la ninfa degollada de garcilaso
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7/25/2019 La Ninfa Degollada de Garcilaso
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LA NINFA DEGOLLADA DE GARCILASO
(gloga III, versos 225-232)
GARGILASOescribe quiz su ms perfecta gloga, la tercera, hacia el final
de su corta vida, es decir, en 1536, aceptando la cronologa propuesta
por tan autorizado investigador como Rafael Lapesa.
1
Por aquellas
fechas Garcilaso est en Italia.
2
Volveremos sobre este importante
punto de su estancia italiana ya que da la clave en la argumentacin
del presente trabajo. El recuerdo de la relativamente prxima muerte
de Isabel de Freyre, su musa literaria, surge contenido a travs de la
distancia geogrfica. Garcilaso, adems, presenta cierta bruma mitol-
gica dentro de la cual incrusta hechos concretos, como alusiones al
ro Tajo. Estos toques mitolgicos contribuyen a crear un ambiente
de lejana melancola a la par que elevan el tono de la gloga hacia
la universalidad potica. En efecto, Garcilaso, poeta muy impuesto en la
mitologa clsica, enmarca una buena zona de su hermosa gloga (versos
121-192) con la descripcin de importantes mitos que ya aparecen en
lasMetamorfosisde Ovidio, libro que, sin duda, Garcilaso conoca muy
bien.
3
La tcnica de Garcilaso, en este caso, es pictrica, embebido como
estaba en los principios renacentistas del ut pictura poesishoraciano.
Se nos explica cmo cuatro ninfas, en las riberas del Tajo, se entretie-
nen tejiendo telas. Tres de estas ninfas se inspiran en tres mitos muy
conocidos: Enrdice y Orfeo, Dafne y Apolo, Venus y Adonis. Interesa,
ante todo, subrayar algo muy importante: estamos frente a unas ninfas
mitolgicas que introducen a su vez al lector a otras historias mitol-
gicas
es decir, mitologa dentro de la mitologa. Todo ello a travs
1
Rafael Lapesa, La trayectoria potica de Garcilaso.Madrid, 1948, p. 4.
2 Una buena relacin de los viajes y estancias de Garcilaso en Italia se encuen-
tra en la biografa del poeta publicada por E. Fernndez de Navarrete en el Vol. XVI
de la Coleccin de documentos inditos para la historia de Espaa Madrid, 1850.
Tambin B. Croce public Intorno al Soggiorno di Garcilaso de la Vega in Italia.
Rassegna Storica napolitana di Lettere ed Arti (I, 1894), pp. 1-15. No me ha sido
accesible este trabajo en el momento de redactar el presente artculo, pero si el
resumen que el propio Croce hace del mismo en Espaa en la vida italiana durante
el Renacimiento Madrid, s. a. [1920], pp.
190-1.
3 R. Schevill,
Ovid and the Renascence in Spain
Berkeley, 1913, pp. 26-8, y
J. M. de Cossio, Fbulas mitolgicas en Espaa Madrid, 1952, pp. 75-80.
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de unas imgenes pictricas que al ser descritas por medio del verso se
truecan al mismo tiempo en imgenes poticas. Interesa insistir en
que este mundo mitolgico-pictrico-potico surge fundido a elementos
reales de la vida del poeta: las riberas del Tajo que tanto poder evoca-
dor sugieren respecto al recuerdo personal de Isabel d Freyre.
Spitzer
4
escribi una inteligente nota estudiando los aspectos de la
tcnica pictrica de Garcilaso. Aludi a artificios concretos como el
chiaroscuro y la perspectiva. El crtico vienes, con la gran cultura y
sensibilidad que le caracterizaban, lo conect todo ello con textos de
diversos tratados pictricos como los de Alberti y Leonardo de Vinci.
Lo curioso es que ya Herrera en sus
Anotaciones,
tres siglos antes que
Spitzer, al comentar otro pasaje de la misma gloga haba llamado la
atencin sobre estas tcnicas pictricas, en trminos prximos a los de
Spitzer, e incluso Herrera haba citado al tratado de Alberti.
