las revoluciones burguesas

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1 2. LAS REVOLUCIONES NORTEAMERICANA Y FRANCESA. EL IMPERIO NAPOLEÓNICO Y LA RESTAURACIÓN. LIBERALISMO Y REVOLUCIONES DE 1820, 1830 Y 1848. EL NACIONALISMO Y LAS UNIFICACIONES ALEMANA E ITALIANA. 1. INTRODUCCIÓN. De modo general una revolución podría definirse como un cambio rápido, profundo y posiblemente violento que afecta a las instituciones políticas, económicas o sociales de uno o varios estados. En un proceso revolucionario normalmente aparecen enfrentadas de forma más o menos nítida dos fuerzas: los partidarios de mantener las viejas estructuras (reaccionarios) y los partidarios de derribarlas para crear otras nuevas (revolucionarios). El último tercio del siglo XVIII y el primero del XIX fueron testigos del fin del Antiguo Régimen y la transición de la denominada Edad Moderna a la Contemporánea. Las revoluciones políticas que tuvieron lugar en ese período terminaron con el absolutismo y lo sustituyeron por nuevas formas de gobierno basadas en la igualdad ante la ley, la democracia y la libertad individual. La sociedad feudal estamental dejó de existir y en su lugar se erigió la sociedad de clases, cuya diferencia lo marcaba no la propiedad, sino la riqueza. 2. LA INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS BRITÁNICAS EN NORTEAMÉRICA La rebelión de las colonias que el Reino Unido poseía en el norte de América constituyó la primera revolución de carácter burgués y el precedente de otras posteriores (R. Francesa, de las colonias americanas de España, etc.). Su importancia radicó en que por vez primera se puso en práctica de forma real y concreta una organización política de carácter liberal asentada sobre las bases ideológicas de la Ilustración. 2.1. LAS 13 COLONIAS ANTES DE LA REVOLUCIÓN. A mediados del siglo XVIII Gran Bretaña poseía en la costa atlántica del Norte de América 13 colonias: Desde el punto de vista económico: Habían alcanzado cierta prosperidad. Las colonias del norte basaban su pujanza en la industria y el comercio y estaban lideradas por una rica burguesía. Las colonias del sur eran agrícolas (plantaciones de algodón, tabaco y arroz trabajadas por esclavos negros) y su clase adinerada estaba compuesta fundamentalmente por terratenientes. Tanto unas como otras, desde una práctica mercantilista, estaban sujetas al llamado "Pacto Colonial" que las obligaba a suministrar materias primas a la metrópoli a cambio de recibir sus manufacturas. Desde el punto de vista político: Dependían de la Corona Británica, gozaban de escasa autonomía y los gobernadores británicos constituían la máxima autoridad. No poseían representación en el Parlamento Británico, y era precisamente allí donde se decidían asuntos importantes que les concernían, tales como la fijación de impuestos.

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2. LAS REVOLUCIONES NORTEAMERICANA Y FRANCESA. ELIMPERIONAPOLEÓNICOYLARESTAURACIÓN.LIBERALISMOYREVOLUCIONESDE1820,1830Y1848.ELNACIONALISMOYLASUNIFICACIONESALEMANAEITALIANA.

1. INTRODUCCIÓN.

De modo general una revolución podría definirse como un cambio rápido, profundo y posiblemente violento que afecta a las instituciones políticas, económicas o sociales de uno o varios estados.

En un proceso revolucionario normalmente aparecen enfrentadas de forma más o menos nítida dos fuerzas: los partidarios de mantener las viejas estructuras (reaccionarios) y los partidarios de derribarlas para crear otras nuevas (revolucionarios).

El último tercio del siglo XVIII y el primero del XIX fueron testigos del fin del Antiguo Régimen y la transición de la denominada Edad Moderna a la Contemporánea.

Las revoluciones políticas que tuvieron lugar en ese período terminaron con el absolutismo y lo sustituyeron por nuevas formas de gobierno basadas en la igualdad ante la ley, la democracia y la libertad individual. La sociedad feudal estamental dejó de existir y en su lugar se erigió la sociedad de clases, cuya diferencia lo marcaba no la propiedad, sino la riqueza.

2. LA INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS BRITÁNICAS EN NORTEAMÉRICA

La rebelión de las colonias que el Reino Unido poseía en el norte de América constituyó la primera revolución de carácter burgués y el precedente de otras posteriores (R. Francesa, de las colonias americanas de España, etc.). Su importancia radicó en que por vez primera se puso en práctica de forma real y concreta una organización política de carácter liberal asentada sobre las bases ideológicas de la Ilustración.

2.1. LAS 13 COLONIAS ANTES DE LA REVOLUCIÓN.

A mediados del siglo XVIII Gran Bretaña poseía en la costa atlántica del Norte de América 13 colonias:

• Desde el punto de vista económico:

Habían alcanzado cierta prosperidad. Las colonias del norte basaban su pujanza en la industria y el comercio y estaban lideradas por una rica burguesía. Las colonias del sur eran agrícolas (plantaciones de algodón, tabaco y arroz trabajadas por esclavos negros) y su clase adinerada estaba compuesta fundamentalmente por terratenientes.

Tanto unas como otras, desde una práctica mercantilista, estaban sujetas al llamado "Pacto Colonial" que las obligaba a suministrar materias primas a la metrópoli a cambio de recibir sus manufacturas.

