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La Iglesia Servidora de los Pobres El Rostro humano de la crisis
13-11-15
El Rostro Humano de la crisis - extracto
El pasado diciembre, me remitía un condiscípulo una Conferencia pronunciada en la
Universidad Gregoriana de Roma, que se abría con una frase rotunda, pero perteneciente a la mejor
tradición: «La humanidad no fue creada para servir a los mercados. Los mercados fueron creados
para servir a la humanidad». Pero sí me sorprendió la personalidad de quien la pronunciaba: lord
Jonathan Sacks, rabino jefe de las Congregaciones judías unidas de la Commonwealth. Sacks explicó
que el sistema de libre mercado y de la economía capitalista fue generado por la cultura
judeocristiana, por este motivo el futuro económico, político y cultural de Europa dependerá de la
atención a la propia alma y a las propias raíces religiosas. Afirmaba que Europa está perdiendo sus
raíces judeocristianas, con consecuencias inimaginables en la literatura, arte, música, educación y
política.
Enfatizó: «Por el bien de nuestros hijos y de sus hijos no nacidos todavía –añadió– nosotros,
judíos y cristianos, juntos, debemos renovar nuestra fe y su voz profética. Debemos ayudar a Europa
a encontrar su alma». Sugirió: «El José de la Biblia podría haber sido el primer economista del
mundo, descubriendo la teoría de los ciclos comerciales: siete años de abundancia, seguidos de siete
años de vacas flacas. Y el estado financiero de Europa --añadió- sería mejor hoy si se fortalecieran
valores fundamentales de la tradición judeocristiana como el profundo respeto por la dignidad
humana, el respeto por la propiedad privada y el aprecio por el trabajo. En este contexto, la creación
de puestos de trabajo es la forma de caridad más alta». El rabino jefe concluyó afirmando: «Ha
llegado el momento de recuperar una ética de la dignidad humana hecha a imagen de Dios. Cuando
Europa recupere su alma, recuperará su riqueza. Pero antes debe recordar que la humanidad no fue
creada para servir a los mercados. Los mercados fueron creados para servir a la humanidad».
En esta misma línea insistía, hace más de treinta años, Juan Pablo II en el Discurso inaugural de
la III Asamblea del CELAM (Puebla, 28 de enero de 1979): «La Iglesia conoce, gracias al Evangelio,
la verdad sobre el hombre. Esta consiste en una antropología que la Iglesia no cesa de profundizar y
de comunicar. La afirmación primordial de esta antropología es que el hombre es imagen de Dios,
que es irreductible a una simple parcela de la naturaleza, o a un elemento anónimo de la ciudad
humana… Esta verdad sobre el ser humano constituye el fundamento de la Doctrina Social de la
Iglesia, así como la base de la verdadera liberación. A la luz de esta verdad, no el hombre un ser que
pueda subordinarse a los procesos económicos o políticos, sino que esos procesos están ordenados al
hombre y sometidos a él».
Se impone, pues, recuperar una base ética de la economía. Conviene reafirmar en estos
momentos que no puede haber una economía auténticamente humana, sin que esté éticamente
orientada. Como afirma Benedicto XVI, el «sector económico no es ni éticamente neutro ni
inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es
humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente» (Caritas in veritate, n. 36).
