la energia humana - teilhard de chardin

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Ideas generales sobre la evolución de la inteligencia humana

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  • LA ENERGIA HUMANA

    POR Energa Humana entiendo aqu la porcin cada vez mayor de la energa csmica actualmente sometida al influjo verificable de los centros de actividad humana. En su estado elemental (es decir, considerada en el interior y en torno a un elemento humano aislado) esta energa "hominizada" se nos presenta bajo tres formas, a primera vista diversas, que es interesante distinguir, al menos por comodidad:

    La energa incorporada. Es la que la lenta evolucin biolgica de la Tierra ha acumulado y harmonizado gradualmente en nuestro organismo de carne y de nervios: la sorprendente "mquina natural" del cuerpo humano.

    La energa controlada. Es la que el Hombre, sirvindose de sus miembros, logra dominar

    ingeniosamente en torno a s con un poder fsico, por medio de las "mquinas artificiales" La energa espiritualizada. Es la que, localizada en las zonas inmanentes de nuestra

    actividad libre, constituye la trama de nuestras intelecciones, afecciones y voliciones: energa probablemente imponderable, pero no por eso menos real, puesto que opera una toma de posesin refleja y apasionada de las cosas y de sus mutuas relaciones.

    Estos tres tipos de energa parecen constituir a primera vista categoras heterogneas. En realidad, la reflexin encuentra dificultad en precisar un lmite definido entre ellas, Por una parte, como ya ha advertido Bergson, en nuestra diferenciacin de lo natural y de lo artificial interviene mucho lo convencional. Cul es en realidad, desde un punto de vista biolgico profundo la diferencia entre la mquina hecha de un miembro y la mquina

  • conseguida prolongando artificialmente ese miembro? Entre el ala de un pjaro y la de un avin?" Por otra parte, si la energa espiritualizada, a diferencia de las energas incorporada y controlada, desborda y domina las dimensiones de lo fsico-qumico, quin puede poner en duda que no las engloba? De dnde le vendra si no su potencia animadora de los cuerpos, as como sus ligazones ntimas con el estado general del mundo en un momento determinado?

    Todo sucede, en una palabra, como si cada individuo humano representara un ncleo csmico de naturaleza especial que irradia a su alrededor ondas de organizacin y de impulso en el seno de la materia, Un ncleo as, tomado con su aureola de animacin, eso es la unidad " de la Energa Humana."

    LA ENERGIA HUMANA

    ENSAYISTAS DE HOY

    OBRAS DEL PADRE TEILHARD DE CHARDIN

    publicadas por

    TAURUS EDICIONES

    Edicin oficial del Comit "Teilhard de Chardin":

    l. El fenmeno humano. 2. La aparicin del hombre (3 ed.). 3. La visin del pasado (3 ed.). 4. El medio divino (2 ed.). 5. El porvenir del hombre. 6. La energa humana. 7. La activacin de la energa humana (en preparacin).

    Otras obras:

    El grupo zoolgico humano (2 ed.). Cartas de viaje (2 ed.). Nuevas cartas de viaje. Gnesis de un pensamiento (en prensa). El himno del universo (en prensa). Construir la tierra (en preparacin). Reflexiones sobre la felicidad (en preparacin).

    Obras sobre el padre Teilhard de Chardin:

    CL. TRESMONTANT: Introduccin al pensamiento de Teilhard de Chardin (2 ed.). CL. CUNOT: Pierre Teilhard de Chardin (biografa en preparacin). L. SDAR SENGHOR: P. Teilhard de Chardin y la poltica africana (en preparacin).

  • TAURUS EDICIONES se complace en expresar su agradecimiento a los seores M. Crusafont Pair y F. Prez, por su valioso asesoramiento en la edicin de las obras del padre Teilhard de Chardin.

    PIERRE TEILHARD DE CHARDIN

    LA ENERGIA

    HUMANA

    INDICE PRLOGO ...................................................................................................... 005 ADVERTENCIA ..................................................................................................... 010

    EL ESPIRITU DE LA TIERRA INTRODUCCIN ..................................................................................................... 010 I. ESPRITU O MATERIA? ........................................................................ 011 II. LA TIERRA Y EL ESPRITU ........................................................................ 013 III. EL ESPRITU DE LA TIERRA ....................................................................... 016 IV. EL SENTIDO DE LA TIERRA ........................................................................ 018

  • A) El Amor ............................................................................................. 018 B) La Unidad humana ............................................................................ 019 C) Investigacin ...................................................................................... 020

    V. EL PORVENIR DEL ESPRITU ......................................................................... 022 VI. LA SUBIDA DE DIOS ........................................................................................ 024

    LA SIGNIFICACION Y EL VALOR CONSTRUCTIVO

    DEL SUFRIMIENTO

    I. LA CONSTRUCCIN DEL MUNDO ...................................................... 027 II. LA SIGNIFICACIN DEL SUFRIMIENTO ...................................................... 028 III. EL VALOR CONSTRUCTOR DEL SUFRIMIENTO .......................................... 028 IV. CONSECUENCIA: LA CONVERSIN DEL SUFRIMIENTO DEL

    MUNDO ................................................................................ 029

    ESBOZO DE UN UNIVERSO PERSONAL

    I. INTRODUCCIN. LA SIGNIFICACIN DE LA PERSONA ............................ 029 II. LA FORMACIN DE LA PERSONA ................................................................. 031 III. LOS PROLONGAMIENTOS DE LA PERSONA ................................................ 034 IV. LA CONSUMACIN DE LA PERSONA ............................................................ 037 V. LA ENERGA DE LA PERSONALIZACIN ...................................................... 040

    A) El Sentido sexual .......................................................................... 041 B) El Sentido Humano ......................................................................... 044 C) El Sentido Csmico ......................................................................... .046

    VI. LA PENA DE PERSONALIZACIN ................................................................. 048

    A) La Pena de Pluralidad ..................................................................... 048 B) La Pena de Diferenciacin ................................................................ 049 C) La Pena de Metamorfosis ................................................................. 050 D) El decrecimiento del Mal ................................................................. 050

    VII. CONCLUSIN. LA RELIGIN DE LO PERSONAL ......................................... 051

    EL FENOMENO ESPIRITUAL INTRODUCCIN ....................................................................................................... 053 I. ESPIRITUALIZACIN .............................................................................................. 054

    A) El Presente del Espritu ...................................................................... 054 B) El Pasado del Espritu ........................................................................ 054 C) El Nacimiento del Espritu ................................................................... 056 D) El Porvenir del Espritu ...................................................................... 057

    II. PERSONALIZACIN ............................................................................................... 058 III. MORALIZACIN ............................................................................................... 061

    A) Moral de equilibrio y Moral de movimiento ...................................... 061 B) La funcin espiritual de Dios ........................................................... 063

  • CONCLUSIN ............................................................................................................... 064

    LA ENERGIA HUMANA INTRODUCCIN .......................................................................................................... 066

    Objeto y sujeto ......................................................................................... 066 I. NATURALEZA Y DIMENSIONES DE LA ENERGA HUMANA .................... 067

    A) La energa humana elemental: el ncleo humano .............................. 067 B) La Energa Humana total: la Noosfera ............................................... 068

    II. SIGNIFICACIN Y VALOR DE LA ENERGA HUMANA ................................. 069 III. PORVENIR Y PROBLEMA DE LA ENERGA HUMANA .................................. 071 IV. LA ORGANIZACIN CONSCIENTE DE LA ENERGA HUMANA ................ 073

    A) Organizacin de la energa humana elemental. Personalismo ........ 074 B) Organizacin de la Energa Humana total ........................................ 077

    V. MANTENIMIENTO DE LA ENERGA HUMANA Y EL PUNTO CSMICO

    OMEGA ......................................................................................................... 080 VI. EL AMOR, FORMA SUPERIOR DE ENERGA HUMANA ............................... 084

    1. El Amor, principio totalizador de la Energa Humana ....................... 085 a) Totalizacin, por amor, de los actos individuales ........................... 086 b) Totalizacin, por el amor, del individuo sobre s mismo ................ 086 c) Totalizacin, por el amor, de los individuos en la Humanidad ....... 087

    2. El Amor, producto histrico de la evolucin humana ........................ 090

    a) El fenmeno cristiano ..................................................................... 090 b) Hacia un Monismo cristiano .......................................................... 092

    APENDICE: EL PRINCIPIO DE LA CONSERVACIN DE LO PERSONAL ...... 093

    LA MISTlCA DE LA CIENCIA

    I. LOS ESBOZOS ....................................................................................................... 095

    A) Esoterismo ........................................................................................... 096 B) Esteticismo ........................................................................................... 096 C) Curiosidad ........................................................................................... 096

    II. EL DESCUBRIMIENTO DEL TIEMPO ......................................................................... 097 III. LA RELIGIN DE LA CIENCIA ................................................................................... 099 IV. LA CRISIS INTELECTUAL Y MORAL DEL PROGRESO .......................................... 100 V. LA RELIGIN EN LA CIENCIA ................................................................................... 102

  • PRLOGO

    En los tomos actualmente aparecidos de las Obras de Teilhard de Chardin, los diferentes ensayos que ha dejado han sido agrupados, por lo mismo que no formaban un volumen entero, alrededor de algunos grandes temas, tales como la teora de la evolucin en general (La visin del pasado), la emergencia del hombre (La aparicin del hombre) y las esperanzas de futuro, resultado del estudio del pasado (El porvenir del hombre).

    Pero entre los escritos inditos correspondientes a su "fenomenologa", figura un gran nmero de ensayos que no podan ser recogidos en los tomos precedentes y que presentan, sin embargo, una importancia capital para una buena comprensin de su doctrina,. Se cuentan, quiz, entre las disertaciones ms originales y ms preciadas que ha escrito nunca. Estos opsculos acaban de ser reunidos, por orden cronolgico, en dos tomos bajo los ttulos, respectivamente, de: La energa humana y La activacin de la energa humana.

    Seguramente se encontrarn en estos escritos muchas ideas elaboradas ya, bajo un ngulo distinto, en ensayos ya publicados. Pero estas ideas estn detalladas aqu con ms precisin. estn completadas de manera notable y desarrolladas con ms profundidad. Constituyen, as, una contribucin indispensable a la buena inteligencia de la visin teilhardiana, cuya coherencia interna y fertilidad casi inagotables se manifiestan aqu nuevamente.

