la psicología del sectarismo en tiempos de ansiedad por rafael lópez pedraza

15
La psicología del sectarismo en tiempos de ansiedad Rafael López Pedraza Algunos aspectos del sectarismo Mi interés en este escrito es apuntar algunos aspectos del sectarismo tales como su ámbito arquetipal, su importancia a lo largo de la historia de Occidente, su alarmante irrupción en la actualidad y su interés para la historia de la psicoterapia moderna. Estudiar la complejidad de esta materia tanto como podamos es de suma importancia, porque pareciera que el hombre occidental, en general, y la psicología, en particular, ignoran la tremenda fuerza oculta tras el sectarismo. La premisa básica del sectarismo es la siguiente: Yo y el grupo de personas al que pertenezco somos mejores y tenemos propósitos de más valía que las personas que no pertenecen a este grupo, las cuales están equivocadas y por lo tanto pertenecen al bando equivocado. Entiendo, por supuesto, que esta es una visión sumamente simplista y esquemática del sectarismo, pero la psicología del sectarismo es exactamente así: simplista y esquemática. Para comenzar, permítanme aportar un retrato arquetipal de la personalidad sectaria, según fue esbozado por el poeta trágico Eurípides en su obra Hipólito. Hipólito es el paradigma de la personalidad virginal y puritana, que es proclive al sectarismo. Hipólito hace su primera entrada en escena, en compañía de un grupo de jóvenes cazadores amigos, que vienen cantando un himno en honor a Artemisa, su patrona: Hipólito (a sus compañeros): "Seguidme, seguidme cantando a la celestial hija de Zeus, a Artemisa, nuestra doncella protectora". 1 Estas líneas constituyen en sí mismas una imagen que transmite el entusiasmo y el estado de fascinación de esos jóvenes adeptos. Una vez cantado el himno coral, Hipólito

Upload: jaime-castane-lopez

Post on 13-Sep-2015

7 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Según palabras del autor de este ensayo uno de los 4 de su libro "Ansiedad Cultural" "Mi interés en este escrito es apuntar algunos aspectos del sectarismo tales como su ámbito arquetipal, su importancia a lo largo de la historia de Occidente, su alarmante irrupción en la actualidad y su interés para la historia de la psicoterapia moderna. Estudiar la complejidad de esta materia tanto como podamos es de suma importancia, porque pareciera que el hombre occidental, en general, y la psicología, en particular, ignoran la tremenda fuerza oculta tras el sectarismo.La premisa básica del sectarismo es la siguiente: Yo y el grupo de personas al que pertenezco somos mejores y tenemos propósitos de más valía que las personas que no pertenecen a este grupo, las cuales están equivocadas y por lo tanto pertenecen al bando equivocado. Entiendo, por supuesto, que esta es una visión sumamente simplista y esquemática del sectarismo, pero la psicología del sectarismo es exactamente así: simplista y esquemática"

TRANSCRIPT

La psicologa del sectarismo en tiempos de ansiedad

La psicologa del sectarismo en tiempos de ansiedad Rafael Lpez Pedraza

Algunos aspectos del sectarismo

Mi inters en este escrito es apuntar algunos aspectos del sectarismo tales como su mbito arquetipal, su importancia a lo largo de la historia de Occidente, su alarmante irrupcin en la actualidad y su inters para la historia de la psicoterapia moderna. Estudiar la complejidad de esta materia tanto como podamos es de suma importancia, porque pareciera que el hombre occidental, en general, y la psicologa, en particular, ignoran la tremenda fuerza oculta tras el sectarismo.

La premisa bsica del sectarismo es la siguiente: Yo y el grupo de personas al que pertenezco somos mejores y tenemos propsitos de ms vala que las personas que no pertenecen a este grupo, las cuales estn equivocadas y por lo tanto pertenecen al bando equivocado. Entiendo, por supuesto, que esta es una visin sumamente simplista y esquemtica del sectarismo, pero la psicologa del sectarismo es exactamente as: simplista y esquemtica.

