la subjetividad del topo y la serpiente

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“Los anillos de una serpiente son más complicados que los de una topera” -Deleuze Gilles DEL TOPO Asistimos al funeral del topo. En el silencio de las utopías propio del capitalismo tardío acompañamos su desgracia. Propongo que nos interroguemos acerca de las condiciones de su muerte. El deseo de justicia motorizará nuestra búsqueda. ¿Por qué callar ante su ausencia? ¿Acaso la serpiente se encargó de borrar toda prueba posible de su acometido? ¿O aún más, de algún modo colaboramos en alimentar a la serpiente? Sería escalofriante aceptar nuestra complicidad asesina. Quizás la pretendida legitimación del topo nos suponga ciertas responsabilidades colectivas; y aun a riesgo de asignar culpabilidades efímeras nos pronunciaremos frente a su desaparición. En materia de desaparecidos no será simple eludir el eco de nuestro pensamiento que sostiene hasta el hartazgo aquella frase de Videla: "¿Qué es un desaparecido? En cuanto éste como tal, es una incógnita el desaparecido. Si reapareciera tendría un tratamiento X, y si la desaparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento tendría un tratamiento Z. Pero mientras sea desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita, es un desaparecido, no tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo, está desaparecido." 1 El topo no es incógnita, el topo es certeza. ¿Cuál sería entonces la Z del topo? Este funeral no tiene flores, no tiene lápida, no tiene nombre. Es un funeral en suspenso, me arriesgaría a aventurar en una suerte de duelo 1 La frase fue pronunciada por el dictador Rafael Videla ante la televisión argentina en 1985, en respuesta a los familiares de las víctimas del gobierno militar. 1

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Page 1: La Subjetividad Del Topo y La Serpiente

“Los anillos de una serpiente son más complicados que los de una topera”

-Deleuze Gilles

DEL TOPO

Asistimos al funeral del topo. En el silencio de las utopías propio del capitalismo tardío acompañamos su

desgracia. Propongo que nos interroguemos acerca de las condiciones de su muerte. El deseo de justicia

motorizará nuestra búsqueda. ¿Por qué callar ante su ausencia? ¿Acaso la serpiente se encargó de borrar toda

prueba posible de su acometido? ¿O aún más, de algún modo colaboramos en alimentar a la serpiente? Sería

escalofriante aceptar nuestra complicidad asesina. Quizás la pretendida legitimación del topo nos suponga

ciertas responsabilidades colectivas; y aun a riesgo de asignar culpabilidades efímeras nos pronunciaremos

frente a su desaparición. En materia de desaparecidos no será simple eludir el eco de nuestro pensamiento que

sostiene hasta el hartazgo aquella frase de Videla:

"¿Qué es un desaparecido? En cuanto éste como tal, es una incógnita el desaparecido. Si reapareciera tendría un

tratamiento X, y si la desaparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento tendría un tratamiento Z. Pero

mientras sea desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita, es un desaparecido, no

tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo, está desaparecido."1

El topo no es incógnita, el topo es certeza. ¿Cuál sería entonces la Z del topo? Este funeral no tiene flores, no

tiene lápida, no tiene nombre. Es un funeral en suspenso, me arriesgaría a aventurar en una suerte de duelo

eterno, patologizado en melancolía. De ahora en más mencionaremos al (topo) entre paréntesis con el cual

daremos cuenta de su tratamiento suspensivo. La incógnita es propia del discurso terrorista que aborrece la

certeza del (topo). La certeza del (topo) es condición de su existencia.2 Consiste en un saber hacer en el mundo,

con el mundo y para el mundo testimoniada en su trabajo. Démosle ahora provisoriamente una identidad al

(topo). El “viejo topo”3 caracterizado por Marx corresponde al sujeto moderno, aquel que empujaba la historia a

1 La frase fue pronunciada por el dictador Rafael Videla ante la televisión argentina en 1985, en respuesta a los familiares de las víctimas del gobierno militar.2La certeza en el pensamiento es la condición de existencia del sujeto cartesiano. Descartes plantea en su máxima “pienso, luego existo” el lugar del pensamiento como aquello que no engaña en contraposición a los sentidos como el lugar de la duda. Al respecto consultar Discurso del método (1637).3 La figura del topo es una metáfora de William Shakespeare tomada de Hamlet (1601). Al respecto Marx afirma en El 18 Brumario de Luis Bonaparte (1852): “Y cuando la revolución haya llevado a cabo esta segunda parte de su labor preliminar, Europa se levantará, y gritará jubilosa: ¡Bien has cavado, viejo topo!”.

