la vida heroica del libertador

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Breve historia del Libertador Simon Bolivar

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  • Lucio Diez de Medina Lucio Diez de Medina

    LA VIDA

    HEROICA DEL LIBERTADOR

    LLAA VVIIDDAA

    HHEERROOIICCAA DDEELL LLIIBBEERRTTAADDOORR

    Primera edicin

    1943

    1943

    Rolando Diez de Medina, 2005 La Paz Bolivia

    INDICE

    Ofrenda Lrica. Prlogos Isagoge LIBRO PRIMERO

    Captulo I.- Destino. Captulo II.- El Precursor. Captulo III.- Pedro Domingo Murillo. Captulo IV.- Orto. Captulo V.- Bolvar en Londres. Captulo VI.- La primera repblica de Venezuela. Captulo VII.- Su bautismo de fuego. Captulo VIII.- El terremoto de Caracas. Captulo IX.- Cada de Miranda. Captulo X.- Entereza y verdad. Captulo XI.- Adversidad y genioCaptulo XII.- El Libertador. Captulo XIII.- Demagogia y tiranCaptulo XIV.- La invasin de Venezuela. Captulo XV.- La guerra a muerte. Captulo XVI.- La campaa asombrosa. Captulo XVII.- Idealismo y anarqua. Captulo XVIII.- Girardot. Captulo XIX.- Desinters y dictadura. Captulo XX.- El ao heroico. Captulo XXI.- Boves o la barbarie. Captulo XXII.- La guerra indescriptible. Captulo XXIII.- La Victoria. Captulo XXIV.- San Mateo. Captulo XXV.- Carabobo y La Puerta. Captulo XXVI.- La Emigracin de 1814. Captulo XXVII.- Maturn. Captulo XXVIII.- Realidad y sueo o La traicin de Cartagena. Captulo XXIX.- Exilio y genio. La carta de Jamaica. Captulo XXX.- Socialismo Heroico. Captulo XXXI.- Petin y Bolvar. La "expedicin de los Cayos. Captulo XXXII.- Anarqua e infortunio o El martirologio de Barcelona. Captulo XXXIII.- Anarqua y traicin o El congresillo de Cariaco. Captulo XXXIV.- Anarqua y muerte o La rebelin de Piar. Captulo XXXV.- Retrato 225 . Captulo XXXVI.- Pez Captulo XXXVII.- Plumas y Espad

    1

    as .

    a.

  • Captulo XXXVIII;- La campaa de los llanos. Captulo XXXIX.- Angostura Captulo XL.- El Congreso de Angostura. Captulo XLI.- La invasin de Nueva Granada. Captulo XLII.- El paso de los Andes.

    LIBRO SEGUNDO

    Captulo XLIII.- Boyac. Captulo XLIV.- Santa Ana. Captulo XLV.- Jos Artigas. Captulo XL VI.- Luces y diamantes. Captulo XL VII.- Carabobo. Captulo XL VIII.- Laureles y saetas. LA VIDA HEROICA DEL LIBERTADOR

    Captulo XLIX.- Las campaas del sur. Captulo L.- Antonio Jos de Sucre. Captulo LI.- Jos de San Martn. Captulo LII.- La entrevista de Guayaquil. Captulo LIII.- Per o el caos. Captulo LIV.- Junn. 365 Captulo LV.- Ayacucho 373 Captulo LVI.- Apoteosis y genio. Captulo LVII.- Potos. Captulo LVIII.- La creacin de Bolivia. Captulo LIX.- La Constitucin Boliviana. Captulo LX.- La Confederacin Americana. El Congreso de Panam. Captulo LXI.- Apoteosis y traicin. Captulo LXII.- Don Quijote. Captulo LXIII.- La Convencin de Ocaa. Captulo LXIV.- Puales y agonas. Captulo LXV.- Destino. Captulo LXVI.- La muerte del Justo.

    Sntesis. Eplogo. Cronologa.

    "Lucio Diez de Medina, no es slo el

    sentimental amoroso que v la vida a travs de unos Divinos ojos femeninos, ni tampoco el ultrasensitivo que busca a travs de la poesa las emociones ms refinadas y los nuevos estremecimientos estticos; sino ms que nada un temperamento rebelde y justiciero, que sin crispamientos teatrales y sin oratorias tribunicias, exalta, con la voz serena y el gesto amplio, todos los bellos y generosos ideales, que han sido, son y sern, el penacho heroico y eterno de nuestra roza."

    Francisca Villaespesa DEL AUTOR:

    Serie Bolivariana LA JUVENTUD HIDALGA DEL LIBERTADOR LA CADA HEROICA DEL LIBERTADOR LOS AMORES DEL LIBERTADOR MI HOMENAJE AL LIBERTADOR (Prosa y Verso)

    2

  • De hijo en hijo, mientras la Amrica viva, el eco de su nombre resonar en lo ms viril y honrado de nuestras entraas",

    JOS MART

    Mientras se lea" libros y se sueen ensueos, los brillantes discursos, las audaces campaas, los filosficos documentos de Estado de este grande hombre, seguirn siendo una fuente de Inspiracin".

    SAMUEL GUY IMAN

    A las repblicas bolivarianas, que al travs del tiempo y del espacio, prologan la obra y la gloria del Libertador.

    Ofrenda Lrica Slo un hombre en la Amrica ha podido alcanzar el refugio de los dioses, y en golpes sucesivos y veloces tallar en un diamante lo vivido. El, tambin, por un mundo ha padecido como Jess los odios ms atroces; y sin embargo, od: ah! cuntas voces hieren y lo empujan al olvido. Quieren verlo en la sombra sepultado! oh! brbaros resabios ancestrales que le dieron calvario. Cruz y acibar Y est en su gran amor crucificado! "Quin es l?" "cul sus bienes inmortales?" Y el amor en un cntico:"Bolvar"

    3

  • LIBRO PRIMERO

    PROLOGO

    I

    Nuestro afn de verdad y de vida se traduce en una suerte de conciencia histrica, esto es, desdoblamiento del yo, a los cuatro horizontes, por decirlo as. Indagamos el pasado y con su conocimiento tendemos nuestra inquietud al porvenir.

    Dijrase que deseamos verificar nuestra existencia, para someterla a la reaccin de la

    verdad: y la verdad nos ensea el camino de vivir: la misin ms peligrosa y difcil encomendada al hombre.

    Qu de sombras, enconadas luchas y tragedias no precede a la existencia. Fatalmente el

    hombre desde su nacimiento es blanco de todos los peligros: y si logra eludirlos, es el mismo hombre que busca el modo de aniquilar o deformar la existencia, imponiendo la esclavitud en todas sus formas.

    El artista, el pensador, el santo: en suma el sabio, hallan refugio en sus estudios, en sus

    meditaciones, en su sabidura: eluden a los inquisidores y se inmunizan contra los venenos del ambiente: religiosos, polticos o raciales. Pero la gran masa, el pueblo queda desamparado para siempre, vctima de todas las explotaciones, prejuicios o venganzas. 2

    Pero existe una gran fuente: la historia, abierta a todos: ella con sus enseanzas y sus

    experiencias puede servir de ejemplo, de blsamo y de consuelo al hombre. Y se dir: qu es la historia? No busquemos una definicin. Hallmosla ms bien

    reposando en nuestra conciencia. Es decir, cada uno de nosotros, hagamos historia, siguiendo al sabio historiador J. Huizinga que afirma: "Contndome de grandes sucesos que habis presenciado o de grandes personas que habis conocido, hacis historia".

    "Dichosos los pases agrega que siempre siguen produciendo historiadores

    pblicamente activos!" y dichosos los pueblos que leen, comprenden y aman a esos historiadores. Cul es el mejor alimento para un hombre? Evidentemente la verdad y "la historia es la

    verdad acerca del mundo, esto es, la verdad de nosotros mismos. Entonces dmonos a la tarea de descubrir la verdad de nuestro mundo boliviano, americano, cultivando nuestra historia, "porque quin cultiva la historia por aficin espontnea, al decir de Huizinga, experimenta en la historia una forma de libertad espiritual que es lo ms alto que le puede ser dado". (1) J. Huizinga. "Conferencias sobre el estado actual de la ciencia histrica. Revista de Occidente. Madrid 1954.

    Adems, si "la historia est ms cerca de la filosofa", se halla capacitada para resolver

    nuestros problemas y dudas, pero a condicin de que formemos para ella un ambiente intelectual y espiritual en nuestras vidas, porque de lo contrario, segn certera expresin del maestro citado, "ser historia muerta y carecer de valor".

    Siendo el hroe en ltima instancia el genitor de la historia, pero el hroe en su sentido

    carlyniano, esto es, posedo de una "sinceridad extraordinariamente profunda", para nosotros el hroe por antonomasia ser Bolvar, quin, adems, cumple en forma maravillosa el fin principal de la historia.

    Ya lo dijo Max Nordau siguiendo el pensamiento de Hegel "que el fin de la historia es la

    libertad"; y en forma ms precisa Kant: "el alma de la historia es la libertad trascendental"; pero es Jess el Prncipe de los Filsofos, que considera la libertad mxima expresin de la verdad y la

    4

  • perfecta floracin de la naturaleza, de Dios o del destino; (1) L. D. de M. "La Vida Desconocida de Jess". -Estudio critico-filosfico.- 1982 -(Indito). y si Bolvar encarna la libertad libertada por Jess, puede imaginarse la importancia capital que impone su conocimiento y su estudio, en un medio dnde, me atrevo a decirlo, es totalmente desconocido.

    Por eso estudiamos a nuestro hroe como pensador, como guerrillero, como general, como

    organizador y como jefe de naciones. Porque a nuestro juicio tanta importancia tiene la gnesis y desarrollo de sus ideas, como su realizacin en hechos, esto es en batallas, y creacin de patrias.

    Creemos con los sabios historiadores Arnold y Wallace que la mejor forma de la historia es

    la biografa, pero no una biografa literaria, hecha de complejidades psicolgicas, en que la verdad slo sirve muchas veces de escenario, "Una historia perfumada a lo Ludwig" que dira Huizinga, no! sino una biografa vvida, ardiente, real y sincera, como debe ser por fuerza una biografa de Simn Bolvar.

    Por eso la historia clsica por excelencia es un agregado de biografas magistrales. Los

    mismos libros sagrados no son acaso una suma de biografas? Y finalmente para llegar a la comprensin de la historia, es necesario con la voz de la

    experiencia y de la sabidura "visualizar la imagen de aquellos seres que fueron los primeros en concebir los pensamientos, que cobraron nimo para obrar, que arriesgaron y salieron victoriosos, donde otros muchos se entregaron a la desesperacin" (1) Ibidem. Y uno de esos seres autnticos es Bolvar, que no slo realiz historia, sino que la impuso, no ya a la historia americana, sino a la historia universal y clsica, con rasgos de claro-videncia maravillosa, cuando l mismo compara la retirada de los griegos con la invasin de la Nueva Granada, y los obstculos inenarrables que hubo que vencer y exclama, dirigindose a su amigo Salom: "Cuando se escriba la relacin de nuestros combates y se cuenten los prodigios del valor de nuestros soldados, su aliento en todas las adversidades, la historia antigua llena de hroes perder gran parte de su importancia porque se ver excedida con verdad".

    Por eso este libro escrito con entusiasmo y con pasin, es la palabra, la luz y la accin

    bolivarianas, y lo dedicamos a nuestras juventudes, para que conozcan, comprendan y amen a su mejor maestro, el Libertador Simn Bolvar.

