la revuelta de las alpujarras
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La política confesional de Felipe II:
La revuelta de las Alpujarras.
2012
Matthieu Chabannes
Historia Moderna de España
29/03/2012
2
Índice
1. Orígenes del problema morisco………………………………………… 3
2. Felipe II: la nueva dimensión del problema…………………………... 9
3. La revuelta de las Alpujarras………………………………………….. 12
4. La deportación de los vencidos………………………………………... 16
5. Conclusión: ¿Una deportación fracasada?.......................................... 18
6. Anexo…………………………………………………………………… 21
7. Bibliografía……………………………………………………………. 23
3
El Reino de Granada es territorialmente heredero del Emirato Nazarí, desaparecido
formalmente con la toma de su capital el 2 de enero de 1492. Durante el tiempo que va
de 1482, año inicial de la conquista de los Reyes Católicos, hasta aproximadamente el
1600, fecha conclusiva del proceso repoblador de Felipe II, su protagonismo en la
historia de España fue indiscutible. Protagonizó una importante guerra de conquista,
marcando el fin de Al-Andaluz y en paralelo su repoblación por colonos castellanos,
que vinieron ocupar, al hilo de la guerra misma, los vacíos poblacionales por la acción
bélica, al amparo de las Capitulaciones y originando el estatus mudéjar que llegará hasta
1502. Nacida como consecuencia de la guerra de 1499 con el alzamiento del Albaicín,
Felipe II también hizo frente a la etapa morisca que llevará a la creación de Nuevas
Capitulaciones, la General Conversión, y el nacimiento del estatus morisco. Un hito que
marca la política del monarca es la guerra de los moriscos, conocida comúnmente como
de las Alpujarras de 1568 a 1570, con el corolario trágico de la expulsión masiva de los
moriscos del reino y su repartición en los de la Corona de Castilla. Ese es, pues, el
esquema resumido que, con las acotaciones facilitadas, desenvuelve los apartados que
siguen.
1.- Orígenes del problema morisco.
Es inútil recordar que el reino de Granada fue el último territorio musulmán conquistado
por los cristianos en 1492. Este largo proceso de “reconquista” se había iniciado varios
siglos antes. Su principio se fecha en 722 con la batalla de Covadonga. Los musulmanes
que se quedaron en el territorio conquistado por los cristianos, pasaron a llamarse
mudéjares. La mayoría de ellos se agrupaban en una comunidad llamada aljama, y se
les permitían conservar su religión, sus costumbres y el uso de su idioma: el árabe. Del
mismo modo que los musulmanes de los territorios conquistados por los cristianos, los
4
granadinos conservaron su libertad de culto, su idioma, sus costumbres. No llevaron
jamás signos distintivos, no pagaron más impuestos que antes, conservaron el derecho
de ocuparse de su propia educación y de la de sus niños y eran juzgados por sus propios
jueces bajo su propia ley. Estas condiciones favorables para los musulmanes vencidos
fueron acordadas en las Capitulaciones, firmadas el 25 de noviembre de 1491 entre el
Rey musulmán Boabdil y los Reyes Católicos; Fernando e Isabel I. 1 Fray Hernando de
Talavera, el primer Arzobispo de Granada, recibió el encargo de los Reyes Católicos de
promover la conversión pacífica de los moriscos al Cristianismo. Llevó a cabo una
política de evangelización que se basó en el respeto mutuo y la compresión.
Reivindicaba una evangelización en lengua árabe, hizo traducir su catecismo y él mismo
se puse a aprender este idioma. Los mudéjares le tenían bastante estima y de hecho le
nombraron “el santo alfaquí”. Esta política que era lenta y que no daba resultados
inmediatos, fue aprovechada por la Corona para pensar en la repoblación del reino. La
finalidad fue que en 1498, a través de un acuerdo donde aparece Mohammed el Pequeni
– representante de los moros- , la ciudad de Granada de dividió en dos partes. La
primera sería ocupada por los cristianos y la otra por los moros denominada “la
Morería”. Esta convivencia no les parecía imposible a los granadinos ni a don Iñigo
López de Mendoza, conde de Tendilla, primer alcalde y capitán de Granada y a Fray
Hernando de Talavera. Si los primeros años mostraron una cierta tolerancia y un respeto
hacía lo que había sido acordado en las Capitulaciones, los mudéjares pronto pasaron a
ser objeto de muchos abusos. No todo eran partidarios de la política de conversión
llevada por Mendoza o Talavera y entonces se pensó que una vez los cristianos
instalados en el territorio, había que acelerar el proceso de conversión de los infieles. En
este momento la identidad de España pasaba ante todo por su identidad religiosa por lo
1 Las capitulaciones figuran en el libro de Luis del Mármol Carvajal, Rebelión y castigo de los moriscos. Valladolid, Maxtor, 2010.
