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Las ruinas jesuíticas de San Miguel de Tucumán * (Revista Junta Est. Historicos nº 12-2006) Sara Peña de Bascary El tema central de este escrito es el hallazgo, en 1980, de vestigios del establecimiento de la Compañía de Jesús en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Creemos necesario recordar brevemente el accionar de los jesuitas en estas tierras. Quienes fueron los sacerdotes, como fue el edificio, cuando se construyó, entre otros aspectos, para recién considerar las ruinas detectadas. Veamos los hechos, los hombres y las obras. La llegada de los jesuitas al Tucumán. Los primeros misioneros de la Compañía de Jesús llegaron al Río del la Plata, a la gobernación del Tucumán, en octubre de 1585. El arribo de la Orden de Loyola significó el comienzo de una nueva metodología con fines misionales: un sistema sumamente organizado, que tuvo especial influencia para consolidar la población, civilizando, activando el comercio, la producción de la tierra y la educación. Los jesuitas, con espíritu práctico y racional, produjeron un significativo cambio en la colonización de estas tierras. Su accionar se fundaba en la premisa que en primer lugar se debía atender lo temporal, para acceder luego a lo espiritual. Para ellos la tarea misional aislada, en una extensa región con el indígena sometido en encomiendas o libre en permanente estado bélico, resultaba imposible de realizar. La única manera de conseguirlo era agrupando a los naturales en sus “reducciones” –comunidades- donde libres del cruel "servicio personal" se les pudiera brindar vivienda, trabajo y protección. 1 * Tema abordado en el curso Patrimonio Cultural III de la Junta de Estudios Históricos. 1 Peña de Bascary, Sara. Tratamos ampliamente la llegada de los jesuitas en: “Aporte para el estudio del acrecentamiento de propiedades de la Compañía de Jesús en Tucumán” en Investigaciones I. Casa Histórica de la independencia. Tucumán 1986.

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Descubrimiento ruinas jesuiticas en el centro de la ciudad de Tucuman en 1980- publicado en Revista nº 12 de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán

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Las ruinas jesuíticas de San Miguel de Tucumán∗∗∗∗ (Revista Junta Est. Historicos nº 12-2006)

Sara Peña de Bascary El tema central de este escrito es el hallazgo, en 1980, de

vestigios del establecimiento de la Compañía de Jesús en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Creemos necesario recordar brevemente el accionar de los jesuitas en estas tierras. Quienes fueron los sacerdotes, como fue el edificio, cuando se construyó, entre otros aspectos, para recién considerar las ruinas detectadas. Veamos los hechos, los hombres y las obras.

La llegada de los jesuitas al Tucumán.

Los primeros misioneros de la Compañía de Jesús llegaron al Río del la Plata, a la gobernación del Tucumán, en octubre de 1585. El arribo de la Orden de Loyola significó el comienzo de una nueva metodología con fines misionales: un sistema sumamente organizado, que tuvo especial influencia para consolidar la población, civilizando, activando el comercio, la producción de la tierra y la educación.

Los jesuitas, con espíritu práctico y racional, produjeron un significativo cambio en la colonización de estas tierras. Su accionar se fundaba en la premisa que en primer lugar se debía atender lo temporal, para acceder luego a lo espiritual. Para ellos la tarea misional aislada, en una extensa región con el indígena sometido en encomiendas o libre en permanente estado bélico, resultaba imposible de realizar. La única manera de conseguirlo era agrupando a los naturales en sus “reducciones” –comunidades- donde libres del cruel "servicio personal" se les pudiera brindar vivienda, trabajo y protección. 1

∗Tema abordado en el curso Patrimonio Cultural III de la Junta de Estudios Históricos. 1 Peña de Bascary, Sara. Tratamos ampliamente la llegada de los jesuitas en: “Aporte

para el estudio del acrecentamiento de propiedades de la Compañía de Jesús en

Tucumán” en Investigaciones I. Casa Histórica de la independencia. Tucumán 1986.

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A comienzos del siglo XVII el padre Diego Torres S.J. bregó hasta conseguir, con la llegada del Visitador Francisco de Alfaro, la supresión del servicio personal de los indígenas a pesar de la tenaz oposición de los encomenderos. Las Ordenanzas que lo suprimieron fueron suscritas en San Miguel de Tucumán, Ibatin, el 19 de enero de 1612. Este fue el primer intento de abolir la esclavitud en el Río de la plata. Un paso importante para la dignidad del hombre americano. Poco tiempo después la Compañía de Jesús comenzó a fundar sus reducciones.

Es apasionante el estudio de la organización social de estas comunidades. Nos hemos ocupado en nuestros estudios más que a la tarea misional -que era lógicamente lo que de los jesuitas se esperaba- a la modalidad y metodología que utilizaron para el logro de sus objetivos a través de una cuidadosa planificación de sus actividades. Esto les permitió erigir el llamado "imperio jesuítico", un verdadero estado dentro del Estado. Fueron así cimentando su accionar con labor evangélica y social. Además de acrecentar sus propiedades incentivando las donaciones de tierras fértiles para su cultivo y producción.

Sus procedimientos suscitaron críticas y elogios pero es indudable que mediante una organización interna sumamente estricta, con un sistema colectivo de vida y de trabajo, influyeron enfática y sensiblemente en el desarrollo de la región. La experiencia fue válida y fructífera. Edificios, templos, colegios universidades, cultura mestiza en todas sus manifestaciones hablan a las claras de este aserto.2

Los jesuitas construyeron su Colegio e Iglesia de Santa Maria Magdalena en Ibatin, gracias a la importante donación del Deán Francisco de Salcedo efectuada en 1613.

Cuando se realizó, en 1685, el traslado de la ciudad de San Miguel de Tucumán a su actual emplazamiento los padres de la Compañía de Jesús construyeron un nuevo edificio de similares características al que tuvieron en Ibatin. La obra comenzó, años antes de la traslación, en el solar que hoy ocupa el Templo y Convento de San Francisco.

2 Peña de Bascary, Sara: “A 400 años de la llegada de los Jesuitas” En Suplemento Literario de la Gaceta de Tucumán. 10 de Noviembre de de 1985.

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Cabe aclarar que los Colegios de la Compañía de Jesús con sus templos, conventos y demás dependencias fueron diez en toda la Provincia Jesuítica del Paraguay, la cual abarcaba: Paraguay, Argentina, Uruguay y territorios del sur de Brasil y este de Bolivia. Estos Colegios fueron los de: Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes, Asunción, La Rioja, Mendoza, Santiago del Estero, Tucumán y Salta.

Al Colegio jesuítico de Tucumán pertenecían numerosas tierras que fueron adquiriendo a través de los años por donaciones, transacciones o compras. Instalaron en ellas establecimientos agrícolas, ganaderos e industriales y de los ingresos que obtenían, con la comercialización de los productos, dependía el desarrollo del Colegio tanto en sus actividades educacionales, como en el progreso de sus edificios.3

Los padres de la Compañía se ocupaban de la labor evangélica, de organizar sus misiones y reducciones, de la educación que en sus aulas se brindaba y administrar las estancias y potreros.

La tarea no fue fácil. En los primeros tiempos la nueva ciudad se veía continuamente amenazada por invasiones de indios enemigos. Esto ocasionaba graves daños a los edificios, reducciones, estancias y potreros que pertenecieron a los jesuitas. Pasaron los años y recién, a partir de 1739, se da mayor énfasis a la continuidad de la obra de la Iglesia de la Compañía en la ciudad de Tucumán.

