lateoríadelacienciaendescartes y leibniz de filosofía... · 2018-12-05 · metafísica de leibniz...

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Carmen Chaves Quién, quién naturaleza, levantando tu grQII cuerpo desnudo, como las piedras, cuando niños, se encontrara debajo tu secreto pequeño e infinito. La teoría de la ciencia en Descartes y Leibniz Summary: This paper sketches different con- trasting concepts between two great philosophers of science, who were not satisfied with the pure Iy physical explanation of facts. They were not so good physicists, but exce/lent metaphysicians and their work conspicuously shows the difficul- ties that emerge when attempting to bring toget- herphysics and metaphysics. From the latter one can infer the epistemological impossibility to make science and metaphysics within the same conceptual system. Resumen: Este artículo busca delinear un contraste entre dos grandes pensadores que, dedicándose a la ciencia desde la filosofía, no pudieron conformarse con la explicación pura- mentefísica de losfenómenos materiales. Fuero n físicos no muy buenos pero excelentes metafísi- cos. Su obra muestra de manera resaltante las dificultades con que se tropieza cuando se inten- ta unir la física con la metafísica, desprendién- dose de este hecho la conclusión epistemológica de que no es posible hacer ciencia y metafísica dentro del mismo sistema conceptual. por la con- fusión que se genera cuando se quiere aprehen- der lo físico como metafísico o a la inversa. o fundar lo uno en lo otro. Juan Ramón Jirnénez La pretensión de lograr un conocimiento capaz de alcanzar la realidad que las apariencias ocultan, ha perseguido a los filósofos como una condición trágica que explica y sostiene a la filosofía desde su origen. A pesar del desarrollo impresionante de las ciencias positivas y de la eclosión de los positi- vismos de todo género, la separación de la ciencia y la filosofía no eliminó la necesidad que alimenta el resurgir perenne de la filosofía El conocimiento científico no le ha dado al hombre la plenitud del bienestar espiritual que sólo podría brindarle otra forma de saber, no meramente instrumental como los instintos, sino capaz de abrir el horizonte de la esperanza como expectativa de la posible realiza- ción, más allá de los instintos, del intenso deseo de totalidad de sentido que ha caracterizado a la vida humana. Pero, a la inversa, tampoco ha sido capaz la ciencia de darle al hombre un conocimiento del que con seguridad se concluya que no hay lugar para la esperanza, sino sólo para la resignación. La ciencia nos ha dejado en la indeterminación, o en la ambigüedad, teleológica y ética con todas las consecuencias imaginables. Consecuencias que se han convertido en un peligro actual de aniquila- ción no exclusivamente del sentido, sino de la vida en todo el planeta. Además, la historia del pensa- miento occidental presenta cada vez más pruebas a favor de la tesis que afirma la separación de la filosofía y la ciencia teórica como un principio epistemológico inevitable. Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXIX (70), 147-153, 1991

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Carmen Chaves

Quién, quién naturaleza,levantando tu grQII cuerpo desnudo,

como las piedras, cuando niños,se encontrara debajo

tu secreto pequeño e infinito.

La teoría de la ciencia en Descartes y Leibniz

Summary: This paper sketches different con-trasting concepts between two great philosophersof science, who were not satisfied with the pure Iyphysical explanation of facts. They were not sogood physicists, but exce/lent metaphysiciansand their work conspicuously shows the difficul-ties that emerge when attempting to bring toget-herphysics and metaphysics. From the latter onecan infer the epistemological impossibility tomake science and metaphysics within the sameconceptual system.

Resumen: Este artículo busca delinear uncontraste entre dos grandes pensadores que,dedicándose a la ciencia desde la filosofía, nopudieron conformarse con la explicación pura-mentefísica de los fenómenos materiales. Fuero nfísicos no muy buenos pero excelentes metafísi-cos. Su obra muestra de manera resaltante lasdificultades con que se tropieza cuando se inten-ta unir la física con la metafísica, desprendién-dose de este hecho la conclusión epistemológicade que no es posible hacer ciencia y metafísicadentro del mismo sistema conceptual. por la con-fusión que se genera cuando se quiere aprehen-der lo físico como metafísico o a la inversa. ofundar lo uno en lo otro.