5
Volvamos a las ninfas de la gloga. La cuarta ninfa, Nise, afirma
que no quiere entretejer antigua historia , sino referirse a un hecho
contemporneo lo cual es verdad slo hasta cierto punto, como expli-
caremos despus. El hecho histrico contemporneo es la muerte de
Isabel de Freyre, fcilmente identificable por la alusin a Elisa que
aparece despus en la misma gloga. Ya Herrera en sus Anotaciones
seal esta identificacin y se content con ello, sin buscar ms explica-
ciones. Y todos los comentadores o editores posteriores siguieron por
este camino a causa de una doble y, aparentemente, justificada pista: la
propia confesin de Garcilaso de referirse a un hecho contemporneo
y el sabio testimonio de Herrera que no se esforz por ver la posible
fuente de la atrevida imagen que se usaba para describir la muerte de
Isabel de Freyre. Por eso los editores de este siglo, como Navarro Toms,
no indicaron la fuente, aunque, en este caso, el mismo investigador
parece haber cambiado de idea en ediciones posteriores.
6
i Garcilaso, third eclogue, lines 265-271. HR, XX (1952), pp . 243-8.
5
Obras de Garcilaso con Anotaciones de F ernando de Herrera.
Sevilla, 1580,
pp. 674.
6 En la edicin d e Clsicos Castellanos, de 1911, T . Nav arro T om s acepta la
identificacin de la ninfa muerta con Isabel de Freyre, sin ms comentarios en
cuanto a otras fuentes posibles. Sin embargo, en ediciones posteriores como la de
1963 se lee la escena de una ninfa mu erta llorada por sus compaeros se halla en
Virgilio, gloga V. En Sannazaro, Arcadia, Prosa V y gl. V., son los pastores los
que cantan junto al sepulcro de Androgeo; el mismo tema fue tratado por Barahona
de Soto en su gloga de los Amadriades. Menos explicaciones encontramos en la
edicin de H . Keniston (New York, 1925), ni en su valioso lib ro Garcilaso de la
Vega; a Critical Study of His Life and Works,
Nueva York, 1923. Tampoco Doris
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Subrayemos que este hecho contemporneo queda trabado con los
tres mitos anteriores con un ambiente mitolgico ininterrumpido: unas
diosas silvestres vienen precipitadamente por la espesura para detenerse
ante el cadver mitolgico de una ninfa muerta ante la cual las dio-
sas silvestres derraman las rosas que llevan en sus cestillos.
7
Y ahora, tras este necesario rodeo llegamos al ncleo de la presente
investigacin, esta ninfa muerta, que domina la impresionante escena
de la siguiente octava (versos 225-232). Hela aqu :
Todas, con el cabello desparzido,
lloravan una nympha delicada
cuya vida mostrava que avia sido
antes de tiempo y casi en flor cortada;
cerca del agua, en un lugar florido,
estava entre las yervas degollada
qual queda el blanco cisne quando pierde
la dulce vida entre la yerva verde.
8
El sentimiento de Garcilaso se esparce por toda la octava, que acaso
represente la ms intensa vibracin esttica de toda la gloga, aunque
las imgenes que nos interesan estn en la segunda mitad de esta octava,
en los cuatro versos ltimos, en los que aparece una ninfa degollada,
entre la hierba, en un lugar florido, junto al agua. La expresin ninfa
Lessig, Ursprung und Entwicklung der spanischen Ekloge bis 1650 Genve-Pars, 1960,
seala antecedentes al hablar del relato de la cuarta ninfa en este gloga. Creo que
conviene aadir, adems, porque me parece que no se ha notado, otra posible in-
fluencia de Sannazaro, la gloga 1a, en la que dos pastores, ante un sepulcro, leen
el siguiente epitafio: quell a che a meliseo si', altera e rgida / Si mostr sempre,
or mansueta ed umile / si sta sepolta in questa pietra frgida en ed. de G. Corniani
(Milano, 1806), p. 206.
7 Lapesa, en su op. cit. p. 224, n. 194, se refiere a un trabajo de Mel que
seala la fuente en la prosa V. de la Arcadia de Sannazaro le convicine N in fe ...
vengano otra tu tte con canestri bianchissiui pieni di fiori e di pomi odoriferi. No
me cabe duda de esta influencia de Sannazaro, pero creo que hay que acudir, adems,
a representaciones pictricas que ayudaran a Garcilaso a la fijacin de la imagen.
