to de Viktor Emil Frankl, el CLAE lo recuerda,
rindiendo especial homenaje a sus padres, que
educaron a ese niño en un espíritu curioso,
ecuménico, generoso, respetuoso de la dignidad
de la persona, leal, humilde y solidario. Todas virtudes que se descubren en la vida de Víktor,
tanto como en la teoría de Frankl.
En ocasiones como ésta, renace el desafío de
seguir trabajando por la dignidad de la persona humana y por todo aquello que personaliza, ba-
jo el imperativo frankliano de decirle "sí a la vida... a pesar de todo"
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106° Aniversario
del nacimiento de Víktor Emil
Cualquier relación humana tiene sus be-
moles y matices, sus rutas de fácil acceso y
sus obstáculos, sus claros y oscuros.
La relación matrimonial, sobre todo, tal vez
por ser una relación elegida desde la liber-
tad y la responsabilidad (o esto sería lo es-
perable), acusa un camino de voluntad,
cuidado, esfuerzo y trabajo en común cons-
tante. Es este trabajo de a dos lo que me
interesa resaltar en un tratamiento de pa-
reja desde la Logoterapia Vincular.
Siempre me llamó la atención que algunas
personas rechazaban el instrumento terap-
éutico aún con altos sufrimientos en el
vínculo de pareja. Y me sorprendía más to-
davía la cantidad de personas que, hacien-
do terapia, concluían sus matrimonios des-
de premisas de claro corte individualistas.
Siendo una terapeuta joven, sentí la necesi-
dad de trabajar desde un enfoque diferente
que privilegiase el espacio de la nostridad
para retomar el camino juntos y sostenerse
mutuamente desde ese lugar que fue inau-
gural para ellos: “juntos en las buenas y en
las malas”. Y que no quedase en el recuer-
do de una ilusión adolescente, sino en el
desafío cotidiano de ser felices juntos.
No hablo de vínculo seguro, porque como
dice el dicho “a seguro se lo llevaron preso”.
Pero sí propongo la seguridad como un ca-
mino a recorrer, como una construcción
constante.
Durante toda la vida las personas somos
arrojadas de nuestras condiciones paradis-
íacas. Pero la madurez nos permite aceptar
las reglas del juego y luchar y autosuperar-
nos, confiando en la capacidad de reacción
y oposición del espíritu humano. Y la falla
en esto posiblemente implique que cada
etapa de la vida que no asimilamos y no
superamos, se transforme en la base del
conflicto o fracaso de la siguiente fase vital.
A estas alturas, ustedes se podrán pregun-
tar: ¿Cuáles son los problemas más habi-
tuales en la consulta de pareja?
Además de los
tan ponderados
problemas de
comunicación,
existe una lista
de situaciones
vinculares que
interrumpen la
funcionalidad,
a saber: la acu-
sación mutua del no cumplimiento de alguna
promesa, lo que provoca altos niveles de insatis-
facción, hostilidad, distancia, agresiones explíci-
tas, otras enmascaradas, y hasta contaminar en
el caso de que hubieran hijos todo el clima fami-
liar.
Y los enojos graves son verdaderas zonas de peli-
gro. Reproches que se estructuran a veces en
una escalada simétrica de agresión, que ensorde-
cen la capacidad de escucha mutua y posponen
el diálogo como posibilidad de acuerdo o de re-
dención y cura de las heridas. Las demandas de
insatisfacción suelen surgir por el lado femenino
por el alto nivel de sensibilidad que muchas ve-
ces bloquea el buen juicio. Que no se ofendan las
mujeres conmigo por esto último, pero para mí
también es un bonito aprendizaje el “intentar”
comunicarme con el varón que entiende mejor
un estilo vincular claro, corto y lógico.
Y la hostilidad otras veces deviene en distancia y
hasta a veces en silencio.
Aparece entonces el silencio como modelo rela-
cional y uno se pregunta: ¿de qué los protege el
silencio? Tal vez promueva la ilusión de no con-
frontación, de continuidad, por temor a expresar-
se abiertamente. Tal vez el debate de ideas, con-
ceptos o sentimientos se viva como amenazante.
Seguramente en algo influyó la educación fami-
liar de los primeros años. Recordemos que en la
primera infancia se aprenden y “aprehenden” los
distintos modos o estilos de comunicación.
La familia de origen, como venimos resaltando
siempre en nuestra columna de Logoterapia Vin-
cular, se define como cuna de los primeros y fun-
dantes aprendizajes. Entonces no solamente im-
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LOGOTERAPIA VINCULAR
Reordenar el amor
Página 25
Por Analía Boyadjián
portan el aprender a controlar esfínteres, el
caminar o el hablar, sino que se instalen las
matrices de aprendizaje, en este caso de la
vincularidad que moldean el encuentro o des-
encuentro con uno mismo, con los otros, con
el mundo.
