la filosofia del kosmocismo

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Índice Recomendaciones………………………………………………………… 1 El kosmocismo ………………………………………………………… 2 El salto hacia el futuro…………………………………………………… ...9 Quiénes son nuestros enemigos……………………………………………16 Reflexión kosmocista………………………………………………………16 Qué es el creyentismo…………………………………………………… 17 La meta del kosmocismo…………………………………………………. 24 La religión y la política…………………………………………………….36 El corazón del kosmocismo………………………………………………..36 La “filosofía” kosmocista………………………………………………….37 El terrorismo……………………………………………………………….40 El universo…………………………………………………………………44 Creo en la libertad………………………………………………………… 45 El creyente militante……………………………………………………… 46 El Homo Economicus………………............................................ .............. 48 Sobre la libertad……………………………………………………………61 Sobre el neo-liberalismo………………………………………………… 61 El individuo y el Estado…………………………………………………...62 Sobre la votación…………………………………………………………..64 Qué significa ser kosmocista………………………………………………65 Moratoria demográfica…………………………………………………….67 Definiciones……………………………………………………………….68 La filosofía al servicio de la libertad………………………………………69 La humanidad……………………………………………………………...69 La sociedad civil…………………………………………………………..70 La voluntad de libertad……………………………………………………71 Democracia o anarquía……………………………………………………72 El universo es inteligible………………………………………………….72 La transición a la libertad…………………………………………………73 La libertad intelectual del no-creyente y del creyente……………………74 Las palabras mágicas o palabras trampas……………………………… 74 El fundamentalismo neo-liberal…………………………………………..75 La creencia al servicio de la esclavitud…………………………………...75 1 1

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libro de filosofia sobre de la liberacioin del hombre

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Índice

Recomendaciones………………………………………………………… 1El kosmocismo ………………………………………………………… 2El salto hacia el futuro…………………………………………………… ...9Quiénes son nuestros enemigos……………………………………………16Reflexión kosmocista………………………………………………………16Qué es el creyentismo…………………………………………………… 17La meta del kosmocismo…………………………………………………. 24La religión y la política…………………………………………………….36El corazón del kosmocismo………………………………………………..36La “filosofía” kosmocista………………………………………………….37El terrorismo……………………………………………………………….40El universo…………………………………………………………………44Creo en la libertad………………………………………………………… 45El creyente militante……………………………………………………… 46El Homo Economicus……………….......................................................... 48Sobre la libertad……………………………………………………………61Sobre el neo-liberalismo………………………………………………… 61El individuo y el Estado…………………………………………………...62Sobre la votación…………………………………………………………..64Qué significa ser kosmocista………………………………………………65Moratoria demográfica…………………………………………………….67Definiciones……………………………………………………………….68La filosofía al servicio de la libertad………………………………………69La humanidad……………………………………………………………...69La sociedad civil…………………………………………………………..70La voluntad de libertad……………………………………………………71Democracia o anarquía……………………………………………………72El universo es inteligible………………………………………………….72La transición a la libertad…………………………………………………73La libertad intelectual del no-creyente y del creyente……………………74Las palabras mágicas o palabras trampas……………………………… 74El fundamentalismo neo-liberal…………………………………………..75La creencia al servicio de la esclavitud…………………………………...75El creacionismo…………………………………………………………...78El kosmocismo y la “espiritualidad”……………………………………...76La “fe”…………………………………………………………………….79La moral kosmocista………………………………………………………82Los motores de la discordia……………………………………………….84El racismo y las barreras sociales…………………………………………86La insurrección mundial…………………………………………………..89El hedonismo…………………………………………………………… 90Deseos que matan…………………………………………………………92Epílogo……………………………………………………………………94

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Recomendaciones

Este panfleto está especialmente dirigido a todas las personas que están hartas de los ricos, de los conservadores y de todos los ultras, extremistas, halcones, patrioteros e integristas. A todos los que están descorazonados e insatisfechos de los sistemas actuales. A los que están cansados de la mediocridad que prevalece a nivel planetario en casi todos los renglones de las actividades humanas. A los que están enfadados, aburridos y muy desilusionados de los astutos y ladinos políticos, y de los perversos y fastidiosos religiosos. Este folleto está dedicado a los que desean escapar de esta cloaca nauseabunda que nos asfixia desde hace milenios. Está dedicado a los que tienen la capacidad intelectual para renunciar a las supersticiones, a los misticismos y a los embrujos de índole mágica. A los que rechazan categóricamente los artificios de corte espiritualista, a los que renuncian a los estúpidos y grotescos rituales que limitan mentalmente. A los que condenan a esos desafiantes y arrogantes iluminados que se dedican a la “brujería” y a la extorsión de los incautos limitados como ellos. No; definitivamente, este opúsculo no está dirigido a los limitados, ni a los merolicos, ni a los depredadores, o a los cazadores y consumadores científicos de ballenas y, menos aún a los asesinos de bebés foca o a los violadores de infantes. Este folleto está dedicado a los que tienen las neuronas funcionando adecuadamente y que tienen la intrepidez y la valentía de desistir de los “valores” implantados por la elitocracia, enemiga eterna de los que no comparten sus valores y su enfermiza visión unilateral del mundo. A los pensantes y creadores. A los que aman a la vida y la a libertad. No está dirigido a la clase media arribista, ni a los que usan anteojeras ideológicas para ver la realidad. Está dedicado a los que estén fastidiados de vivir en un mundo a la deriva, sin justicia ni seguridad, repleto de delincuentes, seres vulgares patológicamente violentos, increíblemente agresivos, sanguinarios y mentalmente trastornados. Sus cerebros debiluchos están gangrenados al máximo, horripilantes monstruos, permanentemente al acecho de sus próximas victimas, gracias a la complicidad de los jueces y policías corruptos. Está dedicado a los que se encuentran desanimados y desmoralizados de seguir un camino que conduce irremediable y fatalmente a la más horrenda desesperación y a la completa desdicha. Está dedicado a los que tienen la voluntad y la fuerza para inventar y renovarse, a los que están cansados de fingir vivir, a los que su único consuelo en el mundo es el llanto. A los que sufren una gran soledad interior. A los que rechazan las elucubraciones y las charlatanerías teístas. A los que tienen todavía el arrojo para existir y vivir libremente en una sociedad liberada de sus tabúes, de sus imaginarios dioses y demonios. A los que

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no creen que sólo la vida sea posible mediante la mentira, la ilusión y la corrupción. Donde las religiones y las ideologías fracasaron, nosotros los kosmocistas tenemos que triunfar, ¿cómo? por medio de la liberación de la conciencia. Una nueva conciencia que crezca lejos de los espejismos de salvación, de condenación y de teologías engolosinadoras. Debemos reconocer que nuestra mayor desgracia ha sido caer en las manos de los estériles teístas. Casi dos mil años de teísmo y de engaños nos han vueltos criaturas insolentes, insensibles, estúpidas y soberbias. Somos el producto de una civilización apagada, que ha sido incapaz de inventar un sistema que libere al ser humano.

El kosmocismo:

El kosmocismo es más un ideario horizontal que una ideología vertical, se formaliza a partir de la problemática existencial y material del ser humano. Como toda idea-embrión en proceso de completar su formación se nutre de muchas otras ideas paralelas y consensuales para crecer, consolidarse y expandirse. El reto fundamental de la idea kosmocista radica en su capacidad y eficacia para sacudir las conciencias adormecidas. Si su misión falla, es decir, si no consigue impactar las conciencias, entonces no tiene validez ni razón de ser, sería un sol sin planetas, un oasis sin agua, un espejismo más en el complejo y polémico mundo de las ideas, una mera frivolidad en el escenario del teatro de la vida, una clandestina sombra anónima paseando por el inmenso panteón de los desconocidos y solitarios autores.

El ideario kosmocista proyecta desencadenar en la mente del individuo una reacción mental reflexiva capaz de provocar la negación del teísmo, de desatar en su interior las reflexiones necesarias para liberarse de los dioses, refutar las supersticiones e independizarse de las perniciosas religiones.

El kosmocismo surge por los años noventa y tiene la virtud de ofrecer al individuo una alternativa frente al monopolio ideológico supeditado a la globalización económica y al teísmo teocrático. Es el resultado de la decantación de muchas ideas que había ido pensando a lo largo de los años y que iban paulatinamente tomando forma en mi mente, lo que me permitió constituir y ordenar una serie de ideas, pensamientos y reflexiones, que finalmente produjeron como resultado una propuesta que he denominado: “Kosmocismo”. La palabra “kosmocismo” etimológicamente deriva de la palabra griega “kosmos”, que quiere decir: Orden. La connotación que nosotros le damos es: Ordenamiento armónico de los: (Humanos, de la Tierra, y el Universo.) Nuestro lema: Preparar el presente con un espíritu crítico, (critical thinking), orden y métodos ajenos de los dogmas, de los prejuicios, de las ideas y de las normas

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fijas; preparar el presente para un futuro totalmente diferente, un futuro de libertad, de conciencia kosmica, de nuevos y diferentes valores, de libre evolución y de vita nuova.

Los kosmocistas deben mucho a la perturbadora y devastadora “Teología” teísta; debido a ella, muchos individuos han entrado en una nueva experiencia, una nueva era: aquella de liberarse, deshacerse de los conocimientos arcaicos y obsoletos, renunciando a los mitos y a las creencias que han entorpecido la libre evolución espiritual de la mayoría de los seres humanos en el mundo (me refiero a los individuos que han concientizado que la ignorancia es la culpable que nos impide liberarnos). En el anatema teísta, la “libertad” religiosa-espiritual no tiene cabida, impera en él una voluntad tiránica, un apasionado y paralizante totalitarismo teológico. El creyente no es un ser libre, está preso de sus creencias y de los dictados de su religión, no de su moral porque carece de ella. La libertad es la ineludible clave de bóveda de cualquier sistema de pensamiento que se precie de serlo.. El kosmocismo no desea encadenar a nadie, no ambiciona convertir a ninguno a su modo de pensar, no quiere transformar la sociedad, ni conquistar los movimientos sociales u obsesionarse por el control del Estado, no planea recurrir al terror para obligar al individuo a creer de tal o cual manera; opina que los seres humanos son libres de quedarse con sus cadenas y atavismos o librarse de ellos, pero por favor que no pretendan jugar a los profetas, o al judío agonizante de la cruz, ni imponernos a la fuerza sus anacrónicas creencias. La inconformidad kosmocista se manifiesta debido a las acciones de los creyentes y a las consecuencias sociopolíticas que afectan directa y negativamente a los individuos, a la sociedad en su conjunto y a la naturaleza misma.

Sin precipitación y sin fijar una limitación de tiempo y lejos de pretender mostrarle al mundo el camino acertado, el kosmocista opina que todos los seres humanos deben ser libres y concientes de los peligros que pueden desencadenar las manipulaciones ideológicas, sean aquellas derechistas o bien izquierdistas. Todos tenemos el derecho de ser libres (no libertinos), libres de quedarse al margen del mundo político y religioso, libres de vivir en una sociedad libre y liberada de un burocratismo asfixiante y de un aberrante y rígido institucionalismo en el que predominan las estructuras de los sistemas actuales (Libres, dentro del ámbito racional y solidario de las limitaciones y obligaciones sociales vis a vis del otro). La libertad es el vehículo hacia el futuro y es nuestro pasaporte para el mañana.

Respetamos todas las creencias, las creencias positivas, en especial las que liberan. Desgraciadamente, las creencias religiosas encadenan y son más que nada una lastimosa evidencia de la enfermedad mortal del espíritu, una simple e ilusoria máscara para que el creyente aferrado al mundo mágico se ilusione egoístamente para escapar de su certero destino final, sueñe el paraíso y un cielo olímpico sin nubes, que, desde las afables fantasías teológicas, reduce y comprime la realidad a grado tal que se fusiona y se confunde con la ilusión que

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de manera común y generosa comparten entre sí los creyentes. Metamorfosis milagrosa. La realidad pasando a través de los filtros de la fe de los religiosos termina finalmente en mudarse siempre en ilusión. El kosmocista sabe que hay una tajante línea divisoria entre la realidad y la ilusión, entre lo real y lo mágico; la doctrina teísta dentro de su propio sistema teológico no puede ofrecer otras cosas a sus abnegados seguidores que ilusiones y cuentos mágicos, originalmente fundamentados a partir de premisas falsas, porque lo contrario, el surgimiento universal de la realidad, destruiría por completo todo el edificio teísta y eliminaría la supremacía ideológica de los amos del mundo.

Desde una perspectiva histórica y sociológica, las dramáticas deficiencias políticas de las ideologías izquierdistas y derechistas apoyadas en la promesa de un inalcanzable futuro utópico para la mayoría de los seres humanos del planeta, acabó por convertirse, gracias al sistema electoral implantado por la elitocracia en un conflictivo presente, donde los gobiernos corruptos, mafiosos, represivos autoritarios y “guantanamescos” dictan unilateralmente la marcha del mundo.

Las ideologías actuales no evolucionan, ni avanzan, sino que involucionan hasta llegar a la antidemocracia que permite a los gobiernos imponer “constitucionalmente” medidas “urgentes”, que tratan de justificar las peores represiones en contra de los que no se doblegan a su voluntad y a su sistema de valores o a su exclusiva y unilateral visión del mundo.

¡Cuidado!, los idólatras del poder agazapados detrás de unas convenientes y pretendidas ideologías, hipnotizan con sus bellos, interminables y melosos discursos populistas a los ciudadanos desprevenidos, empapados todavía del instinto gregario borregonero. Pero sabemos que estos políticos cargando sus costales de Santa Claus llenos de vanas, pero seductoras promesas perfumadas de exóticas fragancias lúdicas, no son más que unos narcisistas al servicio de su distorsionado-ego, que sólo anhela demencialmente, y a cualquier costo el poder.

Partiendo del supuesto de que los individuos, por algunas circunstancias imprevisibles, consigan liberarse y logren deshacerse de sus anacrónicas creencias, que se den cuenta realmente en qué mundo estamos viviendo, que se concienticen que su modo de vivir y sus códigos morales y éticos son mayormente erróneos, y que las sociedades están al borde de la locura y del colapso, entonces es posible empezar un proyecto planetario que libere la mente humana de su cosmogonía egocéntrica, de sus cadenas ideológicas, mitológicas, mágicas y religiosas. Pero, seamos realistas, el mundo, tal como está estructurado, no tiene salvación y no habrá cambios o reformas que puedan desviar o modificar su desenfrenada carrera suicida.

Si es cierto que el mundo ortodoxo no puede cambiar, en contraparte el individuo-ciudadano que no rechaza a priori las propuestas emancipadoras si puede cambiar, sea por sucesos imponderables que lo obligan a modificar su modo de ser o por una toma de conciencia veraz que se traduzca en una metamorfosis interna, entonces quizás el conjunto de los individuos que se

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resisten a ser asimilados, doblegados e integrados a las formas, los valores y las rutinas del mundo actual, logre modificar con nuevas perspectivas e interpretaciones el mortífero fatalismo que existe dentro del espíritu de todas las sociedades de hoy. La catapulta para el cambio de este mundo, artificialmente estructurado y revelado como único, verdadero y conducido por un dios, se ubica en la conciencia del individuo que se transfigura en energía liberadora para destapar el chorro de la libertad, ahí radica el verdadero comienzo de la historia de los individuos o ciudadanos libres para crear un mundo libre para seres libres, pero en pro de liberar a la sociedad, primero hay que liberarse uno mismo, de lo contrario caemos en el tétrico campo político y en la malévola manipulación ideológica. El teísmo, por fortuna, nunca pudo anular la razón, tan odiada y temida por el clero, pero gracias a ella los individuos pueden crecer libremente y escapar de las mortíferas garras del dogmatismo clerical.

Si el individuo-ciudadano se olvida de que la meta fundamental de la existencia humana es la libertad y no es la compra del coche último modelo y si la razón pierde la batalla contra el teísmo, el fundamentalismo religioso, la divagación mística, el comunitarismo patriotero, los intelectualismos y academicismos trasnochados, el sectarismo, el ghetismo, el multiculturalismo cándido, el devastador mercantilismo, el ciego ideologísmo político-económico, los pueriles nacionalismos y el nefando materialismo individualista, (defensa a ultranza de los intereses económicos personales y de la libre explotación), no podrá aposentarse en su nueva morada: El Kosmos. Entonces el hombre continuará su estancamiento evolutivo, su insensatez, su inmovilismo, su desmesurado egoísmo, su loca disgregación y su abnegado y servil conformismo hasta el final de su miserable y conflictiva existencia.

Los más fuertes y poderosos instauraron la esclavitud, lograron su bienestar, felicidad y gloria, por medios que forzosamente significaron la desgracia de muchos. Fueron ellos los promotores de la división social y de la “legitimidad” de la explotación de los más desprotegidos y necesitados. Los que colocaron las enormes piedras, unas sobre otras para construir las pirámides del Egipto antiguo, créanlo o no, no fueron los propios faraones ni sus cortesanos, sino sus esclavos; los primeros fueron motivados por los privilegios, la vanidad, la gloria y el poder, los otros por la más apremiante necesidad; comer para no morir de hambre, aunque de todas maneras se morían de agotamiento, desnutrición y de malos tratos.

Gracias al hambre y a la injusticia social impuestas a los esclavos, los faraones, los emperadores, los reyes, los príncipes y los papas, pudieron, y pueden todavía, con todo el cinismo del mundo y sin sentir ningún conflicto moral, habitar tranquilamente en los enormes y lujosos castillos, palacios y exuberantes residencias. Gracias al hambre y a la injusticia laboral, los líderes sindicales y la clase patronal viven muy confortable y lujosamente, mientras que la clase trabajadora apenas logra sobrevivir. La justicia democrática y social es inexistente en nuestras fragmentadas sociedades. El rico, pedante, arrogante, vanidoso, voraz y altanero, manda; el pobre derrotado, necesitado, excluido y

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acomplejado, obedece, ya que no tiene la fuerza de voluntad ni los medios para renunciar a su fatal destino impuesto por la elitocracia.

Por la falta de sensibilidad social, desprecio de las reglas más elementales de la justicia y ambición desmesurada de los poderosos, la brecha entre el reino de la opulencia y el de la miseria conduce directamente al caos, al divisionismo y al antagonismo social. Bajo las reglas y convenciones de los ahora poderosos nada podrá evitar el derrumbe de las sociedades y por ende, del mundo. La destrucción y la devastación de la tierra, son el resultado de la desmesurada búsqueda del provecho y del excesivo consumo. Esto resulta “terricida” en la medida en que atenta despiadadamente contra las fuentes y los recursos naturales del planeta. Cuanto más aumenta la población mundial, así como el poder y la riqueza de unos cuantos, más destructora se torna, y eso afecta globalmente la calidad de vida actual de todos los seres humanos, incluidos los miembros más destacados del jet set internacional. Los kosmocistas sabemos que, en la medida que crece la riqueza para unos cuantos crece irremediablemente la pobreza, la deforestación y la contaminación. La tradicional dicotomía que existe entre pobres y ricos, hermanada a la “democrática” teocracia plutocrática estadounidense e internacional, son las causas principales de la progresión del “infierno” sobre la tierra.

Todos los intelectuales, los pensadores, los filósofos y toda la gente sensible, sensata e inteligente, deben comprender, asimilar y concientizar el hecho de que el teísmo hace imposible la formación de una sociedad libre, armónica, equilibrada, progresista, ecológica, humanista, científica y social. El teísmo es un edificio construido sobre quimeras, desaciertos y desencantos, su meta fundamental es obligar a todos a una obediencia ciega y absoluta. Sin embargo, se tambalea al encontrar en su camino la Libertad. El teísta, animado de un rencor implacable y de un odio inextinguible, ha dado hace mucho tiempo pruebas concluyentes de sus extraordinarios y repugnantes dotes para el error, el horror y el terror.

El teísmo, agente cómplice y tenebroso aliado de la elitocracia dominante de los más poderosos, acentúa la ignorancia y el malestar social de la sociedad fragmentada, en la que la gran mayoría de los humanos, presos de la desesperación y de la cruda desnudez de su existencia, se hallan inmersos, debido a la caprichosa y a la espantosa desvergüenza de unos cuantos.

Surge ahora la pregunta: ¿Es posible experimentar la autenticidad de la existencia sin recurrir a fábulas desviacionistas y a imposiciones ideológicas? Al parecer no nos queda más remedio que buscar al margen de lo religioso, de lo político, y a partir de una profunda rectificación de todos los valores, la respuesta está en nosotros mismos, pero previamente hay que nulificar nuestro bárbaro interno y sus frenesís autodestructores. Un profundo análisis individual libre de prejuicios es imprescindible y debe empezar por la pregunta: ¿Para qué vivo?

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Es necesario determinarse por medio de las acciones prácticas, reales, es decir a partir del momento en que nuestras ideas y pensamientos se materializan en acciones y obras. Nuestra autenticidad existencial y vivencial se verifica a través de las obras que realizamos o en la medida en que desencadenamos el deseo y la voluntad, directa o indirectamente, en otros la motivación de realizarlas.

La obra realizada es la manifestación real y dinámica de la libertad que libera, la que permite la apertura de nuevos horizontes, de nuevas creaciones. Determinarse es alejarse de la mundanidad y del tránsito de la inautenticidad de nuestra insignificante existencia inmersa en la aburrida rutina de lo cotidiano, en la ingenuidad o la perversidad. Es un “cara a cara” con la temporalidad histórica de uno mismo, es decir con el “estar aquí vivo” en la dimensión pulsante de uno mismo (nuestra interioridad e individualidad), sin perder de vista la de los demás. Es saberse transitorio, o sea mortal, finito y efímero. Querámoslo o no seremos valorados por los demás según nuestras obras, y es a partir de ellas como se revela la realidad y la eficacia de nuestras acciones en este mundo y, dicho sea de paso, la de cada uno de nosotros.

Vivir en armonía con la naturaleza y con nuestros semejantes, requiere de grandísimos esfuerzos, muchas concesiones y paciencia, así como de múltiples y profundas reflexiones. Pero se requiere, antes que nada, de una seria y categórica des-ideologización, des-teización y des-narcisiszación personal.

El reto kosmocista es el de convertir la “no-verdad- teológica” en verdad real, convertir el poder transgresivo, que tradicionalmente ha estado siempre al servicio de las oligarquías, en un poder libre de cualquier utopía autista. El “poder”, puesto al servicio de la libertad y de la sociedad, es lo que debe importarnos, pero, evidentemente, sin entrar en una lucha política convencional y oposicionista. Nuestra lucha se orienta contra no hacia el poder, nulificarlo es la meta. No deseamos ser oposicionistas dentro de la institucionalidad, ni codiciamos tener curules en la cámara de los diputados o en la de los senadores. El individuo que lucha y desea el poder tal como lo conocemos actualmente, participa directamente en la extinción de la libertad. No deseamos vivir como parásitos de la política, ni contagiarnos de ella.

Combatir el poder con las armas mismas del poder de la oligarquía es un error, en el nombre de la emancipación no impongamos otra tiranía. La lucha política por el poder, independientemente de su signo ideológico, encadena al ser humano a lo que lo oprime, lo aliena y lo nulifica. La libertad (cuya esencia es su fuerza emancipadora), en su impulso permanente, es la única que sin matar ni oprimir ofrece al ser humano una oportunidad de inclinar la vida en su favor. La libertad, como la conciben los kosmocistas, se opone al espejismo del libre albedrío teológico teísta y a la libertad ideológica de explotación, tan valorada por los poderosos y amos de este mundo. La libertad kosmocista es sinónimo de libertad que libera. (Libertad-interna-externa), la que no esté coartada por ningún dios, ninguna ideología, teología, economía o sistema de poder.

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La hazaña vital del ser humano consiste en liberarse de las “mentiras-verdaderas” teológicas y las de las fabulaciones que lo aprisionan y lo nulifican. La visión kosmocista se proyecta hacia una nueva etapa de la historia humana: la del Ser-Libre evolucionando en un mundo liberado de las bárbaras y fantásticas mitologías paganas, primitivas, ritualistas y fetichistas, sustentadas e idolatradas por los enemigos de la libertad.

El pensamiento kosmocista, formulado a partir de la experiencia empírica, coloca los procesos de liberación como prioridad soberana. Pensar un mundo libre y diferente es crear, y crear es hacer nacer lo que todavía no existe. Pensamos la libertad, pensamos un nuevo mundo libre de cuentos fantásticos y anestesiante, cuyas principales funciones consisten en paralizar nuestro espíritu crítico y aturdir nuestra conciencia. Rechazamos los hipnotizantes religiosos y políticos. Dentro del campo del pensamiento moderno, un nuevo problema ha surgido, ya no se trata de debatir si existen entes sobrenaturales o no; el conflicto orbital gira alrededor del libre ejercicio del pensamiento frente a lo infame, lo indigno, lo injusto de las barbaridades del mundo contemporáneo. Denunciar privada y públicamente, sin miedo ni autocensura lo intolerable de esta gran y tenebrosa conspiración cuyos titiriteros son bien conocidos. Evidenciar esta conjura por todos los medios a nuestro alcance es una obligación que se ha convertido para nosotros en el núcleo de nuestra mayor preocupación, dedicación y reflexiones.

La soledad y el conformismo de los individuos, no son más que una ausencia de finalidades. La finalidad kosmocista es liberar al ser humano para que sienta realmente que se puede vivir la vida de otra manera. Es obvio que el ser humano para poder llegar a la libertad tendrá que enfrentar muchísimas dificultades y, obviamente, la batalla será áspera, descomunal, larguísima, inevitable y, además, necesaria. La libertad-que-libera, no es como el maná que según la leyenda bíblica cae del cielo y entra directamente en las bocas abiertas de los beatos. Todas las fuerzas negativas de la elitocracia mundial (responsable de la crisis civilizacional), estarán en contra de la libertad-que-libera; Estarán en contra de los liberacionarios sembradores de ideas nuevas y universales. Estos peligrosos bufones necrofiliticos estarán en contra de todos los que aman a la vida, a la naturaleza, a la justicia y a la libertad.

El ser humano, despojado de su libertad, es un animal encadenado, vive en un mundo de cosas y para las cosas, no tiene ningún interés en saber las consecuencias provocadas por sus acciones depredadoras. Cegado por el mercantilismo, es incapaz de interpretar las realidades de este mundo más allá de su egoísmo, de sus triviales necesidades, de sus vulgares y estériles desviaciones, de sus clichés imaginativos patológicos, de sus vanas ilusiones y los acondicionamientos propagandísticos que le impone la elitocracia.

El humano, como ser pensante y actuante, creador y libre, posee fuerzas originales e innovadoras, y la omnipotencia intelectual para crear ideas y valores

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radicalmente nuevos capaces de quitar el freno al ímpetu e iniciar así el proceso de las archipotencias intelectuales, motoras de los impulsos creadores y vitales para dirigirse hacia una nueva voluntad, que convierta al ser condicionado en un ser libre; desenfrenar todas las fuerzas dinámicas y creadoras para poner en movimiento la “conciencia kosmocista”. Los humanos requieren de una potencia intelectual original, dinámica y creadora, capaz de eliminar todos los elementos negativos que entorpecen la marcha del mundo hacia su liberación y, asimismo, de reconocer plenamente la realidad de los hechos que ocurren en el trayecto de su existencia. La reacción primaria del creyente es refugiarse en el jardín de la ilusión, cuyos imaginarios dueños son los endemoniados dioses, monarcas del universo, cuyo heroísmo, por fortuna, consiste en no escuchar en absoluto los extraños sonidos de las suplicantes voces de los creyentes. El creyente, extraviado, huye de la realidad y de la responsabilidad social frente a sus semejantes; la libertad le es insoportable, prefiere el mundo mágico que el mundo histórico.

El ser humano, liberado y poseedor de nuevos conocimientos, anhela expandirse con todo su potencial creador objetivo y racional hacia otros límites, otras dimensiones para romper concientemente con todas las ortodoxas limitaciones mentales terráqueas que ensombrecen sus horizontes. Su mente liberada se proyecta desde la Tierra hacia lo infinito, sus ojos y su mente se dirigen en dirección de las estrellas. Su nueva y futura morada. La Tierra, después de todo, es sólo un trampolín para los futuros seres del mañana-posible; el futuro pertenece a aquellos que han logrado domesticar sus instintos primitivos y domado su animalidad; pertenece a los que ven más allá de las ideologías, más allá de los nacionalismos y más allá del teísmo; aquellos pioneros serán los que proporcionarán nuevas perspectivas y nuevos sentidos a la nueva vida del ser humano.

El ser humano-libre, en consonancia con el kosmos, de acuerdo con el horizonte kosmocista, constituye para nosotros la realidad más elevada del universo. Consideramos que el ser humano y el kosmos son elementos simbióticos, que representan la expresión primordial de las potencialidades de la naturaleza y de las prerrogativas e inventivas humanas dentro del contexto natural y global de la Vida.

El salto hacia el futuro

El tiempo presente nos proyecta siempre hacia al futuro, pero nosotros, como individuos, nunca veremos este futuro, nunca podremos alcanzarlo, vivimos en el presente no para el pasado, sino para el futuro, es decir para el devenir. No se puede regresar al pasado, porque el pasado deja de existir cuando empieza el presente, el tiempo imperturbable separa el pasado del presente. El tiempo no es eterno en el sentido sempiterno: el mundo no siempre ha existido y nosotros tampoco. La idea general del comienzo del tiempo y de su continuidad lineal es incompatible con las observaciones científicas modernas. No queremos

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caer en un alegre futurismo idealista ni viajar con la imaginación por un feliz y utópico túnel del tiempo, porque el tiempo no está sujeto a la voluntad humana.

Es obvio que nuestra inteligencia todavía no entiende cabalmente lo que es exactamente el tiempo real, solamente comprendemos lo relativo que queda sometido a nuestra facultad conceptual, la medición del tiempo humano es la que prevalece en nuestra mente, el tiempo cósmico escapa todavía a nuestro entender, es incomprensible a nuestra escala. Quince billones de años luz es casi intraducible en relación con el tiempo medido (salvo para algunas mentes privilegiadas).Pero lo importante, lo cierto, es que la duración de nuestra vida es medible, comienza el día que nacemos y termina el día que morimos. La medición de la duración de la vida humana está científicamente exacta y perfectamente asimilada por nuestro entender. Todos los seres humanos son finitos, mortales, nacen y mueren definitivamente. El pasado es tiempo irreversible e irrepetible. Una pregunta se impone: ¿Qué vamos a hacer de nuestros 40 ó 50 años de vida activa? ¿Vamos a desperdiciarlos persiguiendo quimeras, mitologías, fantasías y trivialidades o vamos a dedicarlos a nuestra liberación?

Es desde la proyección mental del presente hacia el futuro, como la universalización de la conciencia kosmocista que se logrará articular un nuevo paradigma. ¿Cómo conseguirlo?, con la participación individual de los artistas, antropólogos, académicos, arquitectos, intelectuales, sociólogos, filósofos, poetas, lingüistas, escritores, premios Nóbel, estudiantes, científicos, especialistas y con el apoyo de la comunidad académica y científica internacional, se logrará conjunta y consensualmente estructurar y proponer una nueva visión del futuro , así como el papel del ser humano en el universo. Sin embargo, sería un error anticipar utópicamente el futuro mundo de mañana, porque este mundo posible depende esencialmente de la realidad presente, depende de nuestras voluntades y de la visión que tenemos del futuro y de la función de la vida humana en el cosmos; por ejemplo, dudo mucho de que la visión del futuro de la milicia pentágonesca, la del Kremlin, la de Beijín y la de los generales de Birmania, sea la misma de la de los ecologistas altermundialistas o la de los poetas modernos. Es imprescindible la colaboración universal y solidaria de los sectores más dinámicos, más dispuestos y más desarrollados intelectualmente, para dar un gran salto al futuro desde el presente, que imperativamente debe ser estructurado radical y diferentemente a los valores y conceptos que prevalecen en el mundo de hoy. Seamos cada uno de nosotros los nuevos constructores de un futuro diferente, político-sociológico- y económicamente, libre de teologías, de supersticiones, de mentalidades arcaicas, de oscurantismos ideológicos y egoístas monopolismos financieros. Seamos la hermandad universal anónima y silenciosa que dé el primer paso en el futuro, empezando por liberarnos de los modelos que nos cierran el acceso a un inmenso universo de nuevas posibilidades. La liberación individual es una condición previa para forjar un nuevo modelo de vida, una reorganización del mundo y una trascendental aportación de nuevas ideas, nuevos valores y nuevos conceptos.

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La historia de la humanidad, es la historia del poder, de las divisiones y de las contradicciones sociales, ideológica, económica y religiosas que existen entre naciones, grupos, individuos y particularmente entre pobres y ricos. Creo que la verdadera problemática que existe entre los seres humanos, es la diferencia económica, hay ricos demasiados ricos y pobres demasiados pobres. Pero no hay que olvidar que son los ricos los responsables de la injusticia social que prevalece en el mundo entero. Desgraciadamente, el entusiasmo aislado y fragmentado de los marginados, de los sin techo, de los rechazados del sistema escolar, de los desempleados, de los desposeídos, de los pobres, de los enfermos, de los excluidos sociales y de los trabajadores; todos dedicados a la supervivencia por obligación y no consagrados naturalmente al ideal de liberación universal, difícilmente podrán iniciar una etapa de liberación global, pero sí es probable que logremos empezar un proceso de liberación individual que contribuya significativamente a la meta universal de liberación.

Estos sectores carecen de motivaciones, de finalidades a futuro, de conocimientos, de poder real y de medios adecuados para provocar la disolución del orden dominante de la elitocracia del mundo actual. El proletariado, como tal, nunca fue entre las manos del Estado-totalitario una fuerza de liberación, sino todo lo contrario; las masas obreras de la ex Unión Soviética fueron esclavizadas y explotadas al máximo por sus déspotas dirigentes “socialistas”. Lo mismo, desafortunadamente, ocurre ahora, con la clase obrera y campesina en la dictatorial e impopular China-capitalista-imperialista. La clase trabajadora ha sido engañada durante siglos y lo sigue siendo hasta ahora independientemente del régimen que prevalece. Si el explotado no se despierta sus amos (sean de la izquierda o de la derecha), seguirán exprimiéndole hasta la última gota de sangre. La tan sonada emancipación del proletario ha sido sólo una perversa estrategia política para mantener a los “revolucionarios” en el poder. Los inquilinos del Kremlin nunca liberaron al proletariado soviético y hoy en día los trabajadores en el mundo entero siguen siendo vilmente explotados. La realidad laboral y social de este sector no ha cambiando en lo esencial, excepto que ahora el sistema patronal de explotación es científico y técnicamente más sofisticado.

La ciencia actual no puede ser reemplazada por la magia, ni por el ritualismo ni por el verbalismo delirante teísta, y menos aun por Cacerías de brujas. El científico no debe olvidar nunca que es ante todo un ciudadano, un miembro más de la sociedad y no puede eximirse de la responsabilidad social que le corresponde. El científico talentoso y creativo coloca su saber al servicio de la libertad y no al de la elitocracia. Los científicos modernos tienen el papel de timonel en la conducción, la preservación del mundo y en el descubrimiento de otros.

Debemos ser realistas, dejémonos de romanticismo; no será un monje tibetano, ni un chamán del Amazonas, ni un conchero mexica o un fakir de la India, quien

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maneje el cohete inter-espacial que abrirá las vías que conducirán a la exploración científica y a la colonización más allá del Sistema Solar. La ciencia y la tecnología al servicio del conocimiento y de la libertad deben proveer los medios que favorezcan una relación racional, no mitológica del ser humano con el universo, evitar por todos los medios, la depredación, la destrucción, la sobre-explotación, la contaminación, la eliminación masiva de especies y el gravísimo deterioro ambiental que hemos infligido a nuestro hábitat la Tierra. No cometamos los mismos errores con los otros planetas semejantes al nuestro, que muy probablemente descubriremos gracias a los científicos en un próximo futuro.

Sólo el individuo libre es un devenir, un devenir orientado hacia el futuro que encierra siempre novedades, nuevos valores, inventos, ocurrencias, teorías, genialidades, grandes retos e indudablemente nuevos descubrimientos inimaginables. La exploración pacífica del universo por científicos con conciencia kosmocista es el reto más grande que tendrá que afrontar el género humano en un futuro cercano. El inconmensurable, desconocido y promisorio futuro, está ahí frente a nosotros. ¿Sabremos responder adecuadamente a este trascendental y vital desafió?

¿Debemos trasladar nuestra hu-ma-ni-dad de hoy al futuro? Claro que no, desgraciadamente, el mundo de hoy es un mundo mediocre para mediocres. Sería un error irreparable y catastrófico para los futuros humanos que los científicos y los colonizadores del espacio sideral trasladaran consigo los mismos clichés, los mismos vicios, los mismos hábitos, los mismos conceptos, las mismas ideologías, los mismos modelos, las mismas creencias y las mismas supersticiones…

Llevar el “pentagonismo” el “bursatilismo” el “vaticanismo” y los nefandos nacionalismos más allá de los límites terrestres equivaldría a sentenciar a la humanidad a muerte. Los militares, asesinos a sueldo, los financieros, sin moral ni escrúpulos, y el clero escoria camaleonésca más vil y más abominable, deben ser proscritos de deambular por el espacio o formar parte de las futuras colonias humanas extraterrestres. Evitar la contaminación ideológica, religiosa, cultural, clasista y social, es un deber que cada ser humano libre debe cumplir con gran esmero y mucha determinación.

