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1 La música como coadyuvante en el tratamiento psicoterapéutico del TDAH en niños, niñas y adolescentes 1 Music as a coadjuvant in the psychotherapeutic treatment of ADHD in children and adolescents Maria Margarita Robayo Espinosa 2 Rosario Iodice Di Vita 3 Resumen El trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es clasificado como patología mental de origen neurobiológico cuyas principales características son la desatención, hiperactividad e impulsividad. El presente artículo de reflexión efectúa un análisis de los componentes de dicha patología; causas, epidemiología, comorbilidades, alteraciones cognitivo-conductuales intervenciones farmacológicas y no farmacológicas, con el objetivo de exponer la musicoterapia como tratamiento alternativo y coadyuvante en el tratamiento psicoterapéutico, sobre el cual existen acercamientos científicos y sistemáticos que sustentan la viabilidad de su aplicación en Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) para la reducción de los síntomas del TDAH. El documento concluye que la 1 Artículo de Reflexión 2 Psicóloga aspirante a optar el título de Especialización en Psicología Clínica con énfasis en Psicoterapia en niños niña y adolescente. [email protected] 3 PhD Neurociencias (Universidad de Salamanca). Docente e Investigador por la Universidad Católica de Pereira (UCP). Líder del grupo de investigación en Clínica y Salud mental de la UCP. Investigador del Instituto de Neurociencias de Castilla y León. Grupo de Investigación en Neurofisiología, Cognición y Conducta. Asesor trabajo de grado. [email protected]

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1

La música como coadyuvante en el tratamiento

psicoterapéutico del TDAH en niños, niñas y

adolescentes1

Music as a coadjuvant in the psychotherapeutic

treatment of ADHD in children and adolescents

Maria Margarita Robayo Espinosa2

Rosario Iodice Di Vita3

Resumen

El trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es clasificado

como patología mental de origen neurobiológico cuyas principales características son la

desatención, hiperactividad e impulsividad. El presente artículo de reflexión efectúa un

análisis de los componentes de dicha patología; causas, epidemiología, comorbilidades,

alteraciones cognitivo-conductuales intervenciones farmacológicas y no farmacológicas,

con el objetivo de exponer la musicoterapia como tratamiento alternativo y coadyuvante en

el tratamiento psicoterapéutico, sobre el cual existen acercamientos científicos y

sistemáticos que sustentan la viabilidad de su aplicación en Niños, Niñas y Adolescentes

(NNA) para la reducción de los síntomas del TDAH. El documento concluye que la

1 Artículo de Reflexión

2 Psicóloga aspirante a optar el título de Especialización en Psicología Clínica con énfasis en

Psicoterapia en niños niña y adolescente. [email protected] 3 PhD Neurociencias (Universidad de Salamanca). Docente e Investigador por la Universidad

Católica de Pereira (UCP). Líder del grupo de investigación en Clínica y Salud mental de la UCP.

Investigador del Instituto de Neurociencias de Castilla y León. Grupo de Investigación en

Neurofisiología, Cognición y Conducta. Asesor trabajo de grado. [email protected]

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intervención farmacológica debe realizarse de manera adicional a las terapias combinadas,

conductuales, comunitarias y musicales. Igualmente se concluye que, aunque se hace

necesario efectuar investigaciones rigurosas que validen el procedimiento, la información

empírica indica que la musicoterapia es coadyuvante en el tratamiento psicoterapéutico,

contribuyendo en el desarrollo cognitivo y de autoestima del sujeto intervenido.

Palabras claves: TDAH, NNA, tratamiento, musicoterapia, coadyuvante, síntomas.

Abstract

Attention Deficit Disorder with Hyperactivity (ADHD) is classified as mental

pathology of neurobiological origin whose main characteristics are: inattention,

hyperactivity and impulsivity. The present article of reflection carries out an analysis of the

components of said pathology; causes, epidemiology, comorbidities, cognitive-behavioral

alterations pharmacological and non-pharmacological interventions, with the aim of

exposing music therapy as an alternative treatment, on which there are scientific and

systematic approaches that support the viability of its application in children and

adolescents for the reduction of ADHD symptoms. The paper concludes that

pharmacological intervention should be performed in addition to combined, behavioral,

community and musical therapies. It is also concluded that, although it is necessary to carry

out rigorous research that validates the procedure, the empirical information indicates that

the music therapy is an adjuvant in the psychotherapeutic treatment, contributing in the

cognitive and self-esteem development of the intervened subject.

Key words: ADHD, children and adolescents, treatment, music therapy,

coadjuvant, symptoms.

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1. Introducción

Según la OMS (2017) cerca del 20 % de los niños, niñas y adolescentes (NNA)

tienen un trastorno mental, que en el 50 % de los casos es diagnosticado antes de los 14

años de edad. El manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM)

incluye el trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) en los “Trastornos del

neurodesarrollo” (American Psychiatric Association, 2014), el cual es diagnosticado en un

5 % de la población menor de 12 años.

Los niños, niñas y adolescentes con TDAH presentan dificultades para guardar el

turno y se anticipan en dar respuestas antes de haber sido completadas las preguntas (Burns

& Martin, 2014). La hiperactividad se evidencia en comportamientos como movimiento

excesivo de los pies, frecuente abandono de su asiento y dificultad para estar tranquilos en

actividades de ocio (Ek, Westerlund, Holmberg & Fernell, 2011). Por otro lado, el déficit

de atención es observable cuando al parecer no escuchan cuando se les habla, viviendo de

forma conflictiva la asimilación de instrucciones a seguir; necesitan de mayor tiempo, con

respecto a sus pares, para organizar tareas y actividades (Jensen, Amdisen, Jørgensen &

Arnfred, 2016). Dichos síntomas tienen un impacto en los adultos o en el entorno social de

los NNA, produciendo desaprobación y rechazo en los demás. La consecuencia de todo

esto es una baja autoestima y un auto concepto negativo.

La problemática que atrae interés por estudiar el tema se refiere a la posibilidad de

efectuar terapias alternativas que integren familiares, pares y docentes dado que la censura

del entorno familiar, escolar y social frente a los síntomas del TDAH latentes en el niño

diagnosticado le lleva, en etapas de adolescencia y juventud, a desarrollar otras

manifestaciones de trastornos mentales asociados a la depresión, la ansiedad y la disrupción

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social. En relación con esto, Cordente (2015) señala que jóvenes y adultos con TDAH

tienen mayor tendencia a consumir sustancias psicoactivas y al suicidio. En relación a lo

anterior, la OMS (2017) señala que la mayoría de los casos de suicidio en el mundo se

presentan en personas entre los 15 y 29 años de edad.

Se ha observado que un 30 % de los NNA no responden adecuadamente al

tratamiento farmacológico, lo cual hace necesaria la planificación de estrategias alternativas

orientadas a reducir los síntomas por medio de abordajes cognitivo-conductuales, de

autorregulación, modificaciones del currículo académico, entrenamiento en las habilidades

sociales, intervenciones en el contexto familiar y escolar, intervenciones multicontextuales

y multicomponentes, entre otras (González-Castro, Cueli, Rodríguez, García & Álvarez,

2016).

Con el presente artículo de reflexión se ha pretendido abordar el tema de la música

como coadyuvante para el tratamiento psicoterapéutico de la inatención, hiperactividad e

impulsividad en NNA que presentan TDAH. Para el desarrollo de este trabajo se ha

realizado una revisión bibliográfica con la finalidad de aclarar y sistematizar las

informaciones alrededor de la definición de TDAH, sus causas, las comorbilidades, la

epidemiología, las alteraciones cognitivas-conductuales, los criterios diagnósticos, así como

las intervenciones farmacológicas y no farmacológicas.

