la terapia del perdÓn - fray nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · web...

146
<b>Perdonar es sanar La terapia del perdón: experiencia de liberación: </b>Introducción 02 1. Los ojos mágicos 03 2. Los Sentimientos del hombre 05 3. Tomar Conciencia de nuestros sentimientos 07 4. Génesis de nuestros sentimientos y emociones 09 Ejercicio 1º: Mantener elevado el espíritu 11 5. Expresión de los sentimientos 12 6. Represión de los sentimientos 14 7. La afectividad 16 8. Dos sentimientos opuestos 18 Ejercicio 2º: Afectividad; 20 9. el camino del perdón 21 10. La Misericordia 23 11. Sentimientos negativos 25 12. el odio 27 Ejercicio 3º: De corazón a corazón; 29 13. El Rencor 30 14. El resentimiento 32 15. La Venganza 34 16. La envidia 36 Ejercicio 4º: Cuando mi corazón está amargado 38 17 La Violencia 39 18. Causas de la violencia 41 0

Upload: others

Post on 29-Mar-2020

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>Perdonar es sanar

La terapia del perdón: experiencia de liberación: </b>Introducción 02

1. Los ojos mágicos 03

2. Los Sentimientos del hombre 05

3. Tomar Conciencia de nuestros sentimientos 07

4. Génesis de nuestros sentimientos y emociones 09

Ejercicio 1º: Mantener elevado el espíritu 11

5. Expresión de los sentimientos 12

6. Represión de los sentimientos 14

7. La afectividad 16

8. Dos sentimientos opuestos 18

Ejercicio 2º: Afectividad; 20

9. el camino del perdón 21

10. La Misericordia 23

11. Sentimientos negativos 25

12. el odio 27

Ejercicio 3º: De corazón a corazón; 29

13. El Rencor 30

14. El resentimiento 32

15. La Venganza 34

16. La envidia 36

Ejercicio 4º: Cuando mi corazón está amargado 38

17 La Violencia 39

18. Causas de la violencia 41

19. La cólera 43

20. El sentimiento de la ira 45

Ejercicio 5º: deshacer percepciones negativas 47

21. La Amargura 48

22. La depresión 50

0

Page 2: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

23. Sanación de los sentimientos negativos 52

24. Necesidad del perdón en nuestra vida 54

Ejercicio 6º: tratar las heridas de la infancia 56

25. El perdón alivia trastornos físicos 57

26. Higiene mental 59

27. Antídoto contra experiencias amargas 61

28. Poder sanador del Espíritu Santo 63

Ejercicio7º: Relajación con Jesús; 65

29. Jesús, el rostro del Padre 66

30. Jesús y el perdón 68

31. Jesús y los límites del perdón 70

32. Jesús sana hoy 72

Ejercicio 8º: experiencia de perdón 74

33. Sanación por la cruz 75

34. Fundamentos bíblicos del perdón 77

35. Qué es el perdón 79

36. El difícil arte de perdonar 81

Ejercicio 9º: oración de perdón 83

37. Aventura humana y espiritual 84

38. El perdón como estilo de vida 86

39. El perdón construye comunidad 88

40. El perdón sana y libera 90

Ejercicio 10º: Un perdón no otorgado 92

41. La terapia del perdón 93

42. La memoria y los recuerdos 95

43. Cómo orar por sanación de los recuerdos 97

44. Prisioneros en nuestra propia cárcel 99

Ejercicio 11º: Cómo tener sentimientos positivos 101

45. El amor sana 102

46. Servir es perdonar 104

1

Page 3: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

47. Perdonar y olvidar 106

48. Perdonarse a sí mismo 108

Ejercicio 12º: Respirar a Dios 110

49. Perdonar a Dios 111

50. Perdonar a los otros 113

51. Terapia para perdonar 115

52. Perdonar para ser libre 117

Ejercicio 13º: Ver a Dios en la naturaleza 118

- La historia del rencor Perdonar es sanar Fred Luskin p. 1 – 51

51. El método sanar “ “ p. 173 – 198

52. Las cuatro etapas del perdón Perdonar y Olvidar Lewiz B. Smedesp. 1 – 40

Ejercicio14º: los ruidos agresivos

53. Como perdonar: Perdonar y Olvidar Lewis B. Smedesp. 123 – 130

54. Cómo perdonar “ “ p. 138 - 142

55. Motivos del Perdón “ “ p. 159 - 174

56. Motivos del Perdón “ “ p. 180 – 196

Ejercicio 15: ideas nuevas sobre el perdón

Ejercicio 16: ideas nuevas sobre le perdón

Ejercicio 17: Visualización del enfado

Ejercicio 18: Perdonar, sanar, restaurar, Renovar

<b> LA ENVIDIA : </b>(Lc 15, 25-32; 18,9-14; Mt 20,1-16; Hech 13,44-45; Gn 37,1-36)

Les invito a reflexionar sobre uno de los sentimientos más comunes entre hombres y mujeres, la envidia. Nos ayudaremos del evangelista Lucas, en su extraordinaria parábola del “hijo pródigo”, que tiene dos partes bien diferenciadas. Examinemos la segunda parte, a partir del v. 25, donde se nos muestra la relación del hermano mayor con el menor y con su padre. El hermano mayor al ver la alegría de su padre por el regreso del hermano, se enfureció. Un poder oscuro salió a luz desde las profundidades de su endurecido corazón: <b>brotó la envidia</b>. De repente apareció la persona resentida, orgullosa, severa y egoísta, que estaba escondida dentro de él, y con los años se había hecho todavía más fuerte y poderosa.

<b>Naturaleza de la envidia</b> La envidia es un gusano que lo primero que muerde y roe es el propio corazón del envidioso. Se convierten la antesala del resentimiento. La envidia entristece y con frecuencia deshace amistades. Suele definirse como el disgusto o tristeza por el bien ajeno, considerado como mal personal, ya que disminuye la propia excelencia, felicidad, bienestar o prestigio. Es un sentimiento desagradable que se produce al percibir que otra persona tiene lo que uno desea. Pero esto dificulta el desarrollo de la persona que sufre y sus relaciones con los demás. Se dice que es un sentimiento inherente a

2

Page 4: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

la naturaleza humana, y que si no se sabe dominar puede convertirse en altamente destructivo para quien lo admite en su vida. Este sentimiento aparece ya en los comienzos de la humanidad con efectos desastrosos como el asesinato. La envidia se produce casi siempre hacia personas muy cercanas. Según la Escritura, se inició entre dos hermanos: “<i>Caín hizo a Yaveh oblación de los frutos del suelo. También Abel hizo oblación de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. Yave miró propicio a Abel y su oblación, mas no miró propicio a Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro</i>” (Gen 4,3-5).

<b>Naturaleza de la envidia:</b> La envidia es un sentimiento negativo del que se habla poco y se sufre en mayor o menor grado en la vida. Se trata de un tipo de reacción que tenemos todos los seres humanos y del cual pueden surgir las mayores aberraciones tanto a nivel personal como de proyección hacia los demás. La envidia origina una serie de reacciones negativas que pueden hacer que el envidioso se aísle de los demás o tenga serias dificultades para relacionarse adecuadamente con ellos. El envidioso se alegra de los fracasos ajenos y sufre con los éxitos ajenos, y desperdicia tanta energía que no es capaz de alcanzar sus propios objetivos. Considera que los demás consiguen las cosas con facilidad y sin esfuerzo; no es una persona generosa, si triunfa, nunca se siente satisfecho, este sentimiento es muy perjudicial para quien lo siente y muy peligroso para la persona envidiada. La envidia, tan prolífica como perjudicial, es la raíz de todo mal, fuente de desórdenes y miseria sin fin, causa de la mayoría de los pecados cometidos. La envidia da vida al odio y la animadversión. De ella se engendra la avaricia, por ella se miran de mala forma los honores que logran otros, y se piensa que tales honores debían ser nuestros. De la envidia viene el desprecio a Dios, y a los saludables preceptos de nuestro Salvador. El hombre envidioso es cruel, orgulloso, infiel, impaciente y pendenciero; y, lo que es extraño, cuando este vicio gana el dominio, no es más dueño de sí mismo, y es incapaz de corregir sus muchas faltas. Si la paz se rompe, si los derechos de la caridad fraterna son violados, si la verdad es alterada o disfrazada, es frecuentemente por la envidia.

Por eso, el hijo mayor no quería la rehabilitación de su hermano. Se ha quedado de pie rígido, y su corazón permanece en la oscuridad. Entre las personas “buenas” es más frecuente la actitud del hermano mayor. En vez de cubrir al hermano caído con la comprensión, nos tornamos duros, destruimos al hermano. Y todo lo hacemos creyendo que estamos obrando ejemplarmente. El hermano mayor hacía todo exteriormente bien: era obediente, fiel, cumplidor de la ley, trabajador como el que más. La gente le respetaba, le admiraba, le alababan por su gran responsabilidad y le consideraban modelo en su casa. Visto todo desde el exterior, no tenía fallas. Pero, cuando vio la alegría de su padre por la vuelta del hijo, su corazón apareció repleto de <b>envidia, raíz terriblemente destructora</b> de la unidad. Se traslucen, además, en el hermano problemas familiares. Asoman algunas raíces, que brotan de su corazón con una fuerza demoledora: ‘se enfadó y no quería entrar’ (v.28). Este ‘no quería entrar’ revela lo fuerte y arraigada que estaba esa raíz y la fuerza desgarradora con que, en forma incontenible, actúa, llevándose por delante las buenas apariencias del actuar del hermano mayor. No quiso entrar al banquete, no quiso la unidad. La envidia le lleva obstinadamente a romper, también, con su padre y a volver trizas a su hermano. A su padre, que le suplica entrar al banquete, le dice: ‘jamás he dejado de cumplir una orden tuya y nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos’. ¡Cuánto resentimiento y amargura en sus palabras! Es, entonces, cuando aparece la causa de la ruptura con su hermano menor y con su padre: la ENVIDIA, que podemos llamar “el pecado de los buenos”. Como vimos, es una raíz terrible: Caín dejó endurecer su corazón por la envidia y terminó asesinando a su hermano Abel (Gn 4,1-8); los hermanos de José quisieron acabar con él; los trabajadores de la viña, llenos de envidia, se lanzaron a murmurar contra el dueño por pagar la misma cantidad a los primeros y a los últimos trabajadores (Mt 20, 1-16).

La envidia es raíz, también, de rupturas en empresas y grupos políticos, en la Iglesia a todos los niveles, en las comunidades religiosas. No cae muy bien que otros sean estimados, mejor tratados, mejor pagados, que se les alabe delante de todos. La actitud del hermano mayor es la actitud del religioso que se siente bueno, cumplidor, y que no ve la necesidad de conversión personal. En efecto, la parábola nos deja en suspenso ante la conversión del hermano mayor. El considera que está muy bien, porque cumple. A pesar de ser tan duro con su hermano y de la indiferencia con su padre. No se da cuenta que la indiferencia es más terrible que el odio. Así lo expresa la filosofía popular: ¡ódiame, por piedad, yo te lo pido! Odio quiero más que

3

Page 5: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

indiferencia.

El hermano mayor, aunque convivía con su padre en la misma casa, fue dejando enfriar sus relaciones y su amor con él. Y así se fue distanciando hasta llegar a estar más lejos de su padre que el mismo hermano menor cuando se marchó a tierras lejanas. Se nota, también, que el hermano mayor ha perdido, la alegría de estar con su padre. Al quejarse a su padre, esa queja sale de las profundidades de un corazón que siente que nunca ha recibido lo que le corresponde, según él mismo juzga. Y todo esto ha ido creando en él un fondo de resentimiento. La envidia es un oscuro y enorme poder, que lleva a no ser fraternos con todos mis hermanos, o con alguno en particular.

Parece que es esta una de las múltiples traducciones de la cizaña, de que habla el evangelista Mateo (cf. Mt 13, 24-30). Donde germine el bien, no hay porqué extrañarse de que algún enemigo lance a escondidas un puñado de esta gramínea, llamada envidia.

<b>El envidioso se descubre fácilmente : </b>Un proverbio dice que la envidia es la venganza de los incapaces: “hay gente que no logra escribir algo que valga la pena, y se consuela ensañándose contra el trabajo de los otros. El envidioso se hace la ilusión de que crece rebajando a los demás. Se siente pequeño y quiere crecer a expensas del otro. El triunfo de los demás provoca una punzada dolorosa en el envidioso. El bien del otro le hace sentirse mal, lo lanza a hacer el mal y así, fácilmente se descubre como envidioso.

<b>Espíritu farisaico : </b>En la descripción que hace Jesús del hermano mayor, se adivina una descripción del espíritu farisaico, un espíritu envidioso, mas bien común entre los hermanos que aparecen como “buenos”. Por lo tanto, sin decirlo explícitamente está igualando a ciertos religiosos con los fariseos, con el hermano mayor. Por boca del hermano mayor hablan los fariseos, los que se creen buenos y, entre ellos los religiosos, cuando no amamos, cuando somos duros de corazón o cuando no somos fraternos.

<b>El espíritu del Padre: </b>Vale la pena examinar el vocabulario que emplean el padre y el hijo mayor. El padre siempre habla de perdón, de misericordia, de acogida; mientras que el hijo mayor, el envidioso, habla de justicia, de cumplimiento de la ley, de castigar al trasgresor. Resalta, sobre todo, la actitud permanente de misericordia del padre que olvida, y no quiere, ni siquiera, oír hablar de las fallas del hijo menor. No se sorprende de su falta y, con su amor, hace brotar el bien en el corazón del hijo extraviado y busca continuamente a su hijo mayor. La parábola es la escenificación de nuestra propia situación y de la misericordia del padre. Es un canto al amor perdonador del padre.

<b>Efectos de la envidia : </b>La envidia se sabe disfrazar y ocultar. Aparece bajo pretexto de bien, sobre todo de justicia, de amonestaciones fraternas, o de cualquier otra forma solapada que destruye la fraternidad en nuestro mismo corazón. Sus efectos, que hielan y endurecen el corazón son, entre otros: despreocupación, desinterés, por el otro y por sus cosas, frialdad, indiferencia, resentimiento, pesadumbre por el bien del otro, dureza, insistencia en la justicia, silencio negativo, etc.

Trabajamos contra esta raíz educando nuestro corazón en la misericordia y el perdón frecuentes. Ningún lugar mejor que esta parábola como la mejor piscina de aguas medicinales, que nos pone en contacto personal con la misericordia de nuestro Padre Dios.

Ejercicio 4º: cuando mi corazón está amargado

Respiro profundamente, despacio. Ojalá viendo entrar y salir el aire de mis pulmones: el que sale es oscuro, el que entra es claro.

4

Page 6: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Siento mi corazón amargado y como endurecido. Lo siento frío, mudo, inaccesible. Siento la presencia de Jesús a mi lado.

Expongo mi corazón a las caricias del sol, que es Jesús. Voy recibiendo su ternura, su suavidad como el agua cadenciosa.

Caliento mi corazón con la presencia cálida de Jesús, manso y humilde de corazón.

Alabo a Jesús y veo su rostro manso, misericordioso, veo la humildad de su corazón.

Bendigo y felicito a Jesús por ser bondadoso, humilde y siento que su calor, su dulzura, su humildad, como el sol, me va penetrando, me va llenando de su suavidad y mansedumbre.

Mi corazón se abre todavía tímidamente, vacilante a Jesús.

<b> LA VIOLENCIA</b> (Gen 3, 8; Gen 3,1-19; )

Les invito a reflexionar sobre un sentimiento que está en la raíz de toda vida humana, que acompaña a todo mortal, la violencia. No es algo nuevo para la humanidad e irrumpe en la vida humana desde el paraíso terrenal, acompañando al hombre desde entonces. En la sociedad actual, la violencia se ha convertido en una epidemia. Hay naciones donde los asesinatos, las violaciones, los robos, los asaltos violentos y los allanamientos han alcanzado niveles alarmantes en las últimas dos décadas. Elementos de formación humana tan poderosos como el cine y la TV se han convertido en maestros insuperables de la violencia, llegando hasta el hogar. Nos hemos convertido en volcanes de impaciencia, violencia y terrorismo. Y no fue así desde el principio.

<b>El aliento de Dios llenó los abismos:</b> “<i>Las tinieblas cubrían los abismos, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas”</i> (Gen 1,2). El abismo, símbolo de completa

5

Page 7: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

desolación, esperaba su transformación, anhelaba la vida. Entonces, Dios inundó de luz las tinieblas, eliminó el caos, creó un paraíso, y colocó allí al hombre, “<i>insuflando en su narices un aliento de vida</i>” (Gen 2,7).

En este mundo creado por Dios existía la vida, nunca la confusión, el desorden o la violencia. Todos los vivientes estaban conectados en su nivel más profundo por el <b>aliento íntimo</b> y amoroso de Dios, su Espíritu Santo, que El, en una intimidad amorosa, introdujo en nosotros dándonos su vida. El mismo aliento de Dios, su amor tierno, penetró en las criaturas, era la vida que todo lo vivificaba. Introducir dentro de otro nuestro aliento (Gen 2,7) es un simbolismo que expresa participar la vida, el amor, quedar afectados con una relación de intimidad que produce vida amorosa y energía nueva. La Comunidad divina nos participó su vida, su amor y así vivíamos en una amistad íntima con El y con todas sus criaturas llenando todo de mansedumbre, de suavidad, de bondad. Dios se paseaba todos los días por el jardín a la brisa de la tarde como signo de amistad con su criatura, el hombre, y con todos los seres de la naturaleza, creados amorosamente por Dios. No existía la violencia; en todos los vivientes existía el aliento de Dios: una dulce amistad unía a todos los vivientes (Gen 3, 8). El aliento de Dios llena de vida la creación. Desde entonces, si la vida empieza a faltar, otra persona puede introducir su aliento, boca a boca, en los pulmones para estimular la vida. Esa acción de reanimar, característica de Dios Padre, ha sido entregada al hombre. Así participamos en el proceso constante de reavivar, dar vida, y jamás quitarla.

<b>El hombre fue creado sin violencia.</b> En el paraíso no era necesario sacrificar animales para alimentarse. Dice la Escritura que: “<i>Yaveh Dios plantó un jardín en Edén, donde colocó al hombre que había creado. Hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer</i>” (Gen 2,8-9) y dio al hombre este mandato: “<i>de cualquier árbol del jardín puedes comer, menos del árbol de la ciencia del bien y del mal</i>” (Gen 2,16). Los árboles que plantó Dios le daban al hombre el alimento necesario y suficiente. No había necesidad, por tanto, de ningún género de violencia, ni siquiera para el sacrificio de animales. Además, la primera pareja vivía en unas relaciones idílicas, en íntima amistad con Dios, consigo mismo y con la naturaleza. Los árboles frutales, el sol, la luna, los mares, las aves, los animales, la mujer y el hombre eran todos hermanos y amigos, hijos del Padre que inspiró la misma fuente de vida interior en amistad.

<b>Origen de la violencia:</b> La Palabra de Dios muestra que las tendencias para interrumpir el aliento amoroso de Dios en nosotros, para quitar violentamente la vida, se inician cuando el hombre desobedece a su Creador, perdiendo su amistad. El libro del Génesis narra que Adán y Eva desobedecieron, es decir, se les inoculó el virus del individualismo y se rebelaron contra Dios, rompiendo su relación con Él, comiendo del fruto prohibido y dando origen a la violencia en el mundo. En efecto, el pecado es el inicio y el origen de toda violencia.

<b>Ruptura en cadena:</b> Después de este primer acto de violencia, de rebeldía contra Dios, rompieron también sus relaciones entre ellos: Adán acusa vilmente a Eva: <i>“la mujer que me diste por compañera me dio y comí</i>” (Gen 3,12). Rompieron con los animales: “<i>la serpiente me engañó</i>” (Gen 3,13). Rompieron en forma indigna con la naturaleza: “<i>maldito será el suelo por tu causa</i>” (Gen 3,17).

La violencia se continuó en cadena. Poco después de haber sido expulsados del paraíso vino el primer incidente de violencia física del cual existe un registro. Caín, al darse cuenta de que el sacrificio de su hermano Abel era más agradable a los ojos de Dios, tuvo envidia, se llenó de violencia y, en un arranque de celos, mató a su hermano. La raza humana conoció los arrasadores efectos de la violencia, conoció el asesinato. Ya para el tiempo de Lamec, el tataranieto de Caín, la violencia había llegado a niveles muy elevados y de hecho se le celebraba. Lamec se vanagloriaba de sus habilidades para cometer actos

6

Page 8: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

inapropiados y perpetrar actos de violencia masiva que fueron una respuesta desproporcionada a las ofensas cometidas contra él: “<i>Yo maté a un hombre por una herida que me hizo y a un muchacho por un cardenal que recibí. Caín será vengado siete veces, mas Lamek lo será setenta y siete</i>” (Gen 4, 23-24).

<b>Tratamiento de la violencia:</b> Creció tanto la violencia que Moisés tuvo que dictar una ley para frenarla en algo. Dios le dictó a Moisés el principio del "ojo por ojo, y diente por diente" para limitar la violencia. Debe ser una violencia proporcionada, no se permite tomar una vida por un ojo, o mutilar un miembro del cuerpo por un diente. La ley de Moisés fue el primer paso de Dios para tratar la violencia de la humanidad, insistiendo en la justicia. La ley no elimina la violencia, pero le pone un freno.

La directriz final de Dios para tratar la violencia vino con Jesucristo, según lo indica el evangelista Mateo, que expresa el tratamiento a la violencia en dos momentos. Primer momento: "<i>Oyeron que se dijo: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo les digo: No resistan al malo; antes, a cualquiera que te golpea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.</i>.." (Mt 5,38-39). Segundo momento: "<i>Oyeron que se dijo: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, oren por los que les persiguen y calumnian..</i>." (Mt 5,43-45). El distintivo de los hijos de Dios es el amor, nunca la violencia.

Entre los antiguos semitas imperaba ya la ley de la venganza, que era el desencadenamiento de la violencia, que daba lugar a unas interminables luchas y crímenes. La ley del talión: “Ojo por ojo y diente por diente” constituyó en aquellos primeros siglos del pueblo elegido un avance ético, social y jurídico notorio que frenaba la violencia. En ese avance el castigo no podía ser mayor que el delito, cortando así de raíz la interminable cadena de venganzas.

Jesús da un definitivo avance, en el que juega un papel fundamental el sentido del perdón y la superación del orgullo. Jesús establece que el cristiano no tiene enemigos personales. Su único enemigo es el mal, el pecado, pero nunca el pecador. Así lo vivió especialmente con los que le crucificaron y todos los días con los pecadores que se revelan contra Él y le desprecian.

En pocos versículos Cristo eleva las estrategias de la humanidad para lidiar con la violencia a un nuevo nivel. Los seguidores de Cristo ya no tienen que tratar con la violencia de sus enemigos sólo en base de la justicia, que enfatiza una represalia proporcional, sino en base al amor. Cristo revela que el remedio final de Dios en cuanto a la violencia no es la violencia, la venganza, la represalia, sino la reconciliación.

<b>Cristo rechaza la violencia:</b> Él indica claramente que "todos los que tomen la espada, a espada morirán" (Mt 26, 52). Se ve cómo la ley de la continuidad funciona en este caso: el odio produce más odio, la violencia engendra más violencia. Además, la violencia no soluciona los problemas reales y subyacentes que están involucrados en un conflicto. La violencia es un ataque contra la persona, no contra los problemas; en realidad no se enfrenta a los problemas subyacentes tales como el miedo, el odio y la pobreza. Es una simplificación grave suponer que la violencia es la solución a los problemas personales, políticos o sociales. La violencia elimina toda posibilidad de entendimiento y, por ende, también toda posibilidad de reconciliación.

7

Page 9: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

"¿Qué harías si alguien se mete en tu casa, si trata de violar a tu esposa, si está a punto de matar a tu abuela? ¿No es cierto que tienes que usar la violencia en esos casos, aunque seas un cristiano?" Tales preguntas demuestran la forma tan profunda en que la violencia ha penetrado en la sociedad actual. En tales casos, la persona supone que las únicas opciones reales son "matar o morir". La Biblia nos pide que actuemos frente a nuestros enemigos tal como Cristo actuó frente a los Suyos. No olvidemos que aunque una vez fuimos enemigos de Cristo, ahora somos los recipientes de Su amor que nos transforma. Quizás no exista una ocasión en que nuestra fidelidad a Cristo se ponga a prueba en forma tan severa como cuando se nos pida que amemos a un enemigo. A final de cuentas, la alternativa del cristiano esta entre la violencia y su muerte y futura resurrección. La creencia en el hecho de que nuestra vida está en manos de Cristo, nuestro Salvador resucitado, y que la muerte fue vencida en la cruz -quizás nuestra propia muerte violenta-, significa que podemos seguir a Cristo a donde nos llame. Y que amar a nuestros enemigos nos puede costar lo mismo que le costó a Cristo.

<b> CAUSAS DE LA VIOLENCIA: </b>Hace pensar la creciente violencia imperante en todos los ámbitos del mundo y de nuestra sociedad. Pero perturba todavía más la exaltación abierta que se hace de ella, por pare de personas y hasta de países, sin respetar siquiera el universo infantil. Necesitamos cuidarnos para que la pasión no haga de nosotros seres adictos a la violencia. Era lo que más temía Pablo para los nuevos cristianos: “<i>Queridos míos, no se venguen, no se dejen vencer por el mal; venzan el mal con el bien</i>” (Rm 12,19-21). Tratemos de profundizar para ver a qué podemos atribuir este crecimiento casi astronómico de la violencia.

En este campo son múltiples las causas, no podemos ser simplistas. Pero hay una estructura, que ha sido erigida en principio y que explica, en gran parte, la atmósfera general de violencia de nuestro mundo y este principio es la competitividad o la competencia sin límites.

En primer lugar,<b> la competitividad</b> robustece el campo de la economía capitalista de mercado. Se presenta como <b>el motor de todo el sistema</b> de producción y de consumo. Quien es más apto -más fuerte- en la competencia en cuanto a precios, facilidades de pago, variedad y calidad, vence. En la competitividad opera implacable el darwinismo social: selecciona a los más fuertes. Estos, se dice, merecen sobrevivir, pues dinamizan la economía. Los más débiles son peso muerto, por eso deben ser incorporados o eliminados. Esa es la lógica feroz que destruye a los pequeños porque que no tienen valía.

Pero la competitividad no se quedó únicamente en el ordenamiento de la economía, invadió prácticamente todos los espacios: las naciones, las regiones, las escuelas, los deportes, las iglesias, las familias, la educación. Además, para ser eficaz, la competitividad debe ser agresiva. ¿Quién logra atraer más y dar más ventajas? No es de admirarse que todo pase a ser oportunidad de ganancia y se transforme en mercancía, desde los electrodomésticos hasta la religión, hasta la educación. Los <b>valores personales</b> y sociales, tales como la gratitud, la cooperación, el amor, la amistad, la compasión, la devoción, tienen valor pero no tienen precio; y cada vez se encuentran más arrinconados. Y estos valores son los espacios donde respiramos humanamente, lejos del juego de los intereses. Su debilitamiento nos va haciendo anémicos, nos va deshumanizando, destruyendo, como vemos que está sucediendo.

En una sociedad competitiva como la nuestra, por el virus terrible del individualismo, en la que el más fuerte se impone y el más débil es derrotado, destruido, los creyentes, libres de rivalidades, tenemos que gritar con nuestra vida que lo que vale no es la competencia, sino la colaboración, la cooperación. En una sociedad inhumana, en que las personas son instrumentalizadas, y se relacionan desde el dominio y el poder, nosotros tenemos la misión de anunciar con nuestra vida que la persona se construye desde el respeto, la igualdad, la fraternidad y que lo que importa es la calidad de las relaciones interpersonales: fidelidad, servicio, perdón,

8

Page 10: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

amor y cooperación.

En la medida en que sobre los valores prevalece la competitividad se va armando un cataclismo que provoca cada vez más tensiones, conflictos y violencias. Nadie acepta perder ni ser devorado por otro. Lucha a toda costa defendiéndose y atacando. Luego del derrocamiento del comunismo, se igualó la cuestión económica que tomó una marca capitalista, a la cual acompaña la cultura política neoliberal, privatista e individualista, los dinamismos de la competencia fueron avanzando y fueron llevando todo al extremo. En consecuencia, los conflictos recrudecieron y la voluntad de hacer la guerra no fue refrenada, fue creciendo imparable. La potencia hegemónica de turno se hace campeón en la competitividad; emplea todos los medios, incluyendo las armas, el terrorismo para triunfar siempre sobre los demás.

¿Cómo romper esta lógica férrea? Rescatando y dando centralidad a aquello que en otro tiempo nos hizo dar el salto hacia la humanización. Lo que nos hizo dejar atrás la animalidad fue <b>el principio de cooperación</b> y de cuidado. Nuestros ancestros humanísticos salían en busca de alimento. Por eso, nuestros antepasados, en lugar de que cada cual comiera solo como los animales, traían la comida al grupo y repartían solidariamente entre ellos. De ahí nació la cooperación, la sociabilidad, el lenguaje y el diálogo. Por este gesto se inauguró la especie humana. Ante los más débiles, en lugar de entregarlos a la selección natural, se inventó el cuidado y la compasión para mantenerlos vivos entre nosotros.

Sólo los valores que surgen desde la solidaridad y cooperación, el cuidado y la compasión son los que limitarán la voracidad de la competencia, desarmarán los mecanismos del odio y la violencia y darán rostro humano, civilizado y cristiano a la fase planetaria de la humanidad. Importa comenzar ya ahora para que no sea demasiado tarde.

<b>La violencia familiar: </b>La familia es el ambiente social donde todos nos movemos. Pero, también, la familia ha sido tomada por la violencia. Esta se desarrolla entre mayores y entre niños, entre esposos con mayor influencia hacia las mujeres, con los discapacitados, etc. Esa violencia puede ser física o psíquica, y ocurre en todas las clases sociales y culturas. En la práctica el mismo maltrato tiende a convertirse en algo normal, a través de conductas violentas que no son sancionadas como tales. La violencia hacia las mujeres y los niños, estadísticamente reviste la mayor casuística. Debe inquietarnos el modo como se solucionan los conflictos. Cuando las relaciones interpersonales se apoyan en el respeto y el esfuerzo mutuo para lograr los objetivos, cuando surjan los conflictos, estos se resolverán amigablemente a través de la negociación, el acuerdo y la cooperación. Pero cuando las relaciones se basan en la intimidación, en el individualismo y en las posiciones de poder, los conflictos harán surgir la agresión y la violencia. Se buscarán estrategias agresivas para la solución de los conflictos.

<b>La violencia en Colombia:</b> La historia de Colombia ha sido un lamentable suceso de manifestaciones de violencia. Desde las guerras de independencia, pasando por las guerras de "los Mil Días", y por una miríada de alzamientos y revoluciones, hasta llegar a la institucionalización de la violencia con la guerrilla. Mientras el país se mueve, y cambia su realidad, la violencia permanece. Sobrevive la violencia en sus odios y en sus fantasmas, en los ganadores y en los perdedores.

Juan Pablo II insiste en llamar a los violentos y a todo el país en general a acabar con la violencia que tantos estragos está haciendo en Colombia. Estos llamados son reflejo de su alma dolida de buena pastor y de su vida de oración incansable. Quiere advertirnos que los odios los podemos estar sembrando también cada uno en nuestra familia, en el ambiente de trabajo, en la calle... Y que no estamos haciendo lo suficiente para contrarrestar el influjo salvaje de los espectáculos que juegan con la vida humana, de cierta prensa, de

9

Page 11: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

algunos programas de TV, del cine que sólo exhibe violencia y parece gozarse con la violencia, que ha sido la constante en nuestra vida de colombianos.

<b>Educación del corazón: </b>Lo peor que puede tener una sociedad es acostumbrarse a la muerte y a la violencia. Nuestra juventud no conoce la formación. Hay buen nivel de transmisión de conocimientos en las diversas escuelas y universidades, pero se echa en falta algo más que la “disciplina”. La disciplina sólo es eficaz cuando tiene un motivo, nunca el principio de autoridad con obligación de obedecer.

El deseo de dar sentido a la vida se apoya sobre lo que llamamos valores humanos: sentido de racionalidad que domine sobre las pasiones, aprender a comportarse como personas libres y responsables, que sepan pedir sus derechos cuando también cumplen sus deberes, que sean creativos y no borregos en manos de los slogans por los que les manipula un sistema, que no sean individualistas sino solidarios… todo ello se va logrando con unos referentes que vivan esto que predican. Esto es lo que forma de verdad a los jóvenes, y no sermones, pues los jóvenes necesitan modelos creíbles. Primero hay que presentar ideales a la juventud, y luego ya viene la ayuda en la disciplina, una lucha decidida en conseguir esos ideales: es decir educación a través del esfuerzo.

Este conjunto de cualidades, superior en importancia a los conocimientos, se le llama “educación afectiva” es la gran laguna del mundo de hoy: la educación del corazón. Si amar es el fin de la persona, aprender a amar es la gran tarea, y educar será el arte de las artes. Gregorio Marañón es quien decía haber aprendido más en la escuela primaria que en la universidad: el maestro de escuela le enseñó a ser persona activa, diligente, amante de la ciencia… los conocimientos vienen después, lo primero es crecer en las distintas etapas de la personalidad: faceta psicológica, social, espiritual. Luego también el aspecto intelectual, teórico, científico, especulativa, pero sin olvidar la formación integral, dirigida a toda la persona, al mundo afectivo, al mundo de los valores y al mundo intelectual.

<b> LA CÓLERA: </b>Les invito a reflexionar sobre el sentimiento de la cólera. Es una realidad muy normal en nuestra vida y todos la conocemos. Nuestra vida diaria de relación con los demás trae, junto con muchas alegrías, una parte de frustraciones, exasperaciones, obstáculos para la comunicación entre las personas. De ahí la importancia de no dejar remansar en nuestro interior las pequeñas cóleras, porque se pudren y nos hacen mucho daño. Es necesario expresarlas de la manera más constructiva posible. La cólera tiene dos hermanas gemelas que son la ira y la rabia; tía de ellas es la violencia. Toda esta familia está a disposición de la cólera; si no sabemos trabajarlas a tiempo tienen efectos deletéreos.

La cólera evoca escenas de extrema violencia, lo cual hace que se tenga gran miedo a experimentar esta emoción. A algunos les resulta difícil ver en la cólera y en el deseo de venganza realidades psicológicas sanas en sí mismas. Se puede utilizar el término sanamente para describir el estado de irritabilidad interior provocado por una contrariedad, un insulto o una injusticia. O en forma incorrecta llamar a la “cólera” odio o resentimiento, cuya finalidad es hacer daño al otro o incluso destruirlo. Ella nos habla del estado de irritabilidad interior provocado por una contrariedad, un insulto o una injusticia. No podemos asimilarla al odio o al resentimiento, cuya finalidad es hacer daño al otro o incluso destruirlo. Hay que distinguir, pues, la emoción pasajera de la cólera del sentimiento voluntario de odio o de resentimiento. Aunque la cólera sea un movimiento violento del alma, tiene, a pesar de las apariencias, elementos positivos. Es una reacción normal ante una injusticia, una búsqueda de autenticidad y un esfuerzo para suprimir el obstáculo que oculta el amor ajeno. El resentimiento, por el contrario, se introduce en el corazón humano como un cáncer y sólo se aplaca cuando el ofensor es castigado o humillado. Puede revestir diversas formas: sarcasmo, odio duradero, actitudes despectivas, hostilidad sistemática, crítica reprobatoria y pasividad agresiva, que mata cualquier posible alegría en las relaciones.

En tanto no se quiera reconocer la cólera y sacar el mayor provecho de ella, se corre el riesgo de que repudra en el interior y se transforme en resentimiento y odio.

<b>Efectos nefastos de la cólera reprimida:</b> Reprimir la cólera es sumergirse en un mar sin esperanza de salir de él y, tarde o temprano surgirá en forma de desviaciones. Pues la energía emocional no se puede reprimir, siempre se

10

Page 12: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

expresa de una manera artificial y engañosa. La cólera puede desplazarse y atacar a seres inocentes, objetos, animales o personas. Alguien, para aliviar su cólera reprimida da una patada a un objeto o un animal. Alguien dice que el marido que le pega a su esposa intenta liberarse de la imagen de su madre. Hemos visto a un niño, después de que su madre le riñe, dar un golpe a su hermanito. La acumulación de pequeñas cóleras reprimidas provoca ataques incontrolables de violencia. Las personas que se prohíben el menor impulso colérico o se culpabilizan vuelven la cólera contra sí mismos. Se acusan, se autocastigan, cuando no s sumen en una depresión nerviosa. El único modo de salir de este atolladero emocional consiste en conectar con la cólera reprimida y encontrarle una expresión apropiada.

La cólera no reconocida puede ser causa de varias enfermedades psicosomáticas, por el gran gasto de energía y del estrés que produce. Es este un estés nocivo, origen de los más diversos males físicos. Así las manifestaciones excesivas de cólera, ya sean físicas o verbales, dan lugar a menudo a las siguientes enfermedades: colusión coronaria, artritis degenerativa, úlceras gástricas, úlceras duodenales. Por otro lado, las personas que reprimen su miedo o su cólera son propensas a enfermedades de la piel, a la artritis reumática y a las colitis ulcerosas. Las personas que ejercen un autocontrol excesivo y no se atreven nunca a expresar su cólera o su miedo corren el riesgo de padecer asma, diabetes, hipertensión y migrañas.

<b>Beneficios de la cólera:</b> La cólera no es en absoluto perjudicial, pues procede de un saludable instinto de supervivencia física, psicológica y moral. El efecto beneficioso o perjudicial depende del uso que de ella se haga. Bien utilizada contribuye al buen funcionamiento de las relaciones entre las personas. La manifestación adecuada de la cólera conlleva el deseo de restablecer el contacto. De la agresividad no reprimida resultan otros efectos beneficiosos, como lograr descubrir los valores a los que se concede mayor importancia. La cólera sirve para dar la alarma y advertir del peligro de dejar que alguien abuse de nosotros o traspase nuestras fronteras personales; también hace reaccionar ante las injusticias cometidas con una persona o grupo. En una palabra, despierta la energía moral necesaria para afrontar el mal y la injusticia.

<b>Poner la cólera a nuestro servicio:</b> La represión de la cólera y del deseo de venganza conducen a situaciones deplorables. Nos acosan los permanentes estallidos coléricos verbales, los arrebatos, sobre todo en quienes tenemos un temperamento colérico, volcánico y no bastan los esfuerzos de la voluntad. Cualquier borrasca de rabia reduce a nada todos los esfuerzos. ¿Qué hacer? Es necesario centrarse en las sensaciones, permanecer en contacto con la situación interior y tratar de vivirla, de describir la cólera y todo lo que se desea decir y hacer inducidos por ella. En un segundo momento, hablar con la cólera, acogerla como amiga y decirle que de momento no necesitamos sus servicios. Se termina reconciliándose con la cólera. Veamos lo que le pasó a una persona que levaba unos meses trabajando para superar su cólera y reconciliarse con ella. Dice él: “un día que estaba dando clase, intentaba que mis estudiantes me escucharan, pero era inútil, hablaban más fuerte que yo. De repente sentí que se me formaba el nudo en el estómago. Estaba a punto de estallar en una de mis violentas crisis de cólera. Entonces les dije con una voz firme: ¡Cuidado! En este momento estoy sintiendo llegar a una amiga que os hará callar. Es mi cólera. Y ya saben que cuando estalla, es terrible. Si se callan, se calmará”. Atónitos ante mi nuevo modo de imponer disciplina, mis estudiantes se callaron. Desde hace cuatro meses no me he vuelto a encolerizar. He aprendido a reconocer mi cólera y a respetarla como a una amiga. De lo contrario la cólera, ayudada por la violencia se convierte en rabia y siembra destrucción. Las emociones son energías positivas, que exigen ser reconocidas, dominadas y utilizadas en el momento oportuno. Pero, cuando se las teme o se las reprime en el inconsciente, forman núcleos denominados “complejos”, que forman la “sombra” de la personalidad. Esta se vuelve anárquica e incontrolable mientras la persona se niegue a reconocerla e intente huir de ella.

<b>Manejo y control de la rabia:</b> Por todos es conocido el grado de inversión de valores en nuestra actual sociedad, la violencia familiar, la descomposición social. La complejidad de esa descomposición se refleja en la manera como los individuos manejan sus emociones y se relacionan con el mundo.

En nuestros días ha ocurrido un cambio en la manera como los seres humanos expresamos nuestras emociones. La cólera, la ira, la rabia con niveles altos de hostilidad y violencia son emociones muy comunes en la gente. Aunque no hay estadísticas que sustenten la idea de que las personas de nuestro tiempo presenten índices más altos de rabia, violencia y hostilidad, la mayoría de los profesionales del área de la salud mental concuerda que en realidad sí se han producido dichos cambios en la población.

11

Page 13: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Pudiera pensarse que este cambio en la manera de expresar las emociones esté relacionado con los cambios que se han producido en la sociedad en los últimos años. En este sentido, muchos orientadores creen que estamos viviendo la era limítrofe en lo que se refiere al campo de la salud mental. La hostilidad exagerada y la dificultad en mantener relaciones interpersonales bien pueden representar las características de esta época dividida y superficial en que vivimos, donde las personas le dan tan mal manejo a sus emociones. La destrucción de la familia nuclear, la drogadicción y alcoholismo, el divorcio y la movilidad geográfica, entre otros, aparecen como los responsables en parte de los altos grados de rabia y hostilidad que experimenta la población al inicio del nuevo milenio.

Hay que impulsar un manejo adecuado de los sentimientos y emociones. La rabia debe ser utilizada de una manera adaptativa y productiva. Pero si los seres humanos permitimos que la rabia exagerada y la hostilidad controlen nuestro comportamiento, entonces el futuro de la sociedad se verá todavía más amenazado.

<b>Estrategias:</b> La rabia, como sentimiento, no es ni buena ni mala. Manejada apropiadamente puede ayudar al ser humano a mantenerse saludable. Sin embargo, existe una amplia literatura científica que sostiene que los índices altos de rabia y hostilidad pueden comprometer la salud y el bienestar de los individuos. Altos índices de rabia han sido asociados con cardiopatías, trastornos de personalidad, impulsividad, drogadicción y otros desórdenes tanto físicos como psicológicos que impiden que el hombre desarrolle su potencial al máximo.

<b>Efectos de la rabia:</b> Junto a la cólera la rabia es como una tormenta en el mar. Las olas continúan mucho después que la tempestad se apacigua, porque la turbulencia de la rabia no puede aquietarse al instante. Asciende hasta que la situación tiene todo el drama de un enjambre de avispas que ataca. Esa excitación que se experimenta con la rabia, que hace hervir la sangre y hace que todo el organismo tienda a la destrucción de otros, se convierte al final en auto-destrucción. Muchísima gente que sufre de esas explosiones de rabia, aún después de un largo rato de haber estallado, siguen experimentando a nivel físico y mental las consecuencias. Lo peor es que la trascendencia de la rabia en otras personas puede durar mucho más tiempo. El mal que se hace con esas manifestaciones es tan terrible que ha destrozado matrimonios, aniquilado familias, echado a la ruina a empresas y provocado hasta crímenes horrorosos. El malestar que viene después de un estallido de rabia es tan depresivo que hace a la persona sufrir no solamente por el agotamiento físico, mental y espiritual, sino por el daño que ha hecho y por el consiguiente complejo de culpa que siente. Si usted se acostumbra a la rabia, después no podrá controlar sus emociones y hará daño a mucha gente y a usted mismo. En las etapas avanzadas, esta "adicción" a la rabia puede ser casi tan difícil de curar como el alcoholismo y algunas formas de drogadicción. La rabia es auto-veneno y también hiere profundamente a los demás convirtiéndolos en enemigos. A la vez, despierta la ira de esas personas en contra suya. ¡La rabia engendra rabia!

Entonces, ¿qué hacer con ella? Pues, tome conciencia que enferma y produce graves problemas en uno y en los demás. Séneca dijo, "el mejor remedio para la ira es la dilación." Thomas Jefferson sugirió: "cuando estés enojado, cuenta hasta cien antes de hablar." Estos consejos viejos y gastados han resistido la prueba de uso frecuente y ¡funcionan! Hay que recordar lo triste y lamentable de las consecuencias de la ira. La idea es dar tiempo y pensar para entonces hablar, actuar, escribir o intentar corregir defectos en otras personas. Es interesante observar cómo se actúa de manera tan diferente después de unas horas de que sucedió el hecho que tanto le molestó.

Acostúmbrese a hablar con suavidad; mejore sus ademanes y gestos. Trate de tener el hábito de la delicadeza en el trato. En la medida en que pueda, controle mejor sus ímpetus y manifiéstese siempre pacífico y tranquilo. Debe proponerse hacer el esfuerzo para lograrlo.

12

Page 14: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Entregue a Jesús aquello que le molesta. Tranquilícese; manténgase más sereno y equilibrado. Trate de tomar la vida con más calma. Confíe y entréguele al Señor ese sentimiento del que quiere liberarse. Quien vive en Dios lo puede todo. Con el Señor las cosas marchan mejor. No olvide: CON DIOS, SOMOS . . . ¡INVENCIBLES!

<B>EL SENTIMIENTO DE LA IRA: </b>(Ef 4, 23-26; Jn 2, 14-16;

Les invito a reflexionar sobre la ira, que juega un papel importante en nuestras relaciones. Cuando no somos señores de ella, cuando no tenemos la vigilancia necesaria de nuestras reacciones emocionales o no perdonamos, nos descontrolamos. Si no somos conscientes de nuestros sentimientos o no los trabajamos, podemos comportarnos inconscientemente de modo injusto y destructivo, pues actuamos por instinto. Los sentimientos tienen influencia profunda sobre nuestras ideas, opiniones, acciones y, en general, sobre nuestro cuerpo y nuestro comportamiento. Podemos enojarnos, pero sin pecar. Por principio y de suyo la ira no es mala, pues todos tenemos el justo derecho de tomar represalia por las ofensas, <b>según la recta razón y la ley general</b>. Mientras el hombre se atenga al dictamen de la razón y obre de acuerdo con las exigencias de la naturaleza, la ira es un acto digno de alabanza; es un deber del que la ley puede pedir cuentas. Por eso, pudo decir san Juan Crisóstomo: "Quien con causa no se aíra, peca. Porque la paciencia irracional siembra vicios, fomenta la negligencia, y no sólo a los malos sino también a los buenos los invita al mal". Sólo cuando se excede la medida racional, o cuando no se llegue al justo medio, la ira o la no ira, son pecado. No se puede decir que una persona airada esté pecando, ya que su acto de ira puede responder en proporción justa, a la medida racional que la ira por celo está reclamando de él, pues al centrarse la ira en la venganza, si el fin de la venganza es recto, la ira es buena.

<b>Las primeras comunidades:</b> Los cristianos de la primera comunidad apostólica se amaban y se trataban mutuamente como hermanos (cf. Hech 2,42-47). Con el paso del tiempo, las comunidades fueron creciendo en tamaño y en número y fueron creciendo las diferencias personales (cf. 1Cor 11, 17-22). Incluso, se hizo más difícil recordar que ser cristiano suponía fuertes exigencias en las relaciones personales. No basta con haber recibido el bautismo, con rezar y participar en la celebración de la Eucaristía. Los cristianos tenían que vivir su fe en el contacto con el hermano, en sus relaciones de cada día, que se fueron cargando de conflictos. Avanzando el tiempo las comunidades empezaron a tener fuertes dificultades en las relaciones, a caer en la mediocridad, y destruir así la vida comunitaria.

<b>Tratando de comprender la ira.</b> La ira, en su esencia íntima, es una sed tan viva de venganza, correspondiente a una injuria recibida, cuya satisfacción se logra con la venganza. Es tan poderosa que resulta repulsiva tanto para quien lo experimenta en sí mismo como para quien la advierte en otro. Como afecta a las relaciones humanas, hasta hacernos capaces de odiar, ha suscitado más debates que ninguna otra emoción. Muchos católicos habían creído que el sentimiento de ira era en sí mismo pecaminoso. Ha tenido que pasar mucho tiempo hasta descubrir que es una emoción humana normal, regalo de Dios para la supervivencia física y psicológica.

La Carta a los Efesio, cuando afirma: “<i>Si se aíran, no pequen; </i>no se ponga el sol mientras están airados…Toda acritud, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre ustedes” (Ef 4,26.31), entiende que no es el <i>sentimiento </i> de la ira lo que es malo, sino la conducta perjudicial o culpable que dimana de él. ¿Cómo es posible airarse sin pecar? Si encontramos expresiones de ira en la vida de Jesús, quiere decir que esta no es pecado, sino un estado emocional normal. Cuando a uno le pisan el pie, brinca. En ese caso la ira es un sentimiento normal, con ciertos límites. Se entiende que la gente tiene sentimientos de ira. Pero esos sentimientos no deben llevarnos a una conducta injuriosa. El sentimiento es una cosa y su expresión externa es otra. No podemos controlar los sentimientos, pero sí podemos controlar su reacción. Una cosa es sentir ira y otra mostrarla en la conducta. Tener ira no es pecado, mientras sea aislada y se eviten las conductas que sean perjudiciales para la vida familiar. De todos modos, la ira es un sentimiento difícil de controlar.