Propuesta kosmocista

El kosmocismo no es un destino, sino una opción, no es una promesa revolucionaria, es una propuesta libera-cionaria, que parte del rechazo total del teísmo y de su civilización. Su objetivo es proponer proyectos planetarios de civilización con valores radicalmente diferentes a los del anquilosado mundo teísta. Es un proyecto de liberación global, de autonomismo integral no comunitarista y de desintegración de las“culturas” con tintes supra-nacionalistas-racistas-segregarías. Ni el mundo ideológico, ni el pensamiento único, o el

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mundo teocrático teísta, lograrán reprimir el impulso esencial de libertad que habita desde los orígenes los genes humanos.

A).- Instauración de una identidad kosmocista, nueva conciencia de consonancia compartida de pertenencia universal (anti-nacionalista-anti-comunitarista.) .B).- Unificación voluntaria y pacifica planetaria de los individuos-ciudadanos en un mismo ideal de liberación integral (anti-ideológica- anti-religiosa.) C).- Creación de nuevos horizontes culturales universalistas más allá de la cultura y del “arte” mercantilista impuesto unilateralmente por la elitocracia. D).- Cultura y arte al servicio de la libertad, no del mercantilismo.

Nos inclinamos por las artes y las culturas que estén al servicio de la libertad y del ser humano, no las que están al servicio de la ideología o de la economía monopolística, el arte y la cultura que se desdoblan en mercancía, dinero y poder, no son lo que nosotros entendemos por arte y cultura. Creemos que el arte y la cultura deben ser unas de las fuerzas motoras que catapulten la posibilidad de realizar el ideal de emancipación universal. Se necesita algo más que unos eventos regionalistas de danzas folklóricas, presentaciones teatrales y muchos festivales veraniegos o unas exposiciones en los museos de Nueva York, Londres o París, para que el arte y la cultura participen activa y eficazmente en la construcción de los caminos que llevan a la libertad.

La situación sociológica de los pueblos por años de condicionamiento a la ideología productivista, consumista, utilitarista y publicitaria promulgada por la elitocracia y su más fiel aliado, el teísmo, se encuentra peligrosamente al borde de la desesperación. ¿Qué les queda? resignarse, ya que fuera de ellos, está toda la Historia de la que precisamente están excluidos. Las actuaciones políticas circenses de los irresponsables parlamentarios y demás “servidores públicos,” se verifican casi a diario en el mundo. Estos lamentables hechos aumentan aún más la legítima decepción de muchos sectores de la desorientada y fragmentada sociedad. El abstencionismo electoral es un reflejo sintomático de inconformidad y descontento ciudadano; no votar es manifestar el repudio y desprecio hacia la casta política y hacia el poder.

La libertad religiosa bajo el dominio teísta no existe. Sólo más allá del teísmo empieza el verdadero reino de la libertad intelectual. Radica en la libertad el futuro advenimiento del kosmocismo (liberación del ser humano de todas las religiones), es decir, es la legítima reivindicación práctica del ejercicio pleno de la libertad intelectual del individuo como única propiedad de sí para sí. Desenvolviéndose libremente el intelecto indica a nuestra conciencia la manera de obrar y de vivir sin intermediaciones clericales; así mismo, permite descifrar la realidad y los imperativos morales en sus exactas dimensiones.

Para llegar a la “conciencia kosmocista” es imperativo iniciar un proceso individual de liberación acompañado de una profunda reforma del pensamiento y

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de una generosa acumulación de muchos conocimientos. Para convertirnos en ciudadanos del kosmos es preciso traspasar los límites de la prehistoria intelectual humana, que hoy prevalecen en las mentes de la mayoría de nosotros. Es bien sabido que el conocimiento es invisible a los ojos del ignorante y, siendo limitado, no le queda más que tomar el papel de una triste marioneta bailoteando sobre el escenario trágico y grotesco de su mundo fijo y sin horizontes, donde desprovista de conocimientos, su existencia está indisolublemente vinculado a su certera derrota.

La “conciencia kosmocista” es selectiva, exigente, demandante y condicional, su desarrollo está condicionado a la capacidad intelectiva, al trayecto histórico y a las circunstancias que experimenta el individuo, pero cualquier individuo equilibrado mentalmente está capacitado para poder elegir entre libertad y servidumbre, si no lo logra es que hay una limitación intelectual, debido a una mala función cerebral específica que le impide discernir razonablemente entre lo que beneficia y lo que perjudica. Por lo general, el grueso de la población opta siempre por lo que perjudica.

Nuestro anhelante y legítimo impulso para favorecer la liberación del individuo implica que previamente debemos ser libres nosotros mismos y críticos de todo lo establecido por los gobernantes, que en cada día de nuestra existencia demuestran sus ineptitudes, errores y deficiencias. Repudio de lo normativo, del convencionalismo impuesto unilateralmente por la elitocracia mundial, des-mitificar, poner al descubierto lo que se esconde.

¿Qué es la “conciencia kosmocista”? Es un inmenso compendio de muchas experiencias, vivencias, circunstancias, estímulos, reflexiones, estudios, lecturas, conocimientos e informaciones, que desacadenan procesos analíticos y reflexivos que forman, a su vez, pensamientos adecuados, racionales y necesarios para poder escalar un grado más en el proceso evolutivo de la conciencia. La conciencia está sujeta a un proceso progresivo de desarrollo, estimulado por las informaciones captadas e interpretadas por nuestra mente y sentidos. El factor determinante para modificar nuestro grado de conciencia, es el cúmulo de varios conocimientos y experiencias que nos permiten tener un entendimiento más exacto de la problemática de nuestra existencia misma y la del mundo externo. La “conciencia kosmica” es la conciencia evolucionada, es decir, es la suma de todos los estados de conciencia conocidos hasta el presente; es darse cuenta conciente y racionalmente de lo que afecta, de lo que perjudica verdaderamente nuestra existencia, nuestro entorno; es superar el complejo de avestruz, es abrir los ojos cuando todo el mundo los tiene cerrados, es cuestionar valientemente lo incuestionable. Es nunca más ponerse de rodillas frente a lo desconocido.

La dificultad radica en hacer coexistir la libertad de conciencia con la conciencia de la libertad en orden de formalizar a priori un fundamento común de autodeterminación individual y, por ende, colectivo. Las raíces de la “conciencia kosmocista” sólo pueden germinar y desarrollarse en el humus de la

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libertad-que-libera. Conciencia del universo, conciencia del mundo, conciencia de uno mismo, conciencia del otro, conciencia de la sociedad, conciencia de la naturaleza y de la vida, son los fertilizantes que la fortalecen y la liberan de todas las servidumbres negativas. La “conciencia kosmocista” sólo germina y crece en la mente de los seres humanos que renuncian a todos los ídolos y que optan por la libertad-que-libera.

. Cuando nos referimos a lo que denominamos nosotros “conciencia kosmocista”, no nos referimos, por supuesto, a la conciencia desgarrada producto de la barbarie de las civilizaciones dominantes. La “conciencia kosmocista” es la que aspira racional y libremente a un universalismo globalizante libertario, solidarizante y trascendental, que abarca en su totalidad el ser humano, la tierra y el universo; propone nuevas posibilidades de un futuro y de una vida diferente; es una nueva y hacendosa actitud frente a las repercusiones de las enormes y grotescas barbaridades que padece nuestro mundo por culpa de la elitocracia; es una nueva y dinámica condición intelectual que anima a los individuos a vivir armoniosamente entre sí. La vida humana y su futuro dependen del desarrollo de dicha conciencia en la mente de cada uno de nosotros. Seremos todos responsables, ya sea de la extinción del Homo Sapiens, o bien los catalizadores del nacimiento de un nuevo ser pensante-y-actuante libre, dotado de nuevos conocimientos, tecnologías, conceptos y proyectos, que lo habilitarán para su extraordinaria misión, agrandar al infinito las perspectivas y las posibilidades humanas acá en nuestro mundo y allá en el inconmensurable y misterioso universo.

Debemos recordar a nuestros lectores que todas las desgracias del mundo se deben en parte a la ignorancia y al conformismo de los dominados y a la perversión y corrupción de los dominantes. Sin embargo nadie es inocente; todos, absolutamente todos, somos relativa y proporcionalmente responsables y culpables de la insoportable situación que, directa o indirectamente, hemos creado o propiciado. Es una suerte de conspiración contra la naturaleza y contra nosotros mismos a la que nos hemos adherido sin medir ni concientizar sus catastróficas y deplorables consecuencias. Nos encontramos en el torbellino de un consumismo irresponsable, en un terrible ideologísmo fratricida, en un nefando totalitarismo teológico, estamos sumidos en los vicios de un mundo a la deriva donde nadie tiene la audacia de protestar contra los cantos de sirena que aún nos siguen obsesionando y engañando.

Es extraordinario constatar que las clases explotadas, es decir, el grueso del pueblo, no pueden darse cuenta de su carencia de conciencia social y política. ¿Será que están irremediablemente condenados a seguir ciega y eternamente el camino establecido por sus amos?, ¿de dónde viene este desprecio y esta ceguera hacia las desastrosas condiciones sociales de su mundo?, ¿por qué este patético conformismo y silencio frente a las deficiencias políticas de los gobiernos, de los sistemas?, ¿por qué permitieron esta des-vinculación entre el poder y la

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sociedad?, ¿por qué no se hartaron del presidencialismo, del parlamentarismo, del caciquismo, del caudillismo, del clanismo y del tribalismo?

¿Por qué estos sectores son los que alimentan y mantienen a los que los explotan vilmente sin la más mínima consideración? (amos y sindicatos), ¿por qué no repudian las charlatanerías teístas y las recetas engolosinadoras de los conspiradores políticos?, ¿por qué no rechazan de una vez por todas a todos los timadores partidos políticos? Muchos “por qués” seguramente quedarán sin respuesta, el mutismo al cual están condicionados paraliza sus instintos y su capacidad de pensar racionalmente. Ningún rastro de intelectualidad, ni concepto definido, sólo una aversión al conocimiento, al cambio y la libertad, además de un estúpido afán de precipitarse sin interrogantes, pero con certidumbres, en el abismo de la mundialización fomentada y encabezada por el imperialismo internacional, apoyado, incondicional y servilmente, por todas las elitocracias internacionales (Sectores financieros, tecnológicos, bancarios y patronales).

El pensamiento neoliberal de occidente es digno y fiel representante de nuestra civilización podrida y decadente. Los neo-liberales, complacidos, ejercen felizmente sin causarles ningún conflicto su inconmensurable trivialidad emanada de su conciencia depredadora; para ellos, desde su torre de marfil, el pueblo es invisible. Para la elitocracia, a fuerza de ilusiones e increíbles privilegios, la problemática social de la sociedad se hace inexistente, el dolor ajeno y la injusticia desaparecen. Navegan plácidamente, felices y satisfechos en las profundidades de la imbecilidad y de la insensibilidad más absoluta. ¿Hasta cuándo vamos a permitir esta infame y grotesca superchería? ¿Hasta cuándo vamos a dejar que la elitocracia internacional, que no es más que un centenar de miles entre los seis mil millones de seres humanos en la Tierra, nos obliga a vivir, pensar y actuar según sus intereses? No seamos pigmeos mentales que se abisman en la pestilencia del maquiavelismo teísta, no nos encerremos en la soledad, en la indiferencia y la esterilidad; denunciemos los abusos, las injusticias, las tonterías y las nulidades de la fétida elitocracia.

¿Quiénes son nuestros enemigos?

El pueblo en general para la elitocracia es el enemigo natural, la clase media, media baja, la masa, el proletariado, los asalariados, obreros, campesinos, artesanos, etc. Somos los que no comparten sus valores, ideales y formas de pensar, hablar, actuar y muy especialmente su modo de vivir, todos los que no pertenecen a su “club social” y los que no poseen un poder económico ad hoc, son menospreciados y considerados inferiores. El pobre admira y envidia al rico (el sueño de los pobres es volverse ricos), el rico odia al pobre y, en general, a todos los que no son de su clase. (El sueño del rico no es volverse pobre, sino inmensamente más rico y más famoso). Odia y desprecia a los que menos tienen,

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admira y envidia a los que más tienen. Es el poder económico monopolista el que divide a la sociedad en clases.

La sociedad está dividida entre los muy ricos, ricos, medianamente ricos y los medianamente pobres, pobres y muy pobres. La calidad de vida y las expectativas de cada sector es significantemente diferente y antagónica, existe una marcada discrepancia social entre los que poseen y los que no. Este divisionismo económico es el crisol de la injusticia social, de la libre explotación y de la dominación de los más poderosos sobre los demás. Nuestro enemigo natural es aquel que nos explota, sea política, cultural, emocional, social, religiosa o económicamente. Debemos conocer las debilidades, las fortalezas, las intenciones, los vicios y las virtudes de nuestros enemigos y especialmente estudiar y conocer muy a fondo los mecanismos que les permiten mantenerse arriba de la pirámide. Se trata de ir a las fuentes responsables del malestar mundial.

Reflexión kosmocista:

La reflexión kosmocista es fundamentalmente una reflexión crítica sobre: A.-) La concepción mágica del mundo (lo mágico maravilloso) instaurado, perpetuado y consolidado por el institucionalismo religioso teísta. B.-) La sociedad-consumista, creación de los grandes consorcios industriales capitalistas nacionales y transnacionales, (incluido los del régimen “comunista-capitalista”Chino.) Comunismo= (totalitarismo-austeridad, ausencia de los derechos humanos y de justicia social) para el pueblo. Capitalismo= (liberalismo-derroche-privilegios-riquezas) para los gobernantes, los miembros del politburó y del jet-set. Según las estadísticas nacionales, el 10% de la población de China concentra entre sus manos el 45% de la riquezas del país, al otro extremo 10% de los más pobres comparten solamente el 1.4%.C.-) El aberrante mundo político-ideológico moldeado por la elitocracia internacional.D.-) Las ideologías derechistas e izquierdistas.E.-) Las prejuiciosas y viciadas ideologías etnocentristas.

El kosmocismo aspira, y no sin razones, a la superación de este mundo-basura, anacrónico, enfermo y disímil, suprema creación frankensteiniana de la elitocracia teísta, la del mundo político y la de la economía neo-liberal-globalista.

¿Qué es el creyentismo?

El creyentismo significa, para nosotros los kosmocistas, el conjunto de las creencias de carácter religioso, místico, mágico, mitológico, esotérico, new age, (el teísmo, el deísmo, el panteísmo, el ocultismo, el espiritismo, el sobrenaturalísmo, el animismo y el esoterismo incluido), etc. Creencias todas provistas de falsos fundamentos que se exteriorizan en un mundo donde domina la fantasía delirante y la artimaña mágica. Un mundo no-real, fideísta, de falsa

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prosperidad, inventado por los vivales y apoyado incondicionalmente por los dueños del gran capital internacional, un mundo estructurado a la medida de los incautos, de los crédulos y de los “cándidos” y fetichistas valemadristas consumidores de falsa espiritualidad. El sistema occidental entre las manos de los globalistas transnacionales ha hecho del individuo el alfa y omega del consumismo (motor primario del capitalismo.)

El mundo de los humanos está propulsado principalmente por cuatros motores; el científico, técnico, económico y el de la ganancia que, debido a su crecimiento cuantitativo y desequilibrado, conducen irremediablemente a la destrucción de la naturaleza y a la degradación moral del ser humano. ¿Se han preguntando por qué el índice de delincuencia en los países “desarrollados” es mucho más elevado que en los países menos desarrollados?, ¿cómo es que el país más rico y más creyente del mundo, después de México (84%- 86%) tiene tantos delincuentes?, ¿por qué el capitalismo genera sociedades tan enfermas y tan violentas? La barrera que delimitaba la moral de la amoralidad se desvaneció en aras de la ganancia fácil, salvaje y obscena. El dinero es causa de muchos crímenes horripilantes, de terroríficas acciones y de monumentales injusticias. El dinero fácil es la única fuente inspiradora y meta primordial del crimen organizado y de todos los delincuentes de segunda y tercera calaña. No olvidemos que la gran mayoría de los pequeños y grandes comerciantes, hombres de negocios y banqueros, etc, también caen en estas categorías, esos “respetables señores” roban impunemente, sin vergüenza ni pudor a los que menos tienen, son Robin Hoods al revés.

Los privilegios que genera el mundo “feliz” están reservados exclusivamente para unos cuantos favorecidos (the happy few), que obligan a los demás que no son de su casta a vivir en un mundo cruel, diferente e inferior al suyo, en donde la vida cotidiana de la mayoría de la gente común (los de abajo), es un desafío, una lucha ardua y permanente para sobrevivir. ¿Derecho divino o maligno? Esta casta “sagrada” y “dorada” es directa y exclusivamente la causante y la responsable de la injusticia social que prevalece en el mundo entero. No recriminamos en sí a los sistemas o a los gobiernos, sino principalmente a los dueños de aquellos. Censuremos a los que tienen la sartén por el mango, a estos jinetes de la muerte que gastaron tres trillones de dólares (2004) por concepto de compra y venta de armas y municiones.

El kosmocismo se presenta como una alternativa concreta en relación con el mundo-real y no en relación con el mundo-mágico del creyentismo, del teísmo y de las oligarquías. El kosmocismo no nace a partir de los mitos, sino a partir de las realidades históricas que se manifiestan concretamente en el seno de las civilizaciones. El rechazo de las obligaciones o de las normas religiosas constituye una meta en sí para construir el camino kosmocista contra lo irracional, la mediocridad, el absurdo y el pensamiento mágico creyentista. La ruptura con el creyentismo y con su tradicional institucionalismo dogmático se articula a partir de las observaciones de los hechos históricos absurdos realizados

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a lo largo de los siglos. La labor del filósofo independiente, libre y militante, debe favorecer una toma de conciencia del individuo para liberarse y ubicarse cabalmente en el mundo de la realidad. No más espejismos, no más quimeras, no más elucubraciones fantasmales, no más simbolismos como la cruz gamada, la hoz y el martillo, las camisas negras, etc.

No imitemos a las avestruces frente al mundo real; aceptemos sin miedo la realidad tal como es a sabiendas de que es horripilante. No busquemos inútilmente más distractores, más espejismos y más desviaciones. Dejemos de confiar en los políticos, en el clero y en los capitalistas. Rechacemos a los ídolos y a los símbolos. Renunciemos a la idolatría. Concientizemos que el dominio que ejercen los ricos con sus fieles aliados los políticos, los burócratas, los militares y el clero sobre el individuo y la sociedad, es la causa primordial de la injusticia social, del desequilibrio económico y del deterioro de la ecología mundial que padecen todas las sociedades, sean desarrolladas o no. Entendamos que mientras haya ricos que explotan liberalmente y a ultranza a los pobres, jamás habrá cambios ni mejoría real de las clases desposeídas. ¿Saben que no son más de trescientas personas insultantemente ricas en el mundo, sus nombres están en la revista Forbes, y que este pequeño núcleo de ricos ultra conservadores, globalistas y reaccionarios gobiernan a su antojo conforme a sus intereses personales a los miles de millones de seres humanos en el planeta?

El kosmocismo, en sus múltiples e innovadores planteamientos considera que un equilibrado ordenamiento social sólo puede desarrollarse a partir de la libertad compartida que une a los seres humanos, eliminando las causas que dividen y confrontan entre sí a los habitantes del planeta.

¿No deberíamos concientizar que estamos desde siempre presos de nuestros miedos, de nuestra ignorancia, de la tiranía de los poderosos, de la teocracia del clero, de la dictadura ideológica, de la nefanda burocracia, de la economía liberal y de los espejismos izquierdistas y derechistas? Hay que salvarse de la parafernalia religiosa, ideológica y económica. Liberarnos de nuestras condicionadas dependencias y entelequias maquiavelescas. El filósofo liberado del embustero academicismo elitista no debe convertirse en el mensajero de la confusión, de las fracturas, de las utopías elitistas y de las doctrinas castrantes animadas por fantasmas del pasado. El creyentismo ideológico (militancia política) de parte de la sociedad es también desviacionista y tan negativo como lo es el creyentismo religioso (militancia religiosa). Con ellos sigue la problemática real que afecta a la inmensa mayoría de los seres humanos del planeta. El mundo teísta institucional es falso, cruel, injusto, masoquista, embustero, ficticio, totalitario, corrupto y absolutamente reprobable, pero muy poderoso, porque controla el arma más efectiva que existe en el mundo: la ignorancia de sus ciegos e incondicionales seguidores.

La supersticiosa mentalidad, y la egolatría de los creyentes, aunadas al demencial sueño de inmortalidad, son los elementos primarios responsables de la anulación del valor y de la vitalidad que favorece la liberación y la evolución

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intelectual del ser humano. El kosmocismo se pronuncia por la completa anulación de todo orden, valor y moral subordinados a cualquier teología teocrática, ideología totalitaria, economía monopolística, a los burocratismos y a los institucionalismos tiránicos. Toda racionalidad, reflexión y crítica constructiva se estrellan irremediablemente contra el ignominioso muro de las creencias. Entramos en el campo de la nulidad en donde el pensamiento racional no tiene cabida ni eco.

Para el creyente no hay otro mundo posible; para él sólo es válido el mundo de la irrealidad, de la ficción mitológica, de las supersticiones, del utilitarismo a ultranza, de la tan anhelada felicidad y del bienestar post-mortem. Para el rico el único mundo posible es el de la libertad de explotación y el de las ganancias ilícitas y fraudulentas en la gran mayoría de los casos. Los centuriones bajo el mando del millonario y pinocho Bush invadieron Irak para “democratizar” al pueblo, no para “robarle” el petróleo… pero no contaron con el antiamericanismo y con el fanatismo religioso de la gran mayoría de los iraquíes; este maldito petróleo ha costado ya miles de vidas de indefensos civiles y la de muchísimos jóvenes norteamericanos y latinos, pobres mayormente y con escasa escolaridad, que ni siquiera gozaban de la democracia y de la justicia social en sus respectivos países.

Más de cien mil fanáticos idólatras gritando y agitando sus banderitas nacionales para honrar a su nuevo ídolo en la plaza San Pedro en Roma; qué calamidad, qué tristeza, qué aberración, qué incoherencia. Una vez más se comprueba la bobería y la poca conciencia de aquella gente despistada e idólatra. Recuerden que en el funeral del sanguinario dictador Stalin asistieron también centenares de miles de confundidos. Muchos atontados rusos, en su mayoría gentes humildes e ignorantes, creen todavía que Stalin fue un gran héroe, un benefectator del pueblo… Muchos franceses creen que el megalómano del poder Mitterand fue un “gran socialista”, cuando en realidad era derechista y pertenecía al jet set. Además era creyente, doble misa en 1996 en Jarnac, Francia, Colaboracionista en el gobierno de Petain bajo la ocupación nazi en Francia, y joven miembro de una facción ultraderechista, un estupendo y verdadero “socialista-caviar” bon bourgeois; sin embargo, tanto seudos “izquierdistas” como derechistas estuvieron presentes en la misa de su funeral que se desarrolló en un solemne y ostentoso ambiente versallesco, digno de un gran y sinvergüenza pretendido “socialista”. Muchos rusos ilusos dicen que Stalin fue un enviado del Cielo. En su funeral los idólatras también llenaron la Plaza Roja del Kremlin. La inventiva destructora y perversa del necrófilo dictador responsable de las fenomenales y trágicas purgas causantes de espeluznantes asesinatos de millones de inocentes bien se merece un lugar honorífico en el corazón de la Iglesia Ortodoxa Rusa, cuyo sorprendente silencio es prueba de confabulación. ¿Quién le reprochó al sanguinario líder del Estado más totalitario de toda la historia, la carnicería de Rjev-Viasma (1941-42)? Un millón de muertos, nada mal…Recordaré a mis hipotéticos lectores que el “pueblo” es una creación de la elite manipuladora y populista; los soldados y los policías son miembros del pueblo, sin embargo están listos como perros rabiosos para

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masacrar sin cuestionar el por qué a dicho pueblo cuando sus amos lo ordenan. El pueblo no es una entidad autónoma, es un ente sin forma, manipulable, sin conciencia ni amor propio que se deja seducir y comprar con gran facilidad por las ideas dominantes del poder, es un idólatra servil del Poder. Hay que desconfiar del “pueblo” manipulado al servicio de la demagogia tanto como de la élite. Lo único rescatable del pueblo, es el individuo.

El 90% del parlamento francés votó si, más del 60% de la sociedad civil votó no, lo mismo sucedió en Holanda, 63% votaron no, en Francia más de la mitad de los socialistas votaron sí, la mayoría de los socialistas españoles votaron sí a la eliminación de lo social y del contrato laboral, en contra de la laicidad, en contra de la solidaridad, al paro, al sindicalismo charro, a la eliminación de las leyes y de los leoninos contratos laborales, sí al neocapitalismo, sí al continuismo de la elitocracia, sí a la inmigración masiva e ilegal, sí al atlantismo, sí al despido masivo, sí a las privatizaciones de todos los servicios públicos, sí a las deslocalizaciones, sí a la crisis y a la injusticia social, sí al malestar europeo, sí a la inseguridad social, a la explotación, a la represión del Estado, al militarismo, a la globalización impuesta por los Estados Unidos. ¿Serán los “socialistas-caviar” izquierdistas o derechistas? Creo que ni lo uno ni lo otro, son finos y astutos zorros, son unos oportunistas camaleonescos muy atrevidos. Las campañas de los “socialistas” a favor del sí en España y en Francia demuestran que, en la práctica, son unos nefandos oportunistas.

Como podemos observar, la sociedad civil está completamente divorciada del parlamento y de los gobernantes, sean de derecha o de izquierda. Esta sórdida familia política quiere hacer de “su” Europa, una exacta réplica de los Estados Unidos de Norteamérica, que ha demostrado al mundo entero que su sistema es negativo, altamente perturbador, depredador, extremista, elitista, injusto, racista y muy militarista. Ha engendrado a través de su historia una sociedad enferma, patriotera, arrogante, ingenua, muy agresiva y desequilibrada. El kosmocista opina que no es un modelo que deba imitarse bajo ningún pretexto. Hoy en día no hay ningún modelo digno y meritorio de ser imitado.

Hitler, psicópata, megalómano y demencialmente violento tenía un lugar especial en el corazón de la curia del Vaticano con Pío XII, su más grande aliado. En su huida, muchos criminales nazis pasaban primeramente por el Vaticano para llegar finalmente con papeles y nombres falsos a América Latina. (Argentina, Chile, Paraguay, etc, etc.) Y qué me dice de la confabulación de la Iglesia Católica española con su más fiel y seguro amigo, el generalísimo dictador y asesino Franco. También había miles de aturdidos y afligidos idólatras asistiendo a su fastuoso y pomposo funeral en la catedral de la Almudena en la ciudad de Madrid. Para desgracia nuestra, me refiero a los que no idolatran a nadie, la lista de esos entrañables necrofilos “héroes” y vampiros del poder es demasiado larga. ¿Pero qué sentido tendría la idolatría y la morbosidad del pueblo sin ídolos ni morbo?, ¿qué haría el sistema sin su borregada?, ¿quiénes son los que conforman el rebaño? ¿Son nuestros aliados?; evidentemente, no lo son.

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La aberración del creyentismo es algo que poca gente puede ignorar, es decir la vivimos a diario y la hemos padecido durante milenios. La trayectoria histórica del teísmo demuestra que la “voluntad divina”, léase la voluntad del clero, es, en la mayoría de los casos, antagónica siempre a lo que predican los abnegados e hipo-inteligentes servidores y adoradores del susodicho “Señor”. La libertad, el amor, la paz, la felicidad, la armonía social, la solidaridad, el equilibrio económico y ecológico, no se manifiestan en ningún país de la Tierra y menos aún en la fortaleza teocrática y ultra conservadora del Vaticano, ni siquiera en los países “muy creyentes”, donde la perversión de los gobernantes y la de los Goliat del gran capital no tiene límite.

Los trillones de misas, de sermones, de rezos, de plegarias, de comuniones, de confesiones, de oraciones, de Ave Marías y millones de metros cúbicos de agua bendita, miles de toneladas de incienso, centenares de canonizaciones y la gran comilona de hostias, no parecen influir en la voluntad del “Todo Poderoso,” que desde el principio eligió la espada afilada y no la paloma blanca para imponer su ley. Empezando por las fechorías del aguerrido Moisés y sus mercenarios y las de la curia mafiosa y piratesca del Vaticano, sin olvidar las de los energúmenos y enloquecidos clérigos islámicos.

Únicamente los fideístas niegan hipócritamente la verdad-real, la realidad del mundo profundo, el mundo de la mayoría, el mundo de la cotidianidad, el mundo humano de los explotados y su lucha para sobrevivir. El mundo terrenal del César. El mundo teísta, debido a sus impulsos destructivos, a su oceánico terror a la muerte y al gran pavor a perder sus vergonzosos privilegios, por falta de coherencia mental y por miedo, rechaza cualquier racionalidad como signo de posibilidad real.

El kosmocismo niega categóricamente el poder que ejercen las instituciones religiosas sobre el individuo y su libertad, haciendo de él un simple, inocente y sumiso animal de rebaño. Con el creyentismo no hay fundamento para desencadenar un proceso de liberación “espiritual” y mucho menos aún para la construcción de un mundo mejor o diferente. Seguirá la ideología destinal de la mediocridad encubridora y de la eterna segregación social que han resultado siempre muy eficaces para someter e idiotizar a los creyentes y a la mayoría de los que no pertenecen a la elitocracia.

Hay muchos ateos que todavía creen en el socialismo, en el capitalismo y en la política. Muchos izquierdistas declaran ser ateos, no creen en las religiones, ni en los dioses, pero creen dogmática y pasionalmente en la política. Fideísmo político, partidismo, sectarismo, etc. Creencia de todas maneras, resultado: anclas, cadenas y continuismo del sistema.

A diferencia del teísta, del ateo y del creyente, el kosmocista anti-teísta no cree en ninguna deidad, no cree en la magia, ni en los mitos, no cree en las religiones, no cree en la política ni en las ideologías y menos aún en la validez y la “virtud”

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de los sistemas existentes y en su institucionalismo. Cree en la libertad-que-libera sin hacer de ella una religión, un dogma, una ideología o una oposición militante que alimente a sus opositores. Considera la libertad-que-libera indispensable para lograr una mayor evolución y madurez intelectual personal. Una vez superada la mediocridad de los sistemas y la de sus ignominiosamente burocráticas instituciones, el individuo de la fantasmal “sociedad-civil” deja de ser un no-ser histórico y político. Actualmente, bajo los sistemas existentes, el individuo está desposeído del poder constituyente, está sometido al arbitrio de las oligarquías financieras, tecnócratas, religiosas y del funesto Estado-terrorista césaro-papista. Ni la derecha, ni la izquierda, son capaces de generar auténticos y profundos cambios y verdaderas reformas estructurales que beneficien equitativamente a toda la sociedad, y no exclusivamente a la elitocracia como sucede actual y tradicionalmente, independientemente de que los gobiernos sean de derecha o de izquierda. Permanencia del jet set en el poder independientemente de la ideología.

Ningún ser humano puede hablar de libertad si está encadenado y maniatado por creencias o dependencias, sean políticas, religiosas, ideológicas o mágicas. La realidad sin fábulas ni mitos es la que puntualiza racionalmente el pensamiento kosmocista dentro del mundo real liberado de sus innumerables espejismos. Las fábulas, sean bíblicas o de cualquier otra índole, no prosperan en la corriente kosmocista. Para el kosmocismo, lo esencial, no es negociar ni hacer concesiones con el Estado, con el clero o con la elitocracia, sino reinterpretar fuera del cuadro institucional nuevas estructuras sociales, económicas, políticas, científicas y tecnológicas, en vista de un equilibrado colectivo social real; armonizar dentro de nuevas perspectivas el compromiso individual en paralelo con el destino colectivo. El individualismo-radical producto del liberalismo sólo contribuye a la edificación fantasiosa de castillos en el aire. Todo pensamiento, toda acción, toda lucha que no tienda hacia la libertad, debe considerarse anti-progresista y a contra corriente de la legítima evolución que deben experimentar los individuos conscientes de la situación real del mundo y de la sociedad en la cual se desempeñan.

Liberarse, emanciparse, ser libre, es la primera meta del individuo que desee desarrollarse y crecer intelectualmente. A los apasionados verborréicos de los cafés, a los soñadores, a los idólatras y a los ilusos que viven aisladamente en su torre de marfil, les diré que nada hay que esperar de ningún sistema actual. Ni la izquierda ni la derecha o el centro ofrecen una alternativa real para la colectividad. La humanidad que vive debajo de las estructuras actuales de los gobiernos está condenada a la vil servidumbre, para ella la esperanza es sólo un ambiguo e inalcanzable sueño, y observando imparcialmente la marcha del mundo vemos que su futuro es más que gris. Lo único que garantizan los sistemas actuales es la continuación a escala planetaria de la mediocridad en toda su magnificencia. Las élites de los países ricos, pobres, desarrollados, subdesarrollados, en vías de desarrollo, etc, etc, tienen todos las mismas problemáticas, las mismas carencias, las mismas ambiciones, los mismos retos, las mismas políticas y sus metas generalmente convergen; la principal es

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mantenerse en el poder y si para ello hay que masacrar a ciudadanos inconformes, lo hacen alegremente con la mano en la cintura invocando hipócritamente como pretexto la tan trillada “seguridad nacional.” El caso más reciente es Uzbekistán (más de mil asesinatos ordenados por el nefando déspota islamista Karimov y ejecutados por soldados y policías asesinos), que, por supuesto, no creen ni respetan para nada los derechos humanos, exactamente como los que asesinaron a ocho mil seres humanos en Bosnia. Creo que la Corte Penal Internacional de La Haya debería tomar cartas en el asunto de esta espeluznante masacre y otras vergonzantes acciones genocidas cometidas en muchos países del planeta.

Pero las metodologías represivas de los sistemas (clase dominante) están a la altura de las ambiciones de los gobernantes y de los dictadores que violan sus propias constituciones a diario. Los jueces del Tribunal Internacional son parte de la elitocracia, por lo tanto dudo mucho de su imparcialidad y eficacia. Usted estará de acuerdo conmigo; si un militar o un policía matan intencionalmente a un ser humano indefenso es, ni más ni menos que, un vil asesino, un maligno mercenario, un matón a sueldo, un peligroso sociópata. No hay excusas ni pretextos que valgan. Todos los gobernantes que ordenan una matanza deberían ser considerados ipso facto fuera de la ley y ser juzgados por ello. Aquel que ordena una matanza es mayormente responsable y debe responder ante la ley por su delito. El caso del general homicida, torturador, déspota, corrupto y ladrón Pinochet, es muy ilustrativo acerca de la impunidad y complicidad propiciada por el mismo sistema judicial chileno, que ahora por conveniencias políticas, se ve obligado a llevar al traqueteado anciano y a su bonita familia delante de los tribunales. No hay que olvidar que el golpe de Estado fue fraguado desde la Casa Blanca en la ciudad de Washington, con visto bueno del siniestro y embustero Nixon, la C.I.A y el pentágono ayudaron con dinero, armas e valiosas informaciones para facilitar al funesto y asesino general Pinochet el golpe de Estado.

El conspirador y neurótico Kissenger debería ser requerido y ser juzgado aunque sea simbólicamente por la justicia chilena. Corrupción, sobornos connivencia del sistema, complicidad y solidaridad de castas, permite que la impunidad oficial y extraoficial beneficie a las élites de la America latina. En Birmania tenemos un deplorable ejemplo de un régimen totalitario instaurado por la jerarquía nacional auxiliada por la elitocracia internacional, y así hay una larga lista de países que están todavía bajo las botas de aterradores tiranos apoyados en su mayoría por los gobiernos de la muy “democrática” y “religiosa” Norteamérica, la mayor violadora en el mundo de los derechos humanos. Los ignominiosos casos de “presidentes-dictadores” con la plena e incondicional colaboración y ayuda monetaria de la alta jerarquía militar del Pentágono, son los responsables de la podredumbre, de la impunidad y de la corrupción de los sistemas políticos en América Latina. Ahora, si estudian y observan atentamente las actuaciones de los regimenes africanos y otros, seguramente se les pondrá la carne de gallina en todo el cuerpo. Afganistán, Cachemira, Chechenia, Colombia, Filipinas, Irak, Irán, Egipto, Siria, Arabia Saudita, Yemen, Sudán, Somalia,

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Nigeria, Zimbabwe, Costa de Marfil, Marruecos, Argelia, Túnez y un muy largo etcétera, demuestran desgraciadamente que todos los sistemas sin excepción son un fracaso redondo en todos los sentidos. Después de milenios de “civilización” y “evangelización”, la canibalesca ley de la jungla todavía prevalece.

La meta del kosmocismo:

La primera meta del kosmocismo radica en la obtención de la libertad intelectual individual es la liberación del pensamiento cárcel-religioso-mágico-político, liberarse, sobre todo, de los dogmas, de las instituciones religiosas y políticas Dicha liberación equivale a sacarse de encima todos los imperativos que hacen del ser humano una suma de roles que lo coaccionan. El ser humano es libre a partir de un nuevo horizonte que nada tiene que ver con la injusticia y la ceguera del mundo del infame rebaño teísta y su perversa cúpula política. El creyente militante es cómplice y es parte integrante de la bandada de los mediocres, de los obsesionados, de los fanáticos y de los explotadores. La libertad está anulada por el Estado, los gobiernos, la burocracia, las élites, las Iglesias, los creyentes, las academias, las instituciones, la sociedad comerciante en general, y, por ultimo, por la cobardía de la mayoría de los seres humanos debido a que su templo es el de la de la ignorancia, del egoísmo, de la parálisis mental, de la mediocridad, del conformismo y del inmovilismo, pero sobre todo, por el venenoso y ciego afán demencial de poder y dinero; poseer, tener, explotar y dominar a los demás, sin tomar en absoluto en cuenta las consecuencias. Después de mí el diluvio…Insensibilidad social que se ha transformado en un anti-humanismo radical, la asombrosa y espeluznante carnicería en Irak es la prueba de ello.

