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LOS ARTEFACTOS MILITARES DEL FUERTE GENERAL PAZ (CARLOS CASARES, BUENOS AIRES).
ARMAS Y UNIFORMES EN LA F E BUENOS AIRES, 18691877 RONTERA OESTE D
Juan Bautista Leoni
CONICET. Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Es
cuela de Antropología, Universidad Nacional de Rosario. [email protected]
Resumen: Se aborda aquí el análisis del conjunto de artefactos militares (elementos de armas y uniformes) del sitio arqueológico Fuerte General Paz (Carlos Casares, Buenos Aires), coman‐dancia de la Frontera Oeste, 1869‐1877. En relación a los uniformes, se aprecia la presencia de elementos comunes en sitios de frontera, así como otros que no aparecen en registros escritos de la época y posteriores. En relación al armamento, los materiales representan una amplia variedad de armas, tanto modernas como anticuadas para la época. En términos generales, el
t to militar buscado por el la década de 1870.
conjunto mues ra que el proceso de estandarización del equipamiennaciente estado nacional estuvo lejos de lograrse durante gran parte dePalabras clave: artefactos militares, uniformes, armas, frontera, fuerte. Abstract: This paper presents the analysis of the assemblage of military artifacts from Fort General Paz (Carlos Casares, Buenos Aires), headquarters of the Western Frontier, 1869‐1877. With respect to uniforms, the assemblage includes items common in other frontier sites (e.g. metallic buttons) as well as items that are not commonly mentioned in contemporary documents and later works (e.g. boot heel plates, belt buckles). With respect to weapons, the assemblage includes evidence of both modern and obsolete arms being in use by the garrison.
and regularization sought by the t eriod.
In general terms, the analysis shows that the standardization ational au horities were far from being achieved during that pey words: military artifacts, uniforms, weapons, frontier, fort.
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NTRODU I CCIÓN
En este trabajo se aborda la caracterización del conjunto de artefactos militares (elementos de uniformes, armas y equipos) del Fuerte General Paz (FGP) (Carlos Casares, Buenos Aires), que funcionó como comandancia de la Frontera Oeste o Centro de Buenos Aires entre 1869 y 1877. El conjunto incluye tanto materiales obtenidos como resultado de las actividades de investigación arqueológica en el sitio, como artefactos recogidos de manera no sistemática por diversas personas de la zona y donadas al Museo Municipal de Carlos Casares.1 Este conjunto es ilustrativo de la amplia gama de equipos que dispuso la guarnición del fuerte, en un período en que existía, a pesar de los esfuerzos de las autoridades, una escasa estanda‐rización en las armas y uniformes empleados por el ejército.
En la arqueología de nuestro país no ha existido una tradición marcada de análisis de este tipo artefactos, a diferencia de otros países en donde los arqueólogos regularmente se ocu‐pan de ellos. Su análisis ha quedado en general en manos de historiadores militares, museó‐logos, coleccionistas y aficionados a las armas, etc. Sin embargo, y a medida que la arqueología de emplazamientos militares de frontera se ha ido expandiendo recientemente, los arqueólogos han comenzado a abordar su análisis detallado y específico, trascendiendo la descripción básica (e.g. Landa et al. 2004; Tapia et al. 2005; Leoni 2009). Como cualquier otro elemento de cultura material y/o producto de la actividad humana, estos artefactos contienen variada información que trasciende su función militar primaria, y pueden codificar información valiosa sobre aspectos económicos, tecnológicos, sociales, políticos e ideológicos del pasado. Su estudio, por lo tanto, compete a la arqueología tanto como el de otros tipos de artefactos y su análisis contribuye a la comprensión de los procesos sociales de, en este caso, la Argentina del siglo XIX.
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EL FUERTE GENERAL PAZ: HISTORIA Y ARQUEOLOGÍA
El FGP se localiza en el partido de Carlos Casares (Prov. de Buenos Aires), a unos 24 km al sureste de la localidad de Carlos Casares. Fue construido en 1869 como parte del avance de la línea de frontera de ese año, en cumplimiento de órdenes del Ministerio de Guerra. La guarnición del fuerte varió con los años pero consistió normalmente en un regimiento de caballería y un batallón de infantería, más contingentes variables de baqueanos, Guardias Nacional es e indios amigos de las tribus de Coliqueo, Manuel Grande y Tripailaf (Ministerio de Guerra y Marina [MGM] 1870 a 1876).
