literatura de urgenciab...literatura de crgenc4a 269 'ación ha suscitado siempre acaloradas...

8
268 REVISTA DE EDUCACIÓN LITERATURA DE URGENCIA yosE ANTONIO PEREZ-RIOJA El título de este breve ensayo acaso haga pensar en el botiquín o en la cura de urgencia trasladados a lo literario. Algo puede haber de esto, en efecto. Mas no se crea que voy a refe- rirme a una literatura rápida —a "libros de un momento" para el autobús, el tranvía o el vagón de ferrocarril—, sino a la urgente nece- sidad —"libros de todo momento"— de una li- teratura menos complicada, retorcida o vulgar que la actual. El lector de hoy, herido en su sensibilidad por una ola de tremendismo, o acosado, más que nunca, por la vulgaridad impresa de quios- co callejero, necesita una cura urgente, pero definitiva, mediante el botiquín espiritual de una literatura más sana, más sencilla y cor- dial. En este sentido debe entenderse el titulo "Literatura de urgencia", refiriendo ésta, en general, a la novela. El tema —complejo y difícil— es de los que invitan a meditar. Debo confesar que a mí, profesional y vocacionalmente, me apasiona. Sin embargo, pretendo tratarlo, a la vez que con sinceridad, con amplitud y con la máxima ob- jetividad posible. Creo, en definitiva, que a todos, como espa- ñoles, y, si se quiere, incluso también como ciudadanos del mundo, nos debe interesar un tema de tan honda raíz humana como éste. Voy a desarrollarlo, dentro de toda la breve- dad exigible en un artículo, en tres tiempos: Jos g ANTONIO PAREZ-RIOJA pertenece al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Ar- queólogos, y dirige actualmente la Biblioteca Pública y Centro Coordinador de Soria. Es co- rrespondiente de la Real Academia de la His- toria. Ha publicado varios libros: "El Humo- rismo", "El libro y la Biblioteca", "Mil obras para jóvenes", "Centros Provinciales Coordina- dores de Bibliotecas" y "Bibliotecas viajeras" (estos tres últimos, editados por el Servicio de Publicaciones), y una "Gramática de la Lengua española". En el núm. 2 de nuestra REVISTA DE EDUCACIÓN publicamos de este mismo autor el articulo "Aspecto social de la lectura", galar- donado con uno de los premios "Fiesta del Li- bro", en 1952. El presente artículo subraya la necesidad de una literatura más sencilla, más sana y más española, que pueda ponerse en manos de todos los lectores. una introducción, sobre el valor estético, ético y social de la literatura; un intermedio, acerca del panorama literario actual (literatura para minorías y para masas) ; y un final, que es, pro- piamente, el titulo de este trabajo: literatura de urgencia, es decir, literatura para todos y para siempre. INTRODUCCIÓN: VALORES ESTÜTICO, ÉTICO Y SOCIAL DE LA LITERATURA La literatura, como arte, supone un esfuerzo creador de belleza. Pero ¿qué significa la crea- ción artística? ¿Es, acaso, la imitación de la naturaleza, como pretenden los realistas? ¿O crea un mundo distinto del mundo de la rea- lidad, como sueñan los idealistas? He aquí un problema eterno con el que vie- nen tropezando, de siempre, todos los creadores de belleza. El arte no es sólo imitación servil de la na- turaleza: viene a ser un compendio de ésta for- mado por la imaginación. Es también una ilu- sión. Supone una contemplación del mundo, en efecto ; pero una contemplación que no se li- mita a reproducir el mundo exterior, sino que debe aspirar a penetrar en su espíritu. El arte vale más cuanto es más elevado el ideal que lo inspira. Como ha dicho Reynaud (1), "no alcanza el arte su plena dignidad cuando se limita a deleitar al hombre, sin llegar a des- pertar su entusiasmo por aquellas cosas que engrandecen su vida". En el arte, además, hace falta equilibrio. Sin una ecuación perfecta de valores estéticos y hu- manos, no hay arte posible. Así, el famoso cri- tico y esteta inglés John Ruskin (2) afirmaba, con muy ponderada exactitud, que "arte bello es aquel en que la mano, la cabeza y el corazón marchan juntos". Para Goethe (3), "el deber, el querer y el poder tienen que estar simultáneamente pre- sentes en todo arte, si se quiere lograr algo". * * * Vemos, pues, que la moral no es una rémora para el arte. El problema de su reciproca re- Terre et Ciel. (2) A Riemer, 1809. (3) The two Paths, II.

Upload: others

Post on 21-Apr-2020

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: LITERATURA DE URGENCIAb...LITERATURA DE CRGENc4A 269 'ación ha suscitado siempre acaloradas polé-micas. Pero el ideal moral es una realidad in-negable. Es verdad que prescribe normas

268

REVISTA DE EDUCACIÓN

LITERATURA DE URGENCIA

yosE ANTONIO PEREZ-RIOJA

El título de este breve ensayo acaso hagapensar en el botiquín o en la cura de urgenciatrasladados a lo literario. Algo puede haber deesto, en efecto. Mas no se crea que voy a refe-rirme a una literatura rápida —a "libros deun momento" para el autobús, el tranvía o elvagón de ferrocarril—, sino a la urgente nece-sidad —"libros de todo momento"— de una li-teratura menos complicada, retorcida o vulgarque la actual.

El lector de hoy, herido en su sensibilidadpor una ola de tremendismo, o acosado, másque nunca, por la vulgaridad impresa de quios-co callejero, necesita una cura urgente, perodefinitiva, mediante el botiquín espiritual deuna literatura más sana, más sencilla y cor-dial. En este sentido debe entenderse el titulo"Literatura de urgencia", refiriendo ésta, engeneral, a la novela.

El tema —complejo y difícil— es de los queinvitan a meditar. Debo confesar que a mí,profesional y vocacionalmente, me apasiona. Sinembargo, pretendo tratarlo, a la vez que consinceridad, con amplitud y con la máxima ob-jetividad posible.