• Desde el punto de vista político:

Dependían de la Corona Británica, gozaban de escasa autonomía y los gobernadores británicos constituían la máxima autoridad. No poseían representación en el Parlamento Británico, y era precisamente allí donde se decidían asuntos importantes que les concernían, tales como la fijación de impuestos.

 

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2.2. CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS 13 COLONIAS. Desde mediados del siglo XVIII existían una serie de factores (economía dependiente, falta de autonomía política) que dañaban las relaciones entre colonos y Metrópoli.

El desencadenante de la revuelta: Se produjo tras la Guerra de los Siete Años que Inglaterra había mantenido con Francia (entre 1756 y 1763). Este conflicto generó una crisis financiera del Estado que la Corona intentó paliar recurriendo al establecimiento, unilateralmente, de nuevos impuestos a los colonos para incrementar su contribución económica al Estado.

Uno de estos impuestos fue la Stamp Act o "Ley del timbre", sello que gravaba la adquisición de documentos oficiales y la prensa. La oposición de las colonias a lo que consideraban una tasa abusiva obligó a la Corona a retirar todas las tasas, salvo la del Té, hecho que provocó el llamado "Motín del Té" acontecido en el puerto de Boston.

2.3. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA DE LAS 13 COLONIAS (1775-1783). La guerra se inició en 1775 con la batalla de Lexington. La guerra tuvo las siguientes características:

• En ella intervinieron dos concepciones militares distintas:

De un lado, el ejército regular colonial británico reforzado por mercenarios, al que se unieron diversas tribus indias. Sobre el papel era muy superior al de los colonos pero el alejamiento de sus bases logísticas le restaba eficacia.

Del otro, la improvisada fuerza armada de los colonos, en principio desorganizada, pero convertida con el tiempo por George Washington en un efectivo instrumento militar.

• Fue una guerra de carácter internacional:

Las potencias absolutistas Francia (Lafayette) y España intervinieron en apoyo de la joven República. Su pretensión era debilitar a Inglaterra.

Se desarrolló en varias fases:

Tras una primera etapa favorable a Gran Bretaña, el conflicto cambió de rumbo a raíz de la victoria de los colonos en Saratoga y la batalla de Yorktown decidió el resultado del conflicto que concluyó definitivamente en 1783 tras la firma de la Paz de Versalles, por la que Gran Bretaña reconoció la independencia de sus colonias.

2.4. LA CREACIÓN DE UN NUEVO ESTADO.

El nuevo Estado surgido de la revolución se asentó sobre un conjunto de principios inspirados en el pensamiento liberal e ilustrado que se extendieron posteriormente a otros países.

Garantizaba una serie de derechos. Estos derechos fueron plasmados tempranamente en la Declaración de Independencia (4 de julio de 1776) redactada por Jefferson y en la Declaración de Derechos de Virginia (1776) y fueron recogidos en una constitución: la Constitución de 1787. Se optó por un Estado republicano que agrupaba las trece colonias en una confederación. Su vínculo quedaba garantizado por un poder central fuerte que tenía poderes en política exterior, política económica o el ejército.

Actualmente la Constitución de 1787 sigue vigente en USA.

 

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2.5. CONSECUENCIAS DE LA INDEPENDENCIA DE LAS TRECE COLONIAS.

1. Desde el punto de vista económico, los Estados Unidos de Norteamérica se liberaron de las trabas mercantilistas que les imponía la metrópoli cuando eran colonias y se lanzaron a un proceso de expansión económica y territorial (conquista del Oeste) que los llevó a convertirse en una gran potencia.

2. Desde el punto de vista social, la burguesía asumió el liderazgo de una sociedad de clases mientras otros Estados permanecían anclados todavía en la sociedad estamental.

3. Desde el punto de vista internacional, surgió el primer ejemplo de descolonización. En cuanto al carácter internacional del conflicto hay que distinguir entre dos casos:

Para Francia la guerra implicó un considerable gasto y la agudización de la crisis del Antiguo Régimen (años después de concluido el conflicto americano estallaría su propia Revolución).

España perdería la mayor parte de sus colonias.

4. Desde el punto de vista político, se consumó la primera revolución que permitió hacer realidad las ideas más avanzadas de la Ilustración. La Constitución de 1787 fue la primera escrita de la historia.

La República Federal que articuló el nuevo Estado llevó a la práctica la división de poderes de Montesquieu:

• El poder legislativo recayó en el Congreso (dividido en dos cámaras: el Senado y la Cámara de Representantes).

• El poder judicial descansaba sobre el Tribunal Supremo. • El poder ejecutivo fue encarnado por el Presidente de la República, elegido cada cuatro años, el primer

presidente de la república fue George Washington.

3. LA REVOLUCIÓN FRANCESA.

3.1. INTRODUCCIÓN.

El proceso que conocemos como Revolución Francesa supuso la caída del Antiguo Régimen. Las repercusiones de tal conflicto no afectaron exclusivamente a Francia, sino que, en mayor o menor medida, sirvieron de referente a aquellos que en Europa pretendían acabar con las monarquías absolutas y luchaban por la abolición de las desigualdades del régimen feudal.

3.2. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN EN FRANCIA

En las postrimerías del siglo XVIII, Francia asiste a la caída de sus estructuras feudales.

3.2.1. Crisis de la sociedad.

La sociedad francesa estaba basada en la desigualdad jurídica por nacimiento (estamentos).

Los beneficiarios de este orden social eran la nobleza y el clero, ambos poseedores de privilegios y exenciones.

Un tercer grupo estaba constituido por burgueses, artesanos, campesinos y otros colectivos marginales que carecían de privilegios y sumaban el 90% de la población. Sobre ese heterogéneo conjunto recaían los impuestos y cargas económicas en los que se sustentaba el Estado.