El fuerte consistía en un cuadro de unos 150 metros de lado, que contenía varios edificios principales (comandancia, mayoría, hospital, botica, comisaría de guerra) así como ranchos más pequeños que servían para alojar a la tropa y sus familias. En el centro del fuerte se erigió un reducto de muros de tierra en forma de estrella de seis puntas, equipado con cañones y un mangrullo de vigilancia. Todo el conjunto estaba circundado por un foso y un talud, y junto al fuerte se construyeron corrales para las caballadas y el ganado vacuno, y potreros para alfalfa y maíz (MGM 1870:119‐352). Al adelantarse la línea nuevamente en 1876, el fuerte cesa de ser sede de la comandancia de la Frontera Oeste (que se traslada a Guaminí/ u aLag na del Monte), aunque funciona brevemente como com ndancia de la Segunda Línea de la Frontera Oeste con una guarnición muy reducida.
Las investigaciones arqueológicas en curso han permitido confirmar la ubicación espacial precisa del FGP así como de algunos de sus componentes, a través de la implemen‐tación de una variedad de técnicas que incluyen la investigación bibliográfica, cartográfica y aerofotográfica, el reconocimiento terrestre y aéreo, y la prospección geofísica. También se han efectuado excavaciones exploratorias y se implementó un plan de recolección superficial sistemática destinado a registrar la distribución espacial de los artefactos en el área del sitio (Leoni et al. 2006, 2007, 2008). Como resultado de estas actividades se dispone de un conjunto artefactual significativo, en el que se destacan los artefactos militares. Por otro lado, a lo largo de los años, diversas personas oriundas del lugar han recogido materiales de la zona del sitio, muchos de los cuales fueron posteriormente donados al Museo Municipal de Carlos Casares. A pesar de la obvia falta de información de procedencia espacial y/o estratigráfica, estos materiales ofrecen información importante acerca del equipamiento de la guarnición del FGP y es por ello que se los agregó también al análisis.
NIFORMU ES Y ARMAS EN TIEMPOS DEL FUERTE GENERAL PAZ
El período en que funcionó el FGP queda comprendido bajo el reglamento de unifor‐
mes de 1871/72 (Ejército Argentino 1871, 1872). Este reglamento fue el primer intento de homogenizar el uso y aspecto de los uniformes del ejército, y era en realidad una copia adaptada del reglamento de uniformes francés de 1854 (Luqui‐Lagleyze 1995:221). Según este reglamen‐to, oficiales y soldados usaban dos tipos básicos de uniforme: de diario (para uso general en actividades cotidianas) y de parada (para revistas, ceremonias, desfiles, batallas formales). Existían asimismo uniformes de invierno y de verano, que variaban principalmente en el tipo de tela utilizado en su confección. Vestimentas y calzado eran producidos localmente por la Comisaría General de Guerra así como también importados de países extranjeros, fundamental‐mente Francia e Inglaterra. Según el reglamento, los uniformes de invierno y de verano se renovaban una vez al año, mientras que los de parada se renovaban cada dos años (Ejército Argentino 1871:13‐14). Sin embargo, las condiciones de la frontera hacían que esta regularidad en los uniformes fuera poco lograda. Diversos testimonios de la época (e.g. Gutiérrez 2001 [1886]:259; Raone 1969:54‐55) coinciden en que las tropas en la frontera presentaban un aspecto mucho más heterogéneo en su vestimenta, producto de la escasez de suministros en las remotas zonas de frontera, el desgaste de las ropas reglamentarias y la comodidad de algunas prendas civiles que las hacían más populares que las militares reglamentarias (Luqui‐Lagleyze 1995:227).