Creo, en definitiva, que a todos, como espa-ñoles, y, si se quiere, incluso también comociudadanos del mundo, nos debe interesar untema de tan honda raíz humana como éste.

Voy a desarrollarlo, dentro de toda la breve-dad exigible en un artículo, en tres tiempos:

Josg ANTONIO PAREZ-RIOJA pertenece al CuerpoFacultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Ar-queólogos, y dirige actualmente la BibliotecaPública y Centro Coordinador de Soria. Es co-rrespondiente de la Real Academia de la His-toria. Ha publicado varios libros: "El Humo-rismo", "El libro y la Biblioteca", "Mil obraspara jóvenes", "Centros Provinciales Coordina-dores de Bibliotecas" y "Bibliotecas viajeras"(estos tres últimos, editados por el Servicio dePublicaciones), y una "Gramática de la Lenguaespañola". En el núm. 2 de nuestra REVISTA DEEDUCACIÓN publicamos de este mismo autor elarticulo "Aspecto social de la lectura", galar-donado con uno de los premios "Fiesta del Li-bro", en 1952. El presente artículo subraya lanecesidad de una literatura más sencilla, mássana y más española, que pueda ponerse enmanos de todos los lectores.

una introducción, sobre el valor estético, ético ysocial de la literatura; un intermedio, acercadel panorama literario actual (literatura paraminorías y para masas) ; y un final, que es, pro-piamente, el titulo de este trabajo: literaturade urgencia, es decir, literatura para todos ypara siempre.

INTRODUCCIÓN: VALORES ESTÜTICO,ÉTICO Y SOCIAL DE LA LITERATURA

La literatura, como arte, supone un esfuerzocreador de belleza. Pero ¿qué significa la crea-ción artística? ¿Es, acaso, la imitación de lanaturaleza, como pretenden los realistas? ¿Ocrea un mundo distinto del mundo de la rea-lidad, como sueñan los idealistas?

He aquí un problema eterno con el que vie-nen tropezando, de siempre, todos los creadoresde belleza.

El arte no es sólo imitación servil de la na-turaleza: viene a ser un compendio de ésta for-mado por la imaginación. Es también una ilu-sión. Supone una contemplación del mundo, enefecto ; pero una contemplación que no se li-mita a reproducir el mundo exterior, sino quedebe aspirar a penetrar en su espíritu.

El arte vale más cuanto es más elevado elideal que lo inspira. Como ha dicho Reynaud (1),"no alcanza el arte su plena dignidad cuandose limita a deleitar al hombre, sin llegar a des-pertar su entusiasmo por aquellas cosas queengrandecen su vida".

En el arte, además, hace falta equilibrio. Sinuna ecuación perfecta de valores estéticos y hu-manos, no hay arte posible. Así, el famoso cri-tico y esteta inglés John Ruskin (2) afirmaba,con muy ponderada exactitud, que "arte belloes aquel en que la mano, la cabeza y el corazónmarchan juntos".

Para Goethe (3), "el deber, el querer y elpoder tienen que estar simultáneamente pre-sentes en todo arte, si se quiere lograr algo".

* * *

Vemos, pues, que la moral no es una rémorapara el arte. El problema de su reciproca re-

Terre et Ciel.(2) A Riemer, 1809.(3) The two Paths, II.

Page 2: LITERATURA DE URGENCIAb...LITERATURA DE CRGENc4A 269 'ación ha suscitado siempre acaloradas polé-micas. Pero el ideal moral es una realidad in-negable. Es verdad que prescribe normas

LITERATURA DE CRGENc4A 269

'ación ha suscitado siempre acaloradas polé-micas. Pero el ideal moral es una realidad in-negable. Es verdad que prescribe normas y, porlo tanto, llega a limitar la actividad creadoradel artista; éste, sin embargo, tiene el deberde respetar tales normas, precisamente porquela ética es un imperativo que defiende la vidahasta en su más profunda raíz.

Frente a quienes se engañan suponiendo erró-neamente que el arte necesita de lo abyecto yde lo corrompido para adquirir vigor, es dejusticia afirmar que la comprensión de la vidamoral significa una envidiable y preciosa cua-lidad estética. La Divina Comedia, por ejem-plo, es una cima de la literatura universal. Yesta obra de Dante, que desafía al tiempo, por-que es una obra de ayer, de hoy y de siempre,supone una perfecta ecuación entre la ética yla estética.

La literatura puede ufanarse, a veces, de ha-ber logrado uno de sus más nobles valores es-téticos: el de sugerir sentimientos morales. Tales el sentido de un conocidísimo pensamientode La Bruyére (4): "Cuando una lectura oseleva el espíritu, os inspira sentimientos no-bles y valerosos, no busquéis ya más regla parajuzgar la obra : es buena y hecha por manomaestra".

No teman, pues, los escritores esa, especie decárcel que han creído hallar, a menudo, en lasnormas de una moral estricta. Piensen que latransgresión de los principios morales suponeun quebrantamiento de las leyes de la natura-leza y de la vida, fuente perenne del arte. Y sindejarse llevar tampoco por ciertas influencias(lel medio ambiente, no olviden aquellas pala-bras de Federico Schiller (5): "No es cierto loque comúnmente suele afirmarse: que el públi-co envilece al arte; el artista es quien envileceal público".

* * *

El artista, gran independiente, gran indivi-dualista, a menudo pintoresco y bohemio, nopocas veces rebelde o refractario a las normassociales, carece en nuestro país de la influen-cia de que goza en otros, en Francia, por ejem-plo. En España, cuando ms, puede aspirara una relativa notoriedad —siempre inferior,desde luego, a la de cualquier futbolista—, ya que, después de su muerte, se le erijan esta-tuas, se celebren en su honor póstumos home-najes y lejanos centenarios, o se convoquen con-cursos acerca de la significación de su obra orespecto a ignorados rincones de su modesta ytriste vida. Muchas veces, esta "desatención pú-blica —como ha dicho Ortega (6)— desmora-liza al escritor, induciéndole sin remisión a la

(4) Caracteres: Des ouvrages de ¡ 'esprit.(5) Vorwort zu der Brandt von Messina.(0) José Ortega y Gasset: (»rae completas, III,

página 490 y sigs.

irresponsabilidad". De aquí dos consecuenciaslamentables: una, que el escritor se encierreen su torre de marfil y, escondiéndose tras laconcha de su tertulia, escriba para una mino-ría de iniciados o incluso para el clan poéticoal que pertenece; la otra, que malgaste sus po-sibilidades artísticas y, al encaminarse por lalínea de menor resistencia, tome el rumbo másfácil: el de halagar al público, que es el únicomedio de ganar algún dinero con la pluma.

