lo anormal en la psiquiatría-entre la medicina y la política
DESCRIPTION
breve ensayo sobre los conceptos de anormalidad y locura y sobre las relaciones de la psiquiatría con el poder políticoTRANSCRIPT
Lo anormal en la psiquiatría: entre la medicina y la política
Carlos Augusto Arias Vidales……………………………………………………...Página 1 de 8
LO ANORMAL EN LA PSIQUIATRÍA: ENTRE LA MEDICINA Y LA POLÍTICA
Ensayo
Por: Carlos Augusto Arias Vidales
Estudiante
Universidad de Antioquia,
Seccional Magdalena Medio
Facultad de Ciencias Humanas y Sociales
Programa de Psicología
Nivel IV, Grupo 045
Asignatura: Psicopatología
Docente: Diego Armando Heredia Quintana
Puerto Berrío, 10 de abril de 2015
(corregido 26 de abril de 2015)
Desde antiguo los grupos y las sociedades (y, por supuesto, los individuos que componen
los unos y las otras) han sentido la necesidad de plantearse la cuestión de ¿qué hacer con
aquellos sujetos que, de algún modo, se ponen o están por fuera de la norma —es decir, los
anormales—? Las respuestas han sido muy variadas a lo largo de los tiempos y de las culturas,
pero sean cuales sean, o hubieran sido tales respuestas, en su base hay una cuestión fundamental
que toca con la definición del sí mismo de tales grupos, sociedades e individuos: ¿qué es ser
normal? Esto pareciera un contrasentido pero, lo cierto es que no se sabría ―o no sería posible
saber― qué es lo normal si no fuera por la irrupción… o la disrupción… o la irrupción
disruptiva de lo anormal que reta y que, incluso, quebranta la monotonía del ámbito de lo
cotidiano.
Tal preocupación por discernir lo normal de lo anormal ha estado presente, de un modo
muy particular, en la esfera del poder político, y esto por una razón muy sencilla: al poder
instituido le conviene mantener el statu quo, y la mejor forma de conseguirlo es promoviendo la
Lo anormal en la psiquiatría: entre la medicina y la política
Carlos Augusto Arias Vidales……………………………………………………...Página 2 de 8
conformidad con la norma establecida por él mismo y, concomitantemente, creando los
dispositivos necesarios para:
evitar que emerja cualquier manifestación de anormalidad, o
reducirla a cero en caso de que emerja, o
mantenerla bajo control en caso de que, por alguna razón las anteriores opciones
no sean posibles.
Ahora bien, hay diversidad de términos utilizados para diferenciar las distintas categorías
de lo normal y de lo anormal. Uno de estos, que parece revestir especial interés para el poder
institucional, precisamente en cuanto implica un riesgo para ese statu quo, es el término de
delincuencia, que está asociado intrínsecamente al concepto de culpabilidad: el delincuente es
aquél que es culpable de haber violado las leyes positivas del país y que, por tanto, se convierte
en una amenaza para la institucionalidad y el orden vigentes. Sin embargo, a poco que se pasa
revista a los diversos individuos que comenten violaciones a las leyes, saltan a la luz algunas
clases de sujetos sobre los que cabe preguntarse: ¿se puede decir que sean culpables de algo?; los
infantes, las personas con discapacidad cognitiva, las personas que se encuentran en un estado de
alteración anímica, los locos… estas personas (y otras que posiblemente se pasen por alto en el
momento), ¿son responsables por los actos cometidos bajo unas específicas circunstancias o bajo
unas condiciones vitales que limitan en grado variable el ejercicio de su razón y de su voluntad?
En otras palabras, ¿una persona que no tiene plena consciencia de lo que hace y que actúa sin
una motivación racional puede ser acusada de haber cometido un delito? Y si la respuesta es
negativa, entonces, ¿qué hacer con ellas cuando cometen actos que van en contra de las leyes, de
la seguridad y del orden? Más aún, todas estas personas, en su calidad de “enajenados” o de
“alienados” mentales, en cuanto que no son dueños de sus actos y/o no son capaces de asumir la
Lo anormal en la psiquiatría: entre la medicina y la política
Carlos Augusto Arias Vidales……………………………………………………...Página 3 de 8
norma, ¿no constituyen de por sí un potencial peligro para sí mismos, para su familia o para la
sociedad?
