leyendas i - el templo de istar

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MARGARET WEISS TRACY HICKMAN

EL TEMPLODE

ISTARLEYENDAS DE LA DRAGONLANCE VOLUMEN I

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A Samuel G. y Alta Hickman A mi abuelo, que me zarandeaba en el lecho de una manera muy especial, y a mi abuela y niera, que siempre fue tan prudente. Gracias por los cuentos relatados en la cama, por la vida, por el amor y por la historia. Siempre perduraris. Tracy Raye Hickman Este libro, que trata de los vnculos fsicos y espirituales que unen a los hermanos, slo puedo dedicarlo a una persona: mi hermana. A Terry Lynn Weis Wilhelm, con amor. Margaret Weis

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El encuentroUna figura solitaria caminaba sigilosa hacia la distante luz. Nadie poda orla, el eco de sus pisadas era absorbido por la vasta negrura que la rodeaba. Bertrem se abandon a una momentnea turbacin al contemplar las interminables hileras de libros y pergaminos que formaban parte de las Crnicas de Astinus y narraban la historia de su mundo, la historia de Krynn. Es como ser engullido por el tiempo, pens con un suspiro, mientras observaba los silenciosos documentos. Cruz su mente un repentino deseo de ser transportado a un lugar lejano, donde no tuviera que afrontar la ardua tarea que le aguardaba. Estos volmenes contienen toda la sapiencia del orbe se dijo en actitud meditabunda. Sin embargo, nunca hall un indicio capaz de facilitarme la intrusin en la mente de su autor. Bertrem se detuvo junto a la puerta a fin de asumir el valor necesario. Sus ondeantes ropajes de Esteta se ordenaron en torno a su figura, cayendo en pliegues correctos y regulares. No obstante, su estmago rehus seguir el ejemplo de la tnica y daba violentos saltos en sus entraas. Se acarici con la mano el cuero cabelludo, un gesto nervioso y evocador de una poca en que la eleccin de su oficio an no le haba costado la prdida de sus cabellos. Qu le preocupaba?, se pregunt desalentado; aparte, por supuesto, del respeto que le infunda entrar a ver al Maestro, algo que no haba hecho desde... desde... Un escalofro recorri su cuerpo. En efecto, desde que el joven mago estuviera a punto de morir en el umbral de la Gran Biblioteca durante la ltima guerra. Guerra... cambios, eso era lo que haba significado. Al igual que su ropa, el mundo pareca haberse apaciguado en su derredor, pero presenta nuevas metamorfosis, como le ocurriera dos aos atrs. Deseaba poder impedirlas... Bertrem volvi a suspirar. No voy a impedir nada si me quedo plantado en la oscuridad, se amonest. Se senta incmodo, como si lo acechara una horda de fantasmas. Una brillante luz refulga al otro lado de la puerta, esparcindose por las rendijas hacia el vestbulo. Tras lanzar una fugaz mirada a las sombras de los libros, pacficos cadveres que reposaban en sus tumbas, el Esteta accion el picaporte y penetr en el estudio de Astinus de Palanthas. Aunque estaba dentro, ste no le habl, ni siquiera alz la vista. Atravesando con paso comedido la rica alfombra de lana de oveja que yaca extendida sobre el suelo marmreo, Bertrem fue a detenerse ante el gran escritorio de madera bruida. Durante unos minutos no despeg los labios, absorto en la contemplacin de la mano con que el historiador guiaba la pluma de uno a otro lado del pergamino, a un ritmo rpido y regular. Y bien, Bertrem? lo interrog Astinus sin cesar de escribir.

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El Esteta ley las letras que, aunque invertidas para l, eran claras y fciles de descifrar. En el da de hoy, Hora de Vigilancia Nocturna subiendo hacia el 29, Bertrem ha entrado en mi estudio. Crysania, de la casa de Tarinius, desea veros, Maestro. Afirma que la esperis. Su voz se estrangul en un susurro, debido al enorme esfuerzo que haba realizado para articular tan breves palabras. Astinus continu su labor. Maestro aventur Bertrem con voz queda, temblando ante su propia osada . No sabamos qu hacer, despus de todo es la hija de Paladine y nos result imposible negarle la admisin. Lo que... Condcela a mis aposentos privados orden el cronista sin cejar en su empeo ni mirar a su interlocutor. La lengua de Bertrem se incrust en su paladar con tal fuerza que qued momentneamente sin habla. Las letras fluan de la pluma sobre el blanco pergamino. En el da de hoy, Hora Postvigilia subiendo hacia el 28, Crysania de Tarinius ha acudido a su cita con Raistlin Majere. Raistlin Majere! exclam el Esteta, liberada su lengua por el pasmo y el horror. Debemos permitir que entre? Astinus alz al fin los ojos, y la irritacin frunci su entrecejo. Al interrumpirse los fluidos trazos de su pluma un silencio sobrenatural envolvi la estancia, a la vez que Bertrem palideca. El rostro del cronista poda tildarse de atrayente aunque de un modo atemporal, ajeno a las facciones habituales de los hombres. Despus de verle nadie recordaba sus rasgos salvo sus ojos, aquellos ojos oscuros, alertas, penetrantes y en constante movimiento que parecan contemplarlo todo sin un parpadeo. A travs de sus pupilas comunicaba un vasto universo de impaciencia, que record a Bertrem el paso inexorable del tiempo. Mientras ellos hablaban discurran preciosos minutos de la Historia sin que nadie los registrara. Perdonadme, Maestro. El Esteta se inclin en una humilde reverencia y retrocedi presuroso por el estudio, cerrando la puerta al salir. Una vez en el exterior se enjug el sudor que goteaba por su calva y se intern en los pasillos marmreos, callados, de la Gran Biblioteca de Palanthas.

Astinus se detuvo en el umbral de su residencia privada para contemplar a la mujer que lo esperaba en su interior. Situada en el ala occidental de la Gran Biblioteca, la morada del historiador era pequea y, al igual que todas las salas del recinto, se hallaba repleta de libros encuadernados de los modos ms diversos imaginables, que atestaban los estantes adosados al muro y vertan sobre la zona central de habitculos un ligero olor a moho, como un mausoleo que hubiera permanecido sellado a lo largo de los siglos. El mobiliario era escaso, prstino. Las sillas, de madera trabajada en exquisitas tallas, resultaban duras e incmodas y estaban distribuidas por la cmara en torno a una mesa baja, prxima a la ventana, que no adornaba ningn objeto y reflejaba ahora la 5

luz del sol poniente en su lisa y negra superficie. Reinaba en la habitacin un orden perfecto, incluso la lea del hogar las noches primaverales eran frescas en esta regin septentrional yaca amontonada con tal pulcritud que se asemejaba a una pira funeraria. Aun as, pese a la pureza y primitivismo que dimanaba del aposento privado del cronista, el lugar pareca un mero espejo donde se dibujaba la belleza fra e indefinible de la mujer que all aguardaba, sentada, con las manos unidas en el regazo. Crysania de Tarinius adoptaba una actitud paciente. No se estremeca, ni siquiera suspiraba al contemplar la mquina del tiempo alimentada por agua que se alzaba en un rincn. Tampoco lea, aunque Astinus estaba seguro de que Bertrem le haba ofrecido un libro. No recorra la estancia ni examinaba los pocos ornamentos que se alineaban en las vitrinas destinadas a los volmenes ms valiosos. Estaba sentada en una rgida e inclemente silla con los ojos, claros y brillantes, fijos en los ribetes encarnados de las nubes que se alzaban sobre las montaas como si quisiera guardar en su retina el espectculo del primer, o acaso el ltimo, crepsculo de Krynn. Tan absorta se hallaba en la visin que se desplegaba al otro lado de la ventana que Astinus entr sin que se percatase. La examin el cronista con intenso inters, algo que no era inusitado en l pues sola escrutar a todo ser viviente con la misma mirada insondable. Lo que ya result ms inslito fue la conmiseracin y el hondo dolor que cruz por un momento su rostro al observar a la mujer. Astinus registraba la Historia. Lo haba hecho desde los albores del tiempo, vindola pasar ante sus ojos y reproducindola en sus libros. No poda predecir el futuro, ste era jurisdiccin de los dioses, pero saba interpretar los signos del cambio, esos indicios que tanto haban inquietado a Bertrem. Oa, en su erguida postura, el goteo del agua que flua por el ingenio medidor del tiempo. Si abra su palma en el chorro, cesara su discurrir, mas los minutos seguiran pasando. El cronista centr su atencin en la mujer, de quien mucho haba odo hablar pese a no conocerla en persona. Tena el cabello oscuro, de un negro azulado similar al del mar cuando se remansa por la noche. Lo llevaba peinado hacia atrs a partir del centro de la cabeza, sujeto mediante una horquilla de madera desprovista de adornos. Este severo estilo no favoreca sus facciones delicadas ya que destacaba su palidez, su rostro vaco del color de la vida. Sus ojos grises parecan demasiado grandes, y la sangre no baaba sus labios. En su adolescencia, sus sirvientes trenzaban y ondulaban aquella melena negra de acuerdo con la moda del momento, insertando agujas de plata u oro y adornndola con engarces de ricas joyas. Tean sus pmulos con zumo de bayas, y la ataviaban con lujosos vestidos rosa plido o azul indefinido. Sus pretendientes esperaban turno para agasajarla. Los ropajes que ahora vesta eran blancos, como corresponda a una sacerdotisa de Paladine, y lisos, aunque confeccionados con fina tela. No exhiba ms adorno que un cinturn de oro que cea su delgado talle, adems del Medalln del Dragn de Platino propio de los seguidores del dios del Bien. Rodeaba su cabeza una holgada capucha alba que realzaba la marmrea frialdad de su tez.

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El adjetivo marmrea se le antoj a Astinus muy adecuado, con una salvedad: el mrmol poda calentarse bajo el influjo del sol. Yo te saludo, Hija Venerable de Paladine dijo el cronista, dando un paso al frente y cerrando la puerta a su espalda. Saludos, Astinus respondi Crysania de Tarinius a la vez que se levantaba. Mientras avanzaba en su direccin el historiador se sorprendi ante la rapidez y longitud, casi masculinas, de sus zancadas, discordes a su entender con su delicado porte. Tambin su apretn de manos fue firme y enrgico, algo poco usual en las mujeres de Palanthas, que no solan estrechar las palmas de sus congneres y se limitaban a ofrecer las yemas de los dedos. Quiero agradecer tu gesto al perder unos minutos de tu valioso tiempo para actuar como parte neutral en este encuentro. S que te disgusta interrumpir tus estudios declar Crysania con voz glida. Mientras no sea intil el sacrificio no me importa en absoluto respondi el cronista, reteniendo su mano y traspasndola con los ojos. Debo admitir, no obstante, que lamento esta situacin. Por qu? La sacerdotisa examin su rostro atemporal en actitud perpleja. De pronto, comprendi y esboz una sonrisa, que no anim sus facciones ms de lo que la luna pudiera avivar una helada capa de nieve invernal. No crees que venga, verdad? Astinus dio un respingo, soltando la palma de la mujer como si se hubiera desvanecido su inters por su mera existencia. Alejse de ella, avanz hacia la ventana y se asom a la ciudad de Palanthas, cuyos blancos edificios resplandecan bajo la caricia de los ltimos rayos del sol con una fascinadora belleza. Slo haba una excepcin, slo una mole permaneca intocada por el astro rey incluso en los momentos ms luminosos del da. Fue en esta edificacin donde se posaron los ojos del cronista. Erguida en el centro de la hermosa ciudad, sus torres de piedra negra se retorcan en pos del cielo a la vez que sus minaretes, recientemente reconstruidos por el poder de la magia, lanzaban rojizos destellos en el crepsculo y, al hacerlo, asuman la apariencia de unos dedos espectrales que trataran de izarse sobre un cementerio profanado. Hace dos aos entr en la Torre de la Alta Hechicera record Astinus, con voz desapasionada, al comprobar que Crysania se una a l en la ventana. Franque sus puertas en medio de la noche, la nica luna que surcaba el firmamento era aquella que ninguna luz proyecta. Atraves el Robledal de Shoikan, un bosque de rboles malditos que ningn mortal, ni siquiera los kenders, osan jalonar. Se abri camino hasta la cancela donde an yaca suspendido el cuerpo del mago perverso que, al exhalar su ltimo suspiro, envolvi la Torre en una maldicin y se arroj desde sus almenas, ensartndose en la verja como un temible centinela. Pero cuando l arrib, el guardin se inclin ante su figura, las puertas se abrieron sin oponer la menor resistencia y Raistlin se recluy entre tan misteriosos muros. En todo este tiempo nadie ha observado ningn movimiento ni indicio de vida. l no ha salido y, si ha admitido a alguien, su acceso pas desapercibido a los palanthianos. Y t esperas que aparezca aqu?