Los hombres: los rectores

Los padres rectores del Colegio tucumano tuvieron a cargo la

tarea, entre otras, de conducir la construcción del edificio en la nueva ciudad. Contaron con la colaboración de sacerdotes y coadjutores de reconocidos méritos: constructores, ebanistas, escultores, orfebres. Y como es lógico, para sus actividades especificas, de grandes misioneros y educadores.

3 Peña de Bascary, Sara; “El libro de consultas de la Compañía de Jesús”. Pag. 122. En Investigaciones II. Museo Casa Histórica de la Independencia. Tucumán 1987.

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Existen escasos datos sobre la construcción del establecimiento de la Compañía de Jesús. Es a través de las acciones de algunos rectores que encontramos referencias sobre el particular. Interesan, además, datos biográficos de quienes estuvieron a cargo del Colegio ya que ilustran sobre distintas actividades de los jesuitas en Tucumán.

El 29 de septiembre de 1685, día del traslado de la ciudad a su actual ubicación, el padre rector Miguel de Orrantia S.J. portó el Real Estandarte hasta el altar mayor de la Iglesia de Santa Maria Magdalena y celebró misa cantada en el acto central del acontecimiento4. Por esta noticia sabemos que el establecimiento jesuita ya estaba edificado.

En 1688, estuvo a cargo del rectorado del Colegio el Padre Luis Gómez S.J. Según lo consignan las Actas Capitulares de ese año.

Entre 1690 y 1695 fue rector el padre Diego Ruiz S.J. quién bregó tenazmente para que concluyera el traslado de la ciudad. Muchos de los habitantes de Ibatín eran reacios a instalarse en el nuevo sitio. En especial los vecinos más importantes. Esto ocasionaba un grave perjuicio, ya que alejaba el comercio y provocaba una enorme inseguridad. Así lo manifestaba el Padre Ruiz en un informe a la Audiencia de Charcas. Atribuía esta demora a la actitud del Capitán a Guerra don Antonio de Echave, “quien no quiso ni trasladar las Cajas reales a la nueva

ciudad”5. Por este motivo, posiblemente, no hubo progresos en el aspecto edilicio y no hay referencias sobre obras en el establecimiento de la Compañía de Jesús.

El Padre Joseph Salamanqués S.J. tuvo a su cargo el rectorado en 1706. De su actuación no se conocen mayores datos.

En la primera mitad del siglo XVIII la ciudad y sus alrededores se veía continuamente atacada por indios rebeldes. En 1728 arribaron, huyendo de la destruida Reducción de Miraflores, numerosos indígenas acompañados por el Padre Yegros S.J. quienes “se refugiaron en el

Colegio de Tucumán, donde su Rector el padre Lucas Zavala les acogió

4 A.H.T. (en adelante se cita A.H.T.). "Documentos Coloniales" - Serie II, Actas Capitulares relativas al traslado de la ciudad de San Miguel de Tucumán. Año MCMXLIV, págs. 105 a 106. Ibídem. Pág. 232 - 233

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con mucha caridad” 6, así lo relata el padre Pedro Juan Andreu, gran

misionero de los Lules. Por esta noticia sabemos quién fue el rector en esa época. En estos tiempos tan difíciles no hay datos sobre edificaciones.

El Padre Francisco de Prada S.J. fue el rector del Colegio que sucedió al padre Zavala S.J. Las cartas Anuas, que consignan su deceso en 1720, informan “que había en nuestra Iglesia una capilla dedicada a

la Santísima Virgen, y el Padre Prada se esmeró en adornarla para la

gloria de la Madre de Dios y tomó bien a pecho el tenerla bien hermosa,

habiendo al efecto obtenido muchas limosnas y de Roma singulares

indulgencias.”7 Se trata de la imagen de la Virgen del Rosario, de la cofradía de los naturales, llamada "La milagrosa" que se encuentra hoy en la Iglesia de Santo Domingo. Vemos en esta reseña un importante dato sobre el Templo la Compañía.

Encontramos noticias sobre rectores del Colegio de Tucumán, entre 1731 a 1747, en el "Libro de Consultas de la Compañía de Jesús"

8. Este manuscrito resume las decisiones tomadas por el Provincial de la Orden en la Provincia Jesuítica del Paraguay en el período que mencionamos.

El padre Provincial tenía en cuenta las opiniones de los padres consultores. El "llamado a Consulta" era periódico y en algunos casos requería reuniones extraordinarias. Toda decisión del superior debía ser tratada con sus miembros y se tomaba con estricta y democrática votación, según consta en el manuscrito. Los temas tratados se relacionan con todos los aspectos del accionar de la Compañía de Jesús en la Provincia del Paraguay que como se sabe, incluía a Tucumán.

Integraban la Consulta los sacerdotes más calificados y de mayor predicamento o experiencia de la Orden. Participaban también, los rectores de colegios y miembros de la orden que el provincial invitase.9

6 Furlong, Guillermo S.J. "El Padre Juan Andreu y su carta a Mateo Andreu - 1750" En Col. escritores coloniales rioplatenses. Bs. As. 1966. Pág. 102. 7 Furlong, Guillermo; “Entre Los Lules en Tucumán” Pag. 70. Buenos Aires 1941. 8 Peña de Bascary, Sara; “El libro de consultas…”. op. cit. 9 Ibídem. Págs. 107 a 145.

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Vemos, en el citado documento que en 1732 se decidió que el Padre Pedro de Castro S.J., de la Rioja, se encargase del Colegio de Tucumán y que el Padre Juan de Aguilar, por entonces su rector, fuese a Buenos Aires.10

Años más tarde, el 2 de enero de 1739, la Consulta designó rector al Padre Francisco de Lardin S.J. Su primer rectorado fue breve pero, en su segundo mandato, tuvo especial protagonismo en el aspecto edilicio de lo que nos ocuparemos mas adelante. No se consignan los motivos, pero en ese mismo mes y año fue elegido un rector interino. El 4 de enero se reunieron nuevamente los consultores y nombraron al Padre Juan Montenegro S.J. en Tucumán para “suplir Inter”11 al rector. Según el padre Furlong, fue este sacerdote, destacado misionero, quién realmente “gobernó este Colegio en los años 1739 a 1741”

12 . El 20 de septiembre, de ese mismo año, vemos que la Consulta

había designado al padre Luis Florentin S.J., natural de Asunción, rector del Colegio tucumano. Los consultores consideraron que era la persona indicada, para un rectorado que seria “trabajoso”.13 Fue importante la obra realizada por este sacerdote en el templo de Santa Maria Magdalena.

El padre Francisco de Lardin fue designado nuevamente, el 8 de diciembre de 1740, a cargo del rectorado como sucesor el padre Florentin. Estos jesuitas se dedicaron con especial énfasis a la obra del templo tucumano, esto lo veremos en el apartado “Los constructores”. El Padre Francisco Barrenechea S.J., relata que en esa época, “diariamente

hacían muertes a las puertas de la ciudad de Tucumán, cuyos

habitadores estaban tan aterrados que trataban de despoblarla y lo

hubieran ejecutado si el Padre Francisco de Lardin, por los años

cuarenta, Rector de ese Colegio no los hubiera sostenido”14

.