Lo que plantea el kosmocismo es la eliminación de las creencias indiscriminadas, preconiza el fin de todos los mitos fantasmales que habitan nuestra condicionada y endeble imaginación. Se trata de romper las cadenas y de cuidarnos, de no caer en las trampas que el clero y los grandes iluminados inventaron para mantener a las poblaciones en la mediocridad y en la vil sumisión. Los creyentes nunca serán libres, estarán siempre anclados a su mediocridad, a su limitación mental, a su excesiva fantasía y a su aterrador miedo. El mundo de los creyentes es un mundo condenado de antemano, un mundo castrado y sin horizontes, un mundo “seudo-maravilloso,” pero fatalmente condicionado a la muerte previa de los creyentes. Para ensalzar la mediocridad y el caos, los creyentes celebran con entusiasmo, pasión y espantosa crueldad, su terrible fanatismo y fundamentalismo religioso; hacen patente con arrogancia y ostentación su increíble masoquismo y sadismo, con una sangre fría verdadera y francamente escalofriante. Necrofilia máxima. ¡Cuidado!, aquel que lea este trabajo debe saber que todos los creyentes, sin importar qué religión profesen, son seres categóricamente peligrosos y depredadores y a los que no creen que así es, les ruego que estudien seriamente la historia de las religiones antes de opinar alocadamente, lean también el extraordinario libro titulado “El testamento” del culto Jean Meslier (1733), y el asombroso libro de Karlheinz Deschner (1987) titulado “Opus Diáboli.”

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Más ignorante, más creyente. La creencia es una mercancía para el clero, es la garantía del modus vivendi de los curas, padres, pastores, rabinos, mullhas, monjas, etc. etc. Todo un sistema monopolístico vive a expensa de nuestras creencias (el diezmo, las donaciones, las limosnas y el pago de los rituales), ¿a cambio de qué? Las religiones teístas son religiones de la negación y del deber totalitario para ignorantes, pero son un excelente negocio para los astutos y voraces vivales. De otra manera ¿cómo justificar tantos siglos de mentiras, patrañas, ficciones y fábulas, sin la ayuda económica de millones y millones de ignorantes y de interesados en mantener el status quo?, el teísta es un ser que odia la ciencia, la filosofía, la realidad, el pensamiento libre, la materia, el conocimiento y, sobre todo, la libertad y la vida. Su mente está cerrada al saber. ¿El evolucionismo?, imposible; ¿el poligenesismo?, imposible; ¿La geología, una disciplina fiable?, imposible; ¿Una etiología racional?, imposible; ¿el heliocentrismo?, imposible, etc. etc. La ciencia comprueba a diario que todas las religiones fueron construidas sobre colosales falsedades, ficciones, alucinaciones y sobre intereses terrenales bien concretos de unos cuantos. La verdad es que un mono de circo es más inteligente que los creyentes que creen firmemente en los ángeles, en los espíritus malignos y en las fantásticas fábulas que les fueron inculcadas arbitrariamente desde su más tierna infancia en sus mentes frágiles e inmaduras.

Los manipuladores y los vivales marrulleros clericales pretenden imponer por el terror, la amenaza, las falsas promesas, el castigo y el fuego eterno, los dictados de pretendidos e imaginarios dioses que nacieron de mentes humanas muy perversas, radicalmente extremistas y extremadamente enfermas. Un ser inteligente no puede seguir inocentemente con este trágico teatro ni debe participar en esa grotesca y desastrosa comedia que ha intoxicado a la mente humana desde el paleolítico y el neolítico y que sigue impunemente haciéndolo hasta nuestros días. La castración intelectual abunda en la literatura teísta. El misoginismo de las Iglesias es muy notorio, sin embargo las estoicas mujeres católicas no parecen incomodarse por esta terrible discriminación, segregación e insensato machismo. El “involucionismo” intelectual del ser humano empieza a partir del nacimiento del pensamiento mágico-religioso-primitivo. Cambiar lo real por lo ficticio, poder absoluto sobre el cuerpo y el “alma.” Milenios de comedia teatral religiosa han desencadenado en el seno de las civilizaciones una histeria dominada por una pulsión de muerte.

Este mundo ficticio que es el mundo religioso, ha causado un daño irreparable y sus terribles consecuencias afectan directa y profundamente a todo el género humano. La mitología teísta entre las manos del clero, de los tiranos, de los dictadores y de los autócratas, es la responsable de la sumisión irracional de la humanidad a las normas de los determinismos de las iluminadas y vívales jerarquías clericales. La creencia en lo sobrenatural y en los ejercicios rituales religiosos, que debería ser un asunto individual, interno, privado, íntimo y personal de cada individuo, cuando se vuelve público e institucional, se

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manifiesta como ideología dotada de aparatos gobernantes, de control y de propaganda. Por lo tanto, nadie tiene que tolerar las creencias religiosas cuyas finalidades son estrictamente de carácter político. Bien; ahora seamos objetivos, ¿dónde está la responsabilidad civil, social y política de la casta religiosa?, ¿acaso no son los creyentes responsables de las guerras, de los genocidios, de las hambrunas, de la destrucción, de la contaminación y de la deforestación del planeta?, ¿acaso no son los creyentes de los países desarrollados los que más compran sofisticados muebles hechos de madera preciosa?, ¿quién es más culpable: el leñador o el comprador? Más de cinco mil millones de creyentes en el mundo, ¿para qué, de qué sirve?, ¿qué acaso el Papa no debería ser sometido a un juicio por genocidio, cuando prohíbe en el nombre de su deidad, el uso del condón a los católicos o cuando condena el aborto en un mundo intolerable y peligrosamente sobrepoblado donde más de mil trescientos millones de personas carecen de lo más elemental, como, por ejemplo, el agua potable? Millones de seres humanos en el mundo están contagiados por el virus del SIDA, posiblemente morirán en condiciones realmente infrahumanas por carecer de medicamentos adecuados y demasiado costosos, centenares de miles están condenados a la muerte gracias a la extraña “moral” del jefe supremo de los católicos, que vive muy confortablemente en el lujoso y ostentoso palacio del Vaticano.

Los Papas, la curia y todos los que conforman la Iglesia Católica y las otras son responsables legal y penalmente. No más impunidad ni tolerancia para el clero pecador y pederasta. Aquí estamos refiriéndonos a la responsabilidad civil de todas las jerarquías religiosas sin excepciones. Muchos miembros “distinguidos y honorables” de la Iglesia promueven encubierta y clandestinamente en los seminarios la pedofilia y otras aberraciones sexuales cuya futuras víctimas serán las hijas o los hijos de los muy, pero muy inocentes, (para no decir estúpidos) creyentes que confían todavía en el sano equilibrio psicológico y emocional de los representantes de un supuesto dios de amor… ¿Será que los seminaristas y los curas neuróticos y pederastas confunden amor con perversión sexual? ¿Qué opinan de los sacerdotes pederastas que todavía no han sido denunciados y andan impunemente y sin conflictos morales ni culpabilidad entre nosotros? Más de 1000 acusaciones de abusos sexuales de menores por parte de 800 sacerdotes católicos en el año 2004. Kentucky, 120 millones de dólares que debe pagar la Iglesia católica por indemnización a las victimas de agresión sexual de parte de los sacerdotes, 100 millones de dólares (Orange Conty, Cal), 85 millones de dólares (Boston, Massachussets), etc. etc. Centenares de curas encarcelados por abuso sexual contra adolescentes y niños de baja edad. Ochocientos mil encarcelados en los Estados Unidos por pedofilia, el país más “creyente” del mundo. ¿Qué les parece? La tolerancia tiene límites, la impunidad no puede ser infinita, los delitos que se cometen en el mundo del César deben ser juzgados aquí; terrenalmente. Aquí en la Tierra, si comenten algún delito, (y vaya que los cometen), deben ser juzgados y castigados si es preciso, como cualquier infractor a la ley. La impunidad “celestial” no tiene jurisdicción en el mundo del César.

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Padres de familia no confíen a sus hijos a los lobos disfrazados de borregos. Cuídense y protejan a sus hijos de los sacerdotes, de los cardenales y demás religiosas o religiosos. También hay muchísimos sociópatas pederastas peligrosos que pretenden ser creyentes. Declararse cristianos, judíos, islámicos o budistas, no garantiza la calidad moral de aquellos que pretenden ser militantes de tal o cual religión. Por favor, padres de familia, por la salud mental y física de sus hijos no dejen a los religiosos acercarse a ellos. Los pederastas son peligrosos; en España actualmente se juzga a algunos pederastas por haber violado bebés de sólo algunos meses de edad. ¿Qué les parece?, un país muy católico, ¿no? ¿Francamente no cree usted que estos desquiciados enfermos mentales han traspasado los límites de las “preferencias-sexuales”? Ninguna religión es capaz de frenar la perversidad sexual y la amoralidad humana que cada día se enredan más y más en una espantosa y compleja red de infamias e increíbles locuras.

La religión y la política:

La simbiosis de la religión y de la política no es un accidente, es un acto premeditado y de conveniencia mutua. Aquí, ni los creyentes ni los militantes comunes tienen acceso, sólo la élite es la que manda y es la que dictamina lo que es razonablemente conveniente para obtener y proteger sus propios intereses. El político y el religioso tienen el mismo perfil; mentiroso, disimulador, hipócrita, malévolo, radical, extremista, necio, ladrón, estafador, corrupto, vicioso, degenerado y, sobre todo, seductor y manipulador. Todos los políticos están enfermos de política, y la política es como el poder; trastorna mentalmente a cualquier ser humano. Tenemos un montón de trastornados que deciden unilateralmente los destinos del mundo entero, personas desequilibradas mentalmente que nos gobiernan y dirigen las naciones con una pasión demencial y con un afán mesiánico delirante. Ahora bien, quítense la venda de los ojos, vean nuestro mundo cómo anda, y comprenderán que si estos enfermos mentales siguen al mando de las sociedades, nuestro destino será inevitablemente catastrófico. Para nuestro bien, debemos denunciar y rechazar tanto a los políticos, en especial aquellos que provocan las guerras, como a los religiosos, sobre todo a aquellos que bendicen las guerras, y a los magnates del gran capital, porque son los que pudren y gangrenan más y más a la ya desquiciada y muy castigada humanidad.

La humanidad no ha superado todavía su infantilismo, y antes de que suceda lo contrario, es evidente que tendrán que ocurrir muchos eventos y muchísimos cambios en el planeta, pero el mundo que han construido los “manda-más” y los amos de las economías y de las religiones, es un mundo que obviamente nunca cambiará, a menos que se generalice en todos los países una ruptura definitiva de parte de los individuos-ciudadanos, ya cambiados ellos mismos previamente, porque el tan anhelado cambio debe empezar por uno mismo. Sin este cambio individual ningún cambio real es posible, por lo tanto, si no cambiamos, sería ilusorio de nuestra parte pensar que los sistemas existentes con todo lo que representan cambiarían como por arte de magia. No solamente es imperativa la

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liberación individual voluntaria, sino que es necesario que los demás también se liberen y que desarrollen juntos un fenómeno autónomo y colectivo de liberación.

El mundo no va tan bien como lo pretenden los optimistas, es decir los “despilfarradores” de las clases privilegiadas (el mundo de los happy few, burbuja de la élite). Salta a la vista que la salud de la Tierra y la salud mental de la mayoría de la población mundial van en declive, la pobreza se extiende inexorablemente y crece a un ritmo alarmante, 3000 millones de seres humanos vivirán en ciudades perdidas (sin servicios) en el año 2050, el número de habitantes en las ciudades perdidas ha aumentado 50 millones desde 2003, en los países “desarrollados” 6.2% de la población vive en ciudades perdidas, en chozas o simple y llanamente en la calle.

Verán ustedes que no hay razones para ser optimistas en cuanto al terrorífico futuro que ya nos alcanzó y que año con año extiende sus tentáculos en todos los países de la ya agotada y moribunda Tierra. Dejad crecer a la población y a la pobreza, porque en ellas está nuestra riqueza. Sin embargo, a pesar de las evidencias y de la irrefutable obviedad de manipulación y explotación, la mayoría de los humanos haremos como si nada pasara, escucharemos con lágrimas en los ojos los bellos y poéticos discursos del Papa, las letanías repetitivas de los gobernantes, seguiremos indiferentes, insensibles, consumiendo con la misma avidez, la misma arrogancia y con la misma inconciencia, anhelaremos comprar inocentemente un 4x4 del año sólo para presumir al vecino, etc. Seguiremos creyendo en las fábulas religiosas, en los cuentos de los libros “sagrados”, en las eternas mentiras del clero, en las malévolas y embusteras farsas políticas. Seguiremos votando estúpidamente como ignorantes y conformistas por los eternos sedientos de poder que siempre se han empeñado en destruir a la naturaleza; y manipular y engañar a los más débiles.

Debemos comprender que no habrá ni puede haber cambios si las mentalidades inducidas y moldeadas por la clase dominante nos obligan a pensar de la misma manera y no diferentemente. Deberíamos recordar a cada instante que son los poderosos los que han establecido las reglas del juego en el mundo entero, fueron ellos los que escribieron las constituciones y las leyes, no fue el proletario, ni los mendigos, ni los marginados ni los sin techo y menos aún los excluidos. El Estado nunca cambiará sus estructuras ni su mentalidad burocrática, y menos aún su “honorable” institucionalidad, porque aquéllas son las garantías de sus inmensos privilegios, pero en ningún caso los de la mayoría. Las instituciones están al servicio de los gobernantes, no de los gobernados. La justicia para los pobres no existe, los que gozan de impunidad por medio de la “in- justicia” son los que pueden pagar con dinero sucio, en la mayoría de los casos, a los corruptos y voraces abogados exuberantes sumas de dinero. La justicia para los pobres está ciega y sorda; centenares de miles de inocentes actualmente están pudriéndose en las cárceles gracias a la ceguera y al desdén de los muy “honorables” e “incorruptibles” jueces. La “justicia” entre las manos de jueces corruptos está podrida al igual que el sistema que los sostiene.

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Democracia; otra trampa del sistema de poder. Oposición; un vil engaño, derecha, izquierda, demócratas, republicanos, etc. En sus praxis políticas no hay ninguna diferencia entre ambos. El poder es la meta. La coexistencia de la derecha y de la izquierda manifiesta una “conciencia política” que se traduce por un pluralismo colaboracionista. La globalización impuesta por la elitocracia internacional domina ideológicamente a la izquierda caviar. Gracias a la complicidad de la izquierda, la guerra entre: liberal y social terminará con el triunfo de lo liberal. Continuación del Statu-quo del sistema camaleonesco que se acomoda con gran facilidad a los gobiernos, sean de izquierda o de derecha. Nada cambia, sigue la ilusión y la estrategia de la zanahoria de parte de los gobernantes. Nada cambiará si no cambiamos nosotros primero. Los que gritan en las calles, cambio, cambio, cambio, no están dispuestos a cambiar ellos mismos, piden el cambio sí, pero de los otros, y además el cambio tan solicitado debe forzosamente corresponder a sus intereses políticos o económicos. Las concesiones no son su fuerte. Debemos todos sujetarnos a su visión única del mundo, todos tenemos que ser católicos, protestantes o islámicos, de la derecha o de la izquierda, etc. etc. También los lideres sindicales son unos charlatanes, espías y traidores de la desahuciada clase trabajadora, sus “reivindicaciones” alimentan más al sistema de lo que fortalece el reclamo de justicia social de los ilusos agremiados.

Las “oposiciones” son más artificiales que verdaderas, son las locomotoras de los sistemas, ellas garantizan la continuidad de la gran maquinaria institucional y burocrática que protege y fortalece al Estado y a sus instituciones, no al ciudadano ni a la sociedad. El Estado y los sistemas están al servicio de los poderosos y ellos no están dispuestos a cambiar nada. Voten como voten; derecha, centro, izquierda, nada cambiará. Que los demás cambien a nuestro modo de vivir, pensar y actuar. Globalícense con nosotros, consuman frenéticamente, sin límites y sean felices, los ricos y los “honorables” gobernantes, incluyendo a los corruptos y conspiradores senadores y a los vivales y traidores diputados, les estarán muy agradecidos. Hagamos todos como si viviésemos en el país de Oz. En la tormenta cerremos los ojos y dejemos complacientemente que el Poder proteja y favorezca a quien menos lo merece. Seamos partícipes felices y voluntaristas de la increíble, grotesca y pérfida conjura.

¿Qué gana usted al declarase ateo si milita en un partido político? De todos modos es creyente de una ideología. Es sabido que es el creyentismo formal el que obliga al ser humano a una determinada conducta y forma de pensar que obligatoriamente está relacionada con los términos impuestos por la misma ideología. Ser creyente religioso o ideológico es definirse como enemigo de la libertad y de la no-evolución. ¿Es usted un promotor de la continuidad del status quo impuesto por la clase gobernante o por el clero? Si lo es, entonces es usted, sin duda, un enemigo de la vida.

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Según el concepto kosmocista, se trata de vivir sin creencias, sin dioses, sin doctrinas, sin ideologías sin burocracias ni Estados-autoritarios, que atan a los seres humanos con cadenas inquebrantables. Liberarse es el reto que cada uno de nosotros debemos afrontar; si no tenemos las ganas ni las facultades, los medios o la inteligencia para empezar el proceso individual de liberación, entonces dejémonos de filosofar, votar, opinar, divagar o especular sobre los asuntos del mundo y mejor dediquémonos a ver el fútbol, a las truculentas telenovelas, a las películas pornográficas, jugar al dominó o a la baraja, etc. (Panem et circenses). No hay mejores remedios para aliviar nuestros males que la resignación, el conformismo y la ceguera mental. La indiferencia y la conformidad son los mejores cómplices de los responsables que hacen que la Tierra se vuelva gradualmente un verdadero desierto. Esos enemigos de la vida son responsables del quebranto de la sociedad, de la escalonada des-solidarización y de la des-socialización entre los seres humanos. El individualismo radical es exacerbado por el liberalismo. Tener mucho y comprar siempre es la llave de la felicidad, no importa el costo, no importa si implica la extinción del género humano. Si no hay un drástico cambio de dirección en la conducta humana, es evidente, según el diagnostico de muchos científicos, ecologistas e intelectuales, que pronto llegaremos al final de nuestra hasta ahora infortunada aventura.

Son los grandes patrones expansionistas del capitalismo mutante, (léase los ricos) quienes modelan el mundo según sus intereses. ¿Cómo vivir el capitalismo sin trabas y en toda libertad?, globalizando el capitalismo universalmente. La brutalidad ideológica, la intolerancia intelectual, el chantaje económico, la explotación, el desprecio hacia los demás, son las armas favoritas de los dueños del mundo para someter a la humanidad a sus reglas implantadas según los valores de la gran familia capitalista mundial. Meta colectiva inculcada; el consumismo masivo (el consumo-masivo-popular), que alimenta vitalmente todo el sistema financiero internacional. Son los consumidores los que alimentan y fortalecen las estructuras financieras que, por lo general benefician mayormente y directamente a los patrones, a los inversionistas y a los dueños anónimos de capitales. ¿Estaría usted dispuesto a reducir su consumo en un cincuenta por ciento? Los histéricos, neuróticos y obsesivos del consumo son los que contribuyen directa y principalmente a la decadencia moral, a la injusticia, a la discriminación social y a la destrucción de nuestro planeta. Cuidado, no perdamos nuestro tiempo en echar la culpa a los ricos; los ricos hacen lo suyo y desgraciadamente lo hacen muy bien. Ahora la pregunta es: ¿hasta cuándo decidiremos hacer lo nuestro? Los ricos defienden esmeradamente sus intereses, ¿el pueblo qué defiende?, ¿tú qué defiendes?

Si logramos cambiar y liberarnos, entonces es posible todavía vislumbrar un nuevo horizonte, mientras tanto nada es posible, todo es ilusión, es seguir a ciegas el camino que lleva a ninguna parte; es contribuir con un fatalismo y un nihilismo mórbido a la locura colectiva, a la decadencia, al caos, al desistimiento a la vida o, tal vez, a una loca insurrección popular que provocaría una brutal y radical represión patrocinada por los amos del mundo. Debe quedar muy claro en

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nuestra mente que si no cambiamos, nada en absoluto cambiará. Si cambiamos, todo es posible, porque sabemos que la determinación de un objetivo permite a cada uno de nosotros saber dónde, cómo y en qué dirección avanzar.

La nueva estrategia de los amos del mundo, apoyado por los amos de las religiones, por los políticos y por los traidores dirigentes sindicales, aliados incondicionales de la clase patronal (co-gestionarios), que renunciaron complacientemente a cambio de dinero y prebendas a las verdaderas reivindicaciones de la clase trabajadora (diálogo y consenso), radica en aniquilar gradualmente a la clase obrera, privatizar todos los servicios públicos, eliminar totalmente lo social y las jubilaciones, quitarles su trabajo y sus raquíticos salarios. Reemplazar al obrero por máquinas, la completa automatización es el sueño dorado del industrial. Bajo el régimen de la globalización el destino de la gran mayoría de los trabajadores es la calle, las ciudades perdidas, penurias, hambre, mendicidad, prostitución, insurrección, marginación o el suicidio colectivo. Los poderosos anhelan la nulificación y la marginalización total de la clase trabajadora. ¿Qué harán los obreros? ¿Qué harán los miles de millones de desempleados, de marginados, de sin techo, de sin salario y de hambrientos, cuando las legitimas reivindicaciones sociales ya no tengan eco? Lógicamente, se presenta la oportunidad para los individuos y para los grupos organizados, de realizar venganzas anónimas y terrorismo espontáneo, salvaje y clandestino (despojado de ideología y sin afán de poder), dirigido contra la casta dorada y contra sus bienes que, histórica y tradicionalmente durante siglos, han arrinconado, manipulado y odiosamente abusado de las clases menos favorecidas. Sí el hambre es mala consejera, la desesperación de los marginados, los excluidos y de todos los que nunca llegarán a satisfacer sus necesidades primarias, abre las puertas a acciones impredecibles, insospechables y extremadamente peligrosas. A pesar del empalagoso canto de sirena del pulpo planetario neoliberal, a pesar de sus “revoluciones” industriales, tecnológicas, cibernéticas y energéticas.

A pesar de las promesas huecas de cambios y de astutos e innumerables malabarismos políticos tanto de la derecha como de la izquierda, nada podrá impedir el holocausto de la humanidad, debido a la necedad de los ilegítimos amos del mundo, dueños de exorbitantes y vergonzantes fortunas hechas con el sudor y la sangre de los demás (y del consumismo masivo inducido). Gracias también a la complicidad, a la apatía, al conformismo y a la ceguera de todos nosotros. Mantener a los ricos en la riqueza atesorada a base de explotación, de robos, de fraudes, de sobornos y de corruptelas, es un mega-asunto que concierne a todos y todos sin excepciones somos responsables de esta trágica y fatal realidad.

La libertad-que-libera está muy lejos, y lo estará aún más, si no concientizamos previamente en qué clase de funesto pantano estamos todos sosamente atascados. Podemos esperar inútilmente otros dos milenios, evidentemente nada garantiza que la Tierra aguante todo este tiempo o que no habrá un evento imprevisible de naturaleza ecológica, provocado por los industriales, que podría aniquilar

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súbitamente a toda la raza humana o bien podemos empezar desde ahora a pensar en cómo invertir la pirámide y cambiar las reglas del juego, quizás podríamos comenzar por quitarnos la venda de los ojos y preguntarnos muy seriamente ¿Por qué el mundo es así y quiénes son los culpables? Una vez bien identificados, la segunda pregunta gira imperativamente alrededor: ¿qué debo hacer al respecto? No basta concientizar y diagnosticar la condición general del mundo, y haber descubierto a los culpables, cruzarse de brazos y cerrar los ojos no sirve para nada. ¿De qué sirve “filosofar” teóricamente sobre la miseria humana o sobre la situación caótica del mundo sin compromiso ni militancia, sea individual o colectiva? Lógicamente, nada es posible sin compromiso; garantizamos y sostenemos la continuidad del modelo que animaliza sórdidamente al ser humano. Recuerden que la visión del mundo está hecha convenientemente a la medida de la elitocracia y que ésta moldea el mundo según sus propios intereses y, ciertamente, jamás a los del pueblo. Bien, los ciudadanos tienen varias opciones; hacer como si nada pasara, es decir como lo hacemos actualmente, condenados a la postura “avestruziana”, no vemos ni oímos nada. Podemos seguir idolatrando estúpidamente a nuestros enemigos naturales o podemos, para empezar, abstenernos de votar para manifestar nuestra inconformidad y nuestra desconfianza hacia los gobernantes y los sistemas. No solamente el hombre vive de pan sino también de ilusión. Sin embargo, sabemos perfectamente bien que la ilusión no llena el estómago, el pan sí, aquel que se nutre de ilusión vive en un mundo totalmente diferente al que se nutre de pan, casualmente los ricos se nutren de pan; los pobres de ilusión. Mientras que las sociedades conformes y pasivas continúen comiendo ilusiones, los ricos seguirán placidamente consumiendo pan y el clero, feliz, seguirá bendiciéndolos por los siglos de los siglos.

Los kosmocistas somos realistas, más que idealistas, somos pragmáticos, más que utópicos, la “filosofía” kosmocista no es nihilista, ni ácrata (creemos en las instituciones, pero sólo en las que liberan, creemos en la libertad, la que libera, creemos en la democracia, la de la ciudadanía). El kosmocista dista mucho de ser idealista, o utópico. Declarase enemigo del elitista hegemonismo ideológico y económico de la derecha o de la izquierda, es rechazar la castrante dominación teísta, es evidenciar la chauvinistica tecnocracia supranacional, es denunciar el consumismo bulímico y salvaje, es rechazar la absurda nigromancia. Evidenciar la corrupción institucional, condenar el modelo neo-liberal del imperialismo-capitalista-internacional, criticar a las cabezas sindicales que venden a los patrones la “paz laboral” es ser realista.

Apoyar a la contestación social y a la disidencia cultural, no es ser idealista o utópico. Favorecer la coordinación ciudadana no jerárquica que estimule la iniciativa creadora del individuo para su liberación, transformar el deseo de libertad en necesidad real, evidenciar abiertamente a los responsables de la destrucción ecológica del planeta y por ende la del género humano, criticar acertadamente a las maniobras clandestinas del conjunto militaro-petrolero, condenar al militarismo y a la carrera armamentista, denunciar el deterioro ecológico del planeta. Colocar letreros en el camino del ciudadano-individuo,

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con el fin de prevenirle de los riesgos de accidentes y de los graves problemas que indudablemente se presentarán a lo largo de su peligroso viaje por este mundo absurdo, sembrado de innumerables e intencionales obstáculos, no es ser idealista o utópico. Los idealistas son los creyentes con sus presuntuosos sueños de ocupar cómodamente una butaca de primera fila en el “paraíso” bíblico o coránico, después de muertos. Los utópicos son los que piensan que van a seguir explotando despiadamente a sus semejantes perpetuamente. En un mundo ideal y perfecto, lógicamente, no habría necesidades de cambios, por desgracia nuestro mundo necesita para poder sobrevivir y seguir adelante de muchísimos, profundos y muy serios cambios. Desde hoy participemos todos, directa o indirectamente, en idear estos cambios, aunque sea con un granito de arena para contribuir y ayudar a la construcción del nuevo edificio, donde la humanidad entera podrá encontrar cobijo sin necesidad de pagar un tributo desmedidamente elevado e indigno. La libertad no significa la libertad de explotación, no significa para los kosmocistas que debamos forzosamente sacrificar todo en aras del ascenso social o que debemos inevitablemente mortificarnos para conseguir obligatoriamente un estándar de vida más elevado o luchar frenéticamente por acceder a la propiedad; todo aquello a la larga conduce a la degradación física y mental del individuo, conduce irremediablemente a la persona-kleenex, al ser humano desechador y a su vez desechable.

Esta carrera enloquecida de desear siempre más y más lleva a la frustración, a la desesperanza y a la locura. Nadie está obligado a imitar al Jet Set, ni copiar sus modales o sus “valores”. Este pequeño y ridículo mundo mundano, excéntrico, sofisticado, esnob y arrogante de los happy few de sangre azul, ha contribuido durante siglos a la decadencia moral e intelectual de una clase social que debe concientizar ya que su “mejor” época ha quedado en el pasado. La ridícula realeza, la pedante nobleza y la engreída alta burguesía, con su respectivas cortes bufonescas y lamebotas deben entender que los tiempos han cambiado y que su presencia y razón de ser, ya no es necesaria; esta clase paradójica y saprofita por naturaleza es el tenebroso paladín de una vergonzante, bárbara y piratesca época que ha infligido en el corazón de la humanidad profundas e incurables heridas.

La libertad-que-libera, según el concepto kosmocista, confronta a cuatro aterradores y poderosos enemigos, el primero la Religión, el segundo la Ideología, el tercero el Poder y el cuarto la Economía. La Religión: sea cual fuere, católica, protestante, islámica etc. como institución bajo el mando y el control del clero, es más una herramienta política que espiritual. La estructura institucional religiosa necesita para existir de la credulidad, del fideísmo y de la aportación monetaria de los creyentes sin olvidar la enorme y condicional ayuda económica que le brinda el Estado. La Ideología: las ideologías del pasado y del presente han demostrado en su praxis que sólo benefician a un grupo reducido de personas injustamente favorecidas, es decir que la mayor parte de la distribución de la riqueza queda entre las manos de los miembros selectos de la élite, oséa la clase social más privilegiada de la sociedad. El Poder: el poder no pertenece al pueblo, el poder se halla entre las manos del “Estado-pantagruel”, cuyos verdaderos amos son los poderosos, es decir la elitocracia en su conjunto.

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El pueblo no gobierna, de él sólo se requiere que pague los impuestos, que consuma ciegamente, que vote sin saber el porqué y que trabaje arduamente sin remilgar (casi gratuitamente) y que no se entrometa en los asuntos del gobierno. El poder del Estado, por medio de los (militares-policías-y-matones), está para aplastar (“democrática y constitucionalmente”) al pueblo si se atreve a exigir algunas demandas que perjudiquen el bienestar de los exquisitamente privilegiados gobernantes. El cosmético vocabulario del Estado es estrictamente axiomático, es decir carece del valor de comunicación, su lenguaje es el de la intimidación. La economía, gerenciada y controlada por la banca, la bolsa y por los dueños y accionistas de los grandes y medianos capitales, beneficia primordial y generosamente a los poderosos, escasos beneficios aporta al grueso de la población (distribución in-equitativa de la riqueza).

Un pueblo sin Estado es un pueblo libre; el Estado (al servicio del poder), tal como lo conocemos, usa la coerción y la fuerza como medio de dominio, frena y controla a los ciudadanos con el objetivo de limitar su libertad y de reglamentar sus actividades; usa el terror para controlar a la sociedad. Este Estado-capitalista (defensor de la autonomía del poder económico y garante de la dominación), es producto de la mundialización del capital y de la supremacía de las multinacionales, debe ser substituido por un nuevo modelo de Estado, un Estado-administrativo, más que ejecutivo, donde el parlamentarismo y los centralismos institucionales no tienen cabida. La sociedad debe neutralizar a los halcones, a los dictadores en potencia, y al despotismo “caciquil-sherifiano,” La libertad-que-libera: El camino hacia la libertad-que-libera es arduo, difícil y requiere de muchos sacrificios, está sembrado de desafíos, de dificultades y de muchos peligros. Requiere de madurez emocional, ciertas aptitudes intelectuales y de un sano equilibrio psicológico. Es un paso de lo ilusorio a la realidad, del egoísmo a la generosidad, del narcisismo a la empatía, de la maleficencia a la beneficencia, de la ceguera terrestre a la visión kosmica, del integrismo religioso al neo- universalismo laico, de la oligarquía a la democracia, de la parálisis al vigor, del conformismo a la disidencia, de la rivalidad a la cooperación, de la dominación a la autonomía, de las deidades al hombre, de los tiempos míticos a los tiempos históricos, de la ignorancia a la sabiduría, de la inconciencia a la conciencia y hablando en términos cosmológicos, del caos al kosmos.

La libertad del ser humano se verifica en una sola acción: en la realidad de la ineludible responsabilidad de elegir entre opciones. La verdadera y vergonzante tragedia de nuestras sociedades modernas conformistas estaría no en decidir, sino en eludir cobardemente las elecciones. Nada de fatalismo o beatitud espiritual; incumbe a cada individuo cierto compromiso histórico que implica el abandono definitivo del “paraíso” de los arquetipos teístas, en orden de evitar la disolución final de este mundo crepuscular, en el cual casi toda la humanidad vive acosada por un “terrorismo” impuesto desde el Estado-Moloch al indefenso ciudadano. Terror inducido a propósito por los poderosos, que, finalmente, conducirá a la

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desesperación que todavía no está muy evidente para la gran mayoría de los miembros de la actual sociedad moderna confundida y cegada por el consumismo salvaje e intoxicante. ¿Cómo contraatacar este imperio?, con la libertad-que-libera, libertad creadora por excelencia, la que confiere plena autonomía intelectual a todos los individuos sinceros y coherentes con ellos mismos, capaces de encarar un kosmos de libertad desde perspectivas y ángulos radicalmente nuevos. Cada uno de nosotros debemos perfectamente concientizarnos de que el ser humano está acercándose peligrosamente al borde del precipicio, y que poco le falta para caer en él. Debemos comprender de una vez por todas, que con los modelos actuales que gerencian nuestras vidas no hay escapatorias ni salvación. Creo que la aventura humana despojada del instinto de lo esencial y que chapucea inocente y alegremente en la fuente de los ideales-espejismos (religiosos o de otra clase), está llegando a su fin; debido principalmente al colosal cúmulo de naderías, futilidades, engaños, charlatanismo que prevalecen en nuestras sociedades. Que la agonizante humanidad está llamada a desaparecer, es más que probable; inmersa en lo ficticio, sustituyendo constantemente una ilusión por otra que consigue que las mentiras se transformen en “verdades” universales, que no son más que falsas “verdades,” que llevan inexorablemente a la nada.

La humanidad se ha vuelto estéril y nula debido a sus múltiples, y sórdidas inspiraciones e ideales religiosos, donde los delirios, las quimeras y las patéticas histerias transcienden la esfera de la razón. La libertad, la que no se reclama de ningún mito o dogma, de ningún determinismo o fundamentalismo teológico; la que no se pierde en los retorcidos laberintos mentales de los sarcásticos lunáticos derechistas o izquierdistas, la que no sucumbe al delirante frenesí místico o ideológico; es la libertad kosmocista, ella comienza donde termina el Olimpo. El kosmocista, escultor de sí mismo, no persigue lo inalcanzable, ni proyecta suministrar directrices morales, ni planea la edificación de una ética absolutista, ni desea ser esclavo de sus deseos, no ambiciona construir un nuevo mundo con las mismas piedras del mundo de ayer. No pretende ser poseedor de un conocimiento superior. El kosmocista insiste en que el problema de la libertad debe plantearse dentro de la filosofía en el mismo sentido que en las ciencias. El kosmocista no puede hacer más que buscar con la ayuda de sus conocimientos empíricos y teóricos las formas más adecuadas para su liberación.

El kosmocista está dispuesto a hacerlo con tanta perseverancia como sentido de autocrítica; dispuesto siempre a emprender continuamente, a pesar de los innumerables e imprevisibles obstáculos, nuevos intentos, indispensables aquellos, para la labor de su liberación. No debemos cometer la falacia de creer que la lucha por la libertad depende de la autoridad de un ente sobrenatural, de un Mesías, de un profeta, de un gurú tibetano o de un fakir de la India; depende exclusivamente de nosotros mismos, de nuestros propios objetivos, esfuerzos, experiencias, de nuestra fuerza de voluntad, de nuestro equilibrio emocional y psicológico y, particularmente de la confianza depositada en nosotros. Dos mil años de irracionalidad y de confusión universal nos contemplan desde la altura de la soberbia de la elitocracia, que se condesciende en “re-fábular” cíclicamente las

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“realidades” del mundo para hacernos navegar plácida y tranquilamente en el inmenso océano de la ilusión. Los poderosos, a través del engaño, han conseguido que los humanos se destruyan, se exterminen, se exploten, se engañen y se roben entre ellos en el nombre de falsos ideales: el último, el neo-liberalismo-globalista, es decir la americanización del planeta. El “American-dream”, el casi “European-dream” y, próximamente, en el escenario mundial, el último sueño, el “Chinese-dream”, que seguramente precipitará a la humanidad entera en la desesperación y la locura. Estos “sueño-espejismos,” inventados y organizados por las elitocracias nacionales e internacionales seducen a todos los ciudadanos bobos y en especial a los bobos consumidores. Sin embargo estos sueños-narcotizantes que nos venden los mercaderes de la siempre lejana e inalcanzable “Tierra Prometida”, no lograrán apartanos del camino que nos hemos trazado. No participaremos en la construcción de sus perniciosos y degenerados sueños que han vuelto la vida irrespirable.

