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    El trabajoCsar Vidal

    A inicios del siglo XVI, nadie habra discutido que haba trabajos msdignos y menos dignos; que ciertas ocupaciones no eran propias de los seores osimplemente de gente que se preciara e incluso que el trabajo era, a fin de cuentas, uncastigo de Dios.

    Unas semanas antes del final de la pasada temporada, Carlos Alberto Montaner se preguntaba por lasrazones que explican el arraigo de determinados sistemas polticos y econmicos en determinadas naciones(Estados Unidos, por ejemplo) y su fracaso en otras (Iberoamrica). Con muy buen criterio, Montaner rechazaba la explicacin racista; no terminaba de ver que Weber tuviera razn en su tesis sobre el protestantismo y el espritu del capitalismo y, finalmente, formulaba una serie de aspectos esenciales parael progreso de una sociedad. Este artculo es el primero de una serie en la que pretendo abordar el tema planteado por Carlos Alberto Montaner y darle una respuesta basada en criterios histricos.

    La diferencia de Espaa con otras naciones constituye uno de los temas ms manidosde la Historia y la ensaystica. Por razones generalmente interesadas, se ha insistido enque Espaa es diferentepara lo bueno como "reserva espiritual de Occidente", para lomalo como nacin especialmente atrasada o, por el contrario, en que la diferencia noexiste para subrayar que no somos peores que ingleses o franceses o para indicar que,en el fondo, todos somos iguales. Que Espaa es diferente constituye una perogrullada.Lo es como lo son Italia, Francia o Alemania. Que esa diferencia es, en ocasiones, parabien y, en otras, para mal, no creo tampoco que pueda discutirse. Es obvio que sutrayectoria es mejor que la de, pongamos, Uganda, pero no ha sido especialmente felizdurante siglos y en estos momentos no vive sus mejores momentos. Negar la diferenciaatribuyndola a una supuesta "hispanofobia" no pasa de ser una majadera colosal

    fruto de una ceguera propia de la ignorancia y el prejuicio. A lo largo de este artculo yde los siguientes intentar mostrar que Espaa es diferente fundamentalmente por sumentalidad; que no es nica en esa mentalidad ya que comparte muchos aspectos de lamisma con otras naciones que han tenido desarrollos histricos con interesantesyprevisibles paralelos y que, en tercer lugar, esa mentalidad deriva de un hecho tanesencial como la opcin religiosa que cristaliza en Espaa de manera innegable en unperodo que va de la Expulsin de los judos en 1492 a los primeros autos de fe conquemas de protestantes ya en el siglo siguiente. En ese perodo, los gobernantesespaoles optaron por una posicin clara y definida y eso influira enormemente noslo en el terreno religioso como cabra esperar sino en la conformacin de unamentalidad concreta que ha llegado hasta el da de hoy y que ha ido modelando

    incluso el pensamiento de la izquierda.En relacin con laReforma protestante del siglo XVI , no voy a entrar en cuestioneshistricas que ya he tratado, por ejemplo, enEl Caso Lutero, una obra que gan elPremio de ensayo Finis Terrae. Tampoco me voy a adentrar en la descripcin deposiciones doctrinales queen mi opinin son ajenas a este tema. Pero s intentarmostrar cmo el hecho de que Espaacomo Italia, como Portugal, como Irlanda,como Grecia... quedara fuera del cambio de mentalidad que signific la Reformaprotestante tuvo enormes consecuencias que trascendieron del fenmeno religioso ymodelaron la sociedad, la economa y la poltica.

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    En trminos meramente histricos y religiosos, la Reforma del siglo XVI signific undeseo decidido, ferviente y entusiasta de regresar a la cosmovisin de la Biblia, unacosmovisin diferente de la que presentaba el catolicismo romano que, al menos desdeel siglo IV, haba ido sumando otros elementos procedentes del derecho romano, lafilosofa griega y las culturas germnicas. La Reformacomo el Renacimiento intent

    pasar por alto la Edad Media y regresar a lo que consideraba una pureza primigeniacorrompida desde haca siglos. Como en el caso del Renacimiento, lo que logr no fueun regreso imposible a la Edad Antigua sino algo distinto, pero con un enorme poderde atraccin y de sugestin. De entrada, su visin del trabajo, a la que me referir enesta entrega, no pudo verse ms alterada.

    Ya Eusebio, en el siglo IV, escriba: "Dos formas de vida fueron dadas por la ley deCristo a su iglesia. Una es sobrenatural y sobrepasa la forma de vida comn...Completa y permanentemente se separa de la vida comn y ordinaria de lahumanidad, y se dedica al servicio de Dios solo... Esa es la forma perfecta de vidacristiana. Y la otra, ms humilde, ms humana, permite a los hombres... dedicarse a laagricultura, al comercio, y a otros intereses ms seculares al igual que a la religin... Yuna especie de piedad de segunda clase se les atribuye". Esa diferenciacin entretrabajos ms o menos santos se fue fortaleciendo a lo largo de la Edad Media conaportes como pudo ser la visin de una sociedad esclavista como la romana o lacaballeresca y militar de los pueblos germnicos. Desde luego, a inicios del siglo XVI,nadie habra discutido que haba trabajos ms dignos y menos dignos; que ciertasocupaciones no eran propias de los seores o simplemente de gente que se preciara eincluso que el trabajo era, a fin de cuentas, un castigo impuesto por Dios a nuestrosprimeros padres por su cada en el huerto del Edn. La Reforma present una visinradicalmente distinta del trabajo.

    De entrada, el regreso a la Biblia permiti descubrirms de un milenio para darsecuenta! que Adn ya haba recibido de Dios la misin de trabajar antes de la Cada yque esa labor consista en algo tan tericamente servil como labrar la tierra y guardarla(Gnesis 2: 15). Aquel sencillo descubrimiento cambiara la Historia de Occidenteycon ella la de la Humanidad de manera radical.Lutero , por ejemplo, pudo escribir:"Cuando un ama de casa cocina y limpia y realiza otras tareas domsticas, porque se es elmandato de Dios, incluso tan pequeo trabajo debe ser alabado como un servicio a Dios quesobrepasa en mucho la santidad y el ascetismo de todos los monjes y monjas". En suComentario a Gnesis 13: 13, el alemn sealara en relacin con las tareas de la casaque "no tienen apariencia de santidad, y, sin embargo, esas obras relacionadas con lastareas domsticas son ms deseables que todas las obras de todos los monjes ymonjas... De manera similar, los trabajos seculares son una adoracin de Dios y unaobediencia que complace a Dios". Igualmente en su Exposicin del Salmo 128: 2aadira:"Vuestro trabajo es un asunto muy sagrado. Dios se deleita en l y a travs de ldesea conceder Su bendicin sobre vosotros". Calvino al que se suele asociar un tantoexageradamente con la denominada tica protestante del trabajo fue tambin muyclaro al respecto. En su Comentario a Lucas 10: 38 afirm:"Es un error el afirmar queaquellos que huyen de los asuntos del mundo y se dedican a la contemplacin estn llevando unavida anglica... Sabemos que los hombres fueron creados para ocuparse con el trabajo y queningn sacrificio agrada ms a Dios que el que cada uno se ocupe de su vocacin y estudios paravivir bien a favor del bien comn". Los reformadores menos conocidos no fueron menosexplcitos que Lutero y Calvino en su rehabilitacin de trabajos considerados comopunto menos que infames en la Europa de la Contrarreforma. William Tyndale quetradujo el Nuevo Testamento del griego original al ingls y muri en la hoguera por

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    orden del rey Enrique VIII escribi:"existe una diferencia entre lavar platos y predicar laPalabra de Dios, pero en lo que se refiere a complacer a Dios, no existe ninguna en absoluto". William Perkins , uno de los telogos puritanos ms relevantes, sealara: "La accinde un pastor que guarda las ovejas... es tan buena obra ante Dios como la accin de un juez que dicta sentencia, o un magistrado que gobierna o un ministro que predica". Tal

    y como afirmara tambinPerkins , la gente puede servir a Dios "en cualquier clase devocacin, aunque sea barrer la casa o guardar ganado". Otro puritano, Richard Steele,en un texto llamado de manera bien significativaThe Trademans Calling (La vocacindel comerciante), afirm que en el comercio "se puede esperar de la manera msconfiada la presencia y la bendicin de Dios", pero sobre el comercio en concretoregresaremos en otra entrega futura de esta serie.

    Para los autores protestantes, la base para llegar a esa conclusin no estaba slo en lostextos de la Biblia en general, sino, de manera muy especial, en el propio Jess.HughLatimer , por ejemplo, seal:"Es una cosa maravillosa que el Salvador del mundo, y el Reysobre todos los otros reyes, no se avergonzara de trabajar, s, y de emplearse en una ocupacin

    tan sencilla. De esa manera, santific todas las formas de trabajo". John Dod y RobertCleaver volveran a ese tema afirmando que "el gran y reverendo Dios no despreci elcomercio honrado... por humilde que fuera, sino que lo coron con su bendicin".

    Desde luego, la lnea estaba claramente definida y era uniforme en cualquiera de lasiglesias nacidas de la Reforma. Como sealara un panfleto publicado a finales del sigloXVII en Inglaterra con el revelador ttulo dePaul the Tentmaker (Pablo, el fabricante detiendas), el protestantismo haba impulsado un "deleite en los empleos seculares".Semejante visin brillara por su ausencia en aquellas partes del mundo donde notriunf la Reforma. En Espaa, por ejemplo, en 1492 se haba expulsado a unos judosque tenan una visin del trabajo idntica a la de los protestantes e, iniciado el sigloXVI, stos tendran que optar entre la hoguera o el exilio. Porque, desde luego, la visindel trabajo de los motejados como herejes era clara desde el principio y nada se parecaa la catlica. As, mientras se ventilaba la supervivencia de Espaa como primerapotencia de Europa, la nacin sigui uncida a la idea de lo intolerable e infames quepodan ser ciertos trabajos. Sus adversarios protestantesque debieron dar gracias alAltsimo por ello tenan un punto de vista muy diferente y, a pesar de tratarse, engeneral, de naciones ms pobres y pequeas, el resultado no pudo serles msfavorable. Mientras Velzquez pintaba figuras regias y religiosas y se tomaba unrespiro con bufones y tontos, el protestante Rembrandt retrataba escenas bblicas ytambin paeros (s, paeros) o a los mdicos en medio de una leccin de anatoma.Eran dos cosmovisiones bien distintas y no deja de ser revelador que la vencedorafuera la nacin pequea de Rembrandt con menos hidalgos quiz, pero msentusiasmo por el comercio y el trabajo manual. Sin embargo, ni siquiera las derrotasespaolas provocaron un cambio de mentalidad con respecto al trabajo. En fecha tantarda los protestantes llevaban ya ms de dos siglos y medio de ventaja en la idea deimpulsar la bondad de cualquier trabajo como el 18 de marzo de 1783,Carlos IIImediante una Real Cdula intent acabar con la "deshonra legal del trabajo" . Enotras palabras, como haban pretendido Lutero, Calvino o los puritanos, Carlos IIIsealaba que ningn trabajo honrado era deshonroso. El intento del monarca ilustradoera excelente, pero chocaba con una mentalidad arraigada a lo largo de siglos. No esque los espaoles fueran vagos como se suele repetir injustamentey, al respecto, bastacon ver el resultado que dan fuera de Espaa pero no crean que el trabajo tuviera elmismo valor que le dan aquellos que nacieron y crecieron en naciones donde triunf laReforma protestante.

