la historia en la edad contemporanea

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ESQUEMA LA HISTORIOGRAFIA DE LA REVOLUCION FRANCESA Las grandes historias desde mediados de siglo XIX Michelet: estudio del pueblo y el individuo Tocqueville: estudio sociológico El último tercio del siglo XIX Oficialización de los estudios sobre la Revolución Francesa Aparición de la historia evenementielle Aulard y la cronología de la Revolución Francesa El siglo XX Aumento de los estudios sobre la Revolución, Lefebvre y los aspectos económicos de la Revolución HISTORIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES De la Historia Diplomática a la Historia de las Relaciones Internacionales Sus inicios y las fuentes documentales Primera renovación: el fin del nacionalismo Segunda renovación: aparición de las Relaciones Internacionales Su evolución en Europa La nueva Historia de las Relaciones Internacionales La aportación de otras ciencias sociales El uso de nuevas fuentes La unión de la política interior y la política exterior Las nuevas perspectivas sobre las relaciones internacionales 1

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Page 1: La Historia en La Edad Contemporanea

ESQUEMA

LA HISTORIOGRAFIA DE LA REVOLUCION FRANCESA

Las grandes historias desde mediados de siglo XIX

Michelet: estudio del pueblo y el individuo Tocqueville: estudio sociológico

El último tercio del siglo XIX

Oficialización de los estudios sobre la Revolución Francesa Aparición de la historia evenementielle Aulard y la cronología de la Revolución Francesa

El siglo XX

Aumento de los estudios sobre la Revolución, Lefebvre y los aspectos económicos de la Revolución

HISTORIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

De la Historia Diplomática a la Historia de las Relaciones Internacionales

Sus inicios y las fuentes documentales Primera renovación: el fin del nacionalismo Segunda renovación: aparición de las Relaciones Internacionales Su evolución en Europa

La nueva Historia de las Relaciones Internacionales

La aportación de otras ciencias sociales El uso de nuevas fuentes La unión de la política interior y la política exterior Las nuevas perspectivas sobre las relaciones internacionales

Javier Delgado Labrado

LA HISTORIA EN LA EDAD CONTEMPORANEA

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1.5. La historiografía de la Revolución Francesa

1.5.3. Las grandes historias de mediados de siglo

El historiador Michelet es el mejor exponente de las tendencias políticas y literarias de mediados del siglo XIX. Frente al reinado del Terror encarnado por Robespierre y la clase media, Michelet ve al pueblo como el verdadero héroe de la Revolución el cual se guiaba por sus emociones, como por ejemplo el hambre. Este historiador crea su propia filosofía histórica con una fuerte influencia del pensamiento de Rousseau: el hombre por naturaleza es bondadoso y busca su libertad. Con esto surge el concepto de pueblo como motor del desarrollo histórico en su búsqueda de libertad colectiva. El pueblo de Michelet es un fenómeno nacionalista, como toda su interpretación de la historia de Francia, donde la Revolución y la Declaración de Derechos de Hombre se convierte en el “Credo de la nueva era”, cuyos profetas fueron Rousseau y Voltaire.

Otro historiador, Tocqueville analiza la Revolución desde un punto de vista sociológico con observaciones directas de la sociedad de su tiempo y recurriendo a las fuentes documentales para estudiar la estructura administrativa de la Francia de la que surgió la Revolución, de una manera rigurosa, analítica e imparcial. Para él la Revolución Francesa se inicia en 1787 con la revuelta de los privilegiados, no en 1789. En su obra El Antiguo Régimen y la Revolución se centra en el estudio de la administración, la economía y la sociedad existente previa a la Revolución donde describe tensiones sociales dentro de una estructura de clases y establece una secuencia lógica del proceso revolucionario. Su obra fomentó el análisis y la investigación, e influyó tanto en las corrientes de izquierdas como en las de derechas, siendo el punto de partida de los estudios que se realizaran en el siglo XX.

1.5.4. El último tercio del siglo XIX

En los 70, con la aparición de la erudición alemana, la Escuela de Chartres, la figura de Renan y la política educativa del Imperio; los estudios históricos experimentan una transformación. En 1876 su funda la Revista Histórica, en 1886 la Revolución Francesa se enseña en la Facultad de letras de París, y mas tarde la historiografía técnica pasa a formar parte de la enseñanza superior; que se caracteriza por la investigación minuciosa, la división del trabajo y el empleo de expertos técnicos; aumentando la producción de trabajos. Los estudios historiográficos se oficializan pasando a formar parte de las Universidades.

