la historia desde abajo y desde adentro de gabriel salazar

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  • 8/7/2019 La Historia Desde Abajo y Desde Adentro de Gabriel Salazar

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    GABRIEL SALAZAR

    LA HISTORIADESDE ABAJOY DESDE DENTRO

    Colecci6n Teoria

    RTAMENTO D E TEORfA DE LAS ARTFACULTAD DE ARTES

    UNIVERSIDAD D E CHILE

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    Cuarta Sesi6nLa historiografia marxista (clisica)

    en Chile. Expositor: Gabriel Salazar(en sustituci6n de Maria E.Horvitz)

    Proponer a un Seminario la discusi6n de la historiografiamarxista chilena, en un momento en que vivimos, aqui, unatriunfante dictadura capitalista-liberal, y afuera, lo que 10smismos intelectuales chilenos de Izquierda llamaron enChantilly la crisis del marxismo, puede parecer, o uninoportunismo, o un anacronismo. 0 un motivo para pre-guntar, junto con A.Kallinicos:

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    no puede consistir en otra cosa que evaluar su relaci6n conese movimiento popular.

    En todo caso, tampoco se puede eludir el problema dela llamada crisis del marxismo contemporineo, en tanto &saafecta de varios modos a1 enfoque epistemol6gico y a las op-ciones metodol6gicas que han tipificado el materialism0 his-t6rico chileno. Cabe hacer un breve resumen de esta crisis,por tanto. S e g h varios autores, la crisis (te6rica) del marxis-mo se gest6 lentamente, per0 devino en un acontecimientopfiblico en el Seminario Internacional realizado en Veneciaentre el 11 y el 13 de noviembre de 1977. AM, intelectualesde la talla de L.Althusser, R.Debray, R.Rossanda y P.Sweezy,entre otros, concordaron en que el marxismo habia desembo-cad0 para entonces en una grave crisis tehrica, casi irreversi-ble. La crisis -se dijo- estall6 en tres niveles: a) en el planode las pricticas politicas, donde se observ6 una diferencia-ci6n radical entre las distintas corrientes; b) en el plano delsocialismo real, que no podia ser ni explicado ni justificadoen terminos marxistas, y c) en el cuerpo clisico de la teoriamarxista, donde se habian detectado deficits significativos.Paul Sweezy concluy6 que el resultado es que el marxismo

    . .

    reconocidndola. Althusser, por su parte, cerr6 el Seminariodiciendo: el marxismo ya no es mis -como dijo Lenin-un bloque de acero. ... De hecho, el quiebre te6rico misprofundo se dio entre la escuela francesa (dominada a la sa-z6n por la filosofia estructuralista de Althusser) y la escuelainglesa (centrada en el historicismo de E.P.Thompson,PAnderson, E.Hobsbawn, etc.); la primera, cercana a la he-rencia de Stalin (el socialismo real), y la segunda centradaen una alternativa te6rica con poca prgctica politica aun. Sinconsiderar aqui la tercera posicibn, esencialmente pragmiti-ca, asumida por el marxismo polftico italiano. El divortiumacquarum lo constituy6, sin duda, la filosofia estructuralista

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    francesa, que habia recibido, antes del Seminario y recibi6durante el mismo, una critica masiva y letal de parte deE. P. T h o mpso n , A .Cal li n icos,G.McLennan y el propio P.Sweezy (antes y despuis deVenecia), sobre todo, porque esa filosofia desechaba no s610la estratdgica categoria de la historicidad, sin0 tambikn lade sujeto social. Como se sabe, dos aiios despuis del Semi-nario de Venecia, se suicidb N.Poulantzas, y a1 aiio siguienteestall6 la locura semi-homicida de L.Althusser. Por eso, hacia1980 o 1982, la conciencia de la crisis se habian instaladoprofundamente entre 10s marxistas europeos, raz6n por la cualel grueso de la reflexibn critica y cientifica tom6 un rumboque podria llamarse de blisqueda, proceso en el que se perfi-laron con cierta nitidez la filosofia anarco-nietzcheana deM.Foucault (que reconocia vagamente su origen marxista),la historia social inglesa (con E.P.Thompson a la cabeza), elnuevo materialismo dialtctico aplicado a la historia porHindess & Hirst, y la emergente escuela comprensiva deFrankfurt (encabezada por J.Habermas). No hay duda queestas corrientes emergentes abrieron lineas nuevas de investi-gaci6n y reflexihn, no coincidentes con 10s postulados delmarxismo dogmitico -raz6n por la que se las reuni6 bajo eltt rmino generic0 de post-marxism0- per0 tampoco coin-cidentes las unas con las otras (aunque la mayoria concurrida criticar el imperialismo filos6fico que, desde Francia, in-tent6 e intenta aun monopolizar la herencia marxista). Anteesto, varios autores, como A.Callinicos y G.McLennan, creenque es necesario extirpar las obsesiones filos6ficas tantocomo las obsesiones economicistas (10s imperialismos queflorecieron dentro del marxismo), para quedarse con un mar-xismo minimo, que no podia ser otro que el mismisimo mk-todo diakctico utilizado por K.Marx.

