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La vorágine La nueva cara de la vieja violencia, en la selva modernista de La vorágine Mario Javier Pacheco Introducción Están puestos sobre la mesa tres platos exquisitos, preparados cada uno por un cocinero experto: el primero es de un chef galardonado con la excomunión, que mezcla, sin reparos, toda clase de ingredientes, excepto los clericales. Son famosos sus platos de erotismo vintage, afrodisiacos de sabor anárquico. El cocinero del segundo plato es dueño de la sazón paisa, en cuya presentación no se mezclan los ingredientes. El arroz blanco, limpio y puro al centro, haciendo un montículo, en cuya cúspide domina el huevo de gallina española. Todo lo morenito, como el frijol y la carne molida a los extremos, y en uno y otro lado, un par de rebanadas de tomate púrpura, otras de verde aguacate, y el chicharrón variopinto, que enamora con la promesa del sabor, pero es peligroso cuando se entroniza en las venas. El chef del menú tres es un especialista en carnes sudadas y abundante vegetal, y lo prefiero, porque los dos platos precedentes tienen exceso de demanda. El menú del chef Rivera ofrece la ventaja de poderse saborear en aislamiento. Presentación La profesora Erika Zulay Moreno marca el parámetro del trabajo a partir de la lectura de la novela de José Eustasio Rivera, La Vorágine, y la publicación Rivera: entre la estética modernista y el discurso autóctono, escrito por Elzbieta Sklodowska, de la Washington University. El propósito de este ensayo es contextualizar la novela en el marco de las estéticas modernistas, asumiendo que Vargas Llosa la descartó de entre estas tendencias, y la clasificó como “novela primitiva” (Vargasllosa, 2014) y muy inferior

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La vorágine

La nueva cara de la vieja violencia, en la selva modernista de La vorágine

Mario Javier Pacheco

Introducción

Están puestos sobre la mesa tres platos exquisitos, preparados cada uno por un

cocinero experto: el primero es de un chef galardonado con la excomunión, que

mezcla, sin reparos, toda clase de ingredientes, excepto los clericales. Son

famosos sus platos de erotismo vintage, afrodisiacos de sabor anárquico.

El cocinero del segundo plato es dueño de la sazón paisa, en cuya presentación

no se mezclan los ingredientes. El arroz blanco, limpio y puro al centro, haciendo

un montículo, en cuya cúspide domina el huevo de gallina española. Todo lo

morenito, como el frijol y la carne molida a los extremos, y en uno y otro lado, un

par de rebanadas de tomate púrpura, otras de verde aguacate, y el chicharrón

variopinto, que enamora con la promesa del sabor, pero es peligroso cuando se

entroniza en las venas.

El chef del menú tres es un especialista en carnes sudadas y abundante vegetal, y

lo prefiero, porque los dos platos precedentes tienen exceso de demanda. El menú

del chef Rivera ofrece la ventaja de poderse saborear en aislamiento.

Presentación

La profesora Erika Zulay Moreno marca el parámetro del trabajo a partir de la

lectura de la novela de José Eustasio Rivera, La Vorágine, y la publicación Rivera:

entre la estética modernista y el discurso autóctono, escrito por Elzbieta

Sklodowska, de la Washington University.

El propósito de este ensayo es contextualizar la novela en el marco de las

estéticas modernistas, asumiendo que Vargas Llosa la descartó de entre estas

tendencias, y la clasificó como “novela primitiva” (Vargasllosa, 2014) y muy inferior

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en tratamiento literario a las obras del boom latinoamericano de los escritores de

izquierda o izquierdizados de los sesenta.

Igualmente se tratará de rebatir el criterio de Vargas Llosa sobre el discurso

autóctono de Ribera, tachado por el Nobel como “estilo frondoso, impresionista y

poemático, en el sentido peyorativo del término y oscurecido de provincialismos en

los diálogos y amanerados y casticistas en las descripciones.” (Vargasllosa, 2014,

pág. 2)

Se tendrán en cuenta algunos recursos intertextuales, paratextuales,

metatextuales, temáticos, gramaticales y lexicográficos.

La lectura se hará sobre la edición de La vorágine publicada por el Ministerio de

Educación, impresa por Editorial A, B, C. de la Biblioteca Popular de Cultura

Colombiana, en Bogotá, 1946. Que se encuentra en la página

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/la-voragine.

José Eustasio Rivera

Es tolimense de Neiva, del 19 de febrero de 1888, cuando el Estado Soberano del

Tolima abarcaba la región inmensa, se graduó como maestro en Bogotá, donde

sus sonetos circularon con elogiosos comentarios y regresó a dictar clases a

Neiva e Ibagué, pero huyó del dogmatismo arcaico de las directivas académicas, y

regresó a Bogotá donde se graduó de abogado en la Universidad Nacional en

1917.

Sus primeros trabajos lo llevan al Casanare y su prestigio poético crece, incluso

fuera de Colombia, con la publicación de Tierra de promisión, en 1921.

Viaja por Latinoamérica y Estados Unidos como miembro de misiones

diplomáticas de la cancillería, y participa en la comisión para dirimir la frontera con

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Venezuela en la zona selvática. Recorrió partes de las hoyas del Amazonas y el

Orinoco y constató la desidia del gobierno en la defensa de su soberanía y el

abuso y esclavitud que sufrían colonos, campesinos, e indígenas, por parte de las

casas comercializadoras de caucho, que los enganchaban.

Fue elegido Representante a la Cámara y promovió duros debates contra la

negligencia del gobierno, alertando la falta de presencia del estado en las

fronteras que por esta razón, no solo sufrían los connacionales, sino que dieron

pie para que grandes extensiones de tierra fueran robadas por todos los países

vecinos, sin excepción.

La misión de la cancillería parecía ser rubricar en cocteles, mediante tratados

diplomáticos, esos robos, que hoy se aprecian con vergüenza en los mapas de

antes y después de una Colombia cuyos gobernantes permitieron el despojo. Hoy

somos menos de la mitad de lo que éramos geográficamente. Incluso Nicaragua y

Costa Rica, sin frontera física con Colombia, se quedaron impunemente con

nuestras propiedades, y después arreglaron cortésmente el raponazo, con mucha

decencia con el canciller y presidente de turno, a punta de whisky, sonrisas y

smoking.

Trabajar en la cancillería le permitió a Rivera constatar que en las selvas

amazónicas, específicamente donde Perú, Brasil y Colombia se abrazan en

pobreza, la esclavitud era ejercida y aceptada, por amos y esclavos, como si

nunca hubiera sido expedida la ley que en 1852 firmó José Hilario López, con el

agravante de que muchos amos eran analfabetas, y sin excepción, asesinos

inescrupulosos. Los esclavos por su parte, colonos, campesinos e indígenas eran

incapaces de defenderse y no tenían la mínima esperanza de morir en libertad.

Todo esto lo denunció Rivera como parlamentario en el Congreso, pero sus

debates no pasaron más allá del discurso airado; no se le puso la atención que

reclamaba, entonces renunció a la política para dedicarse a promocionar La

vorágine, que ya contaba con lectores en diversos países.

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A pesar de ser un abogado de prestigio, valorado por el gobierno colombiano en la

importancia de los empleos que desempeñó, su fama de buen poeta superó a la

del abogado y se encumbró con su novela, que solidificó su nombre en el contexto

internacional.

Viaja a Nueva York, a negociar su traducción al inglés y una película, pero allá lo

sorprende la muerte el 1 de diciembre de 1928, a la edad de 40 años.

Literatura de la violencia, antecedentes

La relación violencia – literatura en América, se da al tiempo del encuentro de los

dos mundos, en 1492, y así lo constatamos en el siguiente relato de Cuneo,

compañero de Colón, ya que los invasores llegaron como amos y dueños de

cosas, animales y gentes

“Yo que estaba en el barco, me tomé una bellísima caníbal que el almirante

graciosamente quiso regalarme. Me la llevé a la cabina, donde viéndola

toda desnuda como a su usanza, me vino el deseo de holgar con ella. Y

queriendo dar cuerpo a mis ganas, ella que no quería, se defendía con las

uñas en tal modo, que me arrepentí bien rápido de haber comenzado. Así

que agarré una cuerda y la azoté tanto que ella gritaba con chillidos

inauditos, de una violencia increíble. Pero después, conciliamos tan bien en

la necesidad amorosa que parecía estar amaestrada en una escuela de

putas. (Solodkow, 2014)

Desde esa época no ha cesado la violación, el asesinato, la tortura y la

subyugación. La violencia sigue siendo la misma con diversos nombres y

justificaciones, y su testimonio se encuentra en innumerables documentos,

muchos de ellos convertidos en crónica o novela.

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En 1552 fray Bartolomé de las Casas escribió su Brevísima relación de la

destrucción de Indias, que denuncia, en forma de crónica, atrocidades

inimaginables contra los indígenas, diezmados por millones en las primeras

décadas de la conquista.

En 1578 el Memorial de agravios de los caciques de Tibasosa y Turmequé, Alonso

de Silva y Diego de Torres, fue entregado de manera personal al rey de España, y

consigna los atropellos contra los aborígenes en nombre de la religión y del

monarca hispano.

Durante la independencia se elaboran centenares de documentos sobre opresión,

tortura, y maltrato a los criollos, la violencia colonial, continuadora de la violencia

conquistadora. Allí entre otros, quedaron El Memorial de agravios de Antonio

Nariño, y Las convulsiones, un drama contra la burguesía, de Luis Vargas Tejada,

malogrado escritor y poeta, al igual que las cartas escritas en su huida hacía la

muerte.

Contexto

En la década del veinte Bogotá es una capital provinciana, pobre, con la carga del

espíritu romántico de la época, que induce a hombres y mujeres idealizadas, a

acometer empresas igualmente idealizadas. Se elegían presidentes gramáticos,

que manejaban la nación con la retórica y el dominio del idioma. Marco Fidel

Suárez, Pedro Nel Ospina y Miguel Abadía Méndez gobernaron la década del

veinte, un país moralista, conservador, rígido en sus costumbres, profundamente

religioso y atrasado, cuya incipiente clase obrera trataba de organizarse.

El país no se preocupaba de sus fronteras y la gente comenzaba a hablar de la

explotación de hombres y mujeres, que caían en las garras de los empresarios del

caucho, y de la ferocidad de los indios de todas las selvas, a los cuales se debía

asesinar, y para hacerlo llegaron contratados por la Gulf Oil Corporation, -La

Compañía- los primeros cazadores de indios, americanos que alardeaban de su

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puntería y su crueldad con los indios. No distinguían entre embarazadas, ancianos

o niños. Indios eran indios y eran un peligro para el hombre blanco y una

talanquera para la civilización, pues obstaculizaban las exploraciones petroleras,

la instalación de oleoductos, la tala de selvas, en fin se oponían a todo lo que

significara progreso. Incluso en un libro de historia regional se daban

recomendaciones de cómo matarlos.

La novela se escribe con un pretexto de denuncia que involucra al lector, no solo

en el sentimiento, sino que lo pone en el papel de juez, ante quien Cova descarga

los argumentos, y Rivera convierte La Vorágine en novela política, crítica contra el

desgobierno de la época, además de iniciar la literatura de la violencia

contemporánea en Colombia, que será alimentada en los años posteriores de

manera ininterrumpida, por las violencias partidistas, incluso repetida en las selvas

cultivadas hoy con coca, donde la única autoridad es la guerrilla, que premia y

condena a los nuevos esclavos en los territorios de violencia y nueva esclavitud

del narcotráfico.