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Es el Amo del Pasado y del Presente afirm Crysania encogindose de hombros. Al venir no hizo sino cumplir los augurios. Astinus la contempl asombrado. Conoces su historia? Por supuesto contest tranquila la sacerdotisa, clavando en el cronista una fugaz mirada y desviando de nuevo los ojos hacia la Torre, que comenzaba a fundirse con las sombras nocturnas. Un buen general siempre estudia al enemigo antes de entablar la lucha. Ningn detalle relativo a Raistlin Majere puede escaprseme, y s que esta noche se presentar. Crysania sigui atisbando la enigmtica Torre con el mentn alzado, sus labios exanges cerrados en una lnea recta y las manos enlazadas en la espalda. El rostro del historiador asumi una sbita gravedad y, tras unos instantes de meditacin en los que sus ojos parecieron entelarse, dijo con la voz carente de emociones que le caracterizaba: Ests muy segura de ti misma, Hija Venerable de Paladine. Por qu? Mi dios me ha hablado fue la concluyente respuesta de Crysania, que no apartaba la vista de la oscura mole. En un sueo se dibuj en mi mente el Dragn de Platino y me revel que el Mal, despus de ser desterrado del mundo, haba regresado encarnado en Raistlin Majere, el mago de Tnica Negra. Nos enfrentamos a un terrible peligro, y me ha sido concedido el honor de combatirlo. A medida que hablaba su semblante marmreo se fue animando, y un fulgor de claridad envolvi sus ojos grises. Ser la prueba de mi fe a la que he suplicado someterme! Ya en mi niez present que estaba destinada a realizar una gran hazaa, un servicio importante al mundo y sus pobladores. Ahora tengo mi oportunidad. La severidad se iba adueando del rostro de Astinus, hasta que al fin inquiri de forma abrupta: Paladine se dirigi a ti en estos trminos? Crysania, percibiendo la desconfianza de aquel hombre, sell sus labios. El fino surco que se esboz en su frente fue la muestra visible de su ira, adems de una calma, an ms estudiada, con que pronunci sus prximas palabras. Lamento haber mencionado esta revelacin, Astinus, disclpame. Se trata de un dilogo entre mi dios y yo, algo sagrado que nunca debe discutirse. Slo lo he sacado a relucir para demostrarte que el maligno hechicero no dejar de venir. No puede evitarlo, es Paladine quien se lo ordena. Tanto se enarcaron las cejas del historiador que casi desaparecieron en su cano cabello. Ese maligno hechicero, tal como t le llamas, sirve a una divinidad tan poderosa como Paladine: Takhisis, la Reina de la Oscuridad. O quiz no debera emplear el verbo servir refirindome a l apostill con una sonrisa irnica. La frente de la sacerdotisa se relaj, y sta recuper la serenidad al responder: El Mal se vuelve contra s mismo y el Bien vencer de nuevo, del mismo modo que se impuso en la Guerra de la Lanza. Derrotasteis entonces a Takhisis y a sus dragones y, con la ayuda de Paladine, yo triunfar contra la perversidad al igual que Tanis, el Semielfo, el hroe que expuls de Krynn a la Reina Oscura.

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Si Tanis, el Semielfo, obtuvo aquella victoria fue gracias al concurso de Raistlin Majere replic Astinus imperturbable. O acaso es sa una parte de la leyenda que prefieres ignorar? Ningn atisbo de emocin alter la plcida expresin de la sacerdotisa. Sin cesar de sonrer, indic al cronista con el dedo extendido hacia la calle: Mralo, ah viene.

El sol se ocult tras las lejanas montaas y el cielo, iluminado por un postrer resplandor, asumi unas bellas tonalidades purpreas. Unos criados entraron en silencio en la alcoba para encender la fogata, que prendi sin sobresalto, como si el historiador le hubiera enseado a mantener intacto el reposo de la Gran Biblioteca. Crysania volvi a sentarse en la incmoda silla, juntando de nuevo las manos en su regazo. Su semblante denotaba la frialdad y calma habituales, si bien un tenue fulgor en sus ojos grises revelaba la intensa excitacin de su plpito. Nacida en el seno de la noble y acaudalada familia Tarinius de Palanthas, una familia casi tan antigua como la ciudad misma, Crysania haba gozado del bienestar que el dinero y el rango suelen otorgar. Inteligente, poseedora de una frrea voluntad, podra haberse convertido en una mujer testaruda y caprichosa de no haber alimentado sus sabios y amantes progenitores el enrgico talante de su hija para que floreciera bajo la forma de una inquebrantable confianza en s misma. En toda su vida, Crysania haba cometido tan slo un acto susceptible de disgustar a sus padres, pero de tal naturaleza que les haba causado un hondo pesar. Haba rehusado contraer matrimonio con un apuesto y aristocrtico joven, llevada por el deseo de consagrar su existencia al servicio de unos dioses largo tiempo olvidados. Oy por vez primera las palabras del clrigo Elistan cuando ste visit Palanthas tras concluir la Guerra de la Lanza. Su nueva religin, que no era sino una manifestacin de las creencias ms ancestrales, se extenda como la plvora por Krynn desde que la leyenda atribuyera a su fe un papel decisivo en la derrota de los reptiles perversos y sus amos, los Seores de los Dragones. Mientras lo escuchaba, su actitud estaba teida de escepticismo. Aquella mujer se haba criado entre relatos en los que se explicaba cmo las divinidades haban castigado a Krynn con el Cataclismo, derribando la montaa de fuego para asolar la tierra y hundir la ciudad sagrada de Istar bajo el Mar Sangriento. Ms tarde, segn el rumor popular, los dioses volvieron la espalda a sus criaturas y rechazaron cualquier vnculo con ellas. Crysania estaba dispuesta a or cortsmente a Elistan, pero guardaba argumentos contrarios a sus afirmaciones y deseaba exponrselos. Al conocerlo recibi una impresin favorable. Elistan se hallaba por entonces en pleno apogeo, era un ser atractivo y fuerte pese a su edad algo avanzada y se asemejaba a aquellos antiguos clrigos que batallaron as lo contaban las leyendas con el caballero Huma. Al iniciarse la velada Crysania encontr motivos para admirarle y al concluir se arrodill a sus pies sollozando de gozo, convencida de que su alma haba dado con el ancla que le faltaba. El mensaje de su arenga fue que los dioses no haban abandonado a los hombres. Fueron stos quienes se alejaron de las divinidades, exigiendo en un alarde de 9

orgullo lo que el gran Huma haba pretendido obtener a travs de la humildad. Al da siguiente Crysania dej hogar, riquezas, servidumbre, padres y cortejadores para mudarse al fro y reducido habitculo sobre el que Elistan quera construir el nuevo templo de Palanthas. Ahora, dos aos despus, la muchacha se haba convertido en una de las Hijas Venerables de Paladine, una de las pocas elegidas que haban sido juzgadas dignas de conducir a la Iglesia en sus nuevos balbuceos. Esta paciente institucin necesitaba de sangre fuerte y joven para propagarse, como respaldo de la energa y vitalidad que tan generosamente le haba instilado Elistan. Al parecer el dios al que ste haba servido con abnegada lealtad se dispona a llamarle a su regazo, y cuando sucediera el triste evento haba de ser Crysania quien realizase su trabajo o, al menos, sta era la creencia generalizada. La sacerdotisa saba que estaba preparada para aceptar el liderazgo de la Iglesia, pero era suficiente? Como le haba confesado a Astinus, presinti desde su tierna infancia que estaba en su destino ofrecer al mundo un importante servicio. Guiar a los fieles en tareas rutinarias, ahora que la guerra haba concluido, se le antojaba aburrido e incluso mundano, razn por la que suplicaba a menudo a Paladine que le asignase una tarea realmente espinosa. Anhelaba sacrificarlo todo, incluso la vida, en aras de su fidelidad al dios del Bien. Y, al fin, sus plegarias obtenan respuesta. En estos momentos esperaba, presa de una ansiedad que no lograba disimular. Ni siquiera el encuentro con aquel hombre, al decir de muchos la ms poderosa fuerza del Mal en Krynn, le inspiraba el ms nfimo temor. De habrselo permitido su exquisita educacin habra torcido el labio en una mueca desdeosa. Qu perversidad poda resistirse a la inquebrantable espada de su fe? Qu malevolencia era capaz de traspasar su refulgente armadura? Como un caballero que se dirigiera a una justa coronado con la guirnalda de su amor, sabedor de que no poda perder con tales prebendas ondeando al viento, Crysania mantuvo su mirada fija en la puerta y aguard los clarines que anunciaban el torneo. Cuando se abri la pesada hoja apret an ms sus manos, que mantena enlazadas y en reposo, animada por una gran excitacin. Entr Bertrem y sus ojos se clavaron en Astinus, que se encontraba inmvil como una columna de piedra en una rgida butaca junto al fuego. El mago Raistlin Majere declar, ms su voz se quebr en la ltima slaba. Quizs evocaba la ltima vez que haba introducido a este visitante, el da en que Raistlin apareci en la escalinata de la Gran Biblioteca moribundo y vomitando sangre. El cronista frunci el ceo frente a la falta de control del Esteta, quien se escabull hacia el pasillo con toda la rapidez que le permitieron los voltiles pliegues de su tnica. En un gesto involuntario, Crysania contuvo el aliento. Al principio no vio sino una sombra de negrura en el umbral, como si la misma noche hubiera tomado forma en la entrada. El impreciso contorno hizo una pausa. Adelante, viejo amigo lo invit Astinus con aquella voz desnuda de emociones. Una tibia aureola rodeaba a la sombra, las llamas del hogar reverberaban en el negro terciopelo de su tnica. El fulgor se esparci en diminutas chispas, provocadas 10