Juan Ramón Jirnénez

La pretensión de lograr un conocimiento capazde alcanzar la realidad que las apariencias ocultan,ha perseguido a los filósofos como una condicióntrágica que explica y sostiene a la filosofía desdesu origen. A pesar del desarrollo impresionante delas ciencias positivas y de la eclosión de los positi-vismos de todo género, la separación de la cienciay la filosofía no eliminó la necesidad que alimentael resurgir perenne de la filosofía El conocimientocientífico no le ha dado al hombre la plenitud delbienestar espiritual que sólo podría brindarle otraforma de saber, no meramente instrumental comolos instintos, sino capaz de abrir el horizonte de laesperanza como expectativa de la posible realiza-ción, más allá de los instintos, del intenso deseo detotalidad de sentido que ha caracterizado a la vidahumana. Pero, a la inversa, tampoco ha sido capazla ciencia de darle al hombre un conocimiento delque con seguridad se concluya que no hay lugarpara la esperanza, sino sólo para la resignación. Laciencia nos ha dejado en la indeterminación, o enla ambigüedad, teleológica y ética con todas lasconsecuencias imaginables. Consecuencias que sehan convertido en un peligro actual de aniquila-ción no exclusivamente del sentido, sino de la vidaen todo el planeta. Además, la historia del pensa-miento occidental presenta cada vez más pruebas afavor de la tesis que afirma la separación de lafilosofía y la ciencia teórica como un principioepistemológico inevitable.

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXIX (70), 147-153, 1991

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En este artículo se intenta delinear un contrasteentre dos grandes pensadores, muy importantespara la teoría de la ciencia porque en ellos se pre-sentan de forma resaltan te las dificultades con quese tropieza cuando se intenta unir la física con lametafísica. Dedicándose a la ciencia desde la filo-sofía, no pudieron conformarse con la explicaciónpuramente física de los fenómenos materiales, yquisieron llegar hasta el Ser de la realidad mate-rial, aún a costa del rigor de su ciencia. Descartesy Leibniz, filósofos ambos del XVII, uno decomienzos de siglo, de los últimos lustras elsegundo, se dedicaron tanto a la ciencia como a lafilosofía, pero ante todo fueron filósofos. Su físicaes pre-newtoniana y, como tal, no dió importanciaa la determinación cuantitativa, exacta, de loshechos. Sin significación para la historia de lafísica debe, sin embargo, ser tomada en cuentacuando nos interesamos por la relación posibleentre la ciencia y la filosofía. Fracasaron en suintento de "racionalizar" la física, debido a sufalta de interés por la cuantificación exacta; toma-ron de las matemáticas el rigor deductivo, pero no'la exigencia de medición rigurosa de los fenóme-nos. Leibniz no supo lograrlo a pesar de que tuvoen sus manos los elementos necesarios parahacerla, como el principio de menor acción y elcálculo infinitesimal. La física cartesiana, por suparte, es "la teoría de un filósofo más que la de unhombre de ciencia, basada en principios genera-les, contemplación y conjeturas más que en laexperimentación" l.

Leibniz y Descartes fueron físicos no muy bue-nos, pero excelentes metafísicos. Yvon Belaval,en su libro Leibniz critique de Descartes, se refie-re a ellos como "los últimos dos grandes filósofosfísicos". Cabe señalar, junto con otros aspectosinnovadores de su pensamiento, que Descartesmarca a la filosofía moderna al separar la metafí-sica y la ciencia de la teología, fundándolas enprincipios racionales y no en la revelación. En lafilosofía tradicional en vigencia en el siglo XVII,era la teología la que servía de fundamento a laciencia; Descartes suavemente separa a la metafí-sica, evitando al máximo el conflicto con la teolo-gía, y la coloca como el nuevo fundamento de laciencia. Afirma que el obstáculo que ha impedidoel avance de la ciencia, es la falta de interés porinvestigar sobre "cuál sea la naturaleza de la causao del principio" de los fenómenos naturales 2. Laciencia cartesiana se constituye así en la nuevaontología, materialista, del pensamiento moderno.

