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MARÍA NIEVES FERNANDEZ GARCÍA LA PRESENCIA DE CERVANTES EN VALLE-INCLÁN En muchas ocasiones, Valle-Inclán, implícita o explícitamente, manifiesta su admiración, su gusto o adhesión, respecto a Cervantes y su obra. En este sentido, se acusa — y es lamentable — el agravio comparativo que la crítica hace sufrir a Valle, al postergarlo, en el estudio de esta influencia, a otros escritores de la llamada Generación del 98. Porque, efectivamente, aún no se había escrito Vida de Don Qui- jote y Sancho, La ruta de Don Quijote ni Cantos de vida y esperanza donde se inserta «Letanías de Nuestro Señor Don Quijote» — , obras, respectivamente, de Unamuno, Azorín y Rubén Darío, todas de 1905, cuando Valle-Inclán, en forma de cuento «El Palacio de Brandeso» (1902), que en la misma fecha incorpora a Sonata de otoño, se fascina ante un hidalgo, sin duda, Don Quijote de la Mancha 1 . Y es, como se verá en el desarrollo de esta comunicación, el primer gran referente de un proceso marcado, definitivamente, por una influencia 2 . 1 «Don Miguel Bendaña /.../. Había sido un caballero déspota y hospitalario, fiel a la tradición hidalga y campesina de todo linaje. Enhiesto como un lanzón de roble, /.../ pasó por el camino sin sentarse en el festín de los plebeyos, hermosa y noble locura que no le abandonó nunca. Descendiente ideal de Don Quijote, pero más linajudo y más feliz, bajó al sepulcro sin haberse visto despojado del yelmo de Mambrino» («El palacio de Brandeso» (Memorias del Marqués de Bradomín). Primera versión, cuento publicado en El Imparcial, Madrid, 13-1-1902). «En la obra /.../, que lleva ya el título emblemático de "Comedia Bárbara", aparecida en El Imparcial el 18 de junio de 1906, El Caballero, "uno de los hidalgos mujeriegos y despóticos, hospitalarios y violentos que todavía se conservan como retratos antiguos", no era otro que D. Miguel Bendaña. Sin embargo, inmediatamente, Valle-Inclán lo relegó al olvido y optó por Juan Manuel Montenegro, próximo en su fisonomía y comportamientos a Bendaña, como personaje protagónico y motivador de la futura y quizás aún, imprevisi- ble trilogía» (Juan Antonio Hormigón, Valle-Inclán. Cronología. Escritos dispersos. Epistola- rio, Madrid: Fundación Banco Exterior, 1987). Robert Lima, An Annotated Bibliography of Ramón del Valle-Inclán, Pennsylvania, University Park, 1972, p. 290, la fecha un mes más tarde. Igualmente, Roberta Salper de Tortella, «Valle-Inclán in El Imparcial, Modern Lan- guage Notes, 83, 2 (1968), p. 290. 2 «La admiración por Cervantes es una constante en Valle-Inclán» (Sumner M. Greenfield, Valle-Inclán: Anatomía de un teatro problemático, Madrid: Editorial Fundamen- tos, 1972, p. 195, nota 1). «/.../ il faudrait indiquer une foule d'L.J noms qui vonl d'Ovidc á Bécquer en passant ACTAS II - ASOC. CERVANTISTAS. María Nieves FERNÁNDEZ GARCÍA. La presencia de Cervantes en...

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M A R Í A N I E V E S FERNANDEZ GARCÍA

LA PRESENCIA DE CERVANTES EN VALLE-INCLÁN

En muchas ocasiones, Valle-Inclán, implícita o explícitamente,

manifiesta su admiración, su gusto o adhesión, respecto a Cervantes

y su obra. En este sentido, se acusa — y es lamentable — el agravio

comparativo que la crítica hace sufrir a Valle, al postergarlo, en el

estudio de esta influencia, a otros escritores de la llamada Generación

del 98. Porque, efectivamente, aún no se había escrito Vida de Don Qui­

jote y Sancho, La ruta de Don Quijote ni Cantos de vida y esperanza

— donde se inserta «Letanías de Nuestro Señor Don Quijote» — , obras,

respectivamente, de Unamuno, Azorín y Rubén Darío, todas de 1905,

cuando Valle-Inclán, en forma de cuento «El Palacio de Brandeso»

(1902), que en la misma fecha incorpora a Sonata de otoño, se fascina

ante un hidalgo, sin duda, Don Quijote de la Mancha 1. Y es, como se

verá en el desarrollo de esta comunicación, el primer gran referente

de un proceso marcado, definitivamente, por una influencia2.

1 «Don Miguel Bendaña /.../. Había sido un caballero déspota y hospitalario, fiel a la tradición hidalga y campesina de todo linaje. Enhiesto como un lanzón de roble, /.../ pasó por el camino sin sentarse en el festín de los plebeyos, hermosa y noble locura que no le abandonó nunca. Descendiente ideal de Don Quijote, pero más linajudo y más feliz, bajó al sepulcro sin haberse visto despojado del yelmo de Mambrino» ( «El palacio de Brandeso» (Memorias del Marqués de Bradomín). Primera versión, cuento publicado en El Imparcial,

Madrid, 13-1-1902). «En la obra /.../, que lleva ya el título emblemático de "Comedia Bárbara", aparecida

en El Imparcial el 18 de junio de 1906, El Caballero, "uno de los hidalgos mujeriegos y despóticos, hospitalarios y violentos que todavía se conservan como retratos antiguos", no era otro que D. Miguel Bendaña. Sin embargo, inmediatamente, Valle-Inclán lo relegó al olvido y optó por Juan Manuel Montenegro, próximo en su fisonomía y comportamientos a Bendaña, como personaje protagónico y motivador de la futura y quizás aún, imprevisi­ble trilogía» (Juan Antonio Hormigón, Valle-Inclán. Cronología. Escritos dispersos. Epistola­

rio, Madrid: Fundación Banco Exterior, 1987). Robert Lima, An Annotated Bibliography of

Ramón del Valle-Inclán, Pennsylvania, University Park, 1972, p. 290, la fecha un mes más tarde. Igualmente, Roberta Salper de Tortella, «Valle-Inclán in El Imparcial, Modern Lan-

guage Notes, 83, 2 (1968), p. 290. 2 «La admiración por Cervantes es una constante en Valle-Inclán» (Sumner M.

Greenfield, Valle-Inclán: Anatomía de un teatro problemático, Madrid: Editorial Fundamen­tos, 1972, p. 195, nota 1).

«/.../ il faudrait indiquer une foule d'L.J noms qui vonl d'Ovidc á Bécquer en passant

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Son frecuentes las referencias laudatorias del escritor gallego a Cervantes: «el humano Cervantes», «los fértiles campos de Cervantes», en el «Prólogo» para Sombras de vida, de Melchor Almagro San Martín (1903)3.

En su pobreza honrada, como la de Cervantes, con el dolor en el alma por la muerte de su primer hijo varón, escribe a Ortega y Gasset, 19144, pidiéndole sea su valedor para conseguir una pensión que le permita «estudiar alguna cosa en Italia. Cosa para la cual, en concien­cia, sea yo capaz /.../. Una visión de Cervantes»5. Y en respuesta de agradecimiento al mismo, pocos días después 6, al aludir a un libro publicado por Ortega, «acaso el que en su carta me promete», añade: «estoy deseando leerlo». Se trata, probablemente, de Meditaciones del Quijote7.

Valle-Inclán admira a Azorín — pese a alturas de «azores» y «va­lles» de umbría, en las relaciones de personalidades tan diferentes —. Así se desprende de una tarjeta, sin fecha, que le escribe 8, donde cita expresamente su artículo «Al margen del Quijote» 9. Aparte de la amistad y admiración mutuas — de amigo a amigo, de escritor a escri-

par Cervantes: les innombrables lectures de D. Ramón qui, presque toutes, laissèrent sur lui leur empreinte», escribe Éliane Lavand, Valle-Inclán du journal au roman (1888-1915), Université de Dijon, 1979, p. 427. Y ratifica: «/.../ sería necesario indicar un sinnúmero de /.../ nombres que van desde Ovidio hasta Bécquer, pasando por Cervantes: las numerosas lecturas de D. Ramón, que en su inmensa mayoría, dejaron huella en él » (Éliane Lavaud-Fage, La singladura narrativa de Valle-Inclán (1888-1915), La Coruña: Galicia Editorial, 1991, p. 306).

Poco antes de morir, su pobreza y enfermedad son aliviadas por Ruiz Contreras que promueve la publicación de Flores de almendro en la Editorial Bergna, al lado de clásicos de la altura de Cervantes y Lope de Vega. «Me halagaba — había dicho Valle-Inclán, muerto apenas tres meses antes de su publicación (Flores de almendro, con "El porqué de este l ibro" de Juan Bergna, Madrid: Bergna, Imp. Sáez hermanos, 1936) — codearme con los clásicos universales» (Apud Éliane Lavaud-Fage, La singladura..., op. cit., 171).

3 Melchor Almagro San Martín, Sombras de vida, Madrid: A. Marzo, 1903, ps. IX-XXI I , Apud Juan Hormigón, op. cit., p. 432. Se trata de una colección de cuentos.

4 Cambados, 2 de octubre de 1914. 5 El subrayado es mío. 6 Cambados, 29-X-1914. Honra a Ortega, tanto la rapidez en contestar, cuanto la

buena acogida al amigo; novelista, además, por él admirado. 7 Madrid: Residencia de Estudiantes, 1914. Aunque no se descarta la posibilidad de

que se refiriera a Vieja y nueva política, de la misma techa. 8 El texto manuscrito se publicó en la revista «Índice de Artes y Letras» IV (1954).

Su contenido (Apud Hormigón, op. cit., p. 504), es el siguiente:

«Sr. don José Martínez Ruiz (Azorín). Calle de los Madrazos. Madrid.

¡Qué humano y discreto razonar el de su artículo "Al margen del Quijote"! ¡ Machiavel o! ¡Saavedra!

Relea, querido Azorín, "Medida por medida", más cerca que de los otros está usted del gran Guillermo.

Un abrazo, Valle-Inclán»

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y de lector a lector 1 0 —, Valle se identifica en sus sentimientos — «Hubo tanto acíbar en algunos años de mi vida y fue tan mezquina la victoria y g lor ia » 1 1 — y en sus decisiones — retirado a Cambados, con el « l írico» propósito de dedicarse a la agricultura 1 2 — con el Don Quijote de Azorín. Y como a aquél, en el «crepúsculo vespertino» de su «personalidad», «Una vaga melancolía baña su espíritu /.../ espere­mos en una estación para marcharnos, dentro de un momento, a un pueblecillo, al campo, de donde no hemos de volver. /.../. Una íntima melancolía bañaba su espíritu».