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    Esa mentalidad sigue ms que presente a da de hoy. Hasta qu punto es as puedequedar ilustrada por dos ancdotas que, a mi juicio, resultan notablementesignificativas. La primera es uno de los nfasis fundacionales del Opus Dei quesubraya, con matices, la posibilidad de santificacin en cualquier ocupacin. Semejantecircunstancia se ha sealado en repetidas ocasiones como una seal de que san Jos

    Mara Escriv de Balaguer fue un avanzado a su tiempo. Quiz lo fuera en el mundocatlico, pero lo cierto es que la novedad llevaban vivindola en el mundo protestantedesde haca ya casi medio milenio. En otras palabras, quiz el bosquimano que, porprimera vez, utiliz un encendedor pueda ser considerado por sus congneres comoun avanzado, pero, en relacin con Occidente, es dudoso que se le pueda calificar deesa manera. La segunda ancdota quiz resulte incluso ms reveladora. En los aossesenta del siglo pasado, Alfonso Paso era, con todos los merecimientos, el dramaturgoespaol de ms xito. Lleg a ver representadas a la vez hasta ocho obras en diferentesteatros de Madrid. Tanta era su fama que, de manera excepcional, se le abri laposibilidad de estrenar en Broadway. Paso escogi para tan notable xito una comediatituladaEl canto de la cigarra. La obra era muy buena y haba disfrutado de una granacogida en Espaa, pero en Estados Unidos fracas estrepitosamente tan slo por quelos norteamericanos no la comprendan. Razn? La comedia glorificaba la figura deun vago simptico y los norteamericanos no llegaban a captar quin poda ver comoalgo divertido la holganza. A da de hoy, elloscomo los britnicos, los suecos o losholandeses tampoco consiguen entender, por ejemplo, por qu en Espaa se paga unplus de puntualidad por llegar al trabajo a la hora. Los pobres no aciertan, por lo visto,a darse cuenta de que, a diferencia de ellos, Espaa nunca asimil lo que Weberdenomin la "tica protestante del trabajo". En eso, Espaa fue y sigue siendo diferente.

    Continuar : Las razones de una diferencia (2): de banca y banqueros

    Las razones de una diferencia (2) 2011-11-06 De bancos y banquerosCsar Vidal

    Hasta mediados del siglo XIX no aparecieron los primeros bancos enEspaa. De nuevo, la nacin se haba quedado varios siglosen este caso ms decuatrocientos aos retrasada en relacin con la Europa donde haba triunfado laReforma.

    La semana pasada expuse cmo el hecho de quedar fuera de la zona de Europa donde triunf laReforma marc una diferencia radical en la cultura del trabajo. El que Espaa, como Portugal oItalia, no asimilaran la tica del trabajo tuvo consecuencias nada positivas que llegan hasta elda de hoy a pesar de los esfuerzos legislativos para eliminarlas. Con todo, sa no fue ni esnuestra nica diferencia, compartida con otras naciones frente a la Europa donde triunf laReforma. Tambin, para inmensa desgracia de un imperio y despus de una nacin quenecesitaba modernizarse, nuestra visin de las finanzas iba a ser diferente.

    Hace unos das el director de un medio econmico en internet arremeta contra laUnin Europea y pona como ejemplo de lo que, a su juicio, debera ser la Europaunida al Sacro Imperio Romano-Germnico, donde supuestamente la iglesia catlicahaba sido la entidad felizmente rectora. Lo cierto es que, como suele suceder en estoscasos, el autor de aquellas lneas demostraba ms entusiasmo religioso queconocimiento de la Historia. El papa Juan XII (955-964) coron emperador

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    efectivamente a Otn I inaugurando el Sacro Imperio Romano-Germnico, perocuando Juan XII fue depuesto, Otn I fue el que autoriz que su sucesor fuera LenVIII (963-965), el que a continuacin permiti que fuera papa Juan XIII (965-972) y elque tuvo esperando a Benedicto VI (973-974) para subir al trono pontificio hasta que leapeteci. Era el emperador y no la sede romana la que mandaba en aquel imperio y eso

    que Otn I no fue el emperador peor. Por ejemplo, Enrique III de Alemania design acuatro papas Clemente II, Dmaso II, Len IX y Vctor II en un ejercicio decesaropapismo que no se habra dado ni en Bizancio. No nos desviemos, sin embargo.Relato todo esto para dejar de manifiesto cmo hay personas que anteponen suprejuicioen este caso, el aborrecimiento de las finanzas y los mercados sin basehistrica al razonamiento documentado. se ha sido un mal que ha aquejadoyaqueja a Espaa durante siglos.

    De entrada,la cultura eclesistica medieval vio siempre mal el prstamo a inters .No porque la Biblia dijera nada en su contrano hay un solo prrafo en el NuevoTestamento donde se arremeta contra prestamistas o banqueros, sino porqueAristteles (un genio, pero no en el terreno de la economa) escribi pginas contra eldinero y los prstamos quesanto Toms de Aquino y otros autores eclesisticosrepitieron con fruicin. No sorprende que con ese punto de vistade origen helnico-pagano y no cristiano se multiplicaran las condenas del prstamo con inters. ElSegundo concilio de Letrn (1139) prohibi su ejercicio a laicos y clrigos; el Tercero(1179) impuso a los prestamistas la pena de excomunin y les neg cristiana sepultura;el Cuarto (1215) orden el destierro incluso de los judos que lo practicaran. El IIConcilio de Lyon (1274) orden la expulsin de los prestamistas disponindose que losobispos que no los excomulgaran fueran suspendidos. El concilio de Vienne (1311)orden que se procediera a investigar a los gobernantes que toleraran el prstamo ainters y el de 1317 incluso calific como hereja el negar que el prstamo a intersfuera pecado. Son slo botones de muestra de una corriente continua que no vea ladiferencia entre el prstamo con inters y la usura y que adems aumentaba las penaslleg a equiparar el prstamo con el adulterio o la homosexualidad visto que noterminaban de extirpar el pecado de la grey. Algn economista ha afirmadorecientemente que incluso la imposicin de la confesin auricular a inicios del siglo XIIIestuvo directamente relacionada con el deseo de acabar con el prstamo a inters, perono voy a entrar en ese tema.

    Lo cierto es que negar que los prstamos a intersun instrumento esencial para eltrfico comercial pudieran ser lcitos tuvo consecuencias perversas. Por un lado, seacab permitiendo el prstamo a inters, pero a los judos, lo que los convirti enchivos expiatorios de los odios que acaban sufriendo los que desean cobrar los crditos.He mostrado en miEspaa frente a los judos como, a pesar del antisemitismo y de queperidicamente los judos de corte reciban la muerte por los servicios prestados, losreyes hispanos siempre acababan por volverlos a llamar siquiera porque eran mseficaces y honrados que los clrigos y nobles que los sustituan ocasionalmente. Sinembargo, sa no era solucin. Por un lado, se fue formando una imagen satanizadaeinjusta de los judos que explica, por ejemplo, la cadena de progromos de 1392 queacab con la mayor parte de las juderas de la Pennsula Ibrica un siglo antes de laExpulsin; por otro, oblig a pensar en maneras para financiarse que acabaronbordeando si es que no entrando claramente en la simona y, finalmente, los problemassiguieron sin solventarse. A inicios del siglo XVI, el prstamo a inters haba sidosustituido por un contrato trinobuen nombre para una institucin derivada del deseode desbordar disposiciones cannicas que combinaba el mutuo, el comodato y el

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    seguro. Algo era, pero resultaba abiertamente insuficiente y, desde luego, equivocadomoral y econmicamente.

    Esa condena de la actividad bancaria tuvo funestas consecuencias para las nacionescatlicas que, como era de esperar, obedecieron los criterios de la Santa Sede al

    respecto o si los violaron lo hicieron de manera clandestina y con mala conciencia. Dehecho, no podran evitar en los siglos siguientes que buena parte de sus poblacionesrelacionarasigue hacindolo la simple actividad bancaria con algo sucio, pecaminosoo indigno. El Flandes catlico, Lieja o Colonia sufrieron no poco con esa situacin,pero, con todo, la peor parte le toc a Espaa. De manera espectacular e innegable, enunas dcadas, los reformados desarrollaron la banca moderna y, lgicamente, sehicieron con su control. Incluso naciones especialmente atrasadas en esa cuestin afinales del siglo XVI haban avanzado mucho ms que sus rivales catlicas.

    Los efectos polticos y militares de esa circunstancia fueron fulminantes. Durante losinicios de la guerra de los Treinta aos, Cristian IV de Dinamarca y Gustavo Adolfo deSuecia fueron los campeones de la defensa de la libertad religiosa protestante frente alos intentos catlicos de acabar con ella violando pactos como la paz de Augsburgo.Naturalmente, como supo ver Fernando el Catlico, el nervio de la guerra es el dineroy Cristian IV bas financieramente su esfuerzo blico en los hermanos Willem, unafirma banquera con sede en msterdam, y despus en los Marcelis. Ambas bancas erande familias calvinistas. En el caso de Gustavo Adolfoun genio militar que ha sidocomparado con Federico de Prusia y Napolen su base financiera estuvo en Geer yTrip. La firma bancaria, a decir verdad, hubiera podido servir a Espaa, pero laintolerancia religiosa la expuls del Flandes espaol obligndola a establecerse enmsterdam. Se convirtieron as en lo que algn historiador ha denominado los "Kruppdel siglo XVII".

