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El libro tibetano de la vida y de la muerte SOGYAL RIMPOCHÉ Editado por PATRICK GAFFNEY y ANDREW HARVEY CÍRCULO DE LECTORES]

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  • El libro tibetanode la vida

    y de la muerteSOGYAL RIMPOCH

    Editado porPATRICK GAFFNEY y ANDREW HARVEY

    CRCULO DE LECTORES]

  • Ttulo de la edicin original: The Tibetan Book of Living and DymgTraduccin del ingls: Jorge Luis Musticles

    Caligrafa tibetana del apndice 4: Sogyal Rinipoch

    Crculo de Lectores, S.A.Valencia, 344, 08009 Barcelona

    357949108642

    Licencia editorial para Crculo de Lectorespor cortesa de Ediciones Urano, S.A.:

    Est prohibida la venta de este libro a personas que nopertenezcan al Crculo de Lectores.

    1992 by Rigpa Fcllowship 1994 by Ediciones Urano, S.A.

    Depsito legal: B. 29270-94Fotocomposicion: Master-Graf, S.L., Barcelona

    Impressin y encuademacin: Printer industria grfica, s.a.N. II, Cuatro caminos, s/n, 08620 Sant Vicenc, deis Horts

    Barcelona, 1994. Printed in SpainISBN 84-226-S154-8

    N." 30494

  • Dedico este libro a Jamyang Khyentse Chkyi Lodr,a Dudjom Rimpoch, a Dilgo Khyentse Rimpoch,

    a Khyentse Sangyum Khandro Tsering Chdrny a todos mis queridos maestros, que han

    sido la inspiracin de mi vida.Que este libro sirva de gua para la liberan,

    que sea til para los vivos, los moribundosy los muertos.

    Que sirva de ayuda a todos quienes lo leany los aliente en su viaje hacia la Iluminacin!

  • Acerca del autor

    Sogyal Rimpoch naci en Tbet y fue criado como un hijo por unode los maestros espirituales ms reverenciados de este siglo, JamyangKhyentse Chkyi Lodr. Desde su primera infancia, Rimpoch disfru-t de una relacin particularmente ntima y afectuosa con este granmaestro y se impregn de la atmsfera de sabidura, compasin ydevocin que lo rodeaba. Eso instil en l una profunda comprensinde la esencia-ncleo de las enseanzas budistas, surgida de su propiaexperiencia, que, al combinarse con su preparacin tradicional comoLama encarnado, lo prepar para su futuro papel de maestro.

    Tras el fallecimiento de Jamyang Khyentse, Sogyal Rimpochsigui estudiando con sus otros dos maestros principales, DudjomRimpoch y Dilgo Khyentse Rimpoch, que fueron la principal fuentede inspiracin de su trabajo en Occidente. En 1971 se traslad aInglaterra, donde estudi Religin comparada en la Universidad deCambridge. Empez a ensear en 1974, y desde entonces ha estadocada vez ms solicitado y no ha cesado de ensear en Europa orientaly occidental, en Estados Unidos, en Australia y en Oriente.

    Rimpoch considera que el trabajo de su vida consiste en trasplan-tar la enseanza de Buda a Occidente, mediante su oferta de unaformacin basada en la visin que se expone en el El libro betano dela vida y de la muerte. Esta formacin puede capacitar a las personasque la siguen para comprender, encarnar e integrar las enseanzas ensu vida cotidiana, y, por consiguiente, ofrecer la mayor ayuda posiblea los dems y al mundo en general. Pocos maestros poseen la capaci-dad de comunicacin de Rimpoch, y los ms de veinte aos que llevaviviendo y enseando en Occidente le han proporcionado una profun-da comprensin de la mente occidental. Se lo conoce sobre todo porel entusiasmo, el buen humor y la claridad con que salva todas lasbarreras religiosas, culturales y psicolgicas para revelar el corazn dela visin de Buda. Recurriendo a sus propias experiencias y a convin-centes ejemplos sacados de la vida cotidiana, es capaz de transmitirvividamente el sentido y el aroma de la verdad interior de las ensean-

  • 508 EL LIBRO TIBF.TANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    zas, relacionndolas directamente con la experiencia personal de cadaalumno.

    Sogyal Rimpoch encarna la energa dinmica, el espritu de gene-rosidad y la comunicacin directa que distinguen a la gran tradicinDzogchen a la que pertenece.

    RIGPA

    Sogyal Rimpoch ha dado el nombre de Rigpa a una red singularde centros y grupos de personas de todo el mundo que siguen lasenseanzas de Buda bajo su orientacin. La visin y los objetivo deestos grupos es poner las enseanzas budistas a disposicin del mayornmero posible de personas, sin distinciones de raza, color ni credo, ycrear ambientes favorables e inspiradores que fomenten el estudio y laprctica.

    A fin de responder a la enorme oleada de inters que ha desperta-do el trabajo de Sogyal Rimpoch y el Libro tibetano de la vida y dela muerte, Rigpa publica regularmente un boletn por el que informaa quienes han ledo el libro de Rimpoch sobre otros acontecimientos,noticias y enseanzas con l relacionadas. Actualmente se est desarro-llando una serie de cursos de formacin basados en este libro, dentrode un programa de asistencia espiritual dirigido a los vivos y a losmuertos, y se ha creado ya una red de asistentes que permite intercam-biar ideas y recursos. Este programa explorar posibles maneras dedesarrollar servicios de asistencia espiritual, crear hospicios budistas yconcebir nuevos enfoques para la asistencia sanitaria y psicoespiritual.

    Rigpa tiene centros en ciudades de varios pases que ofrecencursos regulares sobre meditacin, sobre la compasin y sobre todoslos aspectos de la sabidura budista aplicada al mundo moderno. Rigpaha desempeado un papel fundamental en la presentacin a Occidentede los ms eminentes maestros budistas de todas las tradiciones, entreellos Su Santidad el Dalai Lama. En el Centro Internacional de Rigpade Londres se exploran, junto a las enseanzas budistas, los msdiversos mtodos contemporneos, desde la psicoterapia y la sanacin,las artes y las ciencias, al estudio de la muerte y la asistencia a losmoribundos.

    Uno de los grandes problemas que afronta la persona en elmundo moderno es la falta de una educacin espiritual completa, y laausencia de un ambiente espiritual en el cual experimentar plenamentela verdad de las enseanzas e integrarlas en la vida cotidiana. Porconsiguiente, uno de los puntos centrales del programa de Rigpa es laformacin intensiva dirigida por Sogyal Rimpoch durante retirosde hasta tres meses de duracin. Estos retiros tienen lugar cada ao enEuropa, Estados Unidos y Australia. Rimpoch ha fundado centros deretiro en zonas rurales de Francia e Irlanda.

  • ACERCA DEL AUTOR 509

    Rigpa contribuye tambin al trabajo de muchos grandes maestrosde Oriente y colabora con el Monasterio Dzogchen y su reconstruc-cin en Kollegal (Mysore), en el sur de India.

    En su prximo libro, que en cierto modo ser continuacin de Ellibro ttbeta.no de la vida y de la muerte, Rimpoch aprovechar suconsiderable experiencia docente en Occidente para explorar de qumanera quienes deseen seguir la senda espiritual pueden crear unentorno espiritual en el que encuentren un sentido personal a lasenseanzas y las integren verdaderamente en su vida cotidiana. Ser unmanual prctico sobre cmo trabajar con la mente y las emociones,cmo aplicar realmente la prctica de la compasin y cmo respondera los desafos que implica llevar una vida espiritual en el mundo de hoy.

    Las personas que estn interesadas en obtener ms datos sobre elprograma de enseanza de Sogyal Rimpoch y los cursos de Rigpa,informacin sobre cualquier tema mencionado en este libro, casetesmagnetofnicas con las enseanzas de Sogyal Rimpoch o informacinsobre la manera de hacer una ofrenda a los muertos, pueden dirigirsea las siguientes direcciones:

    Estados UnidosRigpa National OfficeP.O. Box 607Santa Cruz, CA 95061-0607Tcl.: (408) 454 91 03

    En esta direccin podr ponerse en contacto con grupos deWashington DC, Boston, Nueva York, Chicago, Seattle, Portland, SanFrancisco, Berkeley, San Diego, Ontario (Canad) y otras ciudades.

    Gran BretaaRigpa330 Caledonian RoadLondres NI 1BBTel.: (071) 700 01 85

    AustraliaRigpa12/37 Nicholson StreetBalmainSydney, NSW 2041Tel.: (02) 555 99 52

  • 510 El. LIBRO TIBF.TANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    IrlandaDzogchen BearaGarranesAllihies, West CorkTel.: (027) 730 32

    AlemaniaRigpaHasenheide 910967 BerlnTel.: (030) 694 64 33

    RigpaNibelungenstr. 1180639 MunichTel.: (089) 13 31 20

    FranciaRigpa22, ru Burq75018 ParsTel.: (l) 42 54 53 25

    Lerab LingL'Engayresque34650 RoqueredondeTel.: (67) 44 41 99

    Pases BajosStichting RigpaSint Agnietenstrat 221012 EG AmsterdamTel.: (20) 623 8022

    SuizaRigpaP.O. Box 2538059 ZrichTel.: (01) 463 15 47

    En estos pases existen muchos otros grupos. Puede solicitarinformacin sobre ellos a los centros nacionales que aqu se indican.

  • ndice

    Prlogo de Su Santidad el Dal ai Lama 11

    Prefacio 15

    PRIMERA PARTE: LA VIDA

    1. En el espejo de la muerte 212. La impermanencia 353. Reflexin y cambio 514. La naturaleza de la mente 675. Llevar la mente a casa 856. Evolucin, karma y renacimiento 1157. Los bardos y las otras realidades 1398. Esta vida: el bardo natural 1499. La senda espiritual 167

    10. La esencia ntima 193SEGUNDA PARTE: LA MUERTE

    11. Consejo de corazn sobre la asistencia a losmoribundos 217

    12. Compasin: la joya que concede los deseos 23313. Ayuda espiritual para los moribundos 25714. Prcticas para morir 27315. El proceso de morir 297

    TERCERA PARTE: MUERTE Y RENACIMIENTO

    16. La base 31517. El resplandor intrnseco 331

  • 10 IX LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    18. El bardo del devenir 34519. Ayudar despus de la muerte 35920. La experiencia de casi muerte: una escalera hacia

    el cielo? 381

    CUARTA PARTH: CONCLUSIN

    21. El proceso universal 40522. Servidores de la paz 425

    Apndice 1: Mis maestros 437Apndice 2: Preguntas acerca de la muerte 441Apndice 3: Dos historias 451Apndice 4: Dos mantras 461

    Notas 469Bibliografa 485Agradecimientos 489ndice alfabtico 495Acerca del autor 507

  • Prlogode Su Santidad el Dalai Lama

    En esta oportuna obra, Sogyal Rimpoch se centra en los mo-dos de comprender el verdadero significado de la vida, aceptarla muerte, asistir a los moribundos y ayudar a los muertos.

    La muerte es una parte natural de la vida que todos debe-remos afrontar tarde o temprano. Segn mi entendimiento, sondos las actitudes que podemos adoptar ante ella mientras vivi-mos: o bien elegimos no pensar en ella, o bien podemos hacerfrente a la perspectiva de nuestra propia muerte y, reflexionandocon claridad sobre ella, tratar de reducir al mnimo el sufrimien-to que puede producir. Sin embargo, con ninguna de estas dosactitudes podemos llegar realmente a vencerla.

