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10 LA POLÍTICA EN LA COSTA ATLÁNTICA DURANTE LA VIOLENCIA El 9 de abril de 1948 mientras almorzaba, Saúl Cha- rris se enteró por la radio del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Sin pensarlo y sin haberse fijado un objetivo concreto, Charris se precipitó a la calle en un momento en que ésta comenzaba a ser invadida por turbas enfu- recidas. En el Paseo Bolívar dirigió un exaltado discurso a la espontánea turba que allí se había agolpado. Bajo la presión de la gente se dirigió luego a una emisora desde la cual pronunció la segunda arenga de la tarde. Mien- tras lo hacía le sobrevino una conmoción cerebral que lo mantendría privado de la conciencia y al borde de la muerte durante tres días. Al caer de la tarde del 9 de abril se conformó en Ba- rranquilla una "junta revolucionaria" encabezada por los líderes liberales Néstor Carlos Consuegra, Alfonso Hernández Bárrelo y Gerardo Certaín. En aquella jor- nada, Barranquilla no logró escapar a la violencia que con mucha mayor fuerza sacudió a Bogotá y a otras ciudades. «La iglesia de San Nicolás y el Colegio Sale- 121

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LA POLÍTICA EN LA COSTA

ATLÁNTICA DURANTE LA

VIOLENCIA

El 9 de abril de 1948 mientras almorzaba, Saúl Cha­rris se enteró por la radio del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Sin pensarlo y sin haberse fijado un objetivo concreto, Charris se precipitó a la calle en un momento en que ésta comenzaba a ser invadida por turbas enfu­recidas. En el Paseo Bolívar dirigió un exaltado discurso a la espontánea turba que allí se había agolpado. Bajo la presión de la gente se dirigió luego a una emisora desde la cual pronunció la segunda arenga de la tarde. Mien­tras lo hacía le sobrevino una conmoción cerebral que lo mantendría privado de la conciencia y al borde de la muerte durante tres días.

Al caer de la tarde del 9 de abril se conformó en Ba­rranquilla una "junta revolucionaria" encabezada por los líderes liberales Néstor Carlos Consuegra, Alfonso Hernández Bárrelo y Gerardo Certaín. En aquella jor­nada, Barranquilla no logró escapar a la violencia que con mucha mayor fuerza sacudió a Bogotá y a otras ciudades. «La iglesia de San Nicolás y el Colegio Sale-

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siano de San Roque fueron arrasados por las llamas». Por algún tiempo en el edificio de la Gobernación on­deó una bandera con los signos de la hoz y el martillo. Desde el día 15 de abril la situación fue encarada por una junta bipartidista de la cual formaban parte Alberto Pumarejo, Marco T. Mendoza Amarís, Diógenes Baca Gómez, Juan B. Fernández. Pero aún el 19 no había si­do restablecido el orden en la ciudad. Ese día, según in­formaba El Espectador de Bogotá, se produjo el saqueo e incendio de las oficinas de El Siglo en Barranquilla.

A finales de abril, en cumplimiento de los acuerdos de "Unión Nacional" celebrados entre el gobierno de Ospina Pérez y dirigentes nacionales del liberalismo, fue nombrado como gobernador del Atlántico el liberal Alejo Solano Manotas.

En una situación de creciente violencia, la Dirección Liberal presidida por Carlos Lleras Restrepo acordó la convocatoria de las convenciones departamentales del partido con la tarea de escoger los candidatos para la Cámara, asambleas departamentales y concejos munici­pales. Se estableció el mecanismo de votación popular para la escogencia de delegados a las convenciones de­partamentales. En el directorio municipal de Barranqui­lla se inscribieron siete listas; de éstas, la encabezada por Saúl Charris de la Hoz obtuvo 857 votos. Fue la se­gunda votación que le permitió enviar 5 delegados.

El 18 de mayo de 1949 se realizó la convención. Co­mo presidente de dicho evento fue designado Rafael Fernández Díaz, y como vicepresidente Charris de la

i Hernán Hernández Cera, op. cit, p. 123.

Medófilo Medina, La protesta urbana en Colombia en el siglo XX, Bo­gotá, Ediciones Aurora, 1984, p. 78.

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Hoz. La Convención se dividié) cuando se conoció la lis­ta conformada por una comisión que había sido desig­nada para confeccionarla. Diecisiete delegados se retira­ron incluido el presidente de la Convención, Rafael Fernández Díaz. Por tal razón el vicepresidente Saúl Charris de la Hoz asumié) la presidencia. Los 24 con-vencionistas que permanecieron en el recinto votaron de manera nominal y aprobaron la lista oficial del libe­ralismo para las elecciones de la Cámara. La lista la in­tegraron: Alberto Pumarejo, Héctor Silva Herrera, Ra­fael Borelly Galindo, Abel Blanco Jiménez, como principales, y Carlos Martín Leyes, Dolcey Manga, Ra­fael Santamaría y Andrés Hernández como suplentes. Al comienzo de las deliberaciones se había designado a Alberto Pumarejo como jefe único del liberalismo en el Atlántico; Saúl Charris formó parte del Directorio De­partamental. Esta última designadém y la de vicepresi­dente de la Convención muestran que Charris se había convertido en una de las personalidades del liberalismo de la Costa Atlántica.

