las esferas de la acción ciudadana y la responsabilidad...

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1 Las esferas de la acción ciudadana y la responsabilidad universitaria Sumario A partir de los años 90 que se empieza a destacar la importancia de la participación de la sociedad civil 1 en la vida democrática de los pueblos y, en consecuencia, numerosas escuelas, universidades y organismos se han propuesto como misión educativa formar al estudiante en los valores ciudadanos. Por ello, si examinamos los listados de competencias generados por varias de estas instituciones no nos sorprenderá ver que allí aparecen competencias éticas y ciudadanas bajo distintas nomenclaturas. A pesar del enorme interés- gran cantidad de artículos sobre la ciudadanía- y de que algunas de estas competencias aparecen desglosadas, hay pocos trabajos que nos hagan ver los ámbitos formales en los que la acción ciudadana puede desarrollarse. Mientras que en materias como historia, matemáticas, física, ciencias sociales los ámbitos han sido profusamente definidos y desarrollados, en cambio los ámbitos de la acción ciudadana siguen estando en claro oscuros. De no hacer esta labor de definición, las competencias ciudadanas corren el riesgo de quedar en la ambigüedad teórica y en la ineficiencia estratégica para su desarrollo. Las técnicas y métodos didácticos solo pueden definirse correctamente si sabemos la magnitud de la empresa a llevar a cabo, el qué implantar y en qué niveles educativos, sus alcances y sus particularidades. Ofreceremos en este ensayo la respuesta a dos preguntas fundamentales: ¿Cuáles son ámbitos de la acción ciudadana? ¿Qué deben hacer las universidades para formar a los alumnos en esos ámbitos? Enfatizamos como respuesta a esta última pregunta al pensamiento estratégico como una necesidad educativa esencial. Introducción : El porqué de la acción ciudadana Agotadas las soluciones milagrosas tanto de las ideologías de masas, como de las tesis de un liberalismo radical, queda el enorme hueco de cómo dirigir la vida social hacia nuevos horizontes. Este interés se debe, además y en buena parte, a los problemas que la sociedad padece: la violencia, la pobreza, la marginación, el nihilismo y el individualismo, el nacionalismo irracional, la intolerancia en sus diversas manifestaciones, entre otros. Es más claro ahora que la solución a esos fenómenos sociales destructivos no depende exclusivamente de las medidas gubernamentales que se tomen, ni del control y manejo de este sobre los fenómenos económicos. Se requiere de la fuerza y la acción ciudadana. Alain Touraine en su libro ¿Qué es la democracia? (2006) sintetiza tres características de una democracia: a. La representatividad; b. Las limitaciones del poder del Estado frente a los derechos fundamentales del hombre y c. La acción ciudadana. Afirma que esta última significa la necesidad de que se incremente cada vez más el control, autonomía y poder de las personas sobre su propia vida. Fernando Savater ( 2000) en un artículo, refuerza la misma tesis al postular la siguiente definición: “entiendo 1 Originariamente el término ciudad (polis en griego y civitas en latin) designaba a la comunidad o al centro del poder político y no al conjunto de construcciones. Hoy en día este sentido original se ha recuperado en alguna medida con el concepto de ciudadanía.

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1

Las esferas de la acción ciudadana y la responsabilidad universitaria

Sumario

A partir de los años 90 que se empieza a destacar la importancia de la participación de la sociedad civil1 en la vida democrática de los pueblos y, en consecuencia, numerosas escuelas, universidades y organismos se han propuesto como misión educativa formar al estudiante en los valores ciudadanos. Por ello, si examinamos los listados de competencias generados por varias de estas instituciones no nos sorprenderá ver que allí aparecen competencias éticas y ciudadanas bajo distintas nomenclaturas. A pesar del enorme interés- gran cantidad de artículos sobre la ciudadanía- y de que algunas de estas competencias aparecen desglosadas, hay pocos trabajos que nos hagan ver los ámbitos formales en los que la acción ciudadana puede desarrollarse. Mientras que en materias como historia, matemáticas, física, ciencias sociales los ámbitos han sido profusamente definidos y desarrollados, en cambio los ámbitos de la acción ciudadana siguen estando en claro oscuros. De no hacer esta labor de definición, las competencias ciudadanas corren el riesgo de quedar en la ambigüedad teórica y en la ineficiencia estratégica para su desarrollo. Las técnicas y métodos didácticos solo pueden definirse correctamente si sabemos la magnitud de la empresa a llevar a cabo, el qué implantar y en qué niveles educativos, sus alcances y sus particularidades. Ofreceremos en este ensayo la respuesta a dos preguntas fundamentales: ¿Cuáles son ámbitos de la acción ciudadana? ¿Qué deben hacer las universidades para formar a los alumnos en esos ámbitos? Enfatizamos como respuesta a esta última pregunta al pensamiento estratégico como una necesidad educativa esencial.

Introducción : El porqué de la acción ciudadana

Agotadas las soluciones milagrosas tanto de las ideologías de masas, como de las tesis

de un liberalismo radical, queda el enorme hueco de cómo dirigir la vida social hacia

nuevos horizontes. Este interés se debe, además y en buena parte, a los problemas que

la sociedad padece: la violencia, la pobreza, la marginación, el nihilismo y el

individualismo, el nacionalismo irracional, la intolerancia en sus diversas manifestaciones,

entre otros. Es más claro ahora que la solución a esos fenómenos sociales destructivos

no depende exclusivamente de las medidas gubernamentales que se tomen, ni del control

y manejo de este sobre los fenómenos económicos. Se requiere de la fuerza y la acción

ciudadana.

Alain Touraine en su libro ¿Qué es la democracia? (2006) sintetiza tres

características de una democracia: a. La representatividad; b. Las limitaciones del poder

del Estado frente a los derechos fundamentales del hombre y c. La acción ciudadana.

Afirma que esta última significa la necesidad de que se incremente cada vez más el

control, autonomía y poder de las personas sobre su propia vida. Fernando Savater (

2000) en un artículo, refuerza la misma tesis al postular la siguiente definición: “entiendo

1 Originariamente el término ciudad (polis en griego y civitas en latin) designaba a la comunidad o al centro del poder político y no al conjunto de construcciones. Hoy en día este sentido original se ha recuperado en alguna medida con el concepto de ciudadanía.

2

por ciudadano el miembro consciente y activo de una sociedad democrática: aquel que

conoce sus derechos individuales y sus deberes públicos, por lo que no (...) delega

automáticamente todas las obligaciones que ésta impone en manos de los “especialistas

en dirigir”.

Sin minimizar la responsabilidad del Estado para proveernos bienes de todo tipo,

los retos que plantea la complejidad social interpelan al poder de todos los actores

sociales y políticos; así, cada país o comunidad tiene que enfrentar los suyos propios

incluyendo los que genera la globalización. La democracia debe dejar de ser un

mecanismo meramente procedimental para elegir gobernantes y legisladores, y adquirir

ahora el carácter sustancial- proyectos de vida, valores, metas sociales, etc. - que había

perdido. Ambas concepciones, como lo ha demostrado la experiencia, no son

contradictorias cuando se ponen límites y reglas, se respeta la diversidad y el derecho a la

disensión en ambas.

El peligroso sueño de que podemos retirarnos a la vida privada dejando al Estado

todas las responsabilidades puede conducirnos a graves consecuencias y catástrofes

sociales. Más allá de los problemas por resolver, la ciudadanía es ahora un necesario

contrapeso y complemento al mundo de la política; este último se constituye

frecuentemente en un sistema cerrado, ideologizado y maniqueo, o bien lento e impotente

para resolver las preocupaciones comunitarias. Por otra parte, la práctica de la política y

de las opiniones encontradas que genera, frecuentemente divide de manera violenta a las

comunidades y es necesaria una buena ciudadanía para que la unidad sea posible. No

han sido pocos los desgarramientos sociales y los enconos por la lucha por el poder, que

solo las virtudes ciudadanas, a veces ya muy tenues, han logrado superar.

Las acciones ciudadanas se realizan en criticas públicas, proyectos, difusión de

ideas o participando con instituciones ciudadanas de todo tipo. De hecho la acción

ciudadana es importante porque permite establecer vasos comunicantes directos entre la

riqueza de propuestas de la sociedad y la dimensión de la justicia mínima común que en

general se vuelve procedimental. Al respecto dice Adela Cortina (2003, p. 32):

…sólo desde las formas de vida de las comunidades concretas; solo desde los ethoi de las comunidades puede diseñarse una concepción de la justicia u otras, no desde la presunta neutralidad frente a las distintas concepciones de la vida (…) la ética de la autenticidad, de la fidelidad a la identidad individual y comunitaria ha de complementar al menos la ética de la justicia. No basta la justicia procedimental para vivir, hacen falta el sentido y la felicidad que se encuentran en las comunidades.