<b>Sentir no es consentir:</b> Lo primero que tenemos que hacer es distinguir el sentimiento de ira del pecado de la ira. Nos enseñan la psicología y el Catecismo de la Iglesia Católica que <b>sentir</b> no es lo mismo que <b>consentir</b>, y que los sentimientos en sí mismos, no son ni buenos ni malos, son amorales, no son pecado. Dice el Catedcismo que “el término ‘pasiones’ designa los afectos y los sentimientos. Ejemplos eminentes de pasiones son el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la

13

Page 15: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

tristeza y la ira. En sí mismas, las pasiones no son buenas ni malas. Las emociones y sentimientos pueden ser asumidos por las virtudes, o pervertidos en los vicios”. (CaIC 1767-1774).

En segundo lugar, el sentimiento de ira surge cuando lo que la persona espera, necesita o desea no es alcanzado. Por eso, si no hay deseo no hay ira. Así, si yo espero que mis hijos se porten siempre bien, hagan la tarea sin protestar, y mantengan sus cuartos en orden, si esto no sucede me voy a frustrar. El sentimiento de la ira es una reacción a mi frustración, porque las cosas no suceden como yo quisiera que fueran.

<b>Testimonio de la Escritura:</b> En los Evangelios encontramos el testimonio de que Jesús se enojó contra los mercaderes en el templo de Jerusalén (Juan 2,13-16); cuando los fariseos quisieron ridiculizarlo por curar en el día sábado, Jesús “<i>paseó sobre ellos su mirada enojado y apenado por su ceguera</i>” (Mc 3,5); cuando los discípulos reprendían a los niños para que nos se le acercaran “<i>Jesús se enfadó y les dijo: Dejen que los niños vengan a mí</i>” (Mc 9,13-14).

<b>Sentimiento normal</b>: Cristo se airó porque habían convertido la casa de Dios en cueva de ladrones. Cuando vinieron los niños a El y los apóstoles no los dejaron acercarse, el Señor se enojó. Esta es la ira normal, reacción normal del celo por la gloria de Dios ultrajada. La ira normal no lleva nunca a la agresión.

<b>Sentimiento anormal</b>: Hay otro grado al cual puede llegar la ira que es lo que llamamos "la rabia", la furia. Ese es un grado muy grande de ira que puede llevar, y ordinariamente lleva, a la agresión de palabra o de obra; la rabia es una forma muy fuerte de ira. Es terrible y lleva a la violencia, a la agresión.

No hay que confundir <b>ira</b> con <b>rabia,</b> con <b>resentimiento</b>. En el <b>resentimiento</b> hay su parte de ira también, que la persona va almacenando, pensando en lo que le hicieron lo va guardando. Por eso se llama resentimiento, que significa <b>volver a sentir</b>. Esta ira va destruyendo a la persona que la siente, no al que causó el resentimiento, que a veces ni se entera que hizo calentar al otro. La ira destruye, si llega a convertirse en odio, cuyo proceso final es el resentimiento, que es una ira congelada. La ira se puede convertir en una adición. ¿Cuándo se puede decir que una persona es adicta a la ira? Cuando no tiene control sobre la ira y ésta es algo crónico, compulsivo.

<b>Elemento de crecimiento personal:</b> La ira es un elemento fundamental de crecimiento personal. Puede ser un enemigo que arruine nuestras relaciones y destruya familias y comunidades o puede hacerse presente como un amigo. Será como una especie de faro para nuestro conocimiento y una fuente de energía para la acción. Clarificar nuestras necesidades más profundas y conocer nuestras barreras nos sitúa en la posición de asumir las riendas de nuestra ira, en vez de que ella lo asuma sobre nosotros.

<b>Más importante que cualquier sacrificio:</b> La Escritura nos introduce en las líneas maestras de la vida de los seguidores de Jesús en cuanto a las relaciones. La esencia de estas líneas de conducta es el amor. Los sinópticos presentan el mandamiento del amor dentro de un contexto de conflicto. Jesús ha llegado a Jerusalén. El jefe del sanedrín, los escribas y los ancianos han puesto en duda su autoridad. Cuando Jesús continúa enseñando, ellos se ponen furiosos y quieren detenerlo; algunos fariseos y saduceos se reúnen e inventan unas preguntas para ponerle una trampa. Así, con ese telón de fondo, rodeado de enemigos y de trampas, puesto a prueba y atacado, Mateo, Marcos y Lucas presentan a Jesús hablando del amor (cf. Mc 12,28-34//). Enseñándonos así que la mansedumbre y la misericordia moderan la ira, el odio.

El conflicto no nos exime del amor. La ira contra el prójimo no nos exime del más grande de los mandamientos. Más aún, el momento de la ira es el momento de responder con amor. Nos llama a abordar el

14

Page 16: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

conflicto con la actitud y conducta de los que viven a Jesús, de los que creen que amar al prójimo “<i>vale más que todos los holocaustos y sacrificios</i>” (Mc 12,33). Incluso cuando alguien nos ha atacado, nos ha engañado, ha sido hostil con nosotros, nuestra respuesta es dejarnos guiar por el amor. Y esto no significa negar nuestra ira, sino enfrentar nuestra ira, a la persona contra quien nos airamos con un comportamiento en armonía con el amor evangélico: honradez, respeto y sobre todo disposición para el perdón.

Jesús, en medio de la oposición, peleando con sus amigos y con sus enemigos, habla del amor. Nos habla de un Padre que perdona, que acoge entre sus brazos al hijo que le ha ofendido; habla del pastor cansado que sale en busca de una sola oveja perdida; de una mujer sorprendida en adulterio que experimenta su acogida en vez de su lapidación; de un criminal que muere saboreándola misericordia y el perdón. Estas historias nos dicen que no podemos tener vida sin conflictos y que el conflicto nos ofrece la oportunidad de recuperar algo que hemos perdido, la oportunidad de la curación, de dar la vuelta a nuestras vidas, la oportunidad de regresar a nuestra casa, la casa del Padre.

<b>Ejercicio 5º: deshacer percepciones negativas: </b>Respira pausada y profundamente, viendo el aire que entra y sale de tus pulmones.

Imagínate que vas de camino a una importante reunión y te encuentras con un embotellamiento de tráfico.

Comienzas a preocuparte, sientes que te viene dolor de cabeza, que tienes los hombros tensos, y piensas en las peores consecuencias de tu retraso.

Ahora, imagina durante unos minutos que estás allí en tu asiento como un manojo de nervios y te das cuenta que tu ansiedad no hace avanzar más de prisa el carro que tienes delante ni el tuyo, ni el que tienes detrás.

Inspira hondo y sueltas un suspiro. Te dices: “relájate”. Sientes cierto alivio.

Decides que cuando llegues a la reunión sencillamente explicarás lo que te ha sucedido.

Sintonizas tu emisora de música relajante, favorita.

Te recuerdas de nuevo que tienes una opción en la forma de reaccionar ante esa situación y vuelves a afirmar que puedes relajarte.

15

Page 17: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Haces otra inspiración honda. Te echas hacia atrás en el siento, respiras profundamente y disfrutas de la oportunidad de estar a solas.

Acabas de hacer un cambio fundamental: de sentirte pequeño, limitado y desvalido ya has pasado a identificarte con el <i>yo </i>central y esencial, que es la fuente de tu poder personal.

<B>LA AMARGURA: </b> (Hebr 12,14; Ef 4,31-32; Gal 5,19-21)

Cuando una persona no irradia felicidad ni goza de una actitud sana, probablemente se deba a que no ha sabido rodear su existencia, su personalidad de aspectos positivos; cuando revivimos un recuerdo negativo, llevando cuenta de ofensas que se nos han causado, el recuerdo se convierte en amargura que entristece nuestra existencia. No importa si la causa del rencor sea real o imaginada, su veneno nos carcome poco a poco hasta que se derrama sobre todo lo que nos rodea y lo corroe. Pienso que todos hemos conocido personas amargadas. Tienen una memoria extraordinaria para los más insignificantes detalles negativos, se consumen en quejas y se ahogan en resentimientos. Llevan cuenta minuciosa de las ofensas sufridas, y siempre están listos para demostrar a los demás cuánto han sido ofendidos. Por fuera aparentan tranquilos y serenos, pero por dentro revientan por su amargura reprimida. La amargura afecta todos nuestros sentimientos, acciones haciendo infeliz, atormentada y resentida a la persona amargada.

<b>Naturaleza de la amargura: </b>La amargura habla de alguien que carga sobre sus hombros características dañinas, no solo para su desarrollo emocional sino para aquellos que le rodean. En cada ser humano hay unas cuotas razonables de amargura provocada por muy diversas circunstancias. Podemos decir que es casi connatural a la persona esa falta de dulzura por las cosas de la vida. Lo que nos debe preocupar es que la amargura se convierta en un sentimiento constante en el día. La amargura es una herida en el alma que va más allá de los malos momentos que nos hayan hecho pasar, o de las maldades que hayamos cometido. La amargura es la victoria del mal, que quita la alegría de vivir, son esos sentimientos mal encauzados que te encierran en ti mismo. Para la persona amargada no existe el pasado, ni el presente, ni el futuro, solo existe esa falta de ilusión que tienen los que están muertos en vida, pues la amargura destruye y mata el espíritu humano.

Las personas constantemente amargadas defienden su indignación. Sienten que el hecho de haber sido heridas tan profundamente les exime de la obligación de perdonar. Pero son precisamente estas personas las que más necesitan perdonar. A veces tienen el corazón tan lleno de rencor que no les queda capacidad para amar. La amargura los debilita y los mantiene atados, presos en su propia cárcel.

La persona amargada se aferra a rencores contra personas, cosas o acontecimientos con efectos desastrosos para el cuerpo y para el alma. La amargura abre las puertas al mal, debilita ante los pensamientos homicidas que surgen y quita todo poder a la oración. Por eso Cristo nos pide resolver nuestra diferencias con los demás antes de “presentar nuestra ofrenda ante el altar” (Mt 5,24). Podemos orar todo un día, pero si guardamos rencores, la puerta de Dios permanecerá cerrada. La amargura no es sólo una perspectiva negativa de la vida, es un pecado. Destruye el alma y es capaz de destruir también el cuerpo. Sabemos que la tensión nerviosa puede causar úlceras, jaquecas e insomnio. La investigación médica ha demostrado que hay conexión entre un enojo no resuelto y los ataques al corazón; parece que las personas que reprimen su

16

Page 18: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

resentimiento son más susceptibles que aquellas que pueden desahogarse, que dan rienda suelta a sus emociones.

Cuando una ofensa, una traición o una defraudación se enquistan en el corazón humano, afectan en forma negativa los sentimientos, pensamientos y acciones, transformando al enfermo en una persona infeliz, resentida y atormentada. Nadie puede ser feliz o tener paz si su corazón está preso por una amargura.

<b>La Escritura: </b>La Palabra de Dios enseña que la amargura es enemigo de la paz, y que es muy peligrosa cuando “hecha raíz” en el corazón. Una persona amargada es peligrosa y envenena a las personas que están junto a ella. En efecto, han surgido enemistades entre parientes y amigos de un amargado, distanciándose llenos de resentimientos y hasta de odio. Contaminan a las personas que simpatizan con el resentido y amargado.

La carta a los Hebreos deja bien claro que la amargura es enemiga de la paz, muy peligrosa y se convierte en una verdadera epidemia cuando “echa raíces” en el corazón: “<i>Hagan todo esfuerzo para vivir en paz con todos. Pongan cuidado en que no brote ninguna raíz de amargura y por ella llegue a inficionarse la comunidad</i>” (Hebr 12,15). En efecto, una persona amargada envenena a las personas que están con ella, llenándolas de resentimiento y hasta de odio y hasta haciendo surgir enemistades entre sus mismos parientes y amigos. La amargura contamina hasta a los mismos que simpatizan con él. Una persona amargada contamina toda una comunidad.

La carta a los Efesios buscando aliviar a quienes se dejan tomar por la amargura les dice: "echen fuera de ustedes la amargura, las pasiones, el enojo, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. Perdónense mutuamente como Dios les perdonó en Cristo" (Efesios 4, 31-32).

<b>Algunos hechos: </b>La amargura es un veneno que destruye las relaciones entre las personas y contamina el trato, creando discordia, celos, iras, odios, rencillas, divisiones. Por eso el remedio contra la amargura es el perdón, el olvido de las ofensas, soportándose unos a otros por amor. Nadie puede ser feliz o tener paz si su corazón está atormentado por alguna amargura.

Oigamos el siguiente caso: El marido se estaba muriendo, y la esposa permanecía endurecida e insensible como una piedra. Ante los demás había vivido una vida intachable. Era ordenada, meticulosa, trabajadora, honrada, capaz y confiable, pero no podía amar. Luego de meses de lucha, la causa de su frialdad quedó aclarada: era incapaz de perdonar. Ella no tenía agravios de gran magnitud, pero estaba doblegada bajo el peso colectivo de mil rencores pequeños.

Otro caso: era una mujer joven de quien su tío había abusado sexualmente. Aunque era, sin duda, la víctima inocente de un depravado, su desdicha parecía ser, por lo menos en parte, auto-perpetuada. No quería ni podía juntar la fortaleza interior necesaria para perdonar. Amordazada durante años por el temor de exponerse, y por el alcoholismo que su atormentador mantenía con regalos diarios de vodka, esta pobre mujer estaba desesperada. Se le había brindado terapia psiquiátrica intensiva y no le faltaban comodidades materiales. Tenía buen empleo y un círculo de amigos que la apoyaban; no se habían escatimado esfuerzos para ayudarle a restablecerse. A pesar de todo, sus emociones oscilaban desde la risa nerviosa hasta el llanto

17

Page 19: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

inconsolable. Se llenaba de comida un día, y al otro día ayunaba y se purgaba. Bebía botella tras botella. Era una persona difícil de ayudar. Sólo ella podía iniciar el proceso de su curación. Pero todo consejo parecía inútil. Enfurecida y confundida, se sumió cada vez más profundamente en la desesperación hasta que, finalmente, tuvo que ser hospitalizada porque había tratado de estrangularse. Las heridas que causa el abuso sexual necesitan años para sanar; en muchos casos dejan cicatrices permanentes. Sin embargo, pueden concluir en una vida atormentada o en el suicidio. De todos modos, hay personas que han encontrado la libertad y una nueva vida, una vez pudieron perdonar. Esto no significa resignarse u olvidar lo ocurrido. Significa que se debe tomar una decisión consciente de dejar de odiar, porque el odio no ayuda nunca. Como un cáncer, el odio se extiende a través del alma hasta destruirla por completo.

Por otro lado, existe a un alto nivel la amargura, esa que vive en aquellos que parecen no apreciar la belleza de la vida y que enfrascados en su frustración personal les impide valorar en su justa dimensión a los demás. Es una actitud malsana, que hace desconocer lo importante de irradiar alegría y tranquilidad espiritual aun en los momentos más difíciles de la existencia, que hace personas inseguras y solitarias.

Cuando revivimos perpetuamente un recuerdo negativo, llevando cuenta de las ofensas que se nos han causado, el recuerdo se convierte en rencor. No importa si la causa del rencor es real o imaginada, su veneno nos carcome poco a poco hasta que se derrama y corroe todo lo que nos rodea.

El amargado tiene una memoria extraordinaria para los más insignificantes detalles. Se consume quejándose y se ahoga en resentimientos. Lleva cuenta minuciosa de las ofensas sufridas, y siempre están listos para demostrar a los demás cuánto han sido ofendidos. Puede que por fuera aparenten tranquilos y serenos, pero por dentro revientan por un odio reprimido. A veces tienen el corazón tan lleno de rencor que ya no hay capacidad para amar.

<b>Tarea para el amargado:</b> Detecta qué es lo que produce en ti la amargura. Desde cuándo te sientes así. Orar con oración de perdón. Buscar ayuda externa para que te puedan explicar con objetividad la situación que ha motivado la amargura. Busca situaciones que te hagan superar la amargura.

<b> LA DEPRESIÓN: </b>Les invito a una reflexión sobre la depresión, enfermedad que también nosotros podemos adquirir al dar cabida a pensamientos y sentimientos negativos obsesivos, a relaciones difíciles con los padres, con la pareja, con otras personas, y en general, a incapacidad de perdonar, y de sacar de nuestra mente ciertas ideas y sentimientos contra otras personas, contra la vida, contra Dios, hundiéndonos en una tristeza permanente y en tedio por la vida. En este trabajo seguiré de cerca la XVIII conferencia Internacional celebrada en Roma sobre “La depresión”. Hoy se afirma que la más grave enfermedad de nuestro tiempo no es el cáncer, ni la malaria, ni el sida, ni siquiera el hambre que asola a multitudes inmensas en el llamado tercer mundo. La más grave enfermedad del mundo contemporáneo es «la pérdida del gusto por la vida». Y no puede ser de otro, afirmó el cardenal Paul Poupard en su charla sobre <i>Las ideas depresivas del mundo contemporáneo</i>, cuando se ha estrangulado la vida humana en la verdad misma de su ser. En efecto: “convertido <b>el trabajo</b> en mero instrumento del dinero que la <i>polilla y la herrumbre corroen</i>; <b>el amor</b> y la amistad aniquilados en la soledad que convierte al otro en puro <i>objeto</i> de interés egoísta; y reducido <b>el deseo de infinito</b> al instante, que <i>hoy es y mañana es arrojado al fuego</i>; en un mundo así, ¿cómo podrá nadie liberarse de la depresión en cualquiera de sus formas? La difusión de la depresión constituye un fenómeno que preocupa, y mucho, a la Iglesia. Por eso, a quienes se encuentran afligidos por este enfermedad, el Papa les propone profundizar en su vida espiritual para descubrir el amor de Dios y superar así ese estado de falta de ánimo. La vivencia de la fe proporciona puntos de referencia sólidos para edificar sobre ellos una personalidad madura e integrada. La receta del Pontífice para superar la depresión está en coincidencia con los consejos de psiquiatras y psicólogos.

18

Page 20: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>Realización: </b>El Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, presidido por el cardenal Javier Lozano Barragán, convocó en el Vaticano, del 13 al 15 de noviembre del 2003, la XVIII Conferencia Internacional sobre "La depresión". El tema interesa no solo a médicos sino a la sociedad en general y también a la Iglesia. Para afrontar esa enfermedad y buscar soluciones congregó al fin de semana a 600 médicos, laicos comprometidos y hombres de Iglesia. En la actualidad hay en el mundo más de 340 millones de personas que padecen depresión, y, en el año un millón de personas se quitan la vida.

Juan Pablo II en su intervención, a todos los asistentes, precisó: «Se manifiestan fragilidades humanas, psicológicas y espirituales, que al menos en parte son inducidas por la sociedad». Ante esta situación, el Papa señaló «proponer nuevos caminos para que cada uno pueda construir la propia personalidad, <b>cultivando la vida espiritual</b>, fundamento de una existencia madura». De hecho, afirmó, «la depresión es siempre una prueba espiritual». A las personas que dejan de percibir el sentido de la vida, el obispo de Roma les recomendó la meditación de los Salmos «en los que el autor sagrado expresa en oración sus alegrías y angustias», el rezo del Rosario y la participación en la Eucaristía -«manantial de paz interior»-. El Papa recuerda a los enfermos de depresión que «en su amor infinito, Dios está siempre cerca de los que sufren». En este sentido, añadió: «La enfermedad depresiva puede ser un camino para descubrir otros aspectos de uno mismo y nuevas formas de encuentro con Dios».

<b>Naturaleza de la depresión:</b> La depresión, el más frecuente de todos los trastornos mentales, es un estado emocional de abatimiento, tristeza, sentimiento de indignidad, de inutilidad, de culpa, indefensión y desesperanza profundos. La misma lleva al que la siente, a la soledad, la pérdida de motivación, el retraso motor y la fatiga. Puede llegar incluso a convertirse en un trastorno psicótico donde el individuo se queda completamente incapacitado para actuar en forma normal en su vida de relación. A diferencia de la tristeza normal, o la del duelo, que sigue a la pérdida de un ser querido, la depresión dañina es una tristeza sin razón aparente que la justifique, y además grave y persistente. Puede aparecer acompañada de varios síntomas, incluidas las perturbaciones del sueño y de la comida, la pérdida de iniciativa, el auto castigo, el abandono, la inactividad y la incapacidad para el placer. Las personas deprimidas se consideran desgraciadas, frustradas, humilladas, rechazadas o castigadas. Miran el futuro sin esperanza.

La "depresión" se ha convertido hoy en una enfermedad familiar, corriente. Más allá de sus síntomas clínicos, que permiten el diagnóstico médico, la depresión se presenta como <b>un padecimiento del alma</b>, que atenaza a quien lo sufre. Cada vez son más las personas que, en algún momento de su vida, han sucumbido ante esa enfermedad, donde la vida aparece cargada de tedio, de aburrimiento, de hastío. La cultura dominante hoy, ciertamente, es un terreno más que favorable a la depresión, que contamina toda verdadera ilusión tratando de destruirla, hasta en los más jóvenes. Desvinculada del otro, encerrada en su mortal soledad, aislada del verdadero amor, sin sentido alguno en la vida, ¿cómo va a subsistir la actual sociedad?

La víctima de la depresión desearía, tal vez, arrinconarse en una esquina y dejarse morir. La persona, cautiva por esta dolencia, expande su pesimismo sobre todo, especialmente sobre el futuro, más temido que esperado. Las consecuencias que acarrea para el enfermo pueden ser varias: baja laboral, problemas familiares e, incluso el suicidio. La depresión afecta en general a mujeres, hombres y, últimamente, a los niños por pertenecer a esta sociedad donde el placer es su centro y el divorcio ha destruido a la familia, cayendo las consecuencias especialmente sobre los niños, que viven sin padre o sin madre. La tristeza y la pesadumbre y los cambios de humor es algo común, son niveles "normales" hoy, especialmente en los hijos e hijas de divorciados. Pero los síntomas de la depresión grave son: estar deprimido casi todo el día, casi todos los días; no sentir interés por la mayoría de las actividades ni placer al hacerlas; padecer cambios de hábitos en la comida y el sueño; estar nervioso, perezoso o cansado; sentirse inútil o culpable; tener problemas de concentración; y pensar constantemente en la muerte o el suicidio.

<b>Causas:</b> Además de las ya enunciadas, hay que destacar hoy el influjo de los factores ambientales presentes en la cultura que nos envuelve. Una cultura demasiado liviana, demasiado vacía de valores, demasiado huérfana de

19

Page 21: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

referencias que, lejos de aligerar la vida del hombre, tantas veces la sobrecarga de temor y de tensión. En esta sociedad de la comunicación y de la abundancia, de la competitividad, la lucha y la violencia, el ser humano amanece solo y confundido, tal vez acompañado únicamente por su pobreza, saturado de desengaño y frustraciones, sumergido en la inutilidad de la nada. El Papa, en el discurso a los participantes en la Conferencia, llamaba la atención sobre este influjo pernicioso de la sociedad: "Es importante ser conscientes de las repercusiones que tienen <b>los mensajes transmitidos por los medios de comunicación</b> <b>sobre las personas</b>, al exaltar el consumismo, la satisfacción inmediata de los deseos, la carrera hacia un bienestar material cada vez mayor. Es necesario proponer nuevas vías, para que cada uno pueda construir la propia personalidad, <b>cultivando la vida espiritual</b>, fundamento de una existencia madura".<b>Terapia:</b> Es preciso conocer y aceptar la enfermedad, dejándose ayudar para salir de ella. En medio del archipiélago de islas incomunicadas en que se van convirtiendo nuestras personas, nuestras ciudades, no siempre es fácil encontrar el apoyo del otro, de la familia, de los “amigos”. Junto a la insustituible labor de los médicos, no debe faltar la cercanía personal. La comprensión, la compañía, la escucha. El saberse amado, vale más que todos los tratamientos, aun cuando estos sean necesarios. El Santo Padre afirma: “es importante tender la mano a los enfermos, hacerles percibir la ternura de Dios, integrarlos en una comunidad de fe y de vida en la que se sientan acogidos, comprendidos, sostenidos, dignos de amar y de ser amados". La fe cristiana es un buen antídoto contra la depresión. No es un fármaco más, sino una ayuda importante. La fe nace del amor y, por consiguiente, genera confianza. Infunde la convicción de que el hombre es siempre amado por Dios; de que el mundo no es hostil, pues ha salido de sus manos; de que el otro no es un enemigo, sino un hermano. Aun en medio del sufrimiento, ocasionado por la enfermedad, que no hemos de entender como un castigo, la vivencia de la fe brinda motivos de esperanza, y proporciona puntos de referencia sólidos para edificar sobre ellos una personalidad madura e integrada. La Iglesia, y la sociedad en su conjunto, no pueden desatender este problema. Más allá del tedio de la vida, frente a la desesperanza, está la serena certeza de que Dios nos ama. Uno de los psiquiatra asistentes, Enrique Rojas, decía: “Yo creo que el mal del siglo XXI ya lo tenemos delante: hemos pasado de la era de la ansiedad a la era de la depresión y del desamor». Está claro que el antídoto a esa nada que corroe a la cultura dominante, está justamente en ese imprescindible amor que el mundo se empeña en ignorar dándole la espalda, como si se tratase de un ilusorio sueño: “La alegría es la primera y la última palabra del Evangelio”, afirmaba ya el poeta convertido, Paul Claudel.

<b>Recomendaciones y propuestas de la Conferencia Internacional:: </b>* Para salir de la depresión el hombre tiene necesidad de volver a encontrar los valores y un sentido a su existencia. La resurrección de Cristo constituye el desemboque definitivo de la victoria contra la depresión. * Volver a encontrar la confianza en sí mismo y en la vida pasa a través de la pedagogía de <b>la esperanza cristiana</b>, una esperanza que nos abre un futuro con Dios y que nos arraiga en el deseo de encontrar nuestra felicidad con Cristo en la vida eterna, apoyándonos en la gracia del Espíritu Santo. * Para volver a crear un auténtico vínculo social a partir de un cambio completo del comportamiento de cada hombre, es necesario volver a valorar los principios de la moral, que son capaces de imprimir un profundo cambio en el espíritu del hombre deprimido para elevarle, restaurando al mismo tiempo tanto la persona como la sociedad. * El hombre que sufre tiene siempre un puesto privilegiado en la antropología bíblica y en el mensaje cristiano. El deprimido no ha sido olvidado por Dios, es más, constituye el centro de su amor compasivo. De hecho, al comenzar su misión mesiánica, Jesús afirma: «Yo he venido para los enfermos»..., entre los cuales se encuentran también los deprimidos. La vida espiritual transforma esta promesa en contenidos concretos que ofrecen al creyente un apoyo espiritual para afrontar toda enfermedad, incluida la depresión. * Se afirma que la ausencia de puntos de referencia contribuye a hacer frágiles las personalidades, induciéndolas a considerar que todos los comportamientos son iguales. De aquí se deriva la importancia de recordar a la familia, a la escuela, a los movimientos juveniles y a las asociaciones parroquiales su papel insustituible a causa de la incidencia que estas realidades tienen en la formación de la persona. * Los medios de comunicación son instrumentos de civilización que al proponer modelos de vida y caminos culturales respetuosos de los valores de la vida, de la familia y de la sociedad, pueden ser de gran ayuda para convertir las actitudes y tendencias individualistas y de muerte de la cultura postmoderna en comportamientos positivos, personales, altruistas y solidarios a favor de la vida.

<b> CURACIÓN DE LOS SENTIMIENTOS NEGATIVOS: </b>1Ts 5,23-24:

Después de haber reflexionado sobre la misericordia del Padre, de Jesús, vamos a reflexionar sobre un tema fundamental para nuestra vida, y que brota de la misericordia de Dios, la curación o sanación de <b>toda</b> la persona. En efecto, el odio, los rencores y otros sentimientos dañinos, de los cuales ya hemos hablado, son enfermedades del alma y del espíritu con un gran poder para debilitar el vigor del cuerpo con una cantidad de enfermedades, pero que se pueden sanar. El Señor Jesús, al encarnarse, ha

20

Page 22: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

querido venir a sanarnos de todas nuestras enfermedades y dolencias del cuerpo, del alma y del espíritu. Ordinariamente asociamos la curación con médicos, curanderos, medicamentos y otras ayudas. Pero, sin dejar a un lado a éstos, Jesús asocia la curación con la fe y el amor, y con la proclamación de la Buena Nueva. Los tesoros de fe y amor, que el Señor ha puesto en nuestro corazón, crecen tanto más cuanto más se comparten. Interesarnos por los que sufren, orar por los enfermos y con ellos, es un modo muy práctico de proclamar nuestra fe y expresar nuestro amor, orando por los enfermos y con ellos.

<b>Antropología bíblica.: </b>La Biblia nos presenta al hombre como un ser esencialmente relacionado con Dios, con sus semejantes y con toda la creación. Y esto, porque el hombre es <i>relación</i>, y la calidad de su vida, su crecimiento, su éxito o su fracaso, su felicidad o su frustración depende de cómo viva esas relaciones. Nuestro concepto del hombre, compuesto de cuerpo y alma, es de origen griego. Para la Biblia el hombre es un ser compuesto de cuerpo, alma y espíritu. Tres dimensiones que funcionan como un todo: “<i>que todo su ser, <b>cuerpo</b>, <b>alma</b> y <b>espíritu</b>, se conserven sin mancha hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo</i>” (1Ts 5,23). Veamos cada una:

<b>Las tres dimensiones esenciales del hombre: </b>- <b>Dimensión física:</b> el hombre tiene un <i>cuerpo</i> material (soma) animado, visible, bien organizado, con sus peculiaridades, incluida su debilidad y caducidad por ser un cuerpo material, pero que puede ser habitado por el ES, y destinado a la resurrección (cf. 1Cor 15, 39-44).

- <b>Dimensión psicológica:</b> el hombre tiene, también, <i>alma</i> espiritual (psijè), principio que anima el cuerpo, dando al ser humano su dimensión psicológica, con sus peculiares formas de expresión, tan complejas y, a veces, tan desconcertantes.

- <b>Dimensión espiritual</b>: el hombre es, finalmente, <i>espíritu</i> inmortal (pneuma), soporte sobrenatural, que hace de él un ser inteligente, responsable, libre, semejante a Dios. El <i>corazón </i>se considera como la sede por excelencia del espíritu; por tanto, como el centro más profundo de la persona, su conciencia, donde se toman las decisiones, donde uno responde o resiste a la llamada de Dios. Forma la parte sobrenatural del hombre, que le da capacidad de relacionarse con Dios. La calidad del corazón decide el curso y la calidad de la vida de cada uno; el cuerpo, animado, bien organizado, con su vigor y su debilidad está habitado por el alma y el espíritu y destinado a la resurrección.

Les invito a que aprendamos a hacer una terapia especial, para que podamos utilizarla en nuestras enfermedades de cuerpo, alma y espíritu. Así como se da la “helioterapia”, tratamiento de sol, aprendamos a hacer la “pneumaterapia”, tratamiento de ES. Vamos a exponernos al Sol espiritual que es el ES para que nos regale una sanación de todo nuestro ser: mente, espíritu y cuerpo.

Jesús se hizo hombre para sanar al hombre en su totalidad: en su espíritu, su corazón, su mente, memoria y afectividad, en su cuerpo, en sus relaciones con Dios y con los demás. Jesús quiere sanar a todo el hombre, al hombre en todos sus componentes. Es interesante el objetivo de la medicina “holística”: no solo toma en cuenta el órgano enfermo, sino a la persona entera, del griego “holos”= entero. No se contenta con sanar una infección en la pierna, sino que toma en cuenta el resto del cuerpo, toda la persona. Por sanar la infección podría prescribirse un medicamento demasiado fuerte que podría dañar el corazón, el estómago.

Así es que actúa el ES. No quiere sanar la infección de un dedo sin sanar el corazón. Como el ES quiere sanar a todo el hombre, necesitamos saber de qué está formado el hombre y qué debe ser sanado en él. La Biblia nos presenta una visión del hombre, una antropología sencilla, pero profunda, nos presenta al hombre compuesto de tres dimensiones.

<b>Enfermedades, causas, remedios: </b>Es importante que conozcamos los diversos tipos de enfermedad que aquejan al ser humano así como sus causas, y los remedios que el Señor ha puesto en nuestras manos. Podemos distinguir varios tipos de enfermedad y sus posibles causas. Como remedios para esas enfermedades encontramos un remedio natural, más o menos eficaz; una ayuda de Dios para su curación, a través de la oración o intercesión; otras personas van tras poderes ocultos, obtenidos por medios oscuros, abusando de la bendición de Dios . En este caso la ruina es inevitable. Todo el que tenga fe y amor puede orar pidiendo la curación para sí o para otros. Los Sacramentos son, así mismo, fuente de sanación, pues ahí está Jesús, para quien no hay ninguna enfermedad imposible de curar.

<b>Enfermedades psíquicas o emocionales: </b>Su causa es el rechazo, la falta de amor, el fracaso en las relaciones humanas, por odios, rencores, resentimientos. Una enfermedad terrible hoy es la incredulidad, que

21

Page 23: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

es una atrofia mental. La Psiquiatría moderna intenta remediar este tipo de enfermedades. La intercesión o la oración por perdón, por sanación de recuerdos, por sanación interior va mucho más allá de la Psiquiatría. Los Sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación, administrados en clima de amor y de fiesta, contribuyen eficazmente a la sanación.

<b>Enfermedades espirituales: </b>Su causa es el pecado o desorden espiritual: el rechazo del amor y amistad de Dios, o de su plan de salvación. Una enfermedad terrible del espíritu es la idolatría, que consiste en darle a la criatura el lugar del Creador: “<i>habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció</i>” (Rm 1,21). La insensatés o necedad es la verdadera enfermedad de nuestro espíritu. Hoy se está difundiendo rapidísimamente otra enfermedad del espíritu llamada superstición o esoterismo. Para superar esta enfermedad se necesita la conversión, que se puede impetrar del Señor. El Sacramento de la Reconciliación transforma al pecador arrepentido en hijo de Dios en gracia, y ayuda a preservar la salud espiritual. También los otros Sacramentos son fuente de salud espiritual

<b>Enfermedades físicas: </b>Son causadas por infecciones, dieta inadecuada, desorden en las comidas o bebidas, accidentes, stress, depresiones. La medicina moderna, acupuntura y otras, ha progresado con éxito controlando este tipo de enfermedades del cuerpo. La oración hecha con fe y amor contribuyen a una más profunda y completa curación. El Sacramento de la Unción de los enfermos está ordenado a la sanción corporal, lo mismo que los otros Sacramentos.

<b>Enfermedades psicosomáticas: </b>Se dan, también, enfermedades físicas debidas, principalmente, a estados mentales o emocionales. Un odio, una depresión, rechazos, etc. producen cáncer, asma y otros. Estas enfermedades son campo especial para la Psiquiatría. La oración con fe y amor y la oración por sanación de recuerdos ayudan a remediarlas, lo mismo que los Sacramentos de la Eucaristía y Reconciliación.

<b>El Señor sana cualquier enfermedad: </b>El ES sana el corazón de hombres y mujeres, sana los matrimonios, las parejas, sana a quien se lo pide, especialmente del desamor. Pero hay que pedirle este regalo. Una pareja hablando con el sacerdote le decía: “estábamos a punto de separarnos; habíamos visto ya tres veces a un abogado. Cada vez que entrábamos a su despacho discutíamos muy fuerte. No podíamos soportarnos más. Ya estaba listo el divorcio. Pero, un día me llevó a un encuentro de oración y allí, no se cómo, orando sentí un fuego en mi corazón, que era de piedra. ¡Sentí que se estaba quebrando! Al regresar a mi casa, desperté a mi esposa, la abracé y le dije: ¿sabes una cosa? Te amo, te amo. Ella me miró desconcertada y me dijo: ¿te has vuelto loco? Por mi parte, llevé a mi esposa a un encuentro de oración en el Espíritu y actualmente los dos amamos un grupo de oración. Y agregó nuestro buen hombre: hoy tiemblo tan sólo pensar que estuve a punto de perder a mi esposa, a mis hijos y nietos que son mi alegría. ¡Pude haberme privado de ellos toda mi vida y el Señor, me regresó todo, todo”.

<b>Entregarnos a Jesús: </b>El Señor nos enseña a hacer uso de todos los medios a nuestro alcance para bien de los hombres. Jesús entró en la sinagoga de Nazaret y dijo: “<i>el Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buen Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos, a dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor</i>” (Lc 4,16-22). Dentro de mí, de tí hay un <i>pobre</i>, un <i>cautivo</i>, un <i>ciego</i>, un <i>oprimido</i>. Jesús me invita: coloca todo en mis manos amorosas para liberarte. Con Jesús Salvador en nosotros no es posible pensar en odios, venganzas, rencores; solo en perdón y en gracia. Pues el Señor no tiene otra ley que la del amor; a través de su Iglesia, de sus discípulos, de la oración continúa su misión sanadora y liberadora, misión de amor, de perdón, de sanación y liberación.

Cada sanación, sea del espíritu, del alma o del cuerpo es una demostración del Poder de Dios, que anuncia

La liberación para su pueblo. Nuestra sociedad actual, cargada de tensiones y conflictos internos, el Señor muestra su poder y su amor cada vez más a través de la sanción interior o exterior con la oración en fe.

<B>NECESIDAD DEL PERDÓN EN NUESTRA VIDA: </b>Es tanta la importancia del perdón en nuestra vida, que no son necesarios muchos discursos para comprender la imperiosa necesidad que tenemos de él. Con sólo ver el panorama mundial nos damos cuenta de la necesidad del perdón. Nadie está libre de herir, de ofender, de recibir heridas, como resultado de frustraciones, decepciones, problemas, traiciones. Las dificultades ocasionadas por la vida en sociedad aparecen por doquier: conflictos entre los esposos, en las familias, entre las personas divorciadas, entre jefes y empleados en el trabajo, entre amigos, entre

22

Page 24: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

vecinos, entre razas, entre naciones. Y todos tienen necesidad de perdonar para restablecer la paz y continuar viviendo juntos en paz. En la celebración de unas bodas de oro preguntaron a la pareja cuál era el secreto de su longevidad conyugal. La esposa respondió: “después de una pelea, nunca nos hemos ido a dormir sin pedirnos mutuamente perdón”.

Intentemos imaginar cómo serían unas relaciones entre personas, en la familia, en nuestra vida personal sin perdón. Las consecuencias serían gravísimas. Estaríamos condenados a nunca poder librarnos de los daños sufridos, a vivir siempre resentidos, a permanecer aferrados al pasado y a estar buscando la venganza.

No es esta una campaña publicitaria para vender un producto. Es cuestión de ver la realidad. En efecto, al día son muchas las veces que necesitamos y que pedimos perdón. Cuando empujamos al vecino, cuando tememos molestar a alguien, cuando interrumpimos una discusión. Las primeras palabras que aprendemos en todas las lenguas son: “perdón”, “gracias”. Ellas constituyen los elementos básicos del comportamiento de las personas y de la vida social. Decir: “perdone”, además de ser un valor evangélico, es salir de uno mismo y demostrar respeto por la otra persona. En medio de tanta violencia, el perdón es una dimensión vital para la supervivencia de la humanidad.

<b>Estilo de nuestra sociedad: </b>La violencia y la esclavitud del sexo se han apoderado de nuestra sociedad. Hemos ido haciendo a un lado los modales de señorío y dominio de sí mismo, y nos hemos dejado tomar por maneras bruscas, grotescas y llenas de violencia. Dichas actitudes nos están indicando que la sociedad actual actúa en forma dura, violenta. Quienes se glorían de ser buenos y justos desprecian a los demás; actúan como los escribas y fariseos del tiempo de Jesús. Él mismo nos habla de dos personajes, fariseo y publicano, cuyos retratos abundan en nuestra sociedad, más numeroso el primero. Los dos fueron al templo a orar: el fariseo, cumplidor de la ley; y el publicano, un marginado, que se sabe pecador, injusto. El fariseo sólo se mira a sí mismo. Su oración es autosuficiente. No cree que debe algo a Dios. Desde su perfección legal condena y desprecia al otro. El marginado se reconoce pecador, y ora pidiendo a Dios misericordia. Uno se cree justo y lo expresa, el otro se cree pecador y lo expresa también. Uno es perdonado, el otro sale del templo peor de lo que entró. Vivimos en un mundo, algunas de cuyas características son el desamor, la dureza, la agresividad y la búsqueda de imagen. Hay que ser el primero, hay que mostrarlo y estar firme cueste lo que cueste, y pese a quien pese. Es la dinámica del poder, carcomida por el sentimiento de inseguridad, que lleva a comparar, juzgar y condenar a los demás, como un sistema sutil de autodefensa.

Pero el estilo de nuestra sociedad se ha ido endureciendo todavía más. Somos testigos hoy de una escalada terrorista a nivel mundial. Tenemos como trasfondo en el paisaje de nuestra vida los dramáticos acontecimientos de aquel fatídico y demencial ataque contra las torres gemelas en Nueva York. Ese día se produjo un duro despertar de la humanidad ante este cáncer que es el terrorismo. Desde entonces, el mundo entero ha tomado conciencia con nueva intensidad de la vulnerabilidad personal y social y ha comenzado a mirar el futuro con un sentimiento profundo de miedo, hasta ahora desconocido. Ante esos estados de ánimo, la Iglesia desea dar testimonio de su esperanza, fundada en la convicción de que el mal, la violencia, el terrorismo no tienen la última palabra en los avatares humanos. La historia de la salvación descrita en la Sagrada Escritura proyecta una gran luz sobre toda la historia del mundo, mostrando que está siempre acompañada por la solicitud diligente y misericordiosa de Dios, que conoce el modo de llegar a los corazones más endurecidos y sacar también buenos frutos en un terreno tan árido y estéril.

Somos testigos también de otros acontecimientos sangrientos, de indecibles sufrimientos de pueblos enteros y personas, causados por los totalitarismos nazi y comunista. Ellos nos interpelan íntimamente y animan nuestra oración. Muchas veces nos hemos detenido a pensar: ¿cuál es el camino que conduce al pleno restablecimiento del orden moral y social, violado tan bárbaramente? La convicción a la que llegamos, reflexionando y confrontándonos con la Revelación bíblica, es que se puede restablecer completamente el

23

Page 25: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

orden quebrantado, si conjugamos la justicia con el perdón. Los pilares de la paz verdadera con la justicia y el perdón.

<b>Necesidad de perdonar y de ser perdonado:</b> hacemos nuestra la verdad que estamos ofreciendo a los demás: es preciso recorrer el sendero penitencial, a partir de la necesidad de ser perdonados por Dios, que solidarice <b>en la humildad</b> a todos los hombres. Como se ha perdido el sentido del pecado resulta incomprensible, para nuestro mundo, que el perdón sea una necesidad existencial. Sin capacidad de perdón, y de pedir perdón, la sociedad se corrompe por dentro y corre peligro de disolución. Quien da sentido a la conversión y personifica el perdón es Jesucristo. ¡Su presentación resuelve tantas búsquedas inútiles, desalienta tantos intentos fallidos de pacificación social! La Iglesia, integrada por los bautizados que no han renegado de su pertenencia “<i>cordial</i>” a ella, ofrece al mundo lo que tiene: <i>la presentación y celebración de Jesucristo</i>, el Señor y Salvador, que nos regala la paz, pero no como la da el mundo. El perdón es siempre un acto de esperanza, un renacimiento, que abre al hombre un nuevo futuro. Solamente la fe puede seguir esperando que también el ofensor reconocerá un día aquella imagen de Dios que nadie puede eliminar del todo.

<b>Un testimonio consolador:</b> “llegué virgen al matrimonio -decía una señora-, muy enamorada de mi esposo, y cuando nació nuestra hija mi felicidad era completa. Sin embargo, mi pequeña comenzó a sufrir bien pronto distintas dolencias y erupciones en su piel. Los remedios no tenían efecto definitivo y vivíamos angustiados sin saber qué hacer. Un día mi suegra dijo: mi nuera es una bella persona, pero nunca conoció bien a mi hijo, muy mujeriego antes de casarse. Se realizó un examen de sida, y dio positivo, no solo en la niña, sino en mí y en mi esposo. Las palabras se borran si trato de revivir ese drama. Dios me ayudó a perdonar todo lo que he vivido, pero uno sigue inmune al dolor cuando recuerda. El herpes atacó a mi hija con tanta furia que le rompió la boca y la cara, y la morfina ya no le calmaba los terribles dolores. Murió y lo más cruel fue que un sacerdote se negó a hacerle la unción de los enfermos cuando supo que tenía sida. Fue un golpe terrible a mi fe en Dios.

Otro sacerdote de buen corazón me recibió y me ayudó a desprenderme de mi hija. Me dijo que recitara despacio el Padre nuestro y cuando dijera “hágase tu voluntad” se la entregara al Señor. Empecé 7 veces esa oración y siempre me frenaba al llegar a esa fórmula. El me puso la mano sobre el hombro, terminé la oración y sentí un alivio inmenso. Comprendí que al aceptar la voluntad del Padre, asumía la muerte de mi hija y todo mi dolor, y dejaba atrás el odio y la amargura. También perdoné a mi esposo. Fue un irresponsable, pero nunca con la intención de hacerme daño ni a mí ni a nuestra hija. Hoy Dios es todo para mí y comparto mi experiencia, que pueda ayudar a todos y les digo a los jóvenes que elijan muy bien su pareja y sean conscientes para que no sufran después ni hagan sufrir.

<b>La primacía del Amor:</b> También hoy, la muerte y resurrección de Cristo, que nos liberó con su perdón, está generando hombres y mujeres santos, capaces de renovar sus estructuras y con ellas las de la sociedad, hasta adecuarlas a los valores evangélicos. Sin contradecir el respeto a la legítima pluralidad, los testigos del Evangelio podrán, más aún, deberán emprender la delicada cirugía de separar el trigo de la cizaña. Un evangelio que no impregne la vida, y los modos ordinarios de actuar no es el Evangelio de Jesús. La sociedad actual ha perdido la capacidad de reconocerse necesitada de perdón.

Juan Pablo II nos señaló, también, que “por sí sola, <b>la justicia no basta</b>. Más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza más profunda que es el amor”. “Por eso, decía, he recordado varias veces a los cristianos y a todas las personas de buena voluntad la necesidad del perdón para solucionar los problemas, tanto de los individuos como de los pueblos”. “<b>¡No hay paz sin perdón!</b> Lo repito también en esta circunstancia, teniendo concretamente ante los ojos la crisis que sigue arreciando en Palestina y en Medio Oriente”.

“El cristiano sabe que <b>el amor</b> es el motivo por el cual Dios entra en relación con el hombre”. “Por eso el amor, a través del perdón, es la forma más alta y más noble de relación de los seres humanos entre sí”. El perdón debe animar, pues, todos los ámbitos de la vida humana, extendiéndose igualmente al orden

24

Page 26: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

internacional”. “Sólo una humanidad en la que reine <b>la ‘civilización del amor’</b> podrá gozar de una paz auténtica y duradera”, concluye el Papa.

Necesitamos abrir nuestro ser al amor, a la comprensión, al perdón y cerrarlo a la dureza, a la violencia, a la brusquedad. Quiero que mi medida sea la misma que usen conmigo: una medida de compasión, de bondad, de misericordia ilimitada. Quiero entender a los otros y perdonarlos incondicionalmente. Quiero echar en el agua del amor las brazas encendidas del odio y del resentimiento y abrir mi corazón en todo momento al perdón. Que el amor del Señor me colme, me su humildad me vuelva misericordioso y me ayude a perdonar siempre de corazón, haciendo aun lado las ofensas que leguen a mi vida.

<b> Ejercicio: 6º: TRATATAR HERIDAS DE LA INFANCIA: </b>Cuando estamos haciendo un trabajo sobre el perdón, puede suceder que descubramos en nuestro interior una herida antigua que aún sigue viva, aunque de manera inconsciente. Esta herida es capaz de bloquear nuestro proceso de perdón. Por eso es necesario hacerla consciente y someterla a un proceso de curación. Un sacerdote psicoterapeuta nos propone hacer la siguiente

<B>MEDITACIÓN: </b><i>Adopta una postura cómoda, relájate. Durante varios minutos aparta de ti toda posible distracción, para ello respira profundamente y céntrate en tu proceso de respiración. Inspira despacio. Expira despacio y céntrate en el aire que entra y que sale.

Tómate tiempo para entrar en ti mismos, como has hecho en otros ejercicios de meditación. Vuelve a la situación creada por la ofensa y revive lo que sucedió. Date tiempo para identificar la herida y nombrarla con precisión.

Permanece en contracto con la emoción o el conjunto de emociones que emerge de ti. Después a partir de la emoción identificada o del complejo de emociones, vuelve a tu pasado como si pasaras una a una las páginas de un álbum de recuerdos. Guiado por la misma emoción, deja emerger las imágenes, los recuerdos o las palabras vinculadas a las diversas épocas de tu vida pasada.