    II

    Este es un libro de poeta: y en consecuencia escrito con pasin: pero no existe una sola lnea as de hechos objetivos o subjetivos que no estn respaldados por documentos incontrovertibles y definitivos. emanados del propio protagonista o de los contemparneos que actuaron con l o contra l, en la inigualable epopeya de la liberacin de un continente.

    An lo que pudiera llamarse loa o ditirambo participa de esta condicin ineludible. Somos

    americanos y la emocin y el paisaje de Amrica son grandes y soberbios: slo la envidia, el odio o el enanismo deforman o falsifican ideas y documentos.

    All ellos. los eternos mezquinos e impotentes. que se pasan aos tras aos, midiendo

    palabra por palabra letra por letra sus flacas elocubraciones, sus calumnias o sus infundios. Quiz. mis mejores armas, en trance de escribir este libro son el amor y el entusiasmo:

    amor a la verdad y la belleza en su sentido csmico y eterno, y entusiasmo por el prcer que supo conquistar, o materializar. por decirlo as, esa verdad y esa belleza, desdoblados en justicia, libertad, igualdad y fraternidad, para repartirlos como Jess o don Quijote, entre los desheredados de su Amrica.

    "A dnde ir Bolvar? clama Jos Mart Al brazo de los hombres para que defiendan

    de la nueva codicia y del terco espritu viejo la tierra dnde ser ms dichosa y bella la humanidad".

    5

  • Donde haya hombres libres, demcratas y generosos, all ir Bolvar, en son de paz o de campaa: porque donde se imponga el despotismo o la tirana, y sea ley el pual o la cicuta, habr siempre de clamar: "Jos, Jos vmonos que de aqu nos echan: a dnde iremos?".

    Ir donde slo se respire libertad, y se ame la libertad apasionadamente, as como ese

    nobilsimo poeta y soador Stefan Zweig, y los que como l, hoy mismo, ven sus patrias crucificadas y mutiladas, y saben de qu aureolas y latidos arranca la dicha de vivir.

    Por eso este libro ha sido escrito con entusiasmo y con amor; es posible que padezca por

    incompleta la cita de documentos u otros, pero, es ma la roca en que he tallado su imagen y ma la sangre que le anima.

    III

    Escriben la vida de este Quijote militante, centenares de historiadores, cronistas y poetas. as del viejo como del nuevo mundo, y en pases tan lejanos como el Japn, la China y la India, su nombre es la mayscula mayesttica labrada en filigranas de oro heroico, con la que se abren captulos resonantes de la historia universal.

    Por lo dems, vida tan maravillosa ofrece en este aspecto tantas facetas. que ya es smil

    de aquel otro grande que rebasa la historia de la Europa con la imperial resonancia de su nombre. Mientras indagan unos apasionadamente. detalles de su infancia precoz, otros ahondan su

    escalpelo psicolgico en su adolescencia hidalga; y si para aquel su juventud es venero inagotable de conjeturas apasionadas. para ste su madurez mesinica fatiga pegasos, cndores o pumas, que vigilan altivos los cuatro horizontes de la Amrica autctona.

    Y se explica este afn, si minadas de hombres, por no decir pueblos ntegros llevamos en

    las venas sangre boliviana, si en suma, no existe ser alguno en nuestra Amrica, que fatalmente, si no es hijo, es nieto de Bolvar.

    Su nombre que quisiera ser desconocido para algunos, es como el radio, que si el

    imprudente lo maneja sin cuidado, quedar herido para siempre: que as como su nombre galardona, tambin hiere al atrevido que lo calumnia o desconoce.

    Desmesurada soberbia se dir, megalomana sectarista, adulacin bolivarista; ms, por

    ventura, no vis que el Libertador ya pertenece a otro mundo superhumano; si l mismo en trgico trance lo ha mostrado cuando ya casi no se perteneca fsicamente, y hablaba ms all de la tumba, despojado de vanidad y de orgullo: "Los tres majaderos ms grandes de la humanidad hemos sido Jesucristo, Don Quijote y yo.

    Y muerto, su imagen deviene legendaria, se confunde no ya con los grandes del mundo

    sino con los personajes mitolgicos y los dioses: Carlos Pereyra lo v personificado en Ssifo, aduciendo al efecto razones definitivas; el gran don Juan Montalvo en un captulo digno de Cervantes, lo muestra superior a Napolen y todava se pregunta: "En qu cede a los grandes hombres de lo antiguo? En que es menor con veinte siglos y solo el tiempo viejo prodigioso destila en su laboratorio mgico el leo con que unge a los prncipes de naturaleza, que ser Bolvar cuando sus hazaas pasando de gente en gente, autorizadas con el prestigio de los siglos lleguen a los que han de vivir de aqu a 1,000 aos"?

    Y el admirable maestro del Plata, J. Enrique Rod sentencia: "Cuando cien generaciones

    humanas hayan mezclado, en la masa de la tierra, el polvo de sus huesos con el polvo de los bosques, mil veces deshojados, y de las ciudades veinte veces reconstrudas y hagan reverberar en la memoria de hombres que nos espantaran por extraos si los alcanzramos a prefigurar, minadas de nombres gloriosos en virtud de empresas, hazaas y victorias de que no podemos formar imagen, todava entonces, si el sentimiento colectivo de Amrica libre y una no ha perdido esencialmente su virtualidad, esos hombres, que vern como nosotros en la nevada cumbre del Sorata la ms excelsa altura de los Andes, vern, como nosotros tambin, que en la extensin de sus recuerdos de gloria nada hay ms grande que Bolvar".

    6

  • Porque, en verdad, Bolvar si es grande entre los grandes, es debido a que cumple las dos

    condiciones capitales para serIo: civilizador y libertador, no ya de muchos pueblos, ms s de un continente.

    Por eso la emocin y el jbilo desbordan, porque al decir de Mart: "oh! no! en calma no se

    puede hablar de aquel que no vivi jams en ella! de Bolvar se puede hablar con una montaa por tribuna, o entre relmpagos o rayos, o con un manojo de pueblos libres en el puo y la tirana descabezada a los pies!"

    Para qu insistir con el poeta-polemista-historiador Rufino Blanco Fombona: que "ni los

    guerreros fabulosos del Asia, Gengis-Kan o Tamerln han recorrido triunfales, tantas tierras como l. Para qu citar ms perodos que como lenguas de fuego se multiplicaran en todas las cabezas?

    Bolvar por s slo, de slo orse su nombre sugiere la fuerza y la gloria de un Imperator; y

    en verdad, como escribieron sus amigos o enemigos: "El slo era la revolucin', "El slo la libertad"; de ah sus asombrosas hazaas y sus milagros. Comanda ejrcitos de diez naciones. Libera cinco. Intenta la confederacin del continente. Mxico lo llama para ponerlo al frente de sus tropas. Uruguay vuelve a l su esperanza. Chile y la Argentina lo aman y lo llaman. O'Higgins quiere servirle y acompaarle como voluntario y exclama que, "el triunfo del General Bolvar es la nica aurora de la independencia de la Amrica del Sur", San Martn el libertador del Sur es su primer admirador y siempre en su retiro lleva su retrato, aunque a destiempo quieran nublar ese fervor, y poner sombras donde slo haba luz.

    Adelantndose a los socialistas, funde razas, clases o pueblos en el crisol de su

    mesianismo liberador y suea por fin, en una Repblica Universal. A qu enunciar los mritos de Bolvar: la exaltacin sublime de sus sueos: la estupenda

    realidad de sus acciones? El arranc de la nada un mundo entero: y uno slo de sus capitanes, vale ms, para ejemplo de los pueblos, y arquetipo de los santos, que todos los Mariscales de Napolen.

    Si este libro no intentara ser una sntesis del padre, maestro al par libertador, desataranse

    los perodos en Nigaras de admiracin y ofrenda: quede slo su nombre, Bolvar, as como un diamante central, de esa diadema de los Andes, con que de norte a sud la Amrica autctona se corona, y quede su resplandor iluminando nuestras vidas, levantndolas, enaltecindolas, transfigurndolas, porque si Dios nos falta en las alturas, ac en la tierra, nos queda un Dios forjado en nuestro barro, en nuestro afn y nuestro amor!

    Lucio Diez de Medina.

    ISAGOGE

    En roca andina tallar la imagen del gran padre. Solitario y magnfico: rutila como un astro lejansimo su nostalgia. La luz del sol sera leve para un smil. El resplandor de su tristeza diamantina pone aureolas de dicha en todo ser y en toda cosa.

    Yo tallar su imagen con los cinceles rudos de mi entusiasmo. Yo habr de mirarme, por

    fin, en sus ojos enormes y nostlgicos. Yo escuchar su voz, nacida del silencio como una queja que desplegndose en dos alas abiertas, desde el cnit. sea el nuncio augural de la grandeza americana.

    Su amor transfigurado a fuerza de martirios, dar un latido violento a mi tristeza y ser su

    propia voz, su propio gesto que en relampagueantes sacudidas anime el curso de estas pginas. Porque amarlo es un pico ejercicio, la divina locura del manchego inmortal.

    Comprenderlo, oh, luz! es sumergirse en los ocanos de sus sueos. Vivir con l oh, jbilo! ver

    7

  • desdoblarse la existencia. Sentir otra emocin! Otra sangre en las venas! Otra luz en los ojos! Otro mpetu! Otro afn! Otra alegra!

    Y sin embargo, suyo el destino de los grandes, suyo el destino de los dioses. El beso en sus mejillas fu la seal para perderlo! Y el abrazo fu el pual descargado por

    la espalda. Negado, calumniado, vilipendiado cuando viva, y sin embargo, ahora mismo, sus propios

    hijos le tienden la negra copa colmada de ingratitudes. Pero di libertad a un continente, cre naciones, como a sus propios hijos. El llamarase desinters, en rasgos de totales desprendimientos! Cid, od: si naci prncipe, muri mendigo! Como un nuevo profeta vengador volvi de otros continentes, trayendo la libertad para sus

    pueblos. Sus apstoles se convirtieron en lobos vengativos. Y su madre y sus amadas, apenas

    fueron en su pattica partida, sombras luminosas besndole las sienes martirizadas. Slo un hijo, slo un santo, le antecedi en las trgicas jornadas: el magnnimo y grande

    Mariscal de Ayacucho! Que Homero, Camoens y Cervantes, erijan guirnaldas luminosas para que pase el Hroe,

    el Libertador, en suma el Justo!

    DESTINO I

    Como los aurferos filones que esconden avaramente las montaas; o la sangre que al travs de las genealogas magnifica la especie, as reposa en las neuronas cerebrales el relmpago del genio; mientras tanto, nebulosas materiales o espirituales, ocultan o anulan la accin providencial. La adolescencia de Bolvar nada presagia al genio maravilloso que duerme en l; empero al concurso de los aos y de las primeras experiencias, un insatisfecho e inquietante afn lo vence y lo lleva en una suerte de oleaje desatado. Asombra su juventud por sus desconcertantes arrebatos: prtico de la luz, isagoge de la libertad. Para l parecen escritas estas palabras destinadas al genio de Federico el Grande: "son muy contados los caracteres que despus de unos aos iniciales de inquietud, obscuridad y disensin internas van ganando claridad y certidumbre a medida que avanzan hasta llegar al final de su vida, a aquella armona a que fueron destinados por la naturaleza".

