levy virtualizacion del texto

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  • 8/8/2019 Levy Virtualizacion Del Texto

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    Tomado

    de:

    Qu es lo virtual? Ttulo original: quest-ce que le virtuel.

    Traduccin al espaol de Diego Levis

    Autor Pierre Lvy

    Fecha: 21998

    3. La virtualizacin del texto

    La lectura, o la actualizacin del texto

    El texto, desde sus orgenes mesopotmicos, es un objetovirtual, abstracto, independiente de talo cual soporte particular.Esa entidad virtual se actualiza en mltiples versiones,traducciones, ediciones, ejemplares y copias. El lector prosigueesta cascada de actualizaciones interpretndolo, dndole sentidoaqu y ahora. Hablo de actualizacin respecto a la lectura y no dela realizacin, que es el resultado de una seleccin entre posiblespreestablecidos. Ante la configuracin de estmulos, deobligaciones y de tensiones que propone el texto, la lectura

    resuelve el problema del sentido de manera inventiva y siempresingular. La inteligencia del lector construye encima de las pginaslisas un paisaje semntico mvil y accidentado. Analicemos endetalle este trabajo de actualizacin.

    Qu sucede cuando leemos, cuando escuchamos un texto? Enprimer lugar, el texto est horadado, censurado, sembrado deblancos. Son las palabras, los constituyentes de las frases que noomos (en el sentido perceptivo, pero tambin intelectual deltrmino). Son los fragmentos del texto que no comprendemos, queno recibimos juntos, que no integramos a los dems, quesubestimamos. Si bien, paradjicamente, leer y escuchar esempezar a subestimar, a des leer o a despejar el texto.

    Arrugamos el texto, al mismo tiempo que lo fracturamos pormedio de la lectura o la escucha. Lo replegamos sobre s mismo.Relacionamos entre s los pasajes que se corresponden. Cosemos

    juntas las partes dispersas, extendidas, divididas sobre lasuperficie de las pginas o en la linealidad del discurso: leer untexto es reencontrar los gestos textiles que le han dado su nombre.

    Los pasajes del texto mantienen, virtualmente, unacorrespondencia, casi una actividad epistolar, que actualizamosmal que bien, siguiendo o no las instrucciones del autor. Carteros

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    del texto, viajamos de una orilla a la otra del sentido con la ayudadel sistema de direcciones e indicadores marcado por el autor, eleditor, el tipgrafo. Pero no podemos desobedecer las rdenes,tomar atajos, editar pliegos prohibidos, formar redes secretas,clandestinas, hacer emerger otras geografas semnticas.

    Tal es el trabajo de lectura: a partir de una linealidad o de una

    simpleza inicial, fracturar, arrugar, retorcer y volver a coser eltexto para abrir un medio vivo donde se pueda desplegar elsentido. El espacio del sentido no existe antes de la lectura. Lofabricamos, lo actualizamos recorrindolo, cartografindolo.

    Pero mientras recogemos el texto sobre s mismo,confeccionando, de este modo, su relacin interna, su vidaautnoma, su aura semntica, lo relacionamos tambin con otrostextos, con otros discursos, con imgenes, con afectos, con todala inmensa reserva fluctuante de deseos y de signos que nos haceser lo que somos. Aqu, no es ya la unidad del texto lo que est en

    juego, sino la construccin del yo; construccin siempre porrehacer, siempre inacabada. No es ya el sentido del texto lo que

    nos ocupa, sino la direccin y la elaboracin de nuestropensamiento, la precisin de nuestra imagen del mundo, el logrode nuestros proyectos, el despertar de nuestros placeres, el hilode nuestros sueos. Esta vez, el texto ya no est arrugado,recogido sobre s mismo en una bola, sino fragmentado,pulverizado, distribuido, evaluado segn los criterios de unasubjetividad que surge de s misma.