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cual era impensable dejar a los musulmanes en el error y en el pecado. Por lo cual
entraron en escena quienes querían convertir a los moros de modo más rápido, como fue
Fray Francisco Jiménez de Cisneros que llegó a Granada en 1499 junto a los Reyes
Católicos. Aquí marcaríamos el origen del problema morisco. Al principio, la presión
que ejercía hacia los mudéjares era moderada sin embargo, como lo señala Juan Caro
Baroja, rápidamente se volvió violenta y organizó bautismos en masa, sin dilaciones ni
escrúpulos.2 Además, las condiciones que fueron firmadas en las Capitulaciones, no
fueron respetadas por los cristianos viejos3 por lo cual los primeros conflictos no
tardaron en estallar; en 1499, los musulmanes de Albaicín, barrio granadino, se
sublevaron. El movimiento se expandió hasta las Alpujarras pero fue rápidamente
detenido pero tuvo unas consecuencias trágicas para los mudéjares: ahora las
autoridades tenían la excusa y la oportunidad de romper oficialmente el pacto, ya que
los musulmanes lo acababan de hacer. El decreto del 14 de febrero de 1502 puso fin a la
actitud de tolerancia o por lo menos a la indulgencia: Cisneros no proponía más que una
alternativa radical: los musulmanes se tenían que convertir al cristianismo o serían
expulsados del territorio. Como lo señala Manuel Barrios Aguilera, aunque muchos de
ellos hayan decidido exiliarse, la mayoría decidió quedarse.4 Sin embargo aquí
desaparece la figura del mudéjar, por lo menos el termino no se debía usar más. En
efecto, el estatus jurídico del musulmán había cambiado. Al bautizarse, el musulmán
español, pasaba a tener otra realidad: ahora era un nuevo cristiano y se terminará por
denominarle “morisco”. El uso de este término no fue inmediato, y me parece
importante subrayarlo. Cuando se usa el término de nuevo cristiano o nuevo convertido,
lo que está puesto en evidencia es el concepto de la religión, la religión de los cristianos.
2 Juan Caro Baroja, Los moriscos del reino de Granada, pp.55.
3 Francisco Núnez Muley, en su Memorial de 1566 en defensa de los signos de identidad moriscos decía: “la conversión de los
naturales deste rreyno fue por fuerça y contra lo capitulado por los reyes Católicos”. 4 Manuel Barrios Aguilera, La convivencia negada. Historia de los moriscos del Reino de Granada, Comares, 2002.
6
Por el bautizo, el nuevo cristiano está acogido en la religión y en la comunidad cristiana.
Bernard Vincent establece que el término de “morisco” aparece por primera vez en un
edicto de la ciudad de Baza, datado del 2 de septiembre de 15215. Entonces después de
que se hayan roto las Capitulaciones de 1491, y castigada la rebelión de 1499, se
impusieron Nuevas Capitulaciones en 1500, unidas a una conversión general en lo
religioso, permitiendo a los Reyes Católicos poder establecer un nuevo orden. Sin
embargo las Nuevas Capitulaciones y el decreto de 1502 que terminaba con el estatus
mudéjar, no iban por lo tanto conseguir borrar la fuere presencia de la islamización
presente en el “país islámico”6, representando la mayoría del reino de Granada.
Los nuevos acuerdos con la Corona, iba a permitir a la población musulmana poder
seguir con ciertos aspectos de sus costumbres como por ejemplo el idioma, la
alimentación, la ropa, los bailes tradicionales, aplazando en un primer momento la
perseguida homogeneización con la de los vencederos cristianos, y tolerando a los
vencidos la permanencia y la conservación de sus propiedades. El precio de la
transacción fue una fuerte tributación a la Hacienda castellana y la transformación de las
mezquitas en iglesias como símbolo de su conversión al cristianismo. Estas en
definitiva, son las bases del nuevo estatus morisco. Sin embargo ya que la alternativa
era convertirse o emigrar a África, renunciando a sus bienes y a sus propiedades, se ha
considerado que las conversiones masivas forzadas no habían sido sinceras y “seguían
tan moros como antes de la conversión”7. Por lo tanto los dirigentes mudéjares
consiguieron cierta tolerancia a cambio de donativos. Pese a la claridad de las Nuevas
Capitulaciones, la ambigüedad jurídica caracterizó las relaciones entre ambas
comunidades, motivo de incesantes roces, en que cada vez se hace más evidente el
5 “Ser morisco en España en el siglo XVI.” en Bernard Vincent, El río morisco, biblioteca de estudios moriscos, Valencia,
publicaciones de la Universitat de València, 2006, pp.155-161. 6 Miguel Ángel Ladero Quesada, Granada. Historia de un país islámico, Madrid, Gredos, 1989. 7 Manuel Barrios Aguilera “Los moriscos del reino de Granada” de Antonio Moliner Prada, La expulsión de los moriscos,
Barcelona, Nabla Ediciones, 2009, pp.65-106.
7
abuso económico de unos y la marginación social e indefensión de otros. Esta fue la
realidad a la que se tuvo que enfrentar el emperador Carlos V en 1526, al pasar el
verano en Granada. Unos caballeros regidores de ascendencia mora: don Fernando
Venegas, don Miguel de Aragón y Diego López Benajara, le presentaron en nombre de
todos los moriscos un memorial de agravios en que se describían los malos tratos que
eran objeto por parte de clérigos, jueces y escribanos, lo que escandalizó al emperador.