No hablamos fuera de la realidad histórica, desde creencias religiosas o desde las

costumbres comunitarias se ha luchado por la libertad y por la apertura de espacios de comunicación y de autogestión.

3

La ciudadanía y sus problemas

Por ciudadano nos referimos a una persona que se relaciona con otros

responsablemente, es decir con derechos y deberes, dentro de un marco social, político y

jurídico. En consecuencia, un ciudadano es una persona considerada desde su

responsabilidad pública, en su actuación respecto a los demás. Así, la ciudadanía recorta

de lo ético, del deber ser, el ámbito de lo público. Podríamos preguntarnos si una buena

persona por el hecho de serlo es “automáticamente” también un buen ciudadano. Si

atendemos a la definición de Aristóteles en el sentido de que alguien es bueno si

desarrolla todas sus potencialidades, tal vez podríamos contestar de una manera

afirmativa; pero realmente es muy difícil ser bueno en todas las dimensiones, buen padre,

buen profesionista, buen ciudadano, buen esposo, si no tenemos conocimientos y criterios

de bondad antes que otra cosa, si no existe claridad axiológica o los criterios éticos son

débiles o equivocados. Así podríamos decir que alguien es buen profesionista , pero mal

padre (sin querer ser así); buen esposo, pero mal ciudadano, etc. Existen también

prejuicios que impiden o dificultan la ciudadanía, por ejemplo que:

a. Lo público es el mundo del gobierno y de los políticos y nosotros participamos votando

por estos.

b. Si cada quien hace su trabajo individual, sin más, la sumatoria de esfuerzos mejorará el

bienestar público.

c. Los problemas públicos se resuelven con leyes buenas y adecuadas.

d. La comunidad mejorará si se hace cumplir la ley o se fomenta su respeto. Es decir, que

los problemas se resuelven con buena voluntad o con voluntad férrea por parte de la

autoridad.

No es de extrañarnos el arraigo de estas creencias si consideramos la inercia que

hemos vivido de los regímenes liberales y aún de inspiración marxista o socialista. Tales

prejuicios, si bien contienen algo de verdad, omiten una visión amplia de la ciudadanía y

en pocas palabras contienen la idea de que el Estado, como representante “máximo” de lo

público, y dueño del presupuesto,es quien debe resolver todos los problemas.

Por ofrecer solo algunos argumentos en contra de estos prejuicios, podemos decir

que lo legal no siempre sigue a la justicia ya sea esto por negligencia o ignorancia, por

defender los intereses de grupos poderosos o simplemente porque los cambios sociales

no han sido tomados en cuenta. Por otra parte, debemos reconocer que en una sociedad

en la que los recursos son limitados, la sinergia social ciudadana puede producir riqueza:

Ahorro de energía y recursos, empresas sociales de todo tipo, ayuda a los desprotegidos

4

y cuidado del medio ambiente. En cuanto al trabajo individual, si bien es encomiable y

necesario, no garantiza tener una “masa crítica” de buenos ciudadanos capaces de

producir cambios a gran escala, pues precisamente lo deja al arbitrio de cada quien.

Hacer leyes adecuadas y cumplirlas, por otra parte, presupone ya el tener

ciudadanos bien educados y formados para que hagan tal tarea. “¿Quien cuidará a los

guardianes, a los encargados de hacer cumplir la ley?”, se preguntaba el intelectual

Cornelius Castoriadis, en un mundo en donde los valores éticos comienzan a

desvanecerse. Me parece, por otra parte, que los estudios sobre capital social iniciados

por Coleman, Putnam (1993) y Fukuyama (1996)2 han demostrado ampliamente como la

cultura o los mores sociales encarnados en los ciudadanos producen riqueza o bien

pobreza, y también buenos o malos políticos; han demostrado que allí donde hubo

autoritarismo se reproducen actitudes de poca colaboración, y de falta de proactividad.

Así legalidad y ciudadanía son factores interdependientes y no el primero causa del

segundo.

A los prejuicios que obnubilan los criterios de acción ciudadana, se agregan los

fenómenos sociales de la época que invocan a la pasividad: el relativismo y el nihilismo

presagiados por Nietszche, y especialmente el individualismo que raya a veces en el más

radical egoísmo. Hace ya varios años Octavio Paz (1993) señalaba en su ensayo

Vislumbres de la India (¡Qué diría ahora!):

...hay que mencionar la aparición de una nueva clase de empresarios y de una clase media, que ya es afluente en las principales ciudades. Esta clase media sin mucha cultura y sin un gran sentido de las tradiciones es, como en todo el mundo, adoradora de la técnica y de los valores del individualismo, especialmente en su versión norteamericana. Es una clase destinada a tener más y más influencia en la sociedad. Extraña situación: las clases medias, en la India y en el resto del planeta, desdeñan la vida pública , cultivan la esfera privada- el negocio, la familia, los placeres egoístas- y no obstante, determinan más y más el curso de la historia. Son los hijos de la televisión “. (Las negritas son mías).

Como puede verse, estos fenómenos que impiden el actuar ciudadano no obedecen a

imposiciones o dificultades políticas o legales, sino a una inercia y evolución cultural que

tal vez no hemos sabido valorar en sus causas y peligrosas consecuencias.

Desde luego, la ciudadanía cumple diversos propósitos según sean los problemas

de las comunidades, de las naciones o de los conglomerados nacionales. En Europa, las

preocupaciones se centran en el multiculturalismo, en los nacionalismos o regionalismos

radicales y en la xenofobia, entre otros. En los Estados Unidos, de amplia tradición en

cuanto a participación ciudadana, las preocupaciones frecuentes versan sobre la 2 Un libro harto interesante es el de Harrison, Lawrence y Hutington (editores), Culture Matters, New cork, Basic books,2000. Es una colección de artículos de investigadores distinguidos acerca de cómo la cultura influye en la económia y la política de los países.

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criminalidad y varios síntomas de decadencia social. En nuestros países subdesarrollados

en los cuales se enseñorea la pobreza, económica , social y cultural, lo público

prácticamente es una dimensión desconocida. Respecto a México y otros países

latinoamericanos, Claudio Veliz (1984) señala que desde el siglo XVIII se da el fenómeno

de la concentración del poder en pocas manos dando lugar a “patrones autoritarios de

gobierno” y que además no se vivió siquiera una experiencia feudal de autonomía. En

consecuencia, dice, México se inicia sin ciudadanos . El historiador Morse (citado en

Krauze 2000) concluye que en el latinoamericano “el sentimiento de que el hombre

construye su mundo y es responsable de él es menos profundo y está menos extendido

que en otros lugares”. Krauze (2000), por su parte, afirma que México nació con ocho

millones de habitantes “sin conciencia casi de identidad nacional, sin un proyecto político

viable, un mosaico numeroso y variado de comunidades…” Sarmiento, en esa época,

había señalado la necesidad de fomentar el “espíritu asociacionista” (de confianza y

solidario) y proactivo si queríamos alcanzar a los anglosajones. Samuel Ramos descubre

en su libro El perfil del hombre y la cultura en México nuestra autoestima baja y nuestra

imitación infantil; Octavio Paz, por su parte, enfatiza el carácter pasivo del mexicano en su

ya clásica obra El laberinto de la soledad.

Como puede apreciarse, la mera pertenencia a una comunidad no implica la

conciencia de ciudadanía. Esto porque no se ha configurado una identidad; y ¿Qué es

esta identidad comunitaria? Empezando porque no hay apropiación de lo público como

algo realmente “mío” y de lo cual es cada uno responsable en vistas de la comunidad. En

consecuencia la ciudadanía implica un sentido de apropiación con aquello que me

identifico: memoria histórica, actividad política en asuntos qu e me pertenecen, y

proyectos de realización en vistas del futuro . La apropiación de los tres tiempos:

pasado, presente y futuro.

La competencia básica de la ciudadanía, después de todo, puede reducirse a una;

la compasión ontológica: el reconocimiento del otro como un ser necesitado. Entonces

puede surgir allí el amor como fuente de socialidad. Si bien la competencia es esencial en

el mundo de la mercadotecnia y los deportes, no lo es en el campo social, y así lo resume

el famoso biólogo Humberto Maturana (1995:16): “Todo sistema social humano se funda

en el amor, en cualquiera de sus formas, que une a sus miembros, y el amor es la

apertura de un espacio de existencia para el otro como ser humano junto a uno. (…) La

competencia es contraria a la seriedad en la acción, pues el que compite no vive en lo que

hace, se enajena en la negación del otro”.