10 Archivo General de la Nación. Fondo B. N. Ms 62: "Libro de consultas de la

Compañía de Jesús. 1731- 1747". Fs. 4. En adelante se cita A.G.N. - B. N. Ms. 62. 11 Ibídem. Fs. 80. 12 Ibídem. fs.88 y Furlong, Guillermo " Juan de Montenegro y su breve noticia 1746". Bs. As. 1964. en Escritores Coloniales Rioplatenses, XVI. Pág. 35 13 Ibídem. Fs 93. 14 Furlong, Guillermo S.J: "Entre los Lules de Tucumán" Op. cit. Pág. 165

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La ciudad y sus alrededores se encontraban en incesante peligro de ataques de indios. El 3 de mayo de 1740, noche de la Santa Cruz, mataron catorce personas y capturaron gente del Colegio cerca de la reducción de los Lules. El padre Juan Pedro Andreu S.J. cuenta, en su relato, que los indígenas estaban acongojados porque temían otro asalto como el de Miraflores en el año 1728.15

Es un período bastante complejo para dilucidar quien estuvo al frente del Colegio. Hubo muchas dificultades y por lo tanto numerosas consultas en las que participaban todos los rectores. Debían viajar a Córdoba para estar presentes en las reuniones. Se realizaban visitas de inspección a colegios, residencias, estancias, misiones y reducciones, al mismo tiempo que cumplían con las tareas a las que estaban especialmente dedicados. Ese es el motivo por el cual el Padre Juan Montenegro sustituía al rector. Sin embargo, a pesar de estos hechos, la iglesia y establecimiento de la Compañía de Jesús se construían.

El 20 de enero de 1741, en actas de los consultores, figura como rector el Padre Joaquín de Yegros S.J.16 Este jesuita, nacido en Asunción del Paraguay, era muy conocido en Tucumán. Fue durante años misionero de los Lules donde realizó una gran obra en tiempos muy difíciles. Esta reducción tuvo graves problemas con ataques de indios beligerantes. Debió ser traslada continuamente en búsqueda de seguridad. La labor evangelizadora y civilizadora que en ella realizaron los jesuitas es imponderable.

En 1758 encontramos, en la Actas Capitulares de Tucumán, al rector del Colegio de la Compañía padre Pedro de Castro S.J. “solicitando una certificación de las reducciones que tenían hechas la

Compañía de Jesús en esta Provincia.”17 En estas reducciones y en misiones y estancias, se construyeron significativos edificios: el convento e iglesia de Lules, el establecimiento jesuítico de Tafí del Valle, la casa, llamada “La sala”, del potrero de San Javier, la estancia e iglesia de San Ignacio de la Cocha, que estaba en nuestra provincia, pero que dependía

15 Ibídem. Pag. 88. 16 A.G.N.- B. N.- Ms 62 - años 1731 a 1747. Op. Cit. fs. 108 v. 17 AHT. "Actas Capitulares" - Vol. 8, Pág. 142.

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del Colegio de Santiago del Estero18. Por ultimo, cabe recordar que el padre Castro ya había sido Rector en Tucumán en 1732.

El padre Francisco Frasset S.J. estuvo a cargo del rectorado en 1765. Este sacerdote realizó un inventario del patrimonio: “El libro

Matriz de los bienes del Colegio” el que entregó a su sucesor quién lo utilizó para verificar el que se hizo en el momento de la expulsión de los jesuitas de Tucumán19.

En 1766 se encontraba al frente del Colegio el Padre Joseph Sánchez S.J. Este sacerdote fue profesor de humanidades en la universidad de Córdoba. Estuvo en el establecimiento tucumano cuando se ejecutó la expulsión de la Orden. Fue obligado a entregar el establecimiento y su patrimonio. Debió rendir cuentas durante mucho tiempo por deudas pendientes de particulares con Colegio. En su rectorado se acrecentaron las actividades comerciales de los jesuitas de Tucumán y esto fue investigado por los administradores de los bienes secuestrados. Asunto bastante engorroso en que se vieron comprometidos algunos padres y varios importantes ciudadanos. 20 Estuvo preso en la Casa de Ejercicios en Buenos Aires, como todos los jesuitas expulsos y cuando terminó sus declaraciones fue enviado a Europa.

Estos fueron, entre otros, los rectores del Colegio tucumano en el actual emplazamiento de la ciudad, es decir desde 1685 hasta 1767 en que por orden de Carlos III se ordenó la Expulsión de la Compañía de Jesús. Cabe aclarar que es muy difícil localizar una completa cronología de quienes que estuvieron al frente del establecimiento. Los datos que aportamos provienen de distintos repositorios, fuentes documentales y bibliografía. En las consultas, los padres que los elegían, no consignaron los nombres de todos los rectores.

18Peña de Bascary, Sara.:“Aporte para el…” Op .cit. Págs. 100 a 101. 19 A.H.T. "Documentos Coloniales Relativos a los jesuitas" Ed. AHT y Fac. de Fil. y Letras de la UNT. 2001. Pág. 296 20 Peña de Bascary, Sara. "Jesuitas en Tucumán al filo de la Expulsión". En Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán, Tomo 6, 1994. Págs.113 a 138

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Los hombres: los constructores Desde 1739 interesaba especialmente, a la consulta jesuítica en

Córdoba, la continuación de la obra de la Iglesia de Santa María Magdalena de San Miguel de Tucumán.

Por datos que hemos obtenido del libro de los consultores y referencias del padre Furlong, sabemos que se debe al padre Luis Florentin S.J. designado rector del colegio en 1739, como advertimos anteriormente, el tramo final de la obra del Templo. O al menos parte de este emprendimiento.

Según Furlong el padre Luis Florentin “…era esculptor, natural

del Paraguay y además pintor y arquitecto. Fue quien construyó el

Templo Jesuítico de Tucumán, y lo adornó con estatuas que entallaba y

pulía con destreza, así lo leemos en necrología”.21 Nacido en Asunción del Paraguay el 20 de junio de 1685, ingresó a la Orden de San Ignacio el 20 de noviembre de 1701. También sabemos que este sacerdote fue un eximio orfebre22.

En 1740 la consulta desiste encomendar una misión como visitador al Padre Francisco de Lardin S.J. sucesor del padre Florentin en el rectorado del Colegio de Tucumán, “ya que esto podría atrasar la

fábrica de la Iglesia”23

. Este sacerdote, así señalamos inicialmente, había sido designado antes que Florentin en su primer y corto rectorado.

El Templo tucumano, en la etapa final de su edificación, fue entonces obra de estos dos jesuitas: Luis Florentin S.J. y Francisco Lardin S.J. Lógicamente la edificación no concluyó con ellos, quienes le sucedieron continuaron aportando mejoras a la iglesia. Pero lo hecho por estos sacerdotes fue trascendental.

21 Furlong, Guillermo, S .J."Historia socio cultural del Río de la Plata - El trasplante

cultural 1536-1810"- Bs. As. 1969. Pág. 291 22 Ribera, Adolfo Luis,"Platería" En Historia General del Arte, Pag. 400. Tomo II. Ed. Acad. Nacional de Bellas Arte, 1983. y cfr .A.G.N. "Misiones Jesuitas - catalogo de los

sujetos de la Compañía de Jesús en la Provincia del Paraguay 1732 -1745" Archivo Lamas, Legajo. 6, fs. 383 23 A.G.N. Fondo B. N. Ms. 62. op. cit. fs. 108

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También fue importante la presencia en el colegio tucumano durante quince años, desde 1752 hasta la expulsión de la Orden, del hermano coadjutor Joseph Ott S.J., procedente de Ausburgo, "reconocido

tallista y ebanista.24 Sin lugar a dudas este hermano debió realizar, también, importantes trabajos de su especialidad en el Templo tucumano.