    Se ir poniendo de manifiesto, cada vez ms, que esta obra presenta una unidad profunda y desarrolla una intuicin primordial. En una conferencia dada en Bolonia el 10 de abril de 1911 sobre La intuicin filosfica Henri Bergson haba demostrado, de una manera patente, cmo existen dos maneras de acercarse a la obra de un filsofo: "Un sistema filosfico parece, a primera vista, que se erige como un edificio completo, de una arquitectura prctica, en el que han sido tomadas disposiciones para que se puedan albergar cmodamente todos los problemas." Es posible considerar esta construccin desde el exterior, "darle la vuelta", examinar separadamente cada elemento, verificar los materiales utilizados por el autor y las fuentes de donde los ha sacado. Este mtodo puede ser til, aunque nos deje ver poco la coherencia interna y los motivos que han determinado la concepcin de conjunto.

    Existe, sin embargo, una segunda va de aproximacin hacia la obra de un pensador. Consiste en penetrar en el corazn mismo del edificio, "en instalarnos en el pensamiento del filsofo". El sistema sufre entonces una transfiguracin total: la coherencia, la necesidad de todos los elementos se hace perceptible de pronto: "Todo se rene, finalmente, en un punto nico, al que sentimos que nos podramos aproximar cada vez ms, aunque haya que desesperar de alcanzarlo" l. Todo esto se aplica, en gran parte, a la obra de Teilhard de Chardin. Del mismo modo, en l no basta con considerar una obra desde el exterior y examinar, uno tras otro, los elementos con los que ha sido edificada, cualquiera que sea la utilidad de este anlisis. Es mucho ms importante hacer un esfuerzo para estudiar su obra, por decirlo as, desde el interior y descubrir el punto central desde el que la ha construido el autor y al que no ha dejado de dar forma de nuevo.

    -------------------------------------------------------------------------------------------------- 1 H. BERGSON: La pense et le mouvant (1934), apud: (Euvres. edicin del

    Centenario, 1959, pgs. 1346-1347. --------------------------------------------------------------------------------------------------

    Abstraccin hecha de sus escritos teolgicos, est claro que su obra entera tiene por

    punto de partida su voluntad de penetrar lo ms lejos posible la estructura fundamental

  • del universo en el que vivimos y del que formamos parte. Ms que cualquier otro filsofo, ha tomado como punto inicial los resultados de las ciencias, que le han permitido comprender el mundo en su dimensin histrica. Desde este punto de vistaconvertido, a sus ojos, en evidencia, intenta descubrir la coherencia interna y el sentido esencial de la historia universal, que presenta, segn l, a pesar de la multiplicidad y de la diversidad de los fenmenos, una unidad y una armona fundamentales, orientando as nuestra actividad de hombres.

    Todas sus disertaciones parten de esta conviccin primordial, e intentan demostrarnos en qu consiste esta unidad fundamental y cules son las perspectivas que revela sobre la existencia humana. A l se aplican, igualmente, las palabras de Bergson: "Toda la complejidad de su doctrina, que ira hasta el infinito, no es, pues, ms que la inconmensurabilidad entre su intuicin simple y los medios de que dispone para expresarla" 2. Y nos parece que no andamos lejos de su intuicin inicial si la buscamos en la proximidad de lo que l ha llamado la ley de la complejidad progresiva y de la conciencia creciente; en otros trminos, el problema de la relacin espritu materia.

    -------------------------------------------------------------------------------------------------- 2 Ibidem. --------------------------------------------------------------------------------------------------

    Empujado por su deseo de ver el mundo en tanto que unidad, fue llevado,

    necesariamente, a la pregunta siguiente: Cmo los dos grandes dominios de nuestra experiencia, el del mundo exterior y el del mundo interior, pueden ser reducidos a la unidad en el cuadro de un universo en evolucin? A primera vista" tenemos la impresin de estar ante un problema puramente filosfico. Desde hace siglos, son los filsofos los que han trazado paralelos que permiten la aproximacin. Sin embargo, la manera con la que Teilhard de Chardin se esfuerza en resolver este problema no es filosfico primordialmente, aunque sus concepciones terminen, sin duda ninguna, por desembocar en perspectivas metafsicas

    Ha escogido su punto de partida entre los datos de las ciencias y hace referencia a hiptesis de tipo cientfico. En este terreno, la que adopta es el carcter bifaz del Weltstoff, o materia del universo: si avanzamos la hiptesis de que todo tiene un fuera y (virtualmente, al menos) un dentro y que estos dos aspectos de la realidad evolucionan, a travs de la Historia, hacia una complejidad-conciencia siempre creciente, el Universo comienza entonces: a ser, para nosotros, una realidad coherente e inteligible, lo que no ocurrir nunca sin esta hiptesis.

    En opinin del autor, no se trata, de ninguna manera, en su origen, de una teora filosfica, sino exclusivamente de una hiptesis cientfica de trabajo. Esta posicin reviste una importancia capital. Teilhard de Chardin no parte, de ninguna manera, de una especie de pan-psiquismo filosfico. Habituado a un modo cientfico de pensar, construye una hiptesis provisional, que compara posteriormente con la realidad. As, como ocurre con la ciencia, esta hiptesis toma, segn Teilhard, todo su valor y todo su poder de la armoniosa coherencia que aporta desde que es aceptada.

    Se esfuerza sin cesar en examinar los resultados a los que conduce esta hiptesis cuando se la confronta con la realidad, y a medida que buscaba ms adelante esta direccin, creca en l la conviccin de haber encontrado as la llave para una acertada comprensin del universo y, en particular, del lugar ocupado por el hombre en este universo. Por esto no es sorprendente verle repetir este tema continuamente y darle vueltas en todos los sentidos.

    Mientras que trabaja en el piano cientfico o, mejor dicho, fenomenolgico, no es difcil seguirle en sus consideraciones. Nadie, en efecto, puede oponerse a una tentativa

  • semejante. Las dificultades surgen cuando intenta interpretar los resultados de este mtodo de trabajo desde el punto de vista filosfico. Es innegable, en efecto, que, tarde o temprano, esto no podr ser evitado, si bien deber plantearse la cuestin de saber hasta qu punto consideraciones presentes pueden ser asociadas a la filosofa tradicional.

    Teilhard de Chardin era consciente de las repercusiones filosficas de sus intuiciones. En una carta dirigida a un compaero, a quien haba enviado su Esbozo de un universo personal, escriba, as: ... Voy a enviarle mi ltimo Ensayo, en el que he intentado hacer mi pequea sntesis sobre la cuestin. Este ensayo corre el peligro de chocar en varios puntos con su metafsica. Pero estoy persuadido de que es posible una transcripcin ms tradicional de mis puntos de vista, pudiendo tener mis paradojas el papel de hacer sentir de una manera "clamante" los puntos en los que la filosofa clsica requiere una mayor amplitud o un suavizamiento" (Carta del 15 de agosto de 1938).

    Del pasaje citado se desprende que Teilhard se adhera a la opinin de que la filosofa clsica (sin ninguna duda, se refiere a la metafsica escolstico-aristotlica) necesita, en algunos puntos, un complemento y una mayor amplitud, pero que, en sustancia, puede conciliarse con sus concepciones. En lo que concierne a este ltimo punto, poseemos el testimonio capital de un filsofo de los ms calificados, el P. Marchal, S. J. En una nota al P. Augusto Valensin, S. J., escriba en estos trminos: "Como en sus trabajos, el autor supone admisible una cierta continuidad de evolucin de la materia en el Hombre. Esto puede ser entendido de una manera perfectamente ortodoxa, e incluso comprenderse fcilmente en las doctrinas aristotlicas de la causalidad... Profesando que el alma espiritual no ha sido creada ms que "in corpore" con el concurso de la materia, ellos (los filsofos y los telogos) admiten, por el hecho mismo, una "noosfera", religada al resto del mundo material por correlaciones necesarias. Hay, pues, a sus ojos, una "ciencia natural", no solamente del cuerpo humano, sino del Hombre entero. Este determinismo natural de todo el Hombre no excluye la espontaneidad, incluso en su expresin ms alta, al acto libre."

    En este dominio, los textos publicados en este volumen sern, sin ninguna duda, tema de discusin, de manera que se estimulen y fecunden las investigaciones ulteriores. Los textos que se refieren a esta cuestin deben, pues, ser considerados, sobre todo como instrumentos de trabajo que pueden ser tiles para un examen subsiguiente del problema planteado. Segn las mismas intenciones del autor, deben ser considerados, igualmente, como una contribucin provisional a la solucin de un problema que ocupa, ya desde hace tiempo, a las mentes y que, quiz, no ser nunca resuelto de manera completa.

    Se plantea as el problema general de la relacin del pensamiento teilhardiano con la filosofa escolstica. Aunque elaboradas bajo el ngulo fenomenolgico, sus consideraciones desembocan, a fin de cuentas, a una metafsica.. Lo inverso sera, por otra parte, completamente inimaginable. Su anlisis del fenmeno csmico nos lleva al umbral del pensamiento filosfico, arroja una nueva claridad sobre problemas antiguos y nos deja ver, incluso, en qu direccin debera ser conducido ulteriormente este pensamiento filosfico. Recientemente, Juan Danilou, S. J., lo ha subrayado de manera patente: "Se tiene la impresin de que redescubre la metafsica, como han podido descubrirla los presocrticos. Construye una metafsica en el prolongamiento de la ciencia de su tiempo" 3. Es, precisamente, remontndose hasta las fuentes vivas de una metafsica verdadera, es decir, hasta el reconocimiento ntegro de la realidad, tal como la ha hecho aparecer la experiencia cientfica, como ha abierto el camino a una reflexin filosfica renovada.

    -------------------------------------------------------------------------------------------------- 3 J. DANILOU: Signification de Teilhard de Chardin, tudes, t. 312, febrero

    1962, pg. 147. --------------------------------------------------------------------------------------------------

  • En esto exactamente discierne el P. Danilou uno de los mritos muy particulares de

    Teilhard de Chardin. Cierto que ste no se encontraba siempre muy a gusto en los cuadros de la escolstica tradicional: "Por una parte, indudablemente, se senta molesto en ella. Su pensamiento no se expresa en ningn grado a travs de las categoras escolsticas de acto y de potencia, de materia y de forma, de sustancia y de cccidente. Precisamente, Teilhard ha querido partir de cero; es decir, tomar su punto de apoyo en el contacto con el estado de la ciencia de su tiempo. Pertenece a la poca en que la fsica nuclear ha revolucionado la concepcin de la materia, mostrando que materia y energa eran reversibles, y, por tanto, que la materia poda ser considerada como un campo de fuerzas energticas. Pertenece a la poca en que la evolucin biolgica se ha mostrado como la explicacin ms plausible de un conjunto de datos de los que constitua la ley de inteligibilidad. El lenguaje que habla es el de la ciencia. Y este lenguaje es diferente al de la escolstica tradicional.