    Se podra objetar que como protestantes los banqueros protestantes servan a potenciasprotestantes. No fue as. Los protestantescomo los judos antes que ellos aplicabanuna regla contenida en la Biblia, la de mantener la lealtad al rey que fuera siempre quegarantizara su libertad religiosa. Puestos a ser santos no iban a serlo ms que Jos quefue ministro de finanzas del faran o que Daniel que aconsej al impoNabucodonosor. Trabajaban, por lo tanto, para los clientes que los requeran. Loscatlicos que conservaron en aquella poca un poco de sensatez lo supieron ver y loaprovecharon. Por ejemplo, el cardenal Richelieu, prncipe de la iglesia catlica, perono hasta el punto de perjudicar los intereses de Francia, supo que la banca segura era laprotestante y a ella recurri. Al igual que Enrique IV, el cardenal saba que el talentofinanciero se hallaba en los hugonotes, los calvinistas franceses, y no tuvo problemasde conciencia en utilizarlo. As, su gran banquero fue el hugonote BarthlemydHerwarth. Gracias a l, Francia pudo, entre otras victorias, hacerse con el control deAlsacia. Persona de tanto talento y hereje por aadidura no tard en despertar lasenvidias de los catlicos franceses. Sin embargo, Richelieu lo defendi ante el nio LuisXIV con palabras tajantes: "Monsieur dHerwarth ha salvado a Francia y preservado lacorona para el rey. Sus servicios nunca deberan ser olvidados. El rey los harinmortales mediante las marcas de honor y reconocimiento que le conceder a l y a sufamilia". Luis XIV sigui el consejo del cardenal y lo nombr Intendant des Finances.Mazarino, otro cardenal, mantuvo en el puesto a dHerwarth que coloc en los puestosde finanzas a gente competente, es decir, calvinistas que crean que el dinero y sugestin no eran algo malo. El resultado fue ptimo para Francia y psimo para Espaadonde el conde-duque de Olivares no consigui anular el Edicto de expulsin que

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    pesaba sobre los judos desde 1492 y, por supuesto, jams hubiera podido emplear aherejes.

    Pero adems es que el caso de Richelieu no fue excepcional. Wallenstein, el gran hroecatlico de la primera parte de la Guerra de los Treinta aos, tambin recurri a

    aquellos que eran buenos banqueros simplemente porque no crean que en la actividadbancaria existiera pecado alguno. En su caso, su hombre de confianza fue un calvinistasorprende? de Amberes llamado Hans de Witte. Verdadero artfice financiero de lasvictorias de Wallenstein, aprovech su puesto para defender a otros calvinistas que yasaban lo que significaba la cercana de los jesuitas. La Compaa de Jess ya estabaexpulsando a sangre y fuego a los protestantes de Europa central y Bohemia slo habasido un cruento ejemplo. De Witte fue respetado mientras tuvo xito. CuandoWallenstein fue vencido y De Witte se arruin, su vida dej de ser til. Un da apareciahogado en un estanque. Haba sufrido la suerte de tantos judos de corte en el pasadoo de tantos otros herejes o agnsticos que han trabajado para instancias catlicasdespus. Durante todo el s. XVII, los banqueros de lite en Europa fueron calvinistas,pero lo ms doloroso es que en su mayor parte haban huido de los Pases Bajosespaoles donde el hecho de tener otras creencias distintas de la catlica les habracostado la vida. As el deseo de preservar la libertad religiosa y la vida haba evitadoque pudieran servir al rey de Espaa y los haba colocado a las rdenes de prncipesprotestantes que crean en la bondad de la banca o de catlicos que no vean lanecesidad de anteponer la obediencia estricta a las enseanzas vaticanas sobre losintereses de su patria. El resultado es de todos sabido porque, desde luego, difcilmentepudo resultar ms nefasto para Espaa. A decir verdad, nunca recuperara su posicinde potencia de primer orden. Y es que, como ha sealado, H. R. Trevor-Roper, "lassociedades protestantes eran, o se haban convertido, en sociedades con una visin msadelantada que las sociedades catlicas tanto econmica como intelectualmente".

    Sin embargo, Espaa, por desgracia, no aprendi la leccin que haban captadoWallenstein, Richelieu o Mazarino. Sigui despreciando los bancos y su actividaddurante siglos. Como en el caso del trabajo al que quiso privar del carcter infamanteque le daban los espaoles, tambin Carlos III intent que la nacin se desprendiera desus prejuicios. Tambin fracas en ese intento. Hasta mediados del siglo XIX noaparecieron los primeros bancos en Espaa. De nuevo, la nacin se haba quedadovarios siglosen este caso ms de cuatrocientos aos retrasada en relacin con laEuropa donde haba triunfado la Reforma. Por aadidura, el prejuicio contina a dade hoy. Hace apenas unos das, Toms Gmez, un dirigente socialista no caracterizadoprecisamente por sus aciertos econmicos, llamaba a la gente a rebelarse contra losmercados. Lo haca apenas unos das despus de que la Comisin para justicia y paz dela Santa Sede condenara en un documento la "idolatra de los mercados". En el ltimocaso, es bien cierto que algunos economistas catlicos se apresuraron a decir por lospasillos que la Santa Sede poda ocuparse de cosas ms importantes que disparatar enmateria econmica. Tenan razn, pero ya era un poco tarde para salvar el imperioespaol e igualarnos con otras naciones que comenzaron a adelantarnos hace casimedio milenio.

    Continuar: Las razones de una diferencia (3): educacin y ciencia

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    EducacinCsar Vidal

    Al igual que en el paganismo, en el seno del cristianismo, se poda ser piadoso incluso un santo y, a la vez, analfabeto

    En las dos entregas anteriores, he mostrado cmo la raz de las diferencias que Espaay no slo Espaa tiene con otras naciones arranca de una visin del trabajo o del mundo de las finanzas que procede dela Edad Media y que no se vio afectada por la Reforma del s. XVI. No terminan ah nuestras diferencias.Otra y de las ms fundamentales se halla en el terreno educativo.

    La Biblia seala que cuando Moiss se despidi de su sucesor, Josu, le encarg losiguiente: "Nunca se apartar de tu boca este libro de la Torah, sino que, de da y denoche, meditars en l, para que guardes y te comportes de acuerdo con todo lo queest escrito en l, porque de esa manera prosperar tu camino y que todo te saldrbien" (Josu 1: 8). Pocas veces un consejo habr alterado la marcha de la Historia deuna manera tan espectacular ya que la conducta y la prctica religiosas no iban a estarvinculadas en el futuro tanto al ritoaunque existiera como a la lectura de un textosagrado que se abra no a una casta sacerdotal sino al conjunto del pueblo. Comosealaba el captulo 6 de Deuteronomio, los padres deban poder explicar a sus hijoslos mandatos contenidos en la Torah. Esta circunstancia tuvo una consecuenciainmediata para los miembros del pueblo de Israel como fue la creacin de una culturaque necesitaba desesperadamente la alfabetizacin para creer. El proceso dealfabetizacin era tan obvio, por ejemplo, en la poca de Jess que a nadie le

    sorprenda que el hijo de un carpintero o de un pescador supiera leer, escribir ydiscutir sobre lo ledo. Semejante circunstancia dot de una extraordinaria capacidadde supervivencia a los judos, que incluso antes de la destruccin del Templo de Jerusaln en el 70 d. de C., haban depositado la gua espiritual de la nacin no en lossacerdotes sino en los sabios.

    Por supuesto, semejante conducta tambin tuvo efectos colaterales negativos. Porejemplo, conocedores de lo que estableca la Torah, los judos mantuvieron unasnormas de higiene y limpieza durante la Edad Media que los libraron de no pocasenfermedades y padecimientos... slo para que la gente los acusara de causar lasepidemias y por eso verse libres de su efecto. Con todo, para los judosque seguan lo

    sealado en la Torah

    el pertenecer a una religin del libro tuvo, entre otrasconsecuencias benficas, la de una mayor alfabetizacin que la que pudiera darse enotras culturas.

    Religin del libro surgida del judasmo, el cristianismo debera haber seguido la sendamarcada por aquel en lo que a alfabetizacin se refiere. As, fue en el s. I cuando Pablo,despidindose de Timoteo, le indic que "desde la niez conoces las SagradasEscrituras las cuales pueden hacerte sabio para la salvacin por la fe en Cristo Jess" (2Timoteo 3: 15). El panorama cambi de manera radical en el siglo IV. Al respecto, eltestimonio de J. H. Newman, cardenal catlico procedente del anglicanismo, no puedeser ms claro:

    En el curso del siglo cuarto dos movimientos o desarrollos se extendieron por la faz de la cristiandad, conuna rapidez caracterstica de la Iglesia: uno asctico, el otro, ritual o ceremonial. Se nos dice de varias

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    maneras en Eusebio (V. Const III, 1, IV, 23, &c), que Constantino, a fin de recomendar la nueva religina los paganos, transfiri a la misma los ornamentos externos a los que aquellos haban estadoacostumbrados por su parte. No es necesario entrar en un tema con el que la diligencia de los escritores protestantes nos ha familiarizado a la mayora de nosotros. El uso de templos, especialmente los dedicadosa casos concretos, y adornados en ocasiones con ramas de rboles; el incienso, las lmparas y velas; lasofrendas votivas al curarse de una enfermedad; el agua bendita; los asilos; los das y pocas sagrados; eluso de calendarios, las procesiones, las bendiciones de los campos; las vestiduras sacerdotales, la tonsura,el anillo matrimonial, el volverse hacia Oriente, las imgenes en una fecha posterior, quizs el cantoeclesistico, y el Kirie Eleison son todos de origen pagano y santificados por su adopcin en la Iglesia (AnEssay on the Development of Christian Doctrine, Londres, 1890, p. 373).

    A partir de Constantino, el cristianismo fue cambiando el nfasis en el Libro por unavisin ceremonial y sacerdotal que se fue desarrollando todava ms durante la EdadMedia. Sin duda, los monasterios desempearon un papel notable en la preservacinde la cultura clsica y no es menos cierto que hubo algn intentofallido depopularizar en cierta medida esa cultura. Sin embargo, en el curso de la Edad Mediaqued claro que, al igual que en el paganismo, en el seno del cristianismo, se poda ser

    piadoso incluso un santo y, a la vez, analfabeto. El saber leer y escribir no eracondicin para conocer el camino de la salvacin y, dicho sea de paso, tampoco paraotras tareas como la guerra o el campo. Esa visin salt hecha aicos con la Reformaprotestante del siglo XVI.