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En relación al armamento, las tropas que sirvieron en el FGP y la Frontera Oeste entre 1869 y 1877 empleaban una gran variedad de armas blancas y de fuego. Durante este período no existía aún un tipo de fusil estandarizado y aunque comenzaban a incorporarse los Reming‐ton Rolling Block, la guarnición de la Frontera Oeste participó en numerosos enfrentamientos, como la famosa batalla de San Carlos (8 de marzo de 1872), equipada principalmente con armas de fuego más antiguas como las carabinas y fusiles de fulminante. Éstas eran de diversos calibres y procedencia, habiéndose incorporado principalmente a raíz de la Guerra del Para‐guay, la década anterior. Después de esta contienda se comenzó a adquirir armas de retrocarga más modernas, aunque sin llegar a reemplazar a las más antiguas de avancarga hasta fines de la década de 1870 (De Marco 1995:125‐127; Revista del Suboficial 2002:3‐4). Los documentos de la época señalan que esta variedad de armas en servicio provocaba serios problemas logísticos, administrativos, financieros y operativos al ejército y al gobierno nacional. Ya en 1872 el entonces ministro de Guerra y Marina, Martín de Gainza, sostenía la necesidad imperiosa de unificar el tipo de armas en servicio para mejorar la eficiencia operativa del ejército (MGM 1872:18), proceso que recién se consolidaría hacia finales de la década de 1870. Tanto el período de funcionamiento del fuerte como la heterogeneidad de su guarnición, compuesta por tropas de línea de caballería e infantería, guardias nacionales, civiles armados, indios amigos, acen esperable, entonces, que el registro arqueológico presente evidencias de una amplia hvariedad de armas.
LEMEN E TOS DE UNIFORMES EN EL FUERTE GENERAL PAZ
Los artefactos hallados en el FGP más directamente relacionados con los uniformes de las tropas que conformaban su guarnición son los botones (n=35) y piezas de hebillas de cinturón de encastre (n=3), ambos de metal, con inscripciones o símbolos patrios (Figura 1).
Los botones de metal son de diseño estandarizado, con el escudo nacional impreso en el anverso. Son huecos y compuestos de dos piezas (anverso y reverso), y cuentan con un anillo horizontal para coserlos al uniforme. Sólo un ejemplar está confeccionado de una sola pieza, sin reverso. Eran conocidos genéricamente en la época como “botones de la Patria” y así aparecen registrados en los cuadros de compras de la Comisaría General de Guerra (MGM 1870:380, 1872: Anexo E, pág. 18). La adquisición de los botones parece haberse realizado a fabricantes extranjeros por intermedio de comerciantes locales. Así, varios de los botones (n=23) presentan inscripciones en el reverso que indican el nombre y lugar de origen del fabricante, tratándose mayormente de compañías inglesas y en menor medida francesas. Los fabricantes identificados son: “SW Silver & Co/London/Clothiers” (n=6), “SW Silver & Co London” (n=2), “Smith & Wright Birmingham” (n=2), “SW Superior” (n=1), “Superieur France” (n=1). Otro tipo de marcas en el reverso corresponden a inscripciones que denotan la calidad del producto, destacándose “Superior Quality” (n=5) y “Extra Rich” (n=3).
El tamaño de los botones varía, aunque pueden diferenciarse dos categorías básicas: grandes y pequeños (Figura 1). La primera es la más representada e incluye botones de 21,5 (n=1), 22 (n=29) y 23 (n=2) mm de diámetro. Estos botones constituían al parecer el tipo están‐dar en las chaquetas y los dolmanes de los uniformes de la época. Las diferencias en el tamaño se corresponden asimismo con ligeras diferencias en el diseño del anverso. Los botones de la categoría pequeños son sólo tres ejemplares, y se distinguen dos de 15,5 mm y uno de 12,1 mm de diámetro. Los primeros serían botones de manga de chaqueta o dolmán, y el más pequeño probablemente formaba parte de un quepis. Es interesante, sin embargo, que los botones del FGP no coinciden con los botones que describe el reglamento de uniformes vigente para ese período, ni en tamaño ni en forma ni en diseño, y es posible que mucho de lo establecido por el reglamen eto nunca se haya aplicado realmente (v r Leoni 2009, para una discusión más deta‐llada).
