Las aventuras de Tasio y Gaspar

AUTOR: José Navarro López

Era una mañana fría y húmeda de primavera, soplaba una brisa fresca. Tasio abrió la ventana para observar la tranquila mañana y pensó en ir a visitar a su amigo Gaspar, que vivía en la otra punta de su calle. Cogió la bicicleta y sin pensarlo dos veces fue hacia la casa de su amigo. Tocó a la puerta, y salió Gaspar. Tasio, era rubio, bajo, con ojos azules y vestía siempre con sudaderas y vaqueros. En cambio Gaspar era moreno, alto, con ojos marrones y vestía siempre con chándal.Ambos vivían en un pequeño pueblo llamado Trujillo. Era un pueblo pequeño, tranquilo, limpio y con una población de quinientos habitantes. En este pueblo había un monte donde habitaban todo tipo de animales, desde pequeños insectos hasta enormes osos. Tasio sugirió a Gaspar ir a dar un paseo por el pueblo, fueron desde la casa de Gaspar hasta el campo de fútbol donde jugaban cada tarde. Al llegar al campo de fútbol pensaron en que por la mañana temprano irían a dar un paseo por el monte, pero para eso deberían preguntar a la madre de Tasio, que le dejara quedarse a dormir. La madre de Tasio dijo que no, pero al hablar un rato sobre el tema reflexionó y dijo que si, que podía dormir en lo de su amigo.

Por la mañana temprano los dos amigos se levantaron, se vistieron y fueron a desayunar. Después de desayunar, decidieron llevar algo de comida, se hicieron dos bocadillos para cada uno y llenaron dos cantimploras de agua. Cuando estuvieron listos salieron de la casa sin hacer ruido, ya que todavía los padres de Gaspar dormían. Salieron de la casa y se dirigieron dirección al monte. Atravesaron riachuelos, formados por la lluvia y enormes barrancos también formados por la tormenta que hubo el día anterior. Tardaron en llegar entre una y dos horas, hasta que al final divisaron un letrero que decía: ‘‘por favor no salga del sendero, podría correr peligro’’ y tres metros más adelante había una enorme cancela cuya verja daba hacia el monte. Atravesaron la verja y entraron en el monte. Era un monte verde, lleno de árboles y plantas, había muchísimos tipos de flores y los animales disfrutaban entre ellas saltando y corriendo. Empezaron a andar por el sendero, sin darse cuenta de que el cielo se nublaba poco a poco. Al llevar andando media hora, empezó a llover bastante fuerte y se empezaron a salir del sendero sin darse cuenta, encontraron una cueva y decidieron refugiarse en ella hasta que escampara.

La tormenta se hizo tan larga que decidieron ir a buscar madera para encender una hoguera, porque el ambiente se enfrió demasiado. Los dos amigos cogieron caminos diferentes para buscar leña, Tasio fue a buscar leña por la parte de la derecha, mientras que Gaspar por la otra parte. Al cabo de diez minutos se reunieron en la cueva, colocaron la leña entre los dos y con un mechero que siempre llevaban en lo alto hicieron fuego. La tormenta no cesó en toda la noche y decidieron quedarse a dormir en la cueva. A la mañana siguiente ya no llovía, decidieron explorar la cueva para saber a donde llegaba. Apareció una luz al fondo de la cueva, que se hacía más intensa conforme avanzaban. Al llegar al final de la cueva, resbalaron sin darse cuenta por un túnel subterráneo. Cayeron sobre una enorme montaña de hierba. Cuando miraron a su alrededor se dieron cuenta de que estaban completamente perdidos. Encontraron un camino que llevaba a un río, como escaseaban de agua, llenaron las cantimploras y siguieron adelante.

Tras horas de camino siguiendo el río, se dieron cuenta, de que les quedaba poca comida, decidieron buscar comida, pero para ello tendrían que buscar una forma de cazar algo. Hicieron trampas con las cuerdas de las cantimploras. Buscaron madrigueras y colocaron las trampas. Fueron a buscar otra clase de comida, por si cualquier circunstancia no funcionaran las trampas. Cogieron dos palos, dos piedras y unas cuantas hojas de palmera, fabricaron unas especies de redes. Se metieron en el río, y echaron las redes para pescar algo, al cabo de una hora esperando, fueron a recoger las redes y las trampas. Había treinta peces y un conejo. Buscaron madera en el bosque, para poder cocinar los peces y el conejo. Empezaron a hacerse un refugio con madera y hojas de palmera, para pasar la noche y poder cocinar la caza. Al cabo de dos horas, acabaron el refugio y encontraron suficiente madera para hacer una hoguera. Empezó a oscurecer cuando terminaron el refugio, a si que se metieron dentro y se pusieron a cocinar los peces y el conejos. Cuando terminaron de cocinar ya era completamente de noche. Comieron, guardaron en las mochilas la comida sobrante para otra ocasión y se acostaron.

A la mañana siguiente, tras levantarse desayunaron un poco, y siguieron caminando. El río se hacía cada vez más ancho, vieron algo flotando en la superficie del agua. Se acercaron un poco y descubrieron que era una barca. Se montaron en ella porque no podían seguir andando, cargaron las mochilas y empezaron a remar. Se tiraron el día entero remando, cuando por fin vieron tierra. Al llegar al tocar el suelo, se bajaron, dejaron la barca amarrada y se alejaron entre la maleza, atravesando el pequeño bosque. Por el camino se encontraron con un oso que se encontraba a cien metros de ellos, al verlo los amigos, se pusieron nerviosos y no sabían que hacer. Se quedaron quietos, cuando el oso se dio cuenta de la presencia de ambos niños se alejó rápidamente y ellos siguieron con su camino, pero iban alerta por si se volvían a encontrar con otro oso. Llegaron al final del bosque pero se encontraron con más agua y decidieron volver a por la barca.Cuando regresaron a la barca, se montaron de nuevo y empezaron a navegar río abajo. Llegaron a un pantano. -Este pantano me resulta familiar- comentó Gaspar a su amigo.-Es verdad, a mi también me resulta familiar- dijo Tasio.

Era un pantano enorme, con mucha vegetación a su alrededor, en sus aguas vivían variedad de peces. Le resultaba familiar a ambos, porque era en ese sitio donde iban a pescar o pasar el día normalmente, en el fin de semana. Era el pantano del Retortillo. Cuando tocaron el suelo por segunda vez en su viaje, bajaron de la barca y pasearon por la orilla del pantano como si nada hubiera pasado, cuando ya llevaron andados unos cien metros encontraron a Matilde la tía de Tasio. Matilde era bajita, morena y vestía con una camiseta azul y un chándal negro. Cuando Matilde vio a su sobrino dijo:-Tu madre está muy preocupada, lo mejor será que os lleve al pueblo y escuchéis a lustras madres.

Se montaron los tres en el coche de la tía de Tasio. Era un coche pequeño, de color gris. En el camino, los dos amigos le contaron todo lo que le había pasado en esos tres días, a Matilde. Cuando por fin llegaron a Trujillo, se encontraron con los padres de Tasio y Gaspar. Los padres de ambos se abalanzaron Sobre ellos y les dijeron que les habían echado de menos. Cuando por fin se tranquilizaron, le contaron lo sucedido. Cuando terminaron de contárselo le echaron una buena bronca, pero merecía la pena escucharla porque ya estaban con sus familias. Y dijeron lo que esperaban sus padres:- Ya no lo haremos más, lo juramos. Después de esto ya no volvieron a adentrarse en el monte nunca más.