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La responsabilidad de las universidades

Como puede apreciarse la labor de la ciudadanía es de vital importancia para el desarrollo

de los pueblos, y las escuelas y universidades, hoy por hoy, representan el mejor medio

para el desarrollo de la ciudadanía; aún más que la familia que también requiere ser

reeducada. Para Enrique Chaux (2008), investigador de la Universidad de los Andes y

coordinador de un grupo de expertos que diseñó los estándares en competencias

ciudadanas, “Las competencias ciudadanas son los conocimientos y las habilidades

cognitivas, emocionales y comunicativas que hacen posible que las personas participen

en la construcción de una sociedad democrática, pacífica e incluyente”. Como toda

definición adolece de defectos, podemos ser democráticos, pacíficos e incluyentes y ser

derrochadores de recursos materiales o energéticos: hace falta la relación armónica con

el mundo en su totalidad; podemos también ser ciegos frente a los riesgos del futuro y a la

necesidad de poner planes en acción para prevenirlos. Así, tal vez habría que agregarle

la posibilidad de rediseñar nuestra realidad social. Ya Toynbee en su Estudio de la historia

afirmaba que las civilizaciones podían salvarse de la decadencia si tenían lideres

creativos que unificaran a las comunidades con la intencionalidad de abrirse paso en el

futuro, si podían recrearse y renovarse; lo enemigos eran la autocomplacencia, el hacer

menos de lo necesario o un activismo febril que va más allá de lo necesario. En pocas

palabras la buena ciudadanía implica la imaginación y la visión ciudadana de futuros

posibles y alentadores; la posibilidad de crear distintos modelos de convivencia pública y

de instituciones que la avalen y le den consistencia. Por todo esto las competencias

ciudadanas implican una forma de conciencia que interrelacionan aspectos diversos,

como subraya Ángel Villarini en un artículo ( 1997): “ [una competencia ciudadana es]

una habilidad general y forma de conciencia, producto de la integración de conceptos,

destrezas y actitudes que dota al ser humano de una capacidad de entendimiento, acción

y transformación en sus relaciones con el mundo”.

Educar en las competencias ciudadanas, en conclusión, es una tarea compleja. La

Declaración mundial sobre la educación superior para el siglo XXI que se aprobó en la

Conferencia Mundial Sobre Educación Superior organizada por la UNESCO en 1998

enfatiza varias de ellas. En el artículo sexto establece que: “La educación superior debe

reforzar sus servicio a la sociedad y en especial sus actividades para eliminar la pobreza,

la intolerancia, la violencia, el analfabetismo, el hambre, la degradación ambiental y la

enfermedad, utilizando principalmente enfoques transdisciplinarios e interdisciplinarios en

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el análisis de los temas y los problemas. Hay otros similares que invocan a la educación

ciudadana.”

Hay una declaración allí por demás interesante para la labor ciudadana, y que tiene que

ver con la prognosis: “ Convertirse en centros que anticipen, adviertan y prevean

problemas futuros, mediante el análisis permanente de las tendencias emergentes en los

campos de la economía, la cultura y la política”.

Finalmente anoto una misión que pocas veces tomamos en serio como

universitarios y que es de suma importancia: “ Ayudar al desarrollo y mejoramiento de

todos los niveles educativos , incluso mediante la formación de los docentes”. .

Debemos insistir en este punto; que las universidades en los nuevos tiempos3 deben

también iluminar lo que conviene hacer en los niveles que le anteceden: educación media,

técnica y aún básica.

En esta misión la necesidad de sensibilizar al estudiante es vital: sentido de

pertenecer a una comunidad y de ser responsable de ella; tener interés en conocer los

problemas que ocurren en el entorno, sus causas y consecuencias; es por así decirlo la

“apropiación personal del mundo”; ahora sabemos que aún “enseñar a pescar” es

insuficiente y que debemos ir más atrás, a las raíces: reconocer que tenemos una parcela

del mundo; que es nuestra y que la debemos compartimos con los demás. Lo anterior

debe iniciarse desde la educación básica y rematar en la universidad: enseñar al alumno

a recorrer su comunidad y detectar sus problemática en distintas variables; a desarrollar

empatía por los que sufren y a visualizar las probables soluciones.

Especialmente debemos educar en la prognosis y en el ir más allá de lo dado para

no retrasar decisiones que deberían ser obvias y rápidas de ejecutar. Por ejemplo,

apenas ahora, y con mucho retraso, empieza a exigirse transparencia en el manejo de los

recursos públicos, y también apenas ahora se han establecido condiciones para un

servicio médico universal en nuestro país: el derecho a no morir por una enfermedad

curable. Así pues, el análisis basado en la prognosis debe ir de cómo transitar de una

sociedad sustentable a tener calidad de vida, de tener ciudad a tener una bella ciudad;

del derecho a la educación a tener una educación adecuada; del derecho al trabajo al

trabajo digno y humano; del derecho al voto al derecho de participar mejor en las

decisiones políticas; de la igualdad jurídica a las formas concretas que eviten la

marginación y la pobreza. En pocas palabras, captar el mundo como un ser incompleto e

3 En la orientación francesa al universidad tiene un papel de liderazgo recomendando acciones para los niveles anteriores. Recientemente una agrupación de universidades chilenas, Chile Unido, ha refrendado esta vocación universitaria de analizar los problemas de los niveles educativos que le anteceden y hacer recomendaciones, especialmente para el desarrollo social.

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inacabado en donde el “saber anticipado” tenga un papel relevante. A las universitarios

debemos exigir más: poner a trabajar su capital intelectual y el pensamiento estratégico

necesario para que puedan desenvolverse en la complejidad4 de estas tareas;

pensamiento que a la vez aúne la eficiencia con la trascendencia, y les permita una

relación más estrecha entre lo que saben y la práctica creativa. No hace mucho Sternberg

(1997), un connotado cognoscitivista ha planteado a la inteligencia en sus tres

dimensiones: La analítica (la lógica y el razonamiento), la creatividad y la contextual (la

vida práctica y real). Que mejor manera que poner todos ellas en práctica a través del

pensamiento estratégico que combina a las tres de la mejor manera posible.

Las esferas de la acción ciudadana.

Veamos ahora en qué ámbitos ciudadanos podemos aplicarnos para así despejar el

mantel de nuestras tareas como formadores. Distingo aquí seis ámbitos fundamentales: El

derecho, lo político, lo social dividido en tres esferas distintas: urbanidad; el cuidado, el

desarrollo social; la autogestión, el diseño comunitario y el ámbito de la autorreflexión

ciudadana. Veamos brevemente en qué consisten.

1. Ciudadanía y derecho.

Por definición un ciudadano es aquel que vive en una comunidad normada por el derecho

y no solo por regulaciones morales sociales. Hasta ahora esta regulación es dada por las

leyes de la nación- país. De hecho, la condición mínima de ciudadanía es la de cumplir

formalmente con los requerimientos de la ley para adquirir tal condición. Además, el

conocer y el cumplir la ley, especialmente los derechos humanos, es sin duda una

característica esencial de todo buen ciudadano. Más allá de esto sería importante para la

ciudadanía conocer los procesos para la elaboración de leyes y la historia social detrás de

estos; conviene que el ciudadano participe en la elaboración de las leyes ya como opinión

pública educada, o ya a través de organismos ciudadanos que aborden esos trabajos.

Conviene aquí analizar las fuentes morales y la justificación racional del derecho; analizar

las fuentes filosóficas e históricas de los derechos humanos; el estatus jurídico que afecta

a las comunidades marginadas o desprotegidas, los vacíos e inadecuación del derecho

entre otras cosas. Especialmente, los jóvenes estudiantes deben analizar los conceptos

de justicia con que se abordan los problemas sociales y si estos se traducen a la

asignación de presupuestos y condiciones de vida reales. Aquí las teorías de John Rowls,

4 Hablamos de complejidad no en el sentido de algo difícil, sino de aquello que está entretejido; es decir de variables múltiples tal como lo define Edgar Morin.

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de Waltzer o clásicas como la doctrina social de la Iglesia5, por mencionar algunas, tienen

mucho que aportar para tener un concepto valga la expresión “más justo de la justicia”.

