la octava elegía del duino-1

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UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE ARTES MAGISTER EN TEORIA E HISTORIA DEL ARTE La Octava Elegía del Duino, de Rilke: Palabra poética, distancia y conciencia como disposición del Ser ante el Mundo. Nombre: Juan Almarza Anwandter Curso: Estética Moderna y Contemporánea Profesor: Camilo Rossel Semestre: III Fecha: 23.08.13

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Page 1: la Octava elegía del Duino-1

UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE ARTES MAGISTER EN TEORIA E HISTORIA DEL ARTE

La Octava Elegía del Duino, de Rilke: Palabra poética, distancia y conciencia como disposición del Ser ante el Mundo. Nombre: Juan Almarza Anwandter Curso: Estética Moderna y Contemporánea Profesor: Camilo Rossel Semestre: III

Fecha: 23.08.13

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La Octava Elegía del Duino, de Rilke: Palabra poética, distancia y

conciencia como disposición del Ser ante el Mundo.

Juan Almarza Anwandter

Arquitecto PUCV 1997

El presente ensayo está orientado al análisis de la Octava Elegía del Duino, de Rainer María

Rilke, desde una perspectiva interpretativa que reconoce en primer lugar su dimensión

Poetica, inscrita en una sensibilidad Romántica tardía, para luego desplegar las temáticas

específicas que conforman la materia dispuesta en el poema. De ellas, el concepto de Lo

Abierto y su transfiguración en Mundo al ser interpretado a través de la conciencia

individual, consituye un tema esencial del análisis.

Frente a la exaltación ante una Naturaleza sublimada en términos de plenitud de Sentido,

propia de un Hölderlin, Novalis y los poetas del primer romanticismo Alemán, la obra

poética de Rilke aparece teñida de una sensibilidad que abdica de dicha exaltación

desbordante, desplazandola hacia una suerte de disposición existencialista e introspectiva

para la cual la Naturaleza constituye ya no una reserva de Sentido en sí misma, sino mas

bien una realidad que se redime solo desde la experiencia interpretativa del sujeto en cuanto

ente consciente, dispuesto ante ella y transfigurandola a través de la palabra poética como

vector de significación. De la séptima Elegía:

“En ningún sitio, Amada, habrá Mundo si no es dentro. Nuestra vida transcurre con

transformaciones. Y lo externo, siempre mas insignificante, se desvanece”

Voluntad de transfiguración de la Tierra en Mundo, a través de la conciencia como atributo

distintivo de lo humano, que es reafirmada en la novena Elegía:

“Tierra, ¿no es renacer en nosotros invisible

lo que quieres? ¿No es tu sueño

ser invisible de una vez? ¡Tierra! ¡Invisible!

¿Qué sino una transformación

es tu imperioso designio?”

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Ambos fragmentos hacen referencia a la necesidad de transformación, de transfiguración de

lo visible en el crisol de lo invisible, de lo externo en lo interno. Y que significa esto? En

términos sintéticos, la puesta en valor de la conciencia subjetiva individual como espacio

de significación definitivo de la realidad. Y eso es congruente con el espíritu de las

Vanguardias, como catalización final del proyecto de la Modernidad. Con Rilke, la palabra

poética se libera definitivamente de su funcion denotativa-representacional, para adquirir su

rol connotativo-sígnico, configurando una nueva realidad1, autónoma y en cierto sentido

auto-reflexiva. Es la cristalización final del espíritu moderno…y el preludio de su ocaso.

La octava elegía desarrolla esta dialéctica entre Tierra y Mundo, como reflejo de la tensión

entre realidad objetiva y subjetividad, partir de la comparación entre la experiencia del

animal y la experiencia de lo humano. El animal vive en la plenitud de Lo Abierto, sin

conciencia de la muerte, por tanto se sitúa solo dentro, y no ante la realidad. El estar ante

es un atributo distintivo de lo humano, mediado por la conciencia del fin, y por tanto de su

experiencia en la Tierra entendida como un transcurso espacio-temporal finito. La vida

consciente es un vector con origen, magnitud y sentido, orientado hacia la Muerte como

apertura final hacia una totalidad que se nos revela esencialmente incognoscible. La vida

animal refiere por el contrario a una suerte de plenitud permanente, en la inconsciencia del

fin. De la Octava Elegía:

“Con todos sus ojos ve la criatura Lo Abierto.