    Para los reformadores, la nica regla de fe y conducta era la Biblia, un libro al quetodos deban tener acceso para poder examinarlo con libertad y sin las ataduras de una jerarqua porque, al ser la Palabra de Dios, se explicaba por s mismo. Resulta curiosoobservar la manera machacona en que algunos persisten en considerar el libre examende la Biblia como una conducta malvada. En realidad, no pasaba de ser la afirmacinde un derecho fundamental, el de acercarse al texto sagrado y poderlo leer en la propia

    lengua y no en un latn que era desconocido para la mayora. Por otro ladoyvolviendo con ello a una lnea ya existente en el judasmo el pastor en elprotestantismo dej de ser un sacerdote para convertirse en el sabio que conoce lasEscrituras al igual que suceda desde haca siglos con los rabinos.

    Se poday se puede ser un fiel catlico sin saber leer ni escribir. Esa circunstancia esimposible para el judasmo y tambin para el protestantismo. Cmo se puede acercarnadie a un texto que procede de Dios por definicin si no se sabe leer ni escribir? Lasconsecuencias de esa circunstancia fueron extraordinarias siquiera porque la Reformadeseaba sobrevivir y adems expandirse y ninguna de esas metas era alcanzable sinextender la alfabetizacin. As, en 21 de mayo de 1536 se estableci la primera escuelapblica y obligatoria de la Historia. El lugar era la protestante Ginebra. No fue unaexcepcin. La Primera confesin escocesa de 1547 estableca una reforma de laeducacin exigiendo que en los medios rurales se enseara a los nios en escuelasadjuntas a las iglesias; en las ciudades con superintendentes se abrieran escuelas yuniversidades con un personal debidamente pagado. Era el inicio, pero iba a crear enpocos aos diferencias abismales entre unas naciones y otras. Dejar para una prximaentrega el impacto que esa diferencia creara en el mbito de la investigacin cientfica,pero en el de la educacin fue abrumador.

    Las naciones donde haba triunfado la Reforma multiplicaron los esfuerzos por educarno a litescomo la Compaa de Jess o a nios vagabundoscomo pretendi conms corazn que xito Jos de Calasanz sino a toda la poblacin sin excepciones. Afinales del siglo XVI, el ndice de alfabetizacin de la Europa protestante era muy

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    superior al de la catlica, sin excluir una Espaa en la que Felipe II haba decretado quelos estudiantes no cursaran estudios en universidades extranjeras por miedo a lacontaminacin de la hereja o una Francia en la que la poblacin hugonote estabamucho ms alfabetizada que la catlica. En el caso de algunas confesiones, el avancefue verdaderamente espectacular. Por ejemplo, a mediados del siglo XVII, los

    cuqueros tenan un ndice alfabetizacin del cien por cien lo que explica no poco susavances en las dcadas siguientes en reas como la banca, el comercio o la ciencia, tresreas de las que, no por casualidad, Espaa se iba a descolgar lamentablemente.

    No puede sorprender que en 1808, el noventa por ciento de la poblacin espaola fueraanalfabeta ni tampoco que seis aos despus gritara "Viva las caenas!". Poda, a decirverdad, haberse comportado de otra manera un pueblo ciertamente heroico, peromayoritariamente analfabeto?

    Es bien significativo que los primeros intentos para revertir esa situacin se dieran enEspaa ya en pleno siglo XIX, por impulso de los liberales y chocando no pocas vecescon la iglesia catlica que deseaba mantener el monopolio de la enseanza.La Ley Moyano fue el primer xito en el camino hacia una educacin pblica. Pero seaprob en 1857. 1857! Haban pasado ms de trescientos veinte aos desde aquella leyginebrina que estableca la escuela obligatoria y pblica. Como en otras reas, Espaahaba perdido siglos precisamente cuando ms necesitaba por su condicin de potenciano quedarse rezagada. Cuando, siglos despus, intent remontar esa situacin lo hizoadems en no pocas ocasiones con la mancha del sectarismo que no vea la educacincomo algo bueno per se sino como un instrumento de adoctrinamiento. Para remate, eseatraso no iba a limitarse, por desgracia, al rea de las finanzas o al terreno educativo.

    Continuar : Las razones de una diferencia: Ciencia (4)

    Las razones de una diferencia (4) 2011-11-20

    ...Y cienciaCsar Vidal

    En nuestra Espaa como en Italia, Portugal o las naciones

    hispanoamericanas el desdn por la ciencia, la desconfianza hacia la innovacin y la

    esclavitud a esquemas mentales pasados continan siendo terribles taras.

    En apenas unas dcadas que van de los ltimos aos del siglo XV a las primeras dcadas del XVI, Espaay con ella buena parte de Europa se desvincul de cambios absolutamente trascendentales para el futurode Occidente. Hemos mencionado la visin del trabajo , el desarrollo del sistema crediticio yla educacin . No menos grave fue el hecho de que se viera descolgada de la Revolucin cientfica.

    Que la Reforma del siglo XVI fue la clave para entender la Revolucin cientfica es unaverdad histrica admitida en todas las reas. La ha subrayado el historiador de laciencia Thomas Kuhn enLa estructura de las revoluciones cientficas; insistieron en ellafilsofos como Whitehead y Schaeffer, pero, sobre todo, ha sido innegable para los quenos dedicamos a la Historia de manera profesional y no diletante. Como seal H.

    http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/el-trabajo-61703/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/el-trabajo-61703/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/el-trabajo-61703/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/de-bancos-y-banqueros-61784/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/de-bancos-y-banqueros-61784/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/de-bancos-y-banqueros-61784/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/de-bancos-y-banqueros-61784/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/el-trabajo-61703/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/
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    Butterfield enThe Origins of Modern Science: "no slo Inglaterra y Holanda sostienenuna posicin dirigente, sino esa parte de Francia que fue ms activa en promocionar elnuevo orden fue la seccin Hugonote o ex Hugonote, especialmente los Hugonotes enel exilio, los nmadas, que desempearon un parte importante en el intercambiointelectual que estaba tomando lugar".

    La razn era obvia. Una vez ms se encontraba en el regreso a la Biblia como ha vueltoa recordar en una monografa extraordinariaThe Bible and the Emergence of ModernScience Peter Harrison. El retorno a la Bibliael tan denostado y mal entendido libreexamen permiti recuperar las insistentes referencias de Salomn para estudiar laNaturaleza; los repetidas llamados de los Salmos y los profetas para observar elcosmos y, sobre todo, el mandato recogido en el primer libro del Gnesis (ese mismodonde se afirma que el hombre trabajaba antes de la Cada) de dominar y conocer laCreacin. Ese retorno a las enseanzas de la Biblia por encima de otras autoridadespermiti emanciparse del Escolasticismo medieval que ya haba dado todo lo quepoda y, sobre todo, contemplar la Naturaleza como un objeto de dominio yconocimiento al que no se aplicaban las leyes de la teologa sino las de una cienciapropia. Como ha sealado certeramente R. Hooykaas, "las ciencias modernas crecieroncuando las consecuencias de la concepcin bblica de la realidad fueron plenamenteaceptadas. En los siglos XVI y XVII la ciencia fue extrada del callejn sin salida en quese haba metido gracias a la filosofa de la Antigedad y de la Edad Media. Se abrieronnuevos horizontes".

    Las consecuencias resultaron espectaculares. Ramus y Bacon rechazaron el mtodosilogstico de la Escolstica medieval sealando que era inadecuado para la ciencia enla medida en que parta de nociones y no de los hechos de la Naturaleza. Palissy, Paree Isaac Beeckman, el gran cientfico calvinista de Holanda, hicieron hincapi en unmtodo cientfico que, con claras resonancias de los Salmos, parta de la observacin dela Naturaleza. De hecho, Beeckman, que anunci el principio de inercia, se adelant almismo Galileo en obtener una deduccin dinmica de la ley de los cuerpos que caen.Como seal en su da Lewis Mumford en suTechnics and Civilization: "Fue un pticoholands, Johann Lippersheim, quien en 1605 invent el telescopio y as sugiri aGalileo los mtodos eficientes que necesitaba para realizar observaciones astronmicas.En 1590, otro holands, el ptico Zacharias Jansen invent el microscopio compuesto,posiblemente tambin el telescopio. Un invento aument la perspectiva delmacrocosmos; la otra revel el microcosmos; entre ellas, los conceptos ingenuos deespacio que el hombre ordinario tena quedaron totalmente deshechos".

    Como en el caso del mercado crediticio o en el de la educacin, las naciones dondehaba triunfado la Reformams pobres y pequeas a decir verdad adelantaron demanera prodigiosa a las grandes potencias catlicas por no decir a las ortodoxas. Lasupremaca protestante resulta tan aplastante que podramos citar docenas de ejemplosde cmo sus cientficos se convirtieron en precursores y paradigmas del avancecientfico. Me limitar por obvias razones de espacio a algunos de los ms importantes.

    Por ejemplo, Francis Bacon (1561-1626) que estableci el mtodo cientfico y, a la vez,poda escribir obras de teologa protestante. Por ejemplo, Johannes Kepler (1571-1630),piadoso luterano que revolucion las matemticas y la astronoma trabajando sobre laluz y las leyes del movimiento planetario alrededor del sol y que adems escriba sobreteologa. Su talento era tan extraordinario que los gobernantes catlicos de Grazmucho ms sensatos que el espaol Felipe II le insistieron en que siguiera en la

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    ciudad. Por ejemplo, Robert Boyle (1627-1691) que no slo enunci la ley de Boyle sinoque fue el creador de la qumica moderna y uno de los fundadores de la Royal Society.Apasionado protestante, contribuy econmicamente, por ejemplo, a la traduccin delNuevo Testamento al turco. Por ejemplo, John Ray (1627-1705), botnico, zologo yapologista cristiano de cuya obra tomara masivamente Linneo. Por ejemplo, Isaac

    Barrow (1630-1677), maestro de la ptica y de Isaac Newton, adems de telogoextraordinario en cuya elocuencia se inspir William Pitt para sus discursosparlamentarios. Por ejemplo, Antonie van Leeuwenhoek (1632-1723), descubridor delas bacterias. Por ejemplo, Isaac Newton (1642-1727), el mayor cientfico de la Historiaque destac en reas como la ptica, la mecnica y las matemticas, pero que, a la vez,fue un magnfico economista y un notable autor de libros de teologa, protestante, porsupuesto. Por ejemplo, Carlos Linneo (1707-1778), al que debemos la taxonomaindispensable para el progreso de las ciencias naturales. Por ejemplo, Leonhard Euler(1707-1783), matemtico, el ms famoso de los cientficos suizos y piadossimocalvinista. Por ejemplo, John Dalton (1766-1844), fundador de la moderna teoraatmica y convencido cuquero que abri una escuela en un granero para haceravanzar la alfabetizacin. Por ejemplo, David Brewster (1781-1868), investigador de laluz polarizada. Por ejemplo, Michael Faraday (1791-1867), cuyas obras sobreelectricidad y magnetismo revolucionaron la fsica y de cuyo talento seguimosaprovechndonos hoy porque sent las bases de adelantos como los ordenadores, eltelfono o las redes de internet. A l le preocupaba, sin embargo, mucho ms vivir unaexistencia de acuerdo con los principios del Nuevo Testamento en el seno de unapequea comunidad protestante. Insisto en ello: son slo algunos botones de muestra.