Como seguramente se habrá fijado el lector, en el centro (o tal vez sea más preciso decir
“en la cúspide”) de todas las preocupaciones manifestadas hasta el momento está el poder estatal:
es al Estado o, mejor, al complejo y oxidado engranaje humano-administrativo estatal al que le
preocupa cualquier brote de peligro y, por ello, una de sus mayores preocupaciones, como ya se
dio a entender antes, es identificar a los posibles focos de peligro y actuar sobre ellos mediante
unos dispositivos tendientes a evitar y controlar los posibles riesgos que estos sujetos puedan
significarles.
En torno a todo esto que se ha venido comentando es bastante ilustrativa la Clase del 12
de febrero de 1975 del curso Los anormales dictado en el Collège de France por Foucault
(2007). En este texto Foucault trata de establecer la relación que tiene la psiquiatría con la
jurisprudencia y la práctica penal, es decir, con dos de los dispositivos estatales encargados de
controlar los focos de “peligro” para el statu quo, centrándose en un momento específico de la
historia francesa: el siglo XIX, y tomando como punto de quiebre la promulgación de la ley del
30 de junio de 1938 sobre los alienados. Según los planteamientos de Foucault, antes de dicha
ley, el criterio para establecer que alguien era un alienado era la ausencia de razón. Teniendo
como base este criterio, se estableció la taxonomía psiquiátrica, así:
Locura continua Locura intermitente
Locura total Locura parcial
La locura que afecta la inteligencia pero no el resto de la conducta
La locura que afecta la conducta pero no la inteligencia
o La locura que afecta un determinado tipo de comportamiento
La locura instintiva
Lo anormal en la psiquiatría: entre la medicina y la política
Carlos Augusto Arias Vidales……………………………………………………...Página 4 de 8
Esta taxonomía, evidentemente no exhaustiva, apunta hacia la locura instintiva porque
ella es el eje articulador de las reflexiones que ocupan a Foucault en el texto en cuestión. La
locura instintiva se definía como aquella en la que un impulso irrefrenable se apoderaba del
sujeto y lo empujaba a cometer un comportamiento determinado, por ejemplo, un asesinato
(instinto de muerte), sin que mediara un interés. Sin embargo, con la citada ley, el criterio básico
de clasificación (la ausencia de razón) es sustituido por otro y, como resulta obvio, con ello se
modifica el sistema clasificatorio. El nuevo criterio taxonómico adoptado se apuntaló en el grado
de voluntariedad de la conducta… como consecuencia, el instinto (conducta no voluntaria), que
antes solo era considerado como el elemento diagnóstico esencial en un tipo específico de locura,
a partir de allí se convirtió en el discriminante de toda locura, lo que posibilitó la
psiquiatrización de un abanico de conductas mucho más amplio: todas aquellas que, de algún
modo, constituyeran: desorden, indisciplina, agitación, indocilidad, carácter reacio y falta de
afecto.
En este punto, la pregunta es: ¿de qué forma la ley de 1838 logró implementar dicho
cambio? O, tal vez sea más correcto preguntar: ¿qué consecuencias tuvieron los cambios con
respecto a la concepción de la locura efectuados por la ley de 1838? En términos generales, tales
cambios están relacionados con los procesos mediante los cuales la psiquiatría fue inserida en los
mecanismos de poder.
El primero de estos procesos fue la regulación administrativa. De acuerdo con Foucault,
a partir de la ley de 1838 la administración prefectoral tuvo la potestad para internar de oficio a
un alienado. Esta internación estaba reglamentada de la siguiente forma:
Lo anormal en la psiquiatría: entre la medicina y la política
Carlos Augusto Arias Vidales……………………………………………………...Página 5 de 8
Debía estar claramente motivada porque el sujeto se hallara en un estado de
alienación capaz de comprometer el orden y la seguridad personales, familiares y/o
públicos.
La internación tenía un carácter médico: su finalidad era curar al enfermo.
Debía estar acompañada por certificados médicos previos a la decisión.
El certificado médico previo no ligaba en absoluto la decisión prefectoral: esta,
perfectamente podía ejecutarse en contra de lo que estuviera establecido en aquel.
Debía hacerse en una institución especializada que se ocupara de recibir y curar a los
internados de oficio.
Una vez que la institución hubiera recibido al internado de oficio, los médicos de la
institución especializada debían hacer una evaluación del estado del sujeto, pero sus
conclusiones tampoco obligaban en nada a la administración prefectoral.
De este modo, se ve que la psiquiatría desempeña frente a la administración pública un
papel secundario y, en cierto sentido, dispensable. En todo caso, se constituyó en un engranaje
más de la maquinaria del poder público en aras de controlar determinados posibles focos de
peligro.