    B ,H in dess , P. H i s t ,

    La blisqueda del marxismo minimo y del metodo diali-ctico de investigaci6n ha producido un movimiento general

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    tendiente a estudiar 10s procesosy movimientos histdricos reales(econ6micos, sociales, culturales, orales, feministas, anti-nu-cleares, etc.) y a la renovaci6n metodol6gica, a efecto de tra-bajar en conexi6n con esos procesos y movimientos. S e g hH.Fleischer, esta tendencia gira en torno a varias categoriasque fueron centrales en el pensamiento de Marx: la que serefiere a 10s procesos sociales de humanizaci6n del hombre;la que se refiere a 10s procesos estructurales de la historia, y laque se refiere a la praxis social o politica (que lleva a trans-formar la realidad). En conjunto, es claro que el marxismotedrico, luego de su crisis (proclamada en 1977), tendi6 adepurarse de 10s componentes estructurales y estalinistas dela teoria, y a entender la historia como autoexpansi6n delhombre y su conciencia (Fleischer).

    En cuanto a1 marxismo te6rico chileno, cabe decir queno se reduce, sin duda, a 10s historiadores clhicos ya cita-dos. Si pudiera establecerse una periodificaci6n del marxis-mo chileno, habria que distinguir, a1 menos, cuatro etapas: a)la de recepci6n pasiva de 10s postulados politicos del marxis-mo internacional, entre 1920 y 1949, aproximadamente; b)la del surgimiento de una historiografia marxista chilena ce-6ida a 10s postulados del marxismo internacional, a partir delEnsayo de Julio CCsar Jobet y cerrado por la Interpreta-ci6n marxista de la Historia de Chile, de Luis Vitale, entre1949 y 1972; c) la etapa abierta por la aparici6n de una cien-cia social marxista (sociologia del desarrollo y teoria de ladependencia), que trabaj6 mds con la categoria estructuraque con la categoria proceso, la cual sigui6 de cerca 10s pos-tulados filos6ficos de L.Althusser, y d) la que estamos vivien-do actualmente, definida por diversos procesos de bdsqueday dispersi6n (domina, a veces, Gramsci, otras veces la tradi-ci6n clbica, otras veces el pragmatism0 politico de Lenin,etc.). De aceptarse esta periodificacicin, se desprende que elbalance no puede agotarse en el andlisis critic0 de lo hecho

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    por 10s historiadores de la segunda etapa. Deberiamos incluirlo hecho o no hecho en las cuatro etapas (ejercicio, en todocaso, que no me corresponde hacer ahora).

    Si nos atenemos hoy s610 a la segunda etapa, cabe decirque la producci6n intelectual de 10s historiadores marxistaschilenos constituy6: a) una historiografia critica, alternativaa la erudita (Jobet) o conservadora;b) una variante cientifi-ca n a c i o n a l del marxismo internacional (apl icarondemostrativamente, sobre todo, las ideas matrices del Ma-nifiesto de Marx y del Imperialismo, de Lenin), y c) echa-ron las bases para el inicio de una educacidn popular orienta-da a transformar la sociedad. Con todo, fue una historiografiaque tendi6 a concentrar su anilisis en el periodo 1810-1891(en cuanto a la lucha de clases), y en el periodo 1870-1960(en cuanto a1 problema del imperialismo), descuidando elestudio del Estado, del proceso de industrializacibn, del mo-vimiento campesino, mapuche, de la mujer, de 10s gruposmedios, entre otros. Estos ddficits, por paradoja, eran 10s mis-mos de la historiografia conservadora. En cuanto a la produc-ci6n historiogrifica propiamente tal de estos autores, ella re-vela, de una parte, una insuficiencia general de la base empi-rica de apoyo (salvo algunas excepciones), a1 mismo tiempoque una ddbil asimilaci6n del mdtodo dialdctico y de la pro-puesta te6rica mis f ina del marxismo. Domin6 eleconomicismo simple y la lucha de clases en su forma miscruda. Transportaron el esquema marxista clisico, derivadode la historia europea occidental -escribi6 Simon Collier-a1 siglo XIX chileno.. . (produciendo) versiones marxistas cru-das y simplistas. Las consignas de tinte ideol6gico tiiieronde modo notorio muchas de sus p;ginas, raz6n por la cual 10sensayos hist6ricos escritos por 10s cientistas sociales de fi-liaci6n cepaliana (Anibal Pinto, Jorge Ahumada, OsvaldoSunkel, Enzo Faletto, entre otros) tuvieron mucha mis acep-taci6n entre 10s estudiantes y la militancia politica de 10s aiios

