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LIBROS POR JULlAN MEZA Milan Kundera: Le livre du rire el de l 'oubli, Galli- mard, París. 1979 EL ELOGIO DE LA MEMORIA fectos, los médicos y los enfermos me de- muestr a que tod o hom bre sin excepció n lle- va en él su virtualidad de escritor. Toda la especie human a podría con razón sa lir a la calle y grit ar: ¡To dos somos escritores!": p. 125) Se quiere ser amo del porvenir, p ara cambiar el pasado. Como en el mito de Sí- sifo cada uno empuja su peñasco. La his- toria es un juego de máscaras que oculta rictus, muecas, lágrimas. La historia es enemiga del pasado cu and o es su propio recuerdo . 3. En La vida está en otra parte hay una mujer decapitada que obsesiona al joven poet a J arom il. Se trata de una máscara que oculta el erotismo en la exacerbación de los deseos. En El libro de la risa y del olvido hay un cuer pc de hombre sin cabeza que juega el juego del amor. También en este cuerpo la ausencia de la cabeza es la máscara, aun - que a la vez sea el goce y la risa, la sensa- ción de libertad para Markét a, porque a fin de cuentas no es la risa de la risa, la au- téntica risa; la gente siempre tiene prisa por volverse ridícul a y produce, como el rinoceronte, un efecto cómico. Par a Kunder a hay dos risas: la risa del angel (que no es el bien) y la risa del diablo (que no es el mal); la risa verdadera y la risa ridícula; la risa del carnaval en el que los hombres danz an y cantan y la risa de aquellos actos solemnes en los que hom- bres pomposos se estrechan la man o antes y después de (uni)formarse en círculo. De un lado, pues, el mund o natural de la ronda de la danza; del otro lado , la uni- dad falsa de la hilera que oculta la nostal- gía de la ronda perd ida, que fabrica rictus como el de Paul Eluard cuando danzaba una ronda gigantesca entre París, Praga, Moscú, Sofía y Grecia, por encima del ca- dalso de donde pendía su viejo amigo Ka- land ra. Eluard reía; pero su risa era una risa de heridas: había necesitado hacer sangrar pies vueltas de la vida de la Bohemia: cuando la invasión rusa de Checoslova- quia puso fin a la primavera de Praga, muy pronto olvidada por el asesinato de Allende, olvidado a su vez por la matanza del Bangladesh, que se olvida por la gue- rra del Sinaí, olv idada por las matanzas de Camboya... y así, hasta la consumación del olvido que persiguen los buscadores del "id ilio para todos", como si los acon- tecimientos históricos hub iesen empezado a imitarse unos a otros por lo menos desde que " Rusi a escribió la gran fuga de Bach para todo el globo terrestre" . Y de aquí el salto a la lucha final, pasando por la inva- sión rusa de la Bohemia. 2. La Primavera de Praga fue fiesta, car- naval, alegría -recuerda Kundera . Y pre- cisamente porque jamás una fiesta ha sido duradera , la gran fuga de Bach pudo aca- bar con ella. Puest a en sordina por la fiesta, la gran fuga decidió vengarse poniendo en movi- miento las orugas de sus tanques. Pero no sólo estos llevaron a cabo las bajas tareas de limpieza ordenadas por la fuga. En es- tas tareas desempañaron un pa pel desta - cado los destapacaños nacidos de la litost: el fanati smo engendrado por el amor bur- lado , el acné juvenil oculto tras la máscara de la revuelta, el terrible movimiento en el que se oculta la verdad a los demás y a uno mismo , por temor a la historia contada por los otros . Y de aquí que se escriba la historia de los hombres y de los pueblos como se escr ibe la historia de un amor pa- sado . Cuando se escribe la historia (y ahora todo el mundo quiere escribir su propia historia , como lo evidencia la mul- tiplicada reproducción de maniáticos de la escritura, que se han convertido en una amenaza pa ra los homb res: "L a irresistible proliferación de la gra- fomanía entre los hombres políticos, los ta- xistas, las p arturient as, los amantes, los ase- sinos, los ladrones , las prostitutas, los pre- 40 DIBUJ OS DE MAUR ICI O WATSON Camarada -dijo el cam arada - , usted no habla porque no quiere. Aunque debo ad- verti rle que tenga cuid ado , porque si habl a puede atentar contra la seguridad del Es- t ado . Así que usted decide. O, en su defec- to , ría y olvide. y el cam arada rió y olvidó , al igual que había olvidado muchas otras cosas que llamab an a risa: la foto del gorro de piel en la cabeza de Clementis o, en ausencia ae éste, pero siempre en la misma foto, en la cabeza de Gottwald; la foto de la familia política checoslovaca reunida en Praga durante la primavera de 1961l, en la que -aún había alguien que lo recordaba- podí a observarse la imagen, ahora desapa- recida, de Dubcek. Porque, en efecto, des- pués de reir no todos habían olvidado. E inclusive no todos habían reído. También hubo llanto y de esta manera se evidenció que no todo fue olvido. l . Ella lloró cu ando murió el gran hom- bre. Y ahor a lloraba -de r abia- por ha- berlo llorado -de tristeza - en la hora de su muerte. El llanto es recue rdo y ella no lo ha olvidado ¿O de qué otra manera ex- plicar que haya llorado de rabia por haber llor ado de tristeza? Llora, luego recuerda; o algo por el esti- lo echa a volar Milan Kundera cuando de- sens arta sus recuerdos de Praga en la me- moria (yen la risa) de Le livre du rire et de l'oubli (El libro de la risa y del olvido). Kunder a, pues, recuerda y ríe. Ríe cuando recuerda el estigma al que -a ve- ces sin éxito- algunos poetas praguenses quieren escapar: intelectual: alguien que no está con el pueblo, sino en las nubes: una especie de filósofo : otro estigma. A su vez, este estigm a recuerda otros es- tigmas, tod avía más feroces: las maneras cen surad as de hacer el amor : como inte- lectual, como apolítico, como novelista, como amante, como alguien que no se en- situado del lado del pueblo; es de- cir, como aquellos que no pueblan los ba- jos fondos de esa jerarquía social desde d.onde una buena mujer se pone a denun- Cia r, rencor -pero sin fortuna, para su desgracia- , a todos aquellos que antaño se ha llaban socialmente mejor situado s que ella, aprovechando una de las múlti-