Tomemos un ejemplo: la Familia LL vino a
consulta con un alto nivel de abuso emocional
entre los cónyuges. En ese momento tenían a
su primera hija de 4 años. La hija presenciaba
graves disputas y presentaba como síntoma la
caída del cabello y en el jardín de infantes un
tipo de conducta muy agresiva sobre todo con
la compañera que era supuestamente su me-
jor amiga o la más querida. El tratamiento
abarcó diferentes escenarios: el espacio perso-
nal de cada uno de los miembros de esta fa-
milia, para descubrir las cuestiones que fue-
ron marcando la personalidad de cada uno; el
espacio vincular del matrimonio para encon-
trar los nudos que asfixiaban la relación y la
ponían en riesgo y construir estrategias para
su recomposición; y finalmente el espacio fa-
miliar para recuperar una buena calidad de
vida y promover la reconciliación y el perdón.
Nuestra búsqueda, desde la Logoterapia Vin-
cular, es que al enfrentarse con la realidad, el
matrimonio y la familia puedan tejer nuevos
pactos y acuerdos para el bien personal y el
bien común. Creo que es una exigencia nece-
saria para una sana convivencia la renovación
de cualquier pacto en medio o luego de toda
crisis.
Así, reordenar el amor implica reconocer y
aceptar el paso del tiempo, la finitud, los mo-
dos personales de afrontamiento de las difi-
cultades, las necesidades de cada uno, las an-
gustias y las posibilidades de cada cónyuge y
el contexto de cada situación, más los estilos
cognitivos, afectivos y emocionales de cada
persona.
Cuántas veces no vemos lo obvio: preguntarle al otro qué piensa o qué siente sobre algo o alguien es un modo claro de abrir nuevos tiempos y espacios en donde poder encontrar-se y comenzar a debatir. Lo que ocurre, ahora
hablando del contexto histórico que vivimos, es que para dialogar se necesita “tiempo”, y la pareja o la Familia “elogian la lentitud del tiempo” como el necesario tiempo de levado del pan…
Editorial SAN PABLO presenta el libro de ANA-
LIA BOYADJIAN, “Tiempo de Familia. Nosotros
y la búsqueda de sentido”
Transitando una época que se caracteriza por el
ruido de lo light, el zapping y la falta de verdade-
ros encuentros, se hace necesaria una profunda
reflexión sobre la condición de la familia, que hoy
parece estar en crisis. Detenernos a considerar la
familia es remontarnos a esa primera vivencia del
amor humano, ese primer espacio de pertenencia
que funda y da sentido a la vida. “Si entendemos
a la familia como una escuela de afectividad, como
cuna de lo fundamental, asumiremos nuestra mi-
sión de educar a los hijos con la intención de supe-
rarnos en el día a día y de apostar a la capacidad
de oposición del espíritu humano”, afirma la auto-
ra.
Como sociedad, nos enfrentamos permanente-
mente al vértigo de lo próximo, de lo desconocido.
Eso hace que sea tan necesaria una plataforma
con raíces que –al menos- nos indique el “desde
dónde” planificar el futuro. En ese sentido, el de-
safío de Tiempo de familia es recuperar el valor de
la “familia” en una sociedad descarriada, sin rum-
bo, sin anclajes… Por un lado, asumiendo su as-
pecto más esencial: primera cuna de afectividad y
aprendizaje; y, por otro, procurando una mejor
calidad de vida familiar como sostén personal y
capital social, para ver si así –entre todos- logra-
mos construir un mundo mejor.
C omo educadores, ¿qué queremos
formar en nuestros hijos y/o en
nuestros estudiantes? Le he hecho
esta pregunta a muchas personas,
padres de familia y maestros, y me la he for-
mulado muchas veces; en la respuesta
prácticamente todos coincidimos: queremos
que sean felices (o por lo menos que no sean
infelices), que sean auténticos y críticos, que
tengan preparación, autoestima y autonom-
ía para que la vida no les quede grande, que
sean saludables, amorosos y espirituales
con capacidad de vivir en comunidad y de
ser útiles para los demás. Podría resumir
todo en un gran propósito: que sean felices.
Aquí aparecen cuatro temas interesantes e
importantes: el primero es el de la felicidad,
palabra que confunde en la medida que
creemos que la felicidad es la ausencia de
sufrimiento. El segundo es que en términos
generales, lo que queremos para nuestros
niños está formulado en términos de cuali-
dades que cuidan la vida y la dignidad
humanas, o sea valores. El tercero es con
respecto a qué tanto la educación actual
está orientada al logro de esos objetivos. Y el
cuarto es en referencia a los educadores: me
pregunto qué tanto hemos alcanzado en
nuestra vida personal, aquello que quere-
mos para nuestros hijos: felicidad. Surgen
entonces varios “choques de trenes”:
Queremos educarlos para que sean feli-
ces, pero aquello que consideramos que es
la felicidad (ausencia de displacer) genera
inmensas cantidades de sufrimiento (vacío
existencial, baja tolerancia a la frustración,
incapacidad de convivir pacíficamente). Con
la mejor de las intenciones e ingenuamente,
creamos condiciones para sufrir innecesa-
riamente, no para ser felices.