Con anterioridad, hacia 1720, estuvo durante dos años en el colegio de Tucumán el padre Juan Montijo. Este sacerdote había pasado casi toda su vida en la reducción de los Lules en Miraflores, según lo afirma el Padre Lozano. Furlong brinda más datos sobre este jesuita: que era un buen matemático, un mecánico muy apreciable y a su “habilidad y

ciencia” se debió la construcción en tierras tucumanas, de molinos, trapiches, saltos de agua y canales de riego.25

Hubo otros jesuitas que pudieron haber contribuido con sus artes en el templo por ejemplo el hermano coadjutor Martín Schmid S.J., arquitecto de tres de las famosas Iglesias de Chiquitos y autor además de sus retablos, quien residió en Tucumán. Según lo señala Furlong construyó un “magnifico aserradero hidráulico”

26 en el Conventillo, cerca de la ciudad, donde estaba la reducción de los Lules.

El padre Francisco Xavier Miranda, S.J., destacado prosista autor de la biografía "Vida del venerable sacerdote don Domingo Muriel" que estuvo en Tucumán al momento de la expulsión, se refiere a la modalidad de los jesuitas en sus edificaciones: “……fabricaban su Iglesia o

Colegio, bajo la dirección de su arquitecto, sacerdote o padre coadjutor,

y aquí como en una Escuela practica, aprendían el arte de edificar los

muchos seculares, que en calidad de meros ejecutores o manuales,

trabajaban en la fábrica, los cuales, con el ejemplo y con el tiempo, se

hacían diestros en el arte y se empleaban en la Ciudad en las fábricas de

Iglesias y otros edificios, a la suplica de los interesados daban nuestros

24 Ribera, Adolfo Luis " El mobiliario en el Río de la Plata" En: Historia General del

Arte en Argentina" Tomo II. Bs. As. 1983. Pág. 233. 25 Cfr. Lozano, Pedro SJ. "Descripción corográfica del Gran Chaco Gualamba" UNT. págs. 418 - 422 1941. Ed. Coni. Págs.418 -422 y Furlong, Guillermo S.J. "Historia

social y Cultural del Río de la Plata- Ciencia" Bs. As. 1969. Pág. 425 26 Furlong Guillermo, S.J."Los jesuitas y la cultura rioplatense". 2° edición. Buenos Aires 1946. Pág. 250

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arquitectos, de cuando en cuando una ojeada para la dirección. Se

hacían los retablos para nuestras iglesias, se doraban, se pintaban bajo

la dirección de nuestros jesuitas tallistas, doradores o pintores y los

seculares con el aprendizaje y estudio salían de aquella escuela capaces

de emprender obras semejantes en la Ciudad."27

En Tucumán muchos vecinos que trabajaron en la obra del Colegio y su Iglesia, fueron años más tarde "maestros" o "alarifes" muy prestigiados en diversos artes y oficios de la construcción.

Es importante destacar que a mediados del siglo XVIII se inician en gran escala en el Virreinato, especialmente en establecimientos de la Compañía de Jesús, las edificaciones con ladrillo cocido y cal, reemplazando las obras de piedra. 28 El Templo tucumano se erigió con ladrillos en cambio los vestigios del Colegio, mas antiguos, fueron construidos con piedra y mortero de arena cal y arena.

Por esa época llegaron al Río de la Plata grandes arquitectos jesuitas: los padres Antonio Sepp y Antonio Ribera, y los hermanos coadjutores Juan Andrea Bianchi o Blanqui, Felipe Lemer, José Brasanelli, Juan B. Primoli, Juan Kraus, Juan Wolf, Martín Schmidt, entre otros.

Los padres consultores, de acuerdo a las normas de la orden, no permitían a sus miembros permanecer mucho tiempo a cargo de una obra arquitectónica. Un sacerdote comenzaba una construcción y la continuaban otros. En una de las consultas se trató “que habían solicitado

al Hermano Bianchi o Blanqui, para finalizar una obra que diseñó y

dijeron que se negasen de buen modo por que se puede endulzar con la

Catedral” (de ese edificio, de Córdoba, se trataba). Así actuaban los superiores de la Compañía de Jesús con sus miembros, en todos los aspectos de su accionar no solamente con las construcciones. 27 Furlong, Guillermo S.J. "Francisco Javier Miranda y su sinopsis - 1172" En : Escritores coloniales Rioplatenses, Buenos Aires 1963, págs. 70 y 71 28 Sobrón, Dalmacio H. S. J. "Giovanni Andrea Bianchi, un arquitecto italiano en los

albores de la arquitectura colonial Argentina". Univ. Católica de Córdoba. 1997. Pag. 93.; y Bascary, Ana Maria "Familia y vida cotidiana. Tucumán a fines de la colonia" Facultad de Filosofía y Letras. UNT. Argentina - Universidad Pablo de Olavide de -Sevilla, España. 1999. Pág. 252.

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Se debe a los mencionados arquitectos importantes edificios que aún se conservan, en todo nuestro territorio. Tal es el caso de las estancias jesuíticas y la manzana histórica de Córdoba, declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad, iglesias de Buenos Aires: La Catedral, San Ignacio, Santa Catalina, San Francisco, Nuestra Señora de Belén en San Telmo y del Pilar en Recoleta, la iglesia de San Francisco en Santa Fe, de San Ignacio Mini en Misiones, Cabildos de Buenos Aires y Salta, entre otras destacadas manifestaciones arquitectónicas.

En la segunda mitad del S. XVIII pocos datos encontramos sobre el edificio o el patrimonio jesuítico de Tucumán. Recién en 1765 vemos una preocupación en este sentido. El padre rector Francisco Frasset S.J., como ya vimos, confeccionó un inventario de los bienes muebles e inmuebles del Colegio.

Cuando se produjo el extrañamiento de la Orden la obra del Templo tucumano, estaba prácticamente finalizada. Esto lo deducimos por las descripciones en el inventario realizado al secuestro de los bienes de la Compañía.

Los hechos: la expulsión de los jesuitas y secuestro de sus bienes

Los jesuitas fueron detenidos y expulsados de Tucumán, el 7 de

agosto de 1767. En ese momento, se encontraban en el Colegio de Santa María Magdalena los padres: Joseph Sánchez S.J., rector; Thomas de Ucedo S.J., humanista; Francisco Javier Miranda S.J., prosista; Félix Maria del Bono S.J., conocido misionero; Miguel Villela S.J.; Gregorio Mezquida S.J. y Antonio Peña S.J. Los hermanos coadjutores fueron: Joseph Ott S.J., afamado tallista y ebanista; Joaquín Lleaguno S.J.; Juan de Amilaga S.J., procurador del establecimiento, Sebastián Videl S.J.; Fernando Urbano S.J., músico y Francisco González S.J. 29

29 A. G. N "Misiones Jesuíticas- Catálogos…” Op. cit.; Furlong, Guillermo “Los

jesuitas y la cultura Rioplatense”. Buenos Aires 1933. Y Robledo, Beatriz; “Compañía de Jesús - Inventario y Tasación de sus bienes en San Miguel de Tucumán al 29 de

mayo de 1768 por la Junta de Temporalidades”.Págs. 77 y 78. Fac. de Ciencias Económicas. UNT. 1976.

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Los jesuitas sabían que en cualquier momento serian expulsados. Tenían conocimiento que la orden del rey estaba dada. Tuvieron la certeza doce días antes del extrañamiento como lo afirmó el mismo rector Joseph Sánchez S.J. Además, hubo testigos que los padres al enterarse de la inminente ejecución del mandato real, “quemaron papeles y

documentos en el patio del claustro, bajo los naranjos, días antes que se

ejecutara el extrañamiento30. El hermano coadjutor Joseph Ott S.J fue

quién realizó la faena. Es factible que con la destrucción de esos “papeles”, se perdieran

para siempre valiosos datos sobre el Colegio e Iglesia, su historia, actividades internas y externas. Por eso es, probablemente, que la documentación sobre el accionar jesuítico en Tucumán sea tan fragmentada y escasa. Pensamos que esto ocurrió, de igual forma, en otros establecimientos de la Compañía de Jesús en estas tierras. La noticia, “secreta”, de la inminente expulsión de la Orden se divulgó con celeridad y sigilo. Los jesuitas fueron prevenidos, no lo dudamos, por sus incondicionales seguidores.