En el discurso a la Fundación Centesimus annus pro Pontifice (25 de mayo de 2013), con motivo
de un Congreso, bajo el título de «repensar la solidaridad para el empleo», el Papa Francisco
reflexionaba: «se ha olvidado y se olvida aún hoy que por encima de los asuntos de la lógica y de los
parámetros de mercado está el ser humano, y hay algo que se debe al hombre en cuanto hombre, en
virtud de su dignidad profunda: ofrecerle la posibilidad de vivir dignamente y participar activamente
en el bien común. Benedicto XVI nos recordó que toda actividad humana, incluso aquella
económica, precisamente porque es humana, debe estar articulada e institucionalizada éticamente
(Cf. Caritas in veritate, 36). Debemos volver a la centralidad del hombre, a una visión más ética de
actividad y de las relaciones humanas, sin el temor de perder algo”
BIBLIOGRAFÍA
AA.VV. (1993): Manual de Doctrina Social de la Iglesia, BAC-Fundación Pablo VI, Madrid
Juan pablo II: III Asamblea del CELAM 28/1/1979
Alfonso Crespo Hidalgo 68 el rostro huma o de la crisis, diagnóstico ético... CUADERNOS DE CC.EE. y ee ., nº 63,
2012, pp. 47-70
La Iglesia de los Pobres Instrucción Pastoral de la C. E. E.
13-11-15
OFICINA DE INFORMACIÓN
CV ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
Madrid y Ávila, 20-24 de abril de 2015
Instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española
Iglesia, servidora de los pobres
La reunión de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española se clausuró el
pasado viernes, 24 de abril, en Ávila con la aprobación de la Instrucción Pastoral
Iglesia, servidora de los pobres.
En este documento, los obispos quieren compartir, con los fieles y con quienes deseen
escuchar su voz, su preocupación ante el sufrimiento generado por la grave crisis
económica, social y moral que afecta a la sociedad española y su esperanza por el
testimonio de tantos miembros de la Iglesia que han ofrecido lo mejor de sus vidas para
atender a quienes más sufrían las consecuencias de la crisis.
Estructurada en cuatro partes:
1.- Análisis de la situación social actual.
2.- Los factores que están en su origen, y lo explican.
3.- Los principios de la Doctrina social de la Iglesia, que iluminan la realidad.
4.- Ofrecen su propuesta desde la fe.
En la primera parte: Situación social.
Los obispos se fijan en los nuevos pobres y las nuevas pobrezas, de manera especial la
que sufren en primer lugar, las familias golpeadas por la crisis. En ellas no es difícil
encontrar muchos jóvenes sin trabajo y con grave riesgo de caer en situaciones
desesperadas, ámbitos en que se da la pobreza infantil, ancianos olvidados o mujeres
afectadas por la penuria económica. Además de las carencias económicas y sociales en
las familias, los obispos señalan también la pobreza en el mundo rural y en quienes se
dedican al mar, y acentúan la pobreza originada por la emigración que, haciendo visible
el derecho a encontrar mejo-res condiciones de vida, hoy significa la pobreza de los más
pobres. Los inmigrantes sufren más que nadie la crisis que ellos no han provocado
y los países que los reciben recortan sus derechos y limitan, también para ellos, los
servicios sociales básicos. Los obispos piden en este ámbito a las autoridades
nacionales y de la Unión Europea actitudes de generosa acogida y cooperación con los
países de origen que permitan su desarrollo.
Además de las nuevas pobrezas, la Instrucción Pastoral señala como rasgo de la
sociedad actual la corrupción, a la que define como un mal moral y cuyo origen es,
según los obispos, la codicia financiera y la avaricia personal. Estas situaciones de
corrupción provocan alarma social, alteran el funcionamiento de la economía, impiden
la competencia leal y encarecen los servicios. La corrupción es una grave afrenta a
nuestra sociedad, es una conducta éticamente reprobable y es un grave pecado. La
necesaria regeneración personal y social vendrá por un mayor aprecio al bien común,
que se origina en las virtudes morales y sociales, se fortalece con la fe y se hace visible
en el amor al prójimo.
Tanto las nuevas pobrezas como la corrupción están facilitadas por el empobrecimiento
espiritual. El talante personal y el comportamiento moral de las personas están dañados
La Iglesia de los Pobres Instrucción Pastoral de la C. E. E.
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por la indiferencia religiosa, el olvido de Dios o la despreocupación por la cuestión
sobre el destino trascendente del ser humano. No se puede olvidar, dicen los obispos,
que la personalidad del hombre se enriquece con el reconocimiento de Dios que sostiene
nuestra dimensión ética, nos impulsa al amor a todo hombre, haciendo de la caridad
fraterna la señal distintiva.
