la ‘edad de los tiranos’: una aproximación a las ... · grecia arcaica poniendo el acento en...

21
ISSN 0213-0181 57 La ‘edad de los tiranos’: una aproximación a las ambigüedades de la tiranía arcaica César SIERRA MARTÍN* Universitat Autònoma de Barcelona [email protected] Recibido: 10 de octubre de 2013 Aceptado: 12 de mayo de 2014 RESUMEN En el presente trabajo abordaremos las tiranías arcaicas. Procesos históricos tradicionalmente englo- bados en complejas construcciones historiográficas, actualmente se muestran como resultado de las diferentes tensiones internas que salpicaron Grecia en la época arcaica. Por nuestra parte, resaltaremos la importancia de las relaciones personales para la instauración de algunas tiranías arcaicas a través de los casos de Clístenes, Cípselo, Cilón, Pisístrato y Lígdamis. Palabras clave: Tiranías arcaicas. Pisístrato. Lígdamis. Cilón. The ‘Age of Tyrants’: an approach to the ambiguities of archaic tyranny ABSTRACT In this paper will address the archaic tyrannies. These historical processes in complex constructions tra- ditionally encompassed historiography are currently displayed as a result of the different internal stres- ses that dotted Greece in the archaic period. For our part, we will highlight the importance of personal relationships for the establishment of certain archaic tyranny by Cylon cases, Pisistratus and Lygdamis. Key words: Archaic Tyranny. Peisistratus. Lygdamis. Kylon. Sumario: 1. La Grecia arcaica: etiquetas historiográficas. 2. Ortagóridas y Cipsélidas: las primeras dinastías tiránicas. 3. Teágenes de Mégara y su yerno, Cilón de Atenas. 4. Pisístrato y Lígdamis: futuros tiranos en el exilio. 5. Des-etiquetar la tiranía. Gerión 2014, vol. 32, 57-77 http://dx.doi.org/10.5209/rev_GERI.2014.v32.46665 * Agradezco los comentarios y sugerencias que sobre este texto han realizado los profesores Jordi Cortadella y Ricardo Martínez Lacy, así como las correcciones propuestas por los evaluadores anónimos. Por descontado, los errores que pueda contener el trabajo son de mi autoría. Este trabajo está adscrito al proyecto RYC2010- 05622.

Upload: dangkiet

Post on 19-Oct-2018

219 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • ISSN 0213-018157

    La edad de los tiranos: una aproximacin a las ambigedades de la tirana arcaica

    Csar Sierra Martn*Universitat Autnoma de Barcelona

    [email protected]

    Recibido: 10 de octubre de 2013Aceptado: 12 de mayo de 2014

    RESUMENEn el presente trabajo abordaremos las tiranas arcaicas. Procesos histricos tradicionalmente englo-bados en complejas construcciones historiogrficas, actualmente se muestran como resultado de las diferentes tensiones internas que salpicaron Grecia en la poca arcaica. Por nuestra parte, resaltaremos la importancia de las relaciones personales para la instauracin de algunas tiranas arcaicas a travs de los casos de Clstenes, Cpselo, Ciln, Pisstrato y Lgdamis.

    Palabras clave: Tiranas arcaicas. Pisstrato. Lgdamis. Ciln.

    The Age of Tyrants: an approach to the ambiguities of archaic tyranny

    ABSTRACTIn this paper will address the archaic tyrannies. These historical processes in complex constructions tra-ditionally encompassed historiography are currently displayed as a result of the different internal stres-ses that dotted Greece in the archaic period. For our part, we will highlight the importance of personal relationships for the establishment of certain archaic tyranny by Cylon cases, Pisistratus and Lygdamis.

    Key words: Archaic Tyranny. Peisistratus. Lygdamis. Kylon.

    Sumario: 1. La Grecia arcaica: etiquetas historiogrficas. 2. Ortagridas y Cipslidas: las primeras dinastas tirnicas. 3. Tegenes de Mgara y su yerno, Ciln de Atenas. 4. Pisstrato y Lgdamis: futuros tiranos en el exilio. 5. Des-etiquetar la tirana.

    Gerin2014, vol. 32, 57-77 http://dx.doi.org/10.5209/rev_GERI.2014.v32.46665

    *Agradezco los comentarios y sugerencias que sobre este texto han realizado los profesores Jordi Cortadella y Ricardo Martnez Lacy, as como las correcciones propuestas por los evaluadores annimos. Por descontado, los errores que pueda contener el trabajo son de mi autora. Este trabajo est adscrito al proyecto RYC2010-05622.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    58

    1. La Grecia arcaica: etiquetas historiogrficas

    En 1970 el ilustre helenista Moses Finley comenz su disertacin sobre la Grecia arcaica afirmando que sta se caracteriza por dos fenmenos de especial relevancia: la expansin colonial y el surgimiento de la plis.1 Sobre este ltimo proceso sea-la que fue una tarea ardua, forjada a travs de muchos aos y repleta de disturbios internos que constituyeron la sea de identidad del periodo.2 Por las mismas fechas, en referencia a la Grecia arcaica, Anthony Andrewes define claramente tres etapas evolutivas en su poltica: monarqua, aristocracia y una ltima fase que podramos llamar gobierno constitucional.3 Siguiendo a Andrewes, en la famosa etapa oscu-ra, la monarqua griega haba cedido paulatinamente ante el auge de la aristocracia, que se adue de la vida poltica griega.4 As, los sucesores de los reyes seran los aristcratas que basaban el derecho de sucesin en el prestigio de sus familias y su calidad o vala personal, inherente a su nacimiento.5 Este grupo social controlaba los cultos religiosos y se organizaba en consejos, como el Arepago en Atenas, acapa-rando el poder poltico. Segn Andrewes, la transicin de la aristocracia a los gobier-nos constitucionales es la que presenta mayor conflictividad. Tanto es as que, como etapa intermedia entre ambas, el autor sita la tirana, que vendra a ser una especie de puente que no acababa de ser constitucional ni aristocrtico.6 En 1981, G. E. M. de Ste. Croix recoge el mismo proceso, enfatizando el problema sobre las diferen-cias clasistas entre aristocracia y poblacin sometida. Para Ste. Croix, los tiranos son figuras que rompen la hegemona aristocrtica, instaurando un gobierno personal y dictatorial.7 Previamente a la Edad de los tiranos,8 Grecia estaba dominada por los reyes devoradores de regalos ( /drophagoi basiles), que vemos en Hesodo9 (Trabajos y das 38-39; 220-221; 248-251 y 263-264). Sin embargo, el mismo Ste. Croix no hace ms que utilizar sesgadamente a Hesodo y ello lo pode-mos comprobar analizando en conjunto las palabras del poeta beocio (Trabajos y das 219-230). En este pasaje Hesodo opone a los reyes devoradores de regalos, perso-najes notables que interpretan torticeramente las leyes y en beneficio propio, frente a los que otorgan veredictos justos, favoreciendo as a su ciudad. Por tanto, Hesodo se

    1 Finley 1983, 105.2 Finley 1983, 116-117.3 Literalmente sera: Greek Monarchy, Greek Aristocracy and Development of Greek Constitution

    (andreWeS 1971, 9-16).4 El desarrollo que vamos a sintetizar se encuentra en andreWeS 1971, 9-19.5 Esparta fue un caso excepcional en este supuesto periodo de transicin hacia gobiernos despticos,

    afianzndose una monarqua que hunde sus races en los gobiernos heroicos de Grecia, pero de esto ya se percat el propio grote 1847, 7. Por su parte, MeikSinS Wood 2003, 276, se refiere a Esparta como estado conquistador, que consigui conservar la monarqua a travs de la participacin de los reyes en las instituciones.

    6 Sobre el inicio de los estudios de la tirana griega es imprescindible liBero 1996, 12. 7 Ste. croix 1988, 329.8 Por edad de los tiranos se entiende desde el siglo VII a. C. hasta la expulsin de los Pisistrtidas (511/10

    a.C.), v. dillon garlan 2010, 256.9 Ste. croix 1988, 327. MeikSinS Wood 2003, 282-283, denomina a esta nueva clase social seores

    homricos.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    59

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    refiere a los reyes devoradores de regalos con intencin moralizante y quizs como recurso expositivo. As, el pasaje no induce a pensar que Grecia se hallaba dominada por los que devoraban regalos sino que, simplemente, se contraponen dos figuras de gobernante, encarnadas en el justo y el injusto, sin predomino aparente de ninguna de ellas. Anlogamente a este caso, pese a que uno de los temas centrales de la obra de Herdoto sea mostrar las consecuencias de la insolencia humana (de la /hbris), ello no quiere decir que toda Grecia se rigiera por la misma.10 Recogiendo este con-texto histrico, la tradicin historiogrfica suele asociar el conflicto entre aristcratas y sectores de la poblacin sin derechos polticos con un binomio protagonizado por dominantes y dominados.11 En el pasado siglo, estas tensiones sociales se abordaban a partir de los conceptos agaths y kaks (/), asocindolos a la aristo-cracia y el pueblo, respectivamente. Este binomio se fundamenta normalmente en las palabras de los poetas arcaicos Teognis, Alceo y Soln, quienes reflejaron el contraste entre los valores de los agathoi: gnos, riqueza, valor y justicia, sobre los defectos de los kakoi (por ejemplo, Teog. Elegas I. 525-526).12

    A tenor del anterior contexto surgieron diferentes estudios acerca del origen social y el perfil de gobierno del tirano arcaico, destacando la dinmica econmica en la Grecia arcaica y la violencia poltica como estandartes de estos incipientes regmenes polticos. Sin duda, este punto de vista tiene su origen en la clsica obra de Percy Ure de 1922, quien defendi una estrecha relacin entre el surgimiento de los regmenes tirnicos y el florecimiento de una economa mercantil, resumido en una figura bau-tizada como prncipe mercader.13 Por su parte, Santo Mazzarino sostiene una opi-nin que no difiere en gran medida de la propuesta por Ure pero que resalta el talante violento de los tiranos. As, Mazzarino defiende que en Mileto se produjo una crisis aristocrtica que facilit la aparicin de una figura que se abri paso hacia el poder gracias a la violencia. A su vez Mazzarino indica que, constitucionalmente, la figura del tirano no puede precisarse con seguridad y que constituye un trmino popular que refleja un juicio de valor. Adems seala que la figura del tirano es genuinamen-te griega, frente a los que enfatizaban su relacin con el reino de Lidia esto es, el denominado tirano lidio.14 Ciertamente, el punto de vista que combate Mazzarino descansa en el propio origen minoroasitico del trmino trannos (), que se acua en la cultura griega por primera vez en el famoso fragmento 25 de Arquloco

    10 Vase por ejemplo iMMerWahr 1954, para la relacin entre la hbris humana y la accin histrica; Sad 2002, 139-140, argumenta que es un tema que comparte con la tragedia, y Sierra 2011, 72-75, donde defendemos que es la piedra angular de la caracterizacin del mal gobernante.