Dentro de la información empírica y científica que soporta la propuesta se

encuentran estudios efectuados en diferentes partes del globo como España, Cuba y Brasil,

los cuales han arrojado resultados determinantes sobre la efectividad de la musicoterapia.

Por lo anterior se ha buscado justificar la necesidad de impactar los efectos negativos en la

salud mental, emocional y biológica de los NNA, por medio de la reducción de los efectos

químicos de los fármacos. En este sentido la musicoterapia ha mostrado su eficacia en los

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abordajes multimodales, orientados a la mejora de la autoestima, incremento de la

confianza, promoción de la creatividad e integración social, especialmente en el ambiente

escolar. Como beneficios adicionales, la musicoterapia ha contribuido a fortalecer la

planificación correcta de las acciones y a desarrollar la percepción de diferentes aspectos

musicales, como ritmo y melodía, que han sido eficaces para la relajación (Barragán-Pérez

et al., 2007).

2. Marco Teórico

2.1 Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH)

2.1.1 Definición y síntomas

El DSM V (American Psychiatric Association, 2014) define el TDAH como una

afección neurobiológica, que se caracteriza por un nivel inapropiado de inatención y por la

incapacidad de seguir una secuencia de tareas predeterminadas. Es acompañado de

hiperactividad-impulsividad, lo cual adiciona, a la afección, una actividad excesiva con

movimientos nerviosos, incapacidad de permanecer sentado, intromisión en las actividades

de otras personas. Generalmente, los síntomas se presentan antes de los 12 años y deben

ser confirmados por varios ambientes como en la escuela, la casa y las relaciones sociales.

La falta de atención no es el primer y único indicio considerado en el diagnóstico

del TDAH. Se establece que la disfuncionalidad en los NNA con TDAH está determinada

por la intensidad y la frecuencia con la que se dan los síntomas en relación a la edad en la

que se encuentra la persona. Según Hidalgo y Sánchez, 2014 “Los síntomas clínicos

varían desde simples a más complejos, manifestándose de forma diferente según: la edad, el

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sexo, el contexto en el cual se desarrolla el paciente, las características de la propia persona

y la presencia de comorbilidad” (p, 610).

Existen unas series de características asociadas al TDAH que permiten hacer un

diagnóstico más preciso, entre ellas se encuentran la presencia de leves retrasos del

desarrollo lingüístico, baja tolerancia a la frustración, irritabilidad y variaciones del estado

de ánimo. En la juventud, la persona tienen mayor riesgo de intento suicida, en especial

manera cuando hay trastornos de estado de ánimo, de la conducta o en presencia de uso y

abuso de sustancias psicoactivas (American Psychiatric Association, 2014).

La evolución de la enfermedad en las etapas del desarrollo del niño y el adolescente,

Cordente (2015) expresa que el niño en edad preescolar, que difícilmente ha recibido un

diagnóstico aún, presenta hiperactividad impulsiva, un comportamiento notablemente

agitado, sin ningún orden, obediencia ni constancia. Al entrar en etapa escolar no

adquirirán hábitos saludables, tanto desde el punto de vista higiénico como desde el

académico, exhibiendo a menudo actitudes ruidosas y precipitadas, como negativas a

realizar sus tareas escolares, por lo cual, su rendimiento escolar dejará mucho que desear y,

en consecuencia, también su relación con los compañeros. Cuando docentes o padres

presentan reacciones de desaprobación contribuyen a que el niño se sienta agredido, de esto

dependerá el desarrollo de su capacidad adaptativa y la aceptación de tratamientos de

diversos tipos.

Durante la pubertad y adolescencia el niño se mostrará tan hiperactivo e impulsivo

como notoriamente se detectaba en etapas anteriores, aunque continua con ciertas

dificultades para poder resolver de forma satisfactoria el seguimiento del ritmo académico,

ello le llevará a ejercer una dejación de sus obligaciones escolares, lo que provocará una

falta de planificación y resolución de sus actividades, derivando en muchos casos en

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discusiones gratuitas con su entorno social y escolar. En esta etapa se puede observar más

inquietud que hiperactividad. Cordente (2015) expresa que las consecuencias de tal

escenario permiten ver un menor rendimiento escolar, acompañados de una baja

autoestima, lo que en casos extremos pudiera conducir a tentativas de suicidio.

2.1.2 Criterios de Diagnóstico

La característica principal del TDAH es un patrón persistente de inatención con

hiperactividad e impulsividad que interfiere con el funcionamiento del sujeto, según su

edad de desarrollo. Amador, Forns i Santacana y Gonzàlez i Calderon, (2010) indican que

el TDAH es presente en todos los países y grupos étnicos en una tasa entre el 3 % y el 6 %

de la población infantil y adolescente.

La manifestación específica de la inatención presenta desviaciones en las tareas,

falta de persistencia, dificultad para mantener la atención y desorganización. Es importante

aclarar que antes de diagnosticar este síntoma, se debe verificar que la inatención no se da

por una falta de comprensión de las instrucciones. De manera adicional cuando se

diagnostica hiperactividad, esta es entendida actividad motora excesiva e apropiada,

acompañada por golpes o movimientos repetitivos y excesivos. La impulsividad, entendida

como una manifestación apresuradas de acciones, es acompañada de una falta de reflexión

sobre las consecuencias de las acciones, que pueden poner en riesgo la vida de la persona.

La impulsividad puede reflejar un deseo de recompensas inmediatas o la incapacidad de

retrasar la gratificación (American Psychiatric Association, 2014).

Para que el diagnostico obtenga un grado de fiabilidad alto, es necesario que los

síntomas se manifiesten en más de un entorno, como el hogar, la escuela y contexto social.

El American Psychiatric Association (2014) indica que la lectura de las manifestaciones

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sintomatológicas puede variar con base al grado de aceptación social que tiene una

determinada conducta. Un niño que es acostumbrado a ser recompensado en la familia

todas las veces que lo requiere, tendrá una conducta más disruptiva en el contexto escolar

donde los niveles de aquiescencia por parte de los educadores son más bajos. De la misma

forma la realización de actividades placenteras realizada en unos de los contextos

anteriormente mencionados, puede ayudar a reducir las conductas disruptivas producidas

por la frustración.

El diagnóstico del TDAH raramente se realiza a los 4 años de edad, será más bien

en los primeros años escolares, que se podrán observar conductas impulsivas, inatentas e

hiperactivas. Los síntomas perduran hasta la adolescencia reduciéndose parcialmente en la

edad adulta (Cordente, 2015).

Según el DSM V (American Psychiatric Association, 2014) los criterios

diagnósticos son los siguientes:

A. Patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere

con el funcionamiento o el desarrollo, que se caracteriza por (1) y/o (2): 1. Inatención: Seis

(o más) de los siguientes síntomas se han mantenido durante al menos 6 meses en un grado

que no concuerda con el nivel de desarrollo y que afecta directamente las actividades

sociales y académicas/laborales:

a. Con frecuencia falla en prestar la debida atención a detalles o por descuido se

cometen errores en las tareas escolares, en el trabajo o durante otras actividades (p. ej., se

pasan por alto o se pierden detalles, el trabajo no se lleva a cabo con precisión).

b. Con frecuencia tiene dificultades para mantener la atención en tareas o

actividades recreativas (p. ej., tiene dificultad para mantener la atención en clases,

conversaciones o la lectura prolongada).

