la memoria jorge aceves

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    Voces Recobradas2

    AUTORIDADES

    Jefe de Gobierno

    Dr. Enrique Olivera

    Secretaria de CulturaLic. Teresa de Anchorena

    Subsecretaria de Accin CulturalLic. Liliana Barela

    Subsecretario de Desarrollo CulturalDr. Juan Jos Pi de la Serra

    Directora del Instituto Histricode la Ciudad de Buenos Aires

    Lic. Liliana Barela

    Jefa Departamento InvestigacinInstituto Histrico de la Ciudad de

    Buenos AiresProf. Lidia Gonzlez

    GOBIERNO DE LA CIUDADDE BUENOS AIRES

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    Voces Recobr adas 3

    VVVVVOCES RECOBRADOCES RECOBRADOCES RECOBRADOCES RECOBRADOCES RECOBRADASASASASASRevista de Historia OralAbr il 2000 - ao 3 - n 7

    Es una publicacindel Instituto Histrico

    de la Ciudadde Buenos Aires

    Avda. Crdoba 1556, 1er. pisoC.P. 1055 - Capital Federal

    Tel: 54-11-4813-9370Telefax: 54-11-4813-5822

    E-mail:[email protected]

    DirDirDirDirDireccineccineccineccineccin

    Lil iana Barela

    SecrSecrSecrSecrSecretaretaretaretaretariosiosiosiosios

    de Redaccinde Redaccinde Redaccinde Redaccinde Redaccin

    Mercedes MiguezDaniel Paredes

    Asistente de rAsistente de rAsistente de rAsistente de rAsistente de redaccinedaccinedaccinedaccinedaccin

    Ceci lia Bellizzi

    RedactorRedactorRedactorRedactorRedactorasasasasas

    Luca Ins DorinLaura Martino

    DiseoDiseoDiseoDiseoDiseo

    y Comunicaciny Comunicaciny Comunicaciny Comunicaciny ComunicacinVisualVisualVisualVisualVisual

    Jorge MalloFabio Ares

    ColumnistaColumnistaColumnistaColumnistaColumnista

    Hebe Clementi

    ColaborColaborColaborColaborColaborarararararon en este nmeron en este nmeron en este nmeron en este nmeron en este nmerooooo

    Jorge Aceves

    Alexandre FortesElza ScalcoAna Vera

    Eugenia MeyerPablo Yankelevich

    Carmen Sesto

    SuperSuperSuperSuperSupervisinvisinvisinvisinvisin

    de Edicinde Edicinde Edicinde Edicinde Edicin

    Lidia GonzlezRosa De Luca

    ColaborColaborColaborColaborColaboracin especialacin especialacin especialacin especialacin especial

    Margarita Roncarolo

    CorCorCorCorCorrrrrreccineccineccineccineccinMara del Carmen Caeiro

    TrTrTrTrTraduccionesaduccionesaduccionesaduccionesaducciones

    Adolfo Balbi (I ngls y Francs)Mara Fernanda de Sousa Tom

    (Portugus)

    AdministrAdministrAdministrAdministrAdministracinacinacinacinacin

    Graciela KesslerRoxana MadridLuis Kirzman

    El contenidode los artculos firmados

    es responsabilidadexclusiva de los autores.

    ISSN 1515 - 1573

    Editorial por Liliana Barela .......................................................................................

    El siglo que supimos conseguir ............................................................................

    Las fuentes de la memoria: Problemas metodolgicos .......................................

    Nosotros del Cuarto Distrito... ........................................................................

    La Historia oral. Un deslinde nec esario ..........................................................

    Agenda del Instituto .............................................................................................

    Memoria e identidad del exilio sudamericano en Mxico ........................

    La historia de un intelectual vista desde una metodologa foucaultiana .............La antropologa y la historia oral ........................................................

    3

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    43

    Sumario

    EDITORIAL

    Entre el 15 y el 19 de junio de este ao tendr lugar la XI Conferencia Interna-cional de Historia Oral que se desarrollar en Estambul y cuyo eje convocante

    ser Encrucijadas de la historia: Experiencia, memoria y oralidad. All estare-mos, ya que un equipo del Instituto Histrico, perteneciente al rea de Historiaoral, present un trabajo que fue aprobado para su exposicin en la misma.

    Revisando el siglo XX entre todos es la investigacin en cuestin que dacuenta del anlisis de la tarea realizada en los talleres que funcionaron, durante1999, en once barrios porteos, a los que asistieron alrededor de 150 personas, yen los que se revis la historia de la ciudad de Buenos Aires.

    Tener la oportunidad de transmitir esta experiencia en un foro internacionalde primer nivel genera la posibilidad de que la misma sea adoptada y adaptada aotras latitudes. As como seala Alessandro Portelli, la historia oral ... es una va,en la era de la globalizacin, para preservar la individualidad que no es lo mismoque el individualismo.

    La elaboracin de este trabajo surge como el fruto de una tarea que se vieneimpulsando con fuerza desde el Instituto: los Talleres de Historia Oral. Esos luga-res donde se convoca al relato a travs de la memoria y del corazn. La riquezadel material que surge de all hizo posible la presentacin de Revisando el sigloXX entre todos.

    Esto marca un crecimiento de nuestra tarea, crecimiento al que venimos apun-tando a travs de la organizacin de los Encuentros Nacionales de Historia oral,los talleres barriales, la creacin de cursos, la solicitud de asesoramiento por partede entidades privadas y pblicas de todo el pas, la participacin en el Congresode Ro de Janeiro, la publicacin de esta revista, la conformacin del archivo devoces, etc. Pasos hacia adelante que se verifican desde adentro y desde afuera.

    El acercamiento y el intercambio con otros pases, en algunos casos muy flui-dos (Mxico, Cuba, Brasil y Uruguay, por ejemplo) tambin son un ndice de nues-tro desarrollo y este nmero de Voces Recobradas es un ejemplo de ese dilogo quecrece con nuestros hermanos latinoamericanos y que se plasma en estas pginascon trabajos enviados desde distintos puntos de nuestro continente.

    Esta Amrica latina, considerada alguna vez como un espacio sin pasado,pero que representa un mundo de memorias negadas, relegadas u olvidadas quetenemos la obligacin de recuperar para el futuro. Creemos, como Ellie Wiesel,que una memoria insensible al futuro traiciona la memoria del pasado. Los niosde la tapa simbolizan un futuro que tampoco podemos traicionar.

    Todo esto supone un orgullo para nosotros pero, por sobre todas las cosas,nos otorga el incentivo y la tranquilidad de estar sembrando sobre terreno frtil.

    LILIANA BARELA

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    MUESTRA MULTIMEDITICA

    Con motivo de la finalizacin del siglo, el IHCBAorganiz El siglo que supimos conseguirque

    se desarroll en el entresuelo y la sala F del CulturalSan Martn, durante los das 1 al 12 de diciembre pa-sado. Esta muestra present un desafo:

    reconstruir el siglo entre todos, con nuestrainterpretacin y con la voz

    y la mirada de los que nos dejaron y nos dejan sumemoria. Al recordar el pasado iremos forjando el

    porvenir y al darle la palabra cada vez a mspersonas, menos sern los silencios de la historia.

    Voces Recobr adas4

    eL SigLoqUe SupimosCoNseguiR

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    La intencin de ElSiglo... fue mostrar laproduccin del Instituto entodos sus mbitos a lo largode 1999. En el entresuelo y enel hall de la sala F se instaluna moderna panelera con-feccionada por el grupoTotem. A la sala F se accedaa travs de un tnel endonde se podan escuchar lossonidos que identifican alsiglo XX.

    En la panelera lateral seexpusieron todas las publica-ciones: Voces Recobradas, losejemplares del Cronista Mayorde Buenos Aires, Buenos Aires

    ombligo del Plata, Retiro, y ellibro de las jornadas Teatro yLiteratura. Tambin se po-dan ver las caras de la gentedel Instituto en simpticocollage de fotos.

    En el centro del entresue-lo, se encontraba la expresingrfica de los testimonios dela gente que particip en losTalleres de Historia Oral, conla misma esttica del Cronista

    Mayor de Buenos Airespresen-tado en la apertura de lamuestra. ste llevaba el mis-mo nombre de la exposiciny contena el testimonio delos talleristas.

    En otras partes del deco-rado central aparecan lostestimonios de adolescentesen forma degraffitis. Allmismo poda apreciarse laseleccin de fotos del concur-

    so Buenos Aires/fin demilenio que se organizjunto con el Foto Club Argen-tino. La entrega de premios sehizo el da de la clausura de lamuestra. Las fotos elegidasforman ahora parte del Ar-chivo Documental Fotogrfi-co del Instituto.

    Adems de las imgenesdel concurso, estaban expues-tas las fotografas de Pinlides

    Aristbulo Fusco y las deLen Tenembaum. Tambin

    en el entresuelo podan verselos videos institucionales: ElSiglo que supimos conseguiryBolivianos, y escuchar sonidosde Buenos Aires que integra-ron el Archivo del TercerMilenio.

    Ya en el hall, la paneleramostraba los distintos traba-jos arqueolgicos que perte-necen al Plano del PotencialArqueolgico de BuenosAires que se estn llevando acabo. All estaban expuestostambin algunos objetosencontrados y restauradospertenecientes a la vida coti-diana. Las obras son: Costa

    Rica 4001, donde se hallaronlos pozos ms profundos dela ciudad 18 metros de usosanitario de mitad del sigloXIX; Avda. Garay 2876, exca-vacin en una vivienda par-ticular donde se encontr unaljibe relleno con materialesde segunda mitad del sigloXIX; la plaza Roberto Arlt, endonde aparecieron una canti-dad de objetos y de elementos

    de alto valor; el proyectoArqueologa subacutica dela costa de Buenos Aires, enel cual se releva una franjaparalela al ro de 1000 m deancho.

    En la sala F, se ofreci unciclo de pelculas argentinasque representan al siglo orga-nizado por la Videoteca deBuenos Aires. Entre ellas seproyectaron:Quebracho (1974)

    que tuvo la presencia de sudirector, Ricardo Wullicher;La guerra gaucha (1942); Dios selo pague (1948); La Tregua(1974); Safo (1945); VientoNorte (1937); Das de odio(1953); Crnica de un nio solo(1963); Sur(1988); BuenosAires Viceversa (1996);Mundogra (1999); Hombre mirando alsudeste (1986), con la asisten-cia del realizador Eliseo

    Subiela. Tambin se vio eldocumentalDiablo, familia y

    propiedad dirigido por F.Krichmar sobre idea deAgustn Fernndez, a quiense entrevist.

    En la misma sala conta-mos con la presencia de Er-nesto Sbato, quien nos ofre-ci algunas reflexiones acercade este siglo tan complejo enel cual: La modernidad lleva cabo una siniestra paradojapues el hombre logr la con-quista del mundo material a

    costa de su propiacosificacin. Tambin hubocharlas sobre msica parajvenes, actuacin de nme-ros vivos a cargo de los Cen-tros Culturales, tango, danza,teatro, cantautores, etc.

    Otro de los eventos que serealizaron en la sala F, fuecon la presencia de los inte-grantes de los Talleres deHistoria Oral Barrial, la

    presentacin del video Voces yMemorias del siglo XX, dondese entreg a cada uno de losintegrantes el ltimo ejemplardeVoces Recobradas, cuyotrabajo central consiste en unainterpretacin de los testimo-nios de los talleristas.