El corazón del kosmocismo.

A partir del invento de las primeras flechas de silex tallado (gesto-transformado en objeto) la humanidad entra en la historia y a partir de la fabricación de herramientas, se introducen en su existencia eventos históricos, algunos asombrosos y otros muy desoladores. Pero, desde la Primera y Segunda Guerra Mundial, su situación general empeora, se ensombrece y, a medida que transcurre el tiempo, podemos observar que el infortunio de la siniestrada humanidad del siglo XXI no cesa de crecer. Múltiples son los factores responsables de esta crítica y peligrosa situación, en la cual se encuentra inmersa la civilización moderna. Mirémonos vivir y comprenderemos quizás el por qué de nuestra mezquina e incoherente vida, sea individual o colectiva. La naturaleza humana no ha cambiado a pesar de las religiones, teocracias, revoluciones, dictaduras, monarquías, modelos derechistas, izquierdistas y democráticos, etc. Poder-dinero-sexo-adicciones-envidia-celos-explotación-violencia-dominación-perversiones-criminalidad-delincuencia-pasión-obsesiones, siguen siendo las manifestaciones y las referencias más características de la conducta humana que, según las circunstancias, se acentúan o diminuyen. Cuidémonos de los fenómenos circunstanciales.

Las democracias retroceden y las fuerzas represivas del Estado se fortalecen y se tecnifican más y más. Muchos Estados “democráticos” practican la tortura y violan los derechos humanos permanentemente sin suscitar demasiadas protestas de parte de la ONU (organismo bajo tutela norteamericana). El mundo se ha vuelto inhabitable porque sus élites neciamente han negado la creación de una nueva ética, una nueva moral, han escogido los extremismos y los determinismos ideológicos, religiosos y económicos, como modelos universales y estáticos de vida. Han negado e impedido la construcción de una nueva cultura que apunte hacia una gran visión universal, solidaria y horizontal del futuro.

Desgraciadamente, los miembros de la elitocracia sólo favorecen la cultura que fabrica comportamientos consumistas y egoístas. Estamos convencidos de que el remedio en contra de esta visión totalitarista y retrógrada de parte de esos hijos de Aarón y de Moloc, es un radical cambio de rumbo de la asombrosa, prodigiosa y desafortunada aventura humana. Las sociedades han pasado por muchas ideologías para aterrizar hoy

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en el neo-liberalismo, pero no han logrado modificar significativamente su modo de vivir y de pensar, sus finalidades son las mismas: Tener-poseer-dominar-delinquir, porque así lo requiere el modelo que le fue impuesto por los poderosos. Es la verticalidad y la mentalidad conservadora de los ricos la que impide que la armonía social se establezca en el corazón de las sociedades.

Una vez más, hay que destruir los ídolos y quemar los dioses de madera, de piedra y de ilusión, hechos por los hombres. Una nueva página de la historia de la humanidad está por escribirse, depende de la voluntad de cada uno de nosotros para escribir en ella un nuevo capítulo donde el realismo prevalezca sobre la fantasía mágica. El mundo del mañana es el mundo de la verdadera libertad, (libertad-total). El mundo de hoy es el de las calamidades, del oscurantismo, la corrupción y el engaño. Es el mundo de los teístas y de los parásitos que viven a expensa de los demás, de los que tienen miedo a la realidad, de los que no quieren abrir los ojos, de los necrófilos y de los avorazados. De los iluminados, de los enfermos mentales que oyen voces que les ordenan invadir Irak, Afganistán, etc.

Quiero aclarar ante ustedes que no me considero un espadachín quijotesco que lucha contra inexistentes fantasmas, duendes y gnomos. Me complace informarles que no vivo en el reino de Narnia fundado por el sabio león parlante, Aslan (C.S. Lewis). No pretendo proporcionarles armas y municiones para destruir el modelo dominante y sus instituciones. Tendrán que ingeniar sus propios métodos y medios para conquistar su libertad. Mi principio es el del no sometimiento ante los poderosos ni traicionar a los débiles, pero como mi compromiso es con la libertad, quiero sugerirles algunas alternativas para que los desfavorecidos conquisten su autonomía y logren su liberación. No soy creyente o político, porque no soy adherente a ninguna ideología o teología, soy amante de la libertad. Soy anti-teísta porque nada está en su lugar y porque el teísmo es una basura. No voto porque soy un abstencionista convencido que ningún político es merecedor de mí voto.

Delimitar conciente e imparcialmente lo pasivo y lo activo y escoger la opción: ser pasivo o ser activo y participar a través de la acción en su propia liberación. Estas preguntas van dirigidas directamente a ti: ¿Eres pasivo o activo? ¿Eres actor o espectador? ¿Tienes la voluntad de liberarte? Si eres sólo espectador difícilmente desearás vivir en un mundo libre o en una nueva sociedad y, por supuesto, desearás muy convenientemente la continuidad del caótico laberinto que nos arrastra por un arriesgado y difícil camino que finalmente no tiene salida. Si por fortuna eres un creador, un actor, entonces tu tarea es diferente.

Mi mundo, desde una perspectiva realista-empírica- objetivista, es el de la realidad, el de la cotidianeidad que experimento en carne propia permanentemente. La vida real es mi mejor consejera y maestra. Es la realidad y las experiencias de la vida vivida las que me motivaron a liberarme de las creencias teológicas e ideológicas que me tenían sumergido en la vulgaridad espiritual. He decidido despedirme del último dios que sólo ha servido continuamente de pretexto para que los tiranos, la élite, el clero y los creyentes impongan a los demás su dogmática y unilateral visión del mundo por medio de la fuerza, del terror y por un incesante, perverso y sofisticado proselitismo. Yo, a pesar de las trampas, de los seductores y múltiples cantos de sirena y de innumerables vicisitudes y penalidades, he logrado liberarme. He escogido la libertad como acompañante en mi viaje por la vida.

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La “filosofía” kosmocista:

El hilo conductor, el alfa y el omega, el punto nodal donde se concentra toda la filosofía kosmocista, es:

A).-En el ser humano, su yo interno y su actitud ante la vida, los otros, la libertad, la ecología, el universo, el presente y el futuro.

B).-En el paso del ser humano preso de sus creencias (religiosas-políticas-económicas), al ser humano liberado de ellas.

C).- En la invitación a abandonar la doctrina y la teología teísta por carecer de fundamentos científicos y racionales.

D).-En el rechazo de la cultura dominante que impone ideas fijas y estándares de vida patológica, que ofrece sólo horizontes cerrados y establece dictatoriales modelos de consumos a escala planetaria.

E).-Pasar del primer género de conocimiento al tercero.

F).-Neutralizar las tendencias a la personalización del poder, a la manipulación de la opinión pública, al fortalecimiento de la burocracia, a las corporaciones policíacas, al aparato militar y a la negación y marginación del ciudadano.

G).-Liberarse de las exigencias de carácter político; el kosmocista no hace el juego a la política tradicional, se libera de ella.

H.-) Denunciar los dictados del sindicalismo bobo cuyo único papel debe limitarse a defender al trabajador y no mezclarse con asuntos políticos ajenos a la defensa específica de los trabajadores sindicalizados. Los obreros ya no pueden continuar creyendo que los sindicatos son para defender sus intereses, los sindicatos de hoy están del lado de los explotadores, no del de los trabajadores.

Desde el mundo real, conozco muy bien a mis verdaderos enemigos y a los depredadores del planeta Tierra, conozco a los políticos, que con sus interminables e hipócritas discursos “legitiman” sus devastadoras acciones. (Guerras, golpes de Estado, invasiones, fraudes electorales, genocidios, etc). Sé que lo políticamente correcto es incorrecto; sé que las Iglesias pretenden hacerse pasar por castas y santas, pero no son más que ninfómanas desatadas que hacen empalidecer de envidia a las sexos servidoras profesionales. Creédme; estos siniestros personajes y las funestas instituciones vendedoras de sueños y de “esperanzas”, son reales y muy activas. Por medio de un gigantesco y perverso método (teológico-teísta), casi infalible, envenenan constantemente y al por mayor nuestras existencias. Juntos, forman un repugnante revoltijo de injusticias condimentado de odio social y racial. ¡Cuidado! nuestros enemigos son reales y están dispuestos a dar la batalla y a golpear salvajemente al menor pretexto. Evitemos inteligentemente la confrontación. No queremos servirles de pretexto para que se desate la furia de esos bárbaros contra nosotros.

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Como dice el viejo refrán, “sobre aviso no hay engaño”. La propuesta kosmocista debe comprenderse intelectualmente de un modo diáfano y captarse y codificarse de una manera clara y eficaz. Leer maquinalmente un texto no es muy serio y generalmente no deja nada positivo en la mente del lector, lo importante de la lectura de un determinado texto es la captación del mensaje, es el acontecer, la reacción, el impacto que provoca en la mente del lector. Si después de leer este trabajo sigue las mismas rutinas y normas en la conducción de su vida, si piensa y actúa de la misma manera, entonces su mente no asimiló, ni reaccionó acerca del mensaje contenido en el texto y habría sido mejor dedicar su tiempo a leer la popular y populista revista “Memin Pingüín”.

Metafóricamente, el kosmocismo es comparable al muro de contención de una represa que acumula un volumen inmenso de libertad de la cual salen impetuosos torrentes de nuevas alternativas. El lector avisado sabe que el kosmocismo es la última oportunidad que tiene el género humano para enderezar la barca antes de hundirse definitivamente. Sin embargo, no queremos colocar al lector en una opción forzada haciéndole creer que la alternativa kosmocista es la única viable. Una cierta práctica de la voluntad reflexiva individual es aconsejable y es un preámbulo indispensable para la aceptación voluntaria de cualquier propuesta. Los individuos son libres de aceptar la alternativa kosmocista o prescindir de ella. Ningún kosmocista forzará a nadie a optar por la alternativa kosmocista, ni tocará a su puerta cada semana para tratar de convencerle, todo el mundo tiene derecho a erigir sus propios imperativos, pero nadie tiene el derecho de forzar a que los demás obedezcan estos imperativos. Evolucionar depende entera y solamente de usted, y de nadie más.

El kosmocismo es una opción viva; soy conciente de que es un poco atrevido de mi parte decir que el kosmocismo es una opción viva. Me explico; está viva se desarrolla a partir de ideas nuevas, dinámicas y actuales (dentro del mapa de lo posible), porque no se nutre del pasado, sino del presente y de los eventos reales de la vida dentro de la red del mundo actual. Las corrientes filosóficas del pasado ya no interesan particularmente al kosmocismo, sin menospreciar sus singularidades y aportaciones, que contribuyeron a subir nuevos peldaños en la escala evolutiva del espíritu humano.

La “filosofía” kosmocista (empírica), está basada en los hechos de la mirada en el futuro. Todos, querámoslo o no, estamos inmersos en el devenir, que depende del presente, marcado aquél por diferentes épocas, eventos históricos y acontecimientos puntuales que favorecen unas situaciones interdependientes entre el presente y el futuro. Si no existiera ninguna posibilidad de futuro, el presente sería inevitablemente fatal para cada uno de nosotros. No hay ningún determinismo de carácter religioso o ideológico en relación con el “presente-futuro”.

La propuesta kosmocista no aspira a ser exhaustiva o definitiva, pero abierta y ciertamente no determinista, su campo no es el de la especulación filosófica o metafísica tradicional, su base, su terreno, su eje central, es el de la libertad-que-libera, se plantea desde una proyección futurista que se articula a partir del presente. ¿Cómo preparar sin utopismos desviacionistas, sin despotismo ideológico o dogmatismo religioso un futuro vivible, menos caótico, más armónico y más solidario para las generaciones venideras? Simplemente, impidiendo la continuación de los errores del presente y de los generadores responsables de esta situación caótica que reina en el mundo. ¿Cómo? liberándonos de los atavismos y de los arcaísmos que han impedido la libre evolución del ser humano, renunciando a los valores impuestos por los sectores más reaccionarios y ultra conservadores de la élite, dejando de defender intereses ajenos. No podemos

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trasladar al futuro el gran basurero mundial generado por los valores de los modelos actuales instituidos por los poderosos.

Lo siento por los optimistas, pero todo indica que el destino de la humanidad es su irremediable autodestrucción. Seamos realistas, debemos entender que si siguen los mismos valores y los mismos modos de vida, si no hay un drástico cambio de rumbo de las sociedades, entonces lo inevitable ocurrirá. No nos hacemos ilusiones, ni soñamos en un irrealizable neo-arca de Noé. El presente se acabará y no habrá futuro para nadie. No soy catastrófico, soy realista; la situación mundial ecológica es francamente desastrosa (es mi opinión y la de muchos científicos) y, a medida que crece indiscriminadamente la población mundial, la mancha urbana y la alocada carrera consumista, crece proporcionalmente la contaminación (ambiental y mental), que finalmente acabará con la vida humana en el planeta.

Debemos tomar conciencia de que los recursos terrestres no van a continuar para siempre. El agua, en un futuro próximo, será más cara que el petróleo y mucho más difícil de conseguir. La contaminación, poco a poco, afectará mortalmente a toda la humanidad y sus efectos tóxicos se verificarán cuando China, India y Brasil consuman la misma cantidad de energía que los Estados Unidos, Europa y Japón. No hay por ahora ningún modelo de desarrollo que apunte hacia un crecimiento saludable y armónico, la carrera utilitarista entre las naciones está en su apogeo y parece que nada podrá frenarla hasta que se estrelle contra lo inevitable, a menos que se apliquen correctores desde ahora.

El terrorismo:

Es la ignorancia aunada al odio, a la fe, a la pasión, al fanatismo, y al radicalismo, lo que anima a los terroristas islámicos a inmolarse asesinando al más grande número de seres humanos indefensos en el nombre de Alá. El “terrorismo-defensivo” nace a partir de la formación y de la consolidación del teísmo europeo (cruzadas-conquistas-colonialismo-saqueos), etc. El “terrorismo-ofensivo-religioso-radical-islámico”, se ha extendido de un modo agresivo y estratégico por todo el planeta, se dirige principalmente en contra de la libertad, de la vida y específicamente, en contra de los valores occidentales que son totalmente antagónicos a los valores islámicos. El método terrorista parece ser la técnica favorita de los extremistas, las medidas de seguridad que han desarrollado los países víctimas del terrorismo no son muy eficaces en su lucha contra los terroristas. Todo indica que, en el futuro, el terrorismo aumentará significativamente en el mundo entero. Ahora bien, creo que los terroristas más peligrosos son los djihadistas autónomos que, por una u otra razón, deciden clandestinamente empezar su “djihad” personal. El islamismo radical es parte integral de la gran conspiración teísta. Cosechamos lo que la élite sembró a lo largo de la historia occidental.

El uso “legal” del terror de las potencias occidentales, no ha sido escatimado con tal de cumplir sus proyectos colonialistas, expansionistas, políticos y económicos. La ideología terrorista-islámica va directamente dirigida contra la civilización occidental y sus “valores”. La guerra “santa” ha empezado y nadie sabe cuando terminará, probablemente nunca. Los terroristas espontáneos, independientes, si bien simpatizan ideológicamente con la hidra djihadista, no necesitan de Bin Laden ni el Al-Qaeda para fabricar poderosos explosivos químicos caseros tipo triacetona-triperoxido (agua oxigenada-acetona-ácido sulfúrico), cuya fórmula está al alcance de cualquier estudiante

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de química, para incendiar coches, gasolineras, bancos, trenes, camiones e inmuebles, no hay necesidad de diplomas ni de títulos académicos. No creo que haya un sólo cristiano en el mundo entero que esté dispuesto a volarse en mil pedazos en el nombre de Jehová para asesinar a una docenas de inocentes, entre ellos niños, mujeres y ancianos. Hay que estar extraordinariamente intoxicado mentalmente por el exacerbado fanatismo religioso y estar psicológicamente muy desquiciado para cumplir este salvaje, delirante y espeluznante acto de auto-inmolación homicida.

El islamismo-radical es el engendro de las inhumanidades, de las obsesiones, de las aberraciones, de las injusticias, del hostigamiento, del hegemonismo y del saqueo salvaje de las potencias colonialistas occidentales. El terrorismo-religioso-político es parte integral de la misma dinámica: poder-dominación-sumisión-explotación. Debo recordarles que el Islamismo es parte indisoluble del teísmo y es tan aberrante, arcaico y retrógrado como el judaísmo, el catolicismo y el protestantismo.

El islamismo-radical está globalizándose y se ha enraizado en el corazón de las capas populares de los países predominantemente musulmanes. Probablemente se infiltrará clandestinamente en muchos otros sectores de las sociedades occidentales y no occidentales. No hay que sorprenderse, debemos entender que el terrorismo-islámico es parte integral de la civilización teísta y, como todos los fundamentalistas islámicos, “potenciales-terroristas” anteponen la fe a la razón. Es fácil prever que los atentados extremistas-religiosos-políticos irán multiplicándose en el mundo. ¿Cómo no va a haber terrorismo si el dios teísta es el más grande de todos los terroristas, si los USA, el país más “democrático” del mundo, es el más terrorista de todos? ¿Qué podemos esperar, quién está engañando a quién? Las aberraciones del terrorismo, sean religiosas o políticas, aunadas al fracaso económico, político y social de los sistemas, se debe principalmente a la imperfección humana, debido a que la humanidad, por su carencia de raciocinio y por su desprecio hacia el componente empírico del conocimiento, no ha logrado hacer todavía una justa valoración de su conflictivo y problemático sueño metafísico. Las religiones teístas son definitivamente terroristas e intolerantes. Lean cuidadosamente la Torah, la Biblia, los Evangelios y el Corán y se darán cuenta de dónde salió el terrorismo.

La completa exclusión de lo “divino” de la esfera de lo humano es un buen y sabio intento, para hacer justicia al hombre. Es confirmar que la realidad de nuestras existencias es algo concreto y real. La realidad religiosa demuestra que la gran mayoría de los creyentes no son capaces de vivir religiosamente, incluso cuando están próximos a la muerte. El dios-bíblico se ha vuelto un ídolo en las mentes de los creyentes separados del conocimiento; un mero muro de lamentaciones y de patéticas rogativas. Gracias a ellos la religión se ha convertido (milagrosamente), en pura idolatría y temo que esta religiosidad sea la “verdadera-religión” de la gran mayoría de los teístas.

Les puedo asegurar que si los seis mil millones de seres humanos del planeta amaran real y sinceramente a lo que llaman ellos dios, el mundo entero viviría en paz y en completa armonía. Podríamos, con toda tranquilidad, prescindir de policías, militares, armas nucleares, cámaras de vídeo en el Metro y en las calles, de los radares en las autopistas y de las bardas entre vecinos y países. Pero, desgraciadamente, la verdad es otra, pocos son los que aman y muchos los que odian. ¿Cuántos de ustedes tendrían el valor de aceptar y respetar el mandamiento que ordena amar a “Yo soy el que soy”? (Deut. 6:5; 10:12; 11:1;) Creo que el disimulado y fingido amor hacia “Yo soy el que

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soy” y el miedo real del infierno, están motivados principalmente por el terror a la muerte. El odio es más fuerte entre los humanos que el amor y por eso precisamente vivimos en un mundo basura. El vecino es una basura, el profesor es una basura, el médico es una basura, el mecánico es una basura, el carpintero, el albañil, el carnicero, el policía, el abogado, el vendedor de autos, de bienes raíces, de seguros, el banquero, el juez, todos sin excepción queremos aprovecharnos del otro. Hay poca gente honrada, porque, según las nuevas normas del mercado, ser honrado es ser estúpido y perdedor. La moda actual es de aplastar sin piedad a quien sea con tal de entrar en el selecto club de los “exquisitos ganadores”, la generación bobo, y la de los sedientos ejecutivos es un demostrativo ejemplo de la mentalidad-basura de nuestra “gloriosa y admirada”, pero depravada civilización moderna.

“Yo soy el que soy”, es un mito, una fábula, una idealización mágica, una sublimación humana. “Dios ha muerto” grita Nietzsche como afirmación válida de un hecho consumado. Creo que nuestro filósofo se equivocó; para morir hay que existir previamente, y es evidente que para nosotros tal entidad nunca existió, excepto en el patológico imaginario colectivo. La mente de los primitivos albergaba a muchos dioses y muchos demonios, ahora un sólo dios y un sólo demonio habita en la mente del creyente. Hay que admitir que así es mucho más cómodo. Por fortuna, en la mente del kosmocista no hay ni dioses ni demonios que puedan entorpecer su libre evolución. El kosmocista opina que el individuo debe armarse de valor y luchar para recuperar su libertad y autonomía espiritual, que se habían perdido por culpa del teísmo y de su inventado dios producto de la subjetividad humana.

Todas las religiones y todas las sectas necesitan de una divinidad “sagrada”, o de un personaje mítico para amontonar a sus adoradores y a sus discípulos a fin de que mantengan económicamente a las instituciones religiosas o a los líderes de las sectas. Matemática elemental, no divinidad, no santos, no maestro, igual a cero ingresos, fin del negocio y de la manipulación. Amén de las conveniencias políticas que benefician a los Estados, que interesadamente mantienen relaciones muy estrechas con los líderes religiosos, con el fin que mantengan al rebaño en su corral, quieto y sumiso.

Se requiere de mucha audacia y lucidez mental para mirarse en el espejo sin temor, tirar los amuletos, reliquias, talismanes, medallas, crucifijos y rosarios; romper las muletas y caminar con la frente alta y sin miedo hacia la libertad. Escapar del callejón sin salida del teísmo, que, por boca de sus teólogos, plantea preguntas que ni siquiera ellos mismos pueden contestar. Preguntas tan estúpidas como: si las mujeres, los indios o los negros tenían “alma” o si la Tierra era plana o redonda. Actitudes doctrinarias como: Que no se debe usar el condón cuando uno padece de SIDA, prohibir la píldora del día-después y otras barbaridades, que deberían dar vergüenza a la cúpula católica al hacerlas públicas.

Que el clero se limite a dar sus lecciones de falsa moral únicamente a sus abnegados y ciegos seguidores, las impertinentes y necias declaraciones políticas, a través de los medios de comunicación, dirigidas al público por el clero deberían ser categóricamente prohibidas. El clero debe limitarse estrictamente a sus funciones religiosas y solamente en el ámbito que le corresponde y nada más. Durante dos mil años la geometría teísta ha permanecido inconmovible, estática como su anquilosado y patético clero. Gracias a ellos, el mundo está como está hecho un auténtico y tétrico basurero. ¿Podemos continuar viviendo “cómodamente” en el basurero o bien podemos liberarnos e inspirar una nueva y diferente vida? la opción está delante de nosotros. ¿O soy demasiado

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optimista? ¿Podemos eliminar los errores imperantes en el corazón de las sociedades? ¿Podemos liberarnos del lastre teísta? Creo que con la evolución espiritual la voluntad de libertad aportará la solución en el espíritu de cada individuo ya frustrado, aburrido y hastiado por los “valores-basura” que imperan en las sociedades actuales.

El kosmocista no desea “evangelizar” o “transformar” al mundo, sólo aspira a liberarse. Es la liberación individual la que más nos ocupa, si el individuo desconoce los determinismos (psico-biológicos-culturales-políticos-sociales e históricos), que lo condicionan, difícilmente tendrá la voluntad de liberarse. El conocimiento es la escalera que conduce a la libertad, sin conocimientos no hay maneras de subir los escalones. El kosmocismo no quiere hacer de la libertad una nueva y despótica diosa. La opción kosmocista está al alcance del nivel de comprensión y asimilación intelectual de cada individuo que posee la voluntad de liberación. Obviamente, la decisión es muy personal y será tomada sin interferencias externas, sin adoctrinamiento ni presiones de ningún tipo. A través de la historia, el ser humano ha preferido escoger la servidumbre y no la libertad, pero debemos saber que el impulso de servidumbre que prepondera en la mente de la mayoría de nosotros nos jala impetuosamente en el más profundo precipicio del absurdo. Basta para ello observar el modo de vida y los valores estándares de la civilización occidental, basta observar a las élites de los países en vía de “desarrollo”, la marcada ansiedad y el apresuramiento que tienen para entrar en el selecto y sofisticado club de los amantes del abismo.

Lógicamente, un creyente teísta difícilmente podrá alcanzar el nivel de conciencia del kosmocista, puesto que sus pensamientos están teológicamente restringidos y porque el fideísmo-teísta ha excavado intencionalmente una fosa muy profunda y muy ancha para separar al creyente del kosmocista. Debemos recalcar a los voluntarios “aspirantes” kosmocistas que la libertad-kosmocista es la llave que abre la puerta a la libre evolución espiritual del ser humano. Por el contrario, el teísmo a lo largo de su historia, ha sido la fatal cerradura de la puerta que impide al espíritu humano crecer y evolucionar libremente. La opción es tuya.

A pesar del fanático determinismo teísta, y de su formidable maquinaria propagandística, el “espíritu-buscador” del ser humano no ha muerto, y el teísmo, después de todo, no es un arma suficientemente fuerte para aniquilar la libertad. La libertad es un medio poderoso y siempre ha hecho prosélitos entre los mejores. Hay motivos para asegurar que el círculo de sus seguidores se hará cada vez mayor. Por fortuna, no podemos detener la corriente ni invertir el curso de la libertad, porque es parte del orden causal del universo. ¿Sin libertad qué sentido tendría la vida humana? ¿A poco usted está conforme con el sentido que le dio y le da el teísmo a la vida humana? ¿No sería preferible que fuera usted el único responsable de dar un sentido a su propia vida, sin recurrir a la charlatanería religiosa? Como kosmocista declaro que soy mi propio guía y que no necesito de nadie ni de nada para llevar mis asuntos espirituales. Ahí radica la notable y saludable diferencia entre un kosmocista y un teísta que tiene que seguir ciegamente un escandaloso camino trazado hace miles de años y que conduce inevitablemente, como ya se sabe, a la degradación y a la castración espiritual del ser humano. Los hechos históricos demuestran inequívocamente que el teísmo ha sido siempre una nulidad, ha penetrado hipócrita y maliciosamente en las sociedades por medios vergonzosos, ignominiosos y deshonestos, para manipular y explotar vilmente a todos los ingenuos. Todos los creyentes militantes son partícipes de

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esta magna y monstruosa confabulación, ninguno es inocente, todos contribuyen activa y febrilmente a fortalecer el caos que predomina en el mundo.

Los teístas con todo su dios, su teología y su teonomía, han fracasado, aunque ellos no se han percatado del hecho. Siguen creyendo que después de la muerte hay esperanza de vida eterna, reencarnación, resurrección, inmortalidad, eternidad, goce y felicidad. Siguen soñando ingenuamente en obtener dos o tres metros cuadrados en el paraíso (con palmeras y ríos, acompañados, naturalmente, por algunas preciosas y ninfómanas vírgenes), para descansar despreocupadamente y gozar de su nueva vida libre de preocupaciones para toda la eternidad. “No entrarán en el Reino-de-Dios, los inmorales, los injustos, los idólatras, los adúlteros, los impuros de corazón, los avaros, los inmorales, los borrachines, los ladrones, los que eligen el camino de la injusticia y los que murmuran”. Juan Pablo II. 7-dic-2000. Pese a que en su lista faltaron los zurdos, es sabido que durante la edad media aquellos calificaban para la hoguera del Santo Oficio. Es decir, según el Papa, absolutamente ningún creyente del planeta Tierra podrá entrar en el Tercer-Cielo… Miren directamente a los ojos de un creyente y pregúntele a quemarropa qué espera después de su muerte, sus respuestas seguramente lo harán vomitar o bien carcajearse un buen rato.

El universo:

La vida en la Tierra, según los científicos, empezó hace cuatro mil millones de años bajo la forma elemental de un monto de auto-reproductivas macromoleculares (RNA). A 25,000 años luz se encuentra el centro de nuestra galaxia. La Vía Láctea es una galaxia espiral, contiene 100.000 millones de estrellas, entre ellas, el Sol. Tiene 100.000 años luz de extensión, una masa de dos billones de veces la del Sol. Cada 225 millones de años, el Sistema Solar completa un giro alrededor del centro de la galaxia. Se mueve a unos 270 Km., por segundo. Periodo de rotación de la galaxia, algo más de 200 millones de años luz. Medite un instante sobre la escala cósmica en comparación con la duración de nuestra extremadamente corta vida.

¿Qué es el Universo?

Debo decirles que no me interesa el por qué, sino el cómo funciona el universo. No hay “intelligent-design”, ni finalidades y menos aún, intenciones del Universo para el humano pero esta claro que el humano, si tiene intenciones y finalidades especificas con el Universo.El Universo es todo, sin excepciones. El 90% del Universo es una masa oscura, que no podemos observar (todavía). Los elementos más abundantes son: Hidrógeno-helio-oxígeno-carbono-nitrógeno-silicio-magnesio-neón-hierro-azufre. En el Universo hay centenares de miles de millones de galaxias, cada galaxia está formada por centenares de miles de millones de estrellas y otros astros. Hay galaxias enormes como Andrómeda (M31). Está a unos 2,200.000 años luz de nosotros, es el doble de grande que la Vía Láctea. Las primeras galaxias empezaron a formarse hace 1.000 millones de años después del Big-Bang (15.000 millones de años) ¡Perdón! Amigo mío ¿qué decías?, ¿que vas ir a misa a pedir a tu dios, que tu hija encuentre un marido rico? He ahí el drama, el colmo de la imbecilidad humana frente a la inconmensurable, trascendental y potencial grandeza del Universo.

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Los humanos no sabemos más que lloriquear estúpidamente por asuntillos realmente mezquinos, triviales y sin valor ni importancia alguna. Frente a nosotros tenemos todo, absolutamente todo, ilimitada e infinitamente. Pero no; tenemos que mordernos las uñas porque el vecino acaba de comprarse un coche nuevo. Si señores, tenemos que poner bombas en el Metro o en los trenes simplemente porque Alá no es lo mismo que Jehová, porque un islámico y un budista no respiran el mismo aire, porque el sistema digestivo del cristiano es diferente al del judío. Qué pérdida de tiempo, de energías y de recursos, qué lástima que los humanos actuemos todavía como grotescos cavernícolas. Pero, ánimo amigos míos, lo peor está por llegar; lo que ha acaecido en el pasado a la humanidad no es nada en comparación con lo que se avecina, la civilización venidera está condenada a un destino aún más fatal y más problemático. ¿Por qué? Bueno, porque el ideal dominante de la humanidad contemporánea se convirtió, gracias al imperialismo-capitalista, en el llamado: Ideal-Monetario. El dinero, tirano implacable del mundo moderno, es definitivamente la medida de todo valor y miel para atrapar y esclavizar a miles de millones de moscas humanas. He llegado a la conclusión, sin necesidad de hacer un sesudo estudio, de que el ídolo más entrañable, venerado y amado de los humanos, sigue siendo el magnifico y glorioso becerro de oro. Si ustedes creen que la globalización, (Global-Free-Market), eliminará las rivalidades entre naciones, que no habrá guerras, injusticias, tiranías y pobreza, permítanme decirles que ustedes continúan creyendo que la tierra es plana.

No soy idólatra, los lugares “sagrados,” sean celtas, galos, aztecas o budistas, no me interesan. No venero a ningún dios ni a ningún diablo, las procesiones, sean protestantes o católicas, me tienen sin cuidado y los desfiles militares no me conciernen. Sé cuando el cielo está oscuro y cuando está despejado, no necesito de ningún brujo, ni de una bola de cristal o de un embustero guía espiritual para establecer una distinción entre el mundo real y el mundo mágico. El árbol ante mi ventana me basta para recordarme que vivo en el mundo real donde no hay la más remota posibilidad de un dios. Creo en las coincidencias, no en los milagros, creo en mí, no en los ídolos. Creo en un nuevo génesis libre de espejismos y fetichismos. En toda mi vida he votado sólo una vez, y estoy arrepentido. Mi gallo favorito era un triste payaso. De veras se veía infeliz con su larga cara que parecía una máscara de madera recubierta de una piel de mapache curtido y muy arrugado. Serio y siempre afligido, nunca se reía, ni siquiera de sus propios chistes. En plena campaña electoral, de repente, se quedó mudo, sólo hacía horripilantes muecas sin decir ni una sola palabra, su actitud era demasiado pantomimica para mi gusto. Perdió las elecciones a pesar de que regalaba delantales, tortas, cachuchas, píldoras del día siguiente, condones, bronceadores y lentes oscuros para el sol. Otro hazmerreír, un caballerango chaparro de alta alcurnia con derecho de sangre, a mí parecer tenía un extraño e insólito parecido con el pequeño elefante volador Dumbo, pero probablemente son mis nervios, porque no pudo haber sido un ataque de delírium trémens, puesto que soy abstemio, en fin. Más parlanchín, aguerrido, astuto, alegre y extravagante que mi favorito candidato, ganó de mala ley la elección. Como comprenderán, desde esta dolorosa y bochornosa derrota juré que nunca jamás volvería a votar por gente chistosa, aunque esté bien pintarrajeada, con trajes muy coloreados, con una narizota roja en el centro de la cara y con una chusca peluca verde al estilo Brozo. Todos sabemos que los políticos son unos magníficos y auténticos bufones, pero sin talento ni aptitud. Por lo mismo, me abstengo de votar y les encomiendo fraternalmente a todos ustedes hacer lo mismo, a menos que les gusten las payasadas de todo tipo. Entonces comprenderé por qué se precipitan jubilosamente y sin pensar a depositar cándidamente sus votos en las urnas, fecundas progenitoras de

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impopulares cómicos (Urnas y Circo)… Los seres humanos avisados, sensatamente, se alejarán de la teatral comedia tragicómica electoral. Como ser pensante y actuante me es imposible participar conscientemente en cualquier elección organizada por rufianes, oportunistas, gorrones y bribones.

Creo en la libertad:

Creo en la libertad por encima de todas las cosas. Sé también el daño que causó y que causa el teísmo y sé quiénes son los responsables. Sé que no todos los caminos llevan a Roma o a la Meca. Sé que la Ley de Yahvé es la ley de los hombres. Tengo demasiado respeto por la libertad como para ajustarla a la imagen de un ideal religioso, político o económico Lo mío es la realidad del mundo despojada de las extravagantes alucinaciones e inmundas políticas eclesiásticas, y ¡créanme! mi intención no es colocarme en el lugar del crucificado, porque eso de inmolarse por amor o por los “pecados” de los demás me es inadmisible. Que cada quien cargue su propia cruz, que se responsabilice de sus actos y que asuma con valor las consecuencias de los mismos. Yo combato y critico a los insensatos arquitectos maquiavélicos, responsables de la edificación de este mundo basura en donde la mayoría de los seres humanos padecen infortunio y graves penalidades. La tarea que tenemos delante de nosotros es colosal, se trata nada menos que de liberar al individuo de sus más férreos enemigos: la Religión, la Economía y la Política.

Fe-creencia-creer:

Lat. Fides-fidelis-fidelitas-credere. Dar por cierta una cosa que no está comprobada o demostrada, creencia en una cosa no basada en evidencia. Según los teístas, la fe es una “virtud sobrenatural”, un don del imaginario dios-teísta… ¿Qué respeto nos merece la fe y las creencias teístas? ninguno. Las creencias que perjudican la integridad intelectual y que mandan inocentes a la hoguera, no merecen nuestra atención, sino nuestra más severa crítica y censura. La fe teísta exige la sumisión total del creyente a las exigencias de su dios (del clero). No hay concesiones ni tolerancias, la autoridad del dios-teísta es absoluta (el poder eclesiástico). La fe y la creencia teísta son la certeza absoluta de cosas no evidentes (argumentum non apprentium), representan un grave problema desde el punto de vista de la libre expresión de la inteligencia humana en relación con el mundo real. Las creencias teístas son castradoras del intelecto y esterilizadoras de los gérmenes de los impulsos creativos del ser humano. Muchos de nosotros hemos constatado en más de mil y una ocasión que la gran tragedia del ser humano es la creencia, el credulísimo, el creyentismo y el fideísmo. Las creencias desgracian a la gente porque nulifican su libertad. Los nazis creían que echando a los judíos en los hornos crematorios o en las cámaras de gas hacían un bien, los skin-head siguen creyendo de la misma manera. Los inquisidores también creían que echar en la hoguera a los inocentes era un acto de caridad. Pol Pot creía que el asesinato de tres millones de camboyanos era un acto de justicia. La creencia es peligrosa y ha provocado y provoca todavía muchas calamidades e injusticias en el mundo. La diferencia entre el no-creyente y los creyentes consiste en que los no creyentes han comprendido que la libertad es la solución más viable para romper las cadenas impuestas por las creencias-religiosas, y que los creyentes no han evidenciado todavía nada y dudo mucho que lo logren.

