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1 La Mariposa y la Mosca Jorge Jiménez C.

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La Mariposa y la Mosca

Jorge Jiménez C.

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© 2007 - Jorge Jiménez C. - Todos los Derechos Reservados

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1 - ÉL PIENSA Una mosca cansada del ajetreo del día se posa en mi brazo, el que está extendido para alcanzar el sujetador, ayudándome a creer que estoy seguro en el ruidoso vaivén de este viejo y cansado carro del metro. Por fin llegamos a la siguiente estación, puedo soltar el aire, y luego inspirar, hasta que comencemos nuevamente la rutina, hasta nuestra próxima parada. No comprendo cómo la gente se atreve a respirar el oxígeno que hay dentro de los túneles del metro, ¿acaso saben desde dónde proviene ese aire, o cuánto tiempo ha estado encerrado allí? Admiro la valentía de la gente, pero yo prefiero la seguridad que me brinda el ver la luz filtrándose desde las escaleras que llevan al exterior en cada estación. Si la luz puede entrar a estas profundidades, entonces el aire fresco también. Ahí está la mosca nuevamente, ahora posada en el hombro de una gorda mujer a mi lado. ¿Viene también la mosca de vuelta desde su trabajo, en busca de la soledad (y seguridad) de su hogar? Está bien, sé que es un abuso del lenguaje el llamar hogar a mi pequeño, incómodo y frío departamento de soltero, pero así es como lo siento. Si hubiese existido la más mínima posibilidad de encontrar un empleo aceptable en el pueblo en donde me crié, estoy seguro que aún me encontraría viviendo en la comodidad de la casa de mis padres, allá lejos, en donde me pasaría todo el día encerrado en mi habitación y podría salir a las desoladas calles sin que nadie me viera, sin necesidad de vivir la diaria tortura de moverme entre esta masa de gente. Las puertas se cierran otra vez, inspiro profundamente y me preparo a soportar el tramo más largo. Me lamento pensando por qué las estaciones más alejadas entre sí tenían que encontrarse precisamente en el trayecto entre mi empleo y mi departamento. No sé si llamar mala suerte a mi constante condición de vida, o sólo desdicha. No se trata de que me ocurran cosas malas, es sólo que nunca me ocurren cosas buenas, ni malas, nada interesante ocurre en mi vida, esa es la mejor conclusión que puedo obtener. Sin embargo, así es como yo quiero que las cosas sean, yo lucho porque nada pase en mi vida, al menos nada muy humano.

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Ahí está nuevamente esa mosca, ahora en la cabeza de la gorda. Me mira (la mosca, no la gorda). ¿Cómo sé que me mira? Bueno, está apuntando en mi dirección, además con tantos ojos mirando hacia todos lados, de seguro que también me está mirando a mí. - Hola colega - imagino que le digo, porque me siento casi como ella. Una gota en un mar, un punto en un plano, un pez gris en un acuario tropical. De seguro nadie más la está viendo a ella, de seguro nadie más que ella me está viendo a mi. Soy un mosca, un hombre mosca y me siento como tal. Lo lamento por mi colega mosca, pero estamos entrando al túnel, ella no soportará ese aire viciado, con su tamaño es seguro que sucumbirá ante ese oxígeno enfermo. Incluso siento algo de lástima por ese insignificante ser, y eso es algo de lo que ella (o él) debiera sentirse orgullosa. Ni siquiera lástima soy capaz de provocar, para eso es necesario primero salir del estado de indiferencia que estimulo en la gente, conseguir que mi jefe (a quien veo todos los días desde hace un año) memorice de una vez por todas mi nombre, o que alguien recuerde mi cumpleaños. Así es pequeña mosca, siento que vayas a morir en unos segundos más, pero puedes irte tranquila, al menos lograste producir lástima en una persona. Ocho, nueve, diez segundos, increíble la capacidad de ese insecto. Cincuenta y dos, cincuenta y tres. Lo conseguiste amiga, te felicito. Ahora se abrirán las puertas, podrás volar hacia tu libertad, sólo sigue la luz, arriba en las escaleras, ella te guiará hacia el exterior. Te envidio, sabiendo que debo soportar aún tres tramos más de esta diaria tortura. No bajaste, bien, podemos seguir charlando otro rato. Vuelas y te sigo con la vista cuando las puertas comienzan a cerrarse. ¿Dónde te posarás esta vez? - Tienes el cerebro de una mosca - me dijo mi padre muchas veces. ¿Por qué no puedo predecir en dónde se posará esta vez? Creo que mi padre me trató demasiado bien, si no soy capaz de predecir el comportamiento de una insignificante mosca, es porque mi cerebro es inferior al de ella. A menos que ésta no sea una mosca común y corriente.

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Escoge la camisa de un hombre sentado al frente mío. Se posa mirando hacia el exterior, pero justo después de aterrizar se voltea caminando hasta quedar en mi dirección. Recuerdo las situaciones anteriores y me doy cuenta de que en todos los lugares en que antes se posó siempre quedó mirándome directamente a los ojos, o al menos en mi dirección. Su capacidad antinatural de soportar el aire al interior del túnel, su extraña conducta al permanecer en el carro con las puertas abiertas y su voluntad de siempre mirarme, me llevan a la única conclusión que se puede obtener en este caso: esa mosca no es una mosca, es un aparato controlado por alguien que está intentando espiarme. La conclusión me desconcierta, me olvido por un momento de dónde estoy, abro la boca y cometo la estupidez de tomar una bocanada de aire estando dentro del túnel. Tomo mi garganta con ambas manos y caigo al suelo, agitando la cabeza de lado a lado, mientras la gorda se abalanza sobre mí, pensando que soy víctima de algún ataque. Veo mejor a esa mujer, sus brazos gordos y desnudos, su transpiración haciendo brillar su rostro, la expresión en su cara mientras dice - ¿Qué le sucede joven? - No me va a engañar con esa falsa preocupación, sus ojos delatan algo más, algo esconde esa gorda. La mosca la escogió a ella, a su enmarañado cabello, eso me da otra pista. La gorda es quien controla a la mosca, por eso nunca vi sus manos, estaban operando un aparato desde sus bolsillos. Si, eso es, la gorda fue enviada para vigilarme, guiando una mosca radio controlada con un mando escondido en su bolsillo. Me asusto y casi cometo otra vez la estupidez de respirar ese aire. Por suerte estamos llegando a la siguiente estación y logro deshacerme de la gorda. Le doy un empujón y salgo corriendo hacia el exterior del carro, siguiendo la luz, tal como le recomendaba a la falsa mosca unos minutos atrás. Subo corriendo las escaleras y respiro aliviado el contaminado aire de mi ciudad. Encuentro un pequeño café a unos metros de la salida de la estación del metro y entro ahí, dispuesto a descansar lo suficiente como para atreverme a sumergirme otra vez en el frío mundo subterráneo de la

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ciudad. Está repleto de gente, es el horario en que la mayoría de los mortales y las moscas abandonan sus trabajos, y muchos, sobre todo aquellos que tienen amigos, pasan a estos lugares a compartir un momento agradable. Eso es algo que nunca comprenderé, todo el día trabajando juntos, luego llega el momento de abandonar su lugar de trabajo, y dicen - ¿Qué tal si nos tomamos un café o una cerveza en la esquina? - No entiendo a esa gente, si existiese alguien a quien yo pudiese llamar amigo, y trabajara junto a él o ella todo el día, no necesitaría luego irme a otro lugar a conversar, aprovecharía el día al máximo junto a esa persona. Diviso una mesa individual en el rincón más oscuro y escondido del lugar, y me dirijo presuroso a ella, antes que algún otro hombre mosca aparezca y me la robe. Me acomodo en la pequeña silla de madera e intento calmar mi agitada respiración. La decoración del lugar me entretiene, hay láminas de viejas películas adornando y saturando todas las paredes. Veo las fotografías de James Dean, de Marilyn Monroe y de varios otros artistas, mientras me siento más mosca aún. Comprendo a la perfección el sentimiento de uno de esos insectos volando entre los humanos. ¿Cuántas de ellas pasaron a tu lado hoy? Yo tampoco lo sé. ¿Cuántas personas me vieron hoy? ¿Cuántos jefes han recordado mi nombre? Ninguno. Hay una persona que me vio hoy, más aún, hay alguien que se dio el trabajo de espiarme, de enviar a la gorda y crear a la mosca robot con cámaras en sus ojos. En algún rincón del planeta hay alguien mirando una pantalla y gritándole maldiciones a la gorda por haberme perdido de vista. Afortunadamente logré huir, ¿pero de quién? ¿qué desean de mí? Despego mi vista un momento de los bellos rostros que decoran el lugar, y al girar mi cabeza aparece ella nuevamente, esta vez posada en uno de los bordes de la pequeña mesa individual. Es la misma mosca, o quizá fabrican estos robots espía en serie, y son todos idénticos, no lo sé. Ahí está ella, completamente quieta y mirando fijamente en mi dirección. La observo durante un largo minuto, sin quitarle la vista de encima, y sabiendo que detrás de alguna pantalla hay alguien observando mi rostro. Finalmente me decido y le pregunto - ¿Qué deseas de mí?

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Una risa a mi lado me devuelve a la realidad del lugar en donde estoy. Afortunadamente nadie se percató de que le hablaba a una mosca, por suerte nadie fija su atención en los hombres mosca, eso me salvó de haber hecho el ridículo. Vuelvo la vista al lugar en donde ella estaba, pero ya había desaparecido. Bueno, ya está hecho, le di la cara, lo miré de frente, le hice saber que ya conozco su juego. Sólo me resta esperar su siguiente jugada. Recuerdo a la gorda del metro y recuerdo que era ella quien controlaba la mosca. Miro nerviosamente, de lado a lado, buscando a la mujer. Una sonrisa se dibuja en mi rostro al imaginar a la gorda mujer corriendo tras mío por las escaleras de subida, en la estación del metro. Es imposible que esa mujer me haya seguido, entonces, hay otra persona controlando a la mosca que acabo de ver. Esa conclusión me hace sentir observado, ahora no por una mosca cámara, sino que por un ser de carne y hueso. Debe haber alguien en este lugar con su mirada atenta, fija en mi, y lo voy a encontrar.

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2 – ELLA PIENSA Soy feliz de estar viva, cada amanecer es un nuevo motivo de alegría, un nuevo mundo de posibilidades para hacer, sentir y crear. Me gusta pensar que soy una artista, una creadora de todo, desde la música hasta las artes plásticas, desde las letras hasta la actuación. Cada nuevo día es entonces una nueva posibilidad para crear miles de cosas. Pero hay días que amanecen nublados, y es en esos momentos, en días como hoy, en que no me dan ganas de hacer nada, no quiero crear, ni siquiera respirar. Me levanto, a pesar de que todo mi cuerpo y mi cerebro me dicen lo contrario. Debo darme ánimos, recordar los momentos felices de mi vida, estoy segura que hay varios, muchas creaciones, muchas obras que han salido de mis manos, sólo debo recordarlas y fabricar, desde esas memorias, las ganas de levantarme y vivir hoy. Me levanto. Recuerdo una creación reciente. Hace dos semanas presentamos la nueva obra de teatro en una escuela de mi barrio. A la gente le gustó mucho, aunque no estoy segura de que hayan comprendido todos los mensajes. Esa obra fue la primera que escribí yo, fue más fácil de lo que pensaba. Una vez que tuve la idea, los diálogos y las escenas se tejieron casi mágicamente. Me reconforta soñar que luego la presentaremos en otros teatros, y más gente la disfrutará. El arte es para ser compartido para ser disfrutado por las almas de la gente, no para guardárselo dentro de uno en espera de hechos que nunca suceden. Ese solo recuerdo me da ánimos suficientes para levantarme de mi cama, desvestirme, entrar a la ducha e iniciar el ritual matinal. Una vez adentro, con el agua cayendo en mi cara todo será distinto, debo conseguirlo. Giro la manecilla y ésta emite un ligero chirrido, casi imperceptible a oídos y días normales. Esta vez lo escuché ¿por qué? ¿quizá por qué el día no es normal? La respuesta me llegó enseguida. No había agua caliente, no estaba el sonido del agua recorriendo las tuberías, no había distracciones al sonido de la manecilla abriéndose, no era un día normal.

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Existen sólo dos formas de enfrentar un ducha fría. O te ríes y quedas más animada de lo normal, o sientes una rabia infinita, de esas que sabes que no podrás quitarte en horas. Después de la negrura con que mi día había comenzado, no podría haberse esperado otra reacción, me quedé con la segunda alternativa. Al menos la rabia es más motivadora que el desgano, desde la rabia se pueden crear obras maestras. Mientras el agua fría caía por mi espalda, soñaba que la rabia que me provocaba me hacía pintar una obra como nunca antes, creando un nuevo estilo, sería famosa y repartiría la emoción de disfrutar del arte a través del mundo. Este sueño me hizo sentir tan bien que me quitó la rabia, destruyendo junto a ella cualquier posible obra que se pudiera haber engendrado. Al irse la rabia volvió el desgano. Miro por la ventana y veo que el día será soleado, pero eso no me anima, sigo sintiéndolo nublado. Pienso que al atardecer podría dirigirme a la Plaza de Armas y hacer algunas fotografías, será un día caluroso, los niños jugarán en las piletas, perseguirán palomas, todos esos son buenos temas para las fotografías. Usaré película en blanco y negro, mi estado de ánimo no me provoca usar colores. Me consuelo con ese plan y comienzo a vestirme, ardua tarea. ¿Qué ropa escogeré? Debo atender gente, no quiero llamar la atención, me desagrada que la gente me mire y me encuentre atractiva. Sé que soy bastante atractiva y que provoco muchas cosas en los hombres, pero les aseguro que, si pudiera escoger, preferiría ser una joven normal, pasar desapercibida en las multitudes. Odio que los hombres se dan vuelta para mirarme. Desearía más que nada en el mundo que fueran a ver mi obra de teatro, o mi exposición de fotografía en la sede del barrio, en vez de mirar mi cuerpo. Yo no soy mi cuerpo, yo soy mis creaciones, mírenlas a ellas y déjenme tranquila. Escojo un jeans no muy ajustado y una blusa que no muestre mucho. Me tomo el cabello, pareciendo lo menos sensual posible. Juego a disfrazarme de bibliotecaria, y no es que tenga algo contra ellas, todo lo contrario. Las envidio. Sueño por un momento que soy una bibliotecaria, tengo muchos estantes, miles de libros, todos a mi entera disposición. Tengo el

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tiempo y la obligación de leerlos todos, para luego clasificarlos. Es genial. Sueño luego que llega la noche y me quito el disfraz de mi trabajo y me coloco el disfraz de una joven que sale con amigos. Me deprimo nuevamente. He intentado tener amigos, pero me resulta muy difícil. Conozco gente, claro como todo el mundo, es sólo que cuando empiezo a confiar en ellos, encuentro que nunca son lo que yo creía que eran. No he encontrado ningún hombre que no haya intentado sobrepasarse conmigo al darle un poco de confianza. Al abrir mis sentimientos a otras mujeres me he encontrado con que sienten mucha envidia, ven cómo atraigo a los hombres, descubren que no es ningún truco o actuación y terminan odiándome. La soledad es también un buen tema de creación. Se han escrito hermosas piezas musicales inspiradas únicamente por la soledad, por el deseo de estar con alguien soñado. Sueño que soy una gran compositora, que mi música se escucha alrededor de todo el mundo, que eso me hace muy feliz. Ese sueño me da las fuerzas suficientes para terminar de vestirme y prepararme algún desayuno liviano. Mientras me sirvo una taza de café pienso que en una hora más deberé estar haciendo esto mismo, sirviendo muchas tazas de café, enfrente de un grupo de viejos babosos, quienes me mirarán como si yo fuera la atracción del lugar, y no el café que se van a servir. Hay otros lugares, otros tipos de locales en donde eso es aceptable, hay mujeres que trabajan haciendo eso, yo no pienso mal de ellas, es sólo que yo no haría lo mismo. No me gusta que esos viejos babosos me miren, eso me deprime. Desearía no tener que trabajar allí, la mitad de mi tiempo debiera ser para la creación de mis obras y el resto, para buscar temas y para promocionarlas. Una galería de arte, ese sería un lugar ideal para trabajar, y no un pequeño café en una sucia esquina de la capital. Pero debo vivir, debo trabajar para poder vivir y debo vivir para poder crear. Ese empleo es lo mejor que puedo conseguir por ahora y debo cuidarlo. Ya seré lo suficientemente famosa como para volver a reírme en las caras de esos babosos. Seguiré mi juego de intentar pasar entre la gente sin ser vista, tocada ni olida. Usaré ropa que me haga transparente, usaré un perfume que quite todo olor a hembra, todo olor a mí.

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Abandono mi hogar y cierro la puerta pensando en todas las puertas que me han cerrado en la cara, en los talleres de actuación, en las editoriales, en la escuela de artes y en las emisoras de radio. No tengo dinero, no tengo los contactos, lo único que creo tener es el talento, lo que menos se necesita para sobresalir en cualquiera de las artes que amo. El camino hacia la fama es una ruta aún desconocida para mí, no tengo un mapa que me guíe. Abandono por fin mi departamento y camino hacia la estación del metro. Comenzaron las miradas de deseo y de envidia. Comenzaron mis deseos de transparencia, de inodoridad e inexistencia física. Envidio a las mujeres que luchan y trabajan por ser bellas, ellas tienen una meta alcanzable, yo no. Yo lucho porque se admire mi obra, y no mi cuerpo, intento ser una desconocida en las calles, pero no puedo, intento ser una famosa en otros círculos, y tampoco puedo. Tal parece que ese es mi destino, y no puedo luchar contra él. Deberé resignarme a los babosos del café, a los mirones de la calle, a quienes se sobrepasan en el metro y a quienes intentan colocar condiciones extras en las entrevistas para mostrar mis obras. Así es nuestra ciudad, así es nuestra sociedad, y aunque desee otra cosa, no podré cambiarla yo sola. Envidio a la gente que sólo despierta y es feliz viviendo cada día, a quienes no tienen sueños, porque ellos pueden aspirar a la felicidad. Una vez dentro del café, cuando mi día de trabajo ya comienza, la realidad me abofetea fuerte. El gordo que trabaja en el banco pide un café, si esta vez se sobrepasa, si llego a sentir su asquerosa mano, lo patearé, le meteré un rodillazo en la entrepierna. Un capuchino para el joven de la tienda, quien ahora trajo a sus amigos. Me está indicando y les comenta algo, no lo soporto. Me olvido de toda la clientela y miro la decoración, las imágenes de esos actores me reconfortan, me permiten imaginar que estoy actuando en una película, y sólo así es que logro soportar estos días.

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En el rincón más oscuro, en el que sólo hay espacio para una mesa individual, veo a un nuevo cliente. Es un hombre joven, está solo y parece cansado, como si hubiese realizado un gran esfuerzo físico. Lo veo detenidamente, desde detrás de la barra y sin que él se de cuenta. Está mirando fijamente a un punto en la mesa, puede ser un insecto, una mosca. No lo puedo creer, le acaba de hablar a una mosca. Me parece una escena irreal, como sacada de un cuento de ficción. La oscuridad de ese rincón, la cara de cansancio del joven, la decoración y los babosos a su alrededor le dan a la escena un toque de surrealismo que me encanta y no puedo evitar el seguir mirándolos, mientras él gira su cabeza buscando a alguien. Sus ojos se posan en los míos. Observo con detalle esos oscuros pero brillantes ojos. No son sólo profundos, sino que son amplios, como miles de pequeños espejos dispuestos sobre una semicircunferencia, brindándole un brillo sobrenatural a la mirada de ese hombre. Sus ojos se posan en mí, mientras un escalofrío recorre mi cuerpo.