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c. Con frecuencia parece no escuchar cuando se le habla directamente (p. ej., parece

tener la mente en otras cosas, incluso en ausencia de cualquier distracción aparente).

d. Con frecuencia no sigue las instrucciones y no termina las tareas escolares, los

quehaceres o los deberes laborales (p. ej., inicia tareas pero se distrae rápidamente y se

evade con facilidad).

e. Con frecuencia tiene dificultad para organizar tareas y actividades (p. ej.,

dificultad para gestionar tareas secuenciales, dificultad para poner los materiales y

pertenencias en orden, descuido y desorganización en el trabajo, mala gestión del tiempo,

no cumple los plazos).

f. Con frecuencia evita, le disgusta o se muestra poco entusiasta en iniciar tareas que

requieren un esfuerzo mental sostenido (p. ej., tareas escolares o quehaceres domésticos; en

adolescentes mayores y adultos, preparación de informes, completar formularios, revisar

artículos largos).

g. Con frecuencia pierde cosas necesarias para tareas o actividades (p. ej., materiales

escolares, lápices, libros, instrumentos, billetero, llaves, papeles del trabajo, gafas, móvil).

h. Con frecuencia se distrae con facilidad por estímulos externos (para adolescentes

mayo-res y adultos, puede incluir pensamientos no relacionados).

i. Con frecuencia olvida las actividades cotidianas (p. ej., hacer las tareas, hacer las

diligencias; en adolescentes mayores y adultos, devolver las llamadas, pagar las facturas,

acudir a las citas).

2. Hiperactividad e impulsividad: Seis (o más) de los siguientes síntomas se han

mantenido durante, al menos, 6 meses en un grado que no concuerda con el nivel de

desarrollo y que afecta directamente a las actividades sociales y académicas/laborales:

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a. Con frecuencia juguetea con o golpea las manos o los pies o se retuerce en el

asiento.

b. Con frecuencia se levanta en situaciones en que se espera que permanezca

sentado (p. ej., se levanta en la clase, en la oficina o en otro lugar de trabajo, o en otras

situaciones que requieren mantenerse en su lugar).

c. Con frecuencia corretea o trepa en situaciones en las que no resulta apropiado.

d. Con frecuencia es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente en actividades

recreativas.

e. Con frecuencia está "ocupado," actuando como si "lo impulsara un motor" (p. ej.,

es inca-paz de estar o se siente incómodo estando quieto durante un tiempo prolongado,

como en restaurantes, reuniones; los otros pueden pensar que está intranquilo o que le

resulta difícil seguirlos).

f. Con frecuencia habla excesivamente.

g. Con frecuencia responde inesperadamente o antes de que se haya concluido una

pregunta (p. ej., termina las frases de otros, no respeta el turno de conversación).

h. Con frecuencia le es difícil esperar su turno (p. ej., mientras espera en una cola).

i. Con frecuencia interrumpe o se inmiscuye con otros (p. ej., se mete en las

conversaciones, juegos o actividades, puede empezar a utilizar las cosas de otras personas

sin esperar o recibir permiso; en adolescentes y adultos, puede inmiscuirse o adelantarse a

lo que hacen otros).

B. Algunos síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos estaban presentes antes

de los 12 años.

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C. Varios síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos están presentes en dos o

más contextos (p. ej., en casa, en la escuela o en el trabajo, con los amigos o parientes, en

otras actividades).

D. Existen pruebas claras de que los síntomas interfieren con el funcionamiento

social, académico o laboral, o reducen la calidad de los mismos.

E. Los síntomas no se producen exclusivamente durante el curso de la esquizofrenia

o de otro trastorno psicótico y no se explican mejor por otro trastorno mental (p. ej.,

trastorno del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo, trastorno de la

personalidad, intoxicación o abstinencia de sustancias).

Dentro de la clasificación de enfermedades mentales CIE -10 encontramos el TDAH

dentro de los Trastornos del comportamiento y de las emociones de comienzo habitual en la

infancia y adolescencia. F90 – F98, siendo el F90.0 Trastorno de la actividad y de la

atención. Las pautas para el diagnóstico son el déficit de atención y la hiperactividad. El

diagnóstico requiere la presencia de ambos, que deben manifestarse en más de una

situación (por ejemplo, en clase, en la consulta).

2.1.3 Patogénesis

Herreros, Rubio, Sánchez y García, (2002) señalan que la heterogeneidad y

complejidad del TDAH no permite la identificación de un factor causante, más bien, se han

asociado una serie de condiciones genéticas y ambientales que lo ocasionan.

La genética familiar ha sido analizada en diversos estudios como un posible origen

del trastorno. En el estudio de (Faraone et al., 2005), se encontró que el 76 % de las causas

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del TDAH podía atribuirse a factores genéticos. Se ha visto que en las familias con hijos

gemelos existía una probabilidad cinco veces mayor de presentar el trastorno, comparados a

familias donde los hijos eran adoptados. El TDAH tiene un fuerte componente genético,

como así lo indican los estudios de niños adoptados y de gemelos (Albert Bitaubé, López-

Martín, Fernandez-Jaén & Carretié 2009). Los primeros han aportado datos acerca de que

la prevalencia del trastorno es claramente mayor entre los familiares biológicos que entre

los familiares adoptivos (Sprich, 2000)

Los factores genéticos no son los únicos relacionados con el TDAH, se ha visto que

factores ambientales como los estudiados por (Braun, Kahn, Froehlich, Auinger &

Lanphear, 2006) pueden ser unas posibles fuentes de desarrollo de la patología en las etapas

pre y post natales. Entre dichos factores se identifican el nacimiento prematuro,

encefalopatía hipóxico-isquémica, es decir la disminución del aporte de oxígeno (O2) o

reducción del flujo sanguíneo cerebral, bajo peso al nacimiento y consumo de tabaco,

alcohol, heroína y cocaína por parte de la madre, exposición intrauterina al plomo y el zinc,

hemorragias durante el embarazo, traumatismos craneoencefálicos en la primera infancia,

así como infecciones del sistema nervioso central.

2.1.4 Comorbilidad

Según Amador, Forns i Santacana y Gonzàlez i Calderon (2010) el TDAH “puro”,

es decir sin patologías asociadas, no es frecuente. Los síntomas que caracterizan el TDAH

no son específicos, sino que son compartidos con diferentes trastornos. La Organización

Mundial de la Salud (OMS, 2017) cataloga el TDAH dentro de la categoría de salud

mental, por tanto es frecuente encontrar síntomas compartidos con otras patologías de dicha

categoría, entre ellas: depresión, ansiedad y trastorno bipolar.

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Hablar de TDAH implica un conglomerado de deterioros del sistema de gestión de

la mente, trastornos que aparecen juntos y que suelen responder a tratamientos análogos o

parecidos. Entre estos, Según APA, (citado por Cordente, 2015) se encuentra la disfunción

ejecutiva, disfunción cerebral mínima, trastorno por déficit de atención y trastorno

regulador. Por tanto, el niño, niña o adolescente diagnosticado con TDAH puede sentirse

desmotivado o triste, pero sin que lleguen a diagnosticarles una depresión, dado que el

diagnostico de base concuerda con síntomas similares.