    La adolescencia y la juventud del Libertador Bolvar, demuestra con harta elocuencia que

    l es uno de esos contadsimos caracteres que ha luchado no ya contra los obstculos exteriores de todo gnero, sino contra su propia humanidad, afinando sus sentidos y doblegando en suma, su fisiologa avasalladora, en una permanente exaltacin espiritual.

    Verdad y Herosmo llamaramos la vida de Bolvar, por su creciente afn de propagar los

    principios de justicia y libertad y por esa inigualable tenacidad para sobreponerse a todos los infortunios y vencer las oleadas adversas que en .todo tiempo descargaban sus golpes sucesivos con un extrao afn de dominarlo.

    Quede para otro trance, la .historia de su infancia y su adolescencia y hallmosle en un

    punto que sea fin y partida a la vez, de su vibrante juventud; vida o muerte, cada o arranque de ala, que pugna lanzarse a las alturas enamorada de la luz y de la accin.

    8

  • Todo lo ha conocido, sentido, o sufrido: amores exaltados, desesperanzas prematuras de

    una viudez inusitada; viajes, estudios y aventuras; para l la copa del placer se ha convertido en la copa del hasto, y llega a un punto en que se decepciona de la existencia y slo pide morir, esto es, arrancarse de la envoltura humana; dejar como la crislida el capullo y libre ya, realizar el sueo de su liberacin. Pero su viejo maestro Rodrguez, mejor Robinson, (el nuevo nombre que haba adoptado), ms admirable an, para nosotros que el clsico personaje de Foe, lo vigila y le impone no morir; le muestra mirajes que magnifican la existencia de un hombre: los estudios, o la hermosa misin de libertar hombres, pueblos esclavizados... (1) Carta de 1804 dirigida por Bolvar a su prima Fanny de Villars en Pars. Aunque dicha carta a que hace referencia este dramtico episodio. es considerada apcrifa, sin embargo. el erudito historiador don Vicente Lecuna la publica en el primer tomo de su magnfica obra "Cartas del Libertador" Pg. 11 al 17, y en la nota correspondiente afirma: "Contiene juicios y expresiones al parecer de Bolvar..." Y en el tomo X "Apndice" Pg. 395, haciendo alucin a esta misma carta y otras, publicadas en "El Faro Militar" en 1845, en el Per, agrega "Es posible que ellas no hayan sido traducidas fielmente, pero, como dijimos en la nota a la primera, contiene juicios y conceptos que permiten creer que estas versiones son realmente tomadas de cartas autnticas, admitiendo al mismo tiempo que han sido en parte adicionadas o alteradas, principalmente la versin de la carta de 1804, la cual segn el autor del articulo, no es la carta completa sin unos fragmento! de la original" y es en este punto, que de golpe se ilumina su espritu con el recuerdo de la Francia revolucionaria: libertad, igualdad, fraternidad: promesas mesinicas que tuvieron su brote primigenio en su lejana Amrica! Ah! cmo senta renacer sbitamente entre su espritu un alba promisora de esperanza Patria! Patria! Aleteaba como un sol en su cerebro esta palabra mgica! El, haba nacido en una tierra esclavizada, en un mundo descubierto para la redencin de todos los pueblos. Mundo de amor, de paz; mundo de maravillosas riquezas y paisajes. Y sin embargo oculto en la ms abyecta tirana; hundido en el dolor, la pesadumbre y la tiniebla, como una virgen hermossima sepultada entre brbaras cadenas y mazmorras! Y vea en su mente cruzar las legiones de americanos martirizados! Cadalsos y cadalsos! Sombra y tinieblas. Acbares y ltigos para la virgen inmortal del Nuevo Mundo! ...Y sin embargo en ese mismo instante sentase revivir al calor de las palabras generosas de su viejo y bien amado maestro Robinsn: Ah! cmo escuchaba en su corazn el cntico de supremas reivindicaciones... un segundo quedse inmvil con la vista clavada en el espacio... el perfil del Primer Cnsul le iluminaba como un astro! Record sus batallas, sus proclamas y la obra virgnea y ya estupenda de su genio creador. Acaso tambin senta en un sueo resonar en su espritu las clusulas ardientes de sus proclamas y los artculos luminosos, como espadas, de sus futuras constituciones...

    Ahora conoce el origen de sus antiguos pesimismos. El fuego interno que devoraba sus

    entraas. Y ya sabe en verdad que Dios se ha apoderado de su corazn. Y recuerda sus cartas apasionadas y dramticas a su romntica amiga de Pars, Fanny de

    Villars, a quien escriba en un exceso de pasin con el nombre de su esposa muerta... "Teresa, no soy un hombre como todos los dems, y Pars no es el lugar que pueda poner trmino a la vaga incertidumbre de que estoy atormentado"...y recuerda sus charlas con los sabios Humboldt y Bomplad; y las palabras de Humboldt cruzan su cerebro en saetas de luz: "La libertad del nuevo mundo. Qu magnfica empresa, qu sublime. Creo que la fruta est madura, pero no veo al hombre capaz de realizar tamaa empresa!".

    Y su respuesta mgica: "Seor barn, voy a buscar a ese hombre en mi Patria. Y si no lo encuentra Ud.?

    "Lo formaremos". (1). Cornelio Hispano. - "El Libro de Oro de Bolvar". - Pars 1925.- Pg. 56 y 57.

    Bolvar, tal sumergido en un sueo, sigue escuchando a su maestro; comprende que su designio est resuelto; y como en un orto, v asomarse la estrella de su destino.

    De golpe el genio irrumpe en una maravillosa exaltacin; para nosotros el juramento en el

    monte Aventino, es la llamarada augural que anuncia una nueva etapa en la historia de la humanidad. Bolvar el joven desconocido an, en esas profticas palabras, se muestra ntegro, en cuerpo y alma, como si ya sobre su frente aleteara la gloria de sus mejores das, Por eso su maestro Rodrguez le besa en la frente mientras las lgrimas asoman a sus ojos.

    9

  • Oh!, hermosa amistad, cmo a tu influjo se sublima el barro humano y la pobreza deviene

    opulencia y el dolor alegra, la desesperacin optimismo y esperanza y la misma muerte el mgico fiat lux de los predestinados!

    Ms tarde lo sigue en su extraa teraputica, cuando cruzan a pie los caminos de Italia,

    empujando una carreta donde llevan sus equipajes por los caminos polvorientos, comiendo frugalmente, pernoctando en las eras, a la luz de las estrella!, del modo ms extrao y quijotesco; este sistema le devolva salud y era un tnico enrgico para su cuerpo debilitado: En esta su primigenia odisea, roz con un gravsimo peligro: Plutarco, que pudo infiltrarle el ms absorvente y peligroso individualismo, "Plutarco por quin llegamos al endiosamiento corruptor de individuos que dicindose de una esencia superior, semi divina, se suben sobre las espaldas de otros hombres, y con frases, con intrigas o con batallas, adquieren el derecho de que se les considere dueos del destino de los pueblos" (1) Carlos Pereyra. Bolvar,. Washington, Un paralelo imposible". Madrid. Pg. 113. Admirable sentencia que ahora precisamente encuentra su trgica justificacin, en ese genio adverso, subido sobre los hombros de la Europa ensangrentada y que entre montaas de cadveres, amenaza ser dueo del destino del Universo.

    Bolvar tuvo el smil plutarquiano en Napolen, y se inmuniz de tal peligro con la pasin

    mesinica de quien ya fuera por siempre y para siempre su Dulcinea del Toboso: la gloria, y su mximo afn: la libertad de un continente, y es de entonces por antonomasia el Don Quijote Bolvar, "uno de los grandes hroes en que ha encarnado el alma inmortal de la Hispania mxima, miembro espiritual sin el que la humanidad quedara incompleta" al decir de don Miguel de Unamuno.

    Y un da entre los das, evocando pretritas grandezas, al amparo de las columnas y

    sepulcros histricos del Monte Aventino, en un sbito rasgo de inspiracin, como si todo e] fuego que abrasaba su alma quisiese por fin mostrarse al cielo, ante el asombro de su maestro que lo escuchaba embebido y con una interjeccin similar a la de nuestro msculo y bravo hroe de la Guerra del Pacfico y arquetipo el valor, don Eduardo Abaroa, rubric su discurso jurando n dar descanso a su alma, ni a su brazo, mientras no arroje de la Amrica al ltimo de los dspotas y sanguinarios espaoles. (1) Carlos Pereyra. "La Juventud Legendaria de Bolvar". - Madrid. 1912. Pg. 201.

    Y para la culminacin de tan admirable juramento habr de realizar milagro tras milagro,

    creando por su sola voluntad y carcter, patrias que no existen, ejrcitos que no existen, "creando e imponindose deberes" que tampoco existen; y amasando con todo ello, la libertad de un continente; porque, en verdad, sin el concurso de su prodigioso genio, otra y bien triste, sera la suerte de la Amrica latina.

    EL PRECURSOR II

    "El amor de la Patria se ha apoderado de t, y ya no me perteneces ms!", clama su amada Fanny, rogndole intilmente diferir su partida.

    Bolvar siente agitarse un mundo en sus entraas; su pensamiento llamea impetuosamente

    en un mudo silencio, y parte; cruza los Pases Bajos, Alemania; y de Hamburgo se embarca hacia su Amrica; arriba a Bastan, cruza New York, Filadelfia, Washington y Charleston; mide la prosperidad y grandeza del pas que ya se anuncia gigante de las Amricas, al amparo de los pabellones de la libertad; y acariciando para su Amrica autctona idntica libertad y prosperidad, pisa la tierra de los suyos en La Guayra el mes de febrero de 1.807.

    Y es un alud herico y martirolgico que lo recibe. Dijrase que an le mira la cabeza

    ensangrentada del patriota Jos Mara Espaa, izada en una horca en ese puerto, el ao 1799, y la de tantos mrtires sacrificados por su amor a la libertad; sabe de los recientes fracasos del General Miranda, el de Ocumare, el 25 de mayo de 1806, y el de Coro, en agosto del mismo ao, no

    10

  • obstante la ayuda poderosa de Inglaterra; golpes que desataron, represalias horrendas contra los patriotas americanos. La efigie de Miranda y sus proclamas quemadas por la mano del verdugo en la plaza de Caracas. Conoce los infortunios del viejo general, que no obstante de su reconocido prestigio de ser el precursor de la Independencia de Amrica del Sur, y de haber agotado todos sus esfuerzos y propsitos para la realizacin de sus generosos ideales, slo hall como respuesta la absoluta, por no decir animadversin indiferencia de sus compatriotas, que al arrojarlo de su patria, lo hirieron ya de muerte para siempre. Famoso general venezolano, su nombre llena captulos ntegros de la historia de su patria, y por haberse apagado la brillante luminaria de sus hazaas apenas roz la lumbre de Bolvar, es necesario referirnos, grosso modo, a su historia gloriosa al par de infortunada.