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3 - ELLOS SE CONOCEN Sus miradas se cruzaron, ella asombrada por unos ojos que le reflejaban imágenes desde un interior inimaginable, él satisfecho por haber encontrado a la nueva enviada de su perseguidor. Ella se decidió, tomó desde la barra una carta de promoción de cafés, un paño y un matamoscas y se dirigió hacia el rincón. Varias cosas ocurrieron en muy poco tiempo. Al llegar ella junto al oscuro rincón. Sin que él tuviese tiempo de reaccionar, ella mató una mosca que se encontraba en la pared, mientras le decía - disculpe, es que en esta época del año entran muchas – y le sonreía maquinalmente. Un hombre gordo, a un par de mesas de distancia se levantó apurado y salió corriendo del café. Manuel, que así se llamaba el joven sentado en el oscuro rincón, observó atentamente los hechos que ocurrieron, y se imaginó a algún desconocido sentado en alguna habitación, lejos de donde se encontraba él, mirando una pantalla y quitándose bruscamente unos auriculares de sus oídos, producto de un fuerte ruido, del golpe de un matamoscas y maldiciendo su mala suerte. Andrea, que es el nombre de ella, le comentó a Manuel que era el tercer cliente de la semana que huía sin pagar su cuenta, mientras él intentaba sacar nuevas conclusiones de lo ocurrido, sin hacer caso de la hermosa joven que tenía al frente. - ¿Qué desea servirse joven? - Cualquier cosa señorita, traiga lo que sea. - El gordo que acaba de salir corriendo se tomó el último “lo que sea” que nos quedaba, ¿le traigo un café? Recién en ese momento Manuel volvió a observar a Andrea, después de pensar que era ella la enviada por su espía. La vio no como uno más

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de los babosos que llenaban en local. El hombre mosca estaba tan acostumbrado a vivir excluido del mundo, que la imagen de la hermosa joven frente a él era sólo comparable a la visión que la gente común tiene de una estrella de cine, pero mirada desde una butaca de una sala, desde la lejanía hacia los actores que produce el estar frente a la pantalla. - Disculpe señorita, un expreso, por favor, doble. Y tráigame también mucha azúcar por favor. - ¿Mucha azúcar? - Si, una buena cantidad por favor. Desde algún momento no recordado de su niñez, Manuel se volvió un adicto al azúcar, o quizá siempre lo había sido. La comía a cucharadas, o le agregaba sólo unas gotas de agua para jugar a succionarla con su boca dispuesta como una pequeña trompa, aunque sabía perfectamente que esto último nunca debía hacerlo en público. Andrea caminó pensativa de vuelta hacia la barra, a preparar el café y a buscar mucha azúcar. Había algo en ese hombre que le despertaba curiosidad. Además era el único hombre que parecía heterosexual y que no había tratado de abordarla. Era quizá la forma en que se disculpó, cómo la miró, había algo especial en él, algo que despertaba con ansias la curiosidad de la joven artista. Se volteó para mirarlo y lo observó a él con la vista perdida, pero con ese brillo especular en sus ojos, que le otorgaban una profundidad especial, una mirada desde abajo, desde las desconocidas profundidades de un mundo perdido, hacia la claridad del exterior. Al menos esas eran las ideas que la mente de la artista dibujaba en ese momento. - ¿Te podría pedir un favor inmenso? - le dijo repentinamente Andrea a Manuel, mientras le servía el café. - ¿Me estás hablando a mí? - le responde él con una gran expresión de sorpresa dibujada en su rostro. - Si, a ti. Te deseo pedir un favor. Me gusta tomar fotografías y encuentro tu rostro muy fotogénico. Desearía hacerte algunas fotos

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dentro de un rato, en cuanto termine mi turno. Podemos ir al parque, allá enfrente ... - Un momento – interrumpe el desconcertado joven - ¿qué tiene de extraño mi rostro? - No me mal entiendas, por favor, dije que era fotogénico. Tu mirada me parece hermosa. Esa última frase de la joven no cabía en la cabeza del hombre mosca. Acostumbrado a pasear invisible por el mundo, ahora se sentía incómodo puesto en esa posición. ¿Él poseer algo bello? De seguro se trataba de una broma. - Por favor, no estoy para bromas - le dijo enfadado a Andrea. - No es ninguna broma, ¿cuál es tu nombre? - Me llamo Manuel. - Gusto en conocerte Manuel, yo soy Andrea, me gusta la fotografía. Tus ojos tienen algo especial, algo extraño que me gustaría retratar. El tiempo se acaba, la luz se va, ¿qué me dices? Algo extraño sucedió en la mente de Manuel en ese momento. Si unas horas antes le hubiesen preguntado qué haría él en una situación como la que ahora vivía, no habría dudado en responder que se negaría a tan extraña propuesta. Ahora sentía que desde su interior había hablado un instinto escondido que le decía que no le diera tanta importancia a las cosas, que viviera el momento, que intentara ser feliz cada día. Casi sin poder oponerse, él respondió. - ¡Qué más da! Ha sido un día tan extraño, que creo que ese sería un buen cierre. Acepto. Manuel esperó que Andrea terminara su turno, mientras tomaba tranquilamente su café con mucha azúcar. La joven terminó de atender a su último cliente, se quitó su delantal de mesera, y se dirigió a su rincón. La vista del joven se encontraba nuevamente perdida en algún

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punto de la pared, cuando ella lo distrae diciéndole - ¿Te vas a quedar sentado ahí hasta que anochezca? La experiencia de caminar junto a una hermosa y alegre joven, era para Manuel algo completamente nuevo. No sabía cómo actuar, sólo atinaba a mirarla y sonreírle de vez en cuando. Llegaron a un pequeño parque, rodeado de palmeras, con un verde prado, bancas de piedra y un serpenteante sendero de tierra. Andrea dejó su bolso sobre un banco y ambos se introdujeron en el césped. Era una escena extraña, una fotógrafa experta, dirigiendo a un modelo torpe, totalmente falto de armonía en sus movimientos. - Necesito que sueltes tu cuerpo, que lo relajes. Eso es, mueve tu cabeza de lado a lado - le decía, mientras él estaba sentado sobre el pasto, y ella se acercaba y se alejaba, buscando los mejores encuadres. - No sé cómo hacerlo Andrea. Me pides algo muy difícil. La constante curiosidad de la joven artista la había llevado más de alguna vez a estudiar yoga, meditación y técnicas de relajación. Puso en práctica esos conocimientos para guiar a Manuel, para conseguir que soltara sus músculos y su mente. - Intenta calmar tu respiración, llévala a un ritmo bajo lo normal. Repite y cuenta. Ahora coloca tu mente en blanco, despéjala de cualquier pensamiento, no escuches nada, no huelas nada, no pienses nada. Sólo concéntrate en el latir de tu corazón, sigue contando. Excelente. Manuel empezó a sentirse bien, comenzó a sentir algunas extrañas sensaciones recorriendo su cuerpo y su mente, mientras adquiría conciencia de cada uno de sus músculos. Sentía como si le hubiesen colocado enfrente una lámina tamaño natural del cuerpo humano sin piel, como esos dibujos de las enciclopedias, mientras un profesor indicaba con una vara cada músculo, lo tocaba en la lámina y el lo sentía en su cuerpo.

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- Eso es Manuel. Concéntrate ahora en tu cuerpo. Comienza a recorrerlo desde el centro hacia las extremidades, siente cada uno de tus músculos y relájalo. Siente que puedes controlarlo a voluntad. Luego de unos cuarenta minutos de este ejercicio, y de muchas disparos de la cámara, cuando los últimos rayos de luz natural se esfumaban, Andrea dio por terminada su sesión de fotografía, mientras un extrañado Manuel intentaba comprender los cambios que habían ocurrido en su cabeza y su cuerpo. - Puedes venir en un par de días a buscar unas copias de las mejores fotografías, si te interesa. - Si, me interesa - respondió Manuel, sin pensar lo que decía - Excelente, ya sabes a qué hora termino mi turno en el café. Te espero. Andrea se despidió alegremente de Manuel, sintiendo que había obtenido un resultado mucho mejor que unos niños o unas palomas jugando en una plaza. Manuel se quedó un par de horas más meditando en un banco del parque sobre lo sucedido.

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4 – ÉL REFLEXIONA Ha sido realmente un día extraño. Nuevas sensaciones, persecuciones, amistades. No me he reconciliado con el mundo, ni el mundo conmigo, de eso estoy seguro, pero ahora lo veo diferente. Me sigo sintiendo un hombre mosca, indiferente a los ojos de los seres civilizados, es sólo que ahora esa indiferencia, la que nunca me ha molestado, me parece además una buena característica. De hecho me sentí por un momento un observador del mundo, desde mi sitial de indiferencia, el que ahora parecía un altar, pude ver al mundo transcurrir, pude verlo desde fuera de él, y ése es un privilegio que nadie más tiene. Mientras seguía las instrucciones de Andrea, sentí al mundo pasar a una escala de tiempo diferente a la mía. Vi pasar un automóvil muy rápido por la calle al lado del parque. A pesar de la velocidad que llevaba el coche, fui consciente de cada giro de cada una de sus ruedas, supe en cada momento en qué posición se encontraba cada uno de los pernos que sujetaban las llantas, incluso me di cuenta que uno de los pernos de la llanta trasera derecha estaba corroído, a punto de cortarse. Es muy difícil el explicármelo ahora, pero en ese momento vi, olí y sentí muchas cosas que ocurrieron y que comúnmente se nos escapan. Pasé un tiempo considerable en compañía de una mujer joven y hermosa. Creo que es la primera vez que esto ocurre en mi vida. No tengo ninguna pretensión con ella. Sería más exacto decir que la falta de esperanzas me impide tener otras pretensiones. Desde mi indiferencia nunca he soñado con tener una mujer a mi lado, al menos por su propia voluntad, y sin tener que pagarle por ello. Mientras vivía mi reciente experiencia, la observé durante sólo un segundo, pero uno de mis recién descubiertos segundos de extra percepción del mundo. Ella estaba girando rápidamente su cabeza, buscando una nueva posición desde donde enfocar su cámara. Su cabello castaño oscuro, largo y liso, realizó perfectas ondulaciones desde el lado izquierdo hasta ir a juntarse a la otra mitad, la que esperaba en el lado derecho, quedando finalmente todo a ese lado, y dándole a su figura una falsa sensación de desequilibrio temporal. Quizá sea más exacto decir que

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los cincuenta y siete mil doscientos catorce cabellos de su lado izquierdo se unieron a los cuarenta y nueve mil ciento trece del lado derecho, formando una única masa, un mar ondulante que apuntaba hacia el centro del planeta. Me gusta el mundo que estoy comenzando a descubrir, no sé hacia qué lugares me llevará, sólo puedo estar seguro que difícilmente será peor a mi vida actual, no porque espere que me sucedan mejores cosas, sólo porque espero que me alivie de la monotonía de mi vivir. Los últimos vestigios de luz natural terminan por fundirse con la oscuridad cuando decido partir, volver a la rutina, dar por terminadas las aventuras de uno de los días más extraños de mi vida. Me levanto del banco y camino fuera del parque, en dirección a mi departamento. Va a ser una larga caminata, pero no deseo bajar nuevamente a las entrañas de la ciudad, al gusano metálico que me podría acercar a mi hogar. Prefiero caminar mientras continúo con mis reflexiones. ¿Qué tiene de diferente mi mirada? ¿Por qué a Andrea le gustó tanto? Quizá no le gustó, sólo la encontró diferente, eso estaría más de acuerdo con lo que pienso de mí, estoy más ceca de ser un fenómeno que de poseer algún atractivo. Antes de usar la palabra “extraño”, ella definió mi mirada como “hermosa”. No recuerdo a nadie más que pudiera haber pensado algo parecido acerca de mi mirada, o de cualquier otra expresión o parte de mi cuerpo. Tampoco recuerdo a nadie que haya expresado cualquier cosa acerca de mí, es la indiferencia que causo en el resto de la gente, pero no en ella. ¿Por qué no en ella? Ella es una artista, los artistas están siempre abiertos, alertas y buscando temas. Perfecto, nuevamente deduzco que soy una especie de fenómeno, alguien que sólo puede atraer a un artista. Pero ella usó la palabra “hermosa” para referirse a mi vista. Recuerdo haber leído más de alguna vez acerca de la estética de lo feo, de lo extraño, de lo antinatural. Ella es una artista, tiene muy despierto su sentido de la estética, incluso de la estética de lo extraño y fenómeno, es la única explicación de por qué podría encontrar hermosa mi mirada, la oscura mirada de un hombre mosca,

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naciendo desde su propia indiferencia y terminando en la indiferencia de todo el mundo, excepto en la de una joven artista que admira lo feo. A diferencia de lo que podría pensarse, esa última deducción me deja bastante más tranquilo. Tengo una explicación satisfactoria al comportamiento de Andrea, ahora puedo confiar en ella. Después de mucho caminar llego a mi departamento, me siento en la sala, enciendo el equipo de música, me preparo un agua azucarada y continúo con mis pensamientos. Mis recuerdos vuelven a las moscas radio controladas, a la mujer gorda del metro y al hombre gordo del café, el que salió corriendo cuando Andrea aplastó a la mosca de la pared. ¿Qué relación tienen esos intentos de seguirme y espiarme, con la experiencia que luego me ocurrió con Andrea? En una vida en la que nunca ocurren cosas interesantes, el hecho que en un mismo día ocurran dos de ellas es demasiada coincidencia. Deben estar relacionados. ¿Por qué alguien querría espiarme? Yo no escondo nada, no represento a nadie, no poseo información valiosa para nadie. No encuentro ningún motivo para que alguien pudiera interesarse por mí. Bueno, no encontraba ningún motivo. Luego de mi experiencia en el parque con Andrea existe una razón. Esas nuevas capacidades que descubrí, aunque no sé aún cómo pueden ser controladas o aprovechadas, deben ser de mucho interés para alguien que las quiera usar en su favor. Esa es la única explicación posible. Esa última reflexión me lleva a un nuevo pensamiento. Los hechos de espionaje ocurrieron antes de darme cuenta de esas habilidades que Andrea me despertó. ¿Cómo alguien podría haberlo sabido antes incluso que yo? Existe también otra posibilidad, que quien esté detrás de esos actos no desee espiarme, sino que esté tratando de comunicarse conmigo. Quizá me han seguido por años, y sólo ahora está tratando de mostrarse a mí. Debo analizar también esa posibilidad. Casi en el momento en que cerré mis ojos, me invadió un sueño muy extraño. Durante mi sueño disfruté de las habilidades descubiertas

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junto a Andrea, las controlé a gusto y las usé según mi voluntad. Junto a esas habilidades había otras. Mi diferente percepción del tiempo me hacía increíblemente rápido de movimientos en comparación al resto de la gente. En un abrir y cerrar de ojos de la gente común, mi posición había cambiado ya en muchos metros. Para ellos, era como si yo apareciera y desapareciera a voluntad. Podía además volar. Tenía alas en mi espalda, un par a cada lado, las que batía rápidamente y volaba a gran velocidad. La maniobrabilidad que me brindaban las cuatro alas era increíble, podía dar giros de noventa grados con gran soltura y muy rápido. Todo el sueño transcurrió en primera persona, desde mí punto de vista, de tal forma que no sé cómo lucía yo ni mis alas, sólo sentía la velocidad y la libertad con la que ellas me permitían moverme. Era una sensación muy antinatural, volaba a toda velocidad sobre árboles, casas y edificios, podía sentir la fuerza del viento golpeando mi cara, sin embargo mi habilidad de control temporal y extra percepción, me permitían asimilar todos los detalles de los objetos sobre los cuales volaba, tal como si los hubiese sobrevolado muy lento y anotado en un cuaderno todo lo que veía. Ambas formas de percepción coexistían en mi cerebro creando una sensación muy extraña, pero no totalmente desconocida, como si yo hubiese estado esperando que esa sensación despertara en cualquier momento. Desperté sobresaltado y asombrado del realismo de ese sueño. Aún sentía las vibraciones de las alas en mi espalda y mis extremidades colgando, aún recordaba al mundo moviéndose en cámara lenta, según mi voluntad y el viento golpeando fuerte mi rostro, contra mi voluntad. Me preparé el desayuno, tanta azúcar como siempre, pero el doble de café. Me senté en el pequeño comedor de mi departamento, preparé una tostada con mantequilla y la vi a ella. Allí estaba nuevamente, era el tercer espécimen que veía de ese tipo de mosca. En realidad, era igual a todas las moscas de la ciudad, la exclusividad de estos tres individuos estaba en su comportamiento. Estaba en mi mesa, desafiante sobre un trozo de pan, mirándome sin ningún temor. Cualquier mosca común habría volado desde ese lugar al primer movimiento mío. Ella no. Se quedó sobre el pan con su mirada clavada en mis ojos. Si las moscas tuviesen una boca parecida a

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la nuestra, hubiera jurado que se estaba riendo en mi cara, ¿pero de qué? ¿de mi actitud? ¿qué debía hacer? Por un instante pensé en pararme e ir a buscar el matamoscas, a pesar de saber que sería inútil. Deseché la idea, pensando que me podría alejar del objetivo del momento, que era obtener la mayor información posible acerca de estos enviados radio controlados. En este caso, la mosca enviada estaba sola, no había nadie más en el departamento que esa mosca radio controlada y yo. Eso significaba que quien la controlaba era el mismo ser que estaba detrás de la pantalla, usando las micro cámaras en sus ojos. Una gran tecnología, pero quién la gastaría en mí. La mosca voló. Comenzó a dar vueltas por sobre la mesa de mi comedor mientras yo la observaba atentamente. Recordé mi sueño, me imaginé volando como esa mosca, girando a la izquierda, luego a la derecha, luego avanzaba tres metros y giraba nuevamente a la derecha, luego uno y a la izquierda, luego medio metro y dos giros seguidos a la izquierda. Repentinamente me di cuenta de que estaba anticipándome a los movimientos de la mosca. Podía predecir exactamente cuánto avanzaría y la dirección del próximo giro. Era muy simple y era algo que me parecía totalmente natural, como si siempre hubiese estado en mi mente, y sólo faltaba descubrirlo. ¿Qué sucedía? ¿Por fin mi cerebro estaba a un nivel superior al de ese individuo? (Ojalá mi padre me hubiese visto) ¿O quizá del individuo que la radio controlaba? Quizá nadie la radio controlaba, y las moscas estaban actuando por voluntad propia. ¿Una mosca con voluntad propia? Por primera vez esta idea se formaba en mi mente. ¿Por qué no? ¿Acaso no me considero yo un hombre mosca, y no por eso pierdo mi voluntad? La indiferencia del resto de los seres no me ha hecho perder mi voluntad, incluso la ha moldeado de una forma más detallada que al resto de la gente. Quizá estos pequeños seres han evolucionado en vías paralelas a nosotros, manteniendo y disfrutando de la indiferencia del resto de las especies. Deberé retomar estos pensamientos.

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5 - REENCUENTRO Habían ya transcurrido un par de días desde que Manuel y Andrea se conocieron. Durante estas horas Manuel encontró en su departamento una nueva mosca que se comportaba como las anteriores, lo miraba fijamente y con actitud desafiante. La mosca estuvo a su lado durante todo el primer día, fue su compañera de viaje en el metro, camino hacia su empleo, y luego en el camino de vuelta. El joven se acostó esa noche y durmió sin soñar. Al día siguiente la mosca aún estaba allí, y continuaba siguiéndolo adonde él fuera. Esta vez Manuel había decidido no prestarle mayor atención, no porque tuviese miedo o porque contara con alguna estrategia planificada, fue tan sólo porque no sabía cómo enfrentar la situación, y dejaría que la mosca tomara la iniciativa del siguiente paso, o que se aburriera antes de eso. Tal como lo había acordado con ella, Manuel se dirigió en la tarde al café donde Andrea trabajaba, unos minutos antes de su horario de salida. La saludó, le pidió su café con mucha azúcar y se sentó en su rincón a esperarla. En el momento en que ella se acercaba al oscuro rincón de la mesa individual, él la detuvo, adivinando sus intenciones, y le pidió que por favor no matara la mosca que estaba en el borde de la mesa. - ¿Por qué? ¿Tiene algo de especial ese insecto? - le decía ella, mirándolo con cara de sorpresa. - Ya te contaré, si creo que eres capaz de no enviarme a un manicomio. - Vienes por las fotos, me imagino. También tengo que contarte algo al respecto. Ya hablaremos. Andrea se alejó a deshacerse de los últimos clientes, mientras Manuel miró a su díptero y peludo acompañante de las últimas horas con una expresión de resignación, mientras pensaba - Esta vez te salvé, me debes una amigo.

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- ¡Por fin! ¿Dónde quieres ir? - A algún lugar en donde podamos conversar sin que nos molesten. - Vamos a mi departamento – le dijo naturalmente Andrea, sin pensar en todas las interpretaciones que cualquier hombre no mosca podría darle a aquella invitación. Manuel aceptó sin siquiera pensar en algo diferente a las conversaciones pendientes entre ellos. Sólo le preocupaba cómo contarle a ella acerca de las últimas cosas que le habían ocurrido. ¿Cuál sería su reacción? ¿Lo echaría de su departamento, pensando que estaba loco? ¿Y si de verdad estaba loco? No, hasta donde sabía, los locos no se preguntan si están locos, eso lo salvaba por el momento. Descendieron por unas escaleras mecánicas hacia la estación del metro, esperaron el siguiente tren, y abordaron el último carro. La mosca acompañante de Manuel entró con ellos, y se posó en su mano izquierda, la que estaba usando para sujetarse de una barra vertical. Andrea se dio cuenta de la mosca y miró asombrada a Manuel, quien le hizo un gesto de silencio con su dedo sobre sus labios. - Ya hablaremos - le dijo para tranquilizarla. La experiencia del joven en los viajes en metro era tal, que consiguió que Andrea no se diera cuenta de su ejercicio de tomar aire y no soltarlo hasta alcanzar la siguiente estación. Ayudó mucho el hecho de que no conversaran durante el trayecto, si Manuel hubiese tenido que decir algunas palabras, seguramente ella se habría dado cuenta que algo extraño le sucedía a él. Por ahora, ese secreto estaba seguro. Si Manuel hubiese podido controlar sus habilidades de extra percepción, los primeros segundos de visión del departamento de Andrea hubieran sido todo un reto. Los espacios estaban llenos de obras, principalmente de su autoría. Había pinturas y fotografías, los estilos iban desde los más clásicos realismos hasta algunos a los que aún no se los bautizaba. Los temas abarcaban desde escenas urbanas cotidianas hasta los sueños más escondidos del subconsciente de la artista. Había además varios estantes llenos de libros, con literatura de

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todos tipo. Varios instrumentos musicales colgaban de las paredes y descansaban en los rincones de la sala principal. Una vez pasados los primeros instantes de asombro, Manuel pudo dirigirle la palabra. - Yo creía que sólo hacías fotografías. - Me gustan además otras cosas - le dijo con una sonrisa que cualquier otro hombre hubiera interpretado como coqueta. - Eres fantástica, tus obras revelan una sensibilidad fuera de lo común - terminaba de decir Manuel, mientras se preguntaba ¿qué sabía él de sensibilidades artísticas? Quizá el ser un hombre mosca durante toda su vida lo situaba en un altar de observación del resto del mundo, y desde allí podía detectar fácilmente las características que identificaban a cada individuo. No significaba que él fuera un artista, sólo que él era capaz de reconocer a los artistas. Los jóvenes tomaron asiento sobre unos cómodos sillones mientras se aprestaban a hablar. Por unos minutos Andrea se había olvidado de la peluda y alada acompañante que habían tenido en su viaje, pero ahora la veía, posada al centro de la mesa junto a los sillones. Podría haber jurado que ese insecto la estaba mirando directo a los ojos. - Ya te acostumbrarás a ella - le dijo él, dándose cuenta de lo que sucedía. - Explícame de qué se trata por favor Manuel. - No puedo darte una explicación de las cosas que están sucediendo, por que no la tengo. Sólo puedo contarte algunos hechos, y juntos podremos buscar explicaciones. Primero dime tú lo que querías contarme, luego prometo decirte todo. - No quería decirte nada, sólo quería mostrarte algo. Se levantó Andrea por unos segundos, se dirigió a otra habitación y volvió con un sobre con las fotografías tomadas hacía dos días, en el parque cercano al café. Buscó entre ellas, seleccionó una y se la entregó

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a Manuel, quien la tomó entre sus manos y la observó durante un largo minuto. Andrea no decía nada mientras el tiempo de observación pasaba. La expresión en el rostro del joven no reflejaba la sorpresa que ella esperaba, sino que partió desde su acostumbrada lejanía, hasta llegar gradualmente a una sonrisa que mezclaba la ironía con la resignación. - ¿A esto te referías cuando decías que mi mirada era hermosa? - No. Sólo me refería a la profundidad. Quizá si reconocía alguna luminosidad diferente, pero en ningún caso esperaba algo como lo que ahí ves. La fotografía reflejaba un acercamiento al rostro de Manuel, el que ocupaba casi completamente el tercio derecho del encuadre. El fondo estaba desenfocado, entregando una excelentemente lograda sensación de profundidad. En el tercio izquierdo y abajo aparecía un automóvil girando con sus faroles ya encendidos, a pesar de que aún habían rastros de luz natural. Los faroles apuntaban en dirección hacia Manuel, y las luces aparecían en el papel como estrellas de cuatro puntas. Hasta ahí todo parecía normal, mostrando una imagen capturada magistralmente. Lo extraño ocurría en los ojos del joven, en el tercio derecho, cerca del centro. En ellos se veían reflejadas las luces de los faroles, con la misma forma de estrella de cuatro puntas, sólo que se veían reflejadas cientos, o quizá miles de veces. Los ojos de Manuel parecían, en la fotografía, formados por miles de pequeños espejos, cada uno reflejando la misma imagen. La fotografía era preciosa, poseedora de una belleza antinatural. Manuel recordaba perfectamente el instante en que Andrea capturó esa imagen, estaba con sus capacidades funcionando. Recordaba la matrícula del automóvil, la expresión del conductor y el dibujo de las huellas de los neumáticos delanteros. No le extrañó lo que veía en la fotografía, casi le confirmaba la forma como se sentía en el momento en que se la tomaron.