Al tener en cuenta que entre el 3 % y el 6 % de la población mundial infantil es

diagnosticadas con TDAH, se ha visto que dentro de dicha estadística se encuentra un

número importante de niños diagnosticados con patologías correlacionadas, entre ellas se

encuentran el trastorno negativista desafiante entre el 35 % y 60 % de los casos; el trastorno

disocial en un 30 % y 50 % de los casos; trastornos específicos del aprendizaje entre un 10

% y 26 % de los casos. Se ha visto, que en la adolescencia y juventud, un 60 % y 70 % de

los sujetos diagnosticados con TDAH presentan un consumo y abuso de drogas (Amador et

al., 2010). Así mismo, APA (2014) señala que los adolescentes con TDAH pueden

desarrollar conductas antisociales y tendencia al suicidio, en mayor medida que otros

sujetos.

El suicidio y el abuso de sustancias psicoactivas es identificado por la OMS (2017)

como la manifestación del comportamiento en sujetos que padecen ansiedad y depresión,

observando variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales,

especialmente cuando es de larga duración e intensidad, y puede alterar las actividades

laborales, escolares y familiares. Cada año se suicidan cerca de 800 000 personas,

identificando el suicidio como la segunda causa de muerte en personas entre 15 y 29 años.

De manera más específica, por cada 100 mil habitantes existen 11.4 suicidios en el mundo.

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Al tener en cuenta dicha posibilidad asociada al TDAH, se fortalece la prioridad que

merece la exploración de tratamientos en niños, niñas y adolescentes con el objetivo

contribuir a la disminución del desarrollo de este tipo de conductas en la juventud o en la

edad adulta.

2.1.5 Epidemiología

Polanczyk, Willcutt, Salum, Kieling y Rohde, (2014), realizaron una revisión de 102

estudios y sobre una población de 171 de niños diagnosticados con TDAH, vieron que la

prevalencia en Norteamérica era del 6,2 %, en Europa del 4,6 %; en África del 8,5 % y en

Sudamérica del 11,8 %.

En Latinoamérica, Barragán-Pérez et al., (2007), señalaron que aproximadamente

36 millones de personas, entre niños, adolescente y adultos, tienen el diagnóstico de

TDAH, con una prevalencia, entre los años 1993 y 2007, del 5, 28 %.

Específicamente en la República de Colombia, (Pineda, Rosselli, Henao y Mejía,

2000) indican que sólo el 7,4 % de los niños, niñas y adolescentes colombianos con

síntomas de TDAH recibe un diagnóstico de confirmación mediante una entrevista

psiquiátrica estructurada, y sólo el 6,6 %, de los afectados recibe un tratamiento.

En el estudio de Bará-Jiménez, Vicuña, Pineda y Henao, (2003) realizado con 263

niños de 5 a 7 años, en el municipio de Manizales, se utilizó la entrevista individual, basada

en los criterios del DSM IV, con la cual se comprobó una prevalencia del 8,2 %, con mayor

frecuencia niños de 6 años de edad. Posteriormente, los mismos autores realizaron una

segunda fase del estudio con niños entre 8 y 12 años, encontrando que la prevalencia era

del 7,1 %. Cornejo et al., (2005) realizaron en la ciudad Santiago de Cali un estudio sobre

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los perfiles neuropsicológicos y conductuales de los niños con TDAH donde se evidenció

una prevalencia del 16 %. La investigación de Vélez, Talero, González y Ibáñez (2008),

realizada en Bogotá reportó que, en una población de 1110 niños en etapa de desarrollo

escolar entre los 5 y 12 años de edad, 584 es decir el 57,8 %, cumplieron con los criterios

de diagnóstico del TDAH. Todas estas investigaciones muestran que en Colombia han

confirmado que el índice de prevalencia es mayor con respecto a los otros países

latinoamericanos.

2.1.6 Alteraciones cognitivas y conductuales

Para comprender y contextualizar las alteraciones cognitivas presentes en el TDAH

es importante tener en cuenta en qué etapa del neurodesarrollo se manifiestan. En este

sentido, Amador, Forns i Santacana y Gonzàlez i Calderon (2010) indican que dentro del

desarrollo del niño se encuentran habilidades tales como la capacidad de aprender a través

de las consecuencias de las propias acciones, en respuesta a los feedback recibidos. Las

habilidades de atención, concentración y de inhibición, así como la capacidad de

autorregulación. Estas cuatro competencias cognitivas estarían a la base de un correcto

desarrollo. Comúnmente se encuentran alteradas en NNA con TDAH (Fenollar-Cortés,

Navarro-Soria, González-Gómez & García-Sevilla, 2015).

Según Bonet Camañes, Soriano García y Solano Méndez (2007) los déficits

cognitivos en las áreas anteriormente mencionadas, estarían a la base de todos los

problemas de atención, concentración, impulsividad, regulación, autocontrol, en la

ejecución de las tareas escolares y de los aprendizajes y en la solución de los problemas

sociales, encontrados en loa NNA con TDAH.

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Según Barkley (2015) el TDAH produce un retraso funcional del cerebro de entre 2

y 3 años, generando un fallo en el sistema ejecutivo del cerebro. Conforme a esto, se ha

visto que, respecto a un normal neurodesarrollo, no existe una capacidad de inhibición a los

5 años; a los 7 no se encuentra desarrollado correctamente el lenguaje oral; a los 9 no se

ha desarrollado el autocontrol emocional y que a los 12 no se realizan correctamente tareas

con planificación. La falta de inhibición hace que los NNA con TDAH sean impulsivos y

que la falta de capacidad visual hace que no cooperan, no comparten, no interactúan en

grupo, no imiten y no tengan un sentido del tiempo. El fallo en la memoria de trabajo

verbal hace que existan dificultades en la comprensión de la auto descripción, o de las auto

instrucciones. La falta de autorregulación de los estados emocionales hace que los NNA

con TDAH tengan intolerancia a las frustraciones y no sean capaces de solucionar

problemas, impidiendo que se auto motiven, solventen problemas y recopilen información

(Seymour, Macatee & Chronis-Tuscano, 2016).

Cordente (2015) señala que la alteración de la atención se evidencia en la

incapacidad de estar concentrado por periodos prolongados de tiempos, impidiendo al niño

realizar las labores escolares. Igualmente, la inatención se repercute en la capacidad de

organizarse y de cumplir con las tareas y actividades asignadas, conllevando un descuido y

una pérdida del material escolar.

Con respecto a la alteración de la regulación entendida en termino de déficit en la

inhibición de la respuesta, los NNA con TDAH manifiestan una incapacidad en la

generación de motivación intrínseca necesaria para la realización de las tareas. La falta de

una recompensa junto a las dificultades en el control de impulsos, así como las dificultades

en retrasar las recompensas hacen que los NNA tengan conductas disruptivas y lleven a

término las actividades por intolerancia a la frustración.

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Como consecuencia de las alteraciones anteriormente descritas, Cordente (2015)

identifica unas alteraciones conductuales que se repercuten en los contextos sociales en los

cuales se desempeñan los NNA (familiar, escolar y amistades). En este sentido los NNA

con TDAH parecen no escuchar cuando se les habla, suelen distraerse con cualquier ruido,

mostrándose especialmente pasivos en el colegio y, en consecuencia, no siguen el ritmo

adecuado de sus compañeros en el aula, exhibiendo, al mismo tiempo, en los trabajos

escolares, e incluso exámenes, unas respuestas desorganizadas e incompletas y por ello se

les suele calificar de niños poco inteligentes e incluso vagos. Adicional a esto, el niño

predominantemente hiperactivo e impulsivo se mueve en exceso de manera continuada,

interrumpiendo las actividades, respondiendo precipitadamente y hablando en exceso y a

destiempo, siendo su conducta especialmente notoria y molesta.