El segundo proceso consistió en la reorganización de la demanda familiar. Antes de la
citada ley, la familia podía, ya fuera ostentando la patria potestad, ya fuera en virtud de una
asamblea familiar, solicitar directamente a una institución la internación de su loco. Con el
advenimiento de esta ley, la familia queda supeditada, a la decisión de la administración
prefectoral. La única cuota de poder que la familia conservó fue la posibilidad de solicitar la
internación voluntaria, para lo cual debía, en primera instancia y como requisito indispensable,
Lo anormal en la psiquiatría: entre la medicina y la política
Carlos Augusto Arias Vidales……………………………………………………...Página 6 de 8
solicitar al médico la evaluación del alienado y la correspondiente emisión del certificado;
posteriormente, tras haber sido internado el sujeto, el médico debía tramitar el aval del prefecto.
De este modo, se modificó la relación del psiquiatra con la familia: este quedó
convertido, en primer lugar, en un intermediario entre la familia y la administración pública, y,
por otro lado, se convirtió en el médico de la familia en un doble sentido: era el médico
reclamado por la familia y, también, el médico que tenía que curar algo que pasaba al interior de
la familia… se convirtió en el médico de las relaciones enfermo-familia.
Finalmente, el tercer proceso se refiere a la aparición de una demanda política a la
psiquiatría. A partir de la ley de 1838, la psiquiatría debía proporcionar un discriminante
psiquiátrico de efecto político entre individuos, grupos, ideologías, procesos históricos, para
detectar, a partir de dichos discriminantes, de entre estos, cuales podrían llegar a constituir un
peligro para el orden y la seguridad.
Acá se ve a la psiquiatría, en forma bastante clara, convertida en un instrumento
ideológico y de control, destinado a “rotular” y “clasificar” a los individuos y los grupos en
“buenos” y malos”, a fin de identificar a los segundos y poder, de este modo, perseguirlos de
forma más eficiente.
Ese panorama que describe Foucault, bien puede servir de telón de fondo a la película
Zelig (Woodie Allen, 1983), en la cual, si bien se refiere a una época posterior a la comprendida
en las reflexiones del escrito considerado, se pueden identificar algunos de los elementos
descritos por Foucault.
Lo anormal en la psiquiatría: entre la medicina y la política
Carlos Augusto Arias Vidales……………………………………………………...Página 7 de 8
Zelig nos describe la historia de un personaje, Leonard Zelig, que posee una singular
patología: cambia su apariencia adaptándose al medio en el que se desenvuelve, en lo cual no se
evidencia otra cosa que su profunda inseguridad y su necesidad de ser aceptado por los demás.
Como quiera que sea, debido a un evento relacionado con su patología, una vez se pierde, por lo
que comienza a ser buscado por la Policía, que finalmente lo encuentra; este presenta unos
comportamientos que hacen sospechar que no se trata de un simple estafador, sino de un enfermo
mental, por lo que es internado en una institución psiquiátrica.
En el proceso de la película se observa el papel de la administración pública (encarnada
en la Policía) que es la que se ocupa de rastrear al supuesto estafador y, una vez detectada su
conducta perturbadora, se encarga de internarlo en una institución especializada. Pero lo que más
sobresale, es el papel de la psiquiatría; una vez el sujeto está en tratamiento, empieza a desfilar
una serie de psiquiatras con discursos explicatorios de la locura y justificatorios de las medidas
tomadas con respecto al loco; así mismo, destaca su carácter médico: la finalidad era conseguir la
cura del sujeto para que, así, ya no fuera un peligro para la sociedad.
Como conclusión, se puede decir que la psiquiatría, al igual que muchas otras disciplinas
y profesiones, a lo largo de su historia ha estado atravesada por un factor político administrativo
que, en parte, la ha configurado en los distintos momentos de su historia y le ha dado un puesto y
una función en la sociedad, pero esto, a costa de manipularla y ponerla al servicio de intereses
ajenos a la profesión misma y a su misión.
Lo anormal en la psiquiatría: entre la medicina y la política
Carlos Augusto Arias Vidales……………………………………………………...Página 8 de 8
REFERENCIAS
Foucault, M. (2007). Clase del 12 de febrero de 1975. En Los anormales. Buenos Aires: Fondo
de Cultura Económica. (Se puede recuperar en:
https://drive.google.com/open?id=0B06YCtcE06L-N0FpeHQ1Ulo0MXc&authuser=0)
Joffe, C. (Productor), y Woody Allen (Director). (1983). Zelig [Película]. Estados Unidos:
Metro Goldwyn Mayer. Recuperado en
http://miradetodo.com.ar/video/G9A1Y79AU8HW/Zelig-1983-VER-COMPLETA-
ONLINE-360p-DVD-RIP