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La mosca voló desde la mesa, y se posó sobre la hoja más grande de una planta, a menos de un metro del rostro de Andrea, aterrizó y giró para quedar apuntando en dirección a los ojos de la joven. Ella la vio, observó la forma en que el insecto parecía mirarla y se levantó bruscamente del sillón, como si repentinamente hubiese recordado algo de vital importancia. Se dirigió a uno de los muebles con libros, buscó durante unos instantes, hasta que encontró una vieja enciclopedia ilustrada, de esas que antiguamente se distribuían en papel. Se sentó nuevamente, mientras recorría nerviosa las páginas del gran libro. Otro minuto transcurrió hasta que un gesto de triunfo se destacó en su expresión. - ¡Acá está! Mira esta fotografía - le dijo a Manuel, entregándole el libro abierto en una ilustración a página completa y a todo color. - Impresionante, aunque ya me había imaginado lo mismo al ver tu fotografía. La imagen del libro mostraba un acercamiento a los ojos compuestos de un díptero común, una mosca de las mismas que vivían en su ciudad, con la que estaban compartiendo en la sala del departamento del Andrea. El reflejo de la luz en los ojos del insecto seguía exactamente el mismo patrón que en la fotografía de Manuel. Si alguien se hubiese dado el trabajo de contar la cantidad de reflejos en cada ojo, en ambas fotografías, se habría encontrado con la sorpresa de que los números eran iguales.

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6 - CONFESIONES - ¿Cómo puedes quedarte tan tranquilo con lo que acabas de ver? ¿Es que no tienes miedo? - Me siento asombrado y expectante, pero no temeroso. Durante toda mi vida me he sentido diferente al resto de la gente - le decía Manuel, mientras se acomodaba en el sillón, en un gesto que se podría interpretar como la introducción a una larga explicación o confesión - Nunca me he sentido integrado en ningún grupo, ni siquiera en mi propia familia. Tú has sido la única persona con la que he mantenido una conversación larga en varios años. Ella hizo un gesto para decir algo, pero el joven la interrumpió, mientras continuaba. - No importa. Sólo te estoy relatando hechos y no tengo la intención de causarte nada al decírtelo, ni lástima ni compasión. Creo incluso que tú también encontraste algo diferente en mí, y eso te impulsó a acercarte y conversar conmigo. Quizá mi apariencia, mi expresión y mi actuar causaron alguna reacción en tu percepción de artista, la que es muy diferente al resto de la gente. - Ahora que lo mencionas de esa forma, si, te encontré muy diferente al resto de la gente, y en especial al resto de los hombres que visitan ese café. Además de tu mirada profunda y extraña, hay algo en tus movimientos, en la forma cómo pasas desapercibido, casi deseando que nadie se dé cuenta de tu presencia. - Exacto. Me asombra tu percepción, incluso yo no podría haberlo descrito mejor. Me siento apartado y me gusta que la gente no se dé cuenta que estoy junto a ellos. Es algo casi instintivo, como no puedo alejarme de la gente, intento al menos gozar de su indiferencia. Desde hace mucho tiempo me he considerado un hombre mosca, y ésta es una confesión que nunca imaginé que le haría a otra persona, y menos a una mujer a la que estoy recién conociendo. Siempre me he identificado con las moscas, porque ellas sobreviven gracias a que no nos percatamos de su presencia, a que nos acostumbramos a ellas revoloteando por allí. Sabemos que están y nos desagradan, pero

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mientras no las veamos posarse sobre nuestros alimentos, casi no recordamos su presencia, y las dejamos vivir. Andrea sintió un poco de lástima por su nuevo amigo, lo comprendió perfectamente, porque ella vivía todo lo contrario y era uno de sus sueños el disfrutar de esa indiferencia a la que él se refería. Ella soñaba con pasar desapercibida, con caminar entre la gente sin que nadie la viera, se imaginaba constantemente visitando una galería de arte en donde se expusieran sus obras, simulando ser una visitante más, y escuchando las opiniones de la gente, sin que nadie la viera. Soñaba con la invisibilidad, aquélla que tan bien le describía el joven hombre mosca. Manuel se sintió aliviado luego de haberle confesado esas intimidades a Andrea. Si había alguien en el mundo capaz de entenderlo, de comprender cómo él se sentía ante el mundo, esa era ella. Su mente era tan abierta a nuevas experiencias, que no le creería loco, al menos no tanto como para pensar que le mentía. Confió en ella y comenzó a narrarla sus últimos acontecimientos y experiencias. - Hace dos días, desde un poco antes de conocernos, me ocurrieron algunas cosas extrañas. Vi a un par de moscas que se comportaban igual que ésta - le dijo, apuntando al insecto que los acompañaba, que ahora observaba atentamente todo lo que hacían y que había volado desde la planta hacia la mesa junto al sillón – que me miraban fijamente a los ojos. Creo que a la segunda de ellas la aplastaste contra la pared del café. - Lo recuerdo. ¿Crees que hice algo malo? - No lo creo, hiciste lo que siempre has hecho, aplastar una mosca porque la viste. Ella fue la culpable, por haberse hecho ver, por haber salido de la seguridad que le brindaba la indiferencia - Hablas como si supieras mucho acerca de eso. - No es que lo sepa, es sólo que así lo siento. Cada vez que debo mostrarme al mundo siento miedo, y muchas veces me han aplastado. Las moscas deben mostrarse para alimentarse, es un riesgo necesario para vivir. A mi me ocurre exactamente lo mismo. Debo salir a la calle, debo ir a entrevistas de trabajo, debo viajar en metro. Creo que el estar

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ahora acá contigo es una de las pocas cosas que he hecho sin sentirme obligado, me siento como una mosca que sale de su indiferencia sólo por jugar, por el placer de colocar a prueba a los matamoscas. Si me atrapan, no puedo culpar a nadie más que a mí. - ¿Crees que corres un riesgo sólo por estar sentado acá conmigo? - Creo que comencé a correr el riesgo desde que acepté conversar contigo hace dos días en el café y luego ir al parque. Ahora sólo continúo en el camino que ya empecé a recorrer en ese momento. - ¿Por qué sigues? - ¿Podrías tú parar en este momento, con las pocas cosas que has visto y que te he contado? - No, no podría. - Claro, es tu curiosidad. Es instintiva, pero muy peligrosa. Permite que continúe con la historia – le dijo acomodándose nuevamente en el sillón - La tercera de las moscas es nuestra compañera de viaje, ese insecto que no ha dejado de mirarnos desde que llegamos. - ¿Qué son? ¿Qué quieren? - No lo sé. En un principio pensé que eran pequeños aparatos de espionaje controlados por personas, pero ya descarté esa idea. Estoy esperando que ellos hagan la siguiente jugada, porque no tengo más ideas. - Me asustan. - No tengas miedo, tengo la extraña sensación de que ellos, de haberlo querido antes, nos podrían haber hecho mucho daño, y que ahora buscan otra cosa. Manuel pensaba cuál sería la mejor forma de contarle a Andrea su experiencia en el parque, sus habilidades de extra percepción. No estaba seguro que ella le entendería, mientras comenzaba su explicación. - En el parque también me ocurrieron cosas muy extrañas. Al principio estaba muy tenso, debes recordarlo, no sabía cómo comportarme ante la cámara ni ante ti. Luego me diste una serie de instrucciones para relajarme, desde mi mente hacia mi cuerpo. Ahí ocurrió el cambio, empecé a tomar conciencia primero de mí, de cada parte de mi cuerpo,

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y luego del mundo alrededor mío, pero de una forma muy diferente a lo normal. Con sólo una rápida mirada, lograba asimilar mucha más información, sentía que tenía control completo sobre la forma en que asimilaba esa información, podía concentrarme en un punto, pero al mismo tiempo no perder de vista otros puntos. Podía concentrarme en miles, en todos los puntos que quisiera al mismo tiempo, sin perder detalles de ninguno de ellos. Manuel hizo una pausa para respirar un momento, pero principalmente para darle el tiempo necesario a Andrea para asimilar todo lo que le había dicho. - ¿Entiendes lo que estoy diciendo? - le preguntó antes de continuar. - Creo que si. Seguramente no con la claridad que tienes tú, por haberlo vivido, pero me he formado una buena idea de lo que sucedió. - Gracias por no dudar de mí. Eso no es todo, además de poder asimilar miles de detalles, mi percepción del tiempo, de cómo él transcurre, también cambió. Sentí que podía controlar con qué velocidad deseaba que el tiempo transcurriera para el mundo fuera de mí, podía casi detener el tiempo a mi alrededor, analizando cada uno de los miles de detalles que captaba. Tenía la capacidad de asimilar simultáneamente esa gran cantidad de hechos y tenía todo el tiempo del mundo para analizarlos y aprovecharlos. - Eso es un poco más difícil de entender, pero creo que tengo la idea general. Es asombroso, ¿tenías el control y podías jugar a percibir las cosas y controlar el tiempo de acuerdo a tu voluntad? - Si, tal como lo dices. Todo gracias a ti, gracias a las instrucciones que me diste. Tú me hiciste avanzar, me impulsaste a dar ese salto, me llevaste hasta ese lugar. ¿Cómo lo hiciste? - No fue nada especial. Sólo usé una técnica que aprendí en un curso de yoga, y que se usa para llegar al estado alfa. Sólo me interesaban los primeros pasos, quería que relajaras tus músculos, en especial tu cuello, el que estaba muy tenso. No quería fotografiar un robot. Creo que en el momento en que tomaste conciencia de tu cuerpo descubriste algunas habilidades que tenías muy escondidas. Supongo que la mezcla entre tu estado de relajación mental y el hecho de saber que cada parte de tu cuerpo estaba ahí en su lugar, de sentir tus músculos, afectó

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directamente a tu percepción. Hace un momento me comentabas que te sentías un observador del mundo desde el sitial de la indiferencia. Creo que ese sitial de la indiferencia es realmente un altar, un lugar que está por sobre las conciencias y percepciones del resto de la gente. Sé que suena difícil de creer, pero creo que tú tienes algunas habilidades escondidas desde siempre, y que estás recién empezando a descubrirlas. Las técnicas que te mostré permiten a tu subconsciente disparar con mayor libertad sus ideas, que pueden parecer algo alocadas, a tu parte conciente del cerebro. Bastó dejar a tu subconsciente libre por algunos minutos para que te mostrara de qué eres capaz. Esa es la mejor explicación que puedo darte a lo que te sucedió. - Ese era mi estado cuando tomaste la fotografía que me acabas de mostrar. Creo que cada punto de luz reflejada muestra un ojo independiente, tal como en las moscas - le dijo apuntando al tercer individuo en la habitación, su peludo acompañante - cada uno de ellos envía imágenes independientes al cerebro, y creo que mi cerebro entró en un estado de paralelismo en donde fue capaz de procesar esas imágenes al mismo tiempo, pero como independientes. Es como tener miles de fotografías colgadas en una pared y buscar diferentes detalles en cada una de ellas, y hacer todo esto al mismo tiempo. Yo pude hacerlo. Ambos jóvenes se miraron. Sabían cuál debía ser el siguiente paso, pero sentían miedo a enfrentarlo. Finalmente fue él quien se levantó y dijo. - Bueno, imagino que ya sabes lo que debemos hacer ahora. - Si, lo sé - respondió ella, mirándolo fijamente a los ojos.

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7 - COMUNICACIÓN - Apoya la espalda en el respaldo, suelta los brazos. Ahora concéntrate en tu respiración, baja su frecuencia, lenta pero constantemente. Bien, ahora tu mente, libérala de cualquier pensamiento, empieza a escuchar sólo tu corazón, cuenta los latidos. Ahora siente tu cuerpo. Parte desde el centro y recorre todos tus músculos hasta llegar a la punta de tus dedos. Siente y luego relaja cada músculo. Muy bien. Cuando transitamos por caminos ya recorridos, las distancias parecen menores. En sólo un minuto de repetir los pasos, Manuel ya se encontraba en el lugar que deseaba. Sólo un segundo después se levantó del sillón y habló. - Ahora comprendo por qué te interesaste en mi mirada. Entre pinturas y fotografías, hay veintisiete obras colgando en las paredes de la habitación y en veintiuno de ellos, los ojos son el foco de atención. Los ojos y la mirada son tu tema preferido. Veo además que te interesan las culturas orientales, en el mueble de enfrente hay doscientos quince libros, y el tema que más se repite en las novelas y cuentos es el lejano oriente. ¡Ah! y no te preocupes por los textos eróticos, tu secreto está seguro conmigo. Debes llamar además a la compañía de gas, porque hay una pequeña filtración en tu cocina, nada grave por el momento, pero podría empeorar, ¿no sientes el olor? Deberías avisarle también a tu vecino que hay un ratón en su departamento. En un primer momento Andrea no entendía lo que ocurría, de qué le estaba hablando Manuel. Luego se dio cuenta que en un tiempo muy corto, él había logrado percibir todo los detalles que le estaba contando. Quedó asombrada. - ¿Aún estás en ese estado, o ya volviste con nosotros? - le preguntó apenas pudo sacar el habla. - No es un estado diferente a mi condición normal, tenías razón y recién estoy aprendiendo a manejarlo, pero siento que esas habilidades

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están y han estado siempre dentro de mí, y tus técnicas fueron sólo para despertarlas. Creo que poco a poco las domino mejor, y que voy a ser capaz de usarlas sin necesidad de prepararme para ello. - Es decir que ahora, mientras hablas conmigo, sigues percibiendo el mundo usando tus habilidades extraordinarias. - No totalmente, pero estoy seguro que en unos minutos más lo voy a conseguir. Manuel permaneció unos minutos más parado en la sala, con su vista perdida en ninguno y en muchos lugares al mismo tiempo. Usando sus nuevas habilidades para analizarse él mismo, encontró la forma en que podía controlar a voluntad esas habilidades. Ya no necesitaba entrar y salir, moverse entre ambos mundos, su percepción normal, su forma natural de interactuar a un ritmo humano se mezclaba perfectamente con su extra percepción, con su visión paralela, con su manipulación temporal. Sabía que podía conversar con Andrea y, al mismo tiempo, estar analizando miles de imágenes captadas por sus miles de ojos, y resolviendo temas que le tomarían una gran cantidad de tiempo. Su cerebro estaba caminando por muchos senderos en paralelo, cada uno de ellos pensando algo diferente, más aún, con una percepción del tiempo diferente. Un segundo de su cerebro humano alcanzaba para vivir miles de segundos en cualquier otro de los caminos que recorría su cerebro en ese mismo momento. - Ahora lo puedo controlar a voluntad - le dijo a Andrea, con una sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro. - ¿Ya aprendiste? - Claro. Lo que para ti no fue más de un minuto, en mi cerebro fue el equivalente a varios días de entrenamiento. Usé mis nuevas habilidades en mí, y funcionaron a la perfección. Manuel caminó hacia el sillón y se sentó con actitud segura. Apoyó sus codos sobre sus rodillas, y su cara sobre ambas manos mientras miró fijamente a la mosca que los había acompañado durante las últimos acontecimientos. Pasaron dos segundos durante los cuales ambos seres se observaron detenidamente, luego el joven se levantó hacia la ventana, la abrió y dijo - Adiós y gracias. Estaré en contacto con tus

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sucesores. Ve a terminar tu vida en paz y gracias nuevamente por tu sacrificio - La mosca voló hacia la ventana y se perdió rápidamente en el horizonte. Andrea observó la escena sin entender. Manuel le pidió una cerveza muy fría y con mucha azúcar y se sentó a esperarla, mientras alegremente tarareaba una canción. Ella llegó con los vasos, se sentó a su lado y le dirigió la palabra. - Veo que ya no puedo seguir tu ritmo. Tienes mucho que contarme. - Lo siento, no es mi intención, pero no podría haber sido de otra forma. - Tu expresión ha cambiado. Te ves relajado. ¿Cómo te sientes? - Muy diferente. Bueno, siempre me he sentido diferente, eso ya lo sabes, sólo que ahora ya sé lo que me hace tan diferente, ya lo conversé largamente con la mosca que salió volando por la ventana hace unos minutos. Aunque el tiempo te haya parecido muy poco, ya lo medité bastante, y estoy satisfecho, aunque el futuro aún me parece incierto. - ¿Qué lo conversaste con la mosca? - Calma, calma. Ya te contaré todo, pero necesito que tengas paciencia, porque son muchas las cosas que se han comunicado y acordado en los dos segundos de conversación que tuve con ese monje. - ¿Monje? - interrumpió Andrea - ¿qué no era una mosca? - Paciencia amiga, ya comprenderás. Debes comenzar por aceptar que las moscas son también seres inteligentes, con capacidades parecidas a las nuestras, sólo que con intereses y motivaciones diferentes. Andrea bebió un largo trago de cerveza y se sentó a digerir las palabras que escuchaba. Le sonaba lógico, eso explicaba el extraño comportamiento de la mosca que los siguió hasta el departamento, pero había aún muchas interrogantes. Inspiró profundamente, hizo uso máximo de su libertad de pensamiento, sacudió de su mente cualquier prejuicio y le dijo a Manuel.

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- Estoy lista, preparada para escuchar y aceptar como real la historia más fantástica que me quieras narrar. Soy todo oídos, hombre mosca. - No imaginas cuán cerca de la realidad estás con ese calificativo - rió el joven mientras se preparaba para narrarle una larga historia a Andrea. – Como te anticipaba, te contaré todo lo que alcancé a conversar y planear con esa mosca durante esos dos largos segundos de intercambio de opiniones. Durante las siguientes horas Manuel se dedicó a narrarle a su (ahora) amiga Andrea una historia aún más fantástica y misteriosa de lo que ella esperaba. Comenzó con algunas explicaciones científicas acerca de la evolución de ambas especies, explicándole cómo una influyó en la otra, y terminó con las características que las diferencian, especialmente en sus motivaciones como individuos.

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8 - REVELACIONES El desarrollo del instinto de la inteligencia requiere de dos etapas principales. La primera de ellas es el salto evolutivo más difícil, alguna línea genética de individuos que produzca una mutación que les haga aprovechar la inteligencia en su favor, aumentando sus opciones de supervivencia y, con ello, del apareamiento necesario para traspasar esa línea genética a una nueva generación. Una vez que esta primera mutación se produce, se comienza una serie de mutaciones mas pequeñas que consiguen, de forma exponencial, hacer que la especie evolucione hacia la segunda etapa. Es en esta segunda etapa en donde se desarrolla el lenguaje, y luego la conciencia, como una forma de pensamiento que utiliza ese lenguaje. El lenguaje desarrollado en esta etapa tiene la característica de ser abstracto. Los primeros términos que se crean identifican a objetos del mundo o entorno de los individuos, pero al poco tiempo aparecen denominaciones abstractas que agrupan a varios de estos objetos reales, o a los estados en que ellos se encuentran, o simplemente a conceptos sin representación material. Sólo han existido dos especies en la evolución del planeta que han alcanzado este segundo nivel, los hombres y las moscas comunes. El hombre alcanzó el primer nivel en el momento en que logró ponerse de pie y pudo usar sus manos para algo diferente a caminar. Desde ese punto hasta la invención del lenguaje fueron relativamente pocos los millones de años de evolución que transcurrieron. Una vez que la raza humana evolucionó hacia el segundo nivel y sus individuos se agruparon en ciudades, aparecieron las moscas comunes, las que a su vez evolucionaron desde otras especies de dípteros. Los primeros asentamientos de hombres crearon las condiciones ideales para que una especie de mosca mutara hacia el primer nivel de inteligencia. Las agrupación física de las sobras de los alimentos y otras basuras orgánicas, hicieron posibles que las moscas comenzaran a utilizar su inteligencia como instinto de supervivencia, alcanzando en pocos cientos de miles de años el segundo nivel.

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Por cada generación de humanos nacen alrededor de dos mil generaciones de esa especie de moscas. No es extraño que al poco tiempo ellas hayan alcanzado el segundo nivel de evolución de la inteligencia, creando un lenguaje rico en expresiones abstractas. Durante largos años ambas razas han seguido evolucionando, una al lado de la otra. Las moscas comunes necesitan del hombre para su subsistencia, se han acostumbrado demasiado a depender de ellos, principalmente de sus desechos, para mantener su estilo de vida. Durante la larga historia de la especie de mosca a la que nos referimos, han existido algunos de sus individuos que han propuesto la idea de establecer lazos de comunicación con los seres humanos, pero nunca han conseguido el apoyo necesario para realizar más de algún intento, o experimento fallido. El tiempo de vida como adultos de estos insectos es de alrededor de dos semanas, por lo que una vida completa de ellos es muy corta en comparación a una vida humana. Para conseguir sólo homologar los mecanismos de comunicación con los humanos, deberían invertir un tiempo demasiado largo, de varias generaciones de moscas científicas, y no han existido individuos de esa raza interesados en gastar su vida en tareas cuyos resultados no alcanzarían a disfrutar. Otro motivo que les ha llevado a mantenerse alejadas, sin delatar su inteligencia ante los humanos, es su miedo a perder su tipo y estilo de vida. A pesar de ser seres inteligentes, tanto e incluso en algunos aspectos más que los humanos, son seres diferentes, con sus propios instintos y motivaciones. El choque entre ambas especies podría ser traumático. Si bien, las moscas tienen acuerdo y creen que pueden sobrevivir a este choque, han determinado que el riesgo es demasiado alto. Las motivaciones que mueven a las moscas durante su vida son totalmente instintivas, al igual que las que mueven a los humanos, con la diferencia que ellas lo aceptan naturalmente, sin necesidad de asignarles características divinas a sus valores. Sus aproximadamente quince días de vida adulta son su único período inteligente. Su estado larvario es equivalente a la etapa como bebé de un humano en donde

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aún no aprende a comunicarse verbalmente, y de la que luego casi no tiene memoria. Durante su vida de adulta, su principal preocupación es el apareamiento. Los machos se dedican a encontrar la mayor cantidad de hembras que fecundar, mientras que las hembras sólo aceptan un macho y producen sus cientos de huevos sólo una vez. La muerte para esos individuos es tan natural como la vida. De los cientos de huevos que las hembras colocan, sólo una docena sobrevive hasta llegar a ser larva, y luego sólo unos pocos individuos llegan a la etapa adulta. Los padres nunca conocen a sus hijos, los hijos nunca extrañan a sus padres La segunda motivación de esta especie es la diversión. Intentan que cada uno de sus pocos días de vida sea mejor que el anterior. Ellos no creen en ningún tipo de divinidad, y menos en una vida después de la terrenal, por lo que su misión es ser felices durante su existencia, la que para ellos no es corta. La percepción temporal de estos individuos está ajustada a su tiempo de vida. Una vida para ellos dura toda una vida, tal como para los humanos. Finalmente está el resto de las preocupaciones en la vida de esta especie, desde la alimentación hasta el descubrimiento, la adquisición de conocimientos, la invención, la creación y el arte. Todas las motivaciones que el ser humano considera como superiores y que lo ennoblecen, para las moscas sólo tienen sentido si le provocan bienestar inmediato, sin pensar en un futuro a largo plazo, más allá de su existencia individual. Han sido todas estas características que posee esta especie las que han contribuido a que no se hayan interesado en comunicarse con los humanos. Cualquier resultado que pudieran obtener no tendría para ellos un impacto en su propia generación, sino que lo disfrutarían sus descendientes. La trascendencia para ellos no tiene mayor importancia, sólo se refleja en el placer instintivo del apareamiento. Existe una excepción a ese comportamiento. Varios cientos de generaciones de moscas atrás, tantas que ya ninguna lo recuerda

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exactamente, vivió un individuo que tuvo una revelación. Se cuenta entre sus seguidores que ese profeta presenció y vivió en carne propia la unión de ambas especies, la generación de las bases del individuo que traería el balance entre ambas culturas. Esa revelación se transformó rápidamente en un mito, en una profecía, la que pronostica que llegará el momento en que nacerá un individuo como humano, que algunos hechos de su juventud despertarán sus instintos de mosca, y tendrá la capacidad de vivir y comprender ambos mundos a la vez, podrá ver, sentir, percibir y actuar como mosca y como humano, todo eso a voluntad. Ese individuo será el nexo entre las especies. Gracias a él, ambas razas crecerán, aprendiendo una de la otra. Las moscas aprenderán a vivir para el mañana, creando una cadena de superación para su especie, mientras que los humanos aprenderán a vivir el presente, siendo seres más felices durante sus vidas. Con esa filosofía como base de vida, y con la profecía como mito fundacional, un grupo de moscas creó una congregación, una secta a partir de las enseñanzas de su profeta, que incluyera y profesara el valor de los cambios a largo plazo, en busca de un mejoramiento de la especie. Esperaban, ansiaban y se preparaban para el despertar de los instintos de mosca dentro del humano elegido, el anunciado. Él sería quien llevaría a ambas especies en completa armonía, tomándolas de las patas, hacia un futuro mejor. La experiencia vivida por el profeta mosca, hacía algunas décadas atrás (comparables a siglos, en términos del tiempo de las moscas) había llegado con las siguientes palabras hasta sus actuales seguidores, los monjes de la Orden por el Futuro: “Una luz anormal brilló sobre el mar, perdiéndose en el horizonte. Un haz de esta extraña luz me atravesó, sentí que me robaba algo mientras pasaba por mi cuerpo. El haz luego continuó y atravesó el vientre de una preñada hembra humana. Ese haz me conectó durante una millonésima de segundo con el ser que estaba gestándose en ese vientre, nos hizo uno. Yo estaba en mi penúltimo día de vida, pero él estaba recién en etapa larvaria. Los cambios en mí fueron muchos, pero no alcancé a aprovecharlos. Él es el futuro, él fue escogido en ese momento, él será la base para la unión de la especies, sólo debemos esperar su despertar y luego guiarlo en su aprendizaje”.