Solo nuestros ojos están como invertidos y rodeándola a ella por completo

cual trampas en torno a su libre salida.

Lo que hay afuera lo sabemos solo por el rostro del animal; porque ya

al niño tierno lo hacemos darse vuelta y lo obligamos a mirar hacia atrás

lo ya formado y no lo abierto, tan profundo en el rostro del animal.

Libre de la Muerte. A Ella solo nosotros la vemos; el animal libre tiene

siempre tras de sí su ocaso, y ante sí a Dios, y, cuando camina, entonces

lo hace hacia la eternidad, así como manan las fuentes.”

1 La voluntad de constituir una supra realidad, como punto equidistante entre consciencia e inconsciencia

también es el tema de los Surrealistas.

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El mundo interpretado a través de la conciencia se opone a la plenitud de lo Abierto, o mas

bien constituye un velo, que lo re-vela desde la perspectiva humana, pero implicando una

cierta pérdida...pues la Totalidad en cuanto tal queda parcializada y “oculta” por el velo. En

palabras de Heidegger, vivimos bajo el cielo, sobre la tierra, entre los hombres y ante los

Dioses, a la manera de un sistema axial cuaternario, multidimensional, respecto al cual la

conciencia individual se sitúa en un centro de intersección. La experiencia fenomenologica

del Ser en el Mundo implica por tanto una cierta distancia ante los fenomenos sensibles -

expresada en las preposiciones bajo, sobre, entre y ante-. Ahora bien, toda interpretación

implica una distancia (“y el contrapunto de un misterio”, según Baricco). Es el misterio del

incognoscible como sustrato no revelado hasta el instante de la muerte. Ella sería la

manifestación definitiva de Lo Abierto, su apertura final…que es también, quizá, la

“inversión de los ejes” de la cuaternidad vital Heideggeriana, o la anulación de sus

preposiciones. Previo a ello,

“Nosotros no tenemos jamás, ni un solo día,

el espacio puro ante nosotros, espacio en que las flores

se abren sin cesar. Siempre hay mundo

y nunca, en ninguna parte, sin nada:

lo puro, no vigilado, que uno respira

y sabe infinitamente y no desea”

Desde la perspectiva del Mito, ese espacio puro en el que las flores se abren sin cesar, ese

espacio no vigilado por la “conciencia testigo”, es también asimilable al Jardín del Edén y

el estado Adamico, previo a la Caída. Un estado primigenio de inocencia e inconsciencia

“animal” 2 que es roto por la aparición de la voluntad, del pensamiento volitivo como signo

de lo Humano. La caída es por tanto pérdida, pero a la vez ganancia: la conciencia del Ser

como ente diferenciado respecto a la Physis, a la Naturaleza, a través del acto primordial de

rebelión prometeica-luciferina que libera al hombre de las ataduras de la pura causalidad

2 El animal opera inmerso en la “perfección inocente” de un universo demiurgico-mecánico regido por leyes

precisas, dentro de las cuales no hay posibilidad de error. Libre de la muerte, pero encadenado al mundo

causal.

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mecánica e inconsciente del medio Natural, y por ende, de Dios 3. La posibilidad de una

comprensión Estética del mundo se afirma en esta disociación.

El estar ante, como distancia, se manifiesta fenomenologicamente a través de la visión

como sentido privilegiado en la relación interpretativa de la conciencia respecto al mundo,

entendido como res extensa que se despliega en-torno. La visión es el sentido mas próximo

a la conciencia subjetiva, un vector de apertura volitivo que se proyecta en lo circundante,

buscando “descorrer el velo”, incesantemente. “El organo con el que he comprendido el

mundo, es el ojo”, en palabras de Goethe. El oído, como contraparte, constituye una suerte

de visión interior, con una disposición eminentemente receptiva, (sin “párpados”), por tanto