    Otro de los espacios queocup la muestra en el Cultu-ral San Martn, fue la galerade arte, en donde el grupo

    Totem arm el Caf Urba-no, mezcla de bar tpico de

    Buenos Aires con su chiquilny de ciber-caf. All se organi-zaron una serie de charlasde caf, coordinadas porRodolfo Giunta, que tuvieroncomo invitados a los arquitec-tos Julio Cacciatore y

    Norberto Chaves. Adems, seproyect el video de losalumnos del Nacional BuenosAires,Experiencias de vida(testimonios de fin de siglo).

    En el Caf Urbanotambin se realiz el cierredel curso de Historia en fas-cculos radiales. Todas estasactividades que muestran unsiglo complejo y desdibujado,lleno de conjeturas y vaco de

    certezas, fue mostrado as condeshilachados recuerdos, consus sinceras nostalgias ytambin con sus victorias. Noeludimos conflictos, ms bienlos profundizamos.

    El siglo que supimos conse-guirtuvo muy buena acogidaentre el pblico y la prensa,por lo que el Instituto Histri-co agradece a todos. As eldesafo queda propuesto para

    el siglo que comienza.

    La moderLa moderLa moderLa moderLa modernidadnidadnidadnidadnidad

    llellellellellev a cabo unav a cabo unav a cabo unav a cabo unav a cabo unasiniestrsiniestrsiniestrsiniestrsiniestra para para para para paradojaadojaadojaadojaadojapues el hombrpues el hombrpues el hombrpues el hombrpues el hombreeeee

    logr la conquistalogr la conquistalogr la conquistalogr la conquistalogr la conquistadel mundo materdel mundo materdel mundo materdel mundo materdel mundo materialialialialiala costa de su pra costa de su pra costa de su pra costa de su pra costa de su propiaopiaopiaopiaopia

    cosifcosifcosifcosifcosificacin.icacin.icacin.icacin.icacin.

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    Las fuentes de la memoria: Problemas metodolgicos

    I.I.I.I.I. PPPPPensar la memorensar la memorensar la memorensar la memorensar la memoriaiaiaiaia

    Todos aqullos que nos vinculamos al quehacerde la historia oral habitualmente nos cuestionamossobre el papel que desempea la memoria, y nos asal-tan ms las dudas e inquietudes que las certezas y res-puestas acabadas.

    Como parte del campo de la investigacinsociohistrica que resalta y eleva a primer trmino losenfoques cualitativos, la mirada y escucha que des-pliega el historiador oral reposa y se nutre de las di-versas fuentes que se nos presentan al convocar y tra-tar con la memoria.

    III SeminarIII SeminarIII SeminarIII SeminarIII Seminario Interio Interio Interio Interio Internacional de lanacional de lanacional de lanacional de lanacional de la

    Asociacin MeAsociacin MeAsociacin MeAsociacin MeAsociacin Mexicana de Historxicana de Historxicana de Historxicana de Historxicana de Historia oria oria oria oria oralalalalalXalapa, Veracruz, 25 al 27 de noviembre de 1998. Sede: Ciesas-Golfo

    LAS FUENTES DE

    LA MEMORIA:PRPRPRPRPROBLEMASOBLEMASOBLEMASOBLEMASOBLEMASMETMETMETMETMETODOLGICOSODOLGICOSODOLGICOSODOLGICOSODOLGICOS

    Voces Recobr adas6

    Ponencia:Reflexiones

    terico-metodolgicas

    y creacin e interpretacinde fuentes

    Autor J orge E. Aceves

    Asociacin Mexicana de Historia Oral

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    Esta inquietud no es nueva del todo, ya que es yha sido una constante en las reflexiones sobre el carc-ter y las especificidades de esta capacidad del pensa-miento tan particular, con la que elaboramos en bue-na medida nuestro saber y comprensin socio-histri-cos.

    Prolongando esta costumbre re-flexiva, no estar de ms acercarnosde nueva cuenta a los problemasmetodolgicos que con frecuencia re-conocemos actualmente en el traba-

    jo del historiador oral.(1) La memoriaes una cuestin compleja y no pode-mos sencillamente eludir su proble-matizacin y dejar su tratamiento aotros estudiosos o pacientementeaguardar para mejores y ms ilumi-nados tiempos futuros.

    Algo que nos compete a todosejercitar es la tarea de pensar y darcuenta explcita de las maneras y es-tilos especficos cmo construimos ycomunicamos nuestras observacio-nes, las ideas que orientan y mode-lan nuestro trabajo, el tipo y los pro-cesos para reconstruir y estructurar nuestros datossignificativos, las versiones que exponen los diversospuntos de vista y concepciones del mundo, y en fin, lanecesaria inquietud por no dejar pasar sin explicitar ydejar por sentado, con la intencionalidad de compar-

    tir, la propia experiencia del hacer y pensar el procesototal de la investigacin.La memoria ha estado en la mira reflexiva como

    un problema a desentraar y no como un factorunvoco de materia prima esperando a nuestras pre-guntas para objetivarse en las narraciones de nuestrosentrevistados. La concepcin y la utilizacin especfi-ca que los historiadores orales han realizado de lamemoria ha sido en varias ocasiones cuestionada, perosegn parece, reiterativamente mal comprendida.

    Hace algunos aos el profesor e historiador oralRonald J. Grele (1991: 249) asentaba que la discusin

    con los crticos de esta prctica de indagacin habaresultado un tanto estril. En buena parte porque lacrtica entenda y reduca su anlisis del papel que ju-gaba la memoria y la capacidad de recordar en trmi-nos casi exclusivamente de los factores fsicos y psico-lgicos, relegando lo sociocultural. Grele se pregunta-ba el por qu, y consideraba que la causa ms proba-ble era la incomprensin del quehacer del productorde la historia oral. Explicaba, y ahora yo lo entiendo,que el indagador de la oralidad no busca en las me-morias de los individuos cmulos de hechos y eviden-cias empricas necesariamente verificables, que no

    busca ni fechas, ni descripciones precisas ni tampocoinformes cien por ciento comprobables. El testimonio

    evocado como reflejo verdico de la supuesta realidadno era el objetivo central de la caza por la memoria:era y, an lo es, la construccin de los significados detales experiencias humanas.

    Para Ron Grele, la historia oral debiera interesar-se en registrar y provocar la narracin de los eventos,

    pero no tanto con la intencin deacumular textos narrativos e infor-mes empricos, sino con el afn deaprehender el sentido histricoque tales hechos, acontecimientos yexperiencias tienen en el presentey tuvieron en el pasado para losnarradores. Por ello, la memoria co-lectiva y el olvido colectivo tambinson necesariamente materia de granrelevancia e inters para cualquierhistoriador oral, en cuanto que las

    personas experimentan los hechoscomo individuos pero tambincomo miembros insertos en una par-ticular cultura ubicada en un tiem-po y un espacio especficos (Ibdem:250). Por lo anterior, concluye Grele,refirindose al campo de la historia

    oral, discutir la memoria no debiera quedar slo enevaluar la capacidad psquica para recordar qu po-seen y pueden desarrollar diferencialmente los indi-viduos, sino que habr que incorporar la dimensinsimblica o si se prefiere cultural como resultado de

    relacionarse y vivir en sociedad.

    II.II.II.II.II. ConfConfConfConfConfiguriguriguriguriguracinacinacinacinacin

    de la memorde la memorde la memorde la memorde la memoriaiaiaiaia

    Resultara por ello de gran inters analizar estacuestin desde la perspectiva que se pregunta por lamanera concreta como se configuran los contenidosde la memoria de los sujetos entrevistados. CharlesBriggs, antroplogo y lingista (1986: 13-15) nos ex-

    pone que la historia oral, para nuestra fortuna, ya notrabaja con la memoria como podra pensarse que lohizo en un principio tal como si fuera un archivo odepsito de recuerdos inclumes, no tocados o afecta-dos por el paso del tiempo o las vivencias de los indi-viduos; y que la capacidad humana de recordar, acti-vidad por cierto no exclusiva de nuestra especie, nospermite evocar y recuperar la memoria para incorpo-rar sus contenidos al ritual social de la conversacin.

    Es un acierto, afirma Briggs, el que los historiado-res orales consideren a las fuentes de la memoria comopercepciones sociales de los hechos, los cuales estn

    inmersos en procesos y contextos sociales ms amplios;por lo que la bsqueda de los sentidos sociales se vuel-

    La memorLa memorLa memorLa memorLa memoria es unaia es unaia es unaia es unaia es unacuestin compleja y nocuestin compleja y nocuestin compleja y nocuestin compleja y nocuestin compleja y nopodemos sencillamentepodemos sencillamentepodemos sencillamentepodemos sencillamentepodemos sencillamente

    eludir sueludir sueludir sueludir sueludir suprprprprproboboboboblematizacin ylematizacin ylematizacin ylematizacin ylematizacin y

    dejar su trdejar su trdejar su trdejar su trdejar su tratamiento aatamiento aatamiento aatamiento aatamiento aotrotrotrotrotros estudiosos oos estudiosos oos estudiosos oos estudiosos oos estudiosos o

    pacientemente aguar-pacientemente aguar-pacientemente aguar-pacientemente aguar-pacientemente aguar-

    dar pardar pardar pardar pardar para mejora mejora mejora mejora mejores y mses y mses y mses y mses y msiluminados tiemposiluminados tiemposiluminados tiemposiluminados tiemposiluminados tiempos

    futurfuturfuturfuturfuturos.os.os.os.os.

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    ve entonces un objetivo pertinente y posible. No obs-tante, la naturaleza y el significado de los contextos, yno slo de la situacin de la entrevista, no haba sidosuficientemente atendida por los practicantes de lahistoria oral (Ibdem: 14). De nueva cuenta, los aportesque se obtienen del anlisis y etnografa del habla y dela comunicacin no-verbal podran apoyar este pro-psito an no logrado con suficien-te solidez por parte de la historiaoral.

    Otro problema que entoncesidentificaba Briggs, era la poca aten-cin que se le otorgaba al carcterdialgico de la situacin de la entre-vista y que tiene que ver con la for-ma cmo se conciben, piensan yestructuran las entrevistas as comolos procedimientos, supuestos y ca-

    tegoras con que se les analiza. Laobservacin de Briggs ya ha sidohasta cierto punto cubierta,(2) ya queahora la cuestin es pensar la memo-ria como un constructo simblico sis-tematizado desde el tiempo presen-te, y por lo tanto contemporneo alinvestigador y al narrador, pero tam-bin adecuado y en sintona, no exenta de tensiones yproblemas, a los objetivos, condiciones y marcos so-ciales referenciales de la investigacin que los anima.

    Las entrevistas de historia oral pueden ser conce-

    bidas, como entonces afirmaba Briggs, tal cual con-formaran un dilogo entre el pasado y el presente,enmarcadas en la peculiar naturaleza bifocal y sintti-ca que produce la historia oral (Ibdem: 15).