    En mi condicin de budista, contemplo la muerte como unproceso normal, una realidad que acepto ha de ocurrir en tantopermanezca en esta existencia terrenal. Sabiendo que no puedoeludirla, no veo que tenga sentido preocuparme por ella. Tiendoa figurarme la muerte como un cambio de ropa cuando la quellevo est vieja y gastada, no como un final definitivo. Pero lamuerte es imprevisible: ignoramos cundo o cmo ocurrir. Aspues, resulta sensato tomar ciertas precauciones antes de que seproduzca realmente.

    Es evidente que a la mayora de nosotros nos gustara teneruna muerte apacible, pero tambin est claro que no podemosesperar una buena muerte si nuestra vida ha estado llena deviolencia, si nuestra mente ha estado agitada principalmente poremociones como la ira, el apego o el miedo. Por lo tanto, sideseamos morir bien, hemos de aprender a vivir bien; mantenien-do la esperanza de una muerte apacible, debemos cultivar la pazen nuestra mente y en nuestra manera de vivir.

    Como podrn leer aqu, desde el punto de vista budista laexperiencia real de la muerte es muy importante. Aunque el

  • 12 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    cmo y el dnde vamos a renacer viene generalmente determi-nado por fuerzas krmicas, nuestro estado mental en el momen-to de la muerte puede influir en la calidad de nuestro prximorenacimiento. As pues, y a pesar de la gran variedad de karmasque hemos acumulado, si en el momento de la muerte hacemosun esfuerzo especial para generar un estado mental virtuoso,podemos fortalecer y activar un karma virtuoso y de este mododar lugar a un feliz renacimiento.

    El instante real de la muerte es tambin la ocasin en quepueden presentarse las experiencias interiores ms profundas ybeneficiosas. Mediante la repetida familiarizacin con los proce-sos de la muerte por medio de la meditacin, un meditadorexperimentado puede aprovechar su muerte para alcanzar unagran realizacin espiritual. Por eso los practicantes con experien-cia emprenden prcticas meditativas en el momento de morir.Una indicacin de sus logros es que muchas veces su cuerpo noempieza a descomponerse sino hasta mucho despus de la muer-te clnica.

    No menos importante que prepararnos para nuestra propiamuerte es ayudar a otros a morir bien. Cuando nacemos, todosnos hallamos desvalidos e impotentes, y sin el cuidado y elafecto que recibimos entonces no habramos sobrevivido. Puestoque los moribundos son igualmente incapaces de valerse por smismos, deberamos aliviar su malestar y su angustia y asistirlosen la medida de lo posible para que mueran con serenidad.

    Aqu lo principal es evitar todo aquello que perturbe lamente de la persona moribunda ms de lo que ya est. Al asistira una persona moribunda, nuestro primer objetivo es infundirleserenidad, lo que se puede conseguir de muchas maneras. Unmoribundo que est familiarizado con las prcticas espiritualespuede sentirse estimulado y alentado si se le recuerdan estasprcticas, pero incluso la simple atencin afectuosa puede gene-rar una actitud serena y sosegada en la mente de la persona queva a morir.

    La Muerte y el Morir constituyen un punto de encuentroentre la tradicin cientfica moderna y la budista tibetana. Creoque en el plano de la comprensin y el beneficio prctico ambaspueden ayudarse muchsimo mutuamente. Sogyal Rimpoch sehalla especialmente bien situado para facilitar este encuentro;nacido y educado en la tradicin tibetana, recibi formacin dealgunos de nuestros mayores lamas. Puesto que tambin se habeneficiado de una educacin moderna y vivido y enseado

  • PRLOGO DE SU SANTIDAD EL DALAI LAMA 13

    muchos aos en Occidente, ha llegado a conocer bien los modosde pensamiento occidentales.

    Este libro ofrece a los lectores no slo una explicacinterica de la muerte y el morir, sino tambin medidas prcticaspara que comprendan y se preparen ellos mismos y a otros deuna forma serena y enriquecedora.

    2 de junio de 1992

  • Prefacio

    Nac en Tbet, y a los seis meses ingres en el monasterio de mimaestro Jamyang Khyentse Chkyi Lodr, en la provincia deKham. En Tbet tenemos la especial tradicin de buscar lasreencarnaciones de los grandes maestros que han fallecido. Selos elige de pequeos y se les da una educacin especial conobjeto de prepararlos para que sean los maestros del futuro. Am me impusieron el nombre de Sogyal, aunque todava habrade pasar algn tiempo para que mi maestro me reconocieracomo encarnacin de Tertn Sogyal, renombrado mstico quehaba sido uno de sus propios profesores y maestro del Dcimo-tercer Dalai Lama.

    Mi maestro, Jamyang Khyentse, era alto para lo que escorriente entre los tibetanos, y su cabeza siempre pareca desta-car sobre las dems en una multitud. Tena el cabello plateado,muy corto, unos ojos amables que brillaban de humor y unasorejas largas, como las de Buda. Pero lo que ms llamaba laatencin en l era su presencia. Su mirada y su porte revelabanque era un hombre sabio y santo. Tena una voz bien modulada,grave y cautivadora, y cuando enseaba sola echar la cabezaligeramente hacia atrs y las enseanzas fluan de su boca en untorrente de elocuencia y poesa. Y, con todo el respeto e inclusoadmiracin reverente que suscitaba, haba humildad en todo loque haca.

    Jamyang Khyentse es el fundamento de mi vida y la inspi-racin de este libro. Fue la encarnacin de un maestro quetransform la prctica del budismo en nuestro pas. En Tbet,nunca era suficiente llevar el nombre de una encarnacin; siem-pre haba que ganarse el respeto mediante el propio saber y lapropia prctica espiritual. Mi maestro se pas aos en retiro, yse cuentan muchos relatos milagrosos sobre l. Sus conocimien-

  • 16 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    tos y su realizacin espiritual eran profundos, y con el tiempollegu a descubrir que era como una enciclopedia de sabidura yconoca la respuesta a cualquier pregunta que pudieran formu-larle. En Tbet haba muchas tradiciones espirituales, pero Jam-yang Khyentse era reconocido como una autoridad en todasellas. Para todos aquellos que lo conocieron u oyeron hablar del, era la personificacin del budismo tibetano, un ejemplo vi-viente de cmo poda llegar a ser quien comprendiera las ense-anzas y completara su prctica.

    He odo decir que mi maestro afirm que yo contribuira acontinuar su obra, y ciertamente siempre me trat como sifuera su propio hijo. Pienso que lo que he podido lograr hastaahora en mi trabajo, y el pblico al que he podido llegar, es lamaduracin de la bendicin que me dio.

    Mis primeros recuerdos son de l. l fue el entorno en queme cri, y su influencia domin mi niez. Fue como un padrepara m. Me conceda todo lo que le peda. Su consorte espiri-tual, Khandro Tsering Chdrn, que es tambin mi ta, soladecir: No molestes a Rimpoch, a lo mejor est ocupado,1pero yo siempre quera estar a su lado, y l se alegraba de te-nerme cerca. Constantemente lo atosigaba con toda clase depreguntas, y l siempre me responda con paciencia. Yo era unchico travieso; ninguno de mis tutores consegua inculcarmedisciplina. Cuando pretendan pegarme, corra a esconderme de-trs de mi maestro, donde nadie osaba acercarse. All agaza-pado, me senta orgulloso y satisfecho de m mismo; l selimitaba a rer. Hasta que un da, sin que yo lo supiera, mi tutorfue a hablar con l y le explic que, por mi propio bien, la cosano poda continuar as. La siguiente vez que fui a esconderme,mi tutor entr en la sala, hizo tres postraciones ante mi maestroy me sac a rastras. Recuerdo que, mientras me sacaba de lahabitacin, me pareci muy extrao que no le tuviera miedo ami maestro.

    Jamyang Khyentse viva en la sala en que su anterior encar-nacin haba tenido sus visiones y puesto en marcha el resurgirde la cultura y la espiritualidad que se extendi por todo elTbet oriental durante el siglo pasado. Era una sala maravillosa,no especialmente amplia, pero con una atmsfera mgica, llenade libros, pinturas y objetos sagrados. La llamaban el cielo delos budas y la sala de la transmisin de poderes, y si hayalgn lugar de Tbet que recuerdo bien es esa habitacin. Mimaestro se sentaba en un asiento bajo hecho de madera y tiras

  • PREFACIO 17

    de cuero, y yo me acomodaba a su lado. Me negaba a comer sino era de su tazn. En el pequeo dormitorio contiguo habauna galera exterior, pero siempre estaba a oscuras, y siemprehaba una tetera hirviendo sobre el fogoncito del rincn. Por logeneral, yo sola dormir en el cuarto de mi maestro, en unacama pequea situada a los pies de la suya. Un sonido quenunca podr olvidar es el tableteo de las cuentas de su mala, surosario budista, mientras l susurraba sus oraciones. Cuando meiba a acostar l estaba all, sentado y practicando, y cuandodespertaba por la maana lo encontraba ya despierto, sentado ypracticando de nuevo, rebosante de bendiciones y poder. Cuan-do abra los ojos y lo vea, me inundaba una clida y reconfor-tante sensacin de dicha. Tal era el aura de paz que lo envolva.

    A medida que fui hacindome mayor, Jamyang Khyentseme haca presidir ceremonias, mientras l desempeaba el papelde director de los cantos. Yo era testigo de todas las enseanzase iniciaciones que daba a otros, pero, ms que los detalles, loque recuerdo ahora es la atmsfera. Para m, era el Buda, de esono tena ninguna duda. Y todos los dems tambin lo recono-can. Cuando daba iniciaciones, sus discpulos quedaban tanabrumados de pasmo reverencial que apenas se atrevan a mirar-lo a la cara. Algunos lo vean verdaderamente bajo la forma desu predecesor, o como diferentes budas y bodisatvas.2 Todos lollamaban Rimpoch, el Precioso, que es el ttulo que se con-cede a un maestro, y cuando l estaba presente ninguno de losdems maestros reciba esa denominacin. Su presencia era tanimponente que muchos lo llamaban afectuosamente el BudaPrimordial.'

    S que si no hubiera conocido a mi maestro JamyangKhyentse, yo sera una persona completamente distinta. Con sucalidez, su sabidura y su compasin, encarnaba la verdad sagra-da de las enseanzas y, as, las volva prcticas y vibrantes devida. Cada vez que comparto con otros esa atmsfera de mimaestro, pueden percibir la misma sensacin profunda que des-pertaba en m. Qu fue, pues, lo que inspir en m JamyangKhyentse? Una inconmovible confianza en las enseanzas, y laconviccin de la esencialsima importancia del maestro. Todala comprensin que pueda tener hoy, s que se la debo a l.Y eso es algo que nunca podr pagarle, pero que puedo trans-mitirlo a otros.

    Durante mi juventud en Tbet vi la clase de amor que

  • 18 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    Jamyang Khyentse irradiaba en la comunidad, sobre todo cuan-do guiaba a los moribundos y a los muertos. En Tbet, un lamano era slo maestro espiritual, sino tambin sabio, terapeuta,prroco, mdico y sanador espiritual, dedicado a ayudar a losenfermos y los moribundos. Ms tarde llegu a aprender lastcnicas concretas para guiar a los moribundos y a los muertossiguiendo las enseanzas relacionadas con el Libro tibetano delos muertos, pero las lecciones ms importantes que aprendsobre la muerte (y la vida) las obtuve contemplando a mimaestro cuando guiaba a los moribundos con infinita compasin,sabidura y comprensin.

    Rezo para que este libro transmita al mundo algo de sugran sabidura y compasin, y para que gracias a ellas, tambinusted, est donde est, pueda sentirse en presencia de su mentede sabidura y encontrar una conexin viva con l.