Para comenzar, permtanme aportar un retrato arquetipal de la personalidad sectaria, segn fue esbozado por el poeta trgico Eurpides en su obra Hiplito. Hiplito es el paradigma de la personalidad virginal y puritana, que es proclive al sectarismo. Hiplito hace su primera entrada en escena, en compaa de un grupo de jvenes cazadores amigos, que vienen cantando un himno en honor a Artemisa, su patrona:

Hiplito (a sus compaeros): "Seguidme, seguidme cantando a la celestial hija de Zeus, a Artemisa, nuestra doncella protectora".1Estas lneas constituyen en s mismas una imagen que transmite el entusiasmo y el estado de fascinacin de esos jvenes adeptos. Una vez cantado el himno coral, Hiplito recita una plegaria a Artemisa:

Hiplito: "A ti, oh diosa, te traigo, despus de haberla adornado, esta corona trenzada con las flores de un prado virgen (), donde el ro de la Castidad mana incesante regando a las flores. La diosa del Pudor [la] cultiva con roco de los ros. Vamos, querida soberana, acepta esta diadema para tu ureo cabello ofrecida por mi mano piadosa. Yo soy el nico de los mortales que tengo el privilegio de reunirme contigo e intercambiar palabras, oyendo tu voz aunque no vea tu rostro. Ojal que los ltimos das de mi vida sean iguales a estos primeros!". 2El contenido de esta plegaria constituye una expresin de pureza, derivada del aspecto ms incontaminado de lo virginal: las flores que Hiplito ofrece a Artemisa han sido recogidas en campos jams transitados por el hombre; es un ejemplo explcito de un alma predominantemente virginal, que se expresa a s misma mediante la imaginera de un paisaje que le es afn. La plegaria es un bello ejemplo de la retrica de lo virginal.

En la escena que sigue, un viejo sirviente, que ha estado escuchando a Hiplito, le habla ahora con intencin de aconsejarlo. Le pregunta por qu no ha dedicado ninguna oracin a una gran diosa como Afrodita. Pero Hiplito rechaza rendirle culto: "Desde lejos la saludo, pues yo soy casto".3 El sirviente le previene dicindole: "Hay que honrar a todos los dioses, hijo mo".4 Pero Hiplito, al tiempo que abandona la escena en compaa de sus amigos cazadores, se despide con estas desafiantes palabras: "En cuanto a tu Cipris, le mando mis mejores saludos".5Ms adelante, en la tragedia, sabremos que Hiplito no slo rechaza a Afrodita sino a todos los dems dioses y diosas.

En mi opinin, el viejo sirviente, incluso si no se le considera como una personificacin de Hermes, posee, de hecho, rasgos hermticos. Es capaz de ver, al vuelo, el fanatismo de Hiplito e intenta corregirlo. Con mucha persuasin, trata de lograr que Hiplito reconozca ese lado opuesto de su personalidad, que rechaza y reprime de una forma tan brutal lo que no venga de sus formas de vivir. Mucho despus, cuando la tragedia haya tomado su curso, Teseo, el padre de Hiplito, en un parlamento que siempre ha sido motivo de especulacin y perplejidad para los estudiosos, acusa a su hijo: Teseo: "De modo que eres t el hombre sin par, el que vive en compaa de los dioses? T, el casto y puro de todo mal? No puedo creer que te jactes hasta el extremo de llamar, insensatamente, a los dioses ignorantes. Pregona y vocifera la bondad de tus dietas raras! Adopta a Orfeo como tu seor y profeta y entrgate a la adoracin de sus palabras etreas".6Si se consideran complementarias, estas tres escenas pueden servir como una descripcin de la personalidad virginal y puritana. La primera, la de Hiplito con sus amigos cazadores, puede verse como una imagen antropolgica primordial del sectario, la imagen prototpica del culto ritual en el que el puritanismo domina la psique de los adoradores. La segunda imagen, la del encuentro con el viejo sirviente, retrata el fanatismo de la personalidad sectaria: el rechazo de aquello que no pertenezca a la secta. Y la tercera imagen, la de la reflexin de Eurpides sobre el sectarismo rfico puesta en boca de Teseo, evidencia el sectarismo de Hiplito, pues acusa su conexin con la secta de Orfeo. Nosotros podemos imaginar que, en ese momento, Hiplito tiene cerca de veinte aos de edad y que las acusaciones de su padre en relacin con el orfismo, a la dieta sin carnes y a los efluvios verbales ("sus palabras etreas"), todo ello nos habla de un hombre joven, con inclinacin por la vida sectaria. Esta imagen nos recuerda al llamado 'sectario civilizado' cuyas manifestaciones modernas, acaso no evocan este patrn arquetipal?

Mediante personajes como el viejo sirviente, quien reprende a Hiplito por su culto nico a Artemisa, y como Teseo, quien reacciona ante el sectarismo rfico, Eurpides expresa claramente la intolerancia y rigidez en el sectario Hiplito.

Permtanme destacar estas dos caractersticas intrnsecas a la personalidad de Hiplito: su exclusiva lealtad a Artemisa, junto a la rigidez que ello implica, y su desprecio y brutal repulsin hacia todo aquello que no pertenezca a su diosa. Hiplito dice: "Ojal que los ltimos das de mi vida sean iguales a estos primeros!". Esta es la expresin de una naturaleza que no busca ningn movimiento psquico, ninguna otra iniciacin.