Los cambios económicos que estaban teniendo lugar (capitalismo comercial) dotaban a la burguesía de un fuerte poder económico que no se correspondía con su escaso protagonismo político. Este desajuste originaba gran frustración en una clase rica y culta que reclamaba un nuevo marco social y político que defendiera sus intereses.

 

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3.2.2. Crisis del Estado.

Francia estaba gobernada por una monarquía absoluta encarnada en un rey de derecho divino y un Estado fuertemente centralizado. Pero, en 1789, esta organización había quedado obsoleta. Para muchos se hacía necesaria una profunda reforma a la que, sin embargo, estaban poco dispuestos los privilegiados.

La crisis del Estado se traducía en un crónico déficit que hacía que anualmente los gastos de la Hacienda Pública superasen a los ingresos. El apoyo francés a la guerra de la independencia americana había agravado este agujero fiscal que hizo necesaria una urgente reforma a la que se opusieron los estamentos privilegiados, exentos de pagar impuestos.

3.2.3. La acción de la ideología ilustrada.

La difusión de las ideas de la Ilustración contribuyó a socavar los cimientos del Antiguo Régimen.

Destacaron las teorías de Voltaire, Montesquieu y Rousseau, fundamentadas en los principios de tolerancia, separación de poderes, soberanía nacional e igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Tales principios eran la base de una nueva ideología conocida como liberalismo. El ejemplo de cómo esos principios podían llevarse a la práctica lo tuvieron los franceses en los Estados Unidos de Norteamérica.

3.2.4. Una difícil coyuntura económica.

En 1789, los precios del trigo subieron a consecuencia de una serie de malas cosechas.

Esto produjo una crisis de subsistencia que afectó a amplios sectores de la población. Frente a la escasez, la carestía y el hambre, los privilegiados siguieron sumidos en un ambiente de lujo, despilfarro y ostentación.

3.3. LA REVUELTA DE LOS PRIVILEGIADOS

La protagonizaron la aristocracia y el clero que se opusieron a las propuestas del ministro de Luis XVI, Calonne. Calonne, para evitar la bancarrota de la Hacienda proyectó una reforma fiscal que pretendía hacer pagar impuestos a los privilegiados.

Los dos grupos privilegiados se opusieron frontalmente y solicitaron al rey la convocatoria de los Estados Generales, una asamblea en la que también tenía representación el Estado Llano.

3.3.1. Los Estados Generales (1789).

Se reunieron en Versalles en 1789 con el propósito de resolver el problema financiero del Estado. En la práctica sirvieron para que el Tercer Estado pidiese reformas políticas radicales, canalizando dichas demandas mediante los llamados “Cuadernos de Quejas” (cahiers de doulances).

El Tercer Estado, que contaba con un número de componentes que igualaba al de los otros dos juntos, planteó que las votaciones se hiciesen individualmente, es decir, cada diputado un voto y no por estamentos, a lo que tanto la nobleza como el clero se negaron.

Ante el rechazo, los representantes del Tercer Estado optaron por reunirse separadamente, lo que realizaron en forma de Asamblea Nacional en un frontón (juego de pelota) ante la imposibilidad de hacerlo en la Cámara, que había sido cerrada por orden real.

3.4. LA ASAMBLEA NACIONAL Y LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE (1789-1791)

Frente a las presiones para que la Asamblea Nacional se disolviese, los diputados juraron no hacerlo hasta elaborar una Constitución para Francia (Juramento del Juego de Pelota). Desde ese instante la Asamblea Nacional se transformó en Asamblea Constituyente. A los intentos del monarca por reprimir lo que consideraba una insubordinación, respondió el pueblo de París con el Asalto a la Bastilla, una cárcel estatal que simbolizaba la

 

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represión del rey a los disidentes políticos (14 de julio de 1789). Las revueltas se extendieron rápidamente por todo el territorio francés.

La Asamblea Constituyente realizó la siguiente labor:

1. Abolió los privilegios feudales y la sociedad estamental.

2. Declaró los Derechos del Hombre y del ciudadano, cuyo precedente inmediato fue la Declaración de Virginia de 1776.

3. Redactó la Constitución Civil del Clero, que suponía la formación de una Iglesia nacional francesa separada de la obediencia del Papa. Esta medida provocó la división del clero en dos sectores: los “juramentados” (que siguieron los principios revolucionarios) y los “refractarios” (considerados como reaccionarios).

4. Promulgó la Constitución de 1791, ley fundamental que organizaba la vida de Francia y en la que se contempló la soberanía nacional, la división de poderes y el sufragio censitario.

La Asamblea Nacional ponía la Revolución en manos de los sectores moderados, los girondinos. Con ella Francia dejó de ser una monarquía absoluta y se organizó como una monarquía de carácter limitado y constitucional.

3.5. LA ASAMBLEA LEGISLATIVA (1791-1792)

Durante ese período tuvieron lugar una serie de hechos que radicalizaron la revolución:

• En el exterior:

El rey intentó huir a Austria. Descubierto en Varennes, fue obligado a regresar a París, quedando en entredicho su lealtad, pero también afectando negativamente a la propia monarquía constitucional.

Como reacción, las potencias absolutistas encabezadas por Austria y Prusia decidieron intervenir en ayuda del monarca francés. La Asamblea declaró la guerra a la primera coalición de potencias extranjeras.