carece de la dimensión volitiva propia de la mirada…afirmar esto sí, esto no, es un

privilegio de la visión. El hombre, animal consciente, domina por la mirada, desde una

altura y erguido, afirmandose en el gesto de la apostura y la conciencia del Selbst. Desde

ahí, situado, escucha. Luego, quizá, toca…. A medida que se desciende en la escala

zoologica, la visión volitiva es reemplazada por sistemas perceptuales que operan en la

sensación de lo próximo, asociados por tanto al sentido del olfato, el tacto y el gusto, y en

términos de la organización espacial de los individuos, a la cantidad y el número (manadas,

colonias, brotes). La plena consciencia del hombre como ser diferenciado y autovalente se

expresa por el contrario en la individualidad, y, desde allí, en la libre alianza

voluntariamente aceptada con otros pares, conformando Comunidades de Sentido.

Fenomenologicamente, es el gesto del saludo. La mano abierta, extendida, como eco de una

primera mirada…Estamos aquí ya en la plenitud de aquello que es propiamente Humano.

3 "Si el hombre hubiera continuado siendo un autómata guiado por Dios, no habría conocido ni la enfermedad,

ni el dolor, ni la muerte, hasta hoy, pero tampoco habría obtenido la conciencia cerebral y la independencia

resultante de la Iluminación por los Espíritus Luciferes, los "dadores de Luz", quienes le abrieron el

entendimiento y le enseñaron a emplear su entonces confusa visión para obtener conocimientos del mundo

físico, el cual estaba destinado a conquistar"

"(...) y le proporcionaron dolor y sufrimiento (...) pero también le dieron la inestimable bendición de la

emancipación de las influencias y la dirección externa, comenzando entonces el hombre el camino de la

evolución de sus poderes espirituales, una evolución que algún día le permitirá construir por sí mismo con

tanta sabiduría como los Ángeles y los otros Seres que lo guiaron antes de que ejercitara su Voluntad"

Tomado de Max Heindel, “El concepto Rosacruz del Cosmos”

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A través de múltiples versos de gran belleza, la Elegía continúa su desarrollo en torno a la

dialéctica entre Lo Abierto y el Mundo interpretado, expresada en el distingo animal-

hombre como su caracterización mas esencial. “Y donde nosotros vemos futuro, ahí el lo ve

todo y se ve en todo, sanado para siempre”. Pero en el verso siguiente, el poeta incorpora

un concepto que aparentemente tiende a desdibujar el límite trazado entre ambas

dimensiones. Se trata de la Melancolía, como afecto o disposición anímica subyacente a la

experiencia vital de hombres y animales por igual.

“Y sin embargo, en ese animal cálido y alerta

está el peso y la inquietud de una gran melancolía.

porque también a el se le adhiere lo que a nosotros

a menudo nos subyuga, el recuerdo,

como si aquello hacia lo que uno tiende

hubiera sido mas cercano alguna vez, mas fiel, y su contacto

infinitamente dulce. Aquí todo es distancia y allí fue aliento.

Después de la primera patria,

la segunda es para el híbrida y de vientos llena.”

Desde la perspectiva desarrollada previamente, la incorporación del concepto de

Melancolía aperece en primera instancia como una característica que contradice la

“inocente plenitud” de la vida animal: sin conciencia no sería posible experimentar el

estado melancólico. Pues este es un afecto que nace a partir de la comprensión de la propia

finitud espacio- temporal, respecto a la Totalidad que nos desborda en su inherente

atemporalidad inconmensurable. Si el animal vive inmerso en esa atemporalidad, sin

conciencia del fin, no podría experienciar este estado. Pero la referencia poética de Rilke

está orientada en este caso ya no al fin, no a la muerte como destino inexorable, sino mas

bien al Origen. Y es respecto a ese Origen que tanto hombres como animales

experimentarían una suerte de “conciencia de una pérdida primordial”, la cual puede ser

interpretada como la pérdida del estado del puro espíritu inmaterial, (la primera patria –no

natural-) y su posterior “encadenamiento” en la materia sensible (la segunda patria, la

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Naturaleza). Desde esta perspectiva, Rilke “humaniza” al animal, otorgandole no la

conciencia subjetiva-interpretativa, sino el atributo del Alma como característica

compartida con los hombres. Pero, de acuerdo a lo expuesto, se trataría de un alma

desprovista de conciencia…un alma adámica, con la sensación difusa de un pasado mas

rico, mas pleno en su diáfana matriz espiritual, inmaterial, pero sin conciencia de la Muerte

como Destino. En todo ello resuena la dimensión trascendentalista-simbólica propia de la

metafísica Rilkeana: la puesta en valor de lo espiritual por sobre lo material, como

expresión de un romanticismo “sublimado”.

