letra viva viernes 31-07-2009

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viernes 31 de julio de 2009 Año 3 Nº 158 Coro-Punto Fijo Torunos, viejo puerto fluvial Arsenia Morón Viejo día /2 /4 Las actitudes, recelos, desconfianza engendran un desenlace trágico dentro de la relación de René y Mitchel, los protagonistas de Vuelo de daras, por un lado el perio- dista continúa su monótona vida, mientras que nuestra heroína termina apartada luego de una oscura determinación. En esta oportunidad el final de este relato, escrito a modo de guión cinematográfico, que señala lo indeterminadas que pueden llegar a ser nuestras decisiones, en medio de un aparente modo de vida. El vuelo toca tierra

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Letra Viva Viernes 31-07-2009

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viernes 31 de julio de 2009Año 3 Nº 158 Coro-Punto Fijo

Torunos, viejo puerto fluvialArsenia Morón

Viejo día

/2 /4

Las actitudes, recelos, desconfianza engendran un desenlace trágico dentro de la relación de René

y Mitchel, los protagonistas de Vuelo de daras, por un lado el perio-dista continúa su monótona vida, mientras

que nuestra heroína termina apartada luego de una oscura determinación.

En esta oportunidad el final de este relato, escrito a modo de guión cinematográfico, que señala lo indeterminadas que pueden llegar a ser

nuestras decisiones, en medio de un aparente modo de vida.

El vuelo toca tierra

Como toda joven nacida en

el seno de familias con

ciertas posibilidades eco-

nómicas y con estrechos vínculos

con el Caribe, Arsenia fue enviada a

estudiar en un convento en las An-

tillas Neerlandesas. Difícil es saber

qué pensó la niña montañesa cuan-

do vio por primera vez el cobalto del

Caribe. Difícil es adivinar qué sintió

cuando vio por primera vez las pin-

torescas casitas en el puerto. Sólo se

nos ocurre evocar las imágenes que

Mariano Picón-Salas, también niño

montañés, describiera ya de hombre

en un viaje que hiciera a Curazao a

comienzos del siglo XX: “En mis re-

cuerdos de infancia, Curazao tenía el

gusto de las galletas de jengibre que

se compraban por unas pocas “pla-

cas” en las tiendas de Punda, pin-

tadas como tulipanes holandeses, o

de los calientes cacahuetes que íba-

mos a robar a las negras en un vie-

jísimo mercado, y por el solo deleite

de oírlas en esa lengua niña, prieta

y sabrosa a níspero, que se llama el

papiamento. Muchacho montañés,

en esos lejanos días curazoleños me

familiaricé con el mar, y cruzaron

por la fantasía infantil las primeras

tentaciones marinas: espacio, viajes,

caracoles, vida fluida y dinámica. El

puerto de Willemstad, con sus casi-

tas góticas trasladadas a la zona tórri-

da, su cruce de lenguas, su sinagoga

y cementerio israelita -los más viejos

del Nuevo Mundo-, fue mi primera y

coloreada inmersión en la más distin-

ta geografía. El aire caliente difundía

por los muelles como un olor a brea

y a especies orientales, de cáscaras

de dividive y naranjas agrias –de

donde se extrae el licor de Curazao–,

a funche, flor de cují y malagueta de

Jamaica y Saint-Thomas. Curazao

era a veces verde como las etique-

tas de las botellas de Bay Rum, rojo

como las estampillas de Sumatra,

marrón como las pasas y los puros

de Vuelta Abajo, amarillo como los

girasoles de Van Gogh”. En Curazao,

Arsenia aprendió lo que las señoritas

de sociedad debían aprender: caste-

llano, historia, matemáticas, geome-

tría, latín, francés, música, buenos

modales y ciencias sin laboratorios.

Pero en el Caribe ocurrió algo más y

que sólo hemos podido averiguar de

forma vaporosa: al parecer Arsenia

tuvo allí un enamorado, o al menos

un pretendiente. La aristocrática fa-

milia Morón juzgó como no digno al

aspirante, y la joven con una deter-

minación irrevocable decidió román-

ticamente ser fiel hasta la muerte a

este frustrado amor; de allí que no se

casara y que siguiera siendo la niña

Arsenia a los 101 años. De la leyen-

da de este amor frustrado se conocen

varias versiones, alguna hasta men-

ciona a Agustín García. Al margen de

este episodio romántico e incierto, la

vida de la niña Arsenia conoció una

sola pasión intensa y perdurable:

educar.

