las emociones
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Las emociones resultan de la
actividad del sistema nervio-
so, al igual que los movi-
mientos voluntarios. Las
emociones proporcionan el
“color” al comportamiento, y
son necesarias para la super-
vivencia del individuo, por
ejemplo la rabia o la agresi-
vidad permite al sujeto en-
frentarse con un enemigo, o
si el sistema nervioso juzga
que el enemigo es demasiado
peligroso sustituye la rabia
por miedo para que se pueda
escapar de él.
La emoción tiene dos compo-
nentes: uno es la sensación
subjetiva que sentimos en
nuestro interior. El otro com-
ponente es la manifestación
externa de la emoción. A ve-
ces es posible separar los dos
componentes, por ejemplo,
un actor puede simular to-
das las manifestaciones de
una emoción sin realmente
sentirla. Eso indica que es-
tos dos aspectos de la emo-
ción pueden residir en regio-
nes separadas del sistema
nervioso.
Primeramente, el sistema
nervioso debe determinar
cuál es la emoción adecuada
en cada caso. Esto lo realiza,
al menos en parte, una es-
tructura llamada amígdala
cerebral. La corteza cerebral
envía una copia de la infor-
mación sensorial que recibe
a la amígdala, y esta decide
si el estímulo es amenaza-
dor, y si se debe responder
a él con agresividad o mie-
do. Los animales que tienen
lesionada la amígdala cere-
bral se vuelven mansos por-
que pierden toda la agresi-
vidad, y tampoco son capa-
ces de mostrar miedo ante
estímulos que normalmente
les asustarían. Parece que
en la amígdala se originan
las emociones del miedo y la
furia, pero no las emociones
agradables, como la alegría
o la felicidad. En dónde se
originan estas no se conoce.
Una vez que la amígdala ha
decidido que el estímulo
requiere una respuesta de
miedo o rabia, envía señales
a otros lugares del cerebro
para poner en marcha los
distintos componentes de
estas emociones. Por un
lado, envía señales a la cor-
teza cerebral para desenca-
denar la emoción subjetiva
interna, y por otro lado des-
encadena la expresión ex-
terna de la misma. Supon-
gamos que vamos por una
calle de noche y vemos una
sombra detrás de una es-
quina. Inmediatamente se
acelera el corazón, la respi-
ración se convierte en un
jadeo, y un sudor frío nos
cubre la piel. El vello se
eriza y se nos pone la
“carne de gallina” y senti-
mos un nudo en el estómago.
Si lo consideramos detenida-
mente, muchos de estos cam-
bios resultan lógicos para
enfrentarse a una amenaza:
el aumento de la frecuencia
cardiaca y respiratoria per-
mite aportar más oxígeno a
los músculos, en el caso de
que haya que hacer un es-
fuerzo, como salir corriendo.
El sudor permite eliminar el
exceso de calor que se produ-
cirá con ese esfuerzo. La pi-
loerección o erizamiento del
pelo no tiene mucha utilidad
en humanos, pero en anima-
les con pelaje tupido les hace
parecer más grandes, lo que
puede atemorizar a un posi-
ble enemigo.
En el interior del ce-
rebro, lo que ha sucedido es
que la corteza visual ha en-
viado la imagen de la sombra
a la amígdala, esta ha decidi-
do que representa una posi-
ble amenaza, y a su vez ha
enviado la orden al hipotála-
mo para que ponga en mar-
cha todo el sistema de emer-
gencia ante un peligro.
Las emociones
Las emociones Biología tercero medio
Las emociones
tienen un
componente de
experiencia
interna y un
componente de
manifestación
externa.
Las emociones
de miedo o
rabia se ori-
ginan en la
amígdala ce-
rebral
El llamado “detector de
mentiras” o “máquina
de la verdad” se basa en
detectar algunos de los cam-
bios fisiológicos que acompa-
ñan a los cambios emociona-
les. La ansiedad aumenta la
transpiración en la piel, eso
deposita sales en la misma y
aumenta su conductividad
eléctrica, que se mide hacien-
do pasar una corriente entre
dos electrodos colocados sobre
la piel. La ansiedad también
aumenta la frecuencia de la
respiración, esta se mide con
una banda colocada alrededor
del tórax, y la frecuencia car-
diaca, que puede medirse re-
gistrando el pulso en un dedo.
Se supone que cuando el suje-
to miente se produce ansie-
dad, que se reflejará en cam-
bios en las variables registra-
das.
Hay que tener en cuenta que
el detector no mide realmente
la “verdad” o “mentira”, sino
los cambios fisiológicos
que acompañan a las
emociones. Un sujeto
con un alto grado de
autocontrol puede con-
seguir suprimir sus
emociones aunque esté
mintiendo, y al contra-
rio, un sujeto puede
sufrir ansiedad solo
por el hecho de ser in-
terrogado, aunque diga
la verdad. Se admite que el
detector es más fiable en los
negativos que en los positivos,
es decir, si el detector indica
que el sujeto está diciendo la
verdad es muy probable que
así sea, en cambio, si indica
que miente es mucho menos
seguro.
tico aumenta la frecuencia de los
latidos del corazón, y la fuerza
de su contracción, el parasimpá-
tico en cambio los reduce. En los
pulmones el parasimpático pro-
duce contracción de los bron-
quios y el simpático los relaja, y
así sucesivamente en casi todas
las vísceras.