Una naturaleza sin alquimia

Podemos decir que se trata de una naturaleza sin alquimia, en el sentido de que no puede mezclarse con otros metales en procura de algn movimiento psquico. Y es por esta razn que las palabras de Hiplito tienen tanta importancia para aquel psicoterapeuta cuya prctica est concebida como movimiento psquico.

E. R. Dodds, en su libro Pagan and Christian in an Age of Anxiety 7, describe la irrupcin del sectarismo en los tiempos en que nace la cristiandad:

"Poseemos descripciones de cierto nmero de comunidades ascticas que parecen haber surgido independientemente unas de otras en diversas regiones del Mediterrneo oriental poco antes de la era cristiana. Esenios en Palestina, terapeutas en torno al lago Mareotis, los contemplativos egipcios descritos por Queremn o los neopitagricos de Roma".

Se ha especulado mucho, si bien a partir de una evidencia poco acadmica, acerca de la influencia de los esenios en la vida y enseanzas de Jesucristo y de sus seguidores. En unos "tiempos de ansiedad", esas sectas que florecieron son la seal de que los momentos histricos de profunda perturbacin psquica son propicios para que el modo de vida de las sectas atrapen y den forma al exceso de sufrimiento y de ansiedad. Se hace obvio que, directa o indirectamente, el espritu del sectarismo hall un lugar propio en tiempos del nacimiento del cristianismo, y que, en una variedad de formas, ha seguido siendo importante a lo largo de su historia. Hoy, en un tiempo tambin de ansiedad, ya sea dentro del espritu del cristianismo o fuera de l, el sectarismo irrumpe una vez ms para atrapar y tratar de contener el exceso de sufrimiento.

Como hemos visto, el sectarismo es arquetipal. La principal actividad de una secta es cantar en honor ya sea de un dios, una diosa, del gur o del lder de la secta e incluso de las reglas que regulan el modo de vida de la secta. Sin embargo, ha sido el genio de Eurpides el que muestra el reverso de la moneda: Hiplito reprime todo lo que no sea su idolatra por Artemisa y luego en la tragedia vemos la venganza de Afrodita en la muerte de Fedra y del mismo Hiplito. Imgenes de la tragedia griega que, para nosotros, son metforas de la destruccin que acarrea el sectarismo.

La psicoterapia moderna naci bajo el signo del sectarismo, evento histrico que hizo posible el que su poderosa influencia haya perdurado hasta nuestros das. Tan pronto como se inici la psicoterapia moderna, una disciplina destinada a iniciar una nueva aventura en la psique, el sectarismo se adue de ella.

La primera corriente de psicoanalistas se vio forzada a obedecer a Freud, el fundador de la Escuela de Viena, cuyos estudios se haban transformado en las leyes de la secta que el adepto no deba transgredir. El psicoanlisis clsico funciona como una ortodoxia: la salud del analista no se cuestiona, l mismo ya ha sido analizado, ha aprendido una tcnica y pertenece a la 'sociedad'. El psicoanlisis es un ejemplo de sectarismo en la psicologa moderna.

El peligro de una secta, ya sea freudiana o junguiana, consiste en que pone fin a la aventura interior de la psique. Todo cuanto tiene lugar en el alma es referido o interpretado fundamentalmente dentro de la concepcin de la secta. Todas las mltiples posibilidades, las diversas vas de tener relacin con los eventos de la vida de una persona son bloqueadas por la psicologa sectaria.

Si ubicamos en perspectiva histrica al sectarismo dentro de la psicologa moderna, llegaremos a considerar la ruptura de Jung con Freud como un producto del sectarismo y como una imagen desde la cual percibir otra de sus primeras apariciones en la psicologa moderna.

En Hermes y sus hijos 8, reflexiono sobre esa ruptura entre Freud y Jung como la expresin de una brecha, polarizada entre la adhesin al poder de Freud y la naturaleza hermtica de Jung. Sin embargo, ahora podemos entender la insistencia de Freud en su 'autoridad' como el control vigilante del lder de una secta. El sectarismo, as visto, est fundamentado en la obediencia al fundador y a las reglas de la secta.

Jung, al referirse a las sectas esotricas, las calific como una red en la que queda atrapada la locura de ciertas personas, que, de otro modo, estaran internadas en instituciones psiquitricas. Podra entenderse su famosa observacin de "Gracias a Dios que yo soy Jung y no junguiano!", como una reflexin sobre el sectarismo entre sus seguidores. A pesar de esta acertada advertencia de Jung, creo que podemos admitir que la psicologa junguiana no ha estudiado el sectarismo seriamente y no sabemos hasta dnde se ha hecho sombra, desde dnde hace su aparecer para distorsionar la visin de la psique como entidad individual nica.