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Ese mensaje se traspasó de generación en generación de moscas. Era cada vez más difícil reclutar nuevos insectos que creyeran en la mejora de la especie, pero lo habían conseguido, habían logrado mantener viva a la secta durante el camino del despertar de los instintos de mosca en el elegido. Había llegado el momento del primer contacto con los humanos en este camino y sería el líder de la Orden por el Futuro quien lo llevaría a cabo. Y el líder se comunicó con el hombre mosca.

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9 - DECISIONES El líder de la Orden le narró resumidamente a Manuel la historia de las moscas, sus motivaciones como especie y el nacimiento de la congregación que él lideraba. Le explicó al joven que él estaba unido a su especie, que en el momento en que el haz de luz lo unió con su profeta, su futuro quedó trazado. Le explicó además que eran variadas las habilidades que tendría, y que él las debería ir descubriendo poco a poco. Desde ese día en adelante, un grupo de moscas, todas pertenecientes a la Orden, lo acompañaría adonde él fuera, serían su séquito, pocas veces se dejarían ver, pero podría contar con ellas. En cualquier momento él podría consultarlas y les traspasaría las decisiones que fuera tomando para la consecución del fin último de mejora de ambas especies. Las decisiones eran ahora responsabilidad de él, la Orden había cumplido su parte logrando sobrevivir hasta el despertar de sus instintos de mosca, el siguiente paso era ahora responsabilidad de Manuel, del hombre mosca. Cuando Manuel terminó de narrarle a Andrea la historia que le había sido traspasada a él durante los segundos anteriores, y lo que de él se esperaba para el futuro, ella quedó inmóvil. Con sus ojos cerrados hacía un esfuerzo sobrehumano para digerir toda esa información como datos reales. Le pidió a Manuel que dejaran las decisiones para el otro día, lo invitó a dormir en su sillón y ella se marchó a su habitación, sin ninguna esperanza de juntar sus párpados durante esa noche. Manuel, en cambio, durmió plácidamente. Quizá más placidamente que nunca en su vida. Ahora tenía su explicación a su diferencia, a su deseo de indiferencia, a su poca preocupación por el futuro de su raza, pero ¿cuál era ahora su raza, su especie? Ya no estaba seguro. - Estuve recordando algunas historias de mi niñez, historias que mi madre me contaba y recordé algo que nos puede explicar lo que

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provocó el nacimiento de la profecía. - le dijo Manuel a Andrea, mientras le agregaba cucharada tras cucharada de azúcar a su café del desayuno - Hace casi treinta años mis padres viajaron a ciertas islas en la polinesia, en el pacífico. Creo que fue durante ese viaje que mi madre se embarazó de mí. Me contó ella hace muchos años, que durante una visita a una playa, mientras ella miraba el atardecer en el horizonte desde un acantilado, divisó una gran luz a la distancia, y una nube que se levantaba con una forma de hongo. - ¡Una explosión nuclear! - Exacto. En unas islas cercanas se realizaban pruebas nucleares, y justo en ese día, en el momento en que ella estaba parada allí mirando, y cuando yo tenía algunos días o tan sólo horas de gestación, algún haz de partículas radioactivas debe haberme atravesado, pasando antes por el cuerpo de alguna mosca desprevenida. De alguna forma ese haz proveniente de la explosión nuclear extrajo información genética de una célula del cuerpo de la mosca profeta y la mezcló estampándola en el núcleo de alguna célula de mi naciente cuerpo. Mi célula luego se multiplicó, dividiéndose muchas veces y copió en mi cuerpo los genes de esa mosca. - Tu teoría es buena Manuel. Explica perfectamente lo sucedido. Eso significa entonces que compartes genes con las moscas, y que muchas de sus características están ahora en tu cuerpo. - No sólo las características físicas. De acuerdo a lo que el monje de la Orden me explicó, comparto además varias características del comportamiento de esa especie. Mi falta de preocupación por el futuro, mis deseos de pasar desapercibido, todo lo que siempre me hizo pensar en mí como un hombre mosca. - ¿Qué vamos a hacer ahora Manuel? - No es necesario que tú hagas nada Andrea. Puedes olvidarte de todo lo sucedido y continuar con tu vida normal. Yo terminaré mi desayuno y desapareceré de tu vida para siempre. Disculpa todas las molestias que te he causado, y te agradezco toda la ayuda que me has brindado. Sin ti, difícilmente hubiera podido descubrir la verdad. - ¿Crees tú que me perdería el desenlace de esta historia? ¿Crees que soportaría no ser parte de ella? - le dijo ella sonriendo, mientras le tomaba una mano en señal de amistad - Tú eres el único hombre en quien he confiado en muchos años Manuel. Siento como si te

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conociera desde antes y deseo ayudarte en esta tarea que el destino te ha colocado, eso, si tú crees que puedo ser de ayuda para tu misión. - Gracias amiga. Claro que me podrás ayudar. Aún no sé qué debo hacer, ni cuál será mi siguiente paso. Ellos esperan que yo tome la iniciativa, pero no sé que haré. Sólo tenerte a mi lado me ayuda a enfrentar ese futuro, deseo y necesito de tus consejos. Tú conoces mejor a la especie humana que yo, y necesitaremos de ese conocimiento. Sus manos estuvieron unidas durante algunos minutos más, quizá en señal de amistad, quizá como un apoyo al sentimiento de incertidumbre que ambos jóvenes experimentaban en ese momento. Sentían que muchas cosas dependían de ellos, se enfrentaban a algo nunca antes sucedido, serían pioneros, y sufrirían las consecuencias de aquello. - Hay una decisión inicial que debes tomar, y la responsabilidad de esa decisión es sólo tuya Manuel. Piensa por un momento. No existe ningún ser humano además de nosotros que conozca la verdad acerca de este tema. La Orden por el Futuro agrupa sólo a un pequeño grupo de moscas que están atentas e interesadas en el futuro de su especie. Imagina que te olvidas de lo sucedido, que no haces nada al respecto. Los hombres nunca se enterarían. Las moscas de la Orden desistirían de su propósito, al destruirse el centro de su profecía, o sea, tú. Lo que quiero que pienses es si realmente deseas jugar al papel que el destino te está colocando, tomando en cuenta que las cosas seguirían su curso normal si no lo haces. - Muy buen punto de vista amiga. Si yo no hago nada, todo sigue como hasta ahora. Si lo hago, los resultados son inciertos. Te voy a responder con los mismos argumentos que tú usaste hace sólo unos minutos. ¿Crees tú que podríamos seguir con nuestras vidas normales sabiendo lo que ahora sabemos? Agrégale a eso mis nuevas habilidades, y aquéllas que me falta por descubrir. Cada vez que las utilice, recordaría que soy en parte mosca, y que pertenezco también a esa especie. No puedo continuar mi vida tal como ha sido hasta ahora, de eso estoy seguro. La pregunta siguiente es ¿cómo debo continuarla? ¿qué debo hacer? Ya sé lo que se espera de mí, y es una gran responsabilidad conocer eso. La Orden a la que esas moscas

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pertenecen esperan, ni más ni menos, que mejore el futuro de ambas especies, que logre que cada una de ellas aprenda lo mejor de la otra. - ¿Cómo nos aseguramos que sólo se traspasen mejoras entre las especies? Es muy probable que sin desearlo también las malas actitudes y costumbres se traspasen. ¿Podríamos soportar la responsabilidad de enseñarles a las moscas a hacer la guerra? - Ellas nos han observado por bastante tiempo ya. No estoy seguro sin, dentro de su escala temporal, son capaces de entender lo que es una guerra para nosotros, pero de seguro ya nos han observado matándonos y destruyéndonos, y no lo han copiado. Según me explicó el monje, los intereses y las motivaciones de esa especie tienen que ver con la vida del momento, sin pensar mucho en su futuro. Afortunadamente para ellos, esa actitud deja fuera de sus acciones a las grandes guerras, las que requieren de planificación y persiguen fines “superiores”. Aclaradas las primeras dudas que ambos tenían, ya contaban con un objetivo. Aunque aún no sabían cómo conseguirlo, unidos intentarían que cada una de las especies aprendiera de la otra, que mejorara. Como el monje le había dicho, Manuel estaba dispuesto a tomar de sus patas a las dos razas y caminar con ellas hacia delante, hacia un punto aún difuso, pero siempre hacia delante. La floreciente amistad entre ambos jóvenes se vio rápidamente fortificada por los hechos. Quizá nunca hubiera nacido, de no ser por todos lo que habían vivido. Ella lo invitó a trasladar sus cosas, a vivir con ella en su departamento. Sea cual fuera el camino que escogieran para cumplir su misión, ella lo ayudaría y estaría a su lado. Andrea se sentía tan responsable como Manuel en la satisfacción del objetivo final. Era quizá su mente de artista la que encontraba un nuevo e incomparable desafío a su creatividad. Estaba frente a algo absoluta e increíblemente nuevo, algo nunca visto, su creatividad sería puesta a prueba, sus mentes debían estar completamente abiertas a buscar las soluciones más disparatadas, las que pudiesen parecer más alocadas en un principio, podrían terminar siendo las decisiones acertadas. En un mundo nuevo no hay rutas establecidas ni parámetros de comparación.

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10 - APRENDIZAJE Andrea preparó una pequeña habitación para Manuel en su departamento y ambos jóvenes se aprestaron a vivir juntos un tiempo, mientras se dedicaran a mejorar el destino de moscas y humanos. A la mañana siguiente, mientras la joven preparaba desayuno, le pidió a Manuel que le explicara mejor sus nuevas habilidades de control de la percepción del tiempo y de extra sensibilidad, en particular, ella deseaba saber si Manuel se había convertido en un ser más inteligente gracias a las nuevas habilidades que había descubierto. - No sabría responderte con certeza. Soy capaz de estar viendo y analizando miles de imágenes al mismo tiempo, puedo también tener miles de pensamientos simultáneos, pero todos ellos los pienso con mi lado mosca. No creo que puedas entenderme bien, pero es como si mis intereses y experiencias usados en resolver esos miles de otros pensamientos fueran diferentes a mi único pensamiento humano. Por ejemplo, puedo evaluar e incluso predecir algunos hechos, adelantándome a su ocurrencia, gracias a que he analizado todos los detalles que derivarán en esa ocurrencia; sin embargo, no me siento en absoluto más sabio que antes. Siento que puedo procesar más cosas por minuto, pero esas cosas que proceso son limitadas a hechos puntuales y no temas más complejos, como el futuro de nuestras razas. - Has intentado descubrir algunas de las nuevas habilidades que el monje te comentó que también tendrías. - No, aún no. No sé a qué podría haber estado refiriéndose. - Creo que deberías comenzar a estudiar tus habilidades físicas. Si tus genes han sido modificados, creo que tu constitución fisiológica debe tener características especiales. Concéntrate en llegar al estado en que alcanzas la extra percepción e intenta luego hacer otras pruebas, pero ahora físicas. - Ya no necesito concentrarme. Vivo simultáneamente en ambos estados, con mi conciencia y único pensamiento humano, y con mis miles de pensamientos de mosca. - Excelente, eso significa que ahora estás con tu extra percepción activada, ¿cierto?

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Mientras terminaba de decir la última palabra, ella le lanzó con toda la fuerza que pudo un huevo, que ya tenía en su mano, listo para cocinar, directamente a la cabeza de Manuel, el que se encontraba parado a un par de metros y caminando de lado a lado en la sala. En ese momento él miraba hacia la pared, por lo que el huevo se dirigía directo a su nuca. Con una velocidad de reacción sobrehumana, el joven giró, mientras se desplazaba hacia un lado, de tal forma que quedó mirando de frente hacia la muchacha, y con su mano izquierda atrapó el huevo, amortiguando su velocidad y evitando que éste se rompiera. - Exacto, está todo el tiempo activada, ya no es necesario que me lo proponga – le dijo él, sin dar mayor importancia al hecho recién sucedido. - ¿Quieres que cocine yo este huevo? ¿Por eso es que me lo pasas? - Claro, quiero saber cómo cocinas – le respondió ella escondiendo una sonrisa, mientras lo dejaba entrar al pequeño espacio de la cocina. Sus cuerpos se rozaron al juntarse en la estrecha entrada a la cocina, y ella intencionalmente botó desde el mesón un vaso de vidrio, que se encontraba a espaldas de Manuel. El joven levantó su pie derecho hacia atrás, sin darse la vuelta, de tal forma que la planta de su zapato quedó apuntando hacia arriba. Realizó nuevamente un gesto amortiguador de la caída del vaso, bajando el pie, pero esta vez lo volvió a subir rápidamente, actuando como un resorte. Lanzó de vuelta el vaso hacia arriba, y con su mano derecha tomó el vaso y lo volvió a depositar sobre el mesón, todo eso sin siquiera mirarlo. - Debes tener más cuidado, casi rompes ese vaso - le dijo tranquilamente. - Disculpa, es que esta cocina es muy estrecha - respondió ella. - Como te lo decía, estoy todo el tiempo con mis habilidades funcionando, pero aún no he descubierto ninguna habilidad física especial. No estoy seguro que a eso se refiriera el monje - agregó con expresión de duda - ¿Cómo te gustan los huevos? - Revueltos, con una pizca de sal, por favor.

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Manuel terminó de preparar el desayuno, sirvió un dos tazas de café y las depositó en una bandeja junto a los huevos revueltos y unas tostadas. Tomó la bandeja con su mano derecha, mientras con la izquierda sacaba desde el refrigerador una caja de jugo de naranja. Caminó en dirección a la mesa para dejar ahí la bandeja y la caja. Andrea estaba dándole la espalda, con un florero escondido entre sus manos. Sin previo aviso giró rápidamente y le lanzó el florero a la altura de su cara. En un abrir y cerrar de ojos, sin que ella pudiese seguir la secuencia de hechos, vio a Manuel con su mano izquierda sujetando la caja y su mano derecha sosteniendo el florero, y sobre éste, en perfecto equilibrio, la bandeja con el desayuno. La altura de la bandeja era la misma de antes, fue como si bajo la bandeja hubiera aparecido un florero, y la mano de Manuel hubiese bajado unos centímetros instantáneamente. - ¿Dónde quieres que lo coloque? ¿En el mesón de la cocina? - dijo naturalmente Manuel, quien de pronto reaccionó ante los últimas actitudes de Andrea - ¿Qué pretendes ...? No alcanzó a terminar la pregunta y ya se había dado cuenta del objetivo de la joven. - Asombroso - dijo él - Me pareció todo tan natural, ni siquiera lo pensé mientras lo hacía. - Ahora mírate en el espejo de la pared - le dijo ella. Manuel depositó lo que acarreaba sobre la mesa y se observó en el espejo. Se quitó la camisa y observó su piel completamente cubierta de pequeños pelos negros, mucho más finos que el cabello normal. Manuel sentía las vibraciones individuales de cada uno de esos cientos de miles de pelos, y las procesaba por separado, formándose una imagen mental de los movimientos espaciales a su alrededor. - Tengo perfecta conciencia de todos los muebles a mi alrededor. Las corrientes de aire se ven afectadas por sus bordes y siento todo eso en

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los vellos de mi cuerpo. Puedo moverme con los ojos cerrados - dijo, mientras se tapaba los ojos con ambas manos y caminaba rápidamente por el centro de la sala. Mientras Manuel caminaba, Andrea se puso a un lado de la ruta que él estaba trazando y, justo en el momento en que pasaba por ahí, colocó su pie provocando que su amigo se tropezara y se fuera hacia delante, hacia el piso. Mientras su cuerpo caía, dos protuberancias aparecieron en su espalda, justo en sus omóplatos. Las protuberancias reventaron y en unas milésimas de segundo ya se habían transformado en dos pares de alas, las que comenzaron a batirse emitiendo un pequeño zumbido que llenó el aire de la habitación. Toda la operación ocurrió en unas pocas décimas de segundo, recordando a Andrea la activación de una bolsa de aire de seguridad de un automóvil. Antes de caer al suelo, Manuel estaba ya en posición horizontal, volando hacia delante, aún por el centro de la sala del departamento de Andrea. Ella estaba a punto de gritarle para que cambiara de dirección y no se estrellara contra la pared del fondo, cuando él ya había realizado un impresionante giro hacia la derecha, describiendo una perfecta escuadra de noventa grados. Otro par de rápidos giros y llegó al centro de la sala, a lado de donde miraba, aún asombrada, su amiga Andrea. Detuvo sus alas en esa ubicación y quedó en cuatro patas apoyado en la alfombra. - Lo sé, debo ensayar el aterrizaje - dijo riéndose - esa última parte no se ve muy elegante. Andrea no pudo hablar. Sólo se sentó a la mesa del desayuno y bebió un sorbo de café. Manuel se puso de pie, cerró los ojos y guardó sus alas bajo su piel, casi con la misma velocidad con que éstas se habían desplegado. Cerró nuevamente sus ojos, y los vellos de su piel desaparecieron en otra milésima de segundo. - Supongo que no querrás desayunar con un compañero alado y peludo sentado a tu lado. Sabes, la extra percepción de mi nueva visión y la capacidad de procesar miles de imágenes simultáneamente, son

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ideales para el vuelo y para el resto de mis reflejos que pusiste a prueba. - No esperaba que fuera de otra forma - dijo Andrea, aún asombrada por todo lo que había visto. - Son millones de años en que todas esas habilidades evolucionaron juntas, unas crearon a las otras, están diseñadas por la evolución para funcionar en armonía. Mis dudas eran si esa armonía no se habría roto al mezclarse los genes de ambas especies. - Me gusta como dices las cosas, hablas en términos de armonía. Eres una artista dando una explicación científica. - Veo que el sentido del humor te ha mejorado. Si lo deseas, llamo a un científico de verdad para que comience a analizarte - le dijo ella en forma de burla, respondiendo al humor del joven. Junto con sus nuevas habilidades físicas y cognitivas, Manuel estaba aprendiendo y descubriendo en su interior el instinto de mosca de disfrutar cada día. Ese era un riesgo que las moscas de la Orden ya habían discutido muchas veces, pero para el que no tenían solución. Él encontraría el gusto de la alegría en la vida, y esto podría poner en riesgo su interés y dedicación responsable en la satisfacción del fin último, o al menos de las tareas que los monjes le habían planificado a él y a ella en el plan maestro para la consecución de ese fin.

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11 – PREPARACIÓN Recordaba Manuel las actitudes que él tenía hacía solo algunos días atrás y casi no se reconocía. Huía de la gente, buscaba la soledad, tenía temor de caminar por las calles o respirar en los túneles del metro. Todo eso le parecía ahora muy lejano. Salió junto a Andrea a recorrer las calles de la ciudad comprobando cómo su nueva actitud de vida le servia para moverse entre la gente, para no necesitar pasar desapercibido, para no temer a su entorno. No fue fácil. Muchas de sus conductas estaban ya implantadas en su lado humano de la mente, eran hábitos difíciles de quitar. Andrea lo tomaba de su mano y lo incitaba a caminar con la frente en alto, mostrándose al mundo. Fueron a un café y el primer instinto de Manuel fue ubicar una mesa en un oscuro rincón. Andrea lo tomó y lo llevó a la mesa más central que encontró, a la vista de todos los clientes del local. Manuel esperaba que todo el mundo lo mirara, que encontraran algo raro en él. Se extrañó al ver que nadie parecía notarlos, el resultado era el mismo que el que obtenía en algún oscuro rincón. Se convenció de que necesitaba a Andrea para comprender las actitudes humanas, y que él conocía muy poco de esa especie, a pesar de haber vivido toda su vida entre ellos. Manuel pensó que en el fondo todos los humanos son, incluso sin desearlo, un poco hombres mosca. La sociedad es indiferente con los individuos, sólo las masas importan. Los individuos son sólo moscas. Bromearon, se contaron sus historias de vida, rieron y terminaron de conocerse. Ese fue el día más feliz en la vida de Manuel. No tenía memoria de algún otro momento en que se hubiese sentido tan libre, y todo gracias a las moscas y a Andrea. Para ella fue también un día hermoso, durante esos momentos se dio cuenta de que estaba comenzando a enamorarse de aquel hombre. Estaba fascinada por la valentía con que él había enfrentado la situación, la forma cómo tomaba las cosas, incluso con humor. Sabía que aún estaba lejos el día en que podría declararle libremente su amor, pero le alegraba haberse reconciliado con el sexo masculino.