  • PRIMERA PARTE

    La vida

  • CAPITULO UNO

    En el espejo de la muerte

    Mi primera experiencia de la muerte se produjo cuando yo tenaunos siete aos. Nos disponamos a dejar las tierras altas delEste para viajar al Tbet central. Samten, uno de los asistentespersonales de mi maestro, era un monje maravilloso que fuemuy bueno conmigo durante mi niez. Tena una cara resplan-deciente, rolliza y redondeada, siempre a punto de esbozar unasonrisa. Debido a su buen carcter, era el favorito de todos enel monasterio. Mi maestro daba cada da enseanzas e iniciacio-nes, y diriga prcticas y rituales. Al terminar la jornada, yosola reunir a mis amigos y organizaba una pequea representa-cin teatral en la que pona en escena los acontecimientos de lamaana, y era Samten quien me prestaba siempre las vestidurasque haba utilizado mi maestro durante el da. Jams me negabanada.

    Pero entonces Samten cay enfermo repentinamente, ypronto se hizo evidente que no iba a vivir. Tuvimos que aplazarla partida. Nunca olvidar las dos semanas que siguieron. Elrancio olor de la muerte lo cubra todo como una nube, y cadavez que pienso en aquellos das vuelvo a sentir ese olor. Elmonasterio estaba saturado de una intensa conciencia de lamuerte. Sin embargo, la atmsfera no era en absoluto morbosani de temor; en presencia de mi maestro la muerte de Samtencobraba un significado especial. Se converta en una enseanzapara todos nosotros.

    Samten permaneca acostado junto a la ventana de un pe-queo templo situado en la residencia de mi maestro. Yo sabaque estaba murindose. De vez en cuando iba a verlo y mesentaba un rato a su lado. Por entonces Samten ya no podahablar, y me impresionaba el cambio que haba experimentadosu rostro, ya macilento y demacrado. Comprend que iba a

  • 22 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    dejarnos y que no volveramos a verlo ms. Me senta profunda-mente triste y solitario.

    La muerte de Samten no fue fcil. El sonido de su laboriosarespiracin nos segua por todas partes, y podamos oler ladescomposicin de su cuerpo. El monasterio se hallaba sumidoen un silencio abrumador, roto nicamente por sus estertores.Todo estaba centrado en Samten. Sin embargo, aunque habatanto sufrimiento en su prolongada agona, todos nos dbamoscuenta de que en lo ms hondo tena paz y confianza interior.Al principio no poda explicrmelo, pero en seguida comprendde dnde proceda esa sensacin: de su fe y su preparacin, y dela presencia de nuestro maestro. Y aunque segu estando triste,supe entonces que si nuestro maestro estaba all, todo acabarasiendo para bien, pues l podra guiar a Samten hacia la libera-cin. Ms tarde llegu a saber que todo practicante suea conmorir ante su maestro y con tener la buena fortuna de serguiado por l en el trance de la muerte.

    Mientras Jamyang Khyentse guiaba serenamente a Samtenen su muerte, le iba explicando una por una todas las fases delproceso por el que estaba pasando. Me asombraban la precisinde sus conocimientos y su confianza y serenidad. Cuando estabapresente, su serena confianza tranquilizaba aun a la persona msangustiada. En aquellos momentos, Jamyang Khyentse nos reve-laba su intrepidez ante la muerte. No es que se tomara jams lamuerte a la ligera: a menudo nos deca que l le tena miedo ynos recomendaba que no nos la tomramos de un modo inge-nuo o complaciente. Qu era, entonces, lo que le permitaafrontar la muerte de una manera tan solemne y al mismotiempo tan libre de cuidados, tan prctica pero tan misteriosa-mente despreocupada? Esta pregunta me fascinaba y me absorba.

    La muerte de Samten fue una conmocin para m. A lossiete aos de edad, vislumbr por primera vez el enorme poderde la tradicin en que se me estaba instruyendo y empec acomprender el sentido de las prcticas espirituales. La prcticahaba conferido a Samten la aceptacin de la muerte, as comouna clara comprensin de que el sufrimiento y el dolor puedenformar parte de un profundo proceso natural de purificacin. Laprctica haba conferido a mi maestro un conocimiento comple-to de lo que es la muerte, y una tecnologa precisa para guiar alas personas en ese trance.

  • EN EL ESPEJO DE LA MUERTE 23

    Tras la muerte de Samten partimos hacia Lhasa, la capital deTbet, emprendiendo un arduo viaje de tres meses a lomo de ca-ballo. Desde all proseguimos nuestra peregrinacin hacia elTbet central y meridional, hacia los lugares sagrados de lossantos, reyes y letrados que introdujeron el budismo en Tbet apartir del siglo VIL Mi maestro era emanacin de muchos maes-tros de todas las tradiciones, y a causa de su reputacin recibauna tumultuosa bienvenida all donde iba.

    Aquel viaje fue sumamente emocionante para m, y todavaguardo de l muchos hermosos recuerdos. Los tibetanos selevantan temprano, con objeto de aprovechar plenamente la luzdel da. Nos acostbamos al caer la noche y nos levantbamosantes del alba, para que los yaks que transportaban la cargapudieran ponerse en marcha con la primera luz del amanecer.Se desmontaban las tiendas, y las ltimas que permanecan enpie eran la de la cocina y la de mi maestro. Siempre se adelan-taba un explorador con la misin de elegir un buen lugar paraacampar, y hacia el medioda nos detenamos y montbamos lastiendas hasta la maana siguiente. A m me gustaba acampar aorillas de algn ro y escuchar el rumor del agua, o sentarmedentro de la tienda y escuchar el chapaleteo de la lluvia en eltecho.

    ramos un grupo pequeo, de unas treinta tiendas en total.Durante el da yo montaba un caballo de color dorado al ladode mi maestro; mientras cabalgbamos, l me daba enseanzas,contaba historias, practicaba y compona diversas prcticas espe-cialmente para m. Un da, cuando nos acercbamos al lagosagrado de Yamdrok Tso y divisbamos ya el resplandor turque-sa de sus aguas, otro lama de nuestro grupo, Lama Tseten,empez a morir.

    La muerte de Lama Tseten fue para m otra slida ensean-za. Este lama haba sido el tutor de la esposa espiritual de mimaestro, Khandro Tsering Chdrn, que en la actualidad toda-va vive. Son muchos quienes la consideran la ms destacadapracticante de Tbet, una maestra oculta que, en mi opinin,personifica la devocin y ensea mediante la sencillez de supresencia amorosa. Lama Tseten era un personaje enormementehumano, como un abuelo de todos. Tena ms de sesenta aos,era alto, de cabellos grises, e irradiaba una bondad espontnea.Tambin era un consumado practicante de la meditacin, y elmero hecho de estar junto a l suscitaba en m una sensacin depaz y serenidad. A veces me regaaba, y entonces le tena

  • 24 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    miedo, pero a pesar de sus momentos de severidad nunca perdasu talante afectuoso.

    Lama Tseten muri de una forma extraordinaria. Aunquehaba un monasterio cercano, se neg a ir all, diciendo que noquera darles el trabajo de deshacerse de su cadver. As pues,nos detuvimos y levantamos las tiendas en crculo, como decostumbre. Khandro cuidaba y atenda a Lama Tseten, puestoque era su tutor. Ella y yo ramos las nicas personas que habaen su tienda cuando de pronto el lama la llam a su lado. Tenala costumbre de llamarla cariosamente A-mi, que en su dialectonatal significa hija ma.

    A-mi le dijo con ternura, ven aqu. Ha llegado elmomento. No tengo ms consejos que darte. Ests bien comoests; estoy contento de ti. Sirve a tu maestro tal como hasvenido hacindolo.

    Ella se gir de inmediato para salir corriendo de la tienda,pero l la cogi por la manga.

    Adonde vas? le pregunt.Voy a llamar a Rimpoch respondi ella.No lo molestes, no hay necesidad sonri el lama. Con

    el maestro no existe la distancia.Dicho eso, alz la mirada hacia el cielo y falleci. Khandro

    liber la manga y sali a toda prisa para avisar a mi maestro.Yo permanec sentado en la tienda, incapaz de moverme.

    Me asombraba que una persona que estaba contemplandola muerte cara a cara pudiera mostrar tal confianza. Lama Tse-ten habra podido tener junto a l a su lama en persona paraque lo ayudara (algo que cualquier otro hubiera deseado ardien-temente), pero no lo necesitaba. Ahora s por qu: ya tena lapresencia del maestro en su interior. Jamyang Khyentse estabasiempre con l, en su mente y en su corazn; nunca, en ningnmomento, notaba una separacin.

    Khandro fue a buscar a Jamyang Khyentse. Nunca olvidarcmo l se agach para entrar en la tienda. Dirigi una miradaal rostro de Lama Tseten y luego, contemplando fijamente susojos, empez a rerse entre dientes. Siempre sola llamarlo LaGen (viejo Lama) en seal de afecto. Mi maestro advirti alinstante, ahora lo comprendo, que Lama Tseten estaba practican-do una meditacin especial en la que el practicante funde lanaturaleza de su mente con el espacio de la verdad.

    Ya sabes, La Gen, que cuando se hace esta prctica pue-den surgir obstculos sutiles. Vamos. Yo te guiar.

  • EN EL ESPEJO DE LA MUERTE 25

    Observ paralizado lo que ocurri a continuacin; de nohaberlo visto yo mismo, jams lo habra credo. Lama, Tsetenvolvi a la vida. Acto seguido, mi maestro se sent a su lado ylo condujo en la prctica de phowa, cuyo fin es guiar la concien-cia en los momentos anteriores a la muerte. Hay muchas mane-ras de realizar esta prctica, y la que utiliz entonces culminabacon la slaba A pronunciada tres veces por el maestro. Cuandodijo A por primera vez, omos que Lama Tseten le acompaa-ba de un modo perfectamente audible. A la segunda, su voz yano fue tan clara, y la tercera vez permaneci en silencio; noshaba dejado.

    La muerte de Samten me haba enseado el propsito de laprctica espiritual; la muerte de Lama Tseten me ense que noes inslito que los practicantes de su calibre oculten sus notablescualidades durante su vida. Algunos, en realidad, slo las mues-tran una vez, en el momento de la muerte. Aunque era un nio,me di cuenta de que haba una asombrosa diferencia entre lamuerte de Samten y la de Lama Tseten, y comprend que era la di-ferencia entre la muerte de un buen monje que haba practicadoa lo largo de su vida y la de un practicante mucho ms consu-mado. Samten muri de un modo corriente y doloroso, aunquecon la confianza de la fe; la muerte de Lama Tseten fue unademostracin de maestra espiritual.

    Poco despus del entierro de Lama Tseten nos trasladamosal monasterio de Yamdrok. Como de costumbre, me acost enla habitacin de mi maestro, y recuerdo que estuve contemplan-do las sombras producidas por los candiles de manteca que seagitaban en la pared. Mientras todos los dems dorman tranqui-lamente, yo permanec despierto y me pas la noche llorando.Aquella noche comprend que la muerte es real, y que yotambin tendra que morir. Mientras yaca all tendido, pensan-do en la muerte en general y en mi propia muerte, por entretoda mi tristeza fue emergiendo una profunda sensacin deaceptacin, y con ella la resolucin de dedicar mi vida a laprctica espiritual.

    As pues, empec a afrontar la muerte y sus implicacionesa una edad muy temprana. Entonces no habra podido imaginarcuntas clases de muerte deban sobrevenir an, amontonndosela una sobre la otra: la muerte que fue la trgica prdida de mipas, Tbet, tras la ocupacin china; la muerte que es el exilio;la muerte de perder todo lo que poseamos mi familia y yo. Mifamilia, Lakar Tsang, se haba contado entre las ms ricas de

  • 26 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    Tbet. Desde el siglo XIV era conocida como uno de los msimportantes benefactores del budismo, que sostena la enseanzade Buda y ayudaba a los grandes maestros en su tarea.'