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    6 0 , en la medida que sus bases metodol6gicas y tebricas pare-cian mds formales, consistentes y reyejaban mejo, tanto lacoyuntura del presente, como la disposici6n politica de lasnuevas generaciones. En otro plano, el impact0 de lahistoriografia marxista en la formaci6n politica del movimien-to obrero fue, tambikn, escaso, en la medida en que no inno-v6 respecto a lo planteado por 10s dirigentes de 10s partidospoliticos de la Izquierda Parlamentaria. La aceptaci6n de lasdirectivas politicas tornaba innecesaria la lectura y estudio dela historiografia marxista.

    Dada esta si tuacih, se puede pensar que la posibilidadde restaurar y restablecer una historiografia marxista cruda ysimplista (S. Collier) es remota. Por su propia crudeza y porsu propio simplismo, y por el hecho de que, hoy, domina laidea de que las formas puramente te6ricas y dogmdticas delmarxismo estdn siendo sobrepasadas por las prdcticasdialdcticas de investigacidn a fondo de 10s procesos reales,por la relevancia que adquiere en esto la metodologia comotal y, sobre todo, por la necesidad de que no s610 10s intelec-tuales profesionales y 10s politicos de profesi6n construyan laciencia de la acci6n popular y del movimiento social que trans-forme la realidad, sin0 todos 10s que sienten que esto filtimoes imperativo y necesario. Es lo que sugiere la suma dialdcticade 10s diversos post-marxismos: la variante hist6rico-social,la del marxismo minimo, la del marxismo comprensivo, elmarxismo como metodo, etc.

    Los nuevos marxismos coinciden en no tener una granteoria que est6 por sobre las bdsquedas de todos. Enhora-buena. Est0 determina que la investigacibn colectiva y per-manente de la realidad propia y global queda a la orden deldia, siempre y cuando haya una apertura hacia el lado y haciaabajo; esto es: que todos (incluyendo el propio pueblo) sea-mos investigadores y, a la vez, actores y sujetos de la historia.Para nosotros, tal vez, tiene m h sentido empaparnos de nues-

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    tra propia realidad y nuestra propia identidad, que leer y re-leer a 10s autores clisicos, y acumular fuerza social, cultural ehistbrica mis bien que tratar de identificarnos con vagas to-talidades o estructuras objetivas.

    Discusi6nTom& Moulian interviene diciendo que la exposici6n queescuch6 se me atragantb, porque el marxismo ha vivido encrisis permanente. Que, en todo caso, la actual crisis es es-pecifica, distinta. Pero que no ha sido la dnica. Recuerda lade 1921, en tiempos de Lenin, Rosa Luxemburgo y Gramsci.Lo que ocurre es que hay continuos cambios de paradigma,y hoy se ha llegado a plantear la inutilidad del marxismo.Con todo, lo que cabe preguntarse es cud, concretamente, esla metodologia de una historiografia propiamente marxista:?la que Marx us6 en su 18 Brumario, por ejemplo, o la usa-da por historiadores como Vilar o Sobul en sus trabajos re-cientes?. iExiste, acaso una metodologia, como forma pura?Los marxistas chilenos es tin situados en otra dpoca y tenianel marxismo que podian. Son muy diferentes a 10s clisicos.Tuvieron que luchar contra un fuerte pensamiento politicode Derecha y de Centro, que eran dominantes. Yen este sen-tido, su aporte consisti6 en relevar lo econ6mico-social fren-te a lo politico. Habria que agregar otros esfuerzos en estesentido: el aporte de Carmen Castillo y A.Mattelart, por ejem-plo. Cree que el marxismo tiene, aun, cierta vigencia. Megusta la idea de un marxismo minimo, porque da sensibili-dad frente a 10s problemas hist6ricos y aporta a la constitu-ci6n de un (nuevo) proyecto hist6rico. Rosaria Stabili diceque concuerda con Moulian, en el sentido que las crisisreconfirman la teoria marxiana, pues el cotejo entre la teoriay la praxis produce un fortalecimiento de ambos. Cree quehay que distinguir entre la producci6n propiamente marxiana