    Treinta aos mayor que Bolvar, y clebre en ambos mundos como no lo fu ninguno de

    los capitanes de Amrica en su poca. En plena juventud hroe de la emancipacin de los Estados Unidos, General de la revolucin francesa, asiduo de las cortes de Europa, favorito de Catalina II de Rusia, que le otorg el grado de Coronel, Mariscal de Campo, su nombre figura en el Arco de Triunfo de Pars. Donde quiera paseara su bizarra e impusiera su espritu luchador y aventurero, ganaba simpatizantes o adeptos para la causa de Ia emancipacin americana; sus afanes, sus proyectos Y sus hazaas alcanzaron tal magnitud que un volmen sera pequeo para narrarlos totalmente. Donde quiera que est Miranda all se inicia un foco de rebelin; se lo considera el hombre ms peligroso de Europa y se le d el ttulo de Prncipe de los Revolucionarios. Iniciado en sociedades secretas. Gran Maestro de la Logia Americana; establece juntas revolucionarias en las principales capitales de Europa, se vincula con los principales prceres americanos como Bolvar, Mario, O'Higgins, Monteagudo, San Martn, Mariano Moreno, Alvear y otros patriotas de Mxico, Quito, Caracas, Bogot, Santiago y Buenos Aires. "Ningn hombre, afirma el historiador Jules Manzini, de cuantos han desempeado algn papel en el perodo preliminar de la emancipacin de las Colonias .Espaolas, ha dejado de estar desde aquel momento, en relaciones seguidas con Miranda, ya personalmente, ya por correspondencia".

    Busca repetidamente la ayuda de Inglaterra, a cuyo primer Ministro Pitt entrega un

    "Proyecto de Constitucin para las colonias hispanoamericanas", con las que pensaba fundar un imperio que se extendiese desde el Mississipi hasta la Tierra de Fuego.

    Admirado por el mismo Napolen, que lo halla "posedo por el fuego sagrado de la libertad", cruza Holanda, Dinamarca, Suecia, Alemania, Rusia, Polonia, Italia, Francia, Turqua, Crimea, Asia Menor y Egipto, imponiendo siempre en todas partes el influjo de su inteligencia y su valor!

    "Gran diletante lo llama el historiador Carlos Pereyra gran memorista, notoriamente

    megalmano, brillante en la palabra y la accin, pero sin juicio para conducirla, ni energa moral para perseverar en ella" y agrega: "Miranda , conmueve en el sacrificio, pero no es posible discutir que llega al infortunio por su propia imprudencia". Sagaces y definitivas palabras que hacen luz en la tragedia que por influjo de Bolvar acab con las hazaas y la vida de Miranda. (1). Carlos Pereyra. -Ob. Cit.

    PEDRO DOMINGO MURILLO

    III

    Los trascendentales acontecimientos acaecidos en la metrpoli el ao 1808, y que culminaron con la rendicin de las fuerzas espaolas a los ejrcitos imperiales de Napolen, repercutieron en forma intensa y reveladora en las Colonias; al grito de "Viva Fernando VII" se erigieron cabildos en Quito, Caracas, Santa F de Bogot, Buenos Aires y Chuquisaca, y en forma no disimulada abrieron cauce a su reprimido afn de libertad; pero qudale a la ciudad de La paz, la ms valerosa e influyente poblacin del Alto Per, el este entonces, y hoy capital de la Repblica de Bolivia, la gloria de haber planteado en forma definitiva e irrevocable el dilema libertario de la Amrica ntegra, el 16 de julio de 1809, gesto glorificado por la sangre y el martirio de los esforzados campeones altoperuanos que pasaron a la historia con el glorioso ttulo de "Protomrtires de la Independencia Americana". Y es don Pedro Domingo Murillo, el insigne varn que enciende con su sangre y levanta entre sus manos la tea de la libertad, que nunca ms apagarn los tiranos; la misma que despus de 15 aos de terribles hazaas, la pasea, Bolvar por

    11

  • las cumbres y llanos de su Amrica, para fijarla finalmente como trofeo nico, entre los estandartes de todos los pueblos americanos, en la cumbre fabulosa del Potos.

    La revolucin del 16 de julio de 1809, gestada 15 aos atrs, y cuyo proceso irresistible

    estuvo a punto de culminar en 1805 simultneamente con un gran alzamiento en el Cuzco, es, en verdad, el primero y el ms resuelto gesto de libertad y patria, en tierras americanas, sin excluir la rebelin de los Catari en el Alto Per, la de Tupaj-Amaru en el Bajo Per, y otros en distintas regiones de Amrica; coincidiendo magistralmente en este punto con los ideales y los propsitos de Bolvar que a la vez de romper las cadenas de la esclavitud, forjaba los basamentos en que: haban de asentarse las futuras nacionalidades, (1) En nuestra revista "Motivos" No. l. ao III. Febrero de 1938, hemos trascrito un fragmento de la biografa del Mayor Coronel Don Clemente Diez de Medina. Por el sabio boliviano doctor Agustn Aspiazu, que lo presenta como uno de los precursores y libertadores de la Amrica, por su decisin, accin en la batalla de Maip y en las de Jea. Nazca, Acari y otras en el Per. En la reproduccin de dicha obra publicada por Alberto Diez de Medina en La Paz el ao 1909, se hacen aclaraciones de enorme importancia sobre la participacin de Clemente Diez de Medina en la revolucin del 16 de julio de 1809. En nota de la Pg. 20 escribe:

    Est comprobado, por los documentos que poseemos, que don Clemente Diez de Medina form parte de las primeras juntas revolucionarias que se organizaron en La Paz y, como podr verse por algunas trascripciones que van en seguida fu designado Por una de aquellas juntas a las que asistieron Murillo. Indaburo. Orrantia y otros muchos, para encabezar el movimiento revolucionario y la toma del cuartel, que debi efectuarse en la noche del 30 de Marzo de 1809 (Jueves Santo).

    El movimiento no pudo llevarse a cabo, por infidencia de algunos de los revolucionarios. Segn unos, y segn otros, por simple indiscrecin o ligereza de los mismos. A consecuencia de estos hechos, don Clemente fu condenado a destierro por orden del Gobernador, y aunque no se someti a dicha orden, se retir voluntariamente a Yungas, disgustado de la conducta de algunos de sus compaeros en el movimiento fracasado del 30 de Marzo.

    Est pues fuera de duda, que Don Clemente, se hallaba en contacto intimo con Murillo y dems compaeros, desde su llegada de Europa, hay por lo mismo motivo sobrado para dudar de la autenticidad de las cartas a que venimos haciendo referencia. (Cartas apcrifas publicadas en la biografa de referencia).

    Respecto de la actitud de don Clemente, que fu nombrado primer Jefe del Regimiento "Hsares" de Caballera, as como de la de Murillo y otros personajes que tomaron parte en la revolucin del 16 de Julio, nos proponemos aclarar en un nuevo estudio, ciertos hechos histricos que contribuirn en parte a formar el verdadero criterio con el que deben juzgarse esos sucesos, a fin de establecer la verdad histrica que debe transmitirse a la posteridad.

    En la misma nota se trascribe parte de un importante estudio de M. Rigoberto Paredes: "En la reunin efectuada en la casa de Orrantia, estuvieron presentes Murillo, Indaburo, Clemente Diez de

    Medina, los Lanza, Jos Antonio Medina y algunos otros revolucionarios, Murillo opinaba por un pronto pronunciamiento revolucionario, demostrndoles las ventajas que les presentaba la situacin aflictiva de la Metrpoli y el desconcierto de las autoridades y de los realistas, que no atinaban a orientarse en aquel estado anmalo, precursor de borrascosos conflictos. En esta Junta se acord postergar el estallido revolucionario hasta la Semana Santa, y que l deba ser dirigido por don Clemente Diez de Medina, a quien se consideraba como poseedor en alto grado de conocimientos militares, indispensables para obrar con habilidad en esas difciles circunstancias. (Apuntes para la Historia del 16 de Julio de 1809, por M. Rigoberto Paredes)".

    Murillo precursor de la libertad de Amrica, es a su vez precursor de la patria boliviana, a la

    que adivina en su espritu tan viva, que ya la siente y la canta an en sus horas de mayor martirio. La Junta Tuitiva, al decir del eminente historiador y poeta don Manuel Mara Pinto, es ya un

    cuerpo parlamentario que abarca no slo los virreynatos del Per, del Ro de La Plata, sin la Capitana de Chile y el Reino de Quito. (1) Est comprobado que la revolucin de Quito, del 10 de agosto tenia vinculaciones con la del 16 de julio de 1809 en La Paz.

    Para entonces La Paz, es el prcero ncleo que une los principales centros de la Amrica

    como. un espejo ustorio, para lanzar los rayos que, acabaran con. el poder espaol en la. Amrica autctona.

    Bolvar, Sucre, los prceres de la independencia, bien saban que el Alto Per fu un

    semillero de "Congresos representativos de los derechos del Pueblo ", y no olvidaban el recuerdo de Murillo y de los protomrtires, y de ah su afn de llevar su esfuerzo y victoria, precisamente a Id cuna de la gesta emancipadora del continente, aquella en que latieron las primeras repblicas municipales, econmicas, y sociales. (2) La clase indgena tuvo acceso legal en los primeros cabildos o Repblicas; es fama que integraron la celebrrima Junta Tuitiva. D. Francisco Catari Yucacollo por los Yungas. D. Gregorio Rojas por Omasuyos. y D. Jos Santo por Sorata (*), al revs de los patriotas conservadores de Buenos Aires. Tucumn. Crdova. Chuquisaca, el Cuzco o Lima, que crean resolver los problemas de Amrica con el sistema monrquico, cuyos partidarios mximos fueron don Jos de San Martn, don Bernardino Rivadavia, y don Manuel Belgrano. (**)

    Mal que les pese, muchos envidiosos tendrn que reconocer que don Manuel Mara Pinto h., que ha debido

    tener razones poderosas para exilarse definitivamente de su patria Bolivia, con el fin exclusivo de que sus hijos nazcan , bajo otra bandera es no slo un gran poeta, sino uno de los historiadores ms altos y ms cultos de la Amrica, como lo demostraremos oportunamente.

    12

  • (*) D. Manuel Mara Pinto.- "La Revolucin de la Intendencia de La Paz". (**) Carlos A. Villanueva.- "La Monarqua en Amrica, Bolvar y el General San Martn". - Pars 1911.

    Murillo es el vidente que se anticipa a las magistrales realidades de Bolvar, cuando exclama "ya es tiempo de organizar un sistema nuevo de gobierno, fundado en los intereses de nuestra Patria"; as lo reconocen los pocos historiadores que han ahondado la gnesis de la emancipacin americana. Slo la pequea rivalidad, la envidia nacionalista, o la absurda mala voluntad, pueden desfigurar o acallar hechos que por igual honran a todos y cada uno de los pueblos libres de Amrica. Historiadores como D. Carlos A. Villanueva descriminan los alcances de la revolucin de julio y dan autntico sentido a su proclama, diciendo que "debe rememorrsela siempre, por haberse fijado en ella los principios y doctrinas de la colosal revuelta emancipadora". (1) Carlos A. Villanueva. -"Napolen y la Independencia de Amrica". Pars. Pg. 218, 2119 y 220. O, el uruguayo Hugo D. Barbajelata, que le d importancia continental, y que al rememorar la proftica frase de Murillo, a tiempo de entregar su cabeza al verdugo, el da 29 de enero de 1810: Compatriotas yo muero, pero la tea que dejo encendida nadie podr apagarla", exclama "No! que haba de apagarse! Destellos llev hasta Buenos Aires aquel insigne Mariano Moreno, que tena la audacia de Dantn". (1) Hugo D. Barbajelata. Artigas y la Revolucin Americana". Pars 1914. Pgs. 149 y 16.