Hay una p in tu ra del florentino Piero di Cosimo (1461-1521) (uno de cuyos cuadros
constituye precisamente el centro de esta comunicacin), con un tema mitolgico
en el que aparecen unas ninfas con cestos de flores, celebrando, en este caso, una
figura masculina. El cuadro se encuentra en Wadsworth Athenaeum de Hartford,
Connecticut, y lo estudia E. Panofsky en Studies in Iconology Nueva York, 1931,
p .
345. El cuadro est reproducido en el libro de Panofsky bajo figura No. 17. La
nica coincidencia con la gloga de Garcilaso lo constituye el elemento secundario
del cuadro: las ninfas con cestos de flores, que supongo seria ocupacin propia de
ninfas y de muchos cuadros.
s Cito por la edicin de E. L. Rivers, Madrid, 1964, p. 147.
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degollada
la explic Herreraen la acepcin de
desangrada.
Heaqu
las palabras deHerrera: Doa Isabel deFreyre, quem uri departo;
as dice degollada, pordesangrada como decimos, cuando sangranmu-
cho,
auno, quelodegollalbarbero.
9
Tambin esim portante el testimonio deCovarrubias en suTesoro
de
la
lengua castellana: Cuando sacan a unomucha sangre por las
venas, solemos decir queconviene degollarle, si el accidente requiere
tanta evacuacin.
10
Tamayo deVargas,
11
queaporta otros textos inte-
resantes, y Azara
12
aceptan la explicacin de Herrera. Sinembargo,
antes quetodos estos comentaristas, lapalabra le choc al Broncense
porque lepareci quenoencajaba bien en eltipodem uerte deIsabel
de Freyre, por lo quepropuso la sustitucin por
igualada^
A pesar
de quetodos loscomentaristas identifican
degollada
con
desangrada,
excepto
el
Broncense,
en
todos
los
otros ejemplos
que
poseo
de la
lengua espaolade lossiglosxv yxvi siempreheencontradodegollada
en elsentido dedecapitada.
1
Por lo que lainterpretacin deHerrera
eseneste casode unprecoz y precipitado positivismo,
15
ya quebusca
una solucin fcil ignorandolantima motivacin esttica que Garcilaso
quiso expresar plsticamente, aludiendo potica y
pictricamente
(como
veremos) a lamuerte deIsabel deFreyre. Precisamente porello Gar-
cilaso quiso alejarse, pormotivos artsticos, de lascircunstanciasun
poco prosaicasenque falleci Isabel, vctimade unmal parto.SiGarci-
laso hubiera querido sinms intenciones literarias) aludir nicam ente
a
la
muerte
de su
musa Isabel hub iera sido ms lgico
el
empleo
del
adjetivo desangrada,palabra mucho ms noble. Elpropio Herreraen
9 Herrera, op. cit. p. 274.
10 Citado por T. Navarro Toms en su ed. de Clsicos Castellanos, Madrid,
1911,
p. 135.
H Loscomentarios de Tamayo de Vargas pued en leerse ahora en A. Gallego
Morell,
Garcilasode la Vegay suscomentaristas,
Gra nad a, 1966. El texto que nos
ocupa est en pp . 638-9.
12Ibidem, p .662.
13Ibidem, p. 275.
14Esinteresante questa es laacepcin querecogen losautores dediccionarios
extranjeros al traducir del espaol, segn el Tesoro lexicogrficode S.Gili Gaya,
cuyos materiales inditosme hapermitido consultar suauto r: Casas 1570: giugu lado,
scannato; Palet 1604: esgorg; Oudin 1607: decapit, decoll, qui a la gorge coupe,
esgorg; Franciosini, 1620: scannato,
che gli e
stato tagliato
il
capo; Percival 1623
m.
beheaded, killed; Sobrino 1705: decapit qu i a la gorge coupe, esgorg.
15 Herrera era un gran crtico litera rio como ha demostrado Jos A. Almeida
en su tesis doctoral
Lasideas literarias deHerrera,
presentada en la Universidad
de Missouri en1966. Por eso se lepuede perdon ar algn descuido.