Queremos educarlos para que sean feli-
ces, pero, ¿estamos felices los educadores?
“La palabra convence, pero el ejemplo arras-
tra…”
Queremos educarlos en valores, insis-
tiendo que sigan nuestras instrucciones, pe-
ro no nuestro ejemplo, y los valores no se
enseñan, los valores se viven y se contagian;
los valores no se aprenden, los valores se cap-
tan y se asimilan a través de vivencias signifi-
cativas, no de discursos e imposiciones.
Queremos educarlos en valores de orden su-
perior, pero seguimos dando mayor prioridad a
la formación en valores placenteros, vivenciales
e intelectuales.
Entonces, ¿cuál es el sentido de la educación?
Creo que no es otro que crear las mejores con-
diciones posibles para que los seres humanos
tengamos fuertes razones para estar felices.
Con respecto a la felicidad, Víktor Frankl decía
en su libro “El Hombre Doliente” que “lo que el
ser humano quiere realmente no es la felicidad
en sí misma, sino un fundamento para ser feliz
(…) Si tenemos un fundamento para ser felices,
la felicidad vendrá por sí misma, y cuando me-
nos nos preocupemos de ella, más seguros pode-
mos estar. La felicidad debe tener un fundamen-
to del que nazca espontáneamente; pero la felici-
dad no se puede perseguir, no se puede fabricar,
al contrario, cuanto más se la persigue, cuanto
más se busca el placer, menos se alcanza ”. Así
que, la tarea de la educación es favorecer esos
fundamentos que nos permiten sentirnos ple-
nos y felices.
Tenemos entonces que revisar el concepto
“felicidad”: ¿qué es eso de ser o estar feliz?,
¿qué es eso que llamamos felicidad? Hay miles
de definiciones y aproximaciones, y no pretendo
aquí inventar una nueva; lo que creo es que la
felicidad es un estado interior de ánimo y paz
que surge de la certeza de estar desplegando lo
mejor de sí mismo; de ahí que la relacione fuer-
temente con el encuentro de sentido. Para mí,
felicidad es un sinónimo de encuentro de senti-
do; y mi apreciación sobre el sentido de vida es
que “es percibir en mis decisiones y accio-
nes que soy auténtico, valioso, cuidadoso y
útil para mí y para los otros”. Así que cuando
percibo sentido en las cosas de mi vida, tengo
unas condiciones y razones suficientes para
estar en paz y sentirme feliz.
De esta forma, la educación puede darle mayor
énfasis a la creación de condiciones de encuen-
tro de sentido para favorecer en los seres
humanos el encuentro de razones para estar
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EDUCAR NO ES LLENAR UN BALDE. ES MANTENER ENCENDIDO UN
FUEGO Por Camilo ROA MACKENZIE
felices. Así, propongo que el acto de educar
se entienda como:
“Propiciar las mejores condiciones po-
sibles para que todos los seres huma-
nos descubran y desplieguen la mejor
y más auténtica versión de sí mismos
en un ambiente de cuidado y sana con-
vivencia…”.
Otra forma de decirlo es
“Propiciar las mejores condiciones po-
sibles para que todos los seres huma-
nos encuentren razones para ser y es-
tar felices en un ambiente de cuidado
y sana convivencia…”.
Otra forma,
“Propiciar las mejores condiciones po-
sibles para que todos los seres huma-
nos encuentren sentido de vida en un
ambiente de cuidado y sana conviven-
cia…”.
O mejor,
“Educar es crear caminos de senti-
do…”.
¿Cómo hacerlo? Hay tres factores clave: pri-mero, repensando la educación, sacándola del lugar relegado y secundario en que se encuentra, dándole mayor apoyo e impor-tancia; segundo, poniéndole ganas y com-promiso a esa transformación necesaria, o
sea, inyectándole amor, entusiasmo y fe; y tercero, recuperando y desplegando el in-menso potencial de educador que considero todos llevamos dentro.
Resumiendo, ¿para qué educar? Para crear caminos de sentido, para procurar condicio-nes favorables al despliegue de potenciales, para mejorar la calidad de vida y de convi-vencia de los seres humanos, para que exis-tan razones para estar felices y contentos con la vida.