    Murillo tiene la gloria de haber sido radical en la prdica y en la realizacin de los principios

    republicanos. No teme la catstrofe, no ya ante los realistas, ms s, herido por la anarqua de los propios americanos, frente a la reaccin del enemigo. Por eso su inmolacin y su reto final, es la rbrica resplandeciente a su epopeya homrica. Murillo el prcer desconocido, que levanta a los pueblos e inflama las conciencias con aquella proclama cervantina que est rutilando al travs de las pginas de la historia. Es necesario conocerla ntegra:

    "Valerosos habitantes de La Paz y del reino del Per, hasta aqu hemos sufrido una

    especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria; hemos visto con indiferencia por ms de tres siglos, sometida nuestra primitiva libertad al despotismo y tirana de un usurpador injusto, que degradndonos de la especie humana, nos ha reputado como salvajes, y mirado como a esclavos; hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez que se nos atribuye por el inculto espaol, sufriendo con tranquilidad que el mrito de los americanos haya sido siempre un presagio de humillacin y ruina. Ya es tiempo, pues, de sacudir yugo tan funesto a nuestra felicidad, como favorable al orgullo nacional espaol. Ya es tiempo de organizar un sistema nuevo de gobierno, fundado en los intereses de nuestra Patria, altamente deprimida por la bastarda poltica de Madrid. Ya es tiempo, en fin, de levantar el estandarte de la libertad en estas desgraciadas colonias, adquiridas sin el menor ttulo y conservadas con la mayor injusticia y tirana. Valerosos habitantes de La Paz y de todo el imperio del Pero, revelad vuestros proyectos para la ejecucin; aprovechos de las circunstancias en que estamos; no miris con desdn la felicidad de nuestro suelo, ni perdis jams de vista la unin que debe reinar en todos, para ser en adelante tan felices como desgraciados hasta el presente".

    En verdad, asombra la audacia y la videncia con que ha sido escrita esta proclama; si bien

    en otras insurrecciones anteriores lati este mismo espritu, en cambio al decir del historiador boliviano Jos Rosendo Gutirrez; "nunca haba sido proclamado tan alto en el corazn mismo del continente: (1) Jos Rosendo Gutirrez. -"Pedro Domingo Murillo".- La Paz.

    Ser menester que la Amrica conozca ampliamente a su proftico precursor y mrtir, cuya

    cabeza destroncada apunt a los espacios la sublime trayectoria de Bolvar, (2) Como para no hacer excepcin a la uniformidad de datos equvocos que registran los historiadores de Amrica sobre la Revolucin de La Paz, del 16 de julio de 1809, Luis Alberto Snchez, en su Historia de Amrica presenta al respecto, datos falsos y apreciaciones erradas, -pgina 66, Tomo II, de todo punto lamentables, en tratndose de un estudio de tantos prestigios, como lo es Luis Alberto Snchez.

    ORTO

    IV

    Bolvar es el orto de la esperanza americana; dijrase que en las pginas de la historia su nombre se aguza en lo una espada diamantina, iluminndola, marcndola, en suma atravesndola. Es con l, que las campaas libertarias devienen ese tremor, esa sugestin, esa

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  • fuerza epopyica, capaz de doblegar no slo a muchedumbres, ms s a los mismos elementos, en gestos o raptos sobrehumanos que hacanse realidad en los pasajes bblicos o en las jornadas mitolgicas, con que han iniciado su vida todos los grandes pueblos de la tierra.

    Como el torrente que va acumulando sus aguas o ensanchando su potencia, en apariencia

    plcidas, para irrumpir ms tarde en el salto final, Bolvar a su llegada a la tierra nativa, atiende sus asuntos personales, discurre aqu, observa all, medita, estudia, comprueba la inmensidad de los obstculos para la liberacin del nuevo mundo: mayoras reacias, ignaras, fanticas, sumidas totalmente al dominio espaol, tanto, que parecen enceguecidas para siempre; sordas al llamado augural de las supremas redenciones, inmviles, apticas, como si la fatalidad les hubiese vaciado el corazn en moldes de conformidad y sumisin. Indios, mestizos, zambos, esclavos, que finalmente si no abrazaban en forma resuelta y loca la causa del rey, mostraban glacial indiferencia a los afanes y llamados de los patriotas. Miranda haba bebido hasta las heces el acbar de la indiferencia de los pueblos nativos de su Amrica, y hemos dicho que acaso fu sta la mayor herida que recibi al final de su tormentosa carrera.

    Bolvar meditaba y meda sus sueos y su fuerza; por momentos senta de seguro como un

    viento aprisionado que sacudiese su alma, o como si en su espritu mil alas replegadas quisiesen de pronto abrirse, y batir y salir disparadas al espacio; su soledad entonces, multiplicndose como una muchedumbre, lo agitaba, y su silencio devena el estruendo sonoro y marcial con que ya se anunciaba el advenimiento audaz de un mundo entero.

    Dnde hallar un oasis, un reposo a su inquietud indefinible? ni sus trabajos, ni sus

    riquezas, ni los halagos de las sociedades nativas, nada poda arrancarle de esa palpitacin silenciosa y heroica que agitaba su espritu gigante. Por eso su afn se multiplica y no existe reunin literaria ni social, donde su prdica revolucionaria no se ensanche en llamas arrebatadoras de pasin y fe, irresistibles; tanto, que todo el mundo ya lo sabe y las autoridades tomaron muy en cuenta su nombre para proceder contra l en el momento preciso.

    Reciba en confusas resonancias, los sucesos heroicos de los cuatro horizontes; todo

    decale que su hora se acercaba; dijrase que el mpetu del martirologio americano lo arrebataba irremediablemente.

    Podra llamarse el ao d 1809 el ao de las juntas, iniciadas en Espaa, y que en

    Amrica, todas, con excepcin de la de La Paz, juran fidelidad a Fernando VII, aunque siempre ocultando sus verdaderos designios.

    Bolvar es instado por los suyos para integrar la junta de Caracas. Es clebre su respuesta:

    "Nada que se refiera al amado rey Fernando VII" y se niega a firmar. El gobernador espaol Melndez Bruma tom presos a los firmantes, resuelto a imponer el

    orden entre los turbulentos conspiradores. A mediados de mayo de 1809 lleg a Caracas el Brigadier don Vicente de Emparn,

    nombrado por la nueva Junta Espaola de Sevilla, Gobernador y Capitn General de Venezuela, noble espaol vinculado a la familia de Bolvar, y cuya anterior actuacin en Cuman, haba conquistado las simpatas de os venezolanos, por su bondad y su rectitud.

    Viejo amigo del Marqus de Toro y de Bolvar, que ya en Madrid haba anudado con .ellos

    los mejores lazos de amistad, don Vicente de Emparn crey fcil apaciguar los nimos, valindose de halagos y consejos. No obstante Bolvar, multiplicaba en forma asombrosa su mpetu revolucionario, tanto que uno de los amigos de Emparn, el Marqus de Casa Len, noble de Caracas, expresle la imprudencia temeraria de sus ideas y propsitos; mostrndole con los tonos ms sombros los terribles trances que arrostraba. Bolvar le respondi: "Hablis a maravilla, pero mis amigos y yo, hemos jurado la guerra a Espaa, y bien sabis lo que habr de salir".

    Finalmente, en un banquete ofrecido por el Gobernador Emparn a los nobles de Caracas,

    Bolvar levantndose, y ante el asombro pnico de las autoridades espaolas, brind por la prxima libertad del nuevo mundo.

    14

  • Intil insistir que despus de dramticos incidentes, muchos partidarios de Bolvar fueron,

    arrestados y l, por un resto de amistad con Emparan, fue nicamente confinado a sus posesiones. Mientras tanto en el horizonte ensombrecido y ensangrentado, asomaba la estrella de su

    destino.

    BOLIVAR EN LONDRES

    V

    La casa de Bolvar es el ncleo dirigente de todas las conspiraciones contra los realistas; Emparn bien lo sabe; de ah la suma vigilancia con que sigue los pasos de Bolvar y los suyos.

    El futuro libertador que siempre fu enemigo de planes descabellados, y que, con

    admirable sagacidad, reprima el fuego y la ansiedad de los ms impacientes revolucionarios, esta vez crey llegado el momento de las supremas determinaciones.

    En mayo de 1810 se prepara la conspiracin llamada de la Casa de la Misericordia,

    encabezada por sus propios parientes: su to el Marquez de Toro, sus hermanos don Fernando y don Ignacio, y por Simn Bolvar y su hermano Juan Vicente Bolvar, con el abierto propsito de "declarar la independencia, levantando el estandarte de la libertad". Dijrase que el espritu augural de Murillo iluminaba sus mentes y mova sus brazos. La Amrica entera recordaba al gran mrtir y patriota y pronto los resplandores de su tea iluminaran slo pueblos libres.

    Descubierto el complot por el capitn Emparn, expuls de Caracas a los militares y los

    ms prestigiosos revolucionarios, dictando contra Bolvar la pena de confinamiento a sus haciendas; magnanimidad explicable por la honda amistad que lo una a las familias de los Toro y los Bolvar.

    Pero ya la simiente de la libertad haba prendido en el corazn de la juventud caraquea, y

    aflor con "impetuoso ardor" el 19 de abril de 1810, no obstante la ausencia de Bolvar y la de sus compaeros.

    Emparn es depuesto por la Junta revolucionaria y obligado a embarcarse con destino a

    Espaa, despus de dramticos incidentes. Bolvar abandona su confinamiento, vuelve a Caracas, ofrece sus servicios a la Junta

    Revolucionaria, que le asciende al grado de Teniente Coronel y le enva en misin diplomtica a Londres, donde lleva como secretarios a don Andrs Bello, famoso maestro y gramtico, y don Luis Lpez Mndez; su hermano Juan Vicente Bolvar, con el mismo carcter se traslada a los Estados Unidos de Norte Amrica, y su to, el Marquez de Toro, encabeza una expedicin militar destinada a sofocar la reaccin realista amenazante, en las provincias de Coro y Maracaibo.

    Bolvar es saludado en Europa, de hecho, como el primer embajador de la Amrica del Sur,

    y sus actuaciones caracterizadas por la franqueza y la vehemencia patritica, en Londres cobran cabal culminacin, con rasgos de pura cepa quijotesca; aunque posteriormente la emulacin, o los malos entendidos de don Andrs Bello, haya dado lugar para que los enemigos de Bolvar traten de empaar su actuacin diplomtica. (1) No slo en el terreno de las letras se mostr Simn Bolvar superior a dos Andrs Bello. Jules Mancini en su obra citada anota: "Se ha dicho que por espacio de bastante tiempo (Bello) guard rencor a los miembros de la junta de Caracas por no haberle atribudo, en la composicin de la embajada de Londres. ms que un puesto inferior a su mrito. Y, es lo cierto que, en los recuerdos que nos ha dejado, se muestra notoriamente parcial para con Bolvar, al que sin duda haca responsable de su desilusin. Pg. 325.

    Bolvar y su comitiva, fueron agasajados esplndidamente por el gobierno ingls y la alta sociedad; los principales peridicos los llamaban "Los Embajadores de la Amrica del Sud"; ellos correspondieron a tal recepcin de acuerdo a su rol de hidalgos caballeros.

    15

  • Historiadores de mala voluntad, como el argentino Bartolom Mitre, no desperdician ocasin para torcer los gestos del gran hombre, interpretndolo mal y zahirindole en forma no disimulada, y tanto, que su parcialidad resalta ms an, como la sombre que acenta las reverberaciones del diamante. Eludo aclaraciones y pruebas rectificatorias, por no convenir a la ndole de este libro, y porque, adems, han sido ya encaradas victoriosamente, entre otros historiadores por Rufino Blanco Fombona.