por el reflejo de la luz sobre las hebras de plata con que estaban bordadas las runas de la capucha, hasta que el sombro ente fue tomando el aspecto de una figura envuelta en oscuros ropajes. Durante unos breves instantes el nico indicio de que semejante criatura poseyera atributos humanos lo constituy una mano esqueltica apoyada en un bastn de madera. Coronaba la vara una bola de cristal, sostenida por la garra tallada de un Dragn Dorado. Cuando la figura se introdujo en la estancia, la sacerdotisa sinti el aguijn del desencanto. Haba rogado a Paladine que le impusiera una tarea difcil! A qu mal recalcitrante haba de enfrentarse en aquella criatura? Ahora que poda verla con total claridad no distingui sino un hombre enjuto, frgil, con los hombros ladeados, que pareca necesitar de su bastn para caminar a causa de una debilidad invencible. Conoca su edad, no sobrepasaba los veintinueve aos, y, sin embargo, se mova como un humano de noventa que tuviera que andar despacio a fin de sostenerse sobre sus piernas. Qu prueba de mi fe entraa el hecho de vencer a este desecho? recrimin la muchacha a Paladine. No tengo que actuar para derrotarlo, el mal que anida en sus entraas lo devora sin mi participacin. Situndose frente a Astinus, de espaldas a Crysania, Raistlin descubri su cabeza al desprenderse de la capucha. Saludos, ser inmortal dijo a Astinus con voz queda. Saludos, Raistlin Majere respondi el cronista sin levantarse. Ribeteaba su voz una nota sarcstica, como si compartiera con el mago una broma secreta. Permite que te presente a Crysania, de la casa de Tarinius. Raistlin se volvi y ahora s, ahora Crysania dio un respingo a la vez que un terrible dolor en el pecho le impeda articular las palabras e, incluso, respirar. Unas agujas invisibles pero punzantes traspasaban las yemas de sus dedos, un fro inexplicable convulsion su cuerpo. Se arrebuj en su asiento sin poder evitarlo, con las manos agarrotadas y las uas hundidas en la mortecina carne. No vea ante ella ms que un par de ojos dorados que brillaban desde las profundidades del abismo. Sus rbitas se asemejaban a un vacuo espejo que nada haba de revelar del alma que cobijaban. Y las pupilas... la sacerdotisa las contempl en un rapto de terror. En medio de los ureos resplandores se dibujaban sendos relojes de arena! En cuanto al rostro, no resultaba ms halageo. Desfigurada por el sufrimiento, marcada por la torturada existencia que aquel ser haba llevado durante siete aos, desde que las duras pruebas en la Torre de la Alta Hechicera despojaran a su cuerpo del hlito de la vida y revistieran su piel de unos tintes metlicos, la faz del hechicero era una mscara impenetrable, tan insensible como la garra que adornaba el bastn. Hija Venerable de Paladine susurr el humano con respeto y quizs un atisbo de reverencia. Crysania se sobresalt. Estaba perpleja, no era esto lo que esperaba. Por alguna razn, la mujer no pudo moverse. La mirada del mago la tena atenazada, y se pregunt con desasosiego si no la habra sumido en un hechizo. Como si hubiera adivinado su zozobra, l recorri la alcoba y se detuvo frente a su

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silla en una actitud tranquilizadora de tal manera que, al alzar la vista, sus dorados ojos se le antojaron ms cordiales pese al reflejo oscilante de las llamas. Hija Venerable de Paladine repiti Raistlin, envolvindola su voz en una suavidad comparable tan slo a la aterciopelada negrura de su tnica. Espero que te encuentres bien aadi, pero ahora la sacerdotisa percibi un timbre de cnico sarcasmo. No le import, sin embargo, pues para un desafo s estaba preparada. Su tono respetuoso la haba sorprendido, admiti enojada consigo misma, pero ahora, por fin, se haba sobrepuesto a su momentnea flaqueza. Tras ponerse en pie, a su mismo nivel, aferr sin proponrselo el Medalln de Paladine y el contacto del fro metal le infundi valor. Creo que es superfluo este intercambio absurdo de formulismos sociales lo espet Crysania, recobrada la cordura. Hemos apartado a Astinus de sus estudios, y s que agradecer que discutamos nuestro asunto con la mayor celeridad posible. No podra estar ms de acuerdo accedi el mago de la Tnica Negra con una ligera mueca del labio superior que caba interpretar como una sonrisa. He venido en respuesta a tu llamada. Qu quieres de m? Crysania intuy que su oponente se burlaba de ella y, acostumbrada a ser tratada con veneracin en su crculo religioso, su ira fue en aumento. Lo estudi unos momentos con una nueva frialdad en sus ojos, y declar: Estoy aqu para advertirte, Raistlin Majere, de que Paladine conoce tus diablicos designios. Acta con prudencia o te destruir. Cmo? pregunt tajante el hechicero, y sus ojos brillaron con una luz extraa, intensa. Cmo va a destruirme? insisti. Se valdr acaso de relmpagos de fuego? De inundaciones mgicas? O quiz derrumbar otra montaa gnea? Dio otro paso hacia la muchacha, quien se apart sin perder la calma para situarse junto a la misma butaca que antes ocupara. Agarrando firmemente el alto respaldo, la rode y se encar una vez ms con el mago. Es de tu perdicin de lo que te ests mofando le respondi con voz pausada. Raistlin torci ms an la boca, pero sigui hablando como si no hubiera odo sus palabras. Elistan? pronunci en un siseo. Enviar a Elistan para aniquilarme? Se encogi de hombros. No, por supuesto que no. Se murmura que el sagrado clrigo de Paladine se siente cansado, dbil, moribundo... No! lo interrumpi Crysania y al instante se mordi el labio, disgustada por haberse dejado embaucar y exteriorizar sus emociones. Dio un prolongado suspiro, que le devolvi la compostura. Los caminos de Paladine no pueden cuestionarse ni desdearse como t pretendes hacer dijo en glida actitud, pero no pudo evitar que su voz flaqueara de manera casi imperceptible al aadir: La salud de Elistan, por otra parte, no es asunto de tu incumbencia. Me interesa ms su estado de lo que t supones repuso el mago con lo que a Crysania se le antoj una sonrisa despreciativa. La sacerdotisa senta palpitar el corazn en sus sienes. Concluida su frase, Raistlin salv la silla que les separaba a fin de aproximarse a la joven, tanto que sta no pudo sustraerse al calor sobrenatural que irradiaba su cuerpo a travs de las lbregas 12

vestiduras. Oli el aroma empalagoso, pero no obstante agradable, que envolva al mago como una aureola, un olor especiado... Los componentes de sus hechizos!, comprendi de pronto. La idea le causaba nuseas as que, acariciando el Medalln de Paladine hasta sentir en su carne los cincelados cantos, interpuso de nuevo cierta distancia. Paladine se me apareci en un sueo anunci altiva. Raistlin prorrumpi en carcajadas. Pocos eran los que le haban odo rer, y esos pocos recordaran siempre los siniestros ecos en sus peores pesadillas. Aguda, afilada como una daga, aquella manifestacin negaba la bondad, neutralizaba todo cuanto de honesto y autntico tiene el mundo. He hecho lo que he podido para desviarte de la senda que intentas seguir concluy Crysania, escudrindolo con un desdn que endureci sus ojos grises hasta teirlos de un azul acerado. Te he advertido porque era mi deber. Tu destruccin queda ahora en manos de los dioses. De forma sbita, quiz consciente del arrojo inamovible con que la mujer le haca frente, Raistlin dej de rer. La observ atentamente, y sus ojos se encogieron en dos rendijas de luz dorada antes de ensancharse su rostro en una expresin de goce tan extraa, tan secreta, que Astinus se levant de su asiento al presenciar aquel intercambio de fuerzas. El cuerpo del cronista bloque el resplandor de las llamas, y su sombra se proyect sobre ambos. Raistlin dio un salto repentino, brusco, al mismo tiempo que se volva hacia el insondable personaje a fin de clavarle una mirada furibunda. Cuidado, viejo amigo. Pretendes interferirte en el curso de la Historia? inquiri amenazador. Nunca hara tal cosa, como bien sabes fue la respuesta. Yo me limito a ver y registrar, soy neutral en todo acontecimiento. Conozco tus maquinaciones, tus planes, al igual que los de cuantas criaturas viven en el mundo. Por eso te ruego que me escuches, Raistlin, y que atiendas a mi aviso. Esta mujer es una elegida de los dioses, su ttulo bien lo indica. Elegida de los dioses? Las divinidades nos aman a todos no es cierto, Hija Venerable? pregunt el hechicero dirigindose a Crysania. El timbre de su voz era ahora tan aterciopelado como la textura de su tnica. No est escrito en los Discos de Mishakal? No son sas las enseanzas de Elistan? S contest la muchacha recelosa, segura de que se avecinaba una nueva burla por parte de aquel enemigo de los dioses del Bien. Pero el rostro metlico de Raistlin permaneci serio, asumiendo, de pronto, la apariencia de un erudito inteligente, sabio y ponderado. S, est escrito. Me alegra descubrir que has ledo el mensaje de los Discos, aunque resulta evidente que nada has aprendido de ellos. Has olvidado lo que se dice en...? Astinus la impidi proseguir. He pasado demasiado tiempo fuera de mi estudio la ataj, y cruz el suelo marmreo hacia la puerta de la antecmara. Llamad a Bertrem cuando queris partir. Adis, Hija Venerable de Paladine. Me despido de ti, viejo amigo. El cronista manipul el picaporte y el plcido silencio de la biblioteca penetr en el aposento, inundando su frescor a Crysania. Sinti la dama que aquella rfaga le 13

restitua el nimo, y relaj la mano que tena apretada en torno al Medalln. Con un movimiento grcil, aunque formal, respondi al saludo de Astinus, imitada por Raistlin. Cuando se hubo cerrado la puerta tras el historiador, ambos permanecieron callados largo rato. Fue Crysania quien, sintiendo el poder de Paladine en sus venas, rompi el silencio para reanudar la conversacin. No recordaba que fuiste t y quienes viajaban contigo quienes recuperasteis los Discos sagrados. Es natural, pues, que los leyeras. Me gustara discutir contigo su contenido de un modo ms extenso pero, en todas nuestras futuras transacciones, debers mostrar mayor respeto al referirte a Elistan le orden ms que le rog. Enmudeci estupefacta, contemplando cmo el enteco cuerpo del mago pareca desmoronarse ante sus ojos. Convulsionado por espasmos de tos, doblado el pecho hacia adelante, Raistlin haca denodados esfuerzos para respirar. Se bamboleaba y, de no ser por el bastn en el que se apoyaba, habra cado al suelo. Ignorando su aversin y repugnancia, Crysania alarg el brazo con un gesto instintivo, y, con las manos extendidas sobre los hombros enfermos, murmur una plegaria curativa. Bajo sus palmas abiertas, el contacto de la tnica negra era suave y clido en contraste con los msculos agarrotados, que denotaban el dolor de su oponente. La piedad invadi su corazn. Raistlin se desembaraz de ella apartndola a un lado. Su tos se mitig poco a poco y, cuando se restableci su pulso, la observ despreciativo y la imprec: Te prohbo que malgastes tus oraciones en m, Hija Venerable. Extrajo un pauelo de bolsillo y se lo pas por los labios. Antes de que volviera a guardarlo, no obstante, Crysania advirti que estaba manchado de sangre. El mal que me aqueja no tiene remedio explic. Es el sacrificio, el precio que pagu por mi magia. No comprendo balbuce la sacerdotisa. Crisp las manos al evocar la aterciopelada tibiez de sus ropajes y, sin saber por qu, cruz los dedos tras la espalda. De verdad? inquiri Raistlin a la vez que penetraba su alma con aquellos inefables ojos dorados. Qu has sacrificado t a cambio de tu poder? Un tenue rubor, apenas visible bajo las agonizantes llamas, cubri los pmulos de Crysania, del mismo modo que la boca del hechicero se enrojeci durante el ataque de tos. Alarmada por la intrusin de aquel ser en sus entraas, desvi la mirada para posarla de nuevo en la ventana. La noche se cerna sobre Palanthas. Solinari, la luna argntea, se perfilaba como una rendija de luz en la negrura mientras que su gemela Lunitari, la luna encarnada, no haba surgido todava en el firmamento. Y la negra se pregunt sin poder evitarlo, dnde est? Puede verla realmente? Debo irme afirm el mago con un molesto carraspeo. Estos espasmos me debilitan, necesito descansar. Es natural. Crysania haba recobrado el sosiego, los ltimos vestigios de sus emociones se recogieron en lo ms profundo de su ser y pudo hacer frente de nuevo a la enigmtica criatura. Te agradezco que hayas acudido a mi cita... Pero no hemos concluido nuestra charla la ataj Raistlin sin violencia. Me gustara que me concedieras la oportunidad de demostrarte que los resquemores de 14