El reto es ahora la transformación, y ésta no
es fácil. Hay mucha inercia, mucha resistencia al cambio, muchos intereses creados alrededor de mantener a la educación en un nivel utilita-rista y mediocre que asegure un ser humano anestesiado, facilista y manipulable; hay mu-chos seres humanos con pereza y/o miedo de cambiar, resignados, desesperanzados, desmo-tivados. No perdamos la fuerza; no nos dejemos apagar el fuego interior. Despertar y cambiar requiere una enorme dosis de trabajo, discipli-na, determinación, osadía y espíritu transfor-mador; ¿de dónde sacar la fuerza necesaria pa-
ra este proceso? Encontrarle sentido es necesa-rio pero no es suficiente; se necesita una energ-ía que facilite el paso de la percepción de senti-do al acto creativo y transformador, y ésta energía es el AMOR.
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SENTIDO VITAL
es una propuesta que facilita y promueve el de-
sarrollo humano y la sana convivencia al interior
de la familia, la escuela, la empresa y la comuni-
dad en general, a través de experiencias, confe-
rencias y talleres estructurados desde el amor,
la autenticidad y el sentido de vida como pilares
para la construcción de un mundo mejor.
Dirigido por Camilo Roa Mackenzie, ofrece una
serie de servicios para padres, educadores, fami-
lias y empresas, tanto como un interesante ma-
terial escrito, que puede contactarse ingresando
en su espacio sentidovital.com
SENTIDO VITAL
es un recomendado de LOGORED.
“L o cortés no quita lo valiente” fue el dicho que nos ocupó en la pasada columna de marzo. En esta ocasión, “la manta corta”, sin ser propia-
mente un dicho, es una expresión sufi-
cientemente sugerente como para ocu-parnos de ella y reflexionar en torno a
sus implicancias.
De hecho, es una figura que empleo con mucha frecuencia en el trabajo terapéu-tico, pues representa cabalmente algu-
nas particularidades muy concretas y
hasta obvias del diario vivir.
Sin embargo, nobleza obliga, debemos
hacer honor a su origen y a su mentor, circunstancia ésta, por otra parte, muy cara a mis afectos y que me da mucho
gusto compartir y difundir.
“Jugar al fútbol es como tratar de ta-parse con una manta corta: si uno se cubre la cabeza es inevitable que se des-cubran los pies; y si se tapan los pies,
queda afuera la cabeza”.
Esta frase la dijo Elba de Padua Lima (1915-1984), un director técnico brasile-
ño, apodado Tim y que fuera el conduc-tor del mejor equipo de San Lorenzo de Almagro (naturalmente, el club de mis
amores) que tuve ocasión de ver y disfru-
tar, hacia fines de los años sesenta.
Por cierto que alude a la imposible tarea
de atacar y defender con la misma efica-cia, destinando en ello muchos jugado-
res y los mejores recursos físicos, tácti-
cos y técnicos.
En una frase, inspirada y sumamente creativa, se condensa una de las mayo-
res verdades sobre el fútbol, que no le va en zaga a otras no menos célebres, ins-
piradas y creativas, tales como la del periodista Dante Panzeri (1921-1978):
“el fútbol, dinámica de lo impensado”, u otra del D.T. César Luis Menotti: “para poder entrar, hay que saber salir”, y
que a su vez podrían suscitar otras re-
flexiones.
Pero nuestra “manta corta”
que ahora nos ocupa, simboli-
za de un modo cabal y contun-
dente que en el fútbol todo no se puede hacer, y
claro está, va de suyo, que no
sólo es válido pa-ra este deporte en particular, sino para la vida en general y
de aquí, entonces, su riqueza existencial.
Si de dichos se trata, viene a cuento: “no se puede estar al mismo tiempo en misa y en procesión”, no se puede todo, no se puede estar dentro y fuera a la vez; debemos ele-
gir, y “condenados a ser libres” en la me-morable expresión de Sartre, no podemos
eludir esta tarea existencial.
O en misa o en procesión, o nos tapamos los pies o nos tapamos la cabeza, y enton-ces habremos de pasar frío en la zona no
abrigada, y es así, es una condición de la
vida, pero a veces tan difícil de tolerar.
De aquí el desarrollo de aspiraciones, senti-
mientos y actitudes omnipotentes, (pretender poderlo todo), que igualmente chocará, tarde o temprano, con la cruda
realidad.
Dentro o fuera, pies o cabeza, ataco o de-fiendo…, disyuntivas que reflejan el predo-
minante carácter polar de la existencia (superior-inferior; superfluo-profundo; masculino-femenino; etc. o el ying y el yang
tan presente en todo el pensamiento orien-tal) y que obligan a elegir, inexorablemente,
pues no pueden desarrollarse simultánea-
mente.
La manta corta refleja cabalmente una pola-
ridad dialéctica que el gran humanista alemán, Erich Fromm (1900-1980), des-arrollara con su probada lucidez, la ten-
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COMENTARIOS
La manta corta Por Enrique ADÚRIZ
tensión insoluble entre la seguridad y la
libertad.