    11 ehrenBerg 1969, 19 y especialmente Fouchard 1997, 77-93, quien caracteriza las luchas polticas de la Grecia arcaica poniendo el acento en los conflictos entre aristcratas (dominadores) y el resto de cuerpo cvico (dominados), profundizando en conceptos como el valor (aret) y la consideracin o prestigio social (tim).

    12 Para profundizar en estas valoraciones vase coBB-SteVenS 1985, 110-161; liBero 1996, 33; lane-Fox 2000, 35-51; duPlouy 2006, 43; Plcido 2007, 134 y Wallace 2009, 412.

    13 ure 1922, 3, para la relacin entre auge econmico y tirana, y en la pgina 34, encontramos desarrollada la figura del prncipe mercader. Vase el comentario historiogrfico en Ste. croix 1988, 332.

    14 Es decir, que la tirana resulta una evolucin poltica interna de la polis griega. Mazzarino 1989, 193-199 y 235 y MuSti 1989, 162.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    60

    de Paros.15 En sintona con los anteriores planteamientos, Claude Moss seala que los tiranos accedieron al poder gracias a la aparicin de nuevas formas de generar riqueza, centradas en el comercio intercomunitario. Bajo esta premisa analiza la ti-rana de Trasibulo de Mileto, a principios del VI a.C. Segn Moss, la excepcional situacin geopoltica de Mileto le permita el control del comercio de grano entre el Mar Negro y Egipto, lo cual provoc el ascenso de un nuevo sector social que entr en pugna con el gnos real.16 As pues, la pregunta an sigue en el aire Cul es el ori-gen social y el perfil de gobierno del tirano arcaico? Muchas son las respuestas, tantas como aproximaciones historiogrficas. Puede entenderse como un gobierno personal cuyo sinnimo pueda ser mnarchos (),17 o como el exponente de un po-der absoluto superior al de los tradicionales basiles,18 o un dspota oriental,19 o un lder popular.20 Lo cierto es que, como ha sealado recientemente Domingo Plcido, nuestra concepcin de la tirana como forma de poder personal est muy condiciona-da por las fuentes literarias de la poca clsica, como Herdoto y Tucdides, por no hablar de las posteriores precisiones de Jenofonte o Aristteles.21 En los ltimos aos asistimos a la deconstruccin del proceso histrico que abordbamos al inicio con las palabras de Andrewes, es decir: monarqua, aristocracia y gobierno constitucional. La misma existencia de las monarquas homricas se ha puesto en cuestin pues el te-rico proceso que ira desde la monarqua a la aristocracia descansa en un testimonio tan tardo como el de Aristteles (Pol. 1285a). A buen seguro, los basileis hesidicos hacen referencia a la propia aristocracia, es decir, a un colectivo sin rey.22 Cierto es que, en Aristteles, apreciamos un esfuerzo por expresar de forma sinttica los tipos de tirana y cmo se hicieron con el poder, distinguiendo cuatro: el tirano que surge como demagogo, el que se alza con la tirana desde un cargo pblico tras aprovechar algn disturbio, el que aprovecha el deterioro de la realeza y el que se escinde de la oligarqua.23 Pese a los modelos aristotlicos, estudios recientes destacan que las denominadas revoluciones tirnicas respondan a contextos sociales particulares

    15 Vase discusin sobre el trmino en chantraine 1968, 1146; MoSS 1969, 11; MuSti 1989, 161; juFreSa Fau 2007, 98 y Plcido 2007, 136. Por otra parte, liBero 1996, 24-25, analiza el impacto en el ideario griego de la figura del tirano mostrada por Arquloco.

    16 Teora desarrollada en MoSS 1969, 12-13.17 juFreSa Fau 2007, 99.18 MuSti 1989, 161.19 Idea de orgenes remotos grote 1847, 5-8, y recientemente Plcido 2007, 135.20 El caso paradigmtico de la historiografa clsica es Pisstrato, recogido en Aristteles (Pol. 1305a 7-24,

    1310b 30) donde se asocia al tirano con el liderazgo popular. Finley 1983, 122.21 Finley 1983, 122; Plcido 2007, 130-131 y Martnez-lacy 2011, 48. Vase especialmente el pasaje

    de Herdoto donde se discuten las distintas formas de poder poltico (Hdt. III. 80-82) y anlisis en WaterS 1971, 11.

    22 Martnez-lacy 2011, 49, valorando impresiones de Robin Osborne (oSBorne 1996, 151). Por otro lado, se puede ampliar el anlisis sobre el basiles hesidico y homrico en la reciente sntesis de Ch. Ulf (ulF 2009, 88 y ss. para la figura del basiles homrico e Id. 2009, 91 y ss. para el hesidico) toda ella con bibliografa actualizada. Asimismo, encontramos muy recomendable la aproximacin histrica de Fouchard 1997, 25-56.

    23 Arist. Pol. 1305a6ss, 1308a19ss, 1310b12ss. Resumen de la posicin aristotlica en Stein-hlkeSkaMP 2009, 101.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    61

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    y cada gobierno tirnico tena su propia idiosincrasia.24 Todo ello viene a cuestionar un modelo unvoco que simplifique la historia de la Grecia arcaica bajo el binomio demos/oligarqua.25 En consecuencia, cada caso particular adquiere una notable com-plejidad de estudio y la tirana arcaica se presenta actualmente como fruto de las cir-cunstancias histricas y no una etapa de trnsito hacia regmenes constitucionales.26

    Sin embargo, pese a los esfuerzos por revertir esta dinmica, en la actualidad es-tas etiquetas an tienen vigencia en el anlisis historiogrfico de la tirana griega. Recientemente, E. Meyer se acerca al concepto de tirana a travs del famoso ex-curso de Tucdides sobre la cada de Hipias en Atenas (Th. VI. 53-59). La autora puntualiza, siempre siguiendo a Tucdides, que tras la muerte de Hiparco el gobierno de su hermano Hipias se convirti en una autntica tirana, esto es, injusta, cruel y violenta.27 Vale la pena volver a reflexionar sobre esta nocin de autntica tirana pues sobreponerse a esta imagen de un gobierno ilegal, injusto, arbitrario y violento es complicado y, en contraposicin, asumir que ciertas tiranas supusieron corrientes renovadoras es chocante. Louis Gernet adverta que la tirana griega presenta dos caras: una en cuanto a nocin de estado basado en un poder personal y otra rela-cionada con el carcter renovador del gobierno tirnico.28 No cabe duda de que la faceta ms oscura de la tirana es la que ms xito ha tenido a lo largo de la historia y los distintos modelos interpretativos que hemos descrito as lo atestiguan. Cierto es que todas estas simplificaciones tericas estn parcialmente superadas entre los historiadores de la Antigedad pero no as en otros muchos campos. Por ejemplo, en una reciente reflexin sobre teora poltica se relaciona a nivel ideolgico la tirana griega con la dictadura romana, definiendo ambas como gobiernos ilegales, violentos y arbitrarios.29 En otro artculo reciente se recurre al mismo marco de trabajo donde la tirana es el paso previo hacia la democracia o gobierno constitucional, rememorando la postura de A. Andrewes.30 Casos como los anteriores no basan sus argumentos en

    24 kallet 2003, 119-121 y, especialmente, leWiS 2009, 9-14, quien seala la distinta naturaleza del poder tirnico segn el contexto histrico as como la influencia que tuvieron las Guerras Mdicas sobre la concepcin antigua del tirano.

    25 En trminos generales vase gehrke 1997, 459-461, quien sita la competencia entre la nobleza por el poder como el desencadenante de las tiranas.

    26 anderSon 2005, 174-175, enfatiza que las tiranas constituyeron pasos decisivos en la evolucin poltica de las pleis arcaicas. Por ejemplo, a travs de los estudios realizados por Miriam Valds, puede percibirse la complejidad de la creacin de la ciudadana ateniense y cmo el gobierno tirnico tom parte en dicho proceso (ValdS 2003). No obstante, algunas pleis no llegaron a gobiernos democrticos (Esparta) y otras pasaron de la aristocracia a la democracia (Corcira en el siglo V a.C.) por no hablar de las tiranas siciliotas. Todo ello no excluye que debamos ofrecer un anlisis de conjunto sobre la tirana como fenmeno poltico.

    27 La intencin de Tucdides era trazar un paralelismo entre los gobiernos tirnicos y la poltica de la Atenas de su tiempo Meyer 2008, 24.