En la segunda parte: La Instrucción pastoral
Señala cuatro factores que explican la situación social actual. El primero de ellos es la
negación de la primacía del ser humano que se apoya en la dignidad que Dios le otorga.
El segundo es el dominio de lo inmediato y lo técnico en la cultura actual. En ésta, el
primer lugar lo ocupa lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido. La técnica parece
ser la razón última de todo lo que nos rodea y su desarrollo se presenta como la panacea
para resolver todos los males del hombre. El modelo social centrado en la economía es
el tercer factor que explica esta situación de crisis: la burbuja inmobiliaria, el excesivo
endeudamiento, la falta de regulación y supervisión de los mercados han ocasionado
una época de recesión, para la que la única solución presentada es la lógica del
crecimiento, como si “más” fuera igual a “mejor”. Por último, en cuarto lugar,
encontramos, como consecuencia de la lógica del crecimiento, una cierta idolatría de los
mercados, cuando en realidad, la actividad económica, por sí sola, no puede resolver
todos los problemas sociales; su recta ordenación al bien común es incumbencia, sobre
todo, de la comunidad política, la que cual no debe eludir su responsabilidad en esta
materia.
La tercera parte: de los principios de la doctrina social de la Iglesia
* El primero de ellos es la primacía de la dignidad de la persona: el ser humano
es la medida de todas las cosas, no un instrumento al servicio de la producción y del
lucro. Los obispos instan a un modelo de desarrollo que ponga en el centro a la persona.
Si la economía no está al servicio del hombre, se convierte en un factor de injusticia y
exclusión.
* El segundo principio es que los bienes tienen una dimensión social y un
destino universal, como se vivía ya en el Antiguo Testamento y enseñaron los Padres
de la Iglesia. La acumulación de los bienes en pocas manos es una grave injusticia, pues
la propiedad privada está orientada al bien común. Por eso, dice la Iglesia, Dios ha
destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En
consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos de forma equitativa, según los
principios de la justicia y de la caridad.
* En la vida social, otro principio ineludible es el de la solidaridad y el equilibrio
entre los derechos y los deberes. La solidaridad es el empeño firme y perseverante por
el bien común, es decir por el bien de todos y cada uno. La convivencia implica que los
derechos de unos generan deberes en otros y que la satisfacción de unos depende de la
diligencia de los otros. Los derechos económico-sociales no pueden realizarse si todos y
cada uno de nosotros no colaboramos y aceptamos las cargas que nos corresponden; de
igual modo que el derecho a los bienes materiales conlleva el deber del trabajo diligente
del hombre. El bien común es el bien de ese “todos nosotros”, formado por individuos,
familias y grupos intermedios que se unen en una comunidad o sociedad. Desear el bien
común y esforzarse por él es exigencia de justicia y caridad.
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* El principio de subsidiariedad señala las funciones y responsabilidades que
corresponden a las personas individuales en el desarrollo de la sociedad a través de
comunidades y asociaciones de orden familiar, educativo, cultural, etc. Al mismo
tiempo, regula las funciones que corresponden al Estado y a los cuerpos sociales
intermedios, para impedir la tendencia totalitaria de los estados. El principio de
subsidiariedad permite un justo equilibrio entre la esfera pública y la privada; reclama
del Estado el aprecio y apoyo a las organizaciones intermedias y el fomento de su
participación en la vida social. Por último, entre los principios de la Doctrina Social se
señala el derecho a un trabajo digno y estable que permite la integración y la
cohesión social, por lo que cualquier política económica debe estar al servicio del
trabajo digno.
La cuarta parte: de La Iglesia, servidora de los pobres Ofrece ocho propuestas esperanzadoras desde la fe para vivir el compromiso caritativo,
social y político.