    Pero la muerte ms desoladora an estaba por venir: la de mimaestro Jamyang Khyentse. Al perderlo tuve la sensacin de quehaba perdido el fundamento de mi existencia. Sucedi en 1959,el ao de la cada de Tbet. Para los tibetanos, la muerte de mimaestro fue un segundo golpe demoledor. Y para Tbet sealel fin de una era.

    LA MUERTE EN EL MUNDO MODERNO

    Cuando llegu a Occidente, me sorprendi el contraste entre lasactitudes hacia la muerte con que me haba criado y las queentonces encontr. A pesar de sus xitos tecnolgicos, la socie-dad occidental carece de una verdadera comprensin de la muer-te y de lo que ocurre durante la muerte y despus de ella.

    Descubr que a la gente de hoy se le ensea a negar lamuerte, y se les ensea que no significa otra cosa que aniquila-cin y prdida. Eso quiere decir que la mayor parte del mundovive o bien negando la muerte o bien aterrorizado por ella. Elmero hecho de hablar sobre la muerte se considera morboso, ymuchas personas creen que el solo hecho de mencionarla escorrer el riesgo de atrarsela.

    Otros contemplan la muerte con un buen humor ingenuoe irreflexivo, pensando que, por alguna causa desconocida, lamuerte les ir bien y que no hay por qu preocuparse. Cuandopienso en estas personas recuerdo lo que dice un maestro tibe-tano: La gente suele cometer el error de tomarse la muerte confrivolidad y pensar "Bueno, morirse es algo que le pasa a todoel mundo; no es nada grave, es un hecho natural. Todo irbien". Esa una teora muy bonita hasta que llega el momento dela muerte.2

    De estas dos actitudes hacia la muerte, una la consideraalgo de lo que hay que escabullirse y la otra algo que seresolver por s solo. Qu lejos estn las dos de comprender laverdadera importancia de la muerte!

    Las grandes tradiciones espirituales del mundo, incluyendopor descontado el cristianismo, siempre han dicho claramenteque la muerte no es el final. Todas transmiten la visin dealguna clase de vida venidera, que infunde un sentido sagrado a

  • EN EL ESPEJO DE LA MUERTE 27

    esta vida que estamos llevando ahora. Pero, a pesar de sus en-seanzas, la sociedad moderna es en gran medida un desiertoespiritual en el que la mayor parte de la gente imagina que estavida es lo nico que existe. Carentes de toda fe autntica enuna vida posterior, son mayora las personas que llevan una vidaen ltimo trmino desprovista de sentido.

    He llegado a descubrir que los desastrosos efectos de estanegacin de la muerte van mucho ms all del individuo y queafectan a todo el planeta. Debido a su creencia en que sta es lanica vida, la gente moderna no ha desarrollado una visin alargo plazo; en consecuencia, no hay nada que les impida devas-tar el planeta para sus propios fines inmediatos y vivir de unamanera egosta que podra resultar fatal para el futuro. Cuntasadvertencias ms necesitamos, como sta del anterior ministrobrasileo de Medio Ambiente, responsable de la selva tropicalamaznica?

    La moderna sociedad industrial es una religin fantica.Estamos demoliendo, envenenando, destruyendo todos los sis-temas vitales del planeta. Estamos firmando letras que nues-tros hijos no podrn pagar... Nos comportamos como sifuramos la ltima generacin que va a vivir en el planeta.Sin un cambio radical de corazn, de mente, de visin, laTierra acabar como Venus, calcinada y muerta?

    El miedo a la muerte y el desconocimiento de la vida futuraalimentan esta destruccin del medio ambiente que amenaza lasvidas de todos. Por eso, no es an ms preocupante que no sele ensee a la gente qu es la muerte ni cmo morir? O queno se les d ninguna esperanza en lo .que hay despus de lamuerte ni, por tanto, en lo que realmente hay detrs de la vida?Podria resultar ms irnico que los jvenes sean tan cuidadosa-mente instruidos en todos los temas excepto en aquel que en-cierra la clave del sentido total de la vida, y acaso de nuestramisma supervivencia?

    He pensado a menudo en la manera en que algunos maes-tros budistas que conozco formulan una pregunta sencilla aquienes los abordan buscando sus enseanzas: Cree usted quehay una vida despus de sta? No se les pregunta si lo aceptanen cuanto proposicin filosfica, sino ms bien si lo sienten enlo profundo del corazn. El maestro sabe que si alguien creeen una vida despus de sta, toda su actitud ante la vida ser

  • 28 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    distinta y tendr un claro sentido de la moralidad y la responsa-bilidad personal. Lo que los maestros deben sospechar es queexiste el peligro de que la gente que carece de una intensacreencia en una vida venidera acabe creando una sociedad cen-trada nicamente en los resultados a corto plazo, sin pararse areflexionar en las consecuencias de sus actos. Podra ser ste elmotivo principal de que hayamos creado un mundo tan brutalcomo el que ahora ocupamos, un mundo en el que hay tan pocacompasin?

    A veces creo que los pases ms ricos y poderosos delmundo desarrollado son como el reino de los dioses de quehablan las enseanzas budistas. Se dice que los dioses viven enun lujo fabuloso, deleitndose en todos los placeres imaginables,sin conceder el menor pensamiento a la dimensin espiritual dela vida. Todo parece ir bien hasta que se acerca la muerte yaparecen inesperados signos de decadencia; entonces los cnyu-ges y amantes de los dioses ya no osan acercrseles, sino que lesarrojan flores desde cierta distancia y rezan a !a ligera para quevuelvan a renacer como dioses. Ni todos sus recuerdos de gozoy felicidad pueden protegerlos ahora del sufrimiento que afron-tan; slo sirven para volverlo ms cruel. As que a los diosesmoribundos se les deja morir solos en su desdicha.

    El destino de los dioses me recuerda la forma en que setrata hoy a los ancianos, los enfermos y los moribundos. Nues-tra sociedad est obsesionada por la juventud, el sexo y el poder.No es aterrador que desechemos a los ancianos cuando terminasu vida productiva y dejan de ser tiles? No es inquietante quelos llevemos a asilos donde mueren solos y abandonados?

    No es hora ya de volver a examinar cmo tratamos enocasiones a quienes padecen enfermedades terminales como elcncer y el sida? He conocido a varias personas que han muertode sida y he visto con cunta frecuencia hasta sus propiosamigos las trataban como a proscritas, y cmo el estigma que vaunido a la enfermedad las reduca a la desesperacin y les hacasentir que su vida era repugnante y que a los ojos del mundo yahaba llegado a su fin.

    Aun cuando la persona que muere es alguien a quien cono-cemos o amamos, muchas veces comprobamos que no se nos dacasi ninguna idea acerca de cmo asistirla y, tras su muerte, nose nos alienta a pensar en su futuro, en cmo va a continuar nien cmo podemos seguir prestndole nuestra ayuda. De hecho,

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    cualquier reflexin de este tipo corre el riesgo de ser desechadapor absurda y ridicula.

    Lo que todo esto nos muestra con olorosa claridad es queahora ms que nunca necesitamos un cambio fundamental ennuestra actitud hacia la muerte y el morir.

    Afortunadamente, empieza a haber un cambio de actitudEl movimiento de los hospicios,* por ejemplo, est realizandoun maravilloso trabajo para ofrecer cuidados prcticos y afecti-vos. Sin embargo, los cuidados prcticos y afectivos no bastan;las personas que se hallan a las puertas de la muerte necesitanamor y cuidados, pero tambin necesitan algo todava ms pro-fundo. Necesitan descubrirle un sentido autntico a la muerte ya la vida. Sin ello, cmo podemos ofrecerles verdadero consue-lo? La ayuda a los moribundos, pues, ha de incluir la posibilidadde cuidados espirituales, ya que slo con el conocimiento espiri-tual podemos afrontar realmente la muerte y comprenderla.

    Me ha alentado ver cmo en estos ltimos aos se haabierto en Occidente toda la cuestin de la muerte y el morir,gracias a pioneros como Elisabeth Kbler-Ross y RaymondMoody. Contemplando detenidamente la manera en que cuida-mos de los moribundos, Elisabeth Kbler-Ross ha demostradoque, con amor incondicional y una actitud ms comprensiva,morir puede ser una experiencia serena e incluso transformado-ra. Los estudios cientficos sobre los numerosos aspectos de laexperiencia de casi muerte que siguieron al valeroso trabajo deRaymond Moody han ofrecido a la humanidad la vivida y pode-rosa esperanza de que la vida no termina con la muerte, y queefectivamente hay una vida despus de la vida.

    Por desgracia, hubo quienes no comprendieron realmente elpleno significado de estas revelaciones sobre la muerte y el mo-rir. Se ha llegado al extremo de buscarle un atractivo a lamuerte, y me han hablado de casos trgicos de jvenes que sesuicidaron porque crean que la muerte era bella y que lespermitira escapar de la depresin que vivan. Pero igualmente setrivializa la muerte si se la teme y se rehusa afrontarla como sise la convierte en algo romntico. Tanto la desesperacin comola euforia ante la muerte son formas de evasin. La muerte noes deprimente ni emocionante; es sencillamente un hecho dela vida.

    ::' Instituciones para el cuidado de personas gravemente enfermas, enespecial terminales, o para personas pobres. (Ai del T.)

  • 30 EL LIBRO TIBETANO DF. IA VIDA Y DE LA MUERTE

    Es muy triste que la mayora slo empecemos a apreciar lavida cuando estamos a punto de morir. Muchas veces pienso enlas palabras del gran maestro budista Padmasambhava: Quienescreen que disponen de mucho tiempo slo se preparan en elmomento de la muerte. Entonces los desgarra el arrepentimien-to. Pero, no es ya demasiado tarde?. Qu observacin sobreel mundo moderno podra ser ms escalofriante que la de quecasi todos mueren sin estar preparados para la muerte, tal comohan vivido sin estar preparados para la vida?

    EL VIAJE POR LA VIDA Y LA MUERTE

    Segn la sabidura de Buda, realmente podemos utilizar nuestravida para prepararnos para la muerte. No tenemos que esperara que la dolorosa muerte de un ser querido o la conmocin deuna enfermedad terminal nos obliguen a examinar nuestra vida.Tampoco estamos condenados a ir a la muerte con las manosvacas, al encuentro de lo desconocido. Podemos empezar aquy ahora a encontrarle un sentido a nuestra vida. Podemos hacerde cada instante una oportunidad de cambiar y prepararnos, detodo corazn, con precisin y serenidad, para la muerte y laeternidad.

    Desde el punto de vista budista, la vida y la muerte son untodo nico, en el cual la muerte es el comienzo de otro captulode la vida. La muerte es un espejo en el que se refleja todo elsentido de la vida.

    Esta idea es fundamental en las enseanzas de la escuelams antigua del budismo tibetano. Muchos de ustedes habrnodo hablar del Libro tibetano de los muertos. Lo que pretendohacer en este libro es explicar y ampliar el Libro tibetano de losmuertos, tratar no slo de la muerte sino tambin de la vida,exponer en detalle toda la enseanza de la que el Libro tibetanode los muertos slo es una parte. En esta enseanza maravillosa,encontramos la totalidad de la vida y la muerte presenta-da conjuntamente como una serie de realidades transitorias y enconstante cambio llamadas bardos. La palabra bardo se utilizacorrientemente para designar el estado intermedio entre la muer-te y el renacimiento, pero en realidad los bardos se sucedencontinuamente tanto en la vida como en la muerte, y son coyun-turas en las que se intensifica la posibilidad de liberacin oIluminacin.