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    (de Marx) y la que es propiamente marxista (de sus seguido-res). Concuerda con la idea de McLennan sobre el marxismominimo y sobre la posibilidad de discutir el feminism0 en lalinea del marxismo. Cree, en todo caso, que es necesarioreformular el marxismo en funci6n de lo que est6 pasando.Isabel Torres concuerda en lo mismo, afirmando que la cri-sis no envuelve negacidn, sin0 reorientacibn. Que es cierto,en todo caso, que la obsesi6n economicista hizo desaparecera1 sujeto social e hist6rico. El marxismo, obsoleto o no, no esen ninglin cas0 la Biblia, per0 est6 alli, frente a la realidad. Yhay muchos historiadores que no se declaran marxistas peroque, frente a esa realidad, usan categorias marxistas. AlfredoRiquelme sostiene que el marxismo nunca ha sido un blo-que de acero. Entre las corrientes actuales que distingueFleischer, quedarse con una de ellas seria, por lo mismo, peli-groso. El marxismo no debe ser end6gamo y vivir de s i mis-mo: debe proyectarse hacia fuera, y permanecer alli en 10sttrminos que plante6 Moulian: como una sensibilidad fren-te a 10s problemas hist6ricos. En todo caso, no puede negar-se que estamos viviendo una crisis general. Sol Serrano terciaen el debate diciendo que ella no ve mayores diferencias entrelo dicho por el expositor y lo dicho por Tomas Moulian, puestodos concuerdan en la existencia de un minimo en tornoa1 cual se puede seguir trabajando. Por su parte, Pedro Milosinterviene para decir que, sobre el problema estrictamentete6rico del marxismo yo no tengo opini6n. Lo importantees centrar la discusi6n en la realidad que se vive y en la prAc-tica hist6rica frente a esa realidad, pues discutir lo te6ricodesde lo te6rico es improductivo. La aproximaci6n a la teo-ria deberia hacerse desde nuestra prictica como historiadoresy como entes politicos. Maria Angtlica Illanes dice que ellaest& a1 mismo tiempo, en acuerdo y desacuerdo con lo dichopor el expositor. Que es un hecho que el paradigma marxistacambia y se transforma, per0 que, tras esos cambios queda unacumulado te6rico y, sobre todo, una sensibilidad marxis-

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    ta. Pero i qut es esto? iUn resto de teoria y un resto de mtto-do?

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    esencialmente de la fuerza y decisi6n que proviene de la pro-pia lucha de clases. 0 sea: es precis0 trabajar con una 16gicade necesidad, que es la que rige esa lucha. Sin esa 16gica, queen el fondo es la de la liberacibn, el marxismo y el mismoproceso quedan reducidos a la nada, o a muy poco. Si el mar-xismo minimo se desentiende de esa 16gica de necesidad, seconvierte en un marxismo inocuo. JosC Bengoa toma la pala-bra para decir que Cl se opone a la idea de que el marxismo seidentifique con esa 16gica de necesidad. El marxismo no tie-ne el monopolio de 10s procesos de liberaci6n. La 16gica querige estos procesos admite orras perspectivas tambiin.

    Se acuerda continuar y profundizar la discusi6n de estostemas.

    Quinta Sesi6nHistoriografia marxista

    y teoria de la dependencia.Expositores: Maria Eugenia Horvitzy Enzo FalettoMaria Eugenia Horvitz: Los historiadores marxistas citados(l lamados aquf clis icos) no eran ni prop ia niintencionalmente marxistas. Pues ;qui significaba en 10s afios 5 0 ser marxista? Dominaba en el pensamiento hist6rico laescuela de Barros Arana, basada en fotografias de la realidady en la evoluci6n de la idea de nacibn-estado. Hernin Ramirezy 10s otros rompieron con esa escuela historiogrifica, y asicomo ellos, muchos otros lo hicieron, como, por ejemplo,Mario G6ngora. Tanto Ramirez como G 6ngora fueronrupturistas, s610 que con temiticas distintas y distintas po-siciones frente a la vida real. Construyeron objetos te6ricosnuevos que, para el cas0 de Ramirez, fue el gran tema del