La fe religiosa está encadenada a las creencias, que a su vez se desarrollan a partir de las palabras, sean escritas o habladas, remachadas incansablemente durante milenios,

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pero nunca a partir de hechos científicamente comprobados. Fe judía, fe cristiana, fe islámica, fe budista, fe comunista, fe capitalista, fe futbolera, etc. A nosotros, que no somos creyentes, nos cuesta demasiado trabajo tener fe en las fábulas bíblicas, nos es más fácil tener “fe” en Santa Claus. Somos de la opinión de que es necesario comprender para creer. Nuestra capacidad intelectual no se adhiere así como así a lo que no es evidente. Los kosmocistas tenemos “fe”, pero aquélla que se manifiesta en la esfera del saber científico y del saber hacer, “fe” en que lograremos por nosotros mismos la comprensión total del universo y sus orígenes, así como las del hombre mismo, sin pedir permiso a ningún dios, ni a ninguna institución eclesiástica y sin necesidad de tener fe-religiosa monopolizada por los teístas, la fe científica sin dogma basta para liberar al hombre. ¿Pero no se dan cuenta ustedes creyentes de que su fe y el mundo hecho a la imagen de su dios, es un mundo de calamidad, de atrocidades, de rencor, de odio y de barbaries? ¿Acaso no les gustaría vivir en un mundo más armónico, solidario y libre de amenazas y de peligros de todo tipo? ¿Entonces, qué esperan para romper sus cadenas y LIBERARSE…?

El creyente-militante:

El creyente anda por la vida preso de sus creencias y de los prejuicios que se han desarrollado en su mente sin el consentimiento de su razón. “Yo seré vuestro dios y vosotros seréis mi pueblo, tengan fe, porque si no tienen fe, no puedo ser su dios, ni ustedes mi pueblo.” La “existencia” de dicho dios depende de la fe de los creyentes. La primera puerta de la fe es la creencia, la segunda, es la fascinación y la inclinación hacia lo mágico, la tercera es la ignorancia y la cuarta es el miedo. La “existencia” del dios-bíblico sólo está en la mente del creyente por medio de sus creencias y según la densidad de sus miedos hacia la muerte y su destino final. El papel fundamental del clero y de los teólogos consiste en mantener viva la fábula teísta con el único propósito de que los creyentes continúen manteniendo económicamente a todos aquellos que viven de la Religión (fábrica de conformistas). En síntesis, la Religión es un muy lucrativo negocio, así como una excelente y experta momificadora, creedlo o no...

Viviendo en una sociedad liberal de consumo, el individuo, imperceptiblemente, se deshumaniza, se individualiza y desarrolla un “ombliguismo” que gira exclusivamente alrededor de su hyper-ego. Su capacidad consumidora adictiva y de ostentación se manifiesta por una necesidad mórbida de pavonearse frente a los demás (inmadurez emocional). Su “riqueza” interior no logra exteriorizar su capacidad creativa para modificar sus hábitos o para inventar nuevas formas de vivir. Todos los consumidores somos generadores de contaminantes y contaminaciones, nosotros producimos una cierta cantidad de desperdicios sólidos diariamente. Los automovilistas son contaminadores, la peor fuente de contaminación es el motor de combustión interna.

El ser humano es un contaminador y un depredador natural por la sencilla razón de que la vida humana misma depende de la explotación de la naturaleza. El ser humano está alterando negativamente su medio ambiente y ahora, con sus múltiples actividades mercantilistas, ha empezado a romper el equilibrio de los sistemas. Quemamos tanto combustible para conducir coches y camiones, para calentar, enfriar o iluminar los hogares, alumbrar las calles, refrigerar y congelar los alimentos, mover las fábricas, hacer volar los aviones, cohetes, y consumimos tal cantidad de energía y producimos tanto bióxido de carbono, que la naturaleza difícilmente puede mantener la carrera contra el ritmo depredador de los humanos.

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En las ciudades, las actividades humanas han aumentado hasta el punto de que sus habitantes viven bajo una nube constante de monóxido de carbono, de gases, de tóxicos, de insalubres partículas y polvos dañinos de desecho. La responsabilidad de la contaminación del planeta evidentemente recae en los gobiernos, pero en general, en cuanto a ecología se trata, ellos demuestran ser bastante evasivos y muy pasivos, puesto que anteponen los intereses económicos a los de la salud pública. Creo que corresponde a la sociedad civil organizada obligar a los gobiernos a tomar decisiones adecuadas y eficaces para neutralizar y eliminar la contaminación. Los electores deben tomar conciencia de que los gobiernos son los fieles defensores de la clase dominante, de las grandes transnacionales y de los grandes capitales, la sociedad civil pasa a un segundo plano.

Los kosmocistas nunca votarán por un miembro de la elitocracia, ni por un grandilocuente ladino pequeño burgués populista disfrazado de proletario que pretende hipócritamente resguardar los intereses del pueblo. Debemos desconfiar de los líderes, porque una vez instalados en el poder, su retórica cambia radicalmente y defienden intereses que en lugar de beneficiar, perjudican a los del pueblo. Pero, seamos realistas, mientras que subsista el poder, es decir: Autoritarismo-absoluto, legalización de la ilegalidad, del fraude, violación de los derechos humanos, corrupción, impunidad y enriquecimiento ilícito, seguirán los candidatos impúdicos y sinvergüenzas detrás del poder con la mira única y exclusiva de beneficiarse de las enormes ventajas y canonjías que ofrece el poder en sí. El poder-hacer-democrático-pluralista, sin sacrificar el interés colectivo ni privilegiar a ningún sector en particular el político, es el “poder” que interesa a los kosmocistas. El poder que libera al hombre. . El Homo Economicus:

El caritativo Adam Smith es considerado el padre del liberalismo económico; según él, el interés-general se logra sólo y únicamente cuando los poderes financieros son libres de buscar sus intereses particulares y de proteger eficazmente a sus inversiones. Liberalización, globalización, privatización de los servicios públicos, eliminación de lo social, abolición de las jubilaciones, congelación salarial, venta de las paraestatales al mejor postor, deslocalizaciones, nuevas leyes laborales a favor del empresario, más horas de trabajo y menos salarios, libre explotación, etc. Es decir, el “derecho” de los neo-capitalistas-globalistas, enemigos de lo “público,” llamados por nosotros: piratas-modernos, radica en eliminar radical y legalmente, con el beneplácito de los gobiernos, cualquier obstáculo que podría entorpecer su intrépida e insensata carrera hacia un mayor enriquecimiento y monopolismo. Derecho al despojo al por mayor, amparado por las autoridades correspondientes: Hacienda, Gobernación, el Banco Nacional, Salubridad, Aduana, etc. etc. Asalto a mano armada por la vía libre y rápida, (fast-tract), sin temer ni tener que rendir cuentas a nadie, Sr. Smith todas mis felicitaciones, usted sí que es un verdadero genio. Pensar que hay un montón de simpatizantes que comparten esta filosofía, me da asco.

Observamos que la globalización financiera es generadora de graves conflictos sociales y culturales. Además, favorece la doble explotación interna y externa, así como la disparidad salarial que padecen los trabajadores en el mundo, provoca un serio desequilibrio en las relaciones sociales, discriminaciones-racial-social-cultural-económica. Por lo general, las élites de la mayoría de los países desean una integración económica más expedita y más vigorosa al orden comercial mundial capitaneado por los Estados Unidos. Estos señores minimizan siempre los costos sociales que provoca esta

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mundialización neo-liberal. En Francia, país capitalista-burgués por excelencia, cuya sofisticada élite es miembro activo de la globalización y que pertenece con orgullo al grupo de los siete más uno, hay dos millones de niños (menores de 18 años), que pertenecen a familias que viven por debajo del nivel de pobreza monetaria. Ustedes probablemente se preguntarán cómo será la situación de los niños en África y en América latina (sin olvidar los sesenta millones de pobres en los Estados Unidos).

Ni la guerra a la pobreza ni la globalización ni el perdón de la deuda externa disminuirán las carestías de los sectores desposeídos. Nosotros en ningún caso defendemos los determinismos económicos dominantes que se manifiestan, tanto en la izquierda como en la derecha. Nosotros opinamos que la globalización regida por los capitalistas o por los socialistas no mejorará la situación económica de las mayorías. Se trata, sin totalitarismo ideológico, partidismo o intereses de clase, de equilibrar y fusionar inteligentemente lo económico con lo social para el beneficio general de la sociedad. Nosotros no creemos en la ciencia de los economistas sectarios. No compartimos la fórmula utilitarista de la economía neo-capitalista. El génesis de una nueva ciencia social y económica puede establecerse en una sociedad sólo si ésta ha tomado conciencia cabalmente de quiénes son sus verdaderos enemigos y cuáles son los componentes que la perjudican mayormente (religiosos-políticos-económicos-sociales-ecológicos). Deben otorgarse los medios y el tiempo para diagnosticar racional y metodológicamente el por qué y el cómo (Injusticia social, injusticia económica). No estamos de acuerdo en que un tal Bill Gates tenga una fortuna personal de más de ochenta mil millones de dólares y que viva en una mansión de más de setenta millones de dólares, y que un campesino chino gane apenas cincuenta dólares al mes trabajando de sol a sol durante los siete días de la semana. Eso es francamente intolerable e infrahumano.

La ideología del Imperator:

La ideología neo-liberal nació entre las décadas de los 60’s y 70’s, fue puesta en marcha a partir de los 80’s, triunfó en los 90’s y continúa imponiéndose en el presente, se concentra en los centros de poder capitalistas norteamericanos y sirve principalmente a la expansión de los intereses estratégicos y financieros de la élite de los USA.

La sociedad no debe existir sólo para mantener y satisfacer las necesidades de la clase dominante (los ricos nacionales e internacionales), sino para proporcionar un mínimo de bienestar (económico-social-cultural), a cada uno de los individuos que la compone. Creer lo contrario es un error que probablemente conducirá tarde o temprano directamente a la confrontación y a las guerras civiles.

Los kosmocistas lamentan sinceramente la ausencia de definición jurídica internacional relacionada con los delitos económicos cometidos con una impunidad escalofriante por parte de las grandes potencias. Lamentan también la ausencia de convenciones internacionales precisas, democráticas y justas, entre los países involucrados. Las grandes empresas transnacionales y nacionales exigen no solamente la total liberalización del comercio, sino la eliminación de todas las trabas legales de parte de los países anfitriones. Las transnacionales rigen y controlan las transacciones del capital de inversión. Además, exigen igualmente la complacencia de los Estados (otorgamientos de privilegios fiscales y legales, exoneración de impuestos, flexibilidad y nueva legislación laboral), etc. etc. Sometimiento a las reglas del juego y a las

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caprichosas exigencias de los inversionistas, cuya única y exclusiva preocupación es el acopio del capital. Sin mencionar la recuperación de la inversión y de las insultantes utilidades que obtienen.

Desgraciadamente, los gobiernos están más dispuestos a someterse a las “leyes” del comercio transnacional, que al Derecho de las Relaciones Internacionales. El “derecho-liberalista”, (la ley del más rico), que defiende a ultranza la primacía del libre comercio (utilitarismo), no debería, según la óptica kosmocista, prevalecer sobre los derechos fundamentales de los ciudadanos, pero observamos que el bienestar y los derechos de la sociedad pasan primero por los filtros y las codificaciones del Estado, que defiende más a los intereses de la clase dominante que a los de la ciudadanía, que está sujeta a las exigencias políticas, económicas y sociales, impuestas por el sector dominante. Hoy en día esta exigencia se llama: neo-liberalismo o globalización del capitalismo (Coca-cola-ismo o Mac-donal-ismo), etc. Creo que exigir responsabilidad social-humanitaria al Estado y a las transnacionales, no es una intempestiva y visceral compulsión política, sino una justificada necesidad, un legítimo y racional reclamo estimulado por el humanismo-solidario que habita todavía en nuestra conciencia.

Como siempre, son los dirigentes de los países mal llamados “pobres”, porque sólo un porcentaje de la población es verdadera y auténticamente pobre, los que más recurren a los préstamos del extranjero, sabiendo que los préstamos están condicionados a la aplicación de las políticas establecidas por el Fondo Monetario Internacional, controlado a su vez por los Estados Unidos. ¡Creédme!, las élites de los países “pobres” viven mejor y con mayores lujos que las de los países ricos. El tercer lugar de los ex-presidentes más pagados en el mundo, lo ocupa precisamente un país “pobre”. Si equiparamos los salarios de los diputados y senadores de los países pobres con los de los países ricos notarán que son equivalentes, con la excepción de las prebendas, bonos, gratificaciones, obsequios, aguinaldos, partidas, sobornos, comisiones y pensiones extraordinarias, que reciben, sin ningún remordimiento, los “pobres” y codiciosos diputados y senadores, muchos de ellos sin carrera, sin experiencia política, ni títulos académicos y en la mayoría de los casos, improvisados e ignaros. Son ellos los que viven abusando de la pobreza del pueblo; no hay países pobres, sólo hay “pobres” gobernantes (muy nacionalistas, bien trajeados y perfumados, eso sí), que viven como ricos a expensas de los pobres (y por supuesto, de los convenientes y bienvenidos préstamos del extranjero). Estos vivales no se tientan el corazón, opinan que sean los pobres quienes paguen la deuda externa y carguen sin remilgar todo el peso de la injusticia que la elitocracia nacional les impone.

“Nosotros los legisladores, tenemos la sagrada misión de hacer felices a los ricos, manteniendo al pueblo en el infortunio y en la pobreza; nos encargamos de la riqueza interna, custodiándola recelosamente para que no vaya malgastándose en vulgares y triviales asuntos sociales que reclama el pueblo, después de todo somos fieles, obedientes e incondicionales servidores del FMI, que, por extrañas razones, declaró solemnemente la guerra a la pobreza. Nosotros (legisladores y políticos), de los pobres países, hemos descubierto el hilo negro para ganarle la partida; la única e insuperable solución que hemos encontrado es la de enriquecernos (robar), lo más posible, por medio de sofisticados e intrigantes chanchullos cuando ocupamos puestos directivos en los múltiples órganos estatales, sea a la brava o fraudulentamente, antes de que se acabe la fuente de la riqueza, mal llamada pobreza”. ¿Por qué cree usted que estos vivales ambicionan vehementemente un puesto de ejecutivo en el gobierno? Y no vayan a creer que estos señores se dan por servidos con las migajas y con los sobrantes del banquete,

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nada de eso, ellos se sirven como altaneros y arrogantes señores con la cuchara grande (esto es para mí y lo que queda también, porque me lo merezco; lo demás me vale.) La corrupción y el instinto de rapiña tienen un lugar especial en la mente y en el corazón deshonesto de los servidores públicos. Es muy arriesgado y peligroso confiar en ellos, más vale mantenerlos a una sana distancia de nosotros. La corrupción, que es lacra general en todos los países, excepto, quizás, en Finlandia, es como la delincuencia; ambas son generados por el mismo sistema y no hay que ser adivino para saber que si no se cambia a fondo el sistema, seguirá obviamente creciendo la corrupción, la delincuencia, las transgresiones a las leyes y la impunidad.

Algunos funcionarios, preocupados por la injusticia social, van a Las Vegas a gastar el dinero del pueblo en las casas de juegos que pertenecen a la mafia norteamericana. Otros, menos ambiciosos, pero más libidinosos y romanticones, lo gastan con algunas elegantes, selectas y eróticas damas de noche, (rubias, altas, blancas de ojos azules y de muy voluptuosas formas). Algunos, más soñadores y con dones poéticos, mandan construir palacetes o algún pequeño Partenón y otros que dilapidan su dinero…francamente... pensándolo bien, no me atrevo a decírselo, pero presumo que algunos de ustedes lo adivinaron (Por fortuna, siempre hay lectores atentos que saben leer entre líneas).

La “guerra” contra la pobreza, como muchos de nosotros sabemos, está perdida de antemano, por la sencilla razón de que es la pobreza la que genera la riqueza, y los ricos y todos los que aspiran a serlo (entre ellos, los servidores públicos y políticos), no están dispuestos a matar a la gallina de los huevos de oro. El egoísmo de los ricos ha sido siempre más fuerte que la miseria de los pobres. La pobreza (en manos de los poderosos) seguirá vivita y coleando por los siglos de los siglos. Así que, señores ricos y aspirantes a serlo, dejen por favor de preocuparse, habrá pobres por un buen rato, a menos que… una minoría inventiva comience a inconformarse inteligentemente, es decir sin oposicionismo de carácter político y, sobre todo, sin recurrir a las mega-marchas, a las ridículas e inútiles protestas callejeras, a las huelgas negociadas, a las manipuladas manifestaciones o colocando artefactos en los lugares públicos con la intención de asesinar a inocentes civiles. Esta minoría es cibernética, inteligente, científica, silenciosa, anónima, clandestina y multifacética. Su lucha no es política, ni ideológica, ni es para obtener concesiones o privilegios del sistema, ni para hacerse del poder, sino para interrumpir el nefando continuismo de la clase dominante nacional e internacional, que impide que los individuos sean libres. La meta fundamental es terminar con las barbaridades que esclavizan al hombre. El arma más eficaz del ciudadano es su determinación, ella es la fuerza y el remedio más eficaz contra las chifladuras y las incoherencias de los gobiernos.

No hay necesidad de tener un doctorado en economía para saber que si el crecimiento económico de un país no se refleja en una franca mejoría del nivel de vida de todos los ciudadanos, entonces es obvio que es obsoleto y debe ser desechado. No podemos seguir con los modelos económicos que sólo benefician preferentemente a las transnacionales: Coca-Cola 68.000 millones de dólares. Microsoft 60.000 millones. IBM 54.000 millones, para citar solamente las tres más importantes de las cien que menciona el BusinessWeek/Interbrand. Modelos que, desgraciadamente, sólo favorecen a un pequeño sector privilegiado y conservador de la población: Banqueros, accionistas, inversionistas, industriales, empresarios, financieros, altos funcionarios, ejecutivos, y miembros de las clases altas y medias-altas.

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Opinamos que se debe democratizar la economía y que sus frutos deben repartirse de una manera justa y solidaria, deben materializarse en modernas escuelas y universidades, en hospitales y clínicas con tecnología de punta y con un personal altamente calificado y especializado, en ciudades y pueblos limpios, ordenados y seguros, en la preservación y el mejoramiento de los bosques y de los parques nacionales, en unos programas televisivos y radiofónicos real y verdaderamente educativos para elevar el nivel cultural de la población, y para no cansarlos más agregaré sólo un largo, pero muy largo etcétera, porque tengo la impresión de que la lista sería seguramente interminable y probablemente a los ojos de los capitalistas reaccionarios, demasiado utópica y hasta ridícula.

La palabra que más hiere los oídos de los neo-liberales-utilitaristas, es la palabra “social”; también hay algunas más como: Justicia, democracia, patriotismo-económico, equidad, solidaridad, repartición de utilidad, aumento de salario, seguro social, sindicato, contrato laboral, declaración de impuestos etc. etc. Mientras que no haya un equilibrio entre el sector “público” y el “privado”, el “bienestar-colectivo-universal” de los pueblos no logrará nunca ocupar el lugar que legítimamente le corresponde. No vayan a creer que este equilibrio verá intempestivamente la luz. Ni soñándolo amigos, el modelo dominante emplea todas sus estrategias y recursos (y vaya que si los tienen), para que no suceda tal evento. Con los valores, las normas, los dogmas y las infraestructuras del modelo neo-liberal no se puede ni siquiera pensar que posiblemente podría haber otras maneras de vivir la vida.

La sociedad, carente de proyectos, visiones, deseos y de voluntad capaz de dar un salto hacia adelante para transformarse en una verdadera artesana de un nuevo futuro muy diferente al de nuestros ancestros, está condenada al fracaso, al inmovilismo y al desgastante, deprimente y fatídico continuismo. El progreso del pensamiento es indispensable para poder desarrollar la capacidad de innovación. Una sociedad dormida, inmóvil y mentalmente paralizada por la Ideología o bien por la Religión, carece de los elementos necesarios para ser innovadora, reformadora o inventiva. Para que un país salga de su pereza mental, para avivarlo, es preciso que haya buenos trampolines para lanzar a la población lejos de su peculiar círculo conformista y de su rígida concha mental. Dicho sea de paso, el modelo neo-liberal y las religiones teístas no son en absoluto positivos ni son trampolines confiables.

No compartimos nosotros esta extraña sociología-económica de los iluminados sumos sacerdotes neo-liberales que teologizan sólo alrededor del utilitarismo. El modelo neo-liberal se concentra en demasía sobre la ganancia monetaria en detrimento de un mínimo de garantía social para los sectores más desprotegidos de la sociedad. Es en vano pedir a los dueños del mundo que se humanicen, en su estructura mental y su visión peculiar del mundo, no existe tal mecanismo. La “religión” neo-liberalista radica en aferrase obtusamente a su ídolo predilecto, el dios-dinero. El objetivo formal del neo-liberalismo es la obtención sin restricciones, ni control de grandes cantidades de dinero con las cuales los financieros y los usureros se dedican a la especulación salvaje; para ellos el fin último de todas las cosas, es el dinero. Hacer más dinero con dinero, es el valor supremo de todos los capitalistas, y les importa un bledo el costo social, laboral y ecológico que desencadenan sus transacciones financieras y bursátiles. Esta mentalidad neo-liberalista es la resultante de siglos de proselitismo y cosmología teísta.

Somos unos seres lanzados al mundo sin haberlo pedido y nuestro único destino es la muerte porque somos sólo momentos fugaces de una realidad absoluta; conciencias que

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brotan de la nada y a la nada vuelven. La libertad en la temporalidad de cada uno, es lo único que enriquece y anima nuestra efímera existencia. Nos corresponde darle un sentido; los capitalistas dedican su vida al poder, al dinero y a la explotación, otros se ahogan felizmente en plena mitología metafísica, otros, diseñadores fundamentalistas de panaceas, dedican su vida a hipnotizar a los pueblos para sacarles provecho, sueñan y aman al poder y están dispuestos a cometer las peores tropelías para conseguirlo, otros, dispersos y aturdidos, se pierden anónimamente como gotas de agua en el mar y otros aspiran a vivir auténticamente su temporalidad.

La preocupación mayor del kosmocista es el devenir individual y universal del ser humano en relación con el Universo. Edificación de una civilización-terrestre que supere todas las civilizaciones precedentes, que no fueron capaces de adquirir una nueva conciencia ni lograron sacudir el lastre del pasado. No podemos retornar al puerto de donde zarpamos, éste puerto dejó de existir, se desvaneció en la neblina del pasado. Hay que seguir la travesía hasta donde la marcha de la humanidad termina. Puerto tras puerto, hasta llegar al último puerto.

Aferráos al dinero y desentendéos por completo de todo lo demás, el dios-dinero reveló ser más fuerte que el dios-bíblico. La producción-lucro es la enajenación de la razón, el kosmocismo considera que bajo el modelo liberal de la libre explotación, sea de la izquierda o de la derecha, no existe la menor posibilidad de eliminar los sistemas de la libre e impositiva explotación de los dominados por los dominantes. Es el modo de producción de la vida material, el que condiciona el proceso de la vida social, económica, política y religiosa del individuo, lo moldea a sus necesidades y a sus leyes. El neo-liberalismo necesita para poder sobrevivir de muchos consumidores, es su talón de Aquiles. Finalizando el sistema económico de explotación, terminará la prehistoria del ser humano y empezará un nueva Era, pero no hay que hacerse ilusiones; si no participamos activamente en la construcción de este nuevo edificio, seguirá el caos.

El siglo XX ha sido prodigioso en lo que concierne el “progreso-técnico-científico”, pero no fue suficiente para poder engendrar un mundo diferente, más libre, menos conflictivo, sólo ha sido el teatro y el actor de una formidable “brutalización”, el sovietismo, el nazismo, el fascismo, bombas atómicas sobre Japón, dos guerras mundiales, campos de concentración y hornos crematorios en Alemania, Glavnoye (GULAG) en la Ex-Unión-Soviética, horrendo genocidio en Camboya, sangrientos golpes de Estado en América Latina y en África, terrorismo religioso y político son sólo algunos ejemplos del salvajismo humano que todavía prevalece en muchos países en el mundo. ¿En qué oscuro rincón de nuestra conciencia se quedó atorado nuestro “humanismo”? ¿La ciencia y el progreso tecnológico están al servicio de quién? ¿De los militares? ¿De los golpistas? ¿De los déspotas? ¿De los demagogos? ¿De los torturadores? ¿De los mafiosos? ¿De los proxenetas? ¿De Wall Street? ¿De los financieros? ¿De los obreros? ¿De los campesinos? ¿Del pueblo? ¿De quién? Díganme.

La ciencia y la tecnología bajo el control y el mando de la elitocracia están empleados para la represión, la opresión, la explotación y la dominación, no para la liberación de los pueblos. La política de la famosa globalización, invento maquiavélico de la plutocracia, vende una imagen, o más bien un “espejismo”, de prosperidad para todos, es decir para los 6,400 millones de seres humanos que somos en la Tierra. Pero la realidad es otra; más del 80% de la población mundial jamás tendrá acceso a ella. Los trastornos y las consecuencias negativas que genera el “libre-mercado” son mayores que sus beneficios. El dios-dinero ha ganado la batalla contra el dios-bíblico, aunque en

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realidad son harinas del mismo costal. El uno está hecho por el otro. Si bien es cierto que la globalización beneficia económicamente a los globalistas y a los dueños de capitales, también beneficia jugosamente al clero, pero lo cierto es que lesiona principalmente a las mayorías.

El kosmocista se identifica con la conciencia libertaria; la que apunta directamente a la libertad creadora, la que libera al ser humano del teologismo y del ideologísmo, la que libera de las supersticiones, la que recupera y salvaguarda la racionalidad, la que no vuelve la espalda a la verdadera esencia humana liberada de la falsa “necesidad-religiosa”, la que niega la existencia de seres divinos e infinitos. Lo más trágico para el intelecto humano es vegetar en la insuficiencia, característica sublime del teísmo. Cómo aborrezco a estos ilusionistas, merolicos incapaces de pensar racionalmente, cuando nos dicen que hay un dios-vivo que ve, oye, habla, lleva una relación minuciosa de los pecados cometidos por cada uno de los habitantes del planeta y que lee la mente de los seres humanos… Sin duda, nos encontramos aquí frente a una muralla de ignorancia infranqueable. Con esa mentalidad tan estrecha y esa reducida capacidad intelectual y emocional, es obvio que para esos fanáticos adeptos de la doctrina castradora de la espiritualidad, la nave de la libertad no podrá despegar nunca. Yo soy cada vez más pesimista acerca del futuro de la Civilización Occidental (criatura teísta). Es más, creo que de seguir así el caos y los conflictos actuales, la sociedad no tiene delante de sí ningún futuro. El mundo occidental se equivocó de rumbo. Observo en él, a medida que pasa el tiempo, que las cosas van de mal en peor.

Constaté que los tres dioses de las Escrituras, son unos ídolos con pies de barro y que su “omnipotencia” no es más poderosa que la de un común y corriente terrorista que coloca bombas en el metro de Londres. ¿Quién podrá contradecirme? los ilusos, los crédulos, los beatos, los iluminados, los teístas grandilocuentes, cuando son ellos mismos la muestra, la prueba viviente y fehaciente de la decadencia y del fracaso de la civilización occidental. Tendrá aquélla que esforzarse muchísimo para no ser sepultada en el cementerio de las civilizaciones muertas, pero debemos admitir que su final es indispensable para dar a luz a un mundo nuevo que no tolerará la formación de una nueva y déspota clase mandataria, un egoísta monopolismo económico y menos aún de una nefanda y déspota teocracia. Está por empezar una nueva etapa histórica, todo depende de nosotros, el futuro está frente a nosotros, demos el paso adelante con audacia y sin miedo sigamos la ruta que nos hará llegar a la meta.

Es bien sabido que el neo-liberalismo, para poder sobrevivir, necesita vitalmente de las sociedades consumidoras. Al destruirse la base económica (el consumo), se derrumba toda la infraestructura erigida sobre ella. Es el consumidor quien tiene el medio para aniquilar al capitalista. Los consumidores norteamericanos representan menos del 1/20 de la población mundial, sin embargo consumen el 20% de la energía planetaria. Nos hemos equivocado sobre los medios y los fines del neo-liberalismo comanditado por los “alegres-Mesías-de-la-felicidad-sustentable”, según los cuales sólo la prosperidad es el único medio para llegar a la felicidad. De acuerdo, pero esta famosa “prosperidad” llega sólo a unos cuantos, por lo general siempre a los mismos, por lo tanto es una “prosperidad” selectiva, condicional y discriminante.

La dinámica de los capitalistas relega el imperativo del interés colectivo para dar prioridad a la acumulación de riquezas y de poderes para ellos mismos. Queda claro que la posesión desmesurada de bienes es un premio que se convierte en el acicate más

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ingrato de todos, trastorna y enloquece la mente. ¿Qué induce al pueblo a trabajar? Creo que la principal motivación radica en la necesidad imprescindible de comer, después vienen las otras necesidades menos apremiantes y quizás más triviales. Ahora bien, ¿qué induce a la elitocracia a explotar al pueblo? ¿Por qué el ideal de la clase dominante es acumular riquezas incansablemente y hasta el fin de los tiempos? ¿En dónde queda la libertad en todo eso? ¿En dónde está la armonía, la justicia social, el equilibrio económico y la libertad espiritual? En una sociedad de explotación, de crímenes, de prostitución, de pornografía, de trafico y explotación sexual infantil, de robos, de fraudes, de drogadicciones, de alcoholismo, de atropellos, de graves anomalías burocráticas, de centenares de miles de homicidios, de masacres, de espantosos actos de corrupción, de torturas, de violencia al por mayor, de secuestros, de terrorismos, de mentiras tras mentiras, de peligrosas contaminaciones, de desigualdad de género ¿Dónde encuentra la felicidad el ser humano?

Por favor, que alguien me diga ¿dónde está la felicidad? Hace años que busco un ser humano feliz, ¿será que mi linterna no da de sí? Sin embargo, conozco algunos miserables y roñosos que se dicen felices, ¿por qué son felices? porque van a misa cada mañana, se flagelan y oran por nuestros “pecados”. Caminan en un mar de sangre y no se manchan, viven en el infierno y no se queman, llueve y no se mojan. Para ellos todo es color de rosa, viven cándidamente en el mundo fantástico y protector de los cielos y lo que pasa aquí en la Tierra no les atañe (Todo está escrito). Pero eso sí, se persignan siempre con un diente de ajo en la mano, checan antes de la oración matinal su horóscopo y acuden a las urnas para votar; son los que, impasibles y serenos, prendían inocentemente, por amor a Jehová, las hogueras para “purificar” a los malvados herejes. También en el nombre de Alá colocan bombas para castigar a los obscenos infieles. Diferentes épocas, diferentes métodos, pero el fanatismo, disfrazado de misticismo a olor de vudú sigue igual o peor y la esquizofrenia parece ganar más y más espacio en la mente trastornada de estos míseros e infelices iluminados.

La sociedad es lo que somos. ¿Se ha preguntado por qué las cárceles están atiborradas? ¿Sabe usted que sus inquilinos son fervientes creyentes y creen a pie juntillas en los santos, en los dioses de la Escrituras, en el Cielo y en el Infierno? Es obvio que las religiones y sus instituciones han fracasado en su misión. Han fracasado porque son parte integral de la gran maquinaria que fomenta sistemáticamente el caos en el mundo entero. El clero no quiere liberar al ser humano, sabe muy bien que su perdición, su caída, su muerte está precisamente en la liberación espiritual de los individuos. La Institución Religiosa nunca jamás liberará al hombre, es el individuo quien debe recobrar por sus propios esfuerzos su libertad espiritual.

Los creyentes deben de saber que creer en los dioses de las Escrituras, no es suficiente para que la sociedad pueda madurar, vivir en paz y crecer solidariamente, El creyente es un impotente, su impotencia radica en que no puede aplicar o transponer concretamente sus creencias en hechos reales en su vida cotidiana. Esta impotencia es la fuente de las anomalías y de los graves acontecimientos que perjudican y afectan a todos, creyentes y no creyentes (No matarás, no robarás…) etc.

¿Se ha preguntado usted por qué 2.000 mil millones de seres humanos del planeta son extremadamente pobres y por qué 4.000 mil millones son pobres? Es obvio que los modelos económicos han fracasado en la administración y gerencia de los recursos y de la riqueza mundial. ¿Por qué seguir con esos modelos cuando han comprobado mil y

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una vez su incapacidad para mejorar las condiciones desesperantes que sufre la mayoría de los seres humanos? Con la mentalidad de esos guerreros necios de las finanzas, las únicas posibilidades, son el caos y el naufragio. El economista-utilitarista-globalista está en constante oposición contra la exigencia de las realidades sociales de la sociedad, se erige como el supremo defensor de los ideales del modelo neo-liberal, creyente dogmático de los valores y del poder de las clases privilegiadas, no comparte la idea de un equilibrio económico y social que beneficie a toda la sociedad y no exclusivamente a los privilegiados. Se creen de la élite y por tanto luchan a brazo partido para defender a la elitocracia.

¡Fin del elitismo y monopolismo económico! ¡Fin de la libertad económica enemiga y explotadora masiva de los desposeídos! ¡Fin del globalismo unilateral! El kosmocista, como contestatario, apoya la idea de que se democratice universalmente la economía, no comparte la mentalidad hegemonista y elitista de los neo-capitalistas. Las repercusiones de la exagerada concentración de capitales contribuyen a la decadencia del mundo, sus efectos están a la vista de cada uno de nosotros. Por todas partes vemos sus desastrosos resultados y los impactos de sus consecuencias son francamente desoladores, (despido masivo, deslocalizaciones, entre otras). La preponderancia, la supremacía de un imperialismo económico unilateralista por mucho tiempo, no puede tener otra consecuencia que el desgaste total de la naturaleza y el fin violento de la civilización; lo que siniestramente empezó la burguesía europea con su soñada “Revolución Industrial” terminará muy probablemente con la “Insurrección Universal” de los desposeídos y marginados.

Actualmente, el mundo está en guerra, la sangrienta carnicería en Irak aumenta cada día más, las diarias matanzas en Afganistán, el baño de sangre en el Medio Oriente, en África la situación general es francamente infrahumana, en Asia se avecinan grandes conflictos y grandes contradicciones. Rusia tiene muchos problemas con las etnias que reclaman sus independencias, su economía es deplorable y sigue el despotismo. Europa es blanco del terrorismo islámico y de graves conflictos sociales latentes que podrían explotar en cualquier momento, en América Latina crece vertiginosamente la pobreza y continúa la corrupción, la impunidad, la represión, la violación de los Derechos Humanos y el crimen organizado, etc.

Globalmente, la situación mundial es deplorable y potencialmente peligrosa, cualquier calamidad puede suceder. ¿Me pregunto si los profesores de economía empapados de academicismo y de neo-liberalismo pagados por las grandes universidades burguesas pueden honradamente decirnos algo sobre el estado calamitoso del planeta? ¿Tendrán estos intelectuales académicos algo de inteligencia para encontrar los mecanismos responsables de esta lamentable y trágica situación en la cual se encuentra inmersa toda la humanidad? También me pregunto porqué los miembros de los partidos dizque ecologistas no preguntan a los dueños de la multinacional Danzer cuáles son las causas del continuo deterioro de la biodiversidad planetaria y, por último, preguntaré a los judíos ¿porqué Jehová fue sustituido por la Torah? ¿Será que la Ley de Yahvé, es la ley de los rabinos?

Cuando la libertad nos alcance, la humanidad despertará de su trance. Mientras tanto, la mayoría de la humanidad estará bajo el poder hipnótico de nuestras multifacéticas, peligrosas y engañosas creencias. Librarnos de ellas implica una seria toma de conciencia, pero es un paso imprescindible para los que poseen una voluntad creadora en su conciencia y un potencial inventivo en su dinamismo intelectual. Todos,

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absolutamente todos, debemos saber sin la menor duda o incertidumbre, que si el modelo occidental no cambia (si sigue el dominio de los pasivos espectadores), nuevas y peores calamidades están por llegar en los lugares menos esperados.

El corazón del kosmocismo es la libertad, pero no cualquier libertad. Sabemos que hay muchas y sofisticadas definiciones que se le otorgan a la palabra “libertad”; nosotros nos referimos explícitamente a la libertad que libera al individuo de las cadenas religiosas, políticas y económicas, gerenciadas por la elitocracia internacional.

La olla de Babel: Judíos, árabes, negros, hispanos, asiáticos, blancos, comunistas, nazis, racistas, fascistas, anti-semitistas, terroristas, integristas, capitalistas, imperialistas, comunitaristas, nacionalistas, izquierdistas, derechistas, sindicalistas, sionistas, tercer y primer mundistas, son grillos de la misma olla, los pro, los contra, todos sin excepción son los frutos del mismo árbol, maman la leche de la misma vaca, todos quieren imponer a la fuerza sus ideas, sus creencias, sus religiones y su modo de vida, todos desean las riquezas de los demás, todos envidian el poder de los demás, todos apetecen la tecnología de los demás, todos quieren dominar a los demás. Sin embargo, existe un punto en común entre todos nosotros, es el de ser humanos, (polvo de la tierra), formados por una divinidad parlante (háganme el favor) que le dijo; (háganme otro favor). Llenad la tierra y sojuzgadla, señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Definitivamente en aquella época no existía todavía la ecología.

El teismo con un hierro al rojo marcó en lo más profundo de la conciencia humana sus leyes. El mundo se ha vuelto una jauría de lobos debido a los dictámenes prostituidos de las grandes religiones monoteístas. Esta cruenta masacre entre humanos cesará cuando los líderes religiosos tengan el valor de confesar que todas las religiones fueron fundadas sobre una siniestra y desastrosa fábula y, por último, cuando el ser humano se libere de los mitos y de sus creencias fantasiosas.