Cuando te hayas remontado hasta el recuerdo más lejano, concédete tiempo para volver a ver y a vivir la escena. ¿Qué edad tienes? ¿quién está contigo? ¿qué pasa?¿cómo reaccionas? ¿qué decisión tomas después de este acontecimiento doloroso?

Recuerda el niño que eras. ¿Cómo estás vestido? ¿dónde está? ¿cómo lo describirías? Observa lo que vive como si estuviese ahí, presente ante ti. Explícale todo lo que pasó. Bendice la Señor por él y dale gracias. Jesús está también presente dándote su amor. Encauza el amor de Jesús hacia la herida que tanto daño te hace. Dile a Jesús: unge, Señor esa herida con el óleo de tu Espíritu, con tu sangre amorosa. Y deja que Jesús realice esta unción que es sanción.

Continúa recorriendo a toda tu experiencia de adulto orante y empieza a hablar con Jesús para que El te tranquilice, llene de amor ese momento y vaya llenando todo tu ser de amor y de equilibrio. El te

25

Page 27: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

tranquiliza. Entrégale a su amor, a su unción, todo tu estado de ánimo de aquel momento. Mira cómo él va tomando todo tu ser herido. Te toma entre sus brazos y te llena de su amor y de su ternura.

Si la herida fue ocasionada por una persona es el momento que estés con ella y ponla confiado junto aol Señor. Quédate confiado junto a tu Señor mientras Él te apacigua, siente su amor y la acción de su Espíritu de amor sobre tu compañero/a y sobre ti. Después de un rato de estar junto a Él, levántate, dale un abrazo, y quédate sintiendo su amor, su ternura. Agradécele amorosamente el amor que te ha regalado y abraza también ala persona que te ha herido. Perdónala.

Tómate tiempo para sentir la presencia del Señor, dejar en su manos tu herida para que él la vaya sanando. Si consideras que tienes la suficiente4 confianza en tu Señor, pídele que empieces a perdonar a la persona que te inflingió la herida. Si percibe resistencia, no te esfuerces y continúa alabando a tu Señor por esa persona. Confía en tu Señor y continúa alabándole y sintiendo que su presencia amorosa te arropa a ti y a ti y a la persona que te ha herido. Deja que tu vida se llene del amor que el Seor te está entregando.

Antes de separarte del Señor, agradécele, déjate llenar de su amor, tranquilidad, serenidad, equilibrio. Acabas de dar un gran paso, que tienes que repetir varias veces, por el camino de la sanación y de tu perdón emocional.

</i>

<B>EL PERDÓN ALIVIA TRANSTORNOS FÍSICOS: </b>La vida no es fácil para nadie, si bien algunos tenemos pruebas menos fuertes que otros. Ante acontecimientos difíciles, muchos de nosotros nos aferramos al dolor, a la rabia, la ira, al resentimiento; sin darnos cuenta que esos sentimientos son como cáncer que corroe nuestra alma y nuestra vitalidad. ¿Quién no ha sentido la punzada de la traición, un trato injusto o algo más gravoso? Muchos nos aferramos a la rabia y al dolor que nos causa, pero otros <b>deciden</b> no hacerlo. Las investigaciones más recientes muestran que aprender a perdonar puede reportarnos enormes beneficios. Es una eficaz manera de aplacar la ira, reducir el estrés y, quizá lo más importante, mejorar nuestra salud física, psicológica y espiritual.

Cada vez hay más pruebas de que perdonar a quien nos ha lastimado u ofendido produce efectos curativos muy profundos, no solo en el campo emocional, sino en nuestro mismo cuerpo. Así que la próxima vez que sientas el deseo de cargar con el pesado fardo del rencor y la amargura, el odio o la indiferencia, regálese el don del perdón.

También es importante perdonarnos a nosotros mismos nuestras deficiencias, errores y fallas. Sólo así podemos dejar atrás esos fantasmas que nos impiden vivir plenamente. La fuerza del perdón hace olvidar las ofensas, alivia el resentimiento y nos preserva de muchas enfermedades emocionales y cardiovasculares.

En el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar sus hallazgos sobre el poder curativo de hacer las paces. Un estudio demostró que olvidar los resentimientos reduce el dolor crónico de espaldas. Otro reveló que el perdón disminuye las recaídas en mujeres drogadictas. Y según otro investigador, el simple acto de pensar en la empatía y la reconciliación pone a funcionar la circunvolución temporal media izquierda del cerebro, lo que indica, también, que <b>todos tenemos un centro mental del perdón</b>. Así que, además de sus grandes beneficios emocionales, liberarse de la ira puede ayudar, también, a aliviar otros trastornos físicos. Veamos cómo logramos otorgar el perdón.

<b>No se ate al rencor: </b>Elizabeth descubrió como perdonar, en un encuentro fortuito con la amiga de la que se había distanciado. "Decidí encararla y decirle lo ofendida que estaba", cuenta. "Ella me escuchó,

26

Page 28: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

pero no ofreció disculpas. Entonces, sorpresivamente, fui yo quien se disculpó por haberle guardado rencor tanto tiempo. En ese momento me di cuenta de que la había perdonado". El efecto fue instantáneo. "Mi ira se esfumó, añade. "No reanudamos nuestra amistad, pero ahora, cuando me encuentro con ella, puedo respirar tranquila y el corazón no me palpita."

La experiencia de Elizabeth concuerda con los hallazgos del Doctor Fred Luskin, director del proyecto sobre el PERDÓN de la Universidad Stanford, quien ha observado que <b>desterrar la ira reduce el estrés</b> hasta el 50 por ciento. Los participantes de sus estudios también han mostrado mejoría en su vigor físico, estado de ánimo, calidad de sueño y vitalidad en general. "Llevar a cuestas una carga de amargura y rabia por haber sufrido un agravio es sumamente dañino", afirma.

La razón es que estamos conformados para reaccionar ante cualquier cosa que nos produzca tensión como si fuera una crisis, ya sea una alarma de incendios o recordar un pleito encarnizado. En una situación así, nuestro cuerpo segrega las hormonas del estrés: adrenalina y cortisol, que nos aceleran el pulso, la respiración y el pensamiento. Ocurre también un aumento en el nivel de glucosa en la sangre, lo cual tensa los músculos. Esto resulta inofensivo si el susto es pasajero, pero la ira y el resentimiento perduran mucho más y convierten en toxinas las hormonas que deberían protegernos. El efecto inhibidor del cortisol sobre el sistema inmunitario está asociado con algunos trastornos graves. Al decir de Bruce McEwen, director del laboratorio de neuroendocrinología de la Universidad Rockefeller en Nueva York, el CORTISOL atrofia las neuronas, causa pérdida de memoria y aumenta la presión arterial y el nivel de glucosa en la sangre, lo cual propicia el endurecimiento de las arterias y la aparición de males cardiacos.

Al parecer, perdonar detiene la secreción de estas hormonas. En Marzo de 2003, unos investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison reclutaron para un estudio a 36 excombatientes varones enfermos de las coronarias y agobiados por dolorosos motivos, algunos relacionados con la guerra y otros con problemas conyugales, laborales o traumas de la infancia. La mitad recibieron terapia para perdonar, y cuando la aplicaron se observó en ellos una mayor afluencia de sangre al corazón.

El solo pensar en como aliviarse de una herida puede ser útil. En un estudio realizado en 2001, la psicóloga Charlotte Van Oyen Witvliet, del Hope College de Holland, Michigan, les colocó unos sensores a 71 estudiantes y los hizo revivir mentiras, insultos o traiciones de sus familiares, amigos o novios. Al pedirles que se imaginaran perdonando a sus ofensores, los sujetos presentaron una frecuencia cardiaca y una presión arterial mucho menores que cuando pensaban en sus resentimientos. "Al parecer, el perdón es un poderoso antídoto contra la ira, que se asocia estrechamente con la hipertensión crónica y la propensión a las afecciones cardiacas", dice la psicóloga.

<b>Perdonar lo imperdonable: </b>Betty Ferguson hizo lo que la mayoría de la gente quizás no podría: perdonó al asesino de su hija. Tras el asesinato, en 1975, de su hija Debbie, de 16 años, Betty se deprimió tanto que se embriagaba para poder dormir, y descuidó a sus otros cuatro hijos. No dejaba de maldecir al asesino, Ray Payne, maestro de Debbie, quien la raptó antes de matarla. Que arrestaran a Payne y lo sentenciaran a cadena perpetua no aplacó el dolor de Betty, y menos ante la ausencia absoluta de motivos para tan horrendo crimen. "El odio me consumía", dice. Y todo el tiempo sufría dolores de cabeza y de espalda casi insoportables.

En 1981, en el sepelio de su hermana una frase del Padre nuestro la sacudió: "Perdonen a quienes les ofenden". Empezó a leer libros sobre el perdón y a creer que ésto podría ser lo que buscaba. Visitó la tumba de su hija, en cuya lápida decía: "Lo que el mundo necesita ahora es amor". Estas palabras hallaron eco en su corazón. Entonces comenzó a decirse en voz alta "Voy a perdonar al asesino de mi hija". Y al cabo de unos meses le escribió: "He dejado de sentir ODIO POR USTED. ¿Puedo visitarlo y pasar juntos el día?". 11 años después del crimen, en 1986, visitó al asesino en la cárcel. "Le dije todo lo que significaba mi hija para mí y lo perdida y atormentada que me había dejado su muerte. Él me escuchó, y juntos lloramos. Salí convertida en otra persona, llena de paz y tranquilidad". Cuando sus consternados amigos le preguntaron por qué lo había hecho, contesto: "el perdón es el mayor regalo que me he dado a mí misma y a mis hijos". Hoy día Betty trabaja en Pensilvania como mediadora en un programa para víctimas de delitos violentos.

<b>Alivio profundo: </b>Pese a sus beneficios, mucha gente se resiste a perdonar, lo cual es un grave error. "Aferrarse a un resentimiento durante meses o años significa resignarse a permanecer enojado". En 1992 Catherine O’Brien se divorció, y durante años guardó rencor a su ex marido porque pensaba que la separación había arruinado su vida. "De pronto me quedé sola con una hija de 12 años", refiere. "Era

27

Page 29: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

extenuante, y me dolía no tener ya con quien compartir las obligaciones y las alegrías de educar a la niña". La ira cobró su precio. "Todo el tiempo estaba nerviosa, tensa y cansada, y me resfriaba con frecuencia".

Pero en cierto momento, "comprendí que sólo se estaba dañando a si misma". Se encontró con su ex esposo, lo perdonó, diciéndole que seguiría adelante con su vida. Sintió un profundo alivio y expresó: "Me quite un peso de encima y mi salud mejoró". Renunciar al rencor "sustituye la hostilidad por sentimientos positivos que tranquilizan y relajan el cuerpo, lo que favorece la salud". En Irlanda del Norte, 17 adultos que perdieron a algún familiar a manos del terrorismo recibieron terapia. Al cabo de una semana, su angustia se redujo un 40 por ciento, y presentaron 35 por ciento menos jaquecas, dolor de espalda e insomnio.

<b>Cómo hallar la paz: </b>Analice la ofensa con objetividad. No justifique al ofensor, pero trate de entender sus motivaciones. Examine sus sentimientos al respecto. Intente no tomárselo a pecho; sólo usted resultó lastimado. Piense en lo bueno del ofensor, no solo en sus actos hirientes. Perdona por convicción, no por presión o sugerencia de otros. Y hágalo de corazón. No hace falta que se lo diga al ofensor.

<B>HIGIENE MENTAL: </b>

En el tema anterior hablábamos de dos maneras de sanar: a través de la naturaleza y a través de la gracia. Naturaleza significa la ciencia, el progreso, la medicina, la técnica y todos los recursos que el hombre ha recibido de Dios para dominar la tierra y su propia existencia, siempre en la obediencia. Gracia significa la fe y la oración mediante las cuales obtenemos a veces sanaciones y milagros de parte de Dios. Hay un tercer camino y es la búsqueda de poderes ocultos, obtenidos por medios oscuros, a espaldas de Dios. Entra aquí en escena el que un día dijo que le pertenece todo poder en la tierra y que lo entrega a quien le adore. Cuando seguimos ese camino, la ruina es inevitables y hemos caído en las redes de la araña y no saldremos de allí fácilmente.

Les invito a reflexionar sobre un tema que pertenece a la primera manera de sanar, a través de la naturaleza. Es un tema muy importante para nuestra salud espiritual y corporal, para tener sanos la mente y el corazón y ser así siempre dadores de perdón. Es un tema muy poco utilizado en nuestra pastoral: <b>la higiene mental</b>. El estilo de hoy de caminar tan aprisa nos obliga a aplicar los frenos para no chocar con otros hermanos que caminan también con prisa. Y grandes prisas generan grandes tensiones. No sacamos tiempo para detenernos, para reflexionar, para relajarnos, para descansar. Sin darnos cuenta de ello, la prisa, la velocidad nos mantiene frecuentemente tensos, irritables, agresivos, cansados y hasta atemorizados. También nuestro cuerpo acumula tensiones, dolores, cansancio. Mantenemos la frente arrugada, los hombros encogidos o tensos, agarrotados, rígidos los brazos, crispadas las manos, inquietas las piernas, todo lo cual refleja la tensión que vivimos. Esos estados de tensión consumen grandes energías, limitan nuestra capacidad de vivir contentos con nosotros mismos y en paz con los demás, además que nos disponen para una cantidad de enfermedades, cardiovasculares, depresiones, cáncer, etc. Espacios de relajación y descanso, no son un lujo, sino una necesidad. Cuando el Creador finalizó su obra creadora, “<i>descansó y bendijo el descanso</i>” (Gen 2,3). Otro tanto hizo Jesús con sus discípulos: “<i>Vengan también ustedes aparte, a un lugar solitario, para que descansen un poco</i>” (Mc 6,30-32).

El objetivo de la higiene mental es ayudarnos a realizar dos tareas paralelas: 1) Limpiar de nuestra mente los pensamientos negativos: odio, envidia, cólera, violencia, miedo y otros, que nos impiden estar en armonía con nosotros mismos, con los hermanos y con el mundo que nos rodea. Liberarnos de nuestras ataduras, no estar recordando permanentemente los errores, culpabilizarse, ni alimentar viejos rencores. 2) Reemplazar todos estos aspectos negativos por pensamientos positivos y creativos: generosidad, confianza, alegría, tolerancia, perdón.

El gran principio básico de la higiene mental es <b>el amor a los demás</b>. Lo que se oponga a este principio es funesto y actúa negativamente sobre la inteligencia, el espíritu y el cuerpo. El desequilibrio del sistema nervioso provoca enfermedades orgánicas, por lo que es necesario mejorar nuestra salud por la higiene mental.

<b> : </b><b>El pensamiento : </b>

El equilibrio de la persona depende en gran manera de la calidad de sus pensamientos. Un estado de ánimo positivo (bondad, alegría, confianza, perdón) aumenta el bienestar y transmite un sentimiento de plenitud y satisfacción. Las reacciones negativas (miedo, tristeza, odio, violencia) tienen una influencia depresiva que puede provocar la enfermedad. De hecho, la influencia del ánimo puede cambiar considerablemente la salud

28

Page 30: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

de una persona y su aspecto físico. La ira aumenta la tensión arterial, la angustia altera la digestión, un grave choque moral puede ser causante de que el cabello se vuelva blanco repentinamente. Los problemas graves pueden hacer que la piel se vuelva amarilla y producir desordenes hepáticos. El odio puede generar hasta un cáncer. Un cerebro saturado de pensamientos negativos puede desequilibrar el organismo y envejecerlo prematuramente. Ningún medicamento podrá curar jamás un espíritu que está siendo roído por la amargura, el rencor, el odio; solamente el perdón y los pensamientos constructivos podrán restablecer la salud mental.

<b>Alimento de la mente : </b>El pensamiento es una fuerza poderosa, formidable y conviene mantenerlo limpio. Él modela y fortalece nuestra psique. Por lo tanto, el «alimento» de la mente, con el que «programamos» nuestro subconsciente, debe ser de buena calidad. ¿Cuántos se preocupan por dar a su espíritu un «menú» equilibrado? ¿Cuántos se contentan con las trivialidades que ofrecen los medios de masas, que podrían compararse a alimentos estropeados y empobrecidos? ¿Qué decir de la proliferación de la literatura centrada en la violencia, la pornografía y la falta de valores?

Necesitamos seleccionar las lecturas, los programas de TV, las actividades recreativas, las relaciones. Si queremos conservar nuestro equilibrio, busquemos la admirable línea de conducta aconsejada por san Pablo en el siguiente criterio, sencillo y de gran beneficio para nuestra salud: “<i>Tengan en cuanto todo cuanto hay de verdadero, honesto, justo, puro, amable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio</i>” (Filip 4,8).

<b>Autodisciplina : </b>Nuestras capacidades necesitan de ejercicio constante para desarrollarse. Quien deja «vagabundear» su mente realizará muy pocos progresos. Una atención disciplinada protege el espíritu de la distracción. Dominar la imaginación y desarrollar la atención son claves en la higiene mental. Podemos ayudarnos, entre otros, de los siguientes ejercicios: - Distenderse físicamente (relajación de todo el cuerpo). - Hacer el vacío mental durante unos minutos. - No pensar en nada. - Fijar la atención en algo agradable y positivo. Tenemos a nuestra disposición recursos insospechados de energía, equilibrio y voluntad, pero hace falta ejercitarnos para que se manifiesten.

<b>Valor y perseverancia : </b>

En la vida llena de ansiedad que nos impone la sociedad actual, es necesario desarrollar el valor, soportar las contrariedades, las pérdidas, las dificultades de todo tipo, saber aceptar el sufrimiento, la enfermedad, luchar contra el egoísmo, el error, los prejuicios y la intolerancia. Para ello son imprescindibles la voluntad, el valor y la perseverancia. Para alcanzar el éxito y la felicidad, necesitamos adquirir el hábito de no rendirnos ante los primeros obstáculos, desarrollando seguridad y confianza en nosotros mismos. También hay que atreverse a decir “no” en algunas ocasiones.

<b>La clave de la salud: </b>

Cuando se comenzó por primera vez a construir el Canal de Panamá, se descuidó limpiar la jungla de mosquitos y otras plagas pues no se tenía la experiencia de los graves peligros que éstos constituían. Como resultado, muchos de los obreros más capaces perdieron la vida. Los sombríos pantanos de la jungla albergaban agentes causantes de enfermedades y muerte, y el gran proyecto tuvo que ser abandonado por años hasta que toda la zona fue limpiada y saneada. Solamente entonces el maravilloso proyecto de un canal que uniese los dos océanos pudo ser una realidad asombrosa. Aún hoy los ingenieros vigilan constantemente la selva para que no se infecte de nuevo con esos mismos agentes de enfermedades.

La corriente de la vida en nuestro cuerpo debe ser mantenida pura y libre de los elementos que la contaminan. Esa corriente interior puede ser un río de vida, salud y energía o puede transformarse en un turbio pantano de enfermedad y muerte. Y esto depende de nosotros. Podemos purificar esa corriente y mantenerla realmente como un río vivificante si seguimos un programa sabio y prudente para nuestra vida. Este programa incluye la luz del sol, aire fresco, ejercicios físicos, descanso, confianza en Dios y pensamientos positivos.<b>La sanidad más profunda: </b>Dando origen a todos esos pensamientos positivos está nuestro Padre celestial, más grande y poderosos que nosotros, con quien nos unimos en la oración. Al respecto, decía santa Teresa: “orar es el acto de abrir muestro corazón al Señor como a un amigo”. La oración nos pon en comunicación amorosa con el Dios dador de la salud. Junto con la salud del cuerpo Dios da también salud a nuestra naturaleza espiritual. Algunas veces, la salud física sólo vuelve gradualmente y otras no regresa. Pero al entregarnos en las manos del Padre encontramos la paz sabiendo

29

Page 31: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

que podemos, con seguridad, confiar nuestro futuro a él. Nuestra vida es más feliz cuando obedecemos las leyes que nuestro amoroso Creador ha fijado para nuestro bien.

<B>ANTÍDOTO CONTRA EXPERIENCIAS AMARGAS: </b>

Les invito a continuar la reflexión iniciada en el tema anterior sobre las ayudas para sanar que nos ofrece la naturaleza. Vamos a pasar revista a algunas ayudas que contrarrestan los efectos de tantas heridas, para poder perdonar y así sanar de enfermedades, tanto del cuerpo como del alma y del espíritu. Muchos de nosotros sufrimos de rencores reprimidos durante años. Lastimamos nuestro bienestar psicológico, nuestras relaciones y nuestra misma salud física cuando nos apegamos a experiencias amargas vividas, a los rencores. Necesitamos hoy recuperar el poder que le hemos concedido al pasado para arruinar nuestro presente. Perdonar nos devuelve la paz. Nuestras principales barreras para el perdón ordinariamente no son las ofensas sino la falta de herramientas para poder perdonar. No hay ofensa que sea imperdonable. Pero hace falta tener una motivación. Así, por ejemplo, a la depresión ofrece la Biblia como antídoto el amor de Dios y la convicción de que el ser humano es un hermano, no un enemigo, como lo constató el congreso internacional convocado por la Santa Sede sobre la depresión.

<b>Obstáculos para poder perdonar: </b>Por nuestro orgullo innato aparecen muchos obstáculos que nos impiden otorgar el perdón. Entre otros está la falta de <b>motivación</b>. Algunas personas se quedan pensando en que la herida que han recibido es algo imperdonable y así permanecen alimentándose con sus rencores, les cuesta despojarse de ellos, y se resisten a la idea de perdonar. No encuentran las suficientes razones para perdonar. Y ya vimos cómo son tantos los efectos positivos que nos trae el perdonar y tantos los efectos nocivos del resentimiento, la ira y la depresión. Cómo se logra progresar en la vida cuando perdonamos, pues no hay ofensa imperdonable para un hijo de Dios, pero hace falta la cuota de nuestro esfuerzo personal para que regrese nuevamente la paz a nuestra vida.

<b>Lo que no funciona: </b>Además de la motivación personal y de la preparación para perdonar hace falta que no continuemos reaccionando negativamente ante el dolor, ante la ofensa. Hay en nosotros estrategias que no funcionan y necesitamos, por lo tanto no repetirlas. Necesitamos aprender a relajarnos, aprender buscar la paz, a sacar de nosotros las cosas que nos envenenan, el dolor, la rabia para aprender a perdonar. Pero la paz solo llega cuando dejamos de sentir rencor, cuando culpabilizamos menos al ofensor, cuando insistimos en olvidar la historia del acontecimiento o acontecimientos que nos llevan a alimentar el rencor. A medida que pensamos en la paz y la buscamos vamos aprendiendo a perdonar.

Es necesario, por tanto, asumir la responsabilidad de nuestros sentimientos. Recordar que somos los responsables de nuestros sentimientos emocionales y que tenemos que ser señores de nuestros sentimientos y no dejar que sean ellos quienes nos dominen y nos esclavicen a ellos. Tampoco debemos responsabilizar al pasado por lo que sentimos en el presente. No tenemos porqué arruinar nuestros días, nuestro presente, cuando el acontecimiento que me hirió ya pertenece al pasado. Tampoco tenemos porqué cederle a nuestro ofensor poderes excesivos sobre nuestros sentimientos.

<b>Responsabilidad de nuestros sentimientos: </b>Responsabilizarse de los sentimientos significa tener el control de las reacciones emocionales propias. Saber manejar las emociones y reacciones. Para lograr la responsabilidad de nuestros sentimientos es importante no perder de vista las cosas positivas, las cosas buenas de la vida. Para esto es necesario invertir tiempo y energía buscando la belleza, el amor y la amistad en la vida. Así podemos contrarrestar el tiempo que desperdiciamos en alimentar rencores y disgustos y en paladear heridas. Necesitamos, igualmente, reforzar nuestras emociones y nuestros sentimientos positivos. Reforzar los sentimientos positivos debo hacerlo cada vez que se me presenta algún disgusto.

<b>Apreciar y ejercitarte en lo bueno de la vida: </b>Asumir la responsabilidad significa que, a pesar de estar heridos, hagamos un esfuerzo para apreciar lo bueno de la vida. Si las experiencias dolorosas son intensas, no lo son menos la belleza de un atardecer o el amor que se siente por los hijos, por los amigos. Pasamos más tiempo pensando en el rencor que centrándonos en la gratitud, en el amor o en e aprecio de la amistad, de la naturaleza. Es este el primer paso para responsabilizarnos de nuestros sentimientos y empezar a perdonar. Cuando más pensamos en el amor a los hijos o en la belleza de un día de sol, el resultado será que le dedicamos menos tiempo al dolor, al rencor.

30

Page 32: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Las imágenes que tenemos en nuestro interior las podemos cambiar cuando queramos. Sólo hace falta un poco de esfuerzo y consagración a realizar una higiene, una limpieza mental. Y esta se realiza siempre que yo, en vez del rencor, de pensar en las heridas que he sufrido, sin pensar en buscar venganza sintonizo con la verdad, la gratitud, la belleza, el amor y el perdón. Es difícil pero se puede hacer. Siempre hay experiencias o historias de generosidad y hasta de heroísmo en nuestra vida anterior, en nuestro diario vivir. Cunado yo, en vez de buscar estas imágenes me quedo en el sufrimiento bloqueo aquello que me puede salvar. Es más sencillo llegar al perdón y al amor que quedarse alimentándose de veneno, paladeando el rencor. También puedes detenerte a saborear la experiencia de amor y de unión en hogares que tienes a tu alrededor. Hay también cerca de nosotros animales cariñosos, fieles. Solo es cuestión de detenernos admirando esos ejemplos de amor y de gratitud.

Hay, igualmente, en nuestra patria paisajes maravillosos, infinidad de planicies alfombradas de esmeralda, sitios inolvidables como la sabana de Bogotá, lugares esplendorosos, llenos de extraordinaria belleza, bosques generadores de silencio, soledad, neblina, llanuras imborrables como el valle del Cauca y cumbres coronadas de blancura como son todos nuestros nevados. Son tan hermosos que resulta imposible tener mal humor estando ante ellos, pensando en ellos.

En nuestra querida Colombia encontramos belleza natural siempre a la mano: cafetos mezclando su verdor con el rojo de sus granos, cuyo líquido llena al país del aroma suave y perfumado que de ellos emana; platanares, guadales y sauces que llenan de belleza y de vida a nuestros campos; variedad y riqueza de pájaros en los guayabales e incontables árboles frutales, y cuyas voces son una sinfonía en el paisaje patrio; los arreboles de los atardeceres en montañas, valles, barbechos, llanuras, sabanales y los añorados mares. Y toda esta belleza es tan verdadera como los son los dolores del pasado, y a ella llegamos solo con un cambio de pensamiento, de imágenes. Un pensamiento se quita, se cambia, poniendo otro, así de fácil. Ni siquiera tienes que levantarte de tu silla, sólo tienes que tomar una decisión de cambiar ideas, pensamientos, imaginación: el dolor por el amor, el rencor por el olvido, las heridas por la belleza que te rodea. El reto está en aprender a descubrir la belleza, el amor, las cosas bellas que te rodean donde quiera te encuentres y, entre nosotros las tenemos siempre abundante y a la mano. Las ideas del perdón y del agradecimiento nos hacen recordar que aun cuando estamos heridos, no tenemos que estarnos alimentando solo con el dolor. Tenemos la opción de seleccionar, de experimentar en todo momento el amor, de gustar las cosas hermosas, la belleza, la amistad sin estar buscando el desorden, el dolor, el veneno.

<b>Somos libres para pensar lo que queramos: </b>Nadie nos puede imponer en qué y cuando concentrar nuestra atención. Cada uno manejamos nuestra voluntad, nuestra libertad, nuestra imaginación como queremos. Si tenemos la costumbre de alimentarnos de rencores, debemos tener presente también que todo hábito se puede modificar. El mundo está lleno de héroes que se sobrepusieron a las dificultades con valentía. Y lo que otros lograron también lo puedo yo, para bien mío y de otros que se pueden beneficiar admirando nuestra vida equilibrada.

Cuando vivimos en una atmósfera de amor, de gratitud, de belleza y de perdón le damos descanso a nuestro cuerpo y a nuestro espíritu. En cambio, cuando nos centramos en dolores y rencores, nuestro espíritu se endurece, nuestro cuerpo se tensiona. Las sustancias químicas se activan y la persona se siente cansada y agobiada. Acusamos al ofensor por nuestro malestar y nos esclavizamos sirviendo a nuestro dolor, a nuestros rencores y violencia. Empieza a buscar tu mejoría saboreando y viviendo la gratitud, el amor, la belleza y el perdón.

<b>Viviendo lo positivo: </b>Si tantos han vivido la gratitud, también tú la puedes vivir. Agradece por la abundancia de alimentos que se producen en nuestros campos; por la salud que nos da el aire si estrenar de nuestros campos y montañas; por la bondad de tantas personas que nos rodean; por el regalo de la vida y la salud. Fíjese en la hermosura del cielo tan azul, en el multicolor de nuestros campos, en el juego alegre de tanto niño que llena nuestros campos y ciudades; disfrute los lugares maravillosos de nuestra pródiga naturaleza patria; disfrute en la televisión de los programas sobre nuestra variada naturaleza patria; saboree la abundante música del variadísimo flolklor patrio; deléitese con la asombrosa belleza de las flores y su variedad de colores; admire lo bien que se ven las personas que usted quiere y ama. Busque personas que hayan perdonado y pídales que le cuenten su historia; acuérdese de las veces que usted hirió a alguna persona y quiso que le perdonara; recuerde las veces que ha perdonado y no olvide que sí es capaz de perdonar. Mire a los enamorados y alégrese de su felicidad; recuerde las veces que ha sido amado y que ha amado; llame aun amigo y dígale que lo aprecia; pregúntese qué puede hacer para volverse una persona más bondadosa; dígale a una persona comparta con usted cuando ella se ha sentido verdaderamente amada.

31

Page 33: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Durante el día disminuya su ritmo y preste atención a su respiración, relájese; dé gracias al Señor en cada respiración. Preste atención a un paisaje que lo llene de tranquilidad, piense en alguien que le ha amado y trate de revivir en el momento presente los sentimientos de paz y amor que vivió entonces. Estás preparado para ejercitarte en el perdón que todo tu ser te está reclamando.

<B>PODER SANADOR DEL ESPÍRITU SANTO: </b>Les invito a reflexionar sobre el poder maravilloso de Jesús y de su Espíritu para curar una cantidad de males que impiden que amemos con verdadera elegancia y desenvoltura. El poder del ES y la Palabra de Jesús sanan el corazón, la mente, nuestras relaciones y las enfermedades de nuestro cuerpo. Diremos primero unas palabras sobre el Poder sanador del Espíritu Santo para luego reflexionar sobre Jesús.

Oigamos al respecto el testimonio del tercer evangelista: “<i>Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano, había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y de Sidón, que había venido <b>para oírle y ser curados</b> de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salí de Él <b>una fuerza</b> que sanaba a todos</i>” (Lc 6,17-19).

Lucas nos habla, en este trozo del su Evangelio, de una <i>fuerza de</i> Jesús, que salía de Él y sanaba a todos. Esa fuerza no era un fluido magnético, una corriente hipnótica, un poder de sugestión u otra cosa semejante. Esa fuerza de Jesús se llama el <B>ES</B>. Ya nos lo había clarificado dos capítulos antes el evangelista, al afirmar que “<i>Jesús volvió a Galilea por <b>la fuerza del ES</b>, y su fama se extendió por toda la región</i>” (Lc 4,14). En el discurso <i>programático</i>, el evangelista habla de que Jesús inició su misión con el poder del ES: “<i>El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos, a dar vista los ciegos, libertad a los oprimidos, y a proclamar un año de gracia y de perdón</i>” (Lc 4, 18-19). El evangelista escribe en clave de ES, de sanación y de perdón. El programa de Jesús da comienzo sanando con el Poder del Espíritu Santo. También la vida de la Iglesia ha sido inaugurada e impulsada desde el principio por el ES y su Poder (Hech 1,8; 2,15ss.).

<b>Sanación tridimensional: </b>Jesús quiere sanar con la fuerza de su Espíritu a todo el hombre, en todas sus dimensiones y componentes. La medicina “holística” -del griego “holos” = entero-, no solo toma en cuenta el órgano enfermo, sino a la persona entera. No se contenta, por ejemplo con sanar una pierna, sino que toma en cuenta el resto del cuerpo. ¿Para qué serviría sanar una rodilla si nuestro espíritu, nuestro corazón o nuestra alma están enfermos? El ES sana a hombres y mujeres, a toda la persona en sus tres dimensiones esenciales: inteligencia, corazón y cuerpo. <b>La inteligencia,</b> que abarca la esfera del raciocinio; <b>el corazón,</b> que abarca la esfera de la afectividad y de la voluntad; <b>el cuerpo</b>, que abarca la esfera biológica. Para nuestra razón o inteligencia nos da luz, certidumbre, verdad; para nuestro corazón nos da amor, capacidad de perdón; para nuestro cuerpo nos da fuerza para que esté sano y fuerte.

<b>Terapia pneumática: </b>

Por analogía con el término “helioterapia”, que es un tratamiento de sol, vamos a realizar una terapia ”pneumática”. Se trata de un tratamiento de Espíritu Santo. Así como en una helioterapia nos exponemos al sol; durante la pneumaterapia exponemos a la acción sanadora del ES todo nuestro ser, en sus tres dimensiones: mente, corazón y cuerpo.

<b>Sanación de la mente: </b>Comenzamos con algunas enfermedades de nuestro espíritu, con la <b>incredulidad</b>, que tanto auge va teniendo en nuestros días. San Pablo dice de ellos: “<i>incrédulos a quienes el dios de este mundo ha cegado el entendimiento para impedir que vean brillar el resplandor de la gloria de Cristo</i>” (2Cor 4,4). La persona incrédula es orgullosa, cerrada, terca. Sólo considera este mundo y cree saberlo todo. La incredulidad es una atrofia mental, una atrofia del espíritu, una incapacidad para tener en cuenta el pensamiento que esté por encima del nuestro. No quiere reconocer el pensamiento que le rebasa, rehúsa dar el salto hacia arriba.

Otra enfermedad del espíritu es la <b>idolatría</b>. En ella el hombre no acepta a Dios y se hace sus propios dioses, rinde homenaje a la criatura en lugar de Dios. Es él quien dispone de Dios y no a la inversa. Se convierte en necio, pues se coloca a él en vez del Creador. Perdiendo el sentido de Dios, pierde el sentido de su vida, se desorienta y va a la deriva como un carro sin timón. Esta es la verdadera enfermedad de nuestro espíritu.

32

Page 34: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Son tantos los ídolos de la sociedad actual, nuestros ídolos. Para unos es su propio yo. Nadie más que mi yo. Para otros es el dinero. Nos traiciona, nos corrompe y nos dejamos corromper. Es un dios terrible, sin compasión y cuántos estragos está haciendo en nuestra Colombia. Para otros es el sexo, que se ha apoderado de todos los estamentos destruyendo la familia y las personas. Para otros es el futbol, dios a quien se sirve no solo los domingos y fiestas, sino durante toda la semana.

Un <b>esoterismo</b> furibundo se ha apodera del hombre de hoy, con una cantidad de supersticiones que le hace recurrir a brujos, magos, adivinos, ocultismo, espiritismo, constituyendo otra grave enfermedad del espíritu. Y para sanar de todo lo anterior hay dos maneras ordinarias, la naturaleza y la gracia. Pero cuando tomamos un tercer camino, la búsqueda de poderes ocultos escondiéndonos de Dios, abusando de sus nombre y de sus signos, entonces estamos en poder del mentiroso, del enemigo, de quien dijo que le pertenece todo poder en la tierra y lo entrega a quien le adora.

<b>Sanación del corazón: </b>También hoy estamos especialmente afectados de cardiopatías. Una enfermedad del corazón hoy es la <b>abulia,</b> del griego<b> “a”</b> sin y “<b>boulé</b>”, voluntad. Esta enfermedad es la ausencia de voluntad, de decisión y lo que de ella se deriva: cansancio, pereza, lasitud, encontrar todo demasiado pesado, demasiado difícil; es una permanente pereza espiritual que obstaculiza la santidad. Los matrimonios, el sacerdocio, la vida religiosa, están tocados por este virus y muchos padecen esta enfermedad, de tal manera que decisiones tan trascendentales se toman solo temporalmente, desistiendo de lo que un día desdieron vivir para siempre.

Otra enfermedad gravísima es el deseo de poder. El cristiano, el hombre común ya no se guía por el servicio sino por el deseo de poder. Aumentan los autoritarios, que en la familia o en el trabajo se imponen de manera tiránica. Es terrible esta enfermedad de la voluntad. La violencia, cólera en el hombre de hoy es terrible y ha destruido a los individuos y a la misma familia. La violencia doméstica va creciendo kilométricamente convirtiendo a las familias en verdaderos infiernos y constituyendo una terrible y asoladora enfermedad espiritual.

<b>Sanación del cuerpo: </b>Así como exponemos en las playas nuestros cuerpos para recibir el beneficio de los rayos solares, de la misma manea necesitamos exponer, también nuestro cuerpo al sol del Espíritu Santo para que él lo sane también de las enfermedades físicas: parálisis, enfermedades de los ojos, de los huesos, de los oídos y tantas otras. Tenemos que ser conscientes que las enfermedades no son un castigo de Dios. De muchas de ellas nosotros mismos somos responsables o tenemos nuestra parte de responsabilidad. Muchas de ellas son consecuencia del abuso, ya sea en el comer o en el beber, en la sexualidad o en las drogas.

Antes de curar al paralítico, Jesús le hizo una pregunta extraña: “<i>¿Quieres curarte?” </i>(Jn 5,6). El lo quiere, pero Jesús quiere escuchar que el mismo enfermo lo exprese. Jesús quiere saber si nosotros mismos realmente lo deseamos, y si estamos dispuestos a vivir aquello que nos cuesta. Jesús sana las enfermedades físicas mediante su palabra. Este es el testimonio de un enfermo, que fue sanado: “Yo era alcohólico en último grado. No podía estar dos horas sin beber. Había vuelto imposible la vida de mi esposa y de mis tres hijos. Un día me llevaron a un encuentro donde se leía la Biblia. Al escuchar la Palabra de Dios, me sentí como atravesado por una descarga eléctrica y me sentí sano. Luego, cada vez que tenía deseos de beber alcohol, corría a abrir la Biblia en ese versículo. El hecho de volver a leer esa Palabra me da fuerza inclusive ahora en que estoy totalmente sanado. Luego intentó decir cuál era esa palabra, pero su garganta se cerró de emoción. Se trataba de un versículo del Cantar de los Cantares, que dice: “<i>Celebremos tus caricias más que el vino</i>” (Ct 1,4). La Palabra de Dios, escuchada en ambiente de fe y oración tiene un inmenso poder sanador.

El ES no acaba con las sorpresas. Muchos han venido a acompañar a sus enfermos. ¡Simplemente se consideraban acompañantes y en la oración descubren que ellos son los verdaderos enfermos! Otros no son sanados. Cuando San Francisco de Asís murió tenía unas diez enfermedades graves, según estiman médicos actuales. El logró que oros se sanaran, pero él vivió con su propia enfermedad. En el África, una mujer cojeaba y había orado mucho por su sanación, pero no había sanado. Al final cambió su oración y le dijo al Señor: Está bien, acepto cojear toda mi vida, pero me vas a prometer que al llegar al Paraíso, allí me harás bailar, ¡porque yo nacía par bailar!

33

Page 35: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Dios tiene dos maneras de socorrer y mostrar su poder: quitando el mal o dando fuerza para soportarlo de una manera nueva y, hasta gozosa, uniéndonos a Cristo, completando así “<i>lo que faltó a la pasión de Cristo, a favor de su Cuerpo, que es la Iglesia</i>” (Col 1,24).

Ejercicio 7º: Relajación con Jesús

Sierra los ojos. Respira despacio, profundamente. Inspira. Expira (varias veces).Toma conciencia de tu estado interior.

Visualiza a Jesús junto a ti. Oye su voz suave y amiga que te dice: “Estoy contigo. He venido para ayudarte y compartir todo contigo. Quiero darte mi visión de la vida, mi paz, mi libertad. Entrégame tus preocupaciones. Deja que pase tu estado de ánimo, tu irritación; yo te ayudaré a perdonar, y a empezar de nuevo. Confía en mí. Nada se ha perdido, pues yo lo cambio todo en gracia”.

Responde en tu corazón a la invitación de Jesús, deja en sus manos lo que el te pide. Descansa un rato inactivo y silencioso, arropado con su amor. Deja que su Espíritu vaya inundando tu espíritu. Di con Jeremías: “Me sedujiste, Señor, me sedujiste. Eres más fuerte que yo, y me pudiste”. Invita, también a san Juan de la Cruz y di con él: “quedéme y olvidéme/ el rostro recliné sobre el Amado,/ cesó todo y dejéme/ dejando mi cuidado/ entre las azucenas olvidado./ (Noche oscura).

Ahora, toma conciencia de tu cuerpo. Mírale con amor y gratitud. Es obra de Dios; templo del Espíritu Santo. Identifícate con tu cuerpo. Gracias a él puedes establecer contactos enriquecedores, y realizar tantas cosas útiles. Por eso, precisamente está tu cuerpo fatigado, tenso, y necesita relajarse, descansar.

Fija tu atención en la frente: arrúgala y suéltala varias veces hasta quedar relajada.

Concéntrate en los ojos: aprieta y suelta los músculos varias veces; percibe la mano de Jesús –o de María- sobre ellos; siente evaporarse tu cansancio. Ofrece tus ojos a Jesús para que ningún mal pueda llegar a tu corazón a través de ellos; y para que Jesús pueda mirar y amar a través de ellos.

Ofrece al Señor tus oídos, y todos los ruidos y sonidos del ambiente n que vives o trabajas; todas las plabras y conversaciones que escuchas. Pide la Señor que use tus oídos para escuchar a los demás, como lo desea El. ¡Cuánto bien se puede hacer escuchando con amor! Presta atención al Señor por si desea susurrar una palabra a tu oído.

Consagra al Señor tu lengua y tus cuerdas vocales. Pídele sane toda herida y rectifique todo error, causados por tu lengua; ofrécele todas las tensiones, enfados y sentimientos negativos, fruto de discusiones y conversaciones. Tu paz y la de otros depende en gran parte de tu lengua. Dile de corazón: “Señor, haz de mi lengua un instrumento de alabanza, de paz, de armonía”.

Concentra tu atención en tu cerebro y sistema nervioso. Ofrece a Jesús tus tensiones, crispaciones, estrés, fatiga. Siente cómo El te arropa en su manto de luz, paz y amor.

<B>JESÚS, EL ROSTRO DEL PADRE: </b>Para poder entender mucho mejor el perdón, les propongo acercarnos y hundirnos en la adorable persona de Jesús, que en todo momento nos ha enseñado que Dios es Perdón, que el Padre es perdón, que El es perdón. Fascina la persona de nuestro Salvador. Es totalmente

34

Page 36: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

cercano, pero aparece trascendente en su manera de obrar, actuando como Dios al perdonar los pecados de los hombres. Porque “<i>el Hijo del hombre tiene en la tierra el poder de perdonar los pecados</i>” (Mc 2,10). El Jesús que nos presentan los evangelios es un Jesús que cautiva, fascina, seduce y deja en nosotros una marca imborrable, apareciendo también como Maestro. El nos enseña con su palabra y con su vida.

Entremos a ver esta faceta de Jesús, que es un padre y un Maestro perdonando. Nos enseña con su manera tan fina y delicada de perdonar, con su modo recibir a los pecadores y a quienes necesitan ser rehechos con el perdón. Comprenderemos mejor al Jesús del perdón si hemos hecho la experiencia de acercarnos a El a recibir su perdón amoroso y tierno. De Jesús sabemos lo que hemos vivido de El y con El. De todos modos al Jesús que perdona se le entiende mejor en la meditación serena de su vida, en la escucha silenciosa dejándose empapar por la lluvia fina de la contemplación, de la iluminación callada de su Espíritu de Resucitado, llenando de perdón al pie del lago a Pedro, a sus discípulos y al mundo entero.

<b>El revelador del Padre: </b>Cuando uno de sus discípulos, Felipe, en medio de una inmensa nostalgia por el Padre de quien les acaba de hablar Jesús, le pidió que les mostrara al Padre, Jesús nos regaló esta maravillosa revelación: “<i>el que me ha visto a mí, ha visto al Padre</i>” (Jn 14,9). Jesús, con su rostro, con su persona, con sus obras, con su palabra nos revela al Padre, nos regala la revelación inaudita de la misericordia y del perdón de nuestro Padre Dios.

Jesús no solo acoge a los pecadores y come con ellos, sino que proclama que no ha venido a condenar, sino a curar y a perdonar. Es esta la gran novedad de Jesús, que ha venido a “<i>traer fuego a la tierra” </i>pero no el fuego de la cólera, de la violencia, de la venganza, sino el fuego del amor misericordioso, del perdón. Su vida entera y sus actos son la revelación última de la misericordia de Dios, cuyas entrañas se conmueven ante la miseria del hombre. Jesús es le buen samaritano, “<i>que se compadece</i>” del hombre herido y abandonado a la orilla del camino. No solamente no rechaza al pecador, sino que se invita para entrar a su casa.

<b>La auténtica imagen de Jesús: </b>El Evangelio nos muestra la figura externa e interna de Jesús. Nos muestra al Jesús misericordioso en todas sus páginas. Una de ellas es el texto evangélico de (Mc 2, 1-12), de un paralítico sanado por Jesús. Este cuadro nos ofrece una auténtica imagen de Jesús, que aparece aquí investido de un <i>poder extraordinario</i>, que lo descubre como Dios: el poder de curar unido al de perdonar los pecados. Sólo Dios perdona los pecados, solo Dios tiene el poder de curar al paralítico. Jesús subordina la curación del paralítico al poder del perdón. La curación del paralítico es, por tanto, el testimonio impresionante de que Dios se manifiesta plenamente en Jesús, que perdona y cura; Dios está presente en Jesús y obra mediante él su plan de perdón y salvación. Esta milagrosa sanación contiene en sí la clave interpretativa para saber quién es Jesús. Solo Dios puede perdonar los pecados; Jesús los perdona, luego El es Dios. En esta curación aparecen los dos niveles de la identidad y de la misión de Jesús: el humano y el trascendente. “<i>solo Dios tiene el poder de perdonar</i>” (v. 7).<i> </i> El aparece con los dos poderes por igual: perdonando y curando. Aunque san Agustín dirá: “es más glorioso para Dios sacar bien del mal que crear algo de la nada; así es más sublime convertir a un pecador, dándole la vida de la gracia, que crear de la nada todo el mundo físico, el cielo y la tierra”.

Jesús no cesa en su intento de restaurar la amistad buscando la reconciliación de Dios con el hombre y de los hombres entre sí. Dentro de nosotros existe una fuerza hostil que turba y destruye nuestra relaciones con el Dios de amor y hace, a veces, imposible la convivencia en paz y armonía. Necesitamos, pues, redescubrir la necesidad del perdón y conocer y valorar los múltiples caminos que el Señor a través de la Iglesia. El sacramento de la Reconciliación es la vía primera vía del perdón. Cuando recibimos generosamente de Dios el perdón hemos hecho una experiencia maravillosa de la misericordia del Padre sobre nosotros y estamos en capacidad de entregar nuestro perdón a quien sea y ante las ofensas que nos hayan hecho. Las relaciones humanas no pueden jamás fijarnos en nuestro pasado y no perdonar es uno de los más temibles peligros que se nos presentan.

<b>El Padre misericordioso: </b>Otro de los momentos en que Jesús nos revela el rostro misericordioso del Padre, que perdona siempre, es la parábola del “padre misericordioso” (Lc 15,1-3. 11-32). En ella encontramos dos mentalidades, dos concepciones enfrentadas de Dios.

Por una parte está la conducta de Jesús abierta y dialogante, sin antipatía ni clasismos, que no huye de los pecadores sino que los busca, los acepta, los perdona y come con ellos. Por otra están los fariseos, y quienes son como ellos, que no aceptan al pecador y, por lo mismo, son incapaces de perdonar. En este modo de ver a Dios hay un antropomorfismo obstinado en rebajar a Dios al nivel de los criterios humanos. Jesús quiere

35

Page 37: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

superar ese antropomorfismo y revelarnos el verdadero rostro de Dios, a quien Jesús conoce porque viene de Dios, más aún, El es Dios. No podemos partir de nuestros conceptos para elaborar un Dios a nuestra medida. Importa, pues, dejarnos instruir por las enseñanzas de Jesús, revelador del Padre Dios y con su enseñanza llegar a descubrir el verdadero rostro de Dios. Ver a Dios como los fariseos, o como ellos, es idolatría. Ese ídolo del dios severo con corazón de hierro tiene hoy adoradores y profetas y no comprende el misterio del amor y del perdón del Señor. Su dios es distante y frío. Choca con el Dios cercano, en medio de nosotros y perdonador, que nos ha revelado Jesucristo.