    Del texto propiamente dicho, pronto no queda nada. En elmejor de los casos, gracias a l habremos aportado algn retoquea nuestros modelos del mundo. Quiz slo nos haya servido comocaja de resonancia de algunas imgenes o palabras que yaposeamos. A veces, habremos relacionado uno de sus

    fragmentos investido de una intensidad especial a una zonadeterminada de nuestra arquitectura mnemnica, y otro, a untramo especfico de nuestras redes intelectuales. Nos habrservido como interface con nosotros mismos. Slo muy raramentenuestra lectura, nuestra escucha, tendr el efecto de reorganizardramticamente, como por una especie de efecto brutal de puntode equilibrio, el ovillo entremezclado de nuestro propio espaciomental

    A veces confiamos algunos fragmentos del texto a laspoblaciones de signos que deambulan en nuestro interior. Estasinsignias, estas reliquias, estos fetiches o estos orculos no tienennada que ver con las intenciones del autor ni con la unidad

    semntica viva del texto, pero contribuyen a crear, recrear yreactualizar el mundo de significaciones que nos define.

    La escritura, o la virtualizacin de la memoria

    Este anlisis, probablemente sea aplicable a la interpretacin deotros tipos de mensajes complejos adems del texto alfabtico:ideogramas, diagramas, mapas, esquemas, simulaciones, mensajes

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    icnicos o flmicos, por ejemplo. Hay que entender texto en susentido ms general: discurso elaborado o propsito deliberado.

    Desde el comienzo de este captulo todava no habis ledo lapalabra hipertexto. Y sin embargo, slo hemos tratado de eso.Jerarquizar y seleccionar reas de sentido, establecer enlaces entreestas zonas, conectar el texto con otros documentos, acomodarlo a

    una memoria que forma el fondo sobre el cual se separa y al cualreenva, son, en efecto, las funciones del hipertexto informtico.

    Una tecnologa intelectual casi siempre exterioriza, objetiva,virtualiza una funcin cognitiva, Una actividad mental. De estemodo, reorganiza la economa o la ecologa intelectual en suconjunto y, en contrapartida, modifica la funcin cognitiva a la queslo deba apoyar o reforzar. Las relaciones entre la escritura(tecnologa intelectual) y la memoria (funcin cognitiva) estn ahpara dar testimonio de ello.

    La llegada de la escritura ha acelerado el proceso deartificializacin, de exteriorizacin y de virtualizacin de lamemoria que, sin duda, empez con la hominizacin.

    Virtualizacin y no simple prolongacin, es decir separacin parcialde un cuerpo viviente, puesto en comn, heterognesis. Nopodemos reducir la escritura al registro de la palabra. En cambio,concibiendo como concebimos el recuerdo como un registro, hatransformado el rostro de Mnemosis.

    La semiobjetivizacin de la memoria en el texto ha permitido eldesarrollo de una tradicin crtica. En efecto, lo escrito marca unadistancia entre el saber y su sujeto. As, quiz porque no soy msque lo que s, puedo cuestionarlo.

    Virtualizante, la escritura desincroniza y deslocaliza. Hace surgirun dispositivo de comunicacin en el que los mensajes, muy amenudo, se separan en el tiempo y en el espacio de su fuente de

    emisin, y, en consecuencia, se reciben fuera de contexto. Respectoa la lectura, por tanto, ha sido necesario refinar y perfeccionar lasprcticas interpretativas. Respecto a la redaccin, se han debidoimaginar sistemas de enunciacin autosuficientes, independientesdel contexto, que han favorecido los mensajes, respondiendo a uncriterio de universalidad, cientfica o religiosa.

    Con la escritura, y an ms con el alfabeto y la imprenta, losmodos de conocimientos tericos y hermenuticos han ocupadoel lugar de los saberes narrativos y rituales de las sociedades detradicin oral. La exigencia de una verdad universal, objetiva ycrtica slo poda imponerse dentro de una ecologa cognitivadetalladamente estructurada a travs de lo escrito, o ms

    exactamente de lo escrito sobre un soporte esttico. Porque eltexto contemporneo, alimentando enlaces en lnea yconferencias electrnicas, corriendo por las redes, fluido,desterritorializado, dinmico, sumergido en el entorno ocenicodel ciberespacio, reconstituye, aunque de un modo diferente y auna escala infinitamente superior, la copresencia del mensaje yde su contexto viviente que caracteriza la comunicacin oral. Unavez ms, los criterios cambian, y se acercan a los del dilogo o laconversacin: per tinencia en funcin del momento, lectores y

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    lugares virtuales; brevedad gracias a la posibilidad de apuntarinmediatamente las referencias; eficiente, pues darle un servicioal lector (y especialmente ayudarle a navegar) es el mejor mediopara diferenciarse bajo el diluvio informacional.