Recién, un año después, el 29 de mayo de 1768, el gobernador de Buenos Aires Don Francisco de Paula Bucarelli, remitió a Tucumán instrucciones para realizar la tasación general de los bienes secuestrados a los jesuitas.

El inventario realizado, con sus precisas descripciones, fue trascripto y analizado por la Prof. Beatriz Robledo, en un valioso trabajo. Es el que permite conocer detalles sobre los jesuitas y su patrimonio. En nuestro caso, en 1980, fue la principal fuente de indagación para analizar los vestigios que se habían encontrado. Además de brindarnos una descripción muy detallada del establecimiento.31

La Iglesia estuvo clausurada desde la expulsión de los jesuitas hasta 1771 en que reabrió y fue utilizada como viceparroquia y cementerio de la Matriz. En 1784 se la cedió interinamente a la Orden de San Francisco y un año después en carácter definitivo. Al Colegio y

30 Peña de Bascary, Sara. “Jesuitas en Tucumán al filo de la….”Op. cit. pag. 118. 31 Robledo, Beatriz; “Compañía de Jesús - Inventario y Tasación. Op. cit.

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convento se les dio diversos usos: residencia de gobernadores, del Obispo, cárcel de mujeres, cuartel y vivienda del cura Vicario.32.

Las obras: la Iglesia y el Colegio según el inventario

Del extenso inventario, en esta oportunidad, tomamos únicamente sintéticos datos que describen la Iglesia y el Colegio de la Compañía de Jesús.

El templo jesuítico de Santa Maria Magdalena en Tucumán, estaba construido con muros de ladrillos y cal. Constaba de cincuenta varas de largo y diez de ancho (41,50 metros por 8,36 metros) en su nave central y en el crucero: “su media naranja y sus dos colaterales (naves) con cincuenta varas y dos tercias de ancho y diez de largo”(42,04 metros por 8,36 metros), el techo era de bóveda de madera tallada “ con sus

arcos dorados en la misma forma33.

Según el arquitecto Roque Gómez “su fachada debió ser muy

sobria, con una sola torre ubicada a la derecha de la entrada. No era

muy alta, pero de construcción sólida y volúmenes netos.34.

Afortunadamente se conservan algunas fotos, de mediados del Siglo XIX tomadas por Ángel Paganelli, en que se aprecia la torre de la Iglesia y posiblemente vestigios de la fachada. Por otra parte, en el inventario, se detallan seis campanas de la torre, lo que nos da una idea de su dimensión e importancia.35

El naturalista Germán Burmeister, en su estadía en Tucumán, hacia 1860, comentaba los arreglos que se estaban realizando en el Templo que perteneció a los jesuitas, los que no le agradaron, pero que “afortunadamente aún se conservaba la antigua y venerable torre”36

32 Peña de Bascary, Sara; “Las alhajas y vasos sagrados de los jesuitas de San Miguel

de Tucumán” Cfr. en esta Revista n º 12 de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán. 33 Robledo, Beatriz; Op cit. Pág. 62. 34 Gómez, Roque Manuel; “Iglesia y Convento de San Miguel de Tucumán”. Pág. 17 En: "El conjunto de la estancia de Tafí del Valle y la arquitectura jesuítica en

Tucumán". Fac. de Arquitectura. Universidad de Salta. 1997. 35 Robledo, Beatriz, op. cit. Pág. 70 36 Burmeister, Germán. "Descripción de Tucumán" Ed. UNT. Pág. 20

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En el inventario se describe el interior de la Iglesia con minuciosos detalles. El retablo de la capilla mayor era de madera profusamente tallada, dorada y policromada y cubría toda la testera. Era de tres cuerpos y tenia siete imágenes de madera tallada, encarnada estucada y policromada. En el centro un gran sagrario de plata labrada para exhibir el santísimo. El conjunto se completaba con tres importantes pinturas”37

Según apreciamos de la descripción del retablo, el mismo debió "enriquecer" el templo tucumano, tal como considera el especialista Dr. Héctor Schenone a la iglesias de la Compañía: “Constituyeron una

excepción las iglesias de las misiones jesuíticas, que con sus columnas y

techos dorados y ricamente coloridos se oponen a la parcial imagen que

nos ha quedado de la arquitectura virreinal. Pero, ya sean edificios en

cuyo interior domina la blancura de los muros encalados, o aquellos que

con una generosa decoración se pretendía resaltar su condición de Casa

de Dios, el vigor rectilíneo de los templos se enriquecía con la presencia

de los retablos.”38 En las naves del crucero había dos retablos, también de madera

tallada y dorada con imágenes y pinturas. De ese mismo material eran los dos pulpitos de “hermosa hechura y arte de talla dorada y el campo de

colores finos”. Vemos en el inventario un interesante dato: la existencia de una

capilla al costado de la Iglesia “donde se hallaba un monumento de

cuatro arcos de madera y seis ángeles de madera pintados”. Años mas tarde, 1771, en un nuevo inventario se describe: “una capilla chica que

esta al costado de la Iglesia de los negros que tiene un monumento”39 y

cuando se entrega el establecimiento a los franciscanos en 1784 se consigna: “…que eran de la capilla de los negros”.

40 Cabe aclarar que en

un plano realizado por la Orden de San Francisco en 1787, tres años

37 Robledo, Beatriz. Ibídem .Op. cit. Pág. 62. 38 Schenone, Héctor "Retablos y pulpitos". en Historia General del Arte Tomo I. Academia Nacional de Bellas Artes, Bs. As. 1982, pag. 217 39A.H.T. Sección Judicial A. Caja 24 – Expediente 28. fs. 18v. 40 A.G.N. Sección Colonia. Sala IX. 22.2.3. fs. 13

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después que se les entregara el edifico jesuítico, ubica en el mismo, al costado de la Iglesia “la capilla de naturales”41.

En el inventario no se describe coro alguno, pero en una “Cuenta de

los gastos efectuados en la reparación de la Iglesia de Tucumán, julio 23

de 1783”42 vemos que el administrador del establecimiento, don Pedro Miguel Prieto, detalla arreglos en “la tablazón del Coro”. En otro informe, posterior, se refiere a “la ventana del Coro”43.

El templo de la Compañía de Jesús en San Miguel de Tucumán, fue de singular importancia. Las descripciones del Inventario y Tasación, brindan datos que permiten llegar a esta conclusión. Las iglesias de los jesuitas fueron de gran jerarquía. Construían muy buenos edificios profusamente ornamentados. Tenían los medios que les proporcionaba la excelente organización de reducciones, estancias y establecimientos, con una redituable producción de la tierra y comercialización de productos44.