    En qu consiste, pues, la significacin filosfica de Teilhard de Chardin? Precisamente, en que universaliza el lenguaje de las ciencias y lo extiende a la totalidad de la existencia: "Transpone las categoras cientficas en categoras metafsicas (...). Su pensamiento puede ser interpretado en el sentido de que, en niveles de existencia diferentes, encontramos analogas que expresan un cierto parecido. Teilhard extrae as leyes generales de la vida, ley de complejificacin, ley de evolucin, ley de personificacin, ley de socializacin. Estas leyes se verifican en todos los niveles. Permiten, pues, pensar la totalidad, establecer ligazones. La metafsica es precisamente esto.. No hay metafsica sin analoga. Pero el pensamiento moderno desprecia, con demasiada frecuencia, el valor gnoseolgico de la analoga."

    As considerada, la obra de Tehard de Chardin reviste, en efecto, una significacin filosfica excepcional. Pero, al mismo tiempo, se manifiesta claramente cmo la sucesin de sus ideas est ligada, de manera eminente, a la filosofa aristottica y tomista. "Aqu hay, igualmente, en el origen, un anlisis fsico y biolgico. Y es en prolongacin de este antisis en el que estn concebidas, analgicamente, las realidades metafsicas. Teilhard nos parece, as, volver a encontrar la actitud Profunda de la filosofa tradicional de la Iglesia, pero despojndola, podramos decir, de un lenguaje que era solidario de una ciencia periclitada, para inventarla un lenguaje nuevo, expresin de la ciencia actual. Pero si ha podido hacer esta operacin es porque Teilhard haba heredado de la filosofa escolstica, porque haba conservado lo esencial. Es esto lo que le ha preservado del materialismo, del pantesmo y del evolucionismo. Es por esto por lo que las categoras de persona, de creacin, de Dios, son constitutivas de su pensamiento. Pero no ha retenido de la escolstica ms que sus categoras fundamentales y las ha interpretado a partir del hecho cientfico de su tiempo 4.

    -------------------------------------------------------------------------------------------------- 4 Ibidem, pgs. 78-79.

    --------------------------------------------------------------------------------------------------

    Si hemos querido citar estas lneas enteramente, es porque demuestran, de forma eminente, el alcance filosfico de la obra de Teilhard de Chardin, y porque nos preservan, al mismo tiempo, de un juicio demasiado prematura sobre el carcter, admisible o no, de sus concepciones, al mism tiempo que manifiestan con claridad cmo, en un plano superior, ha permanecido fiel al espritu de moda de pensar escolstico-aristotlico, una fidelidad infinitamente ms real que la que se traduce por la simple repeticin de las frmulas tradicionales. No es su menor mrito el haber restablecido, as, los lazos entre la metafsica y las ciencias, una relacin que se ha perdido de vista con demasiada facilidad.

  • Iramos ms all de nuestra tarea si intentramos comentar aqu los diferentes problemas planteados por Teilhard de Chardin en los opsculos que figuran en estos libros: exigiran. una amplia y profunda discusin y quiz, en ciertos puntos, daran lugar a crticas. Teilhard de Chardin habra sido el primero en alegrarse de una discusin y una crtica semejantes. Pero antes de emprender esta tarea debemos comenzar por estudiar sus escritos con la atencin necesaria y por situar sus conclusiones bajo su luz verdadera, lo que, por desgracia, no se ha hecho siempre en el pasado. Nos atrevemos a esperar que los textos aqu recogidos sern recibidos con el mismo espritu que les ha inspirado y que podrn constituir una ayuda preciosa para todos los que se esfuerzan en orientar hacia su solucin verdadera, en tanto que est en nuestra poder, los grandes problemas planteados por la existencia humana.

    N. M. WILDIERS Doctor en Teologa.

    ADVERTENCIA

    Los escritos que publicamos a partir de este tomo VI no han sido revisados por el P. Teilhard de Chardin con vistas a la edicin.

    Siguiendo la intencin del autor, y como indica el R. P. Wildiers en el Prefacio, los presentamos a nuestros lectores como instrumentos de trabajo.

    Las anotaciones de este volumen han sido necesarias por las interpretaciones errneas del pensamiento del autor, reveladas en diversas obras o en artculos de prensa. Siempre que es posible, sacamos estas explicaciones de los mismos escritos del P. Teilhard.

    EL ESPIRITU DE LA TIERRA

    INTRODUCCIN

    Las pginas siguientes no intentan, de un modo inmediato, preservar ninguna ortodoxia, ni cientfica, ni literaria. Quieren, sencillamente, explicar, con toda sinceridad, una visin particular del Mundo.

    En nuestros das, muchos creyentes, al no renovar sus ansias con el contacto de lo real, dejan extenderse, sobre los misterios de la Vida, un velo de soluciones convencionales. Y los sabios, perdidos en investigaciones de detalle o como prometidos en un falso materialismo, no parecen ver cmo se plantea, incluso en virtud de sus conquistas, antes

  • nuestras actividades, la cuestin fundamental del Porvenir. Ahogados por las palabras que han creado, los hombres corren el peligro de perder de vista el Problema, hasta el punto de no captar el sentido de lo que descubren sus propias experiencias.

    Apoyado en lo que me han enseado, desde hace cincuenta aos, la Religin y la Ciencia, he intentado aqu salir a flote. He querido salir de la niebla para encontrar la visin de las cosas mismas. Y he aqu lo que he credo descubrir, solo, frente al Mundo 1.

    -------------------------------------------------------------------------------------------------- 1 Desde 1926, el P. Teilhard soaba con este ensayo y escriba al cannigo

    Gaudeffroy: ... Sueo con una especie de Libro de la Tierra, donde me dejara hablar, no como francs ni como elemento de un compartimento cualquiera, sino como Hombre o como "terrestre" sencillamente. Querra hablar de la confianza, las ambiciones, la plenitud y tambin las decepciones, las inquietudes, la especie de vrtigo, del que toma conciencia de los destinos y de los intereses de la Tierra (Humanidad) entera. --------------------------------------------------------------------------------------------------

    l. ESPRITU O MATERIA?

    Lo primero que he visto es que slo el Hombre puede servir al Hombre para descifrar el Mundo.

    Hasta aqu, el Hombre, en lo que tiene de verdaderamente esencial, ha sido dejado fuera de todas las construcciones cientficas de la Naturaleza. A los ojos de unos, su valor espiritual es demasiado grande para que sea posible integrarle, sin una especie de sacrilegio, en el proceso general de la Historia. A los ojos de otros, su facultad de elegir y de abstraer est demasiado alejada de los determinismos materiales para que sea posible, ni siquiera til, asociar a los elementos con los que se construye la Fsica. En los dos casos, por exceso de admiracin o por falta de estma, el Hombre permanece flotando por encima, o rechazado al margen del Universodesarraigado o accesorio. El que hace la Ciencia, queda fuera de los objetos de la Ciencia. Esta es la fuente de todas nuestras dificultades intelectuales y morales presentes. No comprenderemos nunca ni al Hombre ni a la Naturaleza si, de acuerdo con lo que nos gritan los hechos, no nos volvemos a sumergir completamente uno en el corazn de otro (pero sin destruirle).

    Hay que realizar, en fin, este gesto. Hay que aceptar lo que la Ciencia nos dice, a saber, que el Hombre ha nacido de la Tierra. Pero, ms lgicos que los sabios que nos hablan, tenemos que ir hasta el final de la leccin; es decir, aceptar que el Hombre haya nacido, por entero, del Mundono solamente sus huesos, su carne, sino su increble poder de pensamiento 2. Considermosle, sin minimizarle, como un Fenmeno. Ipso facto, se va a encontrar cambiada la faz del Universo.

    -------------------------------------------------------------------------------------------------- 2 Para el transformismo cristiano, la accin creadora de Dios no se concibe ya como

    empujando sus obras, intrusivamente, en medio de los seres preexistentes, sino como haciendo nacer, en el seno de las cosas, los trminos sucesivos de su obra. No es ni menos esencial, ni menos universal, ni, sobre todo, menos ntima por esto. (Nota del autor para "La Paradoja transformista, t. III, La Visin del Pasado, p. 141.

    3 Un movimiento absoluto a travs del espacio intersideral.

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  • El punto de partida de esta metamorfosis es que la Vida, manifestada en el Hombre, se descubre como una propiedad sui generis del Cosmos. En la historia de la Fisica se produce, de cuando en cuando, el descubrimento de fenmenos caractersticos en los que, bajo una anomala aparente, se revela una propiedad fundamental de las cosas: as, la actividad del Radio, la impotencia de las experiencias para descubrir un movimiento del globo, a travs del ter 3. El mayor error que hubiera podido cometer la Ciencia, frente a estos hechos, hubiera sido relegarles al dominio de las rarezas molestas. Ignoraramos, entonces, el inmenso dominio de las radiaciones y las perspectivas de la Relatividad. El Hombre pensante, generahnente mirado como una irregularidad del Universo, es precisamente uno de estos fenmenos privilegiados en los que se revela a nuestra observacin, como un grado de intensidad que le hace inmediatamente comprensible, uno de los aspectos ms generales del Cosmos. Hasta el Hombre, la Vida, a pesar de las propiedades singulares de sus constituyentes y de su evolucin general, poda, en rigor, ser relegada a un oscuro compartimento de la Qumica. Limitndola, muy artificialmente por lo dems, a sus trminos ms inferiores y ms mecanizados (es decir, a formas apenas emergidas, o en vas de re-inmersin en la Materia), la Biologa poda intentar reducirla a tactismos y tropismos. En el Hombre, algo nuevo estalla irresistiblemente que, hasta l, la Ciencia no poda comprimir ms que a fuerza de violencia. En el nivel humano, la duda no est permitida; hay que decidirnos, en virtud, incluso, de las perspectivas generales de la Evolucin, a hacer, en la Fsica del Universo, un lugar especial a las potencias de conciencia, de espontaneidad, de improbabilidad, que representa la Vida. Es necesario. De otra manera, el Hombre permanece inexplicado: excluido de un Cosmos del que forma, evidentemente, parte. Pero entonces, y ste es el segundo paso hacia la luz, este lugar, tan pronto como se intenta determinarlo, se descubre como inevitablemente inmenso y fundamental. La Vida, en efecto, no es una propiedad parcial, limitada, de la Materia, anloga a un efecto vibratorio o molecular cualquiera; es ms bien como lo inverso de todo lo que nos sirve habitualmente para definir la Materia. La Vida, adems, no es una relacin fija y esttica entre elementos del Mundo; por el contrario, aparece claramente como la huella de un proceso universal, siendo la Vida terrestre funcin de la evolucin sideral del Globo y funcin, a su vez, de la evolucin csmica total. De donde el dilema: o bien la Vida, consumada por el Pensamiento, no es ms que una ilusin en el Mundo, o bien, por poca realidad fsica que se le conceda, tiende a ocupar en l una posicin universal, central, exigente. Tal es la situacin cientfica verdadera.