Nace así la historia évenementielle, orientada a la utilización de documentos para buscar pruebas que demuestren hechos ocurridos, convirtiéndose en una historia descriptiva, cuyo exponente fue el francés Hippolyte Taine, quien con su obra Orígenes de la Francia Contemporánea llega a la conclusión de que la nación francesa está enferma culpando de esto a los filósofos del siglo VIII. Taine utiliza un método de estudio basado en la investigación detallada, buscando leyes, realizando clasificaciones exhaustivas y centrándose en detalles minuciosos de los hechos ocurridos. Según él la idea revolucionaria de la sociedad francesa estaba plasmada en la obra Contrato Social de Rousseau la cual se trasladó a la calle, introduciéndose en una sociedad enferma la cual fue manejada hábilmente por los jacobinos para confiscar propiedades, destruir la familia y la religión. Sus conclusiones no fueron aceptadas por la crítica histórica posterior, pero su método de investigación de los documentos si tuvo influencia.

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El primer catedrático de Historia de la Revolución fue el francés Alphonse Aulard quien tras un riguroso análisis de las fuentes y realizando una cronología de los hechos construye la historia oficial de la Revolución. Es una historia política centrada solo en las asambleas, los clubes, municipios o batallones militares, pero deja de lado los grupos sociales y las cuestiones económicas que les separaban. La Revolución termina con la coronación de Napoleón que provoca la escisión de la burguesía y el pueblo. Descartó que hubiera existido un movimiento republicano o una teoría comunista en el origen de la revolución, explicación que no satisfizo a la izquierda y que provocó la división de los socialistas franceses en reformistas e intransigentes.

Los historiadores de izquierdas tuvieron que elegir dos caminos, entre Ropespierre y Hebert, la burguesía del progreso o la opuesta al proletariado y sobre las doctrinas violentas o no violentas. La opción que va a prevalecer en el socialismo francés será la más moderada y Jaures en su Historia Socialista de la Revolución expone que la Revolución es la ascensión al poder político de la burguesía pero sin lucha de clases, luchando por el progreso de toda la humanidad y proporcionando un modelo para las posteriores revoluciones proletarias.

1.5.5. El siglo XX

La I Guerra Mundial y la Revolución Rusa introducen nuevos elementos en los estudios revolucionarios; siendo el periodo comprendido entre los años 1914-1918 el que marcará el despegue de la historia económica de la Revolución.

La Revolución que se produce en Rusia en 1917 con el protagonismo de una minoría, echó por tierra la idea de una Revolución hecha por la unión de burgueses y proletarios y aumentó el prestigio de la interpretación marxista de la historia, dando lugar a una de las principales escuelas historiográficas de este siglo.

La obra de Lefebvre Los campesinos del Norte durante la Revolución, detalla la estructura económica de la sociedad francesa antes de la revolución, y El Gran Miedo de 1789 (pionera en la historia de las mentalidades) explica la Revolución Francesa en términos de cambios de alianzas entre cuatro clases sociales: aristocracia, burguesía, campesinado y trabajadores urbanos.

A partir de 1920 aumenta el estudio sobre la Revolución y el método crítico se perfecciona, apareciendo estudios estadísticos que permiten combinar las teorías de Michelet con las de Tocqueville, para obtener un modelo económico. La aparición de nuevas vías de investigación y el abandono del positivismo llevan al estudio de la “probabilidad retrospectiva” (Raymond Aron, filósofo francés) que supone el alejarse de la visión única de la Revolución que tenían sus contemporáneos.

2. HISTORIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

Este campo se ocupa de los intercambios (sociales, económicos, políticos, culturales) entre colectividades humanas (estados, pueblos, grupos, etc.) que pertenecen a distintas sociedades o estados. Al tener su origen en la historia diplomática y al estar ésta estrechamente relacionada con la política; este campo se puede considerar como una vertiente de la historia política.

Pero en las últimas décadas, además de lo político las RRII se han internado en campos de investigación variados como el cultural, intelectual, económico, etc. Se presta más atención a fenómenos más globales como los mecanismos de regulación internacional o las guerras y conflictos; y se toman en consideración como actores a empresas, partidos, sindicatos, etc.

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2.1. De la Historia Diplomática a la Historia de las Relaciones Internacionales

La histórica diplomática nació para describir las relaciones entre estados a partir de la documentación que se conservaba en los archivos diplomáticos, siendo uno de los archivos mejor conservados en Europa desde el siglo XVI. El alemán Leopoldo Ranke fue uno de los precursores de su uso para estudiar las historias nacionales y las relaciones entre los estados, no poniendo en duda la objetividad de dichos documentos.