No seamos ignorantes, es obvio que los mercaderes religiosos nunca van a tolerar ni permitir que se sepa la verdad sobre el teje y maneje de la institución que los mantiene económicamente. Pero no hace falta, nosotros, con la ayuda de la luz natural de la razón, sabemos que las religiones son unas herramientas muy eficaces de manipulación. Sus condicionantes y argumentos básicos son: El credo; la creencia es indispensable para aceptar los demás argumentos, la creación, el alma, el paraíso, el infierno, la resurrección, la vida eterna, la confesión, el perdón, excomunión, exorcismo, el “Rituale Romanum”, el diezmo, etc. Exige del catecúmeno aceptación incondicional y ciega de las Escrituras como revelación del Espíritu Santo (dios-bíblico) y demanda su fidelidad hasta la parusía.

El creyente no tiene acceso directo a su dios preferido; sólo a través de la mediación de las Iglesias. El kosmocista rechaza categóricamente el monopolismo, sea religioso o de otra naturaleza; es fácil de comprender que las Iglesias han sentado su poder sobre el cautiverio de la creencia y de la fe (inducida por las Iglesias) de sus indefensos y desprevenidos seguidores. La o el kosmocista, como ser humano libre no aceptaría ni el uno por ciento de la charlatanería que inculcan las Iglesias a sus feligreses. Pero no vaya a creer que somos enemigos de los creyentes, todo el contrario. Sabemos que las creencia religiosas en muchos casos ayudan a minimizar la ansiedad, la desesperación, el estrese, y depresión que sufrimos en unos momentos determinados de nuestra existencia. Sabemos que las creencias se desarrollan de acuerdo con el grado evolutivo

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de cada persona, y que el nivel evolutivo de los kosmocistas es diferente al de los creyentes; y esperemos que un día todos los creyentes alcancen a los kosmocistas y que no haya rivalidades ni conflictos entre nosotros. Ellos son el ayer, nosotros el mañana y estamos concientes de que sin el ayer no hay mañana posible. El kosmocismo mira con aprecio, tanto a los cristianos como a los islámicos o a los judíos no como militantes, sino como seres humanos y les exhorta para que, mediante el dialogo y la colaboración, nos consagremos todos al desarrollo y a la promoción de la libertad. Un día nos encontraremos porque nuestro camino es universal.

La realidad de uno mismo:

¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Cuál es mi nivel mental, emocional, mi nivel de desarrollo psicológico, mi inteligencia abstracta, práctica, la incidencia de mi carga hereditaria, mi historia familiar, personal y mi medio sociocultural? ¿Cuáles fueron las circunstancias de mi concepción, del embarazo de mi madre, del periodo de gestación, del parto, de los cuidados de la primera y segunda infancia? ¿Cuál es mi historial, y el de mis padres y de mi familia? ¿Cuáles son mis raíces? ¿Seré extrovertido, introvertido, me dejo guiar por los pensamientos, los sentimientos, las sensaciones o bien por intuición? ¿Soy cerebral o emocional? ¿Cuál es mi cociente intelectual? ¿Soy colérico, impulsivo, agresivo, amorfo, apático, bilioso, caracterial, emotivo, egoísta, activo, apasionado, obsesivo, compulsivo, pasivo, inconformista, conformista, depresivo, eficiente, racional, analítico, metódico, reflexivo? ¿Cuál es el estado de mi constitución congénita, morfológica y psicofisiológica? ¿Tomo los hechos imaginarios por reales? ¿Cuáles son las cargas genéticas de mis abuelos, de mis padres, qué enfermedades hereditarias padecían? ¿Cuáles son mis padecimientos? ¿Social y económicamente cómo me desempeño? ¿Qué posición ocupo en la categoría de las profesiones u oficios? ¿He sido obligado a ganarme la vida en empleos estúpidos, inhumanos y además innecesarios? ¿He cursado estudios superiores, segundarios, elementales o ninguno? ¿Cuántos idiomas leo, escribo y hablo? ¿Tendré alguna adicción; seré alcohólico, toxicómano, jugador o comedor compulsivo? ¿Seré pederasta, homosexual, bisexual, impotente, voyeur, exhibicionista o perverso sexual? ¿Cuáles son mis talentos artísticos, qué clase de música me agrada, me gusta la poesía, la literatura, la historia, la ciencia, la escultura, la filosofía, la pintura, el teatro, el ballet, la ópera? ¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Y tú quién eres? ¿Y qué haces para ti y para los demás, estás satisfecho con tu vida? ¿Cuál es tu posición y participación en la sociedad? ¿Qué barrera has construido contra la ignorancia, la crueldad, la brutalidad, la barbarie, la violencia y la represión, contra el monopolismo y despotismo ideológico de la derecha y el de la izquierda? ¿Contra el despilfarro de los gobiernos y contra la farsa electoral? ¿Has hecho valer tus derechos a la resistencia, a la disidencia, a la crítica y a la libertad de expresión? ¿A qué clan perteneces, a los explotados o a los explotadores?

Tenemos que conocer perfectamente bien nuestras capacidades, equilibrio emocional y potencial cognoscitivo, antes de anhelar la realización de cualquier proyecto; un ciego que anhela conducir un camión, no es realista, un ciego que conduzca un camión provocará inevitablemente un desastre. Un iletrado que anhela ser maestro de segundaria no es sensato, un iletrado que de clase en la misma provocaría lógicamente, de parte de los alumnos un rechazo inmediato. Para dar, hay que tener. Para vencer la ignorancia hay que adquirir conocimientos. El ser humano que carece de conocimientos es un

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esclavo, un limitado. ¿Seremos capaces de luchar contra nuestra ignorancia? ¿Podremos distinguir entre ignorancia y libertad? ¿Los habladores de qué son meritorios? Por lo general, nuestros fracasos provienen de nuestras incapacidades. Los “ellos” son siempre los culpables, los “yo” siempre tienen toda una panoplia de sofisticadas y convincentes excusas para justificar sus fracasos y derrotas. ¿Eres un ser libre o eres un ser encadenado a creencias y prejuicios? ¿Somos parte del inmenso y anónimo ejército de los inútiles al mundo o somos de los que hacen la historia, somos de los que se cruzan de los brazos o somos de los que ponen manos a la obra?

¿Ahora qué; qué estamos haciendo, qué debemos hacer, qué haremos, qué hacemos? Con la exacta visión de nuestras capacidades podemos realmente existir un instante sin engañarnos y sin destruirnos los unos a los otros. Creo que no hay más que una salida: Extirpar de nuestra condicionada mente todas las creencias que lesionan nuestra libertad. No hay que olvidar que somos el producto de catorce siglos de dominación y control teísta, catorce siglo bajo el control del poder terrenal y espiritual del clero, catorce siglos de cultura teísta.

Es tiempo de quitarse las máscaras que esconden nuestro verdadero yo. ¿Qué queremos y qué pretendemos realmente de la vida, cuáles son nuestras metas, nuestras funciones, nuestro papel en el seno de la sociedad? ¿En qué contribuimos y qué favorecemos mayormente? Los lamentables y siniestros eventos que suceden en el mundo de los creyentes indican a los no-teístas que debemos empezar la reconstrucción de uno mismo sobre bases nuevas, repensar nuestro modo de vivir y reexaminar nuestras relaciones con los demás, con la naturaleza y con las cosas. Observamos que el teísta es un fracaso, un vulgar fiasco, un derrotado, una miserable caricatura, se auto aniquila a fuerza de creer en una divinidad que roe la espiritualidad del ser humano desde hace milenios...

Nunca se te ha dicho que es imposible tocar una melodía con un violín sin cuerdas o con un piano sin teclas. Es obvio que sin los elementos necesarios seremos incapaces los humanos de construir un mundo nuevo (libre de intoxicaciones eclesiales). Sincera y honestamente, creo que los seres humanos de hoy no estamos preparados ni calificados todavía para tocar a la puerta del mundo del mañana, un mundo muy diferente al de hoy. Para ello se necesita de seres libres, creativos, inventivos, ingeniosos y dinámicos, motivados por unas irresistibles ganas de conquistar el futuro, inmune al virus capitalista y socialista. ¿Cuántos de nosotros, anhelamos recobrar la libertad interior, cuántos de nosotros estamos dispuestos a renunciar al mistificador mundo surrealista y utilitarista de hoy?

Ahora bien, según mi realidad ¿cuáles son mis capacidades y limitaciones? Y según ellas a qué puedo pretender. Esa es la cuestión que cada ser humano debe preguntarse antes de dejar volar su inquieta y calenturienta imaginación. Las enfermedades delirantes fantasmagóricas tienen por costumbre ocupar un lugar privilegiado en la mente humana, los Napoleón, los Hitler, los Mussolini, los Franco, los Pinochet, los Videla, los Somoza, etc. etc. son un triste ejemplo de la peligrosidad de aquellos trastornos mentales que provoca la delirante imaginación y desencadenan una voluntad de poder depravada y extremadamente peligrosa.

¿Quiénes somos para tener el atrevimiento de imaginar un mundo libre, social, democrático, equilibrado, solidario, pacifico, universal, humanista y sin religiones? ¿Con qué y cómo vamos a empezar su edificación? ¿Seremos competentes para colocar

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las primeras piedras e iniciar la construcción del nuevo mundo? ¿O somos también nosotros mismos víctimas de nuestra delirante y exaltada imaginación? Entonces, si es así, nada se logrará, todas las empresas serán nulas y seguiremos viviendo o fingiendo vivir en este infame mundo-cárcel, donde el bienestar social y económico se comparte sólo entre unos cuantos ¿Seremos como los creyentes, impotentes y pasivos frente al antagonismo y a las problemáticas relaciones entre los humanos? ¿Asistiremos apáticos e indiferentes al espantoso naufragio de la sociedad, sin hacer el menor esfuerzo para arrojarle unos cuantos salvavidas?

Muchos de nosotros sabemos que la única religión universal actual, es la del espectáculo mediático unificando el mundo mercantil, IBM, Coca-Cola, Wall Mart, etc. son sus nuevos y hematófagos dioses. Contradecir lo que se tiene por verdadero por milenios es muy arriesgado, pero después de leer y estudiar la “Historia de las religiones” de Jean Bottéro, es imposible continuar creyendo en ellas. Todas les religiones teístas no han superado el reino de la magia ni el de la superstición, su necesidad de mitología, de magia, de ficción, triunfa sobre su debilitada racionalidad, todas son herederas del pensamiento mágico-pagano primitivo y de las cosmogonías y mitologías chamanistas. El teocratismo de los líderes teístas es notorio y ha causado desgraciadamente muchos daños, muchos sufrimientos y demasiadas injusticias. En cuanto a nosotros, el teísmo ha caducado, porque fundamentalmente es el enemigo más feroz de la autonomía y de la libertad intelectual del ser humano. Qué lástima que los teístas se hayan dejado engañar por los artificios y los espejismos del reino de la mentira, que remonta a la aurora de los tiempos, en el que jamás ningún dios puso mano. El dios-teísta sólo ha vencido a los espantadizos esclavos, no a las conciencias libres. Los teístas no dejarán de creer, aunque fuesen colocados frente a las flagrantes evidencias de la falsedad de los ídolos que idolatran, no renunciarán a sus creencias, su dogmatismo es más fuerte que su racionalidad. Nunca lograrán concientizar que son víctimas de la maquinaria propagandística y del proselitismo teísta.

Nosotros, con nuestra conciencia liberada, nos enfocamos en la necesidad concreta de proponer una alternativa post-teísta, es decir ofrecemos una opción para formalizar una nueva era civilizadora de liberación. El ser humano con su conciencia-de-sí, su libertad y su devenir, se abre sin dogmatismo ni nacionalismo trasnochado ni racismo al universalismo y a la conquista científica del Kosmos. Vivir en una sociedad libre, donde los parásitos no tienen ya en donde aprovisionarse, ni donde sacar provecho de la credulidad de los individuos que, por carecer de conocimientos, de lucidez intelectual y de equilibrio emocional, confían inocentemente en esos astutos y vívales manipuladores. El miedo, la ingenuidad, el poder y la manipulación, es el crisol de todas las religiones. El clero zopilote lo sabe muy bien, diecisiete siglos de experiencia lo avala.

Las sociedades se merecen otra vía, no la vía política, sino un vía verdaderamente democrática que preconice la liberación, la civilidad, la justicia y la gratuidad, no la que favorece los monopolismos ideológicos, religiosos y económicos, sino una nueva vía articulada a partir del potencial, del talento y de la sensibilidad del individuo liberado, cuyas preocupaciones no apuntan hacia el utilitarismo ni hacia la mercantilización fetichista del mundo, sino hacia su liberación y hacia la armonización de las exigencias individuales con las colectivas. Ya no podemos confiar en las ideologías y menos aún en los líderes de nuestras sociedades, basta de ser manipulados y engañados; debemos ir al encuentro de nuevas posibilidades y tener una visión objetiva de las finalidades humanas. Se trata de eliminar las impregnaciones religiosas incrustadas dentro de los sectores de la vida pública y

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privada. Sabemos que los creyentes prefieren lanzar estoicamente al basurero mítico su existencia, pero, por fortuna, los no-teístas optan por arrojar su conciencia a la libertad y opinamos que si el creyente no logra escapar de la nigromancia religiosa nunca logrará verse en el espejo totalmente humano y siempre arrastrará consigo las tradiciones del pasado moldeadas por el teismo acarreador del caos.

El individuo y el Estado:

El Estado moderno, republicano, laico y democrático, insertado en la temporalidad y en la historia, debe ser el guía por la vía de la razón de la sociedad cuyos componentes son los ciudadanos. Guiar a las personas para franquear la barrera del oscurantismo, la de las supersticiones y la de las aberraciones del pasado; garantizando esencialmente la libertad de pensamiento y de expresión. Pero esta libertad no debe entenderse como una arbitrariedad subjetiva, sino como el respeto del conjunto de las libertades del individuo como sujeto. La sociedad, es decir las personas, en ningún caso deben ser empleadas como medios, sino como fines en sí. La función del nuevo Estado es la de neutralizar la lucha entre el individualismo radical y el colectivismo totalitario, eliminar los antagonismos y las discriminaciones sociales, económicas y los racismos culturales. Es el papel del Estado desligado del poder y fundado sobre la libertad, no sobre el interés del más fuerte ni de los pocos, garantizar todos los derechos de todas las personas.

El kosmocismo propugna la desaparición del Estado-déspota y de su espíritu burocrático anti-democrático, no mediante una lucha política ni por medio de una dictadura, sino mediante una liberación pacifica de las personas, no preconiza una toma del poder ni anhela su perpetuación, porque el poder es histórico y fundamentalmente corrupto y corruptor. El Estado-déspota y sus instituciones dictatoriales deben terminar y otros modelos de Estado deben proponerse a la sociedad civil, que debe involucrarse en su planeación y su construcción. Los nuevos modelos de Estado deben ser reinventados en función de la libertad humana, de la armonía social y del equilibrio económico de toda la sociedad. Un nuevo Estado al servicio de la sociedad civil y no al de un determinado sector, los ilegítimos favores fiscales y otros otorgados por el Estado para beneficiar a la telecracia y a la radiocracia deben ser eliminados (Igualitarismo democrático). El ESTADO ES DE TODOS O DE NADIE. La sociedad civil no debe permitir ya que el Estado siga estando cautivo de la elitocracia.

Si el individuo como sujeto pasivo o activo valora más los valores materiales que la libertad misma, entonces difícilmente podrá concientizar que él mismo es su propio e implacable verdugo. El individuo sin libertad es incompleto, sin embargo continúa siendo miembro de la especie Homo Sapiens y su vida social no está exenta de experimentar eventos exteriores determinados, provocados por la voluntad y el poder de otros individuos. El individuo sin libertad generalmente termina, voluntariamente o no, incorporándose o simpatizando con las ideologías y teologías totalitarias. El paso del individuo-esclavo al individuo-libre no se ha dado todavía, sin embargo esa transición es inevitable.

Es preciso inventar una nueva estrategia, lejos de los sistemas arcaicos y de las pociones mágicas, capaz de refutar y de rechazar racionalmente la voluntad de poder, pero en la total realidad de una pulsión genuina hacia una democracia racional y razonada. Proponer una acción no conceptualizada a partir no del neolítico bíblico ni del imperialismo teológico, o a partir de los postulados de la funesta trinidad: Economía-ideología-teología sino a partir de una teoría universal de liberación, insubordinada a

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cualquier despotismo. Estructurar una nueva estrategia que no comparte la filosofía de la histórica y simbiótica alianza, derecha-izquierda, que no simpatiza con las mentalidades arcaicas de estas estériles e insuficientes ideologías. Un nuevo concepto que se formaliza fuera de la mentalidad globalista moderna imperialista, fuera del productivismo utilitarista y de la competitiva rivalidad consumista.

Sobre la libertad:

La Libertad es nuestra Constitución, lo que denominamos “libertad-total”, es la suma de las libertades individuales y colectivas. La libertad es el principio real de la democracia-directa. Con ella, la experiencia de la libertad-total se formula a partir de la expresión racional de la colectividad, que favorece necesariamente el equitativo ejercicio de la justicia social antes que privilegiar los salvajes mecanismos utilitaristas y materialistas de las transnacionales. Su principal función es liberar al ser humano de sus atavismos, ataduras, obsesiones y fantasmas. Ni la libertad, ni la democracia, o la justicia pueden vivir separadamente. No existe mejor herramienta que la libertad para liberarse, es poder, actuar-haciendo, racionalmente sin restricciones en el mundo de las posibilidades y contingencias. La “libertad-total” es la manifestación de la voluntad y de las acciones humanas, decidir, actuar, hacer intencionalmente, para obtener tal o cual resultado, sin perder de vista las consecuencias y los impactos que podrían desencadenar dichas acciones.

Sobre el neoliberalismo:

Antes de seguir debo decirles que no creo en la política de los alter socialistas ni de los altermundialistas que se declaran anti-liberales y “enemigos” del capitalismo. Creo que es una broma de mal gusto o un chiste cruel. Combatir con las mismas herramientas al capitalismo, es un gravísimo error y una pérdida de tiempo y energías. Se trata de romper las reglas del juego impuesto por la clase dominante, se trata de remontar a los orígenes del motor generador del neo-liberalismo, lanzar piedras o golpear a los policías antimotines, pintarrajear las fachadas de los bancos o incendiar coches, no son medios que eliminarán los antagonismos y la verdadera realidad social y económica que existe entre pobres y ricos. Creo que estos grupúsculos, presos de su dogmatismo y de su ceguera ideológica, carecen de inventiva y de capacidad analítica. Las nuevas perspectivas se encuentran, en la metamorfosis, en la liberación del individuo para escapar de los totalitarismos y de las erróneas creencias colectivas. Existe un grave peligro cuando la convicción se convierte en religión. El maniqueísmo derecha-izquierda debe ser superado, el mundo de hoy debe liberarse de los valores del ayer.

El neo-liberalismo favorece y promueve agresivamente el deseo de hacerse rico a cualquier precio, acelera la frenética búsqueda del bienestar, hyper valoriza el amor a las ganancias, intensifica el culto al dinero, aumenta la pasión de los goces materiales, precipita la carrera hacia la obtención de privilegios. El pragmatismo político de los partidarios de la filosofía neo-liberal descarta radicalmente lo social como factor actuante para minimizar las carestías que padecen las mayorías, apuestan al individualismo radical. Ahora todos sabemos que el neo-liberalismo es un fabricante masivo y universal de excluidos sociales y es el responsable de la explosión cuantitativa de los marginados. Pero, seamos sinceros; admitamos que la implantación, la consolidación y la globalización del capitalismo en el mundo, ha sido grandemente facilitado por la traición, la colaboración y la corrupción de los “izquierdistas-caviar” y

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por la complicidad de las Iglesias. No soñemos en la “salvación” o en la transformación, ni en los utopismos derivados de los sistemas que han comprobado su desoladora ineficiencia.

La derecha y la izquierda son corrientes que aumentan la angustia y la desesperación de la población mundial, son incapaces de formalizar una solución racional, universal, que equilibre la crítica situación social, económica y política de la humanidad. Los dos modelos, gemelos, en su esencia, encierran en su interior impulsos e instintos dictatoriales y depredadores. Creo que debido al inmovilismo, al acondicionamiento y a la estática mentalidad de las poblaciones contemporáneas, seguirán dictando sus leyes y exigencias, hasta que llegue la era post-neoliberalismo protagonizada por los nuevos y últimos imperialismos universales (China-Japón-India-Rusia). Pero sus intenciones y acciones serán tan peligrosas, grotescas, increíbles, discriminatorias, devastadoras y contaminadoras, como las del neo-liberalismo actual, aunque a mayor escala. Diferentes religiones, mismo becerro de oro, mismas finalidades: explotar, dominar y acumular capital. Con ellas, el involucionismo seguirá ciegamente su camino hasta llegar al punto final del relato histórico de la desafortunada aventura humana.

Los retos que tocan ahora a nuestra puerta son los de salir de este círculo infernal e inventar nuevas finalidades que garanticen nuestra sobrevivencia. Quizás la salida radica en un metódico y escrupuloso análisis de todos los valores del mundo occidental liberal. Lo cierto es que todos nosotros hemos sido las víctimas de una infame y milenaria impostura que hasta el día de hoy nos persigue. ¿Hasta cuándo podremos librarnos de ella? Es difícil de contestar, depende de nuestra voluntad de libertad, de nuestro grado de conciencia, de sensibilidad humanística y de los conocimientos que vamos recolectando a lo largo de la vida. Pero el reto radica en la pregunta: ¿Qué vamos a sembrar hoy para cosechar mañana?

Poca gente hoy concientiza que los mecanismos ideológicos, sean de la derecha o de la izquierda, han desencadenado una crisis mundial que continuamente aumenta a medida que crece la ambición y el afán de poder de las élites. Pocos captan que el neo-liberalismo es tan negativo como el neo-izquierdismo. Sin bandera ideológica; nuestra lucha no es política y no está enfocada en razón del poder, sino en razón de la libertad. El kosmocista no cree en los determinismos derechistas o izquierdistas, es liberacionario, no es portador de distintivos de carácter político. Su “política”, apartidista, es la libertad. Repudiamos a todos los minis-movimientos pseudo-izquierdistas (racistas, discriminatorios y comunitaristas, atrincherados en sus aislacionistas ideologías caseras), que han escogido la lucha política para llenar sus expectativas y mal disimuladas ambiciones políticas. Nuestra lucha no es ideológica ni sectaria, no queremos dominar ni dictar una línea política unilateral a nadie, porque valoramos más la libertad que la política, que ha sido el instrumento tradicional de los ambiciosos y explotadores.

Hemos observado que la función de la política radica en la obtención del poder y que su ejercicio conlleva la corrupción y ésta a la crisis mundial actual, que va a acentuarse a medida que se enfatiza la lucha política (carrera del botín). No hay necesidad de ser político ni hacer política para comprender que para arrinconar el modelo “siempre más”, basta reducir nuestro consumo y basta abstenerse de votar (como acciones preliminares ciudadanas). Podemos criticar y denunciar al neo-liberalismo, pero si seguimos pensado que somos los únicos portadores de la verdad, si seguimos consumiendo y actuando como lo hemos hecho hasta ahora, entonces lo ridículo se acopla con lo absurdo. Basta

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de política y más libertad. Nosotros rechazamos categóricamente ser el botín de los políticos independientemente de la bandera ideológica con que naveguen.

¿De qué sirve criticar a los dirigentes políticos si seguimos votando? Debemos comprender que ningún gobierno, ningún sistema, independientemente de su ideología, estará al lado de la democracia directa del pueblo. Todos esos oportunistas lideretes de pacotilla quieren ser el capitán del buque y ordenar con un autoritarismo delirante a los demás lo que se debe hacer y pensar. El número fenomenal de estos micro-movimientos dogmáticos son una prueba irrefutable de carencia de solidaridad y confianza entre ellos, no aportan nada a la causa de la libertad o de la democracia participativa y están muy lejos de formalizar un frente coherente, una convergencia consensual y colectiva que unifique en una sola todas las legítimas resistencias al supuesto enemigo común, el neoliberalismo. Es un grave error combatir políticamente al neoliberalismo, se trata de articular un programa conexo, formal, novedoso, universal y bien estructurado con la ayuda y el compromiso directo de los miembros de la sociedad civil, (formación de pequeños comités ciudadanos apolíticos). Un programa capaz de liberar al ser humano de sus ancestrales y modernas ataduras, que podría darse a conocer por medio de pequeños centros de difusión de ideas libres y de todos los saberes (asambleas vecinales de temática libre).

Olvidémonos del marxismo, del comunismo, del socialismo y del izquierdismo en general, sus partidarios han tenido sus oportunidades y no han sido capaces de liberar al hombre. Siempre han mamado golosamente de la ubre capitalista, se han dedicado a jugar estúpidamente a la politiquería con la derecha que a fin de cuenta ganó la partida para garantizar su sobrevivencia, inventó una nueva modalidad; el neoliberalismo que domina el mundo entero actualmente. El izquierdismo como sistema político y económico ha fracasado, está derrotado, sometido y debemos enterrarlo, es importante que los “izquierdistas” lo concienticen. Estos grupúsculos deberían saber que en el nombre del izquierdismo no se derrotará al neoliberalismo, ni se obtendrá nada. Al contrario, a través de la lucha política el neoliberalismo se fortalecerá. Opinamos que fuera del cuadro político tradicional y en el nombre de la libertad vacunada de las ideologías todo es posible. No se vaya a imaginar que la izquierda en manos de la pequeña burguesía está para alivianar el destino de los trabajadores o para emancipar al proletariado o para terminar con la explotación. Nada de eso, su meta es afianzarse como nueva élite, un nuevo poder deseoso de sentarse cómodamente en la mesa del gran banquete y lucir como pavos reales delante de las cámaras en buena y fraternal armonía con sus amos.

La izquierda siempre ha traicionado a la clase obrera, siempre ha prometido un futuro mejor, pero nunca quiso cumplir su promesa, sólo le agració con algunas concesiones de carácter social para taparle la boca (las migajas del banquete). La verdad es que el proletariado ha quedado proletariado, el mundo sigue en crisis, la clase obrera se hunde, su situación social va de mal en peor y la clase media no está muy lejos de experimentar el mismo tratamiento. ¿A quién engañó la izquierda? A mí no, seguramente a todos los crédulos e idealistas que se derriten bajo el efecto de la palabrería de los líderes venales y engolosinadores que les venden utopías, sueños, esperanzas y promesas que nunca se cumplirán. A esos profesionales de la política lo menos que les importa es el bienestar del pueblo, y creédme no le interesa la desigualdad social que existe entre pobres y ricos, más bien se preocupan y ayudan más a los ricos que a los pobres. Es el trampolín ideológico lo que más les interesa, con su bandera dizque de oposición aseguran el juego político entre sus compadres y colegas, hacen “política” para garantizar su modus

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vivendi y sus bonos para un futuro tranquilo, que categóricamente, en mi opinión es inmerecido. Debemos comprender que la justicia social y la libertad del pueblo no están en sus agendas. Ciertamente, que no es el ser humano real el que está puesto en el centro del qué hacer político de estos ilegítimos“representantes”.

Sobre la votación:

Es obvio que el régimen electoral de los sistemas está completamente equivocado y favorece solamente a la elitocracia. Es la problemática nacional la que debe prevalecer sobre las triviales rivalidades clánicas de los partidos políticos, sobre las posturas ideológicas y la politiquería divisionista. Los electores deben concientizar que sus votos en el sistema actual, terminan abruptamente en las urnas. Votar por la derecha o bien por la izquierda, no cambiará nada. Votar por un carismático y populista candidato o candidata no cambiará nada. Condenamos la verbocracia política, el circo, el desperdicio y el derroche monetario de las campañas electorales. El kosmocista no desperdiciará su voto y no votará mientras que el proceso electoral no cambie radicalmente. En especial en los países donde se compran los votos, violan y embarazan impunemente las urnas. Pero cada uno es libre de votar si lo desea, lo negativo son las consecuencias que genera la votación irreflexiva e inconsciente. Analizar y sopesar la finalidad del voto es responsabilidad del votante, que debe pensar y recapacitar antes de echar la papeleta cruzada en la urna. En general, los votantes no concientizen ni analizan metódicamente las consecuencias de su voto. Que el voto no sea la expectoración de un pensamiento sin base, sino de un pensamiento reflexivo sobre la intención del voto que debe penetrar hasta el fondo de la conciencia antes de emitirse. Ante los ojos de la historia todos los votantes, lógicamente, son responsables de las consecuencias que desencadena su voto. El voto no es una patente de corso para los que elegimos. Nuestros votos son demasiado valiosos para ser otorgados gratuitamente a un candidato pirata depredador o a un oportunista de cuya vida, antecedentes y acontecimientos poco o nada sabemos.

¿Qué significa ser kosmocista?

Significa ser capaz de liberarse de todas las creencias de índole religiosas-místicas-mágicas, así como de todas las ideologías liberticidas y de las supersticiones. La o el kosmocista es un ser-pensante y actuante, emancipado, crítico, analítico y solidario. Usa su potencial y su autonomía intelectual para liberarse de la mediocridad prevaleciente en las sociedades, no cree en el ilusionismo ideológico de la izquierda o de la derecha. No pertenece a ningún partido, a ninguna religión o secta, ni es portavoz de ningún dogma, rechaza todas las interpretaciones, las ideas y las visiones del mundo que se pretenden únicas. No quiere transformar políticamente a la sociedad, aspira, sin afán mesiánico, a liberarse de las cadenas que le fueron injustamente impuestas por el teísmo y por los impositivos modelos económicos y políticos. Está claro que ni la política ni la economía podrá evitar la caída que se avecina en los próximos decenios. La época dorada de los sueños ha llegado a su fin, el malestar existencial está creciendo gradualmente en la conciencia de cada individuo más que el éxtasis mercantilista aislacionista que falsamente ostenta un “futuro” para las generaciones presentes y futuras. El neo-liberalismo ha establecido una frontera entre el utilitarismo ultrajante de unos pocos y el no- devenir de muchos.

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La pregunta que se impone es la siguiente: ¿Cómo es posible que más de 6000 millones de seres humanos se encuentren bajo el yugo y la voluntad de no más de quinientas mil familias? ¿Con qué derecho y a qué se debe esa monstruosa injusticia social? Creo que debemos remontar a los relatos bíblicos para encontrar los principios de las injusticias sociales. Los esclavos (botín de guerra) puestos al servicio de la élite guerrera fueron los instrumentos de explotación que permitieron a los amos acumular bienes y acaparar, por medio de la violencia, enormes riquezas y vastos territorios. Sin esclavos no habría habido riquezas, ni amos poderosos, ni conquistas. La condición socio-política impuesta por los amos a sus esclavos marcó desde su origen hasta la fecha la inhumana correlación entre ricos y pobres. La esclavitud o vasallaje moderno sigue más que nunca vigente, los trabajadores continúan a cambio de un raquítico salario, engordando a sus amos. La relación amos-esclavos no ha cambiada significantemente durante los últimos milenios. El kosmocista opina que esta trágica e inhumana realidad debe terminar radicalmente.

La liberación debe empezar por la concientización del propio trabajador de su condición de esclavo, de ser explotado, sumiso y manipulado. Debe haber una profunda metamorfosis en la conciencia de todos los seres explotados que ya no pueden seguir otro milenio siendo los peleles de los ricos y de los modelos “democráticos”, que, precisamente, abren la puerta y facilitan el mecanismo de explotación que aplican los amos a los sumisos.

Los ricos piensan que el trabajador, el (homo-sklábos), nace para obedecer y ellos para mandar. Consideran la explotación como un hecho natural e inherente a su status social. La élite sin consideraciones de carácter humanista, ni objeciones morales o éticas de ningún tipo, siempre ha considerado normal la servidumbre. El explotado merece su destino y debe aceptar su situación con estoicismo y resignación y jamás rebelarse por su condición de esclavo. El “derecho-divino” o de casta, fue otorgado precisamente por la elitocracia clerical a los reyes y a los príncipes de la Europa medieval occidental, el mismo fenómeno sucedió en otros continentes, donde prevalecieron imperios-teocráticos-esclavistas, y gracias al esclavismo lograron construir grandes fortunas, grandes potencias y asimismo consiguieron implantar una incalificable injusticia que perjudicó enorme y preferentemente a los sumisos. El rico no es amigo de los trabajadores, ve en ellos sólo un medio para ser usado indiscriminadamente y obtener amplios beneficios y jugosas ganancias. Los amos han cambiado el látigo y el yugo por el despido masivo y por distractores como: televisores, radios, crédito, coche, fútbol, democracia, elecciones, telenovelas, festivales, fiestas populares y grandes eventos, dicen que culturales, que no tienen otro papel que el de aturdir a las masas.

El pan y circo romano no ha cambiado ni un ápice, la negativa relación amos-esclavos con el globalismo sigue más vigente que nunca. La nueva filosofía de los amos, el neo-liberalismo, es un ejemplo muy ilustrativo de aquello, el despido masivo de los asalariados corrobora una vez más la verdadera mentalidad mercantil y gansteril que ostentan los empresarios. Lo importante para ellos son las ganancias redondas, muchas de ellas ilícitas, producto de corruptela y sobornos; no les interesa lo más mínimo la suerte de los asalariados y menos aún la de sus familias. Las deslocalizaciones demuestran fehacientemente la falta de conciencia y sensibilidad social de los amos de la industria, de la banca y de la bolsa. El peor enemigo del trabajador es la individualización, es decir el aislamiento voluntarista de los otros trabajadores, mientras que los asalariados no logren establecer una red autónoma, solidaria, defensiva y

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universal para defender sus intenciones fundamentales (ideales-identidad-intereses-comunes-solidarios, base cultural común, proyecto de civilización), no podrán liberarse y seguirán ad vitam aeternam siendo los esclavos dóciles y mal nutridos de los amos.

La previa liberación individual de los asalariados constituye el eje central del proceso universal libertario de la colectividad, que se encuentra hasta hoy sumergida en un mar de necesidades creadas, precisamente, para impedirle cualquier tentativa de liberación. Un mundo bien definido y dividido entre amos y esclavos es la suprema garantía del continuismo de la infame injusticia social. El mundo obrero no puede seguir soñando en el paraíso, porque el paraíso terrenal pertenece a los ricos y el infierno corresponde a los pobres. Debemos ser realistas y entender que anhelar y luchar desesperadamente para poseer cosas y más cosas no llevan a la plenitud emocional ni a la felicidad, sino al caos y a más desgracia. Bajo esas condiciones, el trabajo no libera, envilece y pervierte.

Por el momento, las reivindicaciones obreras sólo aspiran a más salarios, por lo general el asalariado no aspira específicamente a la libertad como prioridad, sino a la servidumbre obligada, a cambio de un mísero salario que a duras penas logra garantizar su sobreviviencia. La irreflexiva carrera salarial opaca las verdaderas necesidades existenciales en un mundo donde los valores humanos dejan de existir frente al espejismo y las exigencias monetarias. El mundo obrero tiene frente a él una larga andanza antes de tomar conciencia de su auténtica condición en respecto al mundo real de sus amos.

El mundo de los asalariados está sujeto a las modulaciones, frecuencias y variaciones de los humores bursátiles de los grandes y pequeños inversionistas internacionales. La Bolsa es el eje central de la especulación financiera que rige el destino de todos los ciudadanos del mundo. El destino de los sumisos está forzadamente ligado a los intereses económicos de los amos y, ciertamente, no a sus sentimientos caritativos o a su conciencia social, porque carecen absolutamente de ellos. Pero, no nos dejemos llevar por la propaganda perversa del mundo de los ricos, porque en realidad este último es el enemigo más férreo del mundo de los pobres. A pesar de los discursos con tinte “humanista”de los hipócritas líderes de los países ricos y “pobres” la verdad es que están más preocupados por el pago de la deuda, (dinero que los gobernantes piden prestados) que por el destino de los pobres. Una vez definido a qué mundo pertenecemos, se hace imperativo para nuestra supervivencia redefinir exhaustivamente la realidad de la increíble incoherencia y barbaridad que separa estos dos mundos antagónicos, por conveniencia, y provecho el uno, y por necesidad y falta de conocimientos, el otro.

Es obvio que el mundo de los ricos debe cambiar y modificar su manera de pensar y actuar, está claro también que el mundo de los pobres debe reinventarse y tomar un camino totalmente diferente al que le fue histórica y despóticamente asignado. Obviamente, no es en la confrontación directa o indirecta de estos dos mundos como antagónicos donde se producirá una concordancia armónica entre los dos, sino en la cabal y recta comprensión de la grave y peligrosa realidad que caracteriza incuestionablemente las infamantes diferencias y las extraordinarias anomalías que existen entre el mundo de los ricos y el de los pobres. Precisamente, es en esta división donde se encuentran ocultas todas las incitaciones y motivos para desencadenar una guerra civil mundial. Esta milenaria, pérfida y alevosa parcelación, debe desaparecer y esta tarea corresponde a todos nosotros, pobres y ricos. Porque si, por desgracia, se desencadena una confrontación violenta entre pobres y ricos, es evidente que no habrá vencedores; todos los sobrevivientes, si los hay, estarán irremediablemente condenados

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a una vida universalmente infame e infrahumana. El kosmocista recomienda una colaboración pacífica y solidaria entre todos los pobres, los excluidos y los marginados para que juntos, elaboren un programa factible y pragmático que satisfaga las necesidades reales de su mundo.