Existe en la actitud de Valle-Inclán una constante revelación del gusto por Cervantes y su obra; una actitud laudatoria. Ésta es la que se manifiesta en el «Prólogo» a «La guarda cuidadosa» 1 3 :

«En el año 1616 y a 23 de abril, murió Miguel de Cervantes de una enfermedad del corazón. Para recordar aquella fecha y los siglos que hoy se cumplen, se hace la edición de este entremés de 'La guarda cuidadosa'. Fue, sin duda, escrito para un público ingenuo y representado por farsantes acaso más ingenuos, los farsantes de la corona de papel dorado y las barbas de estopa. En los niños revive siempre la ingenuidad de los siglos pasados, y para entender y alcanzar el encanto de las literaturas viejas, no hay cosa mejor que saber hacerse niño. Por conservar la vir­tud cristalina de este encanto, no lleva ahora notas, glosas ni apostillas el entremés de 'La guarda cuidadosa'. Se imprime para los niños y ellos lo pueden entender mejor que los hombres».

En el «Prólogo» a El Pedigree, de Ricardo Baroja y Nessi (1926), Valle-Inclán distingue como pintor «ático» a Moreno Cambronera 1 4, pintor de las Reales Personas y de cuadros como «El Quijote». Eran los tiempos en que el escritor gallego presidía las tertulias del Nuevo Café de Levante y participaba — cuando podía — del buen yantar del restaurante Lhardy, en el Madrid que él consideró «deliciosas eras de la Mancha» 1 5 .

9 Artículo que se integrará en la recopilación «Al margen de los clásicos», Madrid: Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 1915.

1 0 Valle-Inclán dedica a Azorín la primera edición de Aromas de leyenda: «Para Azo­rín de su amigo y lector Valle-Inclán». Y la primera edición de Romance de lobos: «A Martí­nez Ruiz en testimonio de alta consideración literaria, su amigo Valle-Inclán».

Azorín, por su parte, en «Valle-Inclán y América», en Madrid (1941), hace, con ecuani­midad bien probada, alabanzas del escritor gallego: «/.../ he dedicado artículos de justo elogio a algunos libros suyos. /.../. Pero fascinado por Valle-Inclán lo he estado siempre, y lo estoy ahora mismo. Fascinado estoy ahora por un escritor que ha enriquecido la litera­tura española, que ha tenido siempre arranques generosos y que ha muerto pobre — él que había regalado un tesoro a España — por no querer ser más que escritor».

Azorín deja subrayadas y anotadas las obras que lee, con asiduidad, de Valle-Inclán. Y escribe el «Pró logo» para sus Obras Completas, I, Madrid: Rivadeneyra, Rúa Nova, 1944.

" Cfr. Carta a su gran amigo Andrés Rábago, enero de 1911. 1 2 Actividad en la que fracasa. 1 3 Valle-Inclán, «Pró logo» de Entremés de la guarda cuidadosa de Miguel de Cervan­

tes Saavedra, II, 11. Moya del Pino/, Madrid: Imp. Suc. de Hernando (1916), 18x13, 55 p. «Pró logo» , ps. 9-10.

1 4 José Moreno Cambronero (Málaga, 1860-Madrid, 1942). 15 Apud Hormigón, op. cit., p. 445.

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Al manifestar las tres maneras de ver el mundo, «de rodillas, en pie o levantado en el a i re » 1 6 , Valle hace suya la manera de Cervantes:

«Comenzaré por decirle a usted que creo hay tres modos de ver el mundo artís­tica o estéticamente: de rodillas, en pie o levantado en el aire. Cuando se mira de rodillas — y esta es la posición más antigua en literatura —, se da a los persona­jes, a los héroes, una condición superior a la condición humana, cuando menos a la condición del narrador o del poeta. Así Homero atribuye a sus héroes condicio­nes que en modo alguno tienen los hombres. Se crean, por decirlo así, seres superio­res a la naturaleza humana: dioses, semidioses y héroes. Hay una segunda manera, que es mirar a los protagonistas novelescos como de nuestra propia naturaleza, como si fueran nuestros hermanos, como si fuesen ellos nosotros mismos, como si fuera el personaje un desdoblamiento de nuestro yo, con nuestras mismas virtu­des y nuestros mismos defectos. Ésta es, indudablemente, la manera que más pros­pera. Esto es Shakespeare, todo Shakespeare./ Los celos de Ótelo son los celos que podría haber sufrido el autor, y las dudas de Hamlet, las dudas que podría haber sufrido el autor./ Y hay otra tercer manera, que es mirar al mundo desde un plano superior/ levantado en el aire/, y considerar a los personajes de la trama como seres inferiores al autor, con un punto de ironía. Los dioses se convierten en personajes de saínete. Esta es una manera muy española, manera de demiurgo, que no se cree en modo alguno hecho del mismo barro que sus muñecos. Quevedo tiene esta manera./ Cervantes, también. A pesar de la grandeza de Don Quijote, Cervantes se cree más cabal y más cuerdo que él y jamás se emociona con él./ Esta manera es ya definitiva en Goya 1 7 . Y esta consideración es la que me llevó a dar un cambio en mi literatura y a escribir los esperpentos, el género literario que yo bautizo con el nombre de esperpentos».

Y Valle-Inclán sanciona, y es ahora en el Ateneo de Guipúzcoa, en la que iba a ser su última Conferencia 1 8:

«El verdadero español considera a sus héroes inferiores a él. Así, por ejemplo, los autores de la novela picaresca, se sienten honrados, superiores a los tipos crea­dos. El verdadero español es como un demiurgo. Velázquez se cree superior a los bufones, picaros y criados. Goya, superior también a la familia de Carlos IV y a los majos. El mismo Cervantes asiste con una sonrisa compasiva a los sucesos que le sobrevienen a Don Quijote. Y en Quevedo hay una gran crueldad contra sus héroes».

1 6 En Entrevista con Gregorio Martínez Sierra, que ABC, en pocos días, hizo clásica. ( «Hablando con Valle-Inclán de él y su obra», en «Estética del 'esperpento': Interview de Gregorio Martínez Sierra, ABC (Madrid), 7 de diciembre de 1928 y 3-VIII-1930).

1 7 «Esto es totalmente inexacto — interpreta Juan Bautista Avalle-Arce — aplicado a Cervantes» (Juan Bautista Avalle-Arce, «Valle-Inclán: La esperpentización de don Juan Tenorio» , en Lecturas (Del temprano Renacimiento a Valle-Inclán), Potomac, Maryland: Scripta Humanistica, 1987, ps. 107-118, nota 11).

Wilfried Floeck hace también la siguiente precisión al texto de Valle: «A mí, me parece más bien que la perspectiva de la distancia irónica es un fenómeno de los siglos X IX y XX , que se ha impuesto, sobre todo, en la novela de un Flaubert y, más tarde, en el teatro vanguardista del siglo XX , lo que, en nuestro contexto atestigua la modernidad del esper­pento /.../» («De la parodia literaria a la formación de un nuevo género. Observaciones sobre los esperpentos de Valle-Inclán», en Leer a Valle-Inclán en 1986, Dijon: Université de Dijon, Hispánica XX, 1986, p. 160).

1 8 «Hay tres modos de considerar a los héroes literarios y artísticos. Por encima del autor, a su nivel y por debajo /.../» (Publicada en La Voz de Guipúzcoa, San Sebastián, el 20 de febrero de"l935).

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Y esto tras afirmar:

«Podríamos decir que el Quijote es un caso de novela picaresca a la inversa, Los que rodean al Quijote son los picaros. El caballero es el bueno 1 9 » .

Dos años antes, 1926, también en conversación, ésta recogida en Heraldo de Madrid20, tras afirmar que «El movimiento romántico de principios del siglo X IX en España tiene poca importancia», aclara:

«Creo en el romanticismo español. Lo que quiero decir es que el romanticismo español cuando menos vale, cuando tiene menos originalidad y menos fuerza, es justamente en esa época /.../».

Valle acababa de considerar la valía, romántica, de Lope y Calde­rón.

«Sin embargo — sigue aclarando —, el genio español, cuando llega a su apogeo no es romántico. Cervantes y Velazquez no son románticos. ¡Se advierte en ellos un reposo, una seguridad de lo que están haciendo, un sofrenarse...! Su obra medi­tada, llena de serenidad, da la impresión de ser obra de v i e j os » 2 1 .

1 9 «Los autores franceses se colocan siempre en éxtasis ante las peripecias del drama y las voces de los personajes. Divinizan sus héroes. Engendran dioses. Es el autor, en Fran­cia, el primer vasallo de su prole. Exalta al protagonista y su drama por sobre lo más alto de los contornos humanos. Sirve a los héroes en el bien y en el mal como a divinidades extraordinarias. Los ingleses, obreros de corrección y de sociabilidad, practican una litera­tura de club. El personaje de su obra se mueve dentro del círculo de sus amistades, sujeto a los derechos y a los deberes de los hombres del mundo. Al héroe lo inscribe en un círculo, le da carta de ciudadanía y le concede voto en los comicios electorales. A la hora de las exaltaciones, respetuoso de los intereses de clase, le otorga un título de par. El autor y el personaje viven el mismo protocolo de humanidad. El drama es un simple suceso social, apenas digno de una referencia en /.../ The Times. Ótelo, es un individuo de la familia que comete la incorrección de mostrarse exageradamente celoso. Los españoles nos colocamos siempre por encima del drama y de los intérpretes. Nos sabemos siempre moviendo a capricho los hilos de la farsa. Cervantes se siente superior a Don Quijote. Se burla un poco de él, se compadece, a veces, de sus dolores y locuras, le perdona sus arrebatos, y hasta le concede la gracia de una hora postrera de cordura para conducirlo, generoso, a las puer­tas del cielo. Los autores españoles, juvenilmente endiosados, gustamos de salpicar con un poco de dolor la existencia que creamos. Tenemos áspera la paternidad. Por capricho y por fuerza. Porque nos asiste la indignación de lo que vemos ocurrir fatalmente a nues­tros pies. España es un vasto escenario elegido por la tragedia. Siempre hay una hora dra­mática en España; un drama superior a las facultades de los intérpretes. Éstos, monigotes de cartón, sin identidad y sin coraje, nos parecen ridículos en sus arreos de héroes. Gesticu­lan con torpeza de cómicos de la legua las situaciones más sublimemente trágicas. Don Quijote ha de encarnarse en un Quijote cualquiera. Los médicos diagnostican de fisiología ambigua los arrestos dramáticos de Don Juan. Todo nuestro censo de población no vale lo que una pandilla de comiquillos empecinados en representar el drama genial de la vida española. /Los protagonistas son "enanos y patizambos, que juegan una tragedia"/ El resul­tado, naturalmente, es un esperpento» (Francisco Madrid, La vida altiva de Valle-lnclán, Buenos Aires: Editorial Poseidón, 1943, ps. 344-345).

20 Heraldo de Madrid, 4-V-1926. 2 1 «Es lo contrario, exactamente, del romanticismo, cuyas creaciones parecen estar

animadas por un arrebatado impulso juvenil» (ibid.).

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Valle-Inclán parece definirse a sí mismo, pues, efectivamente, su genio, en este momento, ya llevaba seis años de madurez; ya había alcanzado «una flexibilidad — afirman Rodolfo Cardona y Anthony N. Zahareas 2 2 —, una potencia inventiva y una capacidad de transforma­ción sin otro paralelo que Picasso y que no se había dado casi en las letras españolas desde Cervantes».