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    era la hnica categoria de anilisis capaz de dar cuenta de lassingularidades del desarrollo capitalista en AmCrica Latina.Eso permiti6 conocer las estructuras politicas, econ6micas ysociales de nuestro continente, y concluir de alli que nues-tras capacidades de decisi6n eran limitadas. En este sentido,se procur6 determinar el grado de autonomia de las burgue-sias latinoamericanas; si existia o no una burguesfa aut6no-ma, y si era posible un efectivo desarrollo nacional. Poreste camino se comprob6 el estancamiento del crecimientoecon6mico y qued6 en evidencia la marginalizaci6n crecien-te de amplios sectores urbanos y rurales. El estudio de estosprocesos derivados llev6 a la necesidad de totalizar el anAli-sis, per0 en el sentido de entender el capitalism0 como unproceso hist6rico y no como una modalidad puramente es-tructural y estAtica. Aqui se entendid lo histdrico como lacomprensi6n del conjunto de posibilidades que se abren a par-ti r de un a situacidn presente, donde se dan determinadas re-laciones de poder. Era importante, entonces, detectar cuLleseran 10s agentes sociales con capacidad para construir y lo ejer-cer poder. Los socidogos y economistas desarrollistas (0 ea:10s que no eran dependentistas) se concentraron s610 en lascondiciones estructurales para las opciones de desarrollo,sin apuntar a detectar y establecer el rol de 10s agentes socia-les del desarrollo. Los desarrollistas eran neutrales respecto aeste punto. Y el problema es que centrar el andisis en esosagentes y examinar cuiles son sus opciones equivale a consi-derar centralmente el problema politico. La historia, en tantomirada desde esos agentes, es politica. Nosotros -10sdependentistas- enfatizamos en nuestros andisis el papelhist6rico de esos agentes, pero no rematamos todo est0 conuna propuesta politica diferenciada. Creiamos que el poderpotencial de 10s agentes sociales dominados se debia expan-dir si la estructura de dominaci6n (0 ea: la dependencia) ten-dia a resquebrajarse por si misma, y s610 en ese momento eraposible entrar en acci6n para transformarla. Pero a1 concen-

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    trarnos mis en la reproducci6n sisttmica de la dependencia,esa ruptura o resquebrajamiento no nos aparecia. ;C6mo en-cajar alli, entonces, 10 popular? ;Podia lo popular por s i mis-mo generar las condiciones y las alternativas?. Desde 1973 o1974 se abandon6 el tema, y entr6 el problema del autorita-rismo -en la estela del famoso estudio de ODonell- y eldel capital financiero, tanto en el mercado extern0 como enel interno. En la nueva situaci6n icuiles son las opciones his-tdricas? Nosotros enfatizamos mucho lo econ6mico, en des-medro de otras dimensiones (la politica en si, por ejemplo). Esprecis0 reexaminar el rol y las posibilidades de 10s grupos y lasrelaciones sociales especificas de America Latina, ahora en re-laci6n a la nueva situaci6n de 10s mercados.

    Discusi6nAngelica Illanes pregunta acerca del papel jugado por HernPnRamirez en la difusi6n del concept0 de imperialismo negro(0 malo de la pelicula), y si 10s te6ricos de la dependencia,a1 no presentar una propuesta politica que coronara sus ani-lisis, habian dejado campo libre para el accionar de 10s parti-dos politicos. Maria Eugenia Horvitz dice que HerninRamfrez examin6 las relaciones entre la clase dominante chi-lena y el imperialismo inglts, sin referirse alpr ob lem a en si delimperialismo. En este sentido, se atuvo a la teoria de Lenin.En cuanto a1 Partido Comunista, se identific6 relativamentemis con la teoria desarrollista que con la de la dependencia,en su esfuerzo por afirmar la identidad nacional. EnzoFaletto sefiala que ellos, de una parte, se esforzaron por dife-renciarse criticamente de la teoria desarrollista, no poniendoenfasis en la idea del atraso econ6mico, sino en el modo enque se dieron las relaciones econ6micas externas e internasdel capitalism0 latinoamericano, segdn el modelo hist6ricode las relaciones entre Lima y Buenos Aires durante el perio-