En el país los crímenes políticos se incrementaron a medida que se aproximaba la fecha de las elecciones. La pugnacidad de los partidos aumentó en intensidad. El 21 de mayo de 1949 renunciaron los ministros liberales y se retiraron los gobernadores del mismo partido. Así cayé) el gabinete de Unión Nacional que la violencia ha­bía convertido en una ficciém. Se reintegró el gobierno con ministros conservadores con la adición de un mili­tar, el general Régulo Gaitán, como Ministro de Go­bierno.

Aún en la situaciém de acoso en la que vivía a escala nacional, el liberalismo presentó al debate electoral numerosas listas de candidatos para los cuerpos cole­giados en el departamento del Atlántico: 5 para Cáma­ra, 10 para Asamblea, 12 para el Concejo de Barranqui-

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lia. Los conservadores se presentaron en una sola lista, al menos para Cámara. Las elecciones tuvieron lugar el 5 de junio de 1949. De una votación total de 46.538 vo­tos para Cámara los liberales obtuvieron una mayoría con 34.928 votos. El Atlántico mantuvo una clara he­gemonía liberal. En el país la relación de la votación fue de un 53% para el liberalismo y del 46% para el conser-vatismo, al paso que en el departamento la relación fue del 75% para el primero y del 23% para el segundo. El nombre de Saúl Charris no apareció en ninguna de las listas. Su figuración política estuvo restringida en este período a su participación en el Directorio Liberal De­partamental.

La designación de Alberto Pumarejo, personaje leja­no a los afectos de Charris de la Hoz, como jefe único del liberalismo atlanticense, y el hecho de que también él hubiera encabezado la lista oficial de candidatos a la Cámara —que a su turno alcanzó la mayoría en el deba­te electoral— particularizan para la región la situación que se vivió en el país: el retorno a la dirección del Par­tido Liberal de esa capa de dirigentes tradicionales a los que con frecuencia Gaitán había estigmatizado con du­reza. Es cierto que tal proceso se había iniciado aún en vida de Gaitán cuando éste había conquistado la jefatu­ra única. Desaparecido el caudillo, la movilización po­pular que se había desplegado bajo su conducción había sido absorbida por el magma bipartidista.

Los fenómenos populistas asociados al nombre de un caudillo suelen proyectarse orgánicamente por de­cenios. Así ha sido, al menos en América Latina. En el caso del movimiento gaitanista el fenómeno populista

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Hernán Hernández Cera, op. cit., p. 127.

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fue de corta vida. Es cierto que en varios aspectos el gai­tanismo volverá a manifestarse en otros capítulos del populismo colombiano. No pocos de los dirigentes polí­ticos que siguieron a Gaitán conservarán la fidelidad a algunas de las ideas y el apego a los símbolos y consig­nas que enarbolara Gaitán. Tal es el caso de Saúl Cha­rris de la Hoz, en cuya actividad política posterior es posible advertir la huella gaitanista.

En pocas etapas históricas, como en la representada por el paso de los años cuarenta a los cincuenta del si­glo XX, el Partido Liberal se había perfilado como una colectividad disciplinada. Las convenciones nacionales de 1949 y 1951 son una muestra de ello. Los extensos pero interesantes y documentados informes rendidos en ellas por Carlos Lleras Restrepo dejan asomar ciertos rasgos modernos de la dirección política. En algunos departamentos hubo dirigentes que respondieron a las orientaciones orgánicas trazadas por Lleras Restrepo. En el departamento del Atlántico fue Saúl Charris de la Hoz quien llené) dicha funciém. En representación del Atlántico, Charris lomé) parte como delegado en la Convención Nacional del liberalismo que tuvo lugar en la Plaza de Toros de Bogotá durante los días 3 y 4 de agosto de 1949. Durante las deliberaciones tomé) parte en la comisiém de organización."

En la etapa preparatoria de las elecciones presiden­ciales el régimen político se hizo aún más regresivo. El 9 de noviembre de 1949 el gobierno de Ospina Pérez di­solvió el Congreso mediante la intervención de la fuerza

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x\l respecto resulta ilustrativa la lectura del libro: Carlos Lleras Restrepo, De la República a la dictadura (Testimonio sobre la política co­lombiana), Bogotá, Editorial Agrá, 1955. 5 El Tiempo, 4 de julio de 1949, p. 9.