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- Quiero que me acompañes a probar algo antes de volver al departamento - le dijo Manuel a Andrea, mientras descansaban en un banco de una plaza pública. - Donde tu quieras – respondió ella alegremente - ¿Dónde quieres llevarme? - Ya verás amiga - agregó con un exagerado tono de suspenso. Manuel llevó a Andrea al casino de la ciudad, lugar en donde pensaba poner a prueba sus nueva habilidades. Con sólo ver la bolita moviéndose y girando en el sentido contrario a la ruleta, él ya sabía exactamente en qué número caería. Ganaron bastante dinero, pero no tanto como para llamar la atención de los encargados. Compraron finalmente algo de comida y volvieron al departamento de Andrea. Entraron, se sentaron y lo primero que observaron fue a un grupo de cinco moscas posadas sobre una hoja de una planta. Todas miraban fijamente a Manuel. Los jóvenes se miraron y casi decepcionados, recordaron los extraños hechos que los habían juntado y la misión que aún tenían por delante. - ¿No vas a hablar con ellas? - preguntó Andrea. - No tengo nada nuevo que contarles. No quiero darles falsas esperanzas. - Está bien, pero debemos luego planificar nuestro primer paso hacia el objetivo, para tener algunas esperanzas que darles a esos seres. Ahora me siento pésimo sabiendo que ellas han dedicado toda su vida a una causa que depende de nosotros, mientras nos dedicábamos a pasarla bien. Un día nuestro equivalen a cerca de seis años para ellos, según su tiempo de vida. Eso significa que cada día que desperdiciamos ellos han sacrificado en vano seis años de su vida. - Creo que ellos lo saben mejor que tú, y por eso es que han venido a visitarnos. Nos están apurando. - Y les está dando resultado. Vamos luego a dormir, para mañana dedicarnos a planificar nuestra estrategia.

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Una idea estaba ya formándose en la cabeza de Andrea, era una idea revolucionaria, pero deseaba discutirla con su almohada antes siquiera de atreverse a proponerla a Manuel. Los jóvenes se despidieron y cada uno se dirigió a su habitación. Transcurrirían aún varias horas para que cualquiera de ellos lograra conciliar el sueño, estaban demasiado absortos en sus meditaciones. A la mañana siguiente la idea aún persistía en la mente de Andrea, y ya no encontró más excusas. Mientras tomaban desayuno en el departamento se la comentó a su amigo. - Tengo una idea para dar el primer paso. Es bastante revolucionaria y podrá parecerte estúpida al principio, pero termina de escucharme, piénsala unos minutos, y luego discutámosla. ¿Estás de acuerdo? - Está bien, pero no me asustes. - En algún momento deberemos dar a conocer a la gente la historia de las moscas. Mostrarles que también ellos son seres inteligentes. ¿Cómo crees que tomarán la noticia? - Muy mal. Todas las personas odian a las moscas, al menos cuando las ven. Si les decimos eso, vamos a sacarlas de su indiferencia, se las vamos a mostrar a los humanos y van a recordar su odio. El ser humano es muy soberbio, todos excepto los artistas - rió Manuel, mientas miraba a Andrea. - Y los hombres mosca - se apresuró en decir Andrea, también riendo. - Está bien, exceptuando a los artistas y a los hombres mosca. La gente común no va a querer aceptar que unos seres que han odiado desde siempre, que han considerado asquerosos, vayan a ser comparables a ellos. Imagina a un hombre común aceptando que una mosca vale tanto como él, es casi imposible. - Exacto. Lo primero que debemos hacer entonces, es lograr que la gente cambie su percepción acerca de las moscas. Debemos conseguir que olviden que siempre los han considerado seres asquerosos. Si no conseguimos eso, ni siquiera podemos soñar con hablar acerca de la inteligencia de las moscas. - Suena muy lógico, ¿pero cómo piensas que podemos conseguir eso?

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- Haciendo que la gente ame, adore e idolatre a una mosca, a un hombre mosca, a un superhéroe, al Hombre Mosca. Manuel hizo un gesto para comenzar a rebatir a Andrea, mientras ella colocaba su dedo en sus labios, en señal de guardar silencio y recordándole el compromiso de pensar en su proposición durante algunos minutos. Ella se levantó, abandonando a un pensativo y perturbado joven junto a sus reflexiones. Recordaba Manuel las historietas que leía de niño, en las que aparecían sus superhéroes favoritos. Entre ellos estaba el hombre araña. ¿Había conseguido acaso él que la gente de su ciudad comenzara a amar a las arañas? No, no le había resultado de esa forma. A diferencia del Hombre Mosca, el Hombre Araña no parecía una araña real, parecía sólo un hombre atlético, con un disfraz que tenía dibujos de araña. Él sería un ser peludo, que caminaría en cuatro patas, y tendría un par de repugnantes alas en su espalda, al menos durante los primeros avistamientos, él parecería repugnante. A diferencia del hombre araña, sería imposible no asociar al Hombre Mosca con una mosca real. Después de salvar un par de vidas, su cuerpo peludo y sus alas ya no parecerían tan asquerosos. Quizá la idea de Andrea no era tan mala, y podría ayudarles en su cometido. Se imaginaba realizando las acciones de los superhéroes que conocía y volvía a pensar que la idea era ridícula. Él, un hombre que siempre había intentado no ser visto por la sociedad, ahora debería tratar de ser el centro, de captar la atención y el amor de la gente, para así acercarse a su meta y poder contarles libremente que él, el fabuloso Hombre Mosca, era mitad mosca y mitad humano, y que las moscas eran tan inteligentes como los humanos, sólo que tenían motivaciones diferentes. La idea no era tan ridícula como parecía, era él quien tenía pánico de hacer el ridículo, esa era la verdad y debía aceptarla. Habían pasado ya unos cinco minutos cuando apareció Andrea, quien venía desde su habitación y traía un papel enrollado en su mano. - ¿Ya te convenciste o debo esperar otro par de minutos?

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- Tengo miedo Andrea, no es miedo a hacer mal el papel de superhéroe, es miedo a hacer el ridículo. Pararme en medio de todos y salir volando triunfante después de haber salvado varias vidas, como lo hacía superman en la película, ¿entiendes lo que digo? - No te preocupes. Para la gente no serás Manuel, sólo serás el Hombre Mosca, el enmascarado e incógnito Hombre Mosca. Desenrolló en ese momento el dibujo y se lo mostró a Manuel. Era un bosquejo a lápiz de Manuel parado en cuatro patas, con sus alas abiertas y el cuerpo peludo, con un antifaz negro dejando sólo sus grandes y brillantes ojos a la vista. Un pantaloncillo negro cubriendo sus partes privadas completaba el simple traje, dejando a la vista casi todo el cuerpo y las piernas peludas del superhéroe. - Refleja la apariencia que necesitamos - recalcó Manuel - Permite ver que se trata de un hombre mosca y no de un hombre disfrazado de mosca. Me gusta. ¿Puedes construirlo? - Por supuesto, me extraña que dudes de mis poderes - dijo ella riendo y tomándole la mano a Manuel, mientras pensaba que amaba cada día más la valentía de ese hombre.

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12 - EJECUCIÓN Para ofrecer los servicios de superhéroe no se puede simplemente publicar un aviso en las páginas amarillas y sentarse a esperar que suene el teléfono, eso lo sabían muy bien los jóvenes cuando planearon su estrategia. Escogieron un edificio muy alto, con una azotea en el último piso y ubicado en algún barrio en donde se cometieran constantes crímenes. Apenas oscurecía, Manuel se acercaba al edificio, se aseguraba que nadie lo estuviera observando, y volaba hasta la azotea, en donde se sentaba pacientemente a esperar por horas a que algún crimen se cometiera. Su extra percepción le permitía estar atento a miles de pequeños hechos que ocurrían incluso en varios kilómetros a la redonda. La primera noche no ocurrió nada peor a un pequeño accidente entre un automóvil y una motocicleta. Manuel estaba listo para emprender el vuelo, pero al ver que el motociclista se levantaba sin ninguna herida prefirió no entrometerse. La segunda noche, cuando llevaba un par de horas de observación, Manuel distinguió a un hombre joven que se acercaba caminando sospechosamente por detrás de una mujer de unos cincuenta años. Se levantó, extendió sus alas y se lanzó volando a gran velocidad. El hombre tomó y tironeó fuertemente el bolso de la mujer hasta que consiguió arrancárselo. Corrió luego a toda velocidad por un callejón oscuro. La mujer gritó pidiendo ayuda justo mientras Manuel pasaba volando rasante sobre ella, quien al ver a la oscura y peluda figura emitió un aterrador grito de pánico, luego del cual cayó desmayada al suelo. El grito final de la mujer fue tan aterrador, que el ratero se detuvo y se dio vuelta a mirar lo que había sucedido. Se encontró con la horrible visión del Hombre Mosca volando de frente hacia él, a una altura de unos dos metros. Una cara negra, unos enormes y brillantes ojos, cuatro patas que colgaban y se balanceaban hacia atrás junto a las monstruosas alas fueron suficiente para choquear al ladrón, quien se quedó paralizado. El Hombre Mosca llegó hasta él, lo tomó con sus

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manos, lo levantó y lo llevó volando hasta la acera, cerca de donde estaba desmayada la mujer. Amarró al ladrón a un poste del alambrado público, le quitó el bolso, dejándolo delicadamente al lado de la mujer, aún desmayada en el acera. El ladrón, amarrado aún al poste, tenía la mirada perdida en el horizonte, y ya no observaba al Hombre Mosca, ni a la mujer, ni a nada a su alrededor, su vistas permanecería desenfocada por varios años. Divisó a lo lejos un automóvil que se acercaba y decidió correr a esconderse en un callejón cercano a ver qué sucedía. No se sentía preparado aún para mostrarse ante más gente. El hombre que conducía el automóvil vio a la mujer desmayada y al hombre amarrado al poste, y detuvo el automóvil. Dio aviso a la policía, y a los pocos minutos ya la mujer había recobrado el conocimiento y le narraba a un policía que había visto una sombra pasando sobre ella, y que se había desmayado sin poder ver lo que era. Del ladrón no pudieron conseguir ninguna palabra. Su vista seguía perdida en el infinito, y su boca no emitía sonido alguno. Había evitado un asalto y había enviado a un ladrón al hospital psiquiátrico, sin embargo no había adelantado nada en su objetivo de mostrarse como el Hombre Mosca haciendo el bien y ayudando a la gente que más lo necesitada. Al volver al departamento, discutió con Andrea acerca de lo que había sucedido. Buscaron juntos una nueva estrategia y la pusieron en práctica al día siguiente. Esta vez seleccionaron una calle que estaba vigilada por cámaras de televisión, las que estaban grabando toda la noche. Los ladrones, a pesar de saber que estaban siendo grabados, se tapaban su rostro y continuaban asaltando a la gente que transitaba por allí. Manuel seleccionó un edificio cercano, y se dispuso a esperar en su azotea. Ni la primera ni la segunda noche sucedió nada. Recién a la tercera, en la madrugada, dos jóvenes acorralaron a un tercero, sacaron un pequeño cuchillo y se lo enterraron dos veces a la altura de su estómago, mientras huían con su billetera. Manuel voló raudamente a capturar a los ladrones, los atrapó por la espalda, uno con cada mano, y volvió volando donde estaba tirada la

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víctima. Amarró rápidamente a los ladrones a un poste, al igual que lo había hecho antes, rasgó la camisa de uno de ellos y con la tela hizo un fuerte nudo alrededor del estómago del joven, deteniendo la hemorragia, todo esto mientras los ladrones gritaban despavoridos y trataban de huir. Manuel metió una mano al bolsillo de uno de los ladrones, mientras éste continuaba con sus gritos y pataletas y trataba inútilmente de huir de las amarras. Extrajo una moneda agradeciéndole, y se dirigió a un teléfono público cercano. Él sabía perfectamente que esa acción era innecesaria porque la policía monitoreaba ese sector toda la noche, sin embargo, le convenía mostrarse ante la cámara como un ser con actitudes humanas. Se comunicó con la policía y dio aviso del joven herido y de los dos ladrones capturados, colgó el teléfono y se alejó volando lo más lentamente que pudo, de tal forma que las cámaras pudieran captar buenas imágenes. Volvió satisfecho al departamento a dormir algunas horas y a prepararse para las reacciones de su última acción. Durante toda la mañana del siguiente día, la televisión no transmitió ninguna noticia acerca de lo ocurrido. La policía seguramente tenía muy bien guardadas esas imágenes y no quería darlas a conocer al público. Para las noticias de la noche, las imágenes ya se habían filtrado y más de la mitad del tiempo de los noticiarios fue dedicado a analizarlas. Invitados de todo tipo desfilaron ante los paneles de entrevistas, desde ufólogos hasta sacerdotes, desde entomólogos hasta prestidigitadores, cada uno tenía su propia versión de los hechos, todos trataban de explicar qué era lo que estaban viendo allí, de dónde había venido o cómo habían conseguido trucar la imagen. Nadie se preocupó de entrevistar al joven asaltado ni a los asaltantes. Nadie resaltó la heroica acción del Hombre Mosca, todos se concentraban en intentar determinar qué clase de extraño ser era el que aparecía en las imágenes. Finalmente nadie usó la palabra héroe. - Al menos ya te conocen - dijo Andrea. - Así es, aunque no de la forma que queremos - acotó decepcionado Manuel.

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- Ya lo conseguiremos, hay que seguir adelante. Ya verás como con las próximas acciones le darán más importancia a los hechos que al “extraño ser”. - Necesitamos de un hecho más importante. Necesito salvar más vidas o a gente importante, así se preocuparán más del hecho, del acto heroico, y no sólo del “extraño ser”. Un poco antes de terminar el noticiario, las notas locales fueron interrumpidas para entregar una noticia de última hora. Un avión de pasajeros acababa de ser secuestrado, y estaba tomando rumbo hacia el océano. Sus estanques de combustible estaban llenos, por lo que podría llegar atravesar el atlántico y dirigirse hacia cualquier país africano o europeo. Era justamente el tipo de publicidad que necesitaban para hacerse notar como héroes. Se miraron y no tuvieron dudas. Rápidamente Manuel se colocó su traje de Hombre Mosca, su máscara y su pantaloncillo, y salió volando por la ventana en dirección al océano. Nunca había puesto a prueba al límite sus habilidades, no sabía qué velocidades podría alcanzar en vuelo, ni cuánta fuerza tendría, pero estaba dispuesto a averiguarlo. Voló muy rápido hasta que a lo lejos divisó al gran avión de pasajeros, el que estaba siendo seguido por un par de aviones militares - Espero que lleven cámaras - pensó Manuel, mientras se acercaba por atrás a los aviones. Manuel pasó volando a pocos metros de la cabina de un avión militar, y fue sólo gracias a los sistemas de nivelación automática con los que este aparato contaba que no perdió el control, porque el piloto quedó completamente paralizado con la imagen que aparecía ante sus ojos. Al perder comunicación por radio, el piloto del otro avión se retrasó para establecer contacto visual. Éste vio al Hombre Mosca volando junto al primer avión, y dio aviso al comando central. Manuel se percató del hecho, y se acercó ahora a la cabina del segundo avión militar. Hizo un gesto levantando su mano y saludando al piloto, el que, sin saber qué hacer, le respondió de igual forma.

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Si el rescate que pronto realizaría no era documentado, éste no serviría a los propósitos finales de su misión. Hizo ahora el gesto de colocarse una cámara de video delante de su cara, y con su mano derecha simuló mover una manija, al estilo de las antiguas filmadoras. A pesar de la tensión del momento, el piloto entendió lo que Manuel le pedía y le mostró una pequeña cámara digital, al que el Hombre Mosca le respondió con el gesto universal de aceptación, su pulgar hacia arriba, y se alejó adelantándose a los aviones militares y acercándose al avión de pasajeros. Los raptores habían reducido al capitán y al resto de la tripulación, y habían tomado ellos control del aparato. Manuel se colocó bajo el gran avión, en la ubicación en donde debería estar el tren de aterrizaje, y que ahora estaba escondido tras una gruesa compuerta, levantó ambas manos y tocó el fuselaje de la nave. Después de una par de intentos de prueba, consiguió girar la nave y colocarla nuevamente en dirección hacia la ciudad, contra todos los esfuerzos de los hombres que la intentaban dirigir desde su interior, quienes no entendían lo que estaba sucediendo. Los raptores se comunicaron inmediatamente por radio hacia el aeropuerto de la ciudad y amenazaron con comenzar a asesinar a los pasajeros si no se les permitía abandonar el espacio aéreo del país. Los finísimos oídos de Manuel le permitieron discriminar entre los ruidos de los motores del avión y las voces de los raptores, pudiendo escuchar esta conversación. Se dio cuenta de la situación, se percató que estaba poniendo en riesgo la vida de los pasajeros con esa acción. Volvió a girar al aeroplano, hacia su dirección original y voló hacia arriba. Varios pasajeros lo vieron sorprendidos, y algunos hasta lo fotografiaron. Manuel no pudo evitar recordar alguna escena de alguna película de superman en donde un niño saludaba al superhéroe desde una de las ventanillas. Buscó, pero no encontró a ningún niño, sólo ancianos con caras de turistas. - Una lástima - pensó. Hubiera sido todo un golpe publicitario. Llegó volando hasta la cabina sin ser visto por sus ocupantes, y observó en su interior a tres personas que seguramente eran los raptores y algunos cuerpos tendidos en el piso, probablemente el capitán y su tripulación. La puerta de la cabina estaba cerrada, no

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estaba seguro si la cabina se presurizaba en forma independiente del resto de la nave, pero no encontraba otra solución que romper el gran parabrisas y entrar a tomar él el control de la nave. Deseaba tener a Andrea a su lado, le gustaba su creatividad, de seguro a ella se le habría ocurrido alguna otra idea. Se decidió y dio un fuerte y seco golpe, tratando de hacer el agujero de menor tamaño posible en el parabrisas. Entre que dio el golpe y ya se encontraba en la cabina, transcurrió no más de un segundo. Se lanzó sobre el primer hombre, y lo redujo con un golpe, luego el segundo. El tercero alcanzó a realizar un disparo, mientras Manuel esquivaba elegantemente el proyectil. El tercero de los captores fue rápidamente reducido. Toda la escena ocurrió mientras el aire del exterior se colaba en la cabina formando infernales remolinos y haciendo un ruido insoportable. Manuel abrió rápidamente la puerta que conducía a la sección de pasajeros y la cerró, tomando un par de décimas de segundo, y demorando lo más posible la descompresión del resto de la nave. Redujo finalmente al último de los captores entre los gritos de miedo de los pasajeros, mientras el avión comenzaba a caer en picada. Volvió a la cabina, buscó la radio y habló por ella presionando varios botones, sin saber exactamente si sería atendido. - Aló, aló, hola, ¿torre de control? - Si, adelante, le escuchamos vuelo 7712 - Acabo de recuperar el control del avión, pero no sé conducirlo. - Repita, por favor. - ¡Lo que escucharon! Tengo poco tiempo antes que caigamos. Dígame cómo bajo el tren de aterrizaje, rápido. - No estoy seguro de lo que dice, repita vuelo 7712. A través de la negra máscara, Manuel respiró profundamente y dijo pronunciando muy bien cada palabra - ¿Qué botón o palanca debo usar para bajar el tren de aterrizaje?

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Finalmente le respondieron. A continuación les preguntó cómo apagar los motores, cosa que hizo inmediatamente. Se despidió pidiéndoles que despejaran la pista principal del aeropuerto, y que lo esperaran en cinco minutos. Salió rápidamente de la cabina, por el mismo agujero que hizo para entrar, y pasó a tomar posición bajo el fuselaje del 747, antes de que la nave, ya sin motores que las sustentaran, comenzara a caer. Se ubicó por abajo en el centro, justo delante de las ruedas y en el lugar en donde nacen las alas. Sus manos levantadas sujetaban todo el peso del avión y lo dirigían en línea recta, y descendiendo lentamente, de vuelta al aeropuerto. Siete minutos después las cámaras ubicadas en el aeropuerto estaban ya captando las imágenes del gran aparato dirigiéndose hacia la pista principal. Sólo cuando estaba a unos pocos cientos de metros, un camarógrafo de un canal de noticias se percató de lo que ocurría y dio rápido aviso - Miren abajo, justo delante de las ruedas. Cundió la locura entre la gente que esperaba en el aeropuerto. Ya todos ellos habían visto la imagen filtrada al noticiario, sabían que se trataba del Hombre Mosca. Varias cámaras de televisión hicieron acercamientos y grabaron una de las imágenes más fantásticas que se habían visto desde la invención de esos aparatos. Manuel dirigió perfectamente el avión sujetándolo desde abajo hacia la pista. Fue un aterrizaje perfecto. Cuando el avión se detuvo, el Hombre Mosca salió desde debajo del fuselaje y voló hasta posarse sobre éste, un poco más atrás de la cabina. Desde esa ubicación esperó que se acercaran los automóviles de rescate. Los policías dudaban en acercarse al avión, mientras los bomberos y los paramédicos rápidamente abrían las compuertas y comenzaban a evacuar a la gente usando los toboganes de emergencia. Mientras los pasajeros bajaban del avión, el Hombre Mosca los saludaba cordialmente. La mayoría huía asustado, hasta que llegó el turno de un niño de unos nuevo años junto a su abuelo. Uno demasiado joven para temer por prejuicio y el otro demasiado viejo para temer a lo nuevo. El pequeño se dio vuelta para saludar enérgicamente a Manuel, quien respondió alegre agitando su mano. El

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abuelo del niño se percató, y cuando todos esperaban que tomara la mano del pequeño para apurarlo en su evacuación, también comenzó a saludar alegre a su salvador. El Hombre Mosca analizó rápidamente lo que sucedía y aprovechó la oportunidad única que se le ofrecía para mejorar su imagen. Mientras todas los canales nacionales y algunos internacionales transmitían en vivo, voló acercándose calmadamente hasta llegar al lado del niño y su abuelo. Se posó junto a ellos, y les regaló una gran reverencia, y un apretón de manos a cada uno. La gente que se encontraba en el aeropuerto, y que observaba lo que ocurría, se volvió loca e irrumpió en aplausos. Por fin lo había conseguido, el Hombre Mosca era un superhéroe, y estaba viviendo su momento de gloria. Levantó por última vez su mano en señal de saludo, ahora hacia todo el mundo, y emprendió el vuelo.

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13 - RESULTADOS Manuel volvió muy cansado al departamento. El cansancio, más que físico, era mental. Estaba agotado por la presión de enfrentarse ante las cámaras de televisión, por tener que actuar y adelantarse a las reacciones del público, eso era algo para lo que ningún gen de mosca podría haberlo preparado. Andrea lo recibió con un gran beso, felicitándolo por su cometido. Había seguido con todo detalle las transmisiones por televisión, en donde no se cansaban de alabar el heroico acto de rescate del Hombre Mosca, todo se estaba dando de maravilla, tal como ellos lo habían planeado. Los ufólogos y entomólogos siguieron siendo un éxito en los programas de televisión, pero ahora todos ellos trataban de explicar cómo el personaje había realizado la heroica tarea de rescate. Los periódicos del día siguiente resaltaron al Hombre Mosca. El más importante incluía en primera página una espectacular fotografía de Manuel cargando el avión segundos antes de tocar la pista, bajo un titular que decía “Hombre Mosca salva la vida a 213 personas”. Durante la siguiente semana, Manuel se quedó en casa con tres televisores encendidos, cada uno sintonizando un canal de noticias diferente. Fue así como consiguió rescatar a treinta y tres personas desde un edificio en llamas, y luego a doce más desde un pequeño bote que naufragaba en la bahía. Todo marchaba de maravilla, hasta que llegó la fecha de inicio del mundial de fútbol. Manuel salvó a todos los niños que viajaban en un bus escolar que comenzó a incendiarse justo el mismo día en que la selección nacional jugaba el partido inaugural contra el eterno campeón del mundo. La selección nacional ganó. El espectacular acto heroico del Hombre Mosca, con todas las vidas de niños de por medio, era insignificante en comparación a la hazaña de los deportistas nacionales, y quedó relegada a una pequeña fotografía en una página intermedia, y a no más de un minuto en los noticiarios centrales de televisión.