    III.III.III.III.III. La memorLa memorLa memorLa memorLa memoria en la historia en la historia en la historia en la historia en la historiaiaiaiaia

    orororororal:al:al:al:al: ffffformatos,ormatos,ormatos,ormatos,ormatos,rrrrrompecabezasompecabezasompecabezasompecabezasompecabezas

    y labery labery labery labery laberintosintosintosintosintos

    El rol de la memoria en el trabajo que realiza lahistoria oral est bien documentado y expuesto en di-versos textos ya clsicos y en otros ms novedosos.(3)

    La revisin bibliogrfica de lo realizado ya puede con-vertirse en algo de vastas dimensiones. Plantear nue-vas propuestas y reflexiones es siempre aventurado,pero, a pesar de los riesgos, me resulta una praxis esti-mulante. Por ello exteriorizar algunas ideas en torno ala concepcin de la memoria puede ser un pretextopara afirmar o rechazar los puntos de partida con losque uno ha venido operando en la prctica.

    Con frecuencia repetimos lo que el sentido comn

    ya conoce: la memoria es la vida. Recordar es vivir denuevo. El pasado est siempre en el presente. El futu-

    ro est enraizado en el pasado.Todas ellas son sentencias procreadas con sabi-

    dura y todas ellas nos ofrecen un espejo de nosotrosmismos. Nos miramos al aproximarnos al espejo, asconstruimos las memorias de los hombres y mujeresal dialogar con ellos. Memorias que se conversan, ex-ponindose y discurrindose. Cara a cara en la bs-

    queda organizada del pasado porconfigurar, que efectivamente varelatndose al elaborarse en el dis-curso sobre lo comunicable y com-partible.

    La memoria producto de la si-tuacin de la entrevista es una con-figuracin solicitada al narrador, conbase a un posicionamiento mutuo,en la vida social y en los entendidosculturales que nos permiten in-

    teraccionar. El resultado es unconstructo cargado de sentido, pro-ducto de una relacin social concre-ta: la entrevista como escenario e ins-trumento para el intercambio de sub-

    jetividades.Configuracin intencionada

    desde los respectivos puntos de vis-ta de los actores de la relacin social, enmarcada enlos flujos y redes de particulares poderes y apoyossocietales.

    Las entrLas entrLas entrLas entrLas entreeeeevistas de histo-vistas de histo-vistas de histo-vistas de histo-vistas de histo-rrrrria oria oria oria oria oral pueden seral pueden seral pueden seral pueden seral pueden serconceconceconceconceconcebidas,bidas,bidas,bidas,bidas, comocomocomocomocomoentonces afentonces afentonces afentonces afentonces afirmabairmabairmabairmabairmaba

    BrBrBrBrBrigigigigiggs,gs,gs,gs,gs, tal cual conftal cual conftal cual conftal cual conftal cual confor-or-or-or-or-marmarmarmarmaran un dilogan un dilogan un dilogan un dilogan un dilogo entro entro entro entro entreeeeeel pasado y el prel pasado y el prel pasado y el prel pasado y el prel pasado y el presenteesenteesenteesenteesente,,,,,

    enmarenmarenmarenmarenmarcadas en la pecu-cadas en la pecu-cadas en la pecu-cadas en la pecu-cadas en la pecu-liar naturliar naturliar naturliar naturliar naturaleza bifaleza bifaleza bifaleza bifaleza bifocal yocal yocal yocal yocal ysinttica que prsinttica que prsinttica que prsinttica que prsinttica que produce laoduce laoduce laoduce laoduce la

    historhistorhistorhistorhistoria oria oria oria oria oral.al.al.al.al.

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    Las memorias se construyen, elaboran, organizan,en la voluntad de incursionar en el sentido de las vi-vencias del pasado y en el propsito de exponerlasselectiva, pblica y coherentemente narradas para darcuenta de la trayectoria de la vida personal en socie-dad. Por lo mismo, en este propsito aparecen las vi-vencias como una ficcin, en el sentido de habrselesdotado de integridad, de convertir la evocacin en unproducto del ensueo deseado y evocado.

    La configuracin de una memoria narrada no ne-cesariamente es una invencin, ya que inten-cionalmente puede estar regida por la construccinsincera y honesta del individuo por la experiencia deexplorarse a s mismo y exponerse a los semejantes apartir de componer sus vivencias y recuerdos signifi-cativos.

    Concebir la memoria como algo por construir msque por desempolvar es un giro heurstico importante

    que beneficia la reflexin y dificulta un poco ms laindagacin de la memoria individual y colectiva, ascomo para la precisin del papel que le toca al queincita como entrevistador y al que narra su propia vida.

    La memoria oral as construida tomara caminosdiversos y formas plurales. Como un rompecabezasal cual hay que ir configurando cada una de las pie-zas, armando el sentido y posicin de las diversas ex-periencias hasta poder terminar un formato con tra-yectoria y composicin verdicas y donde las piezas orelatos de vida adquieren sintona y equilibrio.

    El rompecabezas se arma y produce una versin

    panormica del conjunto de las pie-zas intencionalmente agrupadas. Lamemoria que se expone y se discurrees entonces una sntesis de la evoca-cin premeditada y jerarquizada,enmarcada en la situacin social yrespondiendo a las expectativas acor-dadas, negociadas o unilateralmenteestablecidas por la situacin social dela interaccin de la entrevista de his-toria oral.

    El formato de la memoria como

    rompecabezas es un constructo pro-blemtico, en donde la implicacindel investigador debera estar clara-mente definida, y reflexivamente ca-racterizada. El formato limita y diri-ge en gran medida los contenidos quefinalmente puede configurar la me-moria evocada. No obstante, es unasunto de dos que se explicita y por lo tanto puedeevaluarse.

    La memoria como un laberinto, ms que un re-sultado es un estilo de acceso y de configuracin. Se

    construye la cadena de relatos significativos mediantela exploracin libre e impugnando las lealtades con

    las trayectorias conocidas y oficializadas. Los olvidoscomo los motivos de la memoria, los olvidos como losconductos hacia la resignificacin de las vivenciassecundarizadas. El formato del laberinto desearemodular la jerarqua de lo vivido, seleccionar y real-zar lo no relevante, incluir lo que ha sido excluido,contextualizar lo que est aislado e incomprendido,posicionar las acciones personales en los contextossociales no previstos, inventar salidas y opciones deacciones personales que nunca acontecieron,resemantizar la vida y buscar nuevas salidas al labe-rinto que ha sido la vida personal.

    La memoria en el formato construido como labe-rinto puede ayudarnos a detectar las trayectorias vita-les que no son explcitas por no haber sido pensadas oconfiguradas como tales. La tcnica de la entrevistanarrativa se convierte entonces en un recurso paradotar de sentido a las memorias dispersas y demasia-

    do episdicas.A los formatos anteriores, el modelo del icebergtambin les ajusta. Ya que la entrevista de historia oralpor lo comn raspa la punta del tema iceberg encuestin, y slo con la larga interaccin y la copartici-pacin en la formulacin y construccin de las memo-rias narrativas del entrevistado, la base y el conjuntodel texto de vida se va reconstruyendo y va aparecien-do gradualmente pero sin que termine de salir total-mente a la superficie. Y aun as, la mirada que se ledisponga tendr la caracterstica, ahora s, de uncaleidoscopio, en donde dependiendo del movi-

    miento y posicin de la observacinse ver el contenido cambiante delas formas.

    IVIVIVIVIV.....ConstrConstrConstrConstrConstruccin,uccin,uccin,uccin,uccin,

    inininininvvvvvencin,encin,encin,encin,encin,

    rrrrrepreprepreprepresentacinesentacinesentacinesentacinesentacin

    Todo esto para decir que las

    memorias y los contenidos que lesasignamos son productos premedi-tadamente concebidos. El historia-dor oral construye sus datos, no losrecopila tal como si estuvieran siem-pre all aguardndolo. No es undesenterrador de memorias mo-mificadas, pero tampoco resucita re-

    cuerdos inexistentes. Al buscar el testimonio personaly configurar memorias de los actores sociales que par-ticipan en su tiempo y en un espacio concreto, intere-sa aproximarse a la vivencia ms verosmil y posible.Sin embargo, son constructos resemantizados a loscuales hay que evaluar y calibrar en consonancia con

    La memorLa memorLa memorLa memorLa memoria pria pria pria pria producto deoducto deoducto deoducto deoducto dela situacin de la entrla situacin de la entrla situacin de la entrla situacin de la entrla situacin de la entre-e-e-e-e-vista es una confvista es una confvista es una confvista es una confvista es una configurigurigurigurigura-a-a-a-a-cin solicitada al narcin solicitada al narcin solicitada al narcin solicitada al narcin solicitada al narrrrrra-a-a-a-a-dordordordordor,,,,, con base a un posi-con base a un posi-con base a un posi-con base a un posi-con base a un posi-cionamiento mutuocionamiento mutuocionamiento mutuocionamiento mutuocionamiento mutuo,,,,, en laen laen laen laen la

    vida social y en losvida social y en losvida social y en losvida social y en losvida social y en losentendidos culturentendidos culturentendidos culturentendidos culturentendidos culturalesalesalesalesalesque nos permitenque nos permitenque nos permitenque nos permitenque nos permiten

    interinterinterinterinteraccionaraccionaraccionaraccionaraccionar.....

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    NOTAS Y REFERENCIAS:

    1. Cfr. Obras de autores como Paul Thompson, David Henige,Jacques Le Goff, Phillipe Lejeune, Pierre Nora, Alessandro Portelli,Luisa Passerini, Jan Vansina, Maurice Halbwachs, Eric Hobsbawm,etc.Grele, Ronald J. Private memories and public presentation: Theart of oral history en su Envelopes of Sound. The Art of Oral History,2ed., New York, Praeger, 1991.Briggs, Charles L. Learning How to Ask, A sociolinguistic appraisal ofthe role of the interview in social science research. Cambridge, UniversityPress, 1986.2. Ver los trabajos correspondientes a la Parte IV Interpretingmemories, de la antologa editada por Robert Perks y AlistairThomson, The Oral History Reader, London, New York, Routledge,1998. Tambin varios artculos aparecidos en la revista espaolade Historia y fuente oral, nros. 1, 2, 5 y 11.3. Thompson, Paul. La voz del pasado. Historia oral. Valencia, EdicionsAlfons El Magnnim, 1988.Henige, David. Oral Historiography, New York, London, Lagos,Longman, 1982. (Especialmente el captulo 6: Oral history:testimony of the recent past.)Diges, Margarita et.al. Los falsos recuerdos. Sugestin y memoria. Bar-celona, Paids, 1997. Cuadernos de Psicologa, 5.Baddeley, Alan D. Psicologa de la memoria. Madrid, Debate, 1983.Coleccin Universitaria.Delval, Juan. El desarrollo humano. Madrid-Mxico, Siglo XXI.

    Yates, 1994.Frances A. El arte de la memoria, Madrid, Taurus, 1974. Ensayistas,-113.

    otras fuentes histricas y recursos para la con-textualizacin social.

    La invencin de los contenidos de las memoriaspuede ser tambin una reconfiguracin de lo vivido,de lo olvidado, de lo desapercibido, de lo ahora rele-vante. La invencin es por lo tanto una representacinde lo social y de los mundos posibles ante los ojos yexpectativas de los individuos. La implantacin de losrecuerdos, as como la sustitucin, laconfusin, la falsificacin, el olvidoforzoso, la seleccin desde una posi-cin subordinada y dems procesosde construir y reproducir falsos re-cuerdos son construcciones objetivassustentadas en relaciones socialespermeadas por la desigualdad y pri-vilegios distribuidos con base a lasestructuras de poder (Diges, Loftus,

    et.al.: 1997).Sin embargo, la discusin de es-tos aspectos del carcter constructivista de las memo-rias orales puede llevarnos a derroteros muy ajenos anuestro campo disciplinario. En la psicologa social y laexperimental la cuestin de la memoria ha sido amplia-mente discutida. No obstante, el afn interdisciplinariode la historia oral ha propiciado un enriquecimiento desus puntos de partida y resulta evidente la necesidad deconsiderar sus aportes en el momento y espacio adecua-dos.