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pública y suspendió indefinidamente todos los órganos de elección popular: Congreso, asambleas departamen­tales, concejos municipales; declaró el Estado de Sitio, intervino a la Corte Suprema de Justicia, decretó la cen­sura de la prensa y de la radio, confirió poderes omní­modos a los gobernadores, convocó consejos verbales de guerra para el juzgamiento de civiles.

En ese marco político y en medio de eventos de cru­da violencia —el mes de octubre de 1949 ha sido quizás el más violento de la historia contemporánea de Co­lombia— se realizaron las elecciones presidenciales. El 27 de noviembre resultó elegido —sin contendor— el vi­rulento jefe del Partido Conservador, Laureano Gómez Castro, con 1.400.000 votos.

El primero de mayo de 1950 se llevó a cabo la inau­guración de la Casa Liberal de Barranquilla. Si de ordi­nario la sede de los directorios de los partidos tenía im­portancia, ésta se vio acrecentada durante la Violencia en virtud de las prohibiciones para la realizaciém de re­uniones políticas de carácter público, asociadas a la permanente vigencia del Estado de Sitio. Por otra parte, desde enero de 1948 el entonces director del Partido Liberal Jorge Eliécer Gaitán había tomado disposiciones encaminadas a la fundación en distintos centros urba­nos de la casa del refugiado político para ofrecer ampa­ro a los ciudadanos liberales expulsados de sus lugares de residencia.

Con motivo de la apertura de la casa liberal, arriba­ron a Barranquilla los dirigentes liberales Darío Echan-día, Lleras Restrepo y Jorge Uribe Márquez acompaña­dos de figuras políticas de Bogotá y de Antioquia en cuya capital se acababa de celebrar una concentración del Partido. El Heraldo, periódico poco favorable a Cha­rris, reseñaba uno de los momentos de la ceremonia:

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«El primero en hablar en la Casa Liberal fue el doctor Charris de la Hoz; el dinámico presidente tuvo frases de elogio para los conductores allí reunidos y pidió) al doc­tor Pumarejo usara los micrófonos allí instalados para que se dirigiera al pueblo». El anterior gesto represen­té) para (Charris de la Hoz una suerte de revancha espiri­tual. En efecto, Pumarejo había sido desde comienzos de los años treinta la figura central del liberalismo cos­teño. En los años cuarenta habían estado en orillas opuestas en la división liberal. Ahora, en tiempos de adversidad para el partido, la tenacidad en el trabajo co­locaba a Saúl Charris en pie de igualdad con el coparti-dario aristé)crata.

A nadie se ocultaba que la realidad de la Casa Libe­ral se debía en no poca medida al empeño puesto por el Presidente del Directorio Liberal del Atlántico: Saúl Charris de la Hoz. Las descripciones de El Tiempo y El Heraldo coincidieron en destacar el confort y la ampli­tud: «La Casa Liberal está bien dotada. Tiene una sala amplia de recibo y en las paredes cuelgan estas dos con­signas: "Fe y Dignidad", "Ni un paso atrás, siempre ade­lante". Hay salones especiales para la deliberación del Directorio. La secretaría, salém de conferencias, biblio­teca. Las paredes de la Casa Liberal están honradas con los retratos de los máximos caudillos del Partido». No eran gratuitas las condiciones de la sede. En ellas se re­flejaba el tono gaitanista de Charris de la Hoz. Gaitán a lo largo de su labor de dirigente, había insistido no sólo en la higiene y decoro en la presentaciém personal de sus seguidores sino en la adecuaciém y dignidad de los

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El Heraldo, Barranquilla, 2 de mayo de 1950.

El Heraldo, Barranquilla, 2 de mayo de 1950.

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espacios y ambientes relacionados con la actividad polí­tica.

En el acto pronunciaron discursos Echandía, Uribe Márquez y Lleras Restrepo. En su inlervenciém éste cri­ticó con dureza al gobierno, exalté) la consigna sanlista de "Fe y Dignidad" y condenó cualquier propérsito de colaboraciém con el Régimen. Elogié) la ('asa Liberal y a Saúl Charris por su labor y su consigna: "Ni un paso atrás, siempre adelante". En la noche Charris pronuncié) un vibrante discurso de ofrecimiento de un banquete liberal al que asistieron 600 personas. Entre ellas esta­ban tres de los hermanos de Saúl, el suegro Rafael Bo­relly y los hermanos de éste. Con los actos del Pr imero de Mayo de 1950 el liberalismo de la Costa Atlántica mostraba que estaba preparado para afrontar al adver­sario histémco en el poder .

Por esta época y en estos acontecimientos nació una sólida amistad política entre Lleras Restrepo y el políti­co de la Costa. Charris guardará siempre una gran ad-miraciém hacia Lleras por motivos que, en pr imer lugar, se relacionan con el talante político de éste; así se ex­presa en el relato autobiográfico:

Bueno, yo soy discípulo de Gaitán y voy a morir siéndolo. Y al único hombre, muerto Gaitán, que yo le vi coraje en la época de la Violencia, fue a Carlos Lleras Restrepo, pero además porque yo tengo conciencia clara de que el mejor estadista, no de Colombia sino de América, es Carlos Lleras Restrepo.