• En el interior:

Se desencadenó la división del frente revolucionario: surgieron grupos radicales (como el de los Sans-Culottes) que reivindicaban cambios democráticos y sociales avanzados. Instauraron en París una Comuna revolucionaria que destituyó y arrestó al rey.

Se ponía fin de ese modo a la monarquía constituyente consagrada en la Constitución de 1791.

3.6. LA CONVENCIÓN NACIONAL (1792-1794)

La Asamblea fue reemplazada mediante sufragio universal por la Convención Nacional. Ésta abolió la monarquía e implantó una República.

La Convención contó en su seno con varias tendencias articuladas en los siguientes grupos:

• Los Girondinos (Brissot). Representantes de la alta burguesía, partidarios de controlar con moderación el proceso revolucionario. Constituyen la derecha revolucionaria.

• Los Jacobinos (Robespierre, Saint-Just). Representantes de la burguesía media. Apoyados por los sans-culottes (clases populares urbanas) y la Comuna de París, evolucionaron hacia posturas cada vez más radicales.

• Aún más exaltados que los jacobinos, eran los "cordeliers". Figuras destacadas de este grupo fueron Hébert, Danton y Marat. Junto con los jacobinos integraban la llamada "Montaña", el grupo más radical de la revolución

• La Llanura (que comprendía la mayor parte de la Convención) fluctuaba entre ambos grupos.

 

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Dos etapas configuraron este período:

a) Etapa girondina (hasta 1793).

Mientras duró, la Convención estuvo dominada por los moderados girondinos. Se venció a los prusianos (Valmy), pero la presión de los radicales jacobinos forzó a la ejecución del rey (1793), lo que avivó la ofensiva europea, encabezada por Inglaterra.

b) Etapa jacobina (hasta 1794).

En esta fase los más radicales se hicieron con el poder, apartando a los girondinos, que fueron perseguidos y muchos de ellos ejecutados. Entre los nuevos dirigentes sobresalió la figura de Robespierre. El Comité de Salud Pública se convirtió en el verdadero órgano de gobierno de la Convención. A través de un Tribunal Revolucionario se implantó un “Régimen de Terror” durante el cual fueron guillotinadas decenas de miles de personas.

En 1794, tuvo lugar la reacción thermidoriana (mes de thermidor según el calendario revolucionario), un golpe de estado protagonizado por los diputados de la Llanura, detuvo a Robespierre y mandó ejecutarlo. El ascenso revolucionario quedó interrumpido y Francia se adentró en una etapa moderada.

3.7. EL DIRECTORIO (1795-1799).

Tras la ejecución de Robespierre y de otros elementos jacobinos ("montañeses") la revolución se adentró en una fase moderada. Fue redactada una nueva Constitución, la de 1795, y se ensayó la fórmula del Directorio, así denominado porque el poder Ejecutivo quedaba en manos de 5 miembros (directores), en tanto que el Legislativo descansaba en dos Cámaras (Consejo de los Quinientos y el Senado).

Un militar de prestigio, Napoleón Bonaparte, se convirtió durante algún tiempo en el árbitro de la política, hasta que dio un golpe de estado el 18 brumario de 1799, poniendo fin al directorio.

3.8. IMPORTANCIA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

a) Fue la primera revolución política burguesa del continente europeo.

Sus precedentes hay que buscarlos en la Revolución Inglesa del siglo XVII y en la Independencia de los Estados Unidos.

b) Supuso la implantación del liberalismo como ideología alternativa al absolutismo.

Asestó un golpe decisivo al absolutismo monárquico que fue reemplazado por los principios de la soberanía nacional, el reparto de poderes y el reconocimiento de las libertades individuales (liberalismo).

c) Dotó a Francia de una nueva estructura de la propiedad agrícola

Aunque pervivieron las grandes propiedades agrarias (en manos de la burguesía), nació un nuevo tipo de explotación de tamaño medio en sustitución de los antiguos latifundios pertenecientes a la nobleza y al clero.

d) Constituyó un referente político e ideológico para las revoluciones burguesas que se desarrollaron a lo largo del siglo XIX (revoluciones burguesas de 1820, 1830 y 1848) y en los procesos de independencia colonial que dieron origen a nuevos estados, como los de la América hispana.

 

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4. NAPOLEÓN BONAPARTE.

Militar, político y gobernante, emperador de Francia. Hay que distinguirlo de su sobrino Luis Napoleón, presidente de la II República Francesa y más tarde emperador de Francia con el nombre de Napoleón III.

4.1. BIOGRAFÍA.

Nació en Córcega. Murió exiliado en la isla Santa Elena en 1821.

Perteneciente al seno de una familia de la pequeña nobleza, marchó a Francia para cursar estudios militares. Iniciada la revolución, Napoleón se distinguió en la acción militar.

Le fue concedido por el Directorio el mando del ejército francés en Italia. Allí se desplegó todo su genio militar venciendo a los austríacos.

Acosado el Directorio por las potencias extranjeras encabezadas por Inglaterra, el Directorio decidió enviar a Napoleón con un ejército a Egipto (en poder del Imperio Turco), con la intención de cortar a Gran Bretaña la ruta hacia la India.

Durante esta campaña venció a los mamelucos (soldados al servicio de Turquía) en la Batalla de las Pirámides, pero la derrota de la escuadra francesa a manos británicas dejó aislado al ejército francés.

De regreso a Francia, encabezó un golpe de estado contra el Directorio (18 de Brumario de 1799).

El Directorio dio paso al Consulado. En 1804 Napoleón dejó de ser Primer Cónsul para convertirse en Emperador de todos los franceses.