Así, la literatura (y, con frecuencia, la infra-literatura) sigue cada vez derroteros más ex-traños, para acabar en la minoria o en la masa.De este modo, la influencia social del escritormuere, muchas veces, antes de nacer.

La obra de arte es siempre el producto deun medio social. La literatura, especialmente,como ya observó hace más de un siglo Madamede Staél (7), es "la expresión de la sociedad".Algo más tarde, Guyau (8) e Hipólito Taine (9)desarrollarían sus conocidas teorías sobre elarte desde el punto de vista social. De enton-ces a hoy, se ha venido observando, por unaparte, la influencia del medio ambiente sobreel arte, y por otra, la influencia de las bellasartes —principalmente, de la literatura— so-bre las leyes, la religión y las costumbres. Laliteratura y el escritor están, por lo tanto, in-mersos de lleno en la sociedad.

INTERMEDIO: PANORAMA LITERARIOACTUAL (LITERATURA PARA MINORÍAS

Y PARA MASAS)

Como precedente y ambientación necesariospara enfocar mejor el panorama literario ac-tual, conviene que nos detengamos unos mo-mentos mirando hacia atrás. La primera mitadya transcurrida del siglo supone una perspec-tiva histórica suficiente. Volvamos los ojos a1900...

Entonces vivían aún don Juan Valera, Nú-ñez de Arce, Pereda, Echegaray... Se hallabanen plena sazón Galdós, Leopoldo Alas, la Par-do Bazán, Menéndez Pelayo, Jacinto OctavioPicón, Salvador Rueda, el Padre Coloma, Ma-riano de Cavia y Palacio Valdés. Blasco Ibá-ñez era el novelista joven de la época, en tantoque Benavente habla estrenado su primera co-media —El nido ajeno— hacia media docenade años, y dos jóvenes andaluces —los Quin-tero, hermanos en la. sangre y en las letras—acababan de darse a conocer, un par de ariosatrás, con La buena sombra...

Desde fuera, nos llegan aires renovadoresy revolucionarios: Nietzsche, "Gorki", Haupt-mann, Strindberg. Ibsen, D'Annunzio, Marinet-ti, Maeterlinck. Bernard

(7) "De la littérature considerée dans ses raportsavec les institutions sociales".

(8) L'arts au point de vue sociologique.(9) Filosofía del Arte.

2

Page 3: LITERATURA DE URGENCIAb...LITERATURA DE CRGENc4A 269 'ación ha suscitado siempre acaloradas polé-micas. Pero el ideal moral es una realidad in-negable. Es verdad que prescribe normas

ro REVISTA br EDUCACI6N

Dentro de la piel de toro del mapa ibéricosurge también una generación nueva, preludia-da ya muy de atrás por Larra, Ganivet y "Cla-rin" : es la tan discutida generación que se lla-mará más tarde del 98. Sus hombres se preocu-pan de España. Contemplan su paisaje. Enfo-can sus problemas. Traen un espíritu revisio-nista y critico. Significan el más vivo contrastede cuanto les precede y les rodea. Junto aellos, otro grupo inmediato: el de los moder-nistas. Todo, en esos años prologales del siglo,está imbuido por la estética del modernismo:la arquitectura —con Gaudí a la cabeza—, losmuebles, las modas, los libros, las revistas, elteatro y la vida misma...

"Rubén Darío" —el gran nicaragüense, queno puede silenciarse en la literatura española—introduce en la lírica un modernismo decora-tivo, orquestal y wagneriano; Valle Inclán—"ese gran don Ramón de las barbas de chi-vo"—, lo traslada a la prosa ; Marquina, Villa-espesa y Martínez Sierra, al teatro llamadopoético. Entretanto, Unamuno ya ha dejado sen-tir su gran influencia en el pensamiento con-temporáneo; "Azorin", en la prosa y en la'nueva sensibilidad estética; Benavente, en elteatro; Baroja, en la novela.

Fué aquella época pródiga en tendencias yen personalidades literarias. Triunfaba, p o rejemplo, Gabriel y Galán ; pero surgía ya lapoesía pura de Juan Ramón Jiménez y de An-tonio Machado.

Por otra parte, Madrid era el hervidero, elfoco de una bohemia dorada, donde la musadel arroyo de un Emilio Carrere sonaba a Ver-lame traducido,traducido, entre sorbo y sorbo de un cafécon, media.

Era el instante en que un adolescente de ta-lento, que suprimió el apellido porque le bas-taba el sonoro nombre de Ramón, nos traía lagreguería, y con ella, la gracia y la audacia deun humor nuevo. ¡Qué lejana ya la cripta de"Pombo"! ¡Qué olvidado aquel famoso cuadrode Solana! ¡ Qué arqueológicos aquellos ya des-apareedios cafés literarios de Madrid !...

La novela de los entonces consagrados co-existía con la novela ensayistica de Pérez deAyala, la clasicista de Ricardo León, la poemá-tica de Concha Espina, o la artística —y siparece mejor, con la narración colorista y ex-quisita— de aquel gran orfebre del idioma quefué Gabriel Miró.

En otro plano muy inferior, Felipe Trigo yuna multitud de epígonos —época de Los Con-temporáneos y El Cuento Semanal— cultiva-rían la novela erótica, tan en boga entonces,y hoy ya tan lejana, tan muerta y olvidada,como lo están ahora sus más genuinos represen-tantes.