La niña Arsenia murió el 28 de

enero de 1982. Sus restos mortales

están sembrados en Cabure, donde

naciera y se multiplicara en el cora-

zón y pensamiento de tres generacio-

nes que de ella recibieran la luz clara

de la enseñanza.

A la vuelta de 101 años el mun-

do es otro. En 1982 se dejan

sentir en toda Latino-

américa y el Caribe

las dificultades

económicas y

el peso brutal

de la deuda

externa: la

d e v a l u a -

ción, la in-

flación, el

control de

d i v i s a s ,

el control

de gastos,

los déficit

p r e s u -

p u e s t a -

rios y el

desempleo

c a m p e a n

por sus fue-

ros en el con-

tinente. En el

Norte se realiza el

primer transplante

de un corazón artifi-

cial; el paciente sobrevi-

ve 122 días. A finales de año, la

deuda externa ocupa el primer plano

de la actualidad latinoamericana.

“La niña Arsenia -nos dice Elvia

Morón, quien fuera su alumna, su

sobrina, y con el paso del tiempo

se haría ella también maestra-, dejó

una estela de conocimientos amplia

y generosamente prodigados, sabe-

res que fueron como guías para sus

alumnas, una guía moral y práctica.

Numerosos son los testimonios de su

labor docente, de maestra, como que

fue educadora de abuelas, madres e

hijas. Sus enseñanzas y sus consejos

fueron luz para tres generaciones, y

estas generaciones siguieron sus re-

comendaciones y enseñanzas al pie

de la letra (como era en los tiem-

pos de antes).”

Una biblioteca con

el nombre de Arsenia

Morón es como un

vivero, como un

semillero de sue-

ños e ideas. Los

libros vuelven

como por mi-

lagro a los es-

tantes. Decía

Borges que

un libro es

una cosa en-

tre las cosas,

un volumen

perdido entre

los volúmenes

que pueblan el

indiferente uni-

verso, hasta que

da con su lector,

con el hombre des-

tinado a sus símbo-

los. Ocurre entonces la

emoción singular llamada

belleza, ese hermoso misterio

que no descifran ni la psicología ni

la retórica. Son libros bellos como es

todo libro que es leído; todo libro es

una aventura. La aventura de los li-

bros está allí donde manos juveniles

los abren. Nuevamente los viajes de

exploración a paisajes cercanos y re-

motos. Visiones de glorias lontanas

en lo pretérito y lo venidero, glorias a

la vuelta de la próxima jornada. Im-

presiones de lo profundo del alma,

estampas luminosas de la condición

humana. Hay como un murmullo de

páginas en los dedos, un florecer de

ideas en el pensamiento. Sólo falta

un piano.

Camilo Morón

Desde hoy a las 2 de la tarde se iniciará el taller de actua-

ción dictado por la afamada actriz Rosario Prieto en el Ateneo

Rubén Ismael Padilla de Punto Fijo. La organización corresponde a la

empresa que en este sentido conduce la periodista Marlene Jordán y el

desarrollo se cumplirá durante todo el fin de semana. Con la finalidad

de obtener una información más completa los interesados deben comu-

nicarse con la institución cultural mencionada, a más tardar durante las

primeras horas de la mañana.

Coro - Punto FijoViernes 31 de julio

de 2009

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Tanto los artículos como las columnas de opinión y análisis publicados en este diario son de la absoluta responsabilidad de sus autores. Las personas interesadas en escribir pueden consignar sus propuestas ante la Dirección de Información del periódico, en extensión no mayor de 3.000 ca-racteres en programa Word, a la dirección: [email protected]

Presidente: Ing. Oswaldo GarcíaVicepresidente: Ing. Aída GómezDirectora de Información: Isvelys Bracho Directora de Mercadeo: Maribel OlivaresDirectora de Información Adjunta: Zuly Jiménez

Coordinadores: Anthony AlvaradoRaquel Chirinos

Concepto Gráfico: Juan Bravo

Diseño y diagramación: Anny Bermúdez

Colaboran en este número:

Rigoberto López Camilo Morón Néstor Rángel Salomón Lugo Alberto Pérez

DIRECCIONESCoro: Calle Falcón, diagonal a CANTV Telefax: 0158 - 268 - 2530821 Punto Fijo: Calle Comercio, C.C. Richani Telefax: 0158 - 269 - 2469268

Viejo dia

Arsenia Morón: la pasión de educar( y II parte)

TORRE DE BABEL

Mitchell sorbió de su vaso algo

de jugo de parchita sin azúcar, René

la miraba mientras tomaba su café

con leche, y dejando la taza sobre la

mesa le dijo:

- Te noto preocupada desde

anoche.