tu dios son infundados. Voy a hacerte una sugerencia: vistame en la Torre de la Alta Hechicera, all me vers entre mis libros y entenders el alcance de mis estudios. Cuando lo hagas se apaciguarn tus miedos. Como bien se nos ensea en los Discos, slo tememos aquello que ignoramos. Se aproxim a Crysania, y los ojos de la mujer estuvieron a punto de salirse de sus rbitas. Intent alejarse, totalmente atnita, pero ella misma se haba ido arrinconando hacia la ventana. No puedo entrar en la Torre aventur, asfixiada por la vecindad amenazadora del mago. Apenas sin aliento hizo ademn de alejarse, si bien el bastn que l blanda delante de ella le impidi todo movimiento. Resignada, concluy su frase: Los hechizos que guardan la mole no permiten franquear su umbral. Salvo a quienes yo quiero admitir replic Raistlin. Estir entonces la mano y aferr la de la muchacha. Eres muy valiente, Hija Venerable de Paladine coment. No tiemblas al sentir mi contacto. Mi dios me protege contest Crysania desdeosa. El hechicero esboz una sonrisa clida y oscura a un tiempo, secreta como si estuviera destinada a sellar su complicidad. Aquella mueca fascin a Crysania, quien dej que la atrajera hacia s. Transcurridos unos momentos l afloj su garra y, colocando el bastn contra el respaldo de una silla, descans sus esquelticos dedos sobre la capucha blanca que rodeaba la delicada cabeza de la sacerdotisa. Ahora s, ahora Crysania se estremeci, pero no acertaba a repeler su mano ni tampoco a hablar, tan slo era capaz de contemplarlo asaltada por un pnico que no estaba en su mano superar ni aprehender. Sujetndola firmemente, Raistlin roz con sus labios ensangrentados la frente de la joven a la vez que farfullaba unas palabras ininteligibles. Luego la solt sin ms prembulos. Crysania se tambale con desmayo. Se llev, an mareada, la mano al lugar donde los labios de su interlocutor haban estampado la hiriente huella, que arda en su piel como una marca de fuego. Qu has hecho? exclam en un jadeo entrecortado. No puedes sumirme en un encantamiento! Mi fe me protege... Por supuesto repuso l sin dejarla terminar. El mago suspir y en su semblante se dibuj una expresin de pesar, el pesar de aquellos que se saben incomprendidos y son objeto de constantes sospechas. Me he limitado a transmitirte la fuerza mgica que te permitir atravesar el Robledal de Shoikan. No resultar fcil apareci de nuevo su sarcasmo, pero sin duda tu fe te sostendr. Levantando la capucha sobre su cabeza, de tal modo que le ocultaba casi los ojos, Raistlin se despidi mediante un leve ademn de la sacerdotisa y se encamin hacia la puerta con paso vacilante. Bajo el atento escrutinio de la Hija Venerable de Paladine, tir del cordn de la campanilla y al instante acudi Bertrem, tan raudo que ella adivin que haba estado apostado al otro lado durante su pltica. Apret los labios y lanz al Esteta una furibunda mirada, tan cargada de ira que ste palideci pese a ignorar el crimen cometido y se enjug la hmeda frente con la manga de su vestidura. Raistlin ech a andar en direccin hacia el pasillo, pero Crysania lo detuvo. 15

Quiero disculparme por no haber confiado en ti le dijo con suave acento. Y tambin reiterar mi gratitud por tu presencia. Yo debo pedirte perdn por mi lengua desatada repuso l girando la cabeza . Adis, Hija Venerable. Si no te asusta penetrar en el universo de la sabidura ve a la Torre dentro de dos noches, cuando Lunitari se alce en la bveda celeste. All nos encontraremos le asegur Crysania sin titubear, observando complacida cmo el terror demudaba el semblante de Bertrem. Tras despedirse con una fugaz sonrisa, deposit la mano en el respaldo de una trabajada butaca. El hechicero abandon la alcoba seguido por el Esteta, que cerr la puerta al salir. Sola en la caldeada y silenciosa estancia, la sacerdotisa hinc las rodillas frente al asiento. Gracias, Paladine! invoc, acepto el desafo. No te fallar, no tendrs queja de m!

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LIBRO I

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1 De nuevo en El ltimo HogarOa tras ella ruidos de pies ganchudos, que araaban las hojas del bosque y las hacan crujir. Tika se puso en tensin, pero trat de actuar como si no se hubiera percatado de nada y sigui adelante a fin de atraer a la criatura. Aferraba con la mano la empuadura de su espada y el corazn comenz a latirle a un ritmo vertiginoso a medida que se acercaban las pisadas, hasta que la envolvi un hlito maloliente y sinti en su hombro el contacto de una garra. Dando media vuelta, la muchacha blandi la espada y arroj al suelo, con gran estrpito... Una bandeja repleta de jarras de cerveza! Dezra emiti un alarido y retrocedi asustada, a la vez que los parroquianos de la taberna estallaban en sonoras carcajadas. Tika saba que sus pmulos haban enrojecido tanto como su melena, y no acertaba a reprimir el temblor de sus manos ni su acelerado pulso. Desde luego, Dezra dijo con frialdad, posees la gracia y la inteligencia de una enana gully. Quiz podrais intercambiar con Raf vuestros respectivos quehaceres; t te ocuparas de retirar los desperdicios y l servira las mesas. La increpada levant la vista desde donde, de rodillas, recoga los fragmentos de cermica esparcidos en un lago de lquido dorado. Quiz tengas razn y es lo que debera hacer replic enfurecida, y lanz de nuevo los aicos al suelo. Sirve las mesas t misma, o acaso el hacerlo est por debajo de tu rango, Tika Majere, herona de la Lanza? Tras traspasar a la muchacha con una mirada preada de reproche Dezra se levant, propin desordenados puntapis a los restos de las jarras para apartarlos de su camino y sali de la posada como una exhalacin. La puerta principal, al abrirse, se meci con violencia sobre sus goznes y provoc una curiosa mueca en el rostro de Tika, que haba atisbado en la hoja de pesada madera unas resquebrajaduras poco halageas. Afloraron a sus labios frases desabridas mas se mordi la lengua a sabiendas de que, si las pronunciaba, despus lo lamentara. Como nadie acudiera a cerrar el maltratado batiente, la luz de la tarde se filtr en el local. El fulgor cobrizo del sol poniente se reflej en la lustrosa superficie de la barra y reverber contra las copas, danzando incluso en el charco de cerveza. Acarici asimismo los rojizos tirabuzones de Tika en un juego de fuerzas, ahogando al instante las risas burlonas de los parroquianos los cuales, sin darse apenas cuenta, posaron en la mujer miradas anhelantes. Ella ni siquiera lo advirti, estaba demasiado avergonzada de su acceso de ira para pensar en tales nimiedades. Se asom a la ventana y vio que Dezra se enjugaba los ojos con el delantal, en el mismo momento en que un nuevo cliente entraba en la 19

posada y, al ajustar la puerta, obstaculizaba el paso de la luz crepuscular. De todos modos, la fresca penumbra prestaba al establecimiento un clima ms acogedor. Tika se pas tambin la mano por los ojos. En qu clase de monstruo me estoy convirtiendo? se pregunt azuzada por el remordimiento. No ha sido culpa de Dezra, sino de esa terrible sensacin que me corroe el alma. Ojal merodearan por aqu draconianos a los que enfrentarse! Cuando luchaba a brazo partido al menos conoca la causa de mis temores, poda entrar en accin y vencerlos. Qu puedo hacer ahora, si ni siquiera soy capaz de identificar al objeto de mi inquietud? Unos gritos interrumpieron sus cavilaciones, voces que reclamaban cerveza y comida. Las risas inundaron el ambiente, desintegrndose en un sinfn de ecos entre los muros de El ltimo Hogar. Esto era lo que quera recuperar, por eso volv. Tika contuvo el llanto y se son con el pao de la barra. Me encuentro de nuevo en casa, rodeada de personas tan acogedoras y clidas como la puesta de sol. No oigo sino las ms diversas manifestaciones de amor que cabe imaginar: risas, palmadas de camaradera, un perro que lame... Un perro que lame? Tika gru y abandon el mostrador. Raf! amonest al enano gully, aunque en el fondo se saba impotente para corregirlo. La cerveza se derrama, yo secar explic l, mirando a la posadera y sorbiendo las gotas que refulgan en sus comisuras. Algunos de los parroquianos de antao sonrieron pero unos pocos, nuevos en el local, contemplaron al enano con repugnancia. Haz el favor de utilizar un pao para limpiar ese desastre le sise Tika sin alzar la voz, mientras dedicaba una mueca de disculpa a los descontentos. Le alarg la bayeta de la barra y el gully se apresur a recogerla, si bien la sostuvo inmvil en su mano con una expresin alelada en los ojos. Qu quieres que yo hacer? Fregar la mancha que ha dejado el lquido vertido le urgi la muchacha a la vez que trataba, sin xito, de ocultarle de ciertas miradas tras su holgada y vaporosa falda. Yo no necesitar esto repuso Raf solemne. No voy a ensuciar tan bonito pao . Devolvi la bayeta a Tika y, ponindose de nuevo a cuatro patas, comenz a lamer la cerveza, mezclada ahora con el barro de quienes entraban y salan. A la joven le ardan las mejillas cuando se inclin hacia adelante y levant a Raf por el cuello de la camisa, sin cesar de zarandearlo. Usa el pao! le susurr furiosa. Los clientes estn perdiendo el apetito. Y en cuanto termines despeja esa mesa enorme que hay junto a la chimenea. Espero a unos amigos, y... Se interrumpi al ver que Raf la contemplaba con los ojos desorbitados, en un vano intento de asimilar tan complicadas instrucciones. Era una criatura excepcional, si se tienen presentes las aptitudes de los enanos gully, pues llevaba tan slo unas semanas en la posada y Tika ya le haba enseado a contar hasta tres pocos miembros de su raza sobrepasaban el dos, adems de ayudarle a eliminar su hedor. Esta inesperada proeza intelectual, combinada con la pulcritud, le habran erigido en rey de su pueblo de haber alimentado el hombrecillo tales ambiciones. Sin 20