La novela

La vorágine fue escrita a pedazos, durante los viajes de Rivera a las fronteras,

intercalándola con sus sonetos a la naturaleza de Tierra de promisión. En ella se

plasma su sorpresa de abogado, que choca al constatar la ineficacia de lo

aprendido en la facultad, sobre el imperio de la Constitución y de la ley; basura

académica que se pasaban por la faja, la Casa Arana, esclavizando sus

trabajadores de las caucherías, y el mismo gobierno, que en su desatención, le

cedió la soberanía nacional al Perú, Brasil, y a los comerciantes del caucho.

Inicia entonces el informe de Arturo Cova, y a tomar forma la novela predecesora

de la narrativa sobre la violencia moderna, de cuya temática abrevarán quienes se

trasladan a las selvas de concreto, para hablar de la violencia urbana y partidista,

y quienes seguirán trasegando las mismas selvas amazónicas, del Catatumbo y

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del Darién, donde las casas caucheras se reemplazaron por cultivos de coca, y

cambiaron las caras de los esclavistas, pero no sus sistemas.

Comienza a borronear la explotación de los caucheros en los siringales, y avanza

en la mayor parte de ella en Sogamoso, utilizando un lenguaje modernizador,

poético, un poco costumbrista y expresionista, por el cual será calificado como

“poeta de la selva”

Los nombres en la Vorágine, pertenecen a personajes reales en su mayoría:

Franco, Alicia, Funes, Barrera, y Clemente Silva, entre otros.

La novela se publica en noviembre de 1924, lo que constituye un evento social y

literario, y sus lectores agotan pronto la primera edición, dos ediciones se suceden

en corto tiempo, y la crítica aprecia la obra, calificándola de innovadora en el

tratamiento estilístico del tema y representativa del modernismo literario

latinoamericano.

La trama

Primera parte:

Arturo Cova, poeta soñador y estudiante de derecho, se enamora de Alicia, de

clase media, como él. Sus familias son tradicionalistas de los años veinte del siglo

pasado.

Los parientes de Alicia no lo quieren, porque desean casarla con un rico

pretendiente, y la pareja se escapa. La niña es “robada” y esa afrenta se

perseguía y se pagaba, o con matrimonio, o con la muerte. Era el honor del

apellido.

Huyen al Casanare, para que nadie los encuentre en la selva y pasando Cáqueza,

Cova quiere cortar los hilos del telégrafo y evitar la propagación de la noticia.

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Conoce al Pipa, abigeo, taimado, amigo de indios y blancos. Que gana su

confianza.

. Cuidado con hablarme de Casanare en presencia de la señora

En la noche, el Pipa se picurea con su caballo ensillado. Cova se arrepiente de la

responsabilidad que asumió con Alicia, pero los caballeros no retroceden.

Don Rafo, amigo del padre de Cova, los guía y lleva hasta la Maporita, de Fidel

Franco y su mujer, Griselda, donde conoce a Bastiana que les ayuda, a su hijo,

Antonio Correa, y a Narciso Barrera, el hombre encantador, que engancha

hombres y mujeres para las caucherías, donde los convertirán en esclavos. Un

don Juan que despliega su galantería con Griselda y Alicia, y gana el odio de

Franco y Cova.

Hasta la Maporita llegan Millán y otro vaquero, hombres de Barrera a quitarle la

mercancía a don Rafo, pero este y Cova se oponen. Alicia viene embarazada.

Cova en un arranque de celos y embriaguez, pelea con Alicia y Griselda y

abandona La Maporita para irse al hato de Zubieta, donde está Clarita, la

prostituta, a buscar a Barrera, que lo hiere. En su venganza dispersa el ganado

de Barrera.

Un juez persigue a Cova para meterlo a la cárcel, porque Barrera lo acusa del

asesinato de Zubieta y por el robo de Alicia. Un toro mata a Millán y son atacados

por los indios, entre ellos aparece el Pipa.

En ausencia de sus maridos, Alicia y Griselda se van con Barrera, y al saberlo, los

dos hombres emprenden su persecución. Fidel quema la Maporita.

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La segunda parte describe a Franco y Cova, buscando sus mujeres, guiados por

el Pipa. Indígenas, selva, ríos, miedo a los caucheros, Los amos son crueles y el

gobierno allí no manda. Les acompañan Pajarito del Monte, Cerrito de la Mañana

y Helí Mesa, amigo de Franco. Más tarde al viejo rumbero Clemente Silva, que

llegó buscando a su hijo Luciano. En esta parte, Rivera cambia de narrador, y la

hace Clemente, en primera persona, con historias de su vida y de la selva.

También del Cayeno, de Funes y de la turca Zoraida Ayram. Capataces del

caucho. Oro blanco.

La tercera parte comienza con narrador en primera persona que puede ser

cualquiera, la narración se intercala entre Cova y Silva.

Llegan hasta el campamento del Cayeno, y ahí la turca seduce a Cova. Encuentra

a Ramiro Estévanez, con quien comienza a redactar la denuncia de los caucheros.

El gobernador es asesinado por orden de Funes.

Encuentran a Griselda, que los lleva donde Barrera, Cova lo mata, se reencuentra

con Alicia y nace su hijo. Con ellos, y con Franco y Correa, se internan en la selva,

dejando un croquis para que los busquen. Nadie los encuentra.

El epílogo es el cable del cónsul al ministro.

"Hace cinco meses búscalos en vano Clemente Silva

"Ni rastro de ellos.

"¡Los devoró la selva!"

Metatexto

La carta a guisa de dedicatoria y el prólogo, son paratextos que contienen

metatextos en cuanto indican la interpretación que el autor desea para su obra y

que colocan al lector en la disyuntiva de leer, o la novela de Rivera, o el informe de

Cova, porque en ambos se advierte que se trata de manuscritos con denuncias,

elaborados en el libro de contabilidad de uno de los capataces en la selva y que

todo lo que allí está consignado es verídico.

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Que no es la diégesis de una mente calenturienta y que Arturo Cova es un

personaje real de carne y hueso, que ha visto de cerca la pesadilla de los esclavos

y siringueros del látex, y pide al gobierno nacional su intervención, por medio de

los documentos que José Eustasio Rivera entrega al gobierno, pidiendo ex

profeso, que no sean publicados hasta tomar declaración a los implicados y

anunciando al final del documento, que tras largos meses de búsqueda no

pudieron encontrarse rastros de Cova y su mujer, que “los devoró la selva”.

“Creo (salvo mejor opinión de S. S,) que este libro no se debe publicar

antes de tener más noticias de los caucheros colombianos del Río Negro o

Guainía; pero si S. S. resolviere lo contrario, le ruego que se sirua

comunicarme oportunamente los datos que adquiera, para adicionarlos a

guisa de epílogo”

Uno de los primeros metatextos aparece en las ediciones iniciales de La vorágine,

en 1924, 1925 y 1926, que se publicaron con la foto de Cova en la portada,

sentado en las barracas del Guaracú, y en cuyo pie de foto se advertía que fue

tomada por la turca Zoraida Ayram, pero más temprano que tarde, los amigos de

Rivera aclararon que la fotografía era del mismo autor y no de Cova.

Finaliza la novela con un metatexto similar al prólogo, es el cable del cónsul: “Los

devoró la selva”

A la verdad y la mentira sobre la existencia de Arturo Cova, la Turca, Alicia y otros

personajes, también se los tragó la manigua.

Intertexto

Sófocles y Esquilo, y en general, la tragedia griega se asoman, influenciando la

novela, porque como Edipo o Clitemnestra, Arturo Cova, Alicia, el Pipa, la niña

Griselda, Barrera, Franco y demás personajes, tienen el sino inexorable como

marca de cuna.

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“Menton destaca los valores universales de la novela y, en particular, sus

vínculos intertextuales con la Eneida y La Divina Comedia, a la vez que

interpreta sus estrategias formales en función de lo testimonial.”

(Sklodowska, 2014)

En el escarceo de las primeras páginas ya Cova advierte al Pipa que no hable a

Alicia sobre el Casanare, como cuando Edipo para escapar de su destino huye de

Corinto y la fatalidad lo lleva a Tebas a cumplir con su designio, Cova y Alicia no

tienen escapatoria contra lo irremediable.

Al igual que Ulises, Orfeo o Eneas, Cova inicia una travesía llena de dificultades

en busca de su mujer, aunque no la pierde como Orfeo, sino que se pierden los

dos. Tampoco como Orfeo regresa a la superficie, ni como Ulises a Itaca. A Cova

y Alicia los devoró la selva. El final en punta, inconcluso de la vorágine, marcó las

primeras generaciones de sus lectores, aprendido y repetido. Considerado como

una de las características modernistas de la novela.

Lenguaje

Sin ser rimbombante la novela tiene un lenguaje costumbrista en la descripción de

lo rural y de los cánones sociales de principios de siglo, es naturalista, poético,

simbólico, y especialmente, expresionista, con toda su carga de frustraciones,

deformidades y horrores.

Trae su prosa una carga musical que se percibe en el ritmo de cada frase, que es

la que mantiene la trama mediante el monólogo intermitente de tres narradores

que cuentan el cuento, y quiebran la historia, lo cual es igualmente innovador.

Es moderno en la metáfora, no una metáfora cualquiera, porque mezcla el

simbolismo con la sencillez descriptiva, directa, sin artilugios, opuesta a las tesis

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oscurantistas de lo que se presume literatura de elite. Ese revuelto modernista, lo

hizo actual para las generaciones hispanoparlantes siguientes

El hecho de utilizar el recurso costumbrista, no lo hace costumbrista, ni naturalista

por pintar la naturaleza, incursiona en la novela autóctona en temática y lenguaje

de una manera propia y modernista, que será pronto emulada por Rómulo

Gallegos, Jorge Mateus de Lima y muchos más, incluyendo a su despectivo crítico

Mario Vargas Llosa. Ahí están Canaima, Calunga y Pantaleón y las Visitadoras.

El lenguaje de la selva con su ingrediente hipnótico, se yergue irisado, sus

bellezas y sus horrores de infierno verde, que produce alucinaciones en quienes

se atreven a retarla, los pierde, los devora de mil maneras, algunas veces con sus

tambochas, toros, caribes, ríos, tempestades y montañas, otras veces con las

alucinaciones, y el hambre de exuberancia, otras veces por medio de la violencia

humana, y finalmente con su misterio.

El lenguaje de la Vorágine es autóctono, lo mismo que su discurso, autóctono en

el conflicto y en lo regional. El mismo autor lo corrobora con el metatexto del

prólogo:

“En esas páginas respeté el estilo y hasta las incorrecciones del infortunado

escritor, subrayando únicamente los provincialismos de más carácter.”

De lo autóctono en el lenguaje, da fe, además de la narración propia y original, el

lexicón de regionalismos colombianistas que se publica al final y que daría para un

extenso trabajo; de lo autóctono en la temática, salta a la vista el marco regional

del conflicto literario

Rivera entre la estética modernista

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A inicios del siglo XX una serie de corrientes literarias se alzan sobre el

romanticismo burgués e incursionan en el vanguardismo, entre ellas el

naturalismo, el realismo, el parnasianismo, el decadentismo y se entrelazan en

influencias recíprocas con el simbolismo, el surrealismo, el cubismo y otras

tendencias pictóricas que revolucionan la forma literaria.