Un sectario moderno

Ahora, quisiera le diramos una mirada a la imagen de un sectario moderno. Le llamar Pablo. Tiene 45 aos de edad, es abogado, alto de estatura, del tipo astnico y enflaquecido, tiene una cabeza grande y la barba bastante crecida. Se ha divorciado dos o tres veces y tiene varios hijos. Pero, el pilar de su vida y su filosofa es su gur hind, a quien visita en la India cada vez que siente que su psique se encuentra en una profunda crisis o al borde del abatimiento. Durante sus primeras horas de psicoterapia, Pablo me cont que, en una ocasin, mientras estaba de visita en Mxico, se sinti perturbado despus de ver una gran cantidad de imgenes mexicanas. Se encontraba en lo alto del campanario de una iglesia, cuando comprendi que se senta bastante mal y, entonces, record que un amigo le haba hablado de un ashram en Los Angeles. As que tom un avin a Los Angeles y particip en el ashram. De inmediato, comenz a sentirse ms calmado y en mejor forma. Es obvio que la secta le proporcion un cierto balance psquico. Su contacto con la secta, el elemento que su psique necesitaba para lograr un equilibrio bsico, activ en Pablo una comunicacin ritualista y restableci su equilibrio.

No fue difcil comprender que Pablo haba venido a verme porque no haba ashrams en Caracas y, en ese entonces, no tena dinero para viajar a la India y ver a su gur. Mi actitud psicoteraputica fue la de establecer una simetra con lo que l estaba aportando a la psicoterapia. Siendo receptivo a sus conversaciones acerca de su gur hind y animndolo con mi curiosidad, Pablo fue capaz de encontrar el balance necesario para acometer lo que eran sus conflictos reales en esa poca.

Esta experiencia analtica con Pablo muestra, en pocas palabras, la rapidez con que funciona la psicologa del sectarismo. De una forma casi inmediata, atrapa y contiene a la psique que est al borde de un colapso. Pablo representa para m al sectario per se. No puedo imaginar que sea capaz de vivir sin la conexin con una secta y con todas las gratificaciones que esto provee, tales como meditacin, ejercicios de respiracin, dietas macrobiticas, amuletos y otros, del mismo modo en que Hiplito deca " Ojal que los ltimos das de mi vida sean iguales a estos primeros!".

Si bien Pablo es un caso tpico del sectario moderno, el catlogo del sectarismo es sumamente variado. Tuve otro paciente, un hombre joven quien, a los veintids aos de edad, fue sacudido por una tragedia familiar muy compleja. En medio del torbellino emocional de ese momento y casi en forma inconsciente, el joven se uni a una secta con la que permaneci, sufriendo una culpa enorme y viviendo un conflicto interior, hasta que tuvo 35 aos, momento en el que acudi a psicoterapia. Haba estado tan sofocado por la secta que la primera parte del anlisis fue dedicada totalmente a discutir la psicologa del sectarismo. Su experiencia demostraba, una vez ms y acertadamente, lo rpido que el sectarismo puede apoderarse de una psique que se encuentra bajo la presin de un sufrimiento extremo. Quiero destacar este importante aspecto del sectarismo la curacin en el nivel del sectarismo porque considero que merece tanto respeto como estudio.

Cuando trabajaba en la Clnica Zrichberg, en Zrich, entonces recin fundada, lleg un hombre procedente de Trieste, en busca de tratamiento. El doctor Heinrich Fierz, director de la clnica, convers con l pero, hasta donde yo recuerdo, no pudo determinar cul era el trastorno psicolgico del hombre. De hecho, el hombre no daba muestras de tener problema alguno. Tena un aspecto decente, el de un hombre que calmada y lentamente entraba en la vejez. Se condujo con mucha circunspeccin durante los pocos das que permaneci en la clnica y apenas fue notado. En determinado momento, el hombre anunci que ya se haba restablecido y que deseaba regresar a su casa. Antes de partir, el doctor Fierz mantuvo una ltima conversacin con l, en la que le pregunt cmo se haba curado. El hombre le explic detalladamente que un da, mientras estaba comiendo con otros pacientes y algunos terapeutas, sinti un flujo de energa circulando a travs de la gente y alrededor de la mesa lo que hoy en da se llaman vibraciones y esto le devolvi la salud. Desde la perspectiva de la psicopatologa, su fantasa tiene un toque paranoico y nos recuerda el magnetismo animal de Mesmer. Pero estamos reflexionando sobre el modo en que el arquetipo funciona en su aspecto sectario. Al mismo tiempo, este caso puede considerarse como un ejemplo psiquitrico de los que nos reporta la antropologa cultural dentro del fenmeno de lo religioso, y que puede ser visto como un ingrediente de la psicologa sectaria.