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través de la construcción activa de sus túneles subterráneos, y que comprendiera el momento justo de su arribo

a la superficie en la antítesis hegeliana4; en las conflictivas inherentes a los tumultuosos terremotos de las

contradicciones en el tiempo. En el presente sólo quedan los vestigios de su disciplinada topera. Allí se

encuentran todavía aquellas largas y robustas galerías en las profundidades de los sentidos, de las palabras y de

las razones a la espera de alguna visita ocasional, irrisoria o pasajera donde el (topo) soliera antaño ocultarse de

la serpiente.

Nos han arrebatado las certezas, pero algunos todavía las buscamos con pañuelos blancos atados al cuello.

¿Dónde están los padres y los hermanos del (topo)? El deseo por la identidad del (topo) caracteriza en el

presente nuestros reclamos colectivos.

No obstante preguntémonos ahora si en algún momento el (topo) estuvo realmente seguro de sí mismo, de su

propia existencia. Si lo del (topo) no se trató más que de la simple aventura de cavar en los abismos de la

soledad, arriesgándose en una experiencia a la vez angustiosa y reconfortante de avanzar bordeando los límites

de lo posible en la dialéctica de las incógnitas y certezas. Al respecto Percia sostiene:

Durante los últimos tres siglos, la angustia fue escuela del sinsentido de la existencia humana y de la sensibilidad

impugnadora. La Ilustración podría pensarse como experiencia pedagógica de la angustia orientada por la razón,

las filosofías (Spinoza, Kierkegaard, Nietzsche, Heidegger) como recepciones de la angustia en tanto afección de

la condición humana, el romanticismo como educación sentimental de la protesta. Los angustiados de entonces

no eran neuróticos sino inconformistas: enamorados, filósofos, locos, intelectuales, artistas, revolucionarios.5

Podríamos entonces afirmar que el viejo (topo) sólo fue un brillante alumno de la escuela de la angustia recibido

con diploma de honor, y doctorado en la facultad del inconformismo de la existencia humana. Tal vez el (topo)

se caracterizó por la osadía de ir al encuentro de la angustia, y habitarla desde la inconformidad que motorizó el

deseo por ser protagonista de su historia.

Otras voces dirán que el (topo) no fue precisamente un valiente. Que se ocultaba en la madriguera por cobardía.

Según Deleuze el (topo) es el animal de encierro que caracteriza a las sociedades disciplinadas. Quizás dicho

encierro se deba al afán seudo-religioso con el cual el (topo) defendía sus causas. Nadie se atrevió a

4 La antítesis hegeliana corresponde al segundo momento dialéctico planteado por Hegel en Fenomenología del Espíritu (1807). En el primer momento la tesis corresponde a la naturaleza, la sustancia, lo dado. El hombre transforma lo natural dado a partir de la acción negatriz con su ser de hombre, y se introduce así en el devenir histórico. La síntesis corresponde al tercer momento dialéctico que se alcanza al final de la historia en el saber absoluto que reúne a los opuestos. Marx retoma este planteo en la elaboración del materialismo histórico por el cual la historia no es más que la historia de la lucha de clases. La clave de la historia está en el conflicto, en las rebeliones y revoluciones. Las contradicciones dentro del sistema capitalista son el motor del cambio acentuando así el segundo momento de la dialéctica hegeliana. 5 Percia (2010) La angustia como afección anticapitalista. Biblioteca T y Técnica de Grupos II

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contradecirlo. En algún momento se cerró al diálogo, al intercambio y ya no se entregó a la palabra ni a la

angustia. El (topo) envejecido y cansado se refugió en la comodidad de algunas de sus razones y dejó de cavar.

Nos resta ahora preguntarnos si en verdad fue un asesinato. ¿O acaso el (topo) se entregó sin reservas a la

experiencia de un destino fatal, inconmovible y violento? Sospechamos que la serpiente controladora le dio

muerte, y en su vientre se arrastran ondulantes los restos del (topo) en la superficie.