- No, es solo inquieta.

- Nerviosa… ¿es por tu amigo?

- Son muchas cosas, tonterías.

- El pasado que vuelve.

- Ya no tiene cabida

en este presente.

- Tal vez quieras eludir el hecho

de que él esté aquí y…

- ¿Te preocupa que él esté aquí?

- No es que… -la mira fijamente.

- No me mires así que no estoy

haciendo nada malo- poniéndose de

pie toma el bolso. -Voy a cambiarme

para nadar un rato.

Él la ve marcharse con andar rít-

mico, tenía puesto un top, una licra

y zapatos deportivos, sigue toman-

do su café.

Anochece sobre un mar de olas

susurrantes. En la playa solitaria

una lancha con motor fuera de bor-

da llega a la orilla. Varios hombres

comienzan a descargar unas cajas y

se internan con ellas en la vegeta-

ción xerófita.

Los días transcurren con la cal-

ma de siempre. La zona colonial de

Coro tiene una calle de piedra bor-

deada de casas viejas. Durante el día

el calor pasa de 30º, aunque la tarde

invita a caminar. La brisa suave aca-

ricia el rostro de Mitchell, mientras

posa para una sesión de fotografía

que realiza René. Tiene puesto un

traje de antaño y cerca de ella está

una carreta y un grupo de actores

trajeados de época. También hay un

conjunto de danza con trajes típicos

y un equipo de producción audiovi-

sual. Se está grabando un micro pro-

mocional de turismo en la ciudad.

Mitchell sube a la carreta que echa a

andar y el grupo de personajes cami-

na. La calle es tomada (in zoom), lue-

go rastreada con la cámara siguiendo

los pasos de los personajes que reco-

rren las demás calles, parques y pa-

seos en un contraste de panorámicas

con diversos planos de las fachadas

de las casas y de Mitchell. Hay un

fondo musical y se oye la letra de

una canción que interpreta un artista

local. René se acerca a Mitchell para

hacer un close up, y entonces la toma

de la mano apartándola del grupo de

personajes como si ambos estuvie-

ran solos. Los demás observan de

una forma muy natural las

miradas profundas, sonrisas tiernas

y susurros al oído: (la acaramelada

imagen de René y Mitchell se conge-

la en un plano completo y se lleva in

zoom largo hacia atrás).

René recuerda ese momento de

su vida en el mismo instante que el

acto termina y piensa en Mitchell y

sabe lo que ella está haciendo en ese

momento, lejos de todo el mundo y

encerrada en sí misma, dentro de la

habitación que ella decidió tomar

por cárcel, y por la cual su abogado

estuvo de acuerdo, ya que Bruno Blas

había estado siempre al margen de la

ley y eso se podía probar, puesto que

se había descubierto la conexión que

él tenía con un cartel extranjero del

narcotráfico. Además, un psicólogo

había recomendado que ella no po-

día estar en una cárcel, ya que su si-

tuación emocional era delicada y se

había dictado una medida cautelar

de privación legítima de libertad.

A esa hora de la mañana ella está

en su habitación, sentada frente a

una pequeña mesa escribiendo en su

diario:

- Cuando caiga el santuario de los

ídolos rotos, purificaré mi alma en

el fuego del último holocausto para

lavar mi

propia sangre.

Lejos se oye una sirena. A su es-

palda, la pared del fondo de la ha-

bitación está llena de certificados y

diplomas de reconocimiento enmar-

cados.

En ese muro están las fotografías

ampliadas en las que aparece ella

modelando trajes elegantes, ropas

deportivas, trajes de baño y bikinis,

exhibiéndose con poses eróticas,

acostada en la arena, metida hasta la

cintura en el agua dejándose arropar

por olas espumosas, o a bordo de pe-

queñas embarcaciones. Al otro lado

una ventana abierta da a la calle reci-

biendo junto con la claridad, el ruido

de los vehículos, el rumor de la brisa

y las voces de los transeúntes. Abre

una gaveta del escritorio tomando

de ahí un sobre. Lo abre extrayendo

unos recortes de periódico y otros

papeles. Desdobla con cuidado uno

de los recortes, una página de suce-

sos del diario La Noticia. Trae una

fotografía tomada por René Navarro

de ella junto a Bruno Blas. Él luce

una chaqueta abierta mostrando una

franela blanca y está abrazándola a

ella, se les ve muy enamorados. So-

bre la foto rotulado en letras grandes

el titular: “La asesina de su amante”.