    El futuro libertador tuvo dos entrevistas con el Marqus de Wellesley, el 16 y,19 de julio de

    1810; en sntesis el Marqus declar inadmisible toda demanda de reconocimiento por Inglaterra a la Junta Suprema de Caracas, y slo convino en no desaprobarla"; eso s, prometiendo para ella toda suerte de cooperaciones. Mal poda Bolvar en esta excepcional circunstancia ocultar sus ideas propias o apaciguar esa inquitud "que no le daba punto de reposo"; autntico representante de su Amrica, mal poda ceirse ciegamente a las instrucciones dubitativas de los miembros de una Junta que nunca habran podido alcanzar esa agudeza aquilina, ese fuego interior, a cuya sola manifestacin se allanaban caminos y desaparecan obstculos. Tampoco era un misterio, y lo haba declarado y demostrado audazmente en excepcionales circunstancias, su repudio a Fernando VII, y su adhesin total y decisiva a la Repblica.

    Emil Ludwig, historiador probo y honesto, reconoce la idiosincrasia de Bolvar, y con motivo

    de esta su primera actuacin oficial dice: "El primer acto poltico de Bolvar adopt una frmula dramtica y tal como conviene al genio", (1) Emil Ludwig "Bolvar Caballero de la Gloria y de la Libertad", - Buenos Aires, 1942. Y Bolvar, a tiempo de entregar sus credenciales el Ministro de Relaciones Exteriores Lord Wellesley, expres en el discurso pronunciado en el vibrante idioma castellano, todos los ideales, los afanes, las luchas y el martirologio de su pueblo, para obtener su emancipacin completa, y tambin su completo repudio al poder espaol.

    Pero mientras Inglaterra se resiste a reconocer la Independencia de Venezuela, es bueno hacer resaltar la actitud de Francia: el Emperador Napolen se resuelve en favor de dicho reconocimiento. "As lo dijo claramente el duque de Bassano, ministro de negocios extranjeros, al encargado de Negocios de Estados Unidos en Pars, 20 de agosto de 1811, y ratific luego, 16 de septiembre, en un despacho al ministro del imperio en Washington, Mr. Serurier". Djole que era intencin de S. M. el emperador favorecer la emancipacin de todas las Amricas, "apoyndola con envos de armas y con todos los socorros de que pudiera disponer, recabando por nica condicin que la independencia de las colonias, fuera un hecho y simple, y que las dichas colonias no contrajesen ningn compromiso particular con los ingleses", (2) Carlos A. Villanueva. - "Resumen de la Historia de Amrica". -Pars. -Pgs. 284 y 296. Posteriormente cuando la Santa Alianza est a punto de desencadenar la guerra por el reconocimiento de las principales Repblicas de Amrica tambin corresponde a Francia conjurar el peligro y apaciguar a los enemigos de Amrica.

    Doble falta se pretende sealar a Bolvar, no haber obrado de acuerdo a las instrucciones

    de la Junta, y haberse puesto de inmediato en relacin con Miranda, inducindole a volver a Venezuela. En efecto, en las instrucciones de la Junta se dispona terminantemente no tener entrevista alguna con Miranda; ms, considrese el prestigio del Precursor, sus incansables y porfiadas campaas por la libertad de Amrica, su vinculacin con todos los hombres que perseguan fines idnticos, su ascendiente, y su experiencia. porque realmente, slo un espritu mezquino o envidioso poda cerrar los ojos ante su obra asombrosa y su ejemplo rotundo; teniendo en cuenta tales antecedentes Bolvar consider que la presencia de Miranda en Venezuela significaba el mayor aporte a sus visionarios propsitos, y sin titubear, por s y ante s, dispuso la vuelta del Precursor, alojndolo, animndolo y ayudndolo en forma decisiva.

    PROCLAMACIN DE LA PRIMERA REPUBLICA

    VI

    La Junta general de Caracas no pudo disimular su disgusto por la actuacin de Bolvar en Londres, que apartndose de las concretas instrucciones que se le haban impartido, las alter en forma audaz, con sus propsitos de independencia y libertad para los pueblos americanos. "Par de Miranda, decan que envenenar al pueblo y sembrar la anarqua". As mismo desautoriz en

    16

  • forma ruidosa la vuelta del Precursor, en quin vea. slo un perturbador y un enemigo; ordenando al efecto, al comandante de la Guaira, no permitirle desembarcar.

    Bolvar vi con amargura el abismo de incomprensin que le separaba de los miembros de

    la Junta; le doli la actitud adversa para su amigo Miranda; si en verdad "sus ideas polticas se haban atemperado y madurado", en cambio estaba resuelto a allanar el camino al Precursor, y en este sentido trabaj con el fervor y la pasin que pona en todas sus cosas.

    Secundado por Bolvar y por el pueblo de la Guaira que se amotin, Miranda hizo una

    entrada triunfal a Caracas; al fin, era el hijo mayor de Venezuela, y sus prestigios engrandecidos por la fama, no podan as que as olvidarse. La juventud lo vea aureolado por sus ingentes hazaas revolucionarias, y la causa de los pueblos poda contar con un Jefe de prestigio y de experiencia. Bolvar lleno de jbilo y de esperanza, lo aloj en su propia casa.

    Ganada la Junta por el clamor popular, recibi a randa entre aclamaciones, dndole el

    grado y sueldo de Teniente General. Sin embargo Miranda no supo corresponder ni al clamor de los pueblos, ni a las atenciones de la Junta, y mucho menos a la gran amistad de Bolvar. Dijrase que ya el Precursor llevaba en su espritu, como un velo, el cansancio y la decepcin; pues, no hallaba en su pobre pas, los brillantes ejrcitos que deseaba comandar, ni los altos rangos y honores a que deba hacerse acreedor su genio, su prestigio y su saber. Descontento de todo (1) Amuntegui. -"Vida de Andrs Bello"., miraba a todos con indiferencia, provocando repulsa, y en forma incomprensible, empujando al desastre la causa de su pueblo.

    Reunidos el Congreso el 7 de marzo de 1811, no mostr en sus primeras deliberaciones, ni

    unidad de accin, ni de ideas; se haba jurado en nombre de Dios defender los derechos de la patria y del Rey Fernando VII.

    Las intrigas multiplicadas por muchos delegados partidarios del rgimen espaol,

    sembraban el desconcierto y la confusin, de ah que "faltos de vigor y energa" al decir de Florencio O'Leary, se equivocaran, vctimas sobre todo" de su inexperiencia.

    La Sociedad Patritica organizada por la Junta anterior, con fines de estudios econmicos,

    devino entidad puramente poltica y trat de enmendar la mediocridad y los errores del Congreso; sus miembros, partidarios de la independencia absoluta, dirigieron y propagaron la buena causa, imponiendo sus objetivos como punto central de toda discusin. En ella, Bolvar, rompi fuegos con el color y la vehemencia de sus convicciones revolucionarias. Se present como el "orador de la revolucin" y los diputados .del Congreso, que discutan perdiendo tiempo y haciendo peligrar el momento solemne de las decisiones supremas, recibieron esta respuesta magistral de Bolvar, cuando a los miembros de la Sociedad Patritica, se les reprochaba la audacia de querer eregirse a su vez en legisladores y mulos del Congreso:

    "No es que hay dos Congresos. Cmo fomentarn el, cisma los que ms conocen la

    necesidad de la unin? Lo que queremos es que esa unin sea efectiva, para animarnos a la gloriosa empresa de nuestra libertad. Unirnos para reposar y dormir en los brazos de la apata, ayer fuera mengua, hoy es traicin. Se discute en el Congreso Nacional lo que debiera estar decidido. Y qu dicen? Que debemos comenzar por una Confederacin! Cmo si todos no .estuvisemos confederados contra la tirana extranjera que debemos atender a los resultados de la poltica de Espaa. Qu nos importa que Espaa venda a Bonaparte sus esclavos, o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas. Que los grandes proyectos deben prepararse con calma Trescientos aos de calma no bastan? Se quieren otros trescientos todava? La Junta Patritica respeta, como debe, al Congreso de la Nacin; pero el Congreso debe or a la Junta Patritica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad sudamericana. Vacilar es sucumbir. Propongo que una Comisin del seno de este Cuerpo lleve al soberano Congreso estos sentimientos".

    Tal mensaje electriz a los partidarios de la independencia y precipit las decisiones del

    soberano Congreso, ante el cual se destac una comisin de la Sociedad Patritica, portadora de una exposicin que auspiciaba la declaracin de la independencia nacional. Dictaminado en sentido favorable, el da 5 de julio de 1811, cuarenta y un diputados proclamaron la independencia

    17

  • de Venezuela, mediante un acto que, in extenso, detalla el martirologio de los americanos y su propsito definitivo de constiturse en Estado libre, soberano e independiente. En esta forma Venezuela, es la primera Repblica que proclama su independencia absoluta de Espaa y de cualquier otro poder.

    No haba pasado un ao y ya la proclama de la Junta Tuitiva de La Paz, con idnticos

    propsitos y resoluciones, se ejecutoriaba ante el mundo. Un hilo diamantino una a los precursores y a la Amrica toda en su afn de libertad y de

    justicia.

    SU BAUTISMO DE FUEGO

    VII

    La nueva Repblica inicia su vida soberana, entre un mar tempestuoso de contratiempos agudizados por la crisis econmica; los partidarios de la monarqua se aprovechan de estas circunstancias y se producen francas rebeliones.

    Valencia minada por agentes recin llegados de Espaa, desconoce las nuevas

    autoridades republicanas y se insurrecciona al grito de "Viva Fernando VII", ponindose en contacto con las poblaciones de Coro y Barquisemeto. La confusin es creciente, y da a da engrosan las falanges realistas con criollos y mulatos descontentos.

    Los primeras tropas de la Repblica comandadas por el Marqus de Toro, son batidas por

    las fuerzas realistas; provocando el terror de los patriotas; en tal circunstancia se ofrece el mando supremo al general Miranda, vindose en l al nico salvador. Miranda acepta el mando del ejrcito poniendo como condicin, que Bolvar no intervenga en l, por tratarse de un jven peligroso; reaccin que se explica por las diferencias que tuvieron el viejo y el joven paladn, mientras Miranda abogaba por los residentes peninsulares en el pas, Bolvar psiclogo profundo, habiendo descubierto las maniobras ocultas de los espaoles, que en toda forma y todo momento intrigaban y mentan, pidi simple y llanamente su expulsin, tratando de cortar el mal en su raz. Adems, Bolvar solicit un cargo de comando de tropas, Miranda haba replicado: "su ttulo de coronel no justifica sus pretensiones". (1) Mancini. - Ob. Cit.

    No fu aceptada la condicin impuesta. por Miranda; pero ste tampoco di mando alguno

    a Bolvar, que actu, en la campaa como edecn de su to. el Marqus de Toro. Miranda al frente de reducidas fuerzas integradas por guerrilleros y soldados bisoos,

    avanza resueltamente sobre Valencia, y despus de exitosas operaciones preliminares que culminan con la captura del centro de la ciudad, pacta su rendicin el 13 de julio, con una capitulacin honrosa para los espaoles; pero stos faltando a su palabra empeada, atacan de sorpresa a los patriotas, que se ven obligados a retirarse a Guacara. El enemigo, al amparo de la noche, captura pertrechos y ambulancias, y degella a los heridos y enfermos que caen en su poder. (2) Eduardo Blanco, -"Venezuela Heroica". - Pars.