    Hubo cientficos catlicos en esa misma poca en que la Europa de la Reforma conocauna revolucin cientfica sin precedentes en la Historia de la Humanidad?

    Desproporcionadamente pocos cuando se comparan con el nmero de los protestantesy, sobre todo, sometidos a una trayectoria reveladora. Galileo (1564-1642)que basbuena parte de sus avances en las obras de cientficos calvinistas holandeses fue juzgado y condenado por la iglesia catlica. Se convirti en un claro aviso paranavegantes. Blaise Pascal (1623-1662) fue un hereje jansenista desde la perspectivacatlica con una visin de las doctrinas de la gracia completamente reformada.Descartes (1596-1650) insisti una y otra vez en su ortodoxia catlica e incluso subrayque no iba a examinar las creencias religiosaslo que no deja de ser una interesantedeclaracin de principios que se comprende de sobra con el precedente represor deGalileo pero, a pesar de todo, no conoci la libertad cientfica en tierras catlicas.Pascal estaba convencido de que, en el fondo, era un ateo, pero, fuera lo que fuese, locierto es que pas buena parte de su vida en la protestante Suecia mientras que susobras demasiado cientficas fueron colocadas en 1663 en el ndice de librosprohibidos por el papa. Los tres casos constituyen una buena prueba de que la cienciahubiera podido desarrollarse en naciones mediterrneas igual que en el norte deEuropa... si hubieran abrazado la Reforma. Por el contrario, el hecho de continuarsometida la ciencia a autoridades eclesisticas result nefasta para esas naciones.

    Las consecuencias que esta situacin tuvo para Espaa y para otras naciones catlicasfueron pavorosas y llegan hasta el da de hoy. En el siglo XVI, como siempre hasucedido a lo largo de la Historia de las guerras, los adelantos tcnicoslo mismo sea laespada de hierro contra la de bronce o la legin frente a la Falange eran esencialespara la victoria. Sin embargo, Felipe II, el monarca que ya haba hundido variasocasiones la economa nacional decidi, por aadidura, prohibir que los estudiantes

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    espaoles se matricularan en universidades extranjeras. Espaa lo pag muy caro en elcampo de batalla. Cuando la Armada destinada a invadir Inglaterra para reimplantarel catolicismo se enfrent con las naves inglesas, los espaoles continuabantcnicamente en Lepanto. Los ingleses, sin embargo, a pesar de su inferioridadnumrica y de su menor relevancia econmica, no haban dejado de avanzar

    tcnicamente. El resultado es sabido por todos. Sin duda, los marinos y los soldadosespaoles eran extraordinarios y derrocharon valor y sangre, pero combatan no slocon los ejrcitos enemigos sino con el fanatismo feroz de sus propios gobernantes.Por supuesto, entoncescomo ahora hubo quien se percat de lo que suceda. En1592, una dcada antes de la publicacin de la Biblia de Reina-Valera, cuando elimperio espaol marchaba a su ocaso desangrado por guerras cuya nica justificacinaparente era el combate contra el protestantismo, el desastre sufrido por la fuerza dedesembarco que deba invadir Inglaterra provoc uno de los primeroscuestionamientos de la poltica de Espaa. Gins de Rocamora, el procurador deMurcia, defendi, en clara armona con aquellos principios, que Espaa deba "sosegara Francia, reducir a Inglaterra, pacificar a Flandes y someter a Alemania y Moscovia".No se le escapaba al triunfalista Rocamora lo audaz de su tesis, pero pronto ech manode un argumento que, de nuevo segn el enfoque de la Contrarreforma, deba disiparcualquier posibley arriesgada objecin. La causa de Espaa era la de la iglesiacatlica y, por lo tanto, era la de Dios. Por ello, haba que tener la absoluta conviccinen que "Dios dar sustancias con que descubrir nuevas Indias y cerros de Potos,como descubri a los Reyes Catlicos de gloriosa memoria...". Espaa era una nacinelegida y, al realizar los designios de Dios, ya se ocupara ste de proporcionarlerecursos. La ardorosa exposicin de Rocamora encontr un templado contrapunto enFrancisco Monzn, otro procurador que, quiz por representar a Madrid, conoca msa fondo el impacto que aquellas guerras estaban teniendo sobre la Capital y Corte. ParaMonzn resultaba obvio que era absurdo seguir desangrando el imperio en pro deunos intereses que no eran los de la nacin espaola sino los de terceros no pocas vecesingratos. Ante el argumentoaparentemente slido de que Espaa estabacontribuyendo a facilitar la salvacin y a impedir la perdicin eterna de susadversarios, Monzn no pudo dar una respuesta ms escueta y, a la vez, convincente:"si ellos se quieren perder que se pierdan". Monzn no fue escuchado. Espaa siguidilapidando sus recursossuena a historias recientes de fondos comunitarios o desubvenciones y despert arruinada porque el oro de las Indias no poda mantener lafiesta de manera perpetua.

    Y es que la Historia no se detiene para nadie y menos para los que se empean enmirar a un pasado idealizado en lugar de al presente y al futuro. Los mamelucos quehaban vencido a los cruzados de san Luis comprobaron a finales del siglo XVIII quelos triunfos de antao no eran garanta alguna a la hora de enfrentarse con otrosfranceses, esta vez muy superiores tcnicamente y mandados por Napolen.

    Como en el caso de otras diferencias que nos colocaban en situacin de gravsimainferioridad, el siglo XVIII fue testigo de algunos intentos infructuosos por corregir losmales del pasado. El Padre Feijo, por ejemplo, que admiraba a herejes como Bacon yNewton, protest contra la supersticin y abog por una mentalidad cientfica quepermitiera avanzar a la nacin. Tena toda la razn, pero no sirvi de nada. En Espaaya no quedaban herejes que quemar, pero basta examinar los grandes procesosinquisitoriales del siglo, comenzando por el de Pablo Olavide, para comprobar que losavisos a navegantesnavegantes ingenuos, bien intencionados y, por regla general,buenos catlicos tuvieron un efecto devastador.

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    Algunas naciones que, como Francia, se desprendieron del armazn de laContrarreforma en algn momento lograron recuperar, siquiera en parte, el tiempoperdido. Para el resto, los datos seguiran siendo estadsticamente espeluznantes.Segn John Hulley, un economista del Banco Mundial, de todos los premios Nobelrelacionados con la ciencia y otorgados entre 1901 y 1990 el 86% haban sido ganados

    por protestantes y judos, en este ltimo caso el 22%. La estadstica sobrecoge.

    A da de hoy, y a diferencia de lo que sucede en una nacin como los Estados Unidos,en nuestra Espaacomo en Italia, Portugal o las naciones hispanoamericanas eldesdn por la ciencia, la desconfianza hacia la innovacin y la esclavitud a esquemasmentales pasados continan siendo terribles taras. A decir verdad, hoy nos seguimostopando con el mismo daino fanatismo en los que niegan la realidad de la Historia, enlos que sealan que "ellos ms" cuando se habla de naciones que nos adelantaron hacesiglos sin que hayamos conseguido igualarnos a ellas, en los que apelan a lo que se hahecho "toda la vida", en los que miran con desprecio a los que cuestionan sus prejuiciosy, de manera muy especial, si son miembros de minoras "diferentes" y en los queobservan por encima del hombro a los partidarios de la innovacin porque paraalgunos de ellos hasta aprender ingls resulta de conveniencia discutible. Es posibleque se crean la esencia de la raza, de una Espaa elegida por Dios, pero slo formanparte de la legin de fanticos que han encadenado a esta naciny a otras al atrasodurante siglos.

    Pero, volviendo a nuestro tema, en sucesivas entregas, tendremos ocasin de ver cmono acaban en lo expuesto nuestras diferencias con otras naciones.

    Continuar : El imperio de la ley

    Las razones de una diferencia (5) 2011-11-27

    Primaca de la leyCsar Vidal

    No pocos espaoles, a diferencia de la generalidad de los ciudadanos deesas naciones donde triunf la Reforma, normalmente, siempre encuentran excusaspara s o para el sector al que pertenece a la hora de no someterse al imperio de la ley

    En las anteriores entregas he ido mostrando cmo Espaa y con ella naciones como Italia yPortugal amn de las que acabaran siendo repblicas hispanoamericanas se quedarondescolgadas de una tica del trabajo y de una visin delmundo crediticio indispensables, as como de un impulso alfabetizador y cientfico irrenunciables. Suceda adems cuandoEspaa era un imperio y necesitaba ms que nunca no verse adelantada por sus rivales que fue, precisamente, lo que sucedi. Por desgracia, no fueron las nicas prdidas experimentadas por laEspaa que expuls a los judos y quem a los protestantes. A ellas se aadila prdida deasimilar la primaca de la ley sobre cualquier persona e institucin .

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    En el ao 1538, Calvino y algunos de sus amigos fueron expulsados de la ciudad deGinebra por las autoridades. El momento fue aprovechado por el cardenal Sadoletopara enviar una carta a los poderes pblicos de la ciudad instndoles a rechazar laReforma y regresar a la obediencia a Roma. La carta del cardenal Sadoleto estaba muybien escrita, pero lo cierto es que no debi de convencer a los ginebrinos ya que stos

    solicitaron en 1539 a Calvino (que segua desterrado) que diera respuesta epistolar alcardenal. Calvino redact su respuesta al cardenal Sadoleto en seis das y el texto seconvirti en un clsico de la Historia de la teologa. Escapa a los lmites de esta serie eladentrarse en el opsculo, pero s es obligado mencionarlo porque en l se puedecontemplar dos visiones de la ley que diferenciaroncomo tantas otras cosas! a lasnaciones en las que triunf la Reforma de aquellas en que no sucedi as.