Su vista se queda fija recordando

aquel lugar solitario al que habían

ido de paso y empezaron a discutir.

Fue entonces cuando ella esgrimió

un revólver y empuñándolo lo apun-

tó:

No eres capaz de disparar – le ha-

bía dicho él.

Una bandada de aves cantando

melancólicamente revoloteó sobre

ellos y ella disparó una, dos y tres

veces… mientras él iba cayendo y

las daras se alejaban.

3Coro - Punto Fijo

Viernes 31 de juliode 2009

Vuelo de daras ( y IV parte)

En el día nacional del periodista

Néstor Rangel

“En 1903 los hermanos Stein se esta-

blecieron en el 27 Rue de Fleurus, París.

Se volvieron figuras habituales de las

calles y los cafés, hablaban en voz alta

y reían frecuentemente, se decía que las

carcajadas de Gertrude eran sonoras y ju-

gosas como un bistec…” (1)

Luisa Elena Betancourt

A Gertrude Stein, renombrada escri-

tora estadounidense que causó un gran

impacto en la cultura del siglo XX, tanto

por su personalidad como por su papel

de mecenas en las artes y su propia pro-

ducción literaria, se le debe la frase que

ya es casi un tópico de “Una rosa es una

rosa”, frase que con los años devino en

popular tema musical del conocido gru-

po español Mecano, del cual con los años

no solo quedó el nombre.

¿Es acaso el nombre calidad inequí-

voca de lo existente? Las escrituras dicen

que en el principio era el Verbo, y el Ver-

bo era con Dios, y el Verbo era Dios; cabe

señalar entonces que para que exista el

verbo es necesario que alguien lo expre-

se, podemos pensar entonces que si algo

se expresa ya es, ya está.

Ahora bien, la forma de ese ser y

ese estar va a depender de cómo lo diga

quien profesa la expresión, me explico: si

el dueño del verbo está bien lo generado

estará bien, sino lo contrario. En conclu-

sión la palabra es decreto.

¿Y qué pasa si en vez de enunciar

algo lo decimos con una sonora carcaja-

da?

Los antiguos egipcios, quienes tuvie-

ron el mérito de haber elaborado la más

ingeniosa de las invenciones en torno a

la risa. Ellos imaginaban así la creación

del mundo: cuando Dios rió nacieron

los siete dioses que gobiernan el mun-

do; cuando se rió a carcajadas se hizo

la luz, y cuando volvió a reírse estre-

pitosamente aparecieron las aguas,

por último la séptima carcajada en-

gendró el alma.”

Eran tiempos en los que Dios, aún li-

bre de la depredadora criatura humana,

disfrutaba su tiempo riéndose. A menu-

do nuestra vida parece, en consonancia

con el mito egipcio, solo una transitoria

broma del Creador: el producto de una

carcajada impensada y libre que nuestra

propia incapacidad para gozar el don re-

cibido transformó en dolor y maldición.

Desde siempre, la risa puede ser un

fantástico aliado para descargar tensiones

o un peligroso cómplice de nuestras limi-

taciones y vergüenzas. Así tratan de ense-

ñarlo algunas religiones que presentan dio-

ses que,

además de reírse de sí

mismos, ríen de la sociedad y de sus múl-

tiples limitaciones.

Un mito japonés refiere que la diosa

Amaterasu, molesta por los actos sacríle-

gos de su hermano, se ocultó en la gruta

del cielo y dejó el mundo en las tinieblas.

La vida se detiene y la deidad solar saldrá

de su escondite sólo cuando la diosa Ame

No Uzume realice una danza en la que

descubra sus órganos sexuales. Esta dan-

za permitirá que la risa en la que estallan

los demás dioses haga temblar los pilares

del cielo y que Amaterasu, estimulada

por la curiosidad, salga y devuelva la luz

al universo. Este mito de la risa devol-

viendo la luz y la vida es una bellísima

expresión de la fuerza renovadora que la

risa puede contener.