En la parábola, los dos hijos aparecen únicamente para mostrarnos la actitud del padre, personaje central de la parábola. Jesús nos muestra aquí el verdadero rostro de Dios, que es misericordia y perdón. Si alguna vez el hombre tiene la desgracia de alejarse del Señor, de los hermanos, siempre será recibido por el Señor con los brazos abiertos y el corazón lleno de perdón. Y esto porqué? Porque el Hijo no nos saca de su corazón, a pesar de que le hayamos ofendido, a pesar de que hayamos ofendido al hermano.

La parábola del “padre misericordioso” nos dice que el padre tenía dos hijos. Los dos viven alejados, el menor, de su casa y el mayor, del corazón de su padre. El hijo menor sale de casa sin salir del corazón de su padre, se va y vuelve, protagonizando una historia mala que termina bien. El hijo mayor se queda en casa sin entrar en el corazón del padre. Su historia queda incompleta y no sabemos si aceptó o no los brazos de su padre, el perdón que amorosamente le ofrecía.

<b>El padre perdona, el hijo mayor no: </b>En contraste con el padre, retrato vivo de la forma de ser del Padre celestial, el hijo mayor no quiere perdonar a su hermano, no tolera que el padre lo acoja y organice una fiesta en su honor. En cambio el padre ha perdonado totalmente al hijo menor. En su estilo de perdón no le ha dejado que confiese su falta, ha volcado sobre el todo su amor y ha organizado una fiesta por recobrarlo salvo. El Padre perdona, y celebra fiesta por el que ha perdonado; el hermano mayor tiene el corazón de piedra y su boca de palabras duras, ofensivas, destructoras; por su incapacidad de perdonar, se convierte en enemigo del hermano, se ha frenado en el pasado y no quiere cancelar la deuda a su hermano. Es incapaz de perdonar porque carece de amor por su hermano y por su padre, no ha dejado entrar el amor en su corazón. Las cosas le han endurecido. Cuando el hombre carece de Dios es incapaz de otorgar cualquier clase de perdón.

Jesús nos muestra el rostro del Padre amoroso, su manera de ser, misericordioso, bondadoso, indulgente, lleno todo él de una capacidad infinita de ternura y de perdón. De El le llega al hombre esa capacidad de perdonar. El Dios duro, inflexible, rígido, severo, riguroso, cruel, no tiene que ver con el Dios que Jesús nos presenta en su vida: un Dios lleno de misericordia, que espera a quien le ha ofendido para darle su abrazo y así entregarle el perdón amoroso del que está lleno ese corazón divino que siempre perdona y olvida, más aún, siempre se adelanta en su amor perdonador.

<b>El misterio de la cruz: </b>Cristo es la encarnación, el rostro del perdón de Dios, cuya profundidad infinita se descubre en la cruz. Allí se oyeron esas abismales palabras: “<i>Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen</i>” (Lc 23,34). Con este acto Jesús nos está revelando el secreto del corazón del Padre. En la cruz Jesús puede decirnos: “<i>Esta es mi sangre, la sangre de la nueva alianza, derramada por todos para la remisión de los pecados” </i>(Mt 26,28). Solo el amor divino podía elevarse a ese nivel de perdonar y ser así fuente de vida nueva para los asesinos. Vamos a detenernos en dos momentos que nos revelan el rostro de Jesús y en él el rostro del Padre.

<b> JESÚS Y EL PERDÓN : </b>(Mateo 18, 21-22; 23-35; Jn 8, 1-11; Jn 20, 22-23;

En el tema anterior vimos cómo el Padre se nos ha revelado como misericordioso. Siendo Jesús uno con el Padre, no podía actuar de forma distinta. Una característica de Jesús fue la de interesarse por las personas, pues cada una es fuente inagotable de riqueza, de dignidad, también de necesidades. Esto le permitió ubicar debilidades al interior de las personas, de las comunidades. Entre las principales debilidades se encuentran el egoísmo, la violencia, el rencor, la prepotencia. Las personas alimentan, también, odios personales o ancestrales, trasmitidos de generación en generación, y aceptados como naturales, lógicos e inalterables. Jesús rompió con esos odios y explicó que eran parte de la levadura del pecado. Por ello, en el NT, san Mateo nos habla de manera especial de la necesidad de practicar el perdón, de la responsabilidad de los creyentes respecto al perdón y del desafío de construir, con el perdón, las comunidades del Reino de Dios.

36

Page 38: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Necesitamos mirar a Jesús, para aprender lo que significa ser mansos y misericordiosos; lo que significa buscar la justicia, ser limpios de corazón, trabajadores por la paz. Con nuestra mirada fija amorosamente en él, descubrimos el sendero del perdón y de la reconciliación en un mundo a menudo devastado por la violencia y el terror. En el amanecer del 11 de septiembre del 2001, el mundo vio con una claridad dramática el rostro trágico de la demencia humana. Vio lo que sucede cuando el odio, el pecado y la muerte toman el control de la vida. Pero eso, necesitamos contemplar a Jesús y oír su voz, que resuena en medio de nosotros. Su voz que es voz de vida, de esperanza, de perdón; voz de justicia y de paz. ¡Sólo tenemos que escucharla y dejarnos educar por ella!

<b>La necesidad del perdón</b>En toda agrupación humana surgen dificultades, problemas, obstáculos. Lo importante es la forma como los resolvemos. Jesús nos propone como terapia el método del perdón. Es un método alternativo. Por lo general, nos orientamos a imponer nuestra voluntad. Pero, el perdón contradice a la imposición. Por eso, perdonar es un aprendizaje riesgoso y difícil, pues implica luchar contra nuestra manera personal de actuar, contra nuestros propios instintos, nuestras propias fuerzas, contra nosotros mismos, enfrentar nuestros miedos y fantasmas.

Jesús proclamó el perdón como parte de su mensaje de liberación. Y lo hizo con insistencia entre sus seguidores. Comprendió que algunos podrían abrazar la causa del reino de Dios, enfrentarse a los peligros y amenazas del sistema, y aún así mantener actitudes de prepotencia, de egoísmo, de envidia que negaban en la práctica el contenido, la razón por la que estaban luchando. Actuando así no eran coherentes, no eran consecuentes sus palabras con sus actos. Es este un peligro que todos enfrentamos en nuestras vidas. Jesús fue consecuente en sus palabras y sus acciones. Y promovió la necesidad de crear nuevas actitudes, nueva visión de las relaciones humanas, basada en el perdón, el diálogo y la tolerancia.

El perdón es la lógica, el estilo, el método de Jesús. La imposición es la lógica de los poderosos, la lógica del más fuerte, del más rico, del prepotente. Son dos lógicas opuestas, antagónicas. El perdón es la bandera que ondea Jesús y las comunidades del Reino de Dios.

<b>Jesús y el perdón: </b>Como Jesús se había mostrado siempre comprensivo y otorgando el perdón a quienes eran considerados pecadores, algunos escribas y fariseos acudieron a El con un caso extremo, una mujer sorprendida en adulterio (Jn 8,3-11), para ver si la perdonaba y acusarlo de incumplir e irrespetar la ley de Moisés.

Es importante notar la trampa que los líderes religiosos tendieron a Jesús. Buscaban una razón por la cual poder acusarle, prenderle y condenarle a muerte. Leyendo el capitulo anterior Jn 7,45-52, se puede notar que sus enemigos habían fracasado en ese intento. Uno de los propios dirigentes les hizo recordar que no había encontrado razón para condenarle. A la vez que ellos pusieron la trampa a Jesús, el quiso ayudarles a entender que <b>el no había venido para condenar, sino para perdonar</b> y recuperar a los pecadores.

La mujer que le llevaron había sido sorprendida en adulterio. ¿Podemos imaginar como debió haberse sentido ella en presencia de Jesús y de aquellos acusadores? No cabía duda de que era culpable del pecado de adulterio y, según la ley de los judíos, debía morir. La pobre mujer no tenía ninguna base para salvarse de la muerte. Su única esperanza era la misericordia y el perdón.

37

Page 39: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Jesús dirigió el pensamiento de los acusadores hacia su propia culpa; no aprobó el pecado, pero tampoco quiso unirse al grupo de los acusadores, que estuvo dispuesto a condenar a la muerte a aquella mujer. El bienestar espiritual de ella no le interesaba al grupo. Por su parte, Jesús la reconocía como pecadora, pero quiso restaurarla a su respeto y dignidad como persona, a la vez que le perdonó su pecado y le hizo experimentar la dulce experiencia de ser perdonada. También los acusadores, que eran pecadores, necesitaban del perdón como la mujer. Por eso, les hizo dirigirse hacia su propio corazón, hacia su propio pecado, para que reconocieran su realidad. Pues, también a ellos quería perdonar. Pero ellos, en su obstinación por condenar, no quisieron recibir el perdón. Este pasaje nos revela una de las obras más radicales que Jesús realizo en su ministerio terrenal: <b>perdonar</b>. En vez de condenar, perdonó a esta mujer y la puso en camino de vivir una vida diferente a la de antes, una vida de felicidad en el Señor.

Jesús perdona de esa forma porque ama mucho. Solo un gran amor puede perdonar un gran pecado. Los escribas y fariseos condenan, no perdonan porque son incapaces de amar. Sólo perdona quien ama. El perdón está esencialmente unido al amor.

Por eso, nosotros, si queremos aprender a perdonar necesitamos matricularnos en la escuela de Jesús y aprender a amar a su estilo, incondicionalmente y sin ningún interés: “<i>Yo les digo: amen a sus enemigos, hagan bien a los que les odian, bendigan a los que les maldicen, rueguen por los que les difamen</i>” (Lc 6,27-28).

Fruto del perdón es el olvido de la ofensa. Así perdona Jesús: “<i>todos ellos me conocerán… cuando perdone su culpa y de su pecado no vuelva a </i>acordarme” (Jer 31,34). El perdón olvida, pero para poder olvidar hace falta la humildad, una profunda humildad. Humildad y amor completan el perdón. Estos son los ingredientes del amor de Jesús: su gran amor y su gran humildad. Y este es el camino a seguir.<b>Construir comunidades </b>Para construir comunidades es indispensable el perdón. La base de la comunidad es el acuerdo. No es fácil llegar a acuerdos. El acuerdo es el resultado de un entendimiento, en el que ambas partes ceden. Es el fruto del diálogo. Surge de la deliberación. El acuerdo se construye, se crea, no se impone. La construcción de comunidades del reino de Dios es el resultado de un acuerdo y unión de voluntades: "<i>Porque donde dos o tres se reúnan en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos</i>" (Mt 18, 20).

<b>Jesús es mi perdón.: </b>Un monje contemplativo, después de una larga y dolorosa enfermedad, agonizaba consciente del momento que vivía. El Abad, reunido con la comunidad en la celda del enfermo para celebrar el sacramento de la unción de los enfermos, invitó al enfermo a pedir perdón a Dios y a los hermanos. El enfermo contestó, con una gran serenidad: <i>"Sí, pido perdón al Señor y a todos. Yo mismo perdono a todos, pero tengo una gran confianza: Jesús es mi perdón".</i>

Jesús, más que perdonar, Él mismo es perdón, es comprensión, es cercanía, es bondad y hace que nos pongamos de acuerdo unos con otros, que seamos constructores de paz. Y en este camino de búsqueda de Dios es bueno recordar que Jesús es perdón, que es el rostro de perdón que tiene el Padre cuando mira tu vida con tu pobreza, tus limitaciones, tus pecados. Cuando estés haciendo la ruta de la búsqueda de Dios, a medida que vayas descubriendo que Dios es amor, te darás cuenta del alcance y la importancia que tienen tus infidelidades, tus huidas, tus desconfianzas.

Por ello yo te invito a decirle al Señor con todo el amor de tu alma: <i>"Tú eres mi perdón, mi fuerza, mi vida. Tú eres la oración que yo quiero decirle al Padre. Tú eres mi hermano, el amigo cercano, el

38

Page 40: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

compañero de camino, Tú eres mi perdón. Tú eres mi oración, Señor Jesús". Regálame aprender a perdonar y olvidar como tú lo haces.

</i><B>JESÚS Y EL LÍMITE DEL PERDÓN: </b>(Mt 18, 21-35;

Veamos hasta dónde necesitamos perdonar, cuál es el límite. Ya sabemos que es preciso perdonar. Pues, como dice un proverbio árabe: “el hombre que perdona se parece al incienso que embalsama el fuego que le consume”. Perdonar es complicado, porque no siempre somos conscientes de toda la rabia, la amargura y el resentimiento que se ha acumulado en nuestro corazón. Pero, se sabe también que el resentimiento produce efectos nocivos. El estrés causado por el resentimiento ataca el sistema inmunológico. Y esto explica el origen de enfermedades como la artritis, arteriosclerosis, enfermedades cardiovasculares, diabetes, etc. Entre las mejores ayudas contra esos efectos nocivos algunos médicos recomiendan <i>la práctica habitual, diaria del perdón.</i> Para descubrir cuál es el límite de entrega de nuestro perdón les invito a encontrarnos con detenimiento con una parábola que nos propone Jesús en el llamado sermón de la comunidad.

<b>El límite del perdón: </b>En cuanto al límite de nuestro perdón los rabinos, con fundamento en las Escrituras decían que se podía llegar a perdonar hasta tres veces. Pedro, en su experiencia al lado de Jesús, creía que se debía perdonar siete veces. Jesús, en su escuela, propone un perdón sin medida, siempre. Así se desprende del diálogo que se da entre Pedro y Jesús en relación con el perdón de las ofensas. Dice el evangelista que Pedro, dialogando con Jesús: “<i>se acercó y le dijo: ‘Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga?¿hasta siete veces?’ Jesús le dijo: ‘no te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” </i>(Mt 18,21-22). Después de esta enseñanza añadió una parábola que trata sobre la actitud de perdón continuo y de corazón, específica de los miembros de toda comunidad cristiana.

<b>Parábola del siervo despiadado: </b>Pedro ha preguntado a Jesús el límite del perdón y hace su propuesta inquietante: “<i>¿siete veces?</i>”, porque la paciencia tiene un límite. Jesús, como de costumbre, le responde con una parábola (Mt 18,21-35), que es la mejor explicación al Padre nuestro cuando dice: “<i>perdona nuestra ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden</i>”. La parábola describe las relaciones del hombre con Dios y de los hombres entre sí mismos. Es un drama en <b>tres actos</b> y los protagonistas son un rey y sus siervos. <b>Primer acto</b>: el rey llama a cuentas a sus siervos y le presentan uno con una deuda astronómica, imposible de pagar: le debía 10.000 talentos, equivalentes a cien millones de denarios; el denario era el sueldo diario de un trabajador. Ni trabajando muchos años, ni vendiéndolo con toda su familia, hubiera podido pagar: es un deudor insolvente. El rey <i>tuvo compasión </i> y le perdonó toda la deuda. <b>Segundo acto:</b> el siervo perdonado se encuentra con un compañero que le debe una suma irrisoria: cien denarios. Con <i>un poco de paciencia </i>pagaría y todo quedaría resuelto. Sin acceder a ninguna prórroga, rompe su relación con el compañero, y le hace meter en la cárcel. <b>Tercer acto:</b> nuevamente el rey y el siervo insolvente. El rey condena al siervo despiadado, por no tener compasión con su compañero, habiendo sido él perdonado completamente de una deuda impagable. Contrastan las actitudes del rey perdonando y del siervo cruel, condenando despiadadamente a su compañero. La experiencia del amor misericordioso del rey para nada le sirvió. Cada uno somos responsables de la manera de compartir fraternalmente el perdón recibido del Padre.

<b>Somos deudores insolventes: </b>Nosotros, al ofender, acumulamos sobre nosotros una deuda con Dios colosal, impagable. La decisión del rey de querer vender al hombre, a su esposa, sus hijos y sus bienes, quiere subrayar la desesperada situación del deudor. Este se convierte en un deudor insolvente. Solo Dios es la única salida. El, grande en misericordia, nos perdona gratuitamente nuestra deuda cuando llegamos arrepentidos a su presencia. La actitud del perdonado debe ser perdonar. Por eso, el cristiano, perdonado siempre, debe perdonar siempre. Pero, en la parábola se agrava la situación del deudor cruel con su actitud personal de corazón duro, terriblemente vengativo. Este siervo no se da cuenta de todo lo que pierde por no perdonarle a su compañero una deuda tan pequeña e insignificante. Más adelante se dará cuenta de los estragos que produce su rencor, su violencia, su odio. Esos estragos llegan a todos los campos de su persona: el económico, mental, familiar, social, físico y espiritual.

<b>Nuestra experiencia: </b>Unas veces soy el siervo cruel, otra el consiervo, y debo ser siempre como el rey. La convivencia comunitaria crea roces, ofensas, daños. Unas veces no nos ofenden realmente, otras somos suspicaces, o muy sensibles. Otras, sin querer o queriendo, nos herimos, nos ofendemos realmente. Y nos cuesta perdonar de corazón, ya sea las ofensas grandes, o las de cada día. Utilizamos en el perdón dos

39

Page 41: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

clases de medidas: que Dios nos perdone siempre, pero yo no siempre. Lo que yo hago a los demás nunca es grande, siempre tiene excusas, nunca es para tanto. Lo que los otros me hacen, eso siempre es grave, imperdonable, sin excusas. Además, nos cansamos de perdonar. De ahí la importancia de estar muy unidos con el Padre celestial que nos ayuda a ser misericordiosos como Él, a perdonar siempre.

<b>Perdónanos…como nosotros perdonamos: </b>La parábola nos enseña la inaudita magnanimidad del Padre. El ofrece la gracia de su perdón totalmente gratuito y tan magnánimamente que el hombre ni siquiera puede sospechar. Pero este perdón no lo puede recibir quien no está dispuesto a perdonar a su hermano con generosidad. Además, quien vive continuamente envuelto en la misericordia de Dios, no puede ser duro y sin piedad con sus hermanos cuando le han hecho algún daño o le deben algo.

El versículo comienza con una petición de ese perdón gratuito que da el Señor y que debe cambiar la forma de vivir nuestras relaciones. Le decimos al Señor: <i>“Perdónanos”</i>. El “<i>como nosotros perdonamos a quienes nos han ofendido</i>” es una petición de los cristianos que hemos tenido la experiencia del perdón de Dios en nuestra vida y, por ello, queremos manifestar que vivimos en la lógica de la gracia. Nos ponemos en la misma longitud de onda que el Señor. En realidad esta petición del Padrenuestro es una petición de conversión, de colocarnos en armonía y en coherencia con su amor. Al perdonar “<i>a los que nos ofenden</i>” manifestamos que estamos en el circuito de la gratuidad del amor del Señor.

Rehusar perdonar al hermano es bloquear el movimiento del amor y del perdón del Señor. Impedimos que su vida circule y se difunda en el mundo a través de nosotros, de nuestros actos. Bloqueamos el circuito del amor de Dios que debe salvar al mundo. Lo afirma el evangelista Mateo: “<i>Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre celestial les perdonará a ustedes; pero si no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará sus faltas</i>” (Mt 6,14-15).

<b>Sean misericordiosos</b>A lo largo de la historia de la salvación, el pueblo bíblico fue purificando su concepción del perdón entre los hombres, valiéndose de su experiencia del perdón que recibía de Dios. La misma ley del Talión representaba una evolución positiva respecto a las prácticas corrientes de los pueblos vecinos, pues imponía límites a la escalada de la venganza: ¡Ojo por ojo y diente por diente! ¡Pero no más!

Jesús, en cambio, con su proceder y su enseñanza sobre el perdón, es una revelación de la misericordia del Padre, que revoluciona los fundamentos, la finalidad de las relaciones humanas y trasciende nuestra concepción del perdón: “<i>Amen a sus enemigos y oren por los que les persiguen y calumnian.</i> <i>Sean misericordiosos </i> <i>como el Padre celestial es misericordioso</i>” (Lc 6,27-36).

<b>El cristiano y el perdón: </b>El cristiano debe <i>estar siempre dispuesto a perdonar</i> para imitar a Cristo que se sacrificó por nosotros, para nuestro perdón. El perdón es consecuencia de que nosotros mismos hemos sido perdonados. <i>Perdonar es siempre una actitud divina</i>. Solamente perdonamos en Jesucristo. Y la fe en Cristo supone una conversión total y una donación completa a Cristo que transforma toda nuestra persona. El cristiano desde Cristo se abre al perdón y a la reconciliación. La nueva vida centrada en Cristo se caracteriza por la actitud de Jesús que siempre es el primero que perdona y siempre gratuitamente. Además de perdonar, Cristo en la cruz pide perdón por sus asesinos y los disculpa ante el Padre celestial: “<i>Padre, perdónalos; ellos no saben lo que hacen</i>” (Lc 23,34).

40

Page 42: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b> JESÚS SANA HOY

</b> (Lc 4,16-19; Mc 7,14-23;

Les invito a reflexionar sobre un tema fundamental para quien ha sido herido en su interior. Jesús vino a curar al hombre de sus pecados, de sus heridas y a darle vida en abundancia: “<i>¿Acaso olvida una madre a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ellas llegasen a olvidar, Yo nunca te olvido. Míralo, te tengo tatuado en la palma de mis manos</i>” (Is 49,15-16). Dios-amor se preocupa de nosotros, de nuestra salud corporal o física y espiritual o interior. Cuida de nosotros mejor que una madre cuida de su hijo pequeño. El tema de la sanación interior es un tema central en el ministerio de Jesús, poco manejado hoy por nuestra pastoral. Jesús ha venido a sanar los corazones destrozados por el desamor y nos ofrece un corazón nuevo. Necesitamos ponernos en contacto con el poder sanador de Jesús, que nos quiere completamente sanos.

<b>Testimonios:</b> Un sacerdote sufrió durante varios años de dolores de cabeza persistentes, gripas y sinusitis. Lo agravaba el clima tropical donde vivía y el trabajo que tenía que realizar. En un momento de diálogo con el Señor, el le dijo: “Tu vida está llena de tensiones innecesarias, que destruyen tu salud. La fuente de esas tensiones no es ni el clima, ni el trabajo, sino tu espíritu desconfiado y negativo. Cuando trabajas, lo haces como si yo no estuviese contigo. ¿Porqué no confías en mí? Ahí está ese sacerdote al que no acabas de aceptar. ¿Porqué no lo perdonas y aceptas, como yo te perdono y acepto a ti?”. Y Jesús, médico divino, no solo hace el diagnóstico a fondo, receta el tratamiento, sino también nos sana. Por eso, con su ayuda comencé a mirar a mi hermano sacerdote, con amor y comprensión, perdonándolo. Me fue fácil perdonarlo más de siete veces. Comencé a visualizar el trabajo, no como <i>mi trabajo</i>, sino como algo del Señor, que yo realizo bajo su dirección y con su fuerza. El Espíritu de alabanza vino a reemplazar mi espíritu de queja. A los pocos días sufrí un ataque fuerte de gripa y sinusitis. Pero, seguí confiando en el Médico divino y alabándole. Desde entonces, -hace ya doce años- no he vuelto a tener gripa fuerte, ni sinusitis, ni dolores de cabeza.

Oigamos otro testimonio: “En mi familia viví un ambiente de costumbres y normas cristianas. Como estudiante cumplí siempre con las prácticas de piedad. Tenía información, pero no formación cristiana; no me había encontrado con el Dios vivo y verdadero. Desde los 15 años, al ser traumatizada por un sacerdote en la confesión, no volví a confesarme, ni siquiera el día de mi matrimonio, al que llegué ilusionada. Tuve varios hijos, pero poco a poco fui perdiendo la ilusión. Mi esposo y yo vivíamos en el egoísmo: me faltaba lo único que necesitaba: amor. Mi matrimonio se convirtió en un infierno. Al no recibir amor de mi esposo, lo busqué por otro lado y caí varias veces en la infidelidad. Así se agravó mi problema matrimonial y me fui alejando más y más de mi esposo. Al repetirse mi infidelidad vino la catástrofe: sufrí un trauma. Se acrecentaron las agresiones matrimoniales. Ya no me interesaba mi persona, me detestaba a mí misma, me despreciaba y quería eliminarme. No le encontraba sentido a una vida tan vacía, donde no existía el amor, sino el odio. La culpa se la echaba a mi esposo. Cada día me sentía menos humana, menos mujer. Las pocas veces que iba a Misa comulgaba en pecado mortal y eso me hacía sentirme ya condenada en vida y empeoraba mi situación.

En estas circunstancias viví un retiro espiritual. El ES me regaló el arrepentimiento y la seguridad de que Dios me perdonaba. Al domingo siguiente asistí a la santa misa, pero no me fue posible comulgar, no quería cometer un sacrilegio más. Recibí el regalo del arrepentimiento, me acerqué al sacerdote como aquella mujer que se acercó por detrás de Jesús a lavarle los pies. El Señor me acogió con ternura y me liberó del gran peso que yo no podía soportar. Esa confesión me llenó del amor que estaba necesitando y allí mismo renació el amor a mi esposo. Esa tarde volví a nacer. Estaba inundada de una paz total imposible de describir. Comulgué y sentí que no era yo quien recibía a Jesús, sino El quien me recibía, me aceptaba, me amaba y llenaba todo el vacío de mi vida. Soy consciente de mi debilidad, pero ahora mi corazón no está vacío, tengo a Jesús vivo en mí y que me da su amor a en abundancia.

<b>Ministerio de Jesús:</b> Jesús, al exponer su programa de evangelización, insiste en la sanación del hombre (cf. Lc 4,16-19). De los cinco objetivos propuestos en su programa, cuatro se realizan al interior del hombre y uno al exterior, mostrando así Jesús que nuestro interior es el más necesitado de su acción sanadora. Lo que enferma al hombre, generando toda clase de enfermedades, es el desamor, el rechazo, el desprecio. Estas heridas afectivas se instalan en el corazón, influyendo en nuestro cuerpo y en nuestro comportamiento con los demás. Y una persona enferma interiormente no puede ser feliz, ni crecer espiritualmente. Muchas personas van acumulado en su interior toda clase de mugre: temores, frustraciones, agresividad, miedo, resentimiento, rivalidades, odios. Con terapias logran cierta serenidad. Pero, en el subconsciente continúan ocultas las heridas emocionales. Estas hacen imposible la felicidad, el amor, el crecimiento espiritual. Sanar esas heridas es más importante que curar los mismos males físicos.

<b>Cuatro tiranos: l</b>os psicólogos hablan de “<i>cuatro tiranos</i>”, perturbadores de la personalidad y que actúan desde nuestro interior. Son ellos: el odio, el temor, el complejo de inferioridad y el complejo de culpa.

<b>El odio:</b> es una aversión, antipatía u oposición extrema hacia alguien, hacia algo. Al no recibir el

41

Page 43: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

amor que esperábamos, al ser maltratados, despreciados, ignorados, surgen en nuestro interior sentimientos de rencor, hostilidad, resentimiento, agresividad, rebeldía, violencia, indiferencia. Todo esto nos hace vivir amargados e imposibilita nuestra felicidad. Hoy estamos enfermos de odio, más de lo que aparece. Nos hemos olvidado que odiar al hermano es igual que asesinarlo: “<i>todo el que odia a su hermano es un asesino</i>” (1Jn 3,15).

<b>El miedo:</b> padres muy severos, maestros o superiores poco comprensivos influyen para que desde pequeños hayamos acumulado temor a la autoridad, al fracaso, a tomar iniciativas, a hablar en público, a confiar en los hermanos, a morir, etc. Mientras no nos liberemos de esos miedos, con la acción del ES, actuaremos inhibidos, frenados y, más adelante, superiores, nos convertiremos en autoritarios, déspotas, opresores.

<b>Complejo de inferioridad:</b> se da al no recibir la comprensión, los estímulos que todo persona necesita; cuando nos hacen sentir incapaces, inútiles, nos hacen sufrir frustraciones, cuando se nos ridiculiza, se nos humilla delante de los demás. Por eso nos tornamos tristes, esquivos, irascibles, rebeldes.

<b>Complejo de culpa:</b> sentimiento anormal de culpa. Lleva a la persona que lo padece a encerrarse en sí mismo, angustiarse, resignarse. Se puede exagerar la culpa por escrúpulos y hasta por querer afianzar nuestra personalidad religiosa. La culpa anormal engendra sentimientos de miedo, complejos, desesperación, depresión, autodestrucción.

<b>Generadores de otras enfermedades:</b> Jesús continúa hoy sanando esas enfermedades emocionales: odios, rencores, amargura, violencia, agresividad, pues ellas pueden doler por mucho tiempo con consecuencias físicas, psicológicas, espirituales, sociales. <i>Consecuencias físicas:</i> úlceras estomacales, gastritis, dolores de cabeza, de estómago, presión alta, etc. <i>Consecuencias psíquicas:</i> depresiones profundas, angustias, agresividad descontrolada, disgusto por la vida, desconfianza generalizada, resentimientos permanentes y otras; <i>Consecuencias espirituales: </i>dificultad en la oración, frialdad espiritual, sensación de no ser amado por Dios, falta de gusto por los ejercicios espirituales y otros; <i>Consecuencias de orden social: </i>encerramiento y aislamiento, mal humor, espíritu de desaliento, comportamiento agresivo, dificultad por la convivencia pacífica, para amar y dejarse amar, para asumir compromisos, espíritu de crítica destructiva y negativa.

<b>De dentro sale el mal del hombre:</b> Se dice que <b>tres cuartas partes</b> del dolor y enfermedades corporales se originan en estados mentales, emocionales o espirituales. Jesús mismo nos ha dicho que el mal sale de dentro, del corazón del hombre. Por eso, con una gran realismo se nos invita a examinar esas zonas más profundas de nuestro ser, que realmente necesitan sanación. Esas zonas pueden estar: en tu mente dominada por el negativismo, por el pesimismo, la sospecha, la duda; en tu afectividad dominada por la tristeza, el miedo, la ansiedad, el odio, la angustia, la culpabilidad; en tu espíritu ahogado por el pecado, el rencor, el odio, la venganza, la desconfianza y la falta de perdón. Esas zonas, todavía no redimidas, precisan tu atención y la del Médico divino.

Ordinariamente, cuando nuestros sentimientos negativos son intolerables y amenazantes, los enterramos en nuestro subconsciente, para alejarlos de nuestra propia conciencia, pues de otro modo nos inquietaría permanentemente. Y así, vamos por la vida sin ser conscientes, ocultando nuestros sentimientos, y sin captar el mensaje, que el Señor nos envía a través de ellos. El engaño puede entrar en nuestra vida, complicando nuestra conducta, nuestras relaciones con los demás. Consulta con tu Médico divino: El te recetará “<i>colirio para que te untes en los ojos y recobres la vista</i>” (Ap 3,15-22). Te enseñará a dialogar sin miedo con tus propios sentimientos. Y te dedicará todo el tiempo y la atención que necesites.

<b>Jesús médico divino:</b> Jesús continúa hoy sanando esas enfermedades generadas por el desamor. Es necesario buscar sanar estas heridas con una terapia reiterativa de oración, hasta conquistar la paz definitiva. Jesús sanó a la samaritana del odio y de su incapacidad de amar, a Nicodemo y a los apóstoles del miedo. El es Escuela de sanación para todos nosotros.

<b>Proceso de sanación:</b> El método curativo de Jesús alcanza a toda la persona y no solo a parte de ella, va al fondo y a la raíz del mal: al pecado, que es la enfermedad más terrible del ser humano y la raíz de todos los males. Es necesario abandonarnos sin condiciones a Jesús, médico divino, para que haga en nosotros lo que vea necesario. Este libre consentimiento es el punto de partida de toda sanación profunda. Invoca, por tanto, al ES, a Jesús o a la Virgen María. Lee alguno de los siguientes textos: Jn 3,1-21;4,5-19; 20,11-17;Lc 10,38-42. Visualiza a Jesús, y ponte en lugar de la persona que dialoga con El en ese pasaje.

42

Page 44: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Con la ayuda de la lectura, visualiza a Jesús resucitado, radiante, muy humano y accesible. Se acerca a ti sonriente, deseoso de compartir contigo su paz, su felicidad. Contempla sus heridas abiertas: de ellas recibirás la sanación de tus heridas. Si no consigues visualizar al Señor, no te preocupes. Haz un acto de fe firme en su presencia junto a ti y dile: “Señor, yo sé que tú estás aquí porque me amas y deseas mi felicidad. Inúndame con tu presencia, con tu luz. Una palabra tuya bastará para sanarme”. Te firmo un cheque en blanco para que, como alfarero divino, transformes este barro en una nueva criatura.

<b>Dialoga con Jesús</b>: con toda sencillez y confianza cuéntale lo que más te preocupa en este momento. Háblale de tus problemas, de tus complejos, de tus sentimientos dañinos. Deja que su presencia, su mirada, su luz penetre dentro de ti cualquier zona que esté ominada por las tinieblas, que esté herida. Dile que te muestre lo que de ti le desagrada y a ti te perjudica. Dile que exponga a su amor, a su luz, la raíz de tu enfermedad, la fuente de tu mal, la causa de un conflicto, el porqué de un complejo o problema.

<b>Ejericicio 8º: UNA EXPERIENCIA DE PERDÓN: </b>Les presento una experiencia sobre el perdón. Leer libros ayuda, oír conferencias ayuda, pero no hay nada como vivir, experimentar el perdón. Nada sustituye a la experiencia. Para lograrla propongo una experiencia que nos entrega un sacerdote, que ha trabajado proporcionando guías prácticas para aprender a perdonar. La experiencia que él nos ofrece es a través de la meditación. El nos propone una vivencia en forma de meditación. Porque en el perdón, al igual que en todas las prácticas espirituales como la oración o la meditación, no se improvisa. No podemos perdonar de inmediato sin antes habernos preparado del mejor modo posible.

<b>Guías para la experiencia de perdón: </b>1. Esencial de la experiencia es seguir atentamente los movimientos de tu corazón, aprender cosas sobre ti y aceptarte tal como eres. Evita forzarte a perdonar a toda costa. Es mejor que el perdón llegue a tu corazón como un fruto maduro. Pero, puede suceder que tu corazón se cierre a la compasión. Acepta cualquier movimiento interior. Tómate la libertad de suspender tu experiencia cuando necesites hacerlo.

2. Para iniciar el ejercicio, es aconsejable que elijas una ofensa pequeña. Así como en los ejercicios físicos, al principio no te atreves a levantar pesos de muchos kilos, ni a correr una maratón, así ocurre con el perdón. No empieces queriendo perdonar ofensas graves, como la del estafador que te ha arruinado, o la del ex-cónyuge que te ha sometido a malos tatos durante años. Elige una más leve como la del feje grosero, o una rebeldía del hijo.

3. Al finalizar la meditación, sería útil que escribieras tus impresiones y, mejor todavía, que las compartieras con un compañero. Esto te puede ayudar a profundizar en tu reflexión.

4. La meditación puede durar unos 20 minutos. Para facilitar su desarrollo, elimina lo que pueda distraerte. Adopta una postura cómoda, preferentemente sentado, con los pies en el suelo y los ojos cerrados.

<b>Desarrollo de la</b> <b>Meditación

<i>Tómate tiempo para entrar en contacto contigo mismo. Poco a poco, vete centrando tu atención en los movimientos de tu corazón. Percibe sus latidos y su calor. Ahora, hazte estas preguntas: “¿Qué representa el perdón para mí?¿qué nueva calidad de vida me podría proporcionar?”. Recuerda una experiencia positiva en la que tú hayas sido perdonado. Tómate tiempo para saborear la alegría de ese perdón. Imagínate un mundo hecho de relaciones felices y de perdón… Deja aflorar en ti el recuerdo de la persona con la que estás resentido. Mírala. Óyela. Sigue sintiendo la que experimentas de verdad… Con mucha atención a tu vivencia y delicadeza hacia ti, deja que se aproxime esa persona que habías expulsado de tu corazón. Toma conciencia de los bloqueos que pueden producirse en ti en ese momento. Deja emerger las emociones y los sentimientos que te animan. Tómate tiempo para identificarlos bien y aceptarlos. Si tus emociones son demasiado fuertes, no sigas. Tómate tiempo para digerirlas y asimilarlas antes de continuar. Si te sientes bien, sigue dejando aproximarse a la persona que quieres perdonar. Continúa observando lo que pasa en ti.

Cundo te sientas preparado, déjala entrar en tu corazón. Susúrrale: “¡te perdono!”. Dirígete a su corazón y, con tus propias palabras, a tu manera, repítele suavemente:”Te perdono todo lo que me has hecho en el pasado, de manera deliberada o no, y lo que me ha hecho daño o me ha perjudicado; tus palabras, tus gestos e incluso tus pensamientos. Te perdono, te perdono!”. Toma conciencia de hasta qué punto esa persona está sufriendo y se siente asustada y herida. Dale tiempo para recibir tu perdón y sentirse conmovida por él… ¡Es tan emocionante, tan sublime y reconfortante ver cómo dos corazones se encuentran en el respeto y la paz”. Descubrirás que para tí la ofensa ha concluido, ha quedado zanjada, que ya no influye en ti. Lo que podía quedar de resentimiento se borra con el perdón, porque los corazones de ustedes se han encontrado y reconocido con gran simpatía. Sí, con el perdón todo acabó.

43

Page 45: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Luego, con tu bendición, déjale marcharse con un apersona liberada, transformada, rejuvenecida por tu perdón. Déjale seguir su camino, deseándole la mayor felicidad posible. Date tiempo para saborear la curación. Agradece a Dios que te a concedido esta gracia.: </b><b></i>Epílogo a la meditación: </b>Concédete un momento de reflexión para recoger los frutos, ya sea compartiéndolos con alguien, o anotando tus impresiones en un diario. Para ello, te pueden ser útiles las siguientes preguntas: ¿Qué has vivido durante la meditación? Si te sientes liberado, felicítate y celebra este perdón. Si has encontrado obstáculos, felicítate por tu valor y tómate tiempo para identificarlos bien. ¿Qué continúa bloqueado en ti? Tómate tiempo para aceptarte con ese bloqueo. ¿Qué necesitarías para eliminar este o estos bloqueos?

¡Qué tendría que hacer para progresar en el perdón?

<B>SANACIÓN POR LA CRUZ: </b>Vamos a reflexionar sobre un elemento humano, una fuerza terrible que se opone y resiste al plan de Dios, a su amor. Es una enfermedad hereditaria que es sanada por la muerte de Jesús en la cruz. Esta enfermedad es el egoísmo, alimentado por el orgullo, que nos llevan a centrarnos en nosotros mismos, no importarnos los demás y convertirnos así en el centro del universo. Todo tipo de injusticia, odio, guerra, violencia están motivados por un egoísmo y un orgullo exagerados. Por la propia experiencia podemos afirmar que muchas enfermedades físicas son originadas por nuestro egoísmo. Cuántas úlceras, depresiones, tensones, dolores de cabeza, gastritis y otro tipo de dolencia brotan en nosotros debido a nuestro egoísmo.

<b>El egoísmo: </b>El egoísmo, que nos lleva a buscar la seguridad en nosotros mismo, tratando de ser el centro del universo, es un cáncer que va destruyendo completamente a quien lo padece. El egoísta no sabe darse, porque a nadie ama, ni siquiera a sí mismo. No puede ver a lo lejos, por eso nunca se fija en los otros, sino para sacar provecho de ellos. Sólo se ve, se escucha, se sirve a sí mismo y a sus intereses personales. La gratitud no existe en el corazón del egoísta. Más aún, el egoísmo es el causante de la miseria, adulterios, guerras, violencia que hay en el mundo, en la familia del egoísta y aún dentro de sí mismo.

Los dos pies, donde se apoya el egoísta, son la comodidad y la ley del menor esfuerzo. Estas normas son tan explotadas por la propaganda de la actual sociedad del consumo y del bienestar. El desorden, la miseria mundial, todos los sentimientos negativos: violencia, odio, rabia, etc., se manifiestan de una manera evidente en el egoísmo, enfermedad tan contagiosa que se propaga entre hombres y mujeres a la velocidad de la luz. El egoísmo convierte en individualistas a quienes lo viven y, así, no saben compartir nada, pues todo lo quieren para ellos mismo. No han aprendido otras palabras que “mío, mío”.

El egoísmo solo produce dolor, violencia, terrorismo, odio, amargura, angustia, intransigencia, división, sufrimiento. El egoísta no se siente amado ni ama. Por eso, es un problema para sí mismo y un problema para su familia y para la comunidad.

<b>Medicina: </b>La medicina para curarse del egoísmo la entregó el Señor en una de sus bellísimas mini parábolas, cuando nos dijo: “<i>Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo. Pero si muere, produce mucho fruto</i>” (Jn 12,24). Jesús lo enseñó con sus palabras, pero lo rubricó con su vida: “<i>El murió para que ya no vivamos para nosotros mismos sino para él, que por nosotros murió y resucitó</i>” (2Cor 5,15).

Jesús se olvidó y se negó a sí mismo en todas las formas posibles. En el desierto fue tentado con egoísmo, fama y riquezas, pero triunfó. Vivió una vida que fue un acto de amor continuo, muriendo, finalmente, en una cruz por todos nosotros.

<b>La victoria sobre el egoísmo: </b>Jesús nos amó olvidando su trono en el cielo, haciéndose semejante a nosotros en todo, menos en el pecado. Olvidó la comodidad naciendo en un establo. Se hizo pobre e hijo de pobres; renunció a su dignidad, fue insultado y escupido; fue azotado, coronado de espinas, clavado de pies y manos en la cruz y allí, renunció a todo: al poder, a la defensa, a la venganza; murió a todo lo que el mundo ofrece como camino fácil y cómodo, dando

44

Page 46: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

así la prueba máxima del amor, entregando la propia vida por el amado, para curarnos de nuestro egoísmo que busca en todo la comodidad.

Así nos demostró que es posible renunciar a ser el centro del universo, vencer el egoísmo y despreciar los caminos del poder y del dominio que el mundo ofrece. Las calumnias no le hirieron, ni tuvo necesidad de responderlas, de defenderse; los insultos no le movieron a vengarse, sino que tomó la condición de siervo; la violación que hicieron de sus derechos humanos no le afectó, porque ya antes había renunciado libremente a ellos; la cruz, signo de escándalo se convirtió en signo de la victoria de Cristo sobre el egoísmo.

<b>Para sanar profundamente: </b>Como todos estamos gravemente enfermos del cáncer del egoísmo, necesitamos una sanación completa y radical, que no puede realizarse con simples aspirinas. La única manera de dominar el egoísmo con sus secuelas de violencia, odio, amarguras, rabias, incapacidad de perdonar, etc., es haciendo lo que hizo el único que lo ha vencido del todo: morir a nosotros mismos.

Jesús, el médico divino, le da a la persona egoísta la siguiente receta: “<i>Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiere salvar su vida la perderá, pero quien la pierde por mí la encontrará. ¿De qué le sirve al hombre ganar El mundo entero, si pierde su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?</i>( Mt 16,2-25; Lc 14,26-27; Jn 15,14).

“Negarse a sí mismo” es lo mismo que “morir a sí mismo”. Y morir significa dejar de vivir. Morir a sí mismo es dejar de vivir para sí y empezar a vivir para los otros. Negarse a sí mismo no significa renunciar a un pedazo de carne, de pan, de comida durante la cuaresma, dar limosna, sino ver cómo servir a los demás, olvidándonos de nosotros y de lo nuestro.

Ser discípulo de Jesús es amar de tal manera que Jesús sea el dueño de las posesiones personales, afectos, familia y de la propia vida. Debo amar a los demás, perdonarlos, de la misma forma que El lo hizo. Su mandamiento es amar a los demás de la misma forma que El amó, dando la vida por el otro como El, como prueba de amor: “<i>Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por el amigo</i>” (Jn 15, 13).

La única manera del vencer el egoísmo, y con el la violencia, la venganza, la injusticia, el odio, que nos enferma y nos hace infelices, es morir a nosotros mismos. Esta es la verdadera liberación y sanación radical. Si no aprendemos a morir a nosotros mismos, cualquier contrariedad se convertirá en una catástrofe y todas las heridas normales que recibimos sangrarán y se infectarán, contagiando a otros. Las adversidades se convertirán en tragedias y los problemas en traumas. Así comienzan a veces odios seculares y hasta guerras. Algunas personas viven tristes y amargadas porque otra no les correspondió el saludo.

<b>La medida del amor: </b>El termómetro que indica si somos de Cristo es el amor. Si no amo, simplemente no soy cristiano. Cristianismo y amor son sinónimos. Este amor tiene dos niveles. <b>Primero</b>: “<i>amará a tu prójimo como a ti mismo</i>” (Mc 12,31). El amor con que nos amamos a nosotros mismos es la medida con que debemos a amar a los otros. <b>Segundo</b>: “á<i>mense unos a otros como yo los he amado</i>” (Jn 13,34). Y Cristo nos ha amado: “<i>como el Padre me ama así les he amado yo</i>” (Jn 15,9). Cada uno de nosotros es amado por Cristo con el mismo amor con que Jesús es amado por el Padre celestial. El modelo para amarnos unos a otros, por tanto, es como el Padre ama a su Hijo único, con un amor divino, con ese amor que le costó la vida a Cristo.

Por tanto, quien identifica al cristiano no es el egoísmo sino el amor que, existiendo en nosotros, va sanando y destruyendo el egoísmo. Quien en verdad muere a sí mismo adquiere una vida radicalmente distinta, vive en la forma en que Cristo nos enseñó a vivir, sanándonos en la cruz. De

45

Page 47: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

la misma manera, si nos entregamos a El, extirpará el tumor de nuestro egoísmo haciéndonos verdaderos hijos de Dios, capaces y libres para amar.

<B>FUNDAMENTOS BÍBLICOS DEL PERDÓN: </b> (Jer 31,31-34; Is 55,6-9; Ex 34,6-7; Mt 6, 27-38; Lc 15,1-32)

Les invito a que veamos qué nos dice la Biblia sobre este tema fundamental del perdón. La Escritura, dijimos, es la cátedra desde la que el Señor nos enseña la ciencia del amor, de la misericordia y del perdón. El aprendizaje de esta ciencia dura toda la vida, pues en cualquier momento nos acecha la garra del odio, de la desesperación. En la tradición bíblica el perdón es una de las manifestaciones del amor de Dios, que se revela como misericordioso. Porque Él es amor es perdón y misericordia. De todos modos el pueblo elegido conoció el perdón porque lo recibió a manos llenas de su Dios y Señor, que le amaba hasta morir.

Para el pueblo de la alianza, el perdón de Dios es misericordia y esta es fruto de una experiencia amplia y riquísima. El pueblo sabe lo que es la misericordia porque la ha recibido del Señor. Siempre que fueron infieles pidieron la misericordia de Dios y siempre el Señor se apiadó de ellos. A medida que el pueblo fue haciendo su camino hacia Dios fue tomando conciencia de que El es un ser vivo, y su amor es misericordioso, gratuito y grande sobre manera. Al tratar de entender el perdón se llega hasta la misericordia, que tiene en la Biblia un contenido riquísimo, que Juan Pablo II expone en su carta encíclica “Dives in misericordia”, n. 4.

<b>Antiguo Testamento: </b>La Biblia presenta al hombre o al pueblo pecador como un deudor insolvente, al que Dios borra gratuitamente su deuda: “<i>perdona el pecado de tu pueblo según tu gran misericordia</i>” (Num 14,19). Y cada vez ese perdón es tan auténtico y eficaz que Dios no vuelve a recordarse de ese pecado, que queda destruido: “<i>cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a recordarme</i>” (Jer 31,33-34; Is 38,17; Hebr 10,17).

Los profetas piensan que Dios tendría derecho a dejar “estallar su cólera” ante la monstruosidad de los pecados de los hombres; pero, terminan reconociendo que el corazón de Dios no es como el del hombre (Is 55,6-9), que Él no quiere destruir: “<i>mi pueblo se inclina a la apostasía; gritan pero nadie los levanta. ¿Cómo voy a abandonarte, Efraín, cómo voy a traicionarte, Israel? Mi corazón se revuelve dentro de mí, y todas mis entrañas se estremecen. No actuaré según el ardor de m ira, no destruiré a Efraín, porque soy Dios, no un hombre; en medio de ti soy el Santo y no me gusta destruir</i>” (Os 11,7-9).

El lenguaje corriente del AT identifica la misericordia con la compasión o el perdón. Pero el término misericordia es mucho más rico, pues se halla en la confluencia de dos corrientes: la compasión (<i>rahanim) </i>y la fidelidad (<i>hesed</i>). <i>Rahanim </i>expresa el apego instintivo de un ser a otro. Según los semitas, este sentimiento tiene su asiento en el seno materno (1Ry 3,26), en las entrañas, o como decimos nosotros, en el corazón (Jer 31,20. Es la ternura de la madre. Este término introduce una connotación femenina, más maternal, pues viene de la raíz <i>rehem</i>, que significa seno materno. La revelación bíblica quiere hacernos comprender que entre Dios y el hombre existe el mismo lazo que une a una madre con su hijo. Este amor no se parece a ningún otro. Es exigencia del corazón mismo de Dios, una ternura gratuita llena de paciencia y comprensión maternales, siempre pronta a perdonar. Y Cristo es la encarnación, la epifanía visible de la misericordia del Padre.