  • EN EL ESPEJO DE LA MUERTE 31

    Los bardos son oportunidades de liberacin particularmentepoderosas porque, como lo muestran las enseanzas, hay mo-mentos que son mucho ms poderosos que otros y mucho mscargados de potencialidad, en los que todo cuanto uno hacetiene un efecto decisivo y de largo alcance. Yo me figuro unbardo como el momento en que se avanza hacia el borde delprecipicio; un momento as, por ejemplo, ocurre cuando unmaestro le expone a un discpulo la naturaleza esencial, originale ntima de su propia mente. De estos momentos, no obstante,el mayor y el ms cargado es el de la muerte.

    As pues, segn el punto de vista del budismo tibetano,podemos dividir toda nuestra existencia en cuatro realidadescontinuamente entrelazadas: l) la vida, 2) el morir y la muerte,3) despus de la muerte y 4) el renacimiento. Se las conocecomo los cuatro bardos: l) el bardo natural de esta vida, 2) elbardo doloroso del morir, 3) el bardo luminoso de dharmata y4) el bardo krmico del devenir. Debido a la inmensidad y laexhaustividad de las enseanzas del bardo, este libro se ha es-tructurado cuidadosamente. Ser usted guiado etapa por etapa amedida que se va desplegando la visin del viaje por la vida y lamuerte. Nuestra exploracin empieza necesariamente con unareflexin directa sobre el significado de la muerte y las mltiplesfacetas de la verdad de la impermanencia: el tipo de reflexinque nos capacite para hacer un uso enriquecedor de esta vidacuando an tenemos tiempo y nos permita morir sin tener quearrepentimos ni reprocharnos el haber malgastado la vida. Elclebre santo y poeta tibetano Milarepa lo expres as: Mireligin es vivir, y morir, sin remordimientos.

    La contemplacin profunda del mensaje secreto de la imper-manencia, lo que hay en realidad ms all de la impermanenciay la muerte, nos lleva directamente al corazn de las antiguas yprofundas enseanzas tibetanas: la introduccin a la naturalezaesencial de la mente.

    Comprender la naturaleza de la mente, lo que se podrallamar nuestra esencia ntima, esa verdad que todos buscamos,es la clave para comprender la vida y la muerte; porque lo queocurre en el momento de morir es que la mente ordinaria y susconceptos ilusorios mueren, y en ese espacio que se abre serevela, ilimitada como el cielo, la naturaleza de nuestra mente.Esta naturaleza esencial de la mente es el teln de fondo de todala vida y la muerte, como el cielo, que abarca a todo el universoen su abrazo.

  • 32 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    Las enseanzas dejan claro que, si todo lo que conocemosde la mente es ese aspecto de ella que se disuelve al morir,quedaremos sin tener ninguna idea de lo que sigue, ningnconocimiento de esta nueva dimensin de la realidad ms pro-funda de la naturaleza de la mente. As pues, es esencial que nosfamiliaricemos con la naturaleza de la mente cuando an esta-mos vivos. Slo entonces estaremos preparados cuando se reveleespontnea y poderosamente en el instante de la muerte, podre-mos reconocerla, dicen las enseanzas, tan naturalmente comocorre un nio hacia el regazo de su madre, y, permaneciendoen ese estado, quedar finalmente liberados.

    La descripcin de la naturaleza de la mente conduce natu-ralmente a una instruccin completa sobre la meditacin, ya quela meditacin es el nico medio por el que podemos desvelarrepetidamente y poco a poco comprender y estabilizar esa natu-raleza de la mente. A continuacin, se ofrece una explicacin dela naturaleza de la evolucin humana, el renacer y el karma, afin de proporcionarle el contexto y el sentido ms ampliosposibles de nuestra andadura por la vida y la muerte.

    A estas alturas ya tendr usted suficientes conocimientospara introducirse con confianza en el corazn del libro: unaexposicin completa, derivada de muchas fuentes distintas, delos cuatro bardos y de todas las fases de la muerte y el morir.Se exponen detalladas instrucciones, consejos prcticos y prcti-cas espirituales para ayudarnos a nosotros mismos y a los demsdurante la vida, durante el morir, durante la muerte y despusde la muerte. Finalmente, el libro concluye con una visin decmo las enseanzas del bardo pueden ayudarnos a comprenderla naturaleza ms profunda de la mente humana y del universo.

    Mis alumnos suelen preguntarme cmo sabemos qu son estosbardos y de dnde procece la pasmosa precisin de las ensean-zas sobre los mismos y su conocimiento asombrosamente clarode todas las fases del morir, la muerte y el renacimiento. Amuchos lectores la respuesta les parecer difcil de comprenderal principio, porque el concepto de la mente que se tiene actual-mente en Occidente es muy estrecho. Pese a los importantesavances de los ltimos aos, sobre todo en la ciencia del cuer-po/mente y la psicologa transpersonal, la gran mayora de loscientficos sigue reduciendo la mente a meros procesos fsicosque se producen en el cerebro, lo que va contra el testimonio

  • EN EL ESPEJO DE LA MUERTE 33

    de milenios de experiencias de msticos y meditadores de todaslas religiones.

    Desde qu fuente, con qu autoridad puede escribirse en-tonces un libro como ste? La ciencia interior del budismo sebasa, como lo expresa un estudioso de Estados Unidos, en uncompleto y cabal conocimiento de la realidad, en una profunday ya experimentada comprensin del yo y el entorno; es decir,en la Iluminacin completa de Buda.4 La fuente de las ensean-zas sobre los bardos es la mente iluminada, la mente de budacompletamente despierta, tal como ha sido experimentada, expli-cada y transmitida por un largo linaje de maestros que seremonta al Buda Primordial. Sus cuidadosas, meticulosas, casise podra decir cientficas, exploraciones y formulaciones de susdescubrimientos sobre la mente en el curso de muchos siglosnos proporcionan la imagen ms completa posible de la vida yla muerte. Es esta imagen completa la que, inspirado por Jam-yang Khyentse y mis otros grandes maestros, intento humilde-mente transmitir por primera vez a Occidente.

    Tras muchos aos de contemplacin, enseanza y prctica,y de aclarar preguntas y conceptos con mis maestros, he escritoEl libro tibetano de la vida y de la muerte con nimo depresentar la quintaesencia de los sinceros consejos de todos mismaestros, para que sea un nuevo Libro tibetano de los muertosy un Libro tibetano de la vida. Mi deseo es que sea un manual,una gua, una obra de consulta y una fuente de inspiracinsagrada. Estudiar a fondo este libro, leerlo una y otra vez es,creo yo, la nica manera de revelar sus muchos significados.Comprobar que cuanto ms lo utilice, ms profundamentecaptar sus implicaciones y mejor percibir la hondura de lasabidura que se le transmite por medio de las enseanzas.

    Las enseanzas sobre el bardo explican con precisin lo queocurrir si nos preparamos para la muerte y lo que ocurrir sino lo hacemos. La eleccin no podra estar ms clara. Si nosnegamos a aceptar la muerte ahora, cuando an estamos vivos,lo pagaremos muy caro durante toda nuestra vida, en el momen-to de la muerte y despus de ella. Los efectos de tal negativarepercutirn sobre esta vida y sobre todas las vidas por venir.No podremos vivir plenamente; quedaremos aprisionados justa-mente en aquel aspecto de nosotros mismos que debe morir.Esta ignorancia nos robar la base del viaje hacia la Iluminacin

  • 34 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    y nos mantendr atrapados eternamente en el reino de la ilusin,el ciclo incontrolado del nacimiento y la muerte, ese ocano desufrimiento que los budistas denominamos samsara.

    Sin embargo, el mensaje fundamental de las enseanzasbudistas es que, si estamos preparados, existe una enorme espe-ranza, tanto en la vida como en la muerte. Las enseanzas nosrevelan la posibilidad de una libertad asombrosa y en ltimotrmino ilimitada por la que podemos empezar a trabajar ahoramismo, en la vida; una libertad que nos permitir tambin elegirnuestra muerte y, por ello, elegir nuestro nacimiento. Para lapersona que se ha preparado y ha practicado, la muerte llega nocomo una derrota, sino como un triunfo, el momento msglorioso que corona toda la vida.

  • CAPITULO DOS

    La impermanencia

    No hay lugar en la tierra donde la muerte no pueda encon-trarnos, por mucho que volvamos constantemente la cabezaen todas direcciones como si nos hallramos en una tierraextraa y sospechosa. [...] Si hubiese alguna manera deresguardarse de los golpes de la muerte, no soy yo aquel queno lo hara. [...] Pero es una locura pensar que se puedaconseguir eso. [...]

    Los hombres vienen y van, trotan y danzan, y de lamuerte ni una palabra. Todo muy bien. Sin embargo, cuan-do llega la muerte, a ellos, a sus esposas, sus hijos, susamigos, y los sorprende desprevenidos, qu tormentas depasin no los abruman entonces, qu llantos, qu furor, qudesesperacin! [...]

    Para empezar a privar a la muerte de su mayor ventajasobre nosotros, adoptemos una actitud del todo opuesta a lacomn; privemos a la muerte de su extraeza, frecuentmos-la, acostumbrmonos a ella; no tengamos nada ms presenteen nuestros pensamientos que la muerte. [...] No sabemosdnde nos espera la muerte: as pues, espermosla en todaspartes. Practicar la muerte es practicar la libertad. El hombreque ha aprendido a morir ha desaprendido a ser esclava

    MONTAIGNE'

    Por qu es tan difcil practicar la muerte y practicar la libertad?Y por qu exactamente nos asusta tanto la muerte que nosnegamos en redondo a contemplarla? Dentro de nosotros, en loms hondo, sabemos que no podremos evitar eternamente en-frentarnos a la muerte. Sabemos que, como dijo Milarepa, aque-

  • 36 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    Uo llamado "cadver", a lo que tanto tememos, est viviendocon nosotros aqu y ahora. Cuanto ms tardamos en afrontarla muerte, cuanto ms la borramos de nuestros pensamientos,mayores son el miedo y la inseguridad que se acumulan paraacosarnos. Cuanto ms intentamos huir de ese miedo, ms mons-truoso se vuelve.

    La muerte es, en efecto, un enorme misterio, pero de ellase pueden decir dos cosas: es absolutamente cierto que morire-mos, y es incierto cundo y cmo moriremos. La nica certezaque tenemos, pues, es esta incertidumbre sobre la hora, la cualnos sirve de excusa para postergar el afrontar la muerte directa-mente. Somos como nios que se tapan los ojos jugando alescondite y se figuran que nadie puede verlos.

    Por qu vivimos en tal terror a la muerte? Porque nuestrodeseo instintivo es vivir y seguir viviendo, y la muerte es el cruelfin de todo lo que consideramos familiar. Tenemos la sensacinde que, cuando llegue, nos veremos sumergidos en algo del tododesconocido, o que nos convertiremos en alguien completamentedistinto. Imaginamos que nos encontraremos perdidos y confusos,en un ambiente extrao y aterrador. Nos imaginamos que seralgo as como despertar en medio de una tormenta de ansiedad,solos en un pas extranjero, sin conocer el territorio ni el idioma,sin dinero, sin conocer a nadie, sin pasaporte, sin amigos...

    Quiz la razn ms profunda de que temamos a la muertees que ignoramos quines somos. Creemos en una identidad per-sonal, nica e independiente, pero, si nos atrevemos a examinarla,comprobamos que esta identidad depende por completo de unainterminable coleccin de cosas que la sostienen: nuestro nombre,nuestra biografa, nuestras parejas y familiares, el hogar, losamigos, las tarjetas de crdito... Es de este frgil y efmero sostnde lo que depende nuestra seguridad. As que, cuando se nosquite todo eso, tendremos idea de quines somos en realidad?