En el campo de la filología y de la historia,de la filosofía, la ciencia y la cultura ha surgidoya por entonces un grupo de jóvenes intelec-tuales —Menéndez Pidal, Ortega y Gasset, Eu-genio d'Ors, Marañón, Ramiro de Maeztu, et-

cétera— que han empezado a modelar una nue-va época, incorporando a España a las Últimascorrientes del mundo.

Y un día estalla la primera gran guerra.Mientras la juventud europea muere en lastrincheras, nuevos ismos nacen, y con ellos, lasliteraturas de vanguardia. Otras modas, otrascostumbres, otros ídolos: Picasso y Paul Vale-ry, Max Jacob y Apollinaire, Freud y Piran-dello, "Charlot" y la Bertini...

Norteamérica ya se ha dejado sentir en elmundo. Con la postguerra confiada del Trata-do de Versalles y la primera Sociedad ginebri-na de las Naciones vienen los alegres añosveintes. Con ellos, el "fox", el tango, las or-questas negroides de "jazz", la invasión domi-nadora del cine —ya espectáculo de hombre, node niños, como lo había sido antes del año 14—,la irrupción de la radio y del futbol. Ha sur-gido una juventud satisfecha de sí misma y en-greída. Las mujeres fuman, beben, se pintan,se cortan el pelo y se acortan la falda. Se hacedeporte y se baila el "charleston". El conde deKeyserling bebe cerveza, filosofa y viaja porEspaña. Poco después, y en un día de abril,unas elecciones municipales cambian la faz po-lítica de nuestro país. Años inquietos y difíci-les. Luego, el largo paréntesis de otros tresaños de contienda civil. Poco más tarde, la se-gunda gran guerra mundial : "Sangre, sudor ylágrimas".

Ya estamos sumidos en un mundo distin-to: el de la energía atómica, el de los plásticos,el de la guerra fria, el del predominio absolutode la técnica y los más fantásticos avances cien-tíficos.

Bien se comprende que no es el mundo máspropicio para el desarrollo de las artes. Fal-tan ese clima de serenidad y esa calma creado-ra que necesitan los artistas. Nos hallamos anteun mundo —y ésta es la gran paradoja— cuyaperfección técnica es el mayor enemigo que leamenaza de muerte; nos enfrentamos ante unevidente desequilibrio entre las conquistas cien-tíficas y técnicas y el bajo nivel moral y esté-tico de muchos millones de hombres.

Dijérase que nos hallamos en medio de ungran periodo de transición. El panorama ar-tístico y literario se ofrece, pues, anubarrado,inestable, contradictorio. Tratamos de buscarávidamente, "snobisticamente" muchas veces,una postura. Mas no hemos conseguido hallar-la todavía. ¿Dónde, cuándo, cómo la encontra-remos? Resulta dificil predecirlo.

La moda se ve favorecida por la inestabilidadcaracterística de nuestra época. Es curioso ob-servar cómo las modas —que empiezan y ter-minan siempre por las dos cosas que más abo-rrecen: la singularidad y la vulgaridad— en-vejecen ahora mucho más de prisa, y cómo elvértigo de nuestro tiempo abandona unos is-mos estéticos para reemplazarlos en seguidapor otros nuevos, condenados también a fuga-císima muerte. "El predominio que la moda

Page 4: LITERATURA DE URGENCIAb...LITERATURA DE CRGENc4A 269 'ación ha suscitado siempre acaloradas polé-micas. Pero el ideal moral es una realidad in-negable. Es verdad que prescribe normas

LITERATURA DE tlitGENCiA 211

adquiere en la cultura actual —dice GeorgeSimmel (10)—, penetrando en territorios hastaahora intactos, y en los ya poseídos intensifi-cándose, es decir, intensificando el tempo de suvariación, es puramente concreción de un ras-go psicológico propio de nuestra edad. Nues-tra rítmica interna exige que el cambio de lasimpresiones se verifique en periodos cada vezmás cortos."

* * *

Pero meditemos ya en el panorama literarioactual. De intento, que no por olvido, voy aomitir nombres de escritores y títulos de obras.Voy a referirme tan sólo al ambiente, al climaliterario.

En primer término, hoy se respira, literaria-mente, una atmósfera de confusión. Es posibleque, en general, exista hoy un nivel culturalmás elevado en nuestros escritores. Pero nun-ca un poeta se ha parecido más que ahora aotro poeta, como se asemeja una gota de aguaa otra. Por lo común, falta hoy potencia crea-dora, faltan personalidades literarias tan di-versas y originales como hace cincuenta o trein-ta años. Faltan, asimismo, emoción y vibra-ción humanas, faltan corazón y simpatia, faltahumor, falta sinceridad.

Si, desde un ángulo de visión humorísticaanalizamos las posibles causas, acaso no puedaexistir una auténtica originalidad y una ver-dadera potencia creadora en una época en quela legión de los que escriben —poetas, nove-listas, ensayistas, etc.— es casi tan numerosacomo la de los que estudian el Bachillerato...Por otra parte, va a ser difícil precisar, dentrode poco, si la abundancia de concursos y pre-mios literarios ha producido tal abundanciade escritores, o si la multitud creciente de és-tos exige —para evitar un posible paro intelec-tual— la convocatoria de tantos certámenes.

Otro rasgo de la falta de potencia creadoraes el sello mareadamente femenino de buenaparte de la literatura —o con mayor exacti-tud—, de la novela actual. Este predominio delo femenino es, sin duda, además de un reflejoevidente de la mayor participación de la mujeren la vida social, un síntoma de transición odecadencia, ya que pone de manifiesto la esca-sez de auténticos valores creadores, esto es, vi-riles. El genio es, por antonomasia, masculino.Refleja humorísticamente este clima femeninode la novela actual una graciosa caricatura pu-blicada no hace mucho en una conocida revistasemanal barcelonesa: aparece en el dibujo unsufrido padre de familia, que lleva de paseoa cinco niñas de diferentes tamaños. Se le acer-ca un amigo, y le pregunta: "¿No está ustedpreocupado por el porvenir de tantas niñas?"Y el heroico y confiado padre contesta muy

tranquido: "No. Dentro de poco, ya podrán as-pirar al Premio "Nadal"..."