    28 gernet 1980, 299.29 El autor del trabajo nos advierte sobre la influencia de las dictaduras modernas en nuestro concepto de

    tirana griega y dictadura romana (kalyVaS 2007, 412-413); pese a ello, creemos que no logra distanciarse de este enfoque y termina por asumir el clich. Sin embargo es interesante su anlisis de la adopcin del estereotipo por parte de la cultura romana, a travs de los testimonios de Dionisio de Halicarnaso y Apiano, ambos escritores griegos.

    30 Fleck hanSSen 2013, 397, trabajo que no logra convencernos sobre su tesis principal que se basa en la ecuacin: plis costera riqueza comercial tirana (de nuevo el prncipe mercader) y, tras la tirana, sobreviene la democracia. Esta hiptesis no es nueva y hay pleis, como Egina, que no la cumplen.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    62

    bibliografa anticuada sino en especialistas como Kurt Raaflaub y Robert Wallace, quienes recientemente recurran a la vieja etiqueta de edad de los tiranos e indicaban que las tiranas griegas fueron el paso previo hacia la democracia.31 Esta postura par-te de la suposicin de un dmos inmaduro para asumir el gobierno y que, por tanto, precisa de un tutor que lo sumerja en una transicin poltica violenta.32 Estas tenden-cias actuales encuentran su contraste en la reciente sntesis de E. Stein-Hlkeskamp donde se define a la tirana arcaica como la culminacin del gobierno aristocrtico y no como una alternativa al mismo. Contina la autora argumentando que las tiranas ayudaron a consolidar las estructuras sociales y econmicas de la plis arcaica y que, cuando stas quedaron firmemente establecidas, la tirana qued obsoleta como forma de gobierno.33 Sin embargo, sostiene Stein-Hlkeskamp, el enfoque de la his-toriografa alrededor de la tirana contina siendo negativo pese a todos los matices que a menudo se introducen.34 No obstante, la autora supone que el desgaste de la tirana arcaica tiene que ver en cierto modo con el advenimiento de la democracia en un anlisis determinado por el caso ateniense.35

    Por nuestra parte, recogiendo el espritu que quiere salir de las generalizaciones tericas que encasillan el anlisis de la tirana griega, queremos reflexionar breve-mente sobre la importancia de las relaciones personales, familiares y de amistad, en la instauracin y consolidacin de algunos gobiernos tirnicos. Concretamente, a con-tinuacin nos centraremos en la estrategia matrimonial seguida por los Ortagridas y los Cipslidas (primera mitad del VII a.C.), la relacin entre Tegenes de Mgara y su yerno Ciln (segunda mitad del VII a.C.), y Pisstrato de Atenas y Lgdamis de Naxos a mediados del siglo VI a.C., pues entendemos que constituyen un buen ejemplo de cmo la suma de esfuerzos o sinergias fue de vital importancia para el xito de las tiranas arcaicas. Finalmente, propondremos una breve reflexin sobre la vigencia de las categoras historiogrficas que hemos descrito.

    2. Ortagridas y Cipslidas: las primeras dinastas tirnicas

    En la Arglide, en la ciudad de Sicin, no muy lejos de Corinto, se instaur en la primera mitad del VII a.C. una tirana, fundada quizs por Ortgoras, que perdur prcticamente un siglo.36 Previamente a la instauracin de la tirana de Clstenes, Si-cin posea un gobierno de perfil aristocrtico con magistraturas anuales (Pausanias II. 7). Segn sabemos por fuentes ms bien tardas Herdoto (VI. 126), Aristteles (Pol. 1315b 12), Plutarco (Mor. 553b) y Diodoro (VIII fr. 24) fue la tirana ms du-

    31 raaFlauB Wallace 2007, 42-43.32 En similares trminos se pronuncia McgleW 1993, 115 que nos habla de la inocencia poltica que pierde

    el dmos tras la tiranas.33 Stein-hlkeSkaMP 2009, 114.34 Stein-hlkeSkaMP 2009, 112. 35 Ntese como la autora comienza y acaba su reflexin aludiendo al caso ateniense y generalizando a

    partir del mismo (Stein-hlkeSkaMP 2009, 100 y 114). Ello da pie a que el lector interprete que tras la tirana sobreviene la democracia y eso no se ajusta al panorama poltico griego.

    36 liBero 1996, 181; dillon garlan 2010, 259.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    63

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    radera de la historia de Grecia, lo cual despert la atencin de los autores antiguos.37 Concretamente, Aristteles aborda la explicacin de esta extraordinaria longevidad de la forma siguiente:

    La tirana que ms tiempo dur fue la de Ortgoras y sus hijos en Sicione, que se mantuvo cien aos. La causa de ello es que trataban a los sbditos con moderacin y en muchas cosas estaban sometidos a las leyes. Adems Clstenes, por ser de aptitu-des guerreras, no era despreciable, y las ms de las veces se ganaba al pueblo con sus atenciones.38

    En este pasaje, Aristteles defiende que el modelo de tirana Ortagrida era res-

    petuosa con las leyes y con el dmos de ah que durara tanto.39 Entre otras cosas, el gobierno de Clstenes destac por un suceso puntual relacionado con la boda de su hija Agarista. Al parecer, durante los Juegos Olmpicos del 572 a.C., Clstenes plan-te una curiosa forma de casar a su hija, proclamando que aquel que se viera digno candidato acudiera a Sicin al cabo de sesenta das. Segn Herdoto (VI. 126. 2-130), llegaron numerosos pretendientes de toda la Hlade quienes debieron demostrar sus cualidades personales durante todo un ao. Finalmente, Clstenes se decant por el ateniense Megacles (Hdt. VI. 129. 2). Esta curiosa historia pone de manifiesto la voluntad de Clstenes de romper con los tradicionales y endogmicos lazos de soli-daridad aristocrticos.40 La accin de Clstenes se produce en el mayor escaparate de la Hlade, los Juegos Olmpicos, proclamando a los cuatro vientos que en Sicin no haba ningn candidato idneo para casarse con su hija.41 As, el matrimonio de Aga-rista con Megacles certifica la unin entre dos familias de especial relevancia en la poca arcaica como son los Ortagridas en Sicin y los Alcmenidas en Atenas.42 En consecuencia, Clstenes reforz su posicin interna, al buscarse un yerno influyente, a la vez que estableci nuevos contactos exteriores. Todo ello hace que Herdoto sentencie que las maniobras matrimoniales y polticas de Clstenes condujeron a que los Ortagridas sobresalieran en importancia y fama en toda la Hlade.

    37 Comentario en MoSS 1969, 37-47, que caracteriza a Clstenes como un lder militar, y leWiS 2009, 3-6.38 Pol. 1315b 12; traduccin de M. Garca Valds, Aristteles. Poltica, Madrid, Gredos, 2000.39 Clstenes, vencedor de los Juegos Olmpicos, era descendiente de Mirn cuyo hermano, Ortgoras, da

    nombre a la dinasta. La genealoga de Clstenes y los Ortagridas puede seguirse en MoSS 1969, 39-40, y liBero 1996, 181-182.

    40 Dicha conducta endogmica se define en andreWeS 1971, 12; Finley 1983, 115, y, recientemente, duPlouy 2006, 39-53.

    41 Esta tendencia a buscar lazos matrimoniales fuera de la propia comunidad no es exclusiva de los Ortagridas. Recientemente A. Duplouy ha sealado que los matrimonios concertados con familias extranjeras tenan fines militares y los denomina exogamia cvica, resaltando los ejemplos de Megacles y Agarista; Ciln y la hija de Tegenes y Pisstrato con Timonasa (duPlouy 2006, 85). Bajo nuestro punto de vista, lo importante era la reciprocidad entre familias o particulares, pues el inters de las lites arcaicas trascenda el mbito de la plis. Tambin es interesante la postura de herMan 2002, 10-13, alrededor de la amistad ritualizada o relaciones de reciprocidad entre individuos sin conexin previa; cuestin que abordaremos en el caso de Pisstrato y Lgdamis.

    42 Pese a que algunos autores digan que el matrimonio favoreci ms a la tirana de Sicin que a los Alcmenidas (MoSS 1969, 38). Sobre la proximidad de los Alcmenidas a las diferentes tiranas griegas y, en particular, a la de Pisstrato vase laVelle 2005, 3-5 y 221.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    64

    Tras la mencin a los Ortagridas, Aristteles refiere que la siguiente dinasta de tiranos ms longeva fue la de los Cipslidas en Corinto, con setenta y seis aos43 (Pol. 1315b 3). Los integrantes de esta saga siguieron una estrategia contraria a la de Clstenes pues, segn cuenta Herdoto (V. 92. 2. ), en Corinto gobernaban los Baquadas, una dinasta que sola concertar sus matrimonios en el seno de su propia familia.44 Un miembro de esta familia, Anfin, tuvo una hija con un defecto fsico, Labda, y por ello ningn Baquada quera casarse con ella. Finalmente Eetin, un miembro importante de la localidad corintia de Petra, la despos. Segn el orculo de Delfos, la descendencia de Labda se rebelara contra los Baquadas y hara justicia en Corinto.45 El aludido, Cpselo, fue objeto de las iras de los Baquadas quienes fueron a casa de Labda con la intencin de eliminar al recin nacido. Pero el destino, tan pre-sente en la obra de Herdoto, se encarg de salvar milagrosamente a Cpselo, pues su madre lo escondi en una jarra, tomando as su nombre de esta ancdota. Llegada la edad adulta, Cpselo se convirti en un personaje respetado entre el pueblo y lleg a participar en el gobierno de Corinto con el cargo de polemarco. Como los Baquadas gobernaban de forma arrogante y desptica, Cpselo form una faccin (/hetairea) y tom el poder asesinando a Hipoclides.46 Herdoto define su gobierno en estos trminos:

    Y, una vez erigido en tirano, he aqu la clase de hombre que fue Cpselo: desterr a muchos corintios, a otros muchos los priv de sus bienes, y a un nmero sensiblemente superior de la vida.47