embargo, era consciente de que ningn monarca en el mundo viva como l, ninguno tena ocasin de secar la cerveza que caa de las mesas ni de transportar los desechos. A su manera posea un atisbo de inteligencia, si bien sta tena sus limitaciones y la joven humana haba topado con ellas. Espero a unos amigos, y... repiti, mas decidi abandonar sin concluir su frase . No importa, basta con que limpies el suelo... valindote del pao. Luego bscame y te indicar la prxima tarea aadi en actitud severa. Yo no beber? inquiri Raf suplicante, pero la mirada de Tika no admita rplicas y l as lo capt. De acuerdo, cumplir tus rdenes. Sin poder reprimir un suspiro de desencanto, el enano recuper la bayeta que la muchacha le ofreca y la extendi sobre el charco mientras farfullaba algo acerca de echar a perder un brebaje delicioso. Reuni acto seguido las piezas de las jarras y, tras someterlas a un breve examen en su palma, esboz una sonrisa y las embuti en desorden dentro de los bolsillos de su jubn. Tika se pregunt qu pretenda hacer con aquellos fragmentos inservibles, pero saba que era mejor no indagar y se abstuvo de hacerlo. Regres en silencio al mostrador, baj otros recipientes del estante y los llen hasta el borde de espuma sin que le pasara desapercibido, aunque opt por disimular, que Raf se haba cortado con un canto especialmente afilado y ahora estaba acuclillado, estudiando con gran inters el gotear de la sangre entre sus dedos. Has visto a Caramon? pregunt al enano gully con aire casual. No, pero s dnde buscarlo contest l mientras se frotaba la mano herida contra el cabello. T quieres que yo ir? Ni hablar! lo espet la posadera frunciendo el ceo. Est en casa. Creo que t equivocar replic Raf con un movimiento de cabeza. No despus de que el sol se pone... Est en casa! se obstin ella. Era tal su clera que el enano se encogi en su rincn. Nos apostamos algo! propuso el hombrecillo, aunque en un tono de voz muy quedo. El talante de Tika en los ltimos das era sumamente explosivo. Por suerte para Raf, el ama no lo oy. Termin de llenar las nuevas jarras de cerveza y las llev en una bandeja a un nutrido grupo de elfos, que se haban agrupado en una mesa junto a la entrada. Espero a unos amigos. Amigos entraables, repiti una vez ms, ahora para sus adentros. Tiempo atrs la idea de ver a Tanis y Riverwind se le habra antojado excitante, maravillosa. Ahora, en cambio... suspir, distribuyendo las bebidas sin conciencia de lo que haca. Permitan los autnticos dioses suplic que vengan y se vayan con la mayor premura posible. Sobre todo, que partan sin demora. Si se quedaran, averiguaran lo que est ocurriendo. Este pensamiento hundi el ya escaso nimo de Tika en una depresin que, al instante, se tradujo en un ligero temblor de sus labios. Si permanecan en la posada sera el fin, as de claro y sencillo. Su vida se agotara sin remedio. La atenaz, de pronto, un dolor insoportable y, depositando con gesto precipitado la ltima jarra rebosante de lquido, dej a los elfos entre pestaeos incontrolables. No se percat de 21

las miradas que stos intercambiaron sin decidirse a beber, ni record nunca que era vino lo que haban pedido. Cegada por las lgrimas, su nica obsesin era escapar a la cocina, donde nadie pudiera verla. Los elfos se hicieron atender por una de las mozas y Raf, suspirando satisfecho, se acuclill y lami el resto de la cerveza que an no haba limpiado.

Tanis, el Semielfo, se hallaba al pie de una colina, oteando el camino recto y enfangado que se extenda frente a l. La mujer a la que escoltaba y sus monturas aguardaban a cierta distancia, ya que tanto ella como los caballos necesitaban descansar. Aunque el orgullo haba impedido a la dama pronunciar una sola palabra, Tanis descubri en su rostro los surcos cenicientos de la fatiga. Durante la jornada hubo incluso una vez en que comenz a cabecear sobre la silla, casi dormida, y de no ser por el fuerte brazo de su compaero se habra deslizado hasta la calzada. Por este motivo, pese a su ansia por llegar al punto de destino no protest cuando el semielfo declar que quera explorar el terreno en solitario y la ayud a desmontar, instalndola entre unos cmodos matorrales que la cobijaban de apariciones inoportunas. Le produca cierto resquemor dejarla sin su proteccin, pero estaba convencido de que sus siniestros perseguidores haban quedado rezagados y no ofrecan peligro. Su insistencia en acelerar la marcha tuvo su recompensa, si bien ambos viajeros estaban doloridos y exhaustos. Tanis confiaba en mantener su ventaja el tiempo suficiente para poner a la mujer en manos de la nica persona en Krynn susceptible de ayudarla. Iniciaron la cabalgada al amanecer, en franca huida de un terror que los acechaba sin tregua desde que abandonaron Palanthas. La experiencia adquirida en la guerra, sin embargo, no permita a Tanis determinar qu era exactamente lo que tanto pavor les causaba. Ni siquiera le serva para hacer frente a sus miedos. Tambin su acompaante haba presentido la velada amenaza, lo adivinaba en sus ojos, si bien la altivez que la caracterizaba conservaba cerrado el caparazn de sus temores. En cualquier caso, era el aspecto enigmtico del desafo lo que lo tornaba ms espantoso. Mientras se alejaba de los matorrales Tanis se sinti culpable. No debera dejarla sola, ni perder un tiempo precioso. Todos sus instintos de guerrero se rebelaron contra su actitud, mas haba algo que tena que hacer sin la presencia de testigos. De otro modo incurrira en un aparente sacrilegio. Sumido en todas estas cavilaciones estaba el semielfo al detenerse en la falda del monte para hacer acopio de valor. Cualquiera que lo observase concluira que se dispona a luchar contra un ogro, pero no era tal el caso. Tanis, el Semielfo, regresaba al hogar... y anhelaba el reencuentro tanto como lo tema. El sol de media tarde emprenda su viaje el ocaso, hacia la noche. El cielo se habra ensombrecido antes de que llegaran a la posada y no le gustaba la perspectiva de recorrer los solitarios caminos en la oscuridad, si bien le alentaba a continuar el conocimiento de que una vez all concluira aquel periplo de pesadilla. Encomendara el cuidado de la mujer a una persona de probada competencia y seguira rumbo a Qualinesti. Ahora, no obstante, deba afrontar la visin de tan 22

familiares parajes, as que respir hondo, se cubri el rostro con la capucha verde y emprendi la escalada. Al coronar la colina su mirada se pos en un enorme peasco, envuelto en una gruesa capa de moho. Durante unos minutos los recuerdos lo abrumaron, hasta tal extremo que tuvo que cerrar los ojos debido al aguijonazo que infligan las lgrimas a sus prpados. Estpida misin! Es la aventura ms ridcula en la que me he embarcado en toda mi vida!, la voz del enano lanzaba ecos en su cerebro. Flint, viejo amigo! No lo resisto, me produce una sensacin demasiado lacerante. Por qu accedera a volver? Nada he de conseguir, nada ms que avivar las cicatrices del pasado. Al fin mi vida es feliz, tranquila. Quin me mandara comprometerme a venir? Descargando la tensin en un prolongado y trmulo suspiro, abri los ojos y examin de nuevo el peasco. Dos aos atrs hara tres en otoo se haba encaramado a este mismo montculo y se haba topado con su amigo Flint Fireforge, el enano, sentado en la roca tallando madera y, como de costumbre, profiriendo quejas. El encuentro entre ambos haba desencadenado acontecimientos que convulsionaron al mundo y culminaron en la Guerra de la Lanza, la pugna que devolvi a la Reina de la Oscuridad al abismo y, de este modo, puso trmino al podero de los Seores de los Dragones. Ahora soy un hroe, cavil Tanis a la vez que estudiaba apesadumbrado la variopinta coleccin de condecoraciones que exhiba: el pectoral de los Caballeros de Solamnia; el cinto de seda verde emblema de los corredores de Silvanesti, las legiones ms respetadas de los elfos; el medalln de Kharas, el ms alto honor que podan conceder los enanos, y otras insignias similares. Nadie, humano, elfo o mestizo haba sido ms agasajado. Qu irona, l que detestaba los premios y las ceremonias se vea ahora obligado a llevar tan llamativos distintivos porque se lo exiga su rango! El viejo enano se habra redo de buen grado de poder contemplar su porte. T, un hroe? Casi oa sus burlas. Pero Flint estaba muerto, abandon el mundo haca dos primaveras entre los brazos de Tanis. Por qu la barba? Ya eres bastante feo sin ella... Habra jurado que oa de nuevo la voz del hombrecillo, las primeras palabras que pronunci al divisarle en el camino. Tanis se atus sonriente aquella crespa mata que ningn elfo en Krynn poda lucir y que constitua la seal externa, fehaciente, de su herencia humana. Flint saba muy bien el motivo por el que me la dejaba crecer libremente. Me conoca mejor que yo mismo, era consciente del caos que arrasaba mi alma y de que tena que aprender una leccin fundamental, recapacit el semielfo mientras segua contemplando con nostalgia aquel lugar calentado por los rayos solares. Y la aprend musit al amigo cuyo espritu no haba cesado de acompaarlo . A sangre y fuego, pero asimil su enseanza. Lo invadi un agradable aroma de madera quemada que, junto a los agonizantes reflejos solares y el fresco aire de primavera, le recordaron que an faltaba por recorrer un largo trecho. Dio entonces media vuelta y contempl el valle donde 23

haban transcurrido los agridulces aos de su primera juventud. S, al girarse Tanis, el Semielfo, fij su vista en Solace. Era otoo cuando haba visto por ltima vez la pequea ciudad. Los rboles vallenwood deslumbraban al curioso con el abanico de matices propios de la estacin, los rojos brillantes y dorados amarillos que se mezclaban, se difuminaban casi en el espectro purpreo de las cumbres de los montes Kharolis, o el intenso azul del cielo reflejado, como si necesitara constatarse, en las aguas tranquilas del lago Crystalmir. Cubra el valle una ligera neblina formada por el humo de los hogares al elevarse a travs de las chimeneas de la pacfica ciudad, un burgo cuyas construcciones se mecan sobre las ramas de los vallenwoods como nidos de pjaros. Flint y l estudiaron el oscilar de las luces que, una tras otra, se encendan en las casas protegidas por las hojas de los rboles. Solace era una de las maravillas de Krynn. Durante unos minutos Tanis visualiz aquella panormica en su imaginacin con tanta claridad como si fuera autntica y hubiera retrocedido en el tiempo. Despacio, sin que apenas lo percibiese, la primavera reemplaz al otoo y se borraron los contornos de su ensoacin. En efecto, el humo trazaba todava espirales sobre los tejados, pero la mayora de stos resguardaban casas edificadas en el suelo. Dominaba la escena el verdor de los brotes nacientes, de la vida renovada, si bien a Tanis se le antoj que tal circunstancia no haca sino realzar las negras heridas de la tierra; nunca desaparecan del todo las cicatrices de la hecatombe, aunque los surcos del arado las suavizasen en los campos de cultivo. El semielfo mene la cabeza en ademn negativo. Todos los moradores de Krynn crean que, al destruirse el retorcido Templo de la Reina Oscura en Neraka, la guerra haba concluido. Todos ellos estaban ansiosos por sembrar el terreno asolado, socarrado bajo los hlitos de los Dragones, y olvidar as su sufrimiento. Desvi los ojos hacia un gran crculo negro que se desplegaba en el centro del pueblo. All nada reverdeca, ningn arado podra sanar el suelo devastado entre las llamas y saturado por aadidura, de la sangre inocente de los millares de criaturas que asesinaran en su avance las tropas de los Seores de los Dragones. Una dbil sonrisa cruz los labios de Tanis. Comprenda, sin que nadie se lo explicase, cunto deba irritar aquella llaga abierta a quienes trabajaban para enterrar los vestigios de la espantosa epopeya. l, sin embargo, se alegraba de que permaneciera indeleble y esperaba que su presencia perdurase por toda la eternidad. Repiti en un susurro las palabras que oyera pronunciar a Elistan cuando el clrigo dedic, en una solemne ceremonia, la Torre del Sumo Sacerdote a la memoria de los Caballeros que all sucumbieron. Debemos recordar o caeremos en una peligrosa complacencia, tal como hicimos en el pasado, y el Mal volver a surgir de las tinieblas. Si no lo ha hecho ya, se dijo Tanis desanimado. Con tal pensamiento pululando en su mente, inici el descenso de la colina.