Sinopsis: Basada en la exitosa nove-

la de Umberto Eco. Todo comienza una

hermosa mañana de finales de noviem-

bre del año 1327 cuando Fray Guillermo

de Baskerville (Sean Connery), un monje

franciscano y antiguo inquisidor, y su

inseparable discípulo el novicio Adso de

Melk (Christian Slater), que es quien re-

lata la historia, acuden a una abadía be-

nedictina situada en el norte de la penín-

sula italiana para intentar esclarecer la

muerte del joven miniaturista Adelmo da

Otranto. Durante su estancia en la aba-

día van desapareciendo misteriosamente

más monjes, a quienes encuentran muer-

tos al poco tiempo. Lentamente, y gracias

a la información aportada por algunos

monjes, Guillermo va esclareciendo los

hechos. El móvil de los crímenes parecen

ser unos antiguos tratados sobre la licitud

de la risa que se encuentran en la biblio-

teca del complejo, de la cual se dice que

es la mayor del mundo cristiano. ¿Quién

es el asesino? ¿Qué hicieron sus víctimas

para morir asesinadas? Nadie lo sabe.

Salomón Lugo [email protected]

Coro - Punto FijoViernes 31 de julio

de 2009

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Llano adentro

Memoria de las cotufas

El nombre de la rosa

El señorial y laborioso pueblo de To-

runos lo ha conformado un gran número

de familias, unas aún viven en el pueblo,

otras han emigrado o los apellidos han ve-

nido desapareciendo. De esas familias se

pueden mencionar apellidos como Cartay,

Bravo, Camacho, Larrarte, Gualdrón, Rei-

mi, Chamorro, Soto, Bastidas, González,

Basso, Laya, Jiménez, Fernández, García,

Ramírez, Alejo, entre otras.

Torunos es uno de los diferentes pue-

blos de indios que formaban el territorio

barinés, su economía estaba basada prin-

cipalmente en la agricultura, tenía un

sistema productivo conuquero itinerante.

Estos conucos se trabajan intensivamente

utilizando la técnica de la rosa y la que-

ma, la asociación de cultivos y el reposo

de la tierra en rastrojos. Los cultivos agrí-

colas que se producían en estos suelos

eran sobretodo tabaco, yuca, maíz, auya-

ma y algodón.

Además de la producción de la tierra,

los indios Torunos completaban su eco-

nomía recolectando frutas y raíces silves-

tres; así como también diferentes especies

animales, entre las que figuraban chigüi-

res, iguanas, dantas, venados, conejos,

lapas y cachicamos, que abundaban en

aquella época.

El caudaloso río y las copiosas quebra-

das que surcaban su territorio les permi-

tía practicar la pesca de bagre, palometas,

guabinas, cachamas y del famoso pez

torunos, de cuero amarillento y de gran

proporción, recibe este nombre por su

abundancia en la región y por ser la carne

preferida de aquellos indios, conociendo

estos datos se puede asegurar que su dieta

alimenticia era su-

mamente rica.

Un documento

instruido el 9 de

julio de 1749 en

la viceparroquia

de San Antonio

de los Cerritos

-hoy Barinas-,

confirma que

Torunos a me-

diados del si-

glo XVIII era

un caserío

de vecinda-

rio en esa

ju r i sd i c -

ción.

El mismo documento señala que:

«para viajar del pueblo de Los Cerritos

hacia el Apure, era necesario pasar Toru-

nos». Por eso más tarde llegó a ser uno de

los puertos de mayor importancia en la

provincia barinesa.

Podemos deducir que Torunos se fue

poblando en la primera mitad del siglo

XVIII con gente proveniente de las ciuda-

des de Barinas, Altamira, Mesa de Moro-

moy y Obispos, principalmente. Personas

que venían de estos pueblos con el fin de

disfrutar los bellos paisajes que confor-

maban su territorio, su abundante vegeta-

ción, fauna, pesca, el caudaloso río Santo

Domingo que caminaba a su alrededor y

su llanura extensa presta para la faenas

agrícolas y pecuarias; en conjunto hicie-

ron que para finales de ese siglo Torunos

se convirtiera en uno de los pueblos más

importantes de la naciente provincia de

Barinas.

Alberto Pérez LarrarteCronista oficial de la ciudad de

Barinas

Torunos, viejo puerto fluvial (I)