4.2. EL IMPERIO NAPOLEÓNICO.

Durante su imperio, Napoleón continuó e intensificó su política exterior agresiva hacia las potencias europeas absolutistas (Prusia, Austria, Rusia, España) y contra Gran Bretaña.

4.2.1. Las victorias:

Consiguió derrotar a la 2ª y la 3ª coalición militar organizadas frente a Francia, alcanzando enormes éxitos militares: Marengo (1800), Austerlitz (1805) y Jena (1806).

4.2.2. Las derrotas:

Sin embargo, fracasó en sus campañas contra España, que había invadida en 1808, y Rusia. Tampoco pudo quebrar el dominio británico de los mares y bloquear las islas asfixiando su comercio.

En 1813 fue derrotado en Leipzig. En 1814 las tropas de la coalición entraron en París y Napoleón se vio obligado a abdicar y exiliarse en la isla de Elba (Italia).

Mientras, en Francia fue restaurada la monarquía en la persona de Luis XVIII (hermano de Luis XVI).

4.2.3. El Imperio de los Cien Días.

Sin embargo, en 1815, Napoleón abandonó la isla de Elba, se trasladó a París y tomó de nuevo el mando de Francia.

Pero el emperador fue derrotado en Waterloo por una coalición de potencias integrada por Reino Unido, Austria, Prusia y Rusia.

La derrota de Waterloo supuso el fin del imperio napoleónico y concluyó con su destierro a la isla atlántica de Santa Elena, donde permaneció hasta su muerte.

 

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5. IMPORTANCIA DEL PERÍODO NAPOLEÓNICO.

5.1. En el plano interno:

Para Francia el período napoleónico supuso la consolidación definitiva de la obra de la Revolución desde sus bases más moderadas, olvidando el radicalismo del período jacobino.

a) A nivel político-jurídico:

Napoleón afianzó las principales conquistas revolucionarias, aunque eliminando sus aspectos más radicales y teniendo una cada vez mayor concentración de poder en su persona. Los pasos que siguió fueron: el Consulado (1799-1804) y, finalmente, el Imperio (1804-1815). Se apoyó para ello en la alta burguesía y el ejército.

Sus realizaciones más notables se concretaron en la creación de una administración local de estructura centralizada, la organización judicial (los jueces fueron convertidos en funcionarios) y la reestructuración del aparato burocrático.

El resultado de esta política se materializó en su Código Civil que garantizaba la libertad individual, la igualdad ante la ley, la propiedad privada y la libertad económica.

b) A nivel social:

La alta burguesía, junto a sectores de la nobleza exiliada que fue repatriada tras el fin de la Revolución, se convirtió en la clase dirigente de Francia.

c) A nivel ideológico:

Hay que tener en cuenta dos fenómenos contrapuestos:

Por un lado, Napoleón mantuvo muchos de los principios de la Revolución: liberalismo, soberanía nacional garantizada por sufragio universal, separación de poderes, subordinación del clero al Estado, fomento de la educación, etc.

Pero por otro, limitó sus logros más progresistas (el sufragio universal, la educación fue utilizada como un medio de control, los tribunales sufrieron una depuración, se recortaron las libertades y, en materia religiosa, restableció las relaciones con el Vaticano con la firma de un Concordato.

5.2. En el plano internacional:

a) Napoleón persiguió la idea de una Europa unida bajo un mismo orden:

Caracterizado por la abolición de la sociedad estamental. Para poner en práctica dicho proyecto se embarcó en una política imperialista que liquidó los restos del Antiguo Régimen.

b) La política imperialista:

Para ejecutarla se valió de un moderno ejército que utilizando tácticas revolucionarias venció a cuantas coaliciones se le enfrentaron, esencialmente las integradas por Austria, Rusia y Prusia bajo la dirección de Inglaterra.

El resultado fue la formación de un extenso imperio bajo el liderazgo de Francia, organizado y regido personalmente, a través de familiares o militares de confianza, con la colaboración de las clases ilustradas de los países conquistados. En España, tras la promulgación del Estatuto de Bayona y la renuncia de Carlos IV y Fernando VII a sus derechos dinásticos, Napoleón nombra a su hermano, José Bonaparte, rey de España en 1808, coincidiendo con el estallido de la Guerra de la Independencia.

La formación de ese imperio fue posible gracias a una serie de ininterrumpidas victorias militares frente a rusos, austríacos y prusianos (Austerlitz, Jena, etc). Sin embargo, fracasó en el intento de bloquear a Inglaterra por mar.

 

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Las dificultades que encontró en España (Guerra de la Independencia), el fracaso de la campaña de Rusia y la acción de Inglaterra (derrota franco-española de Trafalgar, 1805) hicieron fracasar sus pretensiones imperiales. Tras ser vencido Leipzig fue desterrado a la isla de Elba. Recuperó durante un breve tiempo el poder retomando su política imperialista (Imperio de los Cien Días) pero fue derrotado definitivamente en Waterloo (1815) y desterrado a la isla de Santa Elena (en el Atlántico).

El legado napoleónico se materializó en la difusión de las ideas revolucionarias por Europa y la quiebra del Antiguo Régimen. Al mismo tiempo, el imperialismo napoleónico fomentó los nacionalismos, de los estados que fueron ocupados por sus ejércitos.

Este legado perduró a pesar de los intentos del Congreso de Viena y la acción de la Restauración.