Tambin, hay gente que sabe mucho acerca de las ideas y modo de vida de muchas sectas. Son casi unas enciclopedias vivientes acerca de las sectas y de sus fundadores. Tengo la impresin de que, en esta forma, alimentan su necesidad psquica de sectarismo, sin tener que literalizar esta necesidad unindose efectivamente a una secta.

Muchas personas acuden a psicoterapia despus de haber pertenecido a diversas sectas teosficas, de Gurdieff, subud, sufes, sin mencionar las de los muchos gures de la India. Es muy extrao encontrar entre ellas una que opte por su individuacin. Lo comn es que psquicamente se mantenga apegado a lo sectario y tenga a la psicologa junguiana por una secta ms.

A principios de los aos setenta, Zrich se vio inundada por hippies que acudan al anlisis junguiano movidos por una curiosidad un tanto ingenua y deseosos de escuchar palabras etreas. Uno sospecha que cualesquiera fuesen las palabras que el analista usara, ellas seran escuchadas como sublimes. Yo llegu a preguntarle a un hippie qu lo haba atrado hacia la psicoterapia junguiana. Me respondi que haba ledo la solapa de un libro de Jung, sobre el Bardo Thdol 9, en una librera de San Francisco y que eso fue suficiente para llevarlo hasta Zrich. Hay gente dispuesta a ir hasta el fin del mundo para escuchar de un profeta las palabras etreas que su psique necesita: gente que dedica gran parte del tiempo en la bsqueda de esa suerte de orfismo que Hiplito practicaba cuando tiene lugar la tragedia.

Esa locura especfica y peculiar del sectario

El sectarismo funciona de diversas maneras: conoc a un hombre joven que, no pudiendo tolerar la aventura de la sombra en el anlisis junguiano, se uni a una secta bastante estricta. Este caso dio tambin mucho de qu hablar entre sus amigos y, personalmente, me dio mucho en qu pensar, tanto que me encontr a m mismo especulando que ese joven bien podra no ser totalmente un hijo arquetipal de Artemisa, por decirlo as, sino que era ms una personalidad adolescente infatuada, un puer aeternus que se haba identificado con un xito precoz en la vida. Despus, a sus 30 aos de edad, no poda aceptar el fracaso terrenal con su sombra por lo que su psique pareca no ofrecerle otra opcin para sobrevivir que la de unirse a una secta, cuyas reglas eran de una severidad tal como prohibirle cualquier acercamiento de sus amigos de otros tiempos.

Le pido al lector que tenga en mente este caso porque pudiera darnos la oportunidad de distinguir entre dos psicologas, que suelen resultar confusas: la psicologa del puer aeternus y la del sectario. Por ejemplo, Thomas Moore, en su artculo "Artemis and the Puer" 10 percibe a Hiplito en el contexto del arquetipo del puer aeternus, del eterno adolescente. Lo que yo veo semejante al puer en Hiplito pudiera ser su juventud y tambin su "entrega a la adoracin de sus palabras etreas" (las emanaciones verbales de los rficos), como en el hippie de San Francisco. Sin embargo, para m, esto no es suficiente para considerar a Hiplito como una figura paradigmtica del puer. Sus rasgos ms importantes son su virginidad y su castidad, lo que yo considero como tpico de un hijo arquetipal de Artemisa.

Eurpides pinta en Hiplito el retrato de una personalidad bsicamente limitada: adorar solamente a una deidad del panten griego de dioses y diosas es evidencia de una personalidad limitada y pobre. Los estudiosos de los clsicos coinciden con esta afirmacin y describen a Hiplito como una personalidad dbil, de una trgica simplicidad. Incluso Hiplito parece an ms dbil cuando se le estudia en comparacin con otros hroes trgicos Orestes, por ejemplo, cuya conciencia trgica y la forma en que asume su destino, muestran lo que realmente es el hroe trgico. Hiplito no muestra una actitud comparable, toda vez que es movido slo por fuerzas inconscientes y no tiene conocimiento de su propio destino trgico. El no es un hroe trgico, con una conciencia trgica, sino ms bien una vctima trgica.