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LIBROS

POR JULlAN MEZA

Milan Kundera: Le livre du rire el de l 'oubli, Galli­mard, París. 1979

EL ELOGIO DELA MEMORIA

fectos, los méd icos y los enfermos me de­muestr a que tod o hom bre sin excepción lle­va en él su virtualidad de escritor. Toda laespecie humana podr ía con razón sa lir a lacalle y grit ar: ¡To dos somos escritores!": p.125)

Se qu iere ser amo del por veni r, paracambiar el pasado. Como en el mito de Sí­sifo cada uno empuja su peñasco. La his­toria es un juego de másc ar as que ocultarictus, muecas, lágrimas. La histo ria esenemig a del pasado cuando es su propiorecuerdo .

3. En La vida está en otra parte hay unamujer decapitada que obse siona al jovenpoet a Jaromil. Se trata de una máscaraque oculta el erotismo en la exace rbaciónde los deseos.

En El libro de la risa y del olvido hay uncuer pc de hombre sin cabeza que juega eljuego del amor. También en este cuerpo laausencia de la cabe za es la másca ra, aun­que a la vez sea el goce y la risa, la sensa­ción de libertad para Markéta, porque afin de cuentas no es la risa de la risa, la au­téntica risa; la gente siempre tiene prisapor volverse ridícul a y produce, como elrinoceronte, un efecto cómico.

Par a Kundera hay dos risas: la risa delangel (que no es el bien) y la risa del diablo(que no es el mal ); la risa verdadera y larisa ridícula; la risa del ca rnava l en el quelos hombres danzan y cantan y la risa deaquellos actos solemnes en los que hom­bres pomposos se estrechan la man o antesy después de (uni)formarse en círculo.

De un lado, pues, el mundo natural dela ronda de la danza; del otro lado, la uni­dad falsa de la hilera que oculta la nostal­gía de la ronda perd ida, que fabr ica rictuscomo el de Pau l Eluard cuan do danzabauna ronda gigantesca entre París , Praga,Moscú, Sofía y Grecia, por encima del ca­dalso de donde pendía su viejo am igo Ka­land ra.

Eluard reía; pero su risa era una risa deheridas: había necesitado hacer sangrar

pies vueltas de la vida de la Bohemia:cuando la invasión rusa de Checoslova ­quia puso fin a la primavera de Praga,muy pronto olvidada por el asesinato deAllende, olvidado a su vez por la matanzadel Bangladesh, que se olvida por la gue­rra del Sinaí, olvidada por las matanzas deCamboya. .. y así, hasta la consumacióndel olvido q ue persiguen los buscadoresdel "idilio para todos", como si los acon­tecimientos históricos hubiesen empezadoa imitarse unos a otros por lo menos desdeque " Rusi a escribió la gran fuga de Bachpara todo el globo terrestre" . Y de aquí elsalto a la lucha final, pasando por la inva­sión rusa de la Bohemia.

2. La Primavera de Praga fue fiesta, car ­naval, alegría -recuerda Kundera . Y pre­cisamente porque jamás una fiesta ha sidoduradera, la gran fuga de Bach pudo aca­bar con ella.