6. LA EUROPA DE LA RESTAURACIÓN: EL CONGRESO DE VIENA.

• Una vez derrotado Napoleón, las potencias vencedoras se reúnen en Viena para restaurar el absolutismo y devolver a los reyes absolutos los tronos perdidos por la Revolución y Napoleón. En la misma Francia Luis XVIII, heredero de Luis XVI, es coronado rey; en España Fernando VII también reimplanta el absolutismo.

Parecía que la Revolución no había servido para nada y que todo volvía a ser como antes. Las apariencias engañaban, después del triunfo de las ideas burguesas y el liberalismo, no se podía volver así como así al pasado como si nada hubiese pasado, la Restauración del Antiguo Régimen era, por tanto, solo provisional, la burguesía no había olvidado su objetivo de conquistar el poder.

• Junto a la Restauración del absolutismo el otro gran principio que se trató es el de modificar las fronteras europeas que la Revolución y Napoleón habían alterado. El objetivo es que hubiese un equilibrio entre las potencias, que ningún país fuese más fuerte que los demás.

El mapa que salió de Viena era muy similar al de antes de la Revolución: Francia conservaba las fronteras de Luis XVI, Alemania e Italia seguían fragmentadas políticamente y Bélgica dejaba de pertenecer a Austria y era incorporada a Holanda.

• Pero como de todo se aprende, se creó la Santa Alianza: un grupo de países (Rusia, Prusia, Austria y la propia Francia) decidieron crear una unión militar para que en el caso de que en cualquier país europeo peligrara el trono de un rey absoluto por una revolución, los aliados se obligaban a intervenir en su apoyo.

Su intervención se puso de manifiesto en 1823 cuando en España Fernando VII recobró su poder absoluto gracias al envío de los Cien mil hijos de San Luis dirigidos por el duque de Angulema. Los monarcas absolutos creían haber dejado todo atado y bien atado.

 

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7. LAS REVOLUCIONES BURGUESAS DE 1820, 1830 Y 1848. La Revolución Francesa y las tropas de Napoleón habían extendido por Europa ideas que eran imposibles de borrar y que se identificaban automáticamente con la burguesía: liberalismo y nacionalismo. El liberalismo es una doctrina básica e irrenunciable de la burguesía, se basa en la libertad absoluta del individuo para expresar sus ideas, reunirse, conservar sus propiedades... sin que ningún poder pudiera acabar con ellas. En lo político, el liberalismo recibe el nombre de liberalismo político y es una síntesis de las ideas de los ilustrados: división de poderes, parlamentos elegidos por la nación como poder legislativo, sufragio censitario, monarquía parlamentaria o república como forma de gobierno. En lo económico, el liberalismo recibe el nombre de liberalismo económico que resume el pensamiento de los ilustrados basado en que el estado no debe intervenir en economía, solamente la ley de la oferta y la demanda deben regular el mercado; estos principios fueron formulados en el XVIII por Adam Smith (“laissez faire, laissez passer”, “dejar hacer, dejar pasar”). Las revoluciones burguesas son aquellas revoluciones que tienen como protagonista fundamental a la burguesía, que se apoya en la situación de penuria económica del resto del pueblo para sus demandas políticas (sufragio censitario1, monarquía constitucional). Estas revoluciones tuvieron un claro componente nacionalista, definido como ideología reivindicativa que defiende la soberanía de una Nación, identificada como un cuerpo de ciudadanos que desean vivir en común porque tienen un pasado, una lengua, una cultura o religión comunes. Tras la revolución francesa, hubo tres grandes conatos revolucionarios:

La revolución de 1820 tuvo un claro componente elitista: estaba apoyado por la élite, procedente de sectores de la aristocracia y la alta burguesía, que buscaban la implantación de un régimen liberal moderado. Tuvo su eje de acción en la Europa mediterránea: en España, protagonizada por el general Riego, que intentaba implantar una monarquía constitucional, pero sin sustituir al rey, Fernando VII y que fue aplastada por un ejército de la Santa Alianza: los Cien mil hijos de S. Luis. También tuvo otros focos en Italia y en Grecia, pero solo tuvo éxito en Grecia, donde se reivindicaba la independencia de Grecia del Imperio Otomano, cosa que lograron con éxito. También resultaron victoriosos los movimientos de las colonias españolas de América que, entre 1808 y 1825, se enfrentaron a la metrópoli, se declararon independientes e impusieron regímenes liberales en las nuevas repúblicas.

La revolución de 1830 nace en un contexto de dificultades económicas y sociales: hay un descontento popular por los bajos salarios, el paro, la inflación motivada por la crisis agrícola que originó una crisis industrial. En este marco, un hecho, como fue la derogación de la Carta Otorgada2 por Carlos X, trajo consigo una revuelta popular dirigida sabiamente por la burguesía: son las Tres jornadas gloriosas de julio de 1830. Trajo consigo la abdicación de Carlos X, pero la alta burguesía no quería que la revolución se le fuera de las manos, con lo que se proclamó una monarquía con un nuevo rey, Luis Felipe de Orleáns, duque de Orleáns, quien volvió a implantar la Carta otorgada derogada por Carlos X. La revolución se difundió por otros países del continente europeo, donde tuvo una componente nacionalista: en Italia, Suiza y Polonia, aunque en todos ellos fracasó. Solo tuvo éxito en Bélgica que logró independizarse de los Países Bajos y proclamar una monarquía constitucional.