    En este grado de invasin, una nica realidad (en la medida en que sta existe verdaderamente) permanece frente a la Vida y puede medirse con ella en grandeza y universalidad: es la Entropa, esta misteriosa involucin del Mundo que tiende a replegar sobre s misma, un poco ms a cada instante, en el plural inorganizado y ms probable, la capa de la Energa csmica. Y entonces, ante nuestro espritu que busca, entre Vida (Pensamiento) y Entropa (Materia) se libra el duelo final por la dominacin del Universo. Vida y Entropa son las dos caras inversas, pero equivalentes, de una misma Realidad fundamental en eterno balanceo? O bien, en el fondo, una de las dos, tiene el privilegio de ser ms primitiva y ms duradera que la otra, por naturaleza?

    Ms adelante, por el estudio crtico de las condiciones de la Actividad Humana, mostraremos que el Universo, bajo pena de ser contradictorio en s mismo, parece exigir que la Vida tenga una garanta de Porvenir ilimitado, es decir, que escape a un dominio completo de s misma por fuerzas que la vuelven atrs: la Vida no sera vivible si no tuviera consciencia de ser, al menos parcialmente, irreversible y superior, por tanto, a las atracciones inversas de la Entropa.

    Aqu, otra consideracin, sacada de las leyes, no de la Accin, sino del Pensamiento humano (hijo del Mundo), va a bastar para fijar, en una primera aproximacin, nuestra

  • eleccin. Instintivamente, en sus tentativas de construccin intelectual del Universo, muchos hombres investigan a partir de la Materia. Porque la Materia se toca y porque parece, histricamente, haber existido la primera, se la acepta, sin examen, como la trama primordial y la porcin ms inteligible del Cosmos. Pero esta va no lleva a ninguna parte. Pues, adems de que, en s, la Materia, smbolo de multiplicidad y de transitoriedad, escapa a toda comprensin directa del Pensamiento, esta misma Materia, falta ms grave todava, se revela incapaz, por su misma naturaleza, de engendrar el Mundo que nos rodea y nos constituye. Es radicalmente imposible de concebir que elementos "interiorizados" y espontneos hayan podido nunca desarrollarse de un Universo supuesto, en estado inicial, enteramente formado por determinismos. Quien acepta este punto de partida se cierra toda salida para unirse al estado presente del Universo. Inversamente, de un Cosmos inicialmente formado, constituido por "libertades" elementales, es fcil, por efecto de los grandes nmeros y de los hbitos, deducir todas las apariencias de rigor sobre las que est construida toda la Fsica matemtica de la Materia. Un Universo con trama primitiva "material" es, irremediablemente, estril y fijo, mientras que un Universo de trama "espiritual" tiene toda la elasticidad requerida para prestarse a la vez a la evolucin (Vida) y a la involucin (Entropa). Esta consideracin debe ser suficiente para decidir nuestra opcin intelectual.

    No, el Cosmos no podra ser interpretado como un polvo de elementos inconscientes sobre los que afIorara, incomprensiblemente, la Vida, como un accidente o un moho. Sino que es, fundamental y primeramente, vivo, y toda su hstoria no es, en el fondo, ms que un inmenso proceso psquico; la lenta, pero progresiva unin de una conciencia difusa, escapando, gradualmente, a las condiciones "materiales" con que la oculta, secundariamente, un estado inicial de extrema pluralidad. Desde este punto de vista, el Hombre, en la Naturaleza, no es ms que una zona de emersin en la que culmina y se revela, precisamente, esta evolucin csmica profunda. El Hombre cesa entonces de ser, sobre la Tierra, una chispa cada fortuitamente de otra parte. Es la llama que brota, repentinamente, sobre la Tierra, por una fermentacin general del Universo 4. Ya no es, en la Naturaleza, el enigma estril o la nota que desentona. Es la clave de las cosas y la armona ltima. En l todo toma cuerpo y todo se explica.

    -------------------------------------------------------------------------------------------------- 4 Sostenido, ocioso es decirlo, por alguna fuerza creadora profunda. Si no hablamos

    ms explcitametne de esta ltima es porque, repetimos, nuestro fin es seguir la curva aparente de los fenmenos sin escrutar las condiciones metafsicas de su existencia. (Nota del autor sobre la Hominizacin, t. III, pg. 103.) --------------------------------------------------------------------------------------------------

    Ante nosotros, el Mundo es como un laberinto. Muchas entradas, pero un solo camino

    que conduce al centro. La Naturaleza se resiste a nuestros esfuerzos por penetrarla, porque la tomamos de travs o a contrapelo. Escojamos mejor lo Conocido y lo Desconocido. Pongamos la X donde debe estar, es decir, en lo material y en el plural; y reconozcamos que lo consciente, lo libre, son evidencias primitivas no analizables. Entramos, entonces, en el orden. Ya no hay umbrales infranqueables ni callejones sin salida. El hilo de Ariadna, para dirigirnos en el Universo, es "el nacimiento del Espritu"; y la mano que nos lo da, es el reconocimiento legal del "Fenmeno humano".

    II LA TIERRA Y EL ESPRITU

  • As, nuestro pensamiento ha elegido: la gnesis del espritu es un fenmeno csmico; y el Cosmos consiste en esta gnesis misma 5. Pero la Vida, en potencia por todas, partes, en el Cosmos, no conocemos todava ms que la Vida en la Tierra. Intentemos comprender la Vida de la Tierra.

    -------------------------------------------------------------------------------------------------- 5 Como en sus otros trabajos, el autor supone admisible una cierta continuidad de

    evolucin de la Materia en el Hombre. Esto puede ser entendido de una manera perfectamente ortodoxa y encuadrarse fcilmente, incluso, en las teoras aristotlicas de la causalidad (...).

    "Profesando que el alma espiritual no ha sido creada ms que "in corpore", y no opera ms que con el concurso de la materia, ellos (los filsofos tomistas) admiten, por este mismo hecho, una "noosfera" ligada al resto del mundo material por correlaciones necesarias. Hay, pues, a sus ojos, una "ciencia natural" no solamente del cuerpo humano, sino del Hombre entero. Este determinismo natural de todo hombre no excluye la espontaneidad, incluso en su expresin ms alta, el acto libre."

    (Extracto de una revisin hecha por el P. Marchal, S. J., de un ensayo del P. Teilhard titulado El fenmeno humano y fechado en 1928. El P. Teilhard envi esta revisin al P. Valensin en la carta que le dirigi el 29 de septiembre de 1928.) (N. del E.) --------------------------------------------------------------------------------------------------

    Se ha podido decir (y parece que algunos astrnomos empiezan, de nuevo, a sugerirlo)

    que la Tierra tal vez sea el nico centro actualmente vivo del Universo. No vamos a discutir este poco verosmil e indemostrable privilegio concedido a nuestro planeta. Pero debemos sealar, de pasada, una manera particularmente viciosa de comprenderlo, que consistira en hacer de la Vida, en semejante circunstancia, un accidente maravilloso, nacido una vez y para siempre, al margen de la evolucin csmica, a favor de un formidable azar. El punto de vista al que, por slidas razones filosficas y cientficas, nos hemos adherido, hace justicia con esta interpretacin pueril y la corrige. No, aunque la Vida fuera, y debiera continuar sindolo, privativa de la Tierra, no se seguira de ello que fuera un "accidente" en el Mundo. Deberamos concluir, sencillamente, que, a travs de la inmensidad sideral, slo (o al menos, el primero) el centro terrestre se ha encontrado dispuesto para fijar una posibilidad en estado de suspensin universal, y que esta posibilidad ha evolucionado por entero. La Vida y el Pensamiento podran, entonces, ser especiales de la Tierra: seran la Vida y el Pensamiento del Mundo.

    Los gelogos continan inseguros sobre la manera en la que se ha realizado la individualizacin de la Tierra: aglomeracin, en cualquier caso, de partculas elementales. Miremos este astro al nacer. La nocin primordial que hay que asegurar en nuestro espritu, en este momento, es la extraordinaria riqueza y complejidad de su Materia juvenil, magma en el que, al lado de muchas actividades fisico-qumicas, hoy neutralizadas o evaporadas, flotaban, bajo una forma actualmente inaccesible a nuestras experencias, las influencias de la Pre-Vida. Se ha hecho observar, con razn, que los pueblos ms "primitivos" que viven actualmente sobre la Tierra son pueblos detenidos y agotados, en los que no podramos encontrar la llama que animaba, cuando franqueaban el mismo estadio de cultura, a las avanzadillas de la Humanidad. De la misma manera, ninguna materia terrestre, accesible a nuestras investigaciones presentes, puede darnos exactamente idea de la Tierra primera. Algo se liber (bruscamente, y sin duda de un solo golpe) cuando extendi sobre la superficie del Globo el velo, infinitamente complejo, desde su origen, de la Biosfera. Nos preguntamos con frecuencia por qu la generacin espontnea parece imposible

  • actualmente. Se buscan razones, para esta esterilidad presente de la Materia, en alguna modificacin de los climas, de las radiaciones solares o de la atmsfera. Nos parece, sobre todo, que en la primera aparicin de la Vida encontramos un fenmeno ligado a la evolucin telrica total; una era, y slo una, para este suceso, en la historia de un mismo astro. La Tierra juvenil contena un Quantum de consciencia 6, y este quantum ha pasado enteramente a la Biosfera. En adelante, la Materia terrestre puede sostener y alimentar la Vida, pero no podra hacer emanar una nueva, pues est agotada, extenuada, "desvitalizada". Los sabios, para producir la Vida, tendran que hacer una Tierra de nuevo.

    -------------------------------------------------------------------------------------------------- 6 ...Hay que admitir la existencia posible de un psiquismo tan diluido que no tendr

    ms que relacin muy lejana con lo que esta palabra significa a escala del Hombre o aun del animal...