    El dilema que se planteaba era si el criterio que marcara la conducta deba estar en elsometimiento a la ley o, por el contrario, a la institucin que estableca sin controlsuperior lo que dice una ley a la que hay que someterse. Sadoleto defenda el segundocriterio mientras que Calvino apoyaba el primero. Para Calvino, era obvio que la ley

    en este caso, la Biblia tena primaca y, por lo tanto, si una persona o institucin seapartaba de ella careca de legitimidad. El cardenal Sadoleto, por el contrario, defendaque era la institucin la que decida cmo se aplicaba esa ley y que apartarse de laobediencia a la institucin era extraordinariamente grave. La Reforma opt por laprimera visin, mientras que en las naciones donde se afianz la Contrarreforma semantuvo un principio diferente, el que estableca no slo que no todos no eran igualesante la ley sino que, por aadidura, haba sectores sociales no sometidos a la ley. Secreaba as una cultura de la excepcin justificada.

    Los ejemplos de esa diferencia llegan hasta el mismsimo da de hoy. Voy a pasar poralto las violaciones de la ley perpetradas por ciertos soberanos como el Felipe II queorden un crimen de estado como el asesinato de Escobedo o que viol los fuerosaragoneses en persecucin de Antonio Prez. El problema, por desgracia, va muchoms all que el crimen de Estado que se ha dado en los ms diversos regmenes ypocas. Se trata ms bien del hecho de que se aceptara que sectores importantes de lapoblacin fundamentalmente, la iglesia catlica y la monarqua no estuvieransometidos a la ley. Las pruebas de lo primero son interminables e incluyen lo mismo aun Cervantes excomulgado mientras intentaba recabar suministros para la guerraincluso en las parroquias (gravsimo atrevimiento pretender que la institucin quems se beneficiaba del esfuerzo de guerra hispano contribuyera al mismo!) queaquellas crceles concordatarias del franquismo donde se confinaba, por ejemplo, a lossacerdotes que ayudaban a la banda terrorista ETA. Sobre esa institucin no existasupremaca de la ley. Lo segundo es tan obvio que, incluso a da de hoy, el rey siguesiendo irresponsable de cualquier acto que pueda cometer.

    Por supuesto, esa concepcin permea sin discusin alguna las mejores manifestacionesculturales del siglo de Oro.Fuenteovejuna de Lope de Vega no es sino el canto a unpueblo que no encuentra justicia frente a un noble y que slo tiene como va elasesinato perpetrado de manera colectiva lo que, dicho sea de paso, no resulta unaptima perspectiva. Sin embargo, cuando la monarqua ha de administrar justicia, stano nace del texto de la ley (como pretenda Calvino en suRespuesta al cardenal Sadoleto)sino del hecho de que el rey puede hacer, literalmente, lo que le sale de la corona.

    Un ejemplo an ms revelador es el que encontramos enEl alcalde de Zalamea, una obragenial cuya calidad literaria es innegable, pero cuyo mensaje, si bien se examina,

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    resulta escalofriante. Un grupo de soldados de los tercios se asienta en un pueblo y uncapitn aprovecha la ocasin para raptar a una muchacha y violarla. En otra nacindonde existiera el imperio de la ley se habra esperado que el violador fuera juzgado ycondenado. No en la Espaa donde no se pona el sol. Pedro Crespo, el padre de la joven, suplica al violador que le restaure la honra casndose con su hija. Ni que decir

    tiene que el capitnsabedor de que la ley no es igual para todos se burla de Crespoque opta por cortar por lo sano ejecutando al oficial y sosteniendo que estaba en suderecho ya que "al rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimoniodel alma y el alma slo es de Dios". La frase es buena, pero discutible. En primer lugar,porque no es cierto que haya que dar nada a un rey de manera incondicional y, ensegundo, porque el honor de Crespo, por lo visto, se vea ms que satisfecho si supobre hija contraa matrimonio con el canalla que la haba raptado y violado.Ejemplar! Pero la historia no acaba aqu. Crespo ha quebrantado la ley, pero losespectadores de la Espaa de la Contrarreforma no podan ver bien que se castigara asemejante defensor desu honor. Solucin? El rey aparece en escena y se colocadenuevo! sobre la ley para absolver a Crespo.

    La ltima vez que vi esta obra iba a acompaado de la economista Mara Blanco que,por un lado, como yo, apreci la calidad literaria del drama y, por otro, se horroriz dever cunto deca de los espaoles. Recuerdo que seal que la obra demostraba cmoel gran aporte jurdico de los espaoles era "el apao". Tena, por desgracia, razn. Porcierto, a los que se atrevan a decir que el sentido del honor calderoniano no eramuestra de la cultura espaola hay que recordarles que todava bajo el rgimen deFranco estuvieron exentos de castigo el dar muerte a la esposa adltera o a la hijafornicaria a la vez que la violada poda lograr que el violador no fuera a prisin si secasaba con l.

    En la Europa reformadaen la que las cuestiones de honor no pendan de laentrepierna femenina el sistema fue diferente. De entrada, la ley estaba por encima delas personas y de las instituciones. No poda ser de otra manera si, tomando la ley deDios contenida en la Biblia, se haba puesto en solfa la institucin que, por definicin,era ms sagrada para llegar a la conclusin de que se haba deslegitimado con suconducta. La idea de esa supremaca de la ley por encima de las personas quedestablecida claramente en un episodio que suele mencionarse no pocas veces, el deLutero y su ltimo escrito contra los judos. Aunque lo he visto citado en variasocasiones por espaoles, tengo que sealar que, visto lo que dicen, hay que llegar a laconclusin de que o incurren en un caso gravsimo de falta de honradez intelectual quelos descalifica totalmente oy me inclino por esta explicacin simplemente no hanledo el texto completo en alemn ni tampoco conocen la totalidad de los hechos. No esque la ignorancia de aquello sobre lo que se escribe constituya una recomendacin,pero, al menos, la calificacin moral resultara menos grave.

    Pero volvamos al caso. De entrada, hay que sealar que Lutero manifest al inicio desu carrera como reformador una compasin hacia los judos que no era habitual en laAlemania catlica de la poca. No deja de ser significativo que en uno de sus escritosde esos aos llegue incluso a indicar que hasta cierto punto la falta de conversin delos judos al cristianismo arrancaba, fundamentalmente, del maltrato que habanrecibido de la iglesia catlica. Durante los aos siguientes, los judos dejaron de tenerinters para Lutero envuelto en una controversia teolgica en la que se jugabapersonalmente la vida y Europa su futuro.

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    De esa situacin, sali al final de su vida al redactar un tratado tituladoLos judos y susmentiras (1543). El texto rezuma un deplorable antisemitismo, cuya razn era que hastaLutero haban llegado noticias de cmo los judos difundan la noticia de que Jess erael hijo de una prostituta: "As lo llaman (a Jess) el hijo de una prostituta y a su madre,Mara, una prostituta, que lo tuvo en adulterio con un artesano. Con dificultad tengo

    que hablar de una manera tan spera para oponerme al Diablo. Ahora bien, saben quehablan tales mentiras por puro odio y voluntariamente, nicamente para envenenar asus pobres jvenes y a los judos simples contra la Persona de nuestro Seor, paraevitar que acepten Su doctrina". La acusacincomo haban indicado antes de l nopocos clrigos medievales era cierta ya que, efectivamente, en algunos pasajes delTalmud se hace referencia a que Mara es una adltera y Jess es llamadoespecficamente bastardo. De hecho, esa razn fue una de las que ms pesaron en elpapado y en no pocos obispos para ordenar quemas del Talmud durante la Baja EdadMedia y tambin la que llev a algunos editores judos a suprimir los pasajes paraevitar ser objeto de esa represin papal. Sin embargo, Lutero no se limitaba en suacusacin a los insultos dirigidos contra Jess y su madre. Adems, consideraba quelos judos eran un colectivo que, mediante la usura, oprima a los ms humildes. Laafirmacin puede ser matizada, pero es la misma que desde haca siglos venavertiendo la iglesia catlica sobre los judos provocando decisiones civiles y eclesialesde especial dureza contra ellos. Ante esa situacin, Lutero propona como solucin,literalmente, "la de los reyes de Espaa", es decir, la Expulsin llevada a cabo por losReyes Catlicos en 1492. Puede o no gustar, pero lo cierto es que si alguna vez a lolargo de su dilatada carrera apoy Lutero una decisin catlica reciente fue sa.

    El texto de Lutero es innegablemente lamentable. Lejos de seguir la lnea propia de laReforma de respeto a la libertad de expresin y de culto, Lutero se dej llevar por laclera que le provocaban las injurias contra Jess y Maraalgn catlico de la pocahabra actuado con ms moderacin? y opt por una de las soluciones catlicasmedievales que vena aplicndose desde haca siglos: la expulsin. La otra, como detodos es sabido, fue la matanza en masa como la de los pogromos espaoles de finalesdel siglo XIV desencadenados precisamente por clrigos. Ciertamente, si Lutero fueculpable de algo especialmente en este escrito fue de no seguir las lneas marcadas porla Reforma sino de continuar una multisecular tradicin catlica. Pero Lutero escribaya en un medio que conoca la Reforma y es precisamente esa circunstancia la queexplica la reaccin que provoc su panfleto. A pesar de ser un autor profundamenteodiado en el mundo catlico, no he conseguido dar con un solo texto catlico de supoca que le afeara sus conclusiones, seguramente porque la coincidencia con lo quepasaba en la Europa catlica era muy notable. Sin embargo, en la Europa protestante, eltexto de Lutero fue enrgicamente repudiado. El prncipe de Hesseque,supuestamente, deba haber escuchado la enseanza de Lutero se neg rotundamentea expulsar a los judos siguiendo el ejemplo de los Reyes Catlicos y los mantuvo en suterritorio. Felipe Melanchton, la mano derecha de Lutero, tambin manifest suoposicin al texto sealando que no deba seguirse sus directrices.

    sa fue la posicin generalizada de las iglesias nacidas de la Reforma y era lgico queas fuera. La Reforma haba introducido en las mentes y los corazones de las personasun principio fundamental que no era otro que el de juzgar las acciones y lasenseanzas de todos los hombres a la luz de la Biblia y someter a la primaca de la leyy no de una institucin los actos. Partiendo de esa base, nadie se consider obligado aseguir el criterio de Lutero si chocaba con la Biblia lo que, dicho sea de paso, era elcaso. En el mundo catlico, apenas unos aos antes, el papa haba celebrado la

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    expulsin de los judos de Espaa con una serie de festejos entre los que se incluy unacorrida de toros. En otras palabras, en el siglo XVI, en la Europa reformada, nadie hizocaso a Lutero cuando pretendi que se expulsara a los judos como haban hecho losReyes Catlicos en Espaa unas dcadas antes.