Paul Oquist en su «regionalizaciém estructural de la violencia» señala a la Costa Atlántica como una de las

R.A., junio 26 de 1991.

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dos zonas geográficas de coherencia estatal frente a la generalización en el país del fenómeno del "derrumbe parcial del Estado". Ese pun to de vista es razonable en el sentido en que al menos, el depar tamento del Atlántico no fue escenario de las muertes , masacres y actos de se­vicia que sí abundaron en otras regiones. Sin embargo, el Atlántico fue alcanzado por la onda de la violencia política. A Barranquilla llegaron numerosos exilados procedentes de los depar tamentos andinos en pr imer lugar, pero también de otros depar tamentos de la Cos­ta, como Bolívar, en algunas de cuyas regiones se había precipitado la violencia.

En su condiciém de Presidente del Directorio Liberal del depar tamento , Saiil Charris tomó en sus manos la organización de la ayuda a los numerosos exilados. Esta labor resultaba difícil en la medida en que buena parle de los dirigentes liberales del Atlántico se había margi­nado de la actividad política, con excepciones notables como la de Adalberto Reyes. Charris hace memor ia de las pequeñas astucias y recursos a los cuales tuvo que acudir para allegar fondos:

Yo dictaba resoluciones como presidente y salía con una urna puesta en el hombro a recoger la misericor­dia como liberal. Debo decir que la primera experien­cia no me resultó estimulante: acudí donde el doctor Alberto Pumarejo, le conté la historia, como si hiciera falta. Él entonces estaba de gerente del Banco de Ba­rranquilla que quedaba en la plaza de San Nicolás. Me dijo: «Me ha cogido sin un peso en el bolsillo», era to­mo para reír o como para llorar que eso me lo dijera en su banco. Juan Fernández me dejó ir con las manos vacías. Estos episodios tenían lugar por el mismo tiem­po en que con afabilidad otro jefe nato, Carlos Martín Leyes, me mandaba agradecer por haberme encargado

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de la actividad política en un momento en que él no podía hacerlo por tener que atender la gerencia de unos laboratorios extranjeros.

Sin embargo, el recuerdo pinta experiencias más alentadoras que las anteriores:

Se puso una cuota de cinco pesos mensuales que al­gunos acogieron, se rifaban unos bonos. Por otra par­te, llegaba yo al mercado y refería el cuento: me rega­laban pacas de arroz, sacos de café, bultos de carne, me daban plata. Así, acudiendo allí, golpeando allá, pude ayudar a la gente mientras tuve la oportunidad de ir enganchando a esos exilados en las fábricas. Como yo era conocido y por cuanto la mayoría de los gerentes de las empresas de Barranquilla eran liberales, enton­ces empleaban exilados en sus fábricas.

Dos condiciones relacionadas entre sí ayudaron a Saúl Charris durante la Violencia al cumplimiento de su labor como Presidente del Directorio Liberal: su sensi­bilidad filan trópica y sus lazos con la masonería. Una y otra le permit ieron la promoción de la solidaridad polí­tica y el mantenimiento de unos rudimentos de organi­zación partidista. En la labor de asistencia a los exilados desempeñó meritoria función el médico liberal Lázaro Bravo Mauri. Entre las obras impulsadas por Charris en ese per íodo tuvo especial significaciém la creación del Colegio Eduardo Santos que para 1950 contaba con 200 alumnos. La C o n v e n d ó n Nacional del Liberalismo ce­lebrada en Bogotá en jun io de 1951 deslacé) en propo­sición particular al plantel: «La C o n v e n d ó n Nacional Liberal, en la fecha de su instalación, presenta un emo-

R.A., septiembre de 1990.

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cionado saludo a las maestras y maestros de los colegios liberales "Eduardo Santos", de la ciudad de Barranquilla y "Gremios Unidos", de la ciudad de Cúcuta, y hace vo­tos porque la labor de ellos sea altamente fecunda en la ilustradém de los centenares de niños confiados a estos planteles educativos.»

A medida que arreciaba la violencia en los círculos dirigentes del Partido Liberal en Bogotá se expresaban con acritud las diferencias entre corrientes. El g rupo de gaitanistas que editaba el periódico Jomada acusaba a la direcciém liberal y en particular a Lleras Restrepo de conciliadém. El expresidente Lé>pez había hecho polé­micas declaraciones en Medellín en las que abogaba por el establecimiento de alguna forma de entendimiento. Lleras Restrepo encarnaba la política que se cristalizaba en la divisa santisla de "Fe y Dignidad" y defendía la abstenciém. Aunque con aristas de radicalismo, Saúl Charris respaldaba la gestiém de Lleras Restrepo. Con el fin de promover una línea de oposidém común se reu­nió el 23 de junio de 1951 en el Teatro Imperio de Bo­gotá la Convendém Nacional del Liberalismo. El evento resulté) muy representativo del Partido a escala nacio­nal. Todas las regiones se hallaban representadas. Entre los delegados por el depar lamento del Atlántico estuvo Saúl Charris. En su edición del 24 de junio, El Tiempo reproduce una foto en la página 15 en la que se desta­can los delegados de ese depar tamento : Carlos Martín Leyes, Charris y J u a n Goenaga.