Las ideas de estos autores son un fuente riquísima de critica y discusión universitaria para

los problemas latinoamericanos . Esto podría parecer mucho para estudiantes de

secundaria, primaria o aún preparatoria; pero en realidad sus conceptos son fácilmente

entendibles si hay un proceso pedagógico de adaptación. Hay que recordar por ejemplo,

los éxitos que ha tenido el Dr. Lipman con su metodología llamada “filosofía para niños” a

través del cual los infantes discuten temas altamente abstractos por medio de historias

adecuadas a su edad. No está demás decir que esta labor puede muy bien estar a cargo

de universitarios, docentes e investigadores, comprometidos con los niveles anteriores.

2. Ciudadanía y vida política.

En esta esfera nos referimos a la democracia como forma de vida política que propicia el

buen gobierno, reconociendo la diversidad social y el respeto a las opiniones de otros. Los

sistemas políticos son formas que relacionan al Estado con la sociedad civil y por lo tanto

necesitamos una sociedad civil plenamente conciente y fuerte; las formas democráticas

se inclinan hacia la participación ciudadana, en tanto que los regímenes autoritarios

favorecen el poder del Estado. La vida democrática presenta varios desafíos a la labor de

la ciudadanía: lograr la libertad y la igualdad y un sano equilibrio entre ambas; disminuir la

corrupción y el dispendio de los recursos; vigilar que los recursos ayuden al desarrollo

justo de las comunidades. La vida política sana es necesaria para defender una

democracia que siempre está en riesgo, por ello es necesario que la ciudadanía trabaje

cerca de los partidos y a través de organizaciones políticas, proponiendo, criticando y

arbitrando allí donde exista un problema político por resolver. No faltan los que afirman

que para lograr la igualdad económica hay que renunciar a la libertad para establecer una

“buena” dictadura, ya sea de derecha o de izquierda y no hay que olvidar que muchas

democracias fueron destruidas por la vía electoral. Existen también las demandas poco

justas de las oligarquías, de los grupos de presión y de los mismos partidos políticos que

quisieran la exclusividad de la vida democrática. Peor aún porque no es tan visible, es la

tiranía de los votantes a los que frecuentemente se somete el Estado de bienestar Estado

que se esfuerza por halagar a sus votantes ofreciéndoles distintos bienes, pero que no

5 Adela Cortina reconoce a la democracia social y a la doctrina social de la Iglesia como fuentes de la moderna democracia europea. Esta última, independientemente de su origen religioso, presenta una defensa de la autonomía comunitaria y de la participación ciudadana en estructuras de autogestión. Así también pone límites razonables al poder del Estado.

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cumple con los mínimos de justicia social. Como lo ha señalado Adela Cortina (2003:80-

84):

Puede decirse, pues, que el Estado paternalista ha generado un ciudadano dependiente,<<criticón>> -que no critico-, pasivo, apático y mediocre. Lejos de él queda todo pensamiento de libre iniciativa, responsabilidad o empresa creadora (…) para llegar a la conclusión a la que tantos ciudadanos han llegado: Que si el Estado fiscal es el que recauda los impuestos por ser el dueño de los dineros, a él toca resolver los problemas sociales, obligación de presunta <<solidaridad>>; bastante hace el ciudadano- sigue pensando el hombre de la calle- con desembolsar la parte alícuota cuando le llega el plazo, para que le anden reclamando un plus de solidaridad. Que pague el que cobra- concluye el contribuyente-, y no el que ya ha pagado antes (…) Pero deber intrasferible de cualquier Estado de derecho que hoy quiera pretenderse legítimo- y hoy lo son casi todos los de la unión europea- es asegurar universalmente los mínimos de justicia, y no intentar arrebatar a los ciudadanos su opción por la solidaridad”.

Frente a estos problemas en varios países se han establecido “observatorios

ciudadanos” para vigilar que las acciones del gobierno realmente resuelvan los problemas

y utilicen bien sus recursos. Así, hay asociaciones que vigilan las acciones del gobierno

para combatir a la delincuencia, para ver que se apoye a grupos indígenas o grupos

excluidos, el buen uso en el manejo del gasto público, etc. Sería interesante que

existieran también organismos de esta naturaleza que evaluaran y vigilaran otros

aspectos medulares como la educación o los resultados del apoyo al campo. Es

importante que los estudiantes se acerquen a esos observatorios para analizar sus fines y

métodos de análisis; de ser posible que se integren a alguno de ellos o sugieran la

estructura de uno nuevo.

Las competencias educativas desde esta dimensión y además de la participación

directa o indirecta, deberán fomentar los sistemas de evaluación y observación,

fomentando al mismo tiempo las llamadas virtudes ciudadanas tales como la participación

responsable, la tolerancia, el saber escuchar, la racionalidad, la inclusión y el aprecio por

los adversarios. Los debates bien dirigidos sobre esta temática son bien recibidos.

3. La ciudadanía desde el cuidado y el desarrollo.

Oímos decir que alguien es un buen ciudadano cuando ayuda a los demás, cuando es

solidario con los sentimientos y problemas de otros, así, la ciudadanía vista desde la

socialidad es la fuente de toda virtud y acción ciudadana. Civitas proviene de la raíz

indoeuropea : kei- “yacer, hogar, querido”. keiuos significaba originalmente “compañero de

casa” y más tarde “vecino” y “habitante del lugar”. Tal vez podríamos pensar en estar en

el hogar; en donde puedo yacer y descansar; en donde me siento seguro y cuidado por

los demás, como si la ciudad fuera una extensión de mi familia. El fundamento de la

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ciudadanía social es el cuidado mutuo, pero dado la riqueza en el ámbito del cuidado,

propongo distinguir la acción de la ciudadanía social en tres niveles:

A. La civilidad o cortesía ciudadana.

Una de las más elementales esferas de acción ciudadana es la cortesía ciudadana

que a veces recibe el nombre de civilidad o de urbanidad ( como cuando se dice:“arreglar

las cosas civilizadamente”). La cortesía ciudadana consiste en un sistema de costumbres

que favorece la conciliación de interesas, el zanjar las disputas de manera racional y sin

violencia, así como tener atenciones y cuidados básicos para los otros. Algunos la definen

como una “dulcificación del trato” para convivir de manera más armoniosa con los demás;

pero tal vez deberíamos de hablar de una cortesía activa. En esta dimensión se privilegian

tres valores principales: la tolerancia, el diálogo y el cuidado elemental del otro. Podría

parecer que, frente a los graves problemas sociales que padecemos, la cortesía

ciudadana ocuparía un lugar secundario y tal vez trivial. Nada más equivocado, la cortesía

ciudadana es la tierra fundamental sobre la cual se erigen las demás acciones

ciudadanas, incrementándolas y potencializándolas. La cortesía ciudadana implica

principalmente la conciencia del valor del otro, la búsqueda incipiente del bien común y el

abandono de posiciones egoístas.

Es difícil encontrar una buena ciudadanía , allí donde no se ha cultivado antes la

civilidad; lo que podríamos llamar urbanidad activa, en consecuencia, debe ser

profundamente educada desde la más temprana edad: participando en las tareas

cotidianas del hogar, ayudando a los familiares, conocidos y vecinos más necesitados; en

fin, generando empatía con los sentimientos y necesidades de los otros; la educación de

las emociones. La prognosis aquí no deja de tener un papel esencial: calcular que es lo

necesita el otro, en pocas palabras “ser corteses por adelantado”. La gran cantidad de

divorcios, los despidos injustificados en los lugares de trabajo por discriminación o

diferencias de carácter, las riñas ideológicas y la violencia de todo tipo, revelan una

profunda intolerancia. La escuela y la universidad, por su parte, debe diseñar actividades

que garanticen la educación en las virtudes de la urbanidad, especialmente en la

educación básica, primaria y secundaria; la elaboración de códigos de cortesía ciudadana

activa y que además se lleven a la práctica, pueden ser un buen vehículo pedagógico.

B. El cuidado de las dimensiones públicas

El cuidado de lo público, es una forma más activa de la ciudadanía respecto a la cortesía

ciudadana. Aquí nos hacemos la pregunta acerca de qué podemos cuidar. Debemos

cuidar el entorno físico de la comunidad y tomar medidas que prevengan su deterioro:

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jardines, escuelas, calles, plazas, etc. Debemos cuidar de aquellos que requiere nuestro

apoyo en aspectos tales como los riesgos a la salud, la agresión por parte de la

delincuencia, los accidentes, las calamidades naturales, las necesidades económicas y

los casos de marginación social. Las virtudes ciudadanas para este propósito son la

colaboración, la compasión (empatía), el sentido de belleza y la generosidad. No está

demás decir que es necesario aquí un sentido de intolerancia ante situaciones negativas e

indignas por las que podemos transitar, por ejemplo; que haya niños indigentes en las

calles, que exista violencia pública, que la marginación impida la llegada de asistencia

médica a comunidades pobres, frecuentemente indígenas, etc.. La prognosis y prevención

de estos eventos también son de alta estima: saber valorar qué variables y factores

producirán eventos de esta naturaleza.