Las hebillas de cinturones de encastre (n=3), poseen la inscripción “República Argen‐tina” y posiblemente también tenían el escudo nacional en el centro, aunque no se han hallado aún ejemplares completos (Figura 1). No hay referencias específicas a este tipo de elemento en
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los cuadros de compra de la Comisaría General de Guerra, aunque se mencionan compras de hebillas de cinturón a algunos de los mismos comerciantes que proveían los botones militares (MGM 1870:380). Se hallaron también nueve hebillas de correajes de distintos tamaños, formas (rectangulares y ovales) y material, dispersas por toda el área del sitio, a lo que se suman otras seis en las colecciones del museo (Figura 1, fila superior izquierda). Se recuperó también una placa de metal doblada, con el escudo nacional y la inscripción “República Argentina” en relieve. odemos suponer que decoraba algún tipo de accesorio como cartucheras de munición, andoleras de sable y/o carabinas o shakós (prenda de cabeza del uniforme de parada). Pb
Figura 1. Conjunto de artefactos militares del Fuerte General Paz. Fila superior: hebillas de
correajes (izquierda y centro) y de cinturón (derecha). Fila inferior: puntera de vaina de arma blanca (izquierda); brocal de vaina de bayoneta (centro); botones de uniforme grandes y pequeños
(derecha) Finalmente, se hallaron en el sitio protectores de taco de bota (n=6), de hierro y con
forma de herradura pequeña (aproximadamente 6 cm de abertura por 6 cm de longitud de las ramas) (Figura 2). Su propósito era reducir el desgaste del taco y mejorar la durabilidad de las botas (Teresa Acedo, comunicación personal, 2008). No existe mayor información acerca de si las botas eran fabricadas con este elemento o si se agregaban en campaña según preferencia de os usuarios, y tampoco podemos precisar si los ejemplares hallados corresponden a botas ya
ncionalmente por los usuarios. lgastadas y descartadas, o a protectores removidos inte
RMAS Y A
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MUNICIONES EN EL FUERTE GENERAL PAZ
El conjunto de artefactos relacionados con armas de fuego del FGP está compuesto en su mayor parte por proyectiles de distinto tipo (n=73), predominando los de armas de avan‐
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carga. (Figura 3). Una cápsula fulminante detonada, dos platinas de fusil de avancarga de odelo no determinado y un fragmento proximal de cañón de fusil de chispa transformado a ulminante completan el conjunto. mf
Figura 2. Protectores de taco de bota (heel plates) de hierro, tras su restauración por la Lic. Teresa
Acedo (foto Teresa Acedo)
Destaca en el conjunto el amplio predominio de los proyectiles esféricos de armas de avancarga (Figura 3, fila inferior). Sin embargo, considerando que la mayor parte de los mismos proviene de colecciones privadas donadas al museo, el conjunto podría mostrar un sesgo marcado hacia la recolección de este tipo particular de proyectiles, ya sea por ser más visibles y/o reconocibles, o por ser específicamente buscados para servir como proyectiles de gomera o como juguetes para niños. Esto hace que no podamos asumir de manera incuestionable que esta proporción refleje fielmente la composición original del registro arqueológico del fuerte. Por el contrario, cuando se implementó un programa de recolección superficial sistemática en el sitio, este tipo o t n cde proyectiles n alcanzó an alta representació proporcional en comparación on los demás.
Los proyectiles esféricos eran empleados por armas de avancarga, tanto de chispa como de percusión o fulminante. Eran en general utilizados en armas de cañón de ánima lisa, que se caracterizaban por su escaso alcance y precisión.2 Para su análisis macroscópico segui‐mos las pautas propuestas por Daniel Sivilich (1996, 2005), arqueólogo estadounidense espe‐cializado en el análisis de este tipo de artefactos. Las medidas de los proyectiles se expresan en pulgadas dado que esa era la unidad de medida utilizada por entonces para denominar los calibres de las armas de fuego. La equivalencia con el sistema métrico decimal es la siguiente: 1 pulgada = 25,42 mm.
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Los proyectiles del FGP se encuentran en diferente estado de conservación, estando en general aquellos provenientes de las colecciones del museo en peor estado. Análisis metalográ‐ficos realizados en cuatro de ellos indican que están hechos de plomo puro, sin evidencias de aleaciones (LEMIT 2008). Sin embargo, ninguno de los ejemplares muestra las características líneas de unión del molde o los bebederos por donde se introducía el plomo al molde. No se observan tampoco deformaciones por impacto, o marcas de mordidas humanas y/o animales. Cierto número de ejemplares presenta pequeñas indentaciones circulares que podrían haber sido producidas por los golpes de la baqueta al cargar los proyectiles en el cañón de las armas, aunque Sivilich (1996:103) ha reportado que indentaciones similares se producen al estar los proyectiles almacenados en cajas antes de la elaboración de los cartuchos que contenían las balas y la pólvora, y que se entregaban luego a las tropas.