La María de Jorge Isaacs dominaba el espectro de la novelística colombiana,

enmarcada en el romanticismo y el costumbrismo, y era el referente principal de la

literatura nacional de la época.

Ese costumbrismo es un elemento presente en La vorágine, consciente o

inconscientemente plasmado por Rivera, y que contextualiza al lector en los

motivos de huida de la pareja hacía el infierno y en las relaciones machistas,

patriarcales. Pero como dijimos antes. No lo hace costumbrista.

Unos años antes se había publicado Ibis, que formaba parte del casi centenar de

títulos de José María Vargas Vila y que eran igual que La María, paradigmas de la

literatura romántica, con el agravante o atractivo para el ego de Vargas Vila, que

su obra, al igual que Las cuitas del joven Werther, de Goethe, generaron una ola

de suicidios entre sus lectores jóvenes. Ibis pertenece a la escuela romántica,

como la mayor parte de la obra de Vargas Vila.

Rivera se aparta del realismo al dar a su obra escenarios psicológicos como

historias concordantes, pero apartadas de la línea narrativa

Literatura contra literatura

Es una tendencia histórica agredir y sepultar el pasado, quemarlo, para trascender

en lo nuevo, y esto es dinámico en la literatura, pero lo bueno, lo que deja huella

se empotra en un nicho y allí queda, inamovible, convertido en texto escolar u obra

de referencia, y cubierto por una especie de manto sagrado que lo cubre

secularmente. Las obras que fueron lecturas obligadas y produjeron cismas y

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convulsiones en las generaciones pasadas, ocupan su lugar entre los íconos

sagrados.

Homero, Víctor Hugo, Shakespeare, Goethe, se encuentran en esos nichos y a

pocos se les ocurre sacar a despotricar del Orestes de Esquilo o compararlo con

el Orestes de Mirmidones de 2014 para descalificarlo, como Vargas Llosa

pretende hacer con La vorágine, su rival verde.

La vorágine resultó primitiva para Vargas Llosa, en su conferencia “Novela

primitiva y novela de creación” lo que no es un sacrilegio, ni exabrupto. La

liberalidad literaria trascendió todas las excomuniones, incluso las mentales, pero

en el concierto de los términos tachar de primitiva La vorágine es zafarse el

cabestro de la novela latinoamericana con tema de selva más leída hasta su obra.

La guillotina con la que Vargas Llosa separa la “novela primitiva” de la “novela de

creación” es despectiva por sus mismos sesgos, que intenta minimizar dando a

Rivera el dudoso honor de considerarlo representantes de la novela primitiva que

culmina en 1939 con Juan Carlos Onetti y su novela El pozo.

Esa es la lógica de la renovación literaria. Así lo hizo Descartes por su

racionalismo y Montesquieu, Voltaire y Rousseau, por su ilustración, en contra

del clasicismo. Lo hizo Víctor Hugo por su romanticismo contra el clasicismo. Lo

hicieron los parnasianos contra el romanticismo. Lo hicieron Paul Verlaine, Arthur

Rimbaud y Stephane Mallarme, por su simbolismo contra el romanticismo. Y

Baudelaire, y el mismo Verlaine para erigir su decadentismo y malditismo. Lo

hicieron los editores de los escritores del boom, para excluir lo que no tuviera

sabor a realismo mágico, a tumbatiranos, a revolución, de los nuevos lenguajes.

Los premios Nobel de literatura, son revestidos como premio adicional de una

infalibilidad pontificia en lo literario, de ahí que García Márquez causó revuelo

mundial, cuando queriendo “humanizar la ortografía” sugirió suprimir la b o la v; la

h, y unificar la z, la c y la s, en determinadas situaciones gramaticales. Aunque

finalmente consintió en que:

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"El deber de los escritores no es conservar el lenguaje, sino abrirle camino en la

historia. Somos los hombres de letras quienes sufrimos las camisas de fuerza y

cinturones de castidad. Como están hoy las reglas, no tienen ninguna lógica".

En la batahola por la sugerencia de Gabo, participaron Mario Benedetti, Antonio

Gala, Arturo Uslar Pietri, Juan Goytisolo y el filólogo Francisco Rodríguez

Adrados. Goytisolo dijo que “ser un gran escritor no significa ser un buen

lingüista”

Entonces intervino Vargas Llosa con su malquerencia:

“Semejantes ideas sólo pueden provenir de quien es un gran creado de imágenes,

pero nunca ha sido un pensador, ni un teórico, ni un ensayista".

Vargas Llosa asumió el papel histórico de menospreciar lo precedente para valorar

y justificar lo suyo, tarea de depredador que no requiere, porque la lectura de su

obra basta para justificarla.

Vale la pena recordar a García Lorca:

“No me preguntéis por lo verdadero y lo falso, porque la "verdad poética"

es una expresión que cambia al mudar su enunciado. Lo que es luz en el

Dante, puede ser fealdad en Mallarmé. Y desde luego, ya es sabido por

todo el mundo que la poesía se ama. Nadie diga esto es oscuro, porque la

poesía es clara. Lo que no admite de ningún modo la poesía es la

indiferencia. La indiferencia es el sillón del demonio; pero ella es la que

habla en las calles con un grotesco vestido de suficiencia y cultura".

(GarciaLorca, 2014)

La despectiva novela primitiva de Vargas Llosa

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Vargas Llosa clasifica la novela latinoamericana en tres estadios: refleja, primitiva

y de creación. La primera es una copia de los europeos, que realizan los criollos

de la colonia.

La subordinación de la llamada novela primitiva, cómo La vorágine, ante la novela

moderna o de creación, como las propias, o las del boom, se debe según Vargas

Llosa a la:

“abrumadora superioridad artística, y solo secundariamente, por su –en

general- aparición temporal en el mundo literario”…porque “fue maldita,

tardía y prohibida por la inquisición española” y, porque ninguno de “los

narradores románticos o realistas consigue fraguar un mundo literario válido

universalmente…dotada de un poder de persuasión verbal para imponerse

al lector como creación autónoma”

Afirma que la literatura latinoamericana, rotulada como indigenista, costumbrista,

nativista, criollista, es:

“Una reacción contra el desprecio a la “subcultura mestiza”, un impulso

reivindicativo de los sectores marginados y un cuestionamiento político a las

oligarquías criollas y al saqueo imperialista. Sin embargo, literariamente, la

novela primitiva se traduce en una “confusión entre arte y artesanía, entre

literatura y folklore, entre información y creación” El paso adelante es que

ya no es la novela “refleja” a imagen y semejanza de los europeos. Ya en la

novela primitiva no los copian, pero “siguen enajenados a formas postizas, y

ahora más ilusos, más ambiciosos, copian la realidad y 300 años después,

los novelistas descubren al indígena y ahora si muestran lo propio, lo

original, lo autóctono, “se ha vuelto censo, dato geográfico, descripción de

usos y costumbres, atestado etnológico, feria regional, muestrario folclórico”

Continúa Vargas Llosa diciendo que:

“En la mayoría de los novelistas primitivos es patente un deseo de crítica

social, y sus libros, amén de “documentos” (por su interés histórico y

sociológico) son alegatos contra la miseria indígena, el conflicto social, el

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prejuicio racial. Su conflicto principal, no obstante, como lo ilustra la selva

depredadora en la vorágine, es el del hombre y la naturaleza”

En su clasificación, dice Vargas Llosa que la novela primitiva tiene defectos que no

debe contener la novela moderna.

“En primer lugar es una novela pintoresca y rural, en la que predomina el

campo sobre la ciudad, el paisaje sobre el personaje y el contenido sobre la

forma; la técnica es “preflaubertiana” y por lo tanto insuficiente. El narrador

se entromete constantemente, ignorando la noción de objetividad en la

ficción, y atropellando los puntos de vista de los personajes. Persiste el

prejuicio romántico consistente en hacer residir todo el interés de la historia

en su originalidad, despreciando en consecuencia el tratamiento. El

novelista primitivo pretende demostrar, no mostrar, y sus preocupaciones

formales, no pasan por una disolución del estilo en el relato, para darle a

este último relieve, y al mundo ficticio, vida., sino por una retórica ampulosa,

considerada valor en sí misma y cargada de provincialismo en los diálogos.

Una retórica afectada de amaneramiento casticista en la raleza aniquila y

genera al hombre. La novela sucesora ha trasladado el eje de la ficción del

entorno al hombre, y son por lo tanto sus tormentos y sus escasas alegrías

lo que la obra de Rulfo encarna. Del mismo modo la ambigüedad ha

introducido una nota distintiva en la novela de creación, y es en función de

ella, que “los indios abstractos del indigenismo” se convierten en una novela

como Los ríos profundos, de José María Arguedas, en seres verdaderos.

“Los autores latinoamericanos han dejado de copiar a los autores europeos, y ahora, más ambiciosos, más ilusos, copian la realidad. Artísticamente siguen enajenados a formas postizas, pero se advierte en ellos una originalidad temática; sus libros han ganado una cierta representatividad. Tres siglos después que los conquistadores, han descubierto al indígena y a la naturaleza de América, y a su vez (ellos, con buenas intenciones) han comenzado a explotarlos” (Vargasllosa, 2014, pág. 1) La técnica es rudimentaria, pre-flaubertiana: el autor se entromete y opina

en medio de los personajes, ignora la noción de objetividad en la ficción y

atropella los puntos de vista; no pretende mostrar sino demostrar.

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Estilos frondosos e impresionistas, "poemáticos" en el sentido peyorativo

del término, oscurecidos de provincialismos en los diálogos, y amanerados

y casticistas en las descripciones, logran lo contrario que ambicionaban sus

autores: no plasmar en la ficción lo real en su "estado bruto", sino la

artificialidad, la irrealidad

La novela de creación no es posterior a la novela primitiva. Apareció

discretamente cuando ésta se hallaba en pleno apogeo, y desde entonces

ambas coexisten, como los rascacielos y las tribus, la miseria y la

opulencia, en América Latina.

Dice Vargas llosa que el paso de una narrativa a otra se traduce en una mudanza

del campo a la ciudad, en una especie de contraposición entre una novela rural y

otra urbana. Los temas fantásticos contra los temas realistas es otro avance de la

novela de creación sobre la primitiva, porque “en los nuevos autores la concepción

de la realidad es más ancha que en la novela primitiva, pues abraza, no solo a los

hombres, sino lo que sueñan o inventan” y que dependiendo del tema de

persuasión del autor, todos los temas son reales o mentiras para el lector, porque

el buen literato le da vida a sus personajes y reviste de realidad su diégesis.

El artículo de Vargas Llosa descalifica lo que ya está posesionado, descarta,

critica lo que ya pasó el cedazo de la crítica, y ahí su error. Muchas de sus

observaciones son válidas para quienes incursionamos en el campo del estudio de

lo literario, pero otras no tienen más sentido que la propia conveniencia de su

obra.

El tema del boom tiene mucha tela que cortar, y este no es espacio para esas

tijeras, pero bien valdría la pena considerar si esas obras de los sesenta, debieron

su popularidad a la calidad, o si fue la popularidad la que las invistió de calidad. El

concepto de calidad es caprichoso, Calidad y popularidad muchas veces caminan

con distinto paso, y el dinero fue un fenómeno extraliterario muy notorio en la

explosiva fiebre de boom.