    Por lo pronto, resalto que conocer la memoria im-

    plica comprenderla en sus mltiples dimensiones, com-posiciones y configuraciones. No slo se habla de lamemoria episdica y autobiogrfica de recuerdos o lade larga duracin o semntica de conocimientos, sinode otras memorias especficas, como aquellas relaciona-das con lo visual, lo auditivo, lo sensual, lo gustativo yolfativo, las vinculadas a los esquemas corporales y deexperiencia del cuerpo (Cfr. Juan Delval, 1994: 344-355).

    Los factores psicolgicos y fsicos que afectan a lamemoria fueron trabajados por Tulving (1972, 1983,1985, citado en Delval) y all se desarrollan muchos ar-

    ...............conocer la memorconocer la memorconocer la memorconocer la memorconocer la memoriaiaiaiaiaimplica comprimplica comprimplica comprimplica comprimplica comprenderenderenderenderenderlalalalala

    en sus mltiples dimen-en sus mltiples dimen-en sus mltiples dimen-en sus mltiples dimen-en sus mltiples dimen-siones, composiciones ysiones, composiciones ysiones, composiciones ysiones, composiciones ysiones, composiciones y

    confconfconfconfconfiguriguriguriguriguraciones.aciones.aciones.aciones.aciones.

    gumentos que pueden orientar al historiador oral paradeterminar los procesos conscientes e inconscientes queafectan la produccin de la memoria en situacin deentrevista oral. La obra de Alan Baddeley (1983) es tam-bin un ejemplo de la manera y extensin de pensar lamemoria desde el campo de la psicologa. Al igual queel texto de Frances Yates (1974) lo es para el campo de lahistoria del arte.

    Sin embargo, no se trata depsicologizar la produccin del histo-riador y olvidar o secundarizar la in-tencin de realizar una aproximacineminentemente sociohistrica, conpreguntas quiz del tipo antro-polgico o sociolgico. Intentar re-flexionar y ampliar las perspectivassobre nuestro quehacer es con la fi-nalidad de propiciar acercamientos a

    otras propuestas disciplinarias, comoes el caso de la psicologa.Recordemos ahora lo dicho al principio, de lo que

    se trata es de ir ms all de los presupuestos simples yestrechos de concebir y tratar la memoria, se intenta noquedarse en la discusin sostenida por criteriosbiologistas o psicologistas, sino de ampliar y potenciarla comprensin del papel que juega la memoria a partirde la consideracin e inclusin analtica del aspecto sim-blico, de la dimensin sociocultural. Slo de esa mane-ra podremos pensar en la memoria como la fuente porexcelencia de la historia oral.

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    Nosotros delCuarto Distrito...Identidad colectiva en lasmemorias sobre la inundacin

    de 1941 en los barriosindustriales de Porto Alegre

    25,26y27deagostode1999

    IV ENCUENTRO NACIONAL DE HISTORIA ORAL

    Trabajo presentado en el Simposio: Memoria,historia y formacin de identidades realizadoel 25 de agosto de 1999 y coordinado por

    Mirta Zaida Lobato (UBA)

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    ntre las dcadas de 1920 y 1950, Porto Alegre, capitaldel Estado de Ro Grande do Sul, experiment un aceleradoproceso de crecimiento urbano directamente asociado al de-sarrollo de un complejo econmico que articulaba, en ntimaconexin, un parque industrial y una red de transportes demedia y larga distancia (navegacin fluvial, ferroviaria y avia-cin civil).

    Este proceso de transformacin derivaba del papel asu-mido por la ciudad en la intermediacin entre el mundo exte-rior y las colonias agrcolas alemanas e italianas que desde elsiglo XIX realizaron la integracin de la mitad norte del Esta-do, a la economa del mercado.

    Es natural, por lo tanto, que el cre-cimiento urbano se concentrara en lasreas inundables de la regin norte, aorillas del ro Guaba, donde desembo-caban todas las vas de comunicacinentre la capital y las colonias. As se ori-ginaron los barrios operarios de Nave-gantes de So Joo, que concentraron elcrecimiento poblacional de la ciudad des-de el inicio del siglo, y los vieron conver-tirse en los principales colegios electora-les de la misma en el llamado perodo

    populista (1945-1964).Caracterizados por la proximidadentre las reas de viviendas y el lugar detrabajo, la emergencia de estos barriosmarc un nuevo momento en la configu-racin de la clase trabajadora en la ciu-dad, con un amplio predominio del em-pleo industrial, un cambio en la escalacuantitativa (nmero total de la concen-tracin de trabajadores por unidad) y el desenvolvimiento deformas de sociabilidad y estrategias socio-econmicas fami-

    liares, bastante distintas de

    las que caracterizaban aloperario porto-alegrensehasta el inicio de este siglo.

    Desde mediados de losaos 20, la existencia de estanueva realidad llamaba laatencin de observadoresexternos, que la identifica-ban como la emergencia deuna ciudad dentro de laciudad. Fue mientras tantoentre 1945 y 1964 que la po-

    blacin de estos barrios vinoa asumir un papel decisivo

    en la redefinicin del escenario poltico local, constituyndo-se en la base ms articulada de actuacin tanto del PartidoComunista como, especialmente, del Partido Laborista Brasi-leo, que bajo el liderazgo de Leonel Brizola asumi en laciudad una caracterstica fuertemente programtica, con unpapel importante en varias movilizaciones populares y laadopcin de banderas reformistas y anti-imperialistas.

    Diversas matrices discursivas y proyectos polticosimpactaron el proceso de constitucin de esta comunidadcomo principal protagonista colectivo. El movimiento sindi-cal pas a lo largo del perodo por varias mutaciones, en fun-cin de la redefinicin del perfil de clase, de la lucha polticainterna y del conflicto con estrategias estatales y patronales.Los sistemas paternalistas de relaciones de trabajo implanta-dos en algunas grandes empresas desempearon un papeldecisivo no slo en el control sobre los trabajadores y en laatencin de un amplio abanico de sus necesidades, sino tam-

    bin en la propia definicin del universo

    simblico local. Por otro lado, la comple-ja composicin tnica de estos barrios, yel traumtico proceso de nacionaliza-cin vivido en medio de la Segunda Gue-rra Mundial tambin dejaron sus marcas.

    Estos diferentes factores derivaronen una gran diversidad de orientacionesy definiciones identificadoras que no im-pidieron que los habitantes y/o trabaja-dores de esta parte de la ciudad adquirie-sen un poderoso sentido de constituir unacomunidad con caractersticas propias co-

    munes. Sintomticamente, esta identidadacostumbra, todava en los das de hoy,ser anunciada a travs de la frase Noso-tros, del Cuarto Distrito..., que indica elpeso de la base territorial y de la inser-cin poltico-administrativa en la consti-tucin de una comunidad abarcante en elseno de esta colectividad de trabajadores.

    La caracterizacin de esta identidadpropia del Cuarto Distrito ha sido elaborada en la memo-ria colectiva local a travs de una serie de narrativas oralesrepasadas de generacin en generacin. De stas, la historia

    de la inundacin de 1941 asume la dimensin de un verdade-ro mito fundador, siendo una de las pocas referencias quelos descendientes actuales, casi sin excepcin, conocen sobrela trayectoria de sus antepasados.

    El presente trabajo analiza el papel de este marco en laestructuracin de los relatos de antiguos moradores, y lo quel expresa sobre la definicin de una identidad colectiva pro-pia de la poblacin de estos barrios, comprendida como ex-presin de una configuracin histrica particular de la clasetrabajadora porto-alegrense.

    Examinaremos tambin el modo como la utilizacin dela memoria de la inundacin como elemento definitivo del

    carcter del Cuarto Distrito fue objeto de intervencionesdesencadenadas desde el propio momento de los aconteci-

    Autor Alexandre Fortes

    Universidad Estatal de Campinas - Brasil

    Traduc cin : E lza Sca lco

    Nosotros del Cuarto Distrito...

    E

    SintomticamenteSintomticamenteSintomticamenteSintomticamenteSintomticamente,,,,, estaestaestaestaestaidentidad acostumbridentidad acostumbridentidad acostumbridentidad acostumbridentidad acostumbra,a,a,a,a,todatodatodatodatodava en los das deva en los das deva en los das deva en los das deva en los das dehohohohohoyyyyy,,,,, ser anser anser anser anser anunciada aunciada aunciada aunciada aunciada a

    trtrtrtrtraaaaavs de la frvs de la frvs de la frvs de la frvs de la fraseaseaseaseaseNoso-Noso-Noso-Noso-Noso-trtrtrtrtros,os,os,os,os,del Cuardel Cuardel Cuardel Cuardel Cuarto Distrto Distrto Distrto Distrto Distri-i-i-i-i-

    tototototo...............,,,,,que indica el pesoque indica el pesoque indica el pesoque indica el pesoque indica el pesode la base terde la base terde la base terde la base terde la base terrrrrritoritoritoritoritorial y deial y deial y deial y deial y de

    la inserla inserla inserla inserla insercin poltico-cin poltico-cin poltico-cin poltico-cin poltico-

    administradministradministradministradministratiatiatiatiativvvvva en laa en laa en laa en laa en laconstitucin de unaconstitucin de unaconstitucin de unaconstitucin de unaconstitucin de una

    comunidad abarcomunidad abarcomunidad abarcomunidad abarcomunidad abarcante encante encante encante encante enel seno de esta colectiel seno de esta colectiel seno de esta colectiel seno de esta colectiel seno de esta colectivi-vi-vi-vi-vi-

    dad de trdad de trdad de trdad de trdad de trabajadorabajadorabajadorabajadorabajadores.es.es.es.es.

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    mientos por diferentes protagonistas en el orden local, nacio-nal e internacional. En este sentido, definimos la memoria re-producida y transmitida sobre el episodio no como productoespontneo que expresa una nocin de comunidadpreestablecida, pero s como resultado de la reelaboracin dela experiencia vivida y de diferentes discursos que, al inter-pretarla, buscan incidir sobre la propia definicin de lo queconstituye la comunidad. El hecho y sus relatos: lecturassobre el carcter de una comunidad.

    No hay como negar la dimensin objetiva de este granhecho. Finalmente, el da 8 de mayo de 1941, las aguas delGuaba llegaban al rcord de 4,73 metros sobre el nivel nor-mal y as permaneceran hasta fin de mes. El Cuarto Distri-to quedaba totalmente sumergido, con el agua elevndose ams de 2,5 metros en la mayora de las casas, cubriendo bue-na parte de ellas y dejando libres apenas los tejados y ticosde las ms elevadas.

    Si la dimensin extraordinaria del

    evento explica su impacto en la memoriacolectiva, el significado asumido por lasnarrativas que lo describen resulta porotro lado de un complejo proceso de cons-truccin y reelaboracin. En estos relatos,se trasluce toda la ambigedad que mar-ca la proximidad de la comunidad conlas aguas del ro, vivida al mismo tiem-po como fuente de oportunidades y deriesgos.