Este último, acordó nombrar unos visitadores que se darán cuenta de la realidad,
descrita de otra manera por el clero. Estos hombres de Iglesia y Letrados, eran: el
obispo de Guadix don Gaspar de Avalos, los doctores Quintana y Utiel, el canónigo
Pero López y el famoso Fray Antonio de Guevara y entonces se les mandó que
realizasen una encuesta en diversas tierras del reino para que se complementara la
inicial visión del problema8. De esta manera, Carlos V, ordenó la constitución de una
junta compuesta por teólogos, juristas, y consejeros que aportara soluciones a la
cuestión morisca. Es lo que conocemos como la Católica Congregación de la Capilla
Real de noviembre de 1526, cuyas deliberaciones se basaron en los resultados de la
encuesta y en otros dictámenes como el Parecer del doctor Lorenzo Galíndez de
Carvajal, muy importante ya que es el único que se ha conservado – habiéndose perdido
el detalle de las deliberaciones – por su firmeza y sistematicidad, y por haberse
incorporados en no escasa parte en las conclusiones de la junta y por tanto haber
trascendido a las provisión real que las concretaba.9 Durante esta Consagración de la
Capilla Real se han estudiado todos los aspectos de la cuestión morisca granadina que
necesitaba que se tomasen medidas al respecto. El resultado fue la provisión regia del 7
8 “Anduvieron visitando el reino y hallaron ser muchos los agravios que se hacían a los moriscos, y junto con esto, que los moriscos
eran muy finos moros, veinte y siete años había que eran bautizados y no hallaron veinte y siete dellos que fuesen cristianos, ni aun
siete. Y de esta infidelidad tuvieron culpa los cristianos, por los favorecer y no los doctrinar”. Prudencia de Sandoval, pp.173 a (Lib XIV cap. XVII).
9 Augustin Redondo, « L’image du morisque (1570-1620), Les variations d’une alterité », en Augustin Redondo (dir.), Les
répresentations de l’Autre dans l’espace ibérique et ibéro-américain (II. Perspective diachronique), Paris, Presses de la Sorbonne
Nouvelle, 1993, pp. 17-31.
8
de diciembre de 1526, en que se decreta las supresiones de todas las manifestaciones
culturales musulmanas, costumbres, tradiciones, ceremonias, su lengua arábiga. Además
de todo esto, se crea el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición para el Reino de
Granada10
. Se daba un plazo de tres años de gracia para que los moriscos confesasen sus
errores con relativa impunidad.11
Sin embargo estas medidas radicales pudieron ser
suspendidas, o mejor dicho, atenuadas, gracias a que se les permitió comprar por 80.000
ducados, el aplazamiento por cuarenta años. Por lo tanto podemos calificar el sistema de
Carlos V de permisivo ya que cerraba los ojos frente a la realidad a cambio de dinero.
“Una extraña convivencia basada en el precio de la fe”.12
Entre tanto, gran parte de la
clase rectora morisca se fue integrando en los parámetros de la alta sociedad granadina.
En cambio los campesinos moriscos, siguieron aferrados a su ley y cultura. Sínodos
como los de Granada de 1541 o de Guadix de 1554, son testimonio de cargo explicito
de las grandes faltas de los eclesiásticos y del fracaso de la Iglesia en la conversión de
los moriscos. De ahí al recurso del brazo armado inquisitorial solo había un paso que
pronto se daría. Entonces abandonados por de sus propios dirigentes e incomprendidos
cuando no atacados por otros poderes, en amplias áreas los moriscos se subordinaron a
la protección de los señores, conscientes de que la permanencia de las gentes de esta
comunidad en sus partidos era garantía, de la prosperidad de sus haciendas. Así se
explica que la nobleza granadina real era más defensora de los moriscos y que sea en
ella donde estos encuentren escudos ante las exacciones y abusos de los clérigos, y de
burócratas de la administración y de la justicia, que ni determinados castigos
ejemplares, como el de los escribanos corruptos de las Alpujarras de 1555, conseguían
eliminar.
10 Las disposiciones dictadas por Carlos V figuran en la Nueva Recopilación, pp.233-235 (lib. VII, ley XIII). 11 Julio Caro Baroja, Los moriscos del reino de Granada, Madrid, Alianza Editorial, 2010, pp.60. 12 Rafael Carraco, Deportados en el nombre de Dios: La expulsión de los moriscos: cuarto centenario de una ignominia, Barcelona,
Destino, 2009, pp.80
9
A mediados de siglo, la situación de convivencia entre las comunidades cristiano vieja y
morisca empeora, anunciando tiempos peores. La inquisición aumenta su represión, lo
que implica la confiscación de bienes de moriscos, enormemente temida, pues llevaba
aparejada la ruina y la indigencia. Esta vez la compra de la permisividad se hace
imposible como demuestra el fracaso del “negocio general” de 1559.13
A ello vino a
añadirse el reconocido fracaso misional de la Iglesia y de la vía de evangelización
pacífica y su remplazó por la represión. Es ahora cuando se hace mayormente evidente
la gravedad de las medidas de la Capilla Real que habían sobrevolado
amenazadoramente el reinado de Carlos V.