- Promover una actitud de renovación y conversión, que nos identifique con Cristo y
que salga al encuentro de los pobres, siendo instrumentos para su liberación, promoción
e integración en la sociedad.
- Cultivar una espiritualidad que impulse al compromiso social. Sólo el encuentro con
el Amor de Dios, puede transformar y purificar los corazones de los discípulos,
cambiándolos de egoístas y cobardes en generosos y valientes; de estrechos y
calculadores, en abiertos y desprendidos.
- Apoyarse en la fuerza transformadora de la evangelización, porque el anuncio del
Evangelio, fermento de libertad y de fraternidad, ha ido acompañado siempre de la pro-
moción humana y social de aquellos a los que se anuncia.
- Como consecuencia de lo anterior, profundizar en la dimensión evangelizadora de la
caridad y de la acción social, desde el testimonio personal y sin olvidar el anuncio
explícito de Jesús. Tenemos, además, el reto de ejercer una caridad más profética. No
podemos callar cuando no se reconocen ni respetan los derechos de las personas, cuando
se permite que los seres humanos no vivan con la dignidad que merecen.
- Promover el desarrollo integral de la persona y afrontar las raíces de las pobrezas.
Además de atender a las necesidades más urgentes, el acompañamiento de las personas
es la base de la acción caritativa: No se trata sólo de asistir y dar desde fuera, sino de
participar en sus problemas y tratar de solucionarlos desde dentro.
- Defender la vida y la familia como bienes sociales fundamentales.
- Afrontar el reto de una economía inclusiva y de comunión. La reducción de las
desigualdades debe ser uno de los objetivos prioritarios de una sociedad que quiera
poner a las personas, y también a los pueblos, por delante de otros intereses.
- Fortalecer la animación comunitaria. Es necesario que la comunidad cristiana sea el
verdadero sujeto eclesial de la caridad.
En su conclusión, los obispos alientan una vez más la esperanza de los que sufren las
consecuencias de la grave crisis actual y se ponen junto a ellos: “Estamos con vosotros;
juntos en el dolor y en la esperanza; juntos en el esfuerzo comunitario por superar esta
situación difícil”. Al mismo tiempo, agradecen el esfuerzo de quienes viven la caridad
con el prójimo y animan a imitarlos, no sólo en las relaciones cotidianas sino también
en las relaciones sociales, económicas y políticas.
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Para encontrar los orígenes del Buen Pastor hemos de remontarnos a la Francia de mitad del siglo XVII, donde se inicia una historia que transformará durante siglos y aún hoy, la vida de cientos de miles de niños, jóvenes y mujeres explotados, maltratados, prostituidos y excluidos por la sociedad. En definitiva personas en debilidad. Comienza esta obra con Juan Eudes, quien en 1641 funda la Orden de Nuestra Sra. de la Caridad del Refugio, en la que dos siglos más tarde, María Eufrasia Pelletier intenta hacer una gran renovación, pero que se escinde de ésta para formar una nueva Congregación que recibirá el nombre de Ntra. Sra. de la Caridad del Buen Pastor de Angers.
La congregación de Nuestra Señora de la Caridad del buen Pastor (Hermanas del Buen
Pastor) acoge a mujeres que deseaban cambiar su vida
Se dividen en dos grupos: las Hermanas Buen Pastor Apostólicas (religiosas de vida
activa) y las Hermanas Buen Pastor Contemplativas (monjas de clausura monástica).
Como religiosas llamadas a una misión de reconciliación, “expresamos nuestro
carisma de amor misericordioso a través de una vida contemplativa o de una vida
activa” (Constituciones Art. 1).
Las Hermanas somos mujeres que hemos experimentado fuertemente la misericordia
de Dios en todos los aspectos de nuestra vida. Esta experiencia nos lleva a querer
ser presencia de Jesús Buen Pastor en medio de los niños, jóvenes y mujeres más
vulnerables y excluidos de nuestra sociedad. La preocupación por el débil nos urge
a ser signos del Amor Misericordioso de Jesús Buen Pastor que acoge, cura, mira
con ternura y respeto, comprende la debilidad humana y restablece el valor que
cada persona tiene convencidas del slogan de Mª Eufrasia: “Una persona vale más
que un mundo”.