Figura 3. Conjunto de municiones del Fuerte General Paz. Fila superior: vainas de cartuchos metálicos tipo Remington. Fila centra: proyectiles ojivales de carabina (derecha) y de fusil
(izquierda). Fila inferior: proyectiles esféricos de armas de cañón liso El registro del diámetro de los proyectiles es relevante ya que nos ayuda a inferir el
tipo de arma con que se empleaban estos proyectiles. En efecto, en base al diámetro de la bala se puede estimar el calibre del arma, aunque ambas medidas no son exactamente iguales: “Las balas de mosquete son generalmente 0.05‐010 pulgadas menores que el calibre del arma para facilitar el cargado rápido y reducir el riesgo de atascamiento (Sivilich 1996:107, traducción del autor). E
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sta diferencia es el “huelgo” o luz entre la bala y el cañón. En teoría, al agregar un huelgo estimado al diámetro del proyectil se puede estimar el calibre del arma.
Las municiones del FGP oscilan entre 0,6 y 0,7 pulgadas, aunque la mayoría se ubica en torno 0,66‐0,67 pulgadas, con un pico menor en 0,61 pulgadas. Existía en ese período una muy amplia gama de armas en servicio con el ejército, con calibres similares o ligeramente diferen‐tes. Por lo tanto, resulta imposible determinar el tipo de arma exacto al que correspondía cada
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proyectil. La concentración principal de municiones esféricas (entre 0,66 y 0,68 pulgadas) responde probablemente a que una gran variedad de armas en el ejército en servicio durante el período del FGP tenían un calibre que oscilaba entre 0,68 y 0,70 pulgadas. Considerando el indispensable huelgo, las municiones mayores de 0,60 pulgadas podrían haber sido usadas prácticamente con cualquiera de estas armas y tal vez de hecho eran intercambiables. Las de mayor diámetro (0,68‐0,70 pulgadas), por su parte, deberían haber sido usadas con armas de mayor calibre, tales como el fusil inglés Tower o Brown Bess y derivados, de 0,75 pulgadas de calibre. Estas armas empleaban normalmente balas de entre 0,66 y 0,69 pulgadas (Sivilich 2005:8), lo que hace suponer entonces que la guarnición poseía aún estas antiguas armas de chispa, aunque tal vez convertidas a sistema de disparo por percusión.
Las balas ojivales o cónicas, por su parte, pertenecen a armas de avancarga de percu‐sión o fulminante y cañón rayado, y a las más modernas armas de retrocarga (Figura 3, fila central). Representan un considerable avance tecnológico (por precisión y alcance) en relación a las municiones esféricas. Existen 11 de ellas en el conjunto del FGP, presentando una marcada variación formal entre sí. Su diámetro varía considerablemente, agrupándose en dos grupos bien definidos: uno de proyectiles grandes de entre 0,67 y 0,69 pulgadas de diámetro, y otro de ejemplares más pequeños de entre 0,50 y 0,56 pulgadas de diámetro. Las del primer grupo corresponden a balas utilizadas con fusiles mientras que las más pequeñas corresponden a balas de carabina de caballería y/o revólveres.