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Las editoriales llegaron a imponer criterios políticos de izquierda sobre los

escritores, Julio Cortázar, lo afirmó al comienzo. La maestría del Cronopio, era

sobrada y le permitía ponerse por sobre lo panfletario, lo ideológico, la denuncia, y

política, pero lo llamaron al orden. De otra manera no hubiera participado del

boom.

Rivera: entre la estética modernista y el discurso autóctono,

Del escrito de Elzbieta Sklodowska, de la Washington University, se advierte que a

Rivera se le minimiza cuando se le hacen análisis superficiales, por su “supuesto

realismo telúrico” y trae a colación a Carlos Alonso, quien afirma que el autor de

La Vorágine “sintetiza de manera ejemplar el deseo de esa generación por fundir la estética

modernista con la temática autóctona”

Igualmente afirma:

Hasta hace poco la crítica hispanoamericana asignaba a novelas como Don Segundo Sombra o La vorágine un lugar meramente histórico en el canon literario, considerándolas “primitivas” respecto a la

sofisticación formal de las novelas del boom. Pero incluso un somero bosquejo de la trama –como el que

acabo de presentar– parece ponernos sobre aviso en cuanto a la aparente sencillez de La vorágine. Al

releerla hoy, sobre todo a la luz de las nuevas aproximaciones teóricas, resulta difícil, en mi opinión,

compartir el juicio de Mario Vargas Llosa de que novelas como La vorágine hacen “retroceder al siglo

diecinueve a la narración de los años veinte y treinta” . P 154

La ensayista defiende La vorágine, como una obra apartada del primitivismo, por el uso creativo de sus

símbolos y que “en términos de Roland Barthes, la novela colombiana rebasa los moldes fosilizados de

la canónica legibilidad (le lisible), abriendo puertas a múltiples reinterpretaciones (le scriptible).

Dice que Raymond L. Williams: partiendo de un cuidadoso escrutinio textual, logró demostrar la

complejidad de las técnicas narrativas de la novela, con énfasis especial en la reflexión metaliteraria.

Williams opta por ver la novela como una búsqueda de la écriture por parte del narrador:

Por su parte, en una relectura verdaderamente original y multifacética, Sylvia Molloy toma como

punto de partida el estilo teatralizado de Cova y su “costumbre de fingir”. Molloy muestra cómo la

incorporación de voces populares al código literario de la novela resulta en “un desapacible contacto

entre dos discursos que encuentra su paralelo en el no menos desapacible contacto entre dos espacios.”

Ivan Schulman, atribuye las características insólitas o desconcertantes del texto a su carácter

eminentemente moderno, producto de un “tríptico simbiótico” del modernismo, del realismo/naturalismo

y de la vanguardia. Y, por último, cabe mencionar dos estudios monográficos sumamente importantes

para la revalorización de la novela “tradicional” y de las llamadas “novelas ejemplares”, los cuales

incluyen capítulos dedicados específicamente a la novela de Rivera. Me refiero, respectivamente, al libro

de Carlos Alonso The Spanish American Regional Novel: Modernity and Autochthony y al studio de

Doris Sommer Foundational Fictions: The National Romances of Latin America. P 131

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Mi propio acercamiento a La vorágine parte –a la vez que se aparta– del camino desbrozado por los

estudios ya citados de Alonso, Molloy, Ordóñez, Pope, Sommer y Williams, así como de los ensayos –

aún no mencionados– de Eduardo Thomas y Vicky Unruh. Enfocados en la compleja relación entre la

escritura de Cova y la oralidad, entre el eje autobiográfico y los relatos intercalados, los antedichos

investigadores reconocen la dimensión testimonial de La vorágine como faceta del complejo proceso de

rendición escritural de experiencias y de narraciones de segundo y tercer grado (Thomas, 99).

Particularmente relevante para mi propia tesis es el argumento de Unruh que hace hincapié en la

transformación de Arturo Cova: de un poeta ensimismado a un “testimonialista”. En palabras de Unruh,

Cova está atento a un rumor de voces de muy distinta índole, pero su intervención “escritural” en las

historias de los demáses implacable (56-59). Al concluir, Unruh reconoce –si bien tácitamente– el valor

pragmático del proceso testimonial, diciendo que, aunque Cova y sus compañeros desaparecen en la

selva, sobrevive la huella testimonial de su experiencia. P 132

El impulso colonizador de expansión territorial se transcribe en un discurso que engarza la tradición del

relato de viajes con la novela de aventuras y el modelo etnográfico. Es posible explicar esa atracción de

Cova hacia lo exótico en los términos establecidos por Chris Bongie para el sujeto moderno occidental,

quien busca experiencias en tierras extrañas para escapar al “vacío de su propia subjetividad” (10). En

esta aventura de evasión y de auto-descubrimiento a la vez, la retórica empleada por Cova sirve para

facilitar la traslación del mundo narrado al mundo en que se narra. De acuerdo con lo que expresa

François Hartog, desde los tiempos de Herodoto los etnógrafosviajeros favorecen las mismas estrategias:

la inversión, la comparación (directa o por analogía), la descripción autorizada por el testigo ocular, la

taxonomía y las referencias a milagros y cu- riosidades (thoma)2. Todos estos mecanismos de algún

modo están presentes en La vorágine, pero en el discurso atribuido a Cova predomina el uso de la

descripción y de abundantes listas de curiosidades. A su vez, el privilegio de usar una precisa

taxonomía pertenece a los seres fronterizos, como el Pipa, Fidel Franco o don Rafo. Fidel –presentado

como “hombre de buen origen, no salido de las pampas, sino venido a ellas” (17)– y en particular don

Rafo sirven de guías e intérpretes. Es gracias a las explicaciones iluminadoras de éste que Cova y Alicia

empiezan a domesticar el mundo ajeno: P 134

Ordóñez afirma con razón que “el texto y la mente de Cova articulan una visión dominante y patriarcal

del Otro, que en la novela aparece como la selva, como el indígena o como la mujer” (“La vorágine: la

voz rota”, 471). En la primera parte de la novela el objeto principal de esa “traducción”, el “otro” de

Arturo Cova, es la naturaleza exuberante y bárbara. La gran belleza y la rareza –los dos ingredientes de

thoma, según Hartog– parecen prestarse particularmente bien a ser capturadas en el lenguaje

ornamentado del poeta. La palabra de visos modernistas viaja con Cova desde Bogotá, a través de los

llanos, al corazón mismo de la selva y, en la medida en que es descontextualizada, adquiere valores

expresivos nuevos. Como lo pone de relieve Molloy, “en su tratamiento de la selva Rivera actualiza

el cliché antropomórfico, rescata hebras de una gastada convención y la recontextualiza” (“Contagio

narrativo”, 761). P 135

La llegada del forastero, el encuentro con el nativo y el intento de conversar con el otro –ingredientes

obligatorios del discurso etnográfico clásico– están marcados en la novela por la sedimentación de

(des)encuentros previos: Con indiscreta curiosidad les pregunté dónde habían dejado a las mujeres, pues ninguna

venía con ellos. Apresuróse a explicarme el Pipa que era imprudencia hacer tan desusadas indagaciones,

so riesgo de que se alarmaran los celosos indios a cuyas “petrivas” les fue negado, por tradicional experiencia, mostrar

incautamente su desnudez a forasteros blancos, siempre lujuriosos y abusivos [59].

Los indígenas están designados con la tercera persona gramatical, que es la forma no-personal, según

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las lecciones de Emile Benveniste (Problems, 199). Hartog inserta este argumento en el contexto

antológico para afirmar que el uso de la tercera persona con respecto a los nativos acaba por desplazarlos

de su posición: de sujetos en objetos (369).

Por lo general, la crítica colombiana destaca la indiferencia de Cova ante el sufrimiento de los indígenas

(como en el episodio de la muerte de los indios en una canoa) y su tendencia a representarlos como

bestias indomadas. En su persuasivo argumento Ordóñez también pone de relieve la postura ambivalente

de Cova ante la explotación de los indígenas:

no puedo ignorar el cambio retórico que es, a mi modo de ver, corolario de la metamorfosis de Cova

En La vorágine –y aquí una diferencia con la novela decimonónica realista –no hay quien domine por

completo el régimen narrativo. Pero incluso en su papel de narrador homodiegético Cova sigue en una

posición “estratégica” –el término es de Certeau–: es él quien controla el territorio de la escritura y

establece las reglas del juego discursivo (inclusión, supresión, montaje, condensación). La tensión entre

las estrategias de incorporación y desplazamiento de las “otras” voces que he analizado hasta aquí me

permite sugerir que resultaría críticamente productivauna lectura de La vorágine a la luz del concepto de

différend (diferendo) de Jean François Lyotard. Aplicando la aproximación de Lyotard uno advierte, por

ejemplo, que el supuesto desorden narrativo de La vorágine –que casi invariablemente la crítica ha

intentado justificar con la demencia de Cova o ha elogiado en términos de innovación técnica– puede ser

interpretado como resultado de un acucioso esfuerzo por acomodar voces disidentes y disonantes sin

ahogarlas del todo. Lyotard elabora el mecanismo del différend en términos de una genuina contienda

discursiva cuyo objetivo es la búsqueda de idiomas nuevos (13). P 141

La ceguera del Visitador llega a hacer un daño irremediable puesto que, en palabras de Jácome –que

parecen anticipar a Lyotard–, esa invidencia termina anulando el referente del crimen: Su Señoría se contentará con decir que estuvo en la calumniada selva del crimen, les habló de habeas corpus a los

gomeros, oyó sus quejas, impuso su autoridad y los dejó en condiciones inmejorables... Y de aquí en adelante nadie

prestará crédito a las torturas y a las expoliaciones, y sucumbiremos irredentos, porque el informe que presente Su Señoría

será respuesta obligada a todo reclamo, si quedan personas cándidas que se atrevan a insistir sobre asuntos ya desmentidos

oficialmente.

Más tarde, cuando el mismo Cova empiece a escribir notas de su odisea, irónicamente le servirá de

cuaderno otro libro de caja “que el Cayeno tenía sobre su escritorio como adorno inútil y polvoriento”

(128

propongo adjudicar a La vorágine un rasgo que no posee, o interpretarla en términos del triunfo de

la poética de la solidaridad sobre la autoridad discursiva del sujeto singular. Se trata, más bien, de un

texto atrapado en el dilema entre lo testimonial y lo autobiográfico que deja entrever en sus intersticios

un agudo metacomentario sobre el complejo proceso de rescate discursivo del referente.

Sobre el carácter soñador

Sobre la mujer

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Conclusiones

1. Erotismo y poder en la narrativa de José María Vargas Vila 2. La mujer moderna en Tomás Carrasquilla 3. Rivera: entre la estética modernista y el discurso autóctono

del mismo modo, la novela generó controversia por su mensaje misógino y un tanto peyorativo hacía el género femenino, dado a que se compara la mujer con Eva la que tentó a Adán, la causante de la caída y por ende de toda desgracia en el hombre. Por lo tanto, en la obra se mencionan frases como: el capricho es la ley de la mujer (…) la mujer es como salomón en el amor, la sabiduría le es innato (…) la mujer es más amarga que la muerte dice salomón… la mujer es la fuente del mal y del dolor… la mujer lleva en el vientre la tragedia. Ibis pág. 24

Ahora bien, esta n

La figura femenina de Vargas Vila carga con el peso de la culpabilidad, enemiga del

hombre desde el paraíso y responsable de su destrucción moral. El sexo marca su sino.