    Este psiquismo es un "estado de conciencia" que har que tal o tal otra estructura material pueda tener en ciertos momentos, en ciertas regiones del espacio y del tiempo, un comportamiento que deje transparentar (aunque de manera muy vaga) una especie de previsin del futuro inmediato, es decir, un conocimiento del acto a realizar para tender a un objetivo asignado con anterioridad. (JEAN E. CHARON: La Connaissance de l'Univers, pgs. 136 y 139. Ed. du Seuil.) --------------------------------------------------------------------------------------------------

    Sigamos ahora los movimientos ntimos de la capa viva con que se ha envuelto,

    perceptiblemente, nuestro planeta. Qu ocurre en los niveles (nicos interesantes, desde ahora, para nosotros) de la

    Biosfera? La historia de la Vida se separa, aqu, de las simples hiptesis y comienza a respondernos..., con tal que la comprendamos bien. En nuestros das, la ligazn fundamental de las formas vivas y su nacimiento, unas a partir de otras, no es ya seriamente discutida. Pero falta, todava, que los bilogos se entiendan sobre la forma de esta evolucin en la que muchos continan no viendo ms que una abundancia ininteligible y una diversidad desordenada. Esta duda reside, probablemente, en la confusin que reina todava comnmente sobre los tres tipos muy diferentes de evolucin biolgica. De estas tres evoluciones, la ms superficial (se podra llamar evolucin de dispersin) consiste, en efecto, en una simple diversificacin (o exposicin) de las formas vivas en el interior de un haz de posibilidades equivalentes, en la forma o en la coloracin; as, entre otros, algunos grupos de plantas, de mariposas, de pescados, de antlopes. Ms profunda se sita la evolucin de diferenciacin instrumental, por la que las formas se distribuyen en radiaciones diversas, definidas cada una por la adquisicin de un tipo morfolgico especializado (natacin, carrera, vuelo, formas socavadoras y animales de presa); de estas transformaciones nacen la mayor parte de los filum que distingue la Paleontologa. Por debajo se dibuja la evolucin de mayor conciencia, en virtud de la cual los seres vivos, en masa, sobre todo el frente de la Biosfera, se alzan ms o menos (a excepcin de los tipos inmviles o regresivos) hacia una mayor organizacin (individual o colectiva) y hacia una mayor espontaneidad. Pues bien, slo esta tercera clase de evolucin (marcada tanto en la concentracin de los sistemas nerviosos como en la constitucin de los agrupamientos sociales) puede darnos el sentido y la verdadera forma de los movimientos de la Vida. Hasta aqu, la Biologa ha observado y ha estudiado poco, en sus construcciones, la evolucin de conciencia, menos apta, en virtud de su misma amplitud, para proporcionar referencias a la Sistemtica. Pero en sta, indudablemente, yace el movimiento de fondo, del que los otros dos tipos de evolucin no son ms que armnicos; y con ella sola tenemos, por fin, un parmetro absoluto de los desarrollos, no solamente de la Vida terrestre, sino del Mundo. Semejante a una marea, la subida multiforme hacia la Conciencia hincha con su savia y

  • empuja hacia adelante, sin retroceso ni desviacin de conjunto, a todas las fibras de la Biosfera; sus latidos sucesivos marcan las grandes etapas de la Vida; y, siguiendo su je de progresin, un da se ha abierto paso en un dominio nuevo. Despus de millares de siglos de esfuerzos, la Vida terrestre, hija del Cosmos, ha emergido en el Pensamiento.

    Y henos aqu, de nuevo, ante el suceso capital que domina la Historial Natural del Mundo: el fenmeno humano. Un cierto nmero de caractersticas esenciales deben llamar nuestra atencin frente a l.

    En un principio, el Hombre (es decir, la Vida pensante) se establece sobre la Tierra a travs de un punto o una superficie crtica de transformacin. Como la cspide, inextensa, en que se concentran al lmite las secciones de un conocomo el vapor en el que se transforma, sin cambiar de temperatura, un lquido en ebullicin, el Pensamiento sucede a la Vida irreflexiva, franqueando un umbral, por un cambio de estado. Sin duda, nada semejante ha sucedido en nuestro Mundo desde la condensacin inicial de la Pre-Vida. El Pensamiento humano abre, pues, una era nueva en la historia de la Naturaleza. Pero, aunque es una Vida renovada, no es una Vida completamente nueva. En su espiritualidad, como en la cspide del cono, deben volverse a encontrar todas las generatrices pasadas, reconocibles, aunque hominizadas: el hambre, el amor, el sentido de lucha, el gusto por la presa. El control de estas herencias en un plano superior es el trabajo de la Moral y el secreto de la ms-vida.

    Desde otro punto de vista, las consecuencias biodinmicas de la aparicin del Pensamiento en la Biosfera reproducen, en un dominio ms elevado, las que hemos hecho notar en el caso de la primera aparicin de la Vida organizada. En el nacimiento de la Biosfera se haban exhalado las cualidades juveniles de la Materia terrestre, reducida a la impotencia, en adelante, para producir nueva Vida. En la eclosin, en un tallo, de la flor humana, la Vida animal ha agotado, probablemente, todo su poder de reflexin. Ningn otro Pensamiento, en consecuencia, podra dibujarse nunca, sobre la Tierra, al lado del Pensamiento humano, como competidor o como aliado. Y ninguno podra venir a relevarle si, por alguna defeccin general o por desaparicin, llegara a ser decapitado.

    De donde esta conclusincientficamente establecida, pensamos, e inevitable: En el Espritu humano, como en un fruto nico e irremplazable, se encuentra reunida toda la Vida sublimada (es decir, en suma, todo el valor csmico) de la Tierra.

    III. EL ESPRITU DE LA TIERRA

    Uno de los aspectos ms importantes de la Hominizacin, desde el punto de vista de la historia de la Vida, es el acceso de las realidades (o valores) biolgicos al dominio de las realidades (o valores) morales. A partir del Hombre, y en el Hombre, la Evolucin ha tomado de s misma una conciencia refleja. En adelante, puede reconocer, en cierta medida, su posicin en el Mundo, escoger su direccin, rehusar su esfuerzo... Estas condiciones nuevas abren en la Tierra la inmensa cuestin del Deber y de sus modalidades. Por qu actuar? Y cmo actuar? El resto de este estudio no ser, en suma, ms que un esbozo del Problema csmico de la Accin.

    Mientras se ha permanecido en las concepciones estticas del Universo, los fundamentos del Deber han quedado prodigiosamente oscuros. Para darse cuenta de esta ley misteriosa que pesa profundamente sobre nuestra libertad, ha habido que recurrir a toda clase de explicaciones: desde la de un orden explcito, venido de fuera, hasta la de un instinto irracional pero categrico. En una perspectiva espiritualmente evolutiva del Universo, tal como la hemos admitido aqu, la solucin es muy sencilla. El fundamento inicial de la

  • Obligacin, para el elemento humano, es el hecho de haber nacido y de desarrollarse, en funcin de una corriente csmica, Debemos actuar, y de una manera determinada, porque nuestros destinos individuales estn ligados a un destino universal. El Deber no es otra cosa, en su origen, que el reflejo del Universo en el tomo.

    Pero ms claramente, en qu direccin concretasegn qu plan precisodebemos prolongar, activa y libremente, ms all de nuestro estado presente, las generatrices del Mundo?

    Se plantea aqu, a la Humanidad recin nacida, en virtud de sus nuevos atributos, una interrogacin esencial, que no podra ser satisfecha con una simple mirada hacia atrs, Hasta el Hombre, parece que, en el desarrollo de la Vida, el individuo haya estado siempre claramente subordinado a la especie. Su valor era, sobre todo, el de un rgano de transmisin, de un lugar de paso. Se trataba para la Vida, segn parece, de llegar, a travs de elementos cada vez mejor organizados, a establecer sobre la Tierra una forma superior de conciencia, un estado de personalidad. Con el Hombre y en el Hombre, el elemento acabado y centrado, es decir, la persona, se encuentra, por fin, constituido. Por este suceso esencial, no va a encontrarse desplazado el centro de gravedad de los valores? Hasta aqu, el elemento era para el conjunto. En adelante, no va a ser el conjunto para el elemento? En suma, estamos, tericamente, en presencia de dos posibilidades: o bien, a partir del Hombre, culmina absolutamente la Vida y se esparce en una pluralidad de conciencias reflejas, de las cuales cada una es su razn ltima; o bien, ms all, incluso, del Hombre (ms all de la superficie de Hominizacin), y a pesar del valor decisivo y definitivo de las personas, la unidad de frente evolutivo permanece intacta, y el valor del Mundo contina construyndose solidariamente, hacia adelante. Dos concepciones de la Evolucin, y, por tanto, dos Morales.

    En favor de una estructura pluralista de la capa humana militan, a falta de razones filosficas o cientficas muy precisas, un cierto nmero de instintos elementales y de sentimientos refinados. Muy legtimamente, centrarse, individualizarse, personalizarse, es la mitad de la alegra de vivir (siendo la otra mitad, y la mejor, ya lo recordaremos despus, el descentrarse en algo ms grande que uno mismo...). Es comprensible, pues, que los individuos, tanto como las naciones, estn naturalmente inclinados a pararse y a plantar su tienda en esta primera cima conquistada. No faltan los sistemas que colorean esta pereza egosta y que exaltan el valor nico del instante presente (entendido como un absoluto cerrado sobre s mismo). Nosotros pensamos que esta manera de comprender el Mundo, particularmente cara a los medios literarios y artsticos, es, sencillamente, infantil y rudimentaria y no resiste un anlisis serio de la estructura de las cosas. Si la Persona humana, aparecida, de nuevo, en las grandes aguas de la Vida, experimenta, en un momento de exaltacin, la embriaguez de erigirse en el punto culminante del Universo, la tentacin es muy natural. Pero que tenga cuidado. A pesar, o ms bien a causa de su autonoma conquistada, otra Unidad ms alta la domina siempre, a la cual no podra sustraerse sin morir. Por preciosa que sea, la mnada humana permanece sujeta, vitalmente, a la ley que obligaba, hasta ella, a los elementos a salvar y a promover el Todo, con preferencia a s mismos. Primero, aun suponiendo incluso que pudiera encontrar en s su plenitud, el individuo humano debera hacer pasar a la Humanidad antes que l, puesto que de la Humanidad estn naciendo siempre mnadas, iguales, al menos, a l mismo. Pero si es sincero, deber reconocer que en realidad su persona no le basta y que lo ms precioso de su ser es, precisamente, lo que espera todava de no realizado en el Universo. La Humanidad no es solamente, para cada uno de nosotros, el tallo que sostiene, une, conserva... Es la "flecha" que corona las cimas del porvenir. Es necesario al Hombre creer en la Humanidad ms que en s mismo, so pena de desesperar.

  • As, en el nivel del Hombre (o, se podra decir, de la Noosfera), el frente de progresin de la Vida terrestre no se disocia. Se forman en l unidades de un nuevo tipo, pero a ttulo de elementos ms perfectos, destinados a una organizacin superior. La convergencia general, en que consiste la Evolucin universal, no se ha terminado con la Hominizacin. No hay solamente espritus sobre la Tierra. El Mundo contina: habr un Espiritu de la Tierra.

    Pero entonces, si esta perspectiva no es un sueo, es decir, si verdaderamente nosotros, los hombres del siglo xx, no somos algo distinto, cientficamente, a los elementos de un alma que se busca a travs del Cosmos, qu hacemos, en verdad, con nuestras contiendas ridculas y nuestros intereses infantiles? Cmo es que disputamos, nos dormimos, nos aburrimos? A qu esperamos para abrir de par en par nuestros corazones a la llamada del Mundo en nosotros, al Sentido de la Tierra?