2. – Felipe II: La nueva dimensión del problema
En este clima sube Felipe II al trono en 1556, que además tendrá frente a otro problema:
la amenaza turca en el Mediterráneo. El problema de los moriscos se vio amplificado
por el avance de los turcos y la emboscada de los berberiscos en la zona litorial
occidental y se temió de nuevo una invasión por parte de los infieles. Los ataques en las
costas hispanas se vieron además apoyadas por los moriscos del reino de Granada. Cabe
mencionar la aparición de profecías morircas que auguraban la vuelta del Islam a la
península, y que empeoraban el estado de preocupación del monarca y en general del
Reino de Granada. El conflicto interno se va a intensificar con el desarme de los nuevos
cristianos y que por tanto creará nuevas tensiones entre los oficiales reales que eran
encargados de ejecutar la orden y los señores que como lo hemos dicho previamente,
asumían la protección de los moriscos. Lo que empeoró una vez más la convivencia en
la sociedad granadina. Sin embargo esta nueva norma no era más que el principio del
nuevo programa del confesionalismo filipino, que será ejecutado por Diego de
Espinosa, elegido por Felipe II como el presidente del Consejo Supremo y Real de
13 Camilo Álvarez de Morales, Lorenzo el Chapiz y el negocio general de 1559, Qurtuba, 1,1996, pp.11-38.
10
Castilla en 1565.14
La Inquisición había empezado seriamente a reprimir y a perseguir a
los infieles con encarcelamientos, la confiscación de sus bienes, y la situación se hacía
insoportable. En paralelo aumentó el bandolerismo morisco, llamados monfíes y las
huidas hacia Berbería, con el consiguiente retorno de los huidos en forma de ataques
piráticos. De todo esto hay que añadir la influencia de los nuevos postulados del
Concilio de Trento15
, que se reflejan en los sínodos y concilios provinciales cuya letra
se seguía la necesidad improrrogable de inculturación de los moriscos. Por último, la
Corona pone en marcha la comisión del doctor Santiago, una expoliación de las tierras a
aquellos moriscos que no pudieran acreditar sus propiedades con títulos escritos, lo que
supuso para el tesoro público, la incorporación de unas cien mil hectáreas de tierras
valoradas en más de 71.000 ducados. Este gravamen, venía a colmar el vaso de los
excesos en la tributación a la Haciendo Real castellana abusiva, aunque heredera de la
rígida tributación nazarí. El arzobispo de Granada, don Pedro Guerrero, a su regreso del
Concilio de Trento propone a Felipe II una “reformación de los moriscos”. Se sigue en
septiembre de 1565, el Sínodo Provincial de Granada16
que rompe la tradición
evangelizadora y catequizadora pacífica, a cambio del endurecimiento de la opresión
represiva; era la asunción, nunca negada anteriormente, de la letra de las medidas de la
Capilla Real de 1526, que había sido codificada luego de forma rotunda en el Sínodo de
Guadix de 1554. Por su parte Felipe II, había solicitado consejo a una asamblea de
teólogos y juristas, presidida por el cardenal Espinosa. El resumen de esta asamblea es
firme: la asimilación es inaplazable, debía ser inmediata. El texto definitivo se
promulgó, mediante Pragmática Real, el uno de enero de 1567, y obligaba a los
moriscos a no sólo ser cristianos, sino a parecerlo. Todos los rasgos y peculiaridades
14 Bermúdez de Pedreza, Historia eclesiástica, fol.239.r 15 Véase el libro de Vicente Cadenas y Vincent, El concilio de Trento en la época del emperador Carlos V, Ediciones de la revista
Hidalguia, Madrid, 1990. 16 Véase, Marín Ocete, A: El concilio provincial de Granada de 1565, Archivo Teológico Granadino, 25, 1962, pp.23-178.
11
culturales, hasta ahora más o menos tolerados, debían de desaparecer. En fin, era el
tiempo de la aculturación total, y se daba un año como máximo para cumplir con el
nuevo orden. Como es de suponer, los moriscos reaccionaron con comisiones en
Granada y como hasta ahora habían hecho, intentaron “comprar” la suspensión de la
pragmática pero tanto el rey como don Pedro de Deza –presidente de la Real
Chancillería- rechazaron.17
Cabe subrayar el papel de Deza que estaba encargado por
Espinosa de cerrar cualquier posibilidad de dialogo. Esto llevó a una división de los
moriscos a finales de 1567 en dos sectores: los moriscos alpujarreños que preferían
esperar y ver la evolución de los acontecimientos y los moriscos de Albaicín, más
radicales, que comenzaron a reunirse secretamente en el Albaicín, para organizar una
rebelión contra el rey para obligarle a rectificar. A principios de 1568 el rumor de una
rebelión se expandió por todo el Reino de Granada, caracterizándose por un general
sentimiento de inseguridad, aumento de las huidas a Berbería y por la intensificación de
las acciones de los monfíes que se aprovechaban de la protección señorial. Todo esto
culminó con la circulación de unos profecías que pronosticaban una segunda perdida de
España y la vuelta del dominio islámico. Por lo tanto, los moriscos partidarios de la vía
armada ganan peso frente a aquellos otros que propugnan el dialogo.
Ambos posiciones conspiraban entre sí para la imposición de sus respectivas tesis, no
sin daño para los intereses generales de su propia comunidad. Los moriscos alpujarreños
se radicalizaron frente a los del Albaicín por la fuerte crisis de la sericultura que estaban
viviendo. Las Alpujarras eran el característico productor de seda, en cuyo trato basaban
su prosperidad. A ello habría que añadir la expropiación de sus tierras que realizaba la
comisión doctor Santiago. La adopción del nuevo pacto solo podía llevar a la guerra.