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ESPAÑA
En 1880, el Buen Pastor empezó a ser una realidad en España, concretamente en
Barcelona, y se fue extendiendo así:
1880 - Barcelona
1905 – Madrid
1912 – Sevilla
1914 – Tuy
1930 – Gerona
1948 – Teruel.
1951 – Lugo.
1978 – Vigo
1986 – Badajoz
1987 – Valdepeñas.
1989 - León
HOY
Congregación Religiosa internacional perteneciente a la Iglesia Católica.
Las Hermanas del Buen Pastor están presentes en 72 países en los cinco continentes.
ONG afiliada a la Organización de Naciones Unidas con estatus consultivo en el
Consejo Económico Social –ECOSOC- desde 1996
BADAJOZ - Comunidad Buen Pastor Dirección:
C/ S. Juan, 28 06002 Badajoz Telefono: 924 22 31 34
Actividad: Promoción de la mujer
Lo que el voluntario puede aportar depende de cada cual, pero lo que sí es indispensable es el
toque distintivo de PRESENCIA:
Estar sin prisas.
Estar con ellos.
Estar con buen talante.
Estar expresando el disfrute del encuentro.
Estar para acoger incondicionalmente.
Hacer y Estar se complementan, pero la experiencia nos dice que con el paso de los años
influye más con quienes hemos estado que lo que hemos hecho.
Sólo estando podemos animar, acompañar, caminar,
1965 - 1969 En Badajoz Atención a mujeres que trabajan de
forma temporal en la recogida del tomate. Organizaban la
distribución del día y todo lo referente a la atención
personal durante su estancia. Se ocupaban de su formación,
evangelización,
[Escribir el nombre de la compañía] La Iglesia Servidora de los pobres
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Fundadores
Nació en Ri (Francia), el 14 de Noviembre de
1601. Hijo de una familia cristiana. Tuvo dos
hermanos, Francisco que llega a ser un brillante
historiador y miembro de la Academia Francesa y Carlos que fue un gran cirujano, a
este último se debe la frase:”Somos tres hermanos adoradores de la verdad. El primero
la predica, el segundo la escribe y yo la defenderé con mi vida”.
En 1615, Juan Eudes deja Ri para ir a estudiar con los jesuitas de Caen, una etapa de
estudios y proceso vocacional que le llevó a optar por el Oratorio, donde es ordenado
sacerdote en 1625. A partir de ahí, inicia una vida de misionero que le llevó por toda
Francia, poniéndose en contacto con la realidad de un país cristiano en crisis de fe (es el
momento de gran auge de la Reforma Protestante y el Jansenismo), y que le permitirá
convertirse en misionero y profeta de la Misericordia.
El eje de toda su vida y misión fue el concepto de Misericordia. El concepto de
Misericordia da unidad a su trabajo, le empuja constantemente a ir más allá de la simple
sensibilidad ante la desgracia, la exclusión y la pobreza, y promueve acciones
misioneras y fundaciones religiosas que ayuden a las personas en debilidad.
Su primer encuentro con los más pobres y marginados fue durante la peste que tuvo
lugar en Suez (1627). Juan decidió ir a ayudar a toda aquella gente, abandonados de
todo y por todos, para llevarles el mensaje de esperanza de un Dios Misericordioso que
acoge, comprende, perdona y ama tal cual uno es.
Estas primeras actividades eran gestos que hablaban de misericordia y hacían
misericordia. Gestos que le fueron marcando y que le pusieron en el camino de vivirla,
predicarla y transmitirla. Desde este primer momento hasta su muerte dedicó su vida a
evangelizar. Y decía que “evangelizar no es otra cosa que anunciar al hombre,
especialmente al más lleno de miserias, al más miserable; la buena noticia de que Dios
lo ama, lo lleva en su corazón de Padre, y está dispuesto a jugarse todo por él.” Él
también se dejó evangelizar por los más pobres, aprendió de ellos, compartió con ellos:
marginados, prostitutas, indigentes… a los que nadie había hablado de que, a pesar de
todo, la vida merece la pena vivirla.