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Bastó que el hombre mosca mostrara reacciones humanas para que comenzara a ser tratado como un humano. Mientras fue una oscura y difusa sombra en las grabaciones de una cámara de la policía, todo el mundo quería saber qué era ese extraño ser. Ahora que había saludado a las cámaras, que se había comportado como un político en campaña, la gente lo estaba comenzando a olvidar. Tal parecía que el Hombre Mosca debería tomarse unas pequeñas vacaciones, al menos, para esperar que terminara el mundial de fútbol. Los siguientes días Manuel y Andrea los dedicaron a pasear por la ciudad. Se olvidaron de su misión, se olvidaron de las moscas de la Orden y sólo pensaron en ellos mismos. Salieron a visitar parques, museos y conciertos. Andrea abrió por fin su mundo a Manuel, mostrándole sus obras y presentándole a sus amistades. El joven empezó a mirar a su amiga con otros ojos, empezó a ocurrir aquello que hacía sólo unos días le parecía imposible, el enamorar a una chica normal, menos aún a una mujer de la belleza de Andrea. Esa hembra humana le estaba comenzando a atraer mucho. Una batalla entre su disciplina de indiferencia auto impuesta durante toda su vida y su recién descubierto instinto de mosca de disfrutar al máximo cada día, ocurría entre su mente y su corazón. Por el momento, por el bien de la misión que tenían, y que sólo habían detenido por un momento, pero no olvidado, sacrificaría sus instintos y sentimientos durante un tiempo más. Faltaban aún dos días para el término del campeonato mundial cuando ocurrieron dos hechos fatídicos, mientras los jóvenes asistían a un espectáculo de teatro. El equipo nacional perdió un partido decisivo contra el país vecino, su eterno rival, y quedaba fuera de la gran final. A las pocas horas una de las torres de departamentos más altas de la ciudad se había incendiado, mientras bomberos y equipos de rescate miraban a la gente morir sin tener posibilidades de rescatarlos, y escrutaban los cielos esperando a un Hombre Mosca que nunca apareció.

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Los medios y la gente necesitaban un blanco para descargar la rabia deportiva del pueblo y la impotencia por no haber podido salvar a la gente del incendio. Escogieron a su Hombre Mosca. Lo criticaron de todas las formas posibles, incluso sus hazañas anteriores fueron puestas en duda. Lo trataron de “extraño y endemoniado ser”, de “individuo poco confiable” y hasta de asesino. Lo acusaron de abusar de la confianza de la gente, de ganarse el respeto de toda una ciudad, para luego abandonarlos a su suerte. Entrevistaron incluso al niño que viajaba junto a su abuelo en el avión de pasajeros que rescató y el pequeño terminó respondiendo, luego de una serie de preguntas dirigidas, que había saludado al Hombre Mosca sólo por los nervios que sentía en el momento, no porque hubiese deseado agradecerle nada. Cuando Manuel y Andrea llegaron al departamento y encendieron el televisor, se enteraron rápidamente de lo ocurrido. El joven sólo lloraba, mientras su amiga lo intentaba consolar de todas las formas que se le ocurrían. - No teníamos cómo saberlo. No deberían haber confiado tanto en ti, tú no les prometiste nada, no firmaste ningún contrato prometiéndoles acudir ante cualquier emergencia. No estabas obligado, eso hubiera sido esclavizarte en esa tarea, sin poder dedicarte a nada más. - Pude haber rescatado a esas personas Andrea. ¿Acaso no entiendes cómo me siento? - Si te entiendo, es sólo que siempre ha habido y siempre habrán accidentes en algún lugar del mundo, y no puedes responsabilizarte por todos y cada uno de ellos. - Esa es una forma un poco simple de pensar Andrea. Tienes razón, pero en este caso podría haber salvado a esas personas, podría haber evitado mucho sufrimiento, y no lo hice. - No, no lo hiciste, estoy de acuerdo contigo, pero creo que no deberías sentirte mal por eso. Supongo que a todos los superhéroes debe ocurrirles lo mismo. - Sabes que los superhéroes reales no existen, así que no hay punto de comparación.

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- ¡Claro que existen! Nosotros los creamos. Ideamos al Hombre Mosca y fue superhéroe por más de una semana. - Si, pero con los resultados de ahora, lo mejor que podemos hacer es retirarlo a un eterno descanso, y permitir que la gente se olvide de él. El Hombre Mosca había causado finalmente más daño que mejoras en la imagen que la gente tenía hacia las moscas. Decidieron que no volverían a usar al superhéroe, porque además era una tarea que debía de asumirse a tiempo completo, tomarse con la responsabilidad de salvar a todos en cualquier momento y lugar, y que cualquier falla en eso, terminaría por hacer que la gente de la ciudad odiara a su héroe. Por el momento el Hombre Mosca pasaría al olvido, mientras diseñaban una nueva estrategia de posicionamiento de la imagen de las moscas en los gustos de la gente común.

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14 - SEGUNDA ESTRATEGIA El fracaso de la estrategia del superhéroe no hizo más que unir con mayor fuerza a la pareja de jóvenes. Ahora acostumbraban andar tomados de sus manos, mientras caminaban a la vista de todo el mundo. Si la gente se ocupara de observar al resto sin intenciones de criticar o chismear, entonces habría visto a una pareja feliz, a un par de jóvenes comenzando su etapa de enamoramiento, y que sólo les faltaba atreverse a aceptarlo. - Debemos crear un cambio de conciencia en las masas. ¿Te das cuenta de la magnitud de nuestra tarea? - Le dijo Andrea a Manuel, mientras descansaban en la sala del departamento y se servían una cerveza y una cerveza muy azucarada. - Lo sé, pero ya no tengo ideas. ¡Vamos! Usa tu loca cabecita y dispara otra idea. - Tengo una, pero aún la estoy madurando. - Me imaginaba, amiga. ¡Vamos! Dispara y juntos la afinamos. - Piensa por un momento en los cambios sociales más importantes que se han producido en las últimas décadas. Están los movimientos pacifistas, antirracistas, liberación femenina, rebeldía ante las reglas impuestas, y varios otros. Todos esos movimientos provocaron cambios de conciencia en la gente, justo lo que deseamos ¿Sabes qué elemento tienen todos ellos en común? - No, y espero que me lo digas ya. - La música Manuel. A través de nuevos estilos musicales, los artistas y las bandas crearon un grupo de seguidores no sólo de su música, sino que de una idea completa. La música fue para ellos el camino, el catalizador de alguna idea que los identificaría. Recuerda por ejemplo la época del Heavy Metal. Había grupos que pintaban sus caras para reforzar una imagen de salvajismo, y sus seguidores se caracterizaban por actuar de esa forma. - ¿Crees que seguirían la imagen que proyectaría un hombre mosca? - Claro que no. No estoy pensando en eso. Esa puede ser una transformación gradual. Recuerda el rock satánico. Ese fue un proceso

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gradual, desde el Blues hecho rock, pasando por el Heavy, se llegó hasta el rock satánico. Si a un joven de principios de los setenta le hubieses propuesto unirse a los seguidores de un grupo satánico, a un cantante que come murciélagos sobre el escenario, ¿qué crees tú que hubiera respondido? - Tienes razón. Pero no tenemos diez años para hacer que la gente cambie de una forma tan gradual. - ¡Pero te tenemos a ti! - Respondió Andrea con una gran sonrisa en su rostro. Andrea buscó en su biblioteca y le entregó a Manuel un libro titulado “Introducción a la Teoría Musical. Armonías y Acordes”. - Vamos, lee esto mientras voy de compras - le dijo a Manuel, entregándole el libro. - ¡Pero yo jamás he cantado ni tocado algún instrumento! - alegó Manuel. - No te preocupes por eso, puedo ser una buena maestra, si me motivas a ello - le respondió, guiñándole un ojo coquetamente, mientras cerraba la puerta del departamento. Mientras Manuel usaba el lado humano de su cerebro para leer el libro, aprendió acerca de escalas mayores, menores, pentatónicas y otras. Encontró fórmulas para la construcción de acordes dentro de esas escalas, y terminó leyendo acerca de algunas técnicas de improvisación de solos usadas en el Rhythm and Blues y el Jazz. Cerró el libro y se quedó con la idea de haber asimilado muchos conceptos, pero de no recordar ninguna fórmula ni detalle particular. Justo en ese momento, apareció Andrea acompañada por un muchacho que le ayudaba cargando una gran caja larga, mientras ella dejaba en el suelo otra caja más pequeña, pero más pesada. - Gracias niño, déjala con cuidado en el suelo. Adiós. Le entregó un billete al joven ayudante y se dejó caer pesadamente sobre un sillón, con los brazos a los lados.

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- ¿Cómo te fue con la lectura? - Bien, creo. Me parece que comprendí casi todo, aunque ya no recuerdo nada. - ¡Muy bien! Te felicito. Hay personas que no son capaces de entender esos conceptos, al menos comenzamos bien. Dime ahora, ¿qué estilo de música te gusta? - Siempre me ha interesado el rock clásico, la forma en que se unió el R&B con algunos estilos de folk. Dentro de la serie de cambios, de revoluciones causadas por la música que antes nombraste, creo que hay una que es la que más admiro. Ocurrió cuando Bob Dylan se atrevió a cantar acerca temas sociales, no sólo de amor. Luego esa música folk, que ahora tenía un contenido, se hizo rock. Esa unión me gusta, sobre todo la forma en que se dio a través del tiempo. Después de eso, aparecieron algunos grupos que siguieron transformando el rock, cada uno a su manera, varios con resultados excelentes. Me refiero al rock progresivo. - Me asombras, no pensé que fueras tan buen aficionado. Eso va a hacer las cosas más fáciles. Andrea desempacó la guitarra eléctrica y el amplificador que había comprado, trajo un computador portátil a la sala, lo conectó con unos cables al equipo de música y ejecutó algunos programas de composición musical. Acercó una guitarra acústica que se encontraba en un rincón y la tomó. Manuel estaba sentado con la guitarra eléctrica sobre su pierna izquierda. Seleccionó algunas opciones desde el portátil, y un ritmo de fondo, con percusiones y una secuencia repetitiva de notas de bajo llenó la sala. - Ahora vamos a necesitar que mezcles en perfecta armonía tu lado mosca con tu lado humano del cerebro. ¿Recuerdas cómo se compone una escala menor? - ¿Los intervalos? Si, creo que los recuerdo. - Excelente. Mira, así se representa eso en el brazo de la guitarra. Partiendo acá en la quinta posición vamos a tocar una escala de A menor.

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Con delicadeza, pero presionando con fuerza cada cuerda de nylon, Andrea recorrió la escala de A menor, en forma ascendente desde la sexta a la primera cuerda, y luego en sentido inverso. - ¿Escuchaste eso? ¿Cómo lo sentiste? ¿Qué te provocó? - Lo sentí triste, quizá lastimero sería una mejor palabra. - Bien, ahora escucha esto. Con pequeñas variaciones en la ubicación de los dedos de su mano izquierda, Andrea tocó una escala de A mayor. - ¿Cómo se sintió eso? - Más alegre. - Bien. ¿Cuál te gustó más? - La primera, definitivamente. - Bien, ahora intenta tú tocar una escala de A menor. Andrea encendió el amplificador y dejó que Manuel tocara la escala en la guitarra eléctrica. Su lado humano sentía lo que la música le provocaba, mientras su lado mosca, sus reflejos aumentados, su extra velocidad y su cerebro con capacidades de paralelismo aumentado, se encargaban de las partes mecánicas. A los pocos minutos, Manuel había y alcanzado una velocidad nunca antes vista ni oída en algún guitarrista practicando escalas. A continuación Andrea le enseñó algunas técnicas más especializadas para la mano izquierda, como deslizamientos, martillos, etc, y para la derecha, otras como el apagado del sonido con la palma de la mano. Luego de practicar estas técnicas durante una hora, Andrea le pidió que improvisara. - Usando sólo las notas dentro de la escala de A menor y todas las técnicas que te enseñé, quiero que improvises.

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Colocó otra vez la música de fondo desde su computador en un ciclo infinito, y dejó a Manuel improvisando hasta el anochecer. Su sensibilidad de hombre mosca había también dejado sus marcas en sus gustos musicales. En un día de práctica, Manuel se había convertido en el mejor guitarrista del mundo, no sólo por la velocidad con la que podía tocar complejas melodías, sino que por el sentimiento que su música provocaba. Había encontrado su estilo, su guitarra hablaba como ninguna otra guitarra lo había hecho antes, y contaba una historia que ninguna otra guitarra hubiese narrado. Andrea captó rápidamente las intenciones y motivaciones en el mensaje del nuevo estilo que Manuel proponía, y compuso nuevas pistas base que las reflejaran, sobre las cuales Manuel tocaba su guitarra, mientras ella se sentó a la mesa con un cuaderno y un lápiz. Una hora después, ella conectó un micrófono al computador, tomó el cuaderno y le pidió a Manuel que continuara tocando. Ella cantó, usando las mismas notas y cambios, dentro de la variación de la escala menor que Manuel había inventado. La letra de su canción hablaba acerca de disfrutar el momento, de vivir el día alegremente, como los insectos, sin pensar mucho en un futuro tan lejano y desconocido. La guitarra hablaba junto a la hermosa voz de Andrea, era un diálogo perfecto, ella preguntaba y la guitarra respondía, el resto de los instrumentos, aunque hubiesen sido tocado por músicos reales y no sólo virtuales, no habrían dejado de ser sólo el acompañamiento. Nada más que las voces de Andrea y de la guitarra de Manuel se necesitaba para que esa música fuera perfecta. Cuando terminó de apagarse la última nota en la guitarra de Manuel, Andrea presionó una tecla en su portátil, se levantó y dijo - Ya tenemos nuestro primer gran éxito - Los jóvenes se abrazaron y, por primera vez, se besaron en sus labios. Fue un acto tan natural, que ninguno de ellos pareció darle mayor importancia. Luego tendrían tiempo para recordarlo como un momento hermoso, pero mientras lo vivían, sus emociones estaban tan alocadas como la música que acababan de inventar. A la mañana siguiente Andrea grabó algunas copias del tema desde su computador, y partió a las emisoras radiales, en donde ya tenía algunos conocidos después de varios intentos fallidos mostrándoles sus propias

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composiciones. Sabía que esta vez sería completamente diferente, esa música que ahora llevaba en los discos era imposible de comparar con alguna otra cosa que ella o cualquier músico hubiese creado antes. No se equivocó, la impresión que causó en los programadores de las emisoras radiales fue aún mayor que lo que ella misma esperaba. - ¿Cómo me dijiste que se llamaba el grupo musical? - le preguntó el encargado en la primera emisora que visitaba. ¡Cómo no lo había pensado antes!, se reprendió la joven, mientras su rápida y creativa mente le respondió al hombre. - The Flies, ese es el nombre. - Bien, buen nombre. Lo empezaremos a colocar desde hoy a la tarde. Va a ser una sensación, créeme, debes estar preparada para negociar con las compañías disqueras. Regatea, no te quedes con la primera oferta, te van a hacer muchas. - Gracias, haré caso de tus consejos. Andrea respiró aliviada, mientras tomaba sus cosas y se despedía rumbo a la siguiente emisora de radio. Cuando llegó al departamento se encontró con que Manuel le había preparado un delicioso almuerzo. Ella lo saludó con un beso en la mejilla, mientras le decía – Gracias, eres un hombre encantador. Manuel se ruborizó cuando se recordó a él mismo unas semanas atrás. Se imaginó como un hombre mosca, escondido en un oscuro rincón, en una sucia habitación. Ahora le habían dicho que era encantador, un hombre encantador. Resaltó en su mente humana la palabra “hombre”, ¿estaba acaso comenzando a odiar a las moscas?

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Se sentaron a la mesa a comer mientras escucharon tres veces, en emisoras diferentes su canción, la que estaba comenzando a hacerse famosa. - No te lo comenté, pero nuestro grupo musical se llama “The Flies” - ¿Cómo dices? - Un nombre. No le teníamos un nombre al grupo y el encargado de la primera emisora me preguntó. Lo primero que se me ocurrió fue ese nombre. - Eres genial – le dijo riéndose, y luego agregó - Además de encantadora. Andrea se ruborizó al recordarse ella misma una semanas atrás. Se vio como una mujer soñadora, creativa, artista, pero incapaz de llevar cualquier buena idea la práctica, más allá de su grupo cercano de amistades. Sus obras nunca habían salido de las exposiciones de las escuelas de su barrio. El hombre que tenía enfrente le había impulsado ya a hacer dos grandes creaciones. Un superhéroe y ahora un hit musical. La había llamado encantadora, jugando con las mismas palabras que ella había usado antes. Sabía que estaba creándose una conexión entre ambos que iría más allá de una amistad o amor juvenil, y todo se lo debían a las moscas. Colocaron esa misma tarde un aviso en el periódico que decía “Se necesita bajista, baterista y tecladista para grupo musical ...”. Los días siguientes los dedicaron los jóvenes a componer nuevas canciones, todas dentro del mismo estilo, tanto musical como de contenido. Realizaron audiciones, seleccionaron tres músicos, les enseñaron sus composiciones y organizaron su primer recital junto a una compañía productora. Su primera canción era ya un éxito en las radios de país cuando comenzó la venta de entradas para el concierto. Durante el primer día decidieron cambiar el lugar, desde un pequeño teatro, hasta una gran sala de espectáculos, en donde podrían colocar cinco veces más personas que las que inicialmente habían calculado que se interesarían por asistir. El motivo de la decoración, de las letras de las canciones y

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del vestuario siempre fueron los insectos y el gozar la vida. Los insectos más coloridos se mezclaban con los más oscuros. Coloridas mariposas aparecían junto a oscuras moscas, creando una distorsión controlada, exactamente el mismo efecto que producía la guitarra de Manuel, un acorde formado por la bella y la bestia, por Andrea y por él, la mariposa y la mosca. El espectáculo fue un rotundo éxito, estaban creando una masa de jóvenes seguidores, todos ellos perfectamente alineados con el mensaje de disfrutar el momento, de vivir el día. El ascenso fue vertiginoso, en un mes de carrera, The Flies ocupaba ya los puestos primero y segundo en los listados de ventas. Un par de giras nacionales, llenando grandes estadios, habían culminado como fiestas de celebración por la vida. La gente cantaba y bailaba sólo por la alegría de sentirse vivos, estaban aprendiendo el mensaje de las moscas, estaban también recibiendo muchas imágenes de moscas durante los recitales y en los videos de promoción. Cual animales amaestrados, y víctimas de un instintivo reflejo condicionado, más adelante reaccionarían con la misma alegría al enterarse de la verdad acerca de las moscas, al menos eso era lo que los jóvenes esperaban. Estaban empezando a vestirse (disfrazarse, quizá sea más exacto) como moscas, usaban grandes gafas oscuras y redondas, se vestían de negro, usaban cabello largo y barba. A diferencia de otras tendencias que se vestían y lucían parecidos, los jóvenes mosca eran alegres, no cometían destrozos y eran pacíficos. Todo marchaba bien y parecía que estaban acercándose cada vez más a su objetivo, cuando escucharon en una emisora radial un tema que sonaba muy parecido a los que ellos componían. Alguien estaba imitándolos, usando su estilo, componiendo sobre las mismas variaciones que Manuel había inventado en su guitarra. La velocidad con que tocaba y la perfección eran, para cualquier oído que algo de música conociera, falsas y creadas digitalmente por un computador, y fue por ello que al principio los jóvenes no se preocuparon mayormente. El contenido de las canciones del grupo imitador no tenía nada del estilo original de The Flies. Eso no lo habían imitado. Luego los vieron por televisión, habían reemplazado el tema de los insectos, de las moscas y el mensaje de vida, por vestuarios de brujos y brujas, temas de magia y misterio, de fin del mundo y destrucción. Los jóvenes fanáticos rápidamente cambiaron su preferencia musical y de

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estilo hacia esos temas más profundos, la alegría del vivir cada día sonaba casi una simple estupidez, comparada con la importancia de prepararse para el fin del mundo, o aprender los misterios de la oscura magia de la edad media. Manuel no comprendía cómo aceptaban esa mala copia de su música. No les importaba que en los conciertos el guitarrista principal sólo moviera sus manos, se podía ver claramente que él no estaba tocando en vivo ese instrumento, y que su sonido no era natural. Sus fanáticos, quienes se habían cambiado rápidamente de bando, le aceptaban todas esas imperfecciones, parecían felices de no tener que vestirse como moscas. Los brujos y brujas son muchísimo más atractivos y misteriosos. Hicieron un último intento, un par de nuevas canciones y un nuevo recital en el centro de un vacío estadio marcó el fin del segundo intento de la pareja por acercarse al objetivo de unir las razas. - Al menos conocí el éxito por algunas semanas - decía Andrea a Manuel, intentando forzar una sonrisa, pero con pésimos resultados. - No te atormentes - respondió Manuel, tomando la mano de la muchacha. - Estuvimos muy cerca, logramos captar la atención de mucha gente durante un buen tiempo. ¡Hasta lo disfrutamos! - terminó diciendo, mientras le daba un sincero beso en la mejilla a su amiga. - Al menos esta vez la imagen de las moscas no quedó tan arruinada como con el superhéroe. Quizá no avanzamos mucho, pero tampoco retrocedimos. - Bien, esa es la actitud optimista que necesitamos. Vamos a dormir, mira que mañana debemos pensar una nueva estrategia. Se dirigió cada uno de ellos a su habitación, pensando sólo en descansar de su corta incursión en el mundo de la música popular. Ambos jóvenes estaban confiados en que al día siguiente ya tendrían una nueva estrategia para satisfacer el objetivo de mejorar y unir a ambas especies. Confiaban plenamente el uno en el otro, y se sentían felices de estar juntos, aunque aún no aceptaran otros sentimientos.