El segundo término hebreo <i>hesed</i> significa también, misericordia. Designa piedad, relación que une a dos seres e implica fidelidad, que no es una bondad instintiva, sino consciente, voluntaria, incluso, es respuesta a un deber interior, fidelidad con uno mismo.

Las dos palabras tienen significados amplios y ricos que las biblias las traducen por misericordia, amor, ternura, fidelidad, piedad, compasión, clemencia, bondad y, hasta gracia. Esos significados

46

Page 48: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

expresan la riqueza y profundidad de la fidelidad de Dios para con su criatura, el hombre. Según esto la misericordia supera ampliamente el perdón y Dios, desde el principio hasta el fin manifiesta su ternura con ocasión de la miseria humana.

En el Sinaí Dios revela a Moisés el fondo de su ser, que es perdón hasta la misericordia. Su pueblo acaba de apostatar. Entonces, Dios proclama que sin hacer mella a su santidad, la misericordia divina triunfa siempre sobre el pecado: “<i>Yahveh es un Dios de ternura y gracia, lento a la ira y rico en misericordia y fidelidad, que mantiene su misericordia hasta la milésima generación, perdona las faltas, la rebeldía y los pecados, sin dejarlos impunes</i>” (Ex 34,6-7). Su misericordia le hace aguardar con paciencia infinita. Tal es el ritmo que marcará las relaciones de Dios con su pueblo hasta la venida de su Hijo. El perdón es expresión de su mismo ser. El es fiel, pues no puede renegar de sí mismo. Y la misericordia es expresión de la fidelidad de Dios. Los frutos del amor maternal de Dios son el perdón, el deseo de restablecer al pecador en la alianza que su pecado ha roto, infundiéndole esperanza en su salvación.

<b>Nuevo Testamento: </b>En el Nuevo Testamento Jesús, con su vida y su palabra, nos reveló el rostro de Dios. En la parábola del hijo pródigo (Lc 15,11-32), nos revela el ser del Padre, rico en perdón y misericordia. Nos pinta al Padre, vigilando el regreso del hijo pecador, y cuando lo descubre de lejos le tiembla el corazón y corre amorosamente a su encuentro.

Con esta parábola quiso Jesús revelarnos la verdadera imagen de Dios, infinito en misericordia para con el pecador. Por eso esta parábola es “la carta de identidad de Dios”, que el mismo Hijo de Dios nos entregó. En la lectura de la parábola va surgiendo poco a poco el rostro misericordioso y fascinante de un Dios incomprensible para el solo razonamiento humano. Jesús, al revelarnos al Padre, quería que nos encontráramos en cualquier momento con unos brazos que nos ciñen tiernamente, con el corazón misericordioso de nuestro Padre-Dios que nos cubre con su infinita ternura como lo haría la mejor de las madres.

<b>Dos clases de pecadores: </b>Al ver el comportamiento de los hijos de la parábola con su padre, vemos también el comportamiento del padre. La conducta de los hijos sirve únicamente para revelarnos el corazón del Padre. El hijo menor, despilfarrador, destructor de su herencia, se ha convertido en esclavo de cosas y placeres, ha encenegado su filiación; el mayor, cumplidor, fiel, pero carente de amor, duro con su hermano e indiferente con el Padre, no ha querido convertirse. Los pecados de uno y del otro hacen resplandecer más el amor y la misericordia del Padre.

Es tal el amor y la misericordia del Padre que, aún antes de que el pecador le pida el perdón ya se lo ha otorgado. El comportamiento del Padre expresa su perdón abundante. La ternura y misericordia del Padre para con su hijo pecador nos muestra a un Padre conmovido, que aún estando su hijo lejos, le continúa amando más fuertemente. Si el hijo dejó a su padre, se alejó de él, el amor misericordia del Padre no conoce lejanías. Sus sentimientos le hacen conmoverse tan hondamente y nos muestran el afecto materno de Dios, nos muestran a la madre que hay en el corazón de Dios. Su amor de madre lo hace totalmente vulnerable y siempre disponible a perdonar, a recibir al hijo perdido y al hijo indiferente y duro con Él. No podemos callarnos ante Dios que corre hacia nosotros para entregarnos su amor, su perdón, su misericordia. También el Padre, celestial, como el padre de la parábola se lanza con los brazos extendidos hacia nosotros, aunque no lo merezcamos. El Dios de Jesucristo es un Padre lleno de amor y misericordia con nosotros, especialmente con los pecadores.

<b> QUÉ ES EL PERDÓN: </b>Para que podamos caminar con seguridad en el camino del perdón, les invito a concretar en qué consiste el perdón y qué no es el perdón. En efecto en esta realidad encontramos mucha confusión y es bueno de entrada disipar equívocos. Clarificaremos lo que es el perdón para poder experimentar, vivir esa realidad maravillosa, columna vertebral de toda sanidad. Muy a menudo a la base de toda herida afectiva hay un problema de perdón.

47

Page 49: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

En el principio el hombre tenía una comunión perfecta con Dios, que le permitía tener una vida afectiva organizada donde sus sentimientos y emociones eran gobernados por la paz, el amor, el gozo y todos los atributos divinos. Por el pecado se rompió esa comunión con Dios. El hombre cayó en una desorganización afectiva donde sus sentimientos y emociones pasaron a ser gobernados por el temor y la culpa, dando lugar a la <b>amargura</b>, al <b>odio</b> y a los <b>resentimientos</b>, raíces de todo desorden emocional, mental y de personalidad, productores de: <b>neurosis</b>, <b>psicosis</b>, <b>esquizofrenias</b>, <b>epilepsias</b>, <b>etc.</b> Se da lugar también, a las llamadas enfermedades psicosomáticas: asma, diabetes, hipertensión, gastritis, artritis y parálisis; estas, en su mayoría, tienen su origen en el alma, como consecuencia de los traumas emocionales o heridas del alma. Por ello es importante que el alma sea trabajada con el perdón de Dios para sanar sentimientos y/o emociones. Ningún médico, psicólogo, psiquiatra o medicina pueden quitar la culpa por el pecado.

<b>Qué no es el perdón: </b>Perdonar no es un sentimiento ni emoción, ni consiste en adoptar una actitud de superioridad o de soberbia. Si se perdona a alguien porque se le tiene lástima o se le considera tonto, se está confundiendo perdón con compasión. Es como cuando el patrón le dice a su trabajador: “no te preocupes, te perdono. De todos modos, ya sabía yo que no serías capaz de hacerlo bien”. Perdonar no es permanecer pasivos ante la injusticia, ni aceptar o justificar hechos atroces, deshonestos o injustos. Podemos perdonar a alguien y al mismo tiempo tomar medidas para que vaya a la cárcel o exigirle una indemnización. Podemos perdonar y terminar una relación, retirarnos de un trabajo o despedir a un trabajador deshonesto. El perdón no exige que te comuniques verbal y directamente con la persona a la que has perdonado. No es necesario que le digas: te perdono. Aunque esto pueda ser parte importante del proceso de perdonar, interesa formarnos del otro una actitud amorosa, amable, serena.

Un perdón rápido y superficial no sería un verdadero perdón. Falso perdón sería seguir de víctima cuando la salida está en tomar el control de la vida. Igualmente es falso perdón culparse o culpar, ya que la culpa enferma, paraliza y aprisiona. Falso perdón es decir “perdóname” sin sentirlo y sin un firme propósito de mejoramiento.

<b>Que es el Perdón: </b>El perdón es un acto de amor y una decisión de la voluntad. Pero, no lo logra el hombre con sus solas fuerzas. Es un regalo de Dios, y una ley espiritual: “<i>Si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre les perdonará a ustedes</i>;<i> pero si no perdonan, tampoco el Padre les perdonará sus</i> <i>ofensas” </i>(Mt 6,14-15; Ef.4,3 2). Es una relación que se establece entre el hombre y Dios, y entre el hombre y el hombre. Ante Dios reconocemos que hemos pecado -<i>somos pecadores</i>-. Y ante los hombres deponemos enojos y amarguras mutuas, dando satisfacciones por ofensas emitidas o recibidas. El perdón solo es posible por la naturaleza divina que hay en el hombre. Está condicionado por el arrepentimiento y la voluntad de agradar a Dios. Y no quiere decir aprobar o defender la conducta que te ha causado sufrimiento, ni tampoco dejar de tomar medidas para proteger tus derechos.

El perdón nos libera del pasado, nos hace olvidar sufrimientos, ofensas, y recibir sanidad de nuestras emociones y sentimientos. Así como de las enfermedades. Nuestras oraciones son oídas y recuperamos la comunión e intimidad con Dios. Necesito dar el primer paso y tomar la firme decisión de amar perdonando. Dice un proverbio que “el camino más largo empieza con el primer paso”. Y el primer paso en el largo y difícil camino del perdón consiste en <b>decidir</b> perdonar. No vale pena hablar de los sinsabores y miseria, por ejemplo, la venganza, pues son tan graves como para no dejarse tentar por ese “descenso al infierno”, aun cuando el instinto nos incite a “tomar la revancha”. Es este el punto de partida de cualquier perdón verdadero: decidirse por él.

<b>El perdón es un regalo divino: </b>Por nosotros mismos sólo podemos vengarnos, pero somos incapaces de perdonar; este es un regalo que el Señor otorga a quien se lo pide confiada y humildemente. Pero, además, es un regalo, que también nosotros otorgamos al ofensor. Le damos al ofensor ese regalo de misericordia, sin esperar nada a cambio. Es este el estilo con el cual Juan Pablo II perdón a Alí Agca, que intentó matarlo en la plaza san Pedro. Así como el Señor nos regala el perdón también nosotros decidimos otorgar el regalo de perdonar, pues el Señor nos da fuerzas para ello. Para la mayoría de las personas el perdón es una experiencia ardua y empinada. En efecto, nuestro orgullo herido busca la revancha, la venganza. Ciertas heridas se enquistan en nuestro ser, nos alejan del amor y nos hacen difícil otorgar el perdón

48

Page 50: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>El perdón es un proceso: </b>Normalmente el perdón no se da de una vez para siempre. Es un camino que tiene varias etapas, y sujeto a los muchos altibajos de nuestro mismo carácter, herido por las ofensas.

<b>El perdón es una actitud: </b>El perdón requiere una formación permanente hasta que, con la exigencia sobre nosotros mismos, adquiramos la costumbre de perdonar. La práctica permanente nos permite tomar el control de nuestros sentimientos y emociones, para que no sean ellos los que nos dominen y manejen a su ritmo. El Padre nos creó para ser <b>señores</b> de todo lo que hay en el cielo, en la tierra y en los océanos. Tenemos que ir creando en nosotros una nueva manera de vivir: amando, comprendiendo y construyendo un mundo más humano y fraterno. El perdón nos libera de ser víctimas, esclavos y nos convierte en hijos de Dios y hermanos de los demás, nos aleja del temor y nos sumerge en la confianza y en el amor. Sin rechazar a los hermanos nos enseña a rechazar el mal que nos infieren y nos convierte en sembradores de paz y reconciliación.

<b>El perdón es sanador: </b>Así como el rencor y el odio enferman y matan, el perdón nos trae vida y salud. Muchas investigaciones han demostrado los terribles efectos del rencor, del odio, del resentimiento en la salud integral de las personas. Como el odio, los rencores, el sentimiento pueden ayudar al surgimiento de un cáncer, de un infarto, de la misma manera el perdón es causa de sanación de las mismas enfermedades. El Dr. William Greene de la universidad de Nueva York realizó un estudio sobre gemelos y comprobó que la tención, el odio, los rencores y las penas enferman. Las personas que experimentan ansiedad crónica, prolongados períodos de tristeza y pesimismo, tensión continua u hostilidad incesante, rencor y odio, están endoble riesgo de contraer asma, artritis, dolor de cabeza, úlceras y problemas gástricos. Dicen que el grado de riesgo es tan dañino como el del cigarrillo, el licor o el colesterol elevado. Se recomienda, por tanto, liberarse de las emociones venenosas y buscar remedios para sanar el alma, las relaciones: relajarse, orar, perdonar, hacer deporte, servir a los hermanos.

<b>Una nueva visión de las relaciones humanas: </b>El perdón no es un gesto rutinario, sino una flor oculta, bellísima, que florece en cada ocasión sobre una base de dolor y victoria sobre uno mismo. El perdón crea unas relaciones humanas nuevas con el culpable. Nos enseña a dejar de mirar al otro con “ojos de resentimiento” y a mirarlo con los “ojos mágicos”. Ver a la persona en un marco más amplio que el de la ofensa. Necesitamos seguir creyendo en la dignidad de aquel o aquella que nos ha herido, oprimido o traicionado. Sólo así se modificará nuestra imagen perversa del otro. Detrás del monstruo que nos ofendió descubriremos un ser frágil, débil como nosotros, capaz de cambiar y evolucionar.

Para realizar esto se requiere una cantidad de fuerzas espirituales que superen nuestras fuerzas humanas. Por eso, necesitamos estar atentos a la acción del Espíritu que sopla donde quiere y cuando quiere, a la espera relajada y llena de esperanza de su don. No somos el único agente del perdón. Es por esto que el perdón no conoce la suficiencia, se hace discreto, humilde, sencillo y silencioso. No depende ni de la emotividad, ni de la sensibilidad, sino que viene del fondo del ser, de lo más profundo del corazón, donde habita la Comunidad divina.

<b> EL DIFÍCIL ARTE DE PERDONAR: </b>El perdón es una necesidad de nuestro tiempo. Esa imperiosa necesidad surge del hecho de que nadie está libre de heridas, como consecuencia de frustraciones, decepciones, penas de amor, traiciones. Las dificultadas de vivir en sociedad se encuentran por doquier. Conflictos en las comunidades religiosas, en la familia, personas divorciadas, en las parejas, entre patrones y empleados, entre compañeros. Todos tienen algún día necesidad de perdonar para restablecer la paz y seguridad viviendo juntos. Para descubrir la plena importancia del perdón en las relaciones humanas, intentemos imaginar cómo sería un mundo sin él. Estaríamos condenados a perpetuar en nosotros mismos y en los demás el daño sufrido. Cuando lesionan nuestra integridad física, moral o espiritual, algo sustancial que ocurre en nosotros: una parte de nuestro ser se ve afectada, lastimada, incluso mancillada, como si la maldad del agresor hubiera alcanzado nuestro yo íntimo. Nos sentimos inclinados a imitar a nuestro agresor como si un virus contagioso nos hubiese infectado. Quién ha sido maltratado buscará maltratar, determinará no dejarse maltratar más. Estará a la defensiva y con todos tendrá desconfianza.

Si perdonar significa olvidar, ¿qué ocurriría con las personas dotas de una excelente memoria? El perdón les sería inaccesible. Por lo tanto, el proceso del perdón exige una memoria y una conciencia lúcida de las ofensa; si no, no es posible la cirugía del corazón. La prueba del perdón no es el olvido; el perdón ayuda a la

49

Page 51: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

memoria a sanar; la herida poco a poco va cicatrizando; el recuerdo de la ofensa ya no inflige dolor. Una memoria curada se libera y puede emplearse en actividades distintas del recuerdo deprimente de la ofensa. Las personas que afirman "Perdono pero no olvido", han comprendido que el perdón no exige amnesia.

<b>Perdonar no es sólo un acto de la voluntad.</b> Algunos ven el perdón como una fórmula mágica apta para corregir todas las ofensas. El perdón lo reducen a un simple acto de la voluntad capaz de resolver todos los conflictos de un modo instantáneo. Muchas personas dicen: "Cuando me lo proponga lo voy a olvidar todo" "cuando yo lo quiera lo voy a perdonar", "a mí nadie me roba la paz, basta que me lo proponga", etc. Este tipo de perdón es muy superficial. Lo pronuncian los labios pero no el corazón, sirve para calmar la conciencia, la ansiedad, pero no cura de raíz. Por supuesto que la voluntad representa un papel importante, pero no realiza el trabajo del perdón por sí solo. Para el perdón se movilizan todas las facultades; la sensibilidad, el corazón, la inteligencia, el juicio, la imaginación, la fe, etc.

<b>Perdonar no puede ser una obligación:</b> El perdón o es libre o no existe,. Es un acto sublime de generosidad. Hay algunos que sienten la gran tentación de obligar a la gente a perdonar libremente: "hay que perdonar", "se debe perdonar a los demás", etc…Pensar así es crear un debate interior entre la voluntad de perdonar contra las reticencias de los sentimientos y las emociones, que también exigen ser escuchados.

Reducir el perdón, como cualquier otra práctica espiritual, a una obligación moral es contraproducente, porque, al hacerlo, el perdón pierde carácter gratuito y espontáneo. Es más eficaz convertir el corazón, hacerlo mas humano, ya que el corazón no miente y es lo más sincero que tenemos.

<b>Como perdonar.</b>El perdón se integra simultáneamente en dos universos: el humano y el divino; es importante respetar estos dos componentes para articularlos bien, pues, de no hacerlo así, se corre el riesgo de amputar el perdón en uno de sus elementos esenciales. El perdón constituye el único vínculo posible entre los hombres y Dios, más aún, el perdón es un don del Señor.

<b>El universo divino.</b> Perdonar significa dar en plenitud; llevar el amor hasta el extremo a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo. Para dar este paso se requieren fuerzas espirituales que superen las fuerzas humanas. En el perdón todo es cuestión de amor. Así es, quien verdaderamente ama, ni siquiera tiene que perdonar porque el amor verdadero desconoce el resentimiento. No perdonar equivale a crear un universo sin Dios.

No cabe duda que Dios es el autor intelectual y práctico del perdón, y lo ha convertido en un don gratuito para todo hombre que quiere forjarse un futuro. Renunciar a la voluntad de perdonar es cerrar mente, corazón y cuerpo a la acción de Dios. El perdón de Dios se hace discreto, humilde, incluso silencioso. No depende de la sensibilidad ni de la emotividad, sino que emerge desde el ser y del corazón animado por el espíritu. Goza de algo único que no tiene nada en común con el sentimiento. El perdón es Dios mismo; es el Padre misericordioso del hijo pródigo; es el amor en su pura gratuidad; es el papá que allí donde los hijos engendran muerte, hace surgir la vida con el perdón. <i>Dios es y será siempre la fuente primera y última del perdón autentico, pero el perdón no acontece sin la cooperación humana.</i>

50

Page 52: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>El universo humano.</b> El perdón se sitúa en el tiempo y tiene sus períodos largos y cortos; implica un antes, un durante y un después. Perdonar requiere una multitud de condiciones; tiempo, paciencia consigo mismo, moderación, prudencia y perseverancia en la decisión de llegar hasta el final. El perdón comienza con la decisión de no vengarse;<i> "si quieres ser feliz un instante: véngate. Si quieres ser feliz toda la vida: perdona".</i>

El perdón requiere una introspección; una conversión interior, una peregrinación al corazón; una iniciación al amor hacia los enemigos. Perdonar para liberar en uno la fuerza del amor. El perdón requiere una búsqueda de una visión nueva de las relaciones humanas. El perdón no es olvido del pasado, sino la posibilidad de un futuro distinto del impuesto por el pasado o por la memoria. Para perdonar es indispensable seguir creyendo en la dignidad de aquél o aquélla que nos ha herido o traicionado. Las amistades renovadas exigen mas cuidado que las que nunca se han roto. Perdonar no sólo supone liberarse del peso del dolor, sino también liberar al otro del juicio malintencionado y severo que de él nos hemos formado.

El perdón es liberación. Renueva devuelve la alegría y la libertad a quienes estaban oprimidos pon el peso de la culpabilidad. Perdonar es un gesto de confianza hacia un ser humano; es un acto de amor hacia el pecador, al que no queremos cerrar definitivamente el futuro. El perdón es un derecho del corazón herido y de la mente perturbada por el odio. Cuando Pedro le pregunto a Jesús cuantas veces tengo que perdonar le contestó hasta setenta veces siete. Lo que es lo mismo que siempre. ¡Perdona y serás feliz! Perdonar no significa olvidar o negar las cosas dolorosas ocurridas. Perdonar es la poderosa afirmación de que las cosas malas no arruinarán nuestro presente, aun cuando hayan arruinado nuestro pasado.

Hay tres componentes principales que motivan la creación de largos y dolorosos resentimientos: Tomar la ofensa exageradamente personal; culpar al ofensor por nuestros sentimientos; crear una historia de rencor. Piense en alguna herida personal para así darse una idea de cómo lo aflige ahora. Cierre los ojos y piense en aquel doloroso suceso por un momento. Cuando recuerde claramente lo ocurrido, piense o escriba brevemente un resumen sobre aquella experiencia. Cuente la historia de lo que pasó, en el papel o en la cabeza. Ahora analice lo que pasa cuando piensa en ello hoy. Por ejemplo, ¿cuál es su pensamiento más recurrente al recordar el suceso? Luego tenga en cuenta cómo se siente y fíjese cómo reacciona su cuerpo al revivir el dolor.

Una vez consideradas sus respuestas, por favor responda a las siguientes preguntas: 1. ¿Piensa usted en esa dolorosa situación más de lo que piensa en las cosas buenas de la vida? 2. ¿Al pensar en ello siente incomodidad física o alteración emocional? 3. Cuando hace memoria sobre el particular, ¿lo hace con los mismos pensamientos? 4. ¿Repite la historia una y mil veces en la cabeza?

Debe quedar claro que los rencores no son señal de enfermedad mental. Sentirse herido(a) tampoco es indicio de estupidez, debilidad o falta de autoestima. Sencillamente significa que no se está preparado(a) para afrontar las cosas de otra manera. Sentirse herido(a) en la vida es normal pero difícil, y casi todos creamos rencores en algún momento. Sin embargo, que sean comunes no significa que sean saludables.

Por más preparación que se tenga para perdonar, hay momentos en que es útil -hasta necesario- sentirse molest@. Puede ser que algún límite personal haya sido violado; podemos hallarnos en peligro o haber sido maltratados. Aun así, las situaciones que exigen reaccionar con molestia son muy pocas. Reaccionar movidos(as) por el dolor sólo ayuda cuando ello soluciona el problema.

51

Page 53: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>Ceder el poder</b>: El error más grande que se comete bajo el efecto de las sustancias estresantes es culpar de nuestra molestia a la persona que nos lastimó. Al culpar a otros por nuestros sentimientos, les cedemos el poder de controlar nuestras emociones. Seguramente tal poder será mal usado y seguiremos heridos(as). Es alarmantemente alta la cantidad de personas que le ceden poder a aquellos que nos los quieren. Sentirnos mal cada vez que pensamos en la persona que nos lastima se vuelve costumbre y nos hace sentir víctimas de alguien más poderoso. Responsabilizar a las personas por sus acciones no es lo mismo que culparlas por nuestros sentimientos.

<b>Ejercicio 9º: ORACIÓN DE PERDÓN: </b>El poder sanador del perdón no tiene límites. Una madre tenía dos hijas que hacía tiempo no se hablaban: una era casada y la otra, soltera, y vivía con su madre, viuda. La soltera era bonita y simpática; la casada era menos atractiva, motivo por el cual envidiaba a su hermana y decía que su madre la prefería y, por ello no volvió a casa. Habiendo empezado la madre a orar con insistencia por sus dos hijas, ambas se dieron cuenta de su situación, oraron perdonándose mutuamente y, después de dos años se encontraron nuevamente en casa. Allí se perdonaron nuevamente y sellaron en ese momento con un abrazo las tres.

Un joven profesional cometió adulterio y su esposa, mal aconsejada, decidió no perdonarlo y separarse. El la buscaba desesperado, ella le huía y no quería verlo ni oírlo. El empezó a orar por ella, a pedirle perdón al Señor y a ella en su oración; además envió a su esposa un folleto sobre el perdón. Finalmente ella entendió que con su orgullo no restauraría su hogar. Con la gracia del perdón que los dos recibieron iniciaron nuevamente su vida de pareja cristiana.

Les invito a que hagamos una oración de perdón, aunque sea corta. Pero que les ayude a que también ustedes hagan algo parecido en sus vidas y que tomen la costumbre de estar perdonando con frecuencia y siempre que tengan algo contra alguna persona que les haya ofendido.

Ante de iniciar la oración inicia orando al Espíritu Santo para poder entrar en oración de perdón. Cierra los ojos. Desde la fe y con la imaginación mira a Jesús y a las personas necesitadas de tu perdón y que el Señor te va mostrando. <b>Relájate:</b> respira pausadamente, profundamente. Siente que, al entrar el aire en ti, va entrando Jesús, no como una persona sino como una presencia. El aire que entra en ti es más claro. <b>Detén tu respiración</b>, haciendo que Jesús pase por todo tu interior y lo vaya purificando. <b>Exhala el aire:</b> es un aire viciado que, al salir, lleva consigo el desamor, la violencia, tus rencores, tus dolencias y tus angustias.

Al Señor, que está en tu corazón, dile confiada y amorosamente: ¡Padre!, te adoro presente en mí, quiero amarte de todo corazón. ¡Grande y maravilloso eres! Te pido la gracia de amar a todas las personas que tú has puesto cerca de mí en mi vida. Quiero darles hoy el perdón que tú me entregas para ellos. Hoy quiero perdonar como Tú lo hiciste en la cruz, cuando tus enemigos eran fuertes. Espíritu de amor, ayúdame a reconciliarme hoy y a restablecer las relaciones rotas o interrumpidas en mi corazón. ¡Gracias, de antemano, mi Señor por esta misericordia que me regalas para entregarla!

Jesús amoroso, te bendigo, te amo y quiero alabarte con todo mi ser, con todo lo que soy. Gracias, mi buen Jesús, por el amor que me regalas, por la misericordia que tienes para conmigo. Hoy quiero presentarte las personas a quienes he ofendido, y también aquellas que me han ofendido. Dame la gracia del perdón (voy recordando las personas que me han ofendido, las ofensas que he recibido a través de mi vida, las heridas que me han quedado convertidas en rencores, en odios hacia alguien o hacia algo).

Señor Jesús, hoy perdono de todo corazón a esas personas que me han herido, a aquella en especial cuyo recuerdo aún me llena de rencor, de frialdad, a aquellos a quienes he herido; te pido que les

52

Page 54: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

des la gracia de perdonarme; declaro inocentes a mis enemigos, retiro la demanda que te he hecho contra ellos y me perdono a mí mismo. Como Tú lo hiciste en aquella tarde del viernes santo, hoy le digo a mi Padre querido: Padre, perdónalos, ellos no saben lo que estaban haciendo!

Gracias, Señor, por darme el don del perdón; sáname de mis recuerdos y heridas. Gracias, Señor.

<b>: </b><B>AVENTURA HUMANA Y ESPIRITUAL

: </b>Les invito a hundirnos en esa riqueza maravillosa de las relaciones entre los hombres, que es el perdón, clave de la paz interior y de la felicidad y que el Creador ha colocado en el corazón de todo hombre y mujer. Perdonar es una aventura maravillosa y sublime, capaz de cambiar el rumbo de una vida, camino hacia la felicidad y la paz. Es, también, un misterio, y a menos que lo busquemos, permanecerá oculto a nosotros.

<b>Elementos del perdón: </b>En realidad, perdonar es excusar hasta lo que no tiene disculpa. Y más aún. Cuando excusamos a alguien, hacemos caso omiso de su error sin exigir nada a cambio. Cuando perdonamos, no solamente perdonamos una falla o un pecado, sino que abrazamos al pecador y buscamos rehabilitarlo y restaurarlo. Puede que no siempre sea aceptado el perdón ofrecido, pero una vez extendida la mano, desaparecen los resentimientos.

La palabra perdón viene de una raíz griega que significa alterar o cambiar. Por el perdón puedo cambiar y alterar cualquier situación que me permita cancelar la deuda de otra persona conmigo. Por el perdón libero a alguien de un agravio real o aparente. Usted perdona cuando libra al deudor de su deuda y da por finalizada la cuenta pendiente que ha habido entre usted y la persona que lo lastimó. Veamos tres elementos necesarios para que se dé el perdón: el <b>agravio,</b> o dolor causado por la persona a quien no podemos perdonar; la <b>deuda</b>, o la herida que nos han hecho, el engaño, la traición, infidelidad, los diferentes motivos que han dejado una marca en nuestro corazón; la <b>cancelación</b>, anulación o pago de dicha deuda. Identificados esos elementos, es necesario decidirnos a actuar y que lo que tenemos escondido salga a la luz para que no siga mortificando e hiriendo nuestra vida.

<b>Experiencias que requieren perdón: </b>¿Critica usted a las personas que le han herido cuando alguien se las menciona?¿Se ha esforzado mucho durante su vida para no ser como fueron sus padres? ¿Hay personas de las cuales querría vengarse? ¿Lo maltrataron de niño? ¿Abusaron de usted sexualmente, corporalmente o de palabra? ¿Fue obligado por alguien a escoger una carrera que no quería? ¿No pudo por razones económicas asistir a la escuela que usted deseaba? ¿Perdió alguna oportunidad de trabajo por un amigo egoísta? ¿Ha sido calumniado, señalado o han querido ensuciar su imagen y destruir su testimonio limpio? ¿Hablan a sus espaldas de usted y critican el trabajo o misión que usted realiza? ¿Se ha tropezado con ingratos que le han pagado mal? Si ha respondido "sí" a algunas de estas preguntas y usted ha vivido estas situaciones mencionadas, tome la llave, abra la cajita y permita que todo salga a la luz. Se dará cuenta que esto le traerá libertad a través del análisis y usted precisará lo que necesita perdonar. Tenemos ya los ingredientes para el perdón pero, hemos descubierto diferentes razones que no permiten perdonar. ¿Qué hacer? No puedo dejar pasar el momento sin lograr una solución. Para ello es necesario hablar de un mensaje que siempre es real y vivo, el más sublime amor que haya existido jamás y es: el perdón de nuestro Señor Jesucristo.

¿Que beneficios me traería seguir el ejemplo de Jesús y usar esos elementos que hoy orientan a este pueblo hispano? Pues mire, al reconciliarse con esa persona que le ofendió, que le maltrató, que le ocasionó sentimientos de desdicha, resentimiento, amargura, esa reconciliación dará paz a su alma. Esa pena que carcome su interior será cambiada por un sentimiento de aceptación, e incluso, hasta podrá sentir compasión

53

Page 55: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

por la persona que le ofendió. Mi consejo es éste, "no te acuerdes de las cosas pasadas ni traigas a tu memoria las cosas antiguas." Deja que el haga un nuevo y limpio corazón de amarguras y rencores.

No usemos más la frase "yo perdono, pero no olvido". Recuerde que perdonar es <b>cancelar la deuda</b>. Deje que su corazón se libere de sentimientos insanos que sólo te traerán dolor y perturbación. Necesita ser una persona gozosa. No luche más con el pasado, ¡entiérrelo!, y adquiera la libertad de su alma a través del perdón.

Yo, también, he tenido que perdonar y esto me llenó de paz y calma, alimentando mi espíritu. No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo sucedido, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo.

El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó. La falta de perdón te ata a las personas con el resentimiento. Te tiene encadenado. El rencor y falta de perdón es el veneno más destructivo para el espíritu ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes.

El perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario. Muchas veces la persona mas importante a la que tienes que perdonar es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas.

"La declaración del Perdón es la clave para liberarte". ¿Con qué personas estas resentido? ¿A quienes no puedes perdonar? ¿ Eres tú infalible y por eso no puedes perdonar los errores ajenos? Perdona para que puedas ser perdonado, recuerda que con la vara que mides, serás medido. "Aligera tu carga y estarás mas libre para moverte hacia tus objetivos".

<b>El Círculo del Odio y el Círculo del Amor: </b>Cuentan que un importante señor gritó al director de su empresa, porque estaba enfadado en ese momento. El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la mesa. Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato. La empleada dio una patada al perro porque la hizo tropezar. El perro salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por la acera, porque le cerraba el paso. Esa señora fue al hospital para ponerse la vacuna y que le curaran la herida, y gritó al joven médico, porque le dolió la vacuna al ser aplicada. El joven médico llegó a su casa y gritó a su madre, porque la comida no era de su agrado.

Su madre, tolerante y un manantial de amor y perdón, acarició sus cabellos diciéndole: - "Hijo querido, prometo que mañana haré tu comida favorita. Tú trabajas mucho, estás cansado y precisas una buena noche de sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias y perfumadas, para que puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor". Bendijo a su hijo y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos...En ese momento, se interrumpió el círculo del odio, porque chocó con la tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor. Si tú eres de los que ingresaron en un círculo del odio, acuérdate que puedes romperlo con tolerancia, dulzura, perdón y amor. No caigamos en el círculo del odio pensando que es imposible encontrar amor: la manera más rápida de recibir amor es darlo, hay más alegría en dar que en recibir.

54

Page 56: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

El amor lo perdemos cuando lo queremos para nosotros, es como el fuego que cuando lo extendemos nos acaricia con su calor; el amor tiene alas y no hay que encadenarlo. El amor es el don más preciado que Dios nos ha regalado, y que nos da la oportunidad de regalar. Además, cuanto más se da más nos queda porque se agranda nuestro corazón al amar, ahí está el secreto del amor.

De nada tiene necesidad este mundo como del amor. Leía hace poco algo que nos viene muy bien para permanecer en el círculo del amor, y no caer en el del odio: el amor alienta, el odio abate; el amor sonríe, el odio gruñe; el amor atrae, el odio rechaza; el amor confía, el odio sospecha; el amor enternece, el odio enardece; el amor canta, el odio espanta; el amor tranquiliza, el odio altera; el amor guarda silencio, el odio vocifera; el amor edifica, el odio destruye; el amor siembra, el odio arranca; el amor espera, el odio desespera; el amor consuela, el odio exaspera; el amor suaviza, el odio irrita; el amor aclara, el odio confunde; el amor perdona, el odio intriga; el amor vivifica, el odio mata; el amor es dulce; el odio es amargo; el amor es pacífico; el odio es explosivo; el amor es veraz, el odio es mentiroso; el amor es luminoso, el odio es tenebroso; el amor es humilde, el odio es altanero; el amor es sumiso, el odio es jactancioso; el amor es manso, el odio es belicoso; el amor es espiritual, el odio es carnal. El amor es sublime, el odio es triste. El amor todo lo puede... No hay dificultad por muy grande que sea, que el amor no lo supere. No hay enfermedad por muy grave que sea, que el amor no la sane. No hay puerta por muy cerrada que esté, que el amor no la abra. No hay distancias por extremas que sean, que el amor no las acorte tendiendo puentes sobre ellas. No hay muro por muy alto que sea, que el amor no lo derrumbe. No hay pecado por muy grave que sea, que el amor no lo redima. No importa cuan serio sea un problema, cuan desesperada una situación, cuan grande un error, el amor tiene poder para superar todo esto. Quien es capaz de experimentar realmente el amor, puede ser la persona más feliz y más poderosa del mundo. Amar... Siempre... En cada acto, en cada pensamiento, en cada día que amanece, en cada noche que llega, hacer de la vida siempre una canción de amor... San Josemaría Escrivá, un hombre que sabía amar, decía con sencillez que no tenía que aprender a perdonar, porque el Señor le había enseñado a amar. El mensaje que Dios proclamó con su vida es esto, hacerlo todo por amor

<b> EL PERDON COMO ESTILO DE VIDA: </b>Adoptar el perdón como un estilo de vida es un tema sumamente importante y benéfico, pues mantenemos equilibrada nuestra vida. A todos nos cuesta perdonar, tenemos dificultades para perdonar a alguien, rechazamos la idea de pedir perdón, nos incomodamos cuando nos lo ofrecen y somos duros para perdonarnos a nosotros mismos. Pero, para el cristiano el perdón no es algo sentimental ni condicional. Es una decisión que debemos de adoptar como mandato de Dios. No hay opción para elegir entre seguir resentidos o perdonar, entre odiar o amar, o entre la aceptación o la indiferencia. Estamos obligados a vivir el perdón y ojalá adoptarlo como nuestra manera de vivir. Si la ausencia de amor ha desorganizado a la humanidad, y la falta de perdón hace que la vida sea amarga, dolorosa, infeliz, el perdón nos coloca en una atmósfera de equilibrio, armonía y felicidad. De ahí la importancia de hacer de nuestra vida cristiana una vida permanente de perdón.

Y es que la incapacidad de perdonar envenena nuestro corazón y ese veneno se expresa en gestos permanentes, amargos y dolorosos en el rostro. Además, la falta de perdón hace que durante mucho tiempo vivamos sumergidos en el odio. Revivir permanentemente las ofensas o daños que nos han inferido, refuerza y potencia nuestra energía negativa, nuestra energía positiva se desarmoniza y nos provocamos la más variada cantidad de enfermedades a plano físico, psicológico y espiritual. Además de frenar nuestra evolución, podemos padecer graves problemas económicos.

55

Page 57: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>La raíz del perdón: </b>Perdonar implica convivir con los demás y aceptarlos como son, con sus defectos y virtudes. Sin tolerar el pecado, sí perdonar al esposo(a) que gruñe todo el día, al hijo por ser poco activo, al amigo por fallarnos, al hermano por ofendernos, al trabajador por engañarnos, al jefe por maltratarnos., etc.

La raíz del perdón está en Dios, nuestro Padre, que nos ama y que por su amor nos concede el perdón, cuando arrepentidos clamamos a él. Aparte de nuestra obediencia, el no espera nada a cambio; aunque el hombre le haya traicionado, olvidado, y renegado de Él, o haya cometido el peor pecado. Él siempre está dispuesto a concedernos su perdón, y a nos manda que perdonemos hasta setenta veces siete (Mateo 18, 21-22), es decir siempre.

Perdonar es un modo de vivir. Es estar listos para olvidar. Es practicar pequeños o grandes actos de sacrificio para poder enfrentar mayores ofensas más adelante, la práctica del perdón nos capacita para el futuro. Es una resolución de ser misericordioso a pesar de que la ofensa haya sido enorme, grave y deliberada. Aquí es cuando más valor tiene el perdón. Aceptar una disculpa o una solicitud de perdón sincera es también perdonar y respetar al ofensor, sin importar la profundidad de la herida.

Pero, sobre todo, perdonar es escoger amar, derribando cualquier barrera, cerrando heridas, abriendo las prisiones del alma, olvidándonos de nosotros mismos y llenándonos de tremenda paz. Amor y perdón van juntos, no puede existir uno sin el otro. Un autor de espiritualidad se pregunta con referencia al perdón: “¿Quién sufre más, el que odia o el que es odiado? Muchas veces, el que es odiado vive feliz, en su propio mundo, pero el que cultiva el rencor se parece a aquel que toma es sus manos una brasa ardiente o al que aviva una llama. Pareciera que la llama va a quemar al enemigo; pero no es verdad, el que se quema es el que tiene la llama en su mano. El resentimiento solo destruye al resentido, porque el tal, no perdona”.

<b>Cómo podemos perdonar estando heridos: </b>¿Qué fórmulas o reglas humanas hay para poder conseguir esta curación? En realidad no las hay, sólo el amor que viene de Dios. Cuando nos encontramos en una situación penosa, cuando alguien no se habla con algún hermano, amigo, o familiar, porque está dolido y se queja resentido y cuestiona ¿Cómo puedo confiar en ti ahora? ¿Cómo puedo perdonarte otra vez si siempre vuelves a hacer lo mismo? Otros dicen ¿Cómo y cuándo puedo empezar a perdonar si no me siento listo?, y otros no se atreven a pedir perdón porque consideran que las heridas hechas a otros son muy grandes y creen que es muy difícil decir lo siento, o porque consideran no merecer el perdón. Y si alguien no quiere recibir el perdón o no quiere perdonar? En cualquier circunstancia debemos hacer algo aprobado por Dios: Si no puedes encontrar al ofensor, entonces, un perdón silencioso en tu corazón te vendrá bien, y oraciones sinceras para recibir la fuerza del perdón. El perdón es total, y no se da porque alguien lo merezca, es más bien, el precio del amor. Déle a alguien el regalo de su perdón, no sólo una vez, sino setenta veces siete.

<b>Beneficios del perdón: </b>Cuando perdonamos de verdad, suceden cosas maravillosas tanto al que perdona como al perdonado. Es como abrir una llave con gran caudal de agua y dejarla correr. Los resentimientos, culpas y enfermedades del alma se lavan, se limpian, se liberan. La

56

Page 58: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

alegría y la paz nos inundan, nos sentimos felices, humildes, íntegros, livianos y libres para amar, casi perfectos. Se abre una fuente de amor que estaba cerrada, pues con el perdón se cumple lo dicho por san Pablo: “ r<i>evístanse, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándose unos a otros y perdonándose mutuamente</i>” (Col 3,12-14). Vale la pena perdonar, porque no hay terapia más liberadora que el perdón (Ef 4, 31-32).

<b>Terapia de perdón: </b>Para iniciar una terapia de perdón, debemos tener presente los siguientes aspectos:

- No es necesario que pida perdón de viva voz; puedo perdonar en mi corazón y en mi mente. Pero,

no hay mejor experiencia que pedir perdón a los ojos de la otra persona.

- Sabemos que las palabras y pensamientos que emitimos son energía en acción y se convierten en un poderoso bumerang. Al ser negativos, al estar cargados de odio o rencor, salen de nosotros a buscar más odio, más rencor y lo atraen y nos lo inyectan multiplicado. En vez de amarnos nos estamos autoagrediendo.

- El perdón es una autodefensa para poder conservar nuestro equilibrio y armonía. Si me hieren y yo decido agrandar la herida puedo llegar hasta el borde de la muerte. ¿Es más culpable el que me hizo una herida de un centímetro o yo, que la agrandé hasta un metro?

- No debo omitir el perdón a mí mismo, ya que el perdón es una consecuencia del amor. Así como debo trabajar para amarme bien, debo hacerlo para perdonarme bien.

- Es necesario trabajar el perdón a nuestros padres. Estén vivos o no. Todo problema no resuelto con ellos, afecta nuestra energía positiva de por vida. Por difícil que haya sido nuestra relación con ellos, tenemos que cerrar con urgencia ese capítulo. En el fondo del corazón de los padres hay un amor hacia sus hijos que no han sabido manifestar. Por eso vale la pena decir en oración: “papá, mamá yo se que me quieres, solo que nos logras decirlo en la forma más conveniente”. Tenemos siempre que dar el primer paso para que la brecha entre nosotros se vaya achicando. Recordemos que ellos son tan imperfectos como nosotros y que, si sus errores nos molestan, limitan o duelen, está en nosotros mismos el poder para cambiar esas situaciones.

- Tenemos que insistir en perdonar totalmente, pues es el tiempo mejor invertido, ya que nos libera de un lastre negativo, que afecta nuestras relaciones con los demás. Cuando empecemos a perdonar una a una las anteriores situaciones veremos que la gente comienza a cambiar sus actitudes, las relaciones se van mejorando y hasta nos encontraremos manteniendo un diálogo normal y respetuoso con un apersona con la que habíamos mantenido relaciones de discordia.

<B>EL PERDÓN CONSTRUYE COMUNIDAD: </b>Nosotros nacimos en una familia y fuimos creados para vivir en comunidad. Nos necesitamos los unos a los otros. Por eso, convivir con las personas exige saber perdonar para recomponer las relaciones rotas o interrumpidas con los hermanos. Como el odio enferma, el perdón sana, a condición de que perdonemos de corazón y al estilo de Jesús. Una comunidad cristiana, arraigada en la alabanza y en el perdón, es el lugar adecuado al cual pueden acudir los quebrantados de corazón y recibir curación. Veamos el siguiente testimonio sobre lo que es un perdón de corazón y al estilo del Señor.

Habla un sacerdote: “En el curso del interminable conflicto del Líbano –algo parecido a lo que sucede actualmente en Colombia- fui invitado por algunas comunidades cristianas a compartir sus angustias y sus esperanzas en medio de una tragedia permanente cuyo desenlace nadie podía prever. Beirut estaba aún dividido en dos. Las armas tronaban sin cesar. Los francotiradores, emboscados en algunos edificios derruidos o en las esquinas de las calles, abatían

57

Page 59: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

sistemáticamente a cuantos caían en su línea de mira, hombres y mujeres.

Una tarde, en casa de unos amigos libaneses, fui invitado por unas comunidades cristianas a compartir sus angustias y sellar un acuerdo fraternal. Alguien propuso leer una página del Evangelio. Vaciló unos segundos; después de recorrer con la mirada al grupo que permanecía atento, leyó el pasaje sobre el perdón (Mt 18, 23-35). Aquel era un grupo de amigos, hombres y mujeres atormentados por años de guerra, en la que todos habían perdido uno o varios miembros de sus familias. Caí instintivamente en la cuenta en <b>la enormidad</b> de las palabras de Jesús. Dominando su dolor, aquellas gentes se atrevieron a hablar. Estupefacto, oí aquellas voces rotas por tantas desgracias reconocer humildemente que semejante perdón no podía brotar naturalmente de su corazón. Demasiado odio, sangre y muerte les había triturado.

Después de esa confesión sin rebozo, <b>se pusieron espontáneamente a orar</b>, <b>pidiendo a Dios</b> que hiciera nacer en ellos por la fuerza de su Espíritu <b>aquel perdón imposible</b>. Su oración era de una grandeza y densidad impresionantes. Al término de la oración, ya entrada la noche, uno de ellos me acompañó al carro. Al separarnos, me ofreció un dinero y me dijo: “Padre, quiero que diga una misa por mis dos hijos, muertos a los 16 y 20 años”. Y, después de una breve vacilación, añadió: “Los torturaron, les arrancaron los ojos y la lengua…” Y, antes incluso de que yo tuviera tiempo de reaccionar, aturdido por semejante atrocidad, me dio otro billete explicando: “Y diga otra misa por quienes los mataron”. Mi garganta fue incapaz de emitir sonido alguno. Solo estreché su mano largamente, en silencio. Me marché inundado por la grandeza de aquel perdón, que brotó desde la oración. <b>Aquella noche, antes de acostarme, a pesar del horror de cuanto había escuchado, una inmensa acción de gracias se elevó de mi corazón: ¡qué grande, Señor, es el hombre que sabe perdonar como Tú! De pronto me percaté de que el perdón puede constituir una de las más hermosas manifestaciones del Espíritu en el corazón humano, pues ese gesto no sale espontáneamente del corazón, ni es a la medida humana.: </b>Comprendí que “perdonar” es realmente un paso del Espíritu; es participar del amor infinito del Padre; es tener “parte en el don de su amor”. Nuestra lógica humana, la del espiral del odio, de la venganza que engendra venganza, violencia, queda rota por el “perdón”.¿Qué increíble salto! ¡Pasar de nuestra lógica humana a la del Padre Dios; a la del amor de Jesús, que un día en el Calvario expiró suplicando: “<i>Padre, ¡perdónales, porque nos saben lo que hacen!</i>”(Lc 23,34).

Pero, perdonar no puede ser un trámite burocrático que tarda meses y meses; tampoco implica pactos ni firma de tratados. Es una de las capacidades humanas que da dignidad y señorío, al sobreponernos por voluntad propia a nuestros sentimientos heridos y cancelar, en los demás, deudas que tienen con nosotros. Es el cemento que rehace la comunidad cuando se ha dividido.

<b>Jesús vincula la justicia a la misericordia: </b>En el Antiguo Testamento prevalecía la <i>ley del Talión</i>, inspirada en la estricta justicia: «ojo por ojo, diente por diente». En tiempo de Jesús, los escribas y fariseos se habían quedado en el cumplimiento exacto y minucioso, pero externo, de los preceptos. Para entrar en el Reino de los Cielos es necesario superar radicalmente la concepción antigua y el cumplimiento solo externo. Jesucristo introduce una modificación fundamental, tremendamente revolucionaria, que consiste en vincular la justicia a la misericordia, más aún, en subordinar la justicia al amor y atender al corazón, que es donde se produce el mal que contamina al hombre. A partir de Él, las ofensas recibidas deberán perdonarse, porque el perdón es parte esencial del amor. Jesús no pide "un poco más de amor", sino hacer lo contrario de lo que exige la justicia, yéndose al otro extremo por el camino del perdón y del amor». Si el AT decía “no matarás”, Jesús manda: “no encolerizarse con el hermano” (Mt 5, 20-24).

58

Page 60: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>Perdonar es una decisión: </b>A diferencia del resentimiento producido por ofensas recibidas, el perdón no es un sentimiento. Perdonar no equivale a dejar de sentir. Hay quienes consideran que están incapacitados para perdonar ciertos agravios porque no pueden eliminar sus sentimientos: no pueden dejar de experimentar la herida, el odio ni el afán de venganza. De aquí pueden derivarse complicaciones en el ámbito de la conciencia moral, especialmente si se tiene en cuenta que Dios espera que perdonemos para perdonarnos Él. La incapacidad para dejar de sentir el resentimiento, en el nivel emocional, puede ser insuperable, al menos en el corto plazo. Sin embargo, si se comprende que el perdón se sitúa en un nivel distinto al del resentimiento, esto es, en el nivel de la voluntad, se descubrirá el camino que apunta a la solución.