    Las palabras de Herdoto hacia Cpselo son contundentes. Sin duda esta es la fi-gura tradicional de tirano, es decir, desptica y violenta. Sin embargo, stas no dejan de ser las impresiones personales de Herdoto pues el mismo Aristteles seala que el gobierno de Cpselo fue de carcter anlogo al de Clstenes de Sicin (Pol. 1315b 12. 3). Debemos atender tambin al dato que refiere el orculo acerca de la liberacin que supona para Corinto la llegada al poder de Cpselo.48 Todo ello nos previene de seguir al pie de la letra la opinin de Herdoto respecto a Cpselo.49 Al respecto, la historiografa moderna suele calificar a Cpselo como un lder popular puesto que gobernaba la ciudad sin necesidad de escolta.50 En cierto modo, los testimonios de los que disponemos nos presentan a un personaje que sigue la dinmica poltica de

    43 Es la dinasta de los Baquadas, que gobern entre 658-585 a.C. segn dillon garlan 2010, 262.44 Parece que los Baquadas decidieron prescindir de una monarqua que ellos mismos controlaban, es

    decir, una aristocracia encubierta (ooSt 1972, 10).45 Herdoto reproduce literalmente el orculo (Hdt. V. 92. 2. -). 46 La versin de la llegada al poder de Cpselo nicamente se recoge en Nicols de Damasco F57, traduccin

    en dillon garlan 2010, 264 y comentario crtico en ooSt 1972, 10-11, quien realiza un paralelismo con los Tarquinios, tiranos de Roma. Tambin debe verse Parker 2007, 18-24, y leWiS 2009, 18-20.

    47 Hdt. V. 92. . 2; traduccin de C. Schrader, Herdoto. Historia, Madrid, Gredos, 1977.48 WaterS 1971, 9, aduce que este tipo de orculos reflejan los intereses populares.49 leWiS 2009, 40-41, tambin nos advierte de la tendenciosidad de Herdoto en la presentacin de los

    Cipslidas. 50 liBero 1996, 141.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    65

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    su poca, dividida en facciones enfrentadas, y que espera su oportunidad para alzarse con el poder.

    De cualquier forma, Cpselo tambin representa una ruptura con la tradicional for-ma de establecer relaciones en el seno de los Baquadas. La endogamia practicada por los Baquadas en Corinto es una muestra de la tradicional forma de retener el poder poltico en manos de pocas personas y cualquier alteracin era vista como un elemen-to de distorsin de su hegemona.51 As, en el mismo complot contra la vida del recin nacido Cpselo, los Baquadas actan corporativamente pues el peligro afecta a todos por igual. A partir de Cpselo, la tirana recaer hereditariamente en esta nueva rama familiar (de ah el nombre de Cipslidas): primero el hijo de Cpselo, Periandro, y luego el nieto, Psamtico. No obstante, lo realmente importante es percibir cmo las estrategias de las lites aristocrticas variaban desde la exogamia de Clstenes hasta la endogamia de los Baquadas. En ambos casos, estas incipientes dinastas tirnicas buscaban el correcto equilibrio interno y externo a travs del cultivo de sus relaciones personales.

    3. Tegenes de Mgara y su yerno, Ciln de Atenas

    Tenemos pocos datos acerca de la tentativa de Ciln de conseguir la tirana en Atenas entre los aos 640-630 a.C. Herdoto (V. 71) y Tucdides (I. 126) son las principales fuentes y sealan que el ateniense Ciln, personaje de noble linaje y vencedor de los juegos olmpicos (640 a.C.), estaba emparentado con el tirano Tegenes de Mgara.52 Segn Herdoto, Ciln se encaprich de la tirana y busc apoyos en Atenas a fin de conseguirla (sus /hetaroi). Un buen da, Ciln consult al orculo de Delfos en relacin a sus pretensiones y ste contest que la ocasin idnea se le presentara en la mayor fiesta de Zeus53 (Th. I. 126. 4). En este punto Tucdides refiere que Ciln interpret lo siguiente:

    Entonces l, tras obtener unas fuerzas de Tegenes y decidir a sus amigos, cuando llegaron las fiestas olmpicas del Peloponeso, ocup la Acrpolis para instaurar la ti-rana, creyendo que aquella era la mayor fiesta de Zeus y que en cierto modo tena relacin con l, que haba sido un vencedor olmpico.54

    El anterior pasaje plantea que algunas tiranas arcaicas se cimentaban gracias a relaciones personales y fuerzas forneas que procuraban medios militares y econmi-cos. Sin embargo, este caso no lleg a impulsar a Ciln hacia la tirana puesto que los atenienses reaccionaron adversamente a sus intereses. Segn parece, los atenienses

    51 Segn gernet 1980, 304, la anmala boda de Labda en el seno de otra familia es el germen de la tirana.52 Sobre este tirano arcaico escribe Teognis de Mgara (Plcido 2007, 135).53 Ntense las similitudes entre los relatos del ascenso al poder de Cpselo y Ciln. Ambos son

    personalidades relevantes en su ciudad que ambicionan el poder personal y se encargan de buscar apoyos, internos y externos, para conseguir su objetivo.

    54 Th. I. 126. 5; traduccin de J. J. Torres Esbarranch, Tucdides. Historia de la Guerra del Peloponeso, Madrid, Gredos, 2000.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    66

    acudieron armados desde el campo y consiguieron sitiar a las fuerzas de Ciln en la Acrpolis, quien pudo escapar y vio frustrado su proyecto.55 Siguiendo a Tucdides, los seguidores de Ciln se acogieron como suplicantes mientras los atenienses que haban acudido del campo, dejaron el control de la situacin a los arcontes. Entonces el Alcmenida Megacles, arconte polemarco, permiti que dichos suplicantes fueran ajusticiados en contra de las leyes religiosas, constituyendo el origen de la maldicin de los Alcmenidas. La conspiracin de Ciln es ms conocida por este suceso que por otra cosa aunque, como ha sealado M. Lang, resulta interesante contrastar las versiones que ofrecen Herdoto y Tucdides. El primero, debido a su cercana con los Alcmenidas, refiere una versin que suaviza la responsabilidad de Megacles, mientras que Tucdides lo acusa directamente.56

    Ante la ocasin que brinda la presencia de estas dos versiones, permtasenos ra-zonar sobre un problema de mayor importancia: el estudio de las tiranas arcaicas a travs de las fuentes de la poca clsica. En este sentido, resulta una gran contra-riedad acercarnos a figuras tan interesantes como Ciln bajo la ptica negativa que Herdoto y Tucdides presentan de la tirana. Como repetidas veces se ha puesto de manifiesto, durante el siglo V a.C., la figura del tirano pasa a adquirir una serie de connotaciones negativas que la aproximan incluso a las monarquas orientales. Tanto es as que el mismo Tucdides seala cmo la arch alcanzada por el dmos en la primera mitad del V a.C., se convierte en una tirana ( /plis trannos) para los aliados de la Liga de Delos (Th. II. 63. 2).57 Tambin debemos tener presente la experiencia personal de Herdoto con la tirana. Como es sabido, Paniasis, quizs to o primo de Herdoto, particip en un complot para derrocar al tirano Lgdamis de Halicarnaso.58 La tentativa result fallida y la familia de Herdoto parti al exilio. No cabe duda de que el anterior episodio debi marcar la impresin de Herdoto sobre las tiranas aunque ciertos estudios advierten que en la Historia se dan tanto imgenes positivas como negativas de monarcas y tiranos.59 La dura experiencia de las guerras mdicas produjo en el ideario griego una asociacin de la figura del tirano, como poder unipersonal, con las monarquas orientales, condicionando la interpreta-cin de los tiranos arcaicos.60 De hecho, esta asociacin entre monarqua oriental y tirana termina por deteriorar la imagen del tirano y conferirle un aura de despotismo arbitrario y caprichoso.61

    55 Segn liBero 1996, 46, fueron los rivales aristocrticos de Ciln quienes le sitiaron.56 Al parecer, ambas versiones parten de dos fuentes distintas. La de Herdoto debe ser Alcmenida

    mientras que Tucdides, nuestra principal fuente para el suceso, podra estar vertiendo una interpretacin personal. Vase lang 1967, 243, y bibliografa en hornBloWer 1991, 202-211.

    57 kallet 2003, 120 y Meyer 2008.58 Vase el asunto en Mazzarino 1974, 186-187; MaSaracchia 1998, 270, y Marincola 2001, 21.59 gaMMie 1986, 187-195; caWkWell 1995, 74, confa en el mtodo de Herdoto, gray 1996 y ForSdyke

    2006, 236. 60 Parker 2007, 15-16; Plcido 2007, 135-135, y leWiS 2009, 11. Contrstese la impresin negativa sobre

    la tirana en los historiadores mencionados con los testimonios contemporneos de la tragedia tica (kallet 2003, 117-120).

    61 Lo cual tuvo repercusin en la historiografa que como mnimo desde G. Grote seala que Ciln era un dspota adinerado y presuntuoso que aspir a la tirana sin apoyo popular y movido por la aventura (grote 1847, 25).

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    67

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    Por los motivos anteriores, el episodio de Ciln suele interpretarse como un intento de usurpacin.62 El principal argumento que esgrimen algunos historiadores es que, en la obra de Tucdides, el relato sobre Ciln se sita como precedente del excurso sobre Pausanias y Temstocles, interpretndose como una digresin sobre tres trai-dores63 (Th. I. 128-138). Nada ms lejos de la realidad puesto que, para Tucdides, Temstocles fue un lder visionario que propici grandes favores a su ciudad64 (Th. 138. 3). Por otro lado, no encontramos base suficiente para identificar a Ciln como un traidor sino que segua una conducta facciosa. Dicho de otro modo, no parece que Ciln fuera a entregar Atenas a su suegro sino que pareca representar los intereses de una faccin poltica concreta.