    La digitalizacin, o la potencializacin del textoAnte todo, el nuevo texto tiene unas caractersticas tcnicas quehay que precisar, y cuyo anlisis seala, como veremos, unadialctica de lo posible y de lo real.

    El lector de un libro o de un artculo impreso en papel seenfrenta a un objeto fsico en el que se manifiesta ntegramenteuna determinada versin del texto. Puede, ciertamente, tomarnotas en los mrgenes, fotocopiar, cortar" y pegar, entre unsinfn de posibilidades, pero el texto inicial est ah, negro sobreblanco, completamente realizado. En la lectura en pantalla, estapresencia extensiva y previa a la lectura ha desaparecido. Elsoporte digital (disquete, disco duro mag ntico, disco ptico) no

    contiene un texto legible por el hombre sino una serie de cdigosinformticos que, eventualmente, el ordenador traducir ensignos alfabticos por medio de un dispositivo de visualizacin dedatos. La pantalla aparece entonces como una pequea ventanaa partir de la que el lector explora una reserva potencial.

    Potencial y no virtual, pues el rastro digital y el programa delectura predeterminan un conjunto de posibilidades que, si bienpuede ser inmenso, no est por ello numricamente agotado ylgicamente cerrado. Sin embargo, no es la cantidad lo quedistingue lo posible de lo virtual; lo esencial est en otra parte: lainformtica, ya que no considera ms que el soporte mecnico(material y programa), sino que slo ofrece una combinatoria,

    aunque sea infinita, pero nunca un campo problemtico. Lamemorizacin digital es una potencializacin, la visualizacin dedatos una realizacin.

    Un hipertexto es una matriz de textos potenciales, de loscuales slo algunos se realizarn como resultado de lainteraccin con un usuario. Entre talo cual texto posible de lacombinatoria y el texto real no existe ninguna diferencia en lapantalla. La mayora de los programas son mquinas paravisualizar (realizar) mensajes (textos, imgenes, etc.) a partir deun dispositivo computarizado que determina un universo deposibilidades. Este universo puede ser inmenso o puede invocarprocedimientos aleatorios. Tampoco est enteramente

    precontenido ni es calculable. De este modo, siguiendoestrictamente el vocabulario filosfico, no se debera hablar deimgenes virtuales para calificar las imgenes digitales, sino deimgenes posibles visualizadas.

    Lo virtual slo aparece con la entrada de la subjetividadhumana en la secuencia textual, cuando del mismo movimientosurgen la indeterminacin del sentido y la propensin del texto asignificar. Tensin que resolver la lectura mediante unaactualizacin, es decir una interpretacin. Una vez distinguidos

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    con claridad estos dos planos, el del par potencial-real y el delpar virtual-actual, urge subrayar su envoltorio recproco: ladigitalizacin y las nuevas formas de visualizacin del textosobre pantalla nos interesan, porque aportan otros modos de leery de comprender.

    El lector de pantalla es, en principio, ms activo que el lector

    sobre papel: leer sobre la pantalla es dar la instruccin a unordenador, incluso antes de interpretar, de que proyecte talocual realizacin parcial del texto sobre una pequea superficiebrillante.

    Si se considera el ordenador como una herramienta paraproducir un texto clsico, entonces es un instrumento msprctico que la asociacin de una mquina de escribir mecnica,de una fotocopiadora, de unas tijeras y de un tubo de cola. Untexto impreso en papel, aunque producido por ordenador, notiene un estatus ontolgico ni una propiedad esttica diferentesen lo fundamental, a un texto redactado con instrumentos delsiglo XIX. Lo mismo se puede decir de una imagen o una pelcula

    hechas por ordenador y visionadas con soportes clsicos. Pero sise considera el conjunto de todos los textos (de todas lasimgenes) que el lector puede presentar automticamenteinteractuando con un ordenador a partir de una matriz digital, seentra en un nuevo universo de gestacin y de lectura de lossignos.