    Nuevamente Miranda ataca el 12 de agosto a los traidores, recuperando posiciones y

    bloquendolos, hasta capturar Valencia despus de una pica jornada, que cost a los patriotas 800 cados y 1.500 heridos.

    Es en esta batalla que Bolvar recibe su bautismo de fuego. Con temerario arrojo y un

    absoluto desprecio de su vida, ataca a los espaoles, los acorrala en sus reductos, y finalmente se apodera por asalto de un convento atrincherado. La voz vibrante de Bolvar, afirma el historiador Mancini (1) Jules Mancini. -"Bolvar et l'emancipatin des colonies espagnoles". Pars. 1912., dominaba el tumulto, y su gesto imperioso precipita a los hombres en masa.

    Es tal su empuje y tan extraordinario su cometido, que se impone al desvo de Miranda; quin se v obligado a devolverle sus galones de coronel.

    18

  • Bolvar en todo sentido se iniciaba con rasgos quijotescos, qu le importaba su situacin

    de millonario? qu los rangos con que podan distinguirlo? qu el amor, el orgullo, o la vida? por eso en este su bautismo de sangre, lo que tuvo, en menos estima, fu su vida!

    "Desde entonces data su prestigio e influencia en el ejrcito, influencia que. no tuvo lmites

    en el transcurso del tiempo y que conserv hasta los ltimos aos de su vida, apesar de los reveces con que le prob la fortuna". (2) Daniel F. O'Leary. -"Bolvar y la Emancipacin de Sur-Amrica. Memorias del General O'Leary. - Madrid 1915. Edicin dirigida y anotada por Rufino Blanco Fombona.

    EL TERREMOTO DE CARACAS

    VII

    Despus de la cada de Valencia, que era apenas la avanzada de la revolucin, pues todo

    el oriente se hallaba en poder de los espaoles, Miranda con una no disimulada benevolencia daba pbulo a las quejas y protestas de sus mulos, agregando con ello un germen ms a las rivalidades y disgustos entre poderes; se enseoreaba el caos poltico administrativo y social, agravado por discusiones y ambiciones; mientras la insurreccin creca en forma aterradora! Los espaoles y sus partidarios multiplicaban una incesante agitacin; el clero secundaba tal propaganda con la eficacia enorme de sus recursos materiales y espirituales; en los campos, partidas de llaneros "ignorantes, brbaros y animalizados recorran el pas imponiendo rescates, saqueando, deshonrando, asesinando.

    Espaa no se resignaba a perder sus colonias, y enviaba sucesivas tropas organizadas,

    armamentos y pertrechos en cantidades cada vez mayores. Bolvar mide de golpe la situacin, y comprende que si no se toman medidas decisivas y

    radicales, se desencadenara sobre todos una fulminante catstrofe. El Gobierno tampoco se resuelve a adoptar la actitud que requieren los acontecimientos;

    apenas meros paliativos se oponen al torrente reaccionario; no se castiga con la fuerza de rigor a los conspiradores y a los jefes prisioneros; parecen intiles las experiencias dolorosas provocadas por la forma desleal y traidora con que luchan los espaoles; intilmente clamaba Bolvar "que una vez desnuda la espada no deba volver a envainrsela".

    Y como agravando tan sombro panorama, el general Miranda, da a da, defeccionaba de

    su alta condicin de jefe bravo y experimentado; entre los ms convencidos patriotas tomaba cuerpo el desaliento en forma desoladora.

    Con cuanta razn y en forma resuelta califica el historiador Carlos Pereyra, a la campaa

    iniciada por el generalsimo Miranda, no slo de ineficaz sino de ridcula. (1) Carlos Pereyra. - Ob. Cit. Palabras que a nuestro juicio justifican la clera de Bolvar cuando Miranda acaba

    empantanndose en la ms absurda e inexplicable retirada. Dueas las tropas peninsulares de la margen izquierda del Orinoco, multiplicaban sus

    ataques a las poblaciones de Barcelona, Cumana y adyacentes, amenazando en forma grave a las provincias confederadas, sin que el gobierno atinara a dictar medidas de salvacin, engolfado como se hallaba en bizantinas discusiones de federalismo y otros.

    Entre aquel desconcierto general slo Bolvar con espritu zahor, esperaba el desenlace

    de los acontecimientos; que en verdad, no dej de precipitarse en forma inesperado y horrenda, tal si contagiado por la locura de los hombres, tambin quisiese la naturaleza, participar en los brbaros episodios.

    El da 26 de marzo de 1812, se ennegrece el firmamento, el sol deviene un rojo ensangrentado; de sbito un trueno subterrneo sacude la tierra, y en sucesivas conmociones se derrumban las casas y los templos, y desaparecen en segundos, ciudades y poblaciones enteras.

    19

  • Y como si una deidad fatdica se ensaara contra los patriotas, de la mayora de las ciudades que haban abrazado la causa de la libertad, como Caracas, la Guaira, Barquisemeto, Mrida y otras, slo quedaban ruinas, sangre y llanto; en cambio las ciudades rebeldes como Maracaibo, Coro, Guayn, protegidas por la cordillera, no sufrieron dao o efecto alguno, circunstancia sta que fu hbilmente explotada por el clero y los peninsulares; "Dios mismo, decan, encolerizado contra los patriotas, castiga su soberbia rebelde, su desconocimiento al poder divino y a su amado presentante el rey Fernando VII"; de ah que todo el pueblo, presa de un "religioso frenes", clamase "Misericordia a Dios y a Fernando VII" (1) C. Parra Prez.- Historia de la Primera Repblica de Venezuela". Caracas 1935. Vol I.

    El fanatismo y la ignorancia hallaban ancho campo para explotar la desgracia y la

    confusin, amenazando nuevas catstrofes a los que no volvan al Seor y a la obediencia. En tal forma vieron los realistas engrosar sus filas con miles de arrepentidos. Mientras la muerte cegaba las de los patriotas; en Caracas, perecieron 800 soldados encuartelados, en Barquisemeto 1.500 voluntarios, Slo en Caracas hubo 10.000 muertos; 4,000 en la Guaira.

    Esta vez Bolvar, en medio del desastre general, se agiganta hasta adquirir contornos

    legendarios, supera a los hroes mticos y con un rapto digno de dioses, se apodera lo inaudito e impone su gesto sobrehumano, asombrando a la historia y dejando mudos a los hombres, cuando profiere aquellas palabras que escuch Jos Domingo Daz: "si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y la obligaremos a obedecemos a cuyo lado palidece la imprecacin famosa de Ayax de Telamn" que dira Rod; cuando en mangas de camisa, trepaba por los escombros, entre los gritos de agona de los moribundos, o los alaridos de Ia multitud desesperada. (1) J. D. Das. -"Recuerdos sobre la revolucin de Caracas". Citado por Cornelio Hispano en "El Libro de Oro de Bolvar". Pgs. 65 y 66.

    Su gesto, su voz, su admonicin tremenda, como en un fludo elctrico, paraliz corazones

    y detuvo la total defeccin. Dado el temperamento relampagueante y enrgico de Bolvar, no nos parece imposible la

    versin de O'Leary, esto es, que cuando el sacerdote amenazaba desde un plpito, con la clera del cielo, si todos no volvan sumisos bajo el reinado glorioso de Fernando VII, Bolvar lo arrancase del plpito, y encarndose a la multitud agresiva qu estaba a punto de atacarle, le gritase su trementa admonicin.

    Despleg despus increble actividad, socorriendo a los heridos, exhortando a los cados;

    su humanitarismo no tena. lmites; se lo vea de uno a otro extremo de la poblacin, organizando salvamentos, poniendo orden en los tumultos, colaborando con las autoridades con tal pujanza infatigable que el historiador O'Leary exclama: "Cien coronas cvicas no bastaran para compensar tanta abnegacin". (2) O'Leary. -"Memorias" Ob. Cit.

    CADA DE MIRANDA

    IX

    Mientras el infortunio se cerna sobre los pueblos azotados por el terremoto y la guerra,

    Domingo Monteverde, oficial de la Marina espaola, se puso al servicio del capitn general de Venezuela, Fernando Mirayes; avanz de Coro con 250 hombres con la orden de ocupar Siquisique; en que cumpli en medio de las ms grandes depredaciones cometidas por sus tropas; anoticiado del terremoto destruy Barquisemeto, tambin la ocup rpidamente, echndose en ella con abundante material de guerra; a los veinte das, y despus de encarnizados combates, ocup San Carlos, a tiempo que abrazaban la causa del rey, otras poblaciones como Mrida y TrujilIo.

    Miranda es nombrado, en tales momentos generalsimo de las fuerzas de la confederacin

    venezolana, otorgndosele poderes discrecionales; esta medida provoc la reaccin de los pueblos que si bien antes lo saludaron como al salvador de Venezuela, ahora haban descubierto al megalmano, que se rodeaba de oficiales extranjeros; y que entre los oficiales patriotas, prefera a los criollos de en noble. Al saber que Monteverde avanzaba sobre Valencia, no tom las medidas de rigor que exiga la gravedad del momento, ni sustituy al Coronel Ustriz, que comandaba dicha ciudad y que en esos momentos se hallaba enfermo. Miranda pareca atender ms a sus

    20

  • rivalidades; imponiendo su orgullo a los gravsimos problemas que deba afrontar; cuando Bolvar quiso tomar un puesto activo, fu destinado a vigilar el castillo de Puerto Cabello; se premiaba en esta forma su heroico valor en la toma del Valencia; mientras tanto Ustriz evacu la capital, que fu tomada por Monteverde entre aclamaciones y repique de campanas.

    Despus de dramticas dudas y peripecies, Miranda inicia por fin una ofensiva contra

    Monteverde; se suceden escaramuzas y al fin logra batirlo; Monteverde, temeroso de un descalabro final, solicita el auxilio del gobernador del Coro.

    Es en esta circunstancia que la intervencin de un jefe del temple de Bolvar, habra

    salvado la situacin; Miranda aparent no acordarse siquiera de su amigo y colaborador. De nada pareca valer el mayor nmero de tropas con que contaba el generalsimo sobre su contendor. Nuevamente ataca Monteverde con el propsito de conquistar la Victoria, siendo rechazado en forma tal que "aconsejado por una junta de oficiales est a punto de emprender la retirada"; no la realiza alentado por la noticia de una conspiracin que se tramaba en Puerto Cabello a su favor. Un pequeo esfuerzo de los patriotas habra bastado para ponerlo en completa derrota y evitar la cada de la Repblica y el martirio de Miranda. (1) Rafael Mara Baralt y Ramn Daz. -"Historia de Venezuela. Con notas de Vicente Lecuna. -Brujas -Pars. 1939 Tomo l.

    Mientras tanto el complot fraguado en Puerto Cabello, alcanza xito al influjo de la traicin

    y determina la cada del fuerte. Bolvar lucha incansablemente durante seis das contra los sublevados hasta agotar sus

    ltimas fuerzas, no sin dirigir antes la siguiente carta al general Miranda: "Mi general: Un oficial indigno del nombre venezolano se ha apoderado con los prisioneros

    del castillo .de San Felipe y est haciendo actualmente un fuego terrible sobre la ciudad. Si V. E. no ataca inmediatamente al enemigo por la retaguardia esta plaza es perdida. Yo la mantendr entre tanto todo lo posible. Bolvar".