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    do colonial. No nos concentramos sblo en el yanaconajeinterno (0 ea: en la pura explotacibn de la fuerza de traba-jo). Pero, considerando la complejidad de esas relaciones, nues-tras propuestas anti-dependentistas resultaron ser inevitable-mente voluntaristas. Maria Rosaria Stabili reconoce que lasexposiciones de esta sesi6n y la de la semana anterior habiansido densas y sobre-estimulantes. Agrega que 10s desarrollistas,en general, si formularon propuestas politicas especificas, acasoporque tenian a mano el modelo inglds o el norteamericano.Sin embargo, Cree que, pese a la riqueza de su anilisis histbri-co, 10s te6ricos de la dependencia no trabajaron en profundi-dad algunas categorias importantes, como la burguesia na-cional, por ejemplo. Considera que la discusi6n sobre la his-toria de la Historiografia debe centrarse en el context0 epocalen el que se dieron 10s distintos desarrollos, per0 tambiin sedeben recoger sus limites para determinar cbmo se puede se-guir adelante. Jose Bengoa anuncia que, para dl, la teoria dela dependencia, lo mismo que la Unidad Popular, ha muer-to. Este marco tebrico, hoy, me suena como ajeno. De he-cho, hoy por hoy, Pinochet nubla por si solo todo el fenb-meno de la dependencia y del imperialimo. El imperialimo seha probado a si mismo; estd claro todo respecto a 61. iQuCmis? Enzo Faletto, en relaci6n a esto, sefiala que son las si-tuaciones hist6ricas las que definen la relevancia de ciertostemas y que, de hecho, 10s temas se constituyen socialmen-te. En el pasado, por ejemplo, se buscb la integraci6n na-cional, para objetivos de desarrollo. Hoy se busca algo dis-tinto: la identidad de 10s movimientos sociales y su posibleproyecci6n e incidencia sobre 10s procesos. Mario GarcCs pre-viene contra la posibilidad de reincidir en el voluntarismopolitico. Enzo Faletto acota que, debido a la crisis actual, lasmasas populares estdn alli, como disponibles. iQud hacercon ellas? Por de pronto, lo que se esti haciendo es estudiar lanueva situacibn histbrica de esos grupos, para medir sus ca-pacidades actuales y reales de acci6n. Lo que est5 bien, lo

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    importante ahora es no incurrir en una eventual idealiza-ci6n de 10s mismos.

    Se consider6 que las dos dltimas sesiones habian sidodensas y sobre-estimulantes, y que se requeria de otra sesi6nadicional para concluir la discusi6n.

    SCgtima SesicinHistoriografia marxista y teoria

    de la dependencia (11)Expositor: no hubo, el Coordinador hizo un

    balance de las sesiones anterioresBalance: Respecto de 10s historiadores marxistas cldsicos(Jobet, Segall, Ramirez y Vitale) cabe hacer las siguientes con-sideraciones: a) se les puede llamar asi porque, viniendo de lafase de mera recepci6n doctrinaria (afios 20 y 30) fueron10s primeros que, sin romper con ese legado, intentaron ha-cer ciencia d e I zqu ie rda en Chile; b) ut i l izaronmilitantemente el marxismo cldsico de Marx, Lenin, Totsky,etc., lo que se reflej6 ostensiblemente en sus escritos; c) rom-pieron con la tradici6n historiogr5fica erudito-conservadora,y d) temporalmente,precedieron la aparici6n de 10s cientistassociales llamados neomarxistas (teoria de la dependencia) yde 10s marxismos minimos de la fase critica actual. Su apor-te fue, sin duda, relevante, per0 no se puede negar que, 30afios despuks, su proyecto historiogrdfico y te6rico ha sidofuertemente criticado, sobre todo por su ostensible militanciaideol6gica (que torna muy dificil no entenderlos como mar-xistas). Su proyecto, por esto, ha perdido vigencia acadkmi-ca e incluso politica, except0 algunos estudios cientificamen-te mejor logrados (libro de Ramirez sobre el capital inglds yla revolucibn de Balmaceda, por ejemplo). Su pdrdida de

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    piedad de u n marxismo minimo, que e s t i a1 final de 10sproblemas y a1 principio de otro intento de soluci6n. Noesti claro, sin embargo, en quC consiste ese minimo. Para al-gunos es el mCtodo diakctico en si. Para otros es un nuevotip0 de materialism0 diakctico, de caricter filos6fico. Paraotros consiste en establecer y consolidar la historiografia so-cial y popular. Y aqui, en este Seminario, se ha planteado quesobrevive una sensibilidad marxista que, a1 parecer, consis-te en sentir, percibir y conceptualizar 10s procesos sociales ehistbricos de la realidad, que, en si misma, evoluciona como s ifuera dialkctica o marxista. La percepci6n de las brutalidades.perpetradas por el Capitin General no pueden ser sino desensibilidad marxista, por ejemplo. Es en esta direcci6n adonde apuntan las propuestas de To mi s Moulian (desensibilizarnos frente a la historia); de Pedro Milos, en cuan-to a teorizar a partir de nuestra prictica hist6rica, y de EnzoFaletto, respecto a la necesidad de analizar y desarrollar lasopciones histdricas y de poder que conlleva boy el movimien-to popular. Esto, en sintesis.