    Considerar el ordenador slo como un instrumento ms paraproducir textos, sonidos o imgenes con un soporte fijo (papel,pelculas, banda magntica), vuelve a negar su fecundidadverdaderamente cultural, es decir, la aparicin de nuevosgneros vinculados a la interactividad.

    El ordenador, por tanto, es un operador de potencializacin

    de la informacin. Dicho de otro modo: a partir de unasexistencias de datos iniciales, de un modelo o de unmetatexto, un programa puede calcular un nmero indefinidode expresiones visibles, audibles o tangibles diferentes, enfuncin de la situacin o de la demanda de los usuarios Enrealidad, es en la pantalla o en otros dispositivos interactivosdonde el lector encuentra la nueva plasticidad del texto o de laimagen, pues, una vez ms, el texto en papel (o el filme enpelcula) ya est, forzosamente, completado. La pantallainform tica es una nueva mquina de leer, el lugar dondeuna reserva de informacin posible se realiza a travs de laseleccin, aqu y ahora, de un lector particular. Toda lectura en

    ordenador es una edicin, un montaje singular.

    El hipertexto: virtualizacin del texto yvirtualizacin de la lectura

    Se puede decir que un acto de lectura es una actualizacinde los significados de un texto; actualizacin y no realizacin,porque la inter pretacin implica una parte de creacin que no

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    es posible suprimir. La hipertextualizacin es el movimientoinverso de la lectura, en el sentido en que produce, a partir deun texto inicial, una reserva textual y de instrumentos decomposicin gracias a las cuales el navegador podr proyectaruna multitud de otros textos. El texto se transforma enproblemtica textual. Pero una vez ms, slo existe una

    problemtica al considerar aparejamientos humanos-mquinasy no nicamente procesos informticos. Entonces, se puedehablar de virtualizacin y no slo de potencializacin. En efecto,el hipertexto no se deduce lgicamente del texto fuente. Es elresultado de una serie de decisiones: ajuste del tamao de losnodos o mdulos elementales, disposicin de las conexiones,estructura de la interface de navegacin, etc. En el caso de unahipertextualizacin automtica, estas opciones (la invencin delhipertexto) tendrn lugar a nivel de la concepcin y de laseleccin del programa.

    Una vez enunciadas estas observaciones casi tcnicas, sehace muy difcil hablar de la potencializacin y de la

    virtualizacin del texto como fenmenos homogneos. Por elcontrario, afrontamos una diversidad extrema sujeta,esencialmente, a tres factores entremezclados: la naturaleza dela reserva digital inicial, el programa de consulta y el dispo sitivode comunicacin.

    Un texto lineal clsico, incluso digitalizado, no se leer comoun verdadero hipertexto, ni como una base de datos, ni comoun sistema que genera automticamente textos en funcin delas interac ciones provistas por el lector.

    El lector establece una relacin mucho mayor con elprograma de lectura y de navegacin que con la pantalla. Elprograma permite slo un desarrollo secuencial (como los

    primeros programas de tratamiento de texto que en unmomento dado han reducido la lectura a la fastidiosamanipulacin del antiguo rollo de papiro, incluso sin llegar alas pginas del cdice)? Qu funciones de bsqueda y deorientacin ofrece el programa? Permite construir vnculosautomticos entre diferentes partes del texto, llevaranotaciones de diferentes tipos? El lector puede personalizarsu programa de lectura? Son muchas las principales variablesque van a influir intensamente en las operacionesintelectuales a las que se entregar el lector.Por ltimo, el soporte digital facilita nuevos tipos de lecturas

    (y de escrituras) colectivas. Un continuum variado se extiende,

    por tanto, entre la lectura individual de un texto preciso y lanavegacin por vastas redes digitales, en el seno de las cualesuna multitud de personas anota, aumenta y conecta los textosentre s mediante enlaces hipertextuales.