Abril de 1568 marcaría el punto de partida del deterioro de la convivencia. En efecto, a
17 Véase Francisco Núñez Muley, Memorial de 1566.
12
finales de mes, en Adra, se interceptaron unas cartas de Aben Daud18
– el cabecilla
morisco- dirigidas a sus correligionarios magrebíes, en las que se anuncia el alzamiento.
Por las mismas fechas, en la ciudad de Granada corría el rumor de que la rebelión se
produciría el jueves santo. El rumor no tuvo el efecto esperado, los moriscos del
Albaicín esperaban un aumento del temor pero el resultado fue una radicalización de los
moriscos de la Alpujarras por parte de don Pedro Deza. El conflicto era inminente.
3.- La revuelta de las Alpujarras.
En septiembre de 1568, los moriscos de las Alpujarras marcan para los últimos días del
año la fecha del ataque. Sin embargo el conflicto empezó antes de lo que se esperaba, el
23 de diciembre de 1568, el Partal de Narila y el Seniz de los Bérchuiles, atacan y
asesinan en la taha de Poqueira19
a los escribanos y alguaciles de Ugijar que iban de
camino a Granada a pasar las navidades. En paralelo, los monfíes torturan y matan a los
componentes de una segunda comitiva de escuderos de Motril. Son hechos aplaudidos
por los moriscos alpujarreños que se unen a estos monfíes, proclamando la rebelión en
Soportújar y Cáñar. El 24 de diciembre, un grupo de moriscos reunidos en Béznar, en
las Alpujarras, eligen a Aben Humeya como rey20
.El mismo día, don Hernando el
Zaguer – la cabeza más representativa de los sublevados – manda una tropa de alzados
contra una compañía de cincuenta soldados que desde Cádiar iban hacía la fortaleza de
Adra. Además de la muerte de los soldados, se producen en esta última población los
primeros sacrificios de sacerdotes y cristianos viejos. A lo largo del 24 de diciembre, y
mientras en Cádiar se producían las primeras muertes, se alzaban los moriscos del
señorío de Órgiva; y los cristianos viejos se refugiaban en las torres fuertes. Seguía
inmediatamente el alzamiento de las tahas de Poqueira y Ferreira, donde se sacan las
18 La carta figura en Luis del Mármol, Carvajal, Historia del rebelión y castigo de los Moriscos del Reino de Granada, Libro III, Capitulo IX. 19 Véase el mapa final de las Tahas del Reino de Granada. 20 La proclamación de Aben Humeya como rey, figura en el libro de don Lucas de Torre, B.A.H., LXV, pp.385-391.
13
casas, y los cristianos viejos allí radicados y algunos moriscos son ejecutados. Al
mismo tiempo, se sumaban a la rebelión los lugares de la taha de Jubiles, donde eran
incendiadas las iglesias, saqueadas las casas y torturados y muertos los clérigos,
sacristanes y otros cristianos viejos. Sigue la revuelta en la taha de Ugíjar, donde se
producen diversos episodios sangrientos, aunque la mayor parte de los cristianos viejos
del lugar de Ugíjar, consiguen refugiarse y hacerse fuertes en la iglesia y torres a
merced del apoyo de varios moriscos y al conocimiento que tenían de la rebelión por
parte del clérigo Francisco de Torrijos. De inmediato los alzados asedian los edificios
fortificados. El 24 y 25 de diciembre, se alza la Baja Alpujarra y se registran torturas y
muertes en Berja y tierras de Adra y Dalías. En Berja unos cristianos viejos logran
refugiarse en sus torres fuertes y huir en la noche a la fortaleza de Adra, mientras sus
correligionarios, atrincherados en la iglesia de Berja, sufren el asedio de los alzados. En
Dalias, si bien tres días después de haberse refugiado, los viejos cristianos fueron
asesinados. El 25 también tiene lugar una rebelión en las tahas de los Céheles, donde se
producen saqueos, destrucciones, torturas y muertes similares al resto de los lugares
levantados. Conforme iba llegando información de lo acontecido en las tahas
colindantes de la Baja Alpujarra y Ugíjar, los lugares de Andarax se suman a la
revuelta. En un principio unos cristianos viejos consiguieron esconderse en casa de
notables moriscos pero la llegaba de los monfíes, les obligó a entregarles. Siguiendo el
ejemplo del Andarax, se alzan las tahas de Lúchar y Marchena. Los violentos
acontecimientos de la navidad de 1568 fueron elementos motivadores efectivos en el
levantamiento. Sin embargo, no fueron unánimemente apreciados por los principales
dirigentes rebeldes, algunos de los cuales los juzgaban como demasiado violento y
radicales. Por ejemplo, Farax Aben Farax, un líder militar morisco, nombrado alguacil
mayor del rey - fracasó al intentar levantar, sin embargo aumenta su furia y ordena en
14
unas cartas el asesinato de todos los cristianos viejos que habían caído entre las manos