    Sin embargo, podemos extraer con seguridad ciertos datos sobre la conspiracin de Ciln: sus buenas relaciones con la aristocracia ateniense y megarense en contraste con un apoyo popular insuficiente. Sobre la primera cuestin podemos afirmar que, tanto Herdoto como Tucdides, refieren que Ciln estaba bien relacionado interna-mente, con sus hetaroi, y externamente con su suegro Tegenes.65 En cuanto al apo-yo popular, Plutarco (Sol. 12. 2) seala que, tras el episodio de Ciln, los atenienses se dividieron entre partidarios y detractores de Megacles. As, la tentativa de Ciln pone al descubierto los conflictos entre la clase dominante de Atenas y entre sta y el dmos, abriendo una crisis poltica que no encontrar salida hasta las reformas de Soln. Al respecto, es muy interesante considerar el trabajo de Miriam Valds, que analiza la procedencia geogrfica de los aristcratas implicados en el conflicto y apunta hacia un problema en la participacin poltica vinculado a la limitacin al acceso a ciertas magistraturas de la aristocracia procedente de la zona central del tica.66 Toda esta confusin fue aprovechada por Tegenes para contraatacar y tomar el puerto de Nisea y la isla de Salamina. Bajo nuestro punto de vista, la stsis interna que refiere Plutarco es anterior al golpe de Ciln, y no producida por un capricho de ste como indica Herdoto. En este sentido, deba existir un clima de tensin poltica que propiciase el golpe, aunque Ciln no contara finalmente con los apoyos internos suficientes.67 Finalmente, todo ello deriv en la mancha religiosa sobre los Alcme-nidas, en la prdida de territorios a manos de los megarenses y en la purificacin final de Atenas para expiar sus faltas.68 Por tanto, se puede realizar la lectura contraria a la tradicin antigua y moderna sobre Ciln, destacando que su intento de tirana vena a poner orden entre unas facciones que estaban abusando de su poder y conduciendo a

    62 O un atentado como sugiere repetidas veces ValdS 2002.63 jordan 1986, 143.64 Vase este punto de vista en Podlecki 1975, 67-75 y Sierra 2011, 84.65 liBero 1996, 45. 66 Todo ello tiene relacin con el sinecismo de principios del VII a.C. que si bien supuso un pacto o

    consenso entre la nobleza, quizs no fue un xito en cuanto al reparto del poder poltico (ValdS 2002, 78 y ss.).

    67 Opinin que compartimos con caWkWell 1995, 85. Por su parte herMan 2002, 150, seala a Ciln y sus compaeros como un caso paradigmtico de una conducta facciosa, donde los xenoi se congregan alrededor de un lder formando un pequeo ncleo que tiene apoyos en el exterior y en las clases bajas.

    68 Plutarco, Sol. 12. 6, recoge la purificacin de Atenas a cargo de Epimnides de Festo.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    68

    Atenas por el mal camino.69 El episodio de Ciln sera una buena muestra de la soli-daridad existente entre familias aristocrticas en la poca arcaica.70

    4. Pisstrato y Lgdamis: futuros tiranos en el exilio

    En el famoso excurso de Herdoto sobre el gobierno tirnico en Atenas (Hdt. I. 59-64), se refiere que Pisstrato tena el objetivo claro de convertirse en tirano (al igual que Ciln). Segn sabemos por dicho excurso, Pisstrato lideraba una faccin polti-ca, la de los montaeses, creada ex profeso para alcanzar la tirana, desplazando del poder a Megacles, lder de la costa, y a Licurgo, dirigente de la llanura71 (Hdt. I. 59. 3). En esta tesitura, Pisstrato y sus seguidores se sublevaron y tomaron la Acrpolis, apoderndose del gobierno de Atenas en una situacin que evoca el golpe de Clste-nes, Ciln y sus respectivos hetaroi.72 Contina Herdoto refiriendo que, no mucho tiempo despus, las facciones de Megacles y Licurgo se pusieron de acuerdo para ex-pulsar a Pisstrato, perdiendo ste la tirana al no estar firmemente establecido (Hdt. I. 60). La simple exposicin de los hechos ya nos previene de considerar la arquetpica imagen de Pisstrato como un lder de amplio apoyo popular, pues necesit de varios intentos para hacerse con el poder, lo cual subraya que las facciones de Megacles y Licurgo tambin contaran con apoyos considerables.

    Sin embargo, el propio Megacles fue el responsable de la segunda tirana de Pisstrato. Al parecer, Megacles tuvo sus diferencias dentro de su propia faccin y por ello propuso a Pisstrato la tirana de Atenas, a cambio de que sellaran su alianza poltica mediante el matrimonio del tirano con una de sus hijas.73 Pero la cuestin de cmo volver a la ciudad de una forma legtima era un asunto preocupante que final-mente se resolvi de una manera algo teatral:

    En el demo de Peania haba una mujer, cuyo nombre era Fa, de cuatro codos me-nos tres dedos de estatura y, adems, agraciada. Ataviaron a la mujer en cuestin con una armadura de hoplita, la hicieron subir a un carro, le indicaron la actitud que deba adoptar para aparentar mayor majestuosidad y la condujeron a la ciudad, enviando por

    69 Es el punto de vista positivo sobre la tirana kallet 2003, 119 y Wallace 2009, 415, que se apoya en los versos de Teognis para llegar a esta misma conclusin. Ms bibliografa sobre el tema en ValdS 2002, 74, n. 34.

    70 Plcido 2007, 135.71 El panorama poltico en la Atenas de esta poca segn la interpretacin clsica puede resumirse as:

    Megacles representara los intereses de los armadores y comerciantes, Licurgo hara lo propio respecto a los terratenientes y Pisstrato sera el lder de los pastores y los jornaleros. Actualmente se interpreta que estos partidos que Herdoto refiere responden a la mtica divisin del tica que realizaron los tres hijos de Pandin (el abuelo de Teseo) y que concuerda muy bien con esta divisin geogrfica (v. ValdS Plcido 1998, 91-92, tambin ValdS 2002, 68, n. 10); por su parte, Brian M. Lavelle sugiere que esta divisin no encaja bien como contexto poltico entre las reformas de Soln y las de Clstenes y puede ser parte de una invencin propagandstica en un momento de fuertes tensiones polticas con Mgara, que haba invadido el puerto de Nisea (laVelle 2005, 219-220). Para ms bibliografa y comentarios crticos vanse holladay 1977, 40-42, y aSheri lloyd corcella 2007, 121.

    72 En este punto recomendamos encarecidamente el trabajo de holladay 1977.73 duPlouy 2006, 90-91, destaca este matrimonio como una estrategia de reconocimiento social.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    69

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    delante heraldos que, al llegar a Atenas, proclamaron lo que les haba sido ordenado, diciendo as: Atenienses, acoged con propicia disposicin a Pisstrato, a quien la pro-pia Atenea, honrndolo ms que a hombre alguno, repatra a su acrpolis.74

    El propio Herdoto muestra sus reticencias a aceptar esta versin, ofreciendo en este caso su sinceridad como historiador75 (Hdt. I. 60. 3). Existe consenso entre la historiografa al sealar que este episodio se confunde con la posterior victoria de Pisstrato sobre sus opositores en las cercanas del demo de Pelene.76 Podramos estar ante un episodio propagandstico y distorsionado orientado a justificar el gobierno del tirano a travs de la conexin con Atenea, la diosa tutelar.77 Tras el episodio protago-nizado por Fa, Herdoto refiere que Pisstrato no quiso tener tratos carnales con la hija de Megacles y ste, enterado de ello, conspir para derrocar de nuevo al tirano, que volvi a exiliarse (Hdt. I. 61. 1-2). El acto de repudio supona para Megacles toda una declaracin de intenciones polticas por parte de su yerno quien no vera clara su posicin en esta alianza.78

    El ascenso a la tirana de Pisstrato necesit de un tercer intento. Sabemos por Herdoto que Pisstrato pas en el exilio cerca de once aos, lo cual nos induce a pensar de nuevo en un matiz al perfil popular de Pisstrato79 (Hdt. I. 62 y Arist. Ath. 15. 3). En esta ocasin, Pisstrato se hallaba refugiado en Eretria, plis de la isla de Eubea, tramando lo siguiente:

    Prevaleci la opinin de Hipias de volver a recobrar la tirana y, por ello, se dedica-ron a reunir donativos de las ciudades que, por lo que fuera, estaban en deuda con ellos. Y por cierto que, aunque fueron muchas las ciudades que contribuyeron con grandes sumas, los tebanos superaron a todos en la aportacin de dinero. Luego, por decirlo en pocas palabras, pas el tiempo y lo tuvieron todo a punto para el regreso, pues hasta llegaron del Peloponeso mercenarios argivos, y un natural de Naxos, cuyo nombre era Lgdamis, que se les haba unido voluntariamente, pona un particular empeo, procu-rando dinero y hombres.80

    El pasaje aporta datos valiosos. Por un lado, podemos apreciar que la vuelta de Pisstrato al poder se lleva a cabo gracias al dinero obtenido merced a las relaciones de proxena, fuerzas militares y otras sinergias externas a la propia Atenas. En este tipo de situacin, las amistades y relaciones de solidaridad se erigen como un factor

    74 Hdt. I. 60. 4.75 Aunque la versin se recoge tambin en Aristteles (Ath. 14. 4).76 roSe 1940, 81, y aSheri lloyd corcella 2007, 122-123, sealan que puede ser la racionalizacin

    de un episodio anecdtico y que, seguramente, hubo un nico exilio de Pisstrato.77 El episodio protagonizado por Fa ha sugerido multitud de opiniones alrededor del significado de esta

    peculiar procesin. No nos detendremos en ello pero sugerimos la lectura de laVelle 2005, 99-107, que recoge las principales interpretaciones y ofrece una buena seleccin bibliogrfica.