    Un pensamiento se actualiza en un texto y un texto en unalectura (una interpretacin). Remontando est pendiente de laactualiza cin, el paso al hipertexto es una virtualizacin. No pararegresar al pensamiento del autor, sino para hacer del texto

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    actual una de las posibles figuras de un campo textualdisponible, mvil, reconfigurable a placer; incluso paraconectarlo y hacerlo llegar a un convenio con otros corpushipertextuales y con diversos instrumentos de ayuda a lainterpretacin. De este modo, la hipertextualizacin multiplicalas ocasiones de produccin de sentido y permite enriquecer

    considerablemente la lectura.Volvemos, por lo tanto, al problema de la lectura. Se sabe que

    los primeros textos alfabticos no separaban las palabras. Losblancos entre los vocablos, la puntuacin, los prrafos, lasdivisiones claras en captulos, los diagramas, la red de llamadasde las enciclopedias y diccionarios, las notas a pie de pgina,etc., en suma, todo aquello que facilita la lectura y la consulta delos documentos escritos se inventaron de una forma muyprogresiva. Estas tecnologas auxiliares, al contribuir a recopilarlos textos, a estructurarlos, a articularlos ms all de sulinealidad, componen lo que se podra denominar un sistema delectura artificial.

    El hipertexto, el hipermedia o el multimedia interactivosiguen, pues, un antiguo proceso de artificializacin de la lectura.Si leer consiste en seleccionar, en esquematizar, en construir unared de llamadas internas al texto, en asociar a otros datos, enintegrar las palabras y las imgenes en una memoria personal enpermanente reconstruccin, entonces los dispositivoshipertextuales constituyen incontestablemente una especie deobjetivacin. de exteriorizacin y de virtualizacin de los procesos de lectura. No consideramos aqu solamente losprocesos tcnicos de digitalizacin y de presentacin del texto,sino la actividad humana de lectura e interpretacin que integralas nuevas herramientas.

    Como hemos visto, la lectura artificial existe desde hacemucho tiempo. Qu diferencia existe entonces entre el sistemaque se haba consolidado en las pginas de los libros y losperidicos y el que se inventa actualmente en los soportesdigitales?

    El enfoque ms simple del hipertexto, que no excluye ni elsonido ni la imagen, consiste en describirlo por oposicin a untexto lineal, como si fuera un texto estructurado en red.

    El hipertexto estara constituido por nodos (los elementos dela informacin, prrafos, pginas, imgenes, secuenciasmusicales, etc.) y de vnculos entre estos nodos (referencias,notas, apuntadores, botones sealando el paso de un nodo aotro).

    La lectura de una enciclopedia clsica ya era hipertextual,ya que utilizaba diccionarios, lxicos, ndices, thesaurus, atlas,tablas numricas, ndices de materias y notas de referencia alfinal de los artculos, instrumentos, todos ellos, de orientacin.Sin embargo, el sopor te digital aporta una diferenciaconsiderable en relacin a los hipertextos anteriores a lainformtica: la bsqueda en los ndices, el uso de losinstrumentos de orientacin, el paso de un enlace a otro se

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    hacen con una gran velocidad, del orden del segundo. Por otrolado, la digitalizacin permite asociar en un mismo medio ymezclar sutilmente sonidos, imgenes animadas y textos. Elhipertexto digital, segn esta primera aproximacin, se definirapor lo tanto como una coleccin de informaciones multimodalesdispuestas en una red de navegacin rpida e intuitiva.

    En relacin a las tcnicas anteriores de lectura en red, ladigitalizacin introduce una pequea revolucin copernicana: yano es el navegador el que sigue las instrucciones de lectura y sedesplaza fsi camente en el hipertexto, pasando las pginas,moviendo pesados volmenes, recorriendo la biblioteca, sinoque, de ahora en adelante, es un texto mvil, calidoscpico, quepresenta sus facetas, gira, se pliega y despliega a voluntad anteel lector. Hoy se est inventando un nuevo arte de la edicin yde la documentacin, que intenta aprovechar mejor una nuevavelocidad de navegacin entre masas de informacin que secondensan en volmenes cada da ms estrechos.