Isabel y Nieves-fiel, (2015) explican que muchos de los niños suelen mostrar

conductas disruptivas. Estos comportamientos pueden ser consecuencia de la frustración

que sufren por los continuos mensajes negativos que reciben continuamente en casa y en el

colegio. Sus respuestas sociales ante los conflictos interpersonales son a menudo pasivas o

agresivas, sus respuestas emocionales son desproporcionadas a los acontecimientos, lo que

puede llevar a comportamientos inadecuados como rabietas, insultos, gritos y

desobediencia.

En consecuencia, de lo anterior, el American Psychiatric Association, (2014) señala

que los NNA con TDAH tienen significativamente más probabilidades de desarrollar un

trastorno de conducta en la adolescencia y un trastorno de la personalidad antisocial en la

edad adulta. De este modo aumentan las probabilidades de consumo de sustancias

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psicotrópicas y los respectivos trastornos derivado de dicho consumo, así como la

posibilidad elevada de tender al suicidio.

2.1.6 Intervenciones farmacológicas

El abordaje farmacológico es una de las primeras opciones para el tratamiento del

TDAH. Al hablar del uso de fármacos, en un trastorno manifiesto en población infantil

entre los 6 y 12 años (edad usual para la identificación del TDAH), adquiere especial

atención, dados los daños colaterales que se han comprobado en el tratamiento mediante el

uso de fármacos.

La Organización Mundial de la Salud refuerza el uso de medicamentos como la

atomoxetina, metilfenidato, dexanfetamina o dextroanfetamina, indicando que produce

reducción de los síntomas, mejoramiento del funcionamiento en la familia y en la escuela,

así como de la salud física del sujeto diagnosticado. La OMS (2017) señala que el personal

médico debe capacitar a los padres y familiares de los niños, ya que el tratamiento con

fármacos requiere un acompañamiento de terapia cognoscitiva y conductual para la

adquisición de aptitudes sociales. La autoridad mundial en salud indica que todo niño

tratado con metilfenidato requiere tener vigilancia cercana para verificar la mejoría y los

efectos adversos visibles.

Cordente (2015) señala que se ha demostrado que los pacientes con TDAH en

tratamiento farmacológico, presentan menos problemas de consumo de drogas en la

adolescencia, una disminución de los síntomas y una mejora en la calidad de vida del

paciente y sus familias, en comparación con NNA con TDAH que no reciben tratamiento

farmacológico.

19

Sin embargo, Amador, Forns i Santacana y Gonzàlez i Calderon, (2010) explican

que el suministro de un fármaco debe ser controlado e individualizado, ya que la necesidad

de cada sujeto es diferente y es necesario vigilar los efectos secundarios frente al consumo

del medicamento. Por ejemplo, el metilfenidato (estimulante) puede producir tics,

epilepsia, ansiedad, pérdida de peso y de apetito (sobre todo al inicio del tratamiento),

dificultad para conciliar el sueño y cefalea. Un fármaco no estimulante como la

atomoxetina puede producir pérdida de peso y de apetito, somnolencia, síntomas

gastrointestinales, como dolor abdominal, náuseas o vómitos, mareos y cansancio. De

forma muy infrecuente, puede aparecer ictericia (la piel toma un color amarillo debido al

aumento de la bilirrubina), reflejo de un daño hepático que obliga a la supresión del

tratamiento.

La dexanfetamina, también conocida como dextroanfetamina tiene un rango más

amplio de daños colaterales. Además de los problemas gastrointestinales, indigestión y la

falta de apetito y pérdida de peso, puede producir inquietud, dificultad para conciliar el

sueño, temblor incontrolable, dolor de cabeza y sequedad de boca. Igualmente, puede

causar reacción alérgica en pacientes que presenten resistencia al medicamento (hinchazón

de los labios, de la lengua o la cara y dificultad en la respiración). Como efectos más

graves se encuentran convulsiones, habla lenta, debilidad o entumecimiento en un lado del

cuerpo. Para sumarle a ello, la dexanfetamina también puede causar problemas

psicológicos tales como alucinaciones, paranoia, delirios y comportamiento frenético u

hostil (Parker, 2013).

Amador, Forns i Santacana y Gonzàlez i Calderon, (2010) indican que antes de

medicar los NNA con TDAH, es necesario realizar una evaluación completa tanto física

como psicológica, y valorar la intensidad de los síntomas. En presencia de manifestaciones

20

sintomáticas severas, es necesario calibrar la medicación y contrabalancearla con otras

formas de intervención, como por ejemplo el entrenamiento para los padres e

intervenciones psicoterapéuticas para los NNA. En caso de síntomas de ansiedad o de

depresión, es posible que el niño no responda bien a la medicación estimulante, pero

responde positivamente a los fármacos antidepresivos. En este caso, para seguir con el

tratamiento, es necesario descartar la presencia de tics, trastorno de la Tourette, epilepsia o

psicosis, puesto que los fármacos podrían reforzar dichas patologías comórbidas. De igual

modo, es prioritario que los padres estén en condiciones de vigilar de manera cercana al

niño medicado, puesto que las reacciones frente a la medicación requieren atención

estrecha y constante, sobre todo al inicio del tratamiento (Parker, 2013).

Al tener en cuenta el espectro de riesgos existentes frente a las intervenciones

farmacológicas dirigidas a la disminución de síntomas del TDAH, se hace imperativo

contemplar otras opciones de tratamiento que puedan producir los resultados esperados sin

afectar la salud física o psicológica del paciente. Autores como (Majewicz-Hefley &

Carlson, 2007) aseveran que el solo tratamiento farmacológico no es el camino más

apropiado a pesar de tener un margen de seguridad alto. Los autores afirman que los

tratamientos con medicamentos deberían ser acompañados por intervenciones miradas a la

modificación de conducta, así como internaciones terapéuticas.

2.1.7 Intervenciones no farmacológicas

Aunque la medicación estimulante sigue siendo uno de los tratamientos más

usados, (Amador et al., 2010) afirman que el abordaje farmacológico, si considerado como

única forma de tratamiento, es incompleto porque debe asociarse a un análisis del contexto

21

psicosocial de los NNA y tener estrategias que conformen un programa individualizado,

combinado o multicomponente.

En este sentido se habla de los tratamientos alternativos (TA), que cuentan con

diferente grado de apoyo empírico. (Barragán-Pérez et al., 2007) sustentan, en

concordancia con lo afirmado por (Amador et al., 2010) que los TA tienen eficacia porque

se fundamentan en el conocimiento de las bases teorías del neurodesarrollo, del

aprendizaje, de la plasticidad cerebral y de los modelos de neuropsicología cognitiva. Sin

embargo, no existe un nivel suficiente de evidencias que permita generalizar los resultados.

Entre los tratamientos que recaen en este los TA, y que han demostrado eficacia, se

encuentran el Neurofeedback (NFB), el entrenamiento en la relajación, el entrenamiento en

mindfulness, la modificación de la conducta, la reestructuración cognitiva, la

psicoeducación, y el entrenamiento para padres y educadores (Amador et al., 2010).