    78 Vuelve a ser significativa la importancia de las relaciones personales en el ejercicio del poder, pese a que el episodio sea de dudosa historicidad.

    79 Sobre la cronologa de la trayectoria de Pisstrato no hay consenso entre la historiografa pero vanse las aproximaciones de hind 1974, y la ms reciente de laVelle 2005, 210-218.

    80 Hdt. I. 61. 3-4.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    70

    determinante. En primer lugar, destacan las deudas y otras obligaciones que parecen tener los distintos gobiernos (no sabemos si a ttulo personal o pblico) con la familia del tirano, que redunda de nuevo en la solidaridad entre lites. En este sentido, des-taca la maniobra matrimonial de Pisstrato con Timonasa, hija de Grgilo, personaje conectado con los Cipslidas de Corinto que le aseguraba un punto de apoyo similar al que en su da tuvo Clstenes con Megacles y Ciln con Tegenes (Arist. Ath. 17. 4). En segundo lugar, y a ttulo personal, sobresale la figura del naxio Lgdamis, quien parece muy cercano al tirano ateniense y su familia puesto que es el nico que se menciona por su nombre en el pasaje.81 La actuacin de Lgdamis es notoria y habla por s misma de su posicin social y econmica ya que aportaba dinero y hombres82 ( /chrmata ka ndras). Sin embargo, no queda claro si los hom-bres a los que se refiere Herdoto son compaeros del mismo Lgdamis (/hetaroi) o mercenarios contratados por ste; pero lo que s se puede intuir es que Lgdamis se encontraba en una situacin poltica similar a la de Pisstrato. En cierto modo, once aos en el exilio son margen ms que suficiente para trazar redes cliente-lares de este tipo, aunque dichas maniobras inducen a pensar en un contexto social y poltico ms complejo de lo que muestran los estereotipos antiguos y modernos sobre la llegada al poder de Pisstrato.

    Una vez que Pisstrato lleg al tica con todas sus fuerzas, Herdoto refiere cmo sus partidarios se le unieron para iniciar una ofensiva que terminara por encumbrarlo definitivamente como tirano (Hdt. I. 62-64). Sin embargo, aprendiendo de sus erro-res, Pisstrato tom rehenes de sus opositores para, mediante el chantaje, gobernar con mayor comodidad sobre Atenas, consiguiendo retener el poder con firmeza:

    [] y logr arraigar la tirana, merced a sus muchos mercenarios y a la afluencia de fondos, procedentes, en parte, del tica y, en parte, del ro Estrimn; asimismo, tom como rehenes a los hijos de los atenienses que haban huido enseguida y los condujo a Naxos (pues Pisstrato haba conquistado tambin la isla por la fuerza de las armas y haba confiado su gobierno a Lgdamis).83

    A raz del anterior pasaje llegamos a la conclusin de que la tirana de Pisstrato consigui sustentarse merced a un equilibrio entre sinergias internas (del tica) y ex-ternas (en Naxos y Tracia), ofreciendo una imagen bien distinta a la del lder popular que la tradicin historiogrfica sostuvo. Este argumento contraviene una imagen del tirano muy extendida entre la historiografa segn la cual Pisstrato era un o campen del pueblo (trmino recogido en Arist. Ath. 13. 4).84 Cierto es que el apoyo ateniense de Pisstrato bien poda provenir de los sectores ms des-

    81 Sobre la figura de Lgdamis existe poca bibliografa al no haber muchas ms fuentes en la literatura. Las principales referencias son: MoSS 1969, 20-22; coSta 1996; liBero 1996, 236-243, y, recientemente, Sierra cortadella 2012.

    82 MoSS 1969, 21, interpreta que Lgdamis fue un tirano demagogo cuya tirana responde al modelo de las tiranas jonias, caracterizadas por surgir en contextos de prosperidad econmica. Demasiadas etiquetas para tan poca informacin.

    83 Hdt. I. 64. 1.84 Vase especialmente gouchin 1999, 22-23.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    71

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    favorecidos de Atenas pero subrayamos que ello no fue suficiente para mantenerlo en el gobierno y entendemos que no fue hasta la suma de apoyos externos cuando finalmente Pisstrato se alz con la tirana. En cualquier caso, ambas interpretaciones no son incompatibles. En este sentido, si volvemos la mirada a la interpretacin del anterior pasaje en el clsico de Percy Ure, encontramos a un Pisstrato populista, financiado gracias a la propiedad de una mina en Tracia.85 Por nuestra parte, cree-mos que el pasaje no ofrece la posibilidad de asociar la persona de Pisstrato con un tirano demagogo o un prncipe mercader pues las referencias a las supuestas minas de Tracia no permiten precisar ni cronolgicamente ni cuantitativamente su explotacin.86 La confusin a la hora de trazar el perfil personal y de gobierno de Pisstrato puede percibirse en las mismas fuentes. Por una parte, Plutarco (Sol. 29. 1) seala que los thetes apoyaban a Pisstrato, pues estaba en contra de los ricos, di-bujando una figura de corte popular. Por su parte, Aristteles destaca de Pisstrato su carcter amable y conciliador (Ath. 16 y Pol. 1315b). Por descontado, las anteriores consideraciones estn marcadas por el contexto social que las vio nacer, como ha sealado Claude Moss, pero no dejan de mostrar la dificultad a la hora de precisar constitucionalmente y psicolgicamente el perfil de las tiranas arcaicas.87

    Por otra parte, en el pasaje de Herdoto resulta notable la interesante colaboracin entre particulares, basada en la idea del favor recproco.88 Podemos creer la versin de Herdoto, tal cual la hemos ledo, o pensar que Pisstrato obtuvo la tirana gracias a la ayuda entre otros de Lgdamis y que, a su vez, el tirano ateniense ayud a su co-lega a proclamarse tirano en Naxos.89

    En ltimo lugar, queremos precisar que las instauraciones de las tiranas en Na-xos y Atenas comportaron un destacable movimiento de represaliados. En el caso de Pisstrato, los hijos de sus opositores son retenidos en Naxos, mientras que en dicha isla observamos un movimiento similar (Arist. Oec. 1346b2): al parecer Lgdamis tambin intent deshacerse de sus opositores, expropiando sus posesiones y exilin-dolos aunque, a tenor de lo que sabemos por Aristteles, cabe la posibilidad de que estemos ante una vendetta de Lgdamis. En definitiva, resulta especialmente rele-vante apreciar cmo Naxos y Atenas fueron presa de un movimiento fraguado desde

    85 ure 1922, 36.86 Opinin que compartimos con MoSS 1969, 66.87 MoSS 1969, 138-145.88 Como indica herMan 2002, 90-91, quien define la relacin entre Pisstrato y Lgdamis como una

    amistad ritualizada, es decir, una relacin basada en el intercambio recproco de bienes y servicios practicada por individuos de diferentes unidades sociales.

    89 No coincidimos con la opinin de BerVe 1967, 78, segn la cual, la tirana naxia fue resultado exclusivo de la intervencin de Pisstrato. Cierto es que, sin el concurso de Herdoto, poco o nada sabramos del gobierno tirnico que domin la isla de Naxos ya que slo en ciertos pasajes de Aristteles (Pol. 1305a41 y Ec. 1346b2) y en Ateneo (Deipn. VIII. 348A), se ofrecen algunos datos al respecto. Sobre el origen de la tirana naxia, slo Ateneo aporta alguna referencia, en una cita literal de Aristteles en su desaparecida Constitucin de los naxios. En este pasaje, nicamente se refiere la existencia de un conflicto previo entre el pueblo naxio y ciertos poderes locales (una stsis). En esta tesitura parece que Lgdamis aprovech el descontento para proclamarse tirano sin mencionar a Pisstrato. Berve no tiene en cuenta este pasaje de Ateneo por ello, siguiendo a Herdoto, otorga especial protagonismo a Pisstrato. Al respecto, coSta 1996, 158, y conSolo-langher 1996, 121, n. 1, aaden que las fuentes del relato aristotlico sobre el origen de la tirana pudieron ser fruto de la tradicin local. Vase una interpretacin general sobre el encumbramiento de Lgdamis como tirano en Sierra cortadella 2012.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    72

    el exterior y cimentado en una serie de colaboraciones personales, que acabaron por decantar el equilibrio poltico interno hacia la tirana.90 Aceptando esta suposicin, tanto Lgdamis como Pisstrato, deberan considerarse como personajes relevantes en su patria, con apoyo interno en el dmos, que se haban puesto de acuerdo en el exilio para alzarse con el poder.

    5. Des-etiquetar la tirana

    Segn nuestra aproximacin a las tiranas arcaicas, resulta complejo establecer un modelo de tirana o un proceso global y sin fisuras que explique el terico trnsito de la aristocracia a los gobiernos constitucionales, a la luz de las fuentes que tenemos. Todo ello conduce a la idea de que las tiranas arcaicas surgieron gracias a sus propias circunstancias histricas, alejndose de etiquetas historiogrficas como los devo-radores de regalos, los prncipes mercaderes, los tiranos lidios o los seores homricos. Esta misma tradicin historiogrfica, siguiendo fuentes como Herdoto, Tucdides y Aristteles, sealaba que Clstenes de Sicin fue un lder militar, Cpselo un tirano demagogo, Ciln un conspirador y Pisstrato un lder popular. Entendemos que estas etiquetas historiogrficas no siguen el contexto histrico pues, segn hemos mostrado, la stsis entre lites dirigentes, entre stas y el dmos, y una conducta po-ltica facciosa parecen los factores adecuados para abordar las tiranas arcaicas. As, los conflictos civiles propios de la Grecia arcaica a los que aluda Finley generan la posibilidad de instaurar un gobierno unipersonal, sin aparentes connotaciones negati-vas hasta las guerras mdicas. En este sentido, creemos que no tenemos argumentos suficientes para sostener calificativos tales como usurpador o traidor en referencia a Ciln, ni para sealar al gobierno de Pisstrato como inconstitucional, violento y po-pulista (o al menos ms que el de sus opositores). En cualquier caso, no vemos argu-mentos de peso para afirmar que las tiranas arcaicas obraran al margen de las leyes, como vemos en las referencias aristotlicas a los gobiernos de Clstenes y Cpselo.