La mujer en la Voirágine

De a astucia femenina, que era en ese tiempo y ahora el instrumento más eficaz de defensa

y ataque estas frases de la novela:

Crees que no advertí tus persecuciones a la mu-

.chacha de allá abajo? ¡Y tanto disimulo para seducirla!

y alegarme que la demora obedecía a quebrantos de

mi salud. Si esto es ahora, ¿que será después? ¡Déjame!

¡A Casanare jamás, y contigo, ni al cielo! P 10

¿dejarás de ser para mí el hombre que me sacó de la inexperiencia para entregarme a la desgracia? P 14

¿Cómo podré olvidar el papel que has desempeñado en

mi vida? ¿Cómo podrás pagarme lo que me debes? No

será enamorando las campesinas de las posadas ni haciéndome

ansiar tu apoyo para abandonarme después.

Pero si esto es lo que piensas, no te alejes de Bogotá,

porque ya me conoces. ¡Tú responderás! P 14

Alicia, abrazándome llorosa y enloquecida, repetía

esta plegaria: ¡Dios mío, Dios míol ¡El sol, el sol! .p 18

A guisa

de quitasol llevaba sobre el sombrero una chalina blanca,

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Dificultábase la charla, porque don Rafo iba de

puntem, llevando "de diestro" una bestia, en pos de

la cual trotaban las otras en los pajonales retostados.

El aire caliente fulgía como lámina de metal, y bajo

el espejeo de la atmósfera, en el ámbito desolado, insinuábase

a lo lejos la masa negruzca de un mon~c. Por momentos se oía la vibración de la luz.

Léxico ymetáfora. Calor de lámina, se oía vibrar la luz

Ya sabíamos lo que era una mata, un caño, un zural, y por fin Alicia conoció los venados

No gaste usted los tiros del revólver, ordenó don

Rafo. Aunque vea los bichos cerca, están a más de quinientos metros. Fenómenos de la región.

Puesto el chinchorro, lo cubrimos con el amplio

mosquitero para defenderla de las abejas que se le enredaban en los rizos, ávidas de chuparle el sudor.

La laguneta de aguas amarillosas estaba cubierta de

hojarascas. Por entre ellas nadaban unas tortuguillas

llamadas galáPagos, asomando la cabeza rojiza; y aquí y allí los caimanejos nombrados cachirres, exhihían

Garzas; meditabundas, sostenidas en un pie, con picotazos

detuvo, rápido como el grito de Alicia. Había

cmergido un giiio bostezan

Garzas;

meditabundas, sostenidas en un pie, con picotazos repentinos

arrugaban la charca tristísima,metfora

Por lo demás, los hijos, legítimos o naturales, tenían

igual procedencia y se querían lo mismo. Cuestión del

medio. En Casanare así acontecía. El ambicionó en un tiempo hacer

¡-Chite, uise! -gritó tirando una cáscara a las gallinas

que escarbaban la era-o Prosigan, que la niña

Griselda se ta bañando. ¡Los perros no muerden, ya mordieron! P 25

¿Tambiért vino don Rafael? ¿Qué hace en la ramáa?

Y saliendo al patio, le decía familiarmente:

Trascordao, ¿se le volvió a olvidá el cuaerno? Estoy LA VORÁGINE

Entigrecía c 26

Cáyese, don Rafo. ¡Cuidao con "desanimá a Fidel!

¡Si le tá ofreciendo plata anticipáa y no se resuelve a

dejá este pejugal! ¡Quere más a las vacas que a la mujé!

y es~ que nos cristianamos en Pare, porque sólo éramos

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casaosmilitarmente. 27

Andá -ordenóle la niña Griselda-, buscale a don

Rafo unos topochos maÚros pa los cabayos. Pero primero

decile al Miguel que se deje de tar echao en el

chinchorro, porque no se le quitan las fiebres: que le

saque el agua a la curiara y le ponga cuidao al anzuelo,

a vé si los caribes se tragaron ya la carnáa. puée

que haya afilao algún bagrecito. Y dános vos algo de

comé, que estos blancos yegan de lejos. Venga pa acá,

niña Alicia, y aflójese la ropa. En este cuarto nos quearemos las dos 29

"Resolví ponerme esta

prenda, porque tá bendita y es milagrosa. A vé si el

Antonio se anima a yevarme. Por si me dejare desamparáa,

le di en el café el corazón de un pajarito Hamao

piapoco. Puée irse muy lejos y corré tierras; pero,

onde oiga cantá otro pájaro semejante, se pondrá triste

y tendrá que volverse, porque la guiña tá en queviene

la pesaúmbre a poné de presente la patria y el

rancho y el queré olvidao, y tras de los suspiros tiée

que encaminarse el suspiraor o se muere de pena. La medaya también ayúa si se le cuelga al que se va."

A los pelaos también les gusta la sabana: que lo

diga el daño que hacen. En qué no se ve pa enla·

:zá un toro! Necesita hayarse bien remontao y que el

potro empuje. Y eyos los cogen de a pie, a carrera

limpia, y los desjarretan uno tras otro, que da gusto!

Hasta cuarenta reses por día, y se tragan una, y las

demá pa los zamuros y los caricaris. Y con los cristianos

también' son atrevíos: ¡al dijunto Jaspe le salieron

del matorral, casi debajo del cabayo, y lo cogieron de

<esta~píay lo envainaron! Y no valió gritarles. ¡Aposta, andábamos desarmaos, eyos eran como veinte y

echaban flechas pa toas partes

-Era que el Jaspe los perseguía con los vaqueros y

con el perraje. Onde mataba uno, prendía candela y hacía como se lo taba comiendo asao, pa que lo vieran

los fugitivos o los vigías que atalayaban sob.re los.

moriches.

-Mama, jue que los indios le mataron a él la jamllia,

y como puaquí no hay autoridá, tié uno que desenrearse

solo. Ya ven lo que pasó en el Hatico: macetearon

a tóos los racionales y toavía humean los tizones.

Blanco, hay que apandiyarnos pa echarles una

Buscáal 56

melancolías; de la cólera paso a la transigen.

te mansedumbre, de la prudencia a los arrebatos de la

insensatez. En el fondo de mi ánimo acontece lo que

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en las bahías: las mareas suben y bajan con intermitencia.

Mi organismo repudia los excitantes alcohólicos, aunque saben llevar el marasmo de las penas. Las 56

¡Decidí luego irme del hato sin esperar a las mujeres,

y aparecer una tarde, confundido con los vaqueros,

trayendo a la cola del potrejón algún toro iracundo,

que me persiguiera bufando y me echara a tierra la

cabalgadura, para que Alicia, desfallecida de pánico,

me viera rendirlo con el bayetón y mancornarlo de un

solo coleo, entre el anhelar de la peonada atónital los sueños

y abriendo en contorno una brecha categórica y defensiva,

las aguas corrían al revés y las bandadas de

patos volteaban en las alturas, cual hojas dispersas.

Súbito, cerrando las lejanías entre cielo y tierra,

descolgó sus telones el nublado terrible, rasgado por

centellas, aturdido por truenos, convulsionado por bo-

. rrascas que venían empujando a.la oscuridad ..

El huracán fue tan furibundo que casi nos desgajaba'

de las monturas, y nuestros caballos detuviéronse, 'dando la grupa a la tormenta.m98

Cuando pasó la tromba, advertimos que la brigada

había desaparecido y cabalgamos para perseguida. Calados,

entre la ventolera procelosa, anduvimos leguas

y leguas sin poder encontrada, y caminando tras la

nube que corría como negro muro, dimos con los peñones

del desbordado Meta. Desde allí mirábamos hervir

las revolucionadas ondas, en cuyos crestones mojábanse

los rayos en culebreo implacable, mientras que

los barrancos ribereños se desprendían con sus colonias

de monte virgen, levantando altísimas columnas

de agua. Y el estruendo de la caída era seguido por el

traqueteo de los bejucos, hasta que al fin giraba el

bosque en el oleaje, como la balsa del espanto. Después entre yerbales llovidos donde las palmeras

Dijo que los árboles de

la selva era gigantes paralizados y que de noche platicaban

y se hacían señas. Tenían deseos de escaparse

con las nubes, pero la tierra los agarraba por los tobillos

y les infundía la perpetua inmovilidad. Quejábanse

de la mano que los hería, del hacha que los derribaba,

siempre condenados a retoñar, a florecer, a gemir,

a perpetuar, sin fecundarse, su especie formidable, incomprendida.

El Pipa les entendió sus airadas voces,

según las cuales debían ocupar barbechos, llanuras y ciudades, hasta borrar de la tierra el rastro del hombre

y mecer un solo ramaje en urdimbre cerrada, cual en

los milenios del Génesis, cuando Dios flotaba todavía

sobre el espacio como una nebulosa de lágrimas.

¡Selva profética, selva enemiga! ¿Cuándo habrá de

-cumplirse tu predicción? 136

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Nunca he conocido pavura igual a la del día que

sorprendí a la alucinación en mi cerebro. Por más de

una semana viví orgulloso de la lucidez de mi comprensión,

de la sutileza de mis sentidos, de la finura

de mis ideas: me sentía tan dueño de la vida y del

destino, hallaba tan fáciles soluciones a sus problemas,

que me creí predestinado a lo extraordinario. La noción

del misterio surgió en mi ser. 150

y en la turquesa del cielo·

ondeaba, perennemente, un desfile de remos cándi--

dos, sobre los cimborrios de los moriches, donde bullía

la empelusada muchedumbre de polluelos. A nuestro·

paso se encumbraba en espiras la nívea flota, y, tras.

de girar con insólito vocerío, se desbandaba por uni--

dades, que descendían al estero, entrecerrando las alaslentas, como un velamen de seda albicante. 127

Por su lado, los capataces inventan diversas formas

.de expoliación: les roban el caucho a los siringueros,

.arrebátanles hijas y esposas, los mandan a trabajar a

caños pobrísimos, donde no pueden sacar la goma exi-

·gida, y esto da motivo a insultos y a latigazos, cuando

no a balas de wínchester. Y con decir que fulano -se picureó o que murió de fiebres, se arregla el asunto 173

Los que están pidiendo

mujeres, sepan que en las próximas lanchas vendrán

cuarenta, oídIo bien, cuarenta, para repartidas de

tiempo en tiempo entre los trabajadores que se distingan.

Además saldrá pronto una expedición a someter

las tribus andoques y lleva encargo de recoger guarichas

donde las haya. Ahora, prestadme todos atención:

cualquier indio que tenga mujer o hija debe presentarla

en este establecimiento para saber qué se hace con ella." 179

Y, levantándmne ·la camisa, le enseñé mis carnes

laceradas.