Observemos otro rasgo curioso de la litera-tura actual: el de la abundancia de traduccio-nes, rasgo revelador de la carencia de una li-teratura de raíz genuinamente original y espa-ñola. De las 3.693 obras publicadas en Españadurante 1948, 794 fueron traducciones. Es cier-to que tal proporción ha disminuido algo enlos años últimos. Pero, a este respecto, es in-teresante recoger las palabras siguientes deldirector del Instituto Británico en Madrid e in-signe hispanista Walter Starkie (11): "Hay—dice— un síntoma significativo de la vidacultural en España que no quiero dejar de ci-tar, y es el de las traducciones. Cuando lleguéa España en 1940, y comencé a interesarme porla importación de libros ingleses, me encontrécon que los autores más pedidos en Españaeran Chest,erton, Belloc y Kipling. Y entonces,debido a la iniciativa de un editor barcelonés,el gusto por los escritores ingleses comenzó acrecer rápidamente, y un cuarto escritor cató-lico, Mauricio Baring, ganó el favor especialdel público."

Como ya he advertido al principio, al hablarde literatura me estoy refiriendo a su génerode mayor interés social, esto es, a la novela, elMás ligado a la vida, no sólo por reflejarla conmás fidelidad y precisión, sino por cuanto lamisma novela es capaz de influir sobre la exis-tencia humana.

Así, el pesimismo, la inestabilidad y la an-gustia del mundo presente se acusan, a vecescon descarnados trazos, en la novelística con-temporánea de todos los paises.

El protagonista, el héroe del relato, dijéraseque se borran, aniquilados por el medio am-biente. Suelen ser protagonistas sin personali-dad, sin ideales, ni nobles ambiciones. Predomi-nan los abúlicos, los amorales, los acomodati-cios e incoloros, cuando no los tarados y en-fermos. Con frecuencia, el ambiente —un am-biente cualquiera— es el verdadero protago-nista de muchas novelas de hoy, consecuencialógica de un mundo saturado de vivir, y en oca-siones, carente de espiritualidad. Recordemos—para no acudir a ejemplos españoles— unareciente novela de Alfred Camus, L'etranger,la más lograda, acaso, del existencialismo fran-cés: en esa novela, como en tantas otras, elprotagonista es el medio ambiente en el quese arrastran unos pobres seres indefensos.

Del siglo xxx a nuestros días, la trama argu-mental se ha reducido, hasta casi desapareceren muchos casos. Así, el interés auténticamen-te novelístico de las peripecias del protagonis-ta se debilita hasta lo increíble. La novela ha

(11) "El autor en Esparta", articulo en The Au-thar, núm. 3, 1952.(10) Filosofía de la nioda.

Page 5: LITERATURA DE URGENCIAb...LITERATURA DE CRGENc4A 269 'ación ha suscitado siempre acaloradas polé-micas. Pero el ideal moral es una realidad in-negable. Es verdad que prescribe normas

272 REVIBPA DE EDUCACIÓN

llegado a convertirse en biografía de un rincónde la realidad, en un simple jirón de vida. Perocomo ésta tiene, a veces, materiales de derribo,el clima de la novela actual tiende por ello,cada vez más, a esa sordidez, a ese retorcimien-to, a esa crudeza que tanto priva en estos años.

Ha observado Weidlé (12) que "la crisis dela novela es, ante todo, crisis de imaginacióncreadora, es decir, impotencia por parte de losnovelistas de crear argumentos, de crear mun-dos imaginarios y seres vivientes."

Baquero Goyanes (13), con tina agudeza crí-tica, considera la novela como el género máspermeable, esto es, el más influido por las mo-das literarias de cada época, y la cree predes-tinada a combatir a la sociedad más que a pro-tegerla, si bien tal oposición puede servir, aveces, de aviso y defensa. Advierte cómo lainfluencia de los relatos —oníricos e irreales—de Franz Kafka ha contribuido a la actual ten-dencia de suprimir de las novelas a los sereso personajes normales. Y concluye: "La primi-tiva novela iba dirigida al hombre sencillo yelemental de otras épocas; ser, por otra parte,que parece existirá siempre... La de hoy va di-rigida al complicado hombre de nuestros días...En decadencia o en renovación, inferior o su-perior a la de otras épocas, lo que sí es ciertoes que la novela contemporánea resulta el gé-nero más fiel a su época."

La conclusión de Baquero Goyanes no puedeser más desoladora. Sin embargo, son muchoslos novelistas de hoy que acentúan las notascrudas y desagradables de la realidad. A vecesincurren en un naturalismo falso, como elabo-rado cerebralmente o producido, más que en lavida misma, en un extraño laboratorio. Ciertasnovelas de hoy —químicamente impuras— sonalgo así como podrían serlo, en un futuro alu-cinante, las que produjera la mente monstruo-sa y mecánica de un "robot", de un hombre ar-tificial...

* * *

Y así, ha surgido el tremendismo, moda pa-sajera, sarampión literario del que ya vamosestando de vuelta, y cuya crisis se acerca. Ensu origen, hace una docena de años, pudo te-ner acaso —y éste sería su aspecto positivo—una intención sincera y valiente. Pero torciópronto ese camino, ya que no basta el talentode algún escritor. Y de esta forma, el llamadotremendismo, continuador actual del natura-lismo decimonónico y zolesco que, una vez ago-tado, di6 paso a esa extinguida novelística eró-tica, supone —entremezclado como está de exis-teneialismos de importación, a lo Jean PaulSartre— una visión falsa y desagradable dela vida, un tono tenebrista y exagerado, una

(12) Mariano Baquero Goyanes: Problemas de lanovela contemporánea. Madrid, 1951.

(13) Ibídem.

postura "épatante" como para asustar al "buenburgués" desde no menos burguesas tertuliasde café.

El realismo o el naturalismo de Galdós y deBaroja, por ejemplo, están en la vida misma,en toda su raíz española, sin deformaciones nicomplacencias.