Los proyectiles ojivales grandes incluyen dos tipos (Figura 3, fila central). El primero consiste en proyectiles cónicos con la base hueca expandible y una ranura o anillo en la base (n=3), conocidas como balas tipo Minié; oscilan entre 0,671 y 0,688 pulgadas de diámetro. El segundo tipo está representado por un único ejemplar con la base hueca de 0,672 pulgadas de diámetro pero sin presencia de ranuras o anillos. Ambos tipos corresponderían a municiones de fusiles de cañón rayado de aproximadamente 0,69 o 0,70 pulgadas de calibre, posiblemente los que los inventarios del Parque de Artillería describen como “fusiles alemanes”, “fusiles franceses”, “fusiles rayados” y/o “rifles” (MGM 1870‐1877).3
Las municiones ojivales pequeñas, por su parte, incluyen tres grupos distintos. El primero incluye proyectiles con base sólida y tres ranuras o anillos en la parte inferior del proyectil (n=3). Sus diámetros oscilan entre 0,545 y 0,559 pulgadas y corresponderían a balas de carabina Merrill de 0,54 pulgadas de calibre y/o de carabina de repetición y retrocarga Spencer de 0,56 pulgadas de calibre, ambas de procedencia norteamericana. El segundo grupo incluye un proyectil ojival de base sólida, pero sólo dos ranuras o anillos en su cuerpo y 0,499 pulgadas de diámetro. Este ejemplar podría corresponder a un proyectil de carabinas norteamericanas Sharps de 0,52 pulgadas de calibre o Smith de 0,50 pulgadas de calibre. Todos estos tipos de carabina estuvieron en servicio desde la Guerra del Paraguay y durante el período del FGP en los regimientos de caballería del ejército. Finalmente, el tercer grupo está represen‐tado por proyectiles ojivales sólidos sin ranuras (n=3), con diámetros de entre 0,496 y 0,503 pulgadas ,50, que podrían corresponder tanto a balas de revólveres como de carabinas de 0 pulgadas de calibre o similares.
Finalmente, el conjunto de municiones del sitio incluye tres vainas percutadas de cartucho metálico, correspondientes a las armas de retrocarga más modernas (Figura 3, fila superior). Se trata de vainas de armas de tipo Remington, aunque la presencia de diferencias ormales en el diseño del culote podría indicar la presencia de algún otro tipo de fusil de etrocarga, que fueron utilizados en menor medida en la época. fr Otras armas en el Fuerte General Paz: proyectiles de artillería y armas blancas
El uso de artillería en el tipo de guerra que se planteaba en la frontera era limitado. Si bien los fuertes, fortines y azoteas solían estar equipados con piezas de artillería, se trataba en general de cañones pequeños y obsoletos cuya función principal era la de servir como medio de trasmisión de señales auditivas, disparándose cuando se detectaban incursiones indígenas. Se sabe que el FGP estaba equipado con dos piezas de artillería, aunque en este caso su función sí
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era defensiva. Estaban ubicados en el reducto central en posición sobreelevada para cubrir toda el área del fuerte. Sin embargo, no resulta claro en base a la información documental de qué tipo de cañones se trataba. Los registros del Parque de Artillería indican que en 1870 se enviaron a la Frontera Oeste dos gonadas (cañones navales) de 10 libras (MGM 1870:435), y un cañón de bronce de 1 libra (MGM 1871:437) con sus municiones y accesorios.4 Asimismo, en 1874 se registra el envío de “2 cañones de fierro de a 8” (MGM 1874:672), así como municiones para cañones de 8, 6, 4, 3 y 1 libras. Esto último indica que había también en servicio cañones de estos calibres en la Frontera Oeste y adquiere relevancia a la hora de interpretar los hallazgos del FGP.
El material arqueológico del FGP incluye dos proyectiles de cañón esféricos de hierro. El más pequeño mide 3,5 cm de diámetro y pesa 123 gramos (0,27 libras). El más grande tiene un diámetro de 7,35 cm y un peso de 1,370 kg (2,98 libras). El primero probablemente era parte de un tiro de metralla (saco o tarro que contenía varias de estas bolas pequeñas). El segundo correspondería, según su peso y diámetro, al proyectil de un cañón de 3 libras, es decir de menor tamaño que los enviados por el Parque de Artillería según los registros oficiales, aunque quizás en poder de las fuerzas de la Frontera Oeste desde antes de 1870.