Momentos después, el árbol y yo perpetuamos en la

Kodak nuestras heridas, que vertieron para igual amo

distintos jugos: siringa y sangre.189

Entonces por un tablón que servía de puente, pasaron

a la barca varias person~s, de vestidos almidonados,

y entre ellas una dama llena de joyas y arandelas,

que se reía con risa de rico. Mi compañero se me

acercó. "Mire, dijo en voz baja, los señores amos

están de té. Esa hermosura a quien le da la mano su señoría es la madona Zoraida Ayram." 196

Con todo, hallaría datos inicuos: peones

que entregan kilos de goma a cinco centavos y

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reciben franelas a veinte pesos; indios que trabajan

hace seis años, y aparecen debiendo aún el mañoco

·del primer mes; niños que heredan deudas enormes,

procedentes del padre que les mataron" de la madre

que les forzaron, hasta de las hermanas que les vioiaron,

y que no cubrirán en toda su vida, porque cuan-

-do conozcan la pubertad, los solos gastos de su niñez les darán medio siglo de esclavitud. 200

devolvernos la libertad, exclamarían

mis compañeros: ¡El implacable CoV;;l nos vengó a todos y se internó por este desiertol 218

General, mi paisano agradece tanto ...

-A él le consta que si me vine no fue de miedo, sino

por no "empuercarme" matando al Funes. Busté'

sabe que ese bandido debe más de seiscientas muertes.

Puros racionales, porque a los indios no se les lleva

número. Dígale a su paisano que le cuente las roatazones 275

y no pienses que al decir "Funes" he nombrado a

persona única. Funes es un sistema, un estado de al-o

ma, es la sed de oro, es la envidia sórdida. Muchos son

Funes, aunque lleve uno solo el nombre fatídico.}

Ya se decía, a boca tapada, que varios sujetos habían

logrado infundirle a Funes la creencia de que era aptopara

adueñarse de la región y hasta para ser presidente

de la república cuando quisiera. No resultaron falsos..

profetas los de aquel augurio: porque jamás, en nin·

gún país, se vió tirano con tanto dominio en vida y

fortunas como el que atormenta la inmensurable zona

cauchera cuyas dos salidas están cerradas: en el Orinoco,

por los chorros de Atures y de Maipures; y en el

Guainía, por la aduana de Amanadona 278

Mas no sólo a los aledaños del caserío se clrcuns-

'Criben estas tropelías: por selvas, ríos y estradas va

-cr.eciendo la onda de sobresalto, de la conquista, del

exterminio. Cada cual mata por cuenta propia, mientras

que muere, y ampara sus crímenes bajo supuestas

·órdenes del tirano, quien les da su aprobación tácita,

para deshacerse de los autores, que deja entregados a

su mutua ferocidad.284

¡Venga acá la

gobernación! El mató como comerciante, como gomero,

sólo por suprimir las competencias; mas como le

quedan competidores en siringales y en barracas, ha resuelto

exterminarlos con igual fin y por eso va asesínando

a sus mismos cómplices.

-¡La lógica triunfa! 285

Page 28: La vorágine La nueva cara de la vieja violencia, en la ... nueva cara de la vieja violencia, en la selva modernista de La vorágine Mario Javier Pacheco ... que denuncia, en forma

De juro que si

bajan hasta Manaos, nuestro cónsul, al leer mi carta,

replicará que su valimiento y jurisdicción no alcanzan

a estas latitudes, o lo que es lo mismo, que no es colombiano

sino para contados sitios del país. Tal vez, al

escuchar la relación de don Clemente, extienda sobre

la mesa aquel mapa costoso, aparatoso, mentiroso y deficientísimo, que trazó la Oficina de Longitudes de

Bogotá, y le responda tras de prolija indignación:

"¡Aquí no figuran ríos de esos nombresl Quizás pertenezcan

a Venezuela. Diríjase usted a Ciudad Bolívar".

Y, muy campante, seguirá atrincherado en su ignorancia,

porque a esta pobre patria no la conocen sus

propios hijos, ni siquiera sus geógrafos. Ante la madona, mientras tanto, es preciso 291

Durante el transcurso de la huida, la pareja sufre situaciones que dan paso a la idea central de la

obra en una vorágine de acontecimientos. Aquí, es importante destacar que el rol de esta pareja, si

bien tiene una función, a la cual más tarde me referiré, el autor la emplea como un mero recurso

que le permiten presentar la galería de hechos que se suceden en la novela, y lograr así, introducir

al lector a la problemática de la explotación y miseria humana en la selva.

Valoración[editar]

Traducciones[editar]

Esta obra se ha traducido a varios idiomas, entre los que se cuenta el inglés en

1928, francés (1930), ruso (1935), portugués (1945), italiano, japonés y polaco.

Origen y contexto[editar]

La vorágine retrata el clima intelectual y político de la Colombia de los años veinte. Su afán por

denunciar los problemas de las fronteras, como la explotación infrahumana o la locura,

respondió a las inquietudes de la generación del Centenario, a la que perteneció José

Eustasio Rivera. Aunque ya existían publicaciones denunciando las atrocidades de los

caucheros blancos en las selvas del Putumayo muchas de las cuales fueron fuente directa de

información para José Eustasio Rivera, La vorágine es la primera novela de denuncia social

en la literatura colombiana mezclando la ficción y la realidad.5

La intención principal de la obra es plasmar una denuncia social de las condiciones de

explotación y miseria a la que son sometidos los caucheros en los siringales, de forma

impactante pero sin caer en moralismos ni juicios de culpabilidad. Asimismo, los escenarios y

culturas descritas son la expresión, a través de una visión poética, del conocimiento que

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adquirió el autor al participar en la Comisión Demarcadora de Límites

de Colombia con Brasil, Venezuela y Perú. 6

Es difícil establecer la cuota de veracidad en la historia de La vorágine, sin embargo se han

identificado varias personas que incidieron en la creación de los personajes. El principal es

Luis Franco Zapata un manizalita que conoció a José Eustasio Rivera en Orocué, en 1918, en

donde se estableció tras huir de Bogotá con la joven Alicia Hernández. Adicionalmente, se han

encontrado referencias históricas del coronel Tomás Funes, el comerciante de caucho Julio

Barrera Malo y el cauchero Clemente Silva entre otros.

La redacción de la novela se llevó a cabo en Sogamoso, e incluso existen placas

conmemorativas en el lugar donde fue escrita.

Adaptaciones[editar]

A José Eustasio Rivera lo sorprendió la muerte en Nueva York cuando estaba en

negociaciones para vender los derechos cinematográficos de La vorágine.

En 1949 en México se produce la película "Abismos de amor" dirigida por Miguel

Zacarías basada en La vorágine.7

En 1975 la empresa RCN Televisión de Colombia produjo una versión en formato

de telenovela de La vorágine.

Referencias[editar]

1. Volver arriba↑

La Vorágine es la única novela que publicó el escritor colombiano José Eustasio Rivera, es su

obra más famosa. Salió a la luz el 25 de noviembre de 1924 y es considerada un clásico de la

literatura colombiana, así como una de las más importantes dentro

del modernismo latinoamericano, aunque a menudo es asociada al costumbrismo por la

descripción pictórica de las culturas rurales.

La novela narra las peripecias del poeta Arturo Cova y su amante Alicia, historia de pasión y

venganza enmarcada en los llanos y la selva amazónica a donde los dos amantes huyen de la

sociedad, y que expone a lo largo de su trama las duras condiciones de vida de los colonos

e indígenas esclavizados durante la fiebre del caucho.

Índice

[ocultar]

1 Historia

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2 Personajes

o 2.1 Personajes principales

o 2.2 Personajes secundarios

3 Valoración

4 Traducciones

5 Origen y contexto

6 Adaptaciones

7 Referencias

8 Enlaces externos

Historia[editar]

La novela se divide en tres partes marcadas por tres escenarios distintos y claros puntos de

giro. La primera parte narra la huida de Arturo y Alicia desde Bogotá hacia los llanos

orientales. La segunda parte cuenta la estancia en los llanos y la separación de Alicia y la

tercera relata la incursión en la selva amazónica en busca de ella.

El cuerpo principal de La Vorágine lo conforma el relato, en primera persona, de la aventura

de Arturo Cova quien huye de las convenciones sociales de la estrecha sociedadbogotana de

principios del siglo XX. Esta huida lo lleva a los llanos orientales, donde se separa

intempestivamente de Alicia, su compañera. La búsqueda de Alicia lo llevará a la selva de

la Amazonia colombiana, donde Arturo será testigo de la penosa esclavitud de los

trabajadores que extraen el caucho.

De forma paralela se presenta el testimonio del cauchero Clemente Silva, que emprende un

éxodo desde la ciudad de Pasto, tras las huellas de su hijo, encontrando solamente la

esclavitud en las caucheras.

Uno de los escenarios y personajes principales del relato es la selva, que mediante

alucinaciones, enfermedades y plagas ataca hasta la muerte al hombre que la explota, en un

ciclo de destrucción mutua. Esta selva enclaustrante, húmeda y malsana, contrasta con el

escenario inicial en la llanura que representa la libertad y esperanza perdidas.

Valoración[editar]

La Vorágine sigue la estructura narrativa del mito clásico greco-latino, de forma similar a la

historia de Orfeo, la Eneida de Virgilio o la Odisea de Homero, en donde el héroe emprende

un viaje iniciático, y tras descender a un mundo laberíntico e infernal, alcanza un final

epopéyico. En el caso de La vorágine el poeta desciende al "infierno verde" en busca de su

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amada, sin embargo, oponiéndose al modelo tradicional, su protagonista no regresa al punto

de partida. Este final abierto o de cierta forma inconcluso, constituye una de las características

más importantes de la novela moderna. 1

En cuanto al estilo, es especialmente notable la descripción de los escenarios

(primordialmente la selva) y situaciones, que se muestran en medio de una prosa con

permanente musicalidad y abismante detalle, generando gran impacto en las escenas de

violencia o desesperación que atraviesan los protagonistas. Otro aspecto innovador en Rivera

fue la superación del argumento con un solo plano narrativo. De este modo, la narración se ve

fragmentada por diversas "historias" como las de Fidel Franco, Clemente Silva o Helí Mesa.

La Vorágine es una de las principales obras literarias del modernismo latinoamericano, y se

puede observar su influencia en obras posteriores como

La gramática es el estudio de las reglas y principios que gobiernan el uso de las lenguas y la

organización de las palabrasdentro de unas oraciones y otro tipo de constituyentes sintácticos.

También se denomina así al conjunto de reglas y principios que gobiernan el uso de una

lengua concreta determinada; así, cada lengua tiene su propia gramática.

La gramática es parte del estudio general del lenguaje denominado lingüística. Clásicamente,

el estudio de la lengua se divide en cuatro niveles:

Nivel fonético-fonológico.

Nivel sintáctico-morfológico.

Nivel léxico-semántico.

Nivel pragmático.

A veces se restringe el uso del término gramática a las reglas y principios que definen el

segundo de estos niveles. Sin embargo, la separación de los niveles no es totalmente nítida

porque ciertas reglas gramaticales se realizan en el nivel fonético-fonológico e igualmente

existen parámetros o criterios semánticos que sirven para decidir cuándo una determinada

construcción es gramatical.

Tipos de gramática[editar]

Entre los principales tipos de gramática o enfoques en el estudio de la gramática se

encuentran los siguientes:

La gramática prescriptiva, o gramática normativa, es la que presenta normas de uso

para un lenguaje específico, tendiendo a desaconsejar las construcciones no

estandarizadas. La gramática tradicional es típicamente prescriptiva. Este tipo de

Page 32: La vorágine La nueva cara de la vieja violencia, en la ... nueva cara de la vieja violencia, en la selva modernista de La vorágine Mario Javier Pacheco ... que denuncia, en forma

gramática está basada usualmente en el dialecto de prestigio de una comunidad hablante,

y desaconseja a menudo ciertas construcciones que son comunes entre los grupos

socioeconómicos bajos y que comienzan a usarse en grupos sociales más altos en

función de emular el comportamiento de aquellos. Aunque la gramática prescriptiva aún

suele utilizarse en pedagogía y en la enseñanza de lenguas extranjeras, ha perdido peso

en la lingüística académica moderna, y actualmente describe solamente un subconjunto

del uso de la lengua.