Pera además de separar a ciencia y teología,Descartes nos habla de un uso provisorio de larazón, fuera de la necesidad y universalidad delarazón científica; dentro del contexto de la moralpar provision podemos pensar también, leyendo aDescartes, en una razón par provision , una razónestratégica mucho más flexible, aventurera, apos-tadora y conjetural. También la certeza de la razóncientífica tiene en Descartes un fundamento deci-sional, se funda en la decisión de Dios, quienquiso que la lógica y la aritmética fuesen lo queson para nosotros. Esto acerca la reflexión carte-siana a la discusión contemporánea sobre lo quese ha llamado "crisis de la razón", o crisis de unmodo de pensar la razón.

A Leibniz no le repugnó la unión de teología yfilosofía afirmada por la filosofía tradicional, y laintroduce dentro de su explicación teleológica deluniverso. Y, al contrario de Descartes quien, sinlograrlo del todo, intentó renunciar a la teoríaaristotélica de las formas sustanciales y a la lógicade Aristóteles, Leibniz retorna, aunque transfor-mándolo, el concepto aristotélico de substancia, ylo utiliza en su teoría de las formas substanciales;además para revolucionar las matemáticas, seapoya en la lógica criticada por Descartes.

Podemos delinear la contraposición que existeentre ambos, situándola a) en sus métodos y en laconcepción de la metodología científica; b) en laforma en que piensan la relación del método conla metafísica, esto es, en el papel que asignan alos principios metafísicos dentro del conocimien-to científico; e) en los conceptos físicos funda-mentales y en los resultados de su intento deracionalizar la física.

El intuicionismo cartesiano se contrapone alformalismo leibniziano. A Descartes le atraen lasmatemáticas desde el primer momento; deslum-brado por su "certeza absoluta", se apasiona por elmétodo que permite alcanzarla y desprecia lalógica. La evidencia intuitiva de la deducciónmatemática, cuyo razonamiento se apoya en ver-dades claras y distintas, accesibles al entendi-miento inmediatamente, se le presenta de maneracontrastante con la lógica que le enseñaron susmaestros, cuyos contenidos y reglas no conducena conclusiones necesaria y evidentemente verda-deras. Rechaza todo conocimiento que no se pre-sente al entendimiento con la misma fuerza deevidencia que posee el conocimiento matemáti-co. Por esto intenta negar, aunque es cierto quesin éxito, el concepto de forma substancial de la

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filosofía tradicional; tampoco acepta el conceptode energía, ni la tesis de que en la materia existenpotencialidades ocultas que buscan actualizarse.Pero la exigencia de claridad, evidencia y exacti-tud, no 10 convierte en un precursor del positivis-mo porque explícitamente funda el conocimientocientífico en postulados metafísicos y, además,afirma la identidad ontológica de la realidad físicacon el mundo pensado geométricamente comosubstancia extensa. Leibniz se dedica a la lógicade Aristóteles y al Ars Magna de Lulio, sintiéndo-se atraído por el formalismo de la lógica. ContraDescartes, valora la evidencia intutitiva como unpeligro que el formalismo permite evitar. Afirmaque la racionalidad científica debe ser operatoriay no intuitiva; el conocimiento de la realidad físi-ca debe obtenerse aplicando series, leyes de con-tinuidad, que ordenen los fenómenos naturalesdentro de una cadena de causas y efectos lógica-mente determinada.