    Sin embargo, la propia existencia delcomplejo econmico que defini la loca-

    lizacin de los barrios y posibilit el de-senvolvimiento de las estrategias socio-econmicas de los trabajadores que lospoblaran deriva de varias maneras de estaproximidad con el Guaba. Las fbricasse localizaron inicialmente de frente parael amplio andn, a travs del cual se daba la mayor parte de lacirculacin de materias primas y productos terminados. Lapropia navegacin fluvial se intensific como fuente de em-pleos o de generacin de encaje complementario, as como loeran la pesca y la caza:

    Yo hice un montn de trabajos, trabaj de pescador tam-

    bin, (...) venda mucha mercadera por el norte tambin. Yo yun compadre, tenamos una gasolina [barco de carga, N. deA.] en sociedad (...)

    Yo iba hasta la granja Carola hasta all... en el Esteio, enla Charqueada, (...) la gente llegaba ah y haca los pedidos demercadera: el tipo quera diez cajas de aguardiente, diez ca-

    jas de vino, tena cerveza, y yo vena, cargaba el barco, suba yhaca mis entregas. (...) Un to mo tena banca en el mercado.El pez que atrapaba, yo se lo daba a l para que lo llevara almercado.

    (...) En esa poca justamente que yo trabajaba en laRenner, hay veces que yo mismo buscaba un modo de rom-

    per el telar (...) los viernes, que era para poder viajar, no? Unviaje duraba como quince das, tena que trabajar quince das

    para tirar lo que yo ganaba en dos das viajando con la merca-dera. (...) El servicio de cuidar el telar era por pieza.

    (...) Ah estaba lleno de carpinchos, un baado peligro-so, el agua peligrosa, los carpinchos no s cmo no moranall... una cosa de locos. (...) Yo com mucha carne (de carpin-cho), es una maravilla, ellos slo comen pasto, son como unavaca, slo eso, no comen nada ms (...) Yo tena un to queslo viva de la caza (...) de carpincho, de ratn, nutria. Tenanaquellos judos que (...) agarraban y vendan el cuero de losyacars, cuero de carpincho, de ratn, de nutria. (...) Lo quesala ms caro era la nutria que tiene un pelo maravilloso, muysedoso, una cosa de linda (...).

    Este papel del ro y sus aguas como proveedor de la opor-tunidad de acceso a ganancias o beneficios extraordinariosaparece tambin de manera eventual en los propios relatossobre la inundacin:

    (...) La Conduccin Frrea tena mucha madera, gene-ralmente la que quemaban las mquinas,

    aquello pasaba as, aquellas camadas demadera, haca falta slo que nosotros abri-ramos un pedazo, como yo abr en frentede mi casa un portn grande y la maderaiba entrando (...) y cuando termin la inun-dacin yo tena un cerro de lea.

    (...) Ah, no, el aeropuerto (...) enaquella poca era tipo una casa, una resi-dencia, un sobrado. Entonces el personaltena unos bancos en la calle, unos bancosrojos. Inclusive hasta los bancos la gentealcanz a salvar en la inundacin.

    La convivencia con el ro no definaslo el acceso a recursos y oportunidades,an as de diversos modos afectaba otrasformas de sociabilidad, como el ocio y eldeporte, que as como la experiencia acu-mulada en el pasado, generaran habilida-

    des que seran cruciales para el enfrentamiento de la situa-cin de emergencia representada por la inundacin:

    All quedaba el Gerdau, quedaba dentro del agua y eltren pasaba bien al frente, tena un trapiche all donde Benoni,donde nosotros bamos a pescar, nadar, (...) con la gurisada.

    (...) La gente que se cri en Navegantes... No tena pla-

    ya, no, y la gente estaba desnuda, muchas veces era golpea-da, iba preso, cuando era gur, no tena ni calzones, me sacabalos calzoncillos y todo. Entonces la gente se baaba all. Lapolica golpeaba y a veces se quedaba con la ropa de la gente.La gente se sumerga y ellos no nos pegaban ah, no?

    Ernesto: Vos sabs lo que nosotros sufrimos aqu, fuecon las inundaciones. Nosotros pasamos la inundacin del 24,nosotros agarramos la inundacin del 26, nosotros agarramosla inundacin del 28, (...) vino la del 36 aqu en la chacra, aga-rramos la inundacin del 41 que tap casi la casa, fue dondenosotros paramos en el tico de (...) doa Elsa, (...) y el aguatap los galpones donde tena las vacas, tena todo, (...) y yo

    con el bote sub casi encima del tejado.Teodolina: (...) Era tan alta la casa, (...) que ellos apoya-

    ............... la historla historla historla historla historia de la inia de la inia de la inia de la inia de la inun-un-un-un-un-dacin de 1941 asume ladacin de 1941 asume ladacin de 1941 asume ladacin de 1941 asume ladacin de 1941 asume ladimensin de un vdimensin de un vdimensin de un vdimensin de un vdimensin de un verererererda-da-da-da-da-derderderderderooooomito fundador,mito fundador,mito fundador,mito fundador,mito fundador,

    siendo una de las pocassiendo una de las pocassiendo una de las pocassiendo una de las pocassiendo una de las pocasrrrrrefefefefeferererererencias que losencias que losencias que losencias que losencias que los

    descendientes actuales,descendientes actuales,descendientes actuales,descendientes actuales,descendientes actuales,casi sin ecasi sin ecasi sin ecasi sin ecasi sin excepcin,xcepcin,xcepcin,xcepcin,xcepcin,

    conocen sobrconocen sobrconocen sobrconocen sobrconocen sobre la tre la tre la tre la tre la traaaaayyyyyec-ec-ec-ec-ec-tortortortortoria de sus antepasados.ia de sus antepasados.ia de sus antepasados.ia de sus antepasados.ia de sus antepasados.

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    ron la balsa en la ventana, se entraba con la balsa...Ernesto: Yo, (...) ya tena cierta experiencia. (...) Cuan-

    do vimos subir el agua (...) fuimos luego a comprar madera.(Yo y ...) don Otto, hicimos una balsa cuando el agua iba lle-gando de all abajo y cuando terminamos, ya estbamos den-tro del agua y esa balsa nos salv todo (...) (El Feij), criabachanchos en una chacra, nosotros bamosa cuidar mucho a los chanchos de l y youn da llegu a agarrar un chancho de alllo pusimos dentro de la balsa y matamosal chancho sobre el tico de casa. (...) yeso fue pasando, y esa carne y el porotoy ms aguardiente... Mir, pasamos y nohubo nada. Nosotros tenamos muchasgallinas en la chacra y esas gallinas laspuse todas sobre un tico que nosotrostenamos en el galpn y vena mucha ma-dera de los durmientes que el agua levan-

    t, madera de durmientes, que usabapara las mquinas, para calentar las mquinas y todo esto vinoy se qued. Entonces yo (...) tena que sumergir la maderapara entrar por debajo de la puerta, porque el agua tap lapuerta, y aquella madera sumergida y las gallinas caminabanpor encima. No faltaba agua, comida y no muri una gallina.De vez en cuando, se necesitaba de una gallina o dos para

    comer, iba all y agarraba la gallina y nos defendamos, gra-cias a Dios.

    Este nfasis en la capacidad de enfrentar y superar unasituacin de calamidad tiende a ser predominante en la ma-yora de los relatos sobre la inundacin, en particular en losrelatos masculinos, donde aparece destacada la toma de me-

    didas de precaucin, en funcin de la ex-periencia con las inundaciones anteriores,las habilidades como la de construir unaembarcacin simple y de nadar con desen-voltura. El otro elemento que es destaca-do como fortaleciendo condiciones para lu-char con la inundacin es la disponibilidadde alimento (gallinas, chanchos,...) deriva-da de una estrategia socio-econmica fa-miliar que combinaba el empleo industrialcon pequeos negocios urbanos y rurales.

    Por lo tanto, en primer plano encon-

    traremos la narrativa de la hazaa repre-sentada por la superacin de condiciones tan adversas conbase en recursos simples y en las capacidades desenvueltas apartir de una gran adaptacin al medio, del voluntarismo yde la creatividad. La dimensin de las prdidas sufridas, porotro lado, tiende a aparecer de modo fragmentado o ser mini-mizada en funcin del trabajo de reconstruccin y recupera-cin posterior. El hecho es que, as como ocasionaba oportu-nidades, la proximidad con el ro expone a los moradores auna serie de riesgos, y las inundaciones representaban la si-tuacin en que estos riesgos se materializaban de una formaextrema.

    Podemos percibir una cierta inflexin al respecto en al-gunos relatos femeninos, donde la dimensin de losinfortunios asociados al contacto con el ro asume un mayordestaque:

    (Mi esposo, Fortunato,) fue verdulero por mucho tiem-po, hasta (...) que, en la inundacin del 41, su carreta se rom-pi toda. Y l tena muchos fiados en la calle (...). Esa inunda-cin que deshizo nuestra casa, tambin rompi su carreta.

    Mi pap (...) perdi dos hijos en una noche por saram-pin. (...) Despus (...) el mayor que muri a los 15 aos, (...) lfue a trabajar a la panadera junto con la mam y l qued asmedio cansado, transpirando y fue a baarse al ro, era en el

    ro que todava nos babamos y contrajo una fiebre, fiebre,fiebre, y muri.Mi marido, (...) su familia era de Italia, (...) tuvieron granja

    mucho tiempo, el padre de l tena antes de casarse. Despusempezaron aquellas inundaciones aqu, inundacin una trasotra. El viejo hizo una buena plata (...) y vino una tormenta,lleg aquella lluvia, una inundacin. Hubo agua hasta en eltejado ac en Navegantes, perdi todo (...)

    (...) Hubo mucha gente enferma, bh... La gente quedarrasada cuando empez la gran inundacin. La gente de-ca gran inundacin porque nunca haban visto una inun-dacin as.

    Eventualmente, algunos hombres tambin se refieren, depronto, a las consecuencias negativas de la inundacin.

    El agua erEl agua erEl agua erEl agua erEl agua era honda en laa honda en laa honda en laa honda en laa honda en lainininininundacin,undacin,undacin,undacin,undacin,no?,no?,no?,no?,no?,y nosy nosy nosy nosy nostirbamos,tirbamos,tirbamos,tirbamos,tirbamos,parparparparpara salva salva salva salva salvar aar aar aar aar auno o a otruno o a otruno o a otruno o a otruno o a otrooooo.....VVVVVos vos vos vos vos ves,es,es,es,es,elelelelelagua podragua podragua podragua podragua podrida,ida,ida,ida,ida,vvvvvena deena deena deena deena de

    todotodotodotodotodo,,,,,no?no?no?no?no?

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    Nosotros perdimos muchas cosas, la casa no era nuestra, y elpiso todo quedaba como las jorobas de los camellos. La gente notena muchas cosas... Provoc muchas enfermedades. Las personastomaban agua, tiraban un cordn con una latita, o un vaso y toma-ban esa agua. Algunos la hervan, y todo, no haba agua, ms nada,entonces la hervan y usaban esa agua para todo...