    Siguiendo otra aproximacin, complementaria de la anterior,

    la tendencia contempornea a la hipertextualizacin de losdocumentos se puede definir como una tendencia a laindistincin, a la mezcla de las funciones de lectura y deescritura. Abordamos aqu el proceso de la virtualizacinpropiamente dicho, que a menudo equilibra la exterioridad y lainterioridad, en este caso la interioridad del autor y la condicinajena, exterior, del lector en relacin al texto. Este pasocontinuo del interior al exterior, como en un anillo de Moebius,caracteriza a la lectura clsica, pues el lector, para comprender,debe reescribir el texto mentalmente y, por lo tanto, penetraren su interior. C eoncierne tambin a la redaccin, ya que ladificultad de escribir consiste en relerse para corregirse y, en

    consecuencia, en esforzarse para volverse extrao frente al textopropio. Ahora bien, la hipertextuali zacin objetiva operacionalizay traslada esta identificacin cruzada entre el lector y el autor alpoder de la colectividad.

    Consideremos primero la cuestin desde el punto de vistadel lector. Si se define un hipertexto como un espacio derecorrido de lecturas posibles, un texto es una lectura particularde un hipertexto. El navegador participa, por lo tanto, en laredaccin o, al menos, en la edicin del texto que lee ya quees quien determina su organizacin final (la dispositio de laantigua retrica).

    El navegador se puede convertir en autor no ya recorriendouna red preestablecida, sino participando en la estructuracindel hipertexto y creando nuevos vnculos. Algunos sistemasregistran los caminos de lectura y refuerzan (haciendo msvisibles, por ejemplo) o debilitan los vnculos en funcin de laforma en la que la comunidad de navegantes los recorre.

    Por ltimo, los lectores no slo pueden modificar los vnculos,sino aadir o modificar los nodos (textos, imgenes, etc.),conectar un hiperdocumento a otro y, de este modo, hacer unnico documento de dos hipertextos separados o trazar vnculos

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    hipertextuales entre una multitud de documentos. Subrayemosque esta prctica est en pleno desarrollo en Internet,especialmente en la World Wide Web. Todos los textos pblicosaccesibles a travs de la red Internet forman parte de un mismoinmenso hipertexto en constante crecimiento. Loshiperdocumentos abiertos accesibles a travs de una red

    informtica son poderosos instrumentos de escritura lecturacolectiva.

    As, la escritura y la lectura intercambian sus roles. Aquel queparticipa en la estructuracin del hipertexto, en el trazopuntilloso de posibles pliegues de sentido, es ya un lector. Delmismo modo quien actualiza un recorrido o manifiesta tal o cualaspecto de la reserva documental contribuye a la redaccin,finaliza momentneamente una escritura interminable. Lascosturas y apostillas, los senderos de sentidos originales que ellector inventa pueden ser incorporados a la mis ma estructura delos COlpUS. Desde el hipertexto, toda lectura es un acto deescritura.

    El ciberespacio, O la virtualizacin del ordenador

    Si se prestara atencin nicamente al paso del papel a lapantalla del ordenador slo tendramos una visin parcial de lavirtualiazacin contempornea del texto y de la lectura. Elordenador como soporte de mensajes potenciales ya estintegrado y casi disuelto en el ciberespacio, esa turbulenta zonade trnsito de signos vectorizados. En consecuencia, antes deabordar la desterritorializacin del texto, deberemos abordar lavirtualizacin del ordenador.

    La informtica contempornea -programa y material-,polarizada durante mucho tiempo por la mquina, balcanizada,antao, por los programas, destruye el ordenador en favor de unespacio de comunicacin navegable y transparente, centrado enlos flujos de la informacin.