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I'IKRO DI COSIMO: Clalo y Procris (National Gallery, Londres)
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sus Anotaciones demuestra, con una gran percepcin estilstica, como,
en general, Garcilaso rehuye el empleo de vocablos bajos. Pero aqu
Herrera parece echarse la manta a la cabeza y acudir a una acepcin
de
degollada
tpica del lenguaje coloquial y del mundo de los barberos,
como el mismo Herrera indica. Y ciertamente no encaja bien no slo
en el tono refinado de la octava trascrita, sino de toda la gloga. Ya
volveremos, pues, a este importante vocablo, despus de explorar una
posible avenida mitolgica.
Ya hemos aludido a lo muy impuesto que estaba Garcilaso en las
fbulas mitolgicas, especialmente su directo conocimiento de las Meta-
morfosis
de Ovid io. Recordemos q ue las tres ninfas aluden a mitos
conocidos. A pesar de la protesta de la cuarta ninfa de representar
un hecho contemporneo hay que mencionar el mito de Cfalo y Pro-
cris. Garcilaso, sin duda, conoca este mito al que se refiere por ex-
tenso Ovidio en sus
Metamorfosis
libro 7, versos 662-865, y en el que
aparece una ninfa muerta, herida por una jabalina. He aqu, solamente,
los versos 842-844 que presentan a la ninfa Procris:
Procris erat medioque tenens in pectore vulnus:
Ei mihi condamat. Vox est ubi cognita fidae
Coniugis, ad vocem praeceps amensque cucurr.
16
Es forzoso, pues, aadir esta famosa ninfa muerta a los posibles ante-
cedentes literarios sealados por T. Navarro Toms, y que ya hemos
reproducido en la nota consiguiente. Por supuesto que Garcilaso pudo
releer la fbula en otros repertorios mitolgicos, como los de Higinio
y Boccaccio, para citar dos de los ms famosos.
17
Hay que recordar,
adems, la concreta huella del mito de Cfalo y Procris en la literatura
castellana.
18
De todas maneras, el mito en su aspecto puramente libresco
ie Ed. de H. Brettenbach, Zurich 1958, p. 500.
17 Leemos, en las
Fabulae
de Higinio, ed. de H. I. Rose, Lugdani, 1953, p. 134:
"nihilo minus illa timens Auroram matutino tempore secuta eum ut obseruaretatque
inter virgulta delituit; quae virgulta eum Cephalus moveri vidit, iaculum inevitabile
misit et Procin coniugem suam interfecit." Tam bin Boccaccio se refiere a este mito
en
Genealoga Deorum.
Me parece casi seguro que Garcilaso, como la mayora de los
escritores renacentistas, conociese estas dos obras. Sobre las fuentes mitolgicas ms
comnmente usadas por los escritores renacentistas vase Jean Seznec, The Survival
of the Pagan Gods
ed. de Harper Torchbooks, Nueva York, ig6i. pp. 224-237.
18 J. M. de Cosso en Fbulas op. cit. p. 881, da u na lista de poetas qu e se inspi-
ran en este mito. A esta lista podran aadirse otros datos curiosos como una obra
indita de don Manuel Vidal y Salvador, fallecido en 1698, autor de un
Cfalo y
Procris segn C. A. de la Barrera, Catlogo Bibliogrfico y biogrfico del teatro
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no explica
la
atrevida imagen
de
Garcilaso,
que
ningn escritor recrea
de
tan
audaz
y
nico modo.
Sin
embargo,
la
impresionante imagen
gar-
cilasesca que preside los cuatro ltimos versos de la octava transcrita
queda iluminada, sbitamente, acudiendo
al
mito
de
Cfalo
y
Procris
en
una
innovadora interpretacin pictrica:
la del
florentino Piero
di Cosimo (1461-1521).
Este cuadro
se
alberga actualmente
en la
National Gallery
de Lon-
dres,
y en l aparecen las imgenes fundamentales que Garcilaso tras-
pas
de
all
a su
gloga.
19
Recurdese
el
texto
de
Ovidio
que
hablaba
de
una
herida
en el
pecho,
que es lo
corriente
en las
otras interpretacio-
nes pictricas
que
conozco.
20
Pues bien,
en el
cuadro
de
Piero
di
Cosimo
la ninfa aparece muerta,por unaheridaen el cuellode la quemanaun
flujo de sangre; est tendida en la yerba, en un lugar florido, junto al
agua. Ahora,
a la
vista
de
esta imagen central aprovechada
por
Garci-
laso,
el
empleo
del
vocablo
degollada
queda mucho
ms
justificado.