    Enfermedades en chicos hubo muchas, porque los fros, has-ta que seca todo, eran una calamidad. Este Navegantes, ac era to-das esas piedritas en las calles, no haba pavimento, no haba nada,entonces recuperar todo eso fue una barbaridad.

    A pesar de la existencia de estos relatos que reconocen o desta-can la dimensin de la fragilidad de la comunidad frente a los peli-gros ocasionados por las aguas, la visin predominante en los rela-tos es la de una situacin que fue enfrentada y superada con xito, apartir de verdaderas proezas, protagonizadas invariablemente porhombres:

    Ernesto: Las mujeres dorman en el tico arriba y tena ungirauque el agua faltaba un poco as para mojarnos. All estaban los

    hombres.Teodolina: (...) mira parece mentira que Dios ayuda, siem-pre de una manera, y don Otto tena unas tablas all arriba en elgirauy ellos (...) hicieron un entarimado arriba de la parte alta deledificio, (...) un tico en su cubierta y cada cual que puede recubrirsecon su colchn con lonas con todo para poder acostarse. Pero noso-tros tenamos mucha suerte porque el Ernesto tena balsay con elArno trabajaban como perros, un da transportaban las cosas de unacasa a otra y as siguieron.

    Ernesto: Era gente pidiendo ayuda por todos lados, galli-nas, perros, los ponan en los tejados de las casas y despus se iban(...). Una vez (...) el fallecido Feij y el fallecido Otto salieron no s de

    qu forma yo los encontr ac en la esquina de (Carretera Dona)Teodora con la (calle) Pernambuco con el agua por ac (seala lacintura).

    De noche se escuchaban los gritos, (...)ayuda, ayuda... La gente tena que ir all, no?(...) La gente nadaba bien, entonces (...) no ha-ba ninguna dificultad de salvar, ir all salvarla gallina, un animal nadando, se tiraban... Elagua era honda en la inundacin, no?, y nostirbamos, para salvar a uno o a otro. Vos ves,el agua podrida, vena de todo, no?

    El mito de la fuerza y del ingenio mascu-

    lino venciendo las adversidades de un me-dio al mismo tiempo generoso en recursos,pero hostil y peligroso, otorga el acento do-minante en el modo cmo los habitantes delCuarto Distrito cuentan sus memorias dela gran inundacin. Esta imagen refleja elmodo cmo se definan las relaciones de g-nero en el seno de la comunidad, sea en el interior de las familias o enlas redes del vecindario. Al reforzar la divisin de papeles y la im-portancia de la iniciativa de los hombres en la defensa de sus fami-lias, este imaginario aproxima la figura masculina de la visin cons-truida y difundida en la regin sobre el espritu aventurero y fuerte

    de los capitales de industria, y su papel paternal como proveedo-res de empleos y beneficios a la comunidad.

    Esta identificacin subyacente se vincula de un lado a las es-trategias familiares, en que los hombres maduros tendan muchasveces a dislocarse del trabajo asalariado para los pequeos negociosautnomos; en cuanto las mujeres, particularmente las no casadas(solteras, viudas y solteronas) y los adolescentes de ambos sexosaseguraban a travs del trabajo industrial una pensin baja, perorelativamente segura. Por otro lado, la afirmacin de la similitud deesta capacidad de reaccin heroica con los valores defendidos porlas empresas fue objeto de un dedicado proceso de elaboracin ydifusin de una memoria oficial sobre la inundacin, a partir delos relatos institucionales de diferentes protagonistas envueltos di-recta e indirectamente en la poltica y en la sociedad locales.

    ConstrConstrConstrConstrConstruccin de memoruccin de memoruccin de memoruccin de memoruccin de memoriaiaiaiaia

    y estry estry estry estry estrategias socio-polticas:ategias socio-polticas:ategias socio-polticas:ategias socio-polticas:ategias socio-polticas:

    la inla inla inla inla inundacin en la vundacin en la vundacin en la vundacin en la vundacin en la vozozozozoz

    de otrde otrde otrde otrde otros pros pros pros pros protagotagotagotagotagonistasonistasonistasonistasonistas

    Ya en el momento inmediatamente posterior a la inunda-cin, grandes empresas de la regin comenzaron a presentar suvisin sobre lo ocurrido. Para la Aviacin Area Ro Grandense-VARIG, la inundacin habra representado:

    ... el tributo que necesitamos pagar a la catstrofe, quesometi a una dura prueba el material de vuelo de la compaay la capacidad de resistencia moral y fsica de nuestros compa-eros.

    Tanto el material como los funcionarios se mostraron, enconsecuencia, a la altura de esas circunstancias extraordinarias.En la industria del vestido, A. J. Renner,

    la mayor fbrica del Estado, al organizar en1946 un Pequeo manual de los emplea-dos, juzgaba necesario incluir, al lado detems como eficiencia, celo profesional,cualidad y cooperacin, una referenciaa los acontecimientos que entraron a la his-toria de la organizacin, destacando que:

    No son pocos los establecimientosque durante sus largos aos de existen-

    cia tuvieron que sealar acontecimien-tos y episodios trgicos. Tambin en lahistoria de las Industrias Renner, hayque registrar acontecimientos deplora-bles como las inundaciones de 1928,1936, y 1941, esta ltima de proporcio-nes extraordinarias (...)

    A todos perjudic la inundacin con igual inten-sidad, provocando problemas enormes para la empre-sa y situaciones difciles que pusieron a prueba el es-pritu de sacrificio, desprendimiento y lealtad de mu-chos empleados encargados de secciones y operarios

    , que permaneceran en las fbricas pres tando auxiliovalioso durante los das de comn peligro.

    HerHerHerHerHeroicamenteoicamenteoicamenteoicamenteoicamente,,,,, grgrgrgrgranananananparparparparparte de los operte de los operte de los operte de los operte de los operarararararios yios yios yios yios yempleados, abandonan-empleados, abandonan-empleados, abandonan-empleados, abandonan-empleados, abandonan-do sus interdo sus interdo sus interdo sus interdo sus intereses pareses pareses pareses pareses particu-ticu-ticu-ticu-ticu-

    larlarlarlarlares y sus fes y sus fes y sus fes y sus fes y sus familias,amilias,amilias,amilias,amilias,lucharlucharlucharlucharlucharon an paron an paron an paron an paron an para salva salva salva salva salvarararararlo que fuerlo que fuerlo que fuerlo que fuerlo que fuera posiba posiba posiba posiba posible de lale de lale de lale de lale de lafurfurfurfurfuria de las aguas.ia de las aguas.ia de las aguas.ia de las aguas.ia de las aguas.TTTTTodoodoodoodoodo

    fue intilfue intilfue intilfue intilfue intil.....

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    Las narrativas empresariales sobre la inundacinpostularon por lo tanto, que este evento significativo habra re-velado y colocado a prueba el carcter y la capacidad de lostrabajadores locales. En la visin de las compaas, el valor porellos demostrado se habra expresado en la defensa del patri-monio y del servicio de las mismas, hermanando los interesesdel capital y del trabajo.

    Una publicacin local, en 1943, desarrollara este vnculode forma bastante sistemtica. Analizando el desenvolvimientode Navegantes desde sus orgenes, el texto enfatiza que, ya en1916, la fbrica Renner pasar a constituir el corazn del barriodando vida a sus arterias y renovndolas. Esta organizacinentre empresa, barrio y sus habitantes, llevara a que stos fue-sen beneficiados por el civismo de nuestros industriales, queamparndose en las demandas por nivelacin, pavimentacin,abastecimiento de electricidad y otros beneficios de urbaniza-cin de los que los moradores/trabajadores carecan, se habanadelantado a los poderes pblicos en la resolucin de estos

    problemas. Este espritu pblico habra sido demostrado par-ticularmente por Renner, que con ms de 2.000 operarios, ganaen poblacin a decenas de ciudades riograndenses.

    Por lo que, es natural que despus de enumerar los benefi-cios ofrecidos por la empresa, a travs de la Caja Beneficiadorade los Empleados, del refectorio y de la guardera infantil, delGremio Deportivo, as como la generosidad demostrada en lacesin de los terrenos al Grupo Escolar 1 de Mayo, a un Centrode Salud y a la escuela profesional de Servicio Nacional deAprendizaje Industrial (SENAI), el autor se dedicaba a descri-bir la actitud de reciprocidad de los trabajadores en la defensa

    del patrimonio industrial. El relato de la inundacin, aunquepresentado como parte de la historia del barrio, se basa en unfolleto editado por la Renner, y se limitaba a su impacto en laempresa.

    Rescatando los perjuicios causados por la inundacin de1928 y las providencias resultantes, con costosas obras de de-fensa y elevacin del nivel de los pisos, que limitaron el impac-to de la inundacin de 1936, se destacaban las proporciones ca-tastrficas de la de 1941, cuando:

    No sirvi la tarea herclea de transformar un rea de20.000 metros cuadrados en compartimentos estancos. Si resis-tieran los diques y las paredes, cumpliendo su funcin, no lopudo hacer el suelo minado por la terrible fuerza del agua. Y en lanoche del 3 (de mayo de 1941), por la madrugada, se parti en unestruendo el piso de concreto de las oficinas centrales y con un vio-lento chorro el terrible elemento comenz a invadirlo todo.

    Heroicamente, gran parte de los operarios y empleados,abandonando sus intereses particulares y sus familias, lucha-

    ron an para salvar lo que fuera posible de la furia de las aguas.Todo fue intil, en fin. El agua en un ritmo increble continuabacreciendo. Ascendi a 2,44 metros en algunos departamentos,(...) de las puertas y portones, apenas emergan algunos pal-mos. De este modo, no slo las materias primas, preciosas einsustituibles mientras durara la guerra, sino mquinas delica-dsimas, motores elctricos en nmero de 520, que tantos fue-ron los que no pudieron ser retirados de sus lugares, millaresde piezas de hacienda, todo qued debajo del agua.

    (...) Las industrias del barrio renacieron a consecuenciade este nuevo diluvio y all estn trabajando sus millares deoperarios, colmena inmensa e incansable cuyo trabajo asegur

    la reconstruccin tambin de sus hogares deshechos por la tre-menda catstrofe.Conforme verificamos en el tem anterior, esa imagen de

    los trabajadores abandonando sus intereses particulares ysus familias para defender el patrimonio de las empresas,difcilmente encontrara respaldo en la memoria colectiva delos moradores del barrio. Al contrario, los perjuicios de las f-bricas tienden a ser colocados en segundo plano, en la medidaque stas durante la inundacin continuaron cumpliendo elpapel que era esperado de ellas, o sea, proporcionar empleo y,con l, algn rendimiento monetario:

    (...) yo hasta me arrepent porque no me qued trabajan-

    do (...), all en la fbrica Renner poda quedarme trabajandoporque tiene dos pisos. (...) Esas telas que se mojaron todas aba-jo, tenan que estirarlas all arriba para secarlas, entonces que-d mucha gente trabajando y yo poda haberme quedado tra-bajando all unos 15, 20 das ms (...) me qued en casa sin ha-cer nada, (...) aislado, sin ganar nada.

    Para los trabajadores no (caus mucho trastorno), por-que eran aprovechados (...) en gran parte. Por ejemplo, en D.Pedro II, las industrias aprovecharon , para colocar en la partealta las materias primas que haban sido alcanzadas, (...) por elagua, (...) el producto ya acabado, y hubo industrias que coloca-ron grandes barcos. El Arrocero brasileo puso una lancha (...)

    grande para proteger y poner ah lo que alcanzaba, y levantarlo que se poda a travs de andamios.