La gramática descriptiva intenta describir el uso actual de una lengua, evitando juzgar en

forma prescriptiva. Se vincula a una determinada comunidad hablante y pretende proveer

reglas de uso para cualquier palabra considerada gramaticalmente correcta en esa

comunidad.

La gramática tradicional es la colección de ideas acerca de la gramática que las

sociedades occidentales han heredado de Grecia y Roma. La gramática prescriptiva es

formulada usualmente en términos de los conceptos descriptivos heredados de la

gramática tradicional. La gramática descriptiva moderna apunta a corregir los errores de la

gramática tradicional, y generaliza su normativa restrictiva para evitar circunscribir los

lenguajes al modelo del latín.

La gramática funcional, es una visión general sobre la organización del lenguaje natural,

formulada por Simon Dik, que contempla tres normas básicas de adecuación: la tipológica,

que implica la aplicación de reglas a cualquier lengua, la pragmática, que promueve la

aplicación de los enunciados a la interacción en la comunicación, y la psicológica, por la

que trata de ser compatible con los mecanismos psicológicos involucrados en el

procesamiento de un lenguaje natural.2

La gramática generativa es un enfoque formal para el estudio sintáctico de las lenguas

que puede en algunos sentidos generar las expresiones bien construidas de una lengua

natural. Una rama de la teoría lingüística (psicolingüística) se basa en la gramática

generativa, promovida por Noam Chomsky.

Las gramáticas formales aparecen en lingüística computacional. La sintaxis de cada

lenguaje de programación se define de hecho por una gramática formal. En teoría de la

informática y en matemática, la gramática formal define lenguajes formales. La Jerarquía

de Chomsky describe varias clases importantes de gramática formal.

Elementos gramaticales[editar]

Adjetivo

Adjunto sintáctico

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Adverbio

Artículo

Aspecto gramatical

Caso gramatical

Categoría gramatical

Clítico

Compuesto

Complemento

Complemento circunstancial

Complemento de régimen

Complemento directo

Complemento indirecto

Conjugación

Conjunción

Concordancia gramatical

Flexión

Género

Gerundio

Imperativo

Infinitivo

Interjección

Modificador directo

Modificador verbal

Negación

Nombre colectivo

Número

Oración

Partícula modal

Plural

Postposición

Predicado

Predicativo

Preposición

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Pronombre

Pronombre personal

Singular

Sintagma

Sintaxis

Sujeto

Superlativo

Sustantivo

Tiempo gramatical

Verbo

Verbo auxiliar

Verbo ditransitivo

Verbo transitivo

Personajes Gamez Roca, general

Don Rafo

Don Rafo era mayor de sesenta años y había sido·

compañero de mi padre en alguna campaÍla. Todavía

conservaba ese aspecto de dignidad que denuncia a

ciertas personas venidas a menos.

salteador de caminos, ladino, amigo de indios y blancos, conocedor de lenguas

indígenas, tramposo, desleal y taimado, que los engatusa y termina robando el

caballo con aperos de Cova.

Casi todos sus personajes son psicológicamente expresionistas, el mismo Cova, con sus

reflexiones sobre el amor y el hastío del amor, un sentimiento repulsivo para la mayoría de

los poetas y escritores que lo eluden en todas las relaciones de pareja, especialmente en la

literatura que había precedido a Rivera en el comienzo del siglo, la romántica.

Page 35: La vorágine La nueva cara de la vieja violencia, en la ... nueva cara de la vieja violencia, en la selva modernista de La vorágine Mario Javier Pacheco ... que denuncia, en forma

Alicia: Inteligente, buen educada, sencilla, honesta, sentimental, un poco tímida, y con muchos

miedos entre ellos a los caballos, y a Casanare por un oscuro pasado.

Zubieta: Dueño del hato donde se encontró a Barrera, borracho, gotoso y es asesinado.

Pepe Morillo: Le dicen Pipa, es el más astuto de los salteadores, ejerce la piratería, fue varias

veces prófugo, capitán de indios salvajes, sabe idiomas de varias tribus, es boga y vaquero, muy

disimulado, hipócrita y servil.

Primo de Alicia: Paliducho, canijo

Antonio Correa: Hijo de Sebastiana, cuadrado de espaldas, fornido de pecho, parecía un ídolo

indígena.

General Gabez y Rafa: Atrevido

Don Rafo: Tiene más de 60 años, baba canosa ojos tranquilos, calva luciente, estatura mediana,

simpático, compañero de vida del padre de Cova.

Griselda: Morena, fornida, estatura mediana, cara regordeta, ojos simpáticos, pechugona, fuerte

Franco: Esposo de Alicia, cenceña pálido, mediana estatura, hombre de buen origen. Un hombre

algo rígido y poco entendedor, que sin querer a Alicia le demostró cariño.

Sebastiana: Arrugada, pelo gris, brazos temblones

Arturo Cova: Mujeriego, celoso

Don Clemente Silva: Anciano, excaucharo, vagabundo, tenía varias llagas infectadas. Guía de

Cova a donde la Madona. Busca a su hijo perdido.

Barrera: Explorador que importa mercancía a un buen precio.

Clarita: Simpática con Cova, atiende a Barrera; por quién es ultrajada

La Madona: Su nombre verdadero es Zoraida Ayram. Cova intenta seducirla.

La obra está dividida en tres partes y cada una de ellas en narraciones separadas, donde el

narrador no mantiene el privilegio del relato: Cova, Helí Mesa, Clemente Silva, Balbino y Jácome

van cediéndose la palabra, creando una inusual agilidad narrativa. Al mismo tiempo, la obra es

fraccionada con los relatos de los hombres, que engañados son llevados a trabajar a las

caucherías; cuento místico y maravilloso de la india Maripana; relato de Clemente Silva en torno a

las peripecias para encontrar las osamentas de su primogénito; los crímenes del Coronel Tomás

Funes, y que Ramiro Estévanez narra con impresionante autoridad.

Movimiento Literario.Características

Tema Principal: El sentimiento lógico de la vida y los celos entre las parejas.

Temas Secundarios: El miedo, La Aventura, El desamor

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Personajes:

Alicia: Inteligente, buen educada, sencilla, honesta, sentimental, un poco tímida, y con muchos

miedos entre ellos a los caballos, y a Casanare por un oscuro pasado.

Zubieta: Dueño del hato donde se encontró a Barrera, borracho, gotoso y es asesinado.

Pepe Morillo: Le dicen Pipa, es el más astuto de los salteadores, ejerce la piratería, fue varias

veces prófugo, capitán de indios salvajes, sabe idiomas de varias tribus, es boga y vaquero,

muy disimulado, hipócrita y servil.

Primo de Alicia: Paliducho, canijo

Antonio Correa: Hijo de Sebastiana, cuadrado de espaldas, fornido de pecho, parecía un ídolo

indígena.

General Gabez y Rafa: Atrevido

Don Rafo: Tiene más de 60 años, baba canosa ojos tranquilos, calva luciente, estatura

mediana, simpático, compañero de vida del padre de Cova.

Griselda: Morena, fornida, estatura mediana, cara regordeta, ojos simpáticos, pechugona,

fuerte

Franco: Esposo de Alicia, cenceña pálido, mediana estatura, hombre de buen origen. Un

hombre algo rígido y poco entendedor, que sin querer a Alicia le demostró cariño.

Sebastiana: Arrugada, pelo gris, brazos temblones

Arturo Cova: Mujeriego, celoso

Don Clemente Silva: Anciano, excaucharo, vagabundo, tenía varias llagas infectadas. Guía de

Cova a donde la Madona. Busca a su hijo perdido.

Barrera: Explorador que importa mercancía a un buen precio.

Clarita: Simpática con Cova, atiende a Barrera; por quién es ultrajada

La Madona: Su nombre verdadero es Zoraida Ayram. Cova intenta seducirla.

: Viene de

Personajes[editar] Personajes principales[editar]

Arturo Cova: Es un personaje tan atractivo por su vitalidad y realismo que la mayoría de los

críticos incurren en la tentación de acabarlo en unas cuantas líneas, subrayando sus

contradicciones e inestabilidad. Sin ser inexactos, juicios como el de Maria Teresa Cristina que

transcribimos a continuación, abundan: [cita requerida]

Page 37: La vorágine La nueva cara de la vieja violencia, en la ... nueva cara de la vieja violencia, en la selva modernista de La vorágine Mario Javier Pacheco ... que denuncia, en forma

Personaje de gran complejidad psicológica, contradictorio como pocos, poeta de algún

renombre pero fracasado movido por un ideal abstracto que no logra conciliar en la realidad a

la vez sentimental y violento teatral y melodramático. Oscila entre una visión ideal de si

mismo, que lo lleva a atribuirse el papel de redentor de los caucheros o de héroe demoníaco y

una añoranza de la dorada mediocridad ciudadana que él ha abandonado en busca, a la vez,

de la libertad, la aventura y la riqueza.

Clemente Silva: En la segunda parte de la novela aparece un individuo que no solo muestra la

suficiente fuerza como para ganarse el papel de segundo protagonista, sino que llega a

acaparar el centro de la historia por un prolongado lapso. El papel de segundo protagonista,

sin embargo no lo reclama en calidad de coprotagonista o como figura complementaria a

Cova, sino como protagonista paralelo e independiente, dueño de su propia historia. Ese

nombre es Clemente Silva, cuya dilatada historia, por su independencia y por el tiempo en que

ha tenido lugar, perfectamente podría separarse de la trama principal de la obra y constituirse

en un relato aparte, valido por si mismo.

Alicia: Pareciera obvio suponer que el personaje que sigue en protagonismo a Arturo Cova es

Alicia. En un principio podría señalársela efectivamente como la co-protagonista, pero desde

la estancia de la pareja en la maporita otros personajes empiezan a adquirir relieve. Cuando

Cova abandona a Alicia en la fundación de Franco, la muchacha prácticamente desaparece de

escena hasta que su amante da nuevamente con ella. Y cuando ocurre el rencuentro Alicia

prácticamente no vuelve a intervenir. En ese momento incluso adquiere mayor importancia

Griselda, con quien se da el primer contacto.

Personajes secundarios[editar]

Griselda. Aunque es la mujer de Fidel Franco, decimos que es una de "las mujeres de Cova"

porque de alguna manera se siente el nefasto influjo del desamor en este y porque en buena

parte los desaires de Cova acaban promoviendo su huída con Barrera.

"Fidel Franco" Es el amigo antioqueño de Arturo Cova, marido de la niña Griselda. Se conoce

con Arturo Cova en la Maporita cuando don Rafo los lleva a él y a Alicia allí. Es el amigo que

se va con él y con el mulato Correa hacia las caucherías.

Clarita. Prostituta venezolana algo pasada en años que presta sus servicios particulares a

Zubieta, quien la retiene con la eterna promesa de desposarla para llevarla luego a su tierra,

con sus padres.