Adems
hay
otro texto
de
Covarrubias,
que no he
visto citado
por nin-
gn comentarista de Garcilaso, quiz porque al desconocer el cuadro
que nosocupase han contentadocon el sentido general dedesangrado
Pero dice Covarrubias: Algunas veces degollar
es
herir
de
punta
por
la garganta
al
hombre
o al
animal
sin
apartarle
la
cabeza
del
cuerpo,
desangrndose
por la
herida mortal
que le
dan.
21
Este texto
me
parece
trascendental porque explica a la vista del cuadro, el sentido en que
antiguo espaol
Madrid, 1860, p. 477. Agustn de Salazar y Torres es autor de
El
amor ms desgraciado Cfalo y Procris [vase J. Ares Montes Del Otoo del gongo-
rismo en
RFE
44 (1961), p. 319]. Lope de Vega y Caldern llevaron este mito al
teatro,
vase H. R. Martin, Notes on the Cephalus Procris Myth as Draraatized
by Lope de Vega and Caldern, MLN 66 (1951), p. 238-241.
19 Segn M. Davies, en su catlogo The Earlier Italian Schools 2* ed., Londres,
1961,
p. 422, este cuadro, procedente de Florencia, fue adquirido en esta ciudad
italiana por el museo londinense en 1857. Proceda, nada menos, que de la familia
Guicciardini, cuyo escudo de armas aparece en un sello del dorso del cuadro.
20 Vase un excelente estudio y reproducciones pictricas de este mito ovidiano
en Irving Lavin, Cephalus and Procris, Transformations of an Ovidian Myth,
Warburg Journal
XVII (1954), pp . 260-287. Adems de los datos acumulados por su
autor puedo aadir algunos ms, como el cuadro del mismo tema por el pintor ho-
lands Peeter Symons, que existe en el museo del Prado. En una casa particular de
Madrid he visto tambin un grabado que reproduce un cuadro de Pablo Berons
(sic) con el ttulo de Cfalo y Procris. Se lea en el pie de grabado: Tiene siete
pies y medio de alto y siete de ancho, se ha trasladado del Real Palacio al museo
de Madrid. Tampoco en estos dos cuadros (posteriores a Garcilaso), no citados por
Lavin, el mito se presenta de la originalsima manera que lo imagina Piero di
Cosimo. I. Lavin desconoca probablemente la hermosa gloga del poeta espaol.
21Tesoro de la lengua castellana ed. M. de Riquer. Barcelona, 1943, p- 447.
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Garcilaso emple la palabra
degollada
sugerida por la ninfa Procris,
que era una manera ms poticamente velada de aludir a la muerte de
Isabel de Freyre, sin necesidad de describir la circunstancia del sobre-
parto, tan poco potico.
En el cuadro de Piero di Cosimo aparecen unos elementos secun-
darios, desde el punto de vista temtico, tales como un fauno compade-
cindose por la ninfa y un perro (evidente alusin al mito de Cfalo
y Procris), y ambos elementos obviamente no interesaron a Garcilaso.
Tam poco los animales que aparecen en el fondo del cuadro. El pathos
de la pintura se centra en torno a la ninfa que se recorta en un primer
plano como figura de bulto, y esto pasar intacto a la gloga de Garci-
laso. Todo ello encaja muy bien en la tcnica pictrica que tanto efecto
hizo en Garcilaso, como demostr Spitzer en el citado artculo. Pin-
sese en el cuadro de Piero di Cosimo y en la imagen de la ninfa tras-
pasada al poema de Garcilaso. Y lanse despus los versos 269-272 en
que Garcilaso explica la tcnica de las telas basadas en juegos de luces
y sombras, que ha intentado describir en su gloga. He aqu los versos
en cuestin:
mostravan a los ojos relevadas
las cosas y figuras que eran llanas,
tanto que al parecer el cuerpo vano
pudiese ser tomado con la mano.