Puest a en sordina por la fiesta , la granfuga decidió vengarse poniendo en movi­miento las orugas de sus tanques . Pero nosólo estos llevaron a cabo las bajas tareasde limpieza ordenadas por la fuga. En es­tas tareas desempañaron un papel desta ­cado los destapacaños nacidos de la litost:el fanatismo engendrado por el amor bur­lado , el acné juvenil oculto tras la máscarade la revuelta, el terrible movimiento en elque se oc ulta la verdad a los demás y a unomismo , por temor a la historia contadapor los otros. Y de aquí que se escriba lahistoria de los hombres y de los puebloscomo se escribe la historia de un amor pa­sado .

Cuando se escribe la historia(y ahora todo el mundo quiere escribir su

propia historia, como lo evidencia la mul­tiplicada reproducción de maniáticos de laescritura, que se han convertido en unaamenaza pa ra los hombres:

"La irresistible proliferación de la gra­fomanía entre los hombres políticos, los ta­xistas, las parturientas, los amantes, los ase­sinos, los ladrones, las prostitutas, los pre-40DIBUJOS DE

MAURICIO WATSON

Cam arada -dijo el camarada - , usted nohabl a porque no quiere. Aunque debo ad­verti rle que tenga cuid ado , porque si habl apuede atenta r contra la seguridad del Es­tado . Así que usted decide. O, en su defec­to , ría y olvide.

y el cam arada rió y olvidó , al igual quehabía olvidado muchas otras cosas quellamaban a risa: la foto del gorro de piel enla ca beza de Clementis o, en ausencia aeéste , pero siempre en la misma foto, en lacabeza de Gottwald; la foto de la familiapolítica checoslovaca reuni da en Pragadurante la primavera de 1961l, en la que-aún habí a alguien que lo recordaba ­podía observarse la imagen, ahora desapa­recida, de Dubcek. Porque, en efecto, des­pué s de reir no todos habían olvidado. Einclusive no todos habían reído. Tambiénhubo llanto y de esta manera se evidencióque no todo fue olvido.

l . Ella lloró cuando murió el gran hom­bre. Y ahora lloraba -de rabia- por ha­berlo llor ado -de tristeza - en la hor a desu m uerte . El llanto es recue rdo y ella nolo ha olvid ado ¿O de qué otra manera ex­plicar que haya llor ado de rabia por haberllor ado de tr isteza?

Llora, luego recuerda; o algo por el esti­lo echa a volar Milan Kundera cuando de­sensarta sus recuerdos de Praga en la me­moria (yen la risa) de Le livre du rire et del 'oubli (El libro de la risa y del olvido).

Kundera, pues, recuerda y ríe. Ríecuando recuerda el estigm a al que -a ve­ces sin éxito- algunos poetas praguensesquieren escapar: intelectual: a lguien queno está con el pueblo, sino en las nubes:una especie de filósofo : otro est igma.

A su vez, este estigm a recuerda otros es­tigm as, tod avía más feroces: las manerascensuradas de hacer el amor: como inte­lectual, como apolítico, como novelista,como amante, como alguien que no se en­c~en tra situado del lado del pueblo; es de­cir , como aquellos que no pueblan los ba­jos fondos de esa jerarquía social desded.onde una buena mujer se pone a denun­Ciar, po~ rencor -pero sin fortuna , par a sudesgr acia- , a todos aquellos que an tañose ha llaban socialmente mejor situado sque ella, aprovechando una de las múlt i-

parareír. Como si la vida_del hombre fue­se un combate para aduenarse de las ore­jas. de las miradas de los. demás. ¿ü quéotra cosa pretende el mando cuando ~u.s­ca las cartas perdidas en casa del viejoamorque fue una mujer fea; o la mujer encasa de la madre del marido muerto?

Esta búsqueda no es la búsqueda de lafelicidad desaparecida; es la búsqueda delavida tal y como fue vivida, pero para ol­vidarla, para hacer que los demás la olvi­den o impedir que la conozcan. Es el pasa­do del poeta que quisiera quemar la edi­ción completa de sus primeros poemas,comose queman los nombres, los rostros,las palabras; es la búsqueda del fuegocomo consumación del olvido: la historiade mañana no debe consignar los pasoserráticos de ayer: los del amor a la mujerfea, los de la amistad con el poeta que aca­bó en la horca por traicionar al pueblo y asu esperanza cuando recordó y su recuer­do fue risa.