Moratoria demográfica:

Valorando la precaria y peligrosa situación que prevalece en el mundo y analizando metódicamente la situación personal de uno mismo, creo que lo más adecuado es dejar de procrear, disciplinarse e imponerse una moratoria en lo que se refiere al número de hijos que uno puede mantener. Más vale ningún hijo, que un retoño miserable que no tendrá la más mínima oportunidad de vivir y crecer decentemente. No seamos generadores de más miserables en el mundo. El cuento de la familia es una trampa puesta por el clero teísta y por la elitocracia. Hay que revisar a fondo el sentido, la intención, y el propósito del matrimonio, y meditar amplia y muy seriamente las graves secuelas de la procreación indiscriminada. Olvidémonos del anacrónico machismo y seamos honestos, cuidadosos, coherentes y respetuosos con nosotros mismos y con los demás, en cuanto a la responsabilidad y a las consecuencias que desencadenan automáticamente el hecho de traer un nuevo ser humano a este peligroso, frágil, inestable, adverso, discriminante, sobrepoblado y contaminado mundo.

No agreguemos más incautos al gran y dócil rebaño que mantiene al parásito clero, no añadamos más consumidores cautivos cuya única misión es la de alimentar al Moloch industrial. No agrandemos las filas de los millones de desempleados y de los millones de hambrientos. Hay demasiados pobres en el mundo condenados a vivir una vida infrahumana, demasiados que nunca podrán salir de la exclusión, demasiados sin futuro. La idea de la familia, cuando se carece de los recursos suficientes para mantenerla, es absurda, y si uno es pobre no debería condescenderse a formar una familia. No solamente la realidad económica, cultural y educacional de uno mismo debe ser seriamente tomada en cuenta, sino también el factor salud, primordialmente el genético, antes de procrear.

Es tiempo de sacudirnos de los valores del ayer y del presente para preparar los del futuro. Hoy más que nunca es una gran responsabilidad traer una criatura al mundo. Muchos de nosotros no estamos calificados psicológicamente y menos aún económicamente para educar y mantener a una inocente e indefensa criatura. El kosmocista recomienda la moratoria demográfica y la abolición del matrimonio institucional. Se trata de bajar el índice de natalidad al máximo como respuesta a la mundialización, hasta que haya cambios radicales que modifiquen significadamente los modelos sociales, políticos y, muy especialmente, la arcaica mentalidad de la clase política y religiosa.

Definiciones:

Ya llegó la hora de algunas definiciones; iniciaremos la tarea por el concepto que tenemos según nuestra cultura, conocimientos y grado evolutivo, de la palabra “dios”. Cuando uno recurre o menciona la palabra “dios”, en la mayoría de los casos, se refiere directa y automáticamente al inventado dios-teísta, al dios-bíblico, al dios de las escrituras, al dios personal que ve, habla, escucha, controla la vida humana y actúa en toda la historia del mundo; al dios castigador, vengador, sanguinario y que promete una vida eterna y un paraíso en un “más allá”. El dios-teísta es el dios de los vulgos, de los

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ignaros, de los creyentes incondicionales, de los miedosos, de los conformistas, de las masas populares, de los avorazados. Es el “dios” de los que viven en una miseria ofensiva y humillante, es el dios-de-los-pobres como “ens necessarium”; en una palabra es el “dios” de las religiones, secuestrado y monopolizado por el vampiresco clero.

El “dios-teísta”, entre las manos monopolísticas del clero, ha causado muchas calamidades e injusticias y siempre ha sido utilizado como factor moderador y represor de los reclamos sociales de los pueblos arrinconados y explotados espiritualmente por el clero político y políticamente por los sistemas

El kosmocista no se tropieza con lo que se llama “Deus” en latín, ni se paraliza en las sílabas del nombre (de dios). El pensamiento kosmocista, liberado de toda especulación subjetiva y sin conflictos internos, desecha la idea misma de deidad. La anulación del concepto “dios-teísta” y la afirmación de la no-creencia fortalecen la certeza de que quimera y centauro no existen. Hay que traspasar la frontera teológica del “dios-teísta” venerado por los idólatras. Es preciso, a partir de la realidad histórica de las anormalidades y extravagancias que particularizan a las religiones, efectuar una mutación individual, realizar una conversión voluntaria y lúcida del estado de creyente al de no-creyente, de teísta a kosmocista.

En nuestro intelecto no hay lugar para ningún dios con extraños y ridículos rasgos antropomórficos adornados con fábulas acomodaticias. La pléyade de dioses inventados por el ser humano a través de la historia ha demostrado que todos los dioses, incluyendo a los tres “dioses-teístas”, entre las manos de los humanos sólo llevan a la desolación y al estancamiento espiritual.

La filosofía al servicio de la libertad:

A la hora de la gran crisis de los modelos de pensamiento, de la intromisión cabalgante de la subjetividad filosófica y de la deficiencia confirmada de los “intelectuales-pensadores” imbuidos de idealismo vetusto, se hace patente que las últimas propuestas intelectuales y filosóficas están en vías de maligna excrecencia. En la hora actual no hay un filósofo capaz de proponer un método de pensamiento que libere al hombre, todos están atrincherados pedantemente en las aulas de las universidades, prefieren quedarse con el platonismo y en la suave comodidad de un academicismo trasnochado, aferrados pretenciosamente a sus caducas y antediluvianas tesis. En el mundo filosófico y académico hay una enorme carencia de ideas nuevas y de propuestas originales, innovadoras, creadoras, inventivas y libertarias. Dos mil años de estancamiento, ¿A dónde están los verdaderos filósofos? ¿A dónde están los portadores de antorchas? ¿Los fundadores de nuevos mundos? El mundo de las ideas se ha evaporado, sólo subsiste el mimetismo y la reminiscencia de una memoria del pasado que genera los mismos patrones de vida siglos tras siglos, que, a su vez, garantizan la permanencia de la mediocridad y del estancamiento.

La humanidad:

¿Actualmente cuál es el paradigma de la humanidad? “dios”, el dinero, el sexo, la explotación, la destrucción de los ecosistemas, la extinción del género humano, la degeneración psíquica, la depravación colectiva, las adicciones, la devastación del planeta. Pocos aciertos, demasiado errores. Estará usted de acuerdo conmigo que no es

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la libertad, porque, a través de su historia, la humanidad ha tenido un pavoroso miedo a la libertad. Cuando la libertad sea el paradigma de la humanidad, entonces podremos hablar de un nuevo mundo, un nuevo amanecer para todos, pero, mientras tanto, seguiremos en el oscurantismo y en la barbarie impuesta por la elitocracia. ¿Sabe que actualmente la vida humana bajo los mandatos de los valores teístas, es una broma cruel y de mal gusto? ¿Qué sentido tiene la vida moderna hoy? Además de comer, fornicar, comprar, intoxicarse con alcohol y drogas. ¿En qué se resume la vida humana? ¿Qué es lo que realmente nos motiva a levantarnos por la mañana? ¿Para qué la vida humana? ¿Cuál es su verdadera función? La humanidad ha sido despojada de su verdadera función, de su libertad, de sus libres mecanismos evolutivos, de su potencial intelectual y de su auténtico y legítimo afán de buscar la verdad. La humanidad ha sido manipulada, castrada, explotada, desviada y confinada por un grupito de avorazados y envidiosos depredadores. La humanidad no está al servicio de la vida, sino al de un puñado de piratas que la obliga a pensar y actuar según los intereses de esta mafia internacional que rige el destino del mundo entero.

Creo que los seres humanos, encadenados a este equivocado modo de vida, deberíamos empezar a concientizar si vale la pena continuar viviendo así o intentar existir y pensar de otra manera, a fin de encontrar un verdadero sentido a nuestra existencia sobre la Tierra. Una gran parte de la humanidad, debido al modernismo mal entendido y a la cultura masificadora hollywoodense, se encuentra peligrosamente enferma y desorientada y, a medida que crece la población bajo los dictámenes y los valores de los poderosos, se acentúa irremediablemente su deterioro psicológico; sólo en Holanda, el 36% de sus habitantes padecen de trastornos mentales, 20% de escolares norteamericanos sufren de perturbaciones cerebrales. Miles de millones de seres humanos en el planeta Tierra padecen de trastornos de índole emocional, el estrés y la angustia no perdonan a nadie; quinientos millones de personas en el mundo padecen de obesidad, el 90% de ellos viven en los países desarrollados. ¿Por qué? Principalmente por la represión y por la castración espiritual a la cual la humanidad fue sometida durante casi dos mil años de parte del clero teísta, fue maliciosamente desviada de su camino original y ladinamente utilizada para obtener ventajas y beneficios ajenos. Su destino era la conquista de la libertad, de las estrellas y del universo, sin embargo ha sido obligada a desviarse, a seguir un camino que la condujo a la desesperación y, finalmente, a la nada. Una cosa está clara, la humanidad no podrá continuar vegetando en el lodazal teísta para siempre; tarde o temprano tendrá que liberarse o morir.

La sociedad civil: Se ha especulado demasiado sobre un ente fantasmagórico y abstracto mal llamado “sociedad-civil”; la sociedad civil como un sólido conglomerado social no existe, sólo en el imaginario de los utópicos reformadores domingueros y de los políticos especuladores y oportunistas que usan sin ton ni son en los programas televisivos o radiofónicos las palabras mágicas: “sociedad civil”.

No hay una entidad visible y concreta de algo que muchos denominan “sociedad-civil.” La “sociedad civil” es una falacia, se le atribuye facultades y potestades que no posee. Como cuerpo social coherente, integral, compacto con una ideología ad hoc y una autonomía propia, la dicha “sociedad-civil” brilla por su ausencia. La sociedad como tal está dividida, fragmentada, atomizada y fraccionada, y la mayoría de los sectores que la compone son antagónicamente opuestos, ideológica, económica y socialmente, los unos a los otros.

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¿Pueden los ciudadanos formar entre sí una nueva “sociedad civil” autónoma en su ejercicio y como órgano de oposición real a la clase política? Claro que no; el ciudadano moldeado por los sistemas existentes es incapaz de proponer o inventar una nueva atribución para el conjunto de los ciudadanos de un país. Antes de aspirar a ser ciudadano libre, hay que romper previamente las cadenas y los moldes que obligan precisamente a uno a no ser ciudadano, su papel se reduce a ser el aceite para el sofisticado y complejo engranaje de la maquina trituradora del Estado. La razón de Estado, enloquecida por la embriaguez de tanto poder, siempre es más fuerte que la razón de la población en su conjunto. Recordamos a los utópicos trasnochados que es la élite dueña del Estado la que gobierna, no es el pueblo. Los gobiernos y los partidos, que excluyen la participación ciudadana real y verdaderamente participativa, no pueden hablar de democracia ni de “sociedad civil,” y menos aún de representatividad parlamentaria.

La selectiva y elitista “participación” ciudadana que toleran algunos ociosos líderes de las organizaciones políticas, no tiene repercusión real en la maquinaria política interna de los gobiernos ni en el mecanismo operativo de los partidos. Los sistemas actuales no tienen la voluntad ni el espacio para permitir la participación activa y directa de la ciudadanía en sus asuntos. Existen grandes lagunas y grandes fallas respecto a la participación ciudadana en los asuntos nacionales.

No hay que cumplir con formalidades inútiles, ni buscar alivio en la inventiva verbal que nos consuela engañosamente. La “sociedad-civil” no tiene sentido en un universo no-válido. La descomposición social de la sociedad está a la vista, pero no hay que asombrarse ante la injusticia del orden social que de ella emana, su fin es arrastrarnos mejor en el lodazal de la mediocridad y de la discriminación. ¿Será que el destino común del individuo y de la sociedad sea delirar e inspirar a una multitud de falsos y vandálicos éxtasis? Argumentar hipotéticamente sobre el fantasma de la “sociedad-civil” no lleva a ninguna parte, para nosotros la “sociedad-civil” no puede realizarse más que en la individuación del ciudadano, fundamento último de la sociedad, a condición de romper con el dogma de: Cada uno para sí mismo.

Cuando el individuo no logra liberarse de la tiranía de las ideas fijas, se pierde y se arruina, cae irremediablemente en el individualismo radical. Por lo tanto se margina y se excluye de cualquier asociación, organización, grupo, núcleo, etc. Los kosmocistas opinan que el antídoto a la globalización y a la centralización capitalista son los individuos liberados y organizados.

Nosotros redefinimos a la “sociedad-civil” como “conciencia-ciudadana-colectiva” (CCC), que se expresa a través de la manifestación de una agrupación de individuos organizados, solidarios, inconformes, críticos, independientes y autónomos. Grupos de ciudadanos que actúan colectivamente para expresar pacíficamente y con objetividad racional sus inconformidades, peticiones, ideas e intereses, con la finalidad de lograr metas comunes frente a las autoridades que niegan o se oponen a sus derechos como ciudadanos. Los partidos políticos nulifican al ciudadano de sus derechos, marginándolo, tanto de la vida política como de los asuntos sociales. Debido a la marginalización y a la exclusión nace el inconformismo dentro de determinados sectores de la sociedad, que desean expresar sus puntos de vista y sus críticas, oponiéndose con actitudes discordantes en contra de sus opresores. La sociedad dividida con su ilícita aureola y creadora de insatisfacciones y decepciones profundas no fecunda nada, salvo

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la perpetuación de todos los crímenes y anacronismos. Cuando los miembros de la sociedad en su conjunto logren liberarse de su “virtud” de esclavos, de sus deidades, de sus ídolos y de sus fantasmas, entonces, quizás, amanecerá en el horizonte un nuevo sol que pondrá fin a la milenaria agonía humana.

La voluntad de libertad:

La voluntad “de” libertad es la necesidad de ser libre que cada uno puede experimentar en su interior, es la inspiración de algo que no se posee todavía, es la sensación de una falta de. Está claro que la voluntad de libertad se basa en la formulación de una instauración de nuevos valores y del desencadenamiento de un proceso mental de desvalorización de todos los valores que aprisionan al ser humano. La voluntad, como creadora de posibilidades, debe aspirar a ir más allá de ella misma y a liberarse de las certidumbres y determinismos que le impiden desarrollarse dentro de una prospectiva perspicaz perteneciendo a la esencia de la voluntad de libertad.

Debo informar al lector que no voy a adentrarme en el complicado y fastidioso laberinto de la ontología, porque el estudio filosófico del ser como ser, no es el centro de mis preocupaciones. Mi problema es la liberación del individuo y no pretendo doctorarme con una tesis sobre la ontología analítica. Ser, para el kosmocista, es vivir, pensar, comer, beber, respirar, llorar, sufrir, gozar y cumplir acciones que corroboran la existencia real del individuo en este mundo. Las elucidaciones y las teorías filosóficas no llenan el estómago, no curan las enfermedades, no salvaguardan a los desprotegidos ni dan trabajo a los desempleados. El problema de los individuos en nuestras sociedades no es precisamente de índole filosófica, sino predominantemente de carácter sociológico.

¿Democracia o anarquía?

Entre anarquía y democracia muchas gentes sin ser precisamente democráticos elegirán la “democracia”, simplemente porque es parte del mecanismo manipulador de la ideología dominante; pocos optarán por el anarquismo, porque requiere de ciertas capacidades y conocimientos de los que el noventa por ciento de la población carece.

Los anarquistas han superado ideológicamente al capitalismo, al socialismo y al comunismo, son libertarios aislados, incomprendidos, relegados, marginados, esquinados por el grueso de la población ignara. Sin embargo, el anarquismo propone principios importantes de liberación como la neutralización de las nefandas burocracias y la de los centros de poder que mantienen el status quo de la servidumbre y garantizan el continuismo piramidal que explota, fragmenta y debilita a la sociedad. Claro está, el anarquismo como opción política no suscita ningún entusiasmo en el seno de la sociedad que prefiere sacrificar su libertad en aras del consumismo salvaje. La realidad económica, sociológica y política de hoy impide la expansión de la filosofía anarquista en la sociedad, la sociedad no está preparada ni lo suficiente evolucionada para ello, le falta madurez, no tiene la capacidad intelectual y emocional para hacer frente y asumir sus responsabilidades. Su ceguera le impide tomar las riendas de su destino. El anarquismo, según, algunos grandes intelectuales y valiosos pensadores vanguardistas, está demasiado adelantado en relación con la situación y la realidad de nuestra época. Actualmente, en nuestras sociedades pocos son los seres humanos que viven libremente y que se hacen responsables de sí mismos cívica y socialmente. Para ser anarquista, vivir y actuar como tal, se requiere de mucha madurez, de estabilidad emocional, de un

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criterio liberal muy amplio, de un nivel intelectual bastante desarrollado y de una tabla de valores diferentes a los que prevalecen en la clase dominante y en la del rebaño.

El universo es inteligible:

Creo que lo que más espanta e incomoda al ciudadano común es la libertad. Ahora bien, la función del kosmocismo radica en la erradicación del miedo que nos paraliza; un ser humano paralizado por el miedo nunca podrá liberarse de los sistemas, de las creencias y menos aún de sí mismo y de sus fantasmas. Liberarnos es el gran desafío que nos espera. Esta perspectiva no es un imposible, si logramos superar a las cosmogonías mitológicas producto del imaginario humano. Podemos, si queremos, lograr escalar un peldaño más hacia nuestra verdadera finalidad; abrir de par en par la gran puerta del universo para las nuevas conquistas humanas en sus próximos y extraordinarios viajes hacia nuevos planetas. A partir del descubrimiento del Big Bang (Jorge Gamow-1948), comenzó el pensamiento kosmocista, la historia del kosmos está en marcha y podría alterar para siempre la visión y las perspectivas que el ser humano tiene del mundo, no tan sólo del universo, sino también de su propio lugar y de su papel en el kosmos. Nuestro kosmos tiene una historia y está intrínsecamente atada a todos nosotros. Los kosmocistas sabemos que el destino humano, está ligado íntimamente al destino último del Universo y, si no sucede un cataclismo mundial natural o provocado que borre de la faz de la tierra al último humano, entonces el camino hacia las estrellas estará accesible y al alcance de las generaciones liberadas y autónomas del mañana.

La transición a la libertad

El concepto de libertad ha sido entendido y usado de muy diversas maneras y en muy diversos contextos en la literatura filosófica y parafilosófica desde los griegos hasta el presente. He aquí algunos modos como se ha entendido: Como posibilidad de autodeterminación, de elección; como acto voluntario; como espontaneidad; como ausencia de interferencia; como liberación frente a algo; como realización de necesidades superiores; como poder ejercer acciones voluntarias en las que no hay coacción ni ignorancia, etc. Libertad de pensar, de crear, libertad del uso de las palabras, libertad que alienta la irresistible aspiración hacia lo inaccesible.

El individuo liberado es aquel que no está sometido, no es esclavo, ni atado a las creencias. El ser humano es libre en cuanto ser racional que tiene la posibilidad de decidir y, al decidirse, de autodeterminarse como ser libre. La falta de libertad es un problema que afecta a toda la especie humana, el dominio y la manipulación de un grupo sobre otro impide la emancipación del grupo dominado. El objetivo es la liberación total, no una rotación de dominación, nada de carrera de relevo y nada de oposicionismo cómplice y simbiótico. La meta del individuo es liberase, pero sin libertad esta meta está irremediablemente condenada al fracaso. Sin libertad no hay emancipación ni liberación individual o colectiva.

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La transición a la libertad pasa preliminarmente por la superación de los dogmas religiosos, si no logramos salir del espejo encantado creado por las alucinaciones de nuestras mentes, difícilmente podremos defendernos del nefando mecanismo totalitario del teísmo. Sólo la libertad, liberada de sus creencias encadenantes, es creadora. Crea las ideas y levanta las anclas que impiden a la mente humana zarpar en el inconmensurable mar del conocimiento. Puede exteriorizarse como pura voluntad que afirma la definibilidad del hombre y del mundo. Voluntad que se manifiesta contra la dominación y especialmente contra cualquier coacción de carácter religioso. La “libertad-espiritual” no es una libertad condicionada y circunscrita exclusivamente a la “espiritualidad” misma, es un ejercicio mental que se expande libremente. Para los entendidos, estamos refiriéndonos a un impulso intelectual sin barreras, sin fronteras ni limitantes. La “libre-espiritualidad”, es decir el libre-pensamiento no se circunscribe a ninguna religión, a ningún dogmatismo ni a ideas fijas. No hay que confundir “libertad-religiosa” con la libertad de pensamiento, porque en la praxis religiosa los creyentes están sujetos a cánones específicos que son limitantes, restrictivos y circulares.

“Libertad-espiritual” no quiere decir subordinación; subordinación que puede tener lugar dentro del marco de una sutil y eficaz manipulación, encubridora de una ideología de dominio que, para garantizar su sobrevivencia, sofoca cualquier movimiento emancipador del libre ejercicio de la libertad de pensar por sí mismo. Me refiero específicamente a las sofisticadas y pérfidas trampas teológicas teístas. Los individuos, mientras estén bajo la tutela teístas, no podrán liberarse. Vivirán para siempre atados a sus cadenas y a sus falsos valores.

La libertad intelectual del no-creyente y la del creyente:

La “libertad-espiritual” o intelectual del creyente, condicionada a los dogmas, creencias, ritos y liturgias, está automáticamente coartada, mutilada y enjaulada. El creyente teísta no es un pensante libre, está sometido a severos condicionamientos desde su más temprana edad. No piensa por sí mismo, los otros le dictan lo que debe pensar y creer. El no-creyente no está limitado, su universo es amplio y sin límites, sus pensamientos pueden excursionar libremente en lo profundo, lo alto y lo ancho del mundo de las ideas y del mundo de las reflexiones y de la racionalidad. No está impedido por un principio ni por un fin, su conciencia está evolucionando sin trabas. No está condicionado a la triste y castrante formula teísta que: todo parte de, para llegar a.

Las palabras mágicas o palabras trampas:

“Espíritu” es un vocablo inventado expresamente para responder a una exigencia de carácter teológico, como otras tantas palabras que no tienen sentidos ni verificativos. Las Iglesias son las más irrespetuosas de la libertad intelectual del ser humano, ellas quisieran imponernos a la fuerza sus creencias y forma de pensar, quisieran inyectar en el cerebro de cada uno, sin nuestro permiso, algo que ellos llaman “dios,” para convertirnos en monstruos como ellos. La historia

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ha demostrado que la capacidad mental de los teístas no alcanza a comprender que hay mucha gente que no comparte su doctrina, ni su forma retrógrada de pensar. Existen muchas personas en el mundo a las que les importa un bledo el teísmo o cualquiera “divinidad” y se declaran abiertamente y sin titubeos anti-teístas.

En vista de todo ello, creo que es mejor desterrar de nuestro léxico los vocablos “dios, divinidad, espíritu, espiritual, espiritualidad, alma, resurrección, vida eterna, santidad, sagrado etc. etc. descalificarlas constituye un deber. Confiaremos sólo en términos, conceptos, palabras y vocablos que tengan un sentido preciso y un verdadero significado adecuado al tiempo y a la realidad. Desconfiaremos de todas las palabras con connotaciones mitológicas, en especial las que usan los teólogos, el clero y los catequistas. Invito al lector a definir el término “espiritual” o “espiritualidad” sin recurrir a metáforas, a fábulas poéticas, a relatos mitológicos, o argumentos infantiles.

La civilización de Occidente hunde sus raíces por igual en la cultura griega y en la tradición teísta. La problemática teísta empieza en el año 313, Constantino, consciente de las ventajas que ofrecen los cristianos, les concede la libertad de culto por el Edicto de Milán. En 380, Teodosio instituye el cristianismo de origen oriental como religión oficial del Estado por el edicto de Tesalónica. En el siglo V, con el colapso del sistema político romano en Occidente, el poder de la Iglesia Católica se consolida y se extiende. El clero, envuelto en un halo de milagrería e histerismo, capta con gran facilidad a las masas iletradas que ocupan el último escalafón de la población. El cristianismo fue para la religión, lo que el neoliberalismo al capitalismo. El paganismo ya no servía a las ambiciones de las nuevas castas dominantes europeas, por lo tanto la llegada y la consolidación del cristianismo fue un fenómeno que se ajustó perfectamente a las intenciones e intereses de la nobleza occidental. Las religiones son unas herramientas más de la elitocracia.

El fundamentalismo neo-liberal:

No cabe duda de que las religiones son fábricas de cretinos, basta escuchar los discursos del clero teísta, de los fundamentalistas protestantes africanos, europeos, latinoamericanos y norteamericanos y comprenderán. Esos iluminados pretenden establecer una teocracia cristiana internacional para dirigir el mundo según sus mandatos. La mentalidad ultra-conservadora del fundamentalismo protestante norteamericano y sus cómplices, considera que lo social es irrelevante y debe ser abolido. Es decir, que el neoliberalismo, impregnado de fundamentalismo religioso, rechaza las necesidades sociales de los pueblos. Su sueño es establecer un sistema capaz de deshacerse de todos los pobres del planeta y eliminar radicalmente lo social. Ambicionan un mundo de excelencia que privilegie exclusivamente a los ricos y a sus secuaces. Todos los demás, es decir los “inútiles”, los “left-behind,” ya no tienen lugar en el nuevo modelo que maquinan los ricos y sus socios.

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Los poderosos cultural, intelectual, económica y políticamente, han hecho su mejor esfuerzo para dejar atrás lo social. Los fundamentalistas están comprometidos teológicamente en despreciar, marginar y perjudicar a todos los seres humanos del planeta que no comparten sus opiniones y su visión del mundo .El protestantismo-fundamentalista y el neo-liberalismo son del mismo reino. El designio de los decidores, o sea de los que deciden y mandan, la alta elitocracia, que han elaborado los sirvientes, nombrados “thing tank,” analistas de la corporación “Rand”, radica principalmente en la erradicación total de lo social y en la eliminación de los pobres.

Las creencias al servicio de la esclavitud

Por lo general, los pobres son más creyentes que los ricos, los ignorantes son más creyentes que los doctos y muy pocos científicos lo son. Salta a la vista que más evolucionado es el individuo, menos es creyente. Parece que la facultad intelectual tiene un papel primordial en la correcta interpretación de las informaciones de carácter religioso. Por factores de índole neurobiológicas y químicas, es obvio que existe en la red cerebral del creyente una suerte de disfunción o una malformación neuronal que le impide interpretar racionalmente las fábulas teístas, es incapaz de deslindar mentalmente lo mágico de lo real. Su patológica adicción a los relatos de carácter sobrenatural, no le permite concientizar congruentemente las consecuencias que provocan su adictiva creencia, que lo transforma en un poderoso enemigo de la libertad y en un fiel y dócil sirviente de la esclavitud.

Sin embargo, como todos sabemos, que el cerebro humano es un órgano dinámico y hacendoso. Bastan algunas circunstancias específicas y eventos históricos vividos por el individuo para salir del estado comatoso teísta y pasar a otro nivel. Muchos de nosotros nos hemos convertido de teístas en anti-teístas gracias a nuestra evolución mental y gracias a las facultades funcionales de nuestras neuronas. Gracias, así mismo, a los estímulos que las circunstancias, accidentales o no, provocaron en nuestra mente, gracias también a nuestra historia personal. Uno no llega a no-creyente o anti-teísta como por arte de magia, es el resultado de una gradual evolución de nuestro intelecto y de maduración de nuestra conciencia aunada a profundas reflexiones, a muchas lecturas y a un afán irrefrenable de superación y búsqueda.

El creyente es un adicto, un egoísta hedonista, la fe es su droga y difícilmente podrá renunciar a esta fuente de placer que finalmente conduce al estancamiento de su vida “espiritual”. No obstante, sabemos que la fe del creyente no respeta a la realidad, sino que se coloca con soberbia y desdén por encima de ella. Frente a los “cerrados” nada se puede hacer porque para el creyente sólo dudar es pecar. ¿Qué podemos esperar de un diálogo con un creyente? Nada y además es poco probable que sea edificante. Encerrado en su torre de marfil prefiere atenerse fanáticamente a creer en lo increíble. Prefiere destruir el planeta y a la raza humana sólo para demostrar devoción a su dios, porque para él este mundo finalmente no existe, no tiene ninguna importancia y, por lo tanto, su destrucción

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no significa nada. Nosotros los anti-teístas sabemos que este mundo es el único que tenemos y que los “paraísos-prometidos” en un lugar indeterminado en el “cielo”, son productos de la enfermiza, ególatra y distorsionada imaginación de los iluminados y estancados creyentes. Todos los teístas deben saber que la libertad acabará con el teísmo tarde o temprano; dos, cinco, diez siglos no importan, esta evolución es inevitable y el llamado del Kosmos será la bandera en los próximos siglos de todos los seres humanos liberados que, sin miedos ni prejuicios o teologías, se dedicarán a descubrir nuevos mundos y nuevos modelos de vida.

El kosmocismo y la “espiritualidad”:

¿Qué es la espiritualidad? Para los filósofos, se trata de un ejercicio mental, más que de una entidad independiente, inmaterial y sobrenatural definida, ajena a la voluntad. Es una cualidad intelectiva, mental, humana, dinámica y desencadenante, que por su naturaleza incorpórea, excluye toda forma de materialidad dotada de propiedades físicas, particulares y singulares. ¿Qué forma tienen los pensamientos, los sentimientos, las emociones? Pueden ser exteriorizados desde la compleja red neuronal del cerebro y manifestarse hacia lo exterior por medio de la palabra, de la música, la poesía, la literatura, la pintura, las obras, los gestos, las acciones, etc. Para el teísta, en su imaginario mental, el “espíritu” (en hebreo ruah, en griego pneuma), es un “ser inmaterial, sobrenatural e independiente,” dotado de inteligencia, voluntad propia y con poderes ilimitados, y la “espiritualidad” del creyente se circunscribe al mundo del “espíritu”, que sólo existe en su mente, porque en la mente del anti-teísta tal “espíritu” o tal espiritualidad sencillamente no existe. El kosmocismo prescinde de lo que nombramos equivocadamente “espiritualidad,” “espíritu,” “espiritual”, “espiritismo”, “espiritista”. En las concepciones kosmocistas la palabra “espiritualidad” y sus derivados no tienen la misma connotación que le otorga el teísmo. Nosotros optamos por la palabra inteligencia, que se refiere al potencial intelectual del individuo, y rechazamos las creencias que giran alrededor del mundo de los “espíritus”, que existe solamente en el imaginario de los creyentes.

El universo mental del ser humano está constituido por varios conjuntos de manifestaciones intelectivas e intuitivas. Facultades intelectuales y mecanismos psíquicos estimulados por el mundo exterior y por actividades reflexivas de la inteligencia para entender, interpretar, memorizar, conocer a partir del mundo interno y manifestarse externamente (pensamientos y sentimientos expresados por medio del lenguaje y otros medios).

Existe una constante intercomunicación entre el mundo mental y el mundo real. A su vez, el mundo real induce en el mundo mental percepciones, interpretaciones y reacciones selectivas, que provocan múltiples y diversos estados anímicos. La bio-electricidad que habita en el cerebro es el motor de las funciones, especializaciones y manifestaciones mentales intelectivas y es

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responsable también de la movilidad voluntaria, así como del funcionamiento del sistema autónomo del cuerpo.

Nosotros consideramos que la “espiritualidad-religiosa” es un estado mental que proviene de una disfunción de la red neuronal que forma el universo mental y reflexivo del ser humano. Dicho de otra manera, es una sublimación mental anormal. Pensamos que es el cerebro humano el crisol que desencadena la expresión dinámica del intelecto, que se manifiesta de distinta manera. El cerebro define nuestra forma de ser, nuestro lenguaje, nuestra conducta, nuestros pensamientos, nuestras creencias, nuestra conciencia, nuestra memoria asociativa, nuestras aptitudes, nuestros movimientos, nuestra intuición, nuestra inteligencia objetiva, práctica, teórica y especulativa, nuestros impulsos y la comprensión del mundo, del medio y nuestras relaciones con aquellos. El ser humano ante todo es un ser- pensante-existente-social. El ser- pensante-existente-social, es poseedor de una gran red de facultades mentales ad hoc para el aprendizaje, la memorización y otras funciones mentales y físicas no menos importantes por su extrema complejidad. El cerebro humano está en constante evolución y si el medio es favorable, dinámico y estimulante, el mecanismo neuronal se acoplará gradualmente a la “ley” evolutiva a medida que el medio estimule el lóbulo frontal.

El intelecto, por medio del dinamismo químico de las sinápsis neuronales del cortex prefrontal, no se adecuó como por arte de magia a las necesidades “religiosas-espirituales” del individuo, no está comprobado que haya una naturalidad en ello. El ser humano no nace religioso, se hace religioso por el medio intelectivo (aprendizaje-educación-adoctrinamiento-disciplina), etc. La “espiritualidad-religiosa” es adquirida, no nata. Rechazamos el determinismo genético en lo referente al campo de la “espiritualidad-religiosa”.

Los términos espíritu y espiritual resultan ambiguos, son usados en varios sentidos y dentro de muy diversos contextos. El carácter complejo del concepto de espíritu se revela en la abundancia de los usos del término, “esencia última”, “espíritu de la ley”,”espíritu de una época”, “espíritu de las naciones, “espíritu del pueblo”, “espíritu positivo”, “filosofía del espíritu”, “espíritu nacional”, “espíritu santo”, etc. Para complicar las cosas, el término “espíritu” se usa, así mismo, en diversas épocas para referirse a algunas realidades orgánicas o psico-orgánicas: Por ejemplo, los llamados “espíritus animales” y “espíritus vitales”. En vista de todo eso, es preferible desterrar los vocablos “espíritu” y “espiritual” del léxico kosmocista. Emplearemos términos como; inteligencia, mente, intelectualidad e intelecto, en lugar de “espíritu” y “espiritualidad”. Esos dos términos pretenden decir demasiado y se prestan a confusiones. Las palabras como: dios, alma, existencia-después-de-la-muerte, espíritu, espiritualidad, infierno, paraíso, divinidad, resurrección, inmortalidad, pecado y fe, son palabras vacías y sin contenido real en absoluto. El lenguaje teológico es falso y mayormente cosmético. El significado verdadero de estas palabras no pueden ser demostradas por medio de la racionalidad ni por el del análisis científico. ¿Han

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preguntado alguna vez a un teísta qué es lo que él llama “dios” o “alma”? Verán que sus respuestas no son más que un cúmulo de ambigüedades ininteligibles, metáforas, fábulas y comparaciones infantiles. Científicamente, es imposible e insostenible demostrar algo que no existe. La lujuriante y calenturienta imaginación teísta choca contra los anhelos del intelecto fuerte y valeroso, que busca un provecho superior fuera de la jaula dogmática de los teístas.

El creacionismo:

El kosmocismo rechaza la doctrina bíblica creacionista, así como la nueva teología evangelista de los Estados Unidos, (intelligent design), diseño inteligente. Rechaza todas las alucinantes cosmogonías teístas. Hay una sola realidad; la vida en sí. La “irrealidad-teísta” no es la realidad, porque no se funda sobre la verificación del método experimental. El kosmocista sabe que la Tierra es redonda, porque la ciencia ha demostrado que así es en realidad a través de la experimentación directa. Sin embargo, no hace mucho los ilustres y muy honorables “sabios” teístas juraban que la Tierra era plana y, además, mandaban quemar a los que decían lo contrario. No hay que confundir los términos entre: Saber y Creer, porque existe un infranqueable abismo que los separa. El espiritualismo se afianza en el terreno de lo improbable, de lo fantasioso, el materialismo en el de lo comprobable, de lo concreto. La fe se contrapone a la ciencia y contradice a la razón. No puede haber acuerdos ni compromisos entre la fe y la ciencia. Son dos campos totalmente irreconciliables.

La “fe”:

“Yo seré vuestro dios y vosotros seréis mi pueblo”. Tengan “fe” porque si no tienen “fe” no puedo ser su dios ni ustedes mi pueblo. La existencia de dicha entidad depende de la fe de los creyentes. La primera puerta de la fe, es la creencia, la segunda es la imaginación y la tercera es la inteligencia. La fe es una disposición mental que preconiza en el creyente la vida eterna, haciendo que la deficiencia intelectual se adhiera a lo que no es evidente. La “fe” se sitúa primeramente en el orden del desconocimiento. La “fe” es el soporte ciego de las irrealidades que se esperan y de las que no se ven. Para nosotros la “fe” es el comienzo de la perdición del ser humano, ella es obra de la desgracia que oscurece la inteligencia y la conciencia.

La “fe” no es el resultado de una evidencia natural y racional, sino el de una enfermiza y distorsionada valorización mental. La fe es conforme a la sin razón que exige la abdicación de los derechos de la inteligencia y de la voluntad. Los kosmocistas no tienen fe en la teocéntrica fe teísta, ni en ninguna otra de carácter religioso o místico. Para nosotros, toda la realidad viene del mundo tangible y del sentido de la vida del ser humano en su miseria y en su grandeza, que se inscriben en él. El parasitario teísmo y su infame política, por desgracia, es parte

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integral de este mundo visible y palpable (La ciencia suscita una concepción de la realidad que pertenece al orden del saber verificable y lo que se verifica científicamente es real). El daño que causó y que continúa causando el teísmo con su lenguaje ficticio, su doctrina totalitaria y su fideísmo fundamentalista, en la mente humana, es el más desastroso que jamás haya existido en todo el transcurso de la historia de la humanidad.

El feminismo y el lesbianismo:

“Padre nuestro que estás en los cielos”… Nuestro mundo es un mundo masculino, sin embargo, sin el mundo femenino no existiría. El patriarcado, es el origen del feminismo, los excesos, las injusticias y los abominables abusos durantes siglos contra las féminas de parte de los varones, provocó que las victimas del machismo se organizarán social y políticamente para defenderse contra las infames y degradantes agresiones del mundo masculino.