de los moriscos. De ahí, unas de las primeras acciones políticas de Abén Humeya fue
relegar a un segundo plano, asumiendo los riegos de una fuerte oposición de poderosas
fuerzas, a Farax y a sus partidarios más extremistas. Enero de 1569, fue un mes decisivo
en la guerra, conforme iban llegando a la capital noticias a manos de los alzados se
inflamaba la ira del intransigente don Pedro Deza, que enseguida ordenará una
contestación militar, que superará en dureza a la morisca. Reclama a Luis Fajardo,
marqués de los Velez, su intervención en la guerra lo que permitió que no se solevantara
el Valle del Amanzora. Las actuaciones de don Luis Fajarado en el Amanzora acelera la
entrada de Hurtado de Mendoza, el marqués de Mondéjar, en la guerra. Llegó con 2000
infantes, aquietando en un primer momento el revuelto Valle de Lecrín y amenazando
con entrar en la comarca alpujarreña. Su victoria sobre los insurrectos en Tablate,
provocó la toma de Órgiva el 12 de enero. Tuvo lugar la liberación de las mujeres y
niños que estaban en las torres y fueron llevados a la capital. El mismo día, Luis
Fajardo, libra la batalla de Huécija y manda a la ciudad de Almería a los cristianos
viejos salvados. En una percepción global, el avance casi simultáneo de Vélez y
Mondéjar, cada uno por una puerta de la Alpujarra, parecía preludiar el pronto fin de la
guerra. Los moriscos más moderados se rindieron a Hurtado de Mendoza, y se libraron
cristianos viejos situados en Ugíjar de la matanza. El sector occidental del territorio,
asignado al marqués de los Vélez, la guerra siguió pero como relata el cronista Luis de
Mármol Carvajal, consiguió librar a “treinta cristianas que llevaban captivas, abiendo
degollado con barbara crueldad el día antes otras veinte, y entre ellas algunas doncellas
hermosas y nobles, que las propias moras las habían hecho matar y vituperándolas con
mil géneros de vituperios” 21
Los perseguidos supervivientes alimentaban la ira y la sed
de venganza de los soldados y cudrilleros. Estos sentimientos se ejemplifican en la
21 Luis del Mármol Carvajal, Historia del rebelión y castigo de los Moriscos del Reino de Granada, Madrid, B.A.E, 1946, pp 241.
15
escenificación del dolor martirial, cuando ante don Juan de Austria, a su llegada a
Granada en abril de 1969, para hacerse cargo del mando militar, las autoridades
presentan a las viudas supervivientes de las Alpujarras como testimonio de cargo del
horror descarado por el infiel.22
Durante el mes de marzo se reanudaron los conflictos.
En un giro estratégico, Abén Humeya, traslada la guerra al sector oriental del reino. En
efecto durante el verano de 1569, los cristianos viejos del Amanzora ven de nuevo sus
vidas en peligro por la ofensiva de Gerónimo el Maleh y se verán obligados a refugiarse
en Vera y Baza. Los moriscos se van a radicalizar. En efecto Abén Humeya toma un
nuevo giro estratégico y ataca el bajo Almanzora del cual se apoderó y fue a buscar al
cura en el que pensaba descargar todos sus rencores pero este último huyó, por lo cual
se destruyeron sus bienes y haciendas. Lo mismo hizo con los bienes del Marqués de los
Vélez en la villa de Las Cuevas del Almanzora. Tantas ganas de venganza, tenían que
pusieron en peligro el asalto del puerto de Vera, que era vital para su conexión con los
refuerzos turcos, lo que provocó un retraso en su avance que propició la llegada de los
refuerzos lorquinos, que con menos violencia atacaron al ejercito morisco y se centraron
en su destrucción. Ahora adquiere protagonismo don Juan de Austria, a partir de enero
de 1570 en que tras la cruel toma de Galera, uno de los hechos más brutales y
despiadados de la contienda, inicia su avance por el Valle del Alamzora. El primer gran
hito fue la fortaleza de Serón en el que la resistencia morisca costó la vida de muchos
soldados viejocristianos. A partir de aquí el avance del hermano del rey, será un paseo
militar que le llevará al Valle del Andarax, donde, desde Santa Fe de Mondujar,
promulgará, el 23 de abril de 1570, el bando de reducción. Poco tiempo después, y
desde el real de Padules, don Juan de Austria dará por concluida la guerra. A finales de
22 Valeriano Sánchez Ramos, Las viudas de la Alpujarra en la repoblación de Felipe II, Instituto de Estudios Almerienses, 2002, pp.
133-134.
16
1570, y principios de 1571, la paz volvía a reinar en las tierras alpujarreñas. El fin del
conflicto bélico permitió marcar las bases de una nueva sociedad, la repobladora.
4- La deportación de los vencidos.