Definitivamente. en Kundera las aven­turas se hacen en la vida interior que go­bierna el acontecer cotidiano por dondecirculan máscaras, hombres y mujeres sincabeza: el amante de Tamina para el que elamor no tiene ninguna importancia y bus­ca salvarse por la política; la misma Tami­na en la que el silencio ocupa el lugar de laimpotencia, hasta que llega al país de losniños, en donde olvida al mismo tiempoquees objeto de risa; los que se debaten enese estado doloroso que nace del espec­táculo de la propia miseria, repentinamen­te descubierta (-la litost), como les ocurrea muchos de los personajes de Kunderaque, sumergidos en un mar de historiasaparentemente sin relación entre ellas, ha­cen y son la risa, buscan y son el olvido.

4. El libro de la risa y del olvido es unanovela de historias expresamente no vin­culadas; variaciones sobre los amores, lasmuertes, las risas, los erotismos, los olvi­dos; sobre todo aquello que se halla deba­jo de una historia sin memoria que atra­viesa la vida de la Bohemia de Clementis anuestros días -aunque estos días no sonprecisamente su punto final:

"Todo este libro es una novela en formade variaciones. Sus diferentes partes se si­guen como las diferentes etapas de un via­je que conduce al interior de un tema, alinterior de un pensamiento, al interior deuna sola y única situación cuya compren­sión se pierde para mí en la inmensidad"(p. 192),

LIBROS

Dice Kundera hacia el final de su novela:cuando todo parece indicar que nos halla­mos sobre la línea de la muerte, aunque al­gún personaje, que muere "antes que elmundo que no merecía el amor" -en opi­nión de otro personaje-, ose afirmar queaún hay destellos de esperanza, porque enresumidas cuentas nuestra época es gran­de:

"Jan prosiguio: '¡Que no se me hable derevolución mundial! Vivimos una gran é­poca histórica en la que el acto sexual setransforma definitivamente en gestos ri­dículos" (p. 247).

A menos que se prefiera reir y olvidar,pues a fin de cuentas es cierto que el deseode cambio es "el más antiguo deseo delhombre, el conservatisrno más conserva­dor de la humanidad" (p. 247), aquel so­bre el que se finca la esperanza del inme­morial "idilio para todos".

lOS MARESDEL SARCASMO

Manuel Vázquez Montalbán: Los mares del Sur. Ed.Planeta, Barcelon a, 1979.

POR MARGARITA PINTO

Con la muerte de Franco se cerró una fasede especial trascendencia para el capitalis­mo español y retornó la cuestión histórica:la implantación de la democracia, por de-

bajo de la cual subyace la decisiva tareade elucidar qué tipo de democracia permi­ten las condiciones objetivas. Con todo,existe el intento de ponerse al día con lanueva realidad del país.

Los mares del Sur, novela escrita con unprofundo sarcasmo y audaz humor, supo­ne el intento de romper con el chato realis­mo de décadas anteriores. El detective pri­vado Pepe Carvalho, personaje central deTatuaje (Plaza y Janés, Barcelona, 1976)yde Yo maté a Kennedy (Planeta, Barcelo­na, 1972), vuelve a aparecer, ésta vez parainvestigarel asesinato de Carlos Stuart Pe­drell, un importante hombre de negocios,quien se había separado de su esposa e hi­jos un año atrás, pretextando un viaje a laPolinesia.

Obsesionado por el mito de Gauguin,deposita en los mares del Sur una cons­tante preocupación por alcanzar un espa­cio de libertad que significa la promisoriasalida de su deslucido mundo . Sin embar­go, su cadáver es encontrado en un solardel barrio de La Trinidad , en Barcelona, y,con él, una confusa nota: "ya nadie me lle­vará al sur".

Carvalho , ex agente de la CIA, gourmet,amante de una puta selectivay encendedorde chimeneas con "textos cultos", averi­gua lo que hizo el rico industrial durante elaño de ausencia y descubre que Stuart hasido atrapado en su propio encierro .

El detective empieza por visitar el des­pacho del industrial, cuya vida ha osciladoentre las convenciones burguesas y el in­tento de fugarse de ellas, y encuentra unmapa con el camino que hay que recorrerpara poder llegar al Sur y un poema quecuenta la trayectoria de Gauguin, desdeque abandona su vida de burgués hastaque muere en La Marquesa.

Posteriormente se topa con Jesica, lahija de Stuart, quien busca, encuentra y tie­ne experiencias sexuales con Carvalho,creando en él un serio conflicto pues"siempre le ha horrorizado ser esclavo delos sentimientos", postura que nos remitea la posición del amor ligado a la dialécti­ca amo-esclavo, vencedor-vencido, que sepresenta en una sociedad dominante don­de no hay procesos naturales sino imposi­ciones, normas de conducta que forzosa­mente hay que acatar y someterse a ellas.

Asiste a una suculenta cena en dondeEric Fuster, experto en La Regenta deClarín, le aclara que la frase de la nota serefiere a un poema de Salvatore Quasirno-