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El ltimo Hogar estaba abarrotado aquella noche. Aunque la guerra haba destruido a numerosos habitantes de Solace, su trmino aport tanta prosperidad a los sobrevivientes que algunos ya comenzaban a afirmar que no fue tan terrible. La ciudad, situada en una estratgica encrucijada de los caminos que jalonaban el pas de Abanasinia, era visitada por mltiples viajeros. Sin embargo, en los das anteriores al estallido del conflicto la cantidad de itinerantes se redujo de manera considerable: los enanos, salvo algunos renegados como Flint Fireforge, se haban cobijado en su montaoso reino de Thorbardin o parapetado en las colinas circundantes, en un patente rechazo a comunicarse con el mundo; y los elfos haban hecho lo mismo, refugindose en las bellas tierras de Qualinesti en el sudoeste o en las de Silvanesti, en el extremo oriental del continente de Ansalon. La avasalladora contienda haba alterado de nuevo las costumbres, reanudndose el movimiento que reinara en sus sendas antes de anunciarse los graves acontecimientos blicos. Ahora elfos, enanos y humanos se desplazaban a menudo de un lugar a otro, tras abrirse sus urbes y territorios a quien quisiera conocerlos. Era una lstima que para alcanzarse este frgil estado de fraternidad se hubiera necesitado la aniquilacin casi absoluta de los moradores del mundo de Krynn. Pero volviendo a El ltimo Hogar, hay que decir que, si bien fue siempre popular entre los nmadas por su excelente bebida y las patatas especiales de Otik, en los ltimos tiempos haba adquirido an mayor renombre. La cerveza segua siendo buena y las patatas, pese a haberse retirado su dueo, tan sabrosas como antao, pero el autntico motivo de la creciente fama de la posada era otro. Efectivamente, haba corrido el rumor de que los hroes de la Lanza, como el pueblo llano haba dado en apodarlos, frecuentaron el local varios aos atrs. Antes de abandonar el negocio, Otik haba reflexionado seriamente sobre la conveniencia de colocar una placa conmemorativa cerca de la chimenea que dijera algo as como Tanis, el Semielfo, y los Compaeros bebieron aqu. Tika, no obstante, se haba opuesto con tanta vehemencia a su proyecto slo imaginarse lo que Tanis pudiera decir si vea algo semejante incendiaba las mejillas de la muchacha que al fin renunci. Se resign a no instalar ningn rtulo, pero no cesaba de contar a sus parroquianos la historia de la noche en que la mujer brbara enton su extrao cntico y cur a Hederick, el Tecrata, con una Vara de Cristal Azul, dando as testimonio de la existencia de los dioses antiguos y verdaderos. Tika, que se haba hecho cargo de la posada al dejarla Otik y esperaba ganar el dinero suficiente para comprarla, esperaba fervientemente que el anciano patrn se abstuviera de relatar estas proezas en el curso de la velada de esta noche. Pobre muchacha! Ni siquiera todas las plegarias del mundo habran conjurado tan difcil silencio. Haba en la sala varios grupos de elfos venidos desde Silvanesti para asistir a los funerales de Solostaran, Orador de los Soles y monarca de las tierras de Qualinesti. No slo instaban stos a Otik a repetir su narracin, sino que la sazonaban con sus propias leyendas sobre cmo los hroes visitaron las regiones donde residan y los liberaron de un dragn perverso llamado Cyan Bloodbane. La pelirroja muchacha advirti que Otik la miraba de soslayo al mencionarse aquel nombre, ya que ella haba sido uno de los miembros de la expedicin a 25

Silvanesti, pero se apresur a silenciarlo mediante una briosa sacudida de sus bucles. sta era una de las partes de su viaje que siempre rehusaba explicar, ni siquiera discutir, y lo cierto era que rezaba todas las noches para olvidar las espantosas pesadillas relativas a tan torturada regin. Tika cerr los ojos unos segundos, deseando en lo ms profundo de su ser que los elfos cambiaran de tema. Ya tena bastantes sueos que la atormentaban en el presente como para evocar otros, pertenecientes a un pasado remoto. Ojal lleguen y se vayan sin demora. Dedic este anhelo a s misma y a cualquier dios que pudiera escucharla. Haba concluido el fascinador crepsculo y los clientes entraban sin cesar, ordenando platos y brebajes. Tika se haba disculpado frente a Dezra y, despus de derramar sendos torrentes de lgrimas, ambas corran muy atareadas de la cocina a la barra y de sta a las mesas, sin apenas dar abasto en el servicio. La nueva posadera se sobresaltaba cada vez que se abra la puerta, y rezongaba improperios cuando oa elevarse la voz de Otik por encima del entrechocar de jarras y cubiertos. ... Recuerdo que era una noche de otoo y yo tena ms trabajo que un sargento de instruccin draconiano. Tales comentarios siempre suscitaban risas aunque a Tika le rechinaban los dientes, en una actitud muy dispar. Era innegable que la audiencia aumentaba por momentos y nadie hara callar al ufano narrador. La posada estaba entonces en lo alto de un rbol vallenwood, igual que toda la ciudad antes de que los dragones la arrasaran. Ah, qu hermosa era en aquellos tiempos que nunca han de volver! En este punto sola suspirar e iniciar un breve sollozo, que despertaba la compasin de la concurrencia. Dnde estaba? Ah, s! Me hallaba yo detrs del mostrador, ocupado en mi quehacer, cuando se abri la puerta... Se abri la puerta, con tal sincronizacin que se dira que era una escena ensayada. Tika apart una mecha pelirroja de su sudorosa frente y aguz la vista entre las cabezas. Invadi la estancia un repentino silencio, a la vez que el cuerpo de la muchacha se tornaba rgido y clavaba las uas en su carne. Un hombre altsimo, que incluso tuvo que bajar la cabeza para entrar, se ergua en el umbral. Tena el cabello moreno, y un rictus severo y sombro torca sus labios. Aunque arropado en una gruesa zamarra de piel, su cadencia al andar y su porte denotaban la fuerza de sus msculos. Lanz una fugaz mirada al atestado albergue, un escrutinio que inmoviliz a los presentes y que era, en realidad, fruto de su desconfianza frente a cualquier indicio de peligro. Aquel examen paralizador fue slo una reaccin instintiva, pues cuando sus penetrantes ojos se posaron en Tika se relajaron sus rasgos en una sonrisa, que acompa con el gesto de abrir los brazos. La joven vacil, pero la visin de su amigo la llen de jbilo y, tambin, de una indecible nostalgia. Abrindose paso entre el gento, se dej estrechar por el recin llegado. Riverwind, querido compaero! susurr con voz entrecortada. Tras afianzar a la mujer entre sus manos, Riverwind la alz en volandas sin el menor esfuerzo. Los clientes comenzaron a vitorearlos aunque, en lugar de aplaudir, golpearon sus jarras contra las mesas en un sordo repiqueteo. No daban crdito a su suerte, puesto que haba irrumpido en la posada uno de los hroes de la Lanza como 26

si lo hubieran transportado hasta aqu las alas del relato de Otik. Incluso su ropa responda a la descripcin! Estaban fascinados. As pues, despus de soltar a Tika, el hombretn se despoj de su zamarra de piel y todos pudieron distinguir el pectoral de jefe de los habitantes de las Llanuras, con sus secciones en forma de V cosidas en cueros de distinta textura, representativas de cada una de las tribus que gobernaba. Su atractivo rostro, aunque ms avejentado que cuando Tika lo viera por ltima vez, estaba curtido por el sol y las inclemencias atmosfricas, pero brillaba en sus ojos una llama de jbilo interior que demostraba que haba hallado la paz tan perseguida durante aos de penalidades. A la muchacha se le hizo un nudo en la garganta y comprendi que deba apartarse, pero no fue lo bastante rpida. Tika dijo l abrazndola de nuevo, con un acento algo hermtico a causa de su larga permanencia entre su pueblo, me produce un gran placer volver a verte ms bella que nunca! Dnde est Caramon? Ardo en deseos de saludarle... Ocurre algo, amiga ma? Nada en absoluto respondi la joven con falso nimo, al mismo tiempo que agitaba sus rojizos bucles y parpadeaba. Ven, he reservado un lugar junto al fuego. Debes sentirte exhausto... y hambriento. Lo gui a travs de la muchedumbre sin parar de hablar, de tal modo que el hombre de las Llanuras no logr intercalar una sola palabra. Los parroquianos la ayudaron sin proponrselo, manteniendo a Riverwind ocupado al apiarse en su derredor a fin de tocar su atuendo y maravillarse frente a la suavidad de sus pieles, o bien estrechar su mano costumbre que los de su raza consideraban pura barbarie o, incluso, verterle las copas contra el rostro en un intento de ofrecerle su contenido. El guerrero acept con estoicismo aquel despliegue de atenciones mientras acechaba los movimientos de Tika en medio de la batahola, acariciando a intervalos la esplndida espada elfa que penda de su costado. Su serio semblante adquira matices sombros cada vez que miraba hacia las ventanas como si, hastiado del viciado ambiente de la posada, del calor y el ruido, slo pensara en salir a los campos que tanto amaba. Con una habilidad muy propia de ella, la muchacha hizo a un lado a los curiosos ms exuberantes y no tard en sentarse junto a su viejo amigo en una mesa aislada, prxima a la cocina. Enseguida vuelvo le prometi, dedicndole una sonrisa y desapareciendo entre los fogones antes de que su interlocutor despegara los labios. Los ecos de la voz de Otik se elevaron de nuevo, acompaados por un inesperado estallido. Al ver interrumpido su relato, el anciano utilizaba el bastn una de las armas ms temidas en Solace para restituir el orden. Cojeaba de una pierna y tambin contaba, a la primera oportunidad que se presentaba, cmo le haban herido durante la cada de Solace cuando, por su propia cuenta, luch con las manos desnudas contra los ejrcitos de draconianos que invadan la ciudad. Tras disponer en una fuente un plato de patatas especiadas y regresar junto a Riverwind, Tika clav en Otik una mirada furibunda. Conoca la historia verdadera, es decir, que se lastim la pierna al ser arrastrado fuera de su escondrijo bajo el suelo. La conoca pero nunca la revel ya que, en el fondo de su alma, quera a aquel hombre como a un padre. Fue l quien la acogi y la cri al desaparecer su 27