La imagen potica del sectario que nos da Eurpides nos permite ver a la debilidad como un rasgo esencial de la personalidad sectaria. Y yo considero que es ste el rasgo que mueve al adepto a unirse a una secta; no hay energa que sostenga al individuo. Sin embargo, hay una va ms dramtica, o incluso ms brutal, de detectar los elementos que mueven la necesidad de unirse a una secta. Aos atrs, le un libro de Jean Paul Sartre sobre el judasmo y el nazismo. No he podido encontrar de nuevo este libro, de manera que tendr que confiar en mi memoria. Al tratar de introducirse en la psicologa del nazismo, Sartre trae a colacin una analoga con una secta americana, la del Ku-Klux-Klan, cuyos miembros desean 'limpiar' el mundo de la gente negra. Para Sartre, es la mediocridad lo que ha impulsado a esa ente a unirse en una secta. As que podemos observar una mezcla de debilidad y mediocridad en la psicologa del sectario. Debemos estar conscientes de nuestra propia mediocridad porque, de lo contrario, podra pasar a formar parte de nuestra sombra. A propsito, tuve una vez un paciente que consideraba que el logro de su psicoterapia haba sido hacerse consciente de su mediocridad.

La maldad en la secta

Al hablar de mediocridad, comenzamos a aproximarnos a la atemorizante y siniestra aparicin de la maldad en la secta. Podemos ver una manifestacin de ello, con una lente de aumento, en una secta como la de James Jones, quien condujo a un grupo de adeptos hasta un claro de la selva de Guyana, donde tendran una vida pura y sencilla. Imagino que todos hemos ledo los espantosos testimonios de quienes sobrevivieron a ese holocausto. Muchos de ellos parecen ser gente sencilla y cuando explican lo que les llev a la secta, uno puede tener una evidencia palpable de esa debilidad y mediocridad, que son el impulso de una forma sectaria de vida. Se dejaron influir por el aspecto utpico del sectarismo: por la fantasa de que podran encontrar la Ciudad de Dios en la selva guyanesa, aunque en verdad siguieron a un loco poseso de sectarismo que los condujo a la muerte. El caso de la secta de Guyana, acompaando al horror, tiene el mayor inters por el nmero de vctimas y porque fue la primera de una serie de inmolaciones suicidas en sectas, a las cuales el lector ha tenido acceso a travs de los media.

En su artculo "Pain and Punishment", Alfred Ziegler 11 se refiere al aspecto psicosomtico de la psicologa de la utopa que est presente en la psicologa sectaria y que se transform en horror en la secta de Jones. La cruda realidad de la vida en la selva guyanesa sobrepas la imaginera infernal de Gernimo el Bosco y del Marqus de Sade, en quienes Ziegler ha basado la imaginera del opuesto destructivo de lo utpico. Debemos tener en cuenta esta contribucin de Ziegler sobre el dolor y el castigo psicosomticos del utpico cuando nos enfrentemos con casos semejantes, porque creo que nos proporciona un enfoque muy acertado de su condicin psicosomtica. Un autocastigo compensando los vuelos futuristas de la utopa sectaria.

La portada de la edicin del mes de mayo de 1991 de la revista Time Magazine, tuvo como titular "The Thiriving Cult of Greed and Power" ("El prspero culto de la avaricia y del poder"), y remita a un reportaje sobre una secta que se autodenomina la Iglesia de algo as como la Cienciologa, una secta de la que yo no saba nada hasta ese momento. La descripcin del Time de esa secta, que reclama ser una religin, es impresionante. La concepcin del culto es de una demencia difcil de ser catalogada en un manual sobre psicopatologa. Por ejemplo, Hubbard, dentista y fundador de la secta, "determin que los seres humanos estn hechos de un conglomerado de espritus (o 'thetans' como l los denomina) que desaparecieron de la Tierra hace unos 75 millones de aos a causa del cruel tirano galctico Xenu". Dejo a su imaginacin adivinar de qu tipo de enfermedad mental nace esta secta. He hecho referencia a la debilidad y a la mediocridad en la psicologa sectaria, pero parece que me qued corto frente a la doctrina bsica de la Cienciologa. Sin embargo, se trata de una especie de sectarismo que vale la pena explorar y demuestra que no es necesario tener una forma coherente de pensamiento: porque evidentemente mientras ms demencial sean sus principios, ms exitosa ser la secta. Con esto, podemos volver como en el caso de Pablo a la observacin que hizo Jung a principios de siglo respecto al hecho de que mientras ms sectas existan, menos necesidad habr de instituciones psiquitricas.