En cambio, el naturalismo y el erotismo delos tremen,distas de hoy suena, con frecuencia,a rebuscado o a traducido de esa novelísticadesquiciada, caótica, angustiada y alucinantede Faulkner, de Kafka, de muchos escritoresdel norte de Europa.

Parece como si un mundo de miserables, deanormales, de enfermos, fuera el único exis-tente; dijérase que lo psiquiátrico es lo normalpara muchos novelistas actuales, a los que sólosuelen inspirar los bajos fondos, los 1 ugurioso los hospitales.

Por otra parte, el psicoanálisis de Freud—ya un tanto trasnochado— y esa multitud decomplejos de todas clases, para uno y otro sexo,para todos los gustos y todas las edades, hancreado también ese retorcido clima literario,e incluso un clima vital tan estúpido y falsocomo pedantesco. Personas hay —ingenuas ybuenas personas, desde luego— que, influencia-das por tal variedad y superabundancia de com-plejos y casos patológicos, no diré que vayana la tienda a comprarlos —eso sería exagerar—,pero si que procuran identificar en una novelao en el cine los complejos que tienen o quisie-ran tener con los del protagonista del relatoo de la película...

El tremendismo, en suma, puede tener, si sequiere, una faceta positiva: la de haber termi-nado con ciertas hipocresías y la de abrir laposibilidad de abordar determinados temas.Pero, en general, no ha logrado hacerlo condignidad. He aquí su fracaso, y el que al ha-blarse de esta moda o corriente literaria ten-gamos que referirnos exclusivamente a su fa-ceta negativa: la de fomentar un clima litera-rio desagradable, escandaloso, feo y anormal,capaz de producir perturbadoras consecuenciaséticas y estéticas.

* * *

Es muy difícil establecer, a veces, una fron-tera precisa entre literatura e infraliteratura :es decir, entre ciertas novelas tremendistas yesos folletones que devoran con avidez tantoslectores ingenuos.

Todo arte nuevo —como ha observado Or-tega (11)— es impopular en virtud de un des-tino esencial, y escinde al público en dos gru-pos antagónicos: el de la minoría que lo en-tiende, y el de la mayoría, que no lo entiende.Por mi parte, me atrevería incluso a añadir untercer grupo: ese que fluctúa entre la masa y

(14) José Ortega y Gasset: Obras completas, III,páginas 353 y sigs.

Page 6: LITERATURA DE URGENCIAb...LITERATURA DE CRGENc4A 269 'ación ha suscitado siempre acaloradas polé-micas. Pero el ideal moral es una realidad in-negable. Es verdad que prescribe normas

LITERATURA DE URGENCIA 273

la minoría, presumiendo de entender todos los¿sinos que se le pongan por delante...

Mas, por encima de todo, existe el público,el lector medio. Y el público apetece en los li-bros la vida, la emoción y la intriga. Exige ac-ción, reclama personajes, necesita simpatía ycalor humanos. También, de vez en cuando, ne-cesita la terapéutica del humor. Y la verdades que, por lo general, se encuentra sitiado,ya por esa literatura joven e impopular, paraminorías —con frecuencia, alambicada e incom-prensible—; ya por esa multitud de papel im-preso, por esa infraliteratura barata de quioscocallejero, producida en serie para las masas.

Y aquí es donde se nos presenta ese panora-ma vastísimo de novelas de aventuras y poli-cíacas, en las que, las más veces y por añadi-dura, ni el suelo ni los bandidos son siquieraespañoles, sino el Oeste y los "gangsters" nor-teamericanos.

El genial Edgar Poe, cuando escribió, en1841, el Doble asesinato de la calle de la Mor-gue —en realidad, la primera novela policía-ca— no pensó, por lo visto, que iba a produciren torno suyo, y hasta un siglo más tarde, tallegión de autores y de novelas de este género,del que, según una conocida frase, "si se pu-diesen reunir todos los detectives de estas nove-las, la delincuencia habría desaparecido". Perono es así, desgraciadamente. Por el contrario,la delincuencia juvenil, e incluso infantil, au-menta merced a la lectura —y, sobre todo, ala contemplación en el cine— de muchas de es-tas novelas, donde la maldad, la amoralidad,los instintos primarios o las bajas pasiones seexaltan, a veces con una aureola de triunfoo de apoteosis.

Es cierto que una novela policíaca o deaventuras, escrita con dignidad literaria, puedeplantearnos problemas que agudicen o estimu-len nuestra observación o capacidad de conoci-miento.

Mas para esa multitud de adolescentes sinformar todavía, que imagina tivamente puedenaspirar a ser lo que son esos bandoleros, esos"gangsters", esos hombres primarios y elemen-tales del Oeste, esos hampones rotos y suciosde los bajos fondos de las ciudades, para talmultitud de adolescentes estas novelas son elOpio que insensibiliza y, que al delibitar o re-lajar el sentido moral, llegan a producir enciertos casos una delincuencia efectiva.

Pensemos también en las jovencitas. Paraellas se ha inventado otra especie de noveladenominada rosa, a causa del daltonismo lite-rario que padecemos. Mas no sería justo des-preciar esta novela por cuanto de positivo pue-da matizarla el adjetivo rosa. Me refiero almentido moral que debe campear en ella, y auna ese 'final —como de clisé fotográfico— siem-pre feliz. Tales serían, en realidad, los más po-sitivos valores, aunque reiterativos y monóto-nos, de un tipo o patrón ideal de novela rosa.Pero lo lamentable, lo indignante a menudo, es

la abundancia, en un 80 6 un 90 por 100, deuna novela, antes que rosa, estúpida, prefabri-cada, falsa y absurda, sin otro valor que el co-mercial, pero encubierta, eso si, bajo el disfrazde una moral fingida y acomodaticia. La ñoñe-ría, la pésima calidad estética, la inconsisten-cia, o, más bien, la falta de auténticos valoresmorales, el ambiente no pocas veces exótico ymal copiado de autores extranjeros, la irreali-dad forjadora de vanas y disparatadas ilusio-nes —en edad tan propicia a ellas—, todo estohace de la novela rosa al uso, y cn términosgenerales, uno de los tipos de la más lamenta-ble infraliteratura, tan nociva o más para laformación de las jóvenes que las truculenciasde las novelas policíacas y de aventuras paralos muchachos.