Es por todos conocida la experiencia de la progresiva merma de libertad a medi-da que se exageran y se incrementan las
medidas para lograr mayor seguridad, del mismo modo que ocurre lo contrario,
los movimientos hacia una mayor liber-tad se verán acompañados del conse-
cuente menoscabo en la seguridad.
Tanto en lo exterior como en lo interior, en la casa como en el alma, este par dialéctico opera como la manta corta de
Tim, que siempre abrigará una zona
mientras queda desabrigada la otra.
La utilidad y potencia operativa en la
psicoterapia de esta figura, una metáfora del vivir, reside en que recuerda y enfoca de un plumazo que “el frío” que padece
la persona se debe a que ¡la manta es corta! y no a su ineptitud para abrigarse
o a una perseverante condición neuróti-
ca, nunca curada.
No es que se tape mal, es que la manta
es corta…y en todo caso lo propiamente
neurótico sería multiplicar los afanes omni-
potentes y las culpas, autorreproches y sentimientos de fracaso por no ser capaz de resolver, aquello que la misma existencia
presenta como insoluble.
Es propio de la vida, todo no se puede, po-demos más o podemos menos (potencia),
pero ni podemos todo (omnipotencia) ni no
podemos nada (impotencia).
Acaso, la frecuencia con que se cae en las
vivencias de omnipotencia y también de impotencia, bien pueda leerse como un mo-do de evitar este tremendo desafío existen-
cial que es sólo poder algo, no todo, pero
tampoco, en absoluto, nada.
La Logoterapia siempre nos recuerda que la
vida nos apela y nos interpela, y ante ella, desde nuestra libertad responsable, debe-mos responder. Hay una tarea por hacer,
creer que será posible hacerlo todo (omnipotencia) pretende eludir la condición
dolorosa y limitante, justamente, del límite; por contrapartida, la impotencia nos desli-ga de hacernos cargo y de dar respuesta a
aquella apelación.
La manta corta nos recuerda que no por abrigarnos habremos de evitar “el frío pro-
pio del vivir”, del elegir, de nuestra condi-
ción limitada, sólo potente.
Por su parte, el eco de las enseñanzas de
Viktor Frankl nos recuerda también que lo propiamente decisivo de la vida no está tanto en aquello que nos ocurre, sino más
bien en la actitud con que lo asumimos y el sentido que somos capaces de encontrar
en ello.
Permítaseme concluir esta columna, atento al origen y mentor de la frase de marras,
con un cordial “abrazo de gol”.
Lic.Enrique Adúriz
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No es que se tape mal,
es que la manta es cor-ta… y, en todo caso, lo
propiamente neurótico sería multiplicar los afa-
nes omnipotentes y las culpas, autorreproches y
sentimientos de fracaso por no ser capaz de resol-
ver, aquello que la misma existencia presenta
como insoluble.
Cuando lo conocí, Daniel estaba muy
preocupado. Tenía 34 años, trabajaba como economista en un Banco impor-tante, aparentemente todo era exitoso en
su vida y, sin embargo, se sentía solo. Sus parejas eran breves, no tenía mu-chos amigos, se vinculaba con dificultad.
Y, varias veces en los últimos tiempos, diferentes personas le habían dicho que
lo encontraban un tanto soberbio, que se
sentían cuestionadas por él.
Algo similar le ocurría a Paula, de 31
años, madre de dos hijos y, con esfuerzo, estudiante de psicología, carrera que re-tomó tras varios años dedicada a la ma-
ternidad. Sus amistades duraban poco, no encontraba a las otras personas hechas a su medida, tenía poca pacien-
cia con los que consideraba defectos y
los demás terminaban por alejarse.
Daniel y Paula son dos ejemplos de lo
que ocurre cuando vivimos nuestras vi-das en calidad de jueces de los demás.
Terminamos por dificultar el vínculo, in-comodamos a las otras personas, pone-mos la relación en un plano inclinado
(nosotros arriba, ellos abajo) y acabamos solos. Puede haber muchas razones so-bre el origen de esta actitud. Dependen
de la historia y de la estructura psicoló-gica de cada persona. Una explicación
sencilla y habitual es ésta: quien ha sido juzgado, será a su vez juez. Si en las re-laciones más importantes de tu vida, las
que te han formado, has estado someti-do a juicios y prejuicios, eso formará en
ti la idea de que un vínculo es un lazo en el cual uno juzga al otro. Y harás como juez lo que hicieron contigo cuando eras
juzgado. Luego lo justificarás de distin-tos modos: que lo haces para ayudar, que lo haces por cariño, que lo haces pa-
ra mejorar al otro, que las cosas deben ser como deben ser, y así hasta el infini-
to.