En un esfuerzo por reparar la maltrecha unidad libe­ral se comprometié) al expresidenle Santos para presidir la convendém. En el curso de las deliberaciones se inte-

El Tiempo, 24 de junio de 1951.

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gré) una comisiém de la cual hizo parle Saúl Charris para que visitara e invitara al expresidente López Pumarejo a llevar la palabra en la máxima asamblea del Partido. En el extenso informe de Lleras Restrepo se presenté) la evolución política del país desde 1947, lo cual significó una revista al proceso de violencia. Sobre ese panorama se desplegé) un alegato de defensa de la gestiém de la Direcciém Liberal. Los delegados aclamaron a una di-recciém tripartita integrada por Eduardo Santos, Alfon­so Lé)pez Pumarejo y Lleras Restrepo. Algo de patético tenía la designación de los dos expresidentes por cuan­to Santos había expresado su voluntad de mantenerse en el retiro político y Lé)pez había mostrado su renuen­cia a participar en los organismos y eventos estatutarios del Partido. Es como si se quisieran conjurar los símbo­los para arrostrar las dificultades que las realidades polí­ticas mostraban con irremediable crudeza.

En la Convención, cuando por orden alfabético ha­bía correspondido rendir el informe a la delegadém del Atlántico, Saúl Charris había pedido que se le dejara hablar después de otras delegaciones. Cuando hizo uso de la palabra dijo:

Hay sólo una cosa que aquí se puede hacer: prepa­rarnos para la defensa del Partido Liberal. Dentro del desorden conservador existente por cada liberal que

11 caiga deben caer tres conservadores.

El llamado produjo visible sorpresa aunque algunos de los convencionistas en su fuero interno trasladaran su pensamiento hacia los Llanos Orientales, donde los guerrilleros protagonizaban un capítulo de la resistencia política bajo la consigna de imprecisos alcances: la Re-

R.A., 18 de junio de 1991.

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voluciém Liberal. En los pasillos, Eduardo Santos le ex­presó a Saúl su extrañeza por el radical l lamamiento, más aún por provenir de alguien muy cercano al pa­triarca liberal, Rafael Borelly. La apelación de Charris de la Hoz disonaba con el tono moderado aunque emo­tivo que usé) López en su discurso en aquella conven­d ó n . En u n o de los apartes de su oración señaló: «Yo no me avergüenzo de decir que soy un pacifista inte­gral. Esa ha sido mi trayectoria política desde que entré en actividad en la lucha del partido... . me doy muy bue­na cuenta de que a mi edad y la experiencia que me han traído los años me dan ot ro temperamento . Me aconse­jan caminos distintos de los que gozan popular idad en­tre las juventudes del partido». '

Después de la convendém liberal Saúl Charris conti­nué) su labor política en Barranquilla. Según su relato autobiográfico, su labor lo hizo candidato a un a tentado fraguadt) por el deteclivismo del Atlántico y del cual fue avisado por el político liberal del Magdalena Pinedo Ba­rros, con quien se habría desmontado el plan de asesi­nato.

Charris de la Hoz atribuye a la presencia de los exi­lados, a su organizadém, la razón por la que la violencia no se hubiera extendido al depar tamento del Atlántico:

Aquí no se acobardé) el liberalismo, no se acobardé) porque muchas gentes del interior de la República vi­nieron y se pusieron al frente. Aquí hubo cosas sor­prendentes que no permitieron que la violencia llegara a Barranquilla. Aquellos hombres resentidos porque

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El Tiempo, 26 de junio de 1951.

R.A., septiembre de 1990.

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habían visto asesinar a sus padres, atrepellar a sus hijos O violar a sus mujeres, hicieron cositas aquí y oso evitó la violencia.

Quizá la temprana presencia de los exilados sea uno de los factores que expliquen la ausencia de una violen­cia generalizada en el departamento del Atlántico. Sin embargo habría que descartarla como causa única. La búsqueda de una explicadém de conjunto del fené>meno que aquí se menciona escapa a los objetivos del presen­te trabajo.