Ambos métodos, el intuicionista y el formalis-ta, pueden conducir a una concepción mecanicistade la realidad física. Pero Leibniz no aceptó elmecanicismo como la explicación última de larealidad, como sí lo hizo Descartes, quien creyóque el mundo material estaba regido por losmovimientos y choques de los átomos. AfirmaYvon Belaval que aunque es cierto que Leibnizestuvo "muy orientado hacia la explicación meca-nicista del mundo, celebrada en su época comouna de las grandes conquistas de las cienciasmodernas, no la aceptaba sin espíritu crítico"]. Elmétodo cartesiano cierra el paso a la explicaciónteleológica de los hechos, así como a la predic-ción y a la predeterminación de los mismos;conocemos saltando de intuición en intuición, ysólo podemos conocer una cosa a la vez. Las rela-ciones son establecidas a posteriori, y su validezcaduca en el presente de la representación mental.La cercanía teórica de Descartes con las tesis delempirismo salta a la vista; el empirismo es la con-secuencia histórica de su posición metodológica.Un método basado en la premisa epistemológicade la evidencia intuititiva no puede aceptar unprincipio de razón suficiente que rija la determi-nación a priori de los fenómenos, ni un principiode explicación teleológica que rija todos loshechos de acuerdo con un fin preestablecido.

El método formal de Leibniz, deducido de unalógica que servía de canon a una metafísica fina-lista, permite la explicación teleológica de lasapariencias mecánicas. El mecanicismo es la

explicación del orden de los acontecimientosmateriales en su aparecer fenoménico, pero esteaparecer espacio-temporal se funda en el sistemade relaciones que constituye la realidad físi-ca/metafísica del universo de mónadas. Como larealidad de 10 físico no puede reducirse a ese apa-recer, el mecanicismo no es la explicación últimade la realidad material; esa explicación debeencontrarse en el estudio de las verdaderas subs-tancias, dotadas de actividad y finalidad. La fina-lidad divina que rige la creación del universo eslograr 10 óptimo en la forma más sencilla posible,de aquí que, si queremos conocer el orden de 10creado, debamos aplicar ese mismo criterio en laexplicación de los hechos naturales. Pero comonuestro limitado entendimiento no puede alcanzarla cadena completa de implicaciones necesarias,dentro del sistema universal de causas y efectos,no podemos llegar a comprender que siempre seha obtenido un óptimo.

En la relación método-metafísica tambiénmantienen puntos de vista contrapuestos. EnDescartes las verdades metafísicas (cogito, subs-tancia material y Dios) se alcanzan poniendo enpráctica las reglas de método. En Leibniz la meta-física funda la validez de la aplicación del métodoformal al conocimiento de la realidad física. En lametafísica de Leibniz 10real es racional y, por 10tanto, formalizable dentro de un sistema lógico.De la teoría de las mónadas y de los principiosmetafísicos de armonía preestablecida, continui-dad, menor acción, se deducen los principiosmetodológicos tales como la teoría de la expre-sión y el principio de identidad fuerte, del cual sederiva, por el concepto de limitación humana, elprincipio de razón suficiente. La seguridad de quetoda verdad es un juicio analítico a posteriori es elcriterio de verdad en Leibniz, y no la certeza de laintuición como en Descartes.

La rnetafísica cumple una función diferente enambos filósofos en lo que se refiere al conoci-miento de la realidad física. En Leibniz la metafí-sica es la explicación última de las verdades cien-tíficas; la ciencia es conocimiento de causas efi-cientes, y sólo la metafísica alcanza las causasfinales. Pero ambos conocimientos se refieren a lamisma realidad, sólo que vista desde diferenteperspectiva. En el cartesianismo los principiosmetafísicos sostienen las deducciones científicasy dan validez al método. Desde luego que aquíexiste un círculo vicioso, porque Descartes obtie-ne los principios metafísicos utilizando el método

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al que dichos principios sirven de fundamento.Después de demostrar, por la aplicación de sumétodo, la existencia del cogito, pasando desdeesta primera verdad a demostrar la existencia deDios y la de la substancia extensa, el yo cartesianoqueda en posibilidad de lanzarse a la conquistadel conocimiento del universo. El yo que encerra-

I do dentro de sí mismo, disfrutando de sus eviden-cias racionales, no encontraría nunca la salida alexterior, se sostiene ahora en la existencia inde-pendiente de Dios, demostrada desde las eviden-cias del yo , y pasa por este puente de plata aconstruir la cadena de razones del conocimientofísico.