    En la Espaa del siglo XXI todava hay quien propugna la canonizacin de Isabel lacatlicayo he estado en una reunin del comit que la impulsa y son gente muyagradable aunque no me parecieron compungidos por la Expulsin sino ms bien porla resistencia que entre los judos de hoy hallara la causa quien justifica o minimiza laexpulsin de los judos y quien pretende comparar el episodio con otros acontecidos enotras naciones. Basta preguntar a los mismos judos para saber que no fue as.Entendmonos. Isabel la catlica no fue una genocida como pretendi Enrique deDiego en la primera edicin de su novelaEl ltimo rabino. Fue una gran reina, pero esono puede impedir que examinemos tambin acciones como la implantacin de laInquisicin o la expulsin de los judos cuyas psimas consecuencias para nuestranacin llegan hasta nuestros das. Por aadidura, su accin no tuvo freno. La deLutero, s. Quiz por eso, la nacin donde fue salvada casi toda la poblacin judadurante la Segunda Guerra Mundial fuera la luterana Dinamarca y quiz por eso laprimera declaracin dirigida contra el nacional-socialismo por una entidad cristianafuera la Declaracin de Barmen de 1934 suscrita por protestantes alemanes justocuando el 22 de julio de 1933 la Santa Sede haba firmado un Concordato con Hitler.Pero no nos desviemos.

    El hecho de que las naciones en que las triunf la Reforma admitieran de manera casiinmediata la supremaca de la ley sobre los individuos y las instituciones tuvoresultados impresionantes. Mientras Espaa soportaba a un rey como Felipe IV queestaba terminando de liquidar el imperio espaol en defensa de la Contrarreforma eincluso cuarteando la unidad nacional, los puritanos ingleses se alzaban contra el reyCarlos I en defensa de sus derechosfundamentalmente la libertad de conciencia, lalibertad de representacin y la propiedad privada, lo derrotaban, lo juzgaban y lodecapitaban. En teora, el parlamentarismo tena que haber avanzado ms en Espaaque en otras naciones. No fue as porque se admiti como circunstancia innegable queinstituciones como la iglesia catlica o la monarqua no estuvieran sometidas alimperio de la ley. As, el parlamentarismo progres, precisamente, en naciones dondetriunf la Reforma como Inglaterra, Holanda, Suiza o las naciones escandinavas.

    Pero sobre ese tema volveremos en un captulo posterior. De momento, subrayemosque la primaca de la ley iba a quedar descartada de una Espaa diferente en esto comoPortugal, Italia o las naciones hispanoamericanas, donde tambin se ha desarrollado unsentido de la obediencia a la ley especialmente tuerto y que siempre, siempreencuentra justificacin. Hasta el da de hoy, para Cndido Conde Pumpido es lcito quelos fiscales se manchen las togas con el polvo del camino porque, en el fondo, cree quela ley no debe obligar a los que persiguen las buenas metas de la izquierda. Hasta el dade hoy, el obispo Munilla se puede llevar a la Jornada Mundial de la Juventud a lospresos de una crcel vascay luego presumir de ello en la pgina web de la dicesis porque, tambin en el fondo, cree que la ley no obliga a los representantes de Cristo enla tierra ocupados de santas labores. Hasta el da de hoy, la Compaa de Jess puedeprestar el santuario de Loyola para reuniones entre ETA, los emisarios de ZP y loscorreos del PNV porque, tambin en el fondo, cree que la ley no obliga a los quebuscan servir causas nobilsimas como la de que los terroristas sean tan aceptadossocialmente como las vctimas. Para no pocos espaoles, los ERE de la Junta de

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    Andaluca son odiosos (lo son), pero el caso Grtel (que tambin lo es) constituye unsimple desvo de la atencin. Son espaoles distintos, naturalmente, de aquellos queconsideran que Jos Blanco es perseguido tan slo para cubrir las acciones de uno delos yernos del rey. No es algo propio de los tiempos de ZP sino de la Historia deEspaa. Los precedentes histricos son infinitos como Redondela o los indultos de

    MATESA o la voladura del diario Madrid durante un rgimen que algunos encuentrantan idlico como para que los liberales, supuestamente, tengamos que reivindicarlo,algo, por supuesto, imposible para cualquiera que ame la libertad.

    Afrontemos los hechos: no pocos espaoles, a diferencia de la generalidad de losciudadanos de esas naciones donde triunf la Reforma, normalmente, siempreencuentran excusas para s o para el sector al que pertenece a la hora de no someterseal imperio de la ley. Da lo mismo si se trata de la corrupcin de su partido o de lasmultas de trfico. Si pertenecen a su iglesia, a su partido o a su familia seguro que nosera tan grave si es que acaso lo es. Su conducta no es nica, ciertamente. Se da igualen Italia y Portugal, en Grecia y Argentina, en Mxico y Nicaragua. Forma parte de unavisin que ya encarnaba el cardenal Sadoleto y que, por supuesto, siempre se lasarregla para hallar justificacin. Por cierto, ya que vuelvo a hablar del cardenalSadoleto, imagino que algunos desearn saber en que concluy el episodio. Es fcil desuponer. Las autoridades ginebrinas eran inteligentes y deseaban lo mejor para susadministrados. Rechazaron la propuesta del cardenal Sadoleto y Calvino fue llamadonuevamente a Ginebra.

    Continuar : Pecados veniales o verdad y propiedad

    Las razones de una diferencia (6) 2011-12-04

    Pecados venialesCsar Vidal

    El respeto a la propiedad privada para millones de espaoles se acaba enla propia. Se llevan del trabajo los bolgrafos, los folios, los libros, la comida de loscompaeros y, por supuesto, en los hoteles las toallas o los albornoces.

    En el siglo XVI, Espaa se qued descolgada del regreso a una serie de valoresrecogidos en la Biblia que se tradujeron en aquellas naciones donde triunf la Reforma

    en una nueva tica del trabajo , una superior cultura crediticia , una alfabetizacinacelerada , una revolucin cientfica y un reconocimiento de la primaca de la ley . Nofueron sus nicas prdidas como veremos en las prximas entregas. Por aadidura,Espaa acept, siguiendo el nico discurso tolerado, la venialidad de ciertas conductasespecialmente dainas para la construccin de una sociedad de ciudadanos. Me refieropodra citar ms a la benevolencia con que acogi la mentira y la falta de respeto porla propiedad privada.El concepto de pecado venial es teolgicamente muy discutido y discutiblenoaparece, por ejemplo, en la Biblia pero no es se un terreno en el que vaya aadentrarme ahora. Baste decir que uno de los pecados mencionados expresamente enel Declogo (xodo 20: 1-17) junto al culto a las imgenes, el homicidio, el adulterio o elrobo es precisamente la mentira. A lo mejor es verdad que la mentira carece derelevancia salvo en casos especiales como ensea el ltimo Catecismo de la iglesia

    http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/el-trabajo-61703/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/el-trabajo-61703/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/el-trabajo-61703/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/de-bancos-y-banqueros-61784/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/de-bancos-y-banqueros-61784/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/de-bancos-y-banqueros-61784/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/y-ciencia-62009/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/y-ciencia-62009/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/y-ciencia-62009/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/primacia-de-la-ley-62125/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/primacia-de-la-ley-62125/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/primacia-de-la-ley-62125/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/primacia-de-la-ley-62125/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/y-ciencia-62009/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/de-bancos-y-banqueros-61784/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/el-trabajo-61703/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/
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    catlica, pero no da la sensacin de que el Dios que le entreg los mandamientos aMoiss pensara lo mismo. Desde luego, en la cultura espaolaigual que en la italianao la hispanoamericana no cal esa enseanza bblica. Reflexinese, por ejemplo, en elhecho de que Espaa es la nica nacin que cuenta con una Novela picaresca. No merefiero alLazarilloque no es una novela picaresca sino erasmistano poda ser menos

    teniendo en cuenta lo harto que estaba su autor Alfonso de Valds de soportar alamancebado confesor de Carlos V, sino a todo un gnero que reuni talentos como losde Mateo Alemn, Quevedo o Vicente Espinel, entre otros muchos, para dejar demanifiesto de manera indubitable que en la Espaa que desangraba los caudalesamericanos convertida en espada de la Contrarreforma la supersticin, la corrupcin yla incompetencia institucional eran soportadas recurriendo fundamentalmente a unpecado venial como era la mentira.Por supuesto, la mentira se ha dado y da en otras culturas, pero no la novela picarescael Simplicus Simplicissimus o Moll Flandersson excepciones a la regla general por lasencilla razn de que si bien otras tambin consagraron el pecado venial de mentircomo una forma de existencia, no es menos cierto que ninguna nacin fue tantrgicamente consciente de las mentiras que sufra. Por desgracia, concluido el desastrede los Austriasque tan certeramente supo reconocer Claudio Snchez Albornoz y quealgunos ignorantes se empean en negar Espaa slo se qued con la venialidad de lamentira y no con el anlisis de las razones de su desgracia que la nica cultura legalconvirti, por aadidura, en motivos de jactancia.Guste o no guste reconocerloen esto no pocos espaoles son tambin tuertos y slodan importancia a las mentiras que les perjudican o que pronuncian los del otro lado la mentira es una caracterstica bien triste de las naciones en las que no triunf laReforma. En Estados Unidos, en Gran Bretaa, en los pases escandinavos, un polticoque miente ha firmado su acta de defuncin. En Espaa, la mentira pronunciada poruna alianza de polticos izquierdistas y nacionalistas y repetida por los medios decomunicacin afines llev al poder a ZP en 2004. No fuey duele decirlo unasituacin excepcional. La mentira no ha provocado el final de un solo poltico a lo largode toda la Historia de Espaa. Se utiliza como arma arrojadiza contra el otro, pero sonpocos, poqusimos los espaoles que la sopesan como factor a la hora de decidir suvoto salvo que sea un argumento aadido para arrojar a la cara del contrario.