    Sin nuestras propiedades conocidas, quedamos cara a caracon nosotros mismos: una persona a la que no conocemos, unextrao inquietante con quien hemos vivido siempre pero al queen el fondo nunca hemos querido tratar. Acaso no es ese elmotivo de que tratemos de llenar cada instante de ruido yactividad, por aburrida y trivial que sea, para evitar quedarnos asolas y en silencio con ese desconocido?

    Y no apunta eso hacia algo fundamentalmente trgico ennuestro estilo de vida? Vivimos bajo una identidad asumida enun neurtico mundo de cuento de hadas que no tiene ms

  • IA IMPERMANENCIA 37

    realidad que la Tortuga de Alicia en el Pas de las Maravillas.Hipnotizados por el entusiasmo de construir, hemos edificado lacasa de nuestra vida sobre cimientos de arena. Este mundopuede parecer maravillosamente convincente hasta que la muertenos destruye la ilusin y nos saca de nuestro escondite. Quser entonces de nosotros si no tenemos la menor idea deninguna realidad ms profunda?

    Cuando muramos lo dejaremos todo atrs, sobre todo estecuerpo al que tanto hemos apreciado, en el que tan ciegamentehemos confiado y al que con tantos esfuerzos hemos procuradomantener vivo. Pero la mente no es ms fiable que el cuerpo.Fjese unos minutos en su mente. Comprobar que es como unapulga, que no cesa de saltar de un lado a otro. Ver que lospensamientos surgen sin ningn motivo, sin ninguna relacin.Arrastrados por el caos de cada instante, somos vctimas de lavolubilidad de nuestra mente. Si ste es el nico estado conscien-te con el que estamos familiarizados, confiar en nuestra menteen el momento de la muerte es una apuesta absurda.

    EL GRAN ENGAO

    El nacimiento de un hombre es el nacimiento de su pena. Cuantoms vive, ms estpido se vuelve, porque su ansia por evitar lamuerte inevitable se hace cada vez ms aguda. Qu amargura!Vive por lo que est siempre fuera de su alcance! Su sed desobrevivir en el futuro le impide vivir en el presente.

    CHUANG TZU

    Tras la muerte de mi maestro, disfrut de una estrecha relacincon Dudjom Rimpoch, uno de los mayores maestros de medi-tacin, msticos y yoguis de los ltimos tiempos. Un da ibaviajando por Francia con su esposa, admirando el paisaje mien-tras conduca. Pasaron ante un extenso cementerio que estabarecin pintado y adornado con flores. Su esposa coment:

    Rimpoch, mira qu pulcro y qu limpio lo tienen todoen Occidente. Hasta los lugares donde depositan los cadveresestn inmaculados. En Oriente, ni siquiera las casas donde vivela gente estn tan limpias.

    Ah, s replic l, es verdad; es un pas muy civilizado.Tienen unas casas maravillosas para los cadveres de los muer-

  • 38 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    tos. Pero, no te has fijado? Tambin tienen casas muy bonitaspara los cadveres de los vivos.

    Cada vez que recuerdo esta ancdota pienso en lo hueca yftil que puede ser la vida cuando se funda en una falsa creenciasobre la continuidad y la permanencia. Cuando vivimos as, nosconvertimos, como dijo Rimpoch, en inconscientes cadveresvivientes.

    La mayora vivimos as; vivimos segn un plan preestableci-do. Pasamos la juventud educndonos. Luego buscamos un tra-bajo, conocemos a alguien, nos casamos y tenemos hijos. Com-pramos una casa, procuramos que nuestro negocio tenga xito,intentamos realizar sueos, como tener una casa de campo o unsegundo automvil. Nos vamos de vacaciones con nuestras amis-tades. Hacemos proyectos para la jubilacin. Los mayores dile-mas que algunos de nosotros hemos de enfrentar son dndepasar las prximas vacaciones o a quin invitar por Navidad.Nuestra vida es montona, mezquina y repetitiva, desperdiciadaen la persecucin de lo banal, porque al parecer no conocemosnada mejor.

    El ritmo de nuestra vida es tan acelerado que lo ltimo enque se nos ocurrira pensar es en la muerte. Sofocamos nuestromiedo secreto a la impermanencia rodendonos de ms y msbienes, de ms y ms cosas, de ms y ms comodidades, hastaque nos vemos convertidos en sus esclavos. Necesitamos todonuestro tiempo y toda nuestra energa simplemente para mante-nerlos. Nuestra nica finalidad en la vida pronto se convierte enconservarlo todo tan seguro y a salvo como sea posible. Cuandose produce algn cambio, buscamos el remedio ms rpido,alguna solucin ingeniosa y provisional. Y as, a la deriva, vapasando nuestra vida hasta que una enfermedad grave u otracalamidad nos saca de nuestro estupor.

    Por otra parte, no es que dediquemos mucho tiempo nimucha reflexin a esta vida, tampoco. Piense en esas personasque trabajan durante aos y luego tienen que retirarse, slo paradescubrir que no saben qu hacer con su vida a medida queenvejecen y se acerca la muerte. Aunque mucho hablamos de serprcticos, ser prctico en Occidente significa ser miopes, muchasveces necia o egostamente. Nuestra miope concentracin enesta vida, y slo en esta vida, es el gran engao, el origen delsombro y destructivo materialismo del mundo moderno. No sehabla de la muerte ni se habla de la vida tras la muerte porque

  • LA IMPERMANENCIA 39

    se hace creer a la gente que hablar de estas cosas slo sirve paraestorbar nuestro progreso en el mundo.

    Sin embargo, si nuestro deseo ms profundo es vivir yseguir viviendo, por qu insistimos ciegamente en que la muer-te es el fin? Por qu no intentamos al menos explorar laposibilidad de que exista una vida ms all? Por qu, si somostan pragmticos como pretendemos, no empezamos a preguntar-nos seriamente dnde est nuestro futuro real? Despus de todo,nadie vive ms de cien aos. Y despus de eso se extiende todala eternidad, sin ser tenida en cuenta...

    LA PEREZA ACTIVA

    Hay un antiguo relato tibetano que me encanta; se titula Elpadre de "Famoso Como La Luna". Un hombre muy pobre,despus de mucho trabajar, consigui acumular todo un saco degrano. Se senta muy orgulloso de s mismo, y cuando lleg acasa cogi una cuerda y colg el saco de una viga para queestuviera a salvo de ratas y ladrones. Dejndolo all colgado, setendi a dormir justo debajo para mayor seguridad. Mientrasyaca acostado, su mente empez a divagar: Si vendo el granoen pequeas cantidades obtendr mayor beneficio. As podrcomprar ms grano y repetir el negocio, y muy pronto me harrico y ser una persona influyente en la comunidad. Las chicasse prendarn de m. Me casar con una mujer hermosa, y muypronto tendremos un hijo. Habr de ser un nio, pero... qunombre vamos a ponerle?. Pase la mirada por el cuarto y ladetuvo en un ventanuco tras el cual se vea ascender la Luna.

    Qu signo ms auspicioso!, pens. Ese s que es un buennombre. Lo llamar "Famoso Como La Luna". Ahora bien,mientras l se entregaba a sus fantasas, una rata logr treparhasta el saco de grano y roy la cuerda que lo sostena. En elmomento en que brotaban de sus labios las palabras FamosoComo La Luna, el saco cay del techo y lo mat al instante.Famoso Como La Luna, lgicamente, no lleg a nacer.

    Cuntos de nosotros, a semejanza del protagonista de esterelato, somos arrastrados por lo que he dado en llamar perezaactiva? Naturalmente, existen diversas variedades de pereza. Lapereza de estilo oriental es como la que se ha llevado a laperfeccin en India. Consiste en pasarse el da holgazaneando alsol, sin hacer nada, evitando toda clase de trabajo o actividad

  • 40 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    til, bebiendo tazas de t, escuchando msica de pelculas indiasa todo volumen en los aparatos de radio y charlando con losamigos. La pereza occidental es muy distinta. Consiste en abarro-tar nuestra vida de actividades compulsivas a fin de que noquede tiempo para afrontar los verdaderas problemas.

    Si contemplamos nuestra vida veremos claramente cuntastareas sin importancia, a las que llamamos responsabilidades,se acumulan para llenarla. Un maestro las compara a hacer lalimpieza de la casa en sueos. Nos decimos que queremos de-dicar tiempo a las cosas importantes de la vida, pero nunca tene-mos tiempo. El mero hecho de levantarnos por la maana suponeuna multitud de tareas: abrir la ventana, hacer la cama, ducharse,limpiarse los dientes, dar de comer al perro o al gato, fregar losplatos de la noche anterior, descubrir que te has quedadosin azcar o caf, salir a comprarlo, preparar el desayuno...Es una lista interminable. Luego hay que buscar la ropa, elegirla,plancharla, volverla a guardar. Y el cabello? Y el maquilla-je? Desvalidos, vemos cmo se nos llenan los das de llamadastelefnicas y proyectos triviales, de responsabilidades y responsa-bilidades... O no deberamos llamarlas irresponsabilidades?

    Parece que nuestra vida nos vive, que posee su propioimpulso imprevisible, que se nos lleva; en ltimo trmino, nosparece que no tenemos eleccin ni control sobre ella. Natural-mente, esto a veces nos hace sentir mal, tenemos pesadillas ydespertamos sudorosos, preguntndonos: Qu estoy haciendode mi vida?. Pero nuestros temores slo duran hasta la hora deldesayuno; aparece el maletn y volvemos a estar donde empe-zamos.

    Pienso en el santo hind Ramakrishna, que le dijo a uno desus discpulos: Si dedicaras a la prctica espiritual una dcimaparte del tiempo que dedicas a distracciones como ir detrs delas mujeres o hacer dinero, llegaras a la Iluminacin en unospocos aos. Hubo un maestro tibetano llamado Mipham, quevivi a principios de siglo, una especie de Leonardo da Vinci delHimalaya. De l se cuenta que invent un reloj, un can y unaeroplano. Pero en cuanto daba por terminado un invento, lodestrua, diciendo que slo sera causa de nueva distraccin.

    La palabra cuerpo en tibetano es /, que quiere deciralgo que se deja atrs, como el equipaje. Cada vez que deci-mos l, recordamos que slo somos viajeros refugiados tempo-ralmente en esta vida y este cuerpo. As, en Tbet la gente no sedistraa ni se pasaba todo el tiempo procurando hacer ms

  • LA IMPERMANENCIA 41

    cmodas sus circunstancias externas. Se daban por satisfechos sitenan lo suficiente para comer, la espalda cubierta de ropa y untecho sobre su cabeza. Lo que hacemos nosotros, tratar obsesi-vamente de mejorar nuestras condiciones, puede convertirse enun fin por s mismo y en una distraccin vana. A quin queestuviera en su sano juicio se le ocurrira redecorar minuciosa-mente la habitacin del hotel cada vez que se alojara en uno?Me gusta mucho el siguiente consejo de Patrul Rimpoch:

    Ten presente el ejemplo de una vaca vieja,que se da por satisfecha durmiendo en un cobertizo.Tienes que comer, dormir y cagar,eso es inevitable,lo dems no es asunto tuyo.

    A veces pienso que el mayor logro de la cultura modernaes su brillante manera de vender el samsara y sus distraccionesestriles. La sociedad moderna me parece una celebracin detodas las cosas que alejan de la verdad, que hacen difcil vivirpara la verdad y que inducen a la gente a dudar incluso de suexistencia. Y pensar que todo esto surge de una civilizacin quedice adorar la vida, pero en realidad la priva de todo sentidoreal; que habla sin cesar de hacer feliz a la gente, pero que dehecho obstruye su camino a la fuente de la autntica alegra.