    IV. EL SENTIDO DE LA TIERRA

    Por "Sentido de la Tierra" hay que entender aqu el sentido apasionado de destino comn que arrastra, cada vez ms lejos, a la fraccin pensante de la Vida. De derecho, ningn sentimiento est ms fundado en la naturaleza, ni es, pues, ms poderoso que ste. Pero, de hecho, ninguno se despierta ms tarde, puesto que exige, para su explicitacin, que nuestra conciencia, emergiendo ms all de los crculos crecientes (pero demasiado restringidos todava) de la familia, de la patria, de las razas, descubra, al fin, que la nica Unidad humana verdaderamente natural y real es el Espritu de la Tierra. Durante centenares de siglos (y hasta ayer, podramos decir), los Hombres han vivido como nios, sin comprender el misterio de su nacimiento ni el secreto de los impulsos oscuros cuyas grandes olas les llegaban alguna vez de las profundidades del Mundo. Bajo la excitacin de los descubrimiento repetidos que, en el espacio de un siglo, han revelado paulatinamente a nuestra generacin, primero, las profundidades y la significacin del tiempo; despus, los recursos espirituales y limitados de la Materia, y, por fin, la potencia de los seres vivos asociadas, bajo esta excitacin, parece que nuestra psicologa cambia y que el Hombre se aproxima a esto que se podra llamar la crisis de la pubertad. Comienza (lo creemos seriamente) a dibujarse una pasin nueva, victoriosa, que barrer o transformar lo que han sido hasta aqu los caprichos y las puerilidades de la Tierra. Y su accin saludable viene a punto para controlar, despertar u ordenar: las fuerzas emancipadas del Amor, las fuerzas dormidas de la Unidad humana, las fuerzas vacilantes de la Investigacin... A) El Amor

    El Amor es la ms universal, la ms formidable y la ms misteriosa de las energas csmicas. Despus de tanteos seculares, las instituciones sociales lo han encauzado y canalizado. Utilizando esta situacin, los moralistas han intentado reglamentarlo, sin superar, por lo dems, en sus construcciones, el nivel de un empirismo elemental en el que se encuentran las influencias de concepcones caducas sobre la Materia y la huella de antiguos tabs. Socialmente, se simula ignorarlo en la ciencia, en los negocios, en las asambleas, mientras que, subrepticiamente, est en todas partes. Inmenso, omnipresente y siempre insumiso, parece que hayamos terminado por desesperar de comprender y de captar esta fuerza salvaje. Se la deja, pues (y se la siente), correr por todas partes, en nuestra civilizacin, pidindole solamente que nos vierta o que no nos estorbe... Es realmente

  • posible que la Humanidad siga viviendo y creciendo sin interrogarse con franqueza sobre lo que deja perder de verdad y de fuerza en su increble poder de amar?

    Desde el punto de vista de la Evolucin espiritual, admitida aqu, parece que pudiramos dar un nombre y un valor a esta energa extraa del Amor. No sera sta, sencillamente, en su esencia, la atraccin misma ejercida sobre cada elemento consciente, por el Centro, en formacin, del Universo? La llamada a la gran Unin, cuya realizacin es el nico proceso actualmente en curso en la Naturaleza?.. En esta hiptesis, segn la cual (de acuerdo con los resultados del anlisis psicolgico) el Amor sera la energa psquica primitiva y universal, no se nos aclara todo para la inteligencia y para la accin? Se puede intentar reconstruir la historia del Mundo desde el exterior, observando, en diversos procesos, el juego de las combinaciones atmicas moleculares o celulares. Se puede intentar, ms eficazmente todava, este mismo trabajo, desde el interior, siguiendo progresos gradualmente efectuados y anotando los umbrales sucesivamente franqueados por la espontaneidad conciente. La manera ms expresiva, y la ms profundamente verdadera de contar la Evolucin universal, sera, sin duda volver a narrar la Evolucin del Amor.

    Bajo sus formas ms primitivas, en la Vida apenas individualizada, el Amor se distingue difcilmente de las fuerzas moleculares: quimismos, tactismos. Despus se separa poco a poco, pero para quedar, mucho tiempo todava, cunfundido con la simple funcin de reproduccin. Es con la Hominizacin con la que se revela, solamente, el secreto y las virtudes mltiples de su violencia. El Amor hominizado se distingue de cualquier otro amor porque el espectro de su clida y penetrante luz se ha enriquecido maravillosamente. No solamente la atraccin nica y peridica, con vistas a la fecundidad material, sino una posibilidad, sin lmites y sin reposo, de contacto por el espritu mucho ms que por el cuerpo: antenas infinitamente numerosas y sutiles que se buscan entre los ms delicados matices del alma; atraccin de sensibilizacin y de perfeccionamiento recproco en la que la preocupacin por salvar la especie se funde gradualmente a la embriaguez, ms amplia, de consumar entre dos, un Mundo. Hacia el Hombre, a travs de la Mujer, es en realidad el Universo el que avanza. Toda la cuestin (la cuestin vital para la Tierra) es que se reconozcan.

    Si el Hombre no reconoce la verdadera naturaleza; verdadero objeto de su amor, el resultado es el desorden irremediable y profundo. Empeado en saciar en una cosa demasiado pequea una pasin que se dirige hacia Todo, intentar forzosamente colmar, por la materialidad o la multiplicidad siempre creciente de sus experiencias, un desequibrio fundamental. Vanas tentativas, y a los ojos del que entrevee el valor inestimable del quantum espiritual humano" tremenda prdida. Dejemos de lado toda impresin sentimental y todo escndalo virtuoso. Pero miremos muy framente, como bilogos o ingenieros, la atmsfera rojiza de nuestras grandes ciudades por la noche. All, como en todas partes, la Tierra disipa continuamente, en pura prdida, su ms maravillosa potencia. La Tierra arde al aire libre. Cunta energa creis que se pierde en una noche para el Espritu de la Tierra?..

    Pero si el Hombre, en cambio, percibe la Realidad universal que brilla espiritualmente a travs de la carne, descubrir entonces la razn de lo que hasta este momento engaaba y perverta su poder de amar. La Mujer est ante l como la atraccin y el Smbolo del Mundo. No podra abrazarla ms que agrandndose, a su vez, a la medida del Mundo. Y como el Mundo es cada vez mayor y sigue inacabado, y va por delante de nosotros, el Hombre, para conseguir su amor, se encuentra comprometido en una conquista sin lmites del Universo y de s mismo. En este sentido, el Hombre no podr alcanzar a la Mujer ms que en la Unin universal consumada. El Amor es una reserva sagrada de energa y como la sangre misma de la Evolucin espiritual: he aqu lo que nos descubre en primer lugar el Sentido de la Tierra.

  • B) La Unidad humana

    En oposicin singular con la atraccin irresistible que se manifiesta en el Amor, est la repulsin instintiva que, generalmente, separa unas de otras las molculas humanas. Parece que, fuera de la polarzacin que solicita, uno hacia otro, los sexos diferentes, el individuo, al formarse, se asla y se cierra sobre s mismo. El hombre, llamado ser social, se siente a gusto con cualquiera de los animales de la jungla. Se eriza, de alguna manera, a la primera aparicin de un hombre semejante a s mismo. Esta explicacin, a prmera vista, parece dar la razn a los pluralistas que miran 1a Vida como terminando en una dispersin de las mnadas. De hecho, no puede corresponder ms que a una timidez o a una cobarda del individuo frente a un esfuerzo de ensanchamiento que asegurara su liberacin. Si, en efecto, lo que hemos dicho hasta aqu es verdad (al menos, en conjunto), es decir, si est, verdaderamente, en formacin un espritu de la Tierra, entonces los elementos de este Espritu no podrn repelerse, en definitiva. Pero es necesario que se disimule entre ellos una atraccin profunda, ms poderosa que cualquier tendencia a la exterioridad mutua. Esta atraccin duerme todava, es cierto. Pero no podemos adivinar su presencia en algunos signos?

    Por principio y por instinto, el hombre se separa normalmente del hombre. Pero, en contrapartida, qu perfeccionamiento en sus potencias cuando, en la bsqueda o en el combate, se apodera de l el soplo del afecto o de la camaradera! Qu plenitud cuando, en algunos momentos de peligro, llega, en un destello, a las maravillas de un Alma comn!

    Estas plidas o breves iluminaciones deben hacemos suponer qu formidable poder de alegra y accin dormitan todava en el fondo de la capa humana. Sin darse mucha cuenta de ello, los Hombres sufren y vegetan en su aislamiento: tienen necesidad de que venga un impulso superior que, forzndoles a superar el punto muerto donde se inmovilizan, les haga caer en el radio de su afinidad profunda. El Sentido de la Tierra es la presin irresistible que viene, en el momento querido, a cimentarles en una pasin comn. Los Hombres, perdidos todava en la multitud de sus semejantes, se apartan de una pluralidad que les desconcierta. No pueden amar a millones de extraos... El Sentido de la Tierra, al revelar a cada uno que existe una parte de s mismo en todos los dems, hace aparecer justamente, entre la masa de los seres vivos, un principio de afecto universal y nuevo; el gusto y la entrega del elemento por el elemento, en el corazn del mismo Mundo en progreso.

    Por el Amor, decimos ms arriba, se dibuja y se experimenta la atraccin por el Centro hacia el que todo converge. Descubrimos ahora la posibilidad y entrevemos las lneas de un segundo componente afectivo fundamental del Mundo: el amor de inter-unin por encima del amor de atraccin, los elementos que se estrechan para experimentar la Unin. Sabemos ya un poco lo que es la segunda de estas dos pasiones. Quin podra imaginar la plenitud de calidad, todava casi desconocidala embriaguez inmensa de fraternal amistad, de que ira acompaada, para la Noosfera, la victoria sobre su multiplicidad interna residual, es decir, la conciencia por fin realizada de la Unidad humana, no solamente para la piedad y la misericordia, sino para el ataque! C) Investigacin

    El Sentido de la Tierra viene a explicar a los Hombres la razn y el uso posible de su superabundancia de amor. Tiende a romper el aislante nefasto en el que nacen envueltas las mnadas espirituales. Al mismo tiempo se revela como la fuerza destinada a poner en

  • movimiento, y a organizar, la masa aplastante de las producciones y de los descubrimientos humanos. He aqu lo que nos queda por ver.

    Durante siglos y sigloshasta nuestros daslos Hombres no han creado ms de lo que exigan sus necesidades individuales e inmediatas. Los mayores descubrimientos, como el fuego, el arte, la agricultura, el comercio, la geometra, no eran impulsados ms de lo que exiga el mantenimiento de la familia o de la ciudad: se comportaban como fuerzas domesticadas o nios buenos. El individuo, de hecho, no vea claramente ms all de s mismo ninguna realidad tangible.