A lo largo de 1952 la violencia continué) su escalada sin que de su onda pudiesen escapar las élites. El 6 de septiembre de 1952 fueron incendiadas en Bogotá, por turbas que contaron con el amparo de la Policía, las re­sidencias de los dirigentes liberales Lé>pez Pumarejo y Carlos Lleras. Así mismo fueron sometidos a pillaje y destrucción los diarios El Tiempo y El Espectador y la se­de de la Direcciém Liberal. Al exilio salieron Lleras Res-trepo y Lé)pez Pumarejo. El Partido Liberal quedé) acé­falo. Los anteriores acontecimientos quebrantaron la continuidad organizativa del Partido Liberal. A este parcial receso de la actividad política no escapé) el libe­ralismo en la Costa Atlántica.

Sin suspender del todo la actividad política Saúl Charris prestó más alendém a sus negocios privados, sobre todo al de la ganadería. La condidém de ganade­ro no la perdié) Charris en ningún momento. Ella le permitié) una independencia que lo acerca más a al polí­tico que vive para la política que a aquel que dentro de

'4 R.A., 18 de junio de 1991.

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la conocida distindém de Weber vive de la política. n Por ese tiempo, Charris incrementó sus trabajos en la ade­cuación de tierras mediante la construcción de sistemas de riego en sus propiedades, con el fin de contrarrestar los severos veranos de Santo Tomás cuando por la ac-dém de las brisas intensas se queman los pastos. Prosi­guió sus experimentos en el cruce de razas tales como holstein, pardo cebú y criollo para elevar la producción de leche. A su juicio logró éxitos al colocar su ganadería entre las mejores del Atlántico.

Saúl Charris buscó también diversificar su actividad económica mediante la compra de acciones en empre­sas como Avianca y Bavaria. ' Sin embargo su condición económica básica fue, como antes, la de ganadero.

En algún momento de 1952 Saúl Charris participó en reuniones políticas con Antonio García Nosa quien por ese tiempo estaba de regreso de su proyecto obsesi­vo de creación del Partido Socialista Colombiano y de­sarrollaba la idea de que «...los ejércitos de los países de América Latina deberían cumplir un papel patriótico como factor de transformación de sus sociedades». Las coincidencias no eran fortuitas. Ambos, Charris y Gar­cía alentaban un fondo nacionalista. Por razones distin­tas los dos personajes miraban con esperanza hacia los militares. García, por razones que bien podrían llamarse

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Max Weber, Escritos políticos, Edición a cargo de José Aricó, Méxi­co, Folios Ediciones S.A., tomo segundo, p. 316. l b / í . A , 2 6 d e j u n i o d e 1991. 17

La información sobre la presencia de Charris en las reuniones mencionadas fue obtenida en una conversación informal con el pro­fesor Amílcar Guido en junio de 1991. Guido fue uno de los asisten­tes a esas reuniones de Antonio García, con quien compartía pro­yectos políticos a comienzos de los años cincuenta.

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doctrinarias y Charris por consideraciones de orden táctico de partido. Durante los años de 1949 a 1953 el Partido Liberal, o sectores importantes de él, abrigaron la esperanza en que un golpe militar derrocaría al secta­rio régimen conservador.

Como resultado del golpe de Rojas Pinilla el 13 de junio de 1953 se hizo más fuerte el receso de los parti­dos. Esto era así por cuanto en el seno del bipartidismo, con la obvia excepción del derrocado laureanismo, to­das las tendencias se sentían en el poder. Era una situa­ción semejante a la descrita por Marx después de la Re­volución de 1848 en Francia cuando todas las tendencias dinásticas se acogieron fervorosamente a un régimen que aparentemente implicaba su negación: la república, la cual percibieron como el único medio de asegurar su supervivencia ante la perspectiva de su mu­tua destrucción.

Desde 1955 la base burguesa de apoyo a la dictadura de Rojas Pinilla empezó a resquebrajarse. Los altos pre­cios del café que acompañaron al régimen en su prime­ra etapa descendieron luego, haciendo más visibles las inconsistencias de la política económica y más odiosos los favoritismos. La drástica censura de prensa y la crea­ción por parte de la dictadura de un poderoso aparato de información y propaganda se constituyeron en po­deroso estímulo para el fortalecimiento de las tenden­cias opositoras dentro de los partidos tradicionales. En marzo de 1956 el expresidente López Pumarejo envió una carta al directorio liberal de Antioquia en la cual propuso un acuerdo de los partidos. En julio 24 de

Carlos Marx, Federico Engels, Las luchas de clase en Francia de 1848 a 1850, en: Obras escogidas, Moscú, Editorial Progreso, 1971, p. 190-191.

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1956 se firmó la Declaración de Benidorm en la cual los jefes de los partidos, Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo, proclamaron los principios del régimen de "responsabilidad compartida".

En el movimiento contra la dictadura se reanudó también la actividad de los partidos en las regiones con diferencias de unas a otras. En el departamento del Atlántico el Partido Liberal realizaba reuniones en re­cinto cerrado. Al cabo de una de ellas y luego de dictar una conferencia política fue detenido Saúl Charris por agentes de los servicios secretos. En esta etapa tendie­ron a ocupar en el liberalismo los puestos de comando aquellos personajes mejor ubicados en la jerarquía tra­dicional del partido.