En particular manera el programa de entrenamiento para padres y educadores ha

permitido reducir las dosis de medicamento. En ellos se enseñan técnicas de manejo del

comportamiento y del control de la conducta, así como la modificación de las condiciones

de trabajo y de las relaciones sociales. En las intervenciones en el aula se han adoptado

estrategias que prevén que los NNA con TDAH estén cerca del profesor, sean encuadrados

dentro de un grupo que los puedan ayudar en su trabajo, que se modifique el estilo de

enseñanza del profesor, reduciendo la cantidad de trabajo que se exige y adaptando las

actividades a la capacidad atencional de ellos (Amador et al., 2010).

Entre los programas que han tenido mayor éxito se encuentran “Los Años

Increíbles” (Webster-Stratton, 2000), “Niños Desafiantes” (Barkley, 1997), el programa

“COPE” (Thorell, 2009) y el programa “Triple P” (Sanders, 1999).

22

El programa Los Años Increíbles (LAI) cuenta con un proceso tripartito dirigido a

padres, maestros y niños de hasta 13 años de edad. El objetivo es desarrollar competencias

parentales para la promoción de la crianza positiva, disminuir los métodos severos de

disciplina e incrementar la participación de los padres en actividades académicas en el

hogar. Se dirige a dos tipos de poblaciones dependiendo del nivel. Existe un programa base

dirigido a padres con hijos entre 7 y 12 años y un programa avanzado dirigido a padres con

hijo entre 8 y 13 años (Webster-Stratton, 2000).

El programa Niños Desafiantes fue desarrollado por (Barkley, 1997). Posee un

enfoque netamente educativo en el que el terapeuta ocupa un rol didáctico enseñando

habilidades a los padres. Puede implementarse en pequeños grupos o en formato individual

y consta de nueve pasos donde se consideran temas como la atención positiva, economía de

fichas, obediencia, time out (tiempo fuera), manejo del niño en lugares públicos, entre

otros.

El programa COPE (Thorell, 2009) se diseñó con la intención de aplicarse en

grupos comunitarios numerosos, o poblaciones que no podían acceder a tratamientos en

clínicas o centros terapéuticos. Consiste en la utilización de técnicas de modelado y de

resolución de problemas, utilizando videos donde se exhiben de forma exagerada errores

comunes de los padres que luego se discuten en pequeños grupos para desarrollar

estrategias alternativas que posteriormente son modeladas por el coordinador, ejerciendo la

práctica con juegos de roles (Scandar & Bunge, 2017).

El programa de entrenamiento Triple “P” (Sanders, 1999) tiene el objetivo de

prevenir la aparición de psicopatología en niños, mediante la mejora de las habilidades y

competencias parentales. En el programa se promueve un ambiente familiar saludable, así

23

como un desarrollo intelectual adecuado a través de prácticas parentales positivas. El

entrenamiento consta de cinco niveles donde el primer nivel trata de estrategias de

comunicación, en el segundo se trabaja una asesoría breve sobre parentalidad, en el tercer

nivel se da capacitación en habilidades parentales focalizadas, en el cuarto nivel se da

capacitación en variadas habilidades parentales y en el quinto nivel intervención familiar

intensiva, diseñado para aquellas familias que necesitan asistencia adicional, en particular

familias con alto nivel de conflictividad conyugal o con adultos con problemas en la

regulación del estado de ánimo (Scandar & Bunge, 2017).

En la actualidad se estan fomentando los tratamientos multimodales para NNA con

TDAH (Multimodal Treatment Study of Children with ADHD) (Hinshaw, Arnold & For the

MTA Cooperative Group, 2015). La utilización de tratamiento conductual, terapias

artísticas con niños, economía de fichas, refuerzos positivos, tratamiento combinado y

tratamiento comunitario, entrenamiento a padres y profesores, han mostrado mayor eficacia

que los tratamientos enfocados en una sola dimensión del problema (abordajes específicos)

y han permitido reducir significativamente la dosificación del medicamento.

2.2 Musicoterapia como coadyuvante en tratamientos psicoterapéuticos del TDAH

La musicoterapia se plantea como un método de intervención alternativa que

contribuye a la disminución de los síntomas del TDAH. El método se fundamenta en la

utilización de la música y sus elementos (el sonido, el ritmo, la melodía y la armonía) para

llevar un paciente o un grupo de ellos, en un proceso destinado a suplir necesidades físicas,

psicológicas, sociales y cognitivas. Busca que las personas alcancen una mejor

24

organización intra- e interpersonal y una mejor calidad de vida por medio de la prevención

y rehabilitación.

La Federación Mundial de Musicoterapia (2011, citado por Wordpress, 2011) señala que la

música es usada en diferentes ámbitos desde el médico y educativo, hasta el personal es

dirigida a individuos, grupos, familias o comunidades, buscando optimizar su calidad de

vida y mejorando la salud física, social, comunicativo, emocional e intelectual. La

investigación, la práctica, la educación y la instrucción clínica en la musicoterapia están

basados en estándares profesionales según los contextos culturales, sociales y políticos.

Del Olmo (2014) señala que existen dos métodos para desarrollar intervenciones

músico terapéuticas. Una técnica es conocida como “activa” en las que las personas

intervienen de manera directa en la improvisación y creación musical. Otra técnica es

conocida como “pasiva o receptiva” y se utiliza como medio de estimulación de la

introspección, de la creatividad y de la expresión emocional, a través del lenguaje verbal y

no verbal.

Existen varios métodos para realizar una terapia con música, entre ellos está el

modelo GIM (Guide Imagery and Music) (Beebe & Wyatt, 2009), la musicoterapia

analítica, el método de Benenzon, la musicoterapia creativa y el método conductistas. Estos

son los cinco modelos de abordaje reconocidos internacionalmente por la Federación

Mundial de Musicoterapia, la Asociación Argentina de Musicoterapia y la Universidad de

Buenos Aires (2008) en el XII Congreso Mundial de Musicoterapia.

El GIM fue desarrollado por la violinista Helen Bonny en 1975 en EEUU y consiste

en exponer al sujeto a piezas de música clásica, para evocar respuestas sensoriales y

emocionales. El paciente tiene la oportunidad de integrar aspectos mentales, emocionales,

25

físicos y espirituales a través de los cuales tiene la oportunidad de contar esas vivencias y

de intentar resolverlos. Su creadora señala que la intención es “explorar niveles

extraordinarios de la conciencia humana” (Bonny & Savary, 1990).

La musicoterapia analítica fue desarrollada por la violinista Mary Priestley a

principios de los 70 en Gran Bretaña. En ella los pacientes participan de forma activa y

clínicamente organizada en diferentes actuaciones musicales e improvisaciones, luego

intentan dilucidar lo acontecido (ya sea en la música o en la mente) durante la

improvisación, mediante el uso de técnicas psicoanalíticas. Por medio de la verbalización se

generan improvisaciones motivadas por tópicos que el paciente o el terapeuta identifican

como temas que requieren investigación terapéutica, por lo que no tiene objetivos

predeterminados, sino que el paciente es quien revelará sus objetivos y obstáculos durante

el proceso (Priestley, 1994).

El método de musicoterapia creativa Nordoff- Robbins fue creado por el pianista y

compositor estadounidense Paul Nordoff y por el maestro de educación especial inglés

Clive Robbins en 1959 en Londres. Es el método más conocido de la psicología humanista

y se conoce también como método de improvisación musical-terapéutica, precisamente por

su metodología interrelacionada. En el primero momento de la intervención el terapeuta

improvisa composiciones musicales. En el segundo momento, el terapeuta usa

creativamente la composición musical para mantener contacto con el paciente. En el tercer

momento terapeuta y paciente realizan música a cuatro manos (Nordoff & Robbins, 1971).