«El artista /.../ puede tomar tres posiciones frente a sus criaturas: o conside­rarse superior a ellas, /.../ se pone servilmente de rodillas. /.../ o igual a ellas, caso de Cervantes, Velázquez, Quevedo, Coya mismo, que 'no fraternizan' con los seres que crean sino que se muestran crueles e indiferentes ante su dolor /.../.

El pueblo español, individualista y aristocrático, encuentra bien esa tendencia artística. Por eso ríe de muy buena gana comedias que tienen por objeto hacer burla de personajes desventurados» 2 3 .

DON ESTRAFALARIO — Don Esperpento, si se prefiere, que es Valle-Inclán — afirma:

«Los sentimentales que en los toros se duelen de la agonía de los caballos, son incapaces para la emoción estética de la l i d i a » 2 4 .

«Ese Bululú, ni un solo momento deja de considerarse superior por naturaleza, a los muñecos de su tabanque. Tiene una dignidad demiúrg ica» 2 .

«Ese donoso buen sentido», «latino» — o sólo «napol itano» 2 6 —, «tan contrario al honor teatral y africano de Castilla. Este tabanque de muñecos» del «Compadre Fidel», ciego que, cual MAX ESTRELLA, «se entera mejor de las cosas del mundo» 2 7 y puede mirar la realidad de la vida «levantado en el aire» — Valle, como Cervantes, mueve los hilos de la ficción y de la historia, compromiso y distanciamiento (esperpento) —; ese «teatrillo» es el único que «puede regenerar­nos » 2 8 .

2 Rodolfo Cardona y Anthony N. Zahareas, Visión del esperpento. Teoría y práctica en los esperpentos de Valle-Inclán, Madrid: Editorial Castalia, 1982, p. 30, 2 a ed.

2 3 Esta teoría sobre la escritura, refiriendo a Cervantes la manera «en el aire» , la recoge también Ramón Gómez de la Serna, en Don Ramón María del Valle-Inclán, Madrid: Espasa-Calpe, 1969, cuarta edición, p. 85.

2 4 Ramón María del Valle-Inclán, Los cuernos de Don Friolera, Madrid: Rivadeneyra, Rúa Nova, II, p. 1698. En adelante, de no hacer advertencia en contra, todas las citas a las obras de Valle-Inclán se remiten a la presente edición. Pondré la sigla utilizada para la obra, seguida del número correspondiente al tomo, en romanos, y la página en arábigos. Así, en este caso: CF, II, p. 1698.

25 CF, I I , p. 1706. 26 Ibid., p. 1704. « ¡Las rosas nos vengan de Galia!/ ¡Las nieblas del lado del Rhin!/ ¡La luz de los mitos,

de Italia!/ ¡Y de Sevilla, un bailarín!» (MR, II, p. 349). 27 Ibid., p. 1567. 28 Ibid., p. 1808. Varios aspectos pertinentes pueden verse en Jean Marie Lavaud, «Prologue et epilogue

de Los cuernos de don Friolera': de Don Quichotte á Primo de Rivera», Les Langues Neo-Latines, 240 (1990), ps. 19-27.

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A la regeneración contribuye «la pintura absurda» de «un Orba-neja de genio», que tiene «la emoción de Goya y del Greco» 2 9 . Y Don Quijote, lamentablemente postergado — no han servido de nada «ni Don Quijote, ni las guerras coloniales» — a la literatura «ridicula» y «jactanciosa como si hubiese pasado bajo los bigotes del Kaiser», a «los libros de Caballerías», de los que «aún no hemos salido»: a todo «el vil contagio que baja de la literatura al pueblo» 3 0 .

En la Conferencia titulada «Capacidad del español para la litera­tura» 3 1 , tras señalar que la capacidad de éste que «es para el teatro, por lo que el teatro tiene de plástico, porque la Minerva española es más plástica que literaria, se podría pintar en uno de esos cuadros de simple perspectiva en que se ven penitentes encapuchados», destaca:

«Segunda procesión: coge desde Despeñaperros al Moncayo, desde el alcalaíno Cervantes al aragonés Goya. No llevan la melenita rizada, sino un gran cirio ama­rillo en la mano».

Y concluye:

«/.../ la norma española está en la segunda procesión, que es sobre Castilla /.../. La manera castellana es sobre el realismo, que no es copia, sino exaltación de for­mas y modos espirituales».

Candidato a diputado «lerrouxista» por La Coruña (junio, 1931), derrotado en elecciones, afrentosas, según él, «para todo hombre hones­to», debido al «amaño electoral coruñés» que no supo ver que él había dado «a Galicia una categoría estética» 3 2 , la República, considerando, «que existía Don Ramón del Valle-Inclán, gloria universal de España, que con el arma sutilísima y enjoyada de su arte original ha prestado servicios ya añejos al espíritu liberal de la nación» 3 3 , lo nombra Con­servador General del Tesoro Artístico Nacional 3 4 . Y porque Azaña actúa con actitud catalizadora por las «dificultades y protestas» de Valle, que grita «que no es él un mendigo de la República», éste acepta

CF, II, p. 1695. 30 Ibid., ps. 1807-1809. «Valle-Inclán critica ante todo a una literatura populista y populachera, no sólo la de

los romances de ciego o las coplas sino también la de los folletines y novelas por entregas, que contaminan con su chabacana ramplonería la sensibilidad y sentimentalidad del pue­blo español» (Manuel Aznar Soler, Guía de lectura de «Martes de Carnaval», Barcelona: Anthropos, 1992, p. 100).

3 1 Pronunciada en el Casino de Madrid y publicada en El Sol, el 4-III-1932. Dos meses después en Heraldo de Madrid (Madrid) 16-V-1932. Más tarde recogida por Francisco Madrid en La vida altiva de Valle-Inclán, Buenos Aires: Poseidón, 1943, p. 104.

3 2 Cfr., El Sol, 22-VII-1931. En respuesta al diputado electo, Ramón María Tenreiro, El Sol, 21-VII-1931.

33 El Sol, 25-VIII-1931. 34 Heraldo de Madrid (Madrid), 27-VIIM931.

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el encargo de organizar en el Palacio real el Museo de la República 3 5. Y ahora Valle-Inclán tampoco ha de callar; porque tiene en su pro­

grama la estética de la revolución:

« — ¿Y el monumento a Cervantes? — dice alguien. • — Está llamado a ser trasladado. — Hay que crear la estética de la revolución española. Todas las grandes revo­

luciones han tenido su estética. /.../ /.../ /.../ Aquí/ lo accidental/ es lo arqueológico, y lo esencial lo esté t ico » 3 6 .

«El picaro es el burlador de las leyes y buenas costumbres /.../ y el mismo Don Quijote crea su ley por encima de la ley común /.../» 3 7.

Testimonio implícito de que el monumento más valioso es el de Cervantes, único que, destruido, será exponente de auténtica revolu­ción. En contraste, Valle-Inclán se burla de la apoteosis que el pueblo pretende con el «glorioso» monumento a los hermanos Quintero 3 8.

«Ya en Las galas del difunto (1926), Valle hace decir a JUANITO VENTOLERA: « Y o respondo de todas mis acciones, [...] El hombre que no se pone fuera de la ley, es un cabra » 3 9 .

3 5 Manuel Azaña, Diario, 26-VIII-l931, p. 104. 3 6 Valle-Inclán, Conservador General del Tesoro Artístico Nacional. Heraldo de

Madrid (Madrid), 27 de agosto de 1931. Antes, en la decena anterior, con tertulia propia en el café Lión D'or, Valle-Inclán provoca y prueba la paciencia de Ricardo Rojas:

« — Porque Cervantes es un infeliz /.../ — Además, el Quijote es un libro mal escrito» (Apud Ramón Gómez de la Serna, op. cit., p. 107).

37 El Sol (Madrid), 29-XI-1933. «Tal vez la solución política de España consiste en eso y no en prohibir, sino en obligar,

porque obligando a hacer lo que quieren, los españoles dejarán de querer lo que se les da /.../.» (El Sol (Madrid), 29-XII-1933).

« L o que faltó ese 14 de abril, y yo lo dije desde el primer día, es coraje en el pueblo, que no debió dejar ningún monumento. Para la próxima revuelta espero que las masas vuelen con dinamita el monumento a Cervantes... No se hizo nada en España aquel día... Fue una lástima, pero como todo se repetirá, tarde o temprano, es preciso que vayamos indicando a la gente las cosas que hay que destruir para que nada les pille desprevenidos... Y o ya dije el mismo día de la proclamación de la República que ésta nacía con el vicio de la debilidad...» (Luz (Madrid), 29 de enero de 1934). «/.../ Anteayer, con la comida ofrecida a Pío del Río-Hortega y al doctor Lafora, hemos celebrado el primer acto revolucionario. Era la comida una protesta por la repulsa de la Academia de Medicina a Del Río y la acti­tud de Lafora devolviendo su medalla de académico. Desde el primer momento se percibía una aura revolucionaria. Yo no pude excusarme para decir algunas palabras y me levanté para solicitar unas pesetas para 'nuestros amigos encarcelados'. Tomé pretexto de la seña­lada y levantada actitud quijotesca del doctor Lafora, para señalar que los quijotes son los que dejan la paz de sus casas para perder la libertad y la vida por un ideal» (El Sol, 20 de diciembre de 1934).

38 Luz, 29 de enero de 1934. 39 GD, I I , p. 1671.

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Tampoco ha de callar Valle, cuando, enfermo, asiste, diciembre de 1934, a un banquete, «primer acto revolucionario», homenaje republi­cano a los investigadores Pío del Río-Ortega y Lafora; de éste, alaba la «actitud quijotesca»: «los quijotes son los que dejan la paz de las cosas para perder la libertad y la vida por un ideal » 4 0 .

Sin ser preceptista, o porque lo es — sólo — de un modo muy origi­nal, Valle-Inclán, es bien sabido, explica, con insistencia, su estética. Y a este propósito, se orienta, frecuentemente, en Cervantes, referen­cia y norte de su producir, entre los escritores; al modo que lo es Goya, entre los pintores. En 1921 — y recuérdese que en este año se publica la primera versión de Los cuernos de Don Friolera4* —, Valle declara para El Heraldo de México42, que la modalidad estética del teatro representado por muñecos, no por actores — a la manera del teatro «Dei Piccoli» en Italia —, «consiste en buscar el lado cómico de lo trá­gico de la vida misma». Y añade: «Esto es algo que no existe en la lite­ratura española. Sólo Cervantes vislumbró un poco de esto. Porque en el Quijote lo vemos continuamente. Don Quijote no reacciona nunca como un hombre, sino como un muñeco; por eso provoca la hilaridad de los demás, aun cuando él esté en momentos de pena».

Comprobamos cómo, la admiración por Cervantes y por el Quijote, facilita a Valle-Inclán la definición de su propio concepto del arte. De lo que nos habla es:

— De la teoría del autor demiurgo que no se emociona con sus personajes: «monigotes de cartón», «enanos/ fantoches ridículos/ y patizambos, que juegan una tragedia».

— De un género literario grotesco, de tragicomedia. Y ésta con norma depurada, de espíritu moderno que crea la emoción tragicó­mica, no de la sucesión: escena grave > parodia, sino del choque mons­truoso entre lo dramático de la acción (actores dominados por la fatali­dad) y la contemplación del público (hilaridad).