El fracaso de Leibniz y Descartes en su intentode utilizar la matemática para desarrollar el cono-cimiento científico, se debe a que no la utilizaron.sólo instrumental y heurísticamente, sino que cre-yeron poder alcanzar con sus modelos una verdadmetafísica, universal y necesaria, sobre la natura-leza del ser físico. No operaron con los lenguajesformales como medio para expresar las relacionesobservadas, sino que los convirtieron en símbolosde realidades. Leibniz superó a Descartes en elaspecto teórico y en las nociones puramente for-males de su método, pero, como afirma YvonBelaval, en .....vano habían, tanto el uno como elotro, admirablemente perfeccionado, por la geo-metría algebraica, por el cálculo infinitesimal, laciencia de la medida. De esta ciencia teórica nosupieron hacer una ciencia aplicada para crear unafísica verdaderamente matemática-", Descartesconfundió la evidencia racional con la evidenciageométrica, y puso a ésta como primer principiode su filosofía, porque de todos los conocimientosque adquirió sólo la geometría logró impresionar-lo profundamente. Pero en el intento de transfor-mar la geometría en una ciencia puramente racio-nal, le impuso un límite al álgebra: al reducirla alas necesidades de la geometría, y ésta tambiénfue reducida a lo estrictamente necesario paraexplicar el mundo desde el principio metodológi-co de la evidencia intuitiva. Excluyó de las mate-máticas la consideración del infinito y el estudiode las series porque esto no puede ser concebidosiguiendo la regla de evidencia intuitiva. La igual-dad está determinada por una sobreposición delongitudes, que es lo que puede captarse intuiti-vamente; no la concibe como el límite de la desi-gualdad. No puede tampoco concebir el númerocomo un continuo, sino sólo como una magni-tud. Por esto no avanzó mucho en matemáticas;

adoptó el sistema de las matemáticas griegas envigencia entonces, en el cual el número no repre-sentaba más.que una unidad de medida; el cambiodel número aritmético al número indeterminadodel álgebra no alteró en nada su concepción pura-mente cuantitativa del número. "Descartes, conlos antiguos, concibe aún los irracionales bajo laforma de segmentos de recta (hipotenusas); ...nose trata de otra cosa, en el caso de Descartes comoen el de los antiguos, que inventar construccionesen la geometría métrica.," s. En la Reglal4 afirmaque" ...la principal parte del trabajo del hombre noconsiste más que en reducir esas proporciones ental forma que pueda verse claramente una igual-dad eritre lo que se busca y alguna cosa ya conoci-da... De donde es fácil concluir que se obtendrágran provecho en referir lo que decimos de lamagnitud en general, a aquella especie de magni-tud que entre todas puede ser representada másfácil y distintarnente a nuestra imaginación; ahorabien, que esta magnitud sea la extensión real deun cuerpo, abstraido de toda otra cosa que no sealo que es figurado, esto resulta de lo que se hadicho en la regla doce.,". Así, del principio meto-dológico de evidencia geométrica surge, al apli-carlo a la física, el concepto de substancia exten-sa. El primero de los conceptos básicos de la físi-ca cartesiana es un principio metafísico derivadodel método. Descartes no se conforma con aplicarmodelos matemáticos a la realidad tanto comoésta lo permita, como hace la física contemporá-nea; dichos modelos tienen para él un significadoontológico. Pero no tomó en cuenta una diferenciamuy importante entre las matemáticas y la física.Los objetos matemáticos tienen una existenciaideal solamente y, por esto, su concepto incluyesu existencia; además al ser construidos por nues-tro entendimiento, pueden ser conocidos por élexhaustivamente. Por esto, identificando los obje-tos que estudian las ciencias físicas y naturalescon los de la matemática, redujo toda su variedada un concepto que pudiese ser intuido intelectual-mente como los de la geometría eucJídea.Refiriéndose a los que distinguen la realidad físi-ca de los cuerpos de su cualidad de ser extensos,afirma que" ...cuando hacen la diferencia de lasubstancia con respecto a la extensión y la magni-tud, o no están significando nada con el nombrede substancia, o tienen en el espíritu solamenteuna idea confusa de substancia material que atri-buyen equivocadamente a la substancia mate-rial.....6. Tampoco puede aceptar la existencia del