Observamos, a partir del libro de E. R. Dodds, Pagan and Christian in an Age of Anxiety, que la psicologa del sectarismo floreci en una poca de ansiedad. Las dos sectas mencionadas, la de Jim Jones y la Cienciologa, revelan la incomparable ansiedad de los tiempos que vivimos. En esta visin, tambin entra el fundamentalismo de las grandes religiones, las cuales expresan su fanatismo mediante el terrorismo. A esta altura, creo que podemos ver que el sectarismo, hoy en da, es una expresin colectiva que no podemos ignorar y que supone un reto para nuestros estudios.

Del sectarismo en el paciente

Ahora bien, cuando hacemos psicoterapia, deberamos estar conscientes de la eventual aparicin del sectarismo en el paciente, as como estar listos para reflexionar sobre su manifestacin en nosotros mismos, porque, de otra manera, existe el riesgo de que el sectarismo, con su mediocridad, se transforme en la fuerza que controle la situacin teraputica. Necesitamos asimismo saber que existen muchas formas mundanas, mediante las cuales el sectarismo puede introducirse subrepticiamente en nuestras vidas. He tenido la sensacin de que la semntica junguiana suele darse por sentada en lo que toca a trminos como persona, ego, sombra, nima, animus, self, etctera, que acaban convirtindose en contraseas de una secta. Un ejemplo pudiera ser el modo en que el trmino 'individuacin' se ha transformado en una palabra milagrosa. Es necesario aclarar lo que deseamos significar con 'individuacin' o con cualquiera de esos trminos en un contexto determinado y evitar su estereotipacin pues, de otra manera, se corre el peligro de que se convierta en la jerga de la secta. Los balbuceos etreos de la secta, totalmente desasidos de la realidad corporal y terrena, de los cuales Eurpides era consciente.

Teora y sectarismo

Podemos asimismo percibir el sectarismo en la forma en que la gente habla sobre una teora. A veces, da la impresin de que la psicologa est plagada de teoras. Por supuesto que las teoras son una contribucin, pero podemos ver a algunos analistas tan apegados a ellas, que las literalizan en una forma similar a lo que hace el sectario con las leyes de su secta. El asunto es que tanto la semntica como las teoras pueden alimentar nuestro latente sectarismo de manera tal que llegamos a experimentar nuestras vidas y practicar nuestra psicoterapia en esos trminos.

Muchas personas acuden al anlisis junguiano muy versadas de antemano en la teora y semntica de la escuela y predispuestas a experimentar su terapia y su estudio como una forma de vida sectaria. Trat a una joven mujer, de unos 30 aos, licenciada en Historia y, un da, hablando sobre historia, el asunto del sectarismo se col en la conversacin. Me sorprend entonces cuando me manifest que, al iniciar su terapia, ella haba tenido la fantasa de que estaba ingresando a una secta: ella, yo, el amigo que le haba recomendado venir a verme y el resto de mis pacientes estbamos en lo 'correcto', mientras que el resto de la gente estaba 'equivocada'.

Cuando converso con mis colegas y con estudiantes de psicologa, a menudo se percibe la presencia de ideas del sectarismo. Siendo el sectarismo arquetipal, esto es inevitable, especialmente cuando un grupo se rene. Durante los ltimos aos, la psicologa junguiana se ha desarrollado notablemente desde su contexto parroquial en Zrich, hace unas tres dcadas, hacia una expansin alrededor del mundo, en donde miles de personas estn incorporndose a ella. Sin embargo, se tiene quizs suficiente conciencia de que una expansin de esa clase supone la manifestacin de un impulso misionero, penetrado por la energa sectaria?

Hoy, es manifiesto un inters arrollador por la apertura de nuevos institutos, la formacin de asociaciones, la puesta en marcha de programas de entrenamiento y la publicacin de artculos y libros. Como resultado de ello, la psicologa junguiana ha ganado en presencia acadmica. Podemos decir que, consciente o inconscientemente, se est promocionando una imagen que pudiera ser atractiva para las personas con tendencia al sectarismo, que son dbiles e ignoran su mediocridad. La psicologa junguiana parece haberse afiliado al colectivo y haber olvidado que la funcin de la psicologa analtica es la de compensar al colectivo. Ahora bien, mi visin de la psicologa junguiana actual es la de un conglomerado, en el cual es posible ver a cada cual como individuo. No as cuando aparece como secta.

Se sabe que la psicologa junguiana tiene un fuerte gancho para aquel con inclinaciones sectarias. Por un lado, en sus inicios, los estudios de Jung sobre ocultismo en los que fue pionero, y por el otro, su inters por la cultura oriental vista a travs del inconsciente colectivo y los estudios de religiones comparadas, que estaban muy en boga antes de la Segunda Guerra Mundial, son cosas que alimentan las proyecciones al gur, tan caractersticas del sectario. (Recuerdo al lector el hippie de San Francisco). Pero tambin debemos darle crdito al gran sector junguiano que se ha mantenido reflexivo y crtico respecto a Jung y, con esto, ha conservado dentro de ciertos lmites las proyecciones que una personalidad tan importante del siglo XX provoca.