En relación a las armas blancas, es bien sabido que las tropas de la frontera usaban sables y lanzas reglamentarias, a las que se sumaban cuchillos y facones de uso personal. Las evidencias encontradas en el fuerte son, sin embargo, escasas e incluyen dos brocales de bronce de vainas de bayoneta de sección triangular para uso en fusiles de infantería (Figura 1, fila inferior); dos partes (puntera y brocal) de vainas de arma blanca de hoja plana (Figura 1, fila inferior); y algunos fragmentos muy corroídos de lo que parecen ser hojas de sable. Si bien los sables eran las armas preferidas en los entreveros con los lanceros indios y por lo tanto su presencia es esperable, la bayoneta no es un arma que se mencione frecuentemente en los relatos de la época y su uso real parece haber sido limitado. Por otra parte, no se han encon‐trado elementos de las lanzas que equipaban a la caballería, aunque las colecciones del museo ncluyen una moharra o punta de lanza de hierro procedente del cercano Fortín Algarrobos, iparte de la misma línea de frontera del FGP. DISCUSIÓN: ARTEFACTOS MILITARES EN EL REGISTRO ARQUEOLÓGICO
La presencia de los artefactos militares en el registro arqueológico del FGP puede
obedecer fundamentalmente a tres procesos: actividades relacionadas con el uso específico de estos artefactos, descarte intencional y pérdida (Ferguson 1977:59‐60). Para el caso de los elementos de uniforme, habrían ingresado en el registro arqueológico principalmente por la combinación de procesos de pérdida accidental y descarte intencional. En el primer caso se incluirían fundamentalmente los elementos más pequeños como los botones, desprendidos de los uniformes durante la realización de tareas cotidianas (ver Landa et al. 2004; Tapia et al. 2005:53‐55). Si esto es así entonces su ubicación espacial podría relacionarse más directamente con áreas de actividad determinadas (Ferguson 1977:59‐60). Las hebillas de cinturón y correajes, por su parte, podrían haber sido descartadas intencionalmente al romperse los cinturones y bandoleras de que formaban parte, lo mismo que los protectores de taco de bota, y su presencia debería relacionarse en mayor medida con áreas de descarte o basurales, aunque esto es algo que sólo podrá confirmarse a través de futuras excavaciones en el área.
En relación con las municiones, su presencia en el sitio podría explicarse por empleo de las armas en el ámbito espacial del fuerte, ya sea en actividades de combate, de práctica o de otro tipo (e.g. caza, disparos por aburrimiento o celebraciones, etc.). Los documentos escritos muestran que el fuerte fue objeto de incursiones indígenas en mayo de 1872 (MGM 1873:116) y en 1875 (Sigwald Carioli 1981:82), tratándose en ambos casos de asaltos para robar ganado vacuno y caballadas y no de ataques al fuerte mismo a gran escala.5 Algunas de las municiones halladas podrían de hecho ser correlato de estas acciones, pero dado que la mayoría se halló dentro de lo que sería el cuadro principal del fuerte, parece más probable que sean el resultado de disparos de práctica u otro tipo efectuados dentro del mismo. Por otro lado, y dado que la
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gran mayoría de las municiones no presenta signos macroscópicos (deformaciones por impacto, estrías, etc) de haber sido disparadas, ni características que las hagan inservibles para ser utilizadas y por tanto objeto de descarte, entonces su presencia podría explicarse mayormente por pérdida no intencionada en el transcurso de actividades no necesariamente relacionadas con el uso principal de los artefactos. El hecho que las municiones hayan sido halladas en general dispersas por toda la extensión del sitio y no concentradas en ciertas partes, y asociadas con variados tipos de artefactos probablemente perdidos, también tiende a reforzar esta posibilidad (ver Ferguson 1977: Tabla 3.5) y nos lleva a pensar que la pérdida es el motivo principal de su ingreso al registro arqueológico del fuerte. Finalmente, el descarte intencional explica muy probablemente la aparición de partes de fusiles dañados (platinas, fragmento de tubo cañón) así como de algunas municiones que fueran consideradas inservibles por las tropas.
CONSIDE RACIONES FINALES Como resulta esperable en el caso de una guarnición militar significativa, el registro
arqueológico del FGP presenta una amplia variedad de artefactos militares. Estos incluyen elementos de uniformes así como partes de armas blancas, de fuego y municiones. Los mismos se hallan en general ampliamente distribuidos por toda la extensión del sitio (ver Leoni et al. 2007), aunque su ingreso al registro arqueológico parece haberse producido por una combina‐ción de causas que incluye la pérdida accidental, el descarte intencional y el desarrollo de actividades vinculadas con el uso de los artefactos mismos.