progenitor y fue l tambin quien le proporcion un trabajo honrado en un momento de su vida en que, quizs, hubiera incurrido en el robo a fin de salir adelante. El mero hecho de recordar telepticamente a Otik que estaba en situacin de ponerle en evidencia bastaba para impedir que sus exacerbadas narraciones escalaran cumbres ms altas. El alboroto se haba apaciguado cuando la joven se instal en la mesa de Riverwind, as que pudo al fin establecer un dilogo. Cmo estn Goldmoon y vuestro hijo? inquiri jovial, sabedora de que su oponente la estudiaba con suma atencin. Goldmoon est muy bien y te manda besos respondi l con su profunda voz. En cuanto al nio sus ojos se llenaron de orgullo, slo tiene dos aos y ya monta mejor que muchos guerreros y es muy alto para su edad. Esperaba que Goldmoon se decidiera a acompaarte coment Tika, emitiendo un suspiro que no estaba destinado a ser odo. El hombre de las Llanuras engull su cena en pocos minutos y, a su trmino explic: Los dioses nos han bendecido con otro par de hijos. Observ a la joven con una extraa expresin en sus oscuros ojos. Un par? repiti ella perpleja. Ah, te refieres a un par de gemelos! comprendi de pronto. Igual que Caramon y Raist... Se interrumpi, y comenz a mordisquearse el labio. Riverwind frunci el ceo y traz en el aire la seal que ahuyentaba los malos presagios mientras ella, ruborizndose, desviaba los ojos. Una voz ruga en sus odos, y tanto el calor como la algazara general contribuan a marearla. Se trag como pudo el amargo sabor de boca que atenazaba su lengua para obligarse a preguntar ms detalles sobre la vida de Goldmoon y, pasado un rato, pudo centrarse en la parrafada del hombretn. ...Hay an pocos clrigos en nuestras tierras. Tenemos numerosos conversos, pero los poderes de los dioses se manifiestan con lentitud. Ella trabaja duro, demasiado en mi opinin, pero cada da est ms hermosa. Y los gemelos, que en realidad son nias, han heredado su cabello ureo y plateado. Tika esboz una triste sonrisa y Riverwind, que no haba cesado de examinar intrigado su faz, enmudeci. Apur su ya casi vaco plato y lo apart, a la vez que declaraba: Sera para m un gran placer prolongar mi visita, pero no puedo abandonar a mi pueblo durante mucho tiempo. Como sabes, mi misin es de la mxima importancia. Dnde est Cara...? Voy a comprobar si te han preparado la alcoba lo ataj la joven, levantndose de un modo tan precipitado que derram parte de la bebida sobre la oscilante mesa . He ordenado al enano gully que te haga la cama, y ya puedes imaginar lo que eso significa: lo ms probable es que lo encuentre durmiendo como un tronco. Se alej presurosa pero, en lugar de subir la escalera en direccin a las habitaciones, sali al exterior por la puerta de la cocina. Se perdi su vista en la negrura y, sin cesar de sentir la caricia del fresco aire sobre sus febriles pmulos, suplic en un siseo a los dioses: Por favor, haced que parta de inmediato. 28

2 AoranzasQuiz lo que ms tema Tanis de su regreso a Solace era enfrentarse a la visin de El ltimo Hogar. All haba comenzado todo, el prximo agosto hara tres aos. All, junto a Flint y Tasslehoff Burrfoot, el incansable kender, haba entrado una noche para encontrarse con los viejos amigos. All su mundo se haba vuelto del revs, sin que nunca ms se enderezara tal como era en un principio. Pero a medida que cabalgaba hacia la posada not que sus temores se sosegaban. Tanto haba cambiado que incluso le asalt la sensacin de dirigirse a un lugar ignoto, vaco de recuerdos. Se ergua el local en el suelo en lugar de ocultarse entre el ramaje del robusto vallenwood como antao, y se atisbaban ciertas novedades, tales como algunas alcobas recientes, necesarias si se pretenda acomodar a los incontables viajeros, y una techumbre de diseo ms actual. Adems de los rasgos evocadores del pasado, se haban borrado de su estructura las cicatrices de la guerra. En el mismo instante en que Tanis empezaba a relajarse, se abri la puerta principal de la posada. Brot la luz del interior, formando su haz un camino de bienvenida y el aroma de las patatas lleg a sus vas olfativas, transportado por la brisa y acompaado de risas estentreas, multitudinarias. Los recuerdos renacieron como impulsados por un resorte y el semielfo, sobrecogido, inclin la cabeza. Mas, quiz por fortuna, no tuvo tiempo de hacer elucubraciones. Cuando l y su compaera se acercaron al albergue, el mozo de las cuadras corri presto a sujetar las riendas de sus cabalgaduras. Forraje y agua le especific Tanis, deslizndose por la silla y arrojando una moneda al muchacho. Acto seguido se desperez a fin de desentumecer sus contrados msculos. Di instrucciones anticipadas de que me preparaseis un caballo brioso y descansado. Me llamo Tanis, el Semielfo, y espero que mi emisario llegase oportunamente. Los ojos del mozo casi se desorbitaron. Ya haba observado la refulgente armadura y rica capa que portaba el desconocido, pero al or su nombre su curiosidad fue reemplazada por la ms viva veneracin. S-s, seor tartamude, desconcertado de que tan noble hroe se dignase hablarle. Recibimos vuestro mensaje y el animal est a punto. Queris que os lo traiga ahora mismo, s-seor? No respondi Tanis con una sonrisa. Aguarda unas dos horas, hasta que haya concluido mi cena. D-dos horas. S, seor. G-gracias, seor. Meneando la cabeza de una manera montona, como alelado, el muchacho asi las riendas que el semielfo trataba de embutir en sus manos insensibles y permaneci quieto, boquiabierto, olvidando su 29

trabajo hasta que el impaciente equino lo despert de una sacudida y casi lo tir al suelo. Una vez se hubo alejado el caballerizo con el agotado animal, Tanis se volvi para ayudar a desmontar a su acompaante. Debes ser de hierro dijo ella tras poner el pie en el suelo. De verdad tienes intencin de proseguir el viaje esta misma noche? Voy a hacerte una confesin: me crujen todos los huesos del cuerpo comenz a explicar el semielfo pero, sintindose incmodo de repente, se interrumpi. Era incapaz de conducirse con naturalidad en presencia de aquella mujer. Vio que la luz de la posada baaba sus rasgos femeninos, y ley en ellos fatiga y pesar. Sus ojos parecan hundirse en unos pmulos huecos, cenicientos. Tambin su paso, en consonancia con su demacrado aspecto, era vacilante, as que Tanis se apresur a ofrecerle su brazo como apoyo. Ella lo acept, pero slo un momento. Hizo acopio de voluntad y logr mantenerse firme, apartndolo con suavidad pero sin titubeos, antes de contemplar interesada su entorno. El dolor mortificaba al semielfo al ms mnimo movimiento, por lo que imagin cmo deba sentirse una mujer tan poco acostumbrada a los esfuerzos fsicos. No le qued otro remedio que admirarla, ya que deba admitir que no haba proferido la ms leve queja durante su largo e inquietante periplo. Se haba mantenido a su altura, sin rezagarse ni desobedecer sus rdenes por absurdas que, quiz, se le antojaran. Por qu entonces, se pregunt, no le inspiraba ningn sentimiento? Qu dimanaba de su persona, tan desagradable, que le irritaba e incluso le produca cierto agobio? Al escudriar su rostro hall la respuesta. La nica calidez que se perfilaba en sus rasgos era la que reflejaban las llamas del vecino establecimiento. Todo en ella respiraba frialdad, carencia de pasiones y de... De qu? Acaso de humanidad? As se le haba mostrado en el interminable y azaroso viaje, framente correcta, secamente agradecida y glidamente distante. Quizs incluso me habra enterrado con perfecto aplomo e impasibilidad, pens pero, como si se amonestara a s mismo por tan irreverente idea, pos la vista en el Medalln que cea su cuello: el Dragn de Platino de Paladine. Por simple asociacin evoc las palabras de despedida de Elistan, que el clrigo susurr en su odo poco antes de su partida. Es conveniente que la escoltes, Tanis le dijo el frgil anciano. En muchos aspectos emprende una epopeya similar a la que realizaste t aos atrs, en busca del conocimiento de s misma. No, tienes razn, ella ignora el autntico motivo le aclar al constatar su expresin dubitativa. Avanza con la mirada alzada hacia el cielo, no ha aprendido todava que cuando uno olvida la senda bajo sus pies acaba por tropezar. Si no lo entiende a tiempo su cada ser irreversible aadi con una triste sonrisa, a la vez que mascullaba una plegaria. Depositemos nuestra confianza en Paladine concluy. Tanis frunci el ceo entonces y volvi a fruncirlo ahora, mientras recapacitaba sobre esta ltima frase. Aunque lleg a adquirir una slida fe en las divinidades ms a travs del amor y las creencias de Laurana que por ninguna otra razn se senta inseguro al poner su vida en sus manos y aquellos que, como Elistan, cargaban

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a los dioses con tan exhaustivo fardo tenan la virtud de impacientarle. Dejemos que el hombre se responsabilice de vez en cuando de sus actos, medit nervioso. Qu sucede, Tanis? pregunt Crysania con su habitual frialdad. No se haba percatado de que durante todo este rato la haba mirado sin verla, por eso le sobrevino un acceso de tos y tuvo que aclarar su garganta antes de apartar los ojos. Por fortuna, el mozo regres en aquel preciso instante en busca del caballo de la mujer y ahorr al semielfo la necesidad de contestar. Se limit a sealar la posada, y ambos se encaminaron a ella. A decir verdad coment Tanis cuando el silencio se torn tenso, me gustara pernoctar aqu y departir con mis amigos. Pero he de estar en Qualinesti pasado maana, y slo una cabalgada ininterrumpida me permitir llegar a tiempo. Mis relaciones con mi cuado no son tan ntimas que me permitan perderme el funeral de Solostaran, se lo tomara como una ofensa. Sonri de un modo enigmtico, y apostill: Una ofensa personal y poltica, supongo que me comprendes. A los labios de Crysania asom una mueca, pero el semielfo advirti que no era una seal de asentimiento. Se trataba de un gesto tolerante por el que le daba a entender que estas cuestiones familiares y polticas no merecan el inters de alguien tan elevado en sus miras. En el momento en que llegaban a la puerta de la taberna, Tanis revel a su acompaante: Adems, aoro a Laurana. Resulta curioso el hecho de que en nuestra vida cotidiana, pese a estar cerca uno del otro, nos absorben tanto nuestras respectivas obligaciones que en ocasiones pasamos varios das sin intercambiar un saludo o una caricia, salvo en los intervalos en que salimos de nuestros mundos. Ahora, sin embargo, cuando nos separa una distancia tangible, me asalta a menudo la impresin de que me falta mi brazo derecho. Y no he de pensar en ella para que me invadan tales sentimientos, es algo que surge de forma espontnea... Call de repente, convencido de haberse puesto en ridculo al hablar como un necio adolescente. No obstante, pronto constat que Crysania no lo escuchaba en absoluto pues su rostro marmreo haba adquirido, si caba, una mayor lividez, hasta tal extremo que el resplandor argnteo de la luna se revesta de cierto calor al compararse con aquella epidermis. Meneando la cabeza, el semielfo abri la puerta sin poder reprimir un suspiro de pesar. No envidio a Caramon ni a Riverwind, se dijo interiormente. Los sonidos familiares, la tibia atmsfera de la posada abrumaron a Tanis quien, durante unos segundos, lo vio todo envuelto en una nebulosa. Distingui el perfil de Otik, ms viejo y ms orondo, apoyado en un bastn mientras se aproximaba para palmearle fuertemente los hombros en seal de bienvenida. Tambin haba personas con las que nada haba tenido que ver en el pasado y que, por alguna razn, ahora apretaban su mano entre apasionadas muestras de amistad. Al fondo, en un segundo plano respecto a la barahnda, el viejo mostrador lanzaba cegadores destellos a travs de su pulida superficie, y al dirigirse hacia l poco falt para que el semielfo pisara a un enano gully. De pronto, se plant frente a