El perdón es un acto de la voluntad porque consiste en una decisión. Al perdonar opto por cancelar la deuda moral que el otro ha contraído conmigo al ofenderme y, por tanto, lo libero en cuanto deudor. No se trata de suprimir la ofensa cometida, y hacer que nunca haya existido, porque carecemos de ese poder. Sólo Dios puede borrar la ofensa y conseguir que el ofensor regrese a la situación en que se encontraba antes de cometerla. Pero nosotros, cuando perdonamos de verdad, desearíamos que el otro quedara completamente eximido de la mala acción que cometió. Por eso, «perdonar implica pedir a Dios que perdone, pues sólo así la ofensa es aniquilada».<b>Pasos para aprender a perdonar: </b>Ante una ofensa, la alternativa más noble, inteligente y sabia no es otra que la del perdón-amor, que nos libera de miedos y temores, de actitudes violentas y de ataque y nos proporciona libertad y paz interior; en definitiva, felicidad. En efecto:

1. Cuando optamos por el perdón y perdonamos de corazón, nos despojamos por completo del odio, del rencor y de los sentimientos de venganza. Nos sentimos más humanos, más libres, más bondadosos. En definitiva, en paz con nosotros mismos y felices.

2. El que perdona o pide perdón de corazón, se ennoblece y dignifica al instante, pues solo las almas nobles, grandes y sensibles están dispuestas a perdonar y a mostrarse compasivas y tolerantes con las debilidades y miserias humanas. La bondad y el perdón siempre andan a la par. Quien quiera incrementar su bondad, no encontrará mejor atajo que aprender a perdonar.

3. Si odiar es envejecer, morir espiritualmente, porque todo el que odia se instala en un pasado destructivo. Perdonar es rejuvenecer el espíritu y construir un presente mejor con amor. El amor-perdón, como práctica habitual, nos proporciona paz y un perfecto estado de salud psíquica.

4. El odio y la venganza nos presentan la realidad de forma totalmente distorsionada. El perdón, por el contrario, nos hace inteligentes y empáticos, relaja nuestro cuerpo y nuestra mente, nos da perspectiva, corrige nuestras percepciones erróneas de la realidad y nos abre a la objetividad y a la verdad. El perdón rompe definitivamente las cadenas con las que nos encarcela y esclaviza el resentimiento.

59

Page 61: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<B>EL PERDÓN SANA Y LIBERA: </b>Reflexionemos sobre la acción poderosa del perdón en nuestra vida. Si el amor moviliza el poder de Dios sobre nosotros, el perdón, la otra cara del amor, destapa, desbloquea la entrada para que una corriente sanadora entre en toda la persona y el bienestar fluya por toda la vida. Por eso a un verdadero perdón sigue siempre la sanación. Dios nos quiere felices y sabe que cuando estamos en pecado, cuando necesitamos su perdón, cuando no perdonamos, nos sentimos tristes, traumatizados, incapaces de amar. Necesitamos, por tanto recibir el perdón y perdonarnos a nosotros mismos y a nuestro prójimo. Y al perdonar, disculpamos completamente, no volvemos a recordar la ofensa. Una señora llevaba varios años sufriendo de jaqueca e insomnio. Se acercó a pedir que oraran por ella. Después de orar por unos minutos su dolor de cabeza se agravó. Uno de los que oraban por ella le dijo: “El Señor te llama a perdonar a una persona que te hirió hace mucho tiempo, a la que nunca has perdonado”. Ella preguntó sorprendida: ¿Cómo lo sabe, si a nadie le he dicho esto? Y el que oraba insistió: para sanarte es preciso que perdones a esa persona, y la perdones incondicionalmente”. “Es tan difícil, pero lo intentaré con la ayuda de Dios, dijo la aludida”. Y así lo hizo. Continuaron la oración de intercesión, y a los pocos minutos la señora sorprendió a todos echándose a reír. Luego explicó entre lágrimas:”me sentía oprimida por un peso enorme, que no me dejaba dormir en paz. Y de pronto siento que ha desaparecido. Y sé que no volverá, pues el Señor se lo ha llevado”. Desde entonces esa señora pudo perdonar, se liberó de su peso y se convirtió en un apóstol del perdón con su testimonio. Su receta, desde entonces, para muchos males y tensiones es “perdón incondicional”. Si esta receta es costosa, mucho más es la enfermedad. Jesús Salvador vino a salvarnos, a perdonarnos. Perdonar es otra forma de decir que Jesús vino a llenarnos de su amor, porque perdonar es amar. Se perdona porque se ama, y cuando no se quiere perdonar es porque la persona se niega a amar. Dar el perdón es hundirnos en el mar insondable del amor, de la sanación de todo nuestro ser. El perdón moviliza el poder sanador del Señor y desbloquea la entrada por donde pasa la corriente sanadora del amor.

<b>Enfoque positivo:</b> Se ha dicho que “las guerras se gestan en la mente humana”. Acabar con las guerras, no es cuestión de acabar con las armas, de entregarlas. Es preciso poner fin a los planes agresivos de la mente humana, al odio, la venganza, la codicia, el orgullo y el egoísmo represados en el corazón humano. Para crear la paz necesitamos comenzar a construirla en nuestra mente y en nuestro corazón. Ya lo dijo el Señor: “<i>mi paz les doy; no se la doy como la da el mundo</i>” (Jn 14,27). El mundo nos ofrece una paz armada, con secuelas de miedo, ansiedad, incertidumbre constante. Jesús nos ofrece una paz, fruto del amor, el perdón, la justicia, fuente de optimismo, de <b>seguridad</b> y de esperanza. Pero para recibir y compartir esa paz es preciso liberar nuestra mente de actitudes negativas y nuestro corazón de todo sentimiento negativo.

Como las grandes guerras, también los conflictos entre las personas se gestan en la mente: cuando buscamos nuestro propio interés, olvidando el de los demás; cuando imponemos nuestras propias ideas, violentando a los demás; cuando nos creemos mejores que el otro; cuando no reconocemos nuestros propios fallos y exageramos los del prójimo. Por eso san Pablo nos exhorta: “<i>No hagan nada por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada uno a los demás como superiores a sí mismo, buscando cada uno no su propio interés sino el de los demás. Tengan entre ustedes los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús</i>” (Filp 2,3-5).<i> </i>

<b>Tomar la decisión</b>: Perdonar es un acto de la voluntad y no un sentimiento; es una decisión libre y personal. Hay que distinguir entre voluntad y emociones. Si siento que no puedo perdonar, porque mi corazón está herido, necesito pedir al Señor la gracia de tomar la decisión, de querer perdonar. Se puede tomar la decisión, aunque se siga sintiendo el dolor. El acto de la voluntad domina las emociones y cuando se otorgue el perdón las emociones se van ajustando poco a poco al perdón, a aceptar a la persona a quien se ha perdonado. Querer perdonar es ya perdonar. Es importante, por tanto, querer, orar para que quiera perdonar, aunque hayan fuertes emociones por la herida recibida y el dolor que haya recibido y que todavía se siente. Insistiendo en la oración con perseverancia se logra perdonar de corazón. El Señor nos pide que hagamos el acto premeditado de la voluntad. Y, si no lo podemos, pidamos su ayuda.

60

Page 62: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>Cómo orar por perdón: p</b>ara aprender a perdonar necesitamos comprender el funcionamiento de nuestro corazón emocional y así saber cómo lograr su curación. En nuestras relaciones con los demás tenemos encuentros satisfactorios o desagradables. Esos encuentros quedan grabados en nuestro interior, archivados allí como recuerdos agradables o desagradables. Las emociones son almacenadas en la memoria, a manera de las fichas en un fichero o en un computador, y basta un pequeño estímulo para que, en cuestión de segundos, aparezca en mí esa información y me haga reaccionar positiva o negativamente, esté o no presente físicamente la persona cuyo recuero me hace reaccionar.

Mi centro emocional origina en mí las relaciones correspondientes a la imagen que guardo. <b>Los recuerdos agradables</b> que conservo de una persona forman en mí la <b>imagen buena</b> de ella –ficha blanca-. Por eso, mi relación con esa persona será feliz, dichosa: la amo, quiero estar con ella, la recuerdo gratamente y me será fácil y placentero vivir con ella. Aunque la persona tenga defectos notorios, si la amo, me será siempre atractiva. <b>Los recuerdos dolorosos</b> o desagradables que guardo de una persona, suscitan en mí indiferencia, fastidio, rencor, odio, y otros sentimientos negativos; esos recuerdos forman en mí <b>la imagen desagradable</b> de esa persona –ficha negra-. Insistiré en rechazarla y, por lo mismo, no podré amarla, perdonarla, ni relacionarme espontáneamente y con facilidad con ella. Recuerda siempre: según la imagen que tengas en tu interior, en tu corazón, así serán tus relaciones con esas personas. Buena imagen produce buenas relaciones, imagen dolorosa o desagradable produce relaciones difíciles, rotas. Lo que forma o deforma las imágenes son los recuerdos buenos o desagradables que tú tengas de las personas. Vale la pena que hagas este test: trata de acordarte de tu papá, tu mamá, hermanos, tíos/as, amigos, etc.; los momentos que viviste con ellos, desde niño… ¿cuál es la imagen que tienes de ellos? ¿tus relaciones con ellos son positivas? Si son desagradables, necesitas orar y perdonar. Basta ver, oír, recordar, oír hablar de una persona, para que tu corazón reaccione de inmediato positiva o negativamente, sin lograr controlarte, aunque lo quieras. Dentro de ti está la facilidad o la dificultad de amar a alguien. El impedimento está dentro de ti, en tu propio corazón (cf. Mc 7,14-23) y es allí a donde debes acudir para tu sanación.

Allí, como en un computador, hemos guardado: <b>fichas blancas:</b> recuerdos gratos y buenos, que nos hacen amar a determinada persona, o <b>fichas negras</b>: recuerdos desagradables que nos hacen no amarla, no querer estar en su presencia, no querer tener ninguna relación con ella. Para cada persona tenemos un fichero con fichas blancas y negras. Si abundan las blancas la amaremos y tendremos buenas relaciones con ella, si abundan las negras nuestra relación con esa persona será difícil, cuando no imposible, y en ves de amarla, sentiremos fastidio, disgusto, rabia y hasta odio. En este caso es necesario reconstruir la imagen deformada de esa persona para poder amarla. Esta es la obra que hay que hacer por medio de la oración, que nos lleve hasta el perdón. Es necesario, por tanto, un trabajo personal, unido al poder de Jesús. Solo así se van quemando, se van destruyendo todas las fichas negras que tenemos sobre una persona para poder amarla más y mejor. Y estas fichas se van remplazando por blancas para formar la imagen agradable de esa persona y poder amarla. Ese trabajo de reconstrucción se hace con la oración, por la cual el Señor cambia nuestro corazón duro con los hermanos por un corazón de carne, amoroso, fraterno: “<i>pondré en ustedes un corazón nuevo.. quitaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne</i>” (Ez 36,26-27). Para amar al otro necesitas, por tanto, curar tu corazón, intervención de “cuidados intensivos” que se realiza en la sala operatoria de la oración; necesitas que el Señor haga en ti un trasplante de corazón. Sólo así podrás <b>reconstruir</b> en tí esa <b>imagen deformada</b> que conservas, hasta convertirla en agradable y bella. Solo, entonces, podrás aceptarla y amarla. El inicio de esta reconstrucción se logra con la oración, con el perdón de las ofensas. Por lo tanto, en esta <b>reconstrucción de la imagen deformada</b> es fundamental la oración. Me ayuda igualmente realizar el siguiente ejercicio: busco una virtud o un valor en dicha persona y alabo por ello y doy gracias al Señor durante unos 8 días, 1 mes; tomo otra y hago lo mismo, así voy perdonando y formando en mí una nueva imagen agradable, de dicha persona.

<b>Perdono si Dios está vivo en mí:</b> El ambiente vital de Dios amor es el perdón. Por eso, si Él está vivo en mí, soy capaz de perdonar. Pues, “no hay cosa que haga el hombre más semejante a Dios que perdonar” (Cicerón). Por gusto nadie perdona, pero por Dios somos capaces de perdonar a quien sea. Lo importante es que Dios esté vivo en mí. El me hace extender las manos y ofrecer incondicionalmente el perdón. Si encuentro dificultades para perdonar, la oración irá ablandando mi corazón y facilitando el poder perdonar (experiencia mía de orar y orar para ser capaz de perdonar). Yo creo que Jesús, que es amor, tuvo

61

Page 63: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

que orar mucho por los fariseos, pues ellos se convirtieron en el obstáculo más grande en su ministerio. El necesitaba tener comunicación con ellos, aunque ellos estuviesen tan cerrados a Él. De la misma manera, nosotros necesitamos orar por quienes nos ofenden o no quieren saber nada de nosotros. Es necesario orar por aquellas personas a quienes deseamos perdonar. Dios se hace vivo en nosotros con la oración permanente y con su poder, recibido en la oración, logramos perdonar.

<b>El perdón es sanador:</b> Cuando somos perdonados u <b>o</b>torgamos el perdón entramos en una <b>dinámica liberadora</b>, sanadora: la herida queda cicatrizada, sanada. Hoy perdonar se ha convertido en una <b>terapia necesaria</b> y urgente. Nuestra sociedad camina desequilibrada, llena de violencia, porque no sabe perdonar, o no es capaz de perdonar. No tiene paz porque no sabe perdonar. Los odios encadenan al pasado, y así no somos libres para vivir el presente (el religioso que llevaba veintitantos años amargado con otro compañero; logró perdonarlo, se liberó y hasta se puso más elegante). Las personas que odian mantienen el corazón encadenado a la violencia. En cambio, cuando perdonan, se rompen las cadenas, se liberan y quedan como hundidos en los brazos amorosos del Padre, como el “hijo pródigo” cuando se decidió a regresar a su casa.

<b> Ejercicio 10º: UN PERDÓN NO OTORGADO

Veamos cómo un perdón no otorgado hace que la ofensa no se pueda olvidar, a pesar de ser tan baladí, y que las heridas vuelven a sangrar.

“</b>El doctor Juvenal Urbino había regresado a su alcoba… y empezó a vestirse sin prender la luz. Su esposa estaba a medio sueño y él lo sabía. El doctor dijo: hace como una semana que me estoy bañando sin jabón. Entonces, ella acabó de despertar, recordó y se revolvió con rabia, porque en efecto había olvidado reponer el jabón del baño.

Había notado la falta tres días antes, cuando ya estaba debajo de la regadera y pensó reponerlo después, pero lo olvidó hasta el día siguiente. Al tercer día le había ocurrido lo mismo. En realidad no había transcurrido una semana, como él decía para agravar la culpa, pero sí tres días imperdonables, y la furia de sentirse sorprendida en su falta acabó de sacarla de juicio. Como siempre, se defendió atacando: -pues yo me he bañado todos estos días- gritó fuera de sí- y siempre ha habido jabón.

(El incidente los llevó a la separación del lecho)…El no estaba dispuesto a volver mientras ella no admitiera que no había jabón en el baño; y ella no estaba dispuesta a recibirlo mientras él no reconociera haber mentido a conciencia para atormentarla.

El incidente les dio oportunidad de evocar muchos otros pleitos minúsculos de otros tantos amaneceres turbios. Unos resentimientos revolvieron los otros, reabrieron cicatrices antiguas, las volvieron heridas nuevas, y ambos se asustaron con la comprobación desoladora de que en tantos años de lidia conyugal no habían hecho mucho más que alimentar rencores.

(Siguen algunos intentos de reconciliación y amenazas de una ruptura definitiva hasta que…)

Al cabo de cuatro meses, él se acostó a leer en la cama matrimonial mientras ella salía del baño, como ocurría a menudo, y se quedó dormido. Ella se acostó a su lado con bastante descuido para que despertara y se fuera. El se despertó a medias, en efecto, pero en vez de levantarse apagó la veladora y se acomodó en su almohada. Ella lo sacudió por el hombro para recordarle que debía irse al estudio, pero él se sintió tan bien otra vez en la cama de plumas de sus bisabuelos, que prefirió capitular: -déjame aquí, dijo. Sí, había jabón…

Aún cuando ya eran viejos y apacibles se cuidaban de evocar este episodio, porque las heridas apenas cicatrizadas, volvían a sangrar como si fuera ayer”.

62

Page 64: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>Analizar ese trozo y descubrir cómo pudieron haberse destruido ciertas causas, cómo pudieron evitar causar heridas, como se pudo evitar rupturas. ¿Qué decir de los amigos que rompen la amistad, de los matrimonios que se separan, de la paz que se destruye?: </b><b>LA TERAPIA DEL PERDÓN

(Mt 5,38-48; 6, 9-14; 1Tes 5, 15; 1Jn 2, 9-11; 3, 14-15; Lc 15, 11-24): </b>Vivimos en una sociedad herida por el odio, el rencor, la violencia; en la que es frecuente la venganza; en la que es común levantar fuertes barreras de resentimiento, de rencor y de odio en la familia, en la sociedad. El perdón es una de las materias más difíciles de aprender y de realizar. De todos modos hoy existen muchos métodos que favorecen la terapia para perdonar, así: la relajación, la meditación, y terapias naturales.

<b>: </b>La falta de perdón es causante de la mayoría de los problemas en las familias, en nuestra patria, de la ruptura de cantidad de matrimonios. En cambio la terapia del perdón es garantía de paz, de sanación de nuestro ser, de curación de toda nuestra vida, llenando al mismo tiempo nuestro corazón de bondad y de amor. Vivimos con resentimiento, indiferencia, rabia acumulada, amontonando en nuestro corazón cantidad de energías negativas que llenan de violencia nuestro ser y queman nuestras energías positivas. Dejamos de ser nosotros mismos, nos convertimos en esclavos de la violencia, y nos dejamos manipular por nuestros sentimientos enfermos, doloridos, envenenados. No hemos aprendido a educar nuestros sentimientos.

Perdonar es complicado, pues no siempre somos conscientes de la violencia, de la rabia, de la amargura que se acumula en el propio corazón, o aunque seamos conscientes nos es casi imposible perdonar. Nos acostumbrarnos a guardar amarguras en nuestro interior, a ser impositivos, violentos, duros con los demás. No perdonamos porque no sabemos, porque no queremos, porque nuestro orgullo nos bloquea y no nos deja lograr la reconciliación, porque no nos perdonamos a nosotros mismos, porque no perdonamos a Dios.

Les invito, por tanto, a hacer una caminata hacia el interior de nuestro ser herido, de nuestra patria enferma, de nuestra sociedad traumatizada; una caminata hacia el interior de nosotros mismos para realizar un trabajo de clarificación y con la ayuda del Señor, de curación de tantas heridas mediante el perdón. Después de una mirada a nuestra sociedad y luego a nosotros mismos, vale la pena hacer una terapia a nuestro propio corazón.

<b>Nuestra sociedad está enferma: </b>Iniciemos nuestra reflexión con el siguiente canto bárbaro, compuesto a gloria de Lámek, y donde la Escritura nos muestra la ferocidad creciente de los descendientes de Caín: “<i>Yo maté a un hombre por una herida que me hizo y a un muchacho por un cardenal que recibí. Caín será vengado siete veces, pero Lámek lo será setenta y siete</i>” (Gen 4, 23-24).

Desde entonces ha ido creciendo pasmosamente la violencia en el mundo. Actualmente cubre como espesa niebla todos los continentes. Nuestra querida Colombia está enferma, llena de violencia, de indiferencia, de rencores, de desasosiego, de inseguridad, de muertes violentas. La violencia no se genera solo desde la guerrilla. El deseo de venganza está vivo en casi todos los corazones en el campo y en la ciudad. Los violentos atacan abiertamente, los “pacíficos” desean secreta o abiertamente en su corazón que los “violentos” sean destruidos cuanto antes, que los maten, que acaben con ellos para tener paz. Unos son violentos abiertamente, otros en su corazón y solo hace falta un pequeño estímulo para que salga a borbotones la violencia. Nuestra sociedad se ha vuelto insensible ante la multitud de muertes violentas. El cine, la televisión alimentan esa violencia y nosotros nos dejamos llenar de ella. También nuestro corazón o es violento, o se llena de violencia, ya que formamos parte de esta patria llena de violencia. Nuestro trabajo en este día es entrar cada uno en sí mismo y descubrir hasta dónde se ha entado en mí la violencia.

<b>Urgencia de una terapia: </b>Diálogos y pactos no logran sanar el corazón de esta sociedad para que la violencia amaine y se implante la paz. Necesitamos una Colombia nueva, sin odio ni venganza y con gran capacidad de perdón. Pero el perdón es una terapia personal, individual. No será la TV, ni los otros medios ordinarios de comunicación quienes se encarguen de reeducar a nuestra patria. Es el perdón de las ofensas otorgado personalmente por cada uno. Así lo enseñó quien conoce el corazón humano: “<i>porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre celestial les perdonará a ustedes; pero si no perdonan a los hombres, tampoco el Padre celestial les perdonará sus ofensas</i>” (Mt 6,14-15).<i> </i> No se perdona de la noche a la mañana. Es un proceso largo, en el cual regresan a la mente los agravios, las heridas. Pero con el paso del tiempo, si realmente se perdona, el recordar no duele.

63

Page 65: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>El perdón es divino humano: </b>La terapia del perdón nos viene por dos fuentes: Dios y el hombre. Hay que evitar, por tanto, dos errores: <b>Primero</b>: reducirlo a un comportamiento simplemente humano. <b>Segundo</b>: considerarlo como una prerrogativa exclusiva de Dios, no dejando cabida a la iniciativa humana. Es necesario respetar esos dos componentes; de no hacerlo así, se corre el riesgo de amputar al perdón uno de sus elementos esenciales. Alguien decía que el arco iris entre Dios y los hombres es el perdón. Dar perdón es cuestión de relaciones divinas. Es maravillosa la acción creadora de Dios en el perdón. El perdón es Dios mismo, el Padre misericordioso del hijo pródigo, el amor en su pura gratuidad. Allí donde los hombres engendran la muerte, el perdón, que es de Dios, hace resurgir la vida.

<b>El perdón brota del corazón de Dios: </b>El perdón es regalo de Dios, brota de su corazón, que es misericordia. Es fruto de la gratuidad de Dios. El corazón de Dios es como el de un madre: “Sión dice: el Señor se ha olvidado de mí. ¿Puede acaso una mujer olvidarse del niño que cría, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella lo olvidara, yo nunca me olvidaría de ti” (Is 49,15). Por lo tanto es necesario entrar en relación con Dios para poder otorgar el perdón. Y la mayoría de las veces no se pude perdonar a la primera. A veces hay que estar orando un tiempo largo. Perseverar.

<b>Corresponde al hombre</b>: el verdadero perdón comienza con una decisión libre o deseo de la voluntad de perdonar: “quiero perdonar”. Algunas personas dicen: “Yo quiero perdonar, pero no puedo”. Es fundamental querer. Si ves que no puedes es porque tus sentimientos están muy heridos y protestan; o porque tu corazón está rodeado de mecanismos de defensa. Esto está hablando de de que se necesita sanación de recuerdos.

La decisión de no vengarse, el curarse por dentro mediante la oración de perdón, la creación de un orden nuevo, y todas estas tareas van más allá de las fuerzas humanas. Y esto con razón, pues el término “perdonar” que viene de <b>per</b> y <b>donar</b> significa dar en plenitud. Es una forma de amor llevada hasta el extremo: amar a pesar de la ofensa recibida. Y esto, para lograrlo, requiere fuerzas espirituales, que superan las fuerzas humanas. La experiencia espiritual vivida en el proceso de otorgar el perdón se sitúa en un plano diferente al material, en un plano espiritual, en el cual mi yo tiene que abandonar el control de la situación. Tiene que estar atento a la acción del Espíritu. El trabajo psicológico cede su lugar a recibir de Dios la gracia del perdón. Pero <b>querer</b> todo esto es trabajo del hombre. Y <b>podemos ensayar a dar un perdón</b> desde nuestro mismo ser.

De todos modos, sería lindo poder decir: ¡Te perdono! Pero tengo que ser humilde. Dar el perdón no depende de la emotividad, ni de la sensibilidad, sino que brota del fondo del corazón lleno del Espíritu del Señor. No es cuestión de relaciones humanas, sino divinas. Pero una vez conectado con Dios, yo tengo que querer, poner mi voluntad y los medios aptos para ello. Dios sin mí nada puede hacer, yo sin Dios soy incapaz de perdonar.

Es maravillosa la acción creadora de Dios en el perdón. El perdón es Dios mismo, el Padre misericordioso del hijo pródigo, el amor en su pura gratuidad. Allí donde los hombres engendran la muerte, el perdón, que es de Dios, hace resurgir la vida. Podemos ensayar a perdonar desde nosotros mismos. Va ser una de las experiencias que realizaremos. Es cuestión de actuar y ver hasta donde hay algún logro. Por lo general no se perdona de la noche a la mañana. Es un proceso largo, en el cual regresan a la mente los agravios, las heridas. Pero con el paso del tiempo, si realmente se perdona, el recordar no duele.

<b>LA MEMORIA Y LOS RECUERDOS: </b>El tema de la sanación interior es muy largo y uno no se sana de una sola vez. Mucha gente piensa que está en paz, pero en su memoria hay guardadas una cantidad de heridas que necesitan ser sanadas mediante el perdón. Este tiene que llagar hasta las últimas fibras de nuestro ser, especialmente hasta la memoria y los recuerdos. Les invito, por tanto a iniciar una reflexión sobre este tema.

Cada persona es un mundo y su interior es tan complejo, que resulta difícil de esclarecer. Ha recibido, desde su concepción e infancia, gran cantidad de sensaciones tanto positivas como negativas. Todos llevamos en nuestro interior un mundo de experiencias, que a través de la vida hemos recibido, lo cual nos hace reaccionar de manera muy distinta. Para conseguir la mayor paz y felicidad en nuestro interior, necesitamos entrar dentro de nosotros mismos, para descubrir aquello que nos está haciendo daño. Es necesario, por lo mismo, buscar a Cristo, dejarnos amar y cubrir nuestra vida con su perdón. Es la única manera para poder

64

Page 66: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

perdonar, aunque, de pronto, sea un camino largo, pues las heridas afectivas son hondas y se infectan con facilidad. Por eso, necesitamos tener una vida de oración personal, prolongada, estar con Jesús: media hora, un ahora, según el crecimientote espiritual de cada uno. Ser sanados, poder perdonar no se recibe como por encanto. Sólo el Señor nos sana. En la presente reflexión veremos el poder del perdón en la sanación de la memoria, que es el almacén de los RECUERDOS. Los recuerdos son la base para una vida emocional estable. El recuerdo es como la fotografía de un acontecimiento, feliz o desdichado, registrado en mi memoria.

<b>El acontecimiento feliz</b> queda registrado sin problemas y se convierte en parte integrante de mi vida. El Seor aprovecha los buenos acontecimientos de la vida para sanar en nosotros lo que ha sido herido. <b>El acontecimiento desdichado</b> plantea problemas, porque, cuando fue registrado en mi memoria, hirió mi afectividad. El recuerdo de esta herida, que siempre es signo de una falta de amor o de una frustración, se convierte en un veneno que se infiltra en nuestro ser enfermándolo.

<b>Los recuerdos y el olvido:</b> Muchas heridas de la vida son tan amargas que la conciencia no soporta retenerlas y las envía al subconsciente. Y aunque aparentemente se olvidan, quedan guardadas en la memoria. Alguna vez, como de paso, resurgen al ver a alguien, pero no queremos complicarnos e inmediatamente ignoramos y olvidamos ese recuerdo. Estos son recursos para mantener la paz interior. Ese olvido no hace que las heridas se desatiendan y se hagan inofensivas. Son falsos olvidos que se transforman en una gran espina que nos convierte en susceptibles, temerosos, competitivos, celosos, envidiosos, y ansiosos.

Las malas experiencias a las que nos hemos enfrentado y no han sido sanadas a tiempo, quedan guardas en la conciencia y lastiman por lo bajo, produciendo sensaciones desagradables y difusas. Por lo mismo, puedo llegar a herir a otro como yo fui herido. Hay pequeñeces que ahora parecen infantiles, pero que cuando las recordemos más adelante nos producirán dolor. En consecuencia, si esto no lo voy sacando, irá acumulando desperdicios dañinos dentro del corazón.

<b>Consecuencias de los recuerdos no sanados:</b> Los recuerdos no sanados nos pueden acarrear situaciones desagradables y difíciles. En otras palabras: cuando vemos caracteres raros, reacciones extrañas, estados de ánimo tristes, abatidos, cabizbajos, etc. podemos sospechar que algún recuerdo no querido hay en el subconsciente de esa persona. Cada sentimiento, desde la concepción da por resultado recuerdos que quedan grabados en el subconsciente; estamos afectados emocional y físicamente por los recuerdos que recibimos desde los sentidos; asociamos experiencias presentes con las pasadas; los recuerdos dolorosos negativos, tienden a hacernos negativos e infelices. Así, un padre bebedor, y su falta de amor con sus hijos, o la falta de amor en la relación entre sus padres, traerá a los niños fuertes recuerdos negativos, resentimiento hacia el padre bebedor; otras experiencias traumáticas cuyo resultado es el resentimiento y la culpabilidad.

<b>Un hecho:</b> Una joven universitaria llevaba dos años con sus estudios interrumpidos. Cuando su mamá, cargada de hijos, sólo tenía un deseo: “ojalá esta criatura no llegue a nacer con vida”. Nació la criatura, una niña muy inteligente, pero introvertida. Sus primeros años pasaron sin complicaciones. A los 18 años se encontró lejos de su familia, en una residencia de estudiantes. A las pocas semanas murió su padre, y también envenenado accidentalmente un sobrino a quien ella quería muchísimo. Esto le provocó una profunda depresión con tendencia al suicidio. La joven perdió el sueño y el apetito, aunque no la fe ni la esperanza. A los dos años, y a pesar del tratamiento médico, se encontraba en un estado de gran debilidad física y emocional. En la primera entrevista se le preguntó: ¿Qué juegos te gustaban en tu niñez? Esta fue su respuesta: “No me gustaba jugar con otras niñas. Prefería sentarme sola y pensar, o soñar despierta que me había muerto y me estaban haciendo el funeral con cantos, velas y flores”. Los deseos y sentimientos de la

65

Page 67: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

madre se habían grabado en su hija ya antes de nacer. De ahí surgían sus “sueños” o juegos de niña, y sus tendencias de autodestrucción más tarde.

Conocida su historia, se le explicó cómo Jesús resucitado puede penetrar hasta nuestro subconsciente, borrar imágenes nocivas y sentimientos negativos, sanar heridas y llenar vacíos, y de ese modo cambiar el rumbo de nuestra vida. Se le ayudó a comprender y perdonar a su mamá –lo hizo con dificultad-; a perdonar también a los que habían envenenado a su sobrinito –lo encontraba imposible, pero con la ayuda de la gracia lo hizo-. Luego se le invitó a revivir su pasado en compañía de Jesús, pidiéndole borrase aquellas imágenes nocivas y sentimientos de rechazo a la vida, captados antes de nacer. Se le pidió al Señor y a la Virgen María que la arropasen en su amor ya desde el seno materno, y en los momentos más críticos de su vida. Se le pidió al ES que descendiese sobre ella y le infundiese un deseo grande de vivir para Jesús y, desde Jesús, para los demás. La joven comenzó a mejorar visiblemente, sobre todo después que hizo una confesión general y de haber orado por segunda vez por sanación. No mucho más tarde reanudó sus estudios con nueva ilusión, y con un gran deseo de consagrar su vida al servicio de los que sufren y no tienen en quién apoyarse.

<b>Jesús sanador:</b> Con el progreso de la medicina, el hombre goza cada vez de mayor control sobre las enfermedades. Pero, también, sumergido en un mundo de tensiones, falto de higiene mental, de defensas espirituales, se encuentra cada vez más agobiado por conflictos internos y enfermedades psicosomáticas. Además, los conflictos crecen en proporción directa con la indiferencia religiosa, pues el hombre no puede construir su vida a espaldas del Señor, su Creador, Redentor y Santificador.

Jesús viene al encuentro del hombre contemporáneo allí donde más herido y enfermo está: en su espíritu, en su mente, en su corazón, su afectividad y sus relaciones con los demás. Sus sentimientos negativos, dudas, rencores, ansiedad, tristeza, soledad, pueden crecer hasta convertirse en una carga intolerable, capaz de provocar el derrumbamiento interior. Jesús sale a su encuentro invitando: “<i>vengan a mí los que está cansados y agobiados y yo los aliviaré. Tomen mi yugo y aprendan de mí a ser mansos y humildes de corazón y alcanzarán descanso para sus almas</i>” (Mt 11,28-30).

Cuando deseemos entrar en nuestra memoria, -nos podemos encontrar con recuerdos muy dolorosos-, nunca debemos hacerlo solos sino acompañados siempre de Cristo Jesús. Se trata de revivir hechos dolorosos ante la mirada de Cristo, y luego entregarlos, confiando en la obra sanadora del Señor. No debemos permitir que quede ninguna parte de nuestra vida, fuera de la mirada y de la luz del Señor. Puede tratarse de cosas que nos den vergüenza, o que nos hagan sentir culpables, pero para alcanzar la paz, es necesario no esconderlas más. La mirada de Jesús no hace daño; no nos hace sufrir. Solo busca mi felicidad, mi liberación. Justamente un signo de que hemos sanado la herida, es que podemos presentar serenamente aquel hecho ante la mirada del Señor. Él conoce el hecho, no se lo podemos ocultar. Pero es necesario presentárselo, y permitirle que entre allí, para poder sanarme. Es muy útil imaginarse ese momento del hecho doloroso, sólo y sufriendo; pero pedir en aquel momento a Jesús que me abrace, consuele y unja mi herida con el óleo de su ES.

<b>La oración cristiana:</b> Entregamos nuestras vidas a Dios, y no siempre gozamos de una profunda y verdadera paz interior. La santidad a que Cristo nos ha llamado es una armonía entre cuerpo, mente y espíritu: una integración de los tres elementos. Sabemos de la influencia que tiene en el hombre los recuerdos sensoriales. Si los recuerdos son positivos y agradables, tendremos una persona positiva y feliz. Si los recuerdos son negativos y dolorosos, la persona será negativa e infeliz. El 90% de nuestra mente es subconsciente, y en ella están almacenadas todas las experiencias de nuestra vida, que influyen en ella.

El dolor que producen los recuerdos puede sanar para siempre. Un resultado valioso de la identificación de los recuerdos es la posibilidad de orar específicamente por recuerdos bien identificados. Orar por todos los recuerdos en general, no es tan efectivo. En esta oración de sanación del hombre interior, pedimos al Señor que sane estos recuerdos negativos profundos para que la persona sea libre de esas ataduras. Si un hombre tuvo padres perfeccionistas, conservará la tendencia al perfeccionismo en todo lo que haga. Aunque las cosas estén bien hechas, él siempre tenderá a perfeccionarlas más, y esto le causará tensiones, dejándole un profundo sentimiento de imperfección. Por medio de la oración, el Señor le sanará de esta conducta compulsiva hacia el perfeccionismo exagerado. De la misma manera sucederá con los otros recuerdos

66

Page 68: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

dolorosos de la niñez como son los padres "severos", "poco amorosos", "posesivos", "tolerantes", "hipocondríacos", etc.

<B>CÓMO ORAR POR SANACIÓN DE LOS RECUERDOS: </b>Vamos a detenernos en un tema, iniciando una reflexión, que nos puede ayudar mucho y que cada uno podemos completar más adelante con nuestra experiencia de orantes. Todos necesitamos sanar nuestros recuerdos. Ese mundo de vivencias que hemos ido acumulando, algunas de las cuales pueden estar haciéndonos daño con su recuerdo, necesitamos compartirlas con algún hermano, con Jesús como hicieron los discípulos de Emaús. Cuenta la Palabra, que los dos regresaban a su pasado “conversando entre sí sobre todo lo que había pasado” (Lc 24,14).

<b>Los dos de Emaús: </b>Dos discípulos de Jesús, tristes, abatidos, desorientados, se alejaban de Jerusalén, de su comunidad, sin ilusión y sin esperanza. Su Maestro había muerto, crucificado días antes. Para ellos, Jesús y su seguimiento era una causa perdida. Decepcionados regresan a su pueblo. Durante el camino de regreso hacia Emaús, su pueblo, Jesús resucitado se hizo el encontradizo con ellos y les preguntó: “<i>¿de qué discuten entre ustedes mientras van caminando tan tristes?</i>” (v. 17).

Los discípulos empiezan a explicar el motivo de su tristeza, reviven su pasado, pero no están solos. ¡Jesús camina con ellos! El escucha con amor, comparte con ellos la Palabra de Dios y les va explicando el sentido del sufrimiento, del dolor, iniciando así en los discípulos un proceso de curación de sus recuerdos.

Al final del camino reconocen que el caminante que les acompaña es Jesús Resucitado, reconocen que en su diálogo con Jesús se les han abierto los ojos y el Maestro les ha sanado el corazón, les ha sanado su vida: “<i>¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino?</i>”. Su tristeza y abatimiento han sido curados. Y han sido llenos de alegría, de ilusión, de nueva energía y deciden regresar en ese mismo momento a Jerusalén y compartir con su comunidad de discípulos su nueva fe en Jesús resucitado.

Necesitamos repetir esa experiencia cuantas veces sea necesario. Aunque invisible Jesús resucitado vive y acompaña a los suyos por los caminos de la vida, por las carreteras de los recuerdos, deseoso de aliviar sus cargas y sanar sus heridas. Te puede ayudar mucho, como a los de Emaús, tomar un compañero, y en presencia de Jesús, compartir con él algo de lo que te preocupa y te pesa. Pídele a Jesús en oración que te acompañe, pídele luz, ayuda. El Señor está presente, tea acompaña en tu humilde confesión y en la oración que hagas con tu compañero y te regala, como a los dos de Emaús, sanación, alegría, equilibrio.

<b>Cómo orar: </b>Con la fe y la imaginación visualiza a Jesús junto a ti, consciente de que El es tu Salvador en el sentido más pleno. Recorre tu vida con Jesús desde sus comienzos hasta este momento. No tengas prisa, para que su gracia penetre muy hondo, ojalá hasta las raíces mismas de tus conflictos.

Al iniciar tu oración por sanación de los recuerdos, vas recorriendo mentalmente tu pasado, y casi reviviéndolo mentalmente. Te detienes en aquellos incidentes que te han marcado más, o que te han traumatizado; con los ojos del corazón mira a Jesús, presente en cada uno de esos acontecimientos. Desde tu pobreza ofreces tus recuerdos y experiencias dolorosas, tus temores, angustias, resentimientos, culpabilidad y otros conflictos emocionales; le presentas también las zonas vacías y conflictivas de tu vida.

67

Page 69: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Todo lo vas ofreciendo con una confianza ilimitada en su poder, con un abandono total en su bondad. Pide a Jesús que lave en su sangre preciosa cada uno de esos recuerdos dolorosos, que sane por sus heridas tus propias heridas; que llene con su amor y su fuerza tu propio vacío. Mira a Jesús recorriendo tu vida pasada limpiando y sanando heridas, rompiendo cadenas, llenando vacíos. Dile a Jesús que le amas y que quieres amarle más y más cada día, amarle y servirle a él en los hermanos.

Una vez que has ofrecido al Señor tu pasado, tus recuerdos dolorosos, difíciles, déjalos en sus amorosas manos, bajo la acción de sus llagas divinas. No le des demasiadas vueltas a tu pasado. El nombre de Jesús conjura tus miedos, tus angustias, tus resentimientos: “<i>manténganse firmes y no se dejen oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud</i>” (Gal 5,1). Jesús desde la oración te libra de tu esclavitud, de un pasado lleno de angustias, sobresaltos y resentimientos y hace que no vuelvan a tu corazón. Desde el momento de tu oración abre para ti nuevos horizontes, llenos de luz y d esperanza. Desde tu oración con Jesús vive de cara a un futuro lleno de equilibrio, lleno de Jesús.

“<i>Una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama en Cristo Jesús. Desde el punto a donde hayamos llegado, sigamos adelante</i>” (Fil3,13-16). Acepo en fe la presencia y la acción sanadora y liberadora de Jesús en mi vida, aún antes de sentir sus efectos. Termino mi oración dándole gracias de corazón, canto y alabo su santo nombre. La alabanza confirma y acelera el proceso de sanación.

<b>El amor sana: </b>Un día “<i>se le acercó a Jesús un leproso y puesto de rodillas le dijo: ‘Si quieres puedes limpiarme? Compadecido de él, Jesús extendió su mano, le tocó y le dijo: ¿quiero, queda limpio’ Y al instante le desapareció la lepra y quedó sano</i>” (Mc 1,40-42). En presencia del dolor y de la desgracia, Jesús siente compasión. Por eso sana. Y es que a Dios solo s ele conquista con el corazón. Tenemos que asociar las curaciones de Jesús más con su amor que con su poder. Cuando un niño se cae y se hace daño en la mano su madre lo levanta, lo abraza, lo besa y acaricia su mano enferma. El niño se calma y el dolor desaparece. De la misma manera, nosotros, llenando de amor al hermano enfermo imploramos de Señor su curación.

Cuando roamos, no necesitamos conocer técnicas, lo único que necesitamos es fe y amor. Necesitamos dejarnos llenar del amor y de la compasión de Jesús por le enfermo que sufre. Pues lo que realmente hiere al hombre y genera toda clase de enfermedades psicosomáticas es el rechazo, el desprecio, el desamor. Y lo que regenera, sana y libera es el amor, la aceptación, el aprecio sincero. Cuando aceptas a una persona tal como ella es y la miras con amor, y ala estás pacificando, equilibrando, sanando, porque la estás ayudando a salir de sí misma, a abrirse a la vida con optimismo y al poder sanador del amor, del Señor que es amor.

Me debe quedar bien claro, que la sanación, y en particular la sanación de los recuerdos, es un movimiento de nuestro corazón hacia el corazón de Dios, es cuestión de mucho amor, un adentrarse en ese océano insondable de su amor. Si oro por mí mismo, por sanación de mis recuerdos, debo hundirme antes en el amor del Señor para que me dé mucho amor por mí mismo y de ese océano fluya la sanción de todo mi ser, de mi vida hasta el momento presente. Es esta la forma más eficaz de evangelización, proclamarme y proclamar al hombre contemporáneo que Dios le ama y desea su felicidad.

68

Page 70: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>Madre de misericordia: </b>Jesús, naciendo en la pobreza de Belén y muriendo por nosotros en el Calvario, es la máxima expresión del amor del Padre hacia nosotros, sus hijos. Es bonito constatar cómo María, su Madre, se encontraba junto a Él en ambos momentos llenándolo de su amor y de su compañía. Por eso se llama a María, Madre de Misericordia, Salud de los enfermos y Consuelo de los afligidos. Ella atrae con el amor a sus hijos, la sanación y consuelo de Jesús sobre ellos. Ella está junto a Jesús para interceder por nosotros y para transmitirnos la salud y la transformación, que de El recibimos.

En un mundo en el que todo, hasta el cuidado de los enfermos, se va comercializando, hacen falta personas renovadas por el ES, corazones como el de nuestra Madre María, capaces de captar y transmitir el amor infinitamente poderoso de nuestro Jesús. Sólo con el amor veremos cómo el Señor nos cura. Es mediante el maor que el mundo volverá a creer que el Padre ha enviado a su Hijo ungido por el ES “ <i>para anunciar la Buena Nueva a los pobres, vendar los corazones heridos, consolar a los que lloran, dar vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor</i>” (Lc 4,18-19); Is 61, 1-2).

Señor, crea en mí y en cada uno de nosotros aquí presentes un corazón amante como el de nuestra Madre, la Virgen María, danos el Espíritu que a Ella le concediste; haz de cada uno de nosotros instrumentos dóciles de consolación y sanación; llénanos con tu amor para gloria de tu nombre y bien de nuestros hermanos necesitados. <i> </i>

<B>PRISIONEROS EN NUESTRA PROPIA CARCEL: </b>Imagínate que tienes que ir a trabajar con las manos atadas, los pies encadenados y cargando una pesada bola de hierro. Te darías cuenta de inmediato, lo difícil que sería trasladarte al lugar indicado y desempeñar eficientemente tus labores. No solo eso, sería enorme la energía mental y física que estarías perdiendo al cargar ese peso durante todo el día, y tratar de pensar sobre como ser libre de esa esclavitud.

Este ejemplo ilustra con toda claridad lo que realmente sucede en el ámbito espiritual. Es decir, cuando alguien nos perjudica o nos decepciona, tenemos la tendencia a enojarnos dando lugar a la amargura y resentimiento contra esa persona. Y cuanto más pensamos en aquel incidente, más razones encontramos para sentirnos indignados, causando un deterioro físico, mental y emocional, lo cual impide que podamos aprovechar al máximo nuestras capacidades. Cuando esto está sucediendo en nuestra vida, es porque nos hemos convertido en prisioneros en nuestra propia cárcel, debido a que no hemos podido perdonar a quien nos hizo daño, siendo así, también somos prisioneros de la otra persona, porque en lo único que estamos pensando es en la manera de desquitarnos de ella. Cuando en realidad los únicos que estamos siendo perjudicados, somos nosotros mismos. La amargura, rencor y enojo, son un agobiante peso que tenemos que cargar, y eso nos esta consumiendo por dentro. ¿Cuáles son las consecuencias que sufrimos cuando estamos prisioneros en nuestra propia cárcel? Veamos:

<b>Produce una esclavitud emocional: </b>La persona que nos perjudicó, comienza a dominar nuestros pensamientos, actitudes, conversaciones y planes futuros. De tal manera que levantamos una pared invisible cada vez mas alta contra los demás, debido al temor de volver a ser heridos. Llegamos al grado que nos quedamos completamente solos y aislados, sintiéndonos rechazados y que a nadie le importamos.

<b>Destruye las relaciones afectivas: </b>Si persistimos en guardar rencor contra alguien que nos ha traicionado, entones será muy difícil seguir manteniendo una relación muy estrecha con esa persona. Se pierde la confianza, amor y respeto, de tal forma que terminan siendo relaciones

69

Page 71: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

truncadas. A la vez, mostramos una actitud a la defensiva, haciendo que los demás se alejen de nosotros.

<b>Perjudica nuestra salud: </b>Nuestros cuerpos fueron creados de tal manera que no podemos albergar por mucho tiempo el enojo, amargura y rencor, sin que nos afecte física y emocionalmente. Así que comenzaremos a sentir diversos trastornos y padecimientos, lesionando severamente nuestra salud.

<b>Afecta nuestra relación con Dios: </b>Ya no tenemos el mismo interés en participar en la iglesia, ni la disposición para meditar continuamente en la Palabra de Dios. No podemos orar con efectividad, perdemos el gozo y la paz, ya que la ira, resentimiento y amargura, son un obstáculo espiritual que obstruyen nuestra comunión con Dios y detienen todas las bendiciones que desea darnos. La Biblia nos amonesta en Efesios 4, 31-32 de la siguiente manera: “Quítense de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sean benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, como Dios también los perdonó a ustedes en Cristo”. La orden de Dios es precisa: Despójense de toda AMARGURA, que es un resentimiento muy arraigado, ENOJO, que es cólera, irritación y furia, IRA, que es una alteración violenta y agresiva, MALEDICENCIA, que consiste en la acción de maldecir, y toda MALICIA, es la inclinación para actuar con maldad.

Estas actitudes nos mantendrán permanentemente prisioneros, en nuestra propia cárcel, e impedirán que lleguemos a ser las personas íntegras que Dios quiere que seamos, y cumplir el propósito que ha designado para nuestras vidas. Si no estamos dispuestos a examinarnos a nosotros mismos, sino que siempre estamos echando la culpa a los demás por nuestros problemas, entonces nos estaremos engañando y seguiremos siendo prisioneros de nuestra propia cárcel. En cambio, si nos auto analizamos, entonces descubriremos las verdaderas causas que nos mantiene atados. Mientras haya rencor y amargura en nuestro corazón, no experimentaremos un avivamiento espiritual, porque el amor de Dios no puede manifestarse en una vida dominada por el rencor. Tenemos que aprender a ser “benignos, misericordiosos y perdonadores unos con otros”, siendo esta la única llave que podrá abrir la celda de nuestra prisión emocional y ser verdaderamente libres.

<b>Una triste experiencia: </b>Esta es la historia de una mujer joven de quien su tío había abusado sexualmente. Aunque era, sin duda, la víctima inocente de un depravado, su desdicha parecía ser, por lo menos en parte, auto-perpetuada. No quería ni podía juntar la fortaleza interior necesaria para perdonar. Se había encerrado en sí misma, en su propia desgracia y no quería salir de allí a través del perdón. Amordazada durante años por el temor de exponerse, y por el alcoholismo que su atormentador mantenía con regalos diarios de vodka, esta pobre mujer estaba desesperada. Se le había brindado terapia psiquiátrica intensiva y no le faltaban comodidades materiales. Tenía buen empleo y un círculo de amigos que la apoyaban; no se habían escatimado esfuerzos para ayudarle a restablecerse. A pesar de todo, sus emociones oscilaban desde la risa nerviosa hasta el llanto inconsolable. Se llenaba de comida un día, y al otro día ayunaba y se purgaba. Y bebía botella tras botella. Esta pobre alma era una de las personas más difíciles para ayudar pues solo ella podía iniciar el proceso de su sanación. Pero todo consejo parecía inútil. Enfurecida y confundida, se sumió cada vez más profundamente en la desesperación hasta que, finalmente, tuvo que ser hospitalizada porque había tratado de estrangularse.