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15 - TERCER INTENTO A la mañana del día siguiente Andrea ya estaba de buen humor y optimista acerca de su futuro. Preparó el desayuno y se sentó a la mesa a esperar a Manuel, mientras veía las noticias matinales en la televisión. Intentaba ya enfocar su mente en alguna nueva idea para cumplir su misión, mientras en la un programa matinal una reportera entrevistaba a un Senador de la República, con un bello paisaje rural de fondo. - Dígame Senador, ¿qué lo motivó a efectuar esta nueva campaña en su zona? - Mire señorita, mi distrito es en su mayoría rural, como usted bien sabe. Una actividad económica alternativa a las siembras es la apicultura, la que puede ser llevada al mismo tiempo que el resto de las actividades de los pequeños agricultores de la zona. En especial, puede ser un buen trabajo para las mujeres de estos sectores. - Explíqueme por favor Senador, en dónde nos encontramos ahora y por qué estamos acá. - Claro. Estamos en la escuela rural 514 del sector de Los Peumos, junto a una compañía de teatro para mostrarles a todos estos niños lo interesantes y buenas amigas que pueden ser las abejas. Les mostraremos junto a estos actores de qué forma estos simpáticos insectos producen la miel y cómo polinizan las flores del campo. Queremos que se queden con la idea de lo beneficiosos que estos insectos pueden ser para su comunidad, por eso estoy iniciando en terreno esta campaña informativa. - Y hablando de campañas senador, las elecciones están muy cerca, ¿supongo que se presentará a la reelección? - Por supuesto, he recibido muchas cartas y llamadas ... Un Senador de la república haciendo una campaña para promocionar la imagen de las abejas en los niños, - pensaba Andrea - quizá hasta había algún interés escondido, quizá el político tenía una compañía exportadora de miel y quería aumentar la oferta para bajar los precios de compra, nunca se sabe con estos seres que viven de la política. De cualquier forma, un Senador de la República tiene el poder suficiente

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como para crear campañas que promuevan una nueva conciencia en la gente respecto a un tema en particular. Si lo hacen con las abejas, podría buscarse alguna forma de promocionar las moscas. La idea terminaba de formarse en la mente de Andrea cuando Manuel se sentó a acompañarla a la mesa del desayuno. - Buenos días Andrea, ¿cuál será la nueva estrategia? - Entrarás en la política amigo, y tenemos poco tiempo, en unos pocos días se cierran las inscripciones para las candidaturas al Senado. - ¿De qué estás hablando? Yo sólo bromeaba al preguntarte por la nueva estrategia. - Yo no bromeo. Si logras ser Senador de la República tendrás el poder necesario para crear campañas a favor de la imagen de las moscas. De seguro juegan algún rol importante en algún ecosistema. Además, siempre podremos aprobar fondos de investigación para que algún grupo de científicos se interese y encuentre esa “importante función” de las moscas y nos explicarán por qué son tan necesarias y útiles para el ser humano. - Pero recuerda Andrea, soy un hombre mosca, siempre he luchado por pasar desapercibido, y ahora me pides que inicie una campaña política, que resalte mi imagen, que me coloque frente a todo el mundo y les diga ¡voten por mí!. - Fuiste un hombre mosca, ya no más. En el momento en que aceptaste ser superhéroe y luego músico de rock, tu invisibilidad quedó en el pasado. Creo que podemos usar esos dos personajes anteriores, el superhéroe y el músico, para fortalecer tu campaña política. ¿Te parece? - Espera un momento, ¿no crees que vas un poco rápido? Aún no te he dicho que acepto la idea. - Perfecto, entonces tú tienes una idea mejor. Soy toda oídos. - Sabes que no quise decir eso. - Yo sé lo que te sucede Manuel. Tienes miedo una vez más de enfrentarte a la gente, ahora sería tu rostro, no el de un artista ni tampoco estarías escondido tras un antifaz, ¿es eso, no es verdad? - Si, veo que me conoces ya muy bien.

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- Pues bien, te tengo noticias. El político que se presentará a la campaña de elección de senadores será tan diferente a ti como lo era el músico y será tan irreconocible como el superhéroe. - ¿Qué quieres decir con eso? - No te ofendas, pero si te presentamos a una campaña tal como eres, con suerte conseguiríamos los votos de tus padres. Tenemos que cambiar tu imagen, o mejor crearte una nueva imagen. Aprovechar tus características de superhéroe ya demostradas y atraer con ellas a los padres de familia y a las ancianitas, aprovechar tu historia de músico y atraer a la juventud. Mezclaremos tu historia reciente, agregaremos algunas otras cosas, y tendremos un candidato perfecto. - Hecho a la medida, moldeado por una artista del control de la información y el manejo de las masas, ¿eso quieres decir? - Es una forma de decirlo. Yo prefiero ésta: resaltar las características positivas del candidato, mostrándole al público elector qué tan bueno es, y qué tanto satisface sus deseos. Si para ello debemos exagerar algunas de las características, todo será en el camino del fin último de unión y mejora de las especies. - ¿Bonito discurso, has pensado en presentarte tú como candidata? - Si tuviera un pasado de superhéroe que mostrar, lo haría, pero no te preocupes, yo prepararé todos tus discursos, me haré cargo de la campaña y me ocuparé de tu imagen pública. Durante esa tarde Andrea desapareció, salió a contactar amistadas, a verificar sus contactos en agencias de publicidad, fotógrafos y diseñadores. El día siguiente comenzó muy temprano para los jóvenes. Ese día estaría dedicado al trabajo en la imagen física de Manuel. Nuevo corte de pelo, cremas, depilación de cejas, teñido de cabello, agregando algunas pocas canas en los costados, en señal de sabiduría como recomendaba el fotógrafo. Desfilaron trajes, camisas y corbatas delante de los ojos de Manuel, quien no tenía derecho a voto en esos asuntos. Finalmente seleccionaron tenidas casuales, algunos “jackets” de color claro, y pantalones de tela, formaban el fuerte del nuevo armario de Manuel. Sus viejos y queridos jeans fueron a parar al basurero.

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La fotografía central de la campaña mostraba a Manuel vestido como los asesores le habían recomendado, de pie y equilibrando con su mano derecha extendida, una guitarra eléctrica que estaba apoyada en el piso. En su mano izquierda mostraba el antifaz de superhéroe, de tal forma que la posición de la mano daba a entender que estaba recién quitándoselo de la cara. Mostraba una expresión de seguridad en sí mismo que asombró al mismo Manuel. La frase bajo la fotografía decía “Un presente mejor, para un futuro más feliz”, frase que se correspondía con uno de los títulos del disco de “The Flies”, y que había alcanzado el primer lugar de las ventas unas semanas atrás. Así Andrea se aseguraba de que esa frase estuviera ya implantada en el subconsciente de muchos jóvenes, y mejor aún, asociada a buenos momentos, el reflejo condicionado es una de las mejores herramientas en la publicidad, y por lo tanto, también en la política. Una vez que los afiches estuvieron listos y comenzaron a ser repartidos por toda la ciudad, Andrea comenzó a mover el resto de las piezas del tablero de las comunicaciones masivas. Contactó en primer lugar al manager del grupo musicar que había desplazado a “The Flies” y concertó una entrevista con él. Le propuso que el nuevo grupo apoyara la campaña de Manuel, creando una corta canción que pudiera ser transmitida a través de las emisoras radiales, les pidió también que públicamente apoyaran al candidato, que transmitieran estos mensajes en sus recitales. Todo eso a cambio del estadio público más grande, ofrecido en forma gratuita, para efectuar diez recitales durante el período que dure su cargo como Senador. Obviamente todos los permisos necesarios para llenar el estadio de gente estarían garantizados. El manager sumó, restó, dividió, pero finalmente multiplicó y esa última operación le ganó al resto. De la misma forma en que muchas veces se da en las relaciones humanas, la decisión fue tomada por la ley de la multiplicación del dinero. Esa fue una jugada maravillosa de parte de Andrea. Por primera vez en muchas décadas los jóvenes estaban interesados en la política, o mejor dicho, estaban interesados en votar en una elección. La campaña comenzó a sonar en las radios y en la televisión apoyada por el nuevo grupo musical, su líder reconocía públicamente a Manuel como el creador del estilo musical de moda, la revolución que ahora estaba en

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el gusto de la mayoría de los jóvenes del país. Tenían con ello, un buen porcentaje de votos asegurado. Ya había aprovechado Andrea la imagen de Manuel como músico, ahora le faltaba usar su pasado de superhéroe en su favor. El deseo de revancha por la pérdida en el campeonato de fútbol ya había sido olvidado, tristemente el incendio en el edificio por el que odiaron al Hombre Mosca también había sido olvidado, la fragilidad de la memoria humana es increíble cuando se trata de malos recuerdos. Había, eso si, una imagen que había quedado grabada en las retinas de los votantes, y Andrea la utilizaría. Hizo unas llamadas a un canal de televisión, consiguió un número telefónico, y a las pocas horas estaba ya conversando con el abuelo del niño al que el Hombre Mosca había saludado al terminar el rescate del avión. Todos tienen su precio, incluso los abuelos. Andrea no se sentía mal por lo que estaba haciendo, había una causa noble tras sus actos, además estaba segura que su causa era, de todas formas, más noble que la del resto de los candidatos, muchos de los cuales sólo estaban compitiendo para enriquecerse más de lo que ya eran, o por sentir el poder en sus tronos del Senado. Algunas llamadas telefónicas más, algunos cheques más, y el niño estaba ya en un programa estelar de televisión, explicando cómo su superhéroe favorito, el valiente Hombre Mosca, lo había rescatado. - ¿No sentiste miedo de él? ¿No lo saludaste sólo por los nervios y el temor que te provocaba el estar cerca de él? ¿No fue eso lo que dijiste a unos periodistas hace algún tiempo? Andrea se puso tensa al escuchar que le hacían esas preguntas al niño, se supone que el entrevistador no tocaría el tema, ese era el acuerdo, pero quien intervino fue el otro invitado al programa, ¡cómo se le escapó eso!. Se sorprendió la joven de la respuesta del niño, y de lo natural que ésta sonó, casi con ternura el dijo - Es que sentí miedo de los periodistas, de la forma en cómo todos se fueron sobre mí, preguntándome cosas al mismo tiempo, y respondí lo primero que se me vino a la cabeza.

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Andrea pensaba que los niños conocían en la actualidad más acerca del funcionamiento de los medios de comunicación que ella misma. Nacían en una sociedad en donde esa era un arma más, y si no la usaban a su favor, perderían el juego, no serían lo suficientemente competitivos en su vida de adultos. Eran casi pequeños políticos controlando sus pequeños mundos, eran casi pequeñas Andreas controlando a las masas. Las encuestas confirmaron que el segmento de la juventud y de los adultos estaba ya alineado a la campaña. Se sentían seguros de ganar. Si las votaciones hubiesen sido al día siguiente, Manuel tendría asegurado un escaño en el Senado de la República, sin embargo, ellos no eran los únicos que conocían los trucos del manejo de los medios. Sus competidores eran unos viejos senadores que postulaban a la reelección, y conocían muy bien este tipo de juegos. Habían guardado sus mejores cartas para el final. La campaña de Manuel mostró sus estrategias muy temprano, fueron útiles, pero quemaron la pólvora muy luego, sin dejar nada para el último tercio de la campaña. Los líderes de las campañas de los tres principales oponentes de Manuel se reunieron y decidieron unir sus fuerzas para sacar de la competencia al peligroso nuevo candidato. Al día siguiente apareció en todos los medios una fotografía de Manuel caminando de la mano junto a Andrea, y luego un periodista explicaba que aquella mujer era una extremista perteneciente a un grupo anarquista, mientras mostraba una vieja fotografía de ella, con varios años menos en el cuerpo, durante una quema de libros. Nadie explicó que se trataba sólo de las tapas de supuestos libros fascistas, y que el acto había sido simbólico, y en respuesta a una quema de libros reales, efectuado por un dictador en un país vecino. Al mismo tiempo, iniciaron una campaña de desprestigio contra el “extraño y peludo ser”, alegando incluso que provenía de alguna rara mezcla entre algún animal de piel y un humano. Algunos comentaristas se atrevían a asegurar que “lo más probable, científicamente hablando, era que esa bestia mantuviera relaciones sexuales con otros animales, y no sólo con la humana de la fotografía”.

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Tan rápido como la popularidad del nuevo candidato había subido, las encuestas mostraron que ésta caía casi a cero. Habían usado la misma arma que ellos, pero esta vez en su contra. La inexperiencia en ese tipo de campañas llevó a los jóvenes, que aún contaban con buenos sentimientos, a resaltar las buenas características de su candidatura, quizá exagerándolas, y quizá hasta mintiendo, pero nunca pensaron en atacar directamente a la competencia, y menos con golpes bajos, eso les hubiera parecido desleal. Hay un límite muy difuso entre lo aceptable y lo inmoral, sobre todo cuando se persigue un fin tan noble como la política, o la mejora y la unión entre dos especies inteligentes.

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16 - DECEPCIÓN Un grupo de cinco moscas estaba posado sobre el respaldo de un sillón, en la sala del departamento de Andrea. Ella las vio cuando en la mañana se dirigía a la cocina a preparar su desayuno. Se sobresaltó y dio un brinco, sólo para encontrarse con Manual, quien sentado en un oscuro rincón de la cocina, no le quitaba los ojos de encima a los insectos. - ¡Dime algo! ¿No ves que me asustas? - Disculpa, no te vi entrar. - Ya te comunicaste con esas moscas. - No he tenido el valor para enfrentarme a ellas. ¿Te das cuenta? Han pasado ya unas tres o cuatro generaciones de moscas desde que hablé con el monje. Han sido dedicadas muchas vidas de ellos a una causa que depende de nosotros, y que no hemos podido completar. - Bueno, pues tendrán que seguir esperando. - No lo sé Andrea. Yo no pedí ser “El Elegido”, no sé si deseo seguir intentándolo. No creo poder soportar otro fracaso. - Claro que puedes, debemos hacerlo, estas moscas se lo merecen. - ¡Es que no lo entiendes! Fue sólo una coincidencia que mi madre estuviera en esa isla en el momento de la prueba nuclear, no puedo cargar con un peso tan grande durante toda mi vida sólo por esa mala suerte, por esa casualidad que a mi madre le correspondió vivir. - No tienes forma de sacarte ese peso de encima Manuel, está en tus genes - le dijo Andrea, mientras le tomaba la mano. Manuel soltó bruscamente la mano de Andrea mientras se paraba. - ¡Pero si puedo negarme a cumplir lo que esas moscas me piden! Si nos detenemos ahora, si le digo a esas moscas que abandonen toda esperanza, entonces ni ellas, ni otras generaciones futuras malgastarán su vida por una causa inalcanzable. Mientras antes aceptemos la derrota, menos vidas de moscas serán entregadas a una causa sin fin.

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- ¿Y cómo crees tú que ellas se sentirán al saberlo? ¿Crees que saldrán volando a disfrutar de sus últimos días de vida, olvidando todo el tiempo dedicado a la causa? - Ellas inventaron esa profecía, no sé por qué se les ocurrió que yo tendría que ser el nexo entre las especies. El único hecho real es que soy un engendro, un “extraño ser”, un experimento genético del destino, eso no me hace un elegido, sólo me hace un fenómeno. Andrea lo intentó una vez más, se levantó se acercó a Manuel y volvió a tomar su mano. - Vamos amigo, esas moscas se merecen otro intento. La especie humana se merece también otro intento. En las mañanas, cuando me levanto y el día me parece nublado, recuerdo las cosas buenas que he hecho, y me imagino haciendo otras, sueño que voy a hacer cosas aún mejores. Eso me da fuerzas para enfrentar esos días, incluso hay veces en que consigo que salga el sol. Doy vuelta al destino. - Ya te lo dije Andrea, no creo poder soportar otro fracaso. Recuerda con quien hablas, yo soy un hombre mosca, el ser invisible, no el superhéroe. El mudo, no el músico. El que está en un oscuro rincón, no el centro de una campaña publicitaria. Esto fue un error desde el principio, nunca debía aceptar esta misión, porque todo es sólo un invento de esos seres. Nuestras especies nunca se entenderán, puede que seamos inteligentes, pero nuestras motivaciones son demasiado diferentes. Sólo imagina a las moscas tratando de entender nuestro último intento, la campaña política. Ese tipo de cosas no tienen sentido en su mundo, desde todos los engaños que ocurrieron, hasta el sentido mismo de la política. Ahora imagina la situación al revés, a los humanos intentando aprovechar las lecciones del estilo de vida de las moscas. Aprende a vivir el día, disfrútalo, no te preocupes por tu futuro, siempre habrá algún trozo de mierda desde el cual alimentarte. No te preocupes tampoco por el futuro de tus hijos, ellos encontrarán su propia mierda. - No seas injusto Manuel, tú sabes que se puede conseguir mucho más que eso que tú dices. - Yo lo creía Andrea, pero ya no lo sé. Ahora creo que sería una estupidez juntar a ambas especies. Las motivaciones han evolucionado junto al resto de la genética de los individuos de cada especie, son

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instintos tan básicos como el hambre y el deseo sexual. Las habilidades y todas las características de las moscas están ahí para actuar en conjunto con sus motivaciones, si cambiamos las piezas de posición, por ejemplo, si colocamos esas motivaciones dentro de un cerebro humano, terminaríamos con un ser anormal, un híbrido que no sobreviviría dentro de ninguna de las dos sociedades, un hombre mosca. Si no me crees, sólo mírame. - ¡Ya basta! ¿Estás intentando acaso que te tenga lástima? ¿Quieres que me ponga en tu lugar? ¿que sienta como tú? ¿que te abrace y que lloremos juntos por nuestra desgracia? No señor, no haré eso, sólo te digo que te apoyo y estoy a tu lado si deseas seguir intentándolo, si estás dispuesto a un nuevo fracaso - Terminó de decir Andrea usando un tono muy desafiante, nunca antes escuchado por Manuel. - Es fácil para ti decirlo. Tú vida ha sido una cadena de fracasos, uno tras otro, los únicos momentos en que has conocido la fama más lejos de tu barrio, han sido en las cosas que hicimos juntos. ¿Te gustaría continuar creando obras famosas, no es así? Me has estado usando, casi desde que me conociste. Pero te tengo malas noticias amiga, el hombre mosca va a volver a su oscuro rincón, desaparecerá de los ojos de la gente, y se refugiará nuevamente en su indiferencia, desde donde nunca debió haber salido. - No seas injusto - le dijo Andrea, mientras una lágrima rodaba lentamente por su mejilla – Hicimos muchas cosas juntos, teníamos un objetivo, nos conocimos. ¿Es que no te das cuenta que me enamoré de ti? - ¿Tanto te importa la fama? ¿Estás dispuesta a mentir de una forma tan descarada para intentar mantenerme a tu lado? Quieres que no huya tu gallina de los huevos de oro, pero ya no te creo. Nadie puede enamorarse de un hombre mosca, nosotros no provocamos esos sentimientos, las moscas no buscamos una pareja única, no necesitamos la motivación genética del amor. La lágrima de Andrea se transformó en un llanto desconsolado. El enojo de Manuel se transformó en furia. Cada uno de los jóvenes se retiró a su habitación, ella a desahogar sus sentimientos a través de su llanto, y él a juntar sus pertenencias, preparando su partida.

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La Mariposa, quien había conseguido abrir sus alas por algunos fugaces momentos, volvería a su capullo, volvería a ser oruga, pero ahora con menos esperanzas que antes en conocer y vivir la libertad del mundo exterior. El hombre mosca volvería a su vida de mosca. Recorrería nuevamente las calles pasando desapercibido, se movería entre las masas sin ser uno de ellos, buscaría los rincones más oscuros, las mesas individuales, cuidándose, desde ahora en adelante, de las meseras que se le acercaran. Pueden ser peligrosas.

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17 - SOLEDAD ¿Y si él tiene razón? ¿Qué tal si sólo lo estaba usando para conseguir mis propósitos? Cuando planificaba la campaña política me di cuenta que puedo manipular a las masas, quizá estuve aplicando todo este tiempo la manipulación para usar a Manuel, sin darme cuenta. Quizá he actuado como un monstruo. Entonces, ¿quién me explica por qué me siento tan mal? Hacía mucho tiempo que no sentía nada parecido por un hombre, de eso estoy segura. Podría ser que ambas cosas se dieron juntas, mientras utilizaba a Manuel, sin darme cuenta me estaba también enamorando de él. Pero tampoco nunca fui conciente de la forma en que lo utilizaba, ¿me hace eso culpable? Fabriqué un superhéroe, creé un grupo musical famoso e inventé un político de la nada. No puedo negar que el resultado de mis obras me gustó mucho mientras duró, pero tampoco puedo culparme por haberlas creado. Mi único objetivo fue, en todos esos casos, el conseguir el cambio que necesitábamos en la imagen que las moscas provocan en la gente. Engañé a la gente. Usé los medios para mentir, o al menos para ocultar la verdad. El niño del avión confió en el Hombre Mosca, mientras nosotros le mentíamos. Si me hubiese importado realmente hacer el bien, habría convencido a Manuel para seguir siendo superhéroe, no hubiera permitido que ese niño, junto a miles de otros pequeños, se hubiera decepcionado. La torre se incendiaba, la gente moría, sufriendo mientras yo disfrutaba de un alegre día junto a él. Más aún, luego justifiqué nuestro comportamiento, intenté convencerlo de que no hicimos nada malo, de que los accidentes y el sufrimiento humano eran inevitables. Un superhéroe no puede pensar de esa forma, ese fue un error grave. Decepcionamos también a los jóvenes, intentamos entregarles un mensaje usando la música y la moda como instrumento. Esa es una forma de mentira, de las más viles, regalarles algo que les gusta, pero que lleva escondido, cual Caballo de Troya, un mensaje, las instrucciones para que hagan luego lo que yo deseo. La campaña

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política fue la mentira más pública de todas, todo el mundo sabe que para ganar esas campañas es necesario mentir, pero eso no le quita maldad a las mentiras, ni hace menos responsables a los mentirosos. ¿Hasta dónde se puede llegar para conseguir los objetivos de un fin noble? ¿Cuál es el límite? No lo tengo claro. ¿Hasta qué punto el fin justifica los medios? ¿Hasta dónde es válido llegar para mejorar a la especie humana, amigo Hitler? Me merecía el castigo que ahora sufro, la soledad y el desamor, y quizá algo peor. No por haber manipulado a Manuel, porque esa nunca fue mi intención, pero si por haberle mentido a la gente. Imagino por un momento que yo tengo las capacidades de Manuel, sus habilidades de mosca. Si fui capaz de usar ese poder que ni siquiera era mío de la forma en que lo hice, sólo puedo imaginar que en mis manos lo utilizaría para manipular más aún, para conseguir más poder, para ejercer una tiranía. ¿Y qué tiene que ver el amor en todo esto? Nada especial, es sólo que mientras abusaba y le mentía a la gente me enamoré de un hombre maravilloso. Ese inocente hombre que confió en mí. Aquél a quien arrastré a cometer todos estos actos viles, quien fue tan noble como para huir a tiempo, tan valiente como para escaparse de mi lado, antes que esta arpía terminara de corroer su sensible alma de mosca humana. Te extraño Manuel. Desde el momento en que abandonaste mi vida me he encerrado cada vez más en este capullo. Ya hasta me parece que las paredes de mi habitación son de seda, son el interior de mi capullo, mi celda de castigo por haber actuado como actué. Ya ni siquiera el recuerdo de mis creaciones me anima a salir de acá, todos los días son nublados, intento imaginar mis obras del pasado, pero siempre vuelvo a enfocarme en tu rostro, a la belleza humana de tus ojos de mosca. ¿Tienen las moscas un corazón? ¿Cómo sienten? Quizá puedan percibir miles de sentimientos en un mismo instante, tal como ocurre con sus pensamientos, tal como tú me explicaste esa primera vez que me confesaste lo que te ocurría. ¿Qué lugar entonces ocupo yo en tu

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corazón de mosca? ¿Soy tan solo uno más de esos miles de pequeños sentimientos que te atraviesan por minuto? Al menos dime que por uno de tus extraños e infinitos milisegundos fui importante en tu vida, que me sentiste como algo más que tu amiga. - En voz alta, Andrea pronunció las siguientes palabras. - Se que después de haber hecho todo lo que hice no tengo ningún derecho a pedirte perdón, pero no puedo evitar el hacerlo, por favor perdóname. Nunca sabrás cuánto te amé.