DE LA SERPIENTE

“(…) La disciplina siempre se remitió a monedas moldeadas que encerraban oro como número patrón, mientras

que el control refiere a intercambios flotantes, modulaciones que hacen intervenir como cifra un porcentaje de

diferentes monedas de muestra. El viejo topo monetario es el animal de los lugares de encierro, pero la serpiente

es el de las sociedades de control. Hemos pasado de un animal a otro, del topo a la serpiente, en el régimen en el

que vivimos, pero también en nuestra forma de vivir y en nuestras relaciones con los demás”6

- Deleuze Gilles

Asistimos al alumbramiento de la serpiente. Con propósitos siniestros ha sido engendrada en nuestro tiempo. Su

veneno aterroriza ante la amenaza de una rápida e inminente agonía. ¿Cuál será el antídoto para el veneno?

Propongo encomendarnos en la fabricación de alguno, si acaso dicha fabricación fuera posible. Empero

cualquier antídoto precisa una pequeña dosis del veneno. ¿Será posible liberar por completo nuestro organismo

de sus estragos tóxicos? Precisemos entonces de qué se trata. Sus efectos ya los hemos mencionado, consiste en

el arrasamiento subjetivo, en el despojo de las garantías del sujeto. No hay más refugios seguros que nos

resguarden, no hay más lugares para esconderse de la serpiente. La madriguera del (topo) ha sido destruida. 7

Cual indigentes con escasos recursos simbólicos transitamos las calles sin rumbo fijo. Tal vez pidiendo limosnas

en las plazas o estaciones de trenes, acostumbrados a la indiferencia del mundo. Nadie responderá por

nosotros, nadie vendrá a buscarnos ante la enfermedad o la muerte. El lazo social se debilitó, los vínculos se

desgarraron y fragmentaron por causa del veneno.

6 Deleuze, Gilles (1990) Posdata para las sociedades de control. En El Lenguaje Libertario. Antología del Pensamiento7 La idea de perspectivismo nietzscheno resumida en la sentencia “No hay hechos, sino interpretaciones” pueda quizás ser útil para seguir pensando la figura de la serpiente. Desde este punto no existirían verdades universales, sólo interpretaciones subjetivas. Al respecto consultar: NIETZSCHE, F. (1901) “La voluntad de poder”, EDAF, Madrid, 2000. Pág. 476.

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Los efectos de la serpiente dieron lugar a una nueva raza y cultura, a la cual llamaremos envenenados. Mientras

que algunos buscamos desesperadamente algún antídoto que tranquilice nuestra existencia al desnudo, otros

sin embargo se han vuelto adictos al veneno. De vez en cuando la serpiente aqueja a los envenenados, para

quienes la mayor parte del tiempo permanece inadvertida. Siseante y escurridiza se desvanece ante nuestros

ojos, la astucia de la serpiente consiste en ocultarse en sus nidos. Quizás de eso se traten los sofisticados

medios de control que la caracterizan, en anidar en sitios velados desde los cuales pueda reproducirse y esparcir

su veneno. Son los consumistas envenenados quienes sostienen la lógica de mercado del sistema capitalista. Al

respecto Percia afirma:

“El apoderamiento es casi el único remedio ofrecido a la subjetividad que, asustada, no imagina otras formas de

felicidad. El capitalismo fabrica vidas poseídas. Los poseídos, sin embargo, no se sienten infectados por ese

poder, sino sujetos libres. A los innumerables pobres y excluidos, restos sociales que casi no cuentan, se los llama

desposeídos”8

Los poseídos o envenenados creen ingenuamente en los remedios del capitalismo. El consumo es la única

alternativa posible ante la angustia generada por la serpiente. Los envenenados escapan de la angustia, evitan

enfrentarse a la oscura soledad de las toxicidades. El único requisito para la compensación subjetiva es el dinero.

Todo puede ser intercambiable. Las ilusiones se venden, las razones se venden, los sentidos se venden. El

problema es que nunca son suficientes, se desvanecen igual que la serpiente pero la ilusión de su dominio nos

mantiene arrastrados por la tierra, atados a la superficie.