— Del choque entre la realidad del dolor y la actitud paródica, pues sus héroes son unos farsantes.

— Del esperpento, en definitiva. Con tino, Valle-Inclán ha expuesto las ideas básicas de su obra de

madurez, aplicadas a la novela — /«llevadas/ a Tirano Banderas» (en «una república con geografía imaginaria») y a El Ruedo Ibérico («sátira encubierta bajo ficciones casi de teatro») — y demás géneros: esperpentos o producción de tono esperpéntico.

Versión certera de la «estética sistemáticamente deformada» que en Luces de bohemia (1920) presenta MAX ESTRELLA 4 3 .

4 0 Vid. nota 37. 4 1 Versión teatral en La Pluma, de abril a agosto de 1921. 4 2 Valle-Inclán en México (4). Literatura y mística: El Heraldo de México, (México.

D.F.), 21 de septiembre de 1921. 4' LB, II, p. 1598.

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Bien se podrán considerar respuesta de admiración, adhesión al menos, las colaboraciones de Valle-Inclán en revistas o periódicos de denominación cervantina; incluso, con cuentos y con algunas de las primeras ediciones de sus obras.

En el significativo semanario, defensor de fa justicia 4 4, titulado Don Quijote y subtitulado «El paño de lágrimas de los menestero­sos » 4 5 , a partir de 1855. El 13 de septiembre de 1895, publica aquí el cuento «Un cabecil la» 4 6 . Y el 4 de diciembre de 1898, el cuento «Del libro 'Tierra caliente'» 4 7 .

El 24 de mayo de 1892 publica «Don Quijote, poema sinfónico» en un artículo de El Universal48.

El 30 de marzo de 1900, en la p. 4 de Don Quijote se escribe:

El próximo número Las mil y una noches de Villaverde

curiosísimo, ameno e instructivo folletín, escrito por nuestros más distinguidos literatos

Primera noche por

R. del Valle-Inclán

El fragmento narrativo-descriptivo, impresionista, «Lluvia», algu­nas de cuyas líneas el autor utilizará en 1904 para el comienzo de la novela Flor de santidad, se publicó en Almanaque del Don Quijote en 18974 9.

4 4 Que no le impide, sin embargo, a Valle-Inclán, conservar las estructuras tradicio­nales y abogar por la caridad.

4 5 Semanario satírico; republicano y socialista. Fundado el 9-1-1892, dirigido por Oso-rio Pérez Castañón y cuyo último número sale el 5-III-1903 — Con un paréntesis de más de dos años por prisión del director, en el año 1893 —. Impreso en dos tintas, constaba de cuatro páginas grandes: I a y 4 a ps. artículos, en su andadura inicial sin firmas, y nin­guno literario, que fueron apareciendo tímidamente; las ps. 2 a y 3 a , incluían caricaturas, chistes, acontecimientos políticos del momento — creados, principalmente, por el famoso caricaturista Eduardo Soto (Demócrito), fundador del semanario — y sátiras anticlericales, preferentemente, antijesuíticas.

4 6 Texto reelaborado. En primera versión.

4 8 «Ecos de la prensa española: Salmerón. La eterna comidilla. Desacuerdo de los periódicos monárquicos. Alerta a la monarquía. La conspiración anarquista. Rumores. El ministro de Fomento plantando pinos. Dos zarzuelas de Chapí. Don Quijote, poema sinfó­nico». Escritos publicados por Will iam L. Fichter, Publicaciones periodísticas de don Ramón del Valle-Inclán anteriores a 1895, México: El Colegio de México, 1952.

4 9 «L luvia» , en Almanaque del Don Quijote, Madrid, 1897, p. 11. Almanaque del Don Quijote (principios de 1893-1899), aparece con una, para nuestro propósito, curiosa y signi­ficativa presentación:

«Archivo de verdades y quijotadas contra camellos saguntinos, borregos y par­lamentarios, ratas y presupuestívoras, sanguijuelas fusionistas y demás especies zoológico-políticas. Obra escrita a punta de lanza y lápiz en ristre con rabia y mala intención

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En 1899, pp. 16-17, un episodio, el que figuró en Don Quijote, sin modificación alguna, «Del libro 'Tierra caliente'».

La revista literaria, mensual, Cervantes50, publica, en diciembre de 1916, el n° 5 de Geórgicas (Valle-lnclán).

Pero centrémonos en la obra específicamente creativa, porque es en ésta donde se sanciona la presencia de Cervantes; el cotejo de los textos lo dilucida. Comprobaremos así, es línea intencional, constante en Valle-lnclán, cómo la teoría se resuelve en práctica.

La presencia de Cervantes revive evocada por Valle en la utiliza­ción de situaciones, temas y personajes cervantinos. Siempre, como queda dicho, con admiración. Admiración que, en Una tertulia de antaño (1909)51, se confirma:

« — ¡Hijo mío,/ dice por boca de Bradomín/ no siempre nos depara la suerte ta más alta ocasión que vieron los siglos1.»52.

Cervantes, en el «Prólogo al lector» de la II parte de El Quijote, explica el nacimiento de su manquedad: «en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venide­ros » 5 3 .

Metido Valle-lnclán dentro del Marqués de Bradomín (Sonata de invierno, 7905)54, su «orgu l lo » 5 5 donjuanesco, por el que convierte su «fea manquedad» 5 6 en «poética manquedad» 5 7 , se «exal ta» 5 8 , también, al pensar en la manquedad de Cervantes:

«/.../ sólo pensé en la actitud que a lo adelante debía adoptar con las mujeres para hacer poética mi manquedad. ¡Quién la hubiera alcanzado en la más alta oca-

por Demócríto y sus apóstoles desde el arsenal revolucionario

de la santa causa de la República /.../» (Apud Éliane Lavaud-Fage, La singladura..., op. cit., p. 470). Subrayo por mi cuenta.

5 0 La revista Cervantes fue creada con motivo del tercer centenario del Quijote. Diri­gida en su primera etapa por Villaespesa. Con Cansinos Assens, que la dirige después, se convierte en portavoz de la juventud «ul tra» (Apud Éliane Lavaud-Fage, ibid., p. 471).

5 1 La novela Una tertulia de antaño, se publicó en El Cuento Semanal, n° 121, Madrid, 23-IV-1909.

5 2 TA, Madrid: El Cuento Semanal, 1909. 5 3 Miguel de Cervantes Saavedra, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, II,

«Prólogo al lector», p. 33. En adelante, todas las citas a esta obra, se remiten a la presente edición. Las expresaré así: Quijote, en romanos, separados por comas, los números que se refieren a la parte y al capítulo. La página en arábigos. Subrayo por mi cuenta algunos textos.

5 4 Ramón María del Valle-lnclán, Sonata de invierno. Memorias del Marqués de Bra­domín, Madrid: Revista de Archivos Bibliotecas y Museos, 1905, primera edición, novela.

55 SI, I, ps. 433^34-442-455. 56 Ibid, p. 455. 57 Ibid., ps. 433 y 455. 58 Ibid., p. 442.

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sión que vieron los siglos] Yo confieso que entonces más envidiaba aquella gloria al divino soldado, que la gloria de haber escrito el Quijote59.

En las reminiscencias cervantinas, Valle-Inclán utiliza, como téc­nica de buena herencia, la ironía. No comprendo por qué María Esther Pérez 6 0 , al considerar a Quevedo, por el sarcasmo, el primer gran antecesor de Valle-Inclán, opinión que sí comparto, no acierta — como tampoco Melchor Fernández Almagro, al que cita — a cualificar, en la medida que le corresponde (que es la que significa el humor irónico, pues no todo es «maligno»), lo que Valle-Inclán debe a Cervantes.

«Aldonza» versus «Dulcinea» es presentada por Valle-Inclán. Bien dando el nombre de Aldonza a la DUEÑA — dueña como tantas otras existentes en los entremeses cervantinos y en El Quijote — que sirve a LA MARQUESA, en La Marquesa Rosalinda61. O haciendo aparecer, caso en Viva mi dueño, «tras los cristales» a una «Augusta Dulcinea».

59 Ibid., p. 432. «Para escribir el Quijote en la cárcel», dice a los policías, que lo detienen, que coge

libros y cuartillas (Apud Ramón Gómez de la Serna, op. cit., p. 160). Benavente no asimiló el temperamento de Valle-Inclán:

« — ¡Que no fue en Lepanto, Ramón!» (Apud, Ramón Gómez de la Serna, ibid., p. 48).

Sí, en cambio, el periodista Luis Antón del Olmet, que, admirado en su conversación con Valle, recoge en Impresiones de América, El Debate (Madrid), 27-XIM990, lo que sigue:

«/.../ este marqués de Bradomín, tan sutil y tan oculto, novelador y poeta, manco como Cervantes y miope como Quevedo, es bueno, bueno como todos ¡os grandes y poderosos».

Y Vicente A. Salaverri, en Los hombres de España, VI-1913:

« — ¡Grande amigo! — clamé con alborozo, tomando su mano, su única mano, esa mano que, como la de Cervantes, era demasiado gloriosa para necesitar de com­pañera».

Le hubiera gustado a Valle-Inclán, y hasta hubiera perdonado ignorancias, la observa­ción de un «paleto» sobre su persona: « — ¡Ah, sí, el manquillo, el que escribió ese libro tan leído que se llama el Quijote» (Apud Ramón Gómez de la Serna, op. cit., p. 182). «Había noches en que le veía con un poncho mexicano, triste de no haber sido cazador de hombres, y otras noches se me aparecía versicular y salmódico, queriendo fraguar un nuevo libro de caballerías» (ibid., p. 112).

«Es natural casi — afirma Zamora Vicente, señalando a Valle-Inclán Bradomín — que /a/ un personaje literatizado le guste /.../ inevitablemente, pensar en la manquedad de Cer­vantes ante la propia manquedad» (La realidad esperpéntica (Aproximación a «Luces de bohemia»), Madrid: Gredos, 1969, p. 64).

6 0 María Esther Pérez, Valle-Inclán: su ambigüedad modernista, Madrid: Playor, Nova Scholar, 1977, p. 107: «Fernández Almagro está en lo cierto al hablar del 'sentido maligno del humor de Valle-Inclán', que en la literatura española sólo reconoce un antecedente, o sea Quevedo. Pues, hay el humor del Arcipreste, no digamos el de Cervantes, el de Larra, etc. Pero — del mismo modo que sucede con Quevedo — en Valle-Inclán el humor, si no es en sí maligno, al menos tiene una consecuente significación de malignidad».

«Rosalinda

¿Habéis llevado, Aldonza, las dos velas Á las madres Descalzas? (MR, II, p. 401).

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Con, apenas, disimulado sarcasmo, el autor quiere que contemplemos a la Reina Isabel II desde el prisma de la ordinariez de la hembra del Toboso 6 2 . O en la caricatura de la Infanta Isabel Francisca; bien con­figurada, y redondeada por el contraste con que, a modo de colofón, se cierra el retrato:

«La Infanta Isabel Francisca, rubia, chata, una fábula verde el vestido, cachi­rulo de carey, mantilla de madroños, belleza manchega de Princesa Aldonza»63.