La revolución de 1848 surge en un contexto de depresión económica como la revolución de 1830. Sin embargo, no es, en este caso la alta burguesía la que va a demandar una serie de derechos políticos, sino que serán las clases medias y el proletariado los que demandarán un sufragio extensible a toda la población, un sufragio universal masculino. La crisis económica sirvió a las clases medias para demandar estos derechos, apoyándose en el proletariado urbano. Hubo unas barricadas que trajeron consigo la abdicación de Luis Felipe de Orleáns. La pequeña y mediana burguesía había logrado sus objetivos al proclamarse la república en el sobrino de                                                             1 Sufragio restringido en el que sólo votaban los que tenían un determinado nivel de ingresos. 2 Documento que emanaba del rey, no del pueblo, a diferencia de una constitución, pero que contempla una serie de derechos liberales (igualdad y libertad), mantenía la abolición de los privilegios feudales, pero que, a diferencia de una Constitución, no era aprobada por el pueblo sino otorgada por el rey.

 

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Napoleón, y el sufragio universal masculino. Pero esto no iba a durar, hubo una durísima represión seguida de la implantación del II Imperio de Luis Napoleón Bonaparte, quien establece un régimen autoritario. La revolución de 1848 se extendió también por Europa en la denominada “Primavera de los pueblos”: el imperio austríaco con un carácter nacionalista: los territorios de Bohemia, Hungría y el Norte de Italia, pretendían la independencia de Austria, pero fracasaron. En Alemania, también fracasaron las insurrecciones en la Confederación Germánica que reivindicaba la unificación de los Estados Alemanes.

En definitiva, la existencia de grupos liberales más moderados sería el que predominaría en las revoluciones liberales ante el temor de las demandas sociales del proletariado urbano, surgido de la Revolución Industrial, lo que motivará que la burguesía se desligue de ese apoyo y reprima las demandas populares. No obstante, la burguesía, apoyándose en las clases populares urbanas había logrado sus objetivos: el Estado liberal y la supresión del Antiguo Régimen.

8. LA EUROPA DE LOS NACIONALISMOS.

Mientras las perspectivas revolucionarias se alejaban después de 1848, un movimiento político recién nacido ganaba terreno: el nacionalismo. La idea de nación tiene su antecedente en la revolución francesa: se hablaba de soberanía nacional o de nación, un grupo de hombres libres, pertenecientes al Tercer Estado, que tenían los mismos derechos que los estamentos privilegiados.

La política imperialista de Napoleón Bonaparte marcó el inicio de sentimientos nacionalistas en la que también influyó el Romanticismo, ideología del siglo XIX que viene a recuperar el pasado histórico y a identificar a la nación como un conjunto de ciudadanos libres que comparten una lengua, una religión, una historia común. A veces, coincidía la identificación entre Nación y Estado: la Nación la constituía el conjunto del pueblo español, o el francés, pero otras naciones vivían fragmentadas políticamente en Estados independientes como Italia y Alemania.

El movimiento nacionalista, entendido como corriente ideológica que proclama el derecho a constituir Estados que coincidieran con la Nación, entendida como colectividad que tenía en común una historia, una cultura, una lengua, el territorio, e incluso unas raíces étnicas comunes, se haría cada vez más fuerte desde mediados del s. XIX, y no tendría una clara solución hasta el s. XX.

La lucha por la formación de Estados nacionales se basó en dos corrientes: uno que consideraba el Estado-nación como algo que podía existir si había voluntad, consenso, de un pueblo de vivir en común y estar regido por las mismas instituciones. Al frente de esta corriente estarían nacionalistas liberales italianos, como Mazzini.

La otra corriente fue desarrollada por nacionalistas alemanes como Herder o Fichte (Discursos a la nación alemana), según los cuales la nación existía, independientemente de la voluntad general que pudiera tener o no tener un pueblo.

Los sentimientos nacionalistas arraigaron en los pueblos europeos a lo largo del siglo XIX, produciéndose procesos de unificación de algunos Estados, como Italia o Alemania, y la independencia en Estados de otras naciones, como ocurrió en el imperio austríaco o el otomano.

8.1. LA UNIFICACIÓN ALEMANA.

La Confederación Germánica había surgido en la primera mitad del s. XIX. Estaba compuesta por 38 Estados, algunos de los cuales pertenecía al imperio austríaco. La corriente cultural del Romanticismo ve surgir a una serie de intelectuales que vienen a hablar de una nación alemana. Es de destacar así a escritores como Schiller, o filósofos como Fichte (“Los discursos a la nación alemana”), o Herder. La lengua y el pasado histórico comunes eran los elementos esenciales del sentimiento nacionalista, todavía no había aparecido ingredientes racistas que hablaran de una raza aria o germánica.

Las revoluciones de 1830 tuvieron ya un componente nacional importante, creándose el Zollverein, una unión aduanera que tuvo una poderosa influencia en la búsqueda de la unidad política.

 

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En 1848, la unidad alemana pasó a ser un elemento esencial de las motivaciones revolucionarias. El problema sería, sin embargo, qué potencia, que Estado dirigiría ese proceso de unidad. Prusia o Austria eran los dos Estados dirigentes posibles. Finalmente, excluyendo a Austria por regir un Imperio plurinacional y absolutista, Prusia sería la que lideraría la construcción alemana.

Así pues, Prusia fue el Estado que bajo la dirección del canciller de hierro, Otto von Bismarck, se puso a la cabeza del proceso en los años sesenta (1860). Éste sería el gran forjador de la unidad alemana, junto al rey de Prusia Guillermo I.