* * *

Aunque los españoles —todavía un poco cel-tíberos— somos algo refractarios a las estadís-ticas, convendrá recordar aquí unas cifras re-cientes y bien expresivas, por cierto, de la ex-tensión abrumadora de toda esta literatura ba-rata de quiosco callejero.

Sirva, como punto de referencia, un dato detodos conocido: la tirada media de un libro eshoy, en España, de dos a tres mil ejemplares.Me refiero, claro está, a obras de cierta digni-dad literaria. Pues bien: en el año 1943 se ini-ció El Coyote, y en 1950 se hablan publicadoya 110 títulos de esta serie. Debo añadir queEl Coyote ha llegado a tiradas anuales de50.000 ejemplares en su edición castellana (paraEspaña y la Argentina); de 100.000, en la edi-ción alemana, que hace Bobby Pagel; 6o.000, enla italiana, a cargo de Cesare Solini, y otros00.000 en la edición francesa, últimamente co-menzada. Tengo noticias de que está a puntode editarse —si no lo ha sido ya— en Inglaterray en Dinamarca. Por otra parte, la primera edi-ción de El Coyote se agotó en una semana, yeste nombre ha rebasado la popularidad de losquioscos callejeros para bautizar a determina-dos "clubs" infantiles, e incluso a marcas demuñecos y de cigarros puros...

En un reciente editorial de la revista Eccle-sia (15)— se calcula que "diariamente salen anuestro mercado cinco títulos de literatura ba-rata, que a. una tirada media de 10.000 ejempla-res (calculando muy bajo), hacen. en númerosredondos, más de 18 millones de ejemplaresanuales en circulación, los que, además, van pa-sando de unas manos a otras a base del inter-cambio, alquiler y compraventa organizados".

Todas estas cifras se comentan por sí solas.Pero existen otras cifras, imposibles de calcu-lar con exactitud y abrumadoras por lo quesignifican : me re5.ero a tantos y tantos milla-res de adolescentes que ven y oyen en la pan-

(15) Número de 31 de enero de 1953,

Page 7: LITERATURA DE URGENCIAb...LITERATURA DE CRGENc4A 269 'ación ha suscitado siempre acaloradas polé-micas. Pero el ideal moral es una realidad in-negable. Es verdad que prescribe normas

274

REVISTA DE EDUCACIÓN

talla buena parte de esta lamentable infralite-ratura. Y la ven y la oyen —para gran númerode muchachos es la más cómoda manera deleer— con ese poder de sugestión que ejerce elcine, tan atrayente y cautivador, porque todo lodice y lo insinúa mediante imágenes vivientesy porque en sus inmensas posibilidades de pai-sajes, fondos y ambientes, de primeros planos,artificios y convencionalismos, tiene el podermágico de hacer penetrar por los ojos y los oí-dos del espectador las páginas de un libro, perosólo a veces de un buen libro, y muchísimasmás, y esto es lo peor, de esa literatura barataque nunca debió escribirse.

Por otra parte, para muchas personas denuestro tiempo, y en especial para los jóvenes,el cine va dejando de ser una diversión —unaevasión de lo cotidiano— hasta convertirse enuna necesidad u obligación, como lo son el co-mer, el ir a la oficina o al instituto. Y he aquícómo ese maravilloso y universal invento quees el séptimo arte viene a difundir el libro im-preso en nuestro siglo, a través de la pantalla,lo mismo que aquel otro maravilloso invento—la imprenta— multiplicó, desde el siglo xv,los viejos códices que, desde entonces, se vene-ran como joyas de museo en las bibliotecas.

También se une otro mágico invento —el dela radio— para difundir más y más el libro.Y así no es extraño que abunden ya hoy esaspersonas ingenuas y sencillas, muchas que ape-nas han leido nunca y aun algunas que noaprendieron a leer, que esperan, afanosas yávidas de emociones, esa hora maravillosa delas 6,45 o de las 11 y 30, cuando el locutor lesanuncia que va a comenzar el noveno episodiode algún terrible falletón convertido en novelamás o menos radiofónica...

FINAL: LITERATURA DE URGENCIA

(LITERATURA PARA TODOS Y PARA

SIEMPRE)

Hemos visto que al lector medio de hoy leocurre algo parecido de cuanto sucede a losque antes viajaban plácidamente en segundaclase, pero que ahora prácticamente no puedenhacerlo. El viajero encontraba en el vagón desegunda un coche discreto y limpio, un públicoagradable y correcto y un precio asequible.Como la prisa era menor que la actual, no leimportaba mucho al viajero el tiempo del via-je. Ahora tiene que optar entre la costosa ra-pidez y comodidad del automotor o la sufriday lenta incomodidad de un tercera, algo máseconómico. Lo que ya no resulta hoy es viajaren segunda. El lector de hace treinta o cuaren-ta años, por ejemplo, podía elegir desde Gabriely Galán a Juan Ramón Jiménez, o desde Pala-cio Valdés hasta "Azorin" ; pero el lector dehoy se encuentra ya ante una incomprensibleexquisitez poética, ya ante un tremendismomás o menos freudiano o existencialista, ya an-

te esa multitud de novelas policíacas, rosa odel Oeste.