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espacio vacío porque, en primer lugar, caería encontradicción ya que estaría aceptando que en elmundo físico existe otra substancia además de lasubstancia extensa, y, en segundo lugar, porque elconcepto de espacio vacío es obscuro y confuso,no se puede tener una certeza intuitiva de su exis-tencia. En los Principios afirma que con "respectoal vacío, en el sentido en que los filósofos tomanesta palabra, es decir, como un espacio en el queno hay substancia, es evidente que no existe en eluniverso un tal espacio, porque la extensión delespacio o lugar interior no difiere de la extensióndel cuerpo..." 7. Este concepto, de un único espa-cio .Ileno, tiene algunas importantes consecuen-cias dentro de la física cartesiana. Por ejemplo, lanegación del aumento de extensión en un cuerpocuando está rarificado, porque si la cantidad demateria se conserva igual, el aumento en la exten-sión sólo se explicaría por la existencia de espa-cios vacíos entre las partículas. Descartes recurrea la imaginación para explicar este aparenteaumento en la extensión del cuerpo; dice que laseparación de las partículas en el cuerpo enrarecí-do permite que se interpongan entre ellas partícu-las de otro cuerpo, y así la extensión del cuerpocontinúa siendo la misma ".

Leibniz, contra Descartes, refuta que el ser dela materia sea la pura extensión porque si su seres real y no imaginario debe tener unidad.Afirma: "Distingo la extensión y la materia contrala opinión de los cartesianos'". Su concepto demateria "une indisolublemente una forma cualita-tiva a una materia inextensa, aristotélica, cuyarepetición fundamenta la materia extensa":", Lacantidad es sólo un atributo de la materia, unfenómeno bien fundado que representa el ordenlógico de coexistencia de las mónadas. El conjun-to de las mónadas coexistiendo forma lo queLeibniz llama la materia prima, la cual, como noexisten substancias inactivas, es inseparable de lamateria segunda, esto es, del conjunto de interre-laciones ideales que se establecen entre las móna-das; "...es decir, la materia segunda opuesta a laprimera, la cual és cierta cosa puramente pasiva y,por consiguiente, incompleta ..." ". La extensiónes el fenómeno que corresponde a la materiaprima, y el espacio el que eorresponde a la mate-ria segunda. Por esto no existe diferencia realentre el cuerpo y el espacio. Contra el principiode la evidencia afirma que sólo obtenemos unconocimiento verdadero de las cosas cuandoalcanzamos la definición substancial de las

mismas o, lo que es lo mismo.la ley de desarrolloque nos permitirá conocer cualquier estado pre-sente, pasado y futuro de la mónada. Para Leibniz .el mundo cartesiano es, en gran parte, un mundoimaginario: "La unidad substancial supone un sercompleto, indivisible y naturalmente indestructi-ble, puesto que su noción envuelve todo lo quedebe suceder, cosa que no puede encontrarse ni enla figura ni en el movimiento, los cuales envuel-ven también algo de imaginario, como podríademostrarlo, sino más bien en un alma o formasubstancial a semejanza de 10 que se llama yo." 12.

En efecto, "...la extensión no significa más queuna repetición o multiplicidad continuada de loque está esparcido o extendido ...; y, por consi-guiente, ella no basta para explicar la naturalezamisma de la substancia esparcida o repetida, cuyanoción es anterior a la repetición" ", Y también:"...Puede incluso demostrarse que la noción de lamagnitud, de la figura y del movimiento no es tandistinta como se cree y que encierra algo de ima-ginario y relativo a nuestras percepciones, comoocurre también (aunque en mayor escala) con elcolor, el calor y otras cualidades semejantes, delas que cabe poner en duda si realmente seencuentran en la naturaleza de las cosas, fuera denosotros." 14.