    Ordenadores de marcas diferentes pueden estar ensambladosmediante componentes casi idnticos, y ordenadores de lamisma marca contienen piezas de orgenes muy diversos. Porotro lado, algunos componentes de material informtico(captadores, memo ria, procesadores, etc.) pueden estar fuera delos ordenadores propiamente dichos: en tarjetas magnticas,distribuidores automticos, robots, motores, aparatosdomsticos, redes de comunicacin, fotocopiadoras, telefaxes,cmaras de vdeo, telfonos, radios, televisores, etc., all dondese trate automticamente informacin digital. Por ltimo y sobretodo, un ordenador conectado al ciberespacio puede recurrir alas capacidades de memoria y de clculo de otros ordenadoresde la red (que a su vez hacen otro tanto), as como a diversosaparatos distantes de captura y visualizacin de informacin. Todas las funciones de la informtica (procesamiento,

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    digitalizacin, memoria, tratamiento, presentacin) sondistribuibles y, cada vez ms, distribuidas. El ordenador ya no esun centro, sino un jirn, un fragmento de la trama, uncomponente incompleto de la red calculadora universal. Susfunciones pulverizadas impregnan cada elemento deltecnocosmos. Como mucho, existe un solo ordenador y un nico

    soporte de texto; se ha hecho imposible trazar sus lmites, fijarsus contornos. Es un ordenador cuyo centro est en todas partesy la circunferencia en ninguna parte, un ordenador hipertextual,disperso, viviente, abundante, inacabado, virtual; un ordenadorde Babel: el mismsimo ciberespacio.

    La desterritorializacin del texto

    Millones de personas y de instituciones en el mundo trabajanen la construccin y el acondicionamiento del inmenso hipertextode la World Wide Web. Sobre la Web, como en todo hipertexto,

    cabe distinguir conceptualmente dos tipos distintos de memoria.Por una parte, la reserva textual o documental multimodal, losdatos; unas existencias casi amorfas, y sin embargo,suficientemente sealizadas para que sus elementos tengan undirectorio. Por otro lado, un conjunto de estructuras, recorridos,sealizaciones o redes de indi cadores, que representaorganizaciones particulares, selectivas y subjetivas de lasexistencias. Cada individuo, cada organizacin es inducido noslo a aadir algo a las existencias, sino tambin a proponer alos dems cibernautas un punto de vista sobre el conjunto, unaestructura subjetiva. Estos puntos de vista subjetivos semanifiestan, en particular, en los enlaces hacia el exterior

    asociados a las home pages (o pgina inicial) establecidas por elindividuo o el grupo. En el ciberespacio, dado que cualquierpunto es directamente accesible desde cualquier otro punto,existir una tendencia creciente a reemplazar las copias dedocumentos por enlaces hipertextuales: basta que el texto existafsicamente una sola vez en la memoria de un ordenadorconectado a la red para que sea recogido, gracias a un juego deindicadores, en miles, incluso millones de recorridos diferentes ode estructuras semnticas distintas. A partir de las home pages yde los hiperdocumentos en lnea, se puede seguir el hilo a diver -sos universos subjetivos.

    Digitalmente, la distincin entre el original y la copia haba

    perdido toda pertinencia desde hace tiempo. Ahora, elciberespacio mezcla las nociones de unidad, de identidad y delocalizacin.

    Los enlaces pueden remitir a directorios que no contienen untexto definido, sino datos puestos al da en tiempo real:resultados estadsticos, situaciones polticas, imgenes del mundotransmitidas por satlites, etc. De este modo, al igual que el ro deHerclito, el hipertexto no es dos veces el mismo. Alimentado porcaptadores, abre una ventana al flujo csmico y a la inestabilidad

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    social.Los dispositivos hipertextuales en las redes digitales han

    desterritorializado el texto, han hecho emerger un texto sinfronteras cla ras, sin interioridad definible. Hoy en da existe eltexto, como existe el agua o la arena. El texto se pone enmovimiento, recogido en un flujo, vectorizado, metamrfico. Est

    as ms cerca del mismo movimiento del pensamiento o de laimagen que nos hacemos hoy. Al perder su afinidad con las ideasinmutables que se supone que sobresalen del mundo sensible, eltexto se vuelve anlogo al universo de procesos con el que seentremezcla.