En relación a los uniformes, el registro arqueológico muestra una variedad de elemen‐tos, algunos muy comunes en sitios militares de frontera (e.g. botones metálicos con símbolos patrios), así como otros que no aparecen en ningún registro escrito de la época ni en tratados sobre uniformes argentinos posteriores (e.g. protectores de taco de bota, hebillas de encastre con inscripción). Es interesante señalar también que los materiales arqueológicos parecen indicar que el reglamento de uniformes vigente en ese período distaba de ser aplicado en el terreno, confirmando las impresiones de testigos de la época que destacan la heterogeneidad de la vestimenta de las tropas de frontera.
En relación al armamento, el conjunto artefactual del FGP nos presenta un panorama de una guarnición de frontera donde se contaba con una gran variedad de armas, incluyendo algunas modernas para la época (fusiles Remington de retrocarga), pero también donde armas antiguas seguían en uso (fusiles y carabinas de avancarga con sistema de disparo por percusión, e incluso tal vez de chispa). Estas últimas parecen incluso haber predominado, algo que proba‐blemente no sólo limitaba la eficiencia operativa de la guarnición misma sino que ocasionaba dificultades logísticas y operativas a las autoridades militares y civiles de la época. En todo caso, el conjunto de artefactos militares del FGP muestra que el proceso de estandarización y reglamentación de los equipamientos militares que buscaba construir un ejército nacional eficiente, estuvo lejos de lograrse durante gran parte de la década de 1870, y que en ese lapso
s nacionales emplearon una amplia gama de armas y equipamientos. las tropa
NOTAS 1. Este museo fue creado en 1989 con el asesoramiento de la Lic. Teresa Acedo, y funcionó en una locación provisoria durante dos años. En 2009 se inaugura la nueva sede, con la sala permanente “Arqueologia de frontera: Una nueva mirada”, donde se ofrece una reseña histórica de lo que fuera la Linea de Frontera de 1869‐1876 y se exhibe parte de los materiales recuperados en los trabajos de campo realizados en el FGP desde el 2005. 2. Según los registros del Parque de Artillería (MGM 1870‐1877), las armas de este tipo estu‐vieron en servicio al menos hasta 1874 y 1875. 3. Estos fusiles incluyen a los franceses Thouvenin y Tabatiere de 0,701 pulgadas de calibre y los fusiles Suhl alemanes de 0,71 pulgadas de calibre, entre otros.
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4. Era costumbre en esos tiempos designar a los cañones por el peso de sus proyectiles, que se expresaba en libras (1 libra equivale a 0,454 kg; aunque existían ligeras diferencias entre las libras inglesa, francesa y española). Recién hacia fines del siglo XIX se adopta la práctica moder‐na de designar a las piezas de artillería por el calibre de su cañón. 5. A esto se suma la conocida anécdota descrita por Eduardo Gutiérrez (2001[1886]:27‐32), según la cual en ocasión de la revolución mitrista de 1874, y debido a que la guarnición aban‐dona el fuerte para sumarse a la lucha contra los revolucionarios, la defensa del mismo queda a cargo de la sargento “Mamá Carmen”. Cuando un grupo de indios entra al fuerte creyéndolo abandonado es repelido a tiros y cañonazos por un grupo de mujeres y soldados enfermos al mando de la mencionada mujer. Si bien este hecho ha sido muy difundido, otorgándosele un arácter histórico, el análisis de documentos de esa fecha parece indicar que el mismo no tuvo
ado oficialmente en los partes e informes oficiales de la época. clugar, o no fue registr AGRADECIMIENTOS
A la Lic. en Museología Teresa Acedo, gestora e iniciadora del Proyecto Fuerte General
Paz. Su trabajo en la conservación y restauración de los materiales ha sido de valor inestimable para este y otros trabajos. Al Ing. Luis Traversa y al Prof. Jorge Sota del LEMIT (Laboratorio de Entrenamiento Multidisciplinario para la Investigación Tecnológica, La Plata) por la realización de los análisis metalográficos. Al Subof. Mayor Mecánico Armero Isidoro Vides, del Museo de Armas de La Nación, y al Sr. Santiago Tavella Madariaga por su asesoramiento en la identificación de armas, municiones y otros elementos de uso militar. A la Comisión de atrimonio de la Municipalidad de Carlos Casares por el acceso a las colecciones del fuerte. A la
urini y a Graciela Scarafía, que integran el Proyecto Fuerte General Paz. PLic. Diana Tamb BIBLIOGRAFÍA
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