Desde esta perspectiva y su concepto de Misericordia, se entiende mejor su vida y sus
numerosas fundaciones, que constituyeron verdaderas obras de misericordia, es decir,
maneras concretas de expresar su apuesta definitiva por la dignidad de todo hombre y
mujer.
Fue un sacerdote atento a las necesidades y situaciones de los que se cruzaban con él.
Un hombre que fue respondiendo en la medida de sus posibilidades y recursos a las
necesidades concretas de su época. Un hombre que se dejó interpelar por la miseria y
pobreza y cuyo mayor deseo fue hacer eficaz la misericordia. Para él, se trataba de
devolver a cada hombre y mujer su dignidad como persona.
Es en 1644, año en que se consolida en Francia el Jansenismo. Toma más conciencia de
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que Dios es un Dios misericordioso: Dios ama, y porque ama, salva y perdona.
Forma parte en las misiones populares en Normandía y Bretaña. Es en la actividad
misionera donde encuentra muchas personas que quieren convertirse, mujeres que no
han tenido una vida ejemplar. Juan Eudes decide ayudarlas para lo que crea una Orden
Religiosa que se hará cargo de estas mujeres (Casas de Acogida llamadas “Refugios”,
para todas aquellas mujeres que querían dejar la prostitución y dar otro rumbo a su
vida).
En un primer momento, confió el Refugio al cuidado de algunas señoras motivadas
como él para este servicio. Más tarde, y para asegurar constancia y fidelidad, funda la
Congregación y les da un cuarto voto: el celo por la salvación de las almas.
En 1641 queda establecida la Orden de Ntra. Sra. de la Caridad, en la misma ciudad de
Caen donde él reside.
También a través de su actividad misionera ve la decadencia del clero. Los sacerdotes
adolecen de formación, e incluso de buenas costumbres, quiere hacer algo para paliar
este problema que afecta a la mayor parte de la Iglesia de Francia pero no es posible
hacerlo desde el Oratorio, es así como en 1643 funda la Congregación de Jesús y María
(PP Eudistas), cuya misión es la formación de los sacerdotes y la revitalización de la fe
del pueblo en un Dios que es Misericordia.
S. Pio X llamó a san Juan Eudes "El apóstol de la devoción a los Sagrados Corazones".
¿QUIEN ERA Mª EUFRASIA?
El matrimonio Pelletier era originario
de Soullans en la región de la Vandée.
En 1794 son arrestados y deportados a la isla de Noirmoutier por haber prestado sus
cuidados a los republicanos y a los “Chouanes”, lo cual les hace sospechosos. En esta
isla donde nace Rosa Virginia
creció y vivió impactada por la profunda fe de sus padres y en medio de un sinfín de
dramas como la trata de esclavos y la persecución de los creyentes a causa de su fe. Así,
Rosa Virginia fue comprendiendo el valor que tienen las personas.
A raíz de la muerte de su padre y la dolorosa pérdida de una hermana, su madre decide
trasladarse a Soullans e internar a Rosa Virginia (con 14 años) en la primera casa de
educación religiosa que se había abierto en Tours tras el período revolucionario. Aquí
fue donde Rosa Virginia vivió una parte importante de su vida.
Frente al internado había un modesto convento. Aquella casa era “un Refugio” para
ayudar a las mujeres que querían dar un nuevo rumbo a sus vidas. En algunas
ceremonias a las que fueron invitadas las maestras y las alumnas del internado, Rosa
Virginia queda impresionada por la misión. Aquella misión le atrajo. Le parecía que
aquello coincidía con sus aspiraciones y que “el Refugio de Nuestra Señora de la
Caridad” era la respuesta más clara a su vocación.