Cuando se produce una
emoción intensa se produce acti-
vación, primordialmente, del
simpático. El simpático produce
muchos de los cambios emociona-
les que acompañan a las emocio-
nes, como el aumento de la fre-
cuencia cardiaca y de la presión
arterial, la sudoración, etc.
Además se estimula la médula
suprarrenal, que libera a la san-
El sistema nervioso tiene una
sección especial dedicada al con-
trol de las vísceras, como el co-
razón, el aparato digestivo, etc.
Se pensaba que esta sección fun-
cionaba de manera separada del
resto del sistema nervioso, por
eso se le llamó sistema nervioso
autónomo. Hoy sabemos que en
realidad funciona de forma coor-
dinada con el resto del sistema
nervioso. A su vez, el sistema
nervioso autónomo se divide en
dos partes: el sistema simpático
y el parasimpático. Casi todas
las vísceras reciben fibras ner-
viosas simpáticas y parasimpáti-
cas, y estos dos tipos de fibras
tienen efectos contrarios: Por
ejemplo, en el corazón el simpá-
gre la hormona adrenalina. Esta
hormona tiene efectos muy pare-
cidos a los de la activación simpá-
tica, y refuerza y complementa
sus efectos. Sin embargo, el
simpático no es el único medio
que utiliza el hipotálamo para
producir estos cambios. El hipo-
tálamo además estimula la secre-
ción de glucocorticoides por la cor-
teza suprarrenal, que son las hor-
monas que preparan al organismo
para sufrir un estrés o agresión
¿ Sabías que…?
Emociones y sistema nervioso autónomo
Page 2 Las emociones
Hay que tener en cuenta que el detector no mide
realmente la “verdad” o “mentira”, sino los cambios
fisiológicos que acompañan a las emociones.
En las emociones se
produce activación del
sistema nervioso autó-
nomo simpático
En los años 50, el neurofisiólo-go James Olds realizó unos ex-
perimentos con ratas, en los que
se les implantaba un electrodo en ciertos lugares del cerebro.
Tras la im-
plantación,
cuando el animal estaba
recuperado,
se conectaba este electrodo
a una palan-
ca, de manera que cuando la
rata pulsaba
la palanca
recibía una pequeña co-
rriente eléc-
trica en el cerebro. Se observó que cuando el electrodo estaba
colocado en determinados luga-
res, la rata pulsaba la palanca continuamente, hasta incluso
dejaba de comer para seguir
pulsándola. Entonces se pensó
que la estimulación en estos lugares producía placer muy
intenso, hoy en cambio se pien-
sa que la estimulación no pro-duce placer, sino que tiende a
reforzar el comportamiento que
se estaba produciendo en ese
momento, y hace que se repita. Estos centros nerviosos
forman el llamado sis-
tema de recompensa y el neurotransmisor fun-
damental en su funcio-
namiento es la dopami-
na. Este sistema sirve
para modelar la con-
ducta del animal de
forma adecuada a su supervivencia. Supon-
gamos que el animal encuentra
algo que es beneficioso para él,
como una porción de comida. Entonces se activa el sistema de
recompensa cerebral y se libera
dopamina en su cerebro, y eso hace que el animal tienda a repe-
tir el compor-
tamiento que
estaba reali-zando en ese
momento, y
que es el que le ha llevado
a encontrar
alimento. Cuando se
implanta un
electrodo en
esos centros nerviosos,
cada vez que
la rata pulsa la palanca se activan el sistema de recompensa por la
estimulación eléctrica y se libera
dopamina, y la rata tiende a repe-tir la conducta que realizaba en
ese momento, que era pulsar la
palanca, aunque en este caso no
le ha producido nada útil.
Algunas sustancias son capa-
ces de aumentar la actividad de la dopamina, de forma directa o
indirecta. Entre estas sustan-
cias potenciadoras de la dopa-
mina están los derivados del opio, como la morfina o la
heroína, las anfetaminas
y la cocaína, los barbitú-
ricos, el alcohol o la nico-
tina. Todas estas sustan-
cias tienen en común que pueden producir adicción.
Se supone que cuando el
adicto consume alguna de
estas sustancias se activa el sistema de recompensa,
y se refuerza esa conducta de
manera que tiende a repetir la
toma de la droga, igual que la rata con los electrodos im-
plantados tiende a seguir
apretando la palanca. Esta teoría explica varios aspectos
de la adicción, por ejemplo,
aunque algunas drogas produ-
cen una sensación placentera, esa sensación suele disminuir
con el tiempo, en cambio la
necesidad de tomar la droga se hace cada vez más fuerte.
A veces, esa necesidad resulta
inexplicable para el propio adicto. Por otro lado, parece
que se producen cambios per-
manentes en el cerebro, de
forma que la tendencia a to-mar la droga no desaparece
del todo nunca. Por eso los
adictos están toda su vida en peligro de recaer en la adic-
ción, aunque lleven mucho
tiempo sin tener contacto con la droga .
El sistema de recompensa o “Centro del placer” y la adicción
En el llamado
sistema de
recompensa, el
neurotransmisor
fundamental en
su
funcionamiento
es la dopamina.
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