El cuidado de los asuntos sociales públicos también debe abarcar la cultura; la

defensa, comunicación y engrandecimiento de las tradiciones comunitarias que en buena

parte son la raíz de la identidad de los pueblos. Las diversas asociaciones que luchan

contra calamidades tales como el cáncer infantil, que ayudan a drogadictos o niños de la

calle, etc., son buenos ejemplos en donde los estudiantes pueden participar o al menos

acercarse.

C. La contribución al logro de la justicia social y el desarrollo

Más allá del cuidado y la solidaridad, una responsabilidad ciudadana fundamental es

contribuir al cumplimiento de la justicia social y el combate a la pobreza. La justicia social

y el desarrollo consisten en que realmente se cumplan tres condiciones fundamentales:

a. Que realmente, y no solo de palabra, exista igualdad de oportunidades para todos; lo

cual significa a su vez romper con la herencia social que condena a los pobres a seguir

siendo pobres y que favorece a los que ya poseen riquezas.

b. Que las comunidades sean capaces de producir los bienes necesarios para su

mantenimiento y desarrollo. Esto significa que las comunidades sean capaces de

desarrollar una buena economía que les permita vivir dignamente.

c. Que los pueblos puedan tener acceso a una buena calidad de vida y la posibilidad de

enriquecer su cultura y animar sus tradiciones. Esto implica tanto salud, cultura, diversión

y una vida armónica con la naturaleza. Aquí conviene prevenirnos con las patologías

sociales que representan el consumismo el individualismo egoísta y la competencia

deshumanizada.

En buena parte la causa de la pobreza en Latinoamérica es debida a la estructura

clasista y feudal que arrastran nuestros países. El enorme privilegio que tradicionalmente

13

se ha dado a las ciudades por encima de las zonas rurales e indígenas: allá, en las urbes,

hay buenas universidades, servicios de todo tipo, gastos en seguridad, gasolina u otros

productos subsidiados, industria y trabajo. No es nada raro entonces que acá tengamos

megaciudades con enormes cinturones de miseria: la supuesta “igualdad de

oportunidades para todos” solo se da en las ciudades y solo para una parte de su

población. El economista Pippitone (1998) y Gabriel Zaid (abril 2006) han señalado que

esto ha sido el resultado de pretender construir a la sociedad de arriba hacia abajo y no a

la inversa como lo han hecho los países que han progresado. En consecuencia también

su clase productiva superior es elitista, acaparadora y monopólica, heredera de la

aristocracia feudal más que de un neoliberalismo competitivo. Pipitone (1998:44) lo

resume en pocas palabras:

Quien crea que el problema del subdesarrollo es problema de escasa dotación de capital o de escaso grado de industrialización o de insuficiente exposición nacional a los flujos de tecnologías y recursos mundiales, tiende a convertir el problema de la salida del subdesarrollo en un problema mecánico y, de paso, a confundir la sintomatología con la etiología del mal. El subdesarrollo es, antes que cualquier cosa, un Frankenstein: un organismo social incapacitado en construir redes sólidas de conexión entre individu os , grupos sociales, zonas de territorio, sectores productivos, instituciones... (la pobreza) es expresión de fracasos económicos previos, de ensoñaciones ideológicas acerca del carácter taumatúrgico de esa o aquella estrategia de desarrollo que a su tiempo pareció dotada de virtudes irrebatibles” (las negritas son mías).

No hace falta decir que esto refuerza la tesis de Putnam y Fukuyama sobre la importancia

de la confianza y la necesidad de una educación que la fomente6.

Por otra parte, la pobreza degenera en delincuencia común allí donde existe

deculturización, ambición y desesperanza, especialmente en los cinturones de miseria7;

si además las proporciones de malestar social aumentan, la pobreza como afirma

Pipitone, tiene que ver con la gobernabilidad de los países y en consecuencia es un

asunto de seguridad nacional8. Encontrar soluciones estratégicas a la pobreza es la vía

para que las comunidades no exijan por la vía violenta lo que en justicia les pertenece; vía

que abre, además, la puerta a los demagogos y a las dictaduras.

6 Fukuyama (1996), dice al respecto que “la forma más importante de sociabilidad desde un punto de vista económico es la capacidad de extraños (no parientes), de confiar unos en otros y trabajar juntos en formas nuevas y flexibles de organización” ; en pocas palabras ir más allá del familiarismo cerrado y excluyente. 7 Los más pobres que por cierto pertenecen a comunidades indígenas no son en general delincuentes, allí no hay ambición sino una resignación casi absoluta. 8 La mayoría de las encuestas sobre cultura política han revelado que una mayoría prefiere un gobierno dictatorial si este resuelve ( o pretende resolver el problema de la pobreza. El reporte La democracia en América Latina de la PNUD (Programa de las naciones Unidad para el Desarrollo) muestra un 54.7% que así lo cree y un 56.3 % de personas que creen que el desarrollo económico es más importante que la democracia (Citado en Ochman, M., 2008:45).

14

También es cierto que cuando no hay recursos, por la razón que fuere, por parte

del Estado para lograr esa justicia, es necesaria la participación ciudadana. Tal vez los

mejores ejemplos en este sentido son el banco Grameen (banco rural), creado y

desarrollado por Muhammed Yunus en uno de los países más pobres del mundo:

Bangladesh. Sus micro préstamos han ayudado a casi ocho millones de pobres en su

país a crear sus propias empresas, la mayoría modestas pero eficientes. Las

universidades tienen aquí una esfera propia en la que actuar poniendo en juego las

habilidades académicas, especialmente las creativas, de los estudiantes. En esta labor los

universitarios, además, pueden aportar mucho a la educación: formar para el trabajo y

para la autonomía. La educación que requieren esas comunidades no puede ser la misma

que en otros lados, sino oportuna y adaptada a las necesidades regionales; así las

comunidades podrán realizar mejoras en el entorno y producir riqueza; en cuanto

formativa, sería una educación para formar a las personas en verdaderos agentes de

cambio. Por ello, y con mayor razón, debe llevarse también buena cultura a los pobres;

esta ofrece perspectivas distintas y nuevos puntos de vista, despierta la imaginación y la

ambición por mejorar el medio que les rodea; la pobreza no debe ser pretexto para excluir

a las comunidades de las diferentes manifestaciones de la cultura. Aquí las universidades

y su acción ciudadana pueden llevar a cabo una educación estratégica que complemente

los estudios oficiales y se oriente al desarrollo.

El ciudadano debe participar en los objetivos de tener muchos, variados y buenos

empleos. Como ha dicho Adela Cortina (2003,p.119): “El trabajo es el principal medio de

sustento, pero además uno de los cimientos de de la identidad personal, un vehículo

insustituible de participación social y política y una forma de educación y humanización”

que difícilmente puede ser sustituido. Por ende debemos desarrollar una ciudadanía

económica. Afortunadamente cada vez trasmina más el concepto de “empresas

socialmente responsables”, lo que implica un compromiso empresarial con los problemas

de la sociedad. Más allá de esto, Cortina hace implicar factores esenciales por los que

hay que propugnar: a. El imperativo tecnológico para mejorar la productividad b. El

imperativo de la capacitación que refuerza la unidad de las capacidades del individuo con

los objetivos de la empresa c. El imperativo de la capacitación, d. El imperativo de la

incorporación de los miembros a un proyecto empresarial y social común. No deja de

recordarnos la autora que los países más desarrollados son aquellos que han logrado

empresas inteligentes que han logrado aunar una eficiencia productiva con una eficacia

social. Nuevamente aquí, las universidades pueden ofrecer una gran gama de proyectos

de emprendedurismo ético.

15

4. La ciudadanía como gestora y organizadora social .

Hacia finales del siglo XIX cuando las sociedades se debatían entre un liberalismo salvaje

y las entonces crecientes ideologías socialistas, la Iglesia propuso una tercera vía política

y social basada en la autonomía de los cuerpos intermedios, solución análoga al papel

que tenían los gremios en la Edad Media. Los cuerpos intermedios. Al decir de

Wilhelmsem (1968:30).