Leibniz acepta, desde luego, que no podemospensar sin la ayuda de la imaginación; por esto estan fácil para nuestro pensamiento caer en la ten-tación de seguir el camino más obvio, cual es elde conocer por intuiciones claras y distintas, queno son otra cosa sino imágenes disfrazadas. Lasmatemáticas son útiles para transformar esasintuiciones en conceptos inteligibles, peroDescartes, limitado por su intuicionismo, no pudoextraer de ellas más que lo puramente cuantitati-vo, despreciando el elemento cualitativo que enellas se encierra (la forma, las relaciones de seme-janza). Y como la substancia cartesiana carece deunidad Descartes no logró racionalizar el conti-nuo. Dentro del sistema de Leibniz, al contrario,los componentes del continuo espacial estánabsolutamente diferenciados por el situs que cadauno ocupa. Por este motivo subordina la geome-tría a la aritmética, y la aritmética a su vez estásubordinada a la lógica que es la ciencia de lasformas.

La segunda razón que tuvo Leibniz para noaceptar el concepto de materia reducida a exten-sión fue de orden práctico. Este concepto no fun-ciona al querer explicar con él la realidad física;

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"si la esencia del cuerpo consistiese en la exten-sión, esta extensión debería bastar, por sí sola,para dar razón de todas las propiedades del cuer-po" u. Así, por ejemplo, el concepto de materiaextensa fracasa en la explicación de la resistenciaque todo cuerpo ofrece al movimiento, porque"siendo la extensión, en sí misma, indiferente almovimiento y al reposo, no debería impedir quelos dos cuerpos (que chocan) caminaran juntoscon toda la velocidad que el primero trata deimprimir al segundo" 16. Descartes explicó dicharesistencia con una ley: "cada cosa permanece enel estado en que se encuentra, mientras nada lahaga cambiar" 17. Pero se preocupó por encontrarla causa de esa resistencia que no podía hallar enel concepto de extensión, y la solución la encon-tró en la naturaleza inmutable de Dios: "...porqueDios no está sujeto al cambio y actúa siempre enla misma forma" 11. De este principio deduce tam-bién la ley de la conservación de la misma canti-dad de movimiento en el universo.

Como vemos, la diferencia en el método seempata con la diferencia en el principio de expli-cación en la física, y con la diferencia en lasnociones metafísicas. Descartes busca la explica-ción en una causa que trasciende lo físico porquelas reglas de su método no le dejan otro recurso.Leibniz la encuentra en las características mismasdel ser físico. Cree que el funcionamiento mecáni-co es un fenómeno que se presenta en la caraexterna de la materia, y que para conocer la natu-raleza de las causas que lo producen debemospenetrar en el interior del ser material. Admiteque los fenómenos particulares que estudian lasciencias pueden ser explicados por una teoríamecanicista. Si nos reducimos a la explicacióncientífica del hecho no juzga necesario recurrir nia las formas substanciales ni a cualquier otro prin-cipio metafísico. Pero los principios sobre los quese funda la concepción mecanicista no pertenecena la física sino a la metafísica : "Reconozco queno hay necesidad de hacer mención de estas subs-tancias y cualidades para explicar los fenómenosparticulares; pero tampoco hay necesidad de exa-minar el concurso de Dios, la composición de locontinuo, lo lleno y otras mil cosas ... Puédenseexplicar mecánicamente, lo confieso, las particu-laridades de la naturaleza; pero esto será despuésde haber reconocido o supuesto los principios dela mecánica misma, los cuales sólo se pueden sen-tar a priori por medio de razonamientos metafísi-cos..." 19. Leibniz afirma que el movimiento no