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    Por otro lado, hay de hecho una fuerte identificacin conla imagen emprendedora del empresario, en lo que respecta aldiscurso del enfrentamiento y superacin autnoma de los per-

    juicios. Esta identificacin contribuy a realimentar la ascenden-cia moral de algunos lderes empresarios paternalistas, comoA. J. Renner, que ya ocupaba un papel legendario como ejem-plo de buen patrn, capaz de respetar la dignidad del traba-

    jador y asumir responsabilidades para con la comunidad. ParaAbrelino de Freitas, en la poca presidente del Sindicato delos Trabajadores de la Industria de Hilandera y Tejedurade Porto Alegre, la reaccin a los perjuicios provocados de-mostrara la diferencia cualitativa entre los industriales delperodo y los actuales:

    Las industrias tuvieron mucho perjuicio, pero en aquellapoca los industriales (...) tenan otra formacin. Ellos, despus,iban a buscar recuperar el perjuicio, a tra-vs de la produccin, no descargaban enel trabajador, ni andaban piraando al go-

    bierno. Ellos iban a trabajar, trabajar pararecuperar lo perdido. Haba otro espritu,un espritu ms sano, ms productivo, mssensato. (...) Tenan que trabajar, producirpara recuperar aquel perjuicio, porqueaquello fue un fenmeno. Culpar a quin?Qu, ahora no estn culpando al gobier-no a causa de la seca? Qu tiene que ver elgobierno con la seca, hijo? (...) En aquellaspocas no haba nada de esto. Tampocohaba financiamiento, las personas traba-

    jaban, producan, recuperaban los perjui-

    cios (...) Pasaba todo eso, se enjuagaba, sesacaba el barro, (...) sala la murrinha de loslagos, quedaba todo seco, las mquinasaceitadas, trabajando, normalmente, unamaravilla, no?

    Si la gravedad de los daos materia-les tiende a ser minimizada en muchos re-latos por el nfasis voluntarista en la capa-cidad de superacin, el elemento subyacente que pasa por bue-na parte de los discursos, es la solidaridad, base crucial paraesta reaccin. En un plano ms elemental, encontramos la soli-daridad en las redes de ayuda mutua entre la vecindad, expan-

    dindose ms all de los lmites de defensa de la familia y dilu-yendo las nociones de privacidad del ncleo familiar:Nosotros estbamos all, (en el tico de la casa ms

    alta de la calle, por ms de 20 das) la familia de Otto, nues-tra familia, dos, la familia de Friga, tres, la familia de Feij,cuatro y la familia de (...) Joo (...), cinco familias. (...) Eran44 personas.

    Nosotros fuimos todos indemnizados, (...) en ropas, encomestibles, en alimentos, no falt nada (...) hubo muchasdonaciones, fuimos muy bien asistidos. Yo trabaj mucho eneso, donando, entregando comida, (...) la gente agarraba unoscamiones de carga e iban a llevar los comestibles para estas

    familias.Esta solidaridad mutua local era el primer eslabn de una

    cadena que situara a los moradores del Cuarto Distrito, encuanto a vctimas de la inundacin, destacando el proceso defortalecimiento de la idea de comunidad nacional y, dado elcontexto de la guerra, para incluirlos como objeto de accionesbuscando fortalecer el proceso de redefinicin de las relacionesinternacionales del Brasil.

    Uno de los grandes arquitectos polticos de la era de Vargas,Oswaldo Aranha, dedicaba la mayor parte de su tiempo, a lolargo de 1941, al trabajo en favor de una progresiva aproxima-cin brasilea con Estados Unidos y de la definicin de un posi-cionamiento pro-aliado en la guerra que, cada vez ms, ganabacontornos mundiales. Al lado de esta agenda estratgica, Aranhaabri espacio para dedicarse personalmente a la coordinacinde esfuerzos de asistencia a las vctimas de las inundaciones enel sur del pas, acompaando el trabajo desarrollado por la So-

    ciedad Sul-riograndense, en la coordina-cin de la recepcin y en la organizacin dela distribucin de donativos a los flagelados.

    La correspondencia de Aranha revelauna gran repercusin nacional e internacio-nal de la inundacin, con manifestacionesde solidaridad de individuos y empresas devarias partes del pas, de organismos guber-namentales de pases extranjeros, como laembajada de Japn, y de la Cruz Roja deAlemania y de Estados Unidos. Esta lti-ma, en particular, desarroll una operacinde gran envergadura en la atencin a losafectados por la inundacin. Pero ms allde los sentimientos humanitarios, la corres-

    pondencia diplomtica deja claro que, en lavisin norteamericana, sta era una opor-tunidad clave para revertir el sentimien-to prximo entre los miembros de lacolonia teuto-brasilea del sur de Bra-sil, considerada, en el conjunto de la po-blacin local, como bajo una fuerte in-fluencia germnica, en funcin de la

    prominencia socio-ecnomica de esa colonia.Ya en el inicio de la inundacin, el cnsul norteameri-

    cano juzgaba pertinente alertar a la propia Secretara de Es-tado, en Washington, sobre las dimensiones del aconteci-

    miento y sus posibles despliegues:En la ltima noche, las aguas de la inundacin en las ca-lles de Porto Alegre subieron varias pulgadas, alcanzando edi-ficios no afectados anteriormente, incluyendo las oficinas de Pan-Air de Brasil. (Es ahora prcticamente imposible llegar al aero-puerto, y el servicio areo de hoy debe ser el ltimo.) Los inte-rruptores de la compaa local de luz y fuerza estn bajo el aguadesde las 6.00 de la ltima noche y ninguna corriente elctricapuede ser abastecida hasta que las aguas bajen al menos ochopulgadas. (...) Con la ausencia de la corriente elctrica, los tran-vas y otros servicios dependientes de la compaa elctrica parael abastecimiento de la energa dejaron de funcionar. La compa-

    a telefnica sigue ofreciendo un servicio restringido (...) Nin-gn diario apareci hoy (...)

    Uno de los grUno de los grUno de los grUno de los grUno de los grandesandesandesandesandes

    arararararquitectos polticos dequitectos polticos dequitectos polticos dequitectos polticos dequitectos polticos dela erla erla erla erla era dea dea dea dea deVVVVVararararargggggas,as,as,as,as,

    OswOswOswOswOswaldo Araldo Araldo Araldo Araldo Aranha,anha,anha,anha,anha,dedica-dedica-dedica-dedica-dedica-ba la maba la maba la maba la maba la mayyyyyor paror paror paror paror parte de sute de sute de sute de sute de su

    tiempotiempotiempotiempotiempo,,,,,a lo lara lo lara lo lara lo lara lo largggggo deo deo deo deo de1941,1941,1941,1941,1941,al tral tral tral tral trabajo en fabajo en fabajo en fabajo en fabajo en faaaaavvvvvororororor

    de una prde una prde una prde una prde una progrogrogrogrogresiesiesiesiesivvvvvaaaaaaprapraprapraproooooximacin brximacin brximacin brximacin brximacin brasileaasileaasileaasileaasileacon Estados Unidos y decon Estados Unidos y decon Estados Unidos y decon Estados Unidos y decon Estados Unidos y de

    la defla defla defla defla definicin de uninicin de uninicin de uninicin de uninicin de unposicionamiento prposicionamiento prposicionamiento prposicionamiento prposicionamiento pro-o-o-o-o-aliado en la gueraliado en la gueraliado en la gueraliado en la gueraliado en la guerrrrrra quea quea quea quea que,,,,,cada vcada vcada vcada vcada vez ms,ez ms,ez ms,ez ms,ez ms,ggggganabaanabaanabaanabaanabacontorcontorcontorcontorcontornos mundiales.nos mundiales.nos mundiales.nos mundiales.nos mundiales.

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    (...) El nmero de personas sin techo est creciendo, y susituacin es en general miserable, no obstante todos los esfuer-zos de las organizaciones de auxilio por ayudarlos. Hay escasezde comida, ropas, hace fro y falta completamente el agua pota-ble, con excepcin del agua de la inundacin, que es hervida yfiltrada. El clima se puso claro y soleado en Porto Alegre, peromucho ms fro. Los sin techo estn siendo alojados principal-mente en escuelas con abrigos improvisados, donde las condi-ciones sanitarias apropiadas no pueden ser atendidas. Hubo al-gunas muertes por ahogamiento y exposicin, pero el gobiernono hizo ningn anuncio a fin de mantener la moral pblica. Decualquier modo, el nmero de muertes probablemente no esmuy grande.

    Se teme el brote de fiebre tifoi-dea, y las autoridades sanitarias co-locaron grandes placas en la ciudad,explicando la naturaleza y las cau-sas de la enfermedad y las medidas

    preventivas que deben ser tomadaspor la poblacin. La vacunacin noes mencionada en estos avisos, pro-bablemente por causa de la dimen-sin del peligro y de la manifiestaimposibilidad de vacunar a todos. Lainterrupcin del abastecimiento deagua de la ciudad est empezando aconstituirse como el aspecto proba-blemente ms serio de la situacin.

    Para mantener un seguimientoms preciso de la situacin por par-

    te de Washington, dos das ms tar-de, sera anexado al nuevo informeun mapa mostrando las porciones dela ciudad afectadas por las aguas,conteniendo informaciones ms detalladas:

    (...) la porcin gravemente inundada del norte (parte bajadel mapa) cubre la seccin industrial de la ciudad y los distritosresidenciales de los trabajadores industriales. (...) Llamamos laatencin del Departamento especialmente la Avenida Farrapos,una avenida moderna y amplia, rigurosamente de primera cla-se, corriendo de norte a sur en el rea fuertemente inundada.Esa avenida fue abierta al trfico apenas unos meses antes, y

    aunque ahora est casi totalmente bajo las aguas, sirvi como laprincipal arteria, antes que la inundacin llegara a su pico, parala evacuacin de millares de personas acorraladas en el distritode Navegantes.

    El carcter estratgico de la accin humanitaria norte-americana que se seguira puede ser identificado por el informeconsular archivado, con el anexo de una pequea nota produci-da por el Servicio de Inteligencia:

    La Cruz Roja anuncia que a causa de la amenaza de epi-demias en reas afectadas por las inundaciones alrededor dePorto Alegre, Brasil, donde la crecida del ro Guaba forz a50.000 habitantes a abandonar sus casas, est haciendo pla-nes para la inmediata remisin area de u$s 5.000 en va-

    cunas para ayudar a la Cruz Roja brasi-lea en el trabajo de auxilio. Adems,la Cruz Roja remiti por telegrama u$s5.000 en dinero para ayudar con traba-

    jo de emergencia a los evacuados.

    Mientras en los Estados Unidoseran tomadas las providencias para co-menzar el envo de auxilio, el cnsulnorteamericano en Porto Alegre comu-nicaba al Interventor Federal, CoronelOswaldo Cordeiro de Farias mi pesary el de mi Gobierno, por la calamidadque afect a Rio Grande do Sul. Quieroan expresar a vuestra Excelencia miadmiracin por el trabajo eficiente dela organizacin oficial de auxilio a lasvctimas, as como tambin por el esp-

    ritu y elevada moral demostrados porel pueblo porto-alegrense, lo que tuveamplia oportunidad de observar.