Los gremios fijaron los precios de sus productos (…) establecían las reglas para el ejercicio de sus oficios, pero no se contentaban con limitar el campo de sus actividades a lo estrechamente económico. Cada gremio medieval tenía un tesoro para atender a las viudas y huérfanos de sus socios(…) Así se mezclaba lo económico con lo social (…)También los gremios gozaban de un papel religioso, ya que la intensidad con la cual los hombres vivían de la fe en esos siglos hacía que los gremiales dedicaran sus oficios a un santo, a una virgen, y así el mismo trabajo se sacramentalizaba. Por muy dura y áspera que fuera la vida, los hombres de trabajo habían unido, casi espontáneamente, lo económico, lo social y lo espiritual. Las cofradías a veces eran los mismos gremios.

Según esta visión no existía allí un sentido del individuo sino de la colectividad. El Estado

o el poder, si bien no desaparece, encuentra límites sociales:

…el poder real, en aquellos tiempos siempre débil en comparación con los antiguos emperadores romanos y con el poder de los estados modernos, encontraba un freno contra cualquier tendencia hacía la tiranía en las Universidades, los Gremios y los Municipios. El poder real tenía que pactar con la sociedad…

Estos gremios eran, a la vez, organismos sociales que veían por el bienestar sus

miembros y al mismo tiempo tenían poder para tomar decisiones políticas. La doctrina

social de la Iglesia9 que proponía un resurgimiento de esta forma de organización social,

criticaba al socialismo marxista en donde el estado lo poseía todo y la persona carecía de

derechos intrínsecos; en donde se considera a la sociedad como una masa en donde el

individuo poco contaba. A la inversa, el liberalismo enfatizaba los derechos del individuo

por encima del bien común; favorecía el egoísmo y la explotación de los hombres que

inermes tenían que someterse a las condiciones inhumanas de trabajo de los poderosos.

Sabemos lo que pasó, el liberalismo económico cedió a las necesidades sociales y se

humanizó, o como dice Savater destacando la paradoja, el marxismo triunfó en el

capitalismo. Pero más allá de eso, la doctrina social de la Iglesia y las democracias

sociales permearon mucho en la cultura económica y ahora cobran nueva vida estas

ideas que respaldan la autonomía y capacidad de autoorganización de la sociedad. De

9 Adela Cortina (cfr. Bibliografía) reconoce a la democracia social y a al doctrina social católica como fuentes de la moderna democracia europea. Ambas contribuyeron para acabar con lo que actualmente se ha denominado el “capitalismo salvaje” y el establecimiento de criterios y normas de justicia social.

16

hecho la forma más autónoma y libre de la participación ciudadana se da cuando esta, es

capaz de realizar acciones por sí y para si misma, y que son respetadas y respaldadas

por el Estado y el derecho, esto a través de asociaciones bien constituidas de todo tipo:

profesionistas, deportivas, educativas, independientes y con propósitos diversos etc. La

participación ciudadana en este sentido sostienen que:

a. Entre el individuo y el Estado deben tener poder de decisión los cuerpos intermedios.

b. Que debe haber mayo fluidez y comunicación entre lo privado, lo social y lo público.

c. Que la sociedad civil es capaz de dirigirse y organizarse por sí misma en la

consecución de tareas distintas y que, en consecuencia, puede proponer las leyes que

sustenten jurídicamente su funcionamiento; en pocas palabras que el Estado debe

respetar y apoyar esa autoorganización.

Quienes lo han logrado primero en varios países han sido los municipios, antes

enteramente dependientes de los gobiernos centrales; se han logrado abrir paso también

el derecho a los usos y costumbres de los pueblos indígenas; algunas organizaciones o

federaciones deportivas han adquirido representatividad formal ante el Estado en varios

países. Algunas organizaciones profesionales en México, como son la barra de abogados,

han exigido el cambio de leyes en las asignaciones de presupuestos y de funcionarios de

la Suprema Corte. A pesar de que existen muchos ámbitos en donde la sociedad civil

puede organizarse por sí misma, existen dimensiones vitales a los que no tiene acceso y

que son cotos de políticos y sindicatos, tal es el caso de la educación, en donde ni

siquiera las asociaciones de padres de familia tienen poder de decisión. Colonias y barrios

podrían tener formas de organización propias para tareas específicas reconocidas por el

poder político. La organización de sociedades intermedia con fines de autogestión de

tareas es de vital importancia. Los estudiantes podrían acercarse a las que ya existen

para analizar sus posibilidades.

5. La ciudadanía como diseñadora del futuro .

Esta dimensión, aunque fuertemente emparentada con la esfera de la justicia social, va

más allá para considerar aspectos siempre mejorables de las comunidades; su objetivo es

la calidad de vida que, a su vez, debe proceder de una filosofía de la vida : Como hacer

ciudades o pueblos más humanos, más cercanos a la naturaleza, con menos depresión y

mejores condiciones laborables y de vida; en pocas palabras aquí los ciudadanos se

tornan en creadores, productores y diseñadores del futuro de las comunidades;

especialmente esto debe ser producto natural de lo que tantas veces presumimos: que

vivimos en una sociedad del CONOCIMIENTO. Aquí la imaginación tiene un lugar

17

importantísimo al lado de la estrategia y el cálculo. Vemos los resultados de esta

ausencia: Barrios enteros que son adefesios, ciudades sin áreas verdes, sin espacios

deportivos, ni espacios públicos de convivencia o habla agradables; lugares que fomentan

la delincuencia y las enfermedades; medios de comunicación que fomentan la

mediocridad y las peores costumbres; sistemas educativos caducos y perniciosos que

reproducen el subdesarrollo, etc. Tal vez uno de los ejemplos de que esto es posible es

el de la Ciudad de Medellín con sus barros de miseria

que llevaban la delincuencia hacia todos los puntos de la ciudad ¿Qué se hizo? El

presidente municipal Sergio Fajardo se trazó un plan global con varias acciones: mejorar

las viviendas de las barriadas que existían en los cerros, organizar una plaza

plurifuncional- parque o plaza en donde se brindaba además educación y cultura a través

de eventos distintos; mejoró el transporte y creativamente instalaron un “metrocable”,

especie de teleférico que unía a aquellas comunidades con el centro de la ciudad;

puentes y avenidas fueron construidas para unir comunidades antes rijosas entre sí. En

pocas palabras se dignifico y revaloró lo público y todo se hizo con la más alta calidad

tecnológica , de diseño y de materiales, violentando y derribando la famosa pirámide de

Maslow que afirma que primero hay que resolver las necesidades básicas antes de

acceder a las más altas de desarrollo; tenemos que reconocer que la mentalidad

producida por la pirámide de Maslow en una gran mayoría de casos es perniciosa y falsa.

Aquí el punto de vista es a la inversa: hagamos una mentalidad de alta calidad en todo y

ofrezcamos una alta cultura en todos sentidos.

Alguien podría aducir que esos cambios son fundamentalmente obra del gobierno,

sin embargo, fue lograda con apoyo de innumerables grupos ciudadanos y, por otra parte,

políticos creativos provienen de una ciudadanía creativa.

6. La ciudadanía metacognitiva: la ciudadanía que s e conoce a sí misma.

Finalmente la ciudadanía debe reflexionar sobre su propia naturaleza. Definir hasta donde

debe llegar su acción y sus límites con el Estado; el tipo de organizaciones ciudadanas

necesarias; definir las competencias que deben enseñarse y cómo hacerlo; la posibilidad

de construir una ciudadanía mundial y sus fundamentos; como coordinar las acciones

ciudadanas; hacia donde debe ir la ciudadanía. ¿Será necesaria una hibridización de la

ciudadanía con el Estado? ¿Cuál es el futuro de la ciudadanía con el quehacer

democrático? ¿Cuáles son los límites de la ciudadanía? Estas son tareas que

corresponden muy bien al intelectual universitario y que deberían iluminar el futuro camino

de la ciudadanía estableciendo claridad axiológica y sociológica a estas nuevas tareas.

18

Las enfermedades de la ciudadanía

Como en toda actividad humana, los fines pueden desvirtuarse si no nos precavemos de

ello. La acción ciudadana puede perder su naturaleza si deja que otros poderes desvíen

su curso. Entre estas posibles enfermedades podemos señalar brevemente:

A. La acción ciudadana impulsada por fines egoístas o visiones parciales. Un grave

peligro para la acción ciudadana es que dirija sus actos desde intereses particulares o de

grupo y sin considerar el bien común. Estas podrían llamarse, entonces, acciones

anticiudadanas.