puede ser la causa de los fenómenos, como lo pro-pone Descartes, porque "...el movimiento, entanto que es sólo una modificación encierra algode imaginario; de suerte que no se puede determi-nar a qué objeto pertenece entre los que experi-mentan el cambio, si no se recurre a la fuerza quees causa de movimiento, y que está en la substan-cia corpórea." 20. La naturaleza es la expresión delorden de las causas finales. El mundo leibnizianoes dinámico; es una totalidad organizada que tien-de hacia un fin; cada una de sus componentes estádotada de finalidad y actúa en armonía con eltodo. La causa directa de los estados futuros no seencuentra en el exterior, sino en la finalidad inter-na de la mónada. La substancia del mundo carte-siano, al contrario, es una materia cualitativamen-te indefinida, compuesta de partículas sin finali-dad que chocan unas con otras, y cuya únicaacción es este entrechocar que produce, comoúnico resultado, el cambio de lugar. Al movimien-to local de la física cartesiana se opone el movi-miento-proceso de la dinámica de Leibniz, en elcual se expresa la intención que tuvo Dios al crearel mundo.

Del estudio de estos dos grandes filosófos sedesprende una conclusión epistemológica que inci-de en otros campos de la filosofía; que no es posi-ble hacer ciencia y metafísica a la vez, o transfor-mar la ciencia en metafísica, es la conclusión que..como ya lo señaló la crítica de Kant, parece impo-nerse por la confusión de conceptos en que se caecuando se quiere conocer lo físico como metafísi-co, o a la inversa. Y, sin embargo, la filosofíacomo capacidad de trascender los sistemas con-ceptuales del conocimiento, se instala siempre a lapar de la ciencia para mostrar las limitaciones delconocimiento científico, y para intentar liberar alhombre del peligro de ataduras conceptuales reifi-cadas y del imperio ateleológico de la razón cientí-fica. Lo que la crítica kantiana produjo no fue laeliminación de la filosofía a favor de la ciencia,sino otra forma de hacer filosofía.

Notas

1. James Jeans, Historia de la física. Tr. M. HemándezBarrosso, México, F.C.E., 1960, p. 210.

2. Descartes, "Principes, Lettre", En: Descartes,Oewvresel Lettres. Dijon, Bibliotheque de la Pléiade, 1958.

3. Joachirn Vennebusch, Godofried Wi/Jaelm Leibniz,filásofo y político al servicio de la cultura universal. BadGodesberg, Inter Naúones, 1966, p.15

4. Yvon Belaval, Leibniz critique de Descartes. París,Gallirnard, 1960, p.504.

LA TEORIA DE LA CIENCIA EN DESCARTES Y LEIBNIZ 153

5. /dem, p. 135.6. Descartes, Principes, Il, #19. En: Descartes, ldem.7. /dem, II, IHO.8. /dem, n, 116.9. Leibniz, "Nuevos ensayos sobre el ellundimiefllo

hlUMlIO". IV, 1f4. En: leibniz, Obras. Madrid, Editorial deMedina, s.d, , 6 L Tr. D. Patricio Azcárate, L 2-3.

10. Belaval, Y. /dem, p. 492.11. Leibniz, Nuevos ensayos sobre el elltendimiellto

hwmallO, ill. En: leibniz, Obras, t,2-3.12. Leibniz, "4a. carta a Amawld". En: Leibniz, Obras,

L ",p. 192.13. Leibniz, "Euraao de WfI(J carta sobre la cuestiólI de

si ÜJ esencia de los cuerpos consiste ell la exleflSiÓII", 1693.En: Leibniz, Obras, L 1,p. 160.

14. Leibniz, "Discurso de metafisica", 1f12.En: Leibniz,Obras, L 1.

15. Leibniz, "Carta sobre la cuestiÓII de si la esencia delos cuerpos consiste en la exsensién ", En: leibniz, Obras, L 1,p.155.

16. Leibniz, "Extracto de otra carta sobre la cuestiá«tratado ell ÜJ amerioe", 1693. En: leibniz, Obras, L 1,p. 159.

17. Descartes, "Príncipes", n,1f37. En: Descartes, ldem.18. ldem.19. Leibniz, "Sa. carta a Arnauld" . En: leibniz, Obras, t.

4, p.220-222.20. /dem, p. 220.

Cannen ChavesApdo. 556-2070

Sabanilla de Montes de OcaSan José, Costa Rica.