La elegía comienza su cierre desplegando el cuestionamiento en torno a la posibilidad de un

“estado de mediación” entre Lo Abierto y el mundo interpretado, el cual podría ser

asimilado a una suerte de supra-consciencia de la totalidad, una conciencia superior, que

participe simultáneamente del incognoscible y de la temporalidad finita de nuestra

experiencia vital sobre la tierra. La “imagen de mediación” que el poeta utiliza es la del

pájaro:

“y mira esa seguridad a medias del pájaro

que desde su origen casi sabe ambas cosas,

como si fuera un alma de los Etruscos

el alma de un muerto al que un espacio recibió

pero con la figura en reposo como lápida(…)”

El ave participa simultáneamente del ámbito terrestre, y del aire como su residencia mas

propia. Una doble dimensión que le permitiría poseer una perspectiva “absoluta” en la cual

ambos puntos de vista ya no comparecen como dualidades en oposición, sino como las dos

caras de una moneda desplegadas en simultaneidad. Del mismo modo, la imagen de un

“alma etrusca” refiere a la misma posibilidad: la participación simultánea en el mundo

material, inscripta en una lápida, y su realidad suprasensible en el ámbito espiritual. Una

figura que se “refleja” en ambos mundos, desdoblandose.

Si el estado adamico-animal es la plenitud de la experiencia de “lo Abierto”, en el ya

referido estar dentro, y el estado humano constituye el estar ante a través de la conciencia

que transmuta lo abierto en mundo interpretado, el estado angelical podría constituir, quizá,

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una forma de supraconciencia en la cual el estar ante y dentro constituyen una sola

experiencia simultánea, integrada e indivisible. El Angel tiene conciencia del Ser, tiene

nombre y misión, es un Ens Creatum, pero goza del don de la inmortalidad, por tanto

participa de ambas dimensiones, constituyendo un vector “abierto”…una flecha disparada

desde un Origen, pero con magnitud infinita. Con ellos, quizá, también compartimos la

Nostalgia…Entre los animales puros, y los ángeles inmortales, nos debatimos los hombres,

traspasados por el Tiempo y la conciencia del Fin.

“Ahora, ¿quién nos ha hecho girar, de modo que

hagamos lo que hagamos, tenemos la actitud

del que se marcha? Como quien, sobre la última colina,

que una vez mas le muestra el valle entero,

se vuelve, se detiene y se demora:

Así vivimos, y sin cesar nos despedimos”

Juan Almarza Anwandter

Invierno, 2013.

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Bibliografía:

RILKE, Rainer Maria. Las elegías del Duino; Traducción de Otto Dörr Zegers. Editorial

Universitaria, Santiago, 2001.

SCHELLING, Friedrich. Arte y Naturaleza. Edición web.

HEIDEGGER, Martin. El Ser y el Tiempo / Martin Heidegger, trad. José Gaos. Buenos

Aires, Fondo de Cultura economica, 2010

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México, Breviarios FCE, 2006

SPENGLER, Oswald. El hombre y la técnica. Contribución a una filosofía de la vida (Der

Mensch und die Technik. Beitrag zu einer Philosophie des Lebens, Múnich, 1931). Edición

Web.

NIETZSCHE, Friedrich. Estética y teoría de las Artes / Friedrich Nietzsche. Prol, sel. y

trad. Agustín Izquierdo Sánchez. Madrid, Ed. Tecnos, 1999

BÜRGER, Peter: Teoría de la Vanguardia. Barcelona, Ed. Península, 1997