Ahora bien, hay que entender que muchas lesbianas se infiltraron, se apoderaron y formaron muchos movimientos “feministas” con la intención de ejercer su “preferencia” sexual. No obstante, sería un error confundir feminismo con lesbianismo. Los feminismos que se vuelven organizaciones narcisistas, sexistas, obsesivas y racistas, no hacen más que fortalecer y agrandar al sistema dominante.

El elemento determinante que desencadenó la necesidad de fundar agrupaciones y asociaciones feministas defensivas de parte de las mujeres, es el machismo de las Iglesias, de las sectas, de las agrupaciones religiosas, de la clase dominante y de la sociedad.

Es inaceptable y completamente anacrónico que el machismo individual e institucional, prevalezca todavía en casi todas las esferas de la vida pública y privada. En mí opinión, hemos evolucionado muy poco al respeto.

Siendo una temática bastante polémica, nosotros nos quedamos en el ámbito jurídico de las ilegalidades e infracciones de los hechos y de la violación de los derechos humanos que se verifican con las victimas. Creemos que la justicia, la libertad y la democracia deben beneficiar equitativa e imparcialmente, tanto a la mujer como al hombre, y que la discriminación y el mal trato deben estar ausentes en la relación entre géneros.

La violencia intrafamiliar, es principalmente producto de la inmadurez emocional y del desequilibrio psicológico de los transgresores. Es sabido que, por machismo, la justicia es más tolerante con los infractores varones que con las victimas femeninas. A pesar de las múltiples organizaciones feministas en el mundo, los empleadores machistas continúan acosando, chantajeando y hostigando a sus empleadas y las instituciones privadas, públicas y religiosas, siguen obtusamente discriminando a las féminas.

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La civilización teísta es fundamental y predominantemente patriarcal y durante milenios ha abusado, subyugado, denigrado, despreciado, dominado, difamado, des-cerebrado, avasallado, desacreditado, repudiado, humillado, discriminado, sojuzgado ridiculizado y explotado a la mujer. Los kosmocistas apoyan incondicionalmente a las féminas que luchan por su libertad, sus derechos y por la completa, equilibrada y universal igualdad entre mujeres y hombres. Nosotros somos partidarios no de una emancipación superficial, sino de una completa y definitiva des-domesticación de la mujer. Como la mayoría de ustedes saben, no se trata de cambiar tal o cual cosa en el horizonte que define la cultura humana, sino que se trata esencialmente de cambiar el horizonte mismo.

La moral kosmocista:

La moral kosmocista es un fruto de la época actual, no se basa en teorías metafísicas e idealistas, no pretende señalar cuáles son los verdaderos caminos de la felicidad, de la justicia, del bien o del mal, que son valores éticos “absolutos”, cuya finalidad única sigue siendo la defensa y la continuación del régimen opresivo y etnocéntrico de la elitocracia. Mientras que la moral se vista de un cierto universalismo y que no ataña uniformemente a todos los habitantes del planeta, es legítimo pensar que cualquier arquetipo moral, selectivo, discriminatorio y localista, no está automáticamente valido o obligatoriamente justificado. Sin embargo, pensamos que antes de condenar o criticar los usos y costumbres de los pueblos, hay que comprender los porqués de tales o cuales valores morales que particularizan las etnias, las tribus, los clanes, las sectas y los diversos grupos y sociedades modernas o arcaicas.

La “moral” kosmocista es raciocinio, conciencia y voluntad de libertad a la vez, considera que la libertad es el “moralizador” más eficiente para el individuo sano y sicológicamente equilibrado, que debe gozar de razonamiento y conocimiento suficiente para discernir, previa evaluación, si sus acciones son perjudiciales y dañinas para con los demás. El exceso de permisividad y de laxismo conductual, carente de referencias morales que se otorgan por derecho propio grupos o individuos, basándose únicamente sobre sus propios valores desestabiliza el equilibrio que debería prevalecer en la sociedad y entre los individuos.

Conviene subrayar que la convivencia social y la normatividad moral en una sociedad es responsabilidad e incumbencia de todos los individuos, no exclusivamente del militante de un partido, de una religión, de una ideología, de un grupúsculo o de un núcleo reducido de persona que pretenden imponer unilateralmente su particular conducta, modo de pensar y sus “valores” al resto de la sociedad. Consideramos que la moral debe ser ecuménica, adogmática y sin moralidad; el individuo que ha logrado traspasar el estado de domesticación al ser de ser humano liberado, supera lógicamente la “moral” porque posee la capacidad intelectual suficiente para responsabilizarse de sí mismo y frente a los otros

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Lo cierto es que la moral teísta, moral de los hipócritas, es la moral del “perdón”que termina siempre absolviendo los más graves delitos, a pesar de las fehacientes y constantes transgresiones de su propio código moral de parte de beatones adeptos; lo que constituye dicha “moral” una de las manifestaciones típicas de la decadencia y de la mediocridad moderna, es el non plus ultra de la imbecilidad sobre la tierra. Frente a la libertad y a la moral no todos los seres humanos reaccionan ni actúan de igual manera. Los virtuosos y los imbéciles no se pueden medir con la misma vara, los primeros realizarán proezas y grandes cosas, los últimos desencadenarán las peores calamidades.

El Kosmocista no es moralista ni proyecta elaborar un catálogo de normas para a los seres humanos a conducirse de una manera o de otra, deja al individuo civilmente responsable la iniciativa de desempeñar su vida privada según sus facultades y vivencias. Lo que no comparte, son las consecuencias que provoca una conducta antisocial, ofensiva y amoral de parte de los individuos que carecen de conciencia moral y social. El sociópata, delincuente patológico, sujeto agresivo y violento debido a un trastorno mental, carece de conciencia, de moral y de un equilibrio psicológico ad hoc para llevar una vida pacífica y creativa. Nosotros consideramos a la moral como un elemento normativo imprescindible para apaciguar las pasiones desbocadas que son responsables, en las mayorías de los casos, de los peores crímenes y atropellos.

La confianza de los kosmocistas en la libertad-que-libera como fuerza liberadora y catalizadora, alienta la integración voluntaria y convivencial de los individuos en un nuevo modelo de sociedad cuyas fundaciones y premisas se originan y articulan a partir de los cimientos de la libertad. La moral occidental y sus “valores” a medida que crece el fetichismo mercantil y publicitario, se desvanecen, lo que queda son substitutos corruptores que generan un fenómeno asocial propio de la neo-barbarie moderna

Los motores de la discordia:

Los seres humanos por naturaleza no son muy solidarios entre sí, todo lo contrario. Socialmente hemos visto que los individuos son ciertamente antagónicos y agresivos los unos con los otros. Las envidias y los celos no están ausentes en las relaciones humanas. El primer motor que impulsa la discordia entre los miembros de las familias, es el motor de la dominación, del celo y de la envidia que deteriora las relaciones familiares. El segundo es el social, lo social divide y atomiza la sociedad en clases y múltiples categorías. El tercer es el económico, que desarrolla y acrecienta el egoísmo, la discriminación, la envidia, la agresividad, la rivalidad y la desconfianza entre individuos, grupos y sociedades. El cuarto, es el racismo y la discriminación, el quinto, el nacionalismo y el chauvinismo. El sexto, las religiones y las supersticiones. Y el motor definitivo de la discordia universal entre humanos, es la formidable

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ignorancia e inmadurez emocional que el género humano manifiesta a lo largo de su historia.

Las motivaciones humanas están originadas por intereses, cuando hay unos intereses que conciernen específicamente a un grupo de individuos, entonces se forma una suerte de entendimiento consensual, que moviliza directamente a los interesados para realizar momentáneamente una meta común. Pero, como existen siempre conflictos personales entre humanos, lógicamente suceden como consecuencia de estos trances, grandes y peligrosos conflictos entre naciones; las crisis inherentes a tales fenómenos acompañan permanentemente a todas las civilizaciones a lo largo de su permanencia. La vida humana ha estado constantemente bajo el imperio de la guerra, de la violencia y de la agresividad.

La política, la ideología, la religión, la economía, la tecnología, la ciencia, la cultura y los modelos sociales, no cambiarán nada de la situación conflictiva social que prevalece universalmente entre todos los seres humanos del planeta tierra, y tal situación seguirá así, a menos que evolucionemos significativamente desde el punto de vista intelectual en un lapso de tiempo relativamente corto, lo que es muy improbable.

El ser humano ideal no existe y me temo que nunca existirá, porque ha sido moldeado e inducido intencionalmente para no ser ideal. ¿Por qué? Porque, el idealismo humanitario y la solidaridad social son los enemigos definitivos de los depredadores, y por desgracia, los únicos amos del mundo y del poder real son los depredadores. Para salir de esta mortífera trampa, sería imprescindible e imperioso inventar nuevos valores que motiven genuinamente a las nuevas generaciones para que cambien su forma de vivir y de pensar. ¿Pero seremos capaces de superar la conformidad, la mediocridad, la indolencia, la ceguera y la pereza mental que invalida cualquier tentativa de liberación?

Para cambiar el escenario mundial es imperativo previamente que el ser humano cambie, ¿pero cómo puede cambiar un ser que ha sido adiestrado, educado, condicionada y adoctrinado para seguir un determinado camino, que ha sido instruido dogmáticamente y con un autoritarismo obsesivo desde su más tierna infancia para que actué, piense, crea y sueñe de una manera y no de otra? ¿Cómo liberarnos de la dictadura de las ideas despóticas impuestas por la élite internacional? ¿Cómo romper los moldes que han hecho de la gran mayoría de nosotros unos lastimosos títeres lame botas al servicio de las clases dominantes? ¿Cómo cambiar la dirección del velero, si el viento sopla siempre en la misma dirección? ¡Ciudadanos! a sus neuronas, piensen…

No habrá prodigio sobrenatural, el mar rojo no se partirá en dos, ni las “voces-celestiales” nos iluminarán. Los depredadores no dejarán de serlo por arte de magia y los inmutables e intocables filósofos seguirán fingiendo demencia, mirando despectivamente a los pobres desde lo alto de su torre de marfil. Los inconmovibles ricos seguirán repudiando a los necesitados y los teístas inmersos

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en su perversa doctrina serán, como de costumbre, indiferentes y soberbios frente a las realidades.

No habrá tecnología avanzada de origen extraterrestre que venga a modificar nuestra programación genética; no, nos hagamos ilusiones, las semillas del imprescindible cambio para liberarnos se encuentran dentro de nosotros mismos. Osemos imaginar un futuro, pero sin herejías teístas y sin las perversas acrobacias bursátiles de los magnates del gran capital, grandes magos de la usura. No rechacemos las exigencias de la libertad. No más tributos. Nada de concentración de riquezas. No más ilusión, ficción o amuletos. Enfrentémonos con realismo y sin miedo a las terroríficas aberraciones de este mundo.

Todos somos seres del Universo y todos deberíamos saber que el fin de la humanidad ha empezado, porque absolutamente nada de trascendental ha ocurrido. El Hombre sigue siendo esclavo de sí mismo y no ha logrado romper la muralla de la mediocridad que permanentemente lo aprisiona.El individuo que ha superado al teísmo, es el Homo de la libertad y del porvenir, a condición de que el mundo, tal como lo conocemos, abandone el deplorable papel que desempeñan sus fuerzas destructivas responsables de la decadencia universal.

El enemigo más férreo para los seres humanos, es, sin lugar a duda, la Ideología, definitivamente más peligrosa que el aberrante absolutismo religioso. Declararse izquierdista, derechista, centrista, ultra, etc, implica serias consecuencias no solamente por los mismos fanáticos de dichas corrientes, sino que también afecta directamente a la sociedad entera. Querer derechizar o izquierdizar el mundo, es erigir un muro fronterizo que aísla a los humanos entre sí. Este divisionismo creado sólo beneficia a unos cuantos, y perjudica terriblemente a la mayoría. Por su apatía y complacencia, la “mayoría” sufre las peores calamidades. ¿Hasta cuándo va a darse cuenta ustedes de que ya ha llegado el tiempo de romper sus cadenas? La “mayoría”, para ser libre, tiene que repudiar a la Ideología y a los valores que de ella emanan.

La ideología es fratricida y necia, generadora de genocidios, de guerras y de graves injusticias sociales. Declararse izquierdista o derechista demuestra la poca madurez emocional e intelectual de los partidarios de esas corrientes políticas. Con la Ideología como tabla de salvación todos perdemos, porque es responsable del aislacionismo mental y de la parálisis de la conciencia de los individuos que desperdician estúpidamente sus energías en ella.

Por lo general, la Ideología no es más que el trampolín y el camuflaje que oculta la ambición, la codicia, la voracidad y el afán de poder de los depredadores. El camino de la Ideología no lleva a la liberación, sino a la desesperación y a la más malévola manipulación. La ideología es la bestialización del individuo que ha caído en sus letales garras en el nombre de una utopía o de una fantasiosa quimera. ¿Qué presagio para el futuro? Nada bueno, creo yo que la civilización será reducida a la impotencia, al silencio y a la

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más infame decadencia, believe it or not, la humanidad está al borde de la extinción, hemos hecho todo para que así sea y lo peor es que no hacemos nada para impedirlo. Después de dos milenios de pueriles tanteos en la oscuridad y la desolación, hemos llegado finalmente al centro de la bifurcación definitiva de una multitud de caminos sin salida, de todos aquellos sólo uno lleva al futuro ¿sabremos distinguir cuál es?

El “racismo” y las barreras sociales:

Yo soy “racista” porque creo en la diversidad de las razas. Mi “racismo” no es xenófobo, no está basado en el odio, ni es segregacionista o aristócrata, no es pasional y no cree en la supremacía de una raza sobre otra, es el resultado de una reflexión racional, equilibrada y libre de exaltaciones y prejuicios nacionalistas, está basado en la observación directa de las diferencias físicas y culturales que definen las peculiaridades de las razas. Todos tenemos el derecho de ser “racista”, católico, taoista, ateo, evangelista, moonista, masón, etc, pero no tenemos el derecho de violar, agredir o causar perjuicio, daño físico o psicológico a tercero en el nombre de nuestras creencias. Estamos en contra de la violencia fanática ocasionada por el racismo-racista, pero no juzguemos con antelación a las personas que se reclaman de tal o cual ismo, sin tener los elementos probatorios para hacerlo. Es imperativo previamente considerar en primera instancia sus intenciones, motivos y acciones. Un skinhead que acuchilla cobardemente a un africano o a un turco en Berlín, no tiene excusa, su racismo-racial hace de él un vil asesino, un nefando sociopata. La libertad vale tanto para nosotros como para los demás, cada quien es libre de expresar soberanamente sus divergencias sean, culturales, económicas, ideológicas o religiosas, aunque no coincidan con las de los demás. Mas, esas divergencias deben pasar a través de un mecanismo de valorización antes de ser admitidas como veraces, útiles y convenientes universalmente. Hay que asumir las evoluciones de las situaciones contemporáneas, así como las del pensamiento; tener la opción de romper los moldes de las ideologías y evitar razonar a través de ellas, de poder pensar, opinar autónomamente y sin ataduras sobre los hechos reales y sobre los fenómenos sociales y políticos que conciernen al conjunto de la ciudadanía. El racista o el anti-racista no es bueno o malo a priori, lo importante es valorizar coherentemente los acontecimientos provocados por el racismo o por el anti-racismo. Lo esencial son los actos y los efectos de las consecuencias. Son las acciones, que benefician o que perjudican lo que realmente deben importarnos.

La problemática del racismo y del anti-racismo es bastante compleja y difícil de resolver. No soy “racista” por el color de la piel del otro, ni pretendo ser superior a los demás. Mi “racismo” se desarrolla a partir de las realidades socio-culturales-raciales, que perjudican y dañan emocional y físicamente a un tercero. Por ejemplo, la ablación del clítoris de las niñas, no me parece saludable, la considero como una flagrante violación de los derechos de las niñas victimizadas, esta mutilación no es valida como expresión cultural o religiosa ni como fenómeno tradicionalista. Recurrir a la mutilación del cuerpo humano sólo

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para diferenciar los “valores” tribales de determinadas etnias diseminadas sobre la faz del globo terráqueo, no es valido. Creo que el primitivismo tribal y el arcaísmo ritual, sea religioso o mágico que violenta o arremete contra la integridad física y contra la dignidad del ser humano, no tiene lugar en el siglo XXI. Los ritos y las tradiciones en ningún caso pueden ser justificados y permitidos, cuando a través de ellos se lleva a cabo una violación de los derechos humanos universalmente reconocidos.

Me doy cuenta de que en Los Ángeles (California), los norteamericanos negros son más racistas que los norteamericanos blancos y ellos, a su vez son más racistas con los indígenas y con los latinos, y aquellos son racistas con los blancos, los negros y con los asiáticos, y los chinos lo son con los japoneses, etc. Salta a la vista que existe un multiracismo en todas las sociedades multiraciales.

En Europa existe un racismo muy exacerbado contra los africanos, los árabes y los gitanos, y ellos, a su vez son también racistas con los europeos. Evidentemente, yo no comparto ese “racismo” basado en la xenofobia, la intolerancia y en la superioridad de las razas, no participo de este “racismo” hostil contra los grupos étnicos, considerados hipotéticamente peligrosos o inferiores. Cierto que hay una innegable predisposición biológica natural en los humanos que permite discernir las diferencias entre tal o cual grupo humano, acentuada por los contrastes y las barreras culturales, pero no podemos cegarnos por el odio ni permitir la xenofobia sólo por el diferencial racial observado. Nuestro “racismo” debe situarse hacia una evolución socio-cultural monitoreada y arbitrada por una tabla de valores universales.

Soy “racista”, pero no soy xenófobo, soy “racista”, porque observo que hay razas y que esas razas tienen rasgos diferenciales y singulares particularidades. No pienso que hubo un tronco común en el principio de la formación de la humanidad, opino que hubo múltiples troncos con sus propias características raciales cada uno y que ocurrió en distintos lugares del planeta. No creo en el cuento del color de la piel por la exposición excesiva y prolongada a los rayos solares, sino en su determinación genética. Para mí, la peculiar diversidad racial entre humanos, es evidente, indudable y comprobable científicamente. A pesar de la evidente variedad racial, aquello no justifica que deben existir obligatoriamente discriminaciones raciales. Claro, muchos científicos creyentes y sus cómplices creacionistas teístas tendrán obviamente diferente opinión, la cual respeto, pero no comparto. Como kosmocista, no me creo el cuentito de Eva y Adán. Comparen un maya guatemalteco con un nórdico de Finlandia o con un africano de Ruanda, Miren los ojos de las japonesas y los de las españolas, observen los bushmen de Australia y a los alemanes, noten la diferencia entre los pigmeos mbuji, towa y binga de la selva ecuatorial y los masai de Kenia o de Tanzania y verán que si existen diferencias morfológicas notables entre las razas.

El motor del racismo tal como lo preconizaban Arthur De Gobineau (1816-l882), Houston Stewart Chamberlain (1855-1927), Georges Vacher Lapouge (1854-1936) Edouard Drumont (1844-1917), y toda una secuela de siniestros

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personajes menos conocidos, es el afán de poder mercantil y político; la libre explotación del ser humano, mano de obra gratis, abuso físico y psíquico de las personas diferentes a nosotros. Esclavitud, trata de blancas, prostitución, pornografía infantil, drogas y alcohol. Este racismo-racista ha sido propulsado por la voracidad y la codicia de los grandes capitalistas mundiales. Por esencia, el capitalismo es fundamentalmente racista puesto que su doctrina radica en que su poder económico o ideológico debe prevalecer y dominar todo. Es la misma mentalidad capitalista-racista-anti-ecologista con su escalofriante lógica utilitarista, que anhela iniciar, a pesar de las protestas de los ecologistas, la perforación del Círculo Ártico, para extraer petróleo y gas natural. Es la misma mentalidad que perpetró horrendos genocidios en el continente Americano Africano, Asiático y Europeo.

En el presente, continúan los genocidios, las matanzas, las discriminaciones y las exclusiones. La misma mentalidad hoy día prevalece en el pensamiento de Bush y Company, invadir Irak y asesinar a la población civil está dentro de la grandiosa estrategia de los racistas del Pentágono, cuya única meta es adueñarse del petróleo Iraki y subyugar a la población; los racistas y halcones norteamericanos piratas odian a los árabes (y al resto del mundo), los capitalistas-racistas adoran el petróleo ajeno, pero no por amor al otro ni por solidaridad, sino por su mentalidad usurera

Napoleón, Hiltler, Musoloni, Franco y Stalin eran ideológicamente racistas. Bush, Tacher, Blair, Le Pen, Aznar, Berlusconi y Simón Pérez, son los más fervientes neo-racistas ideológicos del planeta, pero económicamente son los más liberales y favorecen la invasión de los ilegales, sin importarles los choques culturales, las frustraciones y los costos sociales que provoca la entrada desordenada y masiva de los sin papeles, que son vistos por los neoliberalista-racistas-utilitaristas sólo como mano de obra escandalosamente barata y como generadores de excelentes dividendos obtenidos por la explotación y la consumación.

La clase patronal y empresarial, con la colaboración de los gobiernos que “exportan ilegalmente” y extraoficialmente su excedente de mano de obra mayormente no calificada, favorecen la entrada clandestina masiva de los ilegales que buscan en otro país lo que no pueden encontrar en el suyo. Los gobiernos exportadores y receptores de mano de obra barata son equitativamente responsables de la gestación racista, que se incuba en las mentes de los nacionales tanto como en la de los ilegales.

Las raíces del racismo-racista, encuentran terreno fértil para crecer tanto en la conciencia de los ilegales, de los marginalizados, como en la de los nacionales de los países receptores. Excelente humus para producir conflictos sociales, así como barreras culturales, religiosas y comunitaristas. El temible racismo-racista es un medio muy efectivo que colocado, entre las manos de los ultras, los radicales, los extremistas, los desesperados, los movimientos estudiantiles, los

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neonazi, el crimen organizado, las maras y los excluidos, puede provocar una situación social capaz de fraguar, a la larga, grandes insurrecciones y devastadores disturbios y severas sublevaciones civiles.

La insurrección mundial:

El peor colapso social y económico mundial está por comenzar, todos los habitantes del planeta Tierra vamos a sufrir en carne propia los devastadores efectos de un inimaginable cataclismo que ninguna civilización ha experimentado previamente. Tantos años marcados por incesantes crisis, innumerables y deplorables conflictos y por una palpable y continúa descomposición social, así como una creciente pauperización de las poblaciones, nos llevan irremediablemente al colapso social, a la decadencia, a la desestabilización generalizada de todos los países, a la marginación social, al comunitarismo racista violento, al terrorismo religioso y a la confrontación armada clandestina.

Las razones:

Deslegitimación y desacreditación de la política y de los políticos. Valorización del Estado como botín y fuente inagotable de privilegios. Derrota política debido al elitismo que apoya el arcaísmo de nuestro mundo museo. “Sacralización” de la nefanda mentalidad burocrática del sector público, complicidad sindical con el Poder, divergencias y rivalidades entre Estados. Toma de conciencia de los ciudadanos de la profunda crisis económica mundial. Ruptura del velo de la demagogia que esconde los efectos negativos de la mundialización. Falta de empleos, bajos salarios, agudo desequilibrio del reparto de la renta, carencia de seguridad social. Existencia de un abrumador y creciente ejército mundial de millones y millones de desempleados. El conservadurismo que condena a los jóvenes a la exclusión, al desempleo y a la pauperización. La convicción de que no hay soluciones viables al interior del sistema. El fracaso de las ideologías y de la democracia. La descomposición y el desmoronamiento de la cohesión social, no son ciertamente realidades confortadoras ni alentadoras para la construcción de un futuro mejor o de un mundo diferente.

Todas las condiciones de una situación explosiva se encuentran reunidas: una aguda crisis de la credibilidad referente a la representación política; una endémica inseguridad económica y social; finanzas públicas en quiebra con una deuda que crece inexorablemente sofocando el empleo y el crecimiento; el profundo malestar generalizado de la ciudadanía. Todo aquello abre un desesperado espacio a las pasiones totalitarias y extremistas

A pesar de los artificiosos, astutos, acrobáticos, desviacionistas y distractores discursos de los gobernantes al servicio del capital, ninguna tentativa real de mejoría global esta a la vista, las palancas de la liberación, que son el cambio de mentalidad, la emancipación espiritual, el cambio de modelo social y educativo,

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la refundación del Estado, han sido excluidas de la agenda del mundo político en el que el ciudadano no tiene ni voz ni voto.

Tarde o temprano, la humanidad que ha sido obligada a pasar por todas las corrupciones, podreduras y abusos imaginables, se despertará e inevitablemente su instinto vengador se avivara contra sus milenarios enemigos. Resumiendo: el problema, radica en que el mundo de los ricos ignora desdeñosamente al otro mundo que existe alrededor del suyo. Sin embargo, nosotros sabemos que si existe el mundo de la pobreza y que este mundo mayoritariamente inconforme y descorazonado, que hasta ahora ha sido silencioso e invisible, está por despertarse.

El hedonismo.

El hedonismo moderno, es el carnaval antes de la cuaresma; el viagra permite al impotente sexual seguir deleitándose copulando o masturbándose (Darse placer a sí mismo). Los toxicómanos siguen el mismo patrón, alucinar, gozar y estar eufórico todo el día y todas las noches, sea por medio del alcohol o de las drogas, buscan desesperadamente la fuente y la permanencia del placer. Cuando el “placer” está colocado por encima de todas las cosas de la vida no estamos lejos de la perversión y del libertinaje.

El placer es inseparable del deseo, se produce por una estimulación física, química o psíquica. El humano más que un animal social, es un animal hedonista por naturaleza. Lo social es inducido, lo hedonista es innato. Lo social se desarrolla a partir de las tradiciones que son la fuente de sociabilización y culturización. La vida social queda debajo del dominio de un objetivo de funcionabilidad, y del imperativo categórico de la normatividad de inter-relaciones y de sumisión social. El ser humano no nace, se hace social. El “yoyismo” y el egoísmo son inherentes a la naturaleza humana, como lo es el hedonismo.

No creo que la felicidad sea, la única meta de los seres humanos, me inclinaría por creer que es la libertad la meta suprema, porque sin libertad no hay manera de ser verdaderamente feliz. Al ser humano normalmente le gusta el placer y rechaza instintivamente el dolor. Hay muchas formas de hedonismo, pero hay sólo uno que determina esencialmente la conducta humana, el goce, lo placentero, lo agradable. Hoy día este hedonismo específico se ha transformado exclusivamente en el placer de tener, de consumir y en la obtención de satisfactores inmediatos y de fuertes y sofisticadas sensaciones. El ser humano quiere, desea y aspira de manera natural a un mayor bienestar y a menos sufrimientos. Ahora bien, sería ridículo, absurdo y totalmente incoherente de creer que el placer debe conseguirse a cualquier precio. El mismo hedonismo tiene sus propias limitaciones.

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Todas las manifestaciones humanas sean innatas o inducidas están lógicamente sujetas a regulaciones y normatividades; el “placer” de los pervertidos sexuales no siempre está compartido con sus parejas y en lugar de generar placer generan frustraciones y dolores. El placer-egoísmo, el placer-dolor, el placer-poder, el placer-individualista, el placer-utilitarista, etc, no pueden ser incluidos en la categoría y en el sentido que nosotros tenemos del hedonismo. El sádico inflige dolor por placer, eso es condenable y criticable. La distancia que separa el placer de la perversión es mínima para los que carecen de moral, de conciencia y de salud mental. Si bien el hedonismo es natural en el humano, sus exuberancias son socialmente inaceptables. La frenética y patológica búsqueda del placer es fuente muchas veces de grandes infelicidades individuales y colectivas. Si bien el consumismo, es parte del impulso natural de los humanos para satisfacer sus necesidades primarias y superfluas, es preciso medir y valorizar concienzudamente las consecuencias que desencadena un consumismo patológico. El capitalismo está en completa sintonía con los hedonistas y se revitaliza gracias a los excesivos impulsos consumidores de los obsesivos buscadores de placeres. Podemos decir que el motor del capitalismo es la pulsión del placer. La “felicidad” de nuestras sociedades modernas, radica en la obtención por medio de la compra de lo deseado, sin importar el costo real y social y las repercusiones directas e indirectas que provoca automáticamente la adquisición de determinados artículos o bienes.

Deseos que matan:

No hay un solo ser humano en el planeta tierra que no este influenciado, manipulado o afectado por sus deseos y por los de los demás. Todos, impulsados por nuestros deseos nos ponemos casi instintivamente en búsqueda de la tierra prometida, de la felicidad, del placer, del momento mágico que nos hará ricos, invencibles, populares y todo poderosos. Desear es natural en el humano, el deseo es el primer eslabón que lleva a la acción. Concretar lo que el deseo dicta en nuestra compleja e indescifrable todavía red mental, es parte de nuestra personalidad actuante.

Un mundo sin deseos, sin utopías, ni ideales, es un mundo muerto, condenado al inmovilismo, un ser humano sin deseos, es un cuerpo paralizado y sin sustancia, un diminuto barco de papel a la deriva sobre un enfurecido océano, apenas una insignificante y banal sombra fantasmal que deambula lenta y silenciosamente en la espesa neblina de la grande y fría oscuridad, y que se desvanece súbitamente sin pena ni gloria al menor rayito de sol.

Las civilizaciones fueron y son lo que son debido principalmente a los deseos, los pueblos antiguos fueron sometidos a los deseos de sus gobernantes, por ellos transitaron de una manera y no de otra por el camino que les indicaban sus mentores, aunque que los de abajo deseaban probablemente la paz, sus amos deseaban la guerra y como manda el amo y no el esclavo, no tenían otra alternativa que obedecer o morir. Los amos deseaban las riquezas, los territorios,

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el poder y los bienes de los otros. Los deseos de conquista y de dominio fueron y son los grandes artilugios de las guerras y de las brutales y sanguinarias invasiones.

El humano es un ser deseoso nato, esa facultad es parte de su naturaleza, de su programación y de su patrimonio genético. Muchos deseos son negativos, dañinos y altamente nocivos y destructivos como las perversiones a las cuales la mayoría de los humanos somos adictos. Existe en el humano una predisposición genética hacia los estimulantes químicos y naturales impulsada por el ambiente y las circunstancias sociales y naturalmente por las pulsiones y dependencias internas del individuo. Nosotros los humanos estamos inclinados hacia lo prohibido que ejerce en nuestra mente una fascinación incontrolable y hace que nuestra conducta sea generalmente negativa y censurable.

El ser humano no es perfecto, quizás es perfectible. Su bipolarismo psicológico y somático tiende más hacia lo negativo que a lo positivo. La historia demuestra que el ser humano, es predominantemente un ser delirante y paranoico, la locura humana, el instinto depredador y la necrófila humana hunde sus raíces en la noche de los tiempos. El odio, la pasión por el poder, la ambición, el egoísmo, la hostilidad, la avaricia y la ignorancia son algunas de las “cualidades” inconscientes e instintivas que dirigen fundamentalmente nuestras conductas.

Para resumir brevemente sobre el tema, es preciso concienciar que el racismo-racista es producto de la dinámica de las circunstancias, de la política y de las realidades históricas de cada sociedad, donde la clase dominante inculca ciertos valores en la población que no siempre son compartidos por el individuo. En las sociedades cuya invasión masiva ilegal ha sido organizada y favorecida por la clase explotadora, no es de extrañarnos que la ciudadanía exprese sus sentimientos e inquietudes de determinadas maneras según su educación, cultura, frustraciones, grado de evolución y condicionamiento ideológico. Frente a las dictatoriales normatividades burocráticas instituidas por y para la élite, el individuo tiene el derecho de manifestar su inconformidad. Las múltiples facetas del racismo, racismo-racial, social, etc, no tiene fronteras, y seguramente la mayoría de nosotros los humanos seremos tarde o temprano victimas de un determinado racismo. No hay que olvidar que la mayoría de los ricos de cualquier país, son instintivamente racistas con los pobres. Los ultras y los extremistas nacionalistas de derecha por lo general se declaran abiertamente en favor del racismo-racista. Ciertamente que el devenir de la humanidad prescinde del racismo, pero sin duda depende de nuestra capacidad de proyección universalista hacia el futuro y, obviamente que el racismo-racista no tiene perspectiva como fuerza liberadora en el seno de la civilización.

El pensamiento teísta es espiritualista, mágico, fantasioso y esquizofrénico, es decir la “realidad” para él es el “Espíritu”, el “Ente Supremo”, el “Creador del universo”. Lo que para nosotros no es real ni verdadero y absolutamente aberrante y degradante. El “espiritismo” del teísta no le permite pensar lo

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contrario, (bloqueo mental, lavado de cerebro). El pensamiento kosmocista es intelectualista; para el kosmocista es la realidad concreta del mundo y es el intelecto el que predomina, las ilusiones fantasmales y los imaginarios patológicos no tienen lugar en su pensamiento .Para el primero, la perfección suprema reside en la pura contemplación pasiva de la no-verdad y en la conversión de lo racional en irracional.

Ahora bien, gran parte de la civilización moderna, sometida al economismo, al consumismo, al teísmo y al creyentismo religioso, no posee las capacidades ni las facultades mentales para liberarse de sus cadenas. Si la humanidad no logra liberarse, su destino es la muerte. La primera puerta del infierno terrenal es lo que los creyentes llaman “dios”, la segunda es la economía, la tercera es la política, la cuarta es el nacionalismo y la quinta es el consumismo. Lo extraordinario es que la mayoría de los seres humanos no tienen otra meta ni otro deseo que abrirlas de par en par para instalarse gozosamente en medio de las llamas infernales de la paranoia desenfrenada de los “buenos y obedientes ciudadanos creyentes” y de los “bondadosos y muy democráticos sistemas”, cuyos dueños son los verdugos que martirizan a los pueblos que, por ignorantes, votan inconscientemente de todas maneras por ellos. El masoquismo popular no tiene límite.

Todavía hay guerras, opresiones, hambre y odiosas injusticias y seres humanos voraces continúan arrebatando lo esencial a los que menos tienen. A pesar de que el afán de poder continúa siendo el móvil dominante en la vida del ser humano, podemos, si queremos, encontrar un camino para la realización de aquellas esperanzas que, aunque todavía se ven frustradas en su mayor parte por nuestra irracionalidad e insensatez, están a nuestro alcance gracias a la libertad.

Epílogo.

Por obvias razones he tratado de mantener un lenguaje coloquial de manera que este libro sea accesible a la perspicacia y a la sensibilidad de los lectores. Ahora es necesario mencionar que el grado de comprensión y de asimilación de la gran mayoría de los humanos es prácticamente nulo. Por lo tanto, creo que algunos lectores como ustedes descubrirán que este libro, si bien está intencionalmente dirigido a muchos, será comprendido y asimilado sólo por unos pocos.

Los principales factores que han impedido a la gente evolucionar satisfactoriamente, son: A.- El adoctrinamiento religioso. B.- El condicionamiento ideológico. C.- El paradigma económico. D.- La superstición. Esos cuatro puntos cardinales son los pilares fundamentales de la reformadora argumentación filosófica kosmocista, aquellos que no logren captar lo negativo de ese mortífero“cuarteto”, difícilmente podrán comprender el mensaje kosmocista. Estos factores son los principales responsables del estancamiento

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intelectual y de la limitada visión del mundo del 90% de los seres humanos. Partiendo del supuesto de que algunos lectores han tomado conciencia del verdadero sentido de las propuestas Kosmocistas y suponiendo que compartan lo esencial de este enunciado, entonces deducirán que este epílogo está especialmente dedicado a ellos. Si no somos capaces de diferenciar el mundo ordinario del mundo mágico, si no estamos preparados para asimilar lo real, si somos incapaces de reconocer nuestras limitaciones, entonces nos condenamos nosotros mismos a la ignorancia perpetua. El pensamiento kosmocista, con su capital cognoscitivo, extiende un puente entre el microcosmos atómico y el macrocosmos cósmico, abre nuevos horizontes sobre el origen y la evolución de los elementos que componen lo real inmediato, abre a la historia verdaderamente universal todas las cosas visibles e invisibles para la concienciación de una nueva dimensión no planetaria, sino estelar, y para dar un salto desde el cualitativo especulativo al cuantitativo medible y verificable. Después de los nuevos e increíbles descubrimientos científicos, no hay razón alguna para seguir pensando como autómatas de que el universo debe seguir todavía bajo el imperio del teologizable, nosotros preferimos el modelo matematizable. La mejor opción para que los humanos evolucionen significativamente, es optar por la metafísica “quántica-materialista” y renunciar a “la metafísica-teológica”.

Nuestra carencia de cultura científica y nuestros propios formalismos y tradiciones intelectuales y literarias cohíben la realización de nuevos y superiores modelos de conocimiento. Debemos admitir que nosotros, simples mortales, no tenemos suficientes conocimientos científicos y filosóficos para comprender cabalmente los fenómenos dinámicos de la totalidad. El conocimiento no tiene más limitaciones que la capacidad intelectiva del cerebro, por ello seria interesante y beneficioso para nosotros estudiar concienzudamente química, astrofísica-nuclear, exobiología, astronomía, neurociencia, física-quántica y cosmología; si queremos enterarnos de las ocultas complejidades que se desarrollan alrededor nuestro y dentro del universo mismo, es preciso evolucionar emocional e intelectualmente.

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