    Algo lamentablemente semejante sucede con la propiedad privada. Histricamente, elespaol no ha contemplado la propiedad privada como un derecho inviolable frente alos poderosos que es tanto ms esencial cuanto ms ayuda a proteger la libertadindividual. sa es una idea neta y rotundamente protestante, surgida de las pginas dela Biblia, pero no ha arraigado jams en las naciones donde no triunf la Reforma. Adecir verdad, slo la propiedad regia, ocasionalmente la nobiliaria, y, por supuesto, laperteneciente a la iglesia catlica se han considerado sagradas e inviolables. De hecho,cuando en alguna situacin de verdadera necesidad se ha llegado a la conclusin deque cualquiera de esas dos propiedades no era inviolable los espaoles lo hemospagado muy caro. Pinsese, por ejemplo, que la desamortizacin de bienes eclesisticosdel siglo XIXque infructuosamente intentaron llevar a cabo, como tantas otras cosasindispensables, los ilustrados del siglo XVIII todava la estamos pagando en laactualidad y los aspectos econmicos de los sucesivos concordatos y acuerdos entre elEstado espaol y la iglesia catlica se han justificado jurdicamente desde hace dossiglos como una indemnizacin por aquella desamortizacin. Pocas veces se habr

    conseguido mayor beneficio de una expropiacin y por mayor espacio de tiempo y

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    quiz no es extrao porque a da de hoy ni sabemos cunta es la cantidad que hay queindemnizar ni por cunto tiempo hay que hacerlo.

    Dado que, histricamente, las nicas propiedades consideradas sagradas han estadounidas a la Corona y a la iglesia catlica no sorprende que en Espaa se respete tanpoco la propiedad privada. Pasemos por alto esa impuntualidad que no es sino unrobo a las empresas y que se intenta compensar en Espaay Argentina con un plusde puntualidad que no comprendecon razn ningn inversor extranjero. Pasemospor alto el mnimo castigo que deriva de delitos como dar un cheque sin fondospenado en otras naciones incluso con la prisin. Pasemos por alto la costumbregeneralizada de entrar en el jardn ajeno a coger flores o a robar frutaalgo querecuerdo haber afeado en mi infancia y adolescencia a bastantes nios sin que ningunollegara a comprender mis escrpulos morales y dejara de considerarme un aguafiestas como si fuera el comportamiento ms normal. El respeto a la propiedad privada paramillones de espaoles se acaba en la propia. Se llevan del trabajo los bolgrafos, losfolios, los librosen la catlica cadena COPE tuve que acabar cerrando con llave midespacho porque los hurtos llegaron a convertirse en un fenmeno diario, la comidade los compaeross, y no me obliguen a dar ejemplos concretos y, por supuesto, enlos hoteles, como es de todos conocido, las toallas o los albornoces cuentan con unapartida ad hoc dado que no pocos huspedes arramblan con ellos.

    Las ancdotas al respecto podra multiplicarlas no por docenas sino por centenares. Yomismo fui testigo durante mi viaje de fin de bachillerato de cmo la inmensa mayorade mis compaeroseducados rigurosamente por los Escolapios y, en general, buenoschicos convirtieron en deporte robar postales en Pars. Suceda en la misma poca enque en la sala de fiestas Cleofs de Madrid tuvieron que clavar los ceniceros a la mesa

    porque era la nica manera de evitar que la gente se los llevara o acabaron por sustituirla cadena del inodoro por una cuerda miserable, no por avaricia sino simplementeporque la robaban todos los das.

    No he contemplado esa conducta jams en Suizadonde, por el contrario, he vistocomo la gente sube a los autobuses pagando el billete previamente en la parada y nadieengaa, o colocan los objetos perdidos en lugar visible para que la gente puedaencontrarlos a su vuelta ni en Suecia, ni en Dinamarca ni en tantas naciones marcadaspor la Reforma. S la he visto en Italia, en Grecia o en Hispanoamrica. Y no deja de sersignificativo que en una de las mejores pelculas espaolas de los ltimos aos,Un franco, catorce pesetas, se recoja el episodio real de cmo un inmigrante espaol en Suizatiene que ensear a un compatriota que en su pas de adopcin no se roba en lossupermercados... como en Espaa. All el robo de pequeas cosas no escomo lamentira venial. El espaol que se ha visto obligado a vivir fuera aprende enseguida laleccin si es que no vena con ella aprendida, pero ya lo hace en el seno de otra culturadistinta.Hace apenas unos das me recordaba un amigo que est siguiendo esta serie desde elextranjero como en los aos en que vivi en Suecia una ministra fue obligada a dimitirpor usar dinero pblico para comprarse un fular que vala unos veinte euros. Ni enItalia, ni en Portugal, ni en Espaa ni en Hispanoamrica, pases todos ellos educadosen la venialidad de esas conductas, veremos caso semejante. Por eso, la corrupcinnunca ni siquiera en la poca de Felipe Gonzlez en que nos desayunbamos con uncaso diario ha provocado un cambio electoral. Ruido, s; envidias muchas, perocambio de voto... no nos engaemos. Nunca se ha dado el caso.

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    Y como los hechos son testarudosque deca Lenin en las ltimas horas he tenidoocasin de ver en televisin algunas declaraciones que dejan de manifiesto como, en elfondo, no son tan pocos los que son conscientes de la realidad de nuestras diferencias.El primero fue Llamazares acusando por dos veces seguidas a la poltica de ajustes dela UE contraria al comunismo de ser "luterana". Slo unas horas antes haba

    contemplado un fragmento de una tertulia televisiva en la que un sacerdote, hablandode la doctrina social de la iglesia catlica, sealaba cmo el capitalismo era peorenemigo de la iglesia catlica que el socialismo al que ya haban vencido, slo para queel presentador del programa, de manera inmediata, se apresurara a arremeter contra elliberalismo, censurara a los catlicos que, en lugar de plantear puntos de vista"catlicos", intentan abordar los problemas con criterios econmicospor lo visto, en sucasa los fontaneros no aplican criterios profesionales sino catlicos a la hora dedesatascar una caera y, acto seguido, dijera que el hecho de que las cosas cambiarande valor era el Mammn contra el que hablan los Evangelios.

    Tenemos que dar gracias a Dios porqueespero personajes as constituyen unaminora y a da de hoy hay catlicos que son magnficos economistas y no toleraranmajaderas semejantes sin darles respuesta. Con todo, estos personajes dejan demanifiesto el miedoo es odio? de siglos a la libertad, al capitalismo y al mercado,as como el gustoo es codicia? por el control social absoluto y la crucifixin delhereje. A fin de cuentas, una herencia de siglos, para lo bueno y para lo malo, no se vaen cuatro das y ms si las lecturas son escasas, si se considera timbre de honoroponerse, por ejemplo, a la enseanza del ingls o si se insiste en que un monarcafantico que provoc varias bancarrotas a pesar del oro de Amrica fue un gran rey.

    Reflexionemos en las diferencias examinadas hasta ahora porque no son ni pocas ni

    balades: falta de tica del trabajo, tarda alfabetizacinhaba muchos analfabetostodava en los aos setenta, despus de la dictadura de Franco, y yo tuve oportunidad

    de encontrrmelos en Madrid donde ayud a ms de uno a aprender a leer y escribir,no menos tarda incorporacin al mundo de la banca o al de la investigacin cientfica,aceptacin de graves conductas como pecados veniales... Podamos dejar de serdiferentes? Sinceramente, no lo creo por mucho que haya quien se empecina en cerrarlos ojos ante los datos numerosos y contundentes que nos proporciona la Historia. Pordesgracia, como veremos en sucesivas entregas, nuestras diferencias no acaban ah.

    Continuar: Separacin de poderes

    Las razones de una diferencia (7) 2011-12-11

    Separacin de poderesCsar Vidal

    En no escasa medida, el siglo XIX espaol fue un desangramiento nacionalprovocado por el intentono siempre feliz de los liberales por crear un estadomoderno y la insistencia de la iglesia catlica por abortar esa posibilidad.

    Ya fue bastante desgracia que Espaa y con ella las naciones donde no triunf la Reforma seviera privada de la tica del trabajo del norte de Europa, del impulso educativo , de

    http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/de-bancos-y-banqueros-61784/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/de-bancos-y-banqueros-61784/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/de-bancos-y-banqueros-61784/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/educacion-61912/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/de-bancos-y-banqueros-61784/http://www.libertaddigital.com/opinion/cesar-vidal/
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    larevolucin cientfica , de la nueva cultura crediticia , de la aceptacin del imperio de laley e incluso de un notable horror frente a conductas reprobables como la mentira o laviolacin de la propiedad ajena . Lamentablemente, no se detuvieron ah nuestrasdiferencias. Entraron en el terreno poltico y, de manera muy especial, en un instrumento tanesencial para la defensa de las libertades como la separacin de poderes.

    Las naciones en las que triunf la Reforma supieron siempre que el poder absolutocorrompe absolutamente. A decir verdad, el papado era para ellos un paradigma deesa realidad. Un obispo de Roma que no contaba con frenos a su poder habaterminado abandonando desde haca siglos la humildad del pesebre de Beln o de lacruz del Calvario por la baslica de san Pedro en Roma, sin duda extraordinaria desdeun punto de vista artstico, pero levantada con fondos de procedencia moralmentediscutible. No se trataba de un episodio aislado sino de la continuacin de lo queconsideraban un proceso de degeneracin. Acaso los papas no haban trasladado lacorte de Roma a Avin por razones meramente polticas (1309-1376)? Acaso duranteel siglo XIV no haba padecido la iglesia catlica un Cisma que se tradujo en la

    existencia de dos papaslleg a haber hasta cuatro que se excomulgabanrecprocamente (1378-1417)? Acaso los papas guerreros del Renacimientomagnficosmecenas e incluso dotados polticos por otra parte no haban destacado precisamentepor, en general, no ocuparse de la piedad como su primera tarea (1417-1534)? Pues sieso suceda con gente que, por definicin, tena que ser ejemplar, qu se poda esperardel poder poltico?Para la teologa protestante, en seguimiento de la Biblia y de telogos como Agustn deHipona, el ser humano tiene una naturaleza corrompida por el pecado y, por lo tanto,lo mejor lo nico a lo que puede aspirarse en trminos polticos es a un poder queno sea absoluto y que gestione bien sus funciones. En apenas unas dcadas, esa visinciertamente novedosa y, desde luego, radicalmente opuesta a la de la Europa de la

    Contrarreforma fue articulando una serie de frenos frente al absolutismo en lasnaciones donde haba triunfado la Reforma. En Holanda se opt directamente por unarepblica con libertad de culto donde, por ejemplo, se otorg asilo a los judos quehaban sido expulsados de Espaa en 1492 siendo la familia de Spinoza un ejemplo deentre tantos judos que encontraron all un lugar donde prosperar libremente. En lasnaciones escandinavas se asisti al nacimiento de un parlamentarismo creciente. EnInglaterra, en la primera mitad del siglo XVII, un ejrcito del Parlamento formadofundamentalmente por puritanos