Esta historia diplomática fue asentándose gracias a las colecciones nacionales de documentos diplomáticos y a la organización y apertura de archivos nacionales. Se desarrolló plenamente en el último tercio del siglo XIX, centrándose en el estudio de las relaciones entre estados europeos y sus negociaciones y acuerdos internacionales.

En esos años la política exterior se concebía como la relación de poder entre estados (Realpolitik), sobre todo en la historiografía alemana. El tipo de historia diplomática que se escribía emanaba del nacionalismo presente en los estados europeos, cuyas historias nacionales eran historias de diplomacia y de guerra. La calidad científica fue avanzando y en 1887 aparece al Revue d’Historie diplomatique que un año después organiza el primer Congreso de Historia Diplomática en La Haya.

La historia diplomática presentaba vicios de la historia política como el culto al documento, narración de acontecimientos, subjetivismo nacionalista, etc.; sin embargo se fue enriqueciendo con nuevas perspectivas gracias al desarrollo de la prensa y el papel de la opinión pública en las sociedades occidentales. Esto lleva a cuestionar el empleo de la guerra o la carrera armamentística en nombre de la Paz.

Aparecen historiadores pioneros en combinar historia y análisis para dar cuenta de factores que determinaban la política exterior, haciendo una historia del tiempo presente; como el conde Benedetti o el norteamericano W. Foster, mientras que en España destaca Jerónimo Becker.

Con el estallido de la I Guerra Mundial se produce una renovación, al publicar Alemania y Gran Bretaña numerosa documentación diplomática previa al inicio de la guerra. Sin embargo el estudio de estos documentos y las obras publicadas sobre ellos no sirvieron para establecer las causas de la guerra, ya que dicha documentación no aportaba nada de interés. Por esto se crean las primeras cátedras de Historia Internacional en Gran Bretaña, donde se prohibió a sus catedráticos enseñar historia con perspectiva nacionalista. De esta forma se empiezan a incorporar aspectos estratégicos, sociológicos y económicos, así como la relación entre política interior y exterior, y el papel de los Secretarios del Foreign Office.

Esta evolución se da también en Italia con F. Chabod para el cual la política exterior es el reflejo de toda la vida de un pueblo; mientras que en Francia este proceso de evolución es criticado por Annales, al basarse en la historia evenementielle.

En el periodo entreguerras nace una nueva disciplina académica: las Relaciones Internacionales, en íntima conexión con la historia diplomática; aunque la primera se encargaría del trabajo mas analítico y menos narrativo, tratando de buscar teorías que explicaran el funcionamiento del sistema internacional y sus actores, o para prever los conflictos internacionales.

Los primeros historiadores de las Relaciones Internacionales encontraron las críticas de los politólogos (estudiosos de la política) sobre la manera de trabajar, sin embargo ambos se van a complementar. Los politólogos intentarán validar sus teorías sobre la historia mientras que los historiadores manejaran conceptos sobre la sociedad internacional, dando lugar a distintas escuelas de RRII: idealistas, realistas, transnacionalistas y estructuralistas.

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Con la llegada de la II Guerra Mundial y la posterior Guerra Fría, se produjo un nuevo revulsivo. La historia diplomática en Europa no renegaba de su identidad a pesar de las críticas procedentes del marxismo, que le acusaba de su escaso valor al ocuparse de las luchas de poder de hombres y naciones. Mientras en EEUU la historia diplomática se desviaba hacia las relaciones económicas, ideológicas y culturales; siendo relegada en los años 60 a favor de la Foreign Policy (Política Exterior).

En Francia, debido a las críticas de Annales, los historiadores diplomáticos se vincularon con la Ecole des Sciences Politiques, y con las influencias de Aron y Marcel Merlé, su especialidad pasó a denominarse Historia de las Relaciones Internacionales, como un intento de superación de la antigua historia diplomática. El pionero fue Renouvin, quien introdujo el concepto de “fuerzas profundas” como los factores (demográficos, económicos, psicológicos, culturales, ideológicos, etc.) que influyen sobre la mente de los individuos encargados de tomar las decisiones.