    Hoy, despus de un rpido cambio de equilibrio, que ni siquiera hemos sentido, comenzamos a damos cuenta de que el Hombre-individual se ha convertido, de alguna manera, en el subordinado de su obra. No solamente la mquina, el campo, el oro, sino rganos considerados primitivamente como de lujo o de pura curiosidad (como los medios de circulacin rpida o los laboratorios de investigacin) se han convertido en una especie de cosas autnomas, dotadas de una vida exigente e ilimitada. Y lo ms inquietante (lo nico inquietante, habr que decir) es que esta proliferacin parece hacerse sin orden, a la manera de un tejido que pulula, hasta el punto de ahogar bajo su neoplasma al organismo sobre el que ha nacido. La crisis es manifiesta desde el punto de vista econmico e industrial. Pero hace estragos, igualmente, en las zonas intelectuales y afecta a la misma masa humana. Demasiado hierro, demasiado trigo, demasiados automviles; y, adems, demasiados libros, demasiadas observaciones; y tambin demasiados diplomas, demasiados tcnicos y demasiados peones, o, incluso, demasiados hijos. El Mundo no puede funcionar sin producir seres vivos, alimentos, ideas. Pero su produccin sobrepasa, cada vez ms, su poder de consumo y de asimilacin. Aqu tambin, como en el caso del Amor, qu significa este extrao exceso? El Mundo, al crecer, est condenado a morir automticamente, ahogado bajo el exceso de su propio peso?

    Noresponderemos, sino que est en vas de reunir en s los elementos de un cuerpo superior y nuevo. Toda esta cuestin, en esta crisis de nacimiento, reside en que emerja pronto el alma que, con su aparicin, vendr a organizar, a aligerar, a vitalizar este cmulo de materia estancado y confuso. Pero este alma, si existe, no puede ser ms que la conspiracin de los individuos, asocindose para elevar un nuevo piso al edificio de la Vida. Los recursos de que disponemos hoy, los poderes que hemos desencadenado, no podrn ser absorbidos ms que por el sistema estrecho de los cuadros individuales o nacionales de que se han servido, hasta aqu, los arquitectos de la Tierra humana. Nuestro plan era elevar una gran casa ms vasta, ms parecida por el diseo a las buenas moradas antiguas. Y he aqu que hemos sido conducidos, por la lgica superior del Progreso que est en nosotros, a reunir piezas demasiado grandes para el uso que queramos darlas... La edad de las naciones ha pasado. Se trata ahora para nosotros, si no queremos perecer, de sacudir los antiguos prejuicios y de construir la Tierra.

    S todos los matices de sonrisa que se esbozan cuando alguien es atreve a sugerir que hay, frente al Hombre, en el Futuro inmediato, la posibilidad de algo nuevo y ms grande que nosotros mismos: sonrisa de escptico o de diletante, de escriba o de fariseo. Pero qu se puede hacer? Cuanto ms miro cientficamente el Mundo, menos le veo otra salida biolgica posible que no sea la conciencia activa de su unidad. La Vida no podr avanzar, en adelante, en nuestro planeta (y nada le impedir avanzar, ni siquiera esclavitudes interiores) ms que haciendo saltar los tabiques que separan todava la actividad humana y entregndose, sin dudar, a la Fe en el Porvenir.

    No podr haber crecimiento para ningn elemento terrestre fuera del progreso de la Tierra misma. Situemos, pues, en el primer plano de nuestras preocupaciones concretas una ordenacin y una exploracin sistemtica de nuestro niverso, comprendido como la nica verdadera patria humana. Entonces, de una manera natural, las riquezas amontonadas

  • volvern a encontrar el movimiento que es su alma. La energa material circular. Y, cosa ms importante todava, la energa espiritual, corrompida por los mezquinos celos de la sociedad presente, encontrar su salida natural en el asalto a los misterios del Mundo. La Investigacin ha podido pasar durante mucho tiempo entre los Hombres por algo accesorio, por una extravagancia o un peligro. Prximo est el momento en el que nos daremos cuenta que es la ms alta de las funciones humanas, absorbiendo en s el espritu de la Guerra y resplandeciendo con el destello de las Religiones. No es el gesto por excelencia de la fidelidad al Ser, y por tanto de la adoracin, el hacer constantemente presin sobre toda la superficie de lo Real? Todo esto, si conseguimos no ahogar en nosotros el Espritu de la Tierra.

    Pero que nadie se engae. El que quiere participar en este Espritu debe morir, y renacer, despus, a los dems y a l mismo. Necesita, para llegar a este plano superior de la Humanidad, no solamente reflexionar, ver intelectualmente una situacin particular, sino operar una transposicin en el fondo mismo de su manera de apreciar y de actuar. En l un nuevo plano (individual, social y religioso) debe eliminar a otro. Esto quiere decir tormentos interiores y persecuciones. La Tierra no tomar conciencia de s misma ms que a travs de la crisis de la Conversin.

    V. EL PORVENIR DEL ESPRITU

    Y ahora que, en hiptesis, hemos hecho sufrir a nuestros hbitos de pensamiento el doble giro que consiste en ver, primero, que en el Universo el Espritu es ms primitivo y consistente que la Materia, y despus, que en la Tierra la Vida es, de alguna manera, ms interesante y real que las vidas, distinguimos con sorpresa, frente a nosotros, una cuestin tan enorme y tan concreta que no podemos comprender cmo la mayora de los hombres no est ms frecuentemente impresionada. Cul es la solidez real de nuestras construcciones? Dnde va nuestra civilizacin? No est la Noosfera irremediablemente condenada, por nacimiento, a debilitarse, a desaparecer despus, sobre la base limitada y precaria que le ofrece nuestro planeta? Cul es el porvenir del Espritu de la Tierra?

    Hubo un tiempo en que la Tierra pareca todava grande, casi ilimitada. Sus profundidades tocaban con los Infiernos y sus ms altas cimas comunicaban con los Cielos. Hasta el siglo ltimo era una gran cosa ir a los antpodas. En los polos y en el interior de los grandes continentes flotaba una brillante nube de misterio. Acabamos de ver cerrarse, hace algunos aos, este perodo heroico y fascinante de las exploraciones. La marea humana lo ha cubierto todo. La Tierra est definitivamente cercada por el Espritu. Y, bajo el progreso constantemente acelerado de los medios de comunicacin areos o etreos, disminuye a ojos vistas, hasta convertirse en un dominio irrisoriamente pequeo. Paralelamente a esta reduccin geogrfica (la ms impresionante y rpida), el Mundo sufre claramente otros gneros de agotamiento bajo nuestras continuas investigaciones. Sin duda se descubren o renuevan compartimentos enteros de investigaciones. Pero otros se empobrecen bajo una explotacin intensiva (todo lo que es Ciencias histricas o descriptivas, sobre todo). Incluso sin esperar a que bruscos cataclismos, o un lento cambio de las condiciones fsicas, hagan la Vida imposible en su superficie, no se har la Tierra inhabitable como una prisin, a falta de poder excitar y alimentar el trabajo del espritu?

    Frente a estas perspectivas que, repito, a la velocidad creciente a la que van las cosas, han dejado la regin de los sueos y tienden a perfilarse como una eventualidad precisa en nuestro horizonte, conviene, antes que nada, asegurar una base inquebrantable a nuestra fe en el valor del Mundo. Es, evidentemente, muy dificil (y un poco vano) intentar adivinar lo que ser la Tierra despus de la duracin de un perodo geolgico. Pero un punto, al menos,

  • parece estar fuera de duda por el anlisis del hecho presente: es que, a menos que nos resolvamos a admitir que el Cosmos es algo intrnsecamente absurdo, el crecimiento del Espritu debe ser tenido por irreversible. El Espritu, en su conjunto, no retroceder jams. Dicho de otra manera: En un Universo de naturaleza evolutiva, la existencia del Espritu excluye, por estructura, la posibilidad de una Muerte en la que desaparecieran totalmente (es decir, ms exactamente, en la que no seran conservados en lo ms escogido) las conquistas del Espritu. Tal es la garanta infinitamente reconfortante cuya seguridad nos es dada por estas pocas palabras en las que se envuelve un hecho de intuicin inmediata y fundamental:

    El Mundo dejara legtima e infaliblemente de actuarpor descorazonamientosi tomara conciencia (en sus zonas pensantes) de ir a una Muerte total. Pues la Muerte total no existe.

    S que este razonamiento parecer sospechos a muchos. A imitacin de H. Poincar, muchas inteligencias, obedientes a un agnosticismo de moda o seducidas por un falso estoicismo y un aparentemente hermoso desinters, se imaginan aceptar sin flaquear la idea de que el Pensamiento sobre la Tierra no durar ms que un momento y que debemos darlo todo para este momento: es un relmpago en la noche. Pensamos que estos espritus se ilusionan por no haber ido hasta el fin de lo que significan estos trminos: muerte total del Universo. Inconscientemente, estamos persuadidos de ello, se escapan antes de llegar al fondo de las palabras de las que se sirven. Suponen que de este relmpago quedar una huella, algo ser recogido en una conciencia, en una memoria, en una mirada... Pero es esta ltima esperanza la que hay que suprimir para llegar a la nocin (probablemente tan absurda como la idea de la Nada) de Muerte absoluta. No, ni siquiera esto (para el Universo lo sera todo el haber fascinado por un instante a unos ojos que habran de cerrarse), sino una noche opaca y total a nuestro alrededor que no dejase filtrar nada para nadie de todo lo que hayamos comprendido, conquistado... Por qu penar entonces? Por qu obedecer a las presiones y a las rdenes de la Evolucin? Desinters supremo?.. Pero no hay virtud en sacrificarse cuando no est en juego ningn inters superior! Un Universo que continuara actuando laboriosamente en la espera conciente de la Muerte absoluta, sera un Mundo estpido, un monstruo de Espritu, al mismo tiempo que una quimera. Entonces, puesto que, d hecho, el Mundo se presenta a nosotros hic et nunc, como una inmensa accin desarrollndose desde siempre con una potente seguridad, es, sin duda, que es capaz de alimentar, indefinidamente, en lo que nace de l, un gusto de vivir cada vez ms crtico, exigente y refinado; es que lleva en s las garantas de un xito final. Desde el momento en que admite en s el Pensamiento, un Universo no podra ser sencillamente temporal ni de evolucin limitada: necesita, por estructura, emerger en lo absoluto 7; Por consiguiente, cualesquiera que sean las apariencias inestables de la Vidacualesquiera que sean sus relaciones impresionantes con los espacios que limitan y con las fuerzas que descomponen, hay una cosa ms segura que las dems (porque es tan segura como el Mundo): el Espritu llegar siempre, como lo ha hecho hasta aqu; a burlar los determinismos y el azar. Representa la porcin indestructible del Universo 8.