Cfalo, el involuntario asesino de la celosa Procris, no aparece en
el cuadro de Piro di Cosimo ni en la gloga de Garcilaso, para as sub-
rayar la tierna emocin de esta delicada, inocente figura femenina, aban-
donada en un paisaje ameno. Garcilaso hace que el agua que aparece en
el cuadro de Piero di Cosimo sea el ro Tajo, que le conviene para
subrayar, con su obvia referencia a Toledo, la contemporaneidad de la
alusin que se esconde tras la imagen potica de la ninfa, y para enlazar
esta cuarta tela en el mismo escenario geogrfico que las otras tres
anteriores. En Garcilaso aparece, adems, un elemento contemplador
o reverenciador (equivalente a la funcin del fauno y perro del cuadro
de Piero di Cosimo) representado por las diosas silvestres que esparcen
flores. Adems de leerlo en Sannazaro, ahora que conocemos el pro-
fundo impacto de Piero di Cosimo en Garcilaso, bien pudo influirle
tambin otro cuadro de Piero di Cosimo, al que ya se ha aludido en
una nota. Cabe preguntar por qu Garcilaso tuvo que aprender necesa-
riamente la imagen de la ninfa degollada en Piero di Cosimo, y no en
otras versiones literarias o pictricas del mismo mito? Por una razn
sencilla, porque tal audaz imagen no existe ni antes ni despus de
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Piero
di
Cosimo
en
ninguna representacin pictrica
del
mito. Segn
los expertos
22
en elcitado cuadro dePiero diCosimo, este pin torse
alej deOvidio y de losotros repertorios mitolgicos para expresar
originalmente
por su
cuenta
su
visin
del
mito.N isiquiera levinola
imagen de
una
pieza teatral sobre este mito, obra deNiccolo da
Co-
rreggio
23
que
seestren en lacorte deFerrara en
1487,
aunque esta
obra pudo influirle
en
otros detalles. Tambin Garcilaso pudo haberla
ledo porque se public enVenecia en
1507.
Aunque all tambinla
protagonista muere,
no se dan las
vividas circunstancias en
que
ocurre
la muerte
dela
ninfa
enel
cuadro
de
Piero
di
Cosimo
y,
consiguiente-
mente, enGarcilaso.
Todas lascircunstancias histricas contribuyen a reforzar nuestra
teora.
El
cuadro
que nos
ocupa estuvo enFlorencia hasta mitades
del
siglo
xix
en
que
pas a laNa tional Gallery deLondres, como se ha
indicado en
una
nota. Garcilaso,
que
vivi tantos aos enItalia, tuvo
muchas ocasiones
de
verlo.
Y, una vez
visto,
es
cuadro
que no se
olvida
jams. Conozco pocas pinturas en lahistoria
del
arte capaces de
pro-
ducir
tan
honda emocin.
24
Fernndez deNavarrete escribi
una do-
cumentada biografa
de
nuestro poeta, todava insuperada.
A
travs
de
este riguroso libro sabemos que Garcilaso interviene
en la
campaa
de Florencia en 1530.
a5
Meinclino
a
pensar que Garcilaso vera, por
lo
menos,
la
pintura
de
Piero
d i
Cosimo,
en
1536,
la
segunda vez que
estuvo oficialmente)
en
Florencia.
Es el
mismo ao
en
que escribi
la gloga,
y
decidira incorporar entonces
la
inaudita imagen que
tan
bien encajaba
en su
arte.
El
dolor por
la
m uerte
de
Isabel
de
Freyre
se estaba convirtiendo, poco
a
poco, en nostalgia artstica,
ya
que Gar-
cilaso, como cualquier persona normal, tena medios para sobreponerse
a
la
tristeza
deun
inicio, sobre todo despus
de
encontrar
la
generosa
22 Dice Irving Lavin,
op
cit.
p
271: I nconsidering Piero's picture it iswellto
recall that fifteenth-century Italy h a d n otradition forrepresenting th eCephalus
and Procris myth;
it is
not illustrated,
for
example,
in the
important 1497 edition
of
the Metamorphases byZoane Rosso a tVenice. Perhaps this lack ofprecedent,by
throwing Piero back entirely on h isown imaginative resources, contributed to his
producing such anew and unusual design.
23 Vase I .Lavin,
op
cit. pp. 270-272.
24R .Langton Douglas, en
Piero
di
Cosimo
Chicago, 1946, p . 60,escribe refi-
rindose a nuestro cuadro : No one today canlook at this picture, socalm yet so
poignant, souniversal in itsappeal, without being moved by i t . H eestado en el
museo
de
Londres, varias horas, observando
la
reaccin
de los
visitantes
y
ste
es
el nico cuadro, en toda la sala, ante el cual sedetenan todas laspersonas, lo
cual corrobora elhondo impacto que producira enGarcilaso.