No quiero decir que la literatura que yo llamode urgencia deba llenar las necesidades queen el otro plano de los viajes llenaba antes unvagón de segunda. Por el símil es fácil de com-prender y expresa gráficamente ese sentido dedecoroso término medio, de ponderación, deexacto fiel de la balanza literaria, tan alejadode los libros para minorías como de los librospara masas. Seria conveniente que pudiéramosviajar en segunda. Y que muchos escritores dehoy escribieran libros para todos y para siem-pre. Qué cosa más fácil y sencilla, por otraparte! Sólo que para ello hay que nacer escri-tor, tener vocación de escritor y poseer tambiénun generoso concepto de lo que debe significar—en el triple aspecto estético, ético y social—la misión del escritor. Hacen falta no "librosde un momento", sino "libros de todo momen-to", como pretendía Ruskin. Sin exquisitecesalambicadas, sin rebuscados tremendismos, sinramplona o chabacana vulgaridad puede y debeseguirse escribiendo, hoy y siempre. Y el escri-tor, naturalista o idealista, crudo y sutil, fuer-te o delicado, ha de mostrar consigo mismo alhombre. Que detrás de cada libro haya un hom-bre. Si detrás de ese hombre existe un verda-dero poeta, "el poeta —como ha dicho AnchéMaurois (16)— será capaz de modelar y ani-mar el mundo". Mas para modelar y animar elmundo de hoy hace falta con urgencia una li-teratura más sana, más sencilla, más ponde-rada, en la cual caminen juntos la cabeza yel corazón.

Para contribuir desde arriba a fomentar esteclima literario haría falta cuidar muy bien dedos cosas: de matizar la censura y de robustecerla crítica. En cuanto a lo primero voy a recoger,por considerarlas mejores que las mías, estasobservaciones, atinadas y exactas, de José Ma-ría Garcia Escudero (17): "La censura, ¿puedebastarle a la moral? El arte, ¿será necesaria-mente la triste avecilla prisionera tras los ne-gros barrotes de la censura? Arte a secas, ¿esinexcusablemente arte sin censura?" Y másadelante dice: "Hay una censura oficial que nola forman sólo unas clasificaciones, ni los crite-rios de estos o aquellos organismos, sino los es-critores y las críticos, las familias y las con-versaciones, los públicos y, en definitiva, loshábitos de pensar y sentir todo un pueblo".

He aquí cómo la educación social, el civismo,el buen gusto y el hondo sentimiento moral yreligioso de un país son, en definitiva, los ge-neradores de una auténtica literatura, de esaliteratura de urgencia para todos y para siem-pre. Creo, con Garcia Escudero, que cada tipode lector debe tener su censura distinta de lasdemás, no sólo cuantitativa, sino cualitativa-

(16) Un arte de vivir.(17) "Censura y libertad", articulo en Arbar, nú-

mero 83, noviembre de 1952.

1

Page 8: LITERATURA DE URGENCIAb...LITERATURA DE CRGENc4A 269 'ación ha suscitado siempre acaloradas polé-micas. Pero el ideal moral es una realidad in-negable. Es verdad que prescribe normas

LITERATURA DE UROENCIA 275

mente; creo, asimismo, que mientras existe elpeligro de que el escritor considera que jamásnecesita censura alguna, el censor debe com-prender que "también la libertad es un valor".En una palabra, la misión de la censura es evi-tar el error, para lo que no sólo es necesariocortar, sino meditar. Y para que la censurano se limite a podar lo escrito, debe orientar através de una critica auténtica más robustecidaque la actual.

Se ha dicho, peyorativamente, que los críticosson artistas o escritores fracasados. Sin embar-go, no se ha pensado lo bastante en lo difícilque es ser un buen critico y en la trascenden-te misión estética, ética y social de una criticaauténtica.

En realidad —hecha alguna excepción, nopor escasa menos valiosa— hoy apenas existela crítica. Al ario se vienen publicando en Es-paña, como promedio, unos cuatro mil libros.Pues bien : tan sólo algunas docenas, algunoscentenares, cuando más, se reseñan en los pe-riódicos. ¿Por qué no se hace la critica, seriay objetiva, de todos los libros para general co-nocimiento y orientación del público? ¿Por quéno se citan, cuando menos, las obras que carez-can de interés, destacándose las que lo tengan?¿Por qué tanto elogio para el amigo, tanto si-lencio para el desconocido, o algunas veces esetono de benevolencia que a nada conduce? Laliteratura pide también, con urgencia, una cri-tica amplia y general, serena y objetiva, queeleve y encauce el tono de cuanto se publique.

Por otra parte, ahora que hay tantos concur-sos literarios, ahora habría ocasión qué im-portarían al mundo unos cuantos concursasmás!— de fomentar mediante ellos ese climaurgente que reclama la literatura. Y entiéndasebien, que no me refiero, ni mucho menos, a esosconcursos cuyas bases exigen el cumplimiento

de una tesis social, o quien sabe si la necesidadde que la obra termine en boda. No. De esa ma-nera acabaríamos también matando a la pobreliteratura, tan maltrecha y asendereada. Lo quesí podría fomentarse mediante tales certáme-nes —dentro de la mayor amplitud temática ycon toda la libertad exigible y permisible en elarte— son esos valores eternos que jamás de-ben faltar en la literatura: la sencillez, la na-turalidad, la higiene moral, la simpatia, el ca-lor y la emoción humana, el buen gusto, el op-timismo velado con gotas de ternura y dehumor.

"Lo que importa —como ha dicho Henri Mas-sis (18)— es rehacer la persona humana, resta-blecer la jerarquía del ser, defenderla contratodos los errores que la debilitan y no tiendenmás que a destruirla."

En esta hora de un mundo descentrado, hacefalta —con urgencia— una literatura capaz deelevar el espíritu. España, que atesoró siempreincalculables reservas de espiritualidad, puedefigurar en la avanzada de esta urgente y nece-saria regeneración del clima literario universal.

Los escritores deben tener hoy bien presen-tes aquellas hermosas y aleccionadoras palabrasde Rabindranath Tagore (19): "Ante todo, noperdáis la fe en vuestro ideal. En la hora pre-sente, el pesimismo, más que nunca, debe serdesterrado. Sed profundamente optimistas, te-ned confianza. No olvidéis que la fe es esencial-mente creadora." Y como deseaba este granpoeta, en su "Ofrenda lírica", debemos endere-zar nuestra vida y nuestra literatura, "al igualque una flauta de caña, sencilla y derecha, ytoda llena de milsica".

(18) Defenea del Occidente.

(19) Ha manim o y nacionatidad.