    Discusidn: Eduardo DevCs sostiene que 10s historiadoresclisicos florecieron en un period0 corto (1948-1956) y que,efectivamente, no se puede negar su militancia marxista.Ademis, vistos en perspectiva, fue insuficiente lo que hicie-ron. Sin duda, 10s te6ricos de la dependencia intentaron re-emplazar la historiografia marxista, con un enfoque y unatemitica muy distintas. Pero no lograron superarla, porqueno fueron exactamente cientificos, sino metafisicos, y conuna perspectiva casi teleol6gica. Sus tesis centrales fueron,definitivamente, ahistbricas. Para Enzo Faletto, 10s histo-riadores marxistas crecieron escuchando 10s debates de 10sestudiantes de 10s aiios 20, y su sensibilidad se form6 no le-yendo propiamente a Marx, sino las novelas criollistas de de-ni inr ia cncial ra7rin nnr la c i i a l cnhrp tnrln e n P I r a c n C IP

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    hacia socialista leyendo a M arx , sino las novelas criollistas. Deaqui que estos historiadores entendieron la sociedad confor-me una divisi6n simple: oligarqula versus el pueblo, de don-de se derivb una especie de mecanicismo marxista de tintepositivista. La dominacibn conducia a la alienaci6n o degra-daci6n del pueblo, y la percepci6n de tsta es lo que encendia10s sentimientos progresistas del movimiento intelectual deentonces. Estas fueron, de algdn modo, las raices culturalesde estos historiadores. Eduardo Valenzuela replica diciendoque la historiografia socialista surgi6 como reaccidn ante laJjustracidn del Frente Popular, como un intento de recuperar u nmarxismo ortodoxo. Por eso naci6 a fines de 10s aiios 40 y noen 10s 20. Aunque 10s historiadores conocieron la culturacriollista que venia de la tradici6n chilena, ellos recibieronel marxismo de modo direct0 y por via ortodoxa. No desa-rrollaron la tradicidn cultural criolla, y est0 explica su rdpidatransform acidn en rnarxismo vulgdr. Eduardo DevCs respondediciendo que, cuando menos J.C.Jobet, reconoci6 la influen-cia que Valdts Canje, Nicolis Palacios y Pinochet Le Bruntuvieron en su obra (lo cual configuraban parte de la tradi-ci6n). Enzo Faletto acota que, en esa tpoca (10s aiios 4 0 ,sobre todo) era dificil reelaborarel marxismo que se recibfa,por traer, precisamente, un evidente sello ortodoxo. JosCBengoa interviene para preguntarse por q u i estos historiado-res hicieron primar en sus escritos el enfoque politico y por-quC se concentraron en el estudio de la revoluci6n de 1891.Enzo Faletto responde que, en rigor, el anilisis de la revolu-ci6n del 91 signifid pasar del enfoque esencialmente politi-co a un enfoque de tip0 socio-econ6mico, paso que ya ha-bian dado hacia 1910 tanto Valdts Canje (hacia lo social) yF.A.Encina (hacia lo econ6mico-cultural). Maria EugeniaHorvitz insiste en que 10s historiadores llamados marxistaseran poco marxistas y que no entiende por quC se les llamacldsicos.Para empezar, J.C.Jobet y H.Ramirez eran muy di-ferentes, porque ambos respondieron a influencias distintas

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    de su propio tiempo. No se les puede entender ni explicar sinreferirlos a su propio tiempo. No cabe asumirlos a-hist6rica-mente. De algtin modo, somos todos militantes en nuestrotiempo, y Marx no es una receta positivista que uno asume yaplica. Naturalmente, todos ellos conocfan 10s escritos deLenin, y en este sentido, estaban influidos por su Cpoca. Peroellos luchaban, sobre todo, por elprogreso de C hile y la revolu-cidn popular. La obra de ellos se justifica por s i misma. ElCoordinador interviene para decir que, a su juicio, hay dosformas de examinar la obra de 10s historiadores marxistas: laprimera, comprendiindola en funci6n de la Cpoca y el con-texto hist6rico especifico en que ellos vivieron, y la segunda,evaluindola en funci6n de comprendernos a nosotros mis-mos como historiadores en nuestro propio tiempo. Agregaque el Seminario tenia como objetivo encaminarse en la se-gunda de esas formas. Isabel Torres interviene y dice que sinos quedamos con la segunda bhqueda, se constata un des-encanto, porque esos historiadores no dieron cuenta de lo que ,sefialaban en la teoria. Lo que ellos dijeron, por tanto, nece-sita de una critica y una reelaboracidn. El proceso debe serdinimico. Maria Rosaria Stabili dice que concuerda con lodicho por el Coordinador y que son perfectamente vilidas laspreguntas del presente para reformular la visi6n del pasado.Que, en consecuencia, el marxismo debe ser entendido desdenuestro concreto quehacer historiogrifico. Debemos apren-der a conjugar el presente y el pasado sin caer en una fdrmuladeterminista del uno sobre el otro. Un marxista no puedeeludir ni escapar a esa conjugacih. El asunto es llegar a lotkorico desdeproblem dticas reales, tales como la oligarquia o elfeminism0 (son mis categorias favoritas), por ejemplo. Yaqui cabe la pregunta: Zen funci6n de que variables somosmarxistas?Alfred0 Riquelme se pregunta si tiene sentido opo-ner el marxismo con los marxismos. Que Cl sospecha detodo lo que se diga en funci6n de el marxismo, por 10s dis-tintos legados que existen, que se mueven como otros tantos