Lo cierto es que las personas que juzgan permanentemente a los demás generan
incomodidad, sufrimiento y entorpecen sus
propias relaciones. Cuando vivimos juzgan-do nos sometemos a una serie de limitacio-nes que nos empobrecen en lo personal y
en lo vincular. Al ponernos la toga de jue-ces en nuestra vida diaria, automáticamen-te trazamos una línea (a veces un muro)
que nos separa de los demás. Nosotros per-tenecemos a una categoría, la de quienes
deciden o saben lo que está bien o lo que está mal, cómo deben hacerse las cosas, qué actitudes son las que corresponden a
cada situación, qué pareja, qué trabajo, qué amigos y hasta qué casa le conviene a cada quien. Y el resto de las personas está allí
para recibir nuestra aprobación o reproba-
ción, nuestro rótulo.
Daniel, por ejemplo, acababa a menudo
sólo porque reprobaba, incluso por antici-pado, la manera de actuar o de pensar de
muchos de sus colegas, conocidos y ami-gos. Hasta tal punto lo hacía que se moles-taba con ellos (sin que estos siquiera se en-
teraran) y, como producto de ese enfado, elegía no hablarles, no acercarse a las con-
versaciones grupales, a veces directamente no les saludaba. Por supuesto, muchas de aquellas personas terminaban por no to-
marle en cuenta, no invitarlo a salidas con-juntas o evitarle para no oír sus comenta-
rios irónicos, sarcásticos y enjuiciadores.
El “juez” establece un parámetro sobre lo bueno o lo malo, lo deseable o lo indesea-ble, lo correcto o lo incorrecto. Pero, curiosa
paradoja, queda atrapado en ese paráme-tro. ¿Estamos seguros, cuando nos conver-
timos en jueces de los demás, que nosotros seremos capaces de actuar siempre de la manera en que pregonamos? ¿Podríamos
jurar que, jamás de los jamases, caeremos en una actitud o una elección similar a la que reprobamos? ¿Podríamos exhibir una
foja de actitudes en la vida tan impoluta, tan despojada de errores que nos permita
mantener el podio de jueces? Para pregun-tarlo de una manera sencilla y milenaria: ¿podemos tirar la primera piedra?
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¿CÓMO SERÁ SER EL OTRO? Por Sergio Sinay
Paula descubrió que ella no podía arro-
jarla después de perder varias amigas, y de sentir que vivía malhumorada y pelea-da con el mundo al punto en que se sin-
tió en crisis. Una crisis que le permitió cambiar, sobre todo después de que una de las amigas que aún conservaba (y con
quien la unía un cariño que venía de la infancia) le contó de su propia vida, de
por qué hacía aquello que Paula reproba-ba; le habló de sus emociones, de sus búsquedas y logros personales. Entonces
Paula descubrió que, en su afán de juz-
gar, había dejado de ver quiénes eran re-
almente las otras personas, había reem-plazado la realidad por su opinión. Como
jueza, no lo había hecho bien. Es que un juez justo sólo puede serlo desde la em-patía, es decir, si es capaz de ponerse en
el lugar del otro.
De esto trata, en parte, la muy bella no-vela Elizabeth Costello, del autor sudafri-
cano J:M: Coetzee, premio Nobel de Lite-ratura en 2003. Elizabeth, la escritora protagonista, reflexiona acerca de las
grandes tragedias humanas, acerca de la intolerancia, del genocidio, de los desen-
cuentros entre las personas, tanto en lo social como en lo cotidiano. Y piensa que
ocurren porque olvidamos una pregunta
sencilla, profunda y grandiosa: “¿Cómo sería yo si eso me estuviera pasando a mí?”. Cuando no la hacemos, dice, cerra-
mos nuestro corazón.
Tomando esas palabras, se puede decir que, cuando juzgamos, olvidamos ponernos
en el lugar del otro, ser el otro, y cerramos nuestro corazón. Con el corazón cerrado, quedamos solos, aunque estemos rodeados
de gente. En cambio, cuando dejamos de juzgar abrimos nuestro corazón. Y, con
él, abrimos nuestros ojos. Podemos ver al otro, saber quién es, averiguar qué le pasa, cómo se siente. Así, nuestros vínculos (de
pareja, de amistad, familiares, como pa-dres, como hijos, con colegas) se hacen más verdaderos, más profundos, con bases
más sólidas. Desarrollamos la empatía y, con ella, empezamos a desplegar uno de los
atributos humanos más elevados y esencia-les para una vida plena, con sentido: la aceptación. Aceptación es más que tole-
rancia. En la tolerancia queda aún un ma-tiz de juicio (Soy mejor que tú, por eso te
tolero a pesar de tus defectos). Dejar de juzgar es empezar a conocer al otro. Cono-cer es aceptar. Y quien aprende a aceptar,
nunca está solo.