Las heridas que causa el abuso sexual llevan años en sanar; en muchos casos dejan cicatrices permanentes. Sin embargo, no es inevitable que termine en una vida atormentada o en el suicidio. Por cada caso como el que acabamos de describir, hay otros cuyas víctimas encontraron la libertad y una nueva vida, una vez que pudieron perdonar. Esto no significa resignarse u olvidar lo ocurrido; tampoco depende de poder encontrarse cara a cara con el abusador, cosa que hasta podría ser contraproducente. Pero sí significa que se debe tomar una decisión consciente de dejar de

70

Page 72: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

odiar, porque el odio jamás nos ayuda. Como un cáncer, el odio se extiende a través del alma hasta destruirla por completo.

<b>Otra experiencia</b>: “A lo largo de los años, he tendido relaciones estables con personas que me han engañado, mentido y abandonado inesperadamente. También he tenido traumas personales que han puesto a prueba de una forma especial mi disposición a perdonar. Una a los 20 años, cuando estaba en la universidad. El violador, que me superaba don mucho en tamaño y fuerza, me agresión con actitud hostil y amenazante. Esa violación fue una agresión extrema a mi libertad personal, un ataque a mi cuerpo y mis emociones. Al principio tuve un abrumador sentimiento de ira y miedo, pero con el paso del tiempo llegué a perdonar. Y estro no significa justificar comportamientos inaceptables o abusivos. No existe en el mundo manera alguna de que yo pueda justificar lo que me ocurrió. Y porque opté por perdonar, la experiencia vivida no ha endurecido mi corazón, no me ha encerrado en mí misma. Al perdonar me liberé de la carga de continuar siendo víctima para siempre, y puedo disfrutar de mi vida actual plenamente y con libertad. A veces me ha resultado fácil perdonar; otras, el perdón ha sido una decisión muy valiente. Pero en ambos casos, siempre me proporcionó más paz en el corazón, siempre me dejó más feliz, y libre para continuar creando relaciones sanas con otras personas y conmigo misma” (Robin Casarjian).

Ejercicio 11º:<b> Cómo tener sentimientos positivos: </b>Cuenta una historia oriental que un discípulo y el maestro pasean por el bosque. Entonces, el discípulo le dice al maestro: -“he pasado gran parte del día pensando en cosas que no debía pensar, deseando cosas que no debía desear, haciendo planes que no debía hacer...”. El maestro le señala al discípulo una planta y le pregunta si sabe qué era: “Belladona –dijo el discípulo-. Puede ser mortal para quien coma sus hojas”.

-“Pero no puede matar a quien simplemente las contemple –apostilla el maestro– . Así todas las emociones y sensaciones y sentimientos no nos pueden causar ningún mal si no nos dejamos seducir por ellos”. Los sentimientos negativos no deben vencernos, sino advertirnos de que tenemos aún mucho trabajo para expurgar las malas hierbas de nuestro interior, cultivar las buenas obras.

Muchas cosas que nos hacen sufrir se deben a una visión negativa del mundo, una enfermiza visión deformada de la realidad, que nos hace pensar que somos malos, o que los demás son malos, o que el mundo es malo. Se trata del viejo “dualismo” de dar al mal una categoría que no tiene, como si fuera un semi-dios que nos persigue. Es verdad que en el mundo hay maldad, pero ésta no es más que la ausencia de bien, el mal en sí no tiene consistencia, es el negativo de la bondad, su ausencia. Así la soberbia, avaricia, lujuria, gula, ira, envidia y pereza no son más que expresiones del egoísmo, de la ausencia del amor. El mal genera sentimientos negativos, y el amor, positivos. El mal produce un desorden interior, y el bien una armonía que da paz y felicidad. La cultura grecorromana ponía el ideal del sabio en la ausencia de sentimientos (<i>apatheia</i>). Esta “apatía” no es más que una caricatura del ideal de la persona, pues los sentimientos son parte importante de nuestro ser: no son malas las pasiones como no es malo el cuerpo, sino que todo ha de ser encauzado en un dinamismo del amor. Nuestro ideal no es un “nirvana” de ausencia de sentir, sino un amoroso sentir, que también pasa por el dolor. El ideal budista, basado sí en la benevolencia y misericordia universal, pero que rechaza todo apasionamiento, precisamente por eso no es verdaderamente humano: la serenidad auténtica viene de ese amor apasionado, que no es un sentimiento, sino la forma más alta de afectividad del corazón. Hablo de ese corazón que es núcleo íntimo del hombre, donde éste toma sus decisiones. La categoría de una persona, su realización personal, su plenitud, depende de tener buen corazón, que se manifiesta en la solidaridad, la fraternidad, etc. En cambio, las frustraciones,

71

Page 73: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

resentimientos y todo tipo de amarguras son causados por la ausencia de este amor de corazón, orientado hacia Dios y los demás.

Las pasiones incontroladas desencadenan pulsiones instintivas, adiciones y dependencias (alcohol, sexo, drogas). Hay que educar toda pasión para que –integrándola en la interioridad– nos ayuden a tener un corazón bueno, a base de acciones buenas que se convierten en virtudes. Así, las tendencias hacia el bien, la verdad y la belleza van dominando todo lo que hacemos, va creciendo en nosotros un anhelo de sublimidad, de cosas grandes, y el deseo básico de amar y ser amado se va purificando de adherencias egoístas que hacen daño. La nostalgia de no tenerlo aún todo se va transformando en plenitud de tenerlo todo en la esperanza. La pena causada por la limitación de la realidad (limitaciones físicas o psicológicas, mal de la naturaleza y maldad humana) se vuelve entrega, servicio, y la certeza de que todo mal no sería permitido por Dios si no fuera porque de ello puede sacar –por caminos a nosotros desconocidos todavía– un bien más alto: surge de ahí una confianza muy grande en la vida, que ponemos no en nuestras fuerzas o en el destino, sino en algo mucho más alto, que es el amor de Dios y la confianza en que nos salvará.

Haz unas cuantas respiraciones profundas. Que la inspiración sea más larga y lenta de lo habitual. Mientras dejas salir el aire, siente cómo se afloja la tensión y te relajas. Relaja los hombros…relaja los músculos del cuello.

Ahora, en tu imaginación, lleva las manos a la cabeza, introdúcelas con suavidad, con mucha suavidad dentro de tu mente. Quita de ahí todas las ideas que tienes actualmente sobre lo que significa el perdón. Coloca estas ideas en un lugar seguro, de donde puedas cogerlas de nuevo después nuestros ejercicios espirituales, o antes, si deseas recuperarlas.

Te invito a abrirte a un modo enteramente nuevo de definir el perdón y a trabajar con el en tu vida diaria. Al retirar las ideas que te resultan familiares, creas una apertura que te permitirá más de lleno y con mayor energía a lograr magníficas oportunidades de otorgar el perdón.

<B>EL AMOR SANA</b> (Mc 1,40-42;

No digo que iniciemos, sino que continuemos, pues toda nuestra reflexión sobre el perdón nos ha llevado siempre hasta el amor, como la gran columna vertebral del perdón. En efecto la falta de perdón habla de una incapacidad de amar a quien no queremos perdonar. Les invito a que ofrezcamos a Jesús que sea dueño de nuestro interior y que haga un trasplante, o lo que El crea mejor, de nuestro corazón de piedra y lo cambie por un corazón de carne, que ame a todos los hermanos. Invitémosle a que visite todos los lugares de nuestra vida en donde hemos sido heridos. En efecto, a la base toda herida afectiva hay un problema de perdón. Y si este perdón o se da, e imposible encontrar la paz consigo mismo, con el prójimo y con Dios.

<b>Amor de Jesús: </b>Nos cuenta Marcos que “<i>se le acercó a Jesús un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dijo: ‘si quieres, puedes limpiarme’. Compadecido de él, Jesús extendió su mano y le dijo: ‘quiero, queda limpio’. Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio</i>” (Mc 1,40-42). El evangelista nos dice que Jesús “se compadeció”. Compadecer es padecer con, es decir, sufrir con el otro llevado del amor a esa persona. En presencia del dolor y de la desgracia, Jesús siente compasión, amor y por eso sana; por eso realiza sus milagros. Toda curación proclama, más que el poder de Jesús, su amor. Y a Él se le conquista, también por el amor.

Nosotros asociamos los milagros de Jesús más con su poder que con su amor. Pero me parece que este es un mecanismo de defensa. Pues de otro modo, la ausencia de curaciones por nuestra parte la atribuimos más a nuestra falta de poder que a nuestra falta de amor. El Señor curaba porque sentí compasión por los enfermos.

72

Page 74: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Cuando un niño pequeño se cae y se hace daño en la mano, por ejemplo, su mamá lo levanta y lo abraza, mientras besa y acaricia amorosamente la mano de su hijo. El niño se levanta, se calma y el dolor desaparece. Esta es la forma como el Señor nos sana, acariciando y besando nuestro corazón, nuestras heridas, por las cuales somos incapaces de perdonar. Por eso las personas serán capaces de perdonar, si experimentan el amor del Señor y lo transmiten a quienes antes odiaban. No son necesarias ningunas técnicas psicológicas, sí necesita algo del amor y compasión de Jesús para con aquellas personas que han sido sacadas fuera del círculo del amor. Necesitamos expresa el amor del Señor con nuestra actitud, nuestros gestos, el tono de la voz y nuestras palabras.

Lo que realmente hiere a la persona y genera toda clase de enfermedades psicosomáticas es el desamor, el rechazo, el desprecio. Y lo que regenera, sana y libera es el amor, que otorgamos con el perdón. Cuando perdono a un apersona, la acepto como es y la miro con amor, ya la estoy cambiando y, sobre todo, estoy cambiando yo.

<b>Amor de la persona: </b>Veamos el siguiente testimonio, que nos haba de la capacidad de transformación que tiene el amor: “Estoy cuidando a una señora de 86 años. Hace cuatro meses había sido desahuciada por los médicos. Estos la habían enviado para su casa a terminar allí lo que le quedaba de vida. Su médico me propuso si quería hacerme cargo de ella, y yo acepté. Cuando fui por primera vez a su casa, no pude evitar llorar al verla en el estado en que la vi. ¡Cuánto pedí a Jesús por ella! Estuve de acuerdo que la señora necesitaba grandes dosis de amor y de mimos. La pobre mujer estaba como una niña apenas hablaba, no comía, no podía hacer nada. No podía mover nada de su cuerpo. Pero, poco a poco aquello fue cambiando, llegando a caminar con ayuda y a veces por sí misma. Hoy la señora canta, me cuenta infinidad de cosas, y hablamos mucho de Jesús. Ha llegado a hacer oración por mí cuando yo no me encontraba del todo bien. El médico, que decía que esa señora nunca se podría tener en pie, reconoció que eso es obra de Dios. El la está sanando a base de amor. Yo le bailo, le canto, la mimo mucho; y ella responde con gran amor. E amor que ha recibido a raudales le hacho olvidar el desamor que la estaba matando. No dejo de alabar y dar gracias a Jesús por esa mujer que Él está curando. Yo misma he llegado a ver Jesús en ella”.

Para lograr la curación de una persona por perdón, es necesario un movimiento hacia el corazón de Dios, para adentrase en el Océano insondable de su amor.

<b>Amor potenciado: </b>María Santísima es Madre de Misericordia, salud de los enfermos, consuelo de los afligidos. Está siempre junto a Jesús para interceder por nosotros y transmitirnos lo que recibe de El. Cuando una madre compasiva y afligida se dirige a María, y la oración de las dos llega hasta Jesús, no hay nada que Él les pueda negar. Una madre es incapaz de odiar a sus hijos. Está llena de amor y, por eso, llega hasta el corazón de sus hijos. (invité a orar a los que amaban al esposo de Merche…).

<b>El perdón y los sentimientos: </b>Es esencial comprender lo siguiente. Cuando alguien siente que es incapaz de perdonar es porque quiere hacerlo desde sus sentimientos, desde sí mismo. Con sus solas fuerzas nunca lo podrá. Sólo logrará enfermarse más de odio o indiferencia. Es con Cristo como debemos entrar en actitud de perdón. La única manera de perdonar es con el amor de Jesús, que se logra en la oración. El perdón no se sitúa al nivel de los sentimientos, depende de la voluntad. Por eso, con mis encuentros con Jesús puedo lograr tomar la decisión de perdonar y pedir a Jesús que venga a penetrar y a fortalecer con su presencia mi voluntad, las decisiones que yo tenga que tomar. Y es que el perdón es fruto de la gracia del Señor, de su amor en mí, no de mis sentimientos.

<b>Un testimonio: </b>“Recuerdo bien el tiempo en que mi noviazgo se rompió. Me decía que debía perdonar a mi novio. Me ponía de rodillas, exclamando que lo perdonaba por esto, por aquello. Pero yo no había descubierto aún la gracia del perdón. Fue entonces cuando ví mi propia actitud frente a mi novio. Vi el otro lado del problema.

En un retiro de sanación, alguien me preguntó porqué no me había casado. Contesté que me encontraba bien así. Más 15 personas me hicieron la misma pregunta. Comprendí, entonces, que yo me negaba a casarme a causa de la infidelidad que había visto en mi padre para con mi madre, a quien había hecho sufrir mucho. Por esa infidelidad, yo había sufrido desde mi niñez e inconscientemente había hecho el propósito de no casarme.

Perdoné a mi padre en el retiro. Pero cuando regresé a casa y lo ví, sentí ganas de cortarlo en pedacitos. Comprendí las palabras de Jesús de la necesidad de perdonar “<i>no siete, sino setenta veces siete</i>” (Mt 18,22). Me puse a orar y orar todos los días durante diez minutos pidiendo a Dios la gracia de perdona todo

73

Page 75: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

lo que me había hecho padecer, hasta que recibí la gracia de perdonarlo. A medida que oraba el Señor me mostraba los buenos recuerdos que guardaba de él. Después de unos 8 meses recibí la gracia en mi corazón. Necesito, por tanto, orar todos los días hasta que se me otorgue dicha gracia.

Por eso día tras día le pido: “Señor Jesús, dame la gracia de perdonar a mi padre todas sus aventuras, todas sus infidelidades, todo lo que hemos sufrido por su causa”. A medida que yo oraba por perdón, mis sentimientos fueron cambiando frente a él. La oración modificaba mis sentimientos y emociones. Me fui tornando apacible y mi relación con fue mejorando hasta que llegó a ser maravillosa. Fui constatando el trabajo hecho por el Señor no solo en mi propio corazón sino en el de mi padre.

Necesitamos hacer una oración fiel y perseverante para pedir la gracia del perdón. Pues no basta con perdonar una vez por todas. Solo una oración diaria hecha por días, meses e incluso años, nos podrá obtener la gracia del perdón.

<B>SERVIR ES PERDONAR: </b>Les invito a reflexionar sobre el perdón partiendo de un gesto simbólico del Señor (Jn 13, 2-17) en una de sus enseñanzas extraordinarias. Se trata del gran servicio que debemos entregar al hermano con nuestro perdón. También nosotros, como discípulos de Jesús, podemos realizar ese gesto simbólico de lavar los pies a los hermanos. Esta experiencia puede tocar nuestro corazón, si la hacemos en oración. Con el gesto del lavatorio de los pies Jesús quiso enseñar a sus discípulos lo que es el servicio. Y servir es amar. Y amar es perdonar. Así que, en oración, vamos a lavar los pies a un hermano, como símbolo de amor, para reparar la falta de amor en nuestra vida; y como símbolo de perdón, para perdonar a quien sintamos necesidad de hacerlo.

Gracias al perdón podemos dejar nuestro pasado atrás, y abrirnos a nuevas relaciones personales: con Dios, con nosotros mismos, con el mundo que nos rodea, con la gente del trabajo, con nuestra familia. En nuestras relaciones herimos a las personas y éstas nos hieren a nosotros. Por eso, necesitamos el bálsamo del perdón.

<b>Jesús nos enseñó a perdonar: </b>Tengo que perdonar, porque el Padre me perdonó por su hijo Jesús mediante la cruz. Pero, según los evangelios, la vida de Jesús fue también un continuo acto de amor y de perdón, enseñándonos a perdonar. Su muerte en la cruz y su resurrección constituyeron la cúspide de su vida de perdón. Cristo quiere de sus discípulos, que adoptemos como estilo de vida el perdón. Aunque para quienes lo ven desde fuera es algo heroico, para el cristiano debe ser su manera ordinaria de vivir. Así lo deja entrever la carta a los Efesios: "Sean amables unos con otros, con un corazón tierno, perdonándose mutuamente como Cristo les perdonó a ustedes" (Ef 4,32).

Cuando Jesús nos manda: "No juzguen y no serán juzgados" (Lc 6, 37), nos quiere decir que no pongamos etiquetas a nadie, no condenemos, y perdonemos siempre. Jesús fue hasta el extremo del perdón dando su vida por nosotros para que así nosotros pudiésemos perdonar. En la cruz, no solo nos perdonó sino que nos excusó delante de su Padre: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Necesitamos repetir continuamente la oración del discípulo: "Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". ¿Cuántas veces tengo que perdonar? Tantas cuantas necesitas perdonar. Así que no puedes perdonar 3 y esperar ser perdonado 9. Si quiero ser perdonado 9, debo perdonar 15, debo perdonar 70 veces 7, todas la vece, siempre. Es esta la enseñanza de Jesús.

<b>Cómo debe ser el perdón: </b>El perdón, como el amor, es incondicional. No debo poner ninguna condición para perdonar. En la parábola del hijo pródigo, el padre fue a abrazar al hijo que estaba perdido y había vuelto, sin esperar que le devolviese el dinero que había malgastado. Esto es muy importante para nosotros, perdonar incondicionalmente. Es esta nuestra responsabilidad espiritual. Así lo expresó Jesús en la parábola del criado despiadado: este debía mucho dinero a su patrón y pidió al rey más tiempo porque el rey

74

Page 76: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

le iba a arrestar y a llevarlo a la cárcel. El criado le pidió y el rey no solo le dio más tiempo sino que le perdonó la deuda. Si yo le debo a una persona 300 millones de pesos, y ella me perdona esa deuda, yo soy 300 millones de pesos más rico, porque ella me ha perdonado. Puedes ver cómo eres de rico a través del perdón de Cristo. Era una gran deuda la que el siervo tenía y el rey le perdonó. Pero, este criado fue y se encontró con otro que tenía una pequeña deuda con él, y fue tan cruel y despiadado con él que lo mandó arrestar por esa pequeña deuda. Enterado el rey de lo sucedido, se enfadó tanto, que mandó arrestar al sirviente de por vida.

Dios nos llama a ser generosos otorgando el perdón. Pues Dios nos perdona en la medida en que perdonemos a otros. Si yo no perdono a una persona le cierro mi corazón y comienzo a odiar. Y cuando me cierro al perdón convierto a esa persona en algo tan malo que la aparto de mi vida. Un corazón que no perdona empieza a hablar mal del otro, incluso desproporcionadamente. Y bloquea el amor que viene de Dios y bloquea nuestro crecimiento en Cristo. La falta de perdón nos convierte en personas amargadas.

<b>Debo buscar dar el perdón:</b> No solamente estamos llamados a imitar a Cristo perdonando a otros, sino también pidiendo perdón a Dios, a quien herimos, hiriendo al hermano. Si necesito buscar el perdón de una persona también necesito buscar el perdón de Dios. Y esto lo hago en la confesión, arrepintiéndome de mis pecados: "Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es Dios para perdonar los pecados y purificarnos de toda injusticia" (1Jn 1,9).

<b>El perdón es un proceso: </b>El perdón tiene diferentes etapas, que necesitamos seguir. Si tenemos que perdonar debemos darnos cuenta de que hemos sido heridos. Si la herida no es cubierta con el perdón produce ira o enfado, y eso produce amargura, envenenamiento. Pero para perdonar necesitamos antes reconocer que hemos sido heridos. También debemos pedir a Dios que nos sane esa herida que hemos recibido. Y si nosotros tenemos una buena relación con la persona que nos ha herido, necesitamos hacerla consciente de que nos ha herido para poder restaurar esa relación. Tenemos que tener mucho cuidado en no cerrarnos. Cuántas veces hemos oído que alguien ha hecho mal a otra persona. Y la ofendida ya ha cometido un asesinato en su mente o en su corazón, diciendo: "a esta persona no le vuelvo a hablar más porque me ha hecho esto y esto". ¿Qué es eso? Es un asesinato, estoy echando a esa persona de mi vida.

<b>Perdón y amor van juntos: </b>Cuando Cristo habló del perdón, lo hizo hablando del amor. Esto significa que cuando Cristo perdonó no solamente no dejó de amar, sino que incrementó su amor hacia los demás. A través de la cruz, Cristo nos amó y nos perdonó.

¿Qué sucede cuando necesitamos perdonar? Necesitamos recrear una relación personal, construir puentes otra vez, encontrarnos otra vez como hermanos y reconstruir lo que hemos roto. Y muchas veces la reconstrucción de estas relaciones personales significa también restitución. La restitución no significa solamente que yo he cogido dinero y que tengo que devolverlo, sino también que si he quitado el respeto o el honor debo devolverlo nuevamente. Y cuando comenzamos un proceso de perdón necesitamos empezar de nuevo a amar, a organizar las circunstancias en las que se ha producido la ruptura. A organizar nuestra memoria, para poder perdonar y olvidar. No puedo olvidar el incidente en si mismo, pero a través de la gracia que Dios nos da, recordarás el mal suceso que ha provocado la ruptura. Pero con la gracia de Cristo sobre esa herida, olvidarás la cicatriz que te ha causado, el mal que te ha hecho, no el incidente, porque nosotros debemos recordar las cosas. Pero la gracia de Cristo nos ayudará a olvidar la herida.

75

Page 77: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Como el perdón no es fácil, necesitamos el poder de Dios para perdonar, no podemos esperar que el perdón llegue fácilmente, ya que ser herido no es algo estupendo. El perdón cuesta, lleva tiempo, y requiere un esfuerzo, no viene automáticamente. El sanar viejas cicatrices y restaurar relaciones personales es cuestión de tiempo. Necesitamos servir a quienes hemos herido en nuestra vida, darles amor, para que seamos capaces de perdonar y de restaurar aquello que hemos hecho mal. Se necesitan dos para bailar un tango. No puedo bailar el tango yo solo, necesito compañero. De la misma manera, cuando hablamos de perdón, se requieren las dos personas. Así, si yo quiero buscar el perdón, el otro necesita también recibir la gracia para perdonarme y abrir de nuevo su corazón a mí. El proceso sanador se hace mucho más rápido cuando es recíproco.

<b> </b> <B>PERDONAR Y OLVIDAR: </b>A la falta de perdón se le llama, también, cáncer emocional. Aunque los investigadores todavía no saben cómo prevenir todos los tipos de cáncer, ya han detectado una de las causas que lo provoca: <b>la irritación constante</b>. Fumar provoca el cáncer de pulmón porque la nicotina y el alquitrán de los cigarrillos <b>irritan</b> los pulmones. Exponerse a las quemaduras producidas por los rayos solares <b>irrita</b> la piel y esto incrementa la posibilidad del cáncer de piel. <b>La irritación emocional</b> puede causar el equivalente al cáncer emocional. El peor tipo de irritación emocional, aquello que destruye a la gente como un cáncer emocional, es no perdonar a los que nos han lastimado u ofendido.

<b>Relación entre perdonar y olvidar: </b>Ya hemos visto que perdonar es una decisión de la voluntad. <b>La acción de olvidar</b>, en cambio, <b>tiene lugar en el ámbito de la memoria</b>, que no responde inmediatamente a los mandatos de la voluntad. Yo puedo decidir olvidar una ofensa y que se borre aquel recuerdo, pero no lo consigo. La ofensa sigue ahí, en el archivo de la memoria, a pesar del mandato voluntario. Lo primero que esto me dice es que olvidar no es lo mismo que perdonar, porque yo puedo decidir perdonar y perdono, mientras que mi decisión de olvidar no tiene el mismo resultado. El perdón, entonces, puede ser compatible con el recuerdo de la ofensa.

En cambio, la expresión “<i>perdono pero no olvido</i>” significa que, en el fondo, no quiero olvidar, y ese no querer olvidar equivale a no querer perdonar. ¿Por qué? Cuando se perdona, se cancela la deuda del ofensor, lo cual es incompatible con la intención de retenerla, de no querer olvidarla. En consecuencia, si bien no podemos identificar el perdón con el hecho de olvidar el agravio, sí podemos decir que <i>perdonar es querer olvidar.</i>

Ordinariamente, si la decisión de perdonar, que incluye el deseo de olvidar, de no registrar los insultos, ha sido firme y se mantiene, el recuerdo de la ofensa irá perdiendo intensidad y, en muchos casos, acabará extinguiéndose con el paso del tiempo. Pero aun si esto último no ocurriera, el perdón se habría otorgado, porque su esencia no está en el hecho de olvidar, sino en la decisión de liberar al ofensor de la deuda contraída. Una señal elocuente de que se ha perdonado, aunque no se haya podido olvidar, es que el recuerdo involuntario de la ofensa no cuenta en el modo de conducirse con el perdonado. Tal vez no sea posible olvidar, pero hay que proceder como si hubiéramos olvidado. El verdadero perdón exige obrar de este modo. Porque el verdadero amor "<i>no lleva cuentas del mal</i>" (1 Cor 13, 5).

Por otra parte, ¿podemos decir que olvidar es perdonar? Ya hemos visto que se trata de dos acciones distintas. Una ofensa se puede olvidar sin haber sido perdonada, aunque si el agravio ha sido intenso, difícilmente se olvidará si no se perdona. Por eso, cuando la ofensa ha sido grande y se ha decidido perdonarla, el olvido puede ser una clara confirmación de que realmente se ha perdonado. Borges narra, con brillante imaginación, un supuesto encuentro de Caín y Abel, tiempo después del asesinato, que ilustra lo que acabo de decir: “Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy

76

Page 78: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen. Abel contestó: "¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos otra vez como antes". Porque olvidar es perdonar -dijo Caín-. Ahora sé que en verdad me has perdonado. Yo trataré también de olvidar”. <b>Dios olvida la culpa: </b>Un sacerdote cargaba por muchos años la carga secreta de un pecado que había cometido muchos años atrás. Ya se había arrepentido y confesado ante Dios pero no tenía paz en su corazón, no sentía que Dios lo había perdonado. Un día, a una religiosa que tenía la fama de ser muy amiga de Dios, y que ocasionalmente tenía sueños o visiones que Dios le daba, le dijo: dile al Señor que te diga cuál es mi pecado secreto, que no me deja vivir en paz, a pesar de que lo he confesado ya. Unos meses después lo visitó la religiosa y le dijo "anoche Dios me hablo!" "¿Y le preguntó de mi pecado secreto del pasado?" "si" respondió "¿y que le dijo Dios?". Y ella le contestó: "Me dijo: dile que no me acuerdo!". El sacerdote le dijo: entonces sí era Dios. Y si se olvidó de mi pecado es porque ya me lo ha perdonado. Porque Dios cuando perdona olvida. Así le dice el profeta: “<i>todos ellos me conocerán del más chico al más grande, -oráculo de Yahveh- cuando perdone su culpa y de su pecado no vuelva a acordarme</i>” (Jer 31,34; cf. Ez 18,22; 33,16; Hebr 10,17).

<b>Perdonar como Cristo</b> Cuál es el estilo del perdón de Cristo? Pablo nos lo dijo: "Sean benignos entre ustedes, misericordiosos, perdonándose unos a otros, como Dios los ha perdonado a ustedes en Cristo" (Ef 4,32). ¿Cómo nos perdonó Dios? Borró completamente el libro donde estaban nuestros pecados y ya no nos acusa por ellos. Podemos decir después de su perdón: ahora sí “borrón y cuenta nueva”.

Cuando recibimos a Jesús como nuestro Salvador, Él inmediatamente echó "en lo <i>profundo del mar todos nuestros pecados</i>" (Miq 7,19). Por su parte, David declaró: "Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestros pecados, nuestras rebeliones" (Salm 103,12).¿Por qué usó David la frase "el oriente del occidente", en vez de "el norte del sur"? La distancia. que hay entre el Polo Norte y el Sur es exacta y medible. Por el contrario, nadie puede determinar dónde empieza el oriente y dónde termina el occidente. Existe una distancia infinita e inmensurable entre los dos! ¿Entiende lo que esto significa? Dios nos separó de todos nuestros pecados en forma total. De la misma manera, nos manda que hagamos lo mismo y borremos el libro donde apuntamos las ofensas de otros hacia nosotros!

Si perdonar equivale a olvidar, debemos tratar a nuestros semejantes con sinceridad y amor. Sobre todo, cuando uno viene a nosotros y dice, “perdóname por la ofensa”, hemos de perdonar de todo corazón. En el evangelista Mateo dice Jesús: “Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano” (Mt 18,35) <b>Es una hipocresía abominable cuando un cristiano dice “te perdono”, pero continuamente se acuerda del mal que se le ha hecho.</b> Debemos ordenar nuestra mente y andar en la verdad de Cristo. Si no lo hacemos, seremos guiados por nuestra concupiscencia, y una vida así nos llevará al error y al pecado.

“Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quién se le perdona poco, poco ama” (Lc 7,47) ¿No es este el problema de muchos, “que aman poco”?El perdón une a los hombres; el guardar rencor los distancia. El perdón sana las heridas del alma, nos alivia en nuestras emociones y nos hace sentir bien, pues ya no hay nada que nos acuse porque hemos perdonado como Dios en Cristo nos ha perdonado a nosotros.

77

Page 79: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<B>PERDONARSE A SÍ MISMO: </b>Entremos a reflexionar el tema el perdón a sí mismo, que según varios analistas, constituye el momento decisivo en el proceso del perdón. En efecto, el perdón a Dios y el perdón a los otros tiene que pasar por el perdón que yo me conceda a mí mismo. Quien quiere perdonar pero no logra perdonarse a sí mismo es como quien se mete al mar sin saber nadar. Se convierte en juguete de las olas. Lo esencial de toda sanación es aprender a perdonarse a sí mismo, pues desde allí viene la práctica para el perdón a los demás. Solo el perdón que te otorgues a ti mismo logrará restablecer la paz, la armonía interior y hará posible que podamos abrirnos al perdón al otro.

<b>Origen del desprecio a sí mismo: </b>El corazón se va envejeciendo por el pecado, el odio, la falta de perdón. A partir del pecado nuestro corazón se ha llenado de debilidad, culpabilidad, agresividad que, a veces, es dirigida contra los hermanos más cercanos. Puede ser que uno haya sido marcado por reproches humillantes de parte de padres, familiares, educadores: ¡eres un bruto! ¡no sirves para nada! ¡eres un inútil! O se nos marcó con silencios terribles o nos hicieron pasar vergüenzas ante los demás por habernos comportado de una manera que parecía reprensible ante los mayores. Somos seres repletos de culpabilidad. Esta puede comenzar ya desde el seno materno, por ejemplo, al no ser acogido, al no ser deseado, o al no ser aquello que se esperaba: niño o niña; todo eso hace que nos sintamos culpables de vivir. Son muy diversos los orígenes de la culpabilidad, y se continúa así porque no se ha descubierto aún la realidad profunda, transformadora del perdón.

<b>Un corazón nuevo: </b>El autoperdón, como el perdón en general, es el regalo maravilloso que nos ofrece el Señor, de un trasplante de corazón, de un cambio que sólo El puede realizar en nosotros. Cuando somos indiferentes u odiamos, se ha atrofiado ya nuestro corazón, se ha endurecido como la piedra y es urgente cambiarlo, realizar un trasplante. Así lo reconoce y lo promete el Señor: “<i>Les daré un corazón nuevo…quitaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne</i>” (Ez 36,26). Cuando el corazón experimenta el desamor y avanza por ese camino, se va endureciendo y se va haciendo cada vez más difícil el amor. Los remedios ordinarios no actúan y es necesario un cambio del corazón, que solo Dios puede hacer.

Con el corazón nuevo, que nos regala el Espíritu Santo, podemos iniciar nuevamente el proceso integral del amor, aprendiendo a amarnos y aceptarnos a nosotros mismos, continuando con la aceptación de los otros y de Dios.

Poder perdonarse a sí mismo es un a experiencia transformadora. Mucho más que vivir en la forma en que se vivía cuando se era incapaz de perdonar. Y esta experiencia abre los raudales del amor para ser capaz también de perdonar a los demás, a Dios. Poder perdonar no se logra con aspirinas, con medios humanos. Es toda una cirugía que realiza el gran Médico divino, el Espíritu Santo.

<b>Un nuevo nacimiento: </b>Poder perdonar es recibir, igualmente, la gracia de un nuevo nacimiento, regalo del Espíritu Santo. Solo El realiza ese cambio interior que nos hace capaces de vivir de nuevo el amor con los demás, que nos llena de luz, de paz, de gozo, de esperanza. Cuando esto sucede es porque hemos recibido y se ha realizado en nosotros el milagro sorprendente, el don fabuloso del nuevo nacimiento, como le explicaba el Señor a un teólogo de su tiempo: “<i>El que no nazca de nuevo del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios</i>” (Jn 3,5-7).<i> </i>Sólo con el Espíritu Santo, que es Amor, podremos comenzar a perdonar, podremos empezar de nuevo a amar.

Con este regalo del Señor entramos por la autopista de la aceptación de nosotros mismos. Y realizada esa aventura maravillosa, ya podemos viajar con facilidad por las diversas carreteras del perdón a los padres, a la

78

Page 80: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

pareja, a los familiares, educadores y demás hermanos. Y es que perdonarse a sí mismo es, quizás, el mayor desafío que podemos encontrar en el vida.

<b>Qué es perdonarse a sí mismo: </b>Perdonarse a uno mismo no significa justificar un comportamiento. Tampoco supone no sentir remordimiento por el pasado, pues este se da cuando se ha amado de verdad a ciertas personas; pero deja de convertirse en una fuerza emocional predominante y es sustituido por la misericordia y la bondad. Podemos reprimir la rabia o la culpabilidad, haciéndonos creer que todo está bien. Por eso, el perdón a sí mismo requiere una total sinceridad, que hace brillar la luz de la verdad sobre cada rincón oscuro de nuestro yo.

Además, se requiere valor para reconocer la verdad de nuestra experiencia negativa, para aceptar el miedo, la humillación, la vergüenza, la tristeza, el despecho y hasta el odio por nosotros mismos. La experiencia del perdón a sí mismo es una fuerza y un estímulo necesarios para continuar el proceso de sanación de nosotros mismos, iniciado con el autoperdón. Pero es necesaria una oración fiel, confiada, pidiendo la gracia de poder perdonarse.

<b>Un hecho: </b>Una señora sufría insomnios desde hacía veinte años. Se había casado hacia los 16 con un hombre de 30. La diferencia de edad era muy grande. Cuando esta mujer llegó a los 20, se enamoró de otro hombre joven y engañó a su marido. Esa relación duró hasta que su amante murió. Después de esto ella tomó conciencia de su pecado y se confesó, pero no podía encontrar la paz ni reconciliar el sueño.

En un grupo de oración pidió que oraran por ella. En la oración alguien recibió una visión donde aparecía esta mujer llevando una tumba sobre su cabeza. Orando por discernimiento se descubrió la infidelidad de la mujer y que ella necesitaba, además del perdón sacramental, perdonarse a sí misma. La mujer respondió que ya había confesado su pecado y que en cada confesión volvía a confesarlo nuevamente, pero que se sentía incapaz de perdonarse a sí misma el haber sido infiel.

Preguntó si no sería bueno poner a su marido al corriente de su infidelidad, pero se le hizo ver que era preferible callar, y lo urgente era perdonarse a sí misma, pedir a Jesucristo la gracia de entrar en una actitud de perdón y reconciliación consigo misma. Se decidió a pedir la gracia y logró perdonarse su infidelidad. Pocos días después, radiante de alegría, dijo: “¡por primera vez he dormido toda la noche!

La culpabilidad nos corroe y nos destruye, porque ordinariamente somos para con nosotros mismos los peores jueces. Nos juzgamos más duramente que Dios, que es amor y ternura. Es necesario recibir la gracia y perdonarnos a nosotros mismos para lograr vivir en equilibrio, en paz.

<b>Ejercicio 12º: RESPIRAR A DIOS: </b>Este ejercicio te ayuda a colocarte en una temperatura interior de presencia de Dios, de bondad para poder con la ayuda de tu Señor otorgar el perdón que necesitas dar.

<i>Percibe el aire que pasa por tu nariz al aspirar. Siente el aire y su calidad: ¿aire caliente?¿aire fresco?... Percibe las áreas donde se siente. Aspira lentamente el aire por la nariz para poder sentirlo… Siente si entra más aire por una fosa nasal que por la otra… Siente cómo se llenan los pulmones al aspirar

79

Page 81: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

y cómo se relaja el pecho al expirar… Concentra ahora tu atención en ti mismo al observar tu propia respiración. Verifica que el <b>yo</b> es diferente de la respiración que estás observando. Puedes decirte: “no soy la respiración”… Enfoca de nuevo tu respiración. No intentes controlarla o profundizarla, sencillamente toma conciencia de ella… Toma conciencia de los movimientos que se producen en tu cuerpo, en los pulmones, en el diafragma. Toma conciencia de la inspiración.., de la expiración. Di internamente: “ahora estoy absorbiendo el aire… ahora estoy soltando el aire”. Sin reflexiones. Únicamente ser consciente de ello.

Observa el diafragma que se llena y se vacía… Aspira y expira varias veces suavemente. Percibe el aire que pasa por tu nariz y se expulsa por tu boca. Aire caliente, aire frío… Concentra ahora tu atención en ti mismo, en el yo que está respirando… El aire está cargado de la presencia de Dios. Aspira como aspiras el aire… expresa deseo, hambre y sed de Dios… Desea que él te penetre y purifique, como el aire que penetra en tus pulmones y purifica tu sangre. Como el aire oxigena tu sangre, la presencia de Dios te reconforta, te reaviva… Aspira profundamente queriendo que Dios purifique tu vida y la llene de bondad… Al expulsar el aire, expresa arrepentimiento por tus pecados y omisiones. Experimenta también el deseo de entregarte al Señor. Pon énfasis en esa entrega al expulsar el aire de tus pulmones… Repite conscientemente <b>aspiraciones</b> y <b>expiraciones</b> dándoles el sentido de entrega, de amor, de intimidad, de alabanza, de acción de gracias, de purificación, de perdón. Te recomendamos este estilo de oración acompasada, acompañando la respiración. Nuestros deseos de Dios son actos de amor. Abre los ojos y continúa presente al Señor.

</i>Ahora asimila lo mejor posible la siguiente parábola: “Ostra que no ha sido herida no puede producir perlas. Estas son el producto del dolor… resultados de la entrada de una sustancia extraña e indeseable en le interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena. No olvides: las perlas son <b>heridas curadas.</b> En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada <b>nácar</b>. Cuando penetra en la ostra un grano de arena las células del nácar comienzan a trabajar y cubren el grano de arena con capas y capas y capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra. Como resultado, se va formando una hermosa perla. Una ostra que no fue herida de algún modo no puede producir perlas, porque la perla es una herida cicatrizada.

¿Te has sentido lastimado por las palabras hirientes de alguien? ¿Fuiste acusado de haber dicho cosas que nunca dijiste? ¿Tus ideas han sido rechazadas o mal interpretadas? ¿Sufriste los duros golpes de los preconceptos, de que te hayan juzgado mal? ¿Has recibido indiferencia, desamor, frialdad, hielo, olvido, distanciamiento?

Entonces, si esto lo has recibido con amor, perdonando, produces perlas. Cubre tus heridas con varias capas de perdón, de amor. Son pocas las personas que se interesan por este tipo de proceso. La mayoría sólo aprenden a cultivar resentimientos dejando sus heridas abiertas… alimentándose con varios tipos de sentimientos pobres, envenenados, e impidiendo, por lo tanto, que las heridas cicatricen. Por eso, en la práctica vemos que son muchas las “ostras vacías”, No porque no hayan sido heridas, sino porque no han sabido perdonar, comprender y transformar un dolor en amor: una sonrisa, una mirada, un gesto, la mayoría de las veces dicen más que mil palabras”.

<i>Nuevamente cierra las ojos, toma conciencia de tu respiración, de la sensaciones de tu cuerpo, siente la espalda tocando suavemente la silla… siente el cuello moviendo suavemente la cabeza adelante y atrás, a derecha e izquierda… siente la presencia de Dios dentro de ti, alábalo y dale gracias por el momento que te ha dado de conciencia de su presencia amorosa en ti, del amor que te ha dado.</i>

80

Page 82: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<B>PERDONAR A DIOS: </b>Les invito a que reflexionemos ahora sobre los tres niveles fundamentales del perdón: el perdón a Dios, el perdón a sí mismo y el perdón a los demás. En cuanto al perdón a Dios, las dos palabras no parecen ir juntas. Sin embargo casi todos guardamos en nuestro interior resentimientos contra Dios, además de forjarnos falsas ideas acerca de El. Ya hemos visto que el perdón se centra en el amor de Dios. Cuando la persona está centrada en el amor de Dios, cuando descubre que es amada por Dios, por un Dios que nos acepta como somos, desaparecen muchísimos problemas.

Es importante darnos cuenta de que, aunque oremos mucho, participemos en retiros, en muchas Eucaristías, es necesario recibir la revelación de Jesús, el descubrimiento del Dios vivo y verdadero, de lo contrario podemos vivir con grandes desconfianzas y resentimientos frente a Dios, sobre todo en momentos difíciles, cuando pensamos que Dios se olvidó de nosotros, nos envió ciertas desgracias, cuando pudo habernos liberado de ello.

<b>Falsa idea de Dios: </b>Mientras no tengamos un verdadera idea de Dios, recibida en nuestro encuentro diario con la Palabra de Dios, en la oración, en los sacramentos, es imposible confiar en El, entregarnos del todo a El. Si Dios es para mí: un Dios muy atento a que yo cumpla todo lo que se me pide, de lo contrario tampoco Él cumple con todo lo que yo le pido; un Dios que, si me porto bien con El, con los demás, El se porta bien conmigo; un Dios juez, que me sigue paso a paso, como con un lupa en la mano, al igual que un científico que observa a un bicho raro; un Dios listo para condenarme tan pronto como yo dé un paso en falso; un Dios que tiene que devolverme cien por uno, cuando yo soy atento con él, me porto bien, no desobedezco ninguno de su mandamientos ni órdenes; un Dios que tiene que evitar el dolor en mi vida, los sufrimientos, las dificultades, que me castiga ya en esta vida. Con frecuencia le atribuimos a Dios los desastres más significativos de nuestra vida. Como aquel hombre, que estaba muriendo de cirrosis, ocasionada por beber en exceso. Su pregunta era: ¿porqué Dios me está castigando? Atribuyendo a Dios la enfermedad causada por su desorden en el beber. Si estas son las ideas que tengo de Dios, ese no es el Dios de Jesús, el Padre suyo, mi Dios, sino un Dios que me he forjado yo mismo según mis propios intereses y que nunca me dejará vivir como un verdadero hijo del Padre celestial al estilo de Jesús, nuestro hermano mayor.

<b>Un sastre judío: </b>Veamos la historia de un sastre judío que un día terminaba sus plegarias y, al salir de la sinagoga, se encontró con el rabino. - ¿Qué has estado haciendo en la sinagoga, le preguntó el rabino.- Estaba rezando. – Y ¿qué, confesaste tus pecados? – Sí, rabino, confesé mis pequeños pecados.- ¿Tus pequeños pecados? – Sí, confesé que a veces corto mi tela por el lado delgado, que a veces hago trampa para ganar un par de centímetros de un metro de lana. - ¿Le dijiste eso a Dios? – “Sí, rabino, y más. Le dije: Señor, yo engaño en pedazos de tela. Pero, Tú permites que los bebés mueran, que enfermos muy queridos sufran permanentemente. Hay tantos inocentes que padecen cáncer y otras enfermedades. Y Tú no haces nada por remediarlo. En cambio a tantos que son tramposos, injustos con los demás, borrachos, estafadores, les aumentas su fortuna, su bienestar. Pero te propongo un trato. Tú me perdonas mis pequeños pecados y yo te perdono a ti los grandes”. El sastre judío, como tantos de nosotros, atrapó a Dios para pedirle cuentas.

Otra persona sufrió el dolor indecible de ver morir a su hijo antes de cumplir los 15 años. Y así le preguntaba a Dios: ¿en dónde estás, Dios, y qué es lo que estás haciendo cuando la gente buena sale lastimada, profunda e injustamente? ¿Tantas personas buenas son capaces de perdonar a Dios, cuando los ha abandonado y desilusionado al permitir la mala suerte, la enfermedad, la crueldad?

<b>Momentos de oscuridad: </b>En nuestra vida diaria pasamos por períodos de tribulación, de tristeza, de infelicidad, cuando caemos en la tentación, cuando perdemos alguno de nuestros seres queridos, cuando padecemos enfermedades graves, cuando quedamos sin empleo, cuando nos roban. Muchas veces atribuimos a Dios esas tribulaciones. Decimos: Dios me castigó. ¿Qué mal he hecho para que me viniera esta adversidad? ¿Porqué ha permitido Dios que me sucediera esta desgracia? Erróneamente culpamos a Dios de nuestras desgracias y nos enfadamos con El.

No nos damos cuenta que si caemos en la tentación, la culpa es nuestra. Así lo afirma Santiago: “<i>ninguno, cuando sea probado, diga: ‘es Dios quien me prueba; porque Dios ni es probado por el mal, ni prueba a nadie</i>” (Sant 1,13).

<b>Unión con Cristo: </b>Ante el sufrimiento propio o de nuestros seres queridos, podemos acordarnos del sufrimiento de Jesucristo por nuestra salvación. Y de lo dicho por el apóstol: “ <i>cuando nos encontramos en alguna prueba, es para que tengan consuelo y salvación</i> <i>al soportar pacientemente los mismos sufrimientos que Cristo sufrió por nosotros</i>” (2Cor 1,5-6). Recordar, igualmente, que en esta

81

Page 83: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

vida tenemos que participar en los sufrimientos de Cristo: “<i>me alegro cuando tengo que sufrir por ustedes; así completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo</i>” (Col 1,24). No olvidarme de comulgar con Cristo en sus padecimientos “<i>hasta hacerme semejante a El en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos</i>” (Filp 3,10-11). Además, alegrarnos “<i>de participar en los sufrimientos de Cristo; de ese modo, en el día que El venga glorioso, ustedes estarán también en el gozo y la alegría</i>” (1Ped 4,13). No debemos reprimir el grito de los que sienten que Dios los ha abandonado en medio de las tormentas del dolor.

<b>Perdonar a Dios: </b>Si he tenido una falsa idea de Dios, si lo he culpado porque no entiendo cuál debe ser mi actitud ante el dolor y la prueba, tengo que pedirle perdón. Parece una herejía decir que tengo que perdonar a Dios. Pero, necesito perdonarlo por lo que he imaginado de él totalmente contrario a la realidad de su infinito amor.

A veces no logramos creer que Dios nos ama. Y es porque alimentamos resentimientos contra El. A medida que aceptamos que tenemos que perdonarlo, en ese mismo momento empieza a modificarse la idea personal de Dios. Necesitamos, por tanto, perdonar a Dios. Digámosle:

Señor, regálame poder estar contigo y perdonarte en este momento. Primero que todo, confieso que muchas veces he sentido resentimiento contra ti, que mis sufrimientos eran ocasionados por ti; que era voluntad tuya que yo sufriese. He llegado a sentirme amargado y a tener resentimientos contra Ti, por las veces que la muerte llegó a mi familia. Por la enfermedad, los momentos difíciles, las dificultades financieras, las oraciones no respondidas. ¡Perdóname, Señor, por mi desconfianza contra ti al pensar que no escuchas mi oración, que no me atiendes como lo haces con otras personas. Hoy me das oportunidad de perdonarte el mal que te he atribuido. ¡Hoy me explico algunas actitudes mías, bastante negativas, en el campo de la fe y de la oración. Te perdono por las veces que pensé que tú me enviabas ciertas enfermedades, accidentes, la muerte de algún ser querido, pues la gente decía que eso era voluntad de Dios o castigo por determinados pecados. ¡Hoy acepto de corazón lo que ha sucedido en mi vida, pues tú eres mi Padre y me amas de corazón! Ahora comprendo que tú has querido convertir el dolor en bendiciones para mí. ¡Te confieso como mi Padre querido! Quiero entregarte mi amor, signo de mi perdón total. ¡No más rencores contigo! Bendito seas, mi Señor y mi Dios, mi Padre amantísimo.