La consecuencia directa de la guerra fue la deportación de los moriscos del Reino de
Granada y su repartición en Castilla, lo que implicaba el abandono de sus hogares y la
liquidación de sus haciendas. Antes de la sublevación, se había perfilado en el ánimo de
Deza la idea de la expulsión total por el fracaso de la convivencia. De hecho el
conocimiento de tales planes por los dirigentes moriscos pudo estar en el origen del
levantamiento. Tendrían que ser trasladados desde las costas hacia el interior y
diseminados en grupos no muy numerosos para evitar el peligro supuesto de las
concentraciones y los complots. Tras las capitulaciones de 1570, y una vez producidas
ciertas deportaciones parciales con relativo éxito, al tiempo de la Guerra, las órdenes
reales, dictadas a finales del mes de octubre, dispusieron poner en ejecución, el 1 de
noviembre la expulsión general de todos los moriscos del Reino de Granada; con
excepciones: los seises y sus familias, considerados útiles por su conocimiento de las
comunidades moriscas. Tampoco los mayores de 70 años y menores de 14 años, los
esclavos y personas encomendadas en administración. Al resto esperaba la expulsión, y
después una dispersión planeada hacías las dos Castillas, Andalucía Occidental y
Extremadura. Bernard Vincent numera la población morisca antes del alzamiento en
torno a 135.000 algo más moderada que la de su compañero Domínguez Ortiz que cifra
150.00023
. De este modo, los moriscos de guerra y los conocimos como “moriscos de
paces”24
tendrían que asumir, la misma expulsión. Las estrategias de dispersión
previeron inicialmente tres destinos, luego alterados por problemas básicos de
23 Véase el libro de A. Dominguez Ortiz y de Bernard Vincent, Historia de los moriscos, Madrid, Alianza Editorial, 2003. 24 María Luisa Candau Chacón, capitulo 4 “La deportación de los moriscos granadinos, expulsión e inquisición” del libro La
expulsión de los moriscos de Antonio Moliner Prada (ed.), NABLA Actividades editoriales, Barcelona, 2009.
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distribución: hacía Extremadura y Galicia, por el camino de Córdoba, hacía el Reino de
Toledo y de allí hasta el de León, por el camino de Albacete; y, por mar, hacía
Andalucía Occidental, a la ciudad de Sevilla.25
¿Y las formas? Nos podemos preguntar
como lograron reducir a tantos y encaminarles hacia el destierro sin producir nuevas
alteraciones y nuevos alzamientos. Pese a las ocultaciones, los intentos de fuga y las
resistencias mayores en la zona oriental, los comisarios conseguirían reunir en los
centros de agrupamiento a una gran mayoría de los moriscos del antiguo reino de
Granada. Las órdenes cursadas establecían su encierro en iglesias y parroquias de los
lugares citados, con la ayuda de refuerzos que vendrían del resto de Andalucía.26
En fin,
los moriscos de Granada, divididos en grupo, marcharían parte hacia Toledo, hacia
Córdoba. Asimismo, un gran número procedente de las tierras de Almería sería
reconducido hacia las de Albacete, tras la pérdida de parte de las galeras que
embarcaron en el Mediterráneo con Sevilla como destino. Bernard Vincent, opina que
únicamente los de Málaga y Guadix, no experimentaron variación de recorrido. Al fin,
entre 4.300 y 5.500 alcanzaron Sevilla27
, 21.000 Albacete, 12.000 Córdoba, y unos
6.000 Toledo. Pero Felipe II en su afán de dispersar las comunidades moriscas, previó
nuevos desplazamientos hacia el interior. Por ejemplo de Córdoba, unos 7.000
marcharon hacia Plasencia y Extremadura. Bernard Vincent resalta también los
problemas que encontraron los enviados a Albacete y Toledo, rechazados por las
autoridades, que decían faltar de recursos para acoger a tantos moriscos. Por ello, desde
Albacete, en torno a unos 7.500 volverían a ponerse en camino dirección a Tarancón,
Guadalajara, Toledo y Talavera de la Reina. Otros 6.000 moriscos precedentes de los
llegados a Toledo, desde La Mancha, reiniciarían el camino separados en dos grupos:
25 Luis del Mármol y Carvajal, Historia del rebelión y castigo de los Moriscos del Reino de Granada, Libro X, Capitulo. VI. 26 Luis del Mármol reconocía haberse producido ciertos desórdenes “en algunas partes”, sus anotaciones posteriores confirmaban
que, al menos, el encierro de los moriscos de Granada y de los lugares del valle de Lecrín, y la Vega, como su agrupamiento en el Hospital Real de Granada, habían sido llevados a término “sin escándalo ni alboroto”. 27 Antonio Luis Cortés Peña: “Una consecuencia del exilio: los moriscos granadinos en Sevilla” en Ernest Berenguer Cebrià, Felipe
II y el Mediterraneo, Madrid, 1999, II, pp. 537-555.
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hacía Segovia, Valladolid, Palencia y hacia Ávila, Salamanca y Zamora. A partir de ahí,
esta primera deportación seguiría distribuyéndose hacia núcleos de población más
pequeños dentro de las demarcaciones citadas. No se equivoca Henri Lapeyre cuando
les define como “población flotante”28
. Resulta lógico considerar unas pérdidas
humanas elevadas ocasionadas por las medidas de deportación. Don Juan de Austria
representaba ante el rey sus impresiones: “sólo diré que no sé so se puede retratar la
miseria humana más al natural que ver salir tanta número de gente con tanta confusión,
y lloros de mujeres y niños tan cargados de impedimentos y embarazos” más adelante
añade: “a lo que partieron ayer al salir de la ciudad les tomó un agua tan recia que
apenas se podía menear” Al fin con compasión, moralizaba “y a la verdad, si éstos han
pecado, lo van pagando”29
. Según Lapeyre, las expulsiones realizadas hasta la
primavera de 1571 supusieron la muerte de más de un 20% de los moriscos exiliados.