*** Andrea vació el frasco en su mano y se llevó el contenido hacia su boca. El frasco quedó vacío sobre la cama, la tapa cayó al suelo y rodó, ella cerró sus ojos enrojecidos por el llanto, mientras una mosca volaba sin ser observada, desde su habitación, hacia la sala, y desde la sala, hacia el exterior.

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18 - EL HOMBRE MOSCA Fui muy duro e injusto con ella, pero no podía ser de otra forma. Ella quería seguir intentándolo, seguir con esa tortura infernal, y no se daba cuenta de que yo me estaba enamorando de ella, que nuestro objetivo estaba cada vez más lejos de mi mente, y que ella estaba cada vez más cerca de mi corazón. No sé cómo ocurrió, ya no me interesa saberlo, porque no volverá a suceder. El contacto con los humanos es muy peligroso, y así quedó demostrado estos meses. No puedo vivir entre ellos, eso terminaría destruyéndome. Volveré a mi vida de hombre mosca, la que nunca debía haber abandonado. La seguridad que me da la indiferencia, la invisibilidad es incomparable con esa constante ansiedad de siempre esperar algo de vuelta. Cualquier interacción entre humanos necesita algo de vuelta. Cuando planificamos cada una de las tres estrategias, esperábamos que la gente reaccionara como nosotros lo queríamos. Cada día de vida en ese departamento era una constante espera por un amor imposible. Viví torturado mientras me enamoraba, sin saber lo que me sucedía hasta que fue demasiado tarde. ¿Cómo no me di cuenta de lo que ocurría? El objetivo final de la unión de las especies, el mejorar a la raza humana y a la de las moscas, me encegueció, no me dejó ver que esa mujer se estaba transformando en el centro de mi vida. Sin darme cuenta, y casi de un momento a otro, no pude pensar ni menos aún sentir otra cosa que no fuera su presencia. Lo siento mucho por las moscas, pero ellas no podrían comprender lo que me ocurre. El amor para ellas no existe, no lo necesitan, pero desgraciadamente yo tengo un lado humano, el que odio cada vez más. Cometimos juntos muchos errores, engañamos a la gente. Ella fue la de las ideas, pero yo las acepté siempre, sin cuestionarlas. Me siento tan responsable como ella de haberle engañado a tanta gente, y eso me hace sentir peor. Se supone que nuestros fines eran nobles, pero nos llevaron a recorrer límites muy peligrosos, caminamos sobre el borde de un precipicio que nos podría haber llevado a lugares horribles.

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Estuvimos a pasos de la tiranía, usamos a las masas, fuimos peores que dictadores, ni siquiera necesitamos de la fuerza para conseguir nuestros objetivos, o más bien acercarnos a ellos, porque nunca los conseguimos. No quiero imaginar qué hubiese sucedido si alguna de las estrategias hubiera funcionado bien. ¿Nos habríamos detenido cuando consiguiéramos el objetivo? Quizá nos hubiera gustado el sabor del poder, de la manipulación. Quizá aún estaría junto a ella, pero como el tirano acompañante de la malvada reina. Me alegro de que nos hayamos detenido, a pesar de que eso signifique no estar junto a ella nunca más. Mi abandonado y triste departamento no parece ya tan triste. Lo siento más como un refugio que un hogar, quizá esa sea una buena definición de un hogar. Es mi útero de madre humana y mi huevo de madre mosca, todo eso al mismo tiempo. Ya no quiero salir, ya no quiero que me vean caminando por las calles. Desearía que mis poderes de superhéroe hubieran incluido la capacidad de hacerse invisible, pero no, eso no venía como parte de la promoción. Al menos ya tenía mucha experiencia jugando a la invisibilidad. Hoy, durante todo el día crucé cuatro palabras con otras personas. Fueron cuatro horribles momentos, pero ya pasaron. Puedo descansar tranquilo hasta mañana, cuando espero que sean menos las palabras que tengan que salir de mi boca para comunicarme con algún ser humano. El que debió de haber sido un reconfortante sueño no me reconfortó en absoluto. Me parece que las moscas no sueñan dormidas, porque mi lado díptero del cerebro se apaga completamente durante las noches, desaparecen todas las habilidades mientras duermo, me quedo solo, enfrentado a mi lado humano del cerebro, enfrentado a mi corazón, que vive allí, en ese lado humano. Ella aparece y desaparece en mis sueños. Va y viene, a veces como una gran artista, a veces como una frágil mariposa. Cuando más desearía ser completamente mosca es cuando más la sueño y la recuerdo. Me levanto y recuerdo nuestros desayunos, lucho por no buscarla en mi cocina, casi la espero ver sentada por ahí preguntándome ¿Y cuál

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será la estrategia de hoy? No, no está ahí, ni nunca estará. Me la debo quitar de la cabeza, pero no puedo. Sería más fácil si saliera con amigos, con otras muchachas, pero eso ni pensarlo. Si me voy a terminar de aislar del mundo, prefiero que sea de una vez por todas. No soy capaz de desayunar en mi propio departamento, decido salir a tomar un café a un local cercano. Mientras bebo mi café azucarado, recuerdo a las moscas, en especial al monje con quien tuve la larga conversación de un par de segundos. Siento pena por la forma en que ellos han desperdiciado su vida, por cómo han vivido sólo para luchar por una causa que nunca fue cierta. Yo no era, yo nunca fui ni seré el elegido de su profecía. Si esta profecía llegara a ser cierta, entonces ese elegido debe ser otro humano, o medio humano, y no yo, porque ya deserté de esa misión. Es injusto que ellas sigan creyendo en mí, voy a buscar alguna mosca de la Orden para comunicarle esta decisión final. Hace días que no las veo revoloteando por ahí, con su especial forma de mirarme a los ojos, en el momento en que una aparezca, será lo primero que haga. Ya tengo una lista en mi mente de los cafés de la ciudad con mesas individuales, hay algunos, como éste en el que me encuentro ahora, que tienen un rincón especial, oscuro y alejado del resto de las mesas. Es perfecto para mí. Ahí viene la camarera, hace unos días intentó hablar conmigo, no le respondí. Espero que no intente lo mismo. Hago con mi mano en alto el gesto universal para pedir la cuenta, mientras ella asiente con sus ojos, en señal de haberme comprendido. Una buena propina y cualquier mala educación quedará perdonada. El sol de la mañana me molesta, me obliga a bajar la vista mientras camino en dirección a la estación más cercana del metro. Espero que arribe el siguiente tren, mientras pienso ¿qué estará haciendo toda esa gente a media mañana? ¿dónde se dirigirán? ¿hay alguien esperándolos o sólo viajan como yo, para no estar todo el día pisando el mismo suelo? De seguro viajan porque también esperan algo de vuelta de ese viaje, son humanos, viajan porque reciben algo a cambio, desde una remuneración por un trabajo, hasta la sonrisa del sobrino que van a visitar. Me dan ganas de preguntarle a esta gente ¿qué pasaría su tu sobrino no te sonríe? ¿lo irías a visitar de todas formas? Las moscas no actuamos así, sólo vivimos cada momento haciendo lo que nos parece

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mejor, lo que nos alegra más. En el caso mío, tal como están las cosas en mi mente y en mi corazón, cada momento escojo las cosas que me producen menos tristeza. Mi lado humano me dice que piense en el futuro, pero ese mismo lado humano es también el que me repite sin parar que amo a Andrea. Escondo ese lado humano, lo amordazo mientras el mosca que soy se mueve por el mundo de los hombres, pasando raudamente por el lado de ellos, sin ser percibido. Apoyo mi mano en el sujetador, aquel aparato que me ofrece la falsa sensación de seguridad en el constante vaivén de este viejo carro del metro. Quién lo diría, un superhéroe que salvó la vida de doscientas trece personas desde un avión de pasajeros, aún no se atreve a respirar el aire dentro de los túneles del metro. No me importa, los hombres mosca, no los superhéroes, no debemos darle explicaciones a nadie. Siguiente estación, veo la luz, puedo soltar el aire e inspirar nuevamente. Tomo una buena cantidad de aire justo después que las puertas se han cerrado. El tren se pone en marcha y la veo a ella, una mosca posada en mi mano y mirándome fijamente.

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19 - ACCIÓN Cuando Manuel vio los ojos de esa mosca, su primera reacción fue mirar hacia otro lado. Si bien había decidido que le comunicaría a los monjes su decisión de abandonar la misión, no estaba aún listo para hacerlo, no sabía exactamente qué decir. Giró su cabeza hacia otro lado, la mosca voló y se posó en la cabeza de un anciano sentada al lado de él, de tal forma que quedó nuevamente mirándolo fijamente - Está bien - pensó Manuel - deberé enfrentar esa conversación ahora. Entró Manuel en el estado mental necesario para la comunicación con las moscas, se concentró en los ojos del insecto mientras pensaba qué excusa darle primero. La mosca era otro monje, no el líder de la Orden, sólo un monje que estaba encargado de observar y vigilar a Andrea. Le explicó que ella se encontraba en su departamento, en su habitación intoxicada luego de haber consumido una sobredosis de pastillas, le comentó también acerca de los últimos sufrimientos de ella, le repitió sus últimas palabras. La forma en que ella le pidió perdón y confesó al aire su amor por él, mientras sus ojos llorosos se cerraban. El corazón de Manuel dio un brinco de alegría seguido de un espasmo de terror. Ella, su amada, la mujer que también lo amaba a él (que extraño le sonaba aquello) estaba muriéndose en su habitación, a varias estaciones de metro de distancia. Agradeció al monje diciéndole que luego volverían a contactarse, abrió una ventana del carro en movimiento y se lanzó hacia el exterior del tren, hacia el interior del túnel. Respiró ese aire enfermo, enfrentó su miedo, después de todo, este sería quizá el último trabajo del Hombre Mosca. Corrió rápidamente por el túnel, esquivando al siguiente tren, el que viajaba sólo un par de minutos detrás del que recién había abandonado. Gritos y expresiones de asombro se escucharon de la gente que esperaba en la estación. Mientras lo veían correr a gran velocidad, Manuel se quitaba la camisa para darle espacio al despliegue de sus alas. Cuando estuvo bajo las escaleras mecánicas que conducían a la superficie comenzó a batir sus alas y emprendió el vuelo hacia la luz,

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tal como le había recomendado a una mosca que lo hiciera hacía meses, antes de conocer acerca de la inteligencia de esos seres, antes de saber que él compartía genes con ellas. Voló sobre los edificios y los árboles, en línea recta hasta el departamento de Andrea. La ventana de la habitación estaba abierta, tal como le había adelantado el monje. La vio tendida en su cama, el frasco de pastillas tirado a su lado y su largo cabello, liso y castaño oscuro cubriéndole la cara. La imaginó muerta, y bastó esa sensación para que una lágrima se filtrara desde su ojo humano. Desde que abandonó a Andrea había decidido no llorar, se imaginaba sus muchos pequeños ojos, cada uno contribuyendo con una molécula de lágrima, para formar una gota lo suficientemente grande como para caer por su propio peso. - No, los ojos de mosca, mis ojos, no están hechos para llorar - se había repetido para resistirse anta tan humana reacción. Esta vez no pudo. No tuvo el tiempo para prepararse para la escena, y aunque lo hubiese tenido, el amor que sentía por la muchacha era demasiado humano como para olvidar esa parte de su ser, para apagar ese lado de su cerebro. Corrió hacia la cama y sintió aún un pequeño resto de vida en su cuerpo, no pudo resistirse y besó sus labios, ella comenzó a respirar un poco más fuerte. Fue como si, dentro de su estado de inconciencia, le hubiese llegado una fuerza externa, una ayuda, una nueva motivación para vivir por unos minutos más. Su corazón comenzó a latir con un poco más de fuerza. El beso no fue mágico, pero al menos le regaló unos minutos más de vida, los que Manuel esperaba que fueran suficientes. Tomó el frasco vacío y lo guardó en su bolsillo. Levantó a Andrea con mucho cuidado, pero rápidamente, y salió volando por la ventana con ella estirada, recostada sobre sus brazos. Voló nuevamente sobre los edificios y árboles en dirección al hospital de la ciudad. Cada cierto tiempo, y varias veces durante el viaje, acercó su rostro al de la joven, para asegurarse que aún respiraba, para traspasarle algo de su vida al cuerpo de su amada. Si hubiese podido, en ese momento él le habría entregado toda su vida, no sólo una parte. Ese era un sentimiento de mosca, pensaba él, porque le daría su bien más preciado, su propia vida, sin pedir nada de vuelta. Un ser humano no haría eso.

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Llegó al hospital y aterrizó junto a la entrada de urgencias, causando el asombro de toda la gente que allí se encontraba. Entró corriendo y la entregó al doctor de turno, pasándole el frasco de pastillas y diciéndole - Sálvela por favor. Es lo único que amo, es lo único humano que me va quedando - El doctor llevó en una camilla a la joven hacia el interior de una puerta y Manuel se quedó esperando afuera. Fueron dos horas de una tortuosa espera para el joven hombre mosca. Nuevamente sus genes de insecto no le servían para una situación como ésta, mientras que sus genes humanos nunca habían sido entrenados para enfrentar esos miedos y menos aún los sentimientos de pérdida de algo que nunca antes tuvo. Alguien que nunca había querido amar o atarse a otra persona, estaba ahora sufriendo porque podría perder a un ser amado. Hacía muy poco había conocido el amor, luego el desamor, y ahora estaba siendo enfrentado a la pérdida. Eran muchos aprendizajes juntos, muchos sentimientos para asimilar. En ese momento, lo único que le interesaba a Manuel, era la salud de Andrea. Un enorme y también nuevo sentimiento de alegría recorrió todo su cuerpo en el momento en que el doctor le informó que Andrea se estaba recuperando satisfactoriamente. Entró a la habitación del hospital en donde ella estaba aún dormida, la observó durante un largo instante, mientras se convencía de cuánto amaba a esa criatura humana, de cuán nuevo y de cuán fuerte podía ser ese nuevo sentimiento.

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20 – REENCUENTRO FINAL Luego de un par de días de recuperación en el hospital, Andrea fue dada de alta, y volvió a su departamento. Manuel la acompañó y, una vez más, se quedó con ella. Esta vez dispuesto a enfrentar una misión mucho más importante que la anterior, el ser felices por el resto de sus vidas, viviendo cada días como moscas, pero planificando su futuro como humanos. Cuando entraron al departamento, por la mente de Manuel pasaron fugaces todos los momentos allí vividos, los repasó y los volvió a sentir. Recordó el final, la ruptura, la dura forma en que había tratado a Andrea. Ahora se arrepentía de haberlo hecho, pero ya habría tiempo de sobra para disculpas. Recordó el momento en que habían terminado de grabar su primera canción y luego se habían besado. Ese momento le parecía ahora más hermoso incluso que cuando lo vivió. Tomó a Andrea de la mano, la llevó exactamente hasta el mismo lugar en donde se dieron su primer beso, y lo repitieron, pero ahora con el calor de los amantes declarados. Tomados de sus manos entraron luego los dos jóvenes a la habitación de Andrea, a la habitación de ambos. Allí terminó de conocer Manuel las últimas sensaciones humanas que aún desconocía, aquella mezcla de calor, amor, pasión y lujuria que se produce entre dos cuerpos desnudos que se aman, desde sus cerebros hacia sus cuerpos, pasando siempre a través de sus corazones. Transcurrieron algunos días más en que ellos no se cansaban de reencontrarse ni de terminar de conocerse. Habían sido definitivamente los días más felices en las vidas de ambos y no deseaban aterrizar en la realidad, sin embargo ambos sabían que aún quedaban algunas cosas por resolver. Cierta noche se quedaron conversando en la sala y bebiendo una cerveza y una cerveza azucarada, mientras conversaban. - Sé que ya nos hemos pedido y aceptado disculpas varias veces, pero aún me cuesta aceptar algunas cosas que hice, cómo actué contigo, y

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cómo actuamos ante la gente. Siento que estamos en deuda con la gente Andrea, creo que podemos hacer algo más. - No sólo con la gente Manuel, aún no has hablado con los monjes para confesarles que no seguiremos con la misión, que no eres el elegido y que su Orden no tiene sentido. - Tienes razón Andrea, ese es otro tema que tengo pendiente, pero ese lo debo solucionar yo. Tú no tienes responsabilidad ante las moscas, soy yo a quien suponen el elegido. - Ya sabes que cuentas conmigo si me necesitas - le dijo mientras lo abrazaba tiernamente. - Gracias. Por ahora me interesa más reconciliarme con los humanos. Lo he pensado seriamente y quiero dedicarme a ser superhéroe de tiempo completo. Así puedo ayudar a compensar el daño que causamos, ayudando a la gente sólo por ayudarla, sin esperar nada a cambio. ¿Me apoyarías en eso? - Por supuesto Manuel, tú sabes que lo haré. Me parece muy noble y sabia tu decisión. Te felicito, y me alegra mucho que además me hayas preguntado antes mi parecer. Ambos jóvenes se besaron y se perdieron en su lecho de amor. A la mañana siguiente Andrea se levantó, se dirigió a la cocina a preparar el desayuno y se sobresaltó al ver un grupo de cinco moscas posadas en la hoja más grande en una planta de la sala. Giró y dio un fuerte brinco al ver a Manuel sentado en un rincón oscuro, con su mirada fija aún en los insectos. - ¿Tú no aprendes eh? - le dijo irónicamente - segunda vez que me haces esto. ¿Hablaste ya con ellas? - Si, ya tuvimos una larga conversación. Les confirmé que no voy a seguir con la misión, les dije que lo sentía mucho, pero que yo no soy su elegido, que debían seguir buscándolo. - ¿Y cómo reaccionaron? ¿Qué te respondieron? - Mejor de lo que esperábamos, lo aceptaron sin que pareciera importarles mucho, más aún, fue casi como si lo hubiesen estado esperando. De todas formas les expliqué lo que creo, que las especies tienen motivaciones demasiado diferentes, que me parece casi

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imposible que alguien pudiera unirlas y que las características que ellos piensan que pueden compartirse para mejorarlas, dependen demasiado de la constitución genética de los individuos, y no podrían ser aprovechados por la otra especie. - ¿Y aceptaron todo eso sin cuestionarlo? - Tal como te lo dije, fue como si hubiesen estado esperándolo. - ¿Y qué están haciendo aún acá? ¿Por qué no se han ido? - Dijeron que querían verte por unos momentos y que luego se irían, que desaparecerían de nuestras vidas, dejándonos tranquilos para vivir nuestra merecida felicidad. Andrea se sintió observada, desnuda frente a los miles de ojos de cada uno de esos insectos que la observaban sin moverse. Estaba nerviosa, sintió nauseas y vértigo mientras le parecía ser atravesada por las miles de miradas. Pasaron dos minutos, la mosca del centro giró en dirección a Manuel, se miraron a los ojos por unos segundos y luego el joven se levantó, abrió la ventana y los insectos volaron en formación, para nunca más aparecer por ese departamento. - Me explicas lo último que sucedió, por favor Manuel. - Nada especial, sólo me despedí de ellos, mientras el líder me repetía que no nos molestarían más, que habíamos sido de mucha ayuda, más bien que todavía estábamos siendo de mucha ayuda, aunque no estoy seguro de haber comprendido bien esa parte, y que nos ocupáramos sólo de ser felices el resto de nuestras vidas. Le volví a repetir que lo sentía mucho, que me sentía muy triste por todo el tiempo que habían dedicado a satisfacer el objetivo final de la Orden, que me encantaría poder devolverles ese tiempo, pero eso era imposible. Le pedí a él que disfrutara el resto de su vida, que fuera feliz. - ¿Qué te respondió a eso último? - Que no me preocupara por él, que aún tenía muchas tareas que cumplir. No sé exactamente a qué se refería, y no creo que me lo hubiese contado. Cuando las moscas los dejaron solos se sintieron por fin aliviados. Ya no tenían ninguna carga sobre sus espaldas. Se tenían el uno al otro, y

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toda una vida por delante para ser felices y hacer el bien sin esperar nada a cambio, y todo gracias a las moscas.

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21 - EL CONCILIO El líder de la congregación se colocó al centro del círculo y le dirigió la palabra al resto de los monjes de la Orden por el Futuro. - Todo marcha según lo planeado - les dijo - La profecía sigue su curso normal, el elegido despertará cuando llegue su momento. Faltan aún muchas generaciones, y no debemos apresurarnos, Manuel aprendió muy bien las lecciones, sus genes están bastante cerca de la perfección, pero no lo suficiente. Él traspasará estas lecciones a su descendencia y ellos serán también buenos individuos. - ¿Lograron ver al elegido, Maestro? - preguntó uno de los monjes en la primera fila. - No lo vimos - respondió el monje líder, con una expresión sólo comparable a una sonrisa humana - pero pudimos escuchar su pequeño corazón latiendo y creciendo. Andrea aún no sabe que está preñada, pero desde su vientre pudimos sentir al elegido, el ser que podrá finalmente unir a ambas especies en una sola, el punto de inicio de una raza invencible, cuyos individuos podrán crear un nuevo mundo, una sociedad que les permita disfrutar de su presente mientras trabajan para su futuro. La dualidad de la vida, resuelta en perfecta armonía.

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Capítulos

1 - ÉL PIENSA............................................................................... 3

2 – ELLA PIENSA ......................................................................... 8

3 - ELLOS SE CONOCEN........................................................... 13

4 – ÉL REFLEXIONA.................................................................. 18

5 - REENCUENTRO ................................................................... 23

6 - CONFESIONES ..................................................................... 28

7 - COMUNICACIÓN ................................................................. 33

8 - REVELACIONES ................................................................... 37

9 - DECISIONES ......................................................................... 42

10 - APRENDIZAJE .................................................................... 46

11 – PREPARACIÓN .................................................................. 51

12 - EJECUCIÓN........................................................................ 56

13 - RESULTADOS ..................................................................... 64

14 - SEGUNDA ESTRATEGIA.................................................... 68

15 - TERCER INTENTO.............................................................. 77

16 - DECEPCIÓN ....................................................................... 84

17 - SOLEDAD............................................................................ 88

18 - EL HOMBRE MOSCA ......................................................... 91

19 - ACCIÓN ............................................................................... 95

20 – REENCUENTRO FINAL..................................................... 98

21 - EL CONCILIO ................................................................... 102

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