Con Bismarck, Prusia llegó a adquirir una posición hegemónica entre los Estados alemanes. El nuevo primer ministro de Prusia estaba convencido de que la unificación era inevitable, pero a la fuerza, enfrentándose a otras potencias. La unidad alemana hubo de conseguirse a través de tres conflictos bélicos: el de los ducados daneses, el que enfrentó a Austria y Prusia y el habido entre Francia y Prusia.

• El primero de los conflictos se derivó de que los ducados de habla alemana de Schleswig y Holstein, iban a anexionarse a Dinamarca. Hubo una fuerte reacción que motivó la guerra entre Prusia y Dinamarca: Prusia, poniendo en práctica los planes de su general Von Moltke, consiguió inclinar la guerra a su favor. De este modo, los ducados pasaron a ser administrados por Prusia.

• Hubo un segundo enfrentamiento, en este caso con Austria, por cuestiones de hegemonía en la Confederación germánica que motivaron una guerra, y la derrota, nuevamente por Moltke, de los austriacos en Sadowa. La derrota de Austria conllevó a que Prusia extendiera sus territorios: la Alemania del norte se articuló en una Confederación alemana del Norte, formada por Prusia y 21 Estados alemanes del norte, en la que Austria estaba excluida.

• La última etapa de la unificación fue la que llevó a la anexión de los estados alemanes del sur, hecho en el que fue decisivo el enfrentamiento con la Francia del II Imperio, de Napoleón III. Francia, ante las pretensiones expansionistas de los prusianos, declaró la guerra a Prusia. Los franceses fueron derrotados en Sedán, en 1870. Las tropas alemanas llegaron incluso hasta las inmediaciones de París. Esta derrota supuso que los Estados alemanes del sur entraran en la Confederación en torno a Prusia, y se proclamó el II Reich alemán, siendo su emperador Guillermo I y su canciller Bismarck. Con ello, Prusia logró la unificación de todos los Estados alemanes en un solo Estado federal.

8.2. LA UNIFICACIÓN ITALIANA.

A principios del siglo XIX, la actual Italia estaba dividida en varios Estados, el Piamonte-Cerdeña, la Lombardía-Véneto (ocupada por el imperio austríaco), los Estados Pontificios, el reino de las Dos Sicilias (Nápoles y Sicilia), y los ducados de Párma, Módena y Toscana.

En la primera mitad del siglo, los Estados del norte protagonizaron revoluciones liberales y antiaustríacas que favorecieron la formación de un movimiento cultural que se denominó Risurgimento o Resurgimiento, del que formaron parte Leopardi, o músicos como Verdi o Rossini. Esta corriente defendía una misma nación para todo el territorio italiano. Estaba apoyado por la burguesía, a la que interesaba formar un Estado independiente y liberal moderado y, por tanto, tenía que promover el sentimiento nacional en todas las clases sociales. No obstante, no existía un nacionalismo o conciencia nacional en todos los ámbitos (“La patria es la conciencia de la patria”, de pertenecer a una nación común, como defendía Mazzini).

El proceso de unidad italiana, al igual que en Alemania, se realizó a partir de un Estado, concretamente el reino de Piamonte-Cerdeña, Estado industrializado gobernado por una monarquía constitucional cuyo rey era Víctor Manuel II de Piamonte, que fue el único rey que conservó instituciones liberales en su reino de toda Italia. Al igual que en Alemania, destacó la figura de un primer ministro, Cavour, que para llevar a cabo la unificación debía enfrentarse a la poderosa Austria, que poseía el norte de Italia. A partir de los años sesenta, el reino de Piamonte consigue de Francia la ayuda para enfrentarse Austria. La primera gran batalla se produce en Magenta, a la que siguió la de Solferino, y se consigue la Lombardía, que era incorporada al reino piamontés. Francia conseguía Saboya y Niza, a cambio del apoyo al reino de Piamonte.

 

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Tras la caída de la Lombardía, se produce la anexión de otros Estados italianos del norte de Italia, como son los ducados de Parma, Toscana y Módena, que se unieron a Piamonte tras la expulsión de sus gobernantes. El siguiente paso iba a ser la conquista del reino de Nápoles, en la que interviene un romántico nacionalista llamado Giuseppe Garibaldi. En 1860 se fraguó la llamada expedición de los mil al frente de los cuales estaba Garibaldi. De este modo, se conquistó Sicilia, y cruzando el estrecho de Messina se entró en el reino de Nápoles. Tras la anexión del reino de las Dos Sicilias (Nápoles y Sicilia), solo quedaban por ser anexionados los Estados Pontificios, que tradicionalmente habían sido gobernados por el Papado; y el Véneto, o Venecia. La anexión del Véneto se consiguió con la intervención italiana en la guerra franco prusiana en apoyo de Prusia. Del mismo modo que había caído la Lombardía cedida por Austria, cayó también el Véneto, también cedida al ya reino de Italia por Austria.

La anexión de los Estados Pontificios se consigue en 1870, fecha que coincide con la consecución de la unidad alemana. La guerra franco-prusiana trajo consigo que Napoleón retirara sus tropas de Roma, puestas en protección del papado para evitar las protestas de los católicos franceses, temerosos de que el Papado sucumbiera ante los ejércitos italianos. Esto fue aprovechado para que se ordenara el ataque de Roma. Ocupada Roma, Italia quedaba unificada y el reino de Italia estableció allí su capital.

De este modo, se conseguía la unidad política, pero no la unidad en lo económico, una división entre una Italia del norte, industrializada y rica, y una Italia del sur, pobre y agrícola, división que ha influido en el desarrollo de Italia hasta la actualidad.