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Foto: Eduardo Carrera
www.sergiosinay.com
Para mantenerse informado
sobre novedades del Congreso,
visite el blog del evento
Sentidocomoherramienta.blogspot.com
El Dr.Guillermo Pareja Herrera nos tiene acostumbra-
dos a sus mensajes vivificantes, plenos de significado,
volcados en publicaciones de obligada referencia para
todo humanista interesado en madurar un pensa-
miento consistente y comprometido con la persona
humana. Pero su obra no solo está restringida a li-
bros académicos. Su sensibilidad se expresa creativa-
mente a través de sus “Cartas desde el Desierto” con la
misma calidez y profundidad que caracteriza su dis-
curso científico. Mes a mes y con regularidad, vamos
presentando algunas de sus “Cartas”, breves reflexio-
nes sobre la vida misma, las cuales son comentadas
cada vez por algún colaborador de LOGORED. En
esta oportunidad, la encargada de hacerlo será Lucila
González
En esta oportunidad Guillermo nos trae una interesante Carta acerca de ¨La Sobremesa¨, ¡Qué increíbles frutos acarrea la posibilidad de reunirse una familia en torno a la mesa!
La sobremesa familiar en mi hogar fue por años el momento más importante del día. Es-tuvimos sentados compartiendo no menos de 11 personas entre abuelo, padres, hermanos, hermanas y parientes. Un día, como fue de costumbre, atiborré a mi abuelo de preguntas sobre un mismo tema. Los demás escucha-ban. De pronto un tío, enfadado, se dirigió a mí y me dijo que dejara de hacer preguntas. Mi abuelo, imperturbable, lo ignoró y dijo: Tu curiosidad es como el hambre y se satisface con preguntas. Después tú tendrás toda la vida para encontrar tus propias respuestas.
Tu curiosidad es una plantita, cuídala.
La sobremesa es considerada un tiempo rico para compartir, para conocernos, dialogar, expresarse, para exprimir la sabiduría de los grandes y disfrutar con las ocurrencias de los más pequeños. Es el espacio en donde una vez saciada el hambre del cuerpo se busca saciar otras necesidades, como en es-te caso la de la Curiosidad.
Esto me recordó a las sobremesas en mi ca-sa, cuando había alguna palabra en la que no coincidíamos su significado o no estába-mos seguros del mismo, papá nos mandaba a buscar la definición al ¨mata burros¨
(léase Diccionario de la Real Academia Espa-ñola) A él recurrí para buscar la palabra Cu-
riosidad. Fue tal la decep-ción al ver que dos de las definiciones que da tienen una connotación negativa.
(1) Deseo de saber o averi-guar alguien lo que no le concierne. (2) Vicio que lleva a alguien a inquirir lo que no
debiera importarle.
Cómo es posible que. desde el vamos, la socie-dad, representada muy bien en ¨el tío de Gui-
llermo¨, cuando le dice enfadado que deje de hacer preguntas, coarta esta disposición natu-ral a explorar, a saber, conocer, investigar y aprender.
Por suerte a lo largo de la historia contamos con Grandes Maestros como Sócrates, quien buscaba con sus preguntas estimular a los hombres para que puedan llegar al conoci-miento, considerado para él ¨el único bien¨. También Einstein hablaba de la curiosidad y
decía ¨No tengo talentos especiales pero si soy profundamente curioso¨ siendo esta curiosidad el motor que lo mantuvo alerta a nuevos des-cubrimientos, nos inspira para que siguiendo sus pasos, podamos cuestionarnos y cuestio-nar lo ¨dado por sentado¨ elaborando así un pensamiento crítico.
Si de maestros se trata no vamos a dejar de nombrar a uno de los protagonistas de esta historia ¨El Abuelo de Guillermo¨ quien en-cuentra una definición más apropiada que la que nos proporciona el diccionario
¨…Tu curiosidad es como el hambre y se satis-face con preguntas. Después tú tendrás toda la vida para encontrar tus propias respuestas. Tu
curiosidad es una plantita, cuídala.¨
Por suerte en la Vida contamos con la sabi-duría de los Grandes Maestros, que en una sobremesa, nos invitan a seguir cuestionando, a no conformarnos con lo que conocemos, a salir de nuestra comodidad e ir por más, para que la planta se convierta en un árbol y ese árbol pueda seguir dando sus frutos y siembre en otras mesas.
Lic.Lucila González
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CARTAS DESDE EL DESIERTO
Guillermo Pareja Herrera
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Tras varios años de espera, finalmente Juan Pablo II será beatificado, con lo que se lo elevará al honor de los altares, una decisión que fue aprobada por el papa Benedicto XVI. La ceremonia se realizará el 1º de mayo en la Plaza de San Pedro, según adelantó el Vaticano en el decreto promulgado para informar la decisión. Toda beatificación requiere al menos de cinco años de proceso, pero en el caso de Juan pablo II, la "imponente reputación de santidad de la que gozaba el papa Juan Pablo II durante su vida, en su muerte y después de su muerte", justifica que se halla acelerado el mismo, explicó el Vaticano en un comunicado. El propio Juan Pablo II había derogado ciertos reparos en agilizar este tipo de proceso, permitiendo el inicio in-mediato del proceso canónico para la Madre Teresa de Calcuta, fallecida en 1997 y beatificada en 2003.