B. El “secuestro” de la acción ciudadana. Los actores políticos, líderes o partidos, con

mucha frecuencia tratarán de manipular a la acción ciudadana para sus propios

propósitos de poder o en vistas de elecciones. Aquí la acción ciudadana sirve de ariete en

contra del gobierno, contra la oposición o simplemente a favor de las opiniones del líder

político.

C. El uso de la ciudadanía como mercancía.

En muchas ocasiones organizaciones supuestamente altruistas manifiestan corrupción en

su operación. Ofrecen servicios inexistentes, o deficientes, pero que son bien pagados

por alguna institución patrocinadora, o bien sus gastos “administrativos” exceden a los de

la ayuda a los demás.

D.La ineficiencia o la falta de sentido estratégico de la acción ciudadana. Ya hemos

señalado como el mero asistencialismo no es una verdadera opción para la acción

ciudadana si no va acompaña a proyectos de desarrollo social. En otras ocasiones las

organizaciones ciudadanas inician proyectos que luego requieren una fuerte inversión del

gobierno para continuarlos con lo que más que solucionar problemas se convierten en

parte de estos.

E. Los prejuicios de la “modernización”. Con frecuencia se quiere adaptar a la gente a

nuestros propios modos de existencia y a nuestras costumbres. Poner cemento en un

pueblo rústico muchas veces puede ser la causa de destrucción de una riqueza turística.

Llevar computadoras a las aulas puede ser muy útil, pero es mejor aplicar recursos para

desarrollar la lectura y la escritura a través de acciones diversas. Con frecuencia las

comunidades pobres tienen más posibilidades de tener una mejor calidad de vida que los

que vivimos en las ciudades y solo requieren aprovechar estratégicamente sus recursos.

F. La ciudadanía débil y poco participativa.

19

Acción universitaria y pensamiento estratégico

¿Por qué es importante haber definido ámbitos de acción ciudadana? La respuesta es

múltiple: para saber qué conviene desarrollar en cada nivel educativo y derivar de ellas las

competencias requeridas; para que no falten aspectos por educar en el currículo,

especialmente los más trascendentes por nivel escolar, para que en un momento dado se

elijan los proyectos más trascendentes o más oportunos para que los alumnos los

realicen. Mal haríamos en hablar de didáctica si no sabemos antes en qué aplicarla. Los

métodos para desarrollar ámbitos son diversos: Aquí los niños y jóvenes pueden escribir

proyectos, hacer planos, maquetas, resolver casos y elaborar ensayos, así como

propuestas imaginativas; analizar y criticar las prácticas sociales, participar en concursos

de proyectos y en debates. Las competencias básicas serían el trabajo en equipo, la

creatividad, el empleo de la tecnología y especialmente el pensamiento estratégico tan

abandonado en nuestra educación. Ya hemos señalado que la responsabilidad de las

universidades implica el desarrollo de todos los ámbitos mencionados, incluyendo el

desarrollo de métodos para la educción básica o media. Existen sin embargo, proyectos

y ámbitos propios de los universitarios que exigen más conocimientos y madurez: El

cuidado, el desarrollo social, la autogestión, el d iseño de comunidades y la

reflexión sobre la ciudadanía , aunque esta última con más obligación para los

académicos.

Estos aspectos están fuertemente ligados con las metas de lo que ahora

denominamos la sociedad del conocimiento. La Declaración de la Sociedad Civil (2003)

convocada por la ONU establece como función de la sociedad de la información lo

siguiente :

Nos comprometemos a constituir sociedades de la información y la comunicación centradas en la gente, incluyentes y equitativas. Sociedades en las que todas y todos puedan crear, utilizar, compartir y diseminar libremente la información y el conocimiento, así como acceder a éstos, con el fin de que particulares, comunidades y pueblos sean habilitados y habilitadas para mejorar su calidad de vida y llevar a la práctica su pleno potencial.

Para que la universidad responda a esta exigencia social será necesario realizar cambios

fundamentales en el currículo que permitan formar a los alumnos en las competencias

que se derivan de esa meta; todos o al menos algunos de los siguientes:

A. Generar materias ad hoc para tal fin como pueden ser: Pensamiento estratégico

para el desarrollo; economía social, diseño social, u otras. Estas materias tendrían

un carácter práctico y formaría parte del currículo de todas las disciplinas.

20

B. Generar centros inteligentes en cada universidad para que establezcan los

procedimientos estratégicos del servicio social y de grupos de voluntarios de la

universidad.

C. Generar sistemas informáticos para el monitoreo y ayuda en estas tareas.

D. Crear centros inteligentes universitarios que interactúen con los gobiernos y la

sociedad civil en general (existen centros comunitarios que podrían ser

transformados para cumplir este fin).

E. Crear proyectos de desarrollo comunitario disciplinarios como parte de tesis o de

evaluación de materias del currículo.

F. Fomentar en general la participación social en todos los ámbitos de la acción

ciudadana

Sabemos, sin dejar de reconocer su valor educativo y ético, que en un buen número de

casos el servicio social que presta el alumno se pierde en un asistencialismo sin futuro.

Por otra parte, el hecho de que el estudiante no aplique al máximo su pensamiento y

creatividad a través del pensamiento estratégico y del conocimiento complejo, hace que

pierda interés y motivación para la acción y, finalmente, no se ve recompensado por haber

logrado una labor trascendente que se siga proyectando en el futuro. Más allá de esto, la

cultura del pensamiento estratégico y complejo debe ser una competencia básica para la

vida académica, para el trabajo y para la vida cotidiana de todo ciudadano. Pero ¿Es

posible lograr cambios radicales con estrategias adecuadas? Kliksberg (2000) describe el

caso de Villa El Salvador que aquí expongo de manera sucinta: En 1971 fueron

expulsados miles de pobres- cerca de 50 000- que se habían asentado en las afueras de

Lima, el gobierno les dio unos terrenos áridos y polvorientos. Allí fundaron Villa El

Salvador que ahora cuenta con más de 300 000 habitantes; es decir,, todo un milagro de

sustentación ¿Pero que tiene en especial? Que han logrado plantar más de medio millón

de árboles, su índice de mortalidad es inferior a la media del país y su matrícula en

primaria y secundaria de 98 y 90 respectivamente, son superiores también a la media

nacional. Poseen varias escuelas y bibliotecas, un parque industrial y tienen espacios

para el deporte y el esparcimiento; sus calles están bien trazadas y todos participan en el

bienestar público. No viven en la opulencia, pero ahora viven dignamente; la necesidad de

colaborar de manera estrecha para sobrevivir y crecer les ha dado excelentes resultados.

Estos logros fueron el resultado del pensamiento estratégico de sus líderes que supieron

priorizar metas y aprovechar oportunidades.

Todos esos logros fueron producto del ingenio humano. Ingenio originalmente se

definía como la virtud por el cual un ser produce algo, luego el conjunto de artilugios o

21

dispositivos para lograr algo; así decimos “ingenio azucarero” o de tal o cual “ingenio

industrial”. En el hombre, ingenio se ha venido a convertir en una producción derivada de

su capacidad para resolver problemas, de su inteligencia y su creatividad; y así se habla

del ingenio en este último sentido: lo que produce es por medio de su inteligencia, de su

creatividad, de su perspicacia y ya no en el sentido biológico de tener hijos.

Al respecto existen preguntas básicas que deben hacerse los estudiantes : ¿Cómo

deben ser las ciudades, mi ciudad? ¿Cómo la vida integral de tal o cual comunidad

marginada? ¿Cuál la relación de la comunidad humana con la naturaleza? ¿Cómo

podríamos vivir mejor en mi comunidad? A partir de ellas y de otras debería trazarse un

camino estratégico. Aquí defino pensamiento estratégico como “la capacidad intelectual

y práctica para concebir procedimientos de acción q ue permitan alcanzar los

mejores objetivos con el máximo de eficiencia”. Afortunadamente estos

procedimientos empatan con lo que han recomendado desde similares enfoques las

teorías cognoscitivas, el constructivismo y el desarrollo por competencias: la necesidad de

establecer procedimientos didácticos para ser desarrollados por los estudiantes. También

empata con la corriente educativa que insiste en que los alumnos participen en proyectos

integrales, relevantes y complejos en donde pongan en práctica habilidades y

conocimientos múltiples. En pocas palabras el aprender en contexto, como se deduce de

Sternberg (1997) y lo declara abiertamente Edgar Morín (2001).