El convento y el colegio eran de igual forma destacables según las descripciones, de las cuales haremos una breve síntesis45. La portería, al costado de la Iglesia, tenía una importante fachada con columnas, ostentando en la parte superior “las armas con el nombre de Jesús bajo

una corona.” El claustro estaba rodeado de galerías, tres de ellas con arcos de cal y ladrillos y una con columnas de quebracho. Los pisos de ladrillos y las ventanas con rejas de hierro o madera torneada. Había quince aposentos alrededor de este patio y una habitación “secreta” (sanitario). Este sector del edificio era de cal y ladrillo y los techos de tablazón de madera, cañizo y tejas. Sabemos, por un inventario de 177146, que al momento de la expulsión las habitaciones del primer patio las ocuparon los sacerdotes y se registraron mobiliario y objetos: en el primer aposento vivió el Padre Rector Joseph Sánchez S.J. 41 A.G.N. Sección Colonia, Sala IX, 36. 8. 6. Leg. 104. Exte. 17. Cfr. Peña de Bascary, "A 400 años… ".Op. cit. En ese artículo se dio a conocer el croquis. 42 A.H.T. Sección Administrativa. Volumen 10. 1783. Fs. 36 a 60. 43 A.G.N. Sección Colonia. Sala IX. 22.2.3 Op. cit. Fs. 76. 44Peña de Bascary, Sara; "Compañía de Jesús, aporte para el...” op cit. Pág. 102. 45 Los datos sobre el colegio y convento son de Robledo, Beatriz op. cit. 46 A.H.T. Sección A Judicial Caja 24. Expediente 28, fs 7 a fs 8. Ese documento brinda datos sobre los aposentos, mobiliario y objetos de los jesuitas del Convento tucumano.

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En el segundo patio había tres habitaciones y dos viviendas de altos, granero y palomar, con pasadizos y corredores de piedra. En el centro del patio un pozo de balde de ladrillo y dos estanques de piedra y una galería con ocho arcos del mismo material. Todos los cuartos de este patio tenían sótanos y eran: un almacén, la procuraduría que constaba de dos aposentos y otro cuarto. Luego un pasadizo y cuatro cuartos mas con sótanos47. A continuación el “de Profundis”, el “Refectorio”, un pasadizo a los comunes (sanitarios), un cuarto y finalmente “los lugares

comunes”. Todo lo edificado en este sector era de cal y piedra. En otro patio, a espaldas del refectorio, la cocina y un lienzo de

viviendas de piedras dobles. El patio de las escuelas con fachada a la calle de cal y piedra, alrededor del mismo la escuela de primeras letras, clase de gramática, un recinto y el obraje todo del mismo material. El corralón se encontraba al poniente, cercado de tapias de piedra que le separaban de la huerta. En total había dos huertas con cincuenta árboles. Los recintos de este sector tenían techos abovedados.

Como apreciamos el templo, convento y colegio eran de singular importancia. El establecimiento ocupaba dos solares, es decir media manzana. En la otra mitad estaba la “ranchería” de los esclavos y un solar “a espaldas” de la huerta.

El Inventario detalla minuciosamente todo al patrimonio que fue de la Compañía de Jesús en Tucumán: las propiedades y sus bienes, objetos religiosos, de uso doméstico, mobiliario, herramientas, biblioteca, productos y los esclavos negros. El análisis de este documento brinda una cabal idea de la envergadura de la empresa jesuítica en Tucumán.

Hasta aquí vimos los hechos, los hombres y las obras. Veremos a continuación el hallazgo de 1980.

Las ruinas Sobre el descubrimiento de las ruinas jesuíticas dimos cuenta, en

su momento, en medios periodísticos y años después en un artículo en el

47 En este sector del todos los “aposentos” tenían sótanos. Ocho en total. Es hoy una playa de estacionamiento. No se ha indagado aún si allí están los sótanos.

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Suplemento Literario de la Gaceta con motivo de los cuatrocientos años de la llegada de los jesuitas.48 En este escrito ampliamos informaciones y abundante material gráfico.

El 22 de abril de 1980 por una llamada telefónica anónima al Departamento de Patrimonio Cultural de la Provincia, del cual era titular, nos enteramos que en el fondo de un negocio colindante al Convento de San Francisco había unas construcciones muy antiguas que los propietarios ocultaban. De inmediato nos dirigimos al lugar en calle 25 de mayo al 100. Un señor mayor nos recibió, sin mucha sorpresa y nos condujo hacia el interior del local, que tenía un tinglado de chapas de zinc. Al fondo del mismo había un taller de arreglo de máquinas de coser. Y allí vimos, paralizados del asombro, tres grandes muros de piedra muy altos con aberturas para ventanas clausuradas con viejos ladrillos. Parecían muy antiguos.

Le pedimos datos al empleado, que resulto llamarse Bobrow y era el inquilino del local. Nos dijo que el propietario le autorizó demoler una “terraza de piedra que estaba formada por esos muros rellenos en su

interior con tierra. Agregó que únicamente sobresalía la parte de arriba

de las aberturas y que pensaban que era un “palomar”. Al derribar la pared y sacar la tierra quedaron a la vista los tres muros con sus aberturas que habíamos detectado.

Ante todo esto que era abrumador, necesitábamos tener un asesoramiento adecuado y localizamos de inmediato al arq. Roque Gómez, con quien trabajamos en el Conjunto jesuítico de la Banda en Tafí del Valle en 1978. El condujo la restauración de ese establecimiento mientras nos encargábamos de la implementación del museo49.

El arquitecto Gómez, se apersonó de inmediato y asimismo quedó anonadado con lo que teníamos ante nuestros ojos y corroboró lo que intuíamos: que esas construcciones tendrían que haber pertenecido al antiguo establecimiento de la Compañía de Jesús de Tucumán.

48 Peña de Bascary, Sara: “A cuatro siglos de la llegada de los jesuitas al Tucumán” Suplemento Literario de la Gaceta de Tucumán, 10 de noviembre de 1985. 49 Ibídem

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De allí en más nos abocamos a investigar de qué se trataba lo detectado. Habíamos consultado el Inventario de los bienes de los jesuitas, cuando trabajamos en el Museo de Tafí del Valle y sabíamos que en el se describía el establecimiento de la ciudad de Tucumán. El documento es tan preciso que rápidamente encontramos la descripción de un cuarto que por medidas y características, no podía ser otra que el recinto localizado. “…Una pieza trabajada para los lugares comunes de

quince varas de largo, y doce de ancho, con su pared de cal y piedras

dobles, con cuatro varas y media de alto sin techo, con tres marcos y sus

rejas de fierro de dos varas de alto y cuarta de ancho , y en medio de la

dicha pieza otra de nueve varas de largo y dos varas y cuarta de ancho

con sus paredes de cal y piedras dobles y de alto tres varas con su puerta

de una mano de dos varas de alto y una de ancho y dos alcayatas.”50

.

Con subrayado la descripción de los vestigios encontrados. En efecto, se trataba de los “lugares comunes”: los baños

comunitarios del establecimiento de la Compañía de Jesús. En el interior se describe, como vemos, otra pieza la que ya no existía y que en un futuro habría que investigar buscando los cimientos. En síntesis: el recinto era la construcción más antigua de la ciudad de Tucumán, de fines del S. XVII, cuando se realizó el traslado desde el antiguo asiento de Ibatin.

Con estos datos históricos y los técnicos aportados por el Arquitecto Gómez elevamos, ese mismo día veintidós de abril de 1980, un informe al director General de Cultura doctor Carlos Páez de la Torre (h). Habíamos conseguido, de inmediato, una plancheta catastral y en ella consignó el especialista la ubicación y medidas de los vestigios.

Los describía así: “se trataba de tres muros construidos con

piedra y mortero de cal y arena de aproximadamente 0,80 metros. de

espesor y 3,90 metros de altura, el cuarto muro había sido recientemente

destruido, conformando una habitación de 9,60 metros por 13,10

metros.” .“Los muros presentan tres aberturas (hoy cerradas) con

50 Robledo, Beatriz; op cit. Fs. 19.

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derrames laterales y dinteles en arco rebajado construidos en ladrillos”. 51 El recinto tiene la respetable superficie de 125 metros cuadrados.