De todos modos y más allá de la celeridad del proceso, SS.Benedicto XVI insistió en una investigación ex-haustiva para que no quedaran dudas sobre las virtu-des de Juan Pablo II, y con el visto bueno de la Con-gregación para las Causas de los Santos y de un grupo de teólogos, se dio por aceptada la milagrosa interce-sión de Juan Pablo en la inexplicable curación del mal de Parkinson de una monja francesa. Marie Simon-Pierre, una religiosa francesa de 44 años padecía una forma muy agresiva de mal de Parkinson, la misma
enfermedad que sufrió Karol Wojtyla. Habiendo estado internada en un hospital de Arles, su enfermedad des-apareció inexplicablemente en junio 2005, luego de una cadena de oración de las religiosas al fallecido Juan Pablo II, pidiendo su intercesión.
Una circunstancia poco conocida en la vida de Víktor Frankl, está asociada con Karol Wojtyla. En ocasión de una gira por Polonia para dictar conferencias, en la década del 50, el profesor Frankl se ve sorprendido por el hecho de que los jóvenes universitarios tenían conocimientos de los principios de la Logoterapia. Ter-minadas sus presentaciones, departiendo con el Rec-tor de la Universidad, le comenta su grata sorpresa, ante lo que la autoridad le responde que lo que ocurría es que un joven profesor de filosofía, era un entusiasta
Beatificación de Juan Pablo II
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En la celebración de la Pascua de Resurrección, recordemos un pasaje del mensaje pascual de SS.Juan Pablo II (2003), meditación final del Vía Crucis
«Surrexit Dominus de sepulcro qui pro nobis pependit in ligno» (de la Liturgia). «Ha resucitado del sepulcro el Señor, que por nosotros fue colgado de la cruz». ¡Aleluya! Resuena alegre el anuncio pascual: ¡Cristo ha resucitado, ha resucitado verdaderamente! El que «padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado», Jesús, el Hijo de Dios nacido de la Virgen María, «resucitó al tercer día, según las Escrituras» (Credo).
«Que se trunque la cadena del odio» ¡Cuántos hermanos y hermanas nuestros están reviviendo en su carne el drama del Calvario! ¡Qué numerosos son los "vías crucis" olvidados! Pienso en las trágicas imágenes de violencia, de guerras y de conflictos, que diariamente nos llegan desde tantos lugares; en la angustia y el dolor de indivi-duos y de pueblos de todo continente; en la muerte por hambre y por privaciones de miles de adultos y de niños inocentes; afrenta de la dignidad humana, perpetrada por desgracias en ocasiones en nombre de Dios.
Ha resucitado Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza. Ha resucitado. ¡Aleluya!
seguidor de su pensa-miento y lo comentaba permanentemente con sus alumnos. Ese do-cente era, evidente-mente, Karol Wojtyla. Siempre lo tuvo pre-sente, mucho más cuando asumió la dig-nidad de Papa. Leía cada uno de sus docu-mentos y cartas, reco-nociendo en el perso-nalismo de Juan Pa-blo, reflejos de su pro-
pio pensamiento.
En 1995, el Consejo Pontificio para los Agentes de la Salud, publica un breve pero hermoso tratado de bioética, conocido como “Carta para los Agentes de la Salud”. Por primera vez, la Iglesia Católica habla y recomienda enfáticamente la psicotera-
pia como recurso válido para aquellos que sufren padeci-mientos emocionales. Al finalizar el apartado, en el número 107, recomienda a la Logoterapia, como la “psicoterapia privilegiada”, por su alto contenido ético y respeto de la persona. Muy probablemente no sea ca-sual que la Iglesia Católica, bajo el pontificado de
SS.Juan Pablo II, haya hecho esta declaración.
En vísperas de su beatificación, LOGORED adhiere e invita a todos a unirse en oración a Juan Pablo y acom-pañen este proceso, que reconoce en él, a un hombre de bien, entregado y servicial, generoso y enérgico, talento-so y humilde, ecuménico. En términos franklianos, “un hombre decente” o “un santo”. Representación viva del “homo patiens”. Maximiliano Kolbe, José Kentenich, Leo Baeck, Pinchas Lapide, Teresa, Karol y Víktor, pertene-cen a esa especie de personas que saben, perfectamente, que por detrás de cada condición y circunstancia, habita una persona humana. Que toda persona humana busca, en definitiva y por distintos caminos, a Dios. Saben tam-
bién que Dios, está en todas partes.