En España, la historiografía seguirá el camino francés a partir de los 70, aunque el proceso fue más lento por las circunstancias políticas de nuestro país, junto a la ausencia de colecciones de documentos diplomáticos, sus deficientes condiciones y las restricciones a su consulta. Los primeros trabajos en los años 40 estaban muy impregnados de nacionalismo y hasta los años 50 no llegó la influencia de la historiografía francesa con la que gracias a los trabajos de J.M. Jover, se inició la Historia de las Relaciones Internacionales en nuestro país. Finalmente, con Antonio Truyol Serra, desde 1974, las RRII se convierten en especialidad universitaria.

2.2. La nueva Historia de las Relaciones Internacionales

La evolución de la Historia Diplomática hacia la Historia de las RRII, se ha nutrido de otras ciencias sociales como la antropología, la sociología, la economía y sobre todo la ciencia política. Este proceso dio lugar a una ampliación de temas y tratamientos distintos, logrando superar la vieja historia descriptiva que se empleaba para historiar los asuntos internacionales.

El historiador, ahora, es consciente que tiene que tener en cuenta multitud de condicionantes que han podido intervenir en los acontecimientos, debiendo valorarlos y jerarquizarlos. Debe atender a la estructura del sistema internacional, las reglas del mismo, la maniobrabilidad de cada estado, el régimen político instaurado, la opinión publica, el potencial económico, etc.; porque todo va a repercutir en las decisiones que los estados tomen en sus relaciones internacionales.

El trabajo continua siendo el de reconstruir el acontecimiento utilizando las fuentes primarias, pero se amplían las fuentes utilizando también las orales, periodísticas, artísticas, literarias o incluso, cinematográficas. Además, se tratan de otra manera puesto que las claves explicativas pueden no estar escritas, de modo que se interpretaran estas fuentes valorando los silencios, los códigos del lenguaje, la teatralidad diplomática, etc.; valorando la fiabilidad del documento y buscando su sentido. Se toma conciencia de que cada documento es resultado de la interpretación subjetiva que su autor hace de la realidad en un momento histórico determinado.

Se cambia el concepto antiguo que se tenía de la política exterior como el de un actor que formula política por el interés nacional, pasando a entenderse como una opción subjetiva de los individuos que representan unos intereses concretos (sociales, económicos) y portadores de unos símbolos propios y colectivos. Esto determina que casi no exista separación entre política interior y exterior, ya que el individuo que toma una decisión está influenciado tanto por factores exógenos (internacionales) como endógenos (nacionales). Por tanto, según Duroselle, para poder reconstruir la

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elaboración de una política es preciso “recrear el mundo de los decidores tal y como ellos lo ven”.

Al contrario que lo sucedido con la historial social y económica en las que el individuo desapareció bajo las “estructuras”, en la historia diplomática y de las relaciones internacionales el individuo siempre ha estado presente, si bien se han realizado estudios elaboradas desde la política, la psicología, la sociología y la antropología, acerca de los procesos de toma de decisiones.

Esta recuperación de la acción de los individuos, condujo a los historiadores a profundizar en los estudios con investigaciones de los Ministerios de Asuntos Exteriores de diferentes países, o de grupos de presión compuestos por financieros, diplomáticos, hombres de negocios, etc. en apoyo de una política concreta. También se realizan trabajos sobre el personal diplomático o biografías de Ministros de Estado o personalidades implicadas en política exterior.

En este momento queda establecida la superposición parcial entre política interior y exterior, siendo recogido en obras de Duroselle o Mayer. Esta superposición también se recoge en estudios sobre la influencia de modelos políticos, sociales o culturales, sobre los actores y procesos nacionales internos.

Aparece un enfoque novedoso como es el de las relaciones interculturales, que pone de relieve que todos los que participan en la política exterior están inmersos en una cultura, abriendo un campo de vastas posibilidades que se traduce en estudios sobre el papel a desempeñar por un estado en el sistema internacional, la consideración de “amigos” o “enemigos”, los sentimientos nacionales; o incluso las lecturas que los nacionales de un país hacen de fenómenos internacionales ajenos a ellos (guerra ajena, revoluciones, etc.).

Otra perspectiva relevante es la económica, al profundizar en el estudio de las inversiones internacionales, el imperialismo, las relaciones entre estado y banca, etc. Igualmente ocurre en el ámbito de la estrategia, que pasan a tener una relevancia decisiva gracias a la Guerra Fría, estando muy presente el papel de los militares en la política, los interesen industriales armamentísticos, las nociones de frontera o el papel de los servicios de inteligencia.

En España, la renovación ha sido más tardía, trasladándose el interés del investigador hacia el siglo XX, con un predominio de las obras sobre relaciones bilaterales muy vinculadas a la política interior de España (II Republica, guerra civil y dictadura franquista).

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