Además puntualizó, el arquitecto Gómez, otros sectores de la manzana donde se localizaron antiguos vestigios: el local comercial vecino al de las ruinas tiene en su fondo un muro de piedra similar a los encontrados. En el ex - colegio de San Francisco, ya demolido por entonces (hoy playa de estacionamiento), se detectaron paredes de piedra de gran altura y otros sectores con vestigios de antiguas construcciones. Días después se agregó al ya abultado expediente 648/422 de la Dirección General de Cultura, fotos del hallazgo, certificadas por escribano y el plano de ubicación, tal como lo indicó el Fiscal de Estado. Habíamos solicitado se declarasen las ruinas patrimonio histórico. Asimismo, se destacó que el arquitecto Gómez consideraba indispensable la inmediata realización verificaciones arqueológicas52. Esto fue el comienzo de informes van y vienen tratando de conseguir protección legal para las ruinas y autorización para encarar los sondeos.

Transcurrió un año para que se dispusiera, por Ley nº 5.258 del 5 de marzo 1981, una ocupación temporaria del lugar por termino de dos años53. Y pasaron meses hasta que por un nuevo Decreto: el 2.855/14 del 16 de octubre de 1981 se amplían los términos de lo ya legislado y se manifiesta “que resulta necesario que personal técnico especializado

tenga libre acceso a las mencionadas ruinas, a fin de determinar la

exactitud de las apreciaciones realizadas ut-supra (valor histórico cultural), efectuando sondeos arqueológicos y excavaciones in situ”54. De inmediato se iniciaron trámites para obtener los fondos necesarios. Lamentablemente no había presupuesto para las excavaciones.

Hubo que esperar bastante tiempo, mientras se gestionaban recursos, para encarar los sondeos que se debían realizar. Mientras continuamos investigando en la búsqueda de más antecedentes sobre

51 Datos del Informe del Arq. Roque Gómez del 22 .04 1980. Archivo S. P. de Bascary 52 Peña de Bascary, Sara, informes del 22 y 23.04. 1980. Copias archivo S. Peña de Bascary. 53 Ley n º 5.258. Fdo.: Lino D. Montiel Forzano Gdor. Archivo S. P. de Bascary. 54 Decreto n º 2.855/14 (SSG). Fdo.: Antonio L. Merlo, Gdor. Archivo S. P. de Bascary.

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establecimiento jesuítico. Así fue como localizamos el plano de 1887 de los franciscanos, que ya mencionamos55 y que fue de gran utilidad para nuestra pesquisa.

Mas adelante, gracias a una gentileza del Dr. Ramón Leoni Pinto tuvimos acceso, fotocopias, al libro de ingresos del Convento de San Francisco (1800 a 1743) en el cual encontramos referencias sobre el predio donde se encontraban los vestigios. Sabíamos que lo había adquirido el Gobernador José Manuel Silva56 y que fue propiedad de sus descendientes, Avellaneda Silva, hasta avanzado el siglo XX. Vimos, en el mencionado manuscrito, que la pared medianera entre los franciscanos y su terreno fue construida hacia 1824 ya que “el día 19 dio Dn José

Manuel Silva 37 pesos 4 reales que le corresponden de la medianera de

los tapiales que se hicieron en la huerta”57

. La huerta del convento colindaba con su propiedad. Además viajamos a Córdoba a fin de conocer, en la estancia Jesuítica de Alta Gracia, “los lugares comunes”, que allí se habían detectado, investigado y luego puestos en valor.

Pasó un año más hasta que finalmente hubo una partida para contratar al arquitecto, que era también arqueólogo y a dos personas para que excavaran.

En octubre de 1982 se iniciaron los trabajos dirigidos por el especialista Roque Gómez quien contó con la colaboración, contratada de su propio peculio, de la entonces estudiante Dra. Ana Maria Bascary. Este especialista, basándose en la documentación mencionada dirigió los trabajos buscando los cimientos de la pared demolida. Estos se ubicaron rápidamente. Se continuó excavando hasta descubrir la profundidad de aquellos, para iniciar a partir de esa base, la búsquela de la red cloacal que deberían tener los lugares comunes.

55 Los franciscanos solicitaban, al Cabildo, “desalojaran los presos que ocupaban

cuatro celdas y molestaban con ruidos de grillos, cadenas y voces”. Adjuntaban un plano de la Iglesia y Colegio. A.G.N. Sec. Colonia, Sala IX, 36. 8.6, leg. 104. Exte. 17. 56 A. H. T. Sección Judicial Expediente 4. Caja 88. 1849. 57 Libro de Ingresos de la Orden de San Francisco 1800-1743. Pag. 302. Fotocopias. (el paginado es nuestro).

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Al cabo de una semana de tarea aparecieron los primeros indicios y al poco tiempo nuestra teoría se comprobó: nos encontrábamos con la más antigua y perfecta red cloacal de la nueva ciudad que se instaló en 1685. Y era de origen jesuítico, ya sin lugar a dudas.

Surgieron, una vez despejado el ámbito, “una cámara rectangular

(íntegramente trabajada en cal y piedra) de 0,90 de ancho por 8,95 de

largo con diez recintos enfrentados para uso sanitario, cinco de ellos

con sus bóvedas intactas a una profundidad en declive de 1,29 m en el

sur hasta 1,85 m en el norte. Se accede a la construcción por una

escalera de piedra con cuatro escalones de 0,16 m de huella por 0,23 m

de contrahuella. Al finalizar la cual se encuentran las primeras bóvedas.

Se aprecia en una de las bóvedas (al poniente) el conducto de entrada de

agua de 0,26 m. por 0,25 m. Al final de la cámara, se abre otro conducto,

de mayores dimensiones, 0,50 x 0,60 también construido en piedra. A lo

largo de un extenso recorrido (aproximadamente quince metros),

desemboca en un profundo pozo del mismo material. El piso de la

cámara es de lajas Estos datos técnicos son del minucioso informe que nos elevó al Arquitecto Roque Gómez en 198258 .

Cabe aclarar que años después que dimos a conocer esta reseña, en el mencionado Suplemento Literario de la Gaceta, el especialista publicó un trabajo sobre las ruinas y el resultado de los sondeos arqueológicos59.La noticia del hallazgo y de las excavaciones tuvo amplia repercusión en los medios de prensa de todo el país. Se encontraron además, en estas excavaciones, gran cantidad de fragmentos de loza Talavera, cerámica indígena, vitrificada de diversos colores -algunos se pudieron armar-, herrajes, tejas, ladrillos, etc. El arquitecto Gómez detallaba los tres estratos en que se encontraron y la antigüedad de los mismos. En el nivel inferior, los más antiguos (siglos XVII y XVIII) que ya mencionamos y en los otros niveles: objetos y elementos del siglo XIX: botellas, frascos, mayólicas, herrajes, clavos,

58 Peña de Bascary, Sara; “A 400 años…... Op. cit.1985. 59 Gómez, Roque; “Iglesia y Convento de San Miguel de Tucumán” En: “El conjunto

jesuítico de la estancia de Tafí del Valle y la Arquitectura jesuita de Tucumán” Págs. 16 a 28. Fac. de Arquitectura Universidad Católica de Salta. 1997.

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pedazos de vidrios, porcelanas, etc. Los que hoy se conservan en el Museo Histórico Provincial Presidente Nicolás Avellaneda.60

Con el informe técnico final del especialista más datos históricos, resultado de nuestras indagaciones y un abundante relevamiento fotográfico61 dimos cuenta, el 23 de marzo de 1983, a la Comisión Nacional de Museos Monumentos y Lugares Históricos, en carácter de Asesora Consulta de la misma. La Comisión dictaminó la importancia del hallazgo y solicitó enviar documentación complementaria, planchetas catastrales, entre otros datos.