    Este samsara moderno se alimenta de la misma ansiedad ydepresin que induce en todos nosotros y que fomenta cuidado-samente con una maquinaria de consumo que necesita mantener-nos deseosos para continuar funcionando. El samsara es muyorganizado, verstil y refinado; nos asalta con su propagandadesde todos los ngulos y crea a nuestro alrededor un entornode adiccin casi inexpugnable. Cuanto ms intentamos escapar,parece que ms caemos en las trampas que con tanto ingenionos tiende. Jikm Lingpa, maestro tibetano del siglo XVIII, dijo:Hipnotizados por la variedad misma de las percepciones, losseres vagan perpetuamente errantes por el crculo vicioso delsamsara.

    As obsesionados por falsas esperanzas, sueos y ambicionesque prometen felicidad pero slo conducen a la desdicha, somoscomo personas que se arrastran por un desierto sin fin, muertasde sed. Y todo lo que este samsara nos ofrece para beber es unvaso de agua salada que intensifica nuestra sed.

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    AFRONTAR LA MUERTE

    Sabiendo y comprendiendo esto, deberamos escuchar a GyalsRimpoch cuando nos dice:

    Hacer planes para el futuroes como ir a pescar en un barranco seco;nada sale jams como quieres;renuncia pues a todos tus proyectos y ambiciones.Si has de pensar en algo, que seaen la incertidumbre de la hora de tu muerte...

    Para los tibetanos, la principal festividad del ao es el AoNuevo, que es como la Navidad, la Pascua y el da de cumple-aos, todo en uno. Patrul Rimpoch fue un gran maestro cuyavida estuvo llena de episodios excntricos que daban vida a laenseanza. En vez de celebrar el Ao Nuevo y desear a la genteun prspero ao nuevo, como hacan los dems, Patrul Rim-poch se echaba a llorar. Cuando le preguntaban por qu llora-ba, responda que haba transcurrido un ao ms y que muchaspersonas se encontraban un ao ms cerca de la muerte sinestar an preparadas.

    Pensemos en algo que debe de habernos ocurrido a casitodos en uno u otro momento. Vamos andando por la calle,pensando en cosas elevadas, especulando sobre asuntos impor-tantes o, sencillamente, escuchando nuestro walkman. De repen-te, pasa un coche a toda velocidad y casi nos atropella.

    Encienda el televisor o chele un vistazo a cualquier peri-dico: ver muerte por todas partes. Se imaginaban que iban amorir las vctimas de esos accidentes areos o automovilsticos?Daban la vida por supuesta, como nosotros. Cuntas veceshemos sabido de personas que conocamos, incluso amigos, quehan muerto inesperadamente? No es necesario estar enfermospara morir: nuestro cuerpo puede estropearse de repente y dejarde funcionar, igual que un automvil. Un da podemos encon-trarnos perfectamente bien y al siguiente caer enfermos y morir.Milarepa cantaba:

    Cuando ests vigoroso y sanono piensas en la llegada de la enfermedad,pero sta cae con fuerza repentinacomo la descarga de un rayo.

  • LA IMPERMANENCIA 43

    Cuando ests absorto en cosas mundanasno piensas en la venida de la muerte;rpida llega como un relmpagoque estalla sobre tu cabeza.1

    Hemos de darnos una sacudida de vez en cuando y pregun-tarnos seriamente: Y si muriera esta noche? Entonces, qu?.No sabemos si maana despertaremos, ni dnde. Si despus deespirar el aire no podemos volver a inspirar, nos morimos. Asde sencillo. Dice un proverbio tibetano: Maana o la prximavida; nunca se sabe qu llegar primero.

    Algunos de los renombrados maestros contemplativos deTbet vaciaban las tazas y las dejaban boca abajo al lado de lacama al acostarse por la noche. No estaban seguros de despertarpor la maana y necesitarlas de nuevo. Incluso apagaban elfuego por la noche sin molestarse en conservar algunas brasasencendidas para el da siguiente. Momento a momento, vivancon la posibilidad de una muerte inminente.

    Junto a la ermita de Jikm Lingpa haba un estanque que lecostaba mucho cruzar. Algunos de sus discpulos se ofrecieronpara construirle un puente, pero l contest: De qu servira?Quin sabe si an vivir lo suficiente para dormir aqu maa-na?.

    Algunos maestros intentan alertarnos de la fragilidad de lavida por medio de imgenes an ms crudas: le aconsejan que seconsidere como un preso que da el ltimo paseo desde su celda,como un pez que se debate en la red, como un animal queaguarda su turno para ser sacrificado en el matadero.

    Otros proponen a sus alumnos que se imaginen vividamen-te la escena de su propia muerte, dentro de una contemplacinserena y estructurada: las sensaciones, el dolor, el pnico, ladesvalidez, el pesar de las personas amadas, el darse cuenta de loque han hecho o dejado de hacer en sus vidas.

    El cuerpo tendido sobre su ltimo lecho,las voces que susurran las ltimas palabras,la mente que ve pasar su ltimo recuerdo:Cundo te llegar este momento?

    Es importante reflexionar serenamente, una y otra vez, quela muerte es real y llega sin aviso. No seamos como el palomodel dicho tibetano, que se pasa toda la noche atareado, hacin-

  • 44 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    dose la cama, y llega el amanecer antes de que haya tenidotiempo de acostarse. Un importante maestro del siglo XII, Drak-pa Gyaltsen, dijo: Los seres humanos se pasan la vida enterapreparando, preparando, preparando... y llegan a la prxima vidasin estar preparados.

    TOMARSE LA VIDA EN SERIO

    Quiz los nicos que de veras comprenden cuan preciosa es lavida son aquellos que conocen su fragilidad. En cierta ocasintom parte en un congreso en Inglaterra, en que los participan-tes eran entrevistados por la BBC. Al mismo tiempo, podanhablar con una mujer que estaba mundose. La mujer sehallaba acosada por el miedo, porque en realidad nunca habapensado que la muerte fuera real. Ahora lo saba. Slo tena unmensaje que dar a quienes la sobrevivamos: que nos tomramosla vida, y la muerte, en serio.

    Que nos tomemos la vida en serio no quiere decir quedebamos pasarla toda meditando como si viviramos en lasmontaas del Himalaya o en el Tbet de los antiguos tiempos.En el mundo moderno hemos de trabajar y ganarnos la vida,pero no debemos enredarnos en una existencia de nueve acinco sin prestar ninguna consideracin al sentido profundo dela vida. Nuestra tarea consiste en encontrar un equilibrio, encon-trar el camino del medio, aprender a no volcarnos en preocupa-ciones y actividades accidentales, sino a simplificar nuestra vidacada vez ms. La clave para encontrar un equilibrio feliz en la,vida moderna es la sencillez.

    En el budismo, este es el verdadero sentido de la palabradisciplina. En tibetano, disciplina se dice tsul trim. Tsul signi-fica apropiado o justo, y trim, norma o camino. Aspues, la disciplina consiste en hacer lo que es justo o apropiado;es decir, en una poca excesivamente complicada, simplificarnuestra vida.

    De all surge la paz mental. Tendr usted ms tiempo paradedicarse a las cosas del espritu y al conocimiento que slo laverdad espiritual puede proporcionar, y que le ayudar a afron-tar la muerte.

    Lamentablemente, eso es algo que pocos hacemos. Quizdeberamos formularnos ahora la pregunta: Qu he logradorealmente en mi vida?. Con esto me refiero a cunto hemos

  • LA IMPERMANENCIA 45

    comprendido realmente acerca de la vida y la muerte. He halla-do inspiracin en los informes que se han publicado sobre losestudios de la experiencia de casi muerte, como los libros de miamigo Kenneth Ring y otros autores. Un nmero sorprendentede los que sobreviven a un accidente casi mortal o a unaexperiencia de casi muerte describe una revisin panormica dela vida. Con asombrosa claridad y precisin, reviven los acon-tecimientos de su vida. A veces reviven incluso los efectos quesus actos han producido sobre otros, y experimentan las emo-ciones causadas por sus actos. Un hombre le dijo a Kenneth Ring:

    Me di cuenta de que todos somos enviados a la Tierra paradescubrir y aprender ciertas cosas. Por ejemplo, a compartirms amor, a tratarnos con ms amor los unos a los otros. Adescubrir que lo ms importante son las relaciones humanasy el amor, y no las cosas materiales. Y a darnos cuenta deque hasta la ltima cosa que uno hace en su vida quedaregistrada, y que, aunque uno no piense en ella y la deje delado, siempre acaba surgiendo ms tarde*

    A veces esta revisin de la vida se produce en compaa deuna presencia gloriosa, un ser de luz. Lo que se advierte en losdiversos testimonios es que este encuentro con el ser revelaque los nicos objetivos serios en la vida son aprender a amara los dems y adquirir conocimiento.

    Una persona le cont a Raymond Moody: Cuando apare-ci la luz, lo primero que me dijo fue: "Qu has hecho que medemuestre que ya has cumplido con tu vida?", o algo en estesentido. [...] Durante todo ese tiempo no ces de subrayar laimportancia del amor. [...] Tambin pareca muy interesado encosas relativas al conocimiento.' Otra persona le cont: Mepreguntaron, pero sin palabras, todo fue una comunicacin men-tal directa e instantnea, qu haba hecho para beneficiar o hacerprogresar la raza humana.6

    Lo que hayamos hecho con nuestras vidas es lo que somoscuando morimos. Y cuenta todo, absolutamente todo.

    NUBES DE OTOO

    En su monasterio de Nepal, el ms anciano de los discpulos demi maestro que an seguan con vida, el gran Dilgo Khyentse

  • 46 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    Rimpoch, lleg al fin de una enseanza. Era uno de los maes-tros ms destacados de nuestra poca, profesor del propio DalaiLama y de muchos otros maestros que lo consideraban untesoro inagotable de sabidura y compasin. Todos alzamos lamirada hacia ese hombre apacible y resplandeciente, erudito,poeta y mstico que haba pasado veintids aos de su vida enretiro. Dilgo Khyentse Rimpoch hizo una pausa y contemplla lejana:

    Tengo ya setenta y ocho aos y a lo largo de mi vida hevisto muchas cosas. Muchos jvenes han muerto, muchas perso-nas de mi edad han muerto, muchas personas mayores hanmuerto. Muchas personas encumbradas han descendido. Muchaspersonas de posicin humilde se han encumbrado. Muchos pa-ses han cambiado. Ha habido muchos desrdenes y tragedias,muchas guerras y plagas, mucha y terrible destruccin en todoel mundo. Y, no obstante, todos estos cambios no son msreales que un sueo. Si se mira a fondo, se advierte que no haynada permanente ni constante, nada, ni siquiera el menor pelodel cuerpo. Y esto no es una teora, sino algo que realmentepodis llegar a conocer, percibir y ver incluso con vuestrospropios ojos.

    Muchas veces me pregunto: Cmo es que todo cambia?Y slo encuentro una respuesta: As es la vida. Nada, nada enabsoluto, posee el menor carcter duradero. Buda dijo:

    Esta existencia nuestra es tan pasajeracomo las nubes de otoo.Observar el nacimiento y la muerte de los sereses como contemplar los movimientos de un baile.La vida entera es como un relmpago en el cielo;se precipita a su fin como un torrentepor una empinada montaa.