    A travs de los casos concretos que sucintamente hemos analizado, pensamos que generalizar sobre la tirana arcaica constituye un terreno resbaladizo y ms si acep-tamos ciertos prejuicios fuertemente enraizados en la historiografa actual. Por otra parte, hay rasgos que s merecen un anlisis general, como la importancia de las rela-ciones personales en la instauracin de las tiranas arcaicas.91 En los casos que hemos abordado observamos un esfuerzo por trazar redes y lazos de solidaridad, bien sean familiares o de amistad. En las tiranas ms antiguas, Sicin y Corinto, observamos estrategias matrimoniales contrapuestas, exogamia y endogamia respectivamente, pero con un mismo fin, asegurar la gobernabilidad de la tirana. Otros casos, como el

    90 A su vez, en un testimonio tardo del siglo II d.C. (Polieno 23. 2), se refiere cmo Polcrates obtuvo su tirana gracias en parte a la intervencin de soldados enviados por Lgdamis de Naxos. nicamente en esta fuente encontramos el dato que resaltamos en conexin con el episodio de Pisstrato y que no desarrollamos por cuestiones de espacio.

    91 Este punto se encuentra muy bien asimilado en la historiografa actual, vase por ejemplo doPico canzoS 1998 y duPlouy 2006.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    73

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    de Ciln, no encontraron apoyos internos suficientes pese a la conexin con Mgara. Ciertamente, Pisstrato es el caso ms paradigmtico de la importancia de las rela-ciones personales. En primer lugar se cas con Timonasa para granjearse el favor de importantes familias argivas (Cipslidas) y, en segundo lugar, aprovech la ocasin para entablar una slida amistad con Lgdamis, quien ayudara a Pisstrato primero y luego recibira la subsiguiente compensacin al instaurarse como tirano en Naxos. Todo ello nos lleva a concluir que las estrategias familiares eran muy relevantes y notorias.92

    La divergencia respecto a los modelos tericos que presentbamos al inicio de la reflexin se agudiza todava ms si atendemos a los testimonios epigrficos. Por ejemplo, a travs de un trabajo realizado por R. A. Santiago podemos acercarnos a la compleja situacin interna de Quos.93 En un epgrafe datado entre finales del siglo VII e inicios del VI a.C. (ML 8), se ha conservado una inscripcin cuya intencin era regular la convivencia pacfica en la isla.94 En el texto se hallan representados un poder central y otros de ndole local, conectados o arbitrados por una Bul Demo-se en la que estaban representadas las comunidades regionales.95 Otra inscripcin, cuyo estudio aborda la misma autora, nos traslada a la ciudad de Halicarnaso, en la primera mitad de V a.C., durante el gobierno del tirano Lgdamis96 (Syll.3 45 = ML 32). En este caso la inscripcin es un documento pblico que refiere una alteracin importante en el registro de la propiedad de la ciudad, otorgando fuerza legal a un personaje denominado Apolonides, cuyo padre casualmente se llamaba Lgdamis. Las disposiciones que contiene la inscripcin parecen favorecer a la poblacin caria (salmacita) que viva en Halicarnaso, equiparando sus derechos de propiedad a los de la poblacin griega. Como la propia autora refiere, la inscripcin se ha interpretado de dos formas distintas: bien puede ser un acto de reconciliacin social en un momento de debilidad de la tirana o un acto de prepotencia del tirano frente a sus opositores.97 Otra inscripcin cretense fechada a inicios del siglo V a.C. (SEG 27, 631), denomi-nada contrato de Spensithios, hace referencia a los dones y privilegios otorgados a Spensithios () y sus descendientes, por sus labores como nico escriba y registrador (o memorizador) de la comunidad (los dataleos), eximindole de impues-tos, dotndole de un sueldo anual y de una donacin en especie. Un caso muy pareci-do al de Spensithios lo hallamos en una inscripcin chipriota conocida como bronce de Idalio (SGDI 1 60),98 datado alrededor del 478-470 a.C. y que refiere los dones y privilegios que el rey de Idalio (Stasikypros) y los ciudadanos otorgan al mdico Onasilos y su equipo por los servicios prestados durante el asedio de la ciudad por

    92 Este tipo de relaciones matrimoniales y personales continuaron activas durante la poca clsica como bien ha sealado herMan 2002, 142-156, analizando los casos de Pericles y el rey espartano Arquidamo; Alcifrn de Argos y el rey Agis de Esparta y Alcibades y Endios de Esparta.

    93 Hablamos del sugerente trabajo de Santiago 1997.94 Santiago 1997, 35. 95 roBinSon 1997, 90-101, sugiere a raz de esto una organizacin democrtica en la arcaica Quos.96 Edicin del texto en Santiago 1996.97 Santiago 1996, 635-638. No nos detendremos en los detalles de esta interesante inscripcin pero

    remitimos al reciente y competente anlisis de Piol VillanueVa 2013a, con bibliografa. 98 Texto editado y traducido al francs en SaMaMa 2003, 456 y ss.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    74

    parte de los persas. Las condiciones son muy similares a las de Spensithios pero la peculiaridad radica en la equiparacin jurdica entre el rey y los ciudadanos.99

    Como podemos apreciar, los testimonios de primera mano de la poca no dan pie alguno a elaborar un modelo o explicacin global acerca del surgimiento de la plis y el origen de las tiranas. En este sentido, hemos mostrado un ejemplo en Quos que evidencia la voluntad de alcanzar un pacto ante un conflicto interno (stsis) y que sita a una Bul Demose como rbitro y tribunal de apelacin. Por otro lado, hemos valorado un ejemplo de gobierno tirnico en Halicarnaso, que podra apoyarse en una comunidad no-griega para reforzar su poder. Tambin tenemos a un posible candida-to a devorador de regalos en Creta, recibiendo diversos honores por los servicios prestados a la comunidad y, finalmente, el caso de una comunidad y su rey en Chipre que premian a un mdico por sus servicios, mostrando una entente entre dmos y basiles que transmite la idea de que las relaciones polticas entre ambas partes no siempre eran tensas. Con todo, la intencin que tenemos al mencionar los anteriores ejemplos no es otra que poner de manifiesto la complejidad de abordar la historia de la poca arcaica a partir de generalidades o etiquetas historiogrficas y la necesidad de no apartarse en exceso de las fuentes.

    BIBLIOGRAFA

    anderSon, G. (2005): Before Turannoi Were Tyrants: Rethinking a Chapter of Early Greek History, Classical Antiquity 24/2, 173-222 (http://caliber.ucpress.net/doi/pdfplus/10.1525/ca.2005.24.2.173?cookieSet=1).

    andreWeS, A. (1971): The Greek Tyrants, London (1 ed. 1956, London).aSheri, D. lloyd, A. corcella, A. (2007): A Commentary on Herodotus Books I-IV,

    Oxford.BerVe, H. (1967): Die Tyrannis bei den Griechen, Mnchen, vol. 1.caWkWell, G. L. (1995): Early Greek Tyranny and the People, CQ 45/1, 73-86 (http://

    dx.doi.org/10.1017/S0009838800041707).chantraine, P. (1968): , [en] Dictionnaire tymologique de la Langue Grecque.

    Histoire des Mots, Paris, vol. 4/1, 1146.coBB-SteVenS, V. (1985): Opposites, Reversals, and Ambiguities: the Unsettled World of

    Theognis, [en] T. Figueira G. Nagy, (eds.), Theognis of Megara. Poetry and the Polis, Baltimore, 159-175.

    conSolo langher, S. N. (1996): Naxos nellEgeo arcaico e nella colonizzacione delloccidente, [en] E. Lanzillotta D. Schillardi (eds.), La Cicladi e il mondo egeo. Seminario Internazionale di Studio 1992, Roma, 121-153.

    coSta, V. (1996): Ligdami, Pisistrato e la fondazione della tirannia, [en] E. Lanzillotta D. Schillardi (eds.), Le Cicladi ed il mondo egeo. Seminario Internazionale di Studi 1992, Roma, 155-170.

    99 Argumentado en egetMeyer 1993, 49-50. Una discusin pormenorizada, rigurosa y documentada del bronce de Idalio y del contrato de Spensithios la hallamos en Piol VillanueVa 2013, 127-131.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    75

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    dillon, M. garlan, L. (2010): Ancient Greece. Social and Historical Documents from Archaic Times to the Death of Alexander the Great, LondonNew York (1 ed. 1994, Lon-donNew York).

    doPico canzoS, M D. (1998): Entre lo pblico y lo privado: una contribucin al estu-dio de la tirana griega, ETF. Historia antigua 11, 119-136 (http://dx.doi.org/10.5944/etf+ii.11.1998.4328).

    duPlouy, A. (2006): Le Prestige des lites. Recherches sur les modes de reconnaissance so-ciales en Grce entre les Xe et Ve sicles avant J.-C., Paris.

    egetMeyer, M. (1993): Zur kyprischen Bronze von Idalion, Glotta 71, 39-59.ehrenBerg, V. (1969): The Greek State, London (1 ed. 1960, Oxford). Finley, M. I. (1983): La Grecia Primitiva. Edad del Bronce y Era Arcaica, Barcelona (1 ed.