La culminación del establecimiento del Pacto bipar­tidista del Frente Nacional la constituye) la Reforma Constitucional que se adoptó en el plebiscito del prime­ro de diciembre de 1957. La fé)rmula plebiscitaria aco­gida por una abrumadora mayoría, en la votación más copiosa de la historia contemporánea de Colombia, in­cluyó como los más importantes, los siguientes puntos: paridad liberal-conservadora en las corporaciones pú­blicas por doce años, proporcionalidad en el gabinete ejecutivo de acuerdo con la representadém de los parti­dos en las cámaras legislativas, garantía constitucional para la carrera administrativa. El 22 de noviembre de 1957 los jefes principales de los partidos y la Junta Mili­tar de Gobierno habían acordado en el llamado "Pacto de San Carlos", las etapas y mecanismos de estableci­miento de las instituciones del Frente Nacional. Se seña­ló entonces la realización de las elecciones para cuerpos colegiados en una fecha anterior a las de presidente de la República.

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En el movimiento contra la dictadura y en el proceso de organización del Frente Nacional, la actividad de los partidos tendió a articularse alrededor de sus jerarquías tradicionales. En el liberalismo no se advertía huella del gaitanismo ni de aquellos cambios que se habían pro­ducido durante la Violencia. Saúl Charris de la Hoz. en­contré) que en la nueva siluadém, los dirigentes naciona­les de su partido distinguían como sus interlocutores regionales a personajes que, desde su punto de vista, se habían refugiado en sus actividades privadas durante la persecución conservadora, mientras él había arrostrado a nivel regional el peso de las responsabilidades parti­darias. Ahora en primera línea aparecían de nuevo al­gunos de sus antiguos adversarios como Alberto Puma-rejo y Carlos Martín Leyes.

Un grupo de jé)venes liberales del departamento del Atlántico manifesté) su descontento contra los mismos hechos. Algunos de ellos se habían asomado por prime­ra vez. a la política a finales de los años cuarenta, cauti­vados por el discurso antioligárquico de Gaitán, y en la nueva situación clamaban por "sistemas nuevos" y "caras nuevas". La división se revelé) con claridad en la reuniém del Directorio Liberal del Atlántico, el 17 de septiembre de 1957, al momento de elegir la mesa di­rectiva de ese organismo. Se deslindaron entonces dos corrientes: la "oficialista", encabezada por Alberto Pu­mo rejo y la de los "populares" agrupada en tomo a Saúl Charris. Los miembros de esta disidencia se dieron su propia organización y adoptaron el nombre de Movimiento Liberal Popular. En poco tiempo desarrollaron una febril activi­dad, abrieron sede propia en Barranquilla, la "Casa Li­beral Popular", hicieron ruidosos mítines en barrios po-

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bres de Barranquilla, visitaron diversos municipios del departamento, organizaron comandos. La rebeldía de­bía pasar por la conformación de una lista liberal disi­dente para las elecciones a corporaciones públicas, las cuales de acuerdo con la agenda del Frente Nacional, estaban previstas para el 16 de marzo de 1958.

De manera oficial la Direcciém Liberal Nacional con­vocó a las convenciones departamentales del Partido y señaló sus atribuciones en materia electoral. En cum­plimiento de esas directrices se reunió» la Convendón Liberal del Atlántico el 20 de febrero de 1958. En dicha reunión se integraron las listas oficiales que luego, de acuerdo con la reglamenladém, deberían ser ratificadas por parte de la Dirección Liberal Nacional," en la cual reinaba enorme preocupación por la división del libera­lismo en la Costa. En el mismo mes de febrero Charris de la Hoz fue llamado a Bogotá para conversaciones con los dirigentes nacionales. Lleras Camargo, quien entonces ostentaba el título de director del Partido Li­beral, puso en juego su poder de convicción con el pro-pé)sito de recuperar a Charris para la línea oficial. Apelé) a las razones de partido y a la conveniencia de mante­ner la unidad, en un momento en el que aún se mos-

19 Una descripción del origen y desarrollo de esta disidencia liberal

se puede leer en Pedro Castellón Patino, El movimiento liberal popu­lar. Una disidencia fructífera para la aparición del M.R.L. en el Atlántico (1957-1960), Ponencia presentada en el X Congreso de Historia de Colombia, Lunja, mayo de 1995. 211

Para Senado la lista integrada por la convención fue la siguiente, principales: Alberto Pumarejo, Carlos Martín Leves, Dolcey Manga. Como suplentes figuraron: Julio Enrique Blanco. Hernando Mano­las y José Félix Fuenmayor. Para Cámara integraron la lista Hernán Berdugo, Hernando fuliao Moreno, Elias Moisés, con la suplencia de Líbano Rodríguez Muño/, Aminta Castro de Rui/ v José Ramón Santamaría.