    Una de las principales razones por las que tanto noscuesta y tanta angustia nos produce afrontar la muerte es queignoramos la verdad de la impermanencia. Tan desesperadamen-te deseamos que todo siga como est que hemos de creer quelas cosas siempre continuarn igual. Pero eso slo es unaficcin. Como tan a menudo comprobamos, las creencias tie-nen poco o nada que ver con la realidad. Esta ficcin, con susideas, suposiciones y falsa informacin, es el endeble cimientosobre el cual construimos nuestra vida. Por mucho que la

  • LA IMPERMANENCIA 47

    verdad se interponga una vez y otra, preferimos seguir inten-tando mantener nuestras pretensiones, con una jactancia sinesperanzas.

    En nuestra mente los cambios siempre equivalen a prdiday sufrimiento. Y, cuando se producen, procuramos anestesiarnosen la medida de lo posible. Damos por supuesto, tercamente ysin ponerlo en tela de juicio, que la permanencia proporcionaseguridad y la impermanencia no. Pero, en realidad, la imperma-nencia es como algunas personas que encontramos en la vida:difcil e inquietante al principio, pero, cuando se la conocemejor, mucho ms amigable y menos perturbadora de lo quehubiramos podido imaginar.

    Reflexione sobre esto: la percepcin de la impermanenciaes, paradjicamente, la nica cosa a que podemos aferramos,quiz nuestra nica posesin duradera. Es como el cielo o latierra. Aunque todo a nuestro alrededor cambie o se vengaabajo, ellos se mantienen. Supongamos que pasamos por unademoledora crisis emocional: toda nuestra vida parece desinte-grarse... nuestro cnyuge nos abandona de pronto, sin avisoprevio. La Tierra sigue ah, el cielo sigue ah. Naturalmente,incluso la Tierra tiembla de vez en cuando, para recordarnosque no podemos dar nada por sentado...

    Incluso Buda muri. Su muerte fue una enseanza, parasacudir a los ingenuos, los indolentes y los complacientes, para des-pertarnos a la verdad de que nada es permanente y que lamuerte es una realidad inevitable de la vida. Cuando se acercabaa la muerte, Buda dijo:

    De todas las huellas de pisadas,la del elefante es suprema;de todas las meditaciones sobre la presencia mental,la de la muerte es suprema.7

    Siempre que perdemos la perspectiva o nos dejamos llevarpor la pereza, reflexionar sobre la muerte y la impermanencianos devuelve de una sacudida a la verdad:

    Lo que ha nacido morir,lo que se ha recogido se dispersar,lo que se ha acumulado se agotar,lo que se ha construido se derrumbary lo que ha estado en alto descender.

  • 48 EL LIBRO TIBF.TANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    Segn nos dicen actualmente los cientficos, todo el univer-so no es sino cambio, actividad y proceso; una totalidad de flujoque es la base de todas las cosas:

    Toda interaccin subatmica consiste en la aniquilacin delas partculas originales y la creacin de nuevas partculas.El mundo subatmico es una danza continua de creacin yaniquilacin, de masa que se convierte en energa y energaque se convierte en masa. Formas efmeras entran en laexistencia y salen de ella como una chispa, creando unarealidad que no tiene fin y que es constantemente creada denuevo!'

    Qu es nuestra vida sino una danza de formas efmeras?No est todo cambiando constantemente, las hojas de los rbo-les del parque, la luz de su habitacin mientras lee esto, lasestaciones, el clima, la hora del da, la gente con que se cruzapor la calle? Y nosotros qu? Acaso no nos parece un sueotodo lo que hemos hecho en el pasado? Los amigos con los quecrecimos, los lugares favoritos de nuestra infancia, las creenciasy opiniones que en otro tiempo tan apasionadamente defenda-mos: lo hemos dejado todo atrs. Ahora, en este instante, leereste libro le parece algo vividamente real. Pero incluso estapgina no tardar en ser slo un recuerdo.

    Las clulas de nuestro cuerpo mueren, las neuronas denuestro cerebro se deterioran, hasta la expresin de nuestra caraest siempre cambiando segn nuestro estado de nimo. Lo quellamamos nuestro carcter bsico slo es un continuo mental,nada ms. Hoy estamos contentos porque las cosas marchanbien; maana sentimos lo contrario. Adonde se fue aquellasensacin de contento? Nuevas influencias nos dominaron cuan-do cambiaron las circunstancias. Somos impermanentes, las in-fluencias son impermanentes, y en ninguna parte hay nada sli-do ni duradero que podamos sealar.

    Qu puede haber ms imprevisible que nuestros pensamien-tos y emociones? Tiene usted idea de lo que va a pensar osentir la semana que viene? Nuestra mente, en realidad, es tanvaca, tan impermanente y efmera como un sueo. Observe unpensamiento: viene, permanece un tiempo y se va. El pasado yaha pasado, el futuro an no ha surgido e incluso el pensamientopresente, mientras lo experimentamos, se convierte en pasado.

    Lo nico que tenemos en realidad es el ahora.

  • LA IMPERMANENCIA 49

    A veces, cuando enseo estas cosas, se me acerca alguien alterminar y me dice: Todo eso es evidente! Siempre lo hesabido. Explqueme algo nuevo. Entonces le pregunto: Hacomprendido y captado realmente la verdad de la impermanen-cia? La ha integrado hasta tal punto en todos sus pensamientos,respiraciones y movimientos, que su vida ha quedado transfor-mada? Hgase estas dos preguntas: Recuerdo en todo momentoque estoy muriendo, y que todas las dems personas y cosastambin mueren, de modo que trato a todos los seres en todomomento con compasin? Mi comprensin de la muerte y de laimpermanencia, es tan aguda y urgente que dedico hasta elltimo segundo a la bsqueda de la Iluminacin? Si puederesponder "s" a estas dos preguntas, entonces ha comprendidode verdad la impermanencia.

  • CAPITULO TRES

    Reflexin y cambio

    Cuando era nio y viva en Tbet, o la historia de KrishaGotami, una joven que tuvo la buena fortuna de vivir en lapoca de Buda. Cuando su hijo primognito contaba cosa de unao, cay enfermo y muri. Agobiada por la pena, con elcuerpecito en brazos, Krisha Gotami vagaba por las calles supli-cndole a todo el mundo un remedio que le devolviera la vida asu hijo. Algunas personas pasaban por su lado sin hacerle caso,otras se rean de ella, y aun otras la tomaban por loca, perofinalmente dio con un sabio que le dijo que la nica persona delmundo que poda realizar el milagro que ella pretenda era Buda.

    As pues, fue en busca de Buda, deposit el cadver de suhijo ante l y le expuso su caso. Buda la escuch con infinitacompasin, y luego respondi con amabilidad:

    Slo hay una manera de curar tu afliccin. Baja a la ciu-dad y treme un grano de mostaza de cualquier casa en la queno haya habido jams una muerte.

    Krisha Gotami experiment un gran alivio y se dirigi a laciudad de inmediato. Cuando lleg, se detuvo en la primera casaque vio y explic:

    Me ha dicho Buda que vaya y busque un grano de mos-taza de una casa que nunca haya conocido la muerte.

    En esta casa ha muerto mucha gente le replicaron.Fue a la casa de al lado.En nuestra familia ha habido incontables muertes le

    dijeron.Y lo mismo en la tercera y en la cuarta casa, hasta que por

    fin hubo visitado toda la ciudad y comprendi que la condicinde Buda no poda cumplirse.

    Llev el cuerpo de su hijo al osario y se despidi de l porltima vez, y a continuacin volvi a Buda.

  • 52 EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

    Has trado el grano de mostaza?No respondi ella. Empiezo a comprender la leccin

    que intentas ensearme. Me cegaba la pena y crea que yo era lanica que haba sufrido a manos de la muerte.

    Por qu has vuelto? le pregunt Buda.Para pedirte que me ensees la verdad de lo que es la

    muerte, de lo que puede haber detrs y ms all de la muerte yde lo que hay en m, si algo hay, que no ha de morir.

    Buda empez a ensearle:Si quieres conocer la verdad de la vida y la muerte, debes

    reflexionar continuamente sobre esto: en el universo slo hayuna ley que no cambia nunca, la de que todas las cosas cambiany ninguna cosa es permanente. La muerte de tu hijo te haayudado a ver ahora que el reino en que estamos, el samsara, esun ocano de sufrimiento insoportable. Slo hay un camino,y uno solo, para escapar del incesante ciclo de nacimientos ymuertes del samsara, que es el camino a la liberacin. Puestoque ahora el dolor te ha preparado para aprender y tu coraznse abre a la verdad, te la voy a mostrar.

    Krisha Gotami se arrodill a sus pies y sigui a Budadurante el resto de su vida. Se dice que cuando su vida llegabaa su fin, alcanz la Iluminacin.

    ACEPTACIN DE LA MUERTE

    La historia de Krisha Gotami nos muestra algo que podemosobservar una y otra vez: un encuentro prximo con la muertepuede producir un autntico despertar, una transformacin entoda nuestra actitud ante la vida.

    Tomemos, por ejemplo, la experiencia de casi muerte. Qui-z una de sus ms importantes revelaciones es cmo transformala vida de quienes han pasado por ella. Los investigadores hanobservado una asombrosa variedad de cambios y efectos poste-riores: una disminucin del miedo y una aceptacin ms profun-da de la muerte; una mayor preocupacin por ayudar a losdems; una visin ms cabal de la importancia del amor; menosinters por los logros materiales; una creciente fe en una dimen-sin espiritual y en el sentido espiritual de la vida, y, natural-mente, una mayor disposicin a creer en la vida despus dela muerte.

    Un hombre le dijo una vez a Kenneth Ring:

  • REFLEXIN Y CAMBIO 53

    El hombre perdido que yo era, vagando a la deriva, sin msobjetivo en la vida que el deseo de riquezas materiales, setransform en alguien con una profunda motivacin, unpropsito en la vida, una direccin clara y la enorme con-viccin de que al final de la vida habra una recompensa.Mi inters por las riquezas materiales y mi avidez de pose-siones fueron sustituidos por una sed de comprensin espiri-tual y un deseo apasionado de ver mejorar el estado delmundo.1

    Una mujer le cont a Margot Grey, investigadora britnicade la experiencia de casi muerte:

    Las cosas que sent lentamente fueron un sentido del amormuy intensificado, la capacidad de comunicar amor, la ca-pacidad de encontrar alegra y placeres en las cosas mspequeas e insignificantes... Surgi en m una gran compa-sin hacia la gente que estaba enferma y se enfrentaba a lamuerte, y sent grandes deseos de hacerles saber, de explicar-les del modo que fuera, que el proceso de morir no es sinouna extensin de la propia vida.2

    Todos sabemos de qu manera una crisis vital, como unaenfermedad grave, puede producir transformaciones de semejan-te profundidad. Freda Naylor, doctora que valerosamente llevun diario mientras mora de cncer, escribi:

    He tenido experiencias que jams habra tenido y que deboagradecer al cncer. Humildad, reconciliarme con mi propiamortalidad, conocimiento de mi fuerza interior, que conti-nuamente me sorprende, y otras cosas de m misma que hedescubierto porque he tenido que frenar en seco, reevaluar yseguir adelante.*

    Si efectivamente podemos reevaluar y seguir adelante conesa humildad y esa amplitud de miras recin encontradas, y con unaaceptacin verdadera de nuestra muerte, veremos que nos volve-mos mucho ms receptivos a las instrucciones y la prcticaespirituales. Y esta receptividad bien podra abrirnos a otramaravillosa posibilidad: la de la autntica curacin.

    Recuerdo a una norteamericana de edad madura que fue aver a Dudjom Rimpoch en Nueva York en 1976. No senta un

  • 54 EL LIBRO TI