    Desde el da 5 del corriente pro-cur informar continuamente al Gobierno de los Esta-dos Unidos y a la Embajada americana en Ro de

    Janeiro, por todos los medios de comunicacin posi -bles, sobre la situacin, sabiendo que una vez conoci-das las proporciones del desastre en los Estados Uni-dos, no dejara de producirse la rpida solidaridad delpueblo americano.

    La respuesta de Cordeiro de Farias demuestra que el

    nexo entre solidaridad e identidad se estableca rpida-mente tambin en lo que deca respecto a las relacionesdiplomticas en un escenario de confrontacin interna-cional:

    Es difcil transmitirle, en los trminos de una co-municacin oficial, el sentimiento de la ms profunda gra-titud, que el gobierno y el pueblo rio-grandense queda-ron impresionados ante la conmovedora manifestacin desolidaridad que reflejan los magnnimos donativos de laCruz Roja norteamericana.

    Tales ofertas a las vctimas de la inundacin de-muestran, Seor Cnsul, que los ideales de cooperacin

    continental dejan ya de constituir meros anhelos retricospara que se objetiven en pruebas tangibles de fraternidad

    Se teme el brSe teme el brSe teme el brSe teme el brSe teme el brote deote deote deote deote defffffieieieieiebrbrbrbrbre tife tife tife tife tifoidea,oidea,oidea,oidea,oidea,y lasy lasy lasy lasy las

    autorautorautorautorautoridades sanitaridades sanitaridades sanitaridades sanitaridades sanitariasiasiasiasiascolocarcolocarcolocarcolocarcolocaron gron gron gron gron grandesandesandesandesandesplacas en la ciudad,placas en la ciudad,placas en la ciudad,placas en la ciudad,placas en la ciudad,

    eeeeexplicando la naturxplicando la naturxplicando la naturxplicando la naturxplicando la naturalezaalezaalezaalezaalezay las causas de la enfy las causas de la enfy las causas de la enfy las causas de la enfy las causas de la enfer-er-er-er-er-medad y las medidasmedad y las medidasmedad y las medidasmedad y las medidasmedad y las medidas

    prprprprpreeeeevvvvventientientientientivvvvvas que deas que deas que deas que deas que debenbenbenbenbenser tomadas por laser tomadas por laser tomadas por laser tomadas por laser tomadas por la

    pobpobpobpobpoblacin.lacin.lacin.lacin.lacin.La vLa vLa vLa vLa vacunacinacunacinacunacinacunacinacunacinno es mencionada enno es mencionada enno es mencionada enno es mencionada enno es mencionada en

    estos aestos aestos aestos aestos avisosvisosvisosvisosvisos.....

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    americana, del que se hizo paladn el insigne presidenteRoosevelt.

    Esta coyuntura compone el teln de fondo sobreel cual fueron construidas las narrativas respecto a lainundacin y explica al menos parcialmente la idea deque ella obtendra un papel revelador en la definicindel carcter de esta comunidad. En 1941 converganen el escenario poltico nacional, de un lado, el desen-cadenamiento del proceso de alineamiento de Brasilcon los aliados, del otro, los primeros bosquejos de unapoltica ms activa por parte del Estado Nuevo en laconstruccin de la imagen positiva del trabajador na-cional como ciudadano. En una comunidad desarro-llada en torno de un complejo industrial cuya propie-dad era en su inmensa mayora deteuto-brasileos, esta doble inflexintena sin duda un gran impacto.

    Por otro lado, la prohibicin del

    uso de la lengua alemana, de la cir-culacin de diarios y otros impresosescritos en ella, as como la nacio-nalizacin de asociaciones de lasms variadas naturalezas, conclui-ran de forma violenta el proceso dedilucin de las fronteras tnicas que,bajo hegemona alemana, haban es-tructurado la sociabilidad de los ba-rrios industriales de Porto Alegrehasta el momento. Es verdad que unamplio espacio de convivencia e in-

    tegracin inter-tnica ya exista enel trabajo, en espacios de ocio, en lavecindad y en la propia participa-cin en movimientos polticos (comocomunismo e integralismo) o instituciones de base cla-sista, como los sindicatos. Por lo tanto, el fortalecimien-to del sentimiento de solidaridad de base territorial, apartir del enfrentamiento comn a la catstrofe re-presentada por la inundacin, fue vivido en un mo-mento particularmente decisivo para la definicin dela identidad de trabajador nacional. Esto es especial-mente verdadero para una comunidad que, en el con-

    texto de estimulacin de las relaciones internaciona-les que caracterizaba el perodo, lleg a ser vista comoun quiste tnico en potencia.

    Reelaborada y narrada por los moradores del ba-rrio, la inundacin de 1941 pasara a encabezar una me-moria colectiva compuesta tambin por otras re feren-cias explcitamente polticas, como: ... cuando ellosmataron a Getlio Vargas; ... en los tiempos deBrizola; ... cuando los alemanes hundieron las na-ves brasileas.

    Percibimos as que, hablando de caractersticas ylealtades locales, la narrativa sobre la inundacin tuvo

    un importante papel en el auto-reconocimiento de lacomunidad como un protagonista colectivo. Aunque

    atravesado por una gran diversidad y por contradic-ciones internas, el Cuarto Distrito posea intereses,valores, cdigos de conducta y una historia comunes,y en base a ellos vera asumir, particularmente en elescenario del pos-45, su espacio en el juego polticolocal de forma bastante activa.

    ConclusinConclusinConclusinConclusinConclusinLa memoria de los moradores del Cuarto Distrito, al

    establecer la inundacin de 1941 como marco central en lahistoria local, asume un papel central en el desarrollo de undiscurso sobre el carcter de la comunidad y su trayectoriahistrica, que se trasluce en la seleccin y enunciamiento de

    las narrativas sobre la reaccin colectivaa esta situacin de calamidad.

    En estos relatos, la inundacin apa-rece como una expresin extrema de om-

    nipresencia del ro, elemento definidor dela propia existencia de la comunidad y desus caractersticas particulares. Como con-dicin fundamental para la constitucindel complejo industrial que se desenvol-vi en Porto Alegre en el perodo, lasaguas del Guaba se constituan para esostrabajadores en fuente permanente deoportunidades y de riego. El tono predo-minante de la historia de estos barrios, enla voz de sus moradores, est marcado porla capacidad de superacin de grandes ad-

    versidades, siendo la reconstruccin pos-terior de la inundacin el mayor ejemplode eso.

    Este optimismo se adapta a la din-mica socio-econmica predominante en el perodo. De ladcada del 20 a la dcada del 50, el crecimiento industrial yla diversificacin de la actividad econmica en la ciudad crea-ron una situacin prxima al pleno empleo, como tambinamplias perspectivas de ascenso social, a travs deldislocamiento de la generacin subsecuente, o hasta en unamisma generacin, para funciones administrativas o pues-tos de trabajo como operarios de alta especializacin. Tam-

    bin fueron desarrollados pequeos negocios autnomos enforma transitoria o permanente como parte de las estrate-gias familiares.

    Por lo que, si bien las aguas del Guaba eran unafuente de abundancia, y el tono predominante en losrelatos sobre la inundacin, y de la capacidad de su-peracin de los infortunios, por otro lado vena a re-cordar a aqullos en proceso de ascenso social que losriesgos a que el conjunto de los trabajadores/morado-res del barrio estaban expuestos definan una situacincomn, y exigan accin colectiva. Al identificar estaexposicin con la inseguridad estructural del capita-

    lismo como base para el proceso de formacin de cla-se, Savage apunta que:

    En 1941 conEn 1941 conEn 1941 conEn 1941 conEn 1941 convvvvvererererergan engan engan engan engan en

    el escenarel escenarel escenarel escenarel escenario polticoio polticoio polticoio polticoio polticonacional,nacional,nacional,nacional,nacional,de un ladode un ladode un ladode un ladode un lado,,,,,eleleleleldesencadenamiento deldesencadenamiento deldesencadenamiento deldesencadenamiento deldesencadenamiento delprprprprproceso de alineamientooceso de alineamientooceso de alineamientooceso de alineamientooceso de alineamientode Brde Brde Brde Brde Brasil con los aliados,asil con los aliados,asil con los aliados,asil con los aliados,asil con los aliados,

    del otrdel otrdel otrdel otrdel otrooooo,,,,, los prlos prlos prlos prlos primerimerimerimerimerosososososbosquejos de unabosquejos de unabosquejos de unabosquejos de unabosquejos de una

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    imagimagimagimagimagen positien positien positien positien positivvvvva dela dela dela dela deltrtrtrtrtrabajador nacionalabajador nacionalabajador nacionalabajador nacionalabajador nacional

    como ciudadanocomo ciudadanocomo ciudadanocomo ciudadanocomo ciudadano.....

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    Voces Recobradas20

    La transferencia de los medios de subsistencia de lostrabajadores en el capitalismo significa que ellos son forza-dos a encontrar estrategias para luchar con la inseguridadcrnica de la vida cotidiana, que discurre del hecho de serincapaces de reproducirse autnomamente y sin recurso aotras agencias.

    Para Levi, estas estrategias pueden envolver el uso flexi-ble de mltiples recursos materiales (propiedad,asalariamiento, ...) e inmateriales (prestigio, cdigos de reci-procidad, ...) en la bsqueda por colocar el mayor nmeroposible de factores de riesgo bajo control. La cohesin co-munitaria, as, sera mantenida por la negociacin entre ob-

    jetivos estratgicos variados, propios de diferentes clasessociales.

    Si la exposicin recurrente a lasinundaciones fortaleca el sentido deidentidad entre los moradores delCuarto Distrito, los colocaba al mis-

    mo tiempo bajo tensin en cuanto stoscompartan un sentido de comunidadcon los empresarios que tenan all cons-tituido su capital. Para los primeros, lainundacin significaba un riesgo de viday la invasin de la fuerza destructiva delas aguas en el propio espacio de suprivacidad familiar. En sus relatos so-bre lo ocurrido, las empresas buscarontan slo igualar su prdida de patrimo-nio con el flagelo que se abata sobre los trabajadores.

    Por un lado, podemos decir que los relatos de los mo-

    radores reproducen parcialmente los elementos de identifi-cacin que hacan del paternalismo empresarial el imagina-rio predominante en la comunidad. Al desenvolver el mitoheroico del voluntarismo masculino en la prevencin y en elenfrentamiento de las incertidumbres del mundo exterior,se realimentaba la similitud entre el patrn como padre enla fbrica y el padre como patrn en la familia, ambos otor-gando y protegiendo mujeres y chicos que tienden a desapa-recer en los relatos como sujetos histricos.

    Por otro lado, sin embargo, la memoria de los morado-res/trabajadores procesa diversos dislocamientos frente a lasversiones institucionales sobre la historia del acontecimien-

    to, ofrecidas por el capital y por el poder pblico. Estosdislocamientos los diferencian claramente como un sujetocolectivo con caractersticas, intereses y valores peculiares,inasimilables a la lgica del capital. Las habilidades particu-lares utilizadas para enfrentar la inundacin (nado, pesca,construccin de barcos, ...) derivadas de las prcticas de ocioligadas a la proximidad entre el ro y el local de vivienda, otodava de la burla de la disciplina industrial y la dependen-cia econmica de la fbrica.

    Si los relatos relativizan las prdidas y los daos