Zoraida Ayram. Es una negociante cuarentona que funda en las dificultades de comercio que

ofrece el medio selvático, la clave de su oficio.

Fidel Franco. Es un tipo "Atravesao" como lo define la negra Sebastiana. Sin duda, obstinado

y de armas tomar.

Page 38: La vorágine La nueva cara de la vieja violencia, en la ... nueva cara de la vieja violencia, en la selva modernista de La vorágine Mario Javier Pacheco ... que denuncia, en forma

Zubieta. Es el dueño del hato donde Fidel Franco, quien le dirige la vaquería, ha construido su

fundación la Maporita.

Narciso Barrera. Hombre Sumamente hábil que consigue lo que desea mediante halagos y

seducción.

Helí Mesa. En el ejército (Antes del tiempo en que se circunscribe la acción de la novela) fue

subalterno de Franco quien entonces era teniente.

Antonio Correa. "El negro" Correa era hijo de Sebastiana, mujer que sirve en casa de Fidel

Franco.

Pajarito de Monte y Cerrito de la Sabana. Son dos indios Guahivos que ayudan a los del grupo

de Cova en su huída, una vez han ingresado en la selva.

Petardo Lesmes. Capataz del Cayeno al que todos conocen con el sobrenombre del

Argentino. Se convierte en explotador de sus otros amigos a quienes con engaños de su

evasión conduce y luego vende al ex-presidiario.

El Pipa. Es una especie de narciso Barrera condenado al fracaso y constantemente reducido a

la miseria. De alguna manera puede juzgárselo como un víctima de la violencia, si bien ha

aprendido desde bien temprano que para sobrevivir en el medio no hay más alternativa que

obrar como victimario.

El Escritor y el Cónsul. Son personajes que intercambian notas al principio y al final de la

novela – en el prólogo y el epílogo – y cuyas funciones son enteramente ajenas a la trama de

la obra.

Arturo Cova: Es un personaje tan atractivo por su vitalidad y realismo que la mayoría de los

críticos incurren en la tentación de acabarlo en unas cuantas líneas, subrayando sus

contradicciones e inestabilidad. Sin ser inexactos, juicios como el de Maria Teresa Cristina que

transcribimos a continuación, abundan: [cita requerida]

Personaje de gran complejidad psicológica, contradictorio como pocos, poeta de algún

renombre pero fracasado movido por un ideal abstracto que no logra conciliar en la realidad a

la vez sentimental y violento teatral y melodramático. Oscila entre una visión ideal de si

mismo, que lo lleva a atribuirse el papel de redentor de los caucheros o de héroe demoníaco y

una añoranza de la dorada mediocridad ciudadana que él ha abandonado en busca, a la vez,

de la libertad, la aventura y la riqueza.

Clemente Silva: En la segunda parte de la novela aparece un individuo que no solo muestra la

suficiente fuerza como para ganarse el papel de segundo protagonista, sino que llega a

acaparar el centro de la historia por un prolongado lapso. El papel de segundo protagonista,

sin embargo no lo reclama en calidad de coprotagonista o como figura complementaria a

Cova, sino como protagonista paralelo e independiente, dueño de su propia historia. Ese

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nombre es Clemente Silva, cuya dilatada historia, por su independencia y por el tiempo en que

ha tenido lugar, perfectamente podría separarse de la trama principal de la obra y constituirse

en un relato aparte, valido por si mismo.

Alicia: Pareciera obvio suponer que el personaje que sigue en protagonismo a Arturo Cova es

Alicia. En un principio podría señalársela efectivamente como la co-protagonista, pero desde

la estancia de la pareja en la maporita otros personajes empiezan a adquirir relieve. Cuando

Cova abandona a Alicia en la fundación de Franco, la muchacha prácticamente desaparece de

escena hasta que su amante da nuevamente con ella. Y cuando ocurre el rencuentro Alicia

prácticamente no vuelve a intervenir. En ese momento incluso adquiere mayor importancia

Griselda, con quien se da el primer contacto.

Personajes secundarios[editar]

Griselda. Aunque es la mujer de Fidel Franco, decimos que es una de "las mujeres de Cova"

porque de alguna manera se siente el nefasto influjo del desamor en este y porque en buena

parte los desaires de Cova acaban promoviendo su huída con Barrera.

"Fidel Franco" Es el amigo antioqueño de Arturo Cova, marido de la niña Griselda. Se conoce

con Arturo Cova en la Maporita cuando don Rafo los lleva a él y a Alicia allí. Es el amigo que

se va con él y con el mulato Correa hacia las caucherías.

Clarita. Prostituta venezolana algo pasada en años que presta sus servicios particulares a

Zubieta, quien la retiene con la eterna promesa de desposarla para llevarla luego a su tierra,

con sus padres.

Zoraida Ayram. Es una negociante cuarentona que funda en las dificultades de comercio que

ofrece el medio selvático, la clave de su oficio.

Fidel Franco. Es un tipo "Atravesao" como lo define la negra Sebastiana. Sin duda, obstinado

y de armas tomar.

Zubieta. Es el dueño del hato donde Fidel Franco, quien le dirige la vaquería, ha construido su

fundación la Maporita.

Narciso Barrera. Hombre Sumamente hábil que consigue lo que desea mediante halagos y

seducción.

Helí Mesa. En el ejército (Antes del tiempo en que se circunscribe la acción de la novela) fue

subalterno de Franco quien entonces era teniente.

Antonio Correa. "El negro" Correa era hijo de Sebastiana, mujer que sirve en casa de Fidel

Franco.

Pajarito de Monte y Cerrito de la Sabana. Son dos indios Guahivos que ayudan a los del grupo

de Cova en su huída, una vez han ingresado en la selva.

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Petardo Lesmes. Capataz del Cayeno al que todos conocen con el sobrenombre del

Argentino. Se convierte en explotador de sus otros amigos a quienes con engaños de su

evasión conduce y luego vende al ex-presidiario.

El Pipa. Es una especie de narciso Barrera condenado al fracaso y constantemente reducido a

la miseria. De alguna manera puede juzgárselo como un víctima de la violencia, si bien ha

aprendido desde bien temprano que para sobrevivir en el medio no hay más alternativa que

obrar como victimario.

El Escritor y el Cónsul. Son personajes que intercambian notas al principio y al final de la

novela – en el prólogo y el epílogo – y cuyas funciones son enteramente ajenas a la trama de

la obra.

Título: se sugiere conciso y evitar que sea demasiado extenso

Autores: se debe hacer una breve reseña biográfica que dé cuenta de la formación

profesional y de la vinculación laboral del investigador, al igual que datos para su contacto

Resumen / Abstract: Presentación breve sobre el contenido del artículo, siempre se debe

hacer su respectiva traducción a otro idioma Palabras clave / Key Words: Palabras que sean

importantes en el desarrollo de la investigación. Introducción: presenta el qué, el cómo y el

para qué. Al ser una introducción presenta datos generales que se desglosan al interior del

artículo. Aquí bien podría plantearse la tesis. Metodología: se presentan los materiales o

métodos usados en el desarrollo de la argumentación. Aquí también se puede incorporar

algo de teoría si la hay. Resultados / discusión: en este espacio se desglosan los

argumentos. Conclusiones: en esta sección se dan conclusiones generales obtenidas al

finalizar la argumentación y se valida la tesis. Referencias: es indispensable para todo

artículo, el investigador debe estar atento a las normas que se le pidan para la presentación

de sus resultados; siempre se debe dar créditos a los demás autores que hacen posible el

desarrollo de la nueva investigación. Se recomiendan las normas APA

En 1949 en México se produce la película "Abismos de amor" dirigida por Miguel

Zacarías basada en La vorágine.7

En 1975 la empresa RCN Televisión de Colombia produjo una versión en formato

de telenovela de La vorágine.

Page 41: La vorágine La nueva cara de la vieja violencia, en la ... nueva cara de la vieja violencia, en la selva modernista de La vorágine Mario Javier Pacheco ... que denuncia, en forma

2. Cuerpo del trabajo

Análisis a la obra en sí: en este espacio analicen el título de la obra, por qué la obra se titula de esta

manera y no de otra, no se trata de especular sino de sustentar a esto se le conoce como el análisis del

COTEXTO (no confundir con contexto); además analicen un elemento PARATEXTUAL como la

casa editora que le publica a este autor, ¿tiene alguna influencia en el país? También analizaremos los

SOCIOGRAMAS estos hacen referencia a dos aspectos: primero a las interacciones sociales que se

dan entre los personajes de la obra seleccionada, segundo a los sociolectos o habla propia de las

regiones, ¿es fácil identificar la región por el habla de los personajes?, ¿surgen palabras nuevas, o en

desuso? Finalmente le analizaremos a la obra lo que se conoce como SISTEMAS ARCAICOS, estos

hacen referencia al o a los sistemas que cruzan la obra y se les denomina arcaicos porque existen

desde la misma existencia de la humanidad, son sentimientos, acciones o sucesos que han

acompañado al hombre a lo largo de su existencia, (por ejemplo: el amor, la enfermedad, la muerte)

3. Conclusión

Horizontes de espera o expectativa: para analizar la expectativa de la obra se pueden contestar las

siguientes preguntas:

¿Qué problemática o situación plantea la obra?

¿Cómo se conecta esta situación con el contexto actual, social, político, histórico, religioso de

Colombia?

¿Qué expectativa o pronóstico presenta la obra?

La extensión será de máximo 10 páginas en letra Arial 12 e interlineado 1.5.

Forma de entrega

Los estudiantes adjuntarán esta actividad por la herramienta Tareas. (Denominar el archivo:

ensayo_nombre del estudiante).

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Una novela cuyo atractivo la incluye entre las más traducidas, al inglés, francés,

ruso, portugués, italiano, japonés y polaco.

La vorágine, tiene la intención de la denuncia, de la crítica política, sin que llegue

al panfleto literario aludido por Vargas Llosa durante su conferencia en Pekín, en

junio de 2011, ante Mo Yan y otros intelectuales chinos

Page 42: La vorágine La nueva cara de la vieja violencia, en la ... nueva cara de la vieja violencia, en la selva modernista de La vorágine Mario Javier Pacheco ... que denuncia, en forma

http://es.wikipedia.org/wiki/La_vor%C3%A1gine

http://www.bibliotecanacional.gov.co/content/la-vor%C3%A1gine-el-autor

http://es.wikipedia.org/wiki/Bartolom%C3%A9_de_las_Casas

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/geografia/carto/indice.htm

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/la-voragine

http://federicogarcialorca.net/obras_lorca/imaginacion_inspiracion_evasion.htm

http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/ojs_rum/index.php/rum/article/view/9226

http://books.google.com.pa/books?id=efOGb7ylqrYC&pg=PA297&lpg=PA297&dq=la+no

vela+primitiva+vargas+llosa&source=bl&ots=-

QA8mxJCU2&sig=IxbVFWUO1qYl6jYV4JXipKB-MaA&hl=es&sa=X&ei=dNHXU-

DGLY-_sQSXgoHgCQ&r

http://castor.unab.edu.co/courses/1/730-201445-

LIT/messaging/users/_44655_1/attachments/5e16a61aeb84460abe929cfc03cae986/Del%20

siglo%20XIX%20al%20siglo%20XX%20Literatura%20Colombiana.pdf

http://noticiasmontreal.com/5396/vargas-llosa-mezclar-literatura-con-politica-puede-

resultar-un-panfleto/