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t raban vacilantes las nuevas instituciones. Alfonso Lé)-pez Michelsen recordará a su vez aquella coyuntura en los siguientes términos: «En Atlántico y Magdalena se presentaron situaciones de conflicto en las que se coin-cidié) en mi nombre como solución de compromiso. Tal fue el caso en Barranquilla, entre Alberto Pumarejo, mi pariente, y Saúl Charris de la Hoz a quien acompañaba un movimiento juvenil del cual formaba parte Eduardo Mendoza Lince».

De regreso a Barranquilla el 25 de febrero, Charris desconcerté) a sus seguidores cuando los invité) a cance­lar la disidencia. En declaraciones para el periódico Orientación anoté) con frescura:

Sólo quiero decirles que ya no somos una ínsula, como atrabiliariamente se permitían señalarnos algu­nos presuntos dirigentes del liberalismo del Atlántico, pues hemos sido escuchados; con todo el respeto que merece nuestro eximio jefe puse las cartas sobre la me­sa diciéndole nuestra decisión, es que con Pumarejo en las listas no había posible entendimiento, advirtiendo que había dejado fórmulas concretas, que si eran acep­tadas, serían definitivas para solucionar la crisis liberal.

En las anteriores declaraciones se destacan la satis-facdém de Charris por el hecho de que Lleras Camargo lo hubiera tomado como interlocutor, su vulnerabilidad ante la invocación de las razones de part ido, su inge­nuidad real o aparente para creer que podía sacar del juego a un contendor como Alberto Pumarejo, quien

"Lecturas Dominicales", El Tiempo, 22 de julio de 1990, p. 9.

Citado por Pedro Castellón Patino, op. cit., p. 8.

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gozaba de la más alta confianza en la dirigencia política nacional y la fuerza de la emuladém por la influencia política regional. En los días siguientes, en el seno de la disidencia se cruzaron las más crudas acusaciones entre Saúl Charris y jóvenes del liberalismo popular quienes se sintieron traicionados por su jefe. El Movimiento Li­beral Popular no se disolvió, antes bien participé) en el debate electoral bajo la direcciém de un joven radical, Antonio Iglesias. Esta disidencia lanzó, listas de candida­tos a la Asamblea Departamental y al Concejo Munici­pal que fueron encabezadas respectivamente por Josefi­na González Mendoza y Emilio Lébolo de Espriella. Ambos resultaron elegidos. Posteriormente el Movi­miento Liberal Popular fue la base del MRL en el Atlán­tico.

Por otro lado para facilitarle las cosas a la Direcciém Liberal Nacional, DLN, todos los incluidos en las listas por la Convención Liberal del Atlántico enviaron el 6 de marzo de 1958 una comunicación a la DLN en la cual ponían, en raro e irrepetible gesto de disciplina, sus nombres a disposición de ese organismo." La DLN mo­dificó las listas, las cuales en su composición definitiva incluyeron en un renglón fijo el nombre de Saúl Cha­rris. La lista única para Senado la encabezó Alberto Pumarejo. Para Cámara la lista oficial la encabezó Car­los Martín Leyes seguido en el segundo renglón por Saúl Charris, quien no persistió en su propósito disi­dente. Otra lista no oficial para Cámara encabezada por Luis Calderón obtuvo un número insignificante de vo­tos. La distribución de la votación en términos relativos

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Una descripción del proceso de conformación de listas en Ba­rranquilla se puede ver en el trabajo inédito de Blas Zubiría: La in­capacidad manifiesta del poder político en Barranquilla durante el Frente Nacional 1958-1974, Barranquilla, 1994, p. 105 y siguientes.

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en el depar tamento del Atlántico fue del 71.03% para liberales y del 28.97% para los conservadores. Sin em­bargo por los acuerdos sobre paridad a cada uno de los partidos correspondieron dos senadores y dos repre­sentantes.

Saúl Charris conservó un sabor amargo en relación con lo que consideró una evidente postergación de su nombre :

Procedió el doctor Alberto Lleras Camargo con una injusticia tremenda. Él sabía cómo me había tocado de duro en la defensa del Partido Liberal durante la Vio­lencia. Tuvo el desconocimiento de mi persona y esco­gió para el Senado de la República al doctor Pumarejo y al doctor Edgardo Manotas Wilches, para Cámara de­signó a don Carlos Martín Leyes y a mí me puso de úl­timo.

Este malestar de Charris de m o m e n t o influyó en una diferencia de 2.000 votos entre la lista para Senado y la lista oficial para Cámara. En Santo Tomás, en donde la familia Charris controlaba la votación liberal, Alberto Pumarejo alcanzó sólo 111 sufragios al paso que la lista para Cámara llegó a los 1.695 sobre un total de votación por los dos partidos de 2.114.

M R.A., 18 de junio de 1991. 25 .

Registraduría Nacional del Estado Civil. Seccicin de Estadística.

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