    El texto subsiste siempre, pero la pgina se sustrae. La pgina,es decir el pagus latino, ese campo, ese territorio encerrado por elblanco de los mrgenes, labrado de lneas y sembrado de letras yde caracteres por el autor, la pgina, todava llena de gredamesopotmica, adherida an a la tierra del neoltico, esta pginamuy antigua se borra lentamente bajo la creciente oleada de lainformacin, sus finos signos parten al encuentro de la marea

    digital.Todo sucede como si la digitalizacin estableciese una especiede inmenso plano semntico, accesible en cualquier lugar y al quecada uno podra contribuir a producir, a recoger de modosdiversos, a retomar, a modificar, a doblar, etc. Es necesariosubrayarlo? Las formas econmicas y jurdicas heredadas delperodo precedente impiden hoy que este movimiento dedesterritorializacin llegue a su trmino.

    El anlisis tambin es vlido para las imgenes que,virtualmente, no constituyen ms que un solo hipericono, sinlmites, calidoscpico, en crecimiento, sujeto a todas lasquimeras. Y las msicas, suma de bancos de efectos sonoros, derepertorios de sonoridades seleccionadas, de programas desntesis, de secuencialidades y arreglos automticos, las msicasdel ciberespacio componen juntas una polifona inaudible... o sedesmoronan en una cacofona.

    Actualmente, la interpretacin, es decir la produccin desentido, ya no remite exclusivamente a la interioridad de unaintencin, ni a jerarquas de significaciones esotricas, sino a laapropiacin, siempre singular, de un navegador o de una surfista.El sentido emerge de los efectos locales de pertinencia, surge enla interseccin de un plano semitico desterritorializado y de unpropsito de eficacia o de placer. Ya no me intereso en lo que hapensado un autor ilocalizable, sino que le pido al texto que mehaga pensar, aqu y ahora. La virtualidad del texto, de hecho,alimenta mi inteligencia.

    Hacia un nuevo auge de la cultura del texto

    Si leer consiste en jerarquizar, seleccionar, esquematizar,construir una red semntica e integrar las ideas adquiridas en unamemoria, entonces las tcnicas digitales de la hipertextualizacin

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    y navegacin constituyen realmente una especie de virtualizacintcnica o de exteriorizacin de los procesos de lectura.

    Gracias a la digitalizacin, el texto y la lectura conocen unnuevo auge y una profunda mutacin. Se puede imaginar que enel futuro los libros, los peridicos, los documentos tcnicos yadministrativos impresos, ya no sean simples proyecciones

    temporales y parciales de hipertextos en lnea mucho ms ricos ysiempre vivos. Dado que la escritura alfabtica que se usa hoy enda est estabilizada sobre y para un soporte esttico, es legtimopreguntarse si la aparicin de un soporte dinmico no podrasuscitar la invencin de nuevos sistemas de escritura queexplotaran al mximo las nuevas potencialidades. Los iconosinformticos, algunos videojuegos, la simulaciones grficasinteractivas utilizadas por los cientficos constituyen los pri merospasos en pos de una ideografa dinmica.

    La multiplicacin de pantallas, anuncia el fin de lo escritocomo lo dan a entender algunos profetas de la desgracia?Probablemente esta idea es errnea. Ciertamente, el texto

    digitalizado, fluido, reconfigurable a voluntad, organizndose deun modo no lineal, circulando en el seno de redes locales omundiales en las que cada participante es un autor y un editor,rompe con el clsico impreso.Pero no hay que confundir el texto con el modo de difusinunilateral de la imprenta, ni con el soporte esttico del papel, nicon una estructura lineal y cerrada de los mensajes. Por elcontrario, la cultura del texto, con todo lo que implica de diferidoen la expresin, de distancia crtica en la interpretacin y dereferencias precisas en el seno de un universo semntico deintertextualidad, est llamada a tener un inmenso desarrollo en elnuevo espacio de comunicacin de las redes digitales. La

    virtualizacin, lejos de aniquilar el texto, parece hacerlo coinci dircon su esencia desvelada de repente. Es como si la virtualizacincontempornea cumpliese el destino del texto, como si salisemosde una cierta prehistoria y la aventura del texto se acabara deiniciar, como si, en definitiva, acabramos de inventar la escritura.