El método Benezon fue desarrollado por el psiquiatra y músico argentino Rolando

Benenzon a partir de 1965 (Benenzon, 1985). Este método de musicoterapia activa tiene

base psicoanalista consistente en el empleo de la improvisación sonoro-musical en un

contexto no-verbal, teniendo siempre muy presente la Identidad Sonora (ISO), es decir, el

26

conjunto infinito de energías sonoras, acústicas y de movimiento que pertenecen a un

individuo y lo caracterizan. Benenzon define la musicoterapia como una “psicoterapia que

usa el sonido, la música, el movimiento y los instrumentos corporo-sonoro-musicales, para

desarrollar un vínculo o una relación entre musicoterapeuta y paciente o grupo de pacientes,

con el objetivo de mejorar la calidad de vida y proporcionar herramientas de rehabilitación

que devuelvan la persona a la sociedad (Cohen, 2017).

El método conductista fue desarrollado por (Madsen, Cotter & Madsen, 1968). En

este modelo la música se define un refuerzo para incrementar o modificar comportamientos

adaptativos y reducir los comportamientos inadaptados. El conductismo reconoce la

importancia de lo que ocurre en nuestro interior. Conducta o comportamiento es cualquier

acto que una persona realiza, dice o piensa que puede ser observado directa o

indirectamente. Su desarrollo metodológico es una forma cognitiva de modificación de

conducta que implica una aplicación de análisis conductual en aspectos fisiológicos,

motrices, psicológicos y emocionales.

2.2.1 Evidencia científica de la musicoterapia

La aplicación de las diferentes técnicas de musicoterapia ha arrojado resultados en

la atención de pacientes con diversos trastornos. Se encuentran estudios y documentos de

reflexión relacionados a la aplicación de la terapia de manera independiente y acompañada

por otros métodos alternativos y tradicionales con niños diagnosticados con TDAH,

autismo, mujeres víctimas de violencia sexual, niños con implante coclear, rehabilitación de

daños neuronales a causa de un coma, esclerosis múltiple, entre otros.

Sampiao, Veiga y Assis (2015, citando a Trehub, PascuaL-Leone, 2009) aplicaron

la musicoterapia en niños con autismo, sobre lo cual señalan que aparentemente hay un

27

sustrato neural innato para algunos procesamientos de información musical y que la propia

práctica musical modifica el cerebro en términos anatómicos y fisiológicos, pues propicia

un procesamiento cerebral a través de otras modalidades como la del habla y, de este modo,

facilita la creación de nuevas conexiones neurales o el refuerzo de conexiones débiles o

inestables. Se espera, entonces, que tal resultado resulte en conductas más funcionales,

apropiadas y efectivas.

Freire (2014, citado por Sampiao, Veiga & Assis, 2015) evaluó el efecto de la

atención musicoterapéutica basado en la interacción musical entre niños con TEA y

terapeuta durante la experiencia musical de improvisación y verificó que, en promedio, con

sólo cuatro meses de sesiones individuales semanales, utilizando el parámetro estadístico de

Cohen, ya era posible verificar efectos significativos de tamaño mediano y grande en

relación al desarrollo de la comunicación y de la interacción social.

Wigram y Gold (2006), en Sampiao, Veiga y Assis (2015) relatan que el proceso

clínico musicoterapéutico favorece la motivación, las habilidades de comunicación y de

interacción social, además de sostener y desarrollar la atención.

Fernández, Sánchez y Fiallo (2008, en Federación Mundial de Musicoterapia,

Asociación Argentina de Musicoterapia y Universidad de Buenos Aires, 2008) ejecutan,

desde el año 2003 el Proyecto de Equinoterapia en La Habana, Cuba, en un grupo de niños

de entre 8 meses y 17 años y con patologías y trastornos como síndrome de down, autismo

y parálisis cerebral, se utiliza la equinoterapia en un enfoque integrador combinado con la

musicoterapia. Se encuentra que la terapia agiliza las sinapsis neuronales y las respuestas

adaptativas son mejores y más rápidas, produciendo mejoría en última instancia en la

autoestima, comunicación, adaptación y socialización en el medio, desarrollo de la

motricidad y aumento de la capacidad de atención.

28

Como terapia combinada, la música es integrada con diversos tipos de técnicas

mixtas, tanto alternativas como farmacológicas tradicionales. Diaz (2015) efectuó una

propuesta de Arteterapia la cual incluyó la participación de pares sin diagnóstico, padres y

docentes, integrando el uso de la música, así como actividades relacionadas con el arte

plástico, como método para intervenir niños entre los 7 y los 12 años, ya que son las

edades. Las sesiones se realizaron en grupos pequeños de hasta 7 niños y fueron enfocadas

a mejorar el autoconocimiento de los niños, fortalecer autoestima de estos niños, promover

el control de la conducta de los niños y facilitar la canalización de emociones de los niños

con TDAH.

Díaz (2015) concluye que es necesario todo un equipo multidisciplinario que apoye

tanto el tratamiento farmacológico como psicopedagógico. Esta disciplina proporciona un

enfoque más de tipo visual y kinestésico al aprendizaje de niños con TDAH (Safran, 2010,

p. 191) y además, el hecho de que ayude al niño a canalizar y expresar de mejor forma sus

emociones, permite que alcance un mayor conocimiento sobre sí mismo, sus posibilidades

y limitaciones y ayuda a quienes rodean al niño a entenderle más y darle mayores

oportunidades de relacionarse interpersonalmente y adaptarse al proceso de aprendizaje.

Llamas (2014) utilizó la técnica GIM en un niño de 8 años en edad escolar,

diagnosticado con TDAH, con sesiones de 35 minutos durante cinco semanas, en sesiones

individuales y acompañado de sus compañeros de aula. El objetivo fue trabajar aspectos

como la autoestima. Durante las sesiones de musicoterapia se aplicaron modos como el

refuerzo positiva, así como programas de razón fija y razón variable dependiendo de la

sesión y de las circunstancias. Dicho proceso evidenció que los niños con TDAH necesitan

de otros seres humanos que les reflejen un conocimiento positivo de sí mismos. Tanto los

familiares como los profesores y los propios alumnos tienen que contribuir a que el niño

29

con TDAH tenga una buena autoestima. De esta manera, las terapias expresivas como la

musical, requiere de la participación de personas que tienen relación con el niño en diversos

entornos.

3. Discusión

A partir de la revisión conceptual relacionada a las características del TDAH, las

comorbilidades, los tratamientos tradicionales y alternativos, así como lo expuesto sobre

musicoterapia, se desarrolla un análisis con el cual se pretende evidenciar la conexión de la

evidencia científica y empírica sobre la eficacia de la musicoterapia como coadyuvante en

procesos terapéuticos con niños, niñas y adolescentes diagnosticados con TDAH.

Cuando se revisa la información relacionada a los tratamientos usados con los

pacientes de TDAH, se encuentra una aceptación generalizada por académicos,

profesionales de la salud e instituciones transnacionales sobre la necesidad de los

tratamientos farmacológicos con estimulantes e inhibidores, aseverando su efectividad. Sin

embargo se debe tener en cuenta lo dicho por González-Castro, Cueli, Rodríguez, García y

Álvarez, (2016) sobre el 30 % de los pacientes que no responden adecuadamente al

tratamiento farmacológico, dado que representan una gran porción de población, teniendo

en cuenta que entre el 3 % y el 6 % de la población infantil reciben el diagnóstico de

TDAH. Además, los niños y niñas que reciben a conformidad el tratamiento con fármacos

tienen altos riesgos con los efectos colaterales mencionados, los cuales incrementan

malestares físicos y emocionales al desorden neuronal presente.