<B>PERDONAR A LOS OTROS: </b>(Mt 5,21-24; 18, 21-35)

Entremos ahora a reflexionar sobre el tercer nivel del perdón, el perdón a los demás, teniendo siempre presente que si no existiese el perdón, las relaciones humanas serían imposibles. A lo largo de nuestra vida, muchas personas nos maltratan y nos hieren. El Señor, que nos ama, quiere que perdonemos a esas personas, para que podamos vivir en paz y alegría. Tenemos que ser conscientes, además, de que con nuestra falta de perdón a los demás, estamos debilitando las relaciones con nuestro Padre Dios. En cambio, al perdonar a los hermanos, nos abrimos a la gracia de Dios, que nos perdona generosamente.

Sorprende que algunas personas, animadas por la venganza y la desconfianza, puedan amedrentar, torturar y matar a otros. También impacta que existan tantas personas que, a pesar de tragedias personales o familiares que han vivido, encuentran en su corazón una capacidad de perdón que, sin duda, los convierte en dignos de admiración.

Vemos, además, que una persona que humilla a otra lo hace porque antes ella misma ha sido humillada; que el abusador también fue abusado; que un maltratador recibió antes maltrato. Sin embargo, también es evidente, que no todo el que ha recibido heridas, hiere. Son miles las familias, en Colombia, que han perdido padres, hermanos, amigos; que han tenido que abandonar sus tierras bajo amenazas de muerte, sin armar cadenas de venganza a su paso. De todos modos son más los que, a pesar de ser víctimas, siguen creyendo en un mundo con valores.

82

Page 84: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>A quiénes perdonar: </b>Después de dirigir el perdón a uno mismo, a Dios, necesitamos entregarlo a nuestros padres, hermanos, hijos, a la pareja, ya que las relaciones íntimas pueden engendrar frecuentes conflictos. El perdón a estas personas es el más importante y es nuestro mayor desafío, inferior solo al hecho de perdonarnos completamente a nosotros mismos. Perdonamos, también, a los amigos y a cualquier otra persona importante en nuestra vida. Igualmente, necesitamos perdonar a los extraños, a las instituciones, a los enemigos tradicionales. Y no podemos dejar de <b>perdonar</b>, también, a aquellas personas que invaden nuestra vida y nos dejan con recuerdos dolorosos desapareciendo al final sin volverse a dejar ver jamás.

<b>Ir al encuentro del otro: </b>El Señor Jesús, en el <i>Sermón de la Montaña, </i> nos dejó una enseñanza maravillosa, riquísima para lograr unas relaciones gratas, pacíficas, unas relaciones que construyan siempre la comunidad. Nos dijo: “<i>si al tiempo de presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas que tu hermano <b>tiene algo contra ti</b>, deja allí tu ofrenda y <b>ve primero a reconciliarte con tu hermano</b> y, entonces, sí vuelve a presentar tu ofrenda” (Mt 5, 23-24). </i>Esta enseñanza de Jesús nos pide reconciliarnos con el hermano, ponernos en paz con él cuanto antes.Jesús, <b> en su escuela de amor</b>, pide que sea yo quien <b>vaya al encuentro</b> de quien está ofendido conmigo para llenar de paz nuestras relaciones con el perdón. No me dice Jesús, que si descubro en mí algo contra mi hermano, sino que si descubro que mi hermano tiene algo contra mí, que está enfadado conmigo, aun cuando yo no tenga que ver con el enfado, debo ir al encuentro de mi hermano. En la escuela de Jesús soy yo quien tengo que ir en busca de mi hermano para que se ponga en paz conmigo. Yo digo: ¡que me busque el! Jesús me dice: ¡búscalo tú!

¡Que difícil entender, sobre todo en ciertos momentos, cuando creo que yo no tengo que ver nada o casi nada, que el perdón va al encuentro del hermano. Una frase muy nuestra y que indica nuestra disposición a no perdonar es: estoy dispuesto a perdonar, pero si viene el a pedirme perdón. El me hirió, el me ofendió, pues que se humille delante de mí. ¡Que me busque! Yo estoy dispuesto a hacer las paces, pero no voy a ser el primero. Se empeña en no dar el primer paso hacia la reconciliación. Veladamente el Señor nos haced ver la necesidad que tenemos de humildad para lograr la reconciliación con el hermano. Sin humildad es imposible pedir el perdón, entregarlo

<b>Perdonar siempre: </b>Las enseñanzas que nos entrega el evangelista Mateo en el capítulo 18 de su evangelio se conocen como el discurso de Jesús sobre la comunidad. De los 35 versículos de que consta, veinte de ellos están dedicados a la humildad y al perdón. Allí, Jesús nos habla de que el perdón al hermano no tiene límites y que tenemos que ofrecerlo siempre.

La pregunta de Pedro y la respuesta de Jesús sobre el perdón marcan la pauta del espíritu de misericordia, de bondad que debe acompañar a la actuación de los cristianos en sus relaciones. La cifra “70 veces 7” equivale a “siempre”. Con lo cual el Señor nos dijo que hay que perdonar al hermano continuamente y siempre, las veces que sean necesarias.

Se puede observare aquí un contraste entre la actitud calculada, mezquina de los hombres al otorgar el perdonar; y la misericordia infinita de nuestro Padre Dios, que siempre que le pidamos el perdón nos lo concede. La diferencia de perdón divino y humana está expresada en los diez mil talentos que el dueño perdona a su siervo y los cien denarios que el siervo no quiere perdonar a su compañero. Un talento equivalía a seis mil denarios, y el denario era el jornal diario de un trabajador. La enseñanza con que termina la parábola de Jesús es la de perdonar siempre y de corazón a nuestros hermanos, pensando que más me ha perdonado Dios a mí que lo que tengo yo que perdonar a mi hermano. Este trozo es complemento del que vimos arriba, de la carta magna del nuevo Reino traído por Cristo, y contenida en el <i>Sermón de la Montaña</i>.

<b>Perdonar a los más cercanos: </b>La mayoría de adultos, hombres y mujeres, no han tenido con sus padres una relación que haya satisfecho sus necesidades básicas de afecto y amor. De pronto, sus exigencias

83

Page 85: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

hoy nos enfurecen, sus enfados producen los nuestros. Les exigimos aún un amor que no nos pueden dar. Cuánto necesitamos aceptar que ya no puede cambiar lo hecho, y perdonarlos de corazón.

Se estaba en una sesión de grupo. Una niña adolescente, que había visto morir a sus padres, abrazaba a otra que lloraba mientras relataba cómo su propia madre, amenazada con un arma, fue obligada a observar cómo violaban a su hija adolescente. Al tiempo que ambas se abrazaban, la huérfana decía: amiga, el pasado es pasado, dejémoslo atrás, que se quede allá, no permitas que la maldad de otros marque nuestras vidas y las continúe envenenando.

Ya al final de la sesión, las dos compusieron un canto a la vida, y lo cantaron con otros niños, cuyas historias de vida tenían sucesos parecidos. Todos, al cantar, despertaron su conciencia y con su llanto, característico del momento en que, de la oscuridad del dolor, se pasa a vivir la aurora de la esperanza, tomaron la decisión de perdonar y de generar oportunidades de crecimiento para los demás. Crearon el compromiso de perdonar y ayudar a quienes lo necesiten, a que perdonen. Por el contrario, los victimarios de esas niñas habían decidido tomar otro camino, el de la venganza.

Y es que, para sanar las heridas es necesario que las personas reconozcan la grandeza que habita en ellos y tengan clara su misión en la creación, para que el violento no crea que tiene el poder de marcar la vida de otras personas.

Construir la paz requiere quitar la violencia de nuestro corazón mediante el perdón.

<b> TERAPIA PARA PODER PERDONAR: </b>Como culminación de estos Ejercicios o terapia para el perdón les ofrezco la siguiente reflexión que les puede ayudar cuando se vean incapaces de perdonar por la sensibilidad que hayan podido desarrollar y para la curación de cualquier otra clase de enfermedades. El siglo XX ha sido siglo de grandes alcances en lo espiritual y en lo tecnológico: los viajes espaciales a la Luna, el avance de la Cibernética, el descubrimiento de la TV a Color, la comunicación por Satélite, el invento de la computación, la navegación por Internet, los trasplantes de todo género. En lo religioso, se ha llegado a un acercamiento entre la jerarquía y los laicos, a trabajar y a vivir el Ecumenismo; se dio una apertura a los grupos carismáticos y a un tema, de gran ayuda para el mundo, <b>el tema de la sanación interior.</b> ¿Quién iba a pensar que podía existir una manera de transformación de la sociedad, no basada sólo en el capital, en la revolución, en la lucha armada, sino en la revolución de la conciencia, en la sanación del interior?

<b>Hoy el Señor sigue sanando:</b> El sigue regalando nuevas estrategias y métodos de sanación<b>.</b> Libera a muchas personas atadas por el mal. De un 100% de enfermedades que acosan al ser humano, un 10% es ocasionado por enfermedades físicas; y un 90%, por enfermedades interiores, provenientes de problemas psíquicos y daños en el espíritu. El espíritu humano se enferma, produciendo enfermedades físicas. No siempre se puede afirmar que una enfermedad física es verdaderamente física, pues puede provenir por un problema del alma, del espíritu, de cualquier área interior. Por esto, se debe atender al ser humano en su integralidad: en su parte física, psicológica, o espiritual. La enfermedad, que aparentemente aparece como una enfermedad física, puede ser psíquica, de problemas en el espíritu, en la conciencia, en la voluntad. Para sanar esas enfermedades se recurre a la sanación interior, de la voluntad que no quiere perdonar. Por este medio se pueden sanar las impresiones más fuertes del interior y por consiguiente todas las enfermedades que se hayan dado por esta causa. El Señor sigue sanando hoy como lo hacía ayer. <B>L</B>o único que Él exige es un pequeño deseo en la persona de ser curado, volverse a Dios y abrirle las puertas del corazón. La gracia Divina se activa por la oración produciendo la curación. La

84

Page 86: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

sanación se hace de varias maneras: oración <b>imponiendo las manos, oración por sanación interior, etc.: </b><b>La imposición de manos:</b> El Señor entregó a su Iglesia el don de orar imponiendo las manos. Aseguró que se daría la curación imponiendo con fe las manos y orando: “<i>a los que creyeren, los acompañarán estos milagros: en mi nombre lanzarán demonios, hablarán nuevas lenguas, tocarán las serpientes, y si algún licor venenoso bebieren, no les hará daño,<b> impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán curados</b></i>” ( Mc 16,17-18). Así actuaron los apóstoles: "<i>Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo</i>” (Hech 8,17-20).

La imposición de manos debe ir siempre acompañada con oración confiada y ferviente al Padre, para que por medio de Jesucristo nos unja con el poder del Espíritu Santo, nos inunde con su amor, toque al enfermo y le cure. Para un gran número de enfermedades se puede recurrir a la imposición de las manos implorando la gracia de la curación. Así como el Señor concede la ciencia al médico para que pueda curar al enfermo con las medicinas, de la misma manera, y aún más, concede discernimiento espiritual para buscar en el interior de la persona la causa que produce la enfermedad. Cuando la Palabra es pronunciada sobre la enfermedad esta produce un efecto que es incomparable con cualquier otra medicina, ya que libera, desata, destruye el mal y toda causa interior que haya producido la enfermedad. Es necesario pedirle al Señor, el carisma de la imposición de las manos y ejercerlo como Dios manda: sin orgullo, sin vanagloria, sin creer que uno es el que hace la sanación, pues quien cura es el Señor y sólo El. Las manos se imponen sobre la parte afectada orando por breves momentos pidiendo que el dolor se retire, o que el Señor unja la parte afectada con el poder maravilloso del Espíritu Santo.

<b>La sanación interior: S</b>alud interior es la purificación interior del ser humano, para que exista una verdadera armonía entre el cuerpo, el alma y el espíritu. Para lograr esta armonía se requiere que la persona, libre de las ataduras pueda vivir en paz consigo mismo, con los demás, y armonizar con Dios Comunidad. La oración por sanación interior puede llegar a algunas enfermedades designadas como psicosomáticas, es decir, enfermedades del cuerpo causadas por heridas emocionales, por pecados, por el alejamiento de Dios, o por otras dificultades espirituales. La sanación interior puede ser de varios tipos: Sanación de los recuerdos, sanación por el perdón, sanación de la culpabilidad, de traumas ocasionados por la muerte de seres queridos, violaciones, o grandes impresiones. Se trata de abrirse al amor misericordioso del Señor, fuente de donde mana el agua que purifica de toda impurea o suciedad. La plenitud de la purificación interior se da a través del sacramento de la reconciliación. El terapista de la salud interior ayuda a quienes no han podido abrirse al amor misericordioso del Señor en el sacramento y la sanación de sus heridas. Por ello es aconsejable: i<b>nvocar al Señor y alabarle</b>: la alabanza da al ser humano, más confianza y más seguridad para acercarse sin timidez; s<b>e le presenta al Señor el problema:</b> de su vida personal, familiar, el no querer perdonar, sus pecados, recuerdos, resentimientos, culpabilidades, etc.; d<b>ejar al señor que hable</b>, a través de la Palabra para que oriente al paciente. Orar por el problema interior determinado, y a la vez por las enfermedades físicas que se hayan presentado; no dejar pasar un cuadro existencial sin haberlo sanado, liberado, o perdonado, <b>ahí está el secreto de la sanación interior; dar gracias</b> al Señor por la sanación interior y física de la persona. Se puede imponer las manos en la cabeza de la persona por quien se ora, en la columna o en el estómago. El orante terapista debe colocarse junto al Señor Jesús, dejarse acompañar de El y orarle para que le fortalezca y le guíe en su trabajo. Luego sí, dice la siguiente <b>Oración</b> u otra semejante<b>:: </b>Recibe el don del Espíritu Santo con sus gracias, dones, carismas y frutos; Siente el Espíritu Santo que está ingresando a tu corazón, a tu alma, a tu espíritu. Déjalo entrar porque Él quiere llegar hasta la profundidad de tu ser para sanarte. No le cierres el corazón, ni tu mente, no dejes que nada, ni nadie sea obstáculo para tu encuentro con el Señor. Deja que el Espíritu Divino sondee todo tu ser, déjalo entrar para que te produzca la salud interior. Abre todo tu ser y dispón tu corazón para que el Espíritu Santo te envuelva profundamente. Deja que Él sondee y unja tus recuerdos, tus experiencias traumáticas, déjalo que llegue a los momentos más dolorosos de tu vida. Déjalo llegar a tu niñez, a tu juventud, a tu vida de familia, talvez llena de problemas y obstáculos. Abandónate en el poder del Señor, que él te ama, él quiere entrar en ti como luz resplandeciente que quiere destruir toda oscuridad y te quiere liberar de toda atadura. Siente el poder del Espíritu Santo, experimenta sus gracias, su bendición, siente cómo la luz del Espíritu Santo te está lavando, purificando, desatando de toda clase de atadura, enfermedad; siente el resplandor de su luz. Abandónate en la Gloria de Dios y deja que el Señor te bendiga, te purifique y te libere.

85

Page 87: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b>Prosigue:</b> Espíritu Santo, llena e inunda a este hermano N.N que confía en ti, en tu amor, en tu poder, en tu misericordia; que quiere ser sanado interiormente, entra en la profundidad de su ser, cada vez más profundo, llega hasta sus recuerdos más profundos, hasta la causa de sus conflictos, problemas, traumas, emociones; llévalo hasta las raíces más profundas de su problema, de sus dificultades personales, familiares, sociales, religiosas; espíritu santo, sondéalo interiormente, porque tú lo conoces, porque tú lo amas, porque tú, espíritu Santo lo haz guiado desde la experiencia de Fecundación, de desarrollo en el seno materno hasta el día de hoy. Derrama Espíritu Santo, el fuego Divino para que queme todo mal interior, derrama el agua divina para que lave todo mal, úngelo con tu Ungüento Divino para que depure todas sus heridas; limpia toda enfermedad y purifica todo el corazón de este hermano. Gracias Espíritu Santo, porque ya haz llevado a este hermano hasta sus recuerdos más profundos, a sus temores más íntimos, a sus lazos esclavizantes, apegos, preocupaciones, miedos, traumas, complejos, inseguridades que están escondidos en su interior, que subyacen en la profundidad de sus recuerdos y teme recordarlos. Gracias Espíritu Santo porque este hermano va a ser sanado de todo mal y perdonado de todo pecado. Gracias Espíritu Santo porque este hermano ya está experimentando el resplandor de tu luz, porque ya está viviendo tu amor, tu fe, tu poder, tu calor, tu bondad...

A modo de ejemplo, veamos un caso de resentimiento de una mujer hacia otra, que le quitó el marido. La oración de sanación con el perdón, se realiza, colocándose con la otra persona junto a Jesús vivo, amoroso. Se exhorta a la paciente a entregar su problema de resentimiento en la oración, segura que de esa manera se va a sanar. Se empieza la oración mirando a los ojos del Señor y luego a la otra persona: alabando, glorificando, dando gracias al Señor <b>por el amor</b> que le da a esa persona, a mí. Y esto un buen rato hasta que me dé cuenta que lo estoy haciendo de todo corazón. Luego alabo, glorifico, doy gracias al Señor por el amor que me da a mí. Hasta que me dé cuenta que lo estoy haciendo de todo corazón. Le doy gracias, alabo, glorifico al Señor por le perdón que le da al persona, hasta que me dé cuenta que lo hago de todo corazón. Luego le digo a la persona: te perdono con el perdón con que el Señor te perdona y esto hasta que me dé cuenta que lo estoy haciendo de todo corazón. Termino agradeciendo al Señor por su amor, por el amor que ha derramado en nosotros y por haberme dado la gracia de perdonar de corazón.

<b>Sanación de los recuerdos:</b> Generalmente, la sanación de recuerdos, se realiza a través de la regresión, llevando a la persona hasta que se descubra el momento en donde está, incluyendo el año. Se lleva a la persona al estado de la interiorización profunda. Se realiza un recorrido de toda su vida, empezando por el momento en que se inicia en el seno materno, el nacimiento, su infancia, cinco, diez, doce años; adolescencia, juventud, edad adulta, momento actual. Se puede orar, más o menos, de la siguiente manera: Señor, te presento los conflictos internos, que esta persona recuerda en este momento y que aún tiene en su interior: cura Señor, todo problema, libera Señor, todo recuerdo, retira Señor Jesús, todo mal recuerdo del pasado. En este problema concreto, que le ha afectado, Señor, sánala totalmente.

<b> PERDONAR PARA SER LIBRE: </b>Haz unas cuantas respiraciones profundas. Que la inspiración sea más larga y lenta de lo habitual. Mientras dejas salir el aire, siente cómo se afloja la tensión y te relajas. Relaja los hombros…relaja los músculos del cuello.

Ahora, en tu imaginación, lleva las manos a la cabeza, introdúcelas con suavidad, con mucha suavidad dentro de tu mente. Quita de ahí todas las ideas que tienes actualmente sobre lo que significa el perdón. Coloca estas ideas en un lugar seguro, de donde puedas cogerlas de nuevo después nuestros ejercicios espirituales, o antes, si deseas recuperarlas.

Te invito a abrirte a un modo enteramente nuevo de definir el perdón y a trabajar con el en tu vida diaria. Al retirar las ideas que te resultan familiares, creas una apertura que te permitirá más de lleno y con mayor energía a lograr magníficas oportunidades de otorgar el perdón.

86

Page 88: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Conocí a Raúl en un seminario, tres años después de haber sido liberado de un secuestro. Sus captores lo habían encerrado en un armario durante seis meses amarrado con cadenas. Me hablaba con un entusiasmo pleno de ilusiones y de afecto, parecía feliz a pesar de haber soportado una experiencia tan dolorosa y destructiva. - ¿No sientes rabia o rencor contra tus captores? -le pregunté abiertamente-. Me miró, se frotó la cara con las manos y su rostro se ensombreció por un instante. - Recién salí, -respondió con firmeza-, no fue fácil. Mi desesperación y mis rencores eran mi peor tortura, pero un día decidí que ya no quería cargar más las cadenas. - ¿A qué te refieres? -dije intrigado-. - Yo estuve secuestrado con otra persona, -replicó-, nos liberaron al Mismo tiempo. Después me la encontré, rabiosa y amargada, sólo hablaba de su pasado, del daño irreversible que le habían causado, de lo crueles que habían sido, de lo feliz que se sentiría el día en el que se hiciera justicia. Guardó silencio por un instante, como si revisara sus propias reflexiones. - ¿Sabes? -prosiguió después de una pausa-, al ver a esta persona me di cuenta que daba lo mismo que lo hubieran liberado, que su cuerpo estuviera libre, porque él había decidido continuar secuestrado en su mente, en su dolor, en su pasado. Prefería pensar en sus captores, no disfrutaba a su familia, ni de la posibilidad de construir el presente ni el futuro que le dio la vida. - Pero, ¿Cómo se puede olvidar algo tan duro? –seguía interrogando-. -Mis captores me quitaron la libertad, pero no voy a permitir que me quiten mi tranquilidad, si yo continúo alimentando este rencor, les estaré dando mi vida, es cómo si eligiera llevarlos conmigo en cada momento, por el resto de mis días. Ni mis seres queridos ni yo nos merecemos eso, la verdadera venganza será mi felicidad, dejarlos atrás y disfrutar de cada instante de mi vida. Hizo una pausa y miró hacia adelante con una expresión alegre. - Las verdaderas cadenas -concluyó- las tenemos en nuestra mente cuando decidimos continuar apegados al dolor, al resentimiento o al pasado. Eso es peor que un armario oscuro, -dijo con énfasis y prosiguió-, yo prefiero que los míos me recuerden como alguien que supo reacoger la alegría de la vida y no como alguien que se quedó alimentando la rabia y la autocompasión.

¿Cuáles son las cadenas que podrías empezar a soltar ahora? ¿Cuáles son los eventos pasados o presentes que puedes dejar de alimentar con rabia o dolor? En cada momento puedes decidir agravar tu herida o empezar a sanarla para siempre.

<b>Cuando el Odio quiso matar el Amor: </b>Escuché una vez este relato: Cuentan que en la historia del mundo hubo un día terrible en el que el Odio, que es el rey de los malos sentimientos, los defectos y las malas virtudes, convocó a una reunión urgente con todos los sentimientos más oscuros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano. Estos llegaron a la reunión con curiosidad de saber cuál era el propósito. Cuando estuvieron todos habló el Odio y dijo: "Os he reunido aquí a todos porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien". Los asistentes no se extrañaron mucho pues era el Odio que estaba hablando y él siempre quiere matar a alguien, sin embargo, todos se preguntaban entre sí quién sería tan difícil de matar para que el Odio los necesitara a todos. "Quiero que matéis al Amor", dijo. Muchos sonrieron malévolamente pues más de uno quería destruirlo.

El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo: "Yo iré, y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto; provocaré tal discordia y rabia que no lo soportará". Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar el informe del Mal Carácter quedaron decepcionados. "Lo siento, lo intenté todo pero cada vez que yo sembraba una discordia, el Amor la superaba y salía adelante".

Fue entonces cuando, muy diligente, se ofreció la Ambición que haciendo alarde de su poder dijo: "En vista de que el Mal Carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y por el poder. Eso nunca lo ignorará". Y empezó la Ambición el ataque hacia su víctima quien efectivamente cayó herida y la adoró en sus ídolos, que son una tentación constante, y una causa frecuente del alejamiento del amor verdadero. Muchos ídolos se levantan muy bien construidos y refinados que se presentan bajo capa de “progreso” o que proporcionan más material bienestar, más placer, más comodidad...: su Dios es el vientre, y su gloria la propia vergüenza, pues ponen el corazón en las cosas

87

Page 89: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

terrenas, como dice San Pablo en su Carta a los Filipenses, y es aplicable a la idolatría moderna, a la que se ven tentados tantos, olvidando el tesoro auténtico, la riqueza del amor. Pero, después de luchar por salir adelante, el Amor renunció a todo deseo desbordado de poder y triunfó de nuevo.

Furioso el Odio por el fracaso de la Ambición envió a los Celos, quienes burlones y perversos inventaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar el amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas. Pero el Amor confundido lloró y pensó que no quería morir, y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos, y los venció. Año tras año, el Odio siguió en su lucha enviando a sus más hirientes compañeros, envió a la Frialdad, al Egoísmo, la Indiferencia, la Pobreza, la Enfermedad y a muchos otros que fracasaron siempre, porque cuando el Amor se sentía desfallecer tomaba de nuevo fuerza y todo lo superaba. Cuando venían las Desgracias parecía sucumbir, pues como decía Claudio de Colombiere los golpes imprevistos no permiten muchas veces que uno aproveche de ellos, a causa del abatimiento y turbación que levantan en el alma; mas con un poquito de paciencia, se ve como Dios dispone a recibir gracias muy grandes precisamente por aquel medio. Sin tales percances tal vez no habría sido el amor del todo malo, pero tampoco del todo bueno.

El Odio, convencido de que el Amor era invencible, les dijo a los demás: "No podemos hacer nada más... El Amor ha soportado todo, llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos”. De pronto, de un rincón del salón se levantó alguien poco reconocido, que vestía todo de negro y con un sombrero gigante que caía sobre su rostro y no lo dejaba ver, su aspecto era fúnebre como el de la muerte. "Yo mataré el Amor”, dijo con seguridad. Todos se preguntaron quién era ese que pretendía hacer solo, lo que ninguno había podido. El Odio dijo: "Ve y hazlo".

Tan sólo había pasado algún tiempo cuando el Odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos para comunicarles después que, de mucho esperar, por fin el Amor había muerto. Todos estaban felices, pero sorprendidos. Entonces el sentimiento del sombrero negro habló: "Ahí os entrego el Amor totalmente muerto y destrozado", y sin decir más ya se iba. "Espera", dijo el Odio, "en tan poco tiempo lo eliminaste por completo, lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo para vivir. ¿Quién eres?" El sentimiento levantó por primera vez su horrible rostro y dijo: "soy La Rutina."

La rutina es ausencia de amor, monotonía, y “la monotonía es falta de energía” (dice la cantante Laura Pausini), significa que está ya muerto el amor. El amor es un fuego al que hay que echar cada día cosas nuevas: "Los pequeños actos de cortesía endulzan la vida, los grandes la ennoblecen" (Karina Valenzuela). En la batalla del amor frente al odio, hay que cuidar las cosas pequeñas que son -en frase de la Escritura- las que si faltan dejan paso a las pequeñas raposas que destrozan el campo de ese amor. La dejadez, el abandono de los detalles, produce el desmoronarse de todo el amor: “Será que la rutina ha sido más fuerte” (canta el grupo “Ella baila sola”). En los pequeños detalles es donde se libra la batalla del odio contra el amor: el amor alienta, el odio abate; y tomo de Mauricio Fornos algunos de los campos en los que se libra esta batalla: el amor sonríe, el odio gruñe; el amor atrae, el odio rechaza; el amor confía, el odio sospecha; el amor enternece, el odio enardece; el amor canta, el odio espanta; el amor tranquiliza, el odio altera; el amor guarda silencio, el odio vocifera; el amor edifica, el odio destruye; el amor siembra, el odio arranca; el amor espera, el odio desespera; el amor consuela, el odio exaspera; el amor suaviza, el odio irrita; el amor aclara, el odio confunde; el amor perdona, el odio intriga; el amor vivifica, el odio mata; el amor es dulce; el odio es amargo; el amor es pacífico; el odio es explosivo; el amor es veraz, el odio es mentiroso; el amor es luminoso, el odio es tenebroso; el amor es humilde, el odio es altanero; el amor es sumiso, el odio es jactancioso; el amor es manso, el odio es belicoso; el amor es espiritual, el odio es carnal. El amor es sublime, el odio es triste

88

Page 90: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<b> Carta de una joven religiosa desde la trágica Bosnia: </b>«Soy Lucy, una de las jóvenes religiosas que ha sido violada por los soldados serbios. Le escribo, Madre, después de lo que nos ha sucedido a mis hermanas Tatiana, Sandria y a mí. Permítame no entrar en detalles del hecho.

Hay en la vida experiencias tan atroces, que no pueden contarse a nadie más que a Dios, a cuyo servicio, hace apenas un año me consagré. Mi drama no es tanto la humillación que padecí como mujer, ni la ofensa incurable hecha a mi vocación de consagrada, sino la dificultad de incorporar a mi Fe un evento que ciertamente forma parte de la misteriosa voluntad de Aquel, a quien siempre consideraré mi Esposo Divino. Hacía pocos días que había leído «Diálogo de Carmelitas», y espontáneamente pedí al Señor la gracia de poder yo también morir mártir. Dios me tomó la palabra, pero, ¡de qué manera!

Ahora me encuentro en una angustiosa oscuridad interior. El ha destruido el proyecto de mi vida, que consideraba definitivo y exaltante para mí y me ha introducido imprevistamente en un nuevo designio suyo que, en este momento me siento incapaz de descubrir. Cuando adolescente escribí en mi Diario: «Nada es mío, yo no soy de nadie, nadie me pertenece». Alguien, en cambio, me apresó una noche, que jamás quisiera recordar, me arrancó de mí misma, queriendo hacerme suya... Era ya día cuando desperté y mi primer pensamiento fue el de la agonía de Cristo en el huerto.

Dentro de mí se desencadenó una lucha terrible. Me preguntaba por qué Dios permitió que yo fuese desgarrada, destruida precisamente en lo que era la razón de mi vida, pero, también me preguntaba a qué nueva vocación El quería llamarme. Me levanté con esfuerzo y mientras ayudada por Sor Josefina me enderezaba, me llegó el sonido de la campana del convento de las Agustinas, cercano al nuestro, que llamaba a la oración de las nueve de la mañana. Me hice la señal de la cruz y recité mentalmente el himno litúrgico: «En esta hora sobre el Gólgota, Cristo, verdadero Cordero Pascual, paga el rescate de nuestra salvación”. ¿Qué es Madre, mi sufrimiento y la ofensa recibida, comparados con el sufrimiento y la ofensa de Aquel por quien había jurado mil veces dar la vida? Entonces, dije despacio, muy despacio: «Que se cumpla tu voluntad, sobre todo ahora que no tengo dónde aferrarme y que mi única certeza es saber que Tú, Señor, estás conmigo!»

Madre, les escribo no para buscar consuelo, sino para que me ayude a dar gracias a Dios por haberme asociado a millares de compatriotas ofendidas en su honor y obligadas a una maternidad indeseada. Mi humillación se añade a la de ellas, y, porque no tengo otra cosa que ofrecer en expiación por los pecados cometidos por los anónimos violadores y para reconciliación de las dos enemigas etnias, acepto la deshonra sufrida y la entrego a la misericordia de Dios. No se sorprenda, Madre, si le pido que comparta conmigo un “gracias” que podría parecer absurdo. En estos meses he llorado un mar de lágrimas por mis dos hermanos asesinados por los mismos agresores que van aterrorizando nuestras ciudades, y pensaba que no podría sufrir más de eso, tan lejos estaba de imaginar lo que me habría de suceder! A diario llamaban a la puerta de nuestro convento centenares de criaturas hambrientas; tiritando de frío, con la desesperación en los ojos.

Hace unas semanas un muchacho de 18 años me dijo: « Dichosas ustedes que han elegido un lugar donde la maldad no puede entrar». El chico tenía en la mano el rosario de las alabanzas del

89

Page 91: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Profeta. Y añadió en voz baja: «Ustedes no sabrán nunca lo que es la deshonra ». Pensé largamente sobre ello y me convencí de que había una parte secreta del dolor de mi gente que se me escapaba y casi me avergoncé de haber sido excluida. Ahora soy una de ellas, una de las tantas mujeres anónimas de mi pueblo, con el cuerpo devastado y el alma saqueada.

El Señor me admitió a su misterio de vergüenza. Es más, a mí, religiosa, me concedió el privilegio de conocer hasta el fondo la fuerza diabólica del mal. Sé que de hoy en adelante, las palabras de ánimo y de consuelo que podré arrancar de mi pobre corazón, ciertamente serán creíbles, porque mi historia es su historia, y mi resignación, -sostenida por la fe-, podrá servir, sino de ejemplo, por lo menos de referencia para sus reacciones morales y afectivas. Basta un signo, una vocecita, una señal fraterna para poner en movimiento la esperanza de tantas criaturas desconocidas. Dios me ha elegido, “que él me perdone esta presunción”, para guiar a las más humilladas de mi pueblo hacia un alba de redención y de libertad. Ya no podrán dudar de la sinceridad de mis palabras, porque vengo, como ellas, de la frontera del envilecimiento y la profanación. Recuerdo que cuando frecuentaba en Roma la Universidad «Auxilium» para la Licenciatura en Letras, una anciana eslava, profesora de literatura, me recitaba estos versos del poeta Alexej Mislovic: «Tú no debes morir porque has elegido estar de la parte del día».

La noche, en que por horas y horas fui destrozada por los serbios, me repetía estos versos, que los sentía como un bálsamo para el alma, enloquecida ya casi por la desesperación. Ahora ya todo pasó, y al volver hacia atrás, tengo la impresión de haber sufrido una terrible pesadilla. Todo ha pasado, Madre, pero, todo empieza. En su llamado telefónico, después de sus palabras de aliento, que le agradeceré toda la vida, Usted me hizo una pregunta concreta: “¿Qué harás de la vida que te han impuesto en tu seno?» Sentí que su voz temblaba al hacerme esa pregunta, pregunta a la que no creí oportuno responder de inmediato, no porque no hubiese reflexionado sobre el camino a seguir, sino para no turbar sus eventuales proyectos con respecto a mí. Yo, ya decidí. Seré madre. El niño será mío y de nadie más. Sé que podría confiarlo a otras personas, pero, él, «aunque yo no lo quería ni lo esperaba» tiene el derecho a mi amor de madre. No se puede arrancar una planta con sus raíces. El grano de trigo caído en el surco tiene necesidad de crecer allí, donde el misterioso, aunque inicuo sembrador lo echó para crecer. Realizaré mi vocación de otra manera. Nada pediré a mi congregación que me ha dado ya todo. Estoy muy agradecida por la fraterna solidaridad de las Hermanas, que en este tiempo me han llenado de delicadezas y atenciones, y particularmente por no haberme importunado con preguntas indiscretas. Me iré con mi hijo. No sé adónde, pero, Dios que rompió de improviso mi mayor alegría, me indicará el camino a recorrer para hacer su voluntad. Volveré pobre, retornaré al viejo delantal y a los zuecos que usan las mujeres los días de trabajo y me iré con mi madre a recoger en nuestros bosques la resina de la corteza de los árboles. (...). Alguien tiene que empezar a romper la cadena de odio que destruye desde siempre nuestros países. Por eso, al hijo que vendrá le enseñaré sólo el amor. Este mi hijo, nacido de la violencia, testimoniará junto a mí, que la única grandeza que honra al ser humano es la del perdón. Afectuosísimamente,

Lucy Vertrusc»

<b>Ejercicio 13º: Ver a Dios en la naturaleza: </b>Retírate con tu imaginación a cualquier lugar propicio y crea un clima de silencio y alabanza; una iglesia silenciosa, una terraza bajo un cielo estrellado, la playa, la cima de una montaña, la orilla de un río, un lugar donde haya abundantes árboles de pino.

90

Page 92: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

<i>Imagina la naturaleza alrededor, árboles, pájaros, animales, el cielo, la montaña…Contempla la naturaleza y absorbe el silencio que ella transmite…Experimenta la naturaleza en movimiento: el frescor de la mañana, el calor del medio día, los colores del poniente, la oscuridad de la noche, las estrellas, la luna… Pregunta a la naturaleza, a los árboles, a los pájaros, al río, a la montaña, a las estrellas, si tienen algún mensaje para darte. Pregunta, sobre todo, a las personas si tienen algo que decirte. “<b>Oh valles y espesuras/ plantadas por la mano del Amado,/ decid si por vosotras ha pasado</b>”… Pregunta también al Señor lo que tiene que decirte por medio de la naturaleza. Espera la respuesta de Dios. Puede ser una palabra, una frase, un silencio… Piensa: a través de tus ojos Dios contempla la belleza de la creación. Invita al Señor a mirar a través de tus ojos las cosas más bellas que El ha creado. Si te inspiras en la Biblia, invita a la creación a glorificar al Señor con el cántico de Daniel (3,52-90).

</i>Ahora elige en el bosque un pino, será un pino con la bandera de Colombia, y le dices al Señor: “quiero ser tu pino, Señor, con las ramas verdes y frescas, alimentado siempre por la sabia de tu vida divina, apoyado en una cruz de madera, símbolo de tu crucifixión y muerte; me sostendré muy derecho y no caeré ante las dificultades y crisis de la vida, ya que mi soporte está en Ti y no en mí mismo. Como un reflejo tuyo mi forma será triangular, signo de tu Santísima Trinidad; y si una rama sobresale demasiado, hazme sensible para cortarla a tiempo para que sea menos doloroso.

Empezaré desde hoy a limpiar todo musgo o heno que tengan el tronco y las ramas; a quitarme todo lo que me estorba: el egoísmo, el orgullo, la soberbia, la envidia, los rencores, la incomprensión, que como parásitos crecen sin que me dé cuenta. Como un recuerdo de todas las estrellas que brillaron en la noche bendita en que Tú naciste, me llenaré de colores y luces para reflejar a los demás la alegría de tu venida al mundo y de tu presencia en él.

Escogeré <b>el color amarillo</b>, el más brillante, para que represente mis alabanzas. Por el sol que sale cada día, por las estrellas, los atardeceres, por todas las maravillas del mundo que tu has creado para nosotros, Padre querido. Continuaré con <b>el color azul</b>, para simbolizar el perdón que te pido para entregarlo. Porque no siempre he sabido serte fiel, porque no sé perdonar, porque evado la luz y prefiero ser tinieblas. Perdón, Señor, porque conociéndote, no doy testimonio de ti. También pondré <b>el color rojo</b>, que representa mi oración. Te alabaré por ser quien eres; te pido por mi familia: que reines siempre Tú y seas el centro de ella. Dame, Señor, lo que Tú sabes que necesito y no sé pedirte: paciencia, humildad y prudencia para no herir jamás a nadie. Por último, el color blanco para decirte: gracias por tanto como he recibido de Ti; porque me has dado salud, alegría y satisfacciones. Gracias, también, por las enfermedades, las penas y los sufrimientos. Gracias porque me acercas más íntimamente a Ti.

Y en lo más alto, con luz muy intensa, pondré una estrella que me ilumine siempre, será mi fe. Te pido, Señor, una fe madura, inquebrantable, siempre en aumento y que se alimente de tu Eucaristía y de tu Palabra. Una fe que, pro eso, brillará, para que todo aquel que se acerque a mí sienta tu Presencia, te vea. Dame, Señor, la alegría de permanecer siempre unido a Ti.

Pata terminar: <i>Recibe al Señor en tus aspiraciones; entrégate de nuevo a Él en tus expiraciones. Siente la paz que te da, descansando en su Presencia, que inunda todo tu ser. Agradece el amor con que te ha inundado.</i>

<b>Ejercicio 14: Visualización de Perdón: </b><b>Dentro de la escuela de la vida, el perdón es una de las materias más difíciles de aprender</b>. Pensamos que guardar rencor es más fácil y más seguro, ya

91

Page 93: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

que esto impide que las personas que en algún momento nos hicieron daño, nos vuelvan a lastimar. Nada más lejos de la verdad.

Tenemos que ser conscientes que el perdonar nos hace libres, nos quita la carga. <b>Recordemos que la energía acumulada en nuestro organismo por el rencor, baja nuestras defensas desencadenando enfermedades</b> que, de manera gradual, pueden causarnos hasta la muerte, como por ejemplo el cáncer.

<b>Sólo basta perdonar para darnos la oportunidad de vivir en libertad. No es necesario que la persona a la que perdonamos se entere</b>. Tampoco tenemos que reiniciar la relación si no lo deseamos. Tampoco se trata de olvidar. El perdón nos sirve para que este tipo de recuerdos no nos dañe más, para que ya no nos duelan. <b>El perdón es para el bien de la persona que perdona.

Antes de perdonar a los demás, aprender a perdonarte a ti mismo</b>. Necesitamos dejar de atormentarnos por lo que hicimos o dejamos de hacer. Visualiza que eliminas la culpabilidad de tu esquema de vida y en su lugar sacas provecho de tus errores aprendiendo de ellos y no volviéndolos a cometer. Visualízate perdonando y mírate eligiendo actuar mediante la compasión, la comprensión y la ausencia de juicios.

<b>

Ejercicio 15 Visualización de un enfado: </b>Ahora haz una pausa de unos dos minutos y piensa en una ocasión en que te hayan hecho enfadar.

¿Cómo te sentías? ¿Cómo te sientes? Si en estos momentos la cólera te invade, toma conciencia de cómo te sientes.

Respira hondo, despacio y adéntrate en tus sentimientos. ¿qué ves debajo de tu rabia? ¿Ves miedo? ¿Tristeza? ¿Inseguridad? ¿Desamparo? ¿Impotencia? ¿Sientes que te han herido o que te han abandonado?

¿Tienes una sensación de desilusión ante expectativas no satisfechas o sueños normalizados?

Mira aún más profundamente. Bajo ese miedo, esa frustración y/o esa tristeza, ¿hay un ruego a alguien de que te preste atención, de que te escuche?

¡Hay una petición, consciente o inconsciente, de respeto, reconocimiento, interés o amor, petición de perdón? Entrégate al ES y pídele que te regale el perdón que necesitas dar a tu hermano. Agradece y adora a la Comunidad divina del Padre del Hijo y del Espíritu Santo.

Ejercicio16: los ruidos agresivos

<b>Los ruidos tan comunes y agresivos en nuestra sociedad constituyen un peligro serio para la salud psíquica y física. Silos percibimos como intrusos, enemigos de nuestra paz y tranquilidad, nos crean graves tensiones. Además, pueden provocar rencores muy profundos cuando los asociamos a ciertas personas o partes de nuestra sociedad. Para vivir en paz y proteger la salud es preciso reconciliarse con ellos. Gracias al perdón y la reconciliación podemos cambiar nuestra actitud hacia los ruidos; y de ese modo reducir las tensiones y poner fin a los rencores y resistencias. Tal es el objetivo del siguiente ejercicio.: </b>Concentra tu atención por un momento en los ruidos que más te molestan. A través de ellos puedes llegar a ser fuerte: la sociedad que te rodea, la fábrica, la discoteca, los jóvenes y su música a todo sonido, al escuela, el niño que llora, esa persona que grita. Ponte en su lugar y trata de comprender a esas personas. Ora al Señor de esta manera o parecida: “Jesús, dame tu amor y tu comprensión hacia esa o esas personas; crea en mí tu silencio y tu paz”. Desde Jesús ofrece el perdón y la paz a la sociedad que te rodea, a las personas, a los ruidos, a las circunstancias.

92

Page 94: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

Con los ojos cerrados y oídos bien alerta, dedica un rato a captar todos los sonidos y ruidos que llegan hasta ti: suaves, fuertes, próximos, lejanos. Vete percibiendo todos esos ruidos sin resistirlos, sin crisparte, con gran paz. Déjalos que te visiten como amigos, que te acaricien o rocen ligeramente. Tómalos como parte de algunos de los hijos de Dios, que acaso ni piensan en Él. Ruidos y sonidos alaben al Señor. Pero no los retengas en tu mente. Déjalos ir como han venido, sin esfuerzo, sin preocuparte de ellos.

Concéntrate en tu propia respiración, atento sólo al aire que penetra tus pulmones. Es un símbolo del Espíritu de Dios, que va penetrando todo tu ser. Con cada respiración repite mentalmente: ¡Ven, Espíritu de paz, inunda mi ser!

<b>Ejercicio 17: el embotellamiento: </b>Imagínate que vas de camino a una reunión importante y te encuentras con un embotellamiento del tráfico. Comienzas a preocuparte, sientes que te viene dolor de cabeza, que se te van poniendo los hombros tensos, y piensas en las peores consecuencias de retraso.

Ahora, imagina durante un momento que estás allí en tu asiento del carro como un manojo de nervios y te das cuenta de que tu ansiedad no hace avanzar más de prisa al carro que tiene delante ni al que está detrás.

Respira hondo y suelta el aire. Te dices: “relájate”. Sientes cierto alivio. Decides que cuando llegues a la reunión sencillamente explicarás lo que te ha sucedido.

Ahora sintoniza tu emisora favorita. Te recuerdas de nuevo que tienes una opción en la forma de reaccionar ante esa situación y vuelves a afirmar que puedes relajarte.

Haces otra honda inspiración. Te echas hacia atrás en el asiento, respiras profundamente y disfrutas de la oportunidad de estar a solas.

Ejercicio 18: PERDONAR, SANAR, RESTAURAR, RENOVAR…

"El mayor espectáculo del mundo es ver un hombre esforzado luchando solo contra la adversidad; pero hay uno todavía más sorprendente y es el ver a otro hombre lanzarse en su ayuda sin que este se lo pida"

Valores humanos: viviendo la sobriedad

Vivir la sobriedad nos permite controlar nuestros deseos e impulsos, sin embargo no siempre es fácil saber aplicar este valor en la vida ordinaria.

Porque existen recuerdos, situaciones, acontecimientos, personas, que más que huellas han dejado heridas en el alma y se convierten en la piedra en el zapato que no nos deja avanzar puesto que duele y lastima cada vez que intentamos caminar. Por esto urge, es necesario aprender a perdonar…

Y el perdón... es la medicina que sana el dolor del alma, es el sentimiento que devuelve la esperanza, es el milagro que renueva o restaura, es la magia que nos permite recordar sin sufrir, y muchas veces olvidar aquello que tanto nos hizo llorar, nos robó la fe en el amor, en la amistad, en Dios, en uno mismo, en los demás.

<b>Perdonar: </b>Por ello debemos aprender a Perdonar; quizás a Dios, no porque haya hecho algo mal… sino por aquello por lo que lo hemos culpado: enfermedades, accidentes, consecuencias de los errores de la humanidad, infertilidad, hijos con características no esperadas, abundancias o carencias, inconformidades propias que nos impiden encontrar la paz. Hacemos de nuestra oración un muro de lamentos, nos alejamos de El porque no logramos entender o discernir cuál es su voluntad, le culpamos de los errores de otros…

<b>Sanar: </b>Para poder renovar nuestro interior, es preciso liberar de toda culpa a Dios, aprender a descubrir y experimentar su inmenso amor y encontrar en él la sanación interior…

Hay casos en los que nos cuesta reconocer, que es a nosotros mismos a los que debemos perdonar; porque nos culpamos de muchas de las cosas que pasan a nuestro alrededor, juzgamos muy severamente nuestros errores, nos atormentamos por lo que dejamos de hacer o hicimos mal; divorcios, muertes, separaciones,

93

Page 95: LA TERAPIA DEL PERDÓN - Fray Nelsonfraynelson.com/imprenta/ejercicios_sobre_el_perdon.doc · Web viewEn el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar

palabras dichas y otras que no se dijeron, flores marchitas, historias de amor y amistad que no lograron terminar de escribirse o que tuvieron un triste final… y nos quedamos estancados en el pasado sin poder avanzar; negándonos la oportunidad de empezar de nuevo, liberarnos, restaurar, renovar…

Perdonarnos, es ser capaces de aceptar e indultar nuestra propia humanidad; pasar la hoja, atrevernos a escribir un nuevo capítulo de nuestra historia personal.

Para encontrar la paz del alma, hace falta perdonar también a los demás; la palabra que dolió, la traición que golpeó, la acción que la vida destrozó, el abandono que dejó vacíos internos, la omisión, la indiferencia, los acosos, el cansancio, la fragilidad humana del otro que tanto hirió, que robó La fe, la esperanza de creer en el amor, en la amistad, aún en el mismo perdón…

Perdonar al otro es liberarnos de sentimientos que causan mucho más dolor; porque nos encasillan en hechos que ya pasaron, en tormentas que cesaron, en diluvios y terremotos que aunque arrasaron con lo mejor de nosotros mismos, no todo se lo han robado; porque mientras nuestro corazón siga latiendo, tenemos la oportunidad de seguir viviendo, restaurando lo que está destruido, renovar el corazón herido, devolviendo la fe y la paz que se había perdido…

<b>Restaurar: </b>El perdón sale de nosotros mismos, de nuestra capacidad de amar, de volver a empezar… El aprender a perdonar surge de esa experiencia que tengamos del Amigazo Dios que nos enseñó a perdonar, saldando El mismo todas nuestras deudas, liberándonos de toda culpa, regalándonos la nueva vida en el amor que a diario nos manifiesta, en esa cruz, que más que condenarnos nos redime y nos libera…

Perdonar es empezar de nuevo, amar con tanta intensidad que hagamos del perdón el milagro que restaure nuestra vida, le devuelva la paz y la esperanza perdida; y nos llene de fuerza y fe para hacer nuestros sueños realidad….

<b>Renovar: </b>Por ello, revisa tu interior y piensa: ¿Qué te hace falta perdonar? ¿Qué te impide avanzar?... ¿Estás listo para empezar de nuevo, reparar, restaurar, renovar?...Solo Dios nos da esa capacidad de perdonar; de El recibimos y aprendemos el perdón que le devuelve la paz al corazón… Cada día en nuestra oración repetimos: Perdónanos como perdonamos… Digámosle también, enséñanos a perdonar como Tu nos has perdonado…

94