5. – Conclusión: ¿una deportación fracasada?
Si os preguntáis: ¿quedaron moriscos en Granada? La respuesta es sí. Como hemos
dicho anteriormente, las excepciones contenidas en los primeros decretos de expulsión;
mayores de 70 años, menores de 14, seises, oficiales, esclavos y personas en
administración y algunas familias principales colaboradores con el poder, y los regresos
clandestinos situarán en el antiguo Reino miles de cristianos nuevos. El
empadronamiento de enero de 1580, mandado efectuar por el rey, a fin de averiguar el
número de moriscos que todavía quedaba en el Reino, computaba unas 8.698 personas,
cifra que Bernard Vincent supone válida sólo como “título indicativo mínimo”. Muchos
28 Henri Lapeyre, Géographie de l’Espagne Morisque, Paris, SEVPEN, 1959. He utilizado la versión castellana de Valencia, 1986, pp.158. 29 Bernard Vincent, “La expulsión de los moriscos…”, op. Cit. Respuesta del corregidor de Toro a la encuesta del 22 de marzo de
1571, pp.263 y 242. respectivamente.
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poblaban los señoríos del marqués del Cenete, duque de Huéscar y marqués de Vélez,
empeñados en conservar vasallos y mano de obra. Una clara complicidad de la
población de viejos cristianos, para quienes estas permanencias minoritarias no
supondrían peligro. Sin embargo el poder no lo veía así y años después de repetirían las
cédulas de expulsión, no sin oposición de la comunidad cristiana que alegaba el
aprovechamiento de una mano de obra que verían desaparecer. Aunque en Granada
capital, quedaron bastante, la despoblación se hizo sentir, sobre todo en la Alpujarra.
Entonces en paralelo se inició una política de repoblación que fue “muy torpe” en mi
opinión. Quería atraer a nuevos colonos pero en vez de ofrecer las tierras y casa a
precios bajos, se pretendió sacar mucho dinero cargando a la nueva población con
censos y contribuciones más pesadas de las que tenían que hacer frente los moriscos. En
síntesis, se sabe que en 1582, muchos moriscos habían vuelto a Granada, y que
convivían con las quinientas o seiscientas familias de “mudéjares” que nunca habían
dejado la ciudad, bajo el pretexto de que habían de resolver antes pelitos sobre sus
haciendas. Las autoridades estaban alarmadas porque les veían de nuevo hablando por
las calles y plazas de los proyectos y maquinaciones de los moriscos valencianos y
aragoneses, con los que mantenían tratos. Muchos de estos “resistentes” de los que
quedaron en Granada, continuaron también liados a su fe. Henríquez de Jorquera nos
indica como en 1606, 1608 y 1609 se celebraron autos de fe en que salieron
penitenciadas personas convictas de mahometismo y que incluso algunas ocupaban
cargos de importancia en la vida urbana.30
La consecuencia fue la expulsión general
publicada el 19 de enero de 1610, de los moriscos ricos. Un año después al realizarse la
“última expulsión”, salieron todavía al decir del mismo Henríquez de Jorquera, 11.317
personas.31
Estos datos y la necesaria expulsión del territorio español de 1610, nos haría
30 Henríquez de Jorquera, II, pp.550. 31 Henríquez de Jorquera, II, pp.559.
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pensar que la deportación de los moriscos en Castilla fue un fracaso pero lo cierto es
que para el poder, parecía que los objetivos se cumplían, bien que con modificaciones:
la diseminación del morisco procedente del reino de Granada repartiría comunidades de
cristianos nuevos por las tierras del interior. Otra cosa es que tales dispersiones y sus
futuros asentamientos se hiciesen conforme a los planes previstos, a los proyectos y a
sus afanes por diluir las antiguas comunidades moriscas en ámbitos rurales, y que su
espíritu promoviese los fines defensivos que pretendía la Monarquía. En realidad, a los
peligros de la guerra externa, y de las temidas alianzas del Turco seguirían conflictos no
pequeños en el interior.
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6.- Anexo:
Portada: Moriscos de Granada, grabado de Joris Hoefnagel, 1564.
Los principales focos de la rebelión de las Alpujarras:
22
Tahás de la alpujarra en el Reino de Granada:
Vestimenta morisca:
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Bibliografía:
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islámica, Diputación, 1993.
- Barrios Aguilera Manuel: Granada Morisca, a convivencia negada. Granada, 2002.
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Madrid, Istmo, 1976.
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- Gallego Burín, Antonio, Gámir Sandoval, Alfonso: Los moriscos del Reino de
Granada, según el Sínodo de Guadix de 1554, Granada, Universidad, 1968.
- Ladero Quesada, Miguel Ángel: Castilla y la conquista del Reino de Granada.
Granada, Diputación, 1987.
- Lapeyre henri: Géographie de l’Espagne Morisque. Paris, SEVPEN, 1959.
- Sánchez Ramos, Valeriano: El II marqués de los Vélez, y la guerra contra los moriscos,
1568 – 1571, Almería Ed, Revista Velezana, 2002.
- Vincent, Bernard: Minorías y marginados en la España del siglo XVI, Granada,
Diputación, 1987.
- Vincent, Bernard: El río morisco, Valencia, Universidades de Valencia, Granada y
Zaragoza, 2006.