25 Op. cit. pp. 25-26.
AIH. Actas III (1968). La ninfa degollada de Garcilaso. ALBERTO PORQUERAS-MAYO
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7/25/2019 La Ninfa Degollada de Garcilaso
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LA NIN FA DEGOLLADA DE GARCILASO 7 2 3
ayuda de alguna napolitana. En este viaje de 1536 Garcilaso acompa-
aba al emperador en su visita a Florencia. El ambiente era propicio
para que Garcilaso se deleitase contemplando los tesoros artsticos de
la ciudad florentina. Es precisamente Fernndez de Navarrete quien
nos lo cuenta. Dice, refirindose a Garcilaso: Admir la riqueza y
monumentos de aquella ciudad, vio la fortaleza que a la sazn estaba
construyendo el gran duque y disfrut de los obsequios que se hicieron
a la comitiva del excelso husped.
26
Los conocimientos pictricos de Garcilaso, incluso de tcnicas espe-
cializadas, quedaron ya sealados por Herrera y muy revalorizados por
Spitzer. Tambin, tan excelente garcilasista como Rafael Lapesa, de-
dica atencin al problema, y recuerda influencias concretas.
27
Y cada
vez se van notando ms paralelos entre la poesa de Garcilaso y la
pintura renacentista.
28
Y cabe esperar que el presente trabajo contri-
buir tambin a revisar muchas imgenes y tcnicas de Garcilaso a esta
nueva luz. Releyendo muchas veces como he hecho la octava famosa,
he pensado en lo bien que ha sabido traspasar en verso una emocin
pictrica tpica del mundo del Renacimiento. En efecto, un tan buen
conocedor del arte renacentista como E. Panofsky escribe, a otro respecto,
un hermoso prrafo que invito al lector a proyectar sobre el cuadro de
Piero di Cosimo y la octava de Garcilaso al mismo tiempo. He aqu
el pasaje en cuestin: For, as the classical 'beauty pose', is rest tempered
by movement, so is the classical 'pathos motif movem ent tempered by
rest; so in classical art both action and inaction appear subjected to
one and the same principie, unknown before, the contraposto.
29
Ya
va siendo hora de que conozcamos mejor la universalidad renacentista
de Garcilaso y no acudir solamente a explicaciones hispano-narcisistas
(a las que tan aficionada es nuestra crtica) y hablar solamente de la
sobriedad castellana an te el dolor (aunque esto tenga tambin su
gran parte de verdad). Hay que ver a un Garcilaso castellano, s, pero
que viaja por Europa, que vive mucho tiempo en Italia, que frecuenta
a importantes humanistas italianos y que est embebido en la pintura
renacentista. El maestro Dmaso Alonso, con la fina intuicin que le
26
ibid.
p p .
76-77.
27
Op. dt.,
p p . 116-U9.
28 Por
ejemplo, Peter
N .
Dunn , Garcilaso's
Ode a la
Flor
de Gnido ,
ZRP,
I.XXXI
(1965),
p p .
288-309.
Hay que evitar, sin embargo, interpretaciones extrema-
das como la de Mara Teresa Maiorana, Dafne en Garcilaso y en el Bernini, su-
plemento literario de La Nacin de Buenos Aires (10 de diciembre, 1967).
29
Meaning in the Visual
Arts. G ard en Ci ty , Nu eva York , 1957, p p . 268-269.
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caracteriza, capt muy bien la honda emocin de la octava de Garcilaso
y afirm q ue pocos versos hay en castellano de ms veladura de l-
grimas en la voz y,
a
la par, de ms intacta belleza q ue stos.
30
E n
Garcilaso esta estremecedora veladura de lgrimas tena hondas races
biogrficas, pero le vena sugerida, sobre todo, por una veta muy escon-
dida hasta
el
presente:
la
pin tura de Piero
d i
Cosimo representando
el mito de CfaloyProcris.
ALBERTO PORQUERAS-MAYO
Universidad de Illinois
Urbana
so Poesa espaola 4 ed. Madrid, 1962, p. 103.
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