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    fantasmas. Por eso, tiendo a reaccionar frente a la afirma-cibn de Maria Eugenia, de que Ramirez no era marxista: iquCsentido tiene?. Hoy no estamos buscando grandes marcostebricos, sino conceptos mlts bien instrumentales, precisamentepara lo que queremos construir. Los jbvenes somos hoy misecltcticos y menos apasionados respecto a ciertas creencias.Buscamos lo que es titi1 para realizar determinadas investiga-ciones particulares y monogrPficas. La verdad es que no meinteresa el lote de marxistas clbicos: la ortodoxia marxistano es la linica ciencia hist6rica que hay. Y 10s llamadosneomarxistas tampoco superaron las limitaciones de lahistoriografia marxista clisica. Enzo Faletto concuerda con laidea de realizar un anilisis critic0 de esos historiadores, por-que nos metieron en muchos callejones sin salida. Eran mi-litantes y probaban tesis partidarias; entre otras, la relativa auna supuesta burguesia capitalist< (cuando en rigor habfas610 una burguesia mercantil). El tema central sigue sien-do, sin duda, el problema del capitalismo en Chile y AmCricaLatina. Nosotros, para examinar esto nos dibamos de cabe-zazos con Karl Marx, que no nos entregaba elementos sufi-cientes para descubrir la especificidad de ese capitalismo. Encambio, Max Weber o G.Lukacs nos entregaban mis elemen-tos que, en todo, caso, habia que reelaborar. El trabajo porhacer es grande: incluye la critica a la historiograffa marxistaclisica, la reelaboracidn de diversos legados del marxismo,pero, sobre todo, se necesita estudiar lo especfficamente nues-tro. Eduardo Devts se muestra reticente en realizar un juiciohist6rico a 10s historiadores marxistas hasta tanto no se ten-ga una comprensibn profunda de su produccibn y su contex-to hist6rico. Maria Eugenia Horvitz sefiala que, en realidadnosotros estamos mis atrasados que 10s historiadores mar-xistas, porque aun no hemos realizado una verdadera reflexi6nte6rica a partir de nuestra prictica cientffica. Y sin reflexibntecirica no podemos hacer verdadera critica. La propuesta deuna teorfa como caja de herramientas conduce derecho a1

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    positivismo. Y en este sentido, debemos probar la valideztedrica de la categoria modo de producci6n, por ejemplo.Maria Rosaria Stabili replica diciendo que en Italia, durante10s afios 60, se vivi6 una profunda crisis sindical y partida-ria, y en ese momento nos jodia la teoria marxista clisica,que estaba centrada en la idea de organizaci6n. AM aprendi-mos que las categorias te6ricas vilidas son aquellas que seconstruyen desde la realidad hist6rica concreta.

    Se acuerda cerrar la discusi6n sobre la historiografiamarxista y examinar, en la pr6xima sesibn, la historia demo-grifica y cuantitativista.

    SCptima Sesi6nLa historiografia demogrifica y cuantitativa

    Expositor: Roland0 MellafeSostiene que, hasta mis o menos 1975, la historia socialpricticamente no existia, porque, de un lado, toda historiae5 social, y de otro, lo que podria ser historia social no era en10s hechos sin0 la proyecci6n temporal de las categorias socio-ldgicas (como las clases sociales, por ejemplo). De hecho, laproduccih existente hacia 1950 era, en este sentido, muyrudimentaria (trabajos de Bagd, Rosenblat, etc.). Pero hacia1960 comenzaron a perfilarse algo asi como parcelas de his-toria social, y desde entonces las temiticas han cambiado, sehan estructurado algunos problemas generales y definido cier-tos intereses especificos. De este modo, algunas de esas par-celas (se pueden contabilizar siete u ocho de ellas) se desa-r rol laron acotando un campo propio y def iniendometodologias especificas, mientras otras tendian a desapare-cer. Entre esas parcelas cabe citar: 1) la historia de la pobla-ci6n y la demografia hist6rica; 2) la historia propiamente eco-