[Escribir el nombre de la compañía] La Iglesia Servidora de los pobres
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Poco tiempo después de la Profesión religiosa es nombrada directora. Su método
educativo demuestra el espíritu de observación, discernimiento, sentido práctico de la
vida y caridad con que se esmera en conocer y amar a sus educandas. La experiencia le
enseña que el secreto de una buena pedagogía consiste en la coherencia, la bondad y la
justicia, y que para atraer, en general, es preciso hablar y castigar poco.
En Mayo de 1826 fue elegida Superiora de la Comunidad. Su mayor deseo era acoger al
mayor número de mujeres, es así como pasan de atender a treinta a acoger a sesenta
jóvenes necesitadas. Inicia la andadura de una comunidad contemplativa que en 1828
tiene 12 miembros.
FUNDACIÓN EN ANGERS.-
Varias personas de la ciudad veían la necesidad de reabrir “un Refugio” y con la ayuda
del Conde de Neuville, quien cedió para este fin 30.000 francos de la época, se inician
los trámites para esta fundación.
En 1828, Mª Eufrasia es reelegida Superiora de Tours. La suponemos trabajando
incansablemente para que la obra prospere. “Por cumplir la voluntad de Dios recorrería
el mundo entero”.
Cuando el párroco de la Catedral de Angers, M. Bretón, fue como emisario a Tours para
pedir la fundación de un Refugio en la ciudad de Angers “mi alegría, mi felicidad, al
recibir la petición de una fundación nueva, fue inexplicable” comentaba años más tarde
M. Bretón, en 1829 viaja de Tours a Angers con Mª Eufrasia y Mª Victoria. El 3 de
Julio de ese mismo año la comitiva de Hermanas, con Mª Eufrasia a la cabeza
emprenden el camino de Angers. Las acompaña la Condesa de Andigne (es una
colaboradora del convento de Tours) y el 6 de Junio toman posesión de la casa.
El Monasterio queda establecido con el nombre de “Buen Pastor” en memoria de una
casa que existía años antes y cuya obra era similar. Esto ocurre el 31 de Julio de 1829.
Al día siguiente Mª Eufrasia regresa a Tours.
Al finalizar el mandato como Superiora de Tours Mª Eufrasia es enviada para que se
haga cargo de esta Casa, donde permanecerá hasta su muerte. Su trabajo fructificó de tal
manera que crecía al mismo ritmo la comunidad y la obra.
EL GENERALATO.-
María Eufrasia deseaba que el mundo entero se beneficiase de la obra iniciada por San
Juan Eudes. Constataba que hacía falta intercambiar recursos humanos y económicos y
apoyarse mutuamente unas comunidades con otras. Le surge la idea de la centralización
o Generalato único, donde ve las ventajas: intercambio de recursos humanos y de bienes
económicos. Mª Eufrasia lo ve claro y en 1834 hace la solicitud del Generalato en
Angers para todos los Monasterios. El 16 de Enero de 1835 el Papa Gregorio XVI firma
el Decreto de Aprobación. Así nació la Congregación de Ntra. Sra. de la Caridad del
Buen Pastor de Angers, como Congregación distinta a la de Ntra. Sra. de la Caridad del
Refugio.
La Congregación se extendió por el mundo entero. Toda esta obra supuso a María
Eufrasia muchas dificultades, críticas, incomprensiones… Su fe profunda y su pasión
por las jóvenes y mujeres fueron el empuje que le hizo capaz de responder a lo que creía
era más importante: “Una persona vale más que un mundo”. El mayor deseo de
María Eufrasia fue hacer crecer esta certeza en la Congregación.
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A la muerte de María Eufrasia, el 24 de Abril de 1868, existían 110 casas repartidas por
los cinco continentes con la misión de acoger, formar y orientar a cuantas jóvenes y
mujeres pedían ayuda.