Por otro lado, la figura de la serpiente nos recuerda el relato bíblico del Génesis. Allí la serpiente encarnaba la

tentación que invitaba a Adán y Eva a probar del fruto prohibido. En el jardín del Edén existía un único árbol al

cual Dios no les permitía el acceso: El árbol del conocimiento del bien y del mal. Probar del fruto de dicho árbol

suponía el acceso a todo conocimiento posible estando a la altura de Dios. Podríamos pensar a la serpiente

como la ilusión narcicística de convertirnos en dioses dueños de la voluntad y el destino. Al respecto Lacan 9

trabaja la idea del discurso capitalista como una variante del discurso del amo caracterizado por el rechazo a la

castración y la ilusión en el sujeto del encuentro con un objeto adecuado para la satisfacción de las necesidades.

La idea de Dios como tentación de la serpiente excluye la posibilidad de la castración, y es compatible con la idea

lacaniana del discurso capitalista. El Otro del discurso capitalista sostiene el imperativo del goce en la exigencia

del consumismo; mantiene la ilusión de un sujeto fálico no atravesado por la castración en tanto el falo es el

8Percia (2010) La angustia como afección anticapitalista. Biblioteca T y Técnica de Grupos II.9 Lacan (1969) El Seminario. Libro 17: El Reverso del Psicoanálisis. Editorial Paidós, 1ª reimpresión, Buenos Aires, 1992.

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consumo. El goce no sabe de límites, es el exceso como satisfacción paradójica y sufriente que caracteriza la

pulsión de muerte.

Nos cabe ahora preguntarnos acerca de la subjetividad de la serpiente. Parafraseando las palabras de Percia10

habrá que indagar en los predicativos desquiciados que la caracterizan para averiguar su identidad. Algunos ya

los hemos mencionado. La serpiente es el consumo, la serpiente es el goce. Sumemos ahora la serpiente es la

muerte. Y si esto fuera así: ¿Qué vida posible cabría pensarse desde la serpiente? Quizás no se trate de un ser

animado, quizás la misma continuidad histórica se haya detenido desde el alumbramiento de la serpiente.

Entonces sólo nos queda un pasado devaluado y un porvenir incierto.

DEL TOPO Y LA SERPIENTE

“No interesa el sujeto como archivo del ser, sino como instantánea de una acción, inminencia del salirse de sí,

incursión de una responsabilidad. Creemos ser dueños de un mundo interior sin advertir que vivimos cautivos de

fantasmas. Sujeto: vacío habitado por fantasmas y, a veces, hueco que aloja la potencia de una decisión”11

-Percia Marcelo

¿De qué hablamos cuando nombramos al (topo) y a la serpiente? Diremos ahora que sólo

se trató de bordear dos ausencias. La potencia del que se va retorna fortalecida y perdura

en la memoria. Nuestros huecos se habitan en algunas ocasiones por el fantasma del

(topo), en otras por el fantasma de la serpiente, en otras no tenemos ni idea de qué

animal se trata. Pero podría ser el fantasma de cualquier animal que advenga a nuestros

horizontes. Los espectros del (topo) y la serpiente muchas veces conviven, no se reducen.

Se aproximan conservando el misterio de lo ajeno. Se nutren de los vaivenes de la

historia. Pueden saltar a través del tiempo y regresar de vez en cuando porque las

existencias suspendidas que gritan su verdad hacen oír su voz.

BIBLIOGRAFÍA

10 Percia (2009) Sujeto: pulso de acción, latido de un verbo. Biblioteca T y Técnica de Grupos II.11 Percia (2011) Fantasmas de las clases medias de los Siete Locos de Arlt. Biblioteca T y Técnica de Grupos II.

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DELEUZE, G. (1990) Posdata para las sociedades de control. En El Lenguaje Libertario. Antología del Pensamiento

DESCARTES, R. (1637). “Discurso del método”, en Los libros que cambiaron el mundo: René Descartes, Editorial

Aguilar, Buenos Aires, 2010.

MARX, C. (1852) El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Marxists Internet Archive. 2012.

NIETZSCHE, F. (1901) “La voluntad de poder”, EDAF, Madrid, 2000. Pág. 476.

LACAN, j. (1969) El Seminario. Libro 17: El Reverso del Psicoanálisis. Editorial Paidós, 1ª reimpresión, Buenos

Aires, 1992.

PERCIA, M. (2009) Sujeto: pulso de acción, latido de un verbo. Biblioteca T y Técnica de Grupos II.

PERCIA, M. (2010) La angustia como afección anticapitalista. Biblioteca T y Técnica de Grupos II.

Percia, M. (2011) Fantasmas de las clases medias de los Siete Locos de Arlt. Biblioteca T y Técnica de Grupos II.

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