Quijotismo galante, sí; pero sobre todo, Valle-Inclán establece, insisto, un quijotismo salvador. Éste es el que, en Baza de espadas, p.e., pone en boca del anarquista ruso, BAKUNIN: «Siempre los españoles seréis nietos del Quijote»64.

Las referencias al quijotismo, se hacen como análisis del carácter del español, que se descubre, con frecuencia, en la reacción ante los hechos — «El Quijote es un admirable ejemplo de la reacción del pue­b l o » 6 5 —; como lamento, también, del autor, por el insuficiente apre­cio que el español tiene de la obra cumbre; como panegírico conse­cuente, por parte de Valle-Inclán, de la producción cervantina. Así lo entiende el Marqués de Bradomín, en cuya conversación, de enamo­rado, con Feliche, se reflejan las dos vertientes de Valle-Inclán: la reac­ción del pueblo ante la obra y la admiración por El Quijote:

«— ¡El Quijote'. Feliche, este es el libro que no debe leer una niña ilusionada. Este libro perverso /.../

6 2 «/.../ la aparición, tras los cristales de la Augusta Dulcinea» (VD, I, p. 1345). 63 VD, I, p. 1578. Valle-Inclán se inspiraba en el Madrid de su tiempo, de cuyos suce­

sos, también, ofrecía la crónica: «La Infanta Isabel estaba en todos los teatros vestida de verde, y se dormía en todos los conciertos» ( «Pró logo» de El Pedigree, op. cit.).

Otras muestras de ironía:

Ridiculizando la actitud de un personaje: «Dile a Patrocinio — pide Doña Isabel a la Priora — que no sea rencorosa, que

está muy mal en una santa. Ya sabe ella que por algo la llamo yo Licenciado Vidriera» (CM, I, p. 1312).

Con la siguiente reminiscencia de Cervantes: «Imaginóse el desdichado que era todo hecho de vidrio, y con esta imaginación,

cuando alguno se llegaba a él, daba terribles voces pidiendo y suplicando con pala­bras y razones concertadas que no se le acercasen, porque le quebrarían» (El Licen­ciado Vidriera. Edición, introducción y notas de Juan Bautista Avalle-Arce, Miguel de Cervantes. Novelas Ejemplares, II, Madrid: Cátedra, 1992, p. 117). En adelante, todas las citas a esta obra, se remiten a la presente edición. Pondré sólo la página, detrás de El Licenciado... Subrayo por mi cuenta algunos textos.

6 4 Ramón María del Valle-Inclán, Baza de espadas, OE, II, Madrid: Aguilar, 1971, p. 602. En adelante, todas las citas a esta obra, se remiten a la presente edición. Pongo sólo la sigla correspondiente y la página.

«¡Buena prosapia — apostilla Juan Bautista Avalle-Arce —, para salvar a una nación!» (Lecturas.... op. cit., p. 101).

Autocrítica del «esperpento», La novela de Hoy (Madrid), núm. 418, 16 de mayo de 1930. Entrevista de José Montero Alonso

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— /.../ — /.../ Malvado libro que ni a la santidad le autoriza la extravagancia. -— /.../ No quieras conocer el veneno de esta serpiente encuadernada en perga­

mino, edición príncipe de Sevilla /.../ — /.../ — ¿Y es un libro magnifico? — Único. — — Vuélveme el libro: ¡Lo leeré para que no me tengas por coqueta! — Y para que me guarde de darte consejos» 6 6 .

La virtuosa dama, Fetiche, acababa de decir:

« — A mí me gusta este páramo, y soñar con ser Santa Te resa » 6 7 .

A lo que la Marquesa Carolina, adoptando una postura opuesta a todo ideal, responde:

«— Más propio de aquí es Don Quijote. Pero con esas ideas acabarás entrando en un convento»69'.

«Las alusiones al Quijote — dice Juan Bautista Avalle-Arce 6 9 — sirven para crear un sistema de referencias que nos da más cabal noción de la profundidad de la sima en que ha caído España /.../. Bien cierto es,/ que más propio de la Mancha es Don Quijote/, pero ocurre que en la Mancha, por ese fatal proceso de degradación histórica, ya no quedan caballeros, sino caballistas, o sea los bandoleros dedicados a secuestros, asesinatos, robos e incendios. La pobre España isabelina ya no tiene fuerzas para parir caballeros; sólo le cabe abortar caballis­tas».

Así lo entendió Segundo Olmedilla, encubridor y falsario, al criti­car el propósito del Gobernador de Córdoba de corregir a los bandidos andaluces:

«/.../ es un loco de teatro. Se le ha puesto acabar con la gente cruda, que es el mejor vino de estos pagos, y esa fantasía no la ha tenido ni Don Quijote»™.

Porque si se pretende la defensa de la justicia, si por el «llano man-

66 CM, I, ps. 1212-1215. 67 Ibid., p. 1152. 68 Ibid., p. 1152. La misma advertencia había de recibir la virtuosa, ahora por parte de Dolores Cha­

morro, personaje caricaturesco, más próximo a cualquier vileza que a algún quijotismo: «El orgullo es muy mal consejero, y tú no estás en situación de hacer la Doña Quijota...». « — ¡Serías capaz de representar el Quijote con Faldas'.» (Ibid., p. 1137).

6 9 Juan Bautista Avalle-Arce, Lecturas..., op. cit., p. 104. 70 CM, I, p. 1145.

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chego» «Trotaba /.../, enristrada la lanza, toda ilusión en la noche de luna, el yelmo, la sombra de Don Quijote», se concluye que, «Llevaba a la grupa, desmadejado de brazos y piernas, un pelele con dos aguje­ros al socaire de las orejas» 7 1 .

Los héroes son suplantados, en caricatura trágica, por los antihé­roes, cuando la degradación es colectiva: « — ¡El mundo se arregla pegando fuerte!» 7 2 . Es el comentario del Caballo de Espadas con el rucio de Sancho, que, sin rocinante, se convierte en el esperpento de España 7 3.

A la acusación de «hazaña de villanos» que el segundón CARA DE PLATA dirige a su hermano FARRUQUIÑO, por su deseo de «ponerle los huesos en un haz» a SABELITA, éste le responde: «Mejor que tu empeño de hacer el caballero andante»14.

La sátira al quijotismo como ideal, se aprecia, de modo similar, en otros casos. Adolfito Bonifaz, Barón de Bonifaz, pillastre y noble, con mentalidad opuesta al distanciamiento demiúrgico, representado, en reminiscencia quijotesca, por Maese Pedro, advierte al Marqués de Torre-Mellada:

«Pues bien, prefiero hundirme en todo eso, a que me mueva por un hilo maese Pedro»15.

El lamento o acusación está también en boca de MAESE LOTA-RIO, el «comediante» o « farandul» 7 6 de Farsa italiana de la enamo­rada del Rey (1920), que, con «capa grana», «calzas prietas» «y en pre­tina de ante la guitarra» 7 7 , «aparece sobre el vano del a rco » 7 8 . Hermano, se diría, de maese Pedro: «en esto entró por la puerta de la venta un hombre todo vestido de carnuza, medias, greguescos y jubón» 7 9 .

Pues bien, MAESE LOTARIO, « t i t i r i tero» 8 0 con «retablo» 8 1 de «moros y cristianos» 8 2, «italiano por su nombre y por su a r t e » 8 3

71 Ibid., p. 1141. 7 2 Ramón María del Valle-Inclán, «Aires nacionales», en La Corte de los Milagros, 14.

Madrid: Aguilar, I, 1958, p. 16. En adelante, siempre que me refiera a «Aires nacionales», citaré por esta edición. Así: «Aires...», (página).

7 3 « — ¡Pegar fuerte!» («Aires...», p. 7). « — ¡Pegar fuerte, a ver si se enmiendan!» {ibid., p. 8).

74 ÁB, II, p. 959. 7 5 CAÍ, I, p. 1280. 7" ER, II, p. 491. Cfr., Id., ps. 496-502-522 77 Ibid., p. 487: «taleguilla de ante» (ibid.). 78 Ibid., p. 482. 19 Quijote, II, XXV, p. 233. 90 ER, II, ps. 35-42-45-75-80. 81 Ibid., ps. 486-496-501-545-549. 82 Ibid., p. 495. 83 Ibid., ps. 495-501.

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desde, dice — evocando la Commedia dell'ArteM y rememorando su huida «de Italia acá por asesino» 8 5 —, «¡/.../ aquella/ locura que mudó para siempre mi estrel la!» 8 6 . Ahora va por los «caminos» 8 7 desheroici-zado — «Parece un héroe bandolero» 8 8 —; «fue sopón, que se pica de poeta» 8 9 , «encubre el nombre» 9 0 . Como algo, también, encubría «el del parche» 9 1 : «/.../ el tal maese Pedro traía encubierto el ojo izquierdo y casi medio carrillo con parche de tafetán verde»; «señal», se advierte irónicamente, «que todo aquel lado debía de estar enfermo» 9 2 . En II, XX I I — «Esto es lo que hay que decir de maese Pedro y de su mono » 9 3 —, sabemos que «temeroso /.../ de la justicia, que le buscaba /.../ determinó pasarse al reino de Aragón y cubrirse el ojo izquierdo, acomodándose al oficio de titerero»94.

8 «/.../ tinglado de cimbeles» (ibid., p. 501): «Enamorado siempre del rostro de la LUNA,/ conduzco en mi retablo su claridad divina/ que juega en sus juegos sobre mi mando­lina,/ /.../ / son otras marionetas que nunca vio Versalles» (ibid., ps. 510-511).

En el Quijote: «Callaron todos, tirios y troyanos, quiero decir, pendientes estaban todos los que en el retablo miraban, de la boca del declarador de sus maravillas, cuando se oye­ron sonar en el retablo cantidad de atabales y trompetas, /.../» (II, X X V I , ps. 239-240).

85 ER, II, p. 502. 86 Ibid., p. 510. 87 Ibid., p. 496; « Y al camino me retorno» (ibid., p. 484); « ¡Ponte sobre el camino /.../»

(ibid., p. 543). En el Quijote: que camine la carreta donde viene el mono y el retablo» (II, XXV, p. 234).

88 ER, II, p. 542. 89 Ibid., p. 502. 90 Ibid. 91 Quijote, II, XXV, p. 234. 92 Ibid. 93 Ibid., XX I I , p. 251. Tras descubrir que maese Pedro es Ginés de Pasamonte,

galeote que, después de haber sido liberado por Don Quijote (cf., I, XXI I ) , desagradecido, robó el rucio a Sancho {ibid., XI I I , p. 276, nota 5).

94 Ibid., p. 250. También LUCERO, farandul, si bien de débil simbolismo, en Divinas Palabras, encubre su nombre: «LUCERO, QUE OTRAS VECES SE LLAMA SÉPTIMO MIAU Y COMPADRE MIAU» {DP, II, p. 1165).

Y lleva, igualmente, un ojo tapado con un «parche»:

«Miguelin

¿Qué representa el ojo que lleva usted cubierto, Compadre Miau?