Toda estrategia persigue en el fondo mover grandes energías o fuerzas con el

menor trabajo posible, tal como sucede con las fichas de dominó en la que tirando solo

una, esta tira a todas las demás, que pueden ser cientos. En la experiencia el

pensamiento estratégico debe tomar en cuenta los siguientes grandes factores para la

toma de decisiones: el conocimiento, la visión, la creatividad, la opo rtunidad y la

calidad implícitos en la definición. Son elementos interrelacionados: El conocimiento

mejora la visión y esta a su vez incrementa el rango de la creatividad. La calidad

establece los criterios máximos de satisfacción y la oportunidad, a vez, delimita y es

delimitada por los demás factores.

Las estrategias pueden ser muy variadas. El banco de los pobres, el Grameen

Bank que fundó Muhammad Yunus en Bangladesh, y que otorga prestamos a pobres para

sus microempresas - a mujeres por estrategia-, se concentró en una sola acción; pero

ahora, y con su red social extendida, el banco y su equipo de colaboradores ofrece todo

tipo de capacitación y están desarrollando otros proyectos que ayudarán a mejorar las

condiciones globales de los pobres: salud. Educación, cultura, alimentación , etc. En otros

casos será necesario atacar al mismo tiempo varias dimensiones como pueden ser:

22

construir una escuela para la comunidad, dar capacitación para realizar cultivos

especiales, construir una pequeña presa para tal fin, analizar la capacidad para

comercializar el producto de la siembra, mejorar los espacios físicos de la comunidad, etc.

Pero no debe olvidarse que allí donde hay pequeños o grandes éxitos pueden y deben

construirse redes sociales susceptibles de crecer en conocimientos y buenas actitudes

para el desarrollo integral de las comunidades y de las personas: la autonomía social.

Elaborar estrategias implica concebir esquemas de acción para que estos a su vez

puedan convertirse en procedimientos lineales o en paralelo más desglosados. Un

ejemplo de esto, no necesariamente el único o el mejor, es el esquema siguiente de mi

autoría para una intervención social:

Los rubros se definen:

Relevancia : Las metas y objetivos son relevantes si se alejan de lo asistencial, tienen efectos a largo plazo, provocan sinergia entre los actores que los buscan y se dirigen hacia lograr la autonomía de la comunidad. También si producen cambios significativos que permitan un ulterior desarrollo. La relevancia de una acción puede aclararse y definirse haciendo un análisis de cómo interactúan las variables entre sí, como se conectan unas con otras para encontrar las que originan más cambios. Así, la ley de Pareto nos dice que solo un pequeño número de variables o fenómenos afecta al resto de ellos.

MODELO DE PLANEACIÓN ESTRATÉGICA EN EL áMBITO DE DESARROLLO SOCIAL

Análisis de interrelación de problemas (pareto, espina de pescado, teoría de restricciones

Descripción de problemas por área

Priorización de problemas Información estratégica

disponible (conocimiento de expertos

o resultado de análisis)

Recursos disponibles en la comunidad, materiales y humanos para cumplir las metas y objetivos acordes a la visión

Visión compartida: alumnos y comunidad

Metas y Objetivos Relevancia/trascendencia

Acciones estratégicas

Alianzas estratégicas para el cumplimiento de las metas

Cálculo de riesgos y escenarios posibles Planes de contingencia

Análisis de factibilidad de metas y objetivos

Planeación operativa

Cultura Economía Educación Salud Vivienda Ambiente físico Convivencia y sociabilización

Cotejar

Proyectos específicos

Diagnóstico

23

Análisis de factibilidad del cumplimiento de metas y objetivos: Valorar si se pueden cumplir con los recursos disponibles: personas, tiempo, recursos financieros, trabajo humano. La factibilidad depende también de las acciones y alianzas estratégicas que se realicen. Información estratégica . La información estratégica es el producto de diagnósticos anteriores sobre la comunidad o bien de análisis bien planteados por personas expertas en el campo específico de acción. La información estratégica también puede ser información puntual sobre planes o acciones que se llevarán a cabo en la comunidad como parte de las acciones gubernamentales, municipales o de otros organismos. Acciones estratégicas : son aquellas que se insertan dentro de un contexto general y establecen las formas y tiempos para ser eficientes a largo plazo. Considerando las relaciones de causa y efecto entre los fenómenos, las acciones estratégicas producen los cambios necesarios si se actúa en los momentos precisos, con los recursos más adecuados y en los lugares o variables óptimas. Las acciones estratégicas son aquellas que, con el menor número de recursos, pueden realizar cambios relevantes; con poca energía mueven grandes energías. Alianzas : Son los acuerdos y trabajos conjuntos que realizarán alumnos (con sus recursos y contactos) academia (profesoras e IDESS), miembros de la comunidad y elementos externos, con el propósito de lograr el cumplimiento de metas y objetivos. Alianzas estratégicas . Son alianzas específicas que producen los mayores cambios de acuerdo a lo planeado: las alianzas estratégicas producen más recursos que los disponibles en un momento dado. Cálculo de riesgos : significa enumerar y priorizar los riesgos posibles que pueden encontrarse en el proceso de la búsqueda de metas y objetivos. Requiere plantear diferentes escenarios: optimista, mediano y pesimista. Para los escenarios negativos deben establecerse medios para controlar y superar los problemas y especialmente prever su aparición de antemano para evitarlos. Podemos darnos cuenta de que cada rubro implica el dominio de las técnicas más

apropiadas. Así, “describir problemas por áreas, implica investigación cualitativa:

observación directa de los lugares y de las formas de vida; el manejo de entrevistas y la

investigación documental; formas de registro de investigación, otras. El Análisis de

interrelación de problemas implica el ejercicio de la creatividad, pero también de varias

técnicas como son la teoría de restricciones, el empleo de de diagramas de Ishikawa, y el

análisis de problemas con la teoría de Pareto, etc. El ejercicio de visión compartida

implica el vuelo de la imaginación, el análisis racional de las posibilidades generadas, la

comunicación con los otros, etc., y así podríamos seguir mencionando habilidades y

competencias muy enriquecedoras. Ni que decir que estas habilidades se pueden

enseñar y reforzar con otros ejercicios en el salón de clase para su mejor aplicación en

las comunidades. La integración de equipos de pluridisciplinario puede enriquecer, desde

luego, mucho el trabajo.

Para el mejor logro de las tareas hace falta una tecnología apropiada; desarrollar

estructuras lógicas y comunicativas asociadas al pensamiento estratégico y traducirlas a

sistemas informáticos. En el esquema anterior cada parte del procedimiento estratégico

24

puede ser representado dinámicamente por un sistema experto que dé soporte lógico al

análisis y a la toma de decisiones; que ayude al alumno a planificar sus actividades ya

sean estas de pensamiento convergente o divergente. Este mismo sistema puede

realizar el monitoreo de las juntas y los resultados obtenidos en ellas y llevar, también, el

registro de las aportaciones individuales y grupales: el trabajo en equipo y su evaluación

no debe estar reñido con la evaluación del trabajo personal. Finalmente, el sistema debe

permitir la comunicación con el asesor o el docente para que los estudiantes obtengan la

retroalimentación necesaria.

Evaluación.

Las acciones ciudadanas por su naturaleza permiten llevar a cabo una evaluación

continua de acuerdo a las actividades llevadas a cabo por los estudiantes en sus equipos

de trabajo. El empleo de la tecnología como ya mencionamos, permitiría monitorear cada

actividad realizada. El análisis de casos es otra forma de evaluar a través de situaciones

simuladas que impliquen la aplicación de técnicas vistas.

El otro tipo de evaluación es acerca de qué tipo de enseñanzas ha dejado estas

acciones en el alumno. Esto puede conocerse a través de encuestas y de grupos focales

con alumnos y a través de preguntas tales como: ¿Qué conocimientos y habilidades

llevaste a la práctica? ¿Qué deficiencias hubo en el proceso? ¿Te sientes satisfecho de

los logros realizados? ¿Te has sentido más responsable de tu comunidad?, y otros que

reflejen el grado de sensibilidad, satisfacción y conocimientos que le ha dejado la práctica.

En fin tenemos aquí una tarea maravillosa para trabajar con los estudiantes con el

propósito de que, al ayudar inteligentemente y en forma colaborativa, sean también

buenos ciudadanos.

25

Referencias bibliográficas

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PREMIO FIMPES

ENSAYO

MAYO 2009

LAS ESFERAS DE LA ACCIÓN CIUDADANA Y LA

RESPONSABILIDAD UNIVERSITARIA

POR:

DR. JOSÉ LUIS ESPINDOLA CASTRO

PROFESOR DE PLANTA DEL TECNOLOGICO DE

MONTERREY, CAMPUS CUERNAVACA

[email protected]

Tel. (777) 36208800; (777) 3620827