    1970, Cambridge).Fleck, R. K. hanSSen, F. A. (2013): How Tyranny Paved the Way to Democracy: The

    Democratic Transition in Ancient Greece, Journal of Law and Economics 56/2, 389-416 (http://dx.doi.org/10.1086/670731).

    ForSdyke, S. (2006): Herodotus, political history and political thought, [en] C. Dewald J. Marincola (eds.), The Cambridge Companion to Herodotus, New York, 224-241.

    Fouchard, A. (1997): Aristocratie et dmocratie. Idologies et socits en Grce ancienne, Besanon.

    gaMMie, J. G. (1986): Herodotus on Kings and Tyrants: Objective Historiography or Con-ventional Portraiture?, Journal of Near Eastern Studies 45/3, 171-195 (http://dx.doi.org/10.1086/373186).

    gehrke, H. J. (1997): La stasis , [en] S. Settis (ed.), I Greci. Storia Cultura Arte Societ, Torino, vol. 2/II, 453-480.

    gernet, L. (1980): Antropologa de la Grecia Antigua, Madrid (1 ed. 1968, Paris).gouchin, V. (1999): Pisistratus Leadership in A.P. 13. 4 and the Establishment of the Tyran-

    ny of 561/60 B. C., CQ 49/1, 14-23 (http://dx.doi.org/10.1093/cq/49.1.14).gray, V. J. (1996): Herodotus and Images of Tyranny: The Tyrants of Corinth, AJPh 117/3,

    361-389 (http://dx.doi.org/10.1353/ajp.1996.0047).grote, G. (2009): A History of Greece, New York, vol. 3 (1 ed. 1847, London). herMan, G. (2002): Ritualised Friendship & the Greek City, Cambridge (1 ed. 1987, Cam-

    bridge).hind, J. G. F. (1974): The Tyrannis and the Exiles of Pisistratus, CQ 24/1, 1-18. (http://

    dx.doi.org/10.1017/S0009838800030184 ).holladay, J. (1977): The Followers of Peisistratus, G&R 24/1, 40-56. (http://dx.doi.

    org/10.1017/S0017383500019628).hornBloWer, S. (1991): A Commentary on Thucydides, Oxford, vol. 1.iMMerWahr, H. R. (1954): Historical action in Herodotus, TAPhA 85, 16-45 (http://dx.doi.

    org/10.2307/283465).jordan, B. (1986): Religion in Thucydides, TAPhA 116, 119-147 (http://dx.doi.

    org/10.2307/283914).juFreSa, M. Fau, M. T. (2007): La relacin entre poeta y tirano en la Grecia arcaica, Nova

    Tellus 25/1, 95-116.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    76

    kallet, L. (2003): Dmos Tyrannos: Wealth, Power, and Economic Patronage, [en] K. A. Morgan (ed.), Popular Tyranny. Sovereignty and its Discontents in Ancient Greece, Austin, 117-153.

    kalyVaS, A. (2007): The Tyranny of Dictatorship: When the Greek Tyrant Met the Roman Dictator, Political Theory 35/4, 412-442 (http://dx.doi.org/10.1177/0090591707302208).

    lane Fox, R. (2000): Theognis: an Alternative to Democracy, [en] R. Brock S. Hodkin-son (eds.), Alternatives to Athens: Varieties of Political Organization and Community in Ancient Greece, Oxford, 35-51.

    lang, M. (1967): Kylonian Conspiracy, CPh 62/4, 243-249 (http://dx.doi.org/10.1086/365284).

    laVelle, B. M. (2005): Fame, Money, and Power. The Rise of Peisistratus and Democratic Tyranny at Athens, Ann Arbor.

    leahy, D. M. (1957): The Spartan Embassy to Lygdamis, JHS 77/2, 272-275 (http://dx.doi.org/10.2307/629368).

    leWiS, S. (2009): Greek Tyranny, ExeterDevon.liBero, L. (1996): Die archaische Tyrannis, Stuttgart.Marincola, J. (2001): Greek Historians (=Greece & Rome. New Surveys in the Classics 31),

    Oxford.Martnez-lacy, R. (2011): Paola Vianello y la historia antigua, [en] S. Aquino M. T.

    Galaz (eds.), La fascinacin por la palabra. Homenaje a Paola Vianello, Mxico, 47-52. MaSaracchia, A. (1998): Erodoto, [en] G. DAnna M. Di Marco (eds.), Riflessioni

    Sullantico. Studi sulla cultura greca, PisaRoma, 269-296.Mazzarino, S. (1974): Il Pensiero Storico Classico, RomaBari, vol. 1 (1 ed. 1965, Bari). (1989): Fra Oriente e Occidente. Ricerche di storia greca arcaica, Milano (1 ed. 1947,

    Firenze).McgleW, J. F. (1993): Tyranny and Political Culture in Ancient Greece, Ithaca.MeikSinS Wood, E. (2003): La Polis y el Ciudadano-Campesino, [en] J. Gallego (ed.), El

    mundo rural en la Grecia antigua, Madrid, 269-326. (1 ed. 1988, London).Meyer, E. A. (2008): Thucydides on Harmodius and Aristogeiton, Tyranny, and History,

    CQ 58/1, 13-34 (http://dx.doi.org/10.1017/S0009838808000025).MoSS, C. (1969): La Tyrannie dans la Grce Antique, Paris.MuSti, D. (1989): Storia Greca. Linee di sviluppo dallet micenea allet romana, Bari.ooSt, S. I. (1972): Cypselus the Bacchiad, CPh 67/1, 10-30 (http://dx.doi.

    org/10.1086/365816).oSBorne, R. (1996): Greece in the making 1200-479 B. C., London.Parker, V. (2007): Tyrants and Lawgivers, [en] H. A. Shapiro (ed.), The Cambridge Com-

    panion to archaic Greece, Cambridge, 13-39.Piol VillanueVa, A. (2013): Acceso de extranjeros a bienes inmuebles: primeros testimonios (siglos VIII-V

    a.C.), [en] R. A. Santiago M. Oller-Guzmn (eds.), Contacto de poblaciones y extranje-ra en el mundo griego antiguo. Estudio de fuentes (=Faventia Suppl. 2), Bellaterra, 113-145.

  • Gerin2014, vol. 32, 57-77

    77

    Csar Sierra Martn La edad de los tiranos: una aproximacin...

    (2013a): Halicarnaso y Salmacis. Historia de una comunidad greco-caria, [en] R. A. San-tiago M. Oller-Guzmn (eds.), Contacto de poblaciones y extranjera en el mundo griego antiguo. Estudio de fuentes (=Faventia Suppl. 2), Bellaterra, 169-185.

    Plcido, D. (2007): Las formas del poder personal: la monarqua, la realeza y la tirana, Gerin 25/1, 127-166.

    Podlecki, A. J. (1975): The life of Themistocles. A critical survey of the Literary and Archeo-logical Evidence, Montreal.

    raaFlauB, K. A. Wallace, R. W. (2007): Peoples Power and Egalitarian Trends, [en] K. A. Raaflaub J. Ober R. W. Wallace (eds.), Origins of Democracy in Ancient Greece, Berkeley, 22-48.

    roBinSon, E. W. (1997): The First Democracies. Early Popular Government Outside Athens, Stuttgart.

    roSe, H. J. (1940): Some Herodotean Rationalisms, CQ 34/1, 78-84 (http://dx.doi.org/10.1017/S0009838800009149).

    Sad, S. (2002): Herodotus and Tragedy, [en] E. G. Bakker I. J. F. de Jong H. van Wees (eds.), Brills Companion to Herodotus, Leiden, 117-147.

    Sainte-croix, g. e. M. de (1988): La Lucha de Clases en el Mundo Griego Antiguo, Barce-lona (1 ed. 1981, London).

    SaMaMa, E. (2003): Les Mdecins dans le Monde Grec. Sources pigraphiques sur la Nais-sance dun corps Mdical, Genve.

    Santiago, R. A. (1996): Ambigedad en documentos pblicos. Un temprano ejemplo en la epigrafa grie-

    ga, [en] M. Puig Rodrguez-Escalona (ed.), Tradici Clssica. Actes de lXI Simposi de la Secci Catalana de la SEEC. St. Juli de Lria-La Seu dUrgell, 20-23 doctubre de 1993, Andorra la Vella, 633-640.

    (1997): Algunos ejemplos de Realpolitik en las fuentes griegas, Faventia 19/2, 33-50.Sierra, C. (2011): Jerjes, Lenidas y Temstocles: modelos griegos en el relato de Herdo-

    to, Historiae 8, 65-91. Sierra, C. cortadella, J. (2012): Telestgoras y la instauracin de la tirana en Naxos,

    Rivista di cultura classica e medioevale 54/2, 241-255.Stein-hlkeSkaMP, E. (2009): The Tyrants, [en] K. Raaflaub H. van Wees (eds.), A com-

    panion to Archaic Greece, Oxford, 100-116.ulF, ch. (2009): The World of Homer and Hesiod, [en] K. Raaflaub H. van Wees (eds.),

    A companion to Archaic Greece, Oxford, 81-99.ure, P. N. (1922): The Origin of Tyranny, Cambridge.ValdS, M. (2002): Arepago y Prtanos ton naukraon: crisis poltica a finales del s. VII a.C. (de Ci-

    ln a Soln), DHA 28/2, 65-101. (2003): El Espacio Ciudadano: Integracin/Exclusin en el imaginario y en la realidad

    ateniense del s. VI a.C., SSHA 21, 29-45.ValdS, M. Plcido, d. (1998): La frontera del territorio ateniense, SSHA 16, 85-100.Wallace, R. W. (2009): Charismatic Leaders, [en] K. Raaflaub H. van Wees (eds.), A

    Companion to Archaic Greece, Oxford, 411-426.WaterS, K. W. (1971): Herodotus on Tyrants and Despots, Stuttgart.