Autores como (Majewicz-Hefley & Carlson, 2007) aseveran que el solo tratamiento

farmacológico no es el camino más apropiado a pesar de tener un margen de seguridad alto.

Los autores afirman que los tratamientos con medicamentos deberían ser acompañados por

intervenciones miradas a la modificación de conducta. Por tanto es recomendable generar

30

estrategias alternativas orientadas a reducir los síntomas por medio de abordajes cognitivo-

conductuales, de autorregulación, modificaciones del currículo académico, entrenamiento

en las habilidades sociales, intervenciones en el contexto familiar y escolar, intervenciones

multicontextuales.

Aún en un panorama donde el fármaco tuviera la solución definitiva a la patología,

existen características del contexto geográfico y demográfico que afectan la posibilidad de

recibir un tratamiento con atomoxetina, metilfenidato, dexanfetamina o dextroanfetamina,

pues en el contexto latinoamericano, específicamente en Colombia, autores como Pineda,

Rosselli, Henao y Mejía (2000) indican que sólo el 7,4 % de los niños, niñas y adolescentes

colombianos con síntomas de TDAH recibe un diagnóstico de confirmación mediante una

entrevista psiquiátrica estructurada, y sólo el 6,6 %, de los afectados recibe un tratamiento.

Es decir que el 93.4 % de pacientes diagnosticados recibe un tratamiento con

medicamentos.

En relación a las habilidades sociales se encuentra que cuando docentes o padres

presentan reacciones de desaprobación contribuyen a que el niño se sienta agredido,

afectando el desarrollo de su capacidad adaptativa. Las conductas agresivas o depresivas

de explicadas por Isabel y Nieves-fiel, (2015) señalan que pueden ser consecuencia de la

frustración que sufren por los continuos mensajes negativos que reciben continuamente en

casa y en el colegio. En niños la manifestación de esto es la desobediencia o rabietas, sin

embargo, al pasar a otra etapa de su desarrollo pueden presentarse trastornos comórbidos

relacionados a la depresión.

Fuentes como Cordente (2015) y Apa (2014) concuerdan en que jóvenes y adultos

con TDAH tienen mayor tendencia a consumir sustancias psicoactivas y al suicidio, a lo

que se suma la confirmación de la vulnerabilidad de la edad en las cifras de suicidio

31

analizadas por la OMS (2017), donde señala que la mayoría de los casos de suicidio en el

mundo se presentan en personas entre los 15 y 29 años de edad.

Con respecto a lo anterior se encuentra que las afectaciones emocionales y afectivas

generadas por la aversión del círculo familiar, escolar o social no son parte del espectro de

atención de los tratamientos farmacológicos, por tanto es necesario la exploración de otras

terapias que incluyan el compartir con padres, docentes y compañeros. Igualmente, al tener

presente la genética familiar como una de las principales causas de origen del trastorno,

por ello (Faraone et al., 2005), se encontró que el 76 % de las causas del TDAH podía

atribuirse a factores genéticos, es importante incluir los padres y hermanos en los métodos

de usados como la musicoterapia, ya que se puede contribuir directamente en la salud

mental de todo un grupo familiar.

Con base en estudios realizados acerca de la musicoterapia se puede aseverar que la

musicoterapia puede generar a corto plazo efectos significativos en relación al desarrollo de

la comunicación y de la interacción social (Freire, 2014, en Sampiao, Veiga y Assis, 2015).

Igualmente Fernández, Sánchez y Fiallo (2008, en Federación Mundial de Musicoterapia,

Asociación Argentina de Musicoterapia y Universidad de Buenos Aires, 2008) encuentran

que la terapia agiliza las sinapsis neuronales y las respuestas adaptativas son mejores y más

rápidas, produciendo mejoría en última instancia en la autoestima, comunicación,

adaptación y socialización en el medio, desarrollo de la motricidad y aumento de la

capacidad de atención.

Las consideraciones discutidas permiten establecer una revisión de la terapia con

música y encontrar fundamentos fuertes que sostienen la viabilidad del método, aún sin

conclusiones de su efectividad, en niños, niñas y adolescentes diagnosticados con TDAH.

Por lo cual se han planteado las siguientes conclusiones.

32

3.1 Conclusiones

Con base en la información analizada sobre el planteamiento conceptual, empírico y

experimental de los tratamientos para el TDAH en NNA, se plantean conclusiones que

indican la validez de la propuesta de la musicoterapia como coadyuvante en los procesos de

intervención en el TDAH.

Al realizar la revisión de los síntomas y prevalencia del trastorno en las diferentes

etapas del desarrollo de los niños, niñas, adolescentes, se encuentra que el entorno tiene un

papel decisivo en el planteamiento de obstáculos que puede encontrar el sujeto

diagnosticado, ya que al recibir desaprobación en el entorno desarrolla conductas

desadaptativas que podrían ser evitadas al recibir terapias combinadas con padres y

profesores, lo cual permitiría que los adultos involucrados en su entorno reciban el

entrenamiento adecuado para facilitar el control de los síntomas del niño y la absorción de

las estrategias entregadas en diversas terapias, tradicionales o alternativas.

Los efectos adversos observados durante el suministro de medicamentos inhibidores

y estimulantes ponen en riesgo la salud física y mental del niño, lo cual debe ser aminorado

con la búsqueda de diferentes rutas de atención. La adaptación al entorno a costa del

sufrimiento físico del sujeto no es necesaria, frente a las diversas opciones de terapias

alternativas, sobre las cuales existen décadas de estudios. .

Los métodos propuestos en la musicoterapia son usados en diversos trastornos

mentales, lo cual permite la modelación de la técnica al tratamiento de sujetos

diagnosticados con TDAH, así como la aplicación de la técnica en conjunto con otros

tratamientos farmacológicos y no farmacológicos.

33

El impacto mencionado por los métodos de musicoterapia a nivel cognitivo es una

herramienta necesaria para lograr canalizar las habilidades intelectuales del niño, niña y

adolescente con déficit de atención.

Dada la libertad expresiva que plantean los métodos se encontrará en la

musicoterapia una plataforma de fortalecimiento de la autoestima del niño que, como se ha

mencionado anteriormente, recibe censura de los distintos entornos a causa de su dificultad

para mantener la atención o lograr ciertas tareas ordenadas.

Los síntomas relacionados con la depresión, la autoestima y las consecuencias en la

salud mental a causa del estigma social, al ser originados frente a la desaprobación del

entorno por su comportamiento, deben ser manejados en terapias grupales e individuales,

donde se integre a la familia, los pares y los docentes del sujeto diagnosticado con TDAH.

Los estudios científicos entregan información confiable sobre tratamientos

multimodales que integran la música dentro de sus componentes, sin embargo, se hace

necesario desarrollar investigaciones rigurosas que contemplen el objetivo de verificar,

cualitativa y cuantitativamente la efectividad de la musicoterapia como coadyuvante en el

tratamiento psicoterapéutico con niños, niñas y adolescentes diagnosticados con TDAH.

Según el Doctor Russell A Barkley,”El tratamiento del TDHA debe ser múltiple y

combinarlo para obtener los mejores resultados. Es más importante la información y la

educación que los medicamentos. Las familias deben tener la mejor información para

hacer frente a estos problemas (…..) Es esencial proporcionar información a las familias,

más que el tratamiento médico”.

34

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