    -------------------------------------------------------------------------------------------------- 7 Nada ms tpico ni ms desolador que la descripcin hecha en su ltima (y muy

    leda) obra, The Universe around us, por el gran astrnomo ingls sir Jeans, del estado futuro de la Tierra dentro de un billn de aos): una Humanidad semejante, en supuesto, a la nuestra, envejeciendo sin la esperanza de un maana, en una Tierra sin cimas y sin misterios... Sir Jeans nos propone esta perspectiva como una esperanza porque tenemos todava mucho que vivir (como si frente a la Muerte absoluta y segura hubiera una diferencia, para nuestro deseo de vivir, entre un ao y un billn de aos). Es difcil haber comprendido tan

  • deficientemente a la vez las reservas de potencia y las exigencias del Espritu humano. .

    8 "En un primer momento slo habamos podido registrar, con asombro, sin explicarla, la ascensin persistente, a contracorriente, de una fraccin del Mundo hacia estados cada vez ms improbables de complejidad. Comprendemos ahora que este movimiento paradjico est sostenido por un primer Motor hacia delante (...). Desde este punto de vista (...) la Evolucin toma su rostro verdadero para nuestra inteligencia y nuestro corazn. No es creadora, como la Ciencia ha podido creerlo por un momento, sino que es la expresin, para nuestra experiencia, en el Tiempo y en el Espacio, de la Creacin. (El lugar del Hombre en el Universo, en el t. III de La Visin del Pasado, pgs. 323-324.) --------------------------------------------------------------------------------------------------

    Volvamos ahora a la Tierra misma e intentemos adivinar lo que sern los perodos

    ulteriores de su evolucin espiritual. En el curso de una primera fase, nos est permitido suponer que los estrechos lmites en

    que nos confina, lejos de ser una causa de debilitamiento, representan, por el contrario, una condicin necesaria para el progreso. Hay, lo hemos reconocido ms arriba, un Espritu de la Tierra. Pero para formarse y configurarse, este Espritu tiene necesidad de que un potente factor de concentracin opere el acercamiento y exalte el poder de la multitud de los hombres. Vemos ya realizarse, ante nuestra vista, por la interpenetracin de los intereses y de los pensamientos, el primer poder masivo sobre la capa humana. Ningn resultado parecido sera posible en una superficie de habitacin ilimitada. Prolonguemos, con el pensamiento, este proceso de continua unificacin, en el curso del cual las afinidades internas de los elementos estn forzadas, unas sobre otras, por la forma misma del astro que nos aguanta. Qu nuevo poder va a estallar de este formidable tratamiento de la materia espiritual? Sufrimos stas as metidos en un molde, porque nuestras libertades son quebrantadas momentneamente y porque, encontrndose ciertas relaciones materiales (lo que tal vez sea inevitable) en avance sobre el trabajo de animacim, tenemos la impresin de pasar al estado de mquina o de termitera. Pero confiemos en las energias espirituales. La verdadera unin no ahoga, ni confunde, los elementos: los supradiferencia en la Unidad. Un poco ms de tiempo y el Espritu de la Tierra saldr de la prueba con su individualidad especfica, su carcter y su fisonoma propios. y entonces, en la superficie de la Noosfera, gradualmente sublimada en sus pasiones y sus preocupacionessiempre tendida hacia la solucin de problemas ms elevados y hacia la posesin de objetos mayor, la tensin hacia el ser ser prxima.

    Pasado este estadio est el gran enigma. Qu suceder en este perodo crtico de maduracin de la Vida terrestre? Seremos capaces, en este momento, de alcanzar otros centros de vida csmica para volver a hacer, en un orden superior, el trabajo de sntesis universal? O bien franquearemos, sin dejar la Tierra, alguna nueva superficie de discontinuidad ontolgica, la tercera, despus de la vitalizacin y la hominizacin? Lo ms probable es que suceda otra cosa, pero que no puede entreverse ms que haciendo entrar en linea la inflluencia espiritual de Dios.

    VI. LA SUBIDA DE DIOS

    Un perodo de gran ilusin que habr atravesado el Hombre de nuestro tiempo habr sido imaginarse que, una vez llegado a un mejor conocimiento de s mismo y del Mundo, no

  • tena necesidad de Religin. Los dos grandes descubrimientos modernos del Espacio y del Tiempo, culminando en la conciencia de la Evolucin, han tenido como consecuencia hacer saltar muchas representaciones de detalle. Ha podido parecer, un instante al menos, que ninguna de las creencias pasadas quedaba en pie, de tal modo que se han multiplicado los sistemas en los que el hecho religioso era interpretado como un fenmeno psicolgico ligado a la infancia de la Humanidad. Con un mximo en los orgenes de la Civilizacin, deba desvanecerse gradualmente y ceder el paso a construcciones ms positivas, de las que Dios (sobre todo un Dios personal y transcendente) se encontrara excluido. Pura apariencia. En realidad, para el que sabe ver, el gran conflicto del que salimos no habr hecho ms que consolidar en el Mundo la necesidad de creer. Llegado a un grado superior en el dominio de s mismo, el Espritu de la Tierra descubre en s una necesidad cada vez ms vital de adorar: de la Evolucin universal emerge Dios en nuestras conciencias ms grande y ms necesario que nunca.

    Esbocemos brevemente, ahora que podemos comprenderlas un poco mejor (ms all del velo y detalle de las religiones sucesivas), las grandes fases de la continua subida de Dios.

    El nacimiento y el progreso de la idea de Dios en la Tierra estn ntimamente ligados al fenmeno de la Hominizacin. En el mismo momento en que la Vida se hace reflexiva en virtud de este mismo gesto, se encuentra frente al problema de la Accin. Despierta por s misma al camino ascendente y difcil de una unificacin progresiva. Cmo se justificar esta obligacin primordial, congnita? Dnde encontrar no solamente la legitimacin, sino el valor y el gusto para el esfuerzo? Hemos dado brevemente, un poco ms arriba, las lineas principales de la nica respuesta posible a esta cuestin planteada por la Vida a s misma. Ninguna consideracin podra, de derecho, decidimos a dar el menor paso hacia adelante, si no sabemos que el camino ascendente lleva a alguna cima de la que la Vida no volver a descender. El nico Motor posible de la Vida reflexiva es, pues, un Trmino absoluto, es decir, Divino. La Religin puede convertirse en un opio. Con demasiada frecuencia est considerada como un simple alivio de nuestras penas. Su verdadera funcin es sostener y aguijonear el progreso de la Vida. No queremos decir con esto, ni mucho menos, que esta conviccin se haya abierto paso desde el origen en el espritu humano con tanta claridad como hoy entre nosotros. Pero podemos reconocer que, bajo interpretaciones mucho ms sencillas e infantiles, es esta necesidad profunda de absoluto la que se ha buscado, desde el principio, a travs de todas las formas progresivas de Religin.

    Pero una vez comprendido este punto de partida, resulta evidente que la funcin religiosa, nacida de la Hominizacin, est ligada a sta y no puede por menos de crecer continuamente con el Hombre mismo. Contrariamnte a lo que repiten muchos, cuanto ms Hombre sea el Hombre, ms sentir la necesidad de consagrarse a alguien ms grande que l. No es esto lo que podemos constatar, precisamente, alrededor de nosotros? En qu momento ha existido en la Noosfera una necesidad ms urgente de encontra una Fe, una Esperanza, para dar un sentido, un alma, al inmenso organismo que construimos? En qu poca ha sido ms violenta la crisis entre el gusto y el disgusto por la Vida? Realmente, en nuestros das, oscilamos entre dos pasiones: servir al mundo o rebelarse contra l. Puesto que la Vida no puede perecer ni revolverse contra s misma, es necesario que estemos cerca del triunfo explcito de la Adoracin.

    Y, de hecho, correlativamente a la espera creciente de la Humanidad, parece que el rostro de Dios crece, gradualmente, a travs del Mundo. Dios ha podido dar, a veces, la impresin de desaparecer, eclipsado por la enormidad orgnica del Cosmos que se descubra a nosotros. Estas inmensidades nuevas, si hemos comprendido que el Universo est en desequilibrio hacia el Porvenir y hacia el Espritu, no hacen ms que revelarnos la majestad, las dimensiones, la exuberancia de la Cima hacia la que converge todo. Los No-creyentes de nuestro tiempo se inclinan ante el Dios-Energa. Pero es imposible pararse

  • en este estadio, bastante vago, de pantesmo materialista. So pena de ser menos evolucionado que los trminos que su accin anima, la Energa Universal debe ser una Energa Pensante. Y, en consecuencia, como vamos a ver, los atributos de valor csmico que irradia, a nuestros ojos de hombres modernos, no suprimen en nada la necesidad en que estamos de reconocerle una forma transcendente de Personalidad.

    La Personalidad de Dios es, probablemente (con la de la supervivencia de las almas), la nocin ms opuesta y ms antiptica, en apariencia, al pensamiento cientfico contemporneo. Hay que buscar el origen de este disfavor en el desprecio intelectual que ha hecho rechazar como antropocntrica toda tentativa que tienda a comprender el Universo por medio del Hombre. Volvamos a situar, una vez ms, en su verdadero lugar, el hecho humano. Reconozcamos, no por vanidad o pereza, sino por evidencia cientfica, que no hay ningn fenmeno ms preparado, ms central, ms caracterstco que ste. Y al mismo tiempo henos aqu obligados a admitir que, incluso (y sobre todo) hoy, en razn del valor nuevo que el Hombre toma en la Naturaleza, la idea de un Dios concebido como centro claro y animado del Mundo, no puede por menos de estar en pleno crecimiento. Digamos, en efecto, sustituyendo una por otra dos frmulas equivalentes, que, por el acontecimiento capital de la Hominizacin, la porcin ms avanzada del Cosmos se ha encontrado personalizada. Este simple cambio de variable hace aparecer, para el Porvenir, una doble condicin de existencia que no podr ser evitada. En primer lugar, puesto que todo en el Universo, ms all del Hombre, sucede en el ser personalizado, el Trmino ltimo divino de la Convergencia universal debe poseer adems (eminentemente) la calidad de una Persona (sin lo que seria inferior a los elementos que domina). Pero hay algo ms que observar todava, un poco ms sutil, pero no menos seguro. A la idea de un Centro personal (o ms bien suprapersonal) separndose de lo Mltiple, reaccionamos primero imaginando ese centro como formndose por la acumulacin, por despojos de los centros personales inferiores que le abandonan su progreso. Pero esto es una visin inexacta, reposando en el hecho de que en el interior de la esfera personalizada del Mundo transportamos, sin correccin, un tipo de he