El Compadre Miau Que con uno me basta para conocerle a usted las intenciones, Comadre Mari-

cuela. / . . . /

El Compadre Miau

¿No me hace gracia el ojo tapado? /.../» {ibid., ps. 1218-1219).

«Simoniña ¡Por bueno está usted señalado en la cara!

Séptimo Miau ¿Cree usted, joven?

/.../

SÉPTIMO MIAU escupe la colilla, alza el parche con dos dedos, descubriendo el ojo que lleva tapado y con un guiño lo recala de nuevo sobre el verde tafetán.

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MAESE L0TAR10 «corre, por su condición inquieta», « l legó» y «mudó todo el cotarro», «puso nuevos versos», «¡sin gramática!», «con­formes al hablar zamarro» 9 5 . «Bulu lú» 9 6 con su tabanque, el «Retablo de las maravil las» 9 7 — es reminiscencia cervantina la referencia al «retablo del Conde don Gaiteros/ y Melisendra» 9 8 : «aquí el mono adi­vino y el retablo de la libertad de Melisendra» 9 9 —; acompañado del MONO MERLÍN, « ¡Mono adiv ino ! » 1 0 0 como maese Pedro en el Qui­jote, que, según el ventero:

Séptimo Miau

¡Ya ha visto usted cómo no estoy señalado!

Simoniña Pues por alguna maldad lo encubre» (ibid., ps. 1286-1287).

95 ER, II, p. 502. También «/.../ el romance del farandul /.../» (ibid., p. 482); «los roman­cillos que vende el ciego» (ibid., p. 488); «lindas coplas de planto» (ibid.); «planto de bululú» (ibid., p. 489); «Coplas jamás oídas/ en la guitarra» (ibid., p. 491); « ¡Como en la copla/ de Geri-neldos y Blanca-Flor!» (ibid.); « Y el martirio de Santa Genoveva» (ibid., p. 501); el «retablo/ de la Santa Patrona de París» (ibid.); «coplas de letrilla» (ibid., p. 503). Maese Lotario, en fin, no sólo es «capaz de hacer un Romancero», también «un héroe para é l » (ibid., ps. 553-554).

96 Ibid., p. 542; id., ibid., p. 547. 97 Ibid., p. 484. 98 Ibid, p. 484. 99 Quijote. II, XXV, p. 233. « — Esta verdadera historia que aquí /.../ se representa /.../. Trata de la libertad que

dio el señor don Gaiferos a su esposa Melisendra, que estaba cautiva en España, en poder de moros» (ibid., X X V I , p. 240).

100 ER, II, p. 484. LUCERO, el farandul de Divinas Palabras, va acompañado de COIMBRA, perro con

«espíritu profético» (DP, II, p. 1172), y de COLORÍN, «Pájaro Sabio» {ibid,, p. 1173), «pájaro mago» (ibid., p. 1217): «en su pico está toda la ciencia de lo venidero» (ibid., p. 1223).

«El hombre, gorra de visera, la guitarra en la funda, y el perro sabio sujeto de un rojo cordón mugriento /.../. /.../

Poca Pena ¡Escapado de presidio!

Pedro Gailo ¿Te titulas amigo del Diablo?

Lucero Somos compadres

Lucero Este animal tiene pacto con al compadre Satanás.

/.../

Poca Pena /.../ a un hombre diste muerte.

/.../

Lucero Coimbra, ¿dónde encontraremos otro /pájaro/? ¿Te parece pedírselo al compa­

dre Satanás?» (ibid., ps. 1167-1170 v 1172-1174).

ACTAS II - ASOC. CERVANTISTAS. María Nieves FERNÁNDEZ GARCÍA. La presencia de Cervantes en...

«/.../ es un famoso titerero que ha muchos días que anda por esta Mancha de Aragón enseñando el retablo de Melisendra, libertada por el famoso don Gaiferos,

«El Compadre Miau

¿Compadre, quiere usted que el pleito lo sentencie Coimbra?

Miguelín Compadre, no quiero mi pleito en el Diablo.

Í...I

El Compadre Miau

La Plaza de Ceuta.

Miguelín

Donde está el gran presidio.

El Compadre Miau

Y la flor de España.

Miguelín

¿Conoce usted esa ribera?

El Compadre Miau

Comadre Maricuela, de allá soy escapado.

Miguelín

¡Y mirando que tanto tiene corrido, no será mejor que renuncie a estos cuar­tos!» (ibid., ps. 1 182-1183).

«Un Guardia ¿No estuvo aquí uno que hasta hace poco corría las ferias con una mujer de

la vida? El Conde Polaco.

El Ciego de Gondar

Aquí no tratamos con gente tan política.

Otro Guardia

Es el nombre con que viene reclamado.

El Ciego de Gondar

El nombre se cambia más pronto que la pelleja.

Miguelín

¿En qué oficio se emplea ese sujeto, Señores Guardias?

Un Guardia

En los peores, /.../

El Ciego de Gondar Unos corremos el mundo con honradez y otros sin ella.

I.J

El otro Guardia Yo, para no equivocarme, os ponía a todos a la sombra. ¡Cuidado con lo que

se hace, que andamos vigilantes!. /.../

Un Guardia ¡Pues mucho ojo!

/.../

El Ciego de Gondar Me parece que señalamos al mismo santo.

/ . . . /

Mari-Gaila ¡Qué hablar por cifra!

ACTAS II - ASOC. CERVANTISTAS. María Nieves FERNÁNDEZ GARCÍA. La presencia de Cervantes en...

Trae asimismo consigo un mono de la más rara habilidad que se vio entre monos» 1 0 1 .

BERGANZA, en El coloquio de los perros, parece anunciarlos y acusarlos:

/.../ Miguelín

¡Miau!

El TAIMADO mozuelo, /.../ silba un nuevo aire. /.../

Mari-Gaila

¡Linda tocata1. Parece habanera.

El Vendedor de agua de limón

El Compadre Miau vino con ella del fin del mundo.

Mari-Gaila Será de reír la primera vez que nos encontremos. No le conozco, y llevo tres

noches que sueño con él y con su perro. Miguelín

Falta que el hombre de tu sueño tenga la cara del Compadre.

Mari-Gaila

Padrones, si tal acontece, también te digo que tiene pacto» (ibid., ps. 1214-1216).

«Mari-Gaila Cambia por el ojo que lleva tapado.

COLORÍN, caperuza verde y bragas amarillas, aparece en la puerta de su alcá­zar, con la suerte en el pico [...]» (ibid., ps. 1217-1218).

«COIMBRA /.../, irreverente, olfatea la sotana y estornuda, remedando la tos de una vieja. /.../

Séptimo Miau Pídale usted la pata, compadre.

Pedro Gailo

No soy de vuestro arte.

Séptimo Miau

¿Qué arte es el nuestro?

Pedro Gailo

¡Arte del Diablo!

Séptimo Miau ¡Coimbra. se vive de calumnias!» (ibid., p. 1286).

101 Quijote, II, XXV, p. 234. «/.../ y de las cosas pasadas dice mucho más que de las que están por venir; y aunque

no todas veces acierta en todas, en las más no yerra; de modo que nos hace creer que tiene el diablo en el cuerpo. /.../ — Mira, Sancho, yo he considerado bien la estraña habili­dad de este mono, y hallo por mi cuenta que sin duda este maese Pedro, su amo, debe de tener hecho pacto, tácito o espreso, con el demonio.

concierto con el demonio, de que infunda esa habilidad en el mono /.../ está claro que este mono habla con el estilo del diablo; y estoy maravillado cómo no le han acusado al Santo Oficio, y examinádole, y sacádole de cuajo en virtud de quién adivina/;» (ibid., ps. 234-237).

ACTAS II - ASOC. CERVANTISTAS. María Nieves FERNÁNDEZ GARCÍA. La presencia de Cervantes en...

«/.../ el atambor, por tener con qué mostrar más sus chocarrerías, /.../. Púsome nombre de 'perro sabio', /.../ por esto hay tantos titereros en España; tantos que muestran retablos; [...] y, con esto, /.../ no salen de los bodegones y tabernas en todo el año; /.../. Toda esta gente es vagamunda, inútil y sin provecho; esponjas del vino y gorgojos del pan»]0 .

VIDRIERA, en El Licenciado Vidriera, se muestra ecléctico:

«De los titereros decía mil males: decía que era gente vagamunda y que trataba con indecencia de las cosas divinas, porque con las figuras que mostraban en sus retablos volvían la devoción en risa, y que les acontecía envasar en un costal todas o las más figuras del Testamento Viejo y Nuevo y sentarse sobre él a comer y beber en los bodegones y tabernas; en resolución, decía que se maravillaba de cómo quien podía no les ponía perpetuo silencio en sus retablos, o los desterraba del reino.

!...!

lo que menos ha menester la farsa es personas bien nacidas; galanes sí, gentiles hombres y de expeditas lenguas. Í...Í hechos perpetuos gitanos, de lugar en lugar y de mesón en venta, Y con todo esto, son necesarios en la república, como lo son las florestas, las alamedas y las vistas de recreación, y como lo son las cosas que honestamente recrean»i0i.

Y si maese Pedro, por boca de su mono, presenta como verisímiles, sólo, parte de las cosas que vio en la Cueva de Montesinos104, MAESE LOTARIO replica al Rey: «son siempre inverosímiles las historias de amor» , 0 5 .

Vid., María Nieves Fernández García, «Relaciones entre mito y magia en el Quijote», RICUS (Filología) XI, 2 (1991-1992) 85-99.

1 0 2 Miguel de Cervantes Saavedra. Novela y coloquio que pasó entre Cipión y Ber-ganza. Edición, prólogo y notas de Francisco Rodríguez Marín, Cervantes. Novelas Ejem­plares, II, Madrid: Espasa-Calpe, 1969, ps. 279-282. Todas las citas a esta obra, se remitirán a la presente edición.

«BERGANZA. — Bien es verdad que en el discurso de mi vida diversas y muchas veces he oído decir grandes prerrogativas nuestras; tanto, que parece que algunos han querido sentir que tenemos un natural distinto, tan vivo y tan agudo en muchas cosas, que da indi­cios y señales de faltar poco para mostrar que tenemos un no sé qué de entendimiento, capaz de discurso» (ibid., p. 210).

«BERGANZA. — /.../ las carlancas con puntas de acero /.../, me las quitó un gitano en una venta, y ya en Sevilla andaba sin ellas; pero el alguacil me puso un collar, tachonado todo de latón morisco. Considera, Cipión, ahora esta rueda variable de la fortuna mia: ayer me vi estudiante, y hoy me vees corchete» (ibid., p. 260).

«BERGANZA. — /.../ y vayase con Dios; si no — dice la huéspeda —, por mi santiguada que arroje el bodegón por la ventana y que saque a la plaza toda la chirinola desta historia; /.../ el Teniente de Asistente, que viniendo a visitar aquella posada, /.../ 'Hermana camera, yo quiero creer que vuestro marido tiene carta de hidalguía, con que vos me confeséis que es hidalgo mesonero'» (ibid., ps. 265, 267 y 268).