Anselm Kiefer. Nigredo. 1984 Philadelphia Museum of Art.Debemos recordar que la psicologa junguiana se bas en una parte olvidada del alma del hombre occidental su vida interior; esto es lo que la ha hecho nica y es posible slo en el encuentro teraputico de dos individuos: terapeuta y paciente. Despus de lo que se ha dicho aqu acerca de la psicologa del sectarismo, esto es lo que est en juego, porque esa prctica, basada en el individuo, es justamente lo opuesto al sectarismo. De hecho, ver al 'otro' como un individuo no es tarea fcil. Ms si sabemos que lo que podemos obtener como movimiento psquico depende de cmo podamos integrar la llamada sombra, lo que no sabemos de nosotros mismos. Y en esto no pueden hacerse promesas de 'felicidad' utpica. Debemos aprender a diferenciar entre dos individuos que emprenden la aventura de la psicoterapia y la psicoterapia en la que las teoras y las reglas de la secta han tomado el control. Al menos, deberamos estar conscientes de la diferencia entre estas dos aproximaciones.

Mi propia naturaleza rehusa verse atada ya sea por tericas cadenas apolneas o por las reglas y leyes de una secta artemisal. Sin embargo, aunque es posible que no me vea atrapado por la afiliacin a sectas conocidas o a una tendencia determinada, esto no impide la presencia del componente arquetipal sectario y virginal.

Est presente en todos nosotros y hay que reconocerlo. Si de hecho mi naturaleza fuese como lo he manifestado, entonces, por qu estoy interesado en estudiar el sectarismo? Es posible que mi psique est intentando conectarse con algo que est en oposicin a mi naturaleza arquetipal? Creo que tengo cierta habilidad para detectar el sectarismo en su retrica y, asimismo, soy capaz de reflexionar su aparicin en mi prctica. Es como si yo tuviera que estar muy alerta frente a algo que temo tanto.

Pensando sobre el tema del sectarismo, me hice consciente de un sentimiento en m. De hecho, ver al sectarismo como una posibilidad de curacin para una personalidad muy dbil y vacilante por un lado y, por el otro, ver el diablico horror de las sectas apocalpticas criminales es suficiente para crear ambivalencias en cualquiera. Pero, hay mucho ms al respecto: mientras estaba trabajando en este escrito, tuve la sensacin de que, probablemente, estaba rozando esa locura especfica y peculiar que es ncleo del sectarismo. Se trata de una sensacin extraa, difcil de transmitir con palabras. A pesar de todo, como ya hemos dicho, el sectarismo, en la medida en que lo hemos venido estudiando, crea una ambivalencia al estar en oposicin al nfasis esencial que la psicologa junguiana hace del self (el s mismo) como meta aunque inalcanzable del vivir ntimo del individuo.

Notas y referencias bibliogrficas:1 Eurpides. (1977). "Hiplito". En Tragedias. Tomo I. Biblioteca Clsica Gredos, 4. Introduccin, traduccin y notas de Alberto Medina G. y Juan Antonio Lpez F. Madrid: Editorial Gredos. vv. 5960, p. 327. Para servir a los fines de este ensayo y para conservar el sentido de la versin inglesa consultada, hemos modificado algunas lneas de la traduccin de la tragedia de Eurpides que citamos.2 Ibdem, vv. 7288, p. 328.3 Ibdem., 102, p. 329.4 Ibdem. vv. 108, p. 329.5 Ibdem. vv. 114, p. 329.6 Ibdem. vv. 948957, pp. 36061.7 E. R. Dodds. Pagan and Christian in an Age of Anxiety, Cambridge 1965, Cambridge University Press. (Hay traduccin espaola: 1975. Paganos y cristianos en una poca de angustia. Madrid: Ediciones Cristiandad.8 Rafael LpezPedraza. Hermes y sus hijos. Trad. Ivn Rodrguez. Anthropos, Barcelona 1991. p. 33.9 "Psychological Comentary on The Tibetan Book of the Dead". En: Ed. W. Y. EvansWentz (ed.). 1957. The Tibetan Book of the Dead. New York & London.10 Thomas Moore.. "Artemis and the Puer". En: Puer Papers. Spring Publications. Dallas 1979, p. 169.11 Alfred Ziegler.. "Pain and Punishment". En: Spring: An Annual of Archetypal Psychology and Jungian Thought, 1982, pp. 26378.