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l un individuo altsimo cubierto de pieles, y se encontr sin saber cmo estrujado en un carioso abrazo. Riverwind susurr sin aliento, aferrndose al cuerpo del hombre de las Llanuras. Hermano respondi ste en que-shu, el dialecto de su pueblo. Los parroquianos del albergue se abandonaron a una retahla de atronadoras aclamaciones, si bien Tanis no les prest atencin por haber retenido su mirada la mano que acababa de posar sobre su brazo una mujer poseedora de una flamgera melena y un sinfn de pecas en la faz. Sin deshacerse del abrazo del fornido hombretn, el semielfo atrajo a Tika hacia l y los tres se fundieron en un crculo cerrado de amistad que no admita ni el paso de una brizna de aire. Era el suyo un vnculo de dolor y de gloria. Fue Riverwind quien los incit a recobrar la cordura. Poco acostumbrado a exhibir en pblico sus sentimientos, el corpulento guerrero se recompuso entre toses nerviosas y retrocedi, pestaeando y adoptando una actitud ceuda hasta ser otra vez dueo de sus actos. Tanis, baada su rojiza barba por las lgrimas, dio a Tika un nuevo apretn y estudi el interior del local. Dnde est ese forzudo que tienes por esposo? inquiri jovial. Dnde se ha metido Caramon? Fue una pregunta sencilla, natural, y Tanis no estaba preparado para la reaccin que provoc. Los presentes se sumieron en el silencio, como si una criatura misteriosa los hubiera confinado en un tonel y Tika, por su parte, se ruboriz y, tras farfullar unas palabras ininteligibles, encorv la espalda a fin de levantar en el aire al enano gully y zarandearlo, con tal fuerza que los dientes de ste comenzaron a castaear. Anonadado, el semielfo consult al hombre de las Llanuras con los ojos, pero el brbaro se limit a encogerse de hombros y enarcar las cejas. Dio entonces media vuelta, resuelto a esclarecer el misterio directamente con Tika, pero lo inmoviliz el glido contacto de unos dedos en su brazo. Crysania! La haba olvidado por completo. Ahora le toc a su semblante el turno de sonrojarse, y se apresur a hacer las consabidas, aunque tardas, presentaciones. La dama que me acompaa es Crysania de Tarinius, Hija Venerable de Paladine anunci con tono formal. Crysania, stos son Riverwind, prncipe de las tribus de las Llanuras, y Tika Waylan Majere. La sacerdotisa se desanud la capa de viaje y retir la capucha de su cabeza, de tal manera que el Medalln qued al descubierto y despidi chispas bajo las velas. La tnica de pura y blanca lana de oveja de la mujer asom entre los pliegues del manto, y un murmullo de respeto y temor circul de boca en boca. Una alta dignataria del culto a los dioses... Has odo bien su nombre? Es Crysania, la persona de confianza de... La sucesora de Elistan! La mujer hizo una leve inclinacin de cabeza mientras Riverwind se suma en una honda y solemne reverencia y Tika, tan encendidos an sus pmulos que pareca 32

vctima de un ataque de fiebre, arrojaba a Raf detrs de la barra y dedicaba a la recin llegada un saludo de cortesa. Al escuchar la mencin del apellido Majere, impuesto a Tika por el matrimonio, Crysania se gir inquisidora hacia Tanis y recibi en respuesta una seal de asentimiento. Es para m un honor declar la sacerdotisa con su voz de hielo conocer a dos seres cuyas hazaas perduran en nuestro recuerdo como un ejemplo que a todos debera guiar. Tika qued turbada pero complacida ante tan elocuente alabanza. En cuanto a Riverwind, aunque su severo rostro no se alter, Tanis detect sin dificultad cunto significaba para un hombre de hondas creencias como l una frase laudatoria proveniente de la sacerdotisa. El gento que los rodeaba, y que no se haba perdido aquel intercambio preliminar, aplaudi rabiosamente y prorrumpi en vtores. Otik, investido de un porte ceremonioso poco frecuente en l, condujo a los huspedes hasta una mesa. Estaba radiante en compaa de aquellos hroes, como si hubiera organizado la guerra de modo que redundara en su beneficio. Al sentarse, Tanis se sinti molesto a causa del gritero y la confusin del local, mas no tard en decidir que quiz lo favorecera ya que, al menos, le daba la oportunidad de hablar con Riverwind sin ser odo. Sea como fuere, lo primordial ahora era averiguar el paradero de Caramon. Una vez ms empez a preguntar por el desaparecido guerrero pero Tika, tras acomodarlos y apartar con grandes aspavientos a los curiosos que agobiaban a Crysania, vio que abra la boca y huy rauda hacia la cocina. El semielfo estaba desconcertado y deseoso de perseguir a la joven, pero las preguntas proferidas por Riverwind apartaron de su mente aquel extrao asunto. Unos minutos ms tarde, ambos amigos se hallaban sumidos en una larga pltica. Todos creen que la guerra ha concluido afirm Tanis, y este hecho nos coloca en una situacin ms peligrosa de lo imaginable. Las alianzas entre elfos y humanos, que llegaron a ser muy slidas en los das tenebrosos, comienzan a diluirse bajo la luz del sol. Laurana est ahora en Qualinesti, donde asiste al funeral de su padre a la vez que trata de sellar un pacto con Porthios, su terco hermano, y los Caballeros de Solamnia. El nico rayo de esperanza susceptible de iluminar su camino es el que dimana de Alhana Starbreeze, la esposa de Porthios. Nunca cre que vivira lo bastante para presenciar cmo esta mujer elfa no slo se muestra tolerante con los hombres y las otras razas de Krynn, sino que incluso los defiende frente a su intransigente marido. Extrao matrimonio el suyo dijo Riverwind, a lo que el semielfo asinti con la cabeza. Los pensamientos de los dos compaeros volaron hacia la persona de su entraable amigo, el Caballero Sturm Brightblade, quien despus de su muerte fue ensalzado como el hroe de la Torre del Sumo Sacerdote. Uno y otro saban que el corazn de Alhana yaca enterrado en la penumbra junto al de Sturm. No es el amor el que ha dictado ese casamiento prosigui Tanis tras un breve silencio, aunque es posible que contribuya a restablecer el orden en el continente de Ansalon. Qu me cuentas de tu vida, amigo? Ensombrecen y contraen tu rostro

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nuevas preocupaciones, si bien tambin es nueva la dicha que lo ilumina. Goldmoon notific a Laurana el nacimiento de las gemelas. Has acertado en tu observacin, hermano fue la respuesta del hombre de las Llanuras con su proverbial timbre cavernoso. Por un lado me inquieta sobremanera permanecer lejos del hogar y, por otro, me alegro tanto de verte que tu sola presencia alivia mi carga. Al partir dej a dos tribus a punto de declararse la guerra. Haba logrado, con mprobos esfuerzos, mantener a sus adalides abiertos al dilogo y evitar as que se derramara una gota de sangre, pero los descontentos urden sus intrigas a mis espaldas. Sin duda aprovecharn cada minuto de mi ausencia para sacar a la luz viejas reyertas. Lo lamento, amigo, y an te agradezco ms que hayas venido se solidariz su contertulio y, tras espiar de soslayo a Crysania, se percat de que se enfrentaba a un grave problema. Abrigaba la esperanza de que pudieras ofrecer a esta dama tu gua y proteccin. Se dirige explic con voz queda a la Torre de la Alta Hechicera que se yergue en el Bosque de Wayreth. Riverwind abri los ojos en seal de alarma y desaprobacin, ya que desconfiaba de los magos y de todo cuanto a ellos se refera. Tanis, que haba captado el sentimiento que embargaba al brbaro, se apresur a reanudar su discurso: Veo que recuerdas bien las historias de Caramon sobre la visita realizada por Raistlin y por l mismo a ese lugar. A ellos los invitaron, mientras que Crysania ha decidido por su propia cuenta solicitar el consejo de sus moradores acerca de... La sacerdotisa le clav una imperiosa mirada y a continuacin mene la cabeza, de tal manera que el semielfo se vio obligado a interrumpir sus explicaciones. Se limit a morderse el labio y repetir: Esperaba que accedieras a escoltarla hasta all. Tem una proposicin de esta ndole manifest el hombre de las Llanuras cuando recib tu mensaje, por eso cre que era mi deber acudir y exponerte los motivos de mi negativa. En cualquier otro momento, como sin duda imaginas, me causara un gran placer ayudaros y, en particular, considerara un honor ofrecer mis servicios a una persona tan respetada. Inclin la cabeza ante Crysania, quien acept su homenaje con un esbozo de sonrisa que se difumin al volver su mirada, sin dilacin, hacia Tanis. Un surco de ira se dibuj en la frente de la altiva mujer. Pero es mucho lo que hay en juego prosigui Riverwind. La paz que he establecido entre las tribus pende de un hilo, puesto que durante dcadas han solucionado todos sus litigios mediante las armas. Y lo cierto es que nuestra supervivencia como nacin y como pueblo slo se solidificar si nos unimos, si trabajamos juntos a fin de reconstruir tanto el territorio que nos acoge como nuestra existencia. Lo comprendo asever Tanis, conmovido por el disgusto que se evidenciaba en el rostro de su amigo al tener que rechazar su demanda. No obstante, sinti en su piel el punzante escrutinio de Crysania y asumi toda la cortesa que anidaba en sus entraas para tranquilizarla. No te preocupes, Hija Venerable de Paladine. Confiaremos tu cuidado a Caramon, un guerrero que vale por tres mortales corrientes, me equivoco, Riverwind? El prncipe de los que-shu sonri al evocar recuerdos de antao. 34

Es innegable que poda comer por tres mortales corrientes, como t dices. Y su fuerza era todava ms descomunal. Nunca olvidar cuando levant en el aire al fornido William Sweetwater, el posadero de El Cerdo y el Silbido, durante aquel espectculo de... dnde fue, en Flotsam o en Port Balifor...? Ni la ocasin en que mat a dos draconianos incrustando sus cabezas entre s se uni el semielfo entre risas, feliz como si los recuerdos compartidos pudieran disipar la niebla que se cerna sobre Krynn. Ni tampoco aquel da en el reino de los enanos. An visualizo la escena: Caramon se ocult detrs de Flint y...Inclinndose hacia Riverwind, record en su odo el final de la ancdota y l estall en tan incontenibles carcajadas que su faz se torn purprea, al borde de la asfixia. Cuando se hubo sosegado cont a su vez otra historia, y ambos compaeros comenzaron a enlazar relatos sobre la energa de Caramon, su pericia con la espada, su valenta y su elevado sentido del honor. Y no hemos hablado de la ternura que, pese a su tosquedad, era capaz de transmitir. A menudo me lo represento atendiendo a Raistlin con una paciencia inagotable, llevndole en volandas siempre que los ataques de tos parecan desencajar todos los huesos del mago.. Lo interrumpi un grito agnico, sucedido por un golpe seco y violento. Al darse la vuelta, sin salir de su asombro, Tanis descubri la figura de Tika frente a l. Tena el rostro blanco como la cera, sus ojos verdes centelleaban bajo un torrente de lgrimas. Partid sin tardanza! les suplic a travs de unos labios que la sangre haba cesado de regar. Por favor, Tanis, no hagas preguntas y abandona la posada ahora mismo! Le sujet por el brazo y hundi las uas, dolorosamente, en su carne. En nombre de los Abismos, qu sucede aqu? Inquiri el semielfo sin escuchar su absurdo ruego mientras se encaraba, exasperado, con la desolada muchacha. Respondi a su urgente demanda un colosal crujido de la puerta de la posada que se abri de par en par, empujada por una tremenda fuerza desde el exterior. Tika dio un salto atrs, convulsionado su semblante por un terror tan invencible que impuls al semielfo a girarse hacia el dintel con la mano cerrada en torno a la empuadura de su espada. Riverwind tambin reaccion rpidamente: se puso en pie y se acerc a Tanis. Una inmensa sombra llen el umbral, extendiendo un lbrego manto sobre la estancia. El alegre alboroto de los presente