«CIPIÓN. — /.../ Muchos y muy muchos hay hidalgos por naturaleza, y de hidalgas con­diciones; muchos no son arrojados, insolentes, ni mal criados, ni rateros, como los que andan por los mesones midiendo las espadas a los extranjeros» (ibid., p. 269).

103 El Licenciado..., ps. 133-134. 104 Quijote, II, XV, p. 238. Vid., María Nieves Fernández García, «Caminos no mencionados en el Quijote», en

Actas del I Congreso Internacional sobre Caminería Hispánica (Pastrana, 6-11 de julio de 1992), Guadalajara: AACHE, II, ps. 237-247.

105 FR, II, p. 515.

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No es casualidad, por todo, que sea EL DEL VERDE GABÁN quien anuncia a MAESE LOTARIO comparándolo con maese Pedro:

«Acaso nos divierta,/ esta noche, en la venta, que hay hogaño/ huésped que pague sin sacarlo a escote,/ y Maese Lotario es buon compañoj como era el Maese Pedro del Quijote» ] 0 6 .

Leamos ahora en la obra cervantina:

«/.../ el tal maese Pedro /.../ es hombre galante, como dicen en Italia, y bon com-paño»'07.

« — /.../ vamonos/ dice Don Quijote a Sancho/ a ver el retablo del buen maese Pedro, que para mí tengo que debe de tener alguna novedad.

— ¿Cómo alguna? — respondió maese Pedro —. Sesenta mil encierra en sí este mi retablo; /.../ es una de las cosas más de ver que hoy tiene el mundo» 1 0 8 .

Y como maese Pedro, pensemos, MAESE LOTARIO se queja:

«Sólo ama realidades esta gente española;/ Sancho Panza medita tumbado a la bartola.! Aquí, si alguno sueña, consulta la baraja,/ tienta la lotería, espera y no trabaja./ Al indígena ibero, cada vez más hirsuto,/ es mentarle la madre mentarle lo Absoluto» 1 0 9 .

MAESE LOTARIO combate el realismo; por eso prefiere «Lo Abso­luto» a «Sancho Panza». Y los caminos de la «arquitectura» y «alu­sión» — Goya, sin duda 1 1 0 —, a la pintura de Velázquez 1 " .

106 Ibid., p. 486. «Para alegrar las fiestas fui llamado, y espero/ que celebren mi ingenio como titiritero/

las damas de la Corte: Con ellas una danza/ ensayo de pastores. A la española usanza/ baten las castañuelas y hacen alardes majos/ los galanes, y tienen ellas los ojos bajos./ Cintas en los cayados y rosas en los talles/ son otras marionetas que nunca vio Versalles» (ibid., p. 511).

«£/ Escudero

Nuestro Señor el Duque, que hoy hospeda/ al Rey, para le dar divertimiento/ os llama a su palacio de Nebreda,/ donde ofrece a la Corte alojamiento./ Como sabe que sois gentil poeta/ por befas que sacasteis de estudiante,/ os quiere proponer una cuarteta/ con acertijo para el consonante» (ibid., p. 493).

107 Quijote, II, XXV , p. 234. « Y agora, porque se lo debo, y por darle gusto, quiero armar mi retablo y dar placer

a cuantos están en la venta, sin paga alguna» (ibid., p. 236). «Por la respuesta de cada pregunta pedía dos reales, y de algunas hacía barato» (ibid.,

XXVI I , p. 250). 108 Ibid., X X V , p. 239. 109 ER, II, p. 511. 1 . 0 Con más de una oportunidad, me he referido a la influencia de Goya en Valle-

lnclán. Quiero, sin embargo, dejar constancia aquí de una cadena de obras, en las que, de forma explícita, aparece, como « inventor» de la nueva estética, el nombre del pintor: La Marquesa Rosalinda (cfr., II, p. 351); La pipa de Kif (cfr., II, p. 1953). De esta cadena que se robustecerá con Luces de bohemia — cfr., II, p. 1598 —, es eslabón importante, como puede comprobarse en el texto más arriba citado, la Farsa italiana de la enamorada del Rey.

1 . 1 «Maese Lotario

Las versallescas danzas acaso son más bellas./ Pero dan los collados sus brisas de

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Francisco Ruiz Ramón 1 1 2 ve en La enamorada del Rey «la liquida­ción del mito histórico de la unión de la realeza y el pueblo». Pero MAESE LOTARIO da algo muy valioso a cambio: cual Lope, él hablará en necio al presentar su «retablo».

No conviene, sin embargo, remansarse en la contemplación de la anécdota. Y mucho menos para este aspecto. Debe analizarse el impe­rativo de la Farsa, descifrando el mensaje del arte «Absoluto», que, sin duda, constituye la intención del autor: su nueva estética" 3 . A esta luz hay que ver la ironía siguiente:

«Como soy un payaso,! prefiero, a la retórica manera, la del vulgo.I Y mis coplas compongo como Mingo Revulgo» 114.

Para todo eso es para lo que MAESE LOTARIO necesita apaya­sarse. Con sus coplas, que, como las de ciegos 1 1 5 , cantan el amor del Rey y la niña, y con su «retablo», quiere entrar en Palacio 1 1 6 .

Muestra también de oposición al realismo es el ideal quijotesco, base, igualmente, de superación de un modo de «dolorido sentir» noventayochista. La necesidad de España es un ideal renovador orien-

tomillo/ a las Tirsis que bailan al son del caramillo./ El galán las corteja con trenzas de jota,/ y desprende la encina la madura bellota,/ que rueda entre el corpino de la moza, que enseña/ en el baile, las ligas azules de estameña./ En el arte hay dos caminos: Uno es arquitectura/ y alusión, logaritmos de la literatura:/ El otro realidades como el mundo las muestra,/ dicen que así Velázquez pintó su obra maestra» (ER, II, p. 551).

1 1 2 Francisco Ruiz Ramón, Historia del teatro español del siglo XX, Madrid: Cátedra, 1877, p. 112.

1 1 Lo digo de nuevo. Puede consultarse María Nieves Fernández García, El universo del esperpento en Valle-Inclán, Valladolid: Aceña, 1993, principalmente, ps. 34-39. Id., «Para una aproximación al vanguardismo de Valle-Inclán», en De la experiencia mística a la crea­ción grotesca: Tres ensayos de aproximación a los límites (Juan de Yepes, Francisco de Que-vedo y Ramón María del Valle-Inclán), San Juan de Puerto Rico: Mairena, 1993, ps. 73 y ss.

114 ER, II, p. 521. Lo que ahora ofrece Valle-Inclán, el incomprendido por el arte Absoluto: el que en la imaginación de Ramón Gómez de la Serna «durante tantos años se había empeñado que fuese difícil, orfebrado y preciosista», es arte — sarcasmo — sin lantasías: la nueva estética, insisto, bajo disfraz de lo que a él no le convence — ya aquí — más que «las abominables coplas de Joselito» (CF, II, p. 1704). En la evocación del citado Ramón Gómez de la Serna. — ¡No os lo merecíais! ¡Ya me he cansado! ¡Ahora arte de feria, barraca y aleluya! (Apud Ramón Gómez de la Serna, op. cit., p. 150).

Guillermo Díaz-Plaja afirma que la «visión irónica» existe en esta Farsa, como en La Marquesa Rosalinda, «se derrumba en la visión degradada» (Las estéticas de Valle-Inclán, Madrid: Credos, 1972, p. 27).

«Mo fa » (ER, II, p, 553); «be fa» (ibid., ps. 518 y 519); «sol fa» (ibid., p. 521); «/.../ de maldi­ciente/ fue notada tu musa» (ibid., p. 524); «/.../ mofó de mi honor /.../» (ibid.); «/.../ coplas de pies excomulgados.» (ibid., p. 526); «/.../ versos chabacanos» (ibid., p. 527); « 'La hija de Pero Mingo, el Mesonero,/ 'esta carta la manda al Rey de España/ 'en las alforjas de un tit iritero'» (ibid.); «patraña» (ibid.).

5 Se coloca así Valle-Inclán, de algún modo, al lado de Unamuno (Vida de Don Qui­jote y Sancho), Ramiro de Maeztu (Don Quijote, Don Juan y La Celestina) y Rubén Darío («Letanías de Nuestro Señor Don Quijote»).

1 1 6 Cfr. ER, I, ps. 527-528 y text. cit., ps. 553-554.

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tado por la fantasía. «Al modo de los del '98 — señala Sumner M. Greenf ie ld" 7 —, insta nostálgicamente a la revitalización del ideal quijotesco como medio de una renovación nacional». Por eso EL REY, como en aplauso final de obra, se dirige al titiritero:

«¡Perfectamente/ Por tu canción, Lotario, en mi reinado,/ una flor ideal dio su perfume./ Voló una mariposa del legado/ glorioso, que en polilla se consume.I Quiero trocar por normas de poestal los chabacanos ritos leguleyos,!»*^.

Y este aplauso final es consecuente con el «quijotismo romántico» — manifiesto en el desarrollo temático —, que nos lleva a reconsiderar el comienzo de la obra: «Una venta clásica» que «Tiene vaho de letras del Quijote»119. En ella la imaginación de MARI-JUSTINA — como la de Don Quijote —, «tiene revuelto el sentido» 1 2 0 . Según su abuela, LA VENTERA, porque:

«Os vuelven locas a las mozuelas/ los romancillos que vende el c i e go » 1 2 ' .

Bien ha visto Antonio Buero Val le jo 1 2 2 que es «su sentido último el que/ convierte esta farsa/ en otro breve y encantador Quijote, con su ilusión y con su desengaño». «Mari-Justina — sigue el crítico — es la conmovedora 'Doña Quijote' que Valle-Inclán recrea». Y cita el argu­mento de MAESE LOTARIO:

«Mari-Justina, sobre tu alba frente/ la locura ideal de Don Quijote! permíteme besa r » 1 2 3 .

Se cumple así la quijotización del REY — pareja al idealismo de MAESE LOTARIO —. Y, al tiempo, su desquijotización, que se produce con el desengaño de MARI-JUSTINA, expresado, llanamente, por LA VENTERA: ¡Y mi nieta se queda sin casor io ! » 1 2 4 .

Valle-Inclán gusta de presentar situaciones conflictivas entre la ilusión y la realidad. Si MAESE LOTARIO, acusado de «galiparlista», es amenazado con «el Santo Of ic io » 1 2 5 , lo es, principalmente, porque

1 1 7 Sumner M. Greenfield, op. cit., p. 150. 118 ER, II, p. 554. 119 Ibid., p. 477. 120 Ibid., p. 481. 121 Ibid., p. 488. 1 2 2 Antonio Buero Vallejo, «De rodillas, en pie, en el aire» (Sobre el autor y sus perso­

najes en el teatro de Valle-Inclán)», Revista de Occidente, núms. 44-45, noviembre-diciembre 1966, ps. 132- 145. Aparecido después en Madrid: Alianza Editorial, 1973. Repro­ducido más tarde en Ricardo Doménech, editor, Ramón del Valle-Inclán, Madrid: Taurus, El Escritor y la Critica, 1988, p. 281.