Finalmente el 18 de noviembre de 1983 elevamos un informe adicional y en el solicitábamos “a nuestro criterio, como ya lo dijimos

con anterioridad, seria digno de tener en cuenta la posibilidad que el

sector integrado por el Templo, Monumento Histórico Nacional, el

claustro, joya arquitectónica y los vestigios detectados sean declarados

por su carácter histórico, artístico y arquitectónico de interés histórico

cultural, ya sea como monumento o como lugar.”62

El 14 de febrero de 1984, el vocal de la Comisión de Museos, Profesor Julián Cáceres Freyre, se dirigía al Presidente de la misma manifestando sobre los vestigios “que de acuerdo a la lectura del

mencionado informe, los hallazgos en pleno centro de la ciudad de S.M.

de Tucumán, en lo que fuera el antiguo claustro y colegio de la

Compañía de Jesús, de los siglos XVII y SVIII, son evidentemente, de

gran interés para ser investigados y puestos en condiciones de ser

exhibidos a la consideración publica, dado que se trata de las ruinas mas

antiguas de la ciudad”63

.

60 Detalle de los objetos (76) en inventario del acta de entrega del Museo Histórico Provincial el 29.12.1983.Copia en Archivo Sara Peña de Bascary. 61 El relevamiento lo realizó Willy Kenning, quien obsequió las fotos con negativos. Algunas damos a conocer en este escrito. Archivo S. P. de Bascary. 62 Nota al Delegado de la Comisión de Museos, Prof. Orlando Lázaro. Adjuntando un nuevo informe con más detalles. 18.11.1983. Copia en Archivo S. P. de Bascary 63 Nota del vocal de la Comisión de Museos, prof. Julián Cáceres Freyre al Presidente de ese Organismo. 14 de febrero de 1984. Copia en archivo S. P. de Bascary.

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La Comisión de Museos envió especialistas a examinar y estudiar los vestigios: Arq. Rodolfo Gallardo, Arq. Jorge Berbery, Dra. Ana María Lorandi, Sra. Noemí Lozada de Solla, entre otros.

Años después, en 1987, se declaró al claustro de San Francisco Monumento Histórico Nacional y a toda la manzana, donde se encuentran las antiguas construcciones, Lugar Histórico Nacional64. Esta medida se tomó según Resolución nº 270 /1987 de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación.

La propiedad donde se encuentran los restos arqueológicos es actualmente un salón con máquinas de juegos electrónicos. Las ruinas están bajo techo, un tinglado las protege de inclemencias, pero están muy abandonadas. Han crecido hierbas y la tierra ambiental se acumula. Y, lo que es peor no se pueden visitar, están escondidas en el corazón de la manzana. Muy pocas personas las vieron cuando se produjo el hallazgo. Continúan siendo inaccesibles ya que están en propiedad privada. Es una pena pues, sabido es que no se puede apreciar lo que no se conoce.

Los vestigios localizados en propiedades aledañas y en el ex colegio franciscano, hoy playa de estacionamiento, tampoco han sido estudiados.

Ha pasado mucho tiempo, veintiséis años, desde el encuentro de las ruinas del establecimiento de la Compañía de Jesús. No se realizaron sondeos arqueológicos complementarios. Paso previo, imprescindible, para encarar obras de restauración. Este fue el motivo que nos hizo retomar el tema del hallazgo brindando más detalles sobre las investigaciones realizadas y dar a conocer imágenes, de las excavaciones de 1982, en el anexo grafico de este escrito.65 El objetivo es interesar, a quien corresponda, en la preservación y puesta en valor de los vestigios arquitectónicos más antiguos de la ciudad de Tucumán. Nuestra inquietud aún esta vigente.

Julio de 2006.

64 Cfr. “La Gaceta” Tucumán 10 de mayo de 1987. 65 La Junta de Estudios Históricos, solicitó tratar el tema en la clase que dimos en el Curso de Patrimonio III, organizado por la misma entre mayo y julio de 2006.

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El recinto con muros de piedra y cal. Fotos 1980 Arriba: sector al sur oeste colindante a la izquierda con Convento de San Francisco. Abajo muro al Norte con abertura para ventana.

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Los sondeos. Trinchera I: a la derecha cimientos del muro demolido. Al fondo muro al norte y Trinchera II. Foto 1982

Excavaciones en trinchera III: aparecen bóvedas. Foto 1982.

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Las ruinas jesuíticas de San Miguel de Tucumán

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La escalera de piedra por la cual se accede a la cámara cloacal. A los costados las primeras bóvedas. Al fondo muro al sur colindante con Convento de San Francisco.

Escalera y primera bóveda al oeste.

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Entrada de agua a la primera bóveda.

Orificio en la parte superior de la bóveda. En el interior se observa la entrada de agua.

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Bóvedas al oeste y escalera (fotos 1 y 2). En la tercera: el canal de desagüe al final del recinto al Norte.

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Arriba. La red cloacal: bóvedas y piso de lajas. Abajo. Ubicación de las ruinas desde techos de San Francisco.

Ruinas

Claustro San Francisco Local comercial

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UBICACIÓN DE LAS RUINAS Del informe técnico de 1982

En propiedad colindante al de las ruinas se detectaron muros de las mismas características. En el ex Colegio de San Francisco (hoy playa de estacionamiento) también se localizaron vestigios muy antiguos. Señalizados en el croquis.

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Sara Peña de Bascary

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Planos del Informe de 1982 del Arq. Roque Gómez. Publicados en su trabajo “Iglesia y Convento

de San Miguel de Tucumán” En: “El conjunto jesuítico de la estancia de Tafí del Valle y la

Arquitectura jesuita de Tucumán” UNSA 1997.

Relevamiento de planta - Cámara: largo 8,95 m x 0,90 m ancho.

Corte longitudinal: Bóvedas completas: 0,70 ancho x 0,88; 0,98 y 1,00 m. de alto. Separadas entre si por 1,00 m.

Arq. Roque Gómez

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Las ruinas jesuíticas de San Miguel de Tucumán

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Plano de medidas de las ruinas. Del informe del Arq. Roque Gómez de 1980.

Plano General de las Excavaciones (del Informe de 1982 del arq. Roque M. Gómez) I: Trinchera 1; II: Trinchera 2; III: Trinchera 3; IV: excavación central.

Ventana

Ventana

13,10 m.

9,60 m

Puerta

Alto muros: 3,90 m. Espesor 0,80 m

N

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Sara Peña de Bascary

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Cerámicas Talavera y vitrificadas encontradas en las excavaciones. Estrato inferior. Se exhiben el Museo Histórico Provincial Presidente Nicolás Avellaneda.

Objetos encontrados en el estrato superior.

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Las ruinas jesuíticas de San Miguel de Tucumán

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FUENTES DOCUMENTALES ARCHIVO HISTÓRICO DE TUCUMAN Actas Capitulares (Trascripción de Samuel Díaz) Volúmenes 9, 10, 11 y 12

Sección Administrativa Volúmenes 10, 11, 12, 13, 14 y 15

Sección Judicial- civil Serie A Caja 33 - Expediente 4. Año 1785 Caja 31 - Expediente 6. Año 1782 Caja 33 - Expediente 3. Año 1784 Caja 88 - Expediente 4. 1849

ARCHIVO DEL CONVENTO DE SAN FRANCISCO Libro de Ingresos 1801-1843 ARCHIVO GENERAL DE LA NACION Sección Colonia. Sala IX. 22.2.3.

Sección Colonia, Sala IX, 36.8.6, leg. 104. Exte. 17. Fondo Biblioteca Nacional. Ms. 62. Archivo Lamas, Legajo. 6

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