    Intil insistir que el generalsimo Miranda no intent siquiera ayudar a Bolvar. Lo nico

    que hizo es exclamar: "Venezuela est herida en el corazn! ". Pocos das despus de huir a la Guaira, Bolvar le dirige una pattica nota, junto con

    detallado parte, poco menos que enajenado: moral y materialmente deshecho, "despus de 13 noches de insomnios y cuidados gravsimos", insistiendo en el ltimo captulo: "Yo hice mi deber mi General y si un soldado me hubiera quedado, con ese habra combatido al enemigo. Si me abandonaron no fu por mi culpa... "He salvado mi honor; ojal no hubiera salvado mi vida y la hubiera dejado bajo los escombros de una ciudad que debi ser el ltimo asilo de la libertad y la gloria de Venezuela. Bolvar".

    No obstante el fracaso de Puerto Cabello, esperado minuto a minuto por Monteverde, ste

    no .se atrevi a presentar batalla de inmediato, "tan grande era el desaliento en que haba cado desde el ltimo rechazo". (1) O'Leary. "Memorias", Ob. Cit.

    Tampoco aprovech Miranda esta suerte de tregua, apesar de contar con 6.000 hombres

    armados y equipados; el desaliento y un injustificado espritu, derrotista haban hecho presa de l. Todos los historiadores estn conformes: en afirmar que Miranda contaba con fuerzas muy superiores a Monteverde, antes de pactar la malhadada capitulacin de San Mateo, que ocasion el desbande completo del ejrcito, y por esta causa la prdida total de la Repblica.

    Bolvar apenas llegado a Caracas lee la orden de la capitulacin "en virtud de la cual el

    ejrcito haba dejado de existir" y abriga la seguridad de que Monteverde no cumplir los trminos de dejar en libertad a los Jefes republicanos, de permitir: su emigracin y respetar los bienes de los particulares. En efecto Monteverde acaba acuchillando a los patriotas, saqueando y robando!

    21

    La desesperacin de Bolvar no tiene lmites y el dolor lo enloquece. Todava intenta intilmente reunir a los dispersos y ganar a los jefes y oficiales para romper el pacto infame; decide volver a la Guaira y expatriarse en compaa de varios oficiales, pero all se le intima que slo el general Miranda poda embarcarse, Adems, sabe, que a nombre del general, se haba depositado en la nave grandes sumas de dinero en metlico.

  • Traicin sobre traicin! Bolvar y los suyos resuelven evitar su salida y proceder a su

    juzgamiento. Bolvar opina porque se lo pase de inmediato por las armas. Al da siguiente al amanecer, l mismo penetra a sus habitaciones intimndole darse preso,

    Miranda solo responde: "Bochinche, bochinche, esta gente no es capaz sino de bochinche" y se d preso sin agregar una palabra ms. Entregado al Comando de la plaza, pasa a poder de Monteverde, que lo remite a Puerto Cabello, de ah a Puerto Rico, para ir a morir finalmente en un. Hospital del arsenal de la barraca de Cdiz, el 14 de julio de 1816, despus de vivir dos aos sujeto a un muro por una cadena, sin proferir jams una palabra de queja o de protesta contra Bolvar que lo habla entregado!

    ENTEREZA Y VERDAD

    X Las sombras previsiones de Bolvar se cumplieron trgicamente. Monteverde pequeo de corazn y ya envanecido por sus fciles triunfos, no tuvo la

    mediana, no ya de cumplir los trminos de la capitulacin de San Mateo, ni siquiera sus posteriores declaraciones y proclamas; como aquella en que lloraba con las desgracias de Caracas y ratificaba la buena fe de sus promesas, que l llamaba sagradas y el cumplimiento de su palabra inviolable. (1) O'Leary. - Ob. Cit.

    Su vulgar credulidad naufrag en un mar de adulaciones y dilaciones. Nadie pudo

    tranquilizarlo, ni mucho menos recurrir a su clemencia sbitamente petrificada. Los patricios de Caracas recurran las calles cargados de cadenas o atados a la cola de los

    caballos. El asesinato, el robo, el ludibrio, eran la ley que Monteverde dictaba contra los patriotas sin

    distincin de sexo, clase, ni edad. Ros de sangre en las calles sealaban la espantosa trayectoria de la soldadesca y

    nicamente el llanto en los ojos difuminaba el martirologio del pueblo venezolano. "Tal era el terror afirma O'Leary y tan grande la consternacin causada por tanto

    desenfreno y tan salvaje proceder, que se vea a los habitantes huir por centenares a los bosques, prefiriendo morar con las fieras a quedarse en las ciudades expuestos a la ferocidad de las autoridades espaolas.

    Todo vestigio de la organizacin republicana haba sido arrasado y a la sombra de las

    bayonetas espaolas, la sumisin, la venganza, la delacin y la cobarda fructificaban como frutos malditos.

    En su secreto refugio Bolvar meditaba en silencio: si su suerte estaba hechada, por

    ventura, tambin ira a pudrirse cargado de cadenas en las mazmorras espaolas? Y siempre entre el amor y la guerra, es entonces que se despide de una amada

    desconocida: "Estoy de prisa y quiz no podr verte; pues el honor y mi patria me llaman a su socorro..."; cuando su noble amigo espaol Francisco Iturbe lo arranca. de su escondite y constituyndose en su fiador, le solicita un pasaporte a Monteverde.

    Cedamos la palabra a Bolvar e Iturbe, actores de esta hazaa, que pudo haber acabado

    en tragedia para el Libertador.

    22

    "Yo fu presentado a Monteverde dice Bolvar, por un hombre tan generoso como yo era desgraciado, Iturbe que me present con este discurso: "Aqu est el Comandante de Puerto Cabello por quin he ofrecido mi garanta, si a l toca alguna pena yo la sufro, mi vida est por la suya". y contina Iturbe: "Monteverde contest a dicho discurso: Se concede pasaporte al seor (mirando a Bolvar) en recompensa del servicio que ha hecho al rey con la prisin de Miranda".

  • Bolvar que permaneci callado al escuchar estas palabras, sinti de seguro su existencia

    suspensa de un hilo. Espantoso minuto, que dira Ludwig. Si replica Bolvar: su sentencia de muerte y si calla el triunfo de la calumnia y su deshonra irremediable; ms, irguindose en un relmpago con la entereza conciente de su destino, replic sin vacilar: He apresado a Miranda para castigar a un traidor, no para servir al rey.

    Monteverde violento ya niega el pasaporte; Iturbe insiste en su garanta acabando por

    exclamar: "Vamos, no haga usted caso de este calavera, dle usted el pasaporte y que se vaya" (1) Felipe Larrazbal "La Vida y Correspondencia del Libertador Simn 'Bolvar". - New York 1883. Tomo l. Pgs. 137 y 138

    Bolvar, obtenido el pasaporte, pudo evadir aquel infierno. Intilmente algunos historiadores tratan por todos los modos de ensombrecer el dramtico

    gesto de Bolvar. Tambin la espada sobre el lodo tiene fulguraciones sacrosantas.

    ADVERSIDAD Y GENIO

    XI

    Perdise la Repblica, pero en cambio fu salvado el futuro libertador; porque en verdad, l es el adalid capaz de realizar milagros y el que ms tarde transformara las derrotas en victorias.

    Por ms que no se le conoce todava; en soledad y silencio, l prepara sus armas para la

    gesta prodigiosa. Tenindose a s mismo como al mejor aliado, se apresta a la gigante empresa ya delineada en su cerebro.

    Redivivo Quijote, ms pobre an que el hroe legendario a tiempo de iniciar su primera

    salida; sin yelmo, sin adarga, sin lanza ni rocinante; mientras camina en la playa de Curacao medita su soledad y su pobreza, ms an, medita sus sueos heroicos de libertad y de gloria.

    Pero, sobre todo, halla en su propio corazn la fortaleza. Reproche alguno no le mueve y

    est tranquila su conciencia. Pobreza? "Qu importa tener o no tener cosas suprfluas? Lo necesario nunca falta

    para alimentar la vida. Jams se muere el hombre de necesidad en la tierra", As exclama con la ms honda filosofa y son palabras diamantinas que escudan su grandeza, a la vez de ser arranque de los mayores tesoros espirituales.

    No ya el atleta, no ya el guerrero formidable, el legislador acucioso, el filsofo realista, el

    genio clarovidente, todo el todava desconocido, no halla quien lo mida en su valer. Bolvar estos aos cruz entre ciegos y sonmbulos; fu menester que con sus propias

    manos y su propio espritu impusiera sus ideas y sus obras; fu menester que diera pupilas a los ciegos, odos a los sordos, entendimiento y comprensin a los paralticos.

    Al decir de Mancini la voluntad y juicio de Bolvar se templaban y se afirmaban. Estudia la psicologa de los hombres de la revolucin y las particularidades de los pueblos;

    percibe, salvando el tiempo y la distancia, las derrotas, las victorias; el resultado necesaria a alcanzarse y que al fin, slo por influjo de su genio sera realidad.

    Meditaciones y reflexiones que finalmente cristalizara en su certero y famoso "Manifiesto

    de Cartagena", donde analiza en forma magistral y precisa, las causas que determinaron la cada de la primera Repblica de Venezuela y sealando a su vez los remedios y medidas que preservara a los pueblos de todos los peligros y calamidades, en su lucha por la libertad.

    23

  • El 12 de septiembre de 1812 desembarca en Cartagena, en compaa de ilustres camaradas, como Jos Flix Rivas uno de los ms bravos luchadores por la independencia americana; provando la simpata y la adhesin calurosa de los cartageneses que lean con gran inters su folleto titulado "Las capitulaciones del general Miranda con Monteverde".

    El gobierno republicano, acepta sus servicios, le reconoce su grado de coronel y en tal carcter lo destina a la Comandancia de la Barranca, bajo el comando del jefe francs Labatout.

    El 25 de diciembre de 1812 publica, siempre en Cartagena, su famosa "Memoria", dirigida

    a los ciudadanos de la Nueva Granada. Yo soy Granadinos;' un hijo de la infeliz Caracas, escapado prodigiosamente de en medio

    de sus ruinas y polticas, que siempre fiel al sistema liberal y justo que proclam mi Patria, he venido a seguir aqu los estandartes de independencia, que tan gloriosamente tremolan en estos Estados.

    Permitidme que animado de un celo patritico me atreva a dirigirme a vosotros, para

    indicaros ligeramente las causas que condujeron a Venezuela a su destruccin: lisonjendome que las terribles y ejemplares lecciones que ha dado aquella extinguida Repblica, persuadan a la Amrica, a mejorar de conducta corrigiendo los vicios de unidad, solidez y energa que se notan en sus gobiernos. ...............................................................................................................................................................

    Los cdigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podan ensearles la

    ciencia prctica del gobierno sin los que han formado ciertos buenos visionarios que imaginndose repblicas areas han procurado alcanzar la perfeccin poltica, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano.

    Por manera que tuvimos filsofos por jefes, filantropa por legislacin, dialctica por tctica

    y solistas por soldados. Con semejante subversin de principios y de cosas, el orden social se sinti extremadamente conmovido y desde luego corri el Estado a pasos agigantados a una disolucin universal, que bien pronto se vi realizada. ...............................................................................................................................................................

    "El resultado prob severamente a Venezuela el error de su clculo; pues