123 ER, II, p. 552. 124 Ibid. 125 Ibid., p. 519.

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— nos lo ha dicho — «Sólo ama realidades esta gente española» 1 2 6 . ROSALINDA, en La Marquesa Rosalinda, cuenta así el «furor de

su marido»:

« ¡Es Castilla que aceda las uvas de champaña!/ ¡Son los autos de fe que hace la Inquisición!/ ¡Y las comedias de Don Pedro Ca lderón ! » 1 2 7 .

Pero su ilusión experimenta también un proceso de desquijoíiza-ción 1 2 8 . Así, en la jornada primera, no acata el realismo sanchopances­co y admonitorio de AMARANTA:

« Y o sé del temblor que encanta y que espanta/ Al tender la mano y morder la poma/ Que el cercado ajeno por la cerca asoma» l 2 9 .

Su respuesta es firme:

«/.../ ese temblor, /.../ convierte todas/ Las citas de amor en noche de bodas» ! 3 ° .

En la jornada segunda:

Amaranía

« N o dejes que se vaya el corazón de tuna./ Más que al rayo de sol teme al claro de luna » 1 1 1 .

Rosalinda

«Con un vuelo y un canto se remontó de mí./ No recuerdo si fué que le presté o le di./ /.../ / ¡Deja que mi alma vuele como una mariposa/ /.../ / Deja que se columpie en el rayo de luna,/ /.../ / Y en la capa y en los plumajes de Ar l equ ín » 1 3 2 .

Y a las sucesivas ironías de AMARANTA, ROSALINDA responde tajante:

«/.../ No te pongas prosa ica » 1 3 3 .

Rosalinda

«Amaranta burlona, si la estrella de amor/ nos alumbra la senda, un divino sabor! De miel encontramos en la hogaza centena! Que parta el mesonero al servir­nos la cena.

126 lbid., p. 511. 127 MR. II, p. 430. 1 2 8 «La respuesta de Rosalinda — escribe Sumner M. Greenfield — deja sin resolver

la ambigüedad de la sonata'» (op. cit., p. 127). Se refiere a su alabanza poética de la paz del convento español (cfr., text. cit. MR, II, p. 461).

129 lbid., p. 370. 130 lbid. 131 lbid., p. 404. 132 lbid., ps. 404-406. 133 lbid., p. 406.

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Amaranta

¡Cómo devana rayos de sol tu fantasía!/ /.../ / Bien hace tu marido queriéndote llevar/ A un convento.

Rosalinda

¡Abrenuncio!

Amaranta

¡Estás loca de atar! /.../

Rosalinda Deja girar al viento las aspas del molino»134.

Valle-lnclán habla aquí por boca de ROSALINDA. Y lleva a la prác­tica teatral las palabras que, en otra ocasión, teorizando a la salida del estreno de Señora ama de Benavente, dice a Ricardo Rojas 1 3 5 :

«Con los recursos de presencia que el teatro tiene nos echan a la cara trozos de realidad. /.../. Las cosas no son como las vemos, sino como las recordamos. La palabra en la creación literaria necesita siempre ser trasladada a ese plano en que el mundo y la vida humana se idea l i zan» 1 3 6 .

Pero en la jornada tercera, ROSALINDA se despide de ARLEQUÍN. Y su melancólica despedida parece orientarse por la de Don Quijote — «vamonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pája­ros hogaño» 1 3 7 —:

«Arrepentida de amaros tanto,! El alma tengo llena de pena.l I...I I ¡Gusté otro tiempo la melodíal De sus carrizos, y hoy siento el alai De una profunda melancolía,! /.../ / Odio la Corte con sus lisonjas,! I...! I He de tornarme junto a mis monjas./ ¡Qué santa vida la vida aquella!/ Sólo suspiro por el convento/ /.../1 Busco la ingenua paz del sendero/ Místico /. . ./» 1 3 8 .

A cuyo propósito, ARLEQUÍN, cual Sancho — «vamonos al campo vestidos de pastores» 1 3 9 — a Don Quijote, le suplica:

« ¡ N o hagas locuras, linda Marquesa,/ Que tiempo tienes para ser santa ! » 1 4 0 .

134 Ibid., p. 407. 135 Apud Ramón Gómez de la Serna, op. cit., p. 107. 1 3 6 Consideración similar había de hacer José Ortega y Gasset: «Caminando a lo largo

de él/ el campo de Montiel/ con Don Quijote y Sancho, venimos a la comprensión de que las cosas tienen dos vertientes. Es una el "sent ido" de las cosas, su significación, lo que son cuando se las interpreta. Es otra la "material idad" de las cosas, su positiva substancia, lo que las constituye antes y por encima de toda interpretación» (Meditaciones del Quijote (1914), O.C.T.L, Madrid: Alianza Editorial, RO, 1983, p. 385).

137 Quijote, II, LXXIV , p. 590. 138 MR, II, ps. 460-461. 1 3 9 Cfr., Quijote, II, LXX IV , p. 590. 140 MR, II, p. 462.

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Pero el peso del realismo castellano, desquijotiza también a ARLE­QUÍN:

«¡Pasaron las locas quimeras! De FarandulM !...! I ¡A qué rodar por los caminos/ Como antes,/ Si no he de ver en los molinos! !los gigantes1.! Ahuyentaron los desenga­ños! Mi alado sueño,! Y / 0 5 rebaños son rebaños,! Y mi Pegaso, Clavileño»141.

Como se ha podido notar, en Farsa italiana de la enamorada del Rey se evoca la España cervantina. Su escenario principal — decora­ción principal, jornadas primera y tercera —, es una «venta clásica», en la austeridad de las llanuras de la Mancha:

«El patio de la venta es humanista/ y picaresco, con sabor de aulas/ y sabor popular de los caminos:/ Tiene vaho de letras del Quijote.! El cielo azul las bardas amarillas,/ y el hablar re f ranero 1 4 2 : Las Casti l las: 1 4 3 .

Venta 1 4 4 a la que llegan «corsarios, labradores, estudiantes» 1 4 5

«trasnochados arr ieros» 1 4 6 , como a tantas de las ventas cervantinas. El número de las del Quijote 1 4 7 es relevante, y su conocimiento es el listón que irónicamente establece Valle-Inclán para medir los méritos de los candidatos a la Academia:

« ¡ Y el 'Centón Erudito', que comenta/ cuántas veces en letras del Quijote! puede leerse la palabra Venta]» ,48.

Veamos, pues — Cervantes y Valle-Inclán —, algunas de estas ven­tas, posadas, mesones, bodegas o tabernas, donde discuten, juegan, beben, más que reposan 1 4 9, los picaros o los arrieros.

Paradigmática me parece la que, escenario de acontecimientos, conciertos y escabrosas aventuras, entre la «asturiana Maritornes» y

141 Ibid., p. 471. 142 ER, II, p. 477. «¡Renegado, amén, el rabo del gato!» (ibid., p. 481); « ¡Los mengues/

carguen contigo y con tu canto!» (ibid., p. 492); «¡Caracoles busca en venta y en coles!» (ibid., p. 538). Y junto ai refranero, el habla arcaica: «sal de esas escuras» (ibid., p. 479); «a tus cantares» (ibid.), «esa tema» (ibid., p. 480); «¡Cuidado la niña!» (ibid.).

143 Ibid., p. 477. «/.../ la venta que está sobre el camino/ de Montiel /.../» (ibid., p. 502); «la venta de Mon-

tiel» (ibid., p. 510); «Fue en la Venta/ que está sobre el camino de Montiel» (ibid., p. 528); «Otra vez en el patio de la venta» (ibid., p. 529); «Venta del camino» (ibid., p. 531).

1 4 4 «Venta» , cfr., ibid., ps. 524-533. 145 Ibid., p. 477. 146 Ibid., p. 529; «gente arriera» (ibid., ps. 519-520 y 527). 1 4 7 Puede consultarse la siguiente bibliografía: Jacinto Miquelarena, Mesones y comidas en la época de Cervantes, Buenos Aires: Publi­

caciones de estudios hispánicos, 1947, p. 31. Emilio González López, «La evolución del arte cervantino y las ventas de El Quijote»,

RHM, Homenaje Onís, 34: 302-312 (1968). 148 ER, II, p. 507. 1 4 9 Cfr., Quijote, I, XVI , p. 205.

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«uno de los ricos arrieros de Arévalo», «Don Quijote imaginaba ser cast i l lo» 1 5 0 ; «famoso castillo», como, «a su parecer», eran «todas las ventas donde se alojaba» 1 5 1 .

Como en esta venta, donde la «armonía » 1 5 2 existe sólo por ironía de Cervantes — pues «el gato al rato, el rato a la cuerda, la cuerda al palo», «no se daban punto de reposo» 1 5 3 —, en los mesones de Viva mi dueño, encontramos:

«Ringlas de mulos movían con desgarbo las cruces anqueras, y no faltaban tri­fulcas de arrieros al contorno de los dornajos, por las rinconadas de paradores y

154

mesones» «A la puerta de los mesones, las monturas alforjeras rompían las riendas. Acu­

dían los espoliques, rasgadas con zafios denuestos las bocas, tintorras del morapio» (ibid., p. 1487).

Queda claro que, en esta Farsa, la sátira a las instituciones es intensa. Los académicos que Valle presenta son ridículos y absur­dos 1 5 5 ; sus caricaturas contrastan con el lirismo de MAESE LOTA-RIO, que agrada más al Rey que los ministros y eruditos. Todo contri­buye a acentuar la farsa. Pero la intención va más allá: Al escándalo que sufren los Ministros por las coplas amorosas, alusivas al Rey y la niña, que MAESE L0TARI0 introduce en Palacio. Coplas considera­das «befa» en «alejandrinos» de «galiparlista» con «acentos paticojos»; «¡Novedades francesas!», opuestas «al modo de Mió Cid Rodrigo», «Boscán» y «Garci laso» 1 5 6 . «Mofa», en fin, con «azufres de la Fran­cia» 1 5 7 .

150 Ibid., p. 198. 151 Ibid., p. 202. 152 Ibid., p. 205. 153 Ibid. 154 VD, I, p. 1450. 1 5 El más característico puede ser Don Facundo. «El personaje Don Facundo

— escribe Guillermo Díaz Plaja —, al que por su condición colérica se le llama Don Furi­bundo, y al que caricaturiza como perseguidor de galicismos, obseso de la gramática y enemigo de los nuevos modos poéticos es, probablemente, una caricatura de Casares, aun­que algunos rasgos de erudición cervantina hagan pensar en Rodríguez Marín o en Agustín González de Amezúa» (op. cit., p. 74).

156 ER, II, p. 520. 157 Ibid., p. 553.

ACTAS II - ASOC. CERVANTISTAS. María Nieves FERNÁNDEZ GARCÍA. La presencia de Cervantes en...

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S I G L A S C O R R E S P O N D I E N T E S

A L A S O B R A S D E V A L L E - I N C L Á N C O N S U L T A D A S

S I = Sonata de Invierno. Á B = Águila de blasón. T A = Una tertulia de antaño. M R = La Marquesa Rosalinda. E R = Farsa italiana de la enamorada del Rey. D P = Divinas Palabras. L B = Luces de bohemia. C F = Los cuernos de Don Friolera. G D = Las